n.02 NADIE DE FUERA -...
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Estudo de Caso zika
Visión del Especialista El tema de los Indicadores
Entrevista Jessé de Souza
n.02 NADIE DE FUERA
¿Qué son los Objetivos de Desarrollo Sostenible?¿Cómo se los van a monitorear?
n.02
Instituto Suramericano de Gobierno en Salud
Director Ejecutivo
José Gomes Temporão
Coordinador Técnico
Henri Jouval
Jefe de Gabinete
Luana Bermudez
Coordinadora de Gestión de la
Información y del Conocimiento
Flávia Bueno
Editor en Jefe
Manoel Giffoni
Textos
Flavia Bueno, Javier Chamorro, Karla
Menezes e Manoel Giffoni
Traducción
Marinés D. y Peter Lenny
Fotografía
Acervo ISAGS,
Archivo de Imágenes de la ONU
Proyecto Gráfico
TUUT Design
Colaboradores
Alessandra Ninis, Aline Fontainha,
Beatriz Nascimento, Bruno Macabú,
Felippe Amarante, Laura Santana,
Mônica Sutton
Agradecimientos
Instituto Nacional de Salud de
Colombia
IPEA - Instituto de Pesquisa
Econômica Aplicada (Brasil)
Oficina de la Asesora en Derechos
Humanos de las Naciones Unidas
para Paraguay
Universidad de Lanús (Argentina)
editorial
principal nadie de fuera
entrevista jessé de souza, universidade federal fluminense
visión del especialista: javier chamorro el tema de los indicadores: un enfoque en derechos
estudio de caso zika
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¿Cuál es el rol del ISAGS?Entérese de todo en http://bit.ly/ODSenISAGS
L as negociaciones que se antecedieron al
establecimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo
Sustentable fueron inéditas. En vez de las tradicionales
mesas rodeadas de diplomáticos y dictámenes técnicos, el
proceso se inició con la más grande consulta pública de la
historia, incluyendo un sondeo en línea abierto a todo el
mundo sobre las prioridades de desarrollo, además de 11
“conversaciones globales” temáticas y 83 específicas sobre
las realidades de los países.
El resultado de esta preparación amplia e inclusiva fue
auto reflexivo. Llamada de ‘la agenda del pueblo’ por
el secretario general de las Naciones Unidas, no solo
es ambiciosa con relación a las áreas que pretende
transformar en los próximos 15 años, pero también
viene con una exigencia que debe ultrapasar todos sus
Objetivos: no dejar a nadie afuera.
Una de las fallas más frecuentes señaladas por
especialistas sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio,
que estuvo vigente entre 2000 y 2015, fue la incapacidad
de promover un cambio real al conjunto de la sociedad.
Por lo que algunos especialistas los llamaron de ‘la
tiranía de las medias’, muchas veces se alcanzaron las
metas dejando de lado justamente aquellos que están en
situación más crítica – por cuestiones ya sea de posición
social, ya sea de género, ya sea de etnia, entre otros.
A través de una perspectiva de determinantes sociales
de la salud, o sea, aquellas características económicas,
sociales y ambientales que generan situaciones
auspiciosas para el bienestar del pueblo, el segundo tomo
de la revista INSPIRA 2030 va a tratar del tema de la
superación de la desigualdad en América del Sur.
Siendo reconocidamente uno de los lugares más
desiguales del planeta, pero, al mismo tiempo
presentando verdaderas historias de éxito en la última
década, el continente tiene el know-how adquirido en siglos
viviendo en la frontera entre colonizador y colonizado,
esclavizador y esclavo, rico y pobre, abundancia y hambre.
En este escenario, no asombra el hecho de que el del
Tratado Constitutivo de la UNASUR, firmado por todos los
países de la región en 2008, ponga la integración cultural,
social, económica y política a servicio de la eliminación
de la desigualdad socioeconómica, de la inclusión social
y de la participación ciudadana, como condición para el
fortalecimiento de la democracia y la reducción de las
asimetrías entre los Estados. Tampoco asombra que una
de las estructuras que primero se estableció en el bloque
haya sido el Consejo de Salud, que tiene como uno de sus
ejes fundamentales no solo los determinantes sociales,
sino como también otros conceptos basados enteramente
en la inclusión como los Sistemas Universales y el Acceso
Universal a Medicamentos.
