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del IEHS POBLACIÓN Y RELACIONES EN LA INMEDIATA CAMPAÑA DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES. UN ESTUDIO DE CASO: QUILMES 1815-1840 Daniel Victor Santilli" Introducción La historia rural del Río ele la Plata se ha enti(pecido notablemente en los últimos años, al par que se ha en una de las á1·cas de estudio con mayor clinátnica dentro de la historiografia argenrina. 1 Cada vez son más los historiadores que incorporan nuevos temas, nuevos ángulos de observación o profundizan análisis efectuados con anterioridad. Es decir, no sólo tenemos hoy más estudiosos abocados a este tema, sino que ellos se acercan con un bagaje de prc .. bYLmtas ;.r con nue,·os métodos traídos desde otras latitu- des ele la historiografía. Si en un principio su objeto temporal de estudio les había valido el nombre de a los primeros estudiosos, en la actualidad se ha abordado con ahínco la primera mitad del siglo XIX, superando la barrera temporal de 1815, límite que parecía autoimpuesto. Nuevos trabajos sobre las décadas que van de 1815 a 1840 se están presentando en las reuniones Üevadas a cabo a tal efecto. De tal modo, se pueden obserYar hoy dia subdiYisiones dentro de un espectro mayor denominado historia rural. Tenemos subárcas específicas cotno el comercio, la producción, el uso de la tierra, la propiedad, la mano ele obra, etc., que parecerían tener una dinámica propia, sin por ello convertirse en compartimentos estancos. Tal es el caso de los estudios de población. A los trabajos pioneros ele Bessio Moréno y i'vfaeder, se han incmporado hace ya " Cnivcrsidad Nacional de Buenos Aires; Red de Estudios Rur;lles, Imtituto de Historia Argentina y Americana ''Dr. Emilio RaYign'ani''. 1 Un estado de h. cuestión actualizado en Raúl Ó Fmdkin,Juan Carlos GaraYaglia,.Jorge Gclman, y Pilar Bernaldo, "Cambios y permanencias: Buenos ;\ires en la primera mitad dd siglo XIX", Anuario del IEHS 12, Tandil, Instituto de Esruclios.Histórico-Sociales, L 1 NCPB,\, 1997. 315

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POBLACIÓN Y RELACIONES EN LA INMEDIATA CAMPAÑA

DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES.

UN ESTUDIO DE CASO: QUILMES 1815-1840

Daniel Victor Santilli"

Introducción

La historia rural del Río ele la Plata se ha enti(pecido notablemente en los últimos años, al par que se ha conn~n:ido en una de las á1·cas de estudio con mayor clinátnica dentro de la historiografia argenrina. 1 Cada vez son más los historiadores que incorporan nuevos temas, nuevos ángulos de observación o profundizan análisis efectuados con anterioridad. Es decir, no sólo tenemos hoy más estudiosos abocados a este tema, sino que ellos se acercan con un DLle\~o bagaje de prc .. bYLmtas ;.r con nue,·os métodos traídos desde otras latitu­des ele la historiografía. Si en un principio su objeto temporal de estudio les había valido el nombre de '~tardocolonialistas" a los primeros estudiosos, en la actualidad se ha abordado con ahínco la primera mitad del siglo XIX, superando la barrera temporal de 1815, límite que parecía autoimpuesto. Nuevos trabajos sobre las décadas que van de 1815 a 1840 se están presentando en las reuniones Üevadas a cabo a tal efecto.

De tal modo, se pueden obserYar hoy dia subdiYisiones dentro de un espectro mayor denominado historia rural. Tenemos subárcas específicas cotno el comercio, la producción, el uso de la tierra, la propiedad, la mano ele obra, etc., que parecerían tener una dinámica propia, sin por ello convertirse en compartimentos estancos. Tal es el caso de los estudios de población. A los trabajos pioneros ele Bessio Moréno y i'vfaeder, se han incmporado hace ya

" Cnivcrsidad Nacional de Buenos Aires; Red de Estudios Rur;lles, Imtituto de Historia Argentina y Americana ''Dr. Emilio RaYign'ani''.

1 Un estado de h. cuestión actualizado en Raúl Ó Fmdkin,Juan Carlos GaraYaglia,.Jorge Gclman, y Pilar (;onúk~:--: Bernaldo, "Cambios y permanencias: Buenos ;\ires en la primera mitad dd siglo XIX", Anuario del IEHS n° 12, Tandil, Instituto de Esruclios.Histórico-Sociales, L1NCPB,\, 1997.

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más de veinte años los de Garda Belsunce y Socolow y Johnson,todos ellos anteriores,al despertar de la historia rural bonaerense, y en los últimos tiempos los de Moreno y Mateo y otros que, aunque su objetivo específico no haya sido el demográfico, han transitado e incorporado hipótesis a los trabajos citados. A modo de breve resumen haremos un peque­ño estado de la cuesrión.2

El acelerado crecimiento demográfico operado en la región de la campaña de Buenos Aires no ha pásado desapercibido a los pririletos estudiosos del tema. El primero en ocupar­

. se del tema fue Bcssio Morcno,3 pero en su libro más importante sólo analiza la ciudad de Buenos Aires, con motivo del cuarto centenario de su primera fundación. Es interesante destacar que hacia 1744, según sus informaciones, la ciudad contaba con el61% del total de la población de la que con posterioridad seda la provincia de Buenos Aires. Ernesto Maeder, treinta años después, cuando observa las cifras en el ámbito nacional, tomadas de diversos censos y padrones, cálculos de la época y testimonios de viajeros, puntualiza el inicio del proceso de crecimiento demográfico con la creación del virreinato, en 1778, se acelera hacia 1825, adquiriendo un impulso mucho mayor a partir de 1857. En cuanto a las regiones, informa que el mayor incremento se produce en el Litoral, al punto que, hacía el final del pedodo que él observa, 1810-1869, esta última ha alcanzado en cantidad de pobladores a la suma de Cuyo y el Interior. Con respecto a la provincia de Buenos Aires, es decir la ciudad y su campaña, inexplicablemente omite la consideración de los padrones de 1812, 1813 y 1815, perdiendo la riqueza de información que nos proporcionan, como veremos luego. Sin embargo, toma nota de la reversión de la tendencia: si hasta 1797 la ciudad tenia más pobla­ción que la campaña, a partir de ese año la campaña creció más aprisa, llegando en 1854 a contar con el68% del total de habitantes de la provincia. Este crecimiento demográfico está sustentado, según su criterio, en un mejoramiento de las condiciones de vida y en la inmigra­ción externa. 4

Unos años después, García Beis unce y su equipo publican un libro5 en el que descri­ben la situación demográfica de la provincia entre 1800 )' 1830, basados en los censos de la ciudad del año 1800 y de lacampúíade 1815. El trabajo se ha convertido en un elemento de consulta indispensable, por su minuciosidad y nivel de detalle y por .el profesionalismo con que se realizó, para los estudiosos del tema. Analiza la ciudad cuartel por cuartel)' la campa­ña partido por partido, globalizando luego la información. En primer lugar, confirman la tendencia demostrada por Jvfaeder, ya que hacia 1815la campaña tenía el 44% de la pobla­ción, pero hacia 1819 superó a la ciudad y en 1836 tenia 18.500 habitantes más que Buenos Aires. Como el promedio de edad de los que habitaban la ciudad era más alto que el de los de la campaña, fundamentan el impulso superior de ésta en esa juventud que le permitia tener un 1nayor crecimiento vegetativo, aunque la ciudad compensaba con una mayor afluencia de migrantes, sobre todo extranjeros. Por otro lado, constatan la preponderancia de la fami­lia nuclear, es decir padre, madre e hijos por sobre la ampliada, que incorpora a los abuelos,

2 Un excelente estado de la cuestión en José Luis l'vloreno ;.·José J:vlateo, "El «redescubrimiento» de la demografía histórica en la histOria económica y social'', Anuario del IEHS n" 12, 1997, pp. 35~55.

3 Nicolás Bessio i\.foreno, Buenos Aires, puerto de la República Argentina, estudio .de su población 1536-1936 Buenos .r\ires, Ed. Talleres Gráficos Tuduri, 1939.

~Ernesto J A.l\faeder, Evolución demográfica argentina de 1810 a 1869, Buenos Aires, Eudeba, 1969. :> César García Belsunce (dir.) Buenos Aires, su gente 1810-1830, Buenos Aires, Banco Unido de

InYersión, 1976.

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o la extensa, en la cual se incluyen los colaterales. Otra comprobación importante es lo que ellos llaman proceso de blanqueamiento por clisminución de los negros. Ello lo atribuyen, a pesar que toman nota de un incremento relativo de la cantidad de negros en 1815, al mayor crecimiento vegetativo de los blancos, que dicho sea de paso eran amplia mayoría tanto en la ciudad como en la campaña. En la actualidad, conocemos que ese proceso de blanquea­miento no es sólo fundamentalmente físico o étnico, sino que pasa tnás por condiciones sociales, por la forma que eran vistas por sus contemporáneos las diferencias étnicas y por las consideraciones sociales y económicas que éstos tenían en cuenta al clasificar a la gente, como luego vamos a ver. Por otro lado, también sabemos que ese incremento de los negros en la campaña en 1815 se debe a la utilización de los esclavos como mano de obra en las tareas rurales, dadas las dificultades con la mano de obra libre en la campaña6

Pero es con las investigaciones encaradas por José Luis 1\Joreno en primera instancia y por José Mateo y otros que la dcmogratla histórica establece hipótesis sobre la población de la provincia de Buenos Aires en el periodo estudiado más acordes con las que a su vez se estaban realizando sobre la producción y la mano de obra, consecuencia de la revisión historiográfica a que se hizo referencia al principio. En primer lugar, se verifica el mayor crecimiento de la campaña por sobre la ciudad en la segunda mitad del siglo XVJII, sobre­pasándola en 1815. La campaña ha crecido a razón del 3,2% entre 1778 y 1815, pero si esta tasa ya es lo suficientemente alta, lo será aún mayor entre el último aúo y 1836, cuando trepará al 3,9°/o.7 Pero el origen de tal incremento es atribuido ahora principalmente a las migraciones internas provenientes de Tucumán, Córdoba, Santiago del Estero, San Luis, etc., c_lue lltratarán de reproducir sus propias economías domésticas, adaptadas a las condi­ciones de la pampa húmeda."8 Según l\:[orcno, la campaña ya mostraba hacia 17 44 una mayoría de blancos (84,6'\-\,), algo mayor que la de la ciudad (82%), y una relación de mascu­linidad alta en las edades aptas para el trabajo, entre estos últimos, y de más del doble entre los pobladores de color.9

La intensa migración interna desde el resto del virreinato bacía el litoral ha sido verifi­cada por Cancelo en un trabajo sobre San Nicolás de los i\rroyos, donde el 66% de los habitantes proverúan de Santa Fe, Córdoba y Santiago del EsteroHl También Mateo, para Lobos, encuentra la fuerte presencia de migran tes, pero en este caso la mayoria proviene de otros partidos situados más al norte de la provincia. 11 El proceso de blanqueamiento a que hicimos referencia más arriba está claramente expuesto en el trabajo sobre San Nicolás,

6 Juan Carlos GaraYaglia, Pastores y labradores de Buenos Aires. Una historia agrada de la campaña bonaerense 1700-1830, Buenos ;\ires, Ediciones de b Flor, 1999, p. 90. Sobre la mano de obra resulta ob'l'io hacer referencia a la polémica entre .r\.maral, ~layo, Gelman y Garavaglia publicada en Anuario del IEHS, nv 2, 1987.

-:Juan Carlos Garavaglia, Pastores y labradores de Buenos Aires, op.cit. s José Luis Moreno y Juan Carlos Garavaglia (comps.) Población, sociedad, familia y migraciones en

el espacio rioplatense. Siglos XVIII y XIX,. Buenos .r\ires, Cántaro, 1993, p. 13. 9 José Luis J\foreno, "Población y sociedad en el Buenos Aires rural a fines del siglo XVIII", Desarrollo

Económico, n° 114, 1989. 10 \fariana Canedo, ''Colonización temprana y· producción ganadera de la campaí1a bonaerense, 'Los Arro!·os'

a mediados del siglo XVIII", en J.C. (Jaranglia. ~· J.L ?\foreno (comps.), Población, sociedad, familia ... , \)p.cit., p. SS.

11 José i\!atco, "[\ 1igrar yyoJver a. migrar. Los campesinos agricultores de la frontera bonaerense a principios de! sigl1) XlX" en J.C. Garm·aglia. y J.L \loreno (comps.), Población, sociedad, familia ... , op.cit., p. 134.

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donde se muestra cómo a tta\'és de los diversos padrones del siglo A'Vlii, una misma perso­na es considerada primero mestizo para concluir la centuria sus descendientes como blan­cos. 12 La preponderancia de la familia nuclear es también confirmada por Moreno para la totalidad de la campaña, y comprobada por los análisis de casos particulares a que hicimos referencia. Otros estudios puntuales, como i'vfagdalcna,13 San José de Flores, 1 ~ San Isidro 15

y Areco,16 también reflejan esta situación. Todavía en 1836 en Dolores, población nueva para esa época, la familia nuclear representa casi el 70% de las unidades censales (UC)P

¡\través de esta apretada síntesis hemos tratado de mostrar los principales rasgos que había adquirido la población de la campaña de Buenos Aires en la primera mitad del siglo XIX, a partir de los diversos estudios sobre el particular. En resumen, el proceso se aceleró a partir de la segunda mitad del siglo XVIII por la at1uencia de migrantes del interior o por la propia movilidad de los ya establecidos hacia las nuevas zonas de frontera. El crecimiento demográfico de la ciudad tr'ajo aparejado el descnvoh·imiento de un mercado para la pro­ducción de su entorno, lo cual, agregado a la relativa facilidad para obtener tierras para trabajar que ofrecía la frontera productiva de Buenos Aires, habría sido el acicate para <]Ue los habitantes del interior emprendieran la aventura de establecerse en nuevas tierras18 Es­tos tnigrantes venían en muchos casos solos, pero también se daba el caso de la migración de la familia completa. Ser jornalero, casarse con una nativa de la zona, convertirse en pequeño productor fatniliar ayudado por su esposa e hijos en un pedazo de rierm como arrendatario, mediero, agregado o simplemente ocupante, parece ser el posible destino de estos pione­ros19 Es esa la razón de la preponderancia de la familia nuclear en la pampa: la incoq)ora­ción de mano de obra, primero la mujer, luego los hijos, a esa economía basada en la autoexplotación, a la vez que permitía que el hombre se conchabara en alguna estancia en los momentos de alta demanda estacional de los cstablecimientos.2° Con diferencias entre los diversos partidos de la provincia, esta situación se repetía en todas las di,~isioncs adminis­trativas de la campaña. Esa diversidad a veces marcaba diferenciaciones que no poi" peque­ñas fueron dejadas de lado. En algunos casos, nos encontramos con rnayor proporción de esclavos o de indios que en otros, rnientras quC en otros partidos la n1igración se producía en su gran mayoría con familias ya constituidas. En algunas divisiones, los migran tes provenian de localidades cercanas, mientras quc.cn otros las distancias recorridas eran mucho mayores,

1 ~ )\L Canedo, op.dt., p. 56. 1" Cé:>ar Carda Belsunce, "La población dd partido de i\Iagdalena de 172() a 1744", Revista del V

Centenario del Descubrimiento y de la Evangelización de América, n" 1, Bueno:> Aires, UniYer:>idad del Salvador, 1992.

