NACIONALISMO V REPUBLICAN ISMO durante la ilustracIón …

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NACIONALISMO V REPUBLICAN ISMO durante la ilustracIón española JOSÉ MANUEL AZCONA PASTOR Discurso del presidente de la Sociedad "El Sitio", de Bilbao, en la presentación del libro de reciente aparición "La cons- trucción de la nación española", de Mario Onaindia, el 23 de septiembre de 2002. Buenas tardes, distinguidos Socios, Autoridades, Cuerpo Consular, Amigos todos. He aquí que estamos reunidos en el arranque oficial del otoño para presentar un libro que en mi opinión constituye la máxima aportación científica al estudio del pensamiento global de la Ilustración Española en general y del pensamiento político en particular de este noble perio- do de nuestra historia. Nos presentamos ante el ensayo "La construcción de la Nación española, republicanismo y naciona- lismo en la Ilustración", cuyo autor, Mario Onaindia, es de sobra conocido por su veterana lucha política por las libertades en el País Vasco y -además- es Socio de Número de "El Sitio". sabía de la existencia de este O trabajo por prevIas e Incluso co n OCla par- tes de él, pero he de decir qu e -tras su l ect u- ra- la impresión que aporta en es de magnificencia. Para empezar, forma parte de su tesis doctoral, pues no olvidemos que Mario Onaindia es Doctor en Filología Hi spán i ca e Inglesa, y en mi opinión un a de l as mentes m ás preclaras del actual panora- ma intelectua l españo l. Digo lo de la tesis doctoral porque su propia realización supo- ne la máxima culmin ación académica y, en co nsecuencia, el texto que sa le después sue- le tener el máximo rigor, como este es el caso. Por otr a parte, este lib ro acota un aspecto del siglo xvrn españo l que pone a la lu z una nu eva perspectiva de la Ilustración Es pañola , que como demuestra Onaindia debe más a la tradi ción británi ca republicana de lo que no s imag in ábamo s. Además , el hecho de afrontar un a temáti ca tan interesante como es la co nstrucció n de la nación españo la tiene mayor trascenden- cia porque nad ie se extrañ a de que un mili- tante de la izquierda francesa o al ema na , por ejemp l o, ten ga a gala reaflrmar su naciona- lidad no regionalista y, sin embargo, aq en España aún nos seg uimo s empeñando en buscar fórmulas alternativas , co mo Estado Españo l u otros eufemi smos. Dos Españas Bien es ciert o que aún qu edan lejanas co nn otacio nes franq ui stas, o que nu estro país, en co mparación con otros, ha tenido que luchar menos a la defen siv a por invasi o- n es foráneas, y que nos hemos ded icad o más a guerras civiles. Pero no es menos cierto que el concepto de pertenencia a un modelo nacional común es tan an ti guo como el Medievo. Otra cuestión es cómo debe aJticu- 24 . pOLITICA • agosto - diciembre 2002 Ca spar Me/ellO/' de l Ol/el/anos l arse ese concepto de pa tri a co incidente con el marco geográfico ten'itorial de nación. Y aquí es dond e Onaindia hac e apo rtac iones interesantes que desde lu ego son reveladoras de lo que va a pasaJ' co n el liberali smo del siglo XIX, o que incluso ayudan a interpretar la II República es paño la. y aunqu e a personalmente el co n- cepto de las dos Españas no me gus ta , he de reconocer que la lect ur a de es te ensayo me ha hecho reflex ionar sobre es to s dos modelos de entender la na ción: uno el republicano, seg ún él cual la patria es el lugar donde el ciudadano vive libre; y otro el nacio nali sta donde el ciud adano lo es por el hecho de nacer en un determina- do territorio co n go bernantes qu e bu sca n su felicidad pero sin posibilidad de parti - c ip ac ión en la gobernación. Curiosamente, estas dos po sturas se die- ron en la Ilustración y le sirvieron a nu estro" hi spani sta inglés", como gusta de autodenominarse Mario Onaindi a, para ver que l os problemas políticos de todos l os nac ionali smos , incluido el vas- co, tienen ca usas profundas relacionadas con la cultura y las mentalidades qu e l es impid en ll evar a ca bo la adaptación a la democracia y a la autonomía. En el libro de Onaindía se explican con detenimi ento los principales méritos de la Ilu straci ón, qu e lejos de constituir este movimi ento un pensamiento único cerra- do y monolítico aglutina a un ámbito de pens adores que pretenden hacer un rac i- mo de refo rma s en todos los órdenes y maneras: desde la Ciencia, tomando co mo modelo el paradigma de Newton, pasando por el realce de la antropología que co nvierte la búsqueda de la felicidad en el principal objetivo de la vida del hombre ; la eco nomía política, la religiosi- dad me no s milagre ra o la nacionalid ad buscadora del bien común. Siempre con un nexo cond uctor: la consecución de la autonomía del hombre re specto a la tradi- ción. De ala fuerte dosis de indi vidua- li smo que ge nera es te movimiento doctri- nari o y qu e, por cier to, será norma común del libera li smo que no s reúne a tantos de los aquí presentes. Al fin y al cabo , España estaba pasando en el sigl o XYIll por los mi s mo s procesos de intento de cambio de su r ea lidad modernizándola tal y co mo venía aconteciendo en los países del entorno, especialmente Francia y el Reino Un id o.