En el asunto de portada, conversamos con el profesor
de Epidemiología, Gestión y Política de Salud de la
Universidad de Lanús, en Argentina y analizamos el
tamaño del reto transversal lanzado por la Agenda 2030,
ya sea para la salud, ya sea para otras áreas, que necesitan
actuar de una manera más sinérgica que nunca.
Para investigar más a fondo la estructura de la
desigualdad y como ella viene reproduciéndose a lo largo
de la historia en nuestro continente, entrevistamos al
profesor Jessé de Souza, ex presidente del Instituto de
Investigación Económica Aplicada de Brasil y escritor de
libros ya clásicos sobre el tema, como “A Ralé Brasileira” y
“A Construção Social da Subcidadania”.
Sin despegar el pie de la realidad y de la actualidad,
preguntamos qué es lo que la desigualdad tiene que
ver con la reciente epidemia del Zika, cuyo epicentro
fue nuestro continente. Y, para finalizar, contamos con
la generosa contribución de Javier Chamorro, técnico
experto de la Oficina de los Derechos Humanos de la ONU
en Paraguay, quien nos habló sobre la importancia de
desagregar los indicadores que medirán el progreso de los
países en los ODS para que no se deje a nadie afuera.
¡Buena lectura!
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De acuerdo con el último informe de CEPAL, en Latinoamérica casi 170 millones de personas en el continente viven en un rango de pobreza, 71 millones de estas se encuentran en el límite de la subsistencia.
A América del Sur es un continente marcado por la
diversidad, tan solo siendo el aspecto geográfico el
más obvia de ellos. En este universo de ambientes de
gran diversidad como la Cordillera de los Andes y la Mata
Atlántica, la Selva Amazónica y los Pampas, florecieron
sociedades marcadas además por una historia de
choques culturales y modelos económicos basados en la
explotación del binomio mano de obra/recursos naturales
que se constituyeron en una receta clásica de inequidades
y subdesarrollo.
Durante gran parte del siglo XX, este caldo resultó ya
sea en calamidades sociales como el hambre, la pobreza
extrema y la violencia, ya sea en un desajuste medio
ambiental como la desertificación, la contaminación de
manantiales y el crecimiento desordenado de grandes
ciudades. De acuerdo con el último informe de CEPAL,
en Latinoamérica casi 170 millones de personas en el
continente viven en un rango de pobreza, 71 millones
de estas se encuentran en el límite de la subsistencia
y cuentan con solo dos dólares al día. Se trata de un
consenso global que, todas estas características, además
de formar parte de la vida de 30% de los pueblos
latinoamericanos, traen a la salud efectos bastante
concretos.
“Malas condiciones de vida llevan a malos indicadores
de salud hasta en países desarrollados”, señala Marcio
Alazraqui, profesor de Epidemiología, Gestión y Políticas
de Salud de la Universidad de Lanús, en Argentina.
Fue bajo este punto de vista que, a partir de 2005, la
Organización Mundial de la Salud (OMS) adoptó un
concepto que busca tratar sobre el impacto de las
dimensiones socioeconómicas en el bienestar de la
población, observando aspectos más amplios que aquellos
tratados generalmente por las autoridades sanitarias de
los países, como la educación, el saneamiento básico,
las condiciones de trabajo entre otros – son los llamados
“determinantes sociales de la salud” (DSS). “Hay relaciones
de poder estructurador que guían los procesos de salud-
enfermedad y son parte de la llamada ‘determinación
social de la salud’, concepto más que frecuente en los
estudios suramericanos sobre la desigualdad en salud”.
Bajo este prisma, además de tener uno de los 17 Objetivos
de Desarrollo Sostenible centrado exclusivamente en
temas sanitarios más tradicionales, como la reducción de
la mortalidad materna e infantil y el acceso a medicinas,
el llamado intersectorial de “no dejar a nadie fuera” trajo
la Salud y el concepto de Determinantes Sociales al centro
de la nueva agenda de desarrollo global.