1 ~ Valeria Ciliberto, ''Los agricultores de Flores, 1815~ 1838. Labradores «ricoSll ~-labradores «pobreSll en torno a la ciudad" en R. Fradkin, j\J'. Cancdo y J. l\fateo, Tierra, población y relaciones sociales en la campaña bonaerense (siglos XVIII y XIX), J\lar del Plata, UniYcrsidad de ?\fardel Plata, 1999.

b J.C. Garayaglia, "Los labradores de San Isidro (:>iglos XVII 1-XJ>--')", Desarrollo Económico, n(' 128, Vol. 32, 1993.

16 ldem. !7 Alejandra i\la~cioli, "Población y mano de obra al wr de! Salado. Dolores en la primera mitad del siglo

XJX" en R.l'radkin, '¡\[. Cancdo ;:].Mateo, Tierra, población y relaciones, op.cir., p. 201. lii J.C. Gata\·aglia, Pastores y ... , op.cit. 19 Claudia Contente, El ciclo de vida de un pequeño campesino en La Matanza a principios del

siglo XIX (mimco), 199:1. 20 Jorge Gelman, Campesinos y estancieros. Una región del Rio de la Plata a fines de la época

colonial, Bueno:> r\ires, Editorial Los libros del Riel, 1998.

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etcétera. A su vez, en los últimos tiempos se han presentado nuevas cuestiones que se agregan a las ya mencionadas, como la reconstrucción de !as conformaciones familiares, las conductas que seguían sus componentes, las relaciones que se cstablecian en su seno y hacia fuera, el parentesco, tanto sanguíneo como político, el padrinazgo, hs redes sociales y las clientelas, etc., las c¡ue tratan de responderse mediante el relc\'amicnto de archivos parroquiales en los que se rebristraron los bautismos., casamientos y defunciones~- con el auxilio de fuen­tes cualitmivas corno las causas judiciales sobre diYorcios, malos tratos, bigamia, raptos, tenencia de menores, etc. 21

El presente trabajo se incluye en dicha temática demográfica y no ,-a a avanzar más allá del estudio cuantitativo de la población de un partido de la entonces campaii.a de Buenos Aires, Quilmcs, y en una época determinada, el lapso comprendido entre los censos de 1815 y 1836-38. 12 Entre tales años, Quilmes ha multiplicado por :2,(,(¡ su población. Tal crecimien­to demográfico es una de las claves de la expansión de la econom.ía bonaerense. Además, como hemos visto, en las zonas cercanas a la ciudad este incremento estaba íntluenciado por el desarrollo del polo consumidor que era Buenos Aires. En efecto, las necesidades del mercado citaclino incrementaron la producción y los requerimientos de mano de obra en su inmediata campaña para abastecerlo, como así también la prestación de determinados servi­cios. Quilmcs acompañó estas modificaciones pasando de ser una zona dedicada a la gana­dería por definición de Caray, a la creación de una cconornia rnixta en la que se destacaba la cría de ovejas y la actividad agrícola en una escala y con una organización que hoy podríamos considerar como de carácter mercantil.23

1\l respecto, trataremos de demostrar que la llegada de migrantes, cuya continuidad es un hecho irrefutable a pmtir de los nútneros ya mostrados, seguían siendo criollos que buscaban un espacio, un lugar en e~ a sociedad. Asimismo, se vcní que las barreras étnicas, si ya bastante tenues hacia 1815, se diluyeron aún más, aun<..pJc no dcsaparcclcron, luego de

21 J.L. ;\,foreno, "Sexo, m<ttrimonio y familia: la ilegitimidad en la frontera pamj)eana del Río de b Plata, 1780"1850", Boletín del I.H.A.A. "Dr. E. Ravignani", no 16-17, 1998;J. ?I..Iareo, Pobh\dón, parentesco y red social en la frontera. Lobos (provincia de Buenos Aires) en el siglo XIX, Tesis de i\laestría, La Rábida, Uniwrsiclad Internacional de .Andalucía, 19%; J.C. Garm·aglia, Liberato Pintos. Un pobre (rico) pastor de la campaña bonaerense en el siglo XIX, Ponencia presentad;~ en las X\-' Jornadas de Historia Económica, Tandil, 1996; Ricardo Ciccrchia, "Vida familiar y prácticas con~1.tgales. Clases popuh1res en una ciudad colonial, Buenos Aires, 1800-18!0", Boletín del J.H.A.A. "Dt. E. R~wignani'\ n" 2, 1990; Cai'los ¡>,{ayo, ""-largimtlichd y relaciones c:'\tramarrimoniales en la camp<li1a bonaerense: el robo de !a mujer (1730~ 1810)", en Estudios sobre la provincia de Buenos Aires, La Plata, :\rchh·o [ !istúrico Ricardo Levene, 1986.

22 Se trata de los temas de mi tesis de licenciatura relacionados con la población. ¿Cambio o contimúdad? Acerca de la estructura sociocconómica de Quilmcs 1815~1840, defendida el '1 7 /11/97 en la UBA ?\fe remito también a mis trabajos ameriort:s, Estructura sociocconómim de un partido de la provincia de Buenos Aires: Quilmcs 1815, Ponencia presentad;l en las V Jornadas lntercscudas Departamentos de Historia, i\IonteYideo, 1994; Crecimiento demográfico en Buenos Aires: Quilmcs, 1815-1838, Ponencia prescnt<1da en las XV Jornadas de Historin Económica, Timdil, t 996; un análisis de la estructura productiva del pnrtido, Propiedad y producción en tiempos de Rosas. Quilmcs 1837, Ponencia presentada en las Segundas Jornadas de Historia Ecónómica de la ;\sociación l 1rugua;;a de Historia 'Econórriic:1., \lonte\'id{.'o, 1999; un análisis de natalidad, munalidad y matrimonio, Yer Los archivos parroquiales como fuente para el estudio de la conformación de la familia: Quilmes primera mitad del siglo XIX, Ponencia presentada en las V Jornadas de !a ;\sociación de L~studios de Población de la ;\rgentina, Luj<in, 1 99<J.

2·' Daniel V Samilli, Propiedad y producción ... , op.cir'.

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veintitrés años. Los indios, una de esas categ01ías étnicas cuya presencia en Quilmes era importante al inicio de nuestro período, ya no tendrán presencia. Además, la mitad de Jos jefes de familia de 1815, permanecían aún en 1838, lo que nos permite aseverar que las condiciones de continuidad y ciertas seguridades con respecto a la posesión de alguna super­ficie de tierra eran aún posibles en Quilmes. Pero .antes de entrar en tema hagamos una breve referencia a las características históricas y geográficas del partido de Quilmes.

Quilmes hacia principios de la época independiente

En el reparto de tierras que formalizó Juan de Garay al poco tiempo de la segunda fundación de Buenos Aires fueron concedidas las tierras de lo que hoy esQuilmes. Uno de esos primitivos propietarios donó las parcelas para que fueran trasladados en 166624 Jos indios homónimos de la pro,~ncia de Tucumán, que habitaban en las laderas del cerro El Cajón, en los límites sud occidentales de los ,calles calchaquíes. Así se estableció la reducción denominada Exaltación de la Santa Cruz de los Quilmes, en las tierras de lo que luego sería

. el pueblo de Quilmes, desde las calles Zapiola hasta Guido y desde el Río de la Plata hasta el Camino Gral. Belgrano. En ese tiempo esta zona correspondía a la jurisdicción de la Magda­lena, que abarcaba desde el Riachuelo hasta el Samborombón. La reducción perduró hasta el 14 de agosto de 1812, en que fue disuelta por un decreto del Triunvirato, fecha que en el partido es conmemorada como de su fundación. Pero Quilmes no era nada más que la reducción, ya que entre ella y el Riachuelo y luego hacia el sur estaba poblado desde el siglo }(VII. La Ensenada de Barragán, la Cañada de Gaete, el arroyo Ximenez, son toponimias que hacen referencia a sus primitivos pobladores y que se remontan casi hasta el reparto de Garay, o a la segunda mitad del siglo A.\'1II, como Lomas de Zamora, que hace referencia al dueño de esas tierras, o Villa Dominico, donde había un establecimiento de esa congrega­ción. En 1780 se formalizaron los límites del entonces curato de Quilmes, que abarcaba Jos actuales partidos de Avellaneda, Lanús, Lomas de Zamora, Quilmes, Almirante Brown, Berazateguí, Florencio Varela y parte de Ensenada y de La Plata, tal como se reproduce en el Anexo III. Podemos entonces decir que es ésta una zona de antiguo asentamiento, de conformidad con la definición proporcionada por Raúl Fradkin.25 En 1815, con esta delimi­tación, el partido contaba con 1.615 habitantes.

En 1818, sobre los antiguos terrenos de la reducción,'/, de legua cuadrada, es decir una suerte de estancia, se realizó el trazado del pueblo. En él se lijaron cuatro plazas, una de ellas llamada de los labradores,26 y la delimitación de lo que actualmente es el centro de

24 Para la historia de Quilmes en ese período véase Julio A. Craviotto, Quilmes a través de los años, Quílmes, i\Iunicipalidad de Quilmes, Secretaria de Gobierno y Cultura, 1966; Guillermina Sors, "'Quilmes colonial", Publicaciones del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires. Contribución a la historia de los pueblos de la Provincia de Buenos Aires, La Plata, 1937; Víctor Gullotta, San Francisco Solano: una historia para contar (1580-1993), Quilmes, El }>lonje Editor, 1994; y Juan Carlos Lomban, Nueva historia de Quilmes, Quihnes, El l\fonje Editor, 1992.

25 R. Fradlcin, ''Antigüedad de asentamiento, orientaciones productivas y capital comercial en la conformación de una estructura regional: Buenos Aires, siglos XVIII y XIX" ~limeo), IV Jornadas lnterescuelas y Departamentos de Historia. i\lar del Plata, 1993.

26 CraYiotro, op.cit., p. 158.

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Quilmcs. f.Iacia el oeste se mensuraron suertes de chacras de cuatro cuadras por lado. Estos terrenos fueron concedidos a personas que :·a habitaban la zona) entre ellos los pobladores de la ex reducción, y a otros personajes como premio por sus actos en las guerras de la independencia) como José Rondeau) j\fartin Rodríguez y Juan Ramón Balcarce.

En un resumen de la población de cada partido ele la campaña de Buenos Aires, que data del año 1824,27 se mencionaba c¡uc en el de Quilmcs habitaban 1.623 personas, cifra que desentona con las 1.615 de 1815. Pero se encuentra separada la jurisdicción de Ensena­da, con 1.318 habitantes, c¡ue en 1815 estaban incluidos en el partido de Quilmcs. Lo c¡ue sucede es que hacia 1821 se fundó el partido de Ensenada, para lo cual se tomó parte del territorio de Quilmcs. 28

Hacia fines de la década de 1830, el partido de Quilmes se hallaba cli,•idido en cuarteles numerados desde el Riachuelo hacia el sur) se_\rLm puede observarse en el Anexo I\~ que corresponde a las siguientes localidades actuales:

Cuartel 1: Avellaneda hasta Crucecita, Dock Sud, Gerli, Puente ll.lsina. Cuartel 2: Lanús, Lomas de Zamora, Santa Catalina, i\fontc Chingolo. Cuartel 3: Sarandi, Villa Dominico, \Vilde, Bernal Oeste, San Francisco Solano. Cuartel 4: Quilmes, Quilmes Oeste. Cuartel 5: Bcrazatcgui) Florcncio Varcla. Cuartel 6: Villa Elisa hasta el r\rroyo del Gato.

Encontramos diversos núcleos poblacionalcs en esos momentos. En primer lugar el pueblo de Quilmcs y sus chacras aledañas) cuya delineación y asignación de tierras se había realizado en 1818) como dijimos más arriba, sobre las tierras de la antigua reducción li<.p.lida­da en 1812. En las cercmúas del Puente del Restaurador, hoy Puente Pucyrredón, nos en­contramos con una serie de comercios que estaban prefigurando lo que a partir de 1852 sería la cabecera del partido de Barracas al Sur (actual !l.vcllaneda).29 En el centro de la actual Lomas de Zamora, se había realizado una subdivisión en chacras en 1821 sobre una fracción de tierras del Estado) conocida como la Estancia de Zamora primero y luego como la Estanzucla, cuyos principales impulsores y beneficiarios habían sido los hijos de '1()más Grigera, el "alcalde de las quintas" de 1811 311 y autor de un ivlanual de i\gricultura, publicado en 1819. No era) en consecuencia) un pueblo, sino un conglomerado de chacras instaladas a la vera del camino Real hacia San Vicente. En el resto del partido no había núcleos pobladonalcs de magnitud) sólo alguna posta o pulpería solitaria a la veta de rutas que eran cada vez más importantes para traer ganado desde más al sm:31 para atender al abasto porte-

27 "Rc~urnen de la población de cada partido de la campaii.a de la proYincia según los pndrones romados últir~amcntc" .AGN X 13-6-4. Agradezco a Jo$é t>.btco haberme hecho lle~<tr una copia de este documento.