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NACIONALISMO V REPUBLICAN ISMO durante la ilustracIón española

JOSÉ MANUEL AZCONA PASTOR

Discurso del presidente de la Sociedad "El Sitio", de Bilbao, en la presentación del libro de reciente aparición "La cons­trucción de la nación española", de Mario Onaindia, el 23 de septiembre de 2002.

Buenas tardes, distinguidos Socios, Autoridades, Cuerpo Consular, Amigos todos. He aquí que estamos reunidos en el arranque oficial del otoño para presentar un libro que en mi opinión constituye la máxima aportación científica al estudio del pensamiento global de la Ilustración Española en general y del pensamiento político en particular de este noble perio­do de nuestra historia. Nos presentamos ante el ensayo "La construcción de la Nación española, republicanismo y naciona­lismo en la Ilustración", cuyo autor, Mario Onaindia, es de sobra conocido por su veterana lucha política por las libertades en el País Vasco y -además- es Socio de Número de "El Sitio".

~ sabía de la existencia de este

O trabajo por co n versa~ i ones prevIas e Incluso conOCla par­

tes de él, pero he de decir que -tras su lectu­ra- la impresión que aporta en mí es de magnificencia. Para empezar, forma parte de su tesis doctoral, pues no olvidemos que Mario Onaindia es Doctor en Filología Hispánica e Inglesa, y en mi opinión una de las mentes más preclaras del actual panora­ma intelectual español. Digo lo de la tesis doctoral porque su propia realización supo­ne la máxima culminación académica y, en consecuencia, el texto que sale después sue­le tener el máximo rigor, como este es el caso. Por otra parte, este libro acota un aspecto del siglo xvrn español que pone a la lu z una nu eva perspectiva de la Ilustración Española, que como demuestra Onaindia debe más a la tradición británica republicana de lo que nos imaginábamos. Además, el hecho de afrontar una temática tan interesante como es la construcción de la nación española tiene mayor trascenden­cia porque nadie se extraña de que un mili­tante de la izquierda francesa o alemana, por ejemplo, tenga a gala reaflrmar su naciona­lidad no regionalista y, sin embargo, aquí en España aún nos seguimos empeñando en buscar fórmulas alternativas, como Estado Español u otros eufemismos.