En la primera década del siglo XXI, América del Sur vivió
uno de sus momentos económicos más virtuosos, con
lo inédito de haber visto no solo un crecimiento de su
Producto Interno Bruto (PIB), como también las mejoras
sociales que tuvieron su prueba de fuego en el trabajo
para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
En el área de la salud, los números son incontestables:
disminución de dos tercios de las muertes de menores
de cinco años entre 1990 y 2013 (de 54 para 18 por
mil nacidos vivos); eliminación del sarampión casi
por completo; mayor control de las enfermedades
contagiosas prevenibles, a ejemplo de la tuberculosis y
de la malaria; progresos en la planificación familiar, en la
atención prenatal y en la atención en partos por personal
especializado; además de haberse consolidado como la
región del mundo con mayor cobertura en el tratamiento
antirretroviral para el HIV/SIDA. Esto sin hablar de la
reducción de la extrema pobreza y del hambre. Como
se ve en los gráficos, Argentina presentó una mejora en
los indicadores de iniquidad en la última década que fue
acompañada por una mejora en los indicadores de salud.
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Sin embargo, con el fortalecimiento del concepto de
sustentabilidad en la nueva agenda, este esfuerzo deberá
necesariamente transbordar para otras áreas con impacto
directo en la salud, trayendo retos de gobernabilidad para
los cuales los sistemas políticos de la mayoría de los países
no están preparados.
Las discusiones de la Conferencia Mundial sobre
Determinantes Sociales de la Salud, llevada a cabo en Río
de Janeiro en octubre de 2011 con gran protagonismo de
los países de la UNASUR, ya levantaban este asunto. “El
lento progreso en la implementación de los abordajes
relacionados con los determinantes sociales refleja
en parte el hecho de que la gobernabilidad a nivel
local, nacional y global no está apta para lidiar con los
principales temas del siglo XXI” dice un documento de
debate de la reunión, alertando que el enfrentamiento
de las inequidades reta la división tradicional de los
gobiernos en sectores, como los Ministerios de la Salud,
del Desarrollo Social, de la Infraestructura, entre otros.
“La lucha contra estas inequidades pide políticas que
estén implementadas transversalmente con los sectores y
que las partes se comprometan firme y políticamente con
este objetivo”, complementa.
La Organización Panamericana de Salud (OPAS) invitó a
uno de los participantes en la Conferencia, el coordinador
nacional de Brasil en el Consejo de Salud Suramericano
Paulo Buss, a integrar la Comisión de Alto Nivel sobre
Equidad y Desigualdades en Salud, que fue lanzada el
último día 11 de mayo. Buss destacó el papel de la salud
en los ODS, pero alertó sobre la necesidad de crearse
planes de desarrollo con énfasis marcado por una unión
intersectorial real y equilibrada: “Se debe evitar un cierto
imperialismo de la salud como si esta área fuera mucho
más importante que las demás”.
Si el reto de horizontalización de una administración
pública históricamente vertical es un hecho para los
países, lo mismo se puede decir de la cooperación
regional en América del Sur, en particular en la UNASUR,
cuyas principales estructuras se crearon en torno
de los Consejos Ministeriales. Sin embargo, algunas
experiencias realizadas recientemente en el ISAGS
sugieren que las flexibilidades establecidas en el propio
Tratado Constitutivo del Bloque, como el incentivo para
trabajar en unión con organizaciones o instituciones
congéneres, pueden superar esa dificultad.
Un ejemplo fue la actividad llevada a cabo con el apoyo
y/o participación del Consejo de Desarrollo Social,
como el curso de “Políticas Pública Intersectoriales y
Determinación Social de la Salud”, la reunión “Diálogo
entre las políticas de transferencia de ingresos” y
Mapeo de Políticas de Transferencia de Ingresos y sus
Mecanismos de Control y Participación Social. “Como las
desigualdades sociales son múltiples, no es un asunto que
depende solamente de políticas sociales efectivas, pero,
sobre todo, de una actuación multidimensional”, afirma
Alessandra Ninis, consultora técnica para Determinantes
Sociales de la Salud del ISAGS y coordinadora de los tres
proyectos. “El camino para la Agenda 2030 depende de un
cambio estructural en busca de un modelo de desarrollo
más inclusivo con políticas de educación, protección
social, empleos de calidad y empoderamiento de las
mujeres, por ejemplo, pero sobre todo requiere nuevas
formas de pensar la concentración de los ingresos para
enfrentar la exclusión y la desigualdad”, agregó.