-B Gullotta, op.cit., p. 246. 29 Antonio Torassa, El partido de Avellaneda -1580/1890, La Plata, ArchiYo Histórico de la ProYincia

de Buenos Aires, ! 940. 3(1 Alberto S. J. De Pau!a, ~-Ramón GutiétTC%, Lomas de Zamora. Desde el siglo XVI hasta la creación

del partido, 1861, La Plata) :\rchim Histórico de la ProYincia de Buenos Aires) 1969) p. 89; y Yiccnte O. Cuto lo, Nuevo diccionario biográfico argentino, Buenos Aires, E!che, 1971. p. 458.

31 Se le~ a:;ign<tha d nombre de camino de la~ tropa~, y dos de ellos son las actuales;-\\'. Frías en Lomas de Zamora y b AY. Donato J\karcz en San Francisco Solano.

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ño y a los saladeros que entre prohibiciones y autorizaciones funcionaban más o menos clandestinamente en la costa del Riachuelo y de los arroyos de Sarandí,. Santo Domingo, hoy partidos de Lanús y A1•ellaneda32 Recordemos que en esta zona, precisamente en i\!on­te Chingolo, funcionó el saladero Las Igueritas (sic), p_::opiedad de la sociedad de Rosas, Terrero,. Dorrego, desde 1815 y por unos pocos años.0

·' En las inmediaciones de la laguna Santa Catalina se había asentado en 1825, una colonia escocesa, gestionada por los herma­nos Parisl1 Robertson, que funcionó como tal hasta 182934 Para la época que nos ocupa, algunos de los inmigrantes que la formaron, a juzgar por los apellidos, permanecían en la zona. Los actuales partidos de Avellaneda, Lanús y Lomas de Zamora estaban separados de los de Quih11es, Berazatcgui y Florencio Varela pm la cuenca de los arroyos Las Piedras, San Francisco y Santo Domingo, éste último entubado en la actualidad, que en aquel tiempo era un bañado en buena parte de su recorrido, conocido como la cañada de Gaete. Esta cuenca se convirtió con posterioridad en el límite de los partidos de Barracas al Sur y Quilmes en 1852.35

Las fuentes

La documentación más importante, o por lo n1enos la de más fácil acceso para estu­diar la campaüa rioplatense durante la colonia son los censos de población que realizaba el estado l'irreinal. Los de 1813 ,. 1815, los primeros llevados a cabo después de la Revolución de i\!ayo, por su forma y Jos datos gue contienen son los últimos que continúan la calidad de los del período colonial. En efecto, la descripción minuciosa que se hace de los habitantes de cada partido es realmente de una gran utilidad para el oficio del historiador. En el de 1815,31'

que yo utilicé para este estudio, constan todas las personas censadas con nombre, "clase'' (ctnja, color, raza), patria, (origen), edad, estado CÍYil y ocupación . .r\simismo el funcionario tU\'ü el buen tino de separar cada casa con una linea, coincidiendo en general cada casa con una unidad de producción, ya que dentro de sus lín1ites colocó a los agregados, esclavos ("criados", pero en ocupaciones hizo notar su carácter jurídico de esclavos), peones y sus respectivas familias. Además, aparece bajo diversas formas la capacidad militar de cada va­rón: "i-,.Jilis.'\ "fvfiliciano", "j\filic.''. Esta última registración nos hace dudar con respecto a su objetiwl; ¿se trata de un padrón militar o es electoral ante la cercana elección de diputados al Congreso de Tucmnán? De todos modos, nos encontratnos con una fotografía, una imagen estática de una región y de un momento de la historia. Asimismo, es probable gue contenga errores y falsas interpretaciones, además de un probable subrcgistro de hombres en edad militar si su objetivo era reclutar brazos para la guerra. Sin embargo, los datos registrados hacen que el docUinento se constituya en "un mirador excepcional", ya que "la calidad de la información sigue siendo la mejor hasta los censos nacionales de la segunda

32 Tora:o;sa., op.cit., pp. 55-ss.; y Alberto S. J. De Paula, Ramón Gutiérrez y Graciela Viñuales, Del pago del Ria~huelo al partido de Lanús, La Plata, .r\rchiYo Histórico de la Prü\·incia de Buenos Aires, 1974, p. 90.

,_¡ Torassa, op.cit., p. 54. :~ De Paula y Gutiérrez, op.cit., pp. 119-ss. ~> De Pauh, Gutiérrez ~- Viñua!e~, üp.cit., p. 94. >6 1\rchiYo General de la Nación (en adelante A.GN), Sala X 8··10-4.

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mitad del X!X."3" 1\dcmás, se puede deducir que la totalidad de los habitantes censados eran los que vi,-ían pern1ancntemcntc en el partido, ya c..1uc por la fecha en que se realizó, (se conclu,·ó el 3 de agosto de 181 S) muy alejada de la época de la cosecha, no habría trabajado­res temporarios en los diversos establecimientos.

Asimismo, he estudiado los rcg1su:os incluidos en los padrones tomados en 183638 y 1838,:w censos que, según un dccrct~'l del31 de ma~·o de 1836, debían ser levantados todos los a !los entre cl1 y el15 de encro."10 Ellos indican nada más c..1uc el nombre del titular de cada unidad Cf/Wii (en ,;delante UC) )' la cantidad de habitantes t¡uc la comporúan, diYididos en etnia. La planilla censal cuenta con diez columnas: Nombre de los propietarios dueños de casa; Calle; Número, donde e! censista colocaba la denominación del paraje, barrio, laguna, etc., es decir, la toponimia del lugar donde se hallaba la casa; Habitantes blancos; Pardos y morenos; Extranjeros; ~fropa; Familia de tropa y Total. Una de las preguntas que me hice al enfrentarme con e! documento fue ¿qué significaba tropa:-· familia de tropa? En d decreto citado se aclara que "las dos casillas que aparecen en el padrón, con el nombre de tropa la una y la otra con el de fan1ilias de ellas son para colocar los indi\·iduos de esta clase c¡ue no se hayan colocado en dicho padrón, por no \~ivir en casas paniculares, sino en sus rcspccti­\'OS cuarteles o acanronan1ientos."41 L~n nuestros padrones, sólo hay ocho personas en di­chas columnas; son, por tanto, irrdcYantes. No contamos con la rigueza documental que nos proporcionaban para 181 S el origen y la edad de cada poblador y la actí,·idad de cada cabeza de familia. Por tanto, ·vamos a Perder la riqueza de exposición que podía hacerse con respecto a mediados de la década de 1810. Tampoco son bon10géneas la época en que se realizaron cada uno de los padrones: el de 1836 fue 6rmado ell de diciembre ,. el de 1838 el 19 de febrero. Por lo que vimos, sus datos podrían estar influenciados por la incorporación de mano de obra suplementaria a la permanente en la época de la cosecha, el \·crano. E·:n el primero estaríamos en el inicio de dicha temporada y en el segundo hacia el final. Sin crnbar~ go, el dato que más voy a utilizar, el nombre del titular de la UC, no está influenciado por esta situación. Sí lo está la cifra total ele pobladores de cada unidad'< la global del partido. Esto explicaría las diferencias que encontramos entre 1836, 4.579 habitantes, y 1838,4.288 perso­nas. Otro dato c1ue perdetcmos en la comparación es la condiciém jutídica de los negros y pardos. No sabemos para 1836/8 qué porcentaje de ellos habían nacido después de la liber­tad de vientres de 1813 y cuáles habían sido introducidos corno esclavos con posterioridad, ya que, con idas y \-"Cnidas, se prosiguió con la trata de negros hasta el tratado í\lackau-Arana de 1840.42 Lo novedoso de estos padrones es la incorporación del cuartel, pero más aún el

'' 1 C G 1 '"L l b 1 1 - 1 . 1 " . - ' :¡;.·. ~mn·agw, os .,a racores<eSan SJCro ... ,clt.,p .. >l.'1. ·'' :\GN X-25·-2A. ;:¡ 1\GN X~25-6-2. 40 I\tchiYo Judicial de \Icrccdcs, citado por Sergio C<..:rcós, La campaña bonaerense en el período

federal y la constn.1cción de la política, (mimco). Esre trab:tjo flll~ pn::sentado ante la Red de Estudios Rurales en junio de 1997.

41 i\(encionado en op.cit., p. 11. ~ 2 .r\ partir de trabajos actuaks con los archiYos p:lrrO<]uiales dd parrido, puedo concluir <1ue los hijos de

escla\"OS que nacieron a partir de 1813 eran considerados líbenos. También, t:n fechas tan posteriores como 1820, se seguía bautL~:n1clo escb·os adultos, lo que hace suponer c¡ue se scguía incorpor<tndo mano de obra en tal condición desde el exrerior de !as PrO\·incias r...:nidas. Ver :\!arta Goldberg, "l.a población negra y mubta de la ciudad de Bueno!' .\ires, l810-184U", Desarrollo Económico, n" ó 1, VoL 16, 1976; ~· i\larm Co!dberg: y Sikia .\Iallo, ''La población africana en Bueno,<; Aires ~- su Ca!Tlpaña. Formas de Yida y subsisr~.::ncia (ti 50-1850)'', Temas. Revista de la Sección de Asia y Mrica, n" 2, t.' B.-\, 1993.

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nombre del Jugar en cl cual estaba la U C. Ello nos permite verificar la ubicación espacial, conglomerados poblacionales, etc. Con este dato, tratamos de zonitlcar el padrón de 1815, con el objeti'i·o de verificar si las variables migraciones, relaciones de tnasculinidad, n1ano de obra, tanto escla\ya como libre, agregados, etc., eran similares en todo el partido. Pero no existe un orden lógico, o por lo menos no pudimos reconstruirlo, en el relevamiento de 1815. No parece que el censista recorriera casa por casa, porque cuando logramos establecer que una de ellas estaba al sur del partido, en Ensenada, la que sigue a continuación ti¡,>uraba en el pueblo o en Lomas de Zamora. Puede ser que se tratase de varios censistas )'un escriba que volcaba los datos a medida que le llegaban.

También contamos con un "Padrón de haciendas, suertes de estancias y chacras perte­neciente al Partido de Quilmcs y a los capitalistas que han pagado la Contribución Directa hasta el at1o de 1836, confeccionado el 22/12/1837",43 en el cual encontramos el nombre de cada propietario de tierra y/o de ganado que era alcanzado por este gravamen. En él se mencionan la cantidad de cabezas de ganado, que suponemos \·acuno, obejas (sic.) y caballu­no, sí la parcela reúne las condiciones de suerte de chacra o de estancia y las medidas en varas de frente y fondo de dicha propiedad. Con toda seguridad, no figuran en él todos los propie­tarios del partido, por diversas razones. Por ejemplo, hasta 1839, había un mínimo por debajo del cual el bien no estaba alcanzado por este gravamcn,41 por lo que no estarían representados los más chicos. Además, sabemos que muchos de los grandes propietarios de chacras y estancias de la campa~1a de Buenos 1\ires vivían en la ciudad, por lo que podemos suponer que su declaración de impuestos se efectuaba en el ámbito de la ciudad. Y por último estaba la evasión que, según imTsúgaciones, era más que importante.45 J\1 respecto, puedo mencionar a Juan Crisóstomo Arroyo, que figuraba en dicho padrón como propieta­rio de una parcela de 1.000 varas por 9.000 \'aras, y por su testamento hemos comprobado que su csposa 1 Salustíana Soasnave, poseía otra contigua de 500 varas por 9.000 'Taras, adqui­rida en 1835 a Ciriaco Arroyo, que no figura en talrclevamicnto. '16

Además, para el repartimiento de tierras de 1818, se levantó un plano47 de lo que luego sería el pueblo. En él consta cada predio y el nombre de la persona ah cual fue concedido el mismo a modo de solar en el pueblo, o de chacra en las afueras. Las parcelas concedidas como solar tcnian una medida exigua de 50 \"aras por 50 varas, mientras que las chacras eran

42 A partir de trabajos actuales con los archiYos parroquiales del partido, puedo concluir gue los hijos de esclaYos gue nncieron a partir de 1813 eran considerados libertos. También, en fed1as tan posteriores como 1820, se seguía bauti;.:ando esda\'OS adultos, lo c¡ue hace suponer gue se seguía incoq;orando mano de obra en tal condición desde el exterior de las Provincias Unidas. Ver ]\Iarta Goldberg, "La población negra y mulata de la ciudad de Buenos Aires, 1810~ 1840", Desarrollo Económico, n<> 61, Vol. 16, 1.976; y .i\hrta Goldberg y Sil-ria i\Iallo, "Ll. población africana en Buenos Aíres y su campaña. Formas de vida y subsistencia (1750~ 1850)", Temas. ReYista de la Sección de Asia y Mrica, n" 2, l/BA, 1993 .

..¡_, AGN X-25-4-6. ,-\gradczco al profesor Gclman haberme hecho conocer este documento. +l 1\Iiron Burg1n, Aspectos económicos del federalismo argentino, Buenos ,\ircs, Solar, 1975 (1 ~edición

1946), p. 249-51; y Alfredo EsréYe~, "La conrribución directa", separara de la Revista de Ciencias Económicas, n" 10_, Buenos 1\ires, año XL Vlll, serie rv; 1960, p. 129.

~:> EstéYez, op.cit. 46 AGN Sucesiones N° 3884 ail.o 1857. 47 Plano de los terrenos de Jos Quilmes de Y2lcgua de frente por 11h de fondo diYidido en p<trre de solares

para pueblo y suenes de chacras para labran;.:a mandado b·aorar por orden del Sr. Jnrendentc don 1\hnuel Luis de Oliden al comisionado Jue% Comisario de Policía don Felipe Robles~- agrimensor don Felipe l\lesura en marw de 1818. AGN Cartografía 1-223.

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de 4 7 5 varas de lado. Dicho plano se reproduce en forma esquemática en el Anexo II al final del trabajo. Esta fuente y el padrón de haciendas sólo serán utilizados para cruzar los nom­bres de las personas con los censos citados y verificar la permanencia de los habitantes y la real posesión de la parcela que figura en los mismos. Por otra parte, y sólo puntualmente, cruzaré los datos obtenidos en las fuentes mencionadas con algunos archivos de sucesiones consultados al respecto, como el citado más arriba para Arroyo, o con mis trabajos actuales sobre los archivos parroquiales de la catedral de Quilmcs.