Dos Españas

Bien es cierto que aún quedan lejanas connotaciones franq uistas, o que nuestro país, en comparación con otros, ha tenido que luchar menos a la defensiva por invasio­nes foráneas, y que nos hemos dedicado más a guerras civiles. Pero no es menos cierto que el concepto de pertenencia a un modelo nacional común es tan an ti guo como el Medievo. Otra cuestión es cómo debe aJticu-

24 . pOLITICA • agosto - diciembre 2002

Caspar Me/ellO/' de l Ol/el/anos

larse ese concepto de patria coincidente con el marco geográfico ten'itorial de nación. Y aquí es donde Onaindia hace aportaciones interesantes que desde luego son reveladoras de lo que va a pasaJ' con el liberalismo del siglo XIX, o que incluso ayudan a interpretar la II República española.

y aunque a mí personalmente el con­cepto de las dos Españas no me gusta, he de reconocer que la lectura de este ensayo me ha hecho reflexionar sobre estos dos modelos de entender la nación: uno el republicano, según él cual la patria es el lugar donde el ciudadano vive libre ; y otro el nacionalista donde el ciudadano lo es por el hecho de nacer en un determina-

do territorio con gobernantes que buscan su felicidad pero sin posibilidad de parti ­c ip ac ión en la go berna ción. Curiosamente, estas dos posturas se die­ron en la Ilu strac ión y le sirv ieron a nuestro" hi spani sta inglés", como gusta de autodenominarse Mario Onaindi a, para ver que los problemas políticos de todos los nacionalismos, incluido el vas­co, tienen causas profundas relacionadas con la cultura y las mentalidades que les impiden ll evar a cabo la adaptación a la democracia y a la autonomía.

En el libro de Onaindía se explican con detenimiento los principales méritos de la Ilustraci ón, que lejos de constituir este movimiento un pensamiento único cerra­do y monolítico aglutina a un ámbito de pensadores que pretenden hacer un raci­mo de refo rmas en todos los órdenes y man eras: desde la Ciencia, tomando como modelo el paradigma de Newton, pasando por el realce de la antropología que convierte la búsqueda de la felicidad en el principal objetivo de la vida del hombre; la economía política, la religiosi­dad menos milagrera o la nacionalidad buscadora del bien común. Siempre con un nexo conductor: la consecución de la autonomía del hombre respecto a la tradi­ción. De ahí la fuerte dosis de individua­lismo que genera este movimiento doctri­nario y que, por cierto, será norma común del liberali smo que nos reúne a tantos de lo s aquí presentes. Al fin y al cabo , España estaba pasando en el siglo XYIll por los mi smos procesos de intento de cambio de su realidad modernizándola tal y como venía aconteciendo en los países del entorno, especialmente Francia y el Reino Un ido.

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Tradición republicana

El libro comienza presentando una exposición de las ideas que triunfaron en los fenómenos históricos que hacen arran­car la modernidad: de la Guerra de la Convención a la Constitución de Cádiz, pasando por la Guerra de la Independencia. Y estas ideas provienen, fundamentalmente, de la tradición republi­cana que arranca del Siglo de las Luces , descubrimiento éste verdaderamente nove­doso e incluso revolucionario, diría yo.

Portada de la Constitución de 1812

Los capítulos 1 y 11 están dedicados a captar las primeras manifestaciones del nacionalismo (Mayans, principal figura) como del republicanismo y las relaciones de ambas ideas con la filosofía ilustrada. Para los nacionalistas españoles ilustra­dos la modernidad se traducía en la bús­queda de la felicidad económica de los indi viduos sin que esta autonomía se trasladase al ámbito de la política. Ésta es la razón por la que el nacionalismo y el despotismo ilustrado que otorgan el monopolio del poder a la Corona apare­cen unidos ya en el propio Mayans que se confiesa seguidor de Bossuet y recha­za como materialista la teórica de Montesquieu, máxima figura del pensa­miento republicano. Y para este dogma republicano la Nación es la forma moderna de organizar una sociedad de manera que garantice la autonomía de una persona convertida en ciudadano. Será el escritor Ignacio de Luzán, bien estudiado por el autor, quien introduzca el pensamiento republicano de