“La lucha contra estas inequidades pide políticas que estén implementadas transversalmente con los sectores y que las partes
se comprometan firme y políticamente con este
objetivo”
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Tasa de Mortalidad de Niños Menores de 5 años
Coeficiente Gini
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Los indicadores de Argentina entre el año 2000 y el 2015 demuestran que, tras un periodo de deterioro, el país logró revertir la
tendencia. El país disminuyó el coeficiente GINI, que mide la desigualdad de ingresos, la mortalidad infantil y la indigencia.
SUPERANDO LA DESIGUALDAD Y LA POBREZA EN ARGENTINA
E l carnaval y el clima cálido no son las únicas
características que unen las ciudades de Barranquilla
en Colombia y de Recife en Brasil. La explosión de la
epidemia del zika en los dos países suramericanos a
partir de 2015 tuvo en ellas uno de sus epicentros, lo
que reveló en cascada otras coincidencias importantes.
En ambas ciudades, por ejemplo, la pujanza económica
convive con niveles de pobreza que rondan los 40% de
la población y con una planificación urbana propicia
para la proliferación de vectores – como el Aedes Aegypti
- que, además del zika, transmiten enfermedades como el
dengue y el chikungunya.
Las circunstancias en las que personas nacen, crecen,
viven, trabajan, envejecen explican la mayor parte de las
inequidades en salud. De esta forma, el combate contra el
zika debe tener en cuenta muchos factores que van desde
el acceso a los servicios de salud hasta el acceso al agua
potable, pasando por las condiciones de urbanización.
“Donde falta saneamiento, alcantarillado y recolección de
basura, hay más focos del mosquito”, afirma el director
ejecutivo del ISAGS José Gomes Temporão, lo que trae al
corazón del asunto un modelo de desarrollo urbano que
condena a los más pobres a que sean más vulnerables a
varios tipos de enfermedades.
No sorprende, por lo tanto, que el barrio que presenta
un riesgo mayor de infección por el Aedes Aegypti
en Recife sea el Alto José Bonifácio, cuya población
está constituida esencialmente por personas de bajo
poder adquisitivo y cuya infraestructura presenta
distintos problemas. “Necesitamos actuar en la
distribución de agua y en la recolección de basura”,
dijo la secretaria ejecutiva de Vigilancia de la ciudad,
Cristiane Penaforte, en entrevista al periódico “Jornal
do Comércio”, donde revela la ampliación del campo
de actuación de las autoridades sanitarias, en estos
casos va más allá de la vigilancia pura y simple.
En un mundo globalizado, una amenaza de esta
estudio de caso
ZIKAnaturaleza luego deja de ser local en pocos meses, la
alarmante asociación del zika en expansión con su
confirmado vínculo con disturbios neurológicos como
la microcefalia y el Síndrome de Guillain-Barré (SGB)
abrió los ojos al mundo y, rápidamente, la situación
se ha declarado una Emergencia de Salud Pública de
Importancia Internacional (ESPII).
En el auge de la epidemia y la repercusión en los medios,
lo que incluso motivó una visita relámpago de la directora
de la Organización Mundial de Salud (OMS), Margaret
Chan a Brasil, la acción de emergencia de los países se
concentró en la vigilancia. Por un lado se inició una
búsqueda implacable a los criaderos de mosquitos a
través de campañas de concientización y aún la creación
de brigadas de combate; por otro lado, se reforzó la
capacidad de diagnóstico y la investigación sobre la
dimensión de las complicaciones asociadas con el zika.
“Las autoridades de salud de Colombia, después de hacer
una evaluación de riesgo, realizaron ajustes en el plan
de acción, intensificando la vigilancia epidemiológica de
la microcefalia y SGB y la investigación en conjunto con
otras instituciones internacionales”, relata la Directora
General del Instituto Nacional de Salud del país, Dra.