Quilmes en 1815: Población total

El 3 de agosto de 1815, el Alcalde Don Juan Blas i\lartíncz colocó su rúbrica en la carátula de los cuarenta y dos folios que componen el padrón de 1815 del "Partido de Quiln1cs". Fueron censadas 1.616 "almas" según consta en dicha carátula, pero al contar el original resultan 1.615 personas. Estas eran 682 de sexo femenino y 933 masculinos, distri­buidos como sigue:

Cuadro 1 - Quilmes 1815 -Población Total Edades Homhres Mujeres

0-9 254 213

10-19 207 170 20-29 171 115

30-39 107 67

40-49 75 62

50-59 56 30

60-69 54 15

mas de 69 10 9

Total 934 681

Fuente: AGN Sala X 8-\0-14

Gráfico 1 ~Pirámide Poblacional · 1815

mas de 69 ll!l 60-69 .. 50-59 ;:;. 40-49

30-39

20-29

1 t 1 10-19

1 1 0·9

300 200 100 o 100 200

Fuente: AGN Sala X 8-10-14

Re!.

300

Mase. 119,2

121,8 148,7

159,7

121,0

186,7

360,0

111, l

137.2

m1Homhrcs

lil M ujercs

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Nos encontramos en presencia de una población joven; si nos atenemos a la teoría que considera que una población es vieja si los mavorcs de 65 años superan el6.5'V<, de la pobla­ciém.48 En Quilmcs en 1815, los pobladores que superaban esa edad eran sólo el2'1o de la totalidad.49

La relación de masculinidad, que indica que exisúan 136.8 hombres por cada 1 ()() mujeres era alta si la comparamos con San Isidro, 127.50 Pero, en primera instancia, era sorprendentemente alta para Lobos, l 07,51 sobre todo si se considera que la de Lobos era una sociedad de frontera para esa época, y se supone que a la frontera Yan los hombres solos. Pero aquí cabe la primera reflexión; es que, como comprueba José 1\-!ateo, a la frontera hay que ir con mujer porque a partir de tenerla se puede agregar mano de obra y luego reprodu­cir literalmente la fuerza de trabajo a tra\Ú de los hijos. Si.n embargo, en Areco Arriba la relaciónde masculinidad era de 104,52 y en l\forón 105,5·1 similar a Lobos, a pesar de no ser poblaciones de ti:ontera. Es decir que la mayor o menor relación de masculüúdad no está en relación alguna con la antigüedad de asentamiento o con la ubicación fronteriza de la pobla-

. ción. Ahora bien, .en el grupo de edad de adultos (20-59)54 la relación de masculinidad llegaba a 149,3 indicando que estamos en presencia de una sociedad que requiere mano de obra masculina en una alta proporción, más aún que San Isidro, que era para ese entonces la zona agrícola por excelencia, y lo suficicntemCnrc rica 55 y productiva cmno para incremen­tar la tasa de masculinidad pagando más mano de obra. Las necesidades de brazos en la campaüa bonaerense n1otivada por la agricultura tardocolonial están, a esta altura de los estudios al respecto, su ficicntemente documentadas. 56 En consecuencia, la actividad pro­ductiva de Quilmes requería más mano de obra que la de San Isidro. Otro interrogante abierto es el de la relación de masculinidad en el pie de la piránúde, donde se supone que la tasa debe ser la natural, alrededor de 105. Encontramos superioridad del sexo masculino, 119. No voy a analizar este tema, porque no altera las conclusiones a las que arribaré, pero puedo suponer que es un defecto de la fuente, el subregistro de las niüas.5

c

En 1838'" el partido contaba con 4.288 habitantes, es decir que hab.ía crecido en un 166% por sobre los 1.615 de 1815. Esto, traducido a crecimiento anual, signi!lcaba cl4,34%,

4li J. ivlat:eo, "Población y producción en un ecosistema agrario de la de la frontera del Salado (1815-1869)" en R. i\Iandrini y A Reguera (comps.) Huellas de la tierra Indios, agricultores y hacendados en la pamfa bonaerense, Tandil, l EHS, 1993, p. 177.

4 Se han urilii:ado escalones por decenas para e'·imr el efecto redondeo en que podían incursionar los censisms Y/o los censados.

~o J.C: Gara\"aglia, ''Los f..-abradores, .. ", cit., p. 515. -' 1 J. ,\!ateo, op.cit., p. 131. 32 J.C. Gar:n-:tglia, Q. "Y\l.igraciones, estructura:; f.1miliarcs y vida campesina: Areco Arriba en 1815" en J.C.

Gara:;·aglia y J.L. i\loreno (comps.) Población, sociedad, familia ... , op.cit., p. 151. ~-' Ibídem, p. 180. · ~~ Louis .T-lcnryt, Manual de demografía histórica, Barcelona, Crítica, 1980, p. 22. ~"'J.C. Gara,·ag!ia, "Los Labradores ... ", cit., p. 541. :.<>Jorge Gel.man, "Una región y una chacra en la campaña rioplatense: Las condiciones de la producción

triguera a fines de b época colonial.'~_ en Raúl O._Fradk.in .(comp.} La historia agraria del Rio de la Plata colonial. Los establecimientos productivos (II), Buenos Aires, CEAL, 1989.

57 Sin embargo, a menos gue el subreglstro también se dé en los bautismos, Jos archiYos parroquiales arro¡an una relación similar: 122,93 entre 1787 y 1815. Libro de Nacimientos no l, Catedral de Quilmes,

:>S Para las comparaciones cuamitatiYas se ha utilizado e! padrón de 1838 porque condene menos repeticiones, las que pueden ser intencionales, es decir que una misma persona era ritu]ar de más de, una unidad censal, o

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guarismo que colocaba a Quilmcs entre los partidos de mayor incremento poblacional de los que hoy forman el Gran Buenos ;\ires, como ya se mencionó más arriba.

La población se hallaba repartida en los seis cuarteles mencíonados con anterioridad según el cuadro que sigue:

Cuartel

Cuadro 2- Quilmes 1838- Habitantes por cua¡·tel

Cantidad

Avellaneda hasta Crucccita, Dock Sud, Gcr!i. Puente Alsina

2 Lanüs, Lomas de Zamora, Santa CHtalina. Monte Cbingolo

3 Sarandí, Villa Domínico, Wildc. Berna! Oeste, San Francisco

4 Quilmes. Qui!mcs Oeste

5 Bcrazategui. Florcncio Vare la

6 Villa Elisa basta el Arroyo del Gato

Total

Fuente: AGN Sala X 25-6-2

672

11 ~5

361

890 674

506

4288

15.7

27.6

8.4 20,8

15.7

11.8

100.0

En principio, vemos con sorpresa (_1uc la mayor cantidad de habitantes no estaba en el pueblo, el cuartel 4, sino en el 2, lo que hoy es Lanús y Lomas de Zamora. Sq,tt.'m los historiadores de la zona, fue en esta época que se realizaron los fraccionamientos de las grandes propiedades formadas en el siglo anterior, como la ya mencionada estancia de Zamora y la de Aoiz (actual Lanús),59 al igual que estaba pasando en San José de Florcs60

Hay que hacer notar que el cuartel 2, que abarcaba los partidos de Lanús, Lomas de Zamora y parte de Almirante BrO\Vn y Esteban Echeverría era más grande que el cuartel 4, que coincidía con los límites de la antigua reducción, hoy Quilmes propiamente dicho. Por otro lado, d cuartel 3, que se extendia diagonalmente, más o menos a la vera del arroyo de Gacte, hoy Las Piedras-Santo Domingo, desde el Río de la Plata a la altura de Sarandi, hasta Florencio Varcla, era el menos poblado. Es decir, se había formado una zona intermedia que perma­necía bastante vacía entre un núcleo de mediana densidad (Lomas y Avellaneda), y otro de alta densidad (pueblo de Quiltnes). Recordemos que dicha zona estaba compuesta en gran parte por terrenos anegadizos. Nada podemos saber acerca de las relaciones de masculini­dad ni de la edad de la población a fines de la década de 1830 por los mencionados defectos de las fuentes.

simplemente eran errores del censista. Como \·eremos después, hemos establecido una hipótesi~ a partir de estas tepeticioncs.

Y1Dc Paula, Gutiérrez y Vii1ualc!:, op.cir., p. 74. w R. Fradkin, ''Las (1uinras y d arrendamiento en Buenos :\ire::; (siglos XVIII y XlX)", en R. Fradkin, ,\l.

Cancdo ~·J. ~Iatco, Tierra, población y relaciones sociales ... , op.cit.

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Composición por grupos socioétnicos

Gráfico2·Qullmes 1815

r6,9%

r16:2% u'2.6% 73,3%

•Negros

liD Pardos

tBindlo's

OBJancos

-------------------·------Fuente: AGN Sala X 8-10-4

Gráfico3 ·Quilmes 1838

O Blancos

• Negros/Pardos

Fuente: AGN Sala X 25-6-2

En 1815 casi las% partes de la población era tenida por blanca (73%), se¡;-ún se ve en el gráfico que antecede, proporción similar a San Isidro (77,7%)61 y Lobos (70%).62 En cuanto a negros, esclavos o libres, el 14°/o era una proporción considerablemente inferior a San Isidro, que contaba con un 20,5%. Esta es una pista acerca de cómo satisfacía cada pago sus necesidades de brazos. El otro componente socioémico importante era el indio, que ascendía a 13%, que lo asemejaba a Lobos (15%), diferenciándolo notablemente de San Isidro donde "~ólo son unos pocos".63 Es dificil suponer que esto sea sólO una consc;cuen­cia de la existencia en Quilmes de la reducción, recién desarmada en 1812, teniendo en cuenta que había también indios migrantes, como veremos. Sí podemos suponer que la antigua reducción permitiera instalarse en sus tí erras a estos ind~os migran tes, aunque nin­gún indio no nativo de Quilmesrecibió una parcela en el reparto de 1818.

En 1838 la preponderancia de los blancos era aún más notoria. Los definidos como tales llegaban al 91% (si sumamos blancos y extranjeros) de la población y ha desaparecido la categoría de indios. Con respecto a los negros y pardos, su participación relativa se ha reducido del 14% al 8,6%. Pero ha aparecido una nueva categoría, los extranjeros que, a juzgar por los apellidos de los que la componian, eran europeos. Estos sumaban el 6,9% de la población y si comparamos este guarismo con 1815, ha crecido de 28 individuos, ell,7% a 295 personas. Veamos los cuadros comparativos: ·

En cuanto a la distribución geográfica, era más o menos similar en todos los cuarteles, destacándose el caso de los negros y pardos, de los cuales había mayor proporción en la zona más alejada de Buenos Aires y en la intermedia, el cuartel3. En el cuartel 4, la cantidad de habitantes de esta emia era la mayor en términos absolutos, hecho que tendría que ver con la existencia de sirvientes en el pueblo. En efecto, si tomamos sólo los registros que eran considerados por el censista como formando parte del pueblo, la proporción de negros y

61 J.C. Gara\·aglia, «Los Labradores .. ", op.cir., p. 515. 62 J. l\Iateo, op.cit., p. 132. 63 J.C. Gara,·aglia, "Los Labradores .. ", op.cir., p. 515.

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pardos asciende al13,5(Yo. De todos modos, no podemos establecer por esta fuente cuál era el status legal de estos habitantes, no sabemos si eran csclaYos u hombres libres. Asimismo, había más extranjeros en el cuartel2, pudiendo tratarse de componentes de la colonia esco­cesa de Sama Catalina, que permanecieron en la zona luego de disuelta. Al igual que con los negros, había también mayor proporción de extranjeros en los parcidos más alejados de la ciudad.

Cuadro 3 · Quilmes 1838- Habitantes separados por etnia y por cuartel

Cua rtc! Blancos Negros/pardos

1 1) 1 1) 640 95.2 9 1.3

2 97.1 82.1 86 7,3

.1 298 82,5 44 12.2 4 776 87,2 108 12.1

5 568 84,.1 37 5.5

6 368 72,7 86 17,0

Total 362.1 84,5 .170 8.6

(!)Porcentaje sobre total habitantes del cuartel

Fuente: AGN Sala X 25-6·2

Extr<lnjero's

11 ) 23 3,4

126 10. 6 19 5,.1

6 0.7

69 10.2

52 10.3

295 6.9

Cuadro 4 • Quilmes 18.15 ·Habitantes por etnia

Etnia Cantidad 9é

Blancos E xtr;Jn_jcros

Negros/Pardos

Indios

Totales

Fuente: AGN Sala X 8-10-4

1155

28

228

204

1615

71.5 1.7

14.1

1 2.6 100,0

Total

672

1185

361

890

674

506

4288

En 181 S, las relaciones de masculinidad en el interior de cada etnia6'1 (recordemos que no podemos reconstruirlas para 1838 por defecto de la fuente) eran como sigue:

Cuadro 5 ~ Quilmes 1815

Relaciones de Masculinidad por etnias

!-Iom bres Mujeres Re!. M ase. IJ\¡¡ncos 670 513 130.6

Indios 114 90 126.7

Pardos 67 50 134,0

Negros 83 28 296.4

934 681 137.2

Fuente: AGN Sala X 8-10-4

(>.¡ El t6rrnino emia en el presente trabajo debe entenderse como grupo sodoémico.

329

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Aguí, la desproporción en las relaciones está en todas las parcialidades acentuándose en los negros esclavos, por razones gue no por obvias voy a dejar de mencionar: la preferen­cia en las compras de los ''arones por sobre las mujeres, otro indicio acerca de las necesida­des de mano de obra en el partido. Por otro lado, esta última disquisición está en la base de la desproporción en las demás etnias: la mano de obra masculina está sometida a mayor demanda gue la femenina, sobre todo si hablamos de trabajadores dependientes, en ciertos trabajos rurales. Por tanto) esta necesidad de brazos debe llenarse con migran tes. Y siguien­do este razonamiento, había migrantes-dc todos los grupos socioétnicos. En los correspon­dientes cuadros y pirámides de cada etnia (Anexo l), se obsen·an claramente estas asevera­ciones. En primer lugar, se hace notorio el subregistro de las nit1as. Si la media de la relación de masculinidad es, al momento de nacimiento, de 1 OS y luego disminuye por la mayor mortalidad de los niños varones,65 en Quih11cs en todas las etnias había subregistro femetú­no de tal manera gue la probable mortalidad infantil masculina se hace imperceptible en las estadísticas. Si subdividimos la cohorte de 0-9 y tomamos la de 0-5, más cercana al nacimien­to, tenemos gue, entre los blancos, la relación era de 118,8 y entre los negros de 800, lo gue está indicando la notable predisposición a no criar niñas negras, rayana en el deprecio, si bien es cierto que la cantidad de casos no es' significativa cmno para sacar conclusiones. Pero entre pardos e indios las núsmas estaban mucho más cercanas a la media: 105,8 y 1 04,3, respectivamente.