Montesquieu en España, y será el Conde de Aranda, la figura más importante de todo el siglo, el máximo exponente del republicanismo pragmático político y reformista frente a Campo manes o el Conde de Floridablanca, abanderados del nacionalismo español del despotismo ilustrado. El Conde de Aranda urgirá, en sus periodos de gobierno, la aceleración de las reformas que cimentasen y susten­tasen la afloraron y consolidación de un cuerpo social ciudadano, en contraste con los llamamientos de un Campomanes a la prudencia, y en franca disonancia con las propuestas del buen administra­dor Floridablanca, quien subraya y enal­tece la necesidad de una buena adminis­tración de la "heredad real" , desde la óptica del más acrisolado despotismo ilustrado. Todo esto se ve en el capítulo 1Il que es el que a mí más gratamente me ha impresionado.

Esperanzas e instituciones

El capítulo IV se dedica a la España de Floridablanca (1778-1792) o al despotis­mo ilustrado y al nacionalismo con pro­fundo análisis de las sociedades económi­cas, y de la obra de Tomás de lriarte, el Conde de Peñaflorida, Cándido María Trigueros, Vicente García de la Huerta, Ignacio García Mazo o José Cadalso.

El capítulo V versa sobre la España de Godoy y el Capítulo VI y último sobre la impregnación y el triunfo de los valores republicanos durante la Guerra de la Independencia y la Constitución de 1812. No sin antes haber hecho un exhaustivo repaso de las tesis más avanzadas de Luis Cañuelos o Gaspar Melchor de Jovellanos.

Estamos, pues, ante un texto básico, porque nos sitúa ante el catálogo, asimis­mo básico, de las esperanzas e institucio­nes que idearon y animaron a los hombres que fueron protagonistas de importantes tentativas de modernizar el país: los hom­bres de la Ilustración Española. Esos hom­bres a los que con más exactitud podemos llamar nuestros antepasados más inmedia­tos. Es, pues, un texto que habla, sobre todo, de los españoles. De los españoles de antaño y de los españoles del presente. Un texto que nos representa a nosotros mis­mos, en un cierto sentido. En el sentido de que nosotros nos encontramos, también, inmersos en el proyecto de modernización y democratización de aquella España que anunciaron nuestros ilustrados.

Decía al empezar, que este libro aborda, sobre todo, la historia de los comienzos,

Alegoría de la adopción de la Constitución de 1812. de Francisco de Coya

los primeros pasos de la ciudadanía espa­ñola . Un texto sobre los orígenes de la condición ciudadana en nuestro país . El inicio de nuestra andadura como ciudada­nos en el mundo. Pero nuestro pasado nacional nos habla siempre, al menos, con dos voces distintas. La voz del pasado y la voz del presente. Dos voces que tratan de responder a dos muy distintas inquietudes: la del historiador y la del ciudadano.

No dejéis de tener este trabajo, haceos con él porque refleja la madurez intelec­tual de una persona tan querida y tan noble en sus planteamientos que cualquier otro comentario bastaría y a quien , por cierto, esta noble tierra vasca tanto debe, pues al fin y a la postre Mario Onaindia lleva aplicando, con su lucha política des­de la clandestinidad a fines de los años sesenta y setenta, el sofisma al cual yo me suscribo por el que la patria es el lugar en el que cada ciudadano vive libre.

Por último, he de subrayar que en este libro el autor, a mi juicio, ha sabido añadir al esfuerzo del investigador de la historia, la conciencia del ciudadano. Una concien­cia que trasciende al título del libro y sub­yace tanto al propósito como a la realidad del resultado de la obra. Una obra que nos pone ante el origen y la genealogía más directa del gran debate nacional , del más importante debate de la modernización nacional, tal cual surgió en la Ilustración Española. El debate acerca del camino más adecuado para la construcción de nuestra libertad. Es decir, el debate sobre la cons­trucción de nuestra condición ciudadana como españoles. Un debate aún, y espe­cialmente aquí, en Euskadi, inacabado.

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