Martha Lucia Ospina Martínez.
Una de las estrategias colombianas que dio los mejores
resultados fue justamente implementada en Barranquilla.
Allá, los llamados “caminantes” recorren las comunidades
diariamente y, gracias a su proximidad con la población,
pueden identificar acciones certeras para la promoción
de salud y así enfrentar las enfermedades ocasionadas por
los vectores. De casa en casa, ellos van creando un banco
de datos que monitorea áreas de riesgo y pacientes que
requieren atención médica, direccionándolos para uno de
los puestos de salud distribuidos por la ciudad.
Mucho antes de la epidemia del zika, la ciudad ya estaba
invirtiendo en una red de centros de salud organizada de
manera interesante: los puntos de atención ambulatoria,
llamados PASOS, están localizados, a lo mucho, a 800
metros de las casas de familias de los estratos más
vulnerables de la sociedad; y el centro de atención médica
24 horas está localizado, a lo mucho, a dos kilómetros de
estas casas.
Esta red altamente distribuida convirtió a los “caminantes”,
según Martínez, en “pilares de las intervenciones
para cualquier transmisión vectorial”, actuando en
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la promoción de la salud, prevención, diagnóstico y
acompañamiento de casos sospechosos. Además de
eso, permitió que Barranquilla pueda transformarse en
un laboratorio para la investigación de la enfermedad.
“Estamos haciendo un estudio de seguimiento de mil
Una solución a largo plazo va a requerir de los países suramericanos una revisión de todo el modelo de desarrollo urbano, incluyendo las políticas de uso del suelo, el acceso continuo al agua potable y la recolección de basura.
embarazadas para establecer cuál es la incidencia de
la transmisión vertical del zika, cuál es la incidencia
de recién nacidos con defectos congénitos y cuál es la
variación de esta incidencia según el mes de infección”,
agregó Ospina Martínez.
Sin embargo, es importante tener en mente que el
escenario de todas las epidemias también lo es de
innúmeras enfermedades descuidadas: la desigualdad.
Una solución a largo plazo va a requerir de los países
suramericanos una revisión de todo el modelo de
desarrollo urbano, incluyendo las políticas de uso del
suelo, el acceso continuo al agua potable y la recolección
de basura, que es la macro estructura ideal para la
diseminación de la enfermedad. “Es muy difícil mantener
un alto grado de movilización por mucho tiempo,
de modo que es fundamental actuar sobre el aspecto
estructural del zika y de las enfermedades transmitidas
por vectores en general”, nos hace recuerdo Temporão.
JESSÉ DE SOUZA.La desigualdad, antes de ser determinada por la dife-rencia de ingresos entre los más pobres y los más ricos, es una construcción social que marca cada ser humano desde su más tierna edad. Este es el pensamiento de Jessé de Souza, investigador brasileño de la Universidad Federal Fluminense y ex presidente del Instituto de Pesquisa Económica Aplica-da (IPEA).
entrevista
i2030 ¿Qué es lo que existe de estructural en los niveles de desigualdad en América del Sur? JESSÉ En pocas palabras, lo que produce la desigualdad es el abandono y el olvido de fracciones significativas de la sociedad, los excluidos de las llamadas clases populares. En América del Sur, estas clases populares están constituidas tanto por la clase laboral, en gran parte precaria, como también por los excluidos, que venden nada más que su energía muscular. Es importante pensar en esto porque, por lo general, uno piensa en la estructura de clase de acuerdo con una visión basada en los ingresos, lo que es muy superficial.
Después de varias décadas de tendencia opuesta, la des-igualdad disminuyó en América del Sur por dos moti-vos esenciales. El primero de ellos es la voluntad políti-ca, pues en este caso no basta la coyuntura económica, como ya se vio en otras épocas. Lo que hizo la diferen-cia, al menos en Brasil, en los últimos años fue una polí-tica de valorización del sueldo mínimo y de programas de transferencia de ingresos. En menor medida, puedo destacar en Brasil iniciativas de educación y de creación
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de empleo, como el programa de viviendas ‘Minha Casa, Minha Vida’ (Mi Casa, Mi Vida). Esta tendencia también se observó en el resto del continente, haciendo que varias personas sean alzadas por el mercado com-petitivo formal y, por lo tanto, tienen acceso a derechos. i2030 Entonces, ¿cómo se debe pensar en la estructura de clase si no se hace a través de los ingresos?