La observación de las pirámides (Anexo l) nos muestra claramente la preponderancia masculina en las edades aptas para el trabajo, incluyendo la iranja de 10-19 hasta 40-49. Entre los blancos, los más numerosos, las disparidades llegaban a 172 en 30-39 y más aún en los últimos tramos de la edad adulta y primeros de la vcjez.óó Estas estarían indicando una fuerte inn1igración de hombres solos ya que, aunguc se \·criticaran matrimonios entre per­sonas de diferentes cohortes, debería producirse acercamiento en alguna de ellas. Entre los indios, a la preponderancia de los varones en el escalón 20-29 sigue una pronunciada dismi-

Cuadro N' 6- ºuilmes 1815 -Distribución de las UC Eor tiEo de familia Solitarios Sin estructura Familia Familia Familia Total

Familiar Nuclear Extensa Múltiple

Quilmes 17 7 208 14 14 260

6,5% 2,7% 80,0% 5,4'7c 5,4%

San Nicolás 12 5 245 16 56 334

3,6% 1,5% 73,4% 4,8% 16,8%

Lobos 34 8 355 8 12 417

8,2% 1,9% 85,1% L9% 2.9% San José 11 109 7 16 143

de Flores 0,0% 7,7% 76,2% 4,9% 11,2% Puentes: AGN X-8-10-4. MATEO, J. "Migrar y .. ."" Ob. Cil.: CILIBERTO. V. Ob. Cit.· CANEDO. M. Ob. Cit.

65 L. Hcnr); op.cit., p. 28. 66 Utilizo la definición de L. Henry, op.cit., p. 22.

330

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nución en el de 30-39, aunque Jos valores absolutos son dcnusiado pequeños para ser tomados en cuenta. La pirámide de los negros e;.;imc de todo comentario. De los 111 incli­viduos censados, 83 eran hombres y 68 estaban en edad de trabajar. Los pardos mostraban rasgos más matizados, aunque la mayoría masculina en las cohorrcs centrales también era notona.

Con respecto a la composición de las familias, la preponderancia de la familia nuclear era también nororia, ~·a que alcanzaba al 80{/'ó de las unidades, como se puede apreciar en el siguiente cuadro, lo cual coloca al partido en una posición equidistante con respecto a San Nicolás, Lobos y San José ele Flores.

Nativos y migrantes

Los nacidos en el partido de Quilmcs eran el 71 ,.S% de la población. Parece ser la contracara de Lobos, sociedad que cuenta con un 62(Yo de migrantes.6

-:: Sin embargo, ya veremos cuál es la importancia del 28,5°/o de migran tes en Quilmcs, para lo cual hacctnos la siguiente operación. Entre los nativos de Quihncs había una cierta cantidad de niños y jóvenes cuyos padres, o por lo menos uno de ellos, no hablan nacido en Quilmcs. 1\hora bien, si desagregamos a estos hijos de migrantcs, nos quedan los que denominamos "quilmcüos puros", es decir, que al n1omcnto del padrón llevaban una o más generaciones de radicación. Estos ascendían al 51,5{/'o de los habitantes, 831 individuos. Es decir que de 1.615 personas censadas en el partido, casi la mirad habían nacido fuera del partido o eran hijos de recién establecidos en él. Esta es otra prueba rnás de la gran mm·ilidad de la socie­dad tardocolonial rioplatense. Con estas consideraciones, la pirámide poblacional quedaba conformada como sigue:

Gráfico 4- Pinímide Poblacional por orígen 1815

'"'" ,¡,. li~

50·50

6 .. J !\!arco, op.cit., p. 133.

¡j¡

¡l t± 1 1 1 1 1

' Fcmqní110 '

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A simple vista se puede deducir que los migrantes no llegaban al partido casados, o por lo menos con hijos, ya que como se ve hay una cuota importante de nit1os de 0-9 at1os y jóvenes en el decil siguiente cuyos padres eran migrantes. Lo mismo nos está diciendo la escasa representatividad de los niños que han migrado con sus padres. A diferencia de Areco68 y de Lobos,69 en que la familia migraba, en su mayoría constituida, en Quilmes la migración era solitaria. Volveremos sobre el tema.

A los efectos de calcular las relaciones de masculinidad entre los nativos, no hicimos la discriminación entre los niños nacidos en Quilmes hijos de inmigrantes. El cuadro corres­pondiente es el siguiente:

Cuadro 7- Quilmes 1815- Relaciones de masculinidad entrenaiivos Edades Blancos Indios Pardos Nee:ros Total 0-9 1!6,7 134,5 100,0 800,0 121,6 10-19 1 1 1,4 122,7 92,3 200,0 112,0 20-29 93,4 108,3 133,3 233,3 102,5 30-39 !00,0 71,4 75,0 97,6 40-49 86,2 40,0 94,1 50-59 200,0 50,0 100,0 181,3 60-69 225,0 100,0 227,3 mas de 69 400,0 100,0 Total 1 13,8 109,8 117,1 420,0 116,3

Fuente: AGN Sala X 8-1 0-4

A fuerza de ser reiterativos, se hace notorio nuevamente el subreg1stro de las niñas en todas las parcialidades. También es evidente la falta de hombres en edad de trabajar, sobre todo entre los blancos y Jos indios. Esto puede deberse a migraciones de los nativos, del enrolamiento en el ejército o del ocultamiento para evitarlo, o, simplemente, de la mortali­dad. Nosotros nos inclinamos por la primera de esas variables, ya que abonamos la hipótesis de Mateo acerca de la migración en etapas hacia las nuevas zonas de frontera711 Estos hue­cos eran efectivamente llenados con tnigrantés. De todos modos la relación entre los nati­vos, por lo menos en las dos.ctnias más numerosas, blancos y negros, era más pareja. Pase­mos ahora a los migrantes, cura pirámide se puede observar aquí.

Las personas que se habían establecido. en Quilmes con anterioridad a 1815, nativos de otros lugares, eran 460 individuos, 147 mujeres y 313 hombres. A su vez, 302 eran blan­cos, 32 indios, 41 pardos (7 de ellos esclavos) y 85 negros (J de ellos libres). Si exceptuamos los negros y pardos esclavos que, suponemos, no migraron por su propia voluntad, el 80% de los migrantes eran tenidos por blancos. Además, casi el 70% eran hombres y, observando la pirámide, el abultamiento en la edad apta para el trabajo habla a las claras de las necesida­des de mano de obra de la producción de la región, como así también de que había posibi­lidad de conseguirla en otras zonas. Es asimismo clara la percepción de la migración de hombres solos, hecho que como vimos contrasta con varios partidos de la provincia.

70 J 1\hreo. "Población y producción ... ''op. cit.

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Gráfico S- Pinimidc de migrantcs por etnia 1815

Masculino ITIIl Fcmcnino

60 6~

50-5\l

111

30-39 .,, 1111

11

1--~ )0-19

~---~~;:o, ..... l 1 oPnr<l<>• ' _____ !!!_N._:.":.~':! ... J

25 '" Ful.'nlc: AGN S;¡ la X 8 10-4

Cuadro 8- Estructuras familiares de los migrantes Situación Solteros Casados Viudos Total Jefes de familia mase. y 11 109 15 135 Esposas de jefes de familia 74 74

Hijos mayores de 14 años 14 2 16

Hijos menores 22 22

Agregados Familiares 2 3 5

Esposa Agregado Familiar 1

Hijos Agregados Familiares o Agregados 19 2 3 24

Esposa de agregados 1

Agregados menores 2 2

Hijos de agregados 1 1

Peones 75 7 83 Peones menores 5 5

Esposa de peones 4 4 Hijos de peones 2 2

Esclavos masculinos 58 2 60 Esclavos femeninos 21 23 Esclavos menores 2 2 Totales 235 205 20 460

Fuente: AGN Sala X 8-10-4

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En el cuadro anterior vemos cómo se incorporaban estos hombres y mujeres a la estructura social del partido. Para ello, hemos tomado los 460 individuos recién llegados y los separamos según su ubicación dentro de su propia estructura familiar.

Necesitamos hacer algunas aclaraciones respecto de ese cuadro. El primer renglón no ofrece dudas; el segundo se refiere a las esposas migrantes que estaban casadas con nativos o no nativos. Los cinco siguientes tipos de casos 01asta hijos de agregados familiares) de alguna manera estaban relacionados con la familia nuclear. A esta conclusión arribamos, para el caso de los agregados familiares, porque se trataba de parientes consanguíneos y políticos, deducidos a través del apellido. Si descontamos Jos 85 esclavos (masculinos feme­ninos y menores), que por razones obvias no podían disponer libremente de sus actos, nos quedan 375 casos que, en su gran mayoría, parece que estaban integrados a algún tipo de estructura familiar. Los siete primeros renglones totalizaban 253 situaciones, el 67% de los 375 mencionados. Entre los restantes, había circunstancias que, por lo menos, hacen pensar en relaciones familiares entre ellos. Tanto agregados como peones aparecen en el censo formando parte de una UC con otro jefe de familia; es decir, no forman una UC indcpen­dientc.71 Pero detengámonos en aquéllos que, al mmncnto del censo, estaban casados o lo habían estado; 205 individuos más 20 viudos, según la tlla de totales, no interesa aquí si son mujeres u hombres. Esto es casi el 50% de la totalidad de los migrantes, voluntarios o forzados. De ellos, 109 casados y 15 viudos eran jefes de familia, y 74 mujeres eran esposas de jefes de familia, lo que quiere decir que habían logrado instalarse en una posición no dependiente con respecto a otras personas, sean familiares o no. De estas señoras, 62 esta­ban casadas con jefes de familia migrantes, o sea que formaban parte de los 1 09 casados de sexo masculino. Las doce restantes se casaron con hombres de origen quilmeño. Además, si sumamos los hijos no quiln1eños nos encontramos con 41 situaciones,72 lo que indica que también llegaban familias constituidas. Si obscn·amos la columna de solteros, nos encontra­mos con 7 5 peones, hecho que demuestra la llegada de hombres solos. Para abonar esta hipótesis, de los siete peones casados, tres no fueron censados con sus esposas, la que habría quedado en su lugar de origen. En resun1en, nos encontramos con todos los casos posibles

Cuadro 9 • Quilmes 1815- Edad de los migrantes Jefes de Escala edades

20-29 30-39 40-49 50 o más Total Jefes de Familia solteros 5 2 1 3 11 Jefes de Familia viudos masculinos 3 3 Jefes de Familia viudos femeninos

Jefes de Familia casados masculinos Esposas de Jefe de Familia

Total Fuente: AGN Sala X 8-10-4

22

2 30

3 22

2

29

2 27

5 35

6 12 38 109

3 12

53 147

-¡ Con~idcramos, siguiendo la definición de Garayaglia, quien señala que la conYiwncia de la familia con agregados y peones implica que comen el mismo pan y duermen bajo el mismo techo. J.C. Gara\·aglia, Pastores y ... , op.cit., p. 71

"'"2 16 (I-Iijos mayores de 14 años) + 22 (1-Iijos menores) + 1 (Hiío de agregados) + 2 (!-fijos de peones)= 41.

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de mig-raciones: hotnbres solos, familias constiruidas, a::;entamientos estables a tra\'és de contraer enlace y/o llegar a la formación de una t;C

Detengámonos ahora en analizar a estos casados, casadas, viudas ~· \'iudos. Veamos, con los datos que tenemos en el cuadro 9, cuándo se constituyen esas fmniLías, pma lo cual consideraremos la procedencia de los cónyuges y el origen y la celad de los hijos.

Estos 147 casos Gefcs de familia solteros, casacl<.>S ,. ,-iudos [13'íJ ,. esposas de jefes de familia quilmcños [74-62]) representaban d 56%, ele las 260 UC cid partido. Como se des­prende, la mayoría de estos indÍY'iduos que se instalaban en Quilmes constituían familia, ya que de la totalidad, sólo once permanecían solteros. Esto no (1uierc decir que no puedan aún casarse, yJ. que por sus edades era probable que conrrajcran matrimonio.~3 Con respecto a las parejas,~4 hemos construido el siguiente cuadro para inycstigar dónde contrajeron enlace. Para ello sólo podemos trabajar con las dos últimas cmegodas, que sumaban 121 casos.

Ütadro 10. Qui!mcs 1815 ·Lugar donde contrajcrnn enlace los mignmtcs

Ambos conyus>cs misrno._;::---;-;-;-~ll';-is:_:li::;n<;;o.:;o:.:li.¡;;qt:";'""-:-----"S"inc:d:::":::";;.' _1:.;0:::":::.'' migl.':n casado~ en Conyugc Primer hijo Prímc:r hijo ()¡igen Quíhn::s quilltJCfto cn Quiht~s.:n otra zona

Jefes de Familia m~ados nl..'1Sculinos

E<;posas de Jele de Familia

Total

Porcentaje

Fuente: AGN Sala X 8-l 0-4

Sin hijos

8 22 47 24 2 109

En este caso, también necesitamos hacer algunas aclaraciones a la vez que comenta­mos los datos. En las primeras dos columnas tratamos los casos en que ambos cónyuges nacieron en la misma provincia. Dentro de ellos) hemos establecido que la pareja se consti­tuyó en el h:tgar de origen de los migrantes cuando su primer hijo era oriundo del mismo sitio; en esa situación sólo encontramos ocho casos. Cuando ese inicial descendiente nació en Quilmcs, consideramos que la pareja se formó en destino) aunque no lo podemos esta­blecer a ciencia cierta. Si era asi) sólo el 6,6°1<1 de las fmnilias de migran tes llegaban fonnadas a Quilmcs. De esas ocho uniones, siete tenían como origen común Buenos Aires que puede querer decir ciudad o campaña, !o que significa c¡ue el matrimonio pudo haberse contraído en algún lugar de la provincia, que bien puede ser de paso,75 o el de radicación de los padres de alguno de los contrayentes. De los 22 agrupados en la otra subcatcgoría, 18 eran nativos ele Buenos t\ires. Las siguientes cuatro columnas corresponden a las parejas cuyos con1po­nentes tenían distinto lugar de nacimiento. El 48,8°/o de ellas se constituyó con seguridad en

~·'Según los archinls parroc¡uiales, ninguno ck; ellos contrajo enlace en Quilmes con posterioridad. '·1 Utili:t.o el término "pareja'1 porque c:s.ístc b posibilidad de que las mismas nunca luyan pasado por la

iglesia a formalizar su unión, hecho que estoy r<.Tis:<ndo en mis estudios sobre los libros parroquiales. La "ilq;alidad" llegaría a130°·{, de los nacimientos registrados. \'cr D. V. Sami!li, Los archivos parroquiales como ftH.'ntc p:ara el estudio de la conformación de la f<1.mili<1: Quihncs primera mitad del siglo XIX, Ponencia prcs~_nt:1da en las V Jornadas de la Asociación de Estudios de Población de la .-\rgentina, Luján, t 999.

~ J :\htco, "';\ [igrar y \'Oiver a migrar...". cit.

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Quilmes, ya que uno de los cónyuges nació aquí; otro 19,8% tuvo su primer hijo en Quilmes, aunque ambos migraban desde diferentes prm'incias, con lo cual existe una alta posibilidad que las uniones se hayan realizado también aquí.

Veamos ahora si podemos establecer la antigüedad de la llegada al partido de los pobladores, para lo cual estudiaremos la edad de los hijos de cada matrimonio.c6 Como resulta obvio decirlo, no tenemos en cuenta a los jefes de familia solteros. Por lo que puede apreciarse, el flujo migratorio ha sido constante y parejo en Jos últimos 20 m1os.

Cuadro 11 ~ Quilmes 1815- Antigüedad de la migración según la edad de los hiios An.terior 1796-1800 1801-5 1806-10.1811-5 Sin hijos Total

Jefes de Familia viudos masculinos

Jefes de Familia viudos femeninos

2 1 3

Jefes de Familia casados masculinos Esposas de Jefe de Familia

Total

Fuente: AGN Sala X 8-10-4

¿De dónde venían?

7 12

2 23

16

6

22

24

1 25

22 2

25

22

23

3 12

13 109

12

18 136

El lugar de nacimiento de los pobladores de Quilmes en 1815 es un dato que figma en el censo levantado en esa oportunidad. A partir del mismo, establecimos el siguiente cuadro.

Cuadro 12- Quilmes 1815- Procedencia de los migrantcs Total Sin esclavos

Hombres Muieres Re!. M<lSC. 9(, Hombres Mujeres Buenos Aires 128 106 l20,8 50,9 120 100 África 56 l7 329,4 15.9 5 Litoral y Paraguay 49 15 )26,7 [),9 46 15

Centro 20 4 500.0 5,2 20 4

Cuyo y Chile 22 4.8 22 Europeo no español 12 2 600,0 ),O 12 2

Norte y Perú 12 3 400.0 ::u 12 3

Portugués 6 13 6

Otros 6 1.3 6 Español 2 0.4 2 Total )13 147 212,9 100,0 251 124

Agrupaciones: Buenos Aires: ciudad y/o campaila Litoral y Paraguay: Santa Fe,"isleño". Corrientes. Misiones, Uruguay y Paraguay Centro: Córdoba y "Serrano··

Cuyo y Chile: San Juan, San Luis, Mcndoza y Chile Norte y Perú: Salta. Tucumán. Santiago del Estero y Perú

Fuente: AGN Sala X 8-l0-4

Ret. !\·tase. 'k 120,0 58.7

13 306,7 !63

500,0 6,4

5,9 600.0 ),7

400,0 4,0

1,6

l.6 0.5

202.4 100.0

!() Apli~amos aquí la metodología que utilizó Mateo para Lobos estableciendo una antigüedad mínima de asentamiento a partir de la edad del primer hijo nacido en el lugar de radicación. ldem.

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Buenos 1\ires era la que más aportaba, con 234 casos, el 51%. Luego lo seguía África, individuos que obviamente eran esclavos, por lo que el concepto de migrantcs, aplicado a ellos, es relativo. Si desagregamos a todos los esclavos, no importa cual fuera su procedencia, ya que también los había de Buenos Aires, el porcentaje de nativos porteños ascendía al 58,7%. No sabemos si el censista se refería a la ciudad o a la campaña de Buenos Aires. Con respecto a la ciudad, los padrones levantados en 1744, 1779 y 1810 comprueban que entre Jos emigrados, Jos que fueron censados como peones y jornaleros en el último de los años mencionados representaban cl26,5% y su porcentaje venía decreciendo desde 1744. Pero la ciudad albergaba también un 37,8(Vo del total de migrantes que no registraban ocupación, proporción que aumentaba desde el primero de los años citados77 Ahora bien; estos des­ocupados de 1810, o bien Jos peones y jornaleros de 1744· o 1779, podrían muy bien ser parte de nuestros habitantes encontrados en diversos lugares de la ca112paña en 1812, 1813 o 1815. En consecuencia, este hecho corroboraría la hipótesis de l\·'lateo 18 acerca de las escalas en los viajes desde el interior hacia las zonas de frontera o bien hacia las parcelas vacías dentro de la campaña ya "civilizada". Porque en la mayoría de los padrones de la campaña fechados en la primera década revolucionaria se menciona sólo Buenos Aires como lugar de procedencia de los habitantes intraprovincialcs, por lo que nuestros investigadores, entre los cuales tne incluyo, los suponemos venidos desde otros lugares de la misma campaña o de la ciudad. Esto sólo se verificaría haciendo un seguimiento n1ur puntual de los nombres de los migran tes encontrados en diversos lugares de la campaña y de la misma ciudad, trabajo de tnuy lenta realización.79 Además, sabemos que en los pueblos del litoral existía "un sector de blancos pobres y sin oficio ... (y que en) esta región marcada por el predominio de la ganade­ría la población urbana es, en términos relativos y absolutos, detnasiado abundantc."80 En­tonces, uno puede pensar que muchos de esos ''blancos pobres" encontraban su lugar en las ccrcaiúas de la ciudad, en ese hinterland del cual Buenos Aires se provcia de los abastcci­tnientos necesarios para su población.

Las relaciones de masculinidad hablan bien a las claras de lo que mencionábamos en el acá pite anterior. Las variaciones son muy grandes, hay zonas de donde el varón salía solo, ya que no había mujeres de ese origen. Incluso tomando a Buenos Aires, la preponderancia de los hombres era muy alta; 120 por cada 100 mujeres.

Como hemos visto, la migración en familia desde el interiot era irrelevante en el caso de Quilmes. Por ejemplo, nosotros encontramos en 1815 sólo siete migrantes santiagueños, a pesar de ser una zona de neta expulsión de pohladores,81 cuatro de ellos jefes de familia, dos mujeres viudas y dos hombres casados con personas que no eran de su mismo origen,

' 7 Iviarisa Díaz, Precios, salados y migraciones. Buenos Aires, 1776-1810, Ponencia presentada en las XV Jornadas de Historia Económica, Tandil, l996, Cuadw 1, p. 13.

rB J. ?\Jateo, ''Población y producción ... ", op.cit., p. P9. 79 Tarea que, según comunicación personal, se está realizando bajo la dirección de José 1\.hteo. 80 Tulio Halperin Donghi, Revolución y guerra. Formación de una elite dirigente en la Argentina

criolla, Buenos Aires, Siglo XXI, 1972, p. 61. Sl Judith Farbennan, "\ligrantes y soldados. Los pueblos de indios de Santiago del Estero en 1786 r

1813", Cuadernos del Instituto Ravignani, no 4, Buenos Airt::s, 1992; idem, "Familia, ciclo de ;;ida y economía doméstica. El caso de Salavina, Santiago del Estero, en 1819", Boletín del I.H.A.A. ''Dr. E. Ravignani", no 12, Buenos Aires, 1996; y "Los que se van y los que se quedan: familia y migraciones en Santiago del E.srero a tines del período colonial", en Quinto Sol, Revista de Historia Regional, Santa R()sa, instituto de Historia Regional, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Racional de La Pampa, 1997.

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por lo cual se puede suponer que habían migrado solos. Los otros tres migrantes eran peones de entre 20 y 26 años de edad, siendo la de los jefes de familia de entre 27 y 34 años. Todos ellos y sus descendientes eran considerados iridios y, por la edad de los hijos nacidos en Quilmes se puede establecer que en algunos casos por lo menos hacía 18 años que '~vían en el partido. Ninguno de ellos fue encontrado en los censos de la década de 1830 y sólo dos, ambos de apellido Torres, estaban registrados en los libros parroquiales como padres. Uno de ellos había contraído enlace en Quilmes en 181482 De Tucumán sólo encontramos un peón y un jefe de familia casado con una mujer oriunda de Buenos Aires y con un hijo de 20 años, blancos ambos. La única pareja cuyos componentes eran del mismo origen, Salta, estaba formada por un hombre de 60 años, José Manuel Córdoba y su esposa Casilda Acuña de 50, y el hijo mayor registrado tenía 13 años, aunque contaban con un matrimonío agrega­do cuyo componente femenino podría ser su hija, María Andrea, nacida en Buenos Aires hacía 20 años. Como dato interesante, que puede servir para analizar las redes sociales y el comportamiento campesino de estos pobladores, podemos agregar que dos de las UC que figuran contiguas en el censo correspondían a Manuel Córdoba, de 30 años, y Josefa Córdo­ba, de 24, ambos nacidos en Buenos 1'Jres. El marido de Josefa recibió una parcela en 1818, pero en 1836-1838 ninguno de todos los nombrados estaba registrado. Con estros elemen­tos podríamos decir que José Manuel emigró con su esposa hacía más de 30 años, primero a algún lugar de la provincia porteña y que por lo menos hacía 13 años que estaba en Quilmes; en los registros parroquiales aparecen en 1806, al bautizar a su hija menor. 83 Pero, como dice el refrán, una golondrina no hace verano; la de Córdoba era la excepción, como venimos viendo.

La migración desde San Luis, zona expulsora de pobladores,84 estaba poco represen­tada, ya que sólo encontramos dos oriundos puntanos. Un labrador de 43 años, Francisco Cuello, y por lo menos ocho de residencia, que se casó en 1813 con una "viuda india de la reducción"85 de la que ya tenía tres hijos. La viuda, Simona Romero, tenía 38 años y once hijos de su mat1imonio anterior. El otro puntano era un cabo de 26 años, Bernardo Velázquez, que contrajo enlace con una hija de la viuda Romero, Isidora Sisneros, en 1810. No pode­mos establecer si existía alguna relación entre ambos hombres antes de su establecimiento

·en Quilmes, salvo su origen común. Además, estaban censados una a continuación del otro y recibieron en 1818 sendas suertes de chacras vecinas86 Para fines de la década de 1830 sólo figuraba Simona en el censo de 1836.

De otra zona expulsora, San Nicolás de los Arroyos, sólo encontramos tres indivi­duos; un labrador jefe de familia, indio, un peón del saladero y un agregado, Pedro Tavares, que se casó en 1815 con Irene, hija del dueño de casa, Calixto Barboza. Paraguay aportaba 28 masculinos y una mujer, y de ellos siete eran jefes de familia y 16 peones. Sólo tres están registrados en los libros parroquiales, y ninguno permanecía a fines de los '30. Misioneros

82 Libro de bautismos n" 1, fs. 270, 283 y 331; Libro índice de casamientos. Archivo parroquial de la Catedral de Quilmes.

83 Libro de bautismos n" 1, f. 270. Archivo·parroguial de la Catedral de Quilmes. 84 Claudia \\iemzel y J.C. Garavaglia, "Un nuevo aporte a la historia del textil colonial: los ponchos frente al

merc,?do porteño",Atmario del IEHS, n" 4,1989. 8' Libro de bautismos n" 1, f 208. Archivo parroguial de-la Catedral de Quilmes. 86 "Plano ... Parcelas 22 y 28 (ver reproducción en Anexo II).

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tenemos trece, tres mujeres, tres jefes de familia r dos de ellos casados con mujeres del m1smo ongen.

De Córdoba encontramos 24 casos, cuatro mujeres, solo cinco jefes de familia, aun­que en este caso dos de estas parejas eran del mismo origen) cordobeses) pero sus hijos quilmeños. Seis figuran en los registros parroquiales y sólo uno recibió una parcela en 1818 y permanecía en 1838. El resto, todos peones o agregados. Había también once chilenos, de los cuales sólo dos habían constituido UC y nueve eran peones. Unos de ellos, Juan ivlanuel Quijada, se casó en 1807 en Quilmes con la hija mayor de un hacendado, Don Pedro Gómez, recibió una parcela en 1818 y todavía permanecía en el partido en 1838. Nos hemos referido sólo a los casos más numerosos y ellos reafirman nuestra hipótesis acerca de la neta migra­ción masculina solitaria que recibía el partido.

Continuidad de los pobladores entre 1815 y 1838

Según dijimos más arriba, contamos para 1815 con el nombre de cada poblador cen­sado en esa oportunidad. Por lo tanto podríamos rastrear los nombres de cada uno de ellos en los padrones de 1836,1837 y 1838. Pero para estos últimos años sólo tenemos los nom­bres de los jefes de cada U C. Es decir, no podemos se¡,>Uir a la totalidad de los habitantes, pero hicimos la verificación de cada nombre censado en 1836, 1837 y 1838 y tratamos de nbicarlo en 1815. Como resultado de ello obtuvimos que de los 648 titulares de UC de 1838, los 616 de 1836 y los 139 contribuyentes de impuestos de 1837, sólo 168 habitaban en Quilmes en 1815, y todos ellos con las salvedades que más abajo describimos. Es decir que el74% de los jefes de UC de 1838 eran migrantes con no más de 23 años de residencia en el partido. Esto nos da una idea aunque sea aproximada de la gran movilidad geográfica de la población rural de Buenos Aires) hecho ya conocido sobradmnentc para la miSma zona en 1815 y para otras en la misma época.

Si la situación la planteamos al revés, de los 260 jefes de familia de 1815, 129 fueron ubicados, ellos mismos o sus esposas en tal situación, en 1836, 1837 y 1838. O sea que la mitad de los titulares ele UC dejaron de serlo o bien tuvieron que mudarse a otro partido en el período que media entre estos años. También debe considerarse la posibilidad del falleci­miento del titular y la desaparición del partido de sus descendientes, ya que 23 años es un lapso lo suficientemente prolongado como para que la muerte sea una razón de peso. Al margen de la alta incidencia de las migraciones, el hecho de que la mitad de las UC perma­necían luego de más de 20 años, precisamente con una movilidad tan abultada_ nos está hablando de una relación de «avecinamientmP muy importante. Por tanto, debieron haber existido unas relaciones sociales y con la tierra que permitieron esta situación. Por otro lado, hay que tener en cuenta la capacidad de absorción de esta sociedad de semejante cantidad de migrantes, es decir, debemos encontrarnos con lugar físico, social y económico para tal aluvión. En cuanto al espacio físico, no debe extrañarnos esta situación, ya que en un pago mucho más chico, como San José de Flores, Fradkin encuentra arrendatarios que utilizaban espacios tan reducidos como de entre nueve y una cuadra cuadrada (una hectárea) 88 Vea­mos el siguiente cuadro al respecto.

s-: Ore~te Carlos Cansan ello, "Domiciliados y transeúntes en el proceso de formación estatal bonaerense (1820-1832)", Entrcpasados, IV: 6, 1994.

88 R. Fradkin, "Las quintas ... ", cit., p. 24.

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Cuadro 13 - Pobladores de 1815 ubicados a fines de la década de 1830 misma UC nueva UC Total

Mismo nombre y apellido Era jefe de 60 60 Era hijo del jefe de 33 21 54 Era agregado 2 3 Era peon 7 7 Sub total (1) 94 30 124 se: deduce ·contínuiQaQ 18 7 25. Encontrados en Ensenada 17 l7 Total 129 37 166

o/c sobre 1 815 50% 14% 64% ' Fuente: AGN Sala X 8-10-4,25-2-4,25-4-6 y 25-6-2

Para realizar este cuadro hemos tomado los casos en que nombre y apellido se corres­ponden exactamente hasta el subtotal marcado (1). Encontramos entonces que 124 casos eran con seguridad la misma persona. Luego hay otros 25 que deducimos la continuidad a través de la exactitud del apellido y similitud en el nombre y otros 17 que fueron hallados en el censo de Ensenada de 1838.89 La columna "misma UC" quiere decir que suponemos que habitaba en los '30 la misma parcela que en 1815, por el sólo hecho de encontrar su nombre en los padrones. Por otro lado, "nueva UC" qt>iere decir que, además del jefe de familia de 1815 o uno de sus hijos, que presumiblemente siguió habitando la misma parcela, encontra­mos a otro de sus hijos en otra uc) que bien podía estar en otra zona o, simplemente surgió de subdivisión de la primera. De esta manera, la cifra de 129 UC se ve incrementada a 166, por el agregado de las 37 nuevas de descendientes de aquéllas.

De aquí podemos hacer otras deducciones. Primero, la posibilidad que la parcela en posesión sea hereditaria, aunque no sea propietario. En efecto 33 hijos del jefe de familia de 1815 seguían en el partido y posiblemente en la misma parcela. Pero también otro dato importante es que 21 descendientes se convirtieron en cabezas de familia dentro del partido, a la par que el padre seguía estando en su parcela.dc 1815 .. Pero no podemos establecer al menos con estas fuentes si los que permanecieron variaron el tamaño de sus parcelas. Tam­bién había tres personas que eran agregados en 1815 y que ahora los encontramos uno como continuador de la UC de la cual era dependiente y otros dos con nuevas U C. Además, había siete individuos que, a menos que se trate de homónimos, eran peones en 1815. Pero así como hallamos dependientes devenidos en jefes de UC, ningún esclavo logró ese ascen­so social. De todos modos, la movilidad vertical, por Jo menos dentro del partido, era acota­da, ya que de 101 peones sólo siete llegaron a jefe de UC y de los 48 agregados sólo tres lo hicieron, para esta categoría. Claro que estos peones y agregados, si aplicamos la hipótesis desarrollada con anterioridad con respecto a los migrantes, pudieron haberse ido a formar una nueva UC en otro partido, repitiendo la historia de sus antecesores al llegar a Quilmes.

89 Recordemos gue el partido de Ensenada se formó en 1821 con parte de tierras gue pertenecían al partido de Quilmes.

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Pero sabemos que en 1815,90 el80% de los pobladores habían sido calificados por el censista como hacendados, labradores o éste no les había asignado actividad alguna, pero que nosotros deducimos como ocupados en actividades rurales. El cuadro siguiente nos describe esa clasificación.

Cuadro 14- Actividad según el jefe de familia Unidades censales Casos %

Hacendados 81 31,2%

Labradores 63 24,2%

Sin Datos 63 24,2%

Comerciante 18 6,9%

Militar !O 3,8%

Funcionario 2 0,8%

Marinero 3 1,2%

Pescador 2 0,8%

Boyero 2 0,8%

Otros 16 6,2%

Total 260 100,0%

Fuente: AGN Sala X 8-10-4

Ahora bien ¿qué significaban en la época estas categorías? Comencemos por la de hacendado. Recordemos que para los contemporáneos había una diferencia entre éstos y los labradores. Mariano Moreno era el "apoderado de los Labradores y Hacendados de las Campañas de la V anda Oriental y Occidental del Rio de la Plata" en 180991 Para Gara\'aglia se trataba de personas pudientes, aunque trae a colación la acepción de 1732 que hacía referencia a "personas que tienen hacienda en bienes raíces"92 Había hacendados en 1815 en Morón aunque eran la tercera parte de los labradores,93 y en Lobos, pero sólo eran nueve. Raúl Fradkin dice que la categoría histórica de hacendado no indicaba tan sólo una ocupa· ción, sino que era portadora de un prestigio social basado en el patrimonio ganadero, con o sin propiedad de la tierra, y una cierta antigüedad de asentamiento94 También Garavaglia muestra que la diferenciación social entre hacendado y labrador en San Isidro pasaba más por el status social que por la capacidad económica95 Para el caso de Quilmes, la situación era similar: a través de la utilización de la mano de obra, de la cantidad de personas que convivían con la familia nuclear, etc., hemos comprobado que tal diferenciación económica

90 Daniel Santilli, Estructura socioeconómica de un partido de la provincia de Buenos Aires: Quilmes 1815, Ponencia presentada en las V Jornadas lnterescuelas Departamentos de Historia, Montevideo (mimeo), 1994, inédito.

91 i\Jariano i\{oreno, Escritos Políticos, pp. 3 r ss. 92 J.C. Garavaglia, "Los labradores ... ", op.cit., p. 519. 93 Idem. 94 R. Fradkin, "¿Estancieros, hacendados o terratenientes? La formación de la clase terrateniente porteña

y e! uso de las categorías históricas y analíricas (Buenos Aires, 1750-1850)" en i\f. Bonaudo y Alfredo Pucciarcl!i (comp.) La problemática agraria. Nuevas aproximaciones, Buenos Aires, CEAL, 1993, pp. 22-ss.

?.:o J.C. Garavaglia, "Los labradores ... ", op.cít.

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no existía o era rrúnima. Nos encontramos con personas que eran acreedoras a la denomina­ción de hacendados, pero vivían solas, mientras que otros, labradores, eran capaces de man­tener varios esclavos y conchabar jornaleros.96 Ante tal situación, utilizamos los conceptos de hacendado y labradores como categorías históricas y no analíticas, a partir de la distinción que de tal uso hace Raúl Fradkin. 97 En consecuencia, tanto en el caso de los hacendados como en el de los labradores, no estamos haciendo referencia a su actividad económica, sino simplemente a la diferenciación que introducía el censista98 Veamos ahora, entre dichas categorías, cómo se daban estas continuidades.

Cuadro 15 ~ Hacendados1 Labradores y "Sin Datos" de 1815 ubicados a fines de la décaga de 1830 Hacendados

misma UC nueva UC

Mismo nombre v ap~l!ido casos 9((1 )

Era jefe de familia 25 31 'k

Era hijo del jefe de familia 14 16 37'1<

Era agregado

Era peon

Sub toral (])

Se deduce continuidad 4 9\<

Encomrados en Ensenada

Total 43 19 77"k

(J) Porcentaje extraído sobre la totalidad de la categoría en 1815

Fuente: AGN Sala X 8-10-4,25-2-4,25-4-6 y 25-6-2

Labradores Sin datos

misma UC nun·a UC misma UC nueva UC

casos <¡{(1) casos 9((1)

14 22'/f 10 16'7<

6 2 13'1< 11 21'7r

10'7r 5 89(

23 44'1< 26 2 44'7<-

El mayor grado de continuidad lo hallamos entre los catalogados como hacendados en 1815. De los 81 hacendados en 1815, encontramos 25 que seguían siendo jefes de familia, 14 que continuaban a sus padres y 17 que se establecieron en una UC diferente a la de sus padres, cifras según las cuales el 77% de esa categoría permanecía en el partido hacia 1838. En el caso de los labradores vemos mayor movilidad ya que de los 63 casos de 1815 perma­necía el44%. Y con aquellos en los que el censista de 1815 no les había asignado actividad encontramos una continuidad similar a la de los labradores (44%). Por otro lado, parece que les resultaba medianamente fácil a los hijos de jefe de familia continuar a sus padres, en cualquiera de las categorías que busquemos. Pero en el caso de los hacendados, otros hijos pudieron establecerse en una nueva U C. O sea, uno de los hijos continuó al padre y otro fundó una nueva casa. Podemos estar frente a casos de subdivisión de la propiedad del padre, con lo cual estamos planteando una relación con la tierra diferente en los hacendados con respecto a las otras actividades.

Pero veamos cómo figuraban estas personas en el padrón de estancias de 1837 (cua­dro 16). De los 43 casos de hacendados que estaban desde 1815 sólo 17 figuraban en el censo de contribuyentes de 1837 como propietarios de tierra y/ o hacienda, y esto sin contar los 17 hijos de familia de hacendados que no eran jefes en 1815, porque podemos suponer

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96 D. Santilli, Estructura .... , op.cit.; Propiedad y producción ... , op.cit. 9

7 R. Fradkin, "¿Estancieros, .. ,?", op.cit. 98 Para un análisis de estas cuestiones ver D. Santilli, ¿Cambio o .... ?, op.cit.

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que se trataba de la misma propiedad subdividida. Es decir que el21% de los hacendados de 1815 era propietario en 1837. Pero si el 77% de los antiguos hacendados permanecían en 1837 )'sólo el21% era propietario de algún bien, el resto, es decir el 56% era portador del título sobre la base de razones diferentes que no eran la propiedad de la tierra o de ganado suficiente como para pagar contribución directa. No se nos escapa que muchos de ellos podrían estar evadiendo la imposición fiscal o haber fijado su domicilio en la ciudad, con lo cual su declaración figuraría alli99 Otros pueden haber fallecido, sus bienes haberse reparti­do entre sus herederos de manera tal que ninguno de ellos, individualmente, superaran el mínimo no imponible para la contribución directa que era de $1.000 para los solteros y $2.000 para los casados.100 Por último, están los que se empobrecieron, situación que no debería minimizarse. Pero lo que queremos rescatar de este razonamiento es que acá choca­mos otra vez con la valmización de la palabra hacendado y su significado. Evidentemente, una buena parte de ellos no lo era por ser propietario de la tierra, aunque pudieron haber tenido ganado en 1815 que no tenian en 1837. Es aquí cuando tercian las jerarquías sociales, los niveles de status, etc. .Lo que estamos demostrando, por enésima vez, es que se era hacendado no sólo por tener tierra y ganado, y a veces sin siquiera tenerlo.

Cuadro 16- Tefes de Familia de 181 ~ qne figuraban romo prqpietairos en 18~7

Tierra Hacienda Tierra y Hac. Total % s/tot. cate2:oría 1815 Era Hacendado 3 3 11 17 21% Era Labrador 2 2 3% Sin especificar 2%

Fuente: AGN Sala X 8-10-4 y 25-4-6

Entre los labradores, sólo dos eran propietarios. Por último, en el caso de los que no fueron incluidos en ninguna categoría en 1815, encontramos un único propietario. Debe­mos tener en cuenta que muchos agricultores no alcanzaban el rrúnimo gravado por la contribución directa, que toda\~a los arrendatarios no la pagaban101 y, como huelga decirlo, el efecto de la evasión debió ser muy importante. De todos modos, si estas cifras son signi­ficativas, podemos decir que la continuidad en el partido no era una consecuencia directa de la propiedad de la tierra, sino de un grado de asentamiento que era mayor entre los hacenda­dos que entre los otros. Por eso, no obstante no tener la propiedad de la tierra, casi la mitad de los labradores permanecían en sus parcelas. Si la relación con el dueño era el arrenda­miento, hecho que está demostrado que era una posibilidad cierta para el período en cues­tión, 102 éste se prolongaba por un lapso que estamos tentados a considerar permanente y hereditario.

99 Jorge Gelman, "Crecimiento agrario y población en la campaña bonaerense durante la época de Rosas. Tres garcidos del sur en 1839", Cuadernos del Instituto Ravignani, n° 10, 1996.

1 0 M. Burgin, op.cit., p. 249. · 101 Recién lo harán a partir de 1839. Cfc M. Burgin, op.dt. . 102 Carlos Birocco, ''Arrendamientos rurales en la primera mitad del siglo XVIII'', en Gabriela Gresores y

Carlos Birocco (comps.) Arrendamientos, desalojos y subordinación campesina, Buenos r\ires, F. García Cambeiro, 1992; Raúl O. Fradkin, "Producción y arrendamiento en Buenos Aires del siglo XVIII: La hacienda de la Chacarita (1779-84)", Cuadernos de Historia Regional, n" 15, Luján, UNLu, 1992; R.1.úl O Fradkin,) "'Labradores del instante', 'artendatarios ewntuales'. El arriendo rural en Buenos Aires a fines de la época

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Veamos más de cerca con nombre y apellido quiénes eran estos hacendados. De los 25 casos de jefes de familia en 1815 que permanecían más de 20 años después, nueve eran del grupo de los Barragán, de quienes tomó el nombre la Ensenada homónima. Y ocho de los hijos pertenecían al mismo grupo, más otros dos que suponemos familiares pero que no habían nacido en 1815. Sin embargo, de todos ellos sólo siete figuraban en el censo de contribuyentes como propietarios de tierra y sumaban 2.948 hectáreas. También había dos Godoy, hijos de una mujer de ese grupo (Barragán), que eran propietarios de 936 hectáreas. Otro era Felipe Negrete, hijo de hacendado, que se destacó en la acción de Paso de Burgos con motivo de la revolución de los restauradores en 1833.103 También figuraban los Cepeda, los Rincón, los Ortiz y Brígida De la Cruz, casada con un Godoy, citados con frecuencia por Gullota para la historia de San Francisco Solano.104 Además del mencionado Crisóstomo Arroyo, otros personajes eran Silverio de la O, Mada Piñero, Benito Troncoso, Dámaso Martinez, alcalde, y Catalina Macías.

Los dos jefes de familia labradores a los que hacíamos mención eran Vicente Barbaza, con 188 hectáreas, y Francisco López con sólo 9,4 hectáreas. Entre los labradores propieta­rios encontramos a Roque Correa, con 502 hectáreas, en el barrio hoy conocido como San José, que suponemos hijo de Ignacio, un inmigrante mendocino conocido en la historia de Lomas de Zamora. 105 El único propietario cuya acti\~dad no fue consignada en 1815, Paulina Ximenez, lo encontramos en 1838 en las chacras de Quilmes, zona ubicada hacia el inmeclia­to oeste del pueblo. Poseía 175 hectáreas, extensión muy importante, ya que cada suerte de chacra era de 475 varas de lado, más o menos 15 hectáreas. Era descencliente de los Ximenez de Paz, primeros propietarios de la zona.

A la inversa, de los 140 propietarios de tierra y/ o hacienda del censo de 1837, sólo 32 permanecían desde 1815. El resto, el 77% de ellos eran recién llegados, si se me permite la expresión. En consecuencia, se puede deducir que el movimiento de la propiedad de la tierra fue bastante intenso en el período.

Veamos ahora cómo se clistribuian estos pobladores que habitaban el partido desde 1815. .

Cuadro 17 ·Pobladores gue J2Crmanecian desde 1815 divididos gor cuartel Cuartel Hacendados Labradores Sin datos Otros Total %o¿

1 3 7 4 9 23 20% 2 7 S 2 8 22 18% 3 8 4 2 14 JI% 4 9 4 12 7 32 27% 5 17 5 4 3 29 24% 6 17 3 4 3 27 22%

Sin Datos 1 1 2 Total 62 28 27 32 149 23%

(1) Porcentaje sobre total UC del cuanel Fuente: AGN Sala X 8-10-4,25-2-4, 25+4-6 y 25-6-2

colonial" en l\laría Mónica Bjerg y Andrea Reguera (comps.) Problemas de la historia agrada. Nuevos debates y perspectivas de investigación, Tandil, IEHS, 1995; Raúl O. Fradkin, "'Según la costumbre del pays': costumbre y arriendo en Buenos Aires durante el siglo 1.'VIII", Boletín del I.H.A.A. "Dr. E. Ravignani", N" 11, 1995; y R. Fradkin, "Las quintas ... ", op.cit.

103 Juzgado de Paz 1831/1842 i\GN X-21-4-6. 104 Gullotta, op.cit. 105 De Paula y Gutiérrez, op.cit.

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Con la relatividad de estas cifras (recordemos que estamos analizando sólo 151 UC sobre 648 del padrón de 1838, el 23%), es de hacer notar que era el cuartel4, el pueblo y sus chacras aledañas el que mayor permanencia mostraba, aunque no mucho más que los otros. Si recordamos que este cuartel se formó en 1818 con la subdivisión en solares y chacras de la antigua reducción, podríamos decir que las parcelas fueron otorgadas a los pobladores que ya residían en la misma, sobre todo a los indios quilmeños. Sucedió así con Simona Romero india de la reducción mencionada con anterioridad, pero también era el caso de Eusebio Alvarado, inclividuo que ya figuraba en 1815 y que, segón su sucesión en 1851, había recibido una suerte de chacra en 1818 "por donación".106 Esta situación no estaba reflejada en el padrón de haciendas de 1837, aunque este señor, probablemente, no alcanza­ba el mínimo imponible para la contribución directa. Por otro lado, era el 3, el menos poblado, en el que encontramos menor cantidad de pobladores que estaban desde 1815, lo que estaria indicando que su poblamiento era más reciente. Asimismo, el 2, la actual Lomas de Zamora, el más poblado, estaba bastante lejos del promedio de permanencia del partido. Es decir, fue el que se pobló mas recientemente. Como ejemplo, basta el caso de los Grigera, personajes harto conocidos en su época, según vitnos, propietarios de 568 hectáreas y que se habían establecido con posterioridad a 1815. También es notorio en la muestra cómo, yendo hacia el sur, aumentaba la cantidad de hacendados con permanencia desde 1815.

Conclusiones

Podemos apreciar que en Quilmes el proceso iniciado hacia fines del siglo anterior, el crecimiento demográfico acelerado continuaba a fines de la década del '30, con algunas m.ínimas modificaciones en el origen de los migran tes. Ahora encontramos más anglosajones que españoles. La migración del resto de la provincia y del interior seguramente continuó, dentro de las formalidades vistas más arriba, pero dadas las características de esta fuente no podemos probarlo taxativamente. En el período analizado, ha disminuido la cantidad de negros y ha desaparecido la categoría de indios. Con respecto a los primeros, es probable que muchos hayan sido carne de cañón en las guerras de la independencia, con Brasil y las civiles, pero también puede que haya cambiado la consideración de la sociedad con respecto al negro. Los indios de 1815 eran descendientes de los habitantes de la reducción, pero también había migrantes entre ellos, sobre todo del norte. Pero no sólo desapareció la cate­goría; también lo hicieron los individuos, ya que encontramos muy pocos de ellos a fines de los '30, por Jo menos co.mo jefes de familia, ya que, recordemos, los padrones de esa década no nos brindan otra información. Sólo se encontró a Simona Romero, de 59 aüos en 1836, citada como blanca en el padrón de ese año. La todavía mayor preponderancia ele blancos en 1838 es, creemos haber aportado pruebas para sostener esta hipótesis, no sólo una conse­cuencia de la afluencia de los mismos al partido, sino de la nueva visión ele los contemporá­neos con respecto a las diferencias étnicas, es decir, fueron objeto de un blanqueamiento.

Veintitrés años después todavía encontramos que la mitad, por lo menos, de las fami­lias gue habitaban Quilmes en 1815lo seguían haciendo, esto a pesar de que la propiedad de la tierra en muchos casos era retaceada, ya que sólo 125 jefes de familia, o titulares de UC, la

·---·-----

106 AGN Sucesiones ai1o 1851, d' 3507.

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cuarta parte de la totalidad, eran propietarios de la tierraque poseían en 1837. Creemos que éste es un dato importante acerca de la continuidad, ya que si una sociedad con la movilidad horizontal que se ha demostrado terúa la de la campaña bonaerense en la época, conseguía mantener a la mitad de sus pobladores en su lugar, estarnos frente a un caso de posibilidades de contención relativamente grande. Por otro lado, sería interesante averiguar qué pasó con la otra mitad, los que se fueron. A esta mitad, por supuesto, habría que descontar los que murieron, ya que más de 20 años para esa época era demasiado tiempo para sobrevivir. De todos modos, una buena parte, de continuar con la hipótesis de Mateo, fueron a engrosar la multitud de migrantes que se establecían en las nuevas zonas de frontera. La diferenciación social que los contemporáneos hacían otorgando el apelativo de hacendado a algunos era efectivamente una distinción que por lo menos les permitía asegurarse un cierto grado de continuidad en sus posesiones y la posibilidad de que sus descendientes permanecieran en la parcela o en el partido.

Con respecto a la movilidad espacial, nuestra hipótesis es que una gran proporción de los migrantes, sobre todo masculinos, llegaban solos, ya que pudimos establecer con seguri­dad el arribo con familia constituida para sólo ocho casos. Estos hombres se conchababan en alguna de las UC de medianos productores que había en el partido o se establecían, en el mejor de los casos, como agregado en alguna de ellas, casándose con una nativa, a veces la hija del jefe de familia del cual dcpcndian. En algún momento, lograban la independencia formando una nueva UC Otro gran porcentaje formaba pareja en otro lugar de la campaña para establecerse en Quilmes como agregados o en una nueva UC Esta hipótesis parece realmente sencilla; era fácil llegar a Quilmes y plantarse en un pedazo de tierra, posibilidad ya demostrada para otros lugares de la campaña por Garavaglia, Gelman y Mateo, entre otros. 107

Esto parece ser así para 15 de los 32 migrantesindios, ya que consiguieron establecerse en una UC independiente. Tampoco se habría producido la migración familiar desde el inte­rior, como ocurrió en otras zonas de la campaña o como especulan quienes ven a los viaje­ros desde su lugar de origen, en el interior.

Coincidimos con la hipótesis de José Mateo acerca de la migración desde el interior por etapas sucesivas, 108 aunque nosotros le agregaríamos que esas etapas se habrían dado en más de una vida, a través de varias generaciones. Un migrante del norte se establecía en la zona de! litoral más cercana a su lugar de origen, sus hijos migraban más hacia el sur y sus nietos tal vez llegaban a la frontera. Un ejemplo al respecto es el caso de Rosario, estudiado para 1815,109 donde claramente se percibe que la zona más cercana a la provincia de Córdo­ba recibía migrantes de Santiago del Estero, mientras que San Nicolás recibía migrantes del sur santafesino y, en menor proporción, de Córdoba.110 A su vez, José Mateo encuentra que en 1854 en Lobos faltaban hombres nativos en edad de trabajar, mientras que en Saladillo, la

107 J.C. Garavaglia, Pastores y labradores ... , op.cit.;Jorgc Gelma-n, Campesinos y estancieros ... , op.cit.; J. Mateo, Población, parentesco y red social en la frontera, op.cit.

lOS J. Mateo, "lvíigrar y volver a migrar ... ", cit. 109 Vilma Bidaut, Elsa Caula y Nora Lii1an, Productores y producción en el partido de Rosario de los

Arroyos a comienzos del siglo XIX (mimeo), 1995. El presente trabajo fue discutido durante una reunión de la Red de Estudios Rurales en noviembre de 1995.

110 JvL Canedo, «Colonización temprana y producción ... ", cit.; ídem, "Propiedades, propietarios y ocupantes. La tierra y la familia en la campaña de Buenos Aires. 'El pago de los Arroyos'1600-1750'', Boletín del I.H.A.A. "])r. E. Ravignani", n" 7, 1993.

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nueva fronteta para ese año, la pirámide se ensanchaba precisamente en esas edades y del lado masculino.111 Es por esta circunstancia que nosotros encontramos que la mayor parte de los migrantes provienen de la misma campaña de Buenos t\ires. Esta hipótesis permite mantener la de Halperin Donghi, que propone entender a la agricultura colonial como descendiente de la del norte del país.112

111 J. i\{areo, "Población ~-producción ... ", cit. 112 Tulio Halperin Donghi, Revolución y guerra. Formación de una elite dirigente en la Argentina

criolla, Buenos Aires, Siglo XXl, 1972.

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Anexo I - Quilmes 1815 -División por etnia de la totalidad de la población

Blancos

mas de 69

Qyilme!l; HU,5 • J;!lan!;~ 60-69

Edades Hombres Mujeres Rel. M ase. 50-59 0-9 185 163 113,5 10·19 146 129 113.2 40·49

20-29 lll 88 126,1 30·39

30-39 74 43 172,1 20-29 40-49 53 51 103.9 l0-19 50-59 50 24 208.3 60-69 43 10 430,0 o~

mas de 69 8 5 160,0 :JO\l ~"" ''"' 1(¡(1 200

Total 670 513 130.6

Indios

Quilmes 1815 -Indios Ol:l$ d<' 69

Edades Hombres Mujeres Re l. Mase. 60-6{1

0-9 39 29 !34.5 50-59

10-19 28 23 121.7 40-49

20-29 25 12 208.3 30-39 8 11 72,7

30-39

40-49 6 6 100.0 20-29

50-59 2 50.0 10-19

60-69 5 4 125.0 0-0

mas de 69 2 3 66.7 Total 114 90 !26.7 '' ?.0 o " "

Quilmes 1815. Pardos ll»i'<le69

Edades Hom brcs M ujercs Re!. Mase. 60-69

0-9 17 18 94.4 so-se J0-19 18 14 128,6

40-41? 20-29 9 7 128,6 30-39 10 6 166,7

30-39

40-49 8 2 400,0 20-29

50-59 2 50,0 10-!9

60-69 4 o o-o mas de 69 o 1 0,0 Total 67 50 134,0

Quílmes 1815 ·Negros Edades Hombres Mujeres Re l. Mase. 1m.sde 69

0-9 13 3 433,3 t:lO·Gil

10-19 15 4 375,0 50-00

20-29 26 8 325,0 40-49

30-39 15 7 214,3 30·39

40-49 8 3 266,7

50-59 200,0 :.!.0-29

4 2

60-69 2 1 200,0 10·19

mas de 69 o o 0·9

Total 83 28 296,4

Fuente·. AGN Sala X 8-!0-4

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Anexo U

Referencia&

-

Via;; y E5l.aci6n ~1 Ferocarril (<ct"'")

Plaza$

Anoyo y Cilida d.;, Gaete

Reproducción del ''Plano de los terrenos de los Quilmes de 1/zlcgua de frente y 1 V2 de fondo dividido en parte de solares para pueblo y suertes de chacras para labranza mandado levantar por orden del Sr. Gobernador Intendente Don I\Ianuel Oliden al Comisionado Juez Comisario de Policía Don Felipe Robles y Agrimensor de Pro)·ccro Francisco J\Jesura en marzo de 1818" AGN I-223.

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Anexo IV

D.ivisión por cuarteles del partido ele Quilmes en 1836/38, según censos (AGN X-25-2-4 y X-25-6 2.

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