JESSÉ La desigualdad se produce desde la cuna, un proceso que es invisible para la población en general y hace que la gente desarrolle aquel pensamiento equi-vocado de que los ingresos definen las clases. En ver-dad, las clases se constituyen en la familia a través de estímulos. Por ejemplo, en la clase media se estimula la disciplina, la concentración, el pensamiento abstracto, la imaginación y la fantasía del niño, que son herra-mientas esenciales para la formación del ciudadano. Por lo tanto, el hijo de la clase media con cinco años entra en la escuela como un campeón. En el caso de un hijo de las clases más pobres, esos estímulos son mucho más escasos. Con menos estímulos a la lectura y a la con-centración él va a llegar a la escuela con una desventaja enorme, eso sin hablar de otros factores como la salud. Es de esta manera que se forma la clase y, por consi-guiente, la desigualdad. Quien no percibe la desigualdad a partir de esta formación piensa que ocupa un lugar en la sociedad por mérito, lo que es una gran equivoca-ción. La desigualdad viene de la cuna y es una injusticia flagrante, porque nadie escoge la cuna donde nace.
i2030 ¿Cuáles son los perjuicios que la desigualdad causa en la sociedad y en la democracia?
JESSÉ En sociedades conservadoras y profundamente desiguales como las nuestras, existe una élite interesada en la permanencia de la estructura social que financia las campañas de políticos de modo que defiendan sus intereses y que, a través de los conglomerados mediáti-cos, vende la idea para la clase media de que los ingresos son un juego de suma-cero, o sea, que dar oportunidad a los excluidos significa dejar de lado su propio bienestar. Esto hace que se estreche mucho el margen de maniobra de los gobiernos democráticamente electos para romper con el ciclo de reproducción de la desigualdad, porque existe una estructura construida hace siglos que está de-terminada a mantener la sociedad en esta disputa clasista y, en algunos casos, racista. Una sociedad armoniosa y solidaria es un factor esencial para cualquier democracia.
i2030 En un escenario de crisis económica, ¿cómo América del Sur puede avanzar para que siga disminu-yendo la desigualdad?
JESSÉ La disminución de la pobreza a través del crecimiento del capital económico, o sea, del consumo, fue una revolución importante en el continente, pero necesita que se profundice con incentivos a medios menos susceptibles a turbulencias, como el capital cultural, que también se encuentra fuertemente concentrado en casi 20% de la clase media. En países como Alemania y Francia, dos sociedades capitalistas, la reducción de las desigualdades del siglo 20 se dio en gran parte a través de la democratización del capital cultural. En estos países, entre el 70 y el 80% de la población tiene acceso al conocimiento de vanguardia que se traduce en prestigio e ingresos, o sea, una vida mejor.
Es importante destacar el papel del Estado en este proceso que involucra, por un lado el mantenimiento de programas de transferencia de ingresos y valorización del sueldo, y por otro, escuelas mejores, políticas culturales y medios de comunicación más plurales.
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La nueva Agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible
marca un cambio y una superación en relación a los
anteriores Objetivos de Desarrollo del Mileno (ODM).
Los ODS se inspiran en los propósitos y principios de la
Carta de las Naciones Unidas, la Declaración Universal
de Derechos Humanos y otros instrumentos incluida la
Declaración sobre el Derecho al Desarrollo, reflejados en
los párrafos 10 y 19 de la Resolución con la que se adoptan
los ODS (A70/1). Esto significa que se pone de relieve la
responsabilidad de los Estados de proteger, respetar y
promover los Derechos Humanos.
En los anteriores ODM pareciera que el desarrollo
transitaba un camino y los derechos humanos otro, sin
embargo la nueva Agenda toma este aprendizaje para no
volver a separarlos y construye “una agenda universal y
transformadora para el desarrollo sostenible basada en
derecho, donde las personas y el planeta ocupan un lugar
VISIÓN DEL ESPECIALISTA: JAVIER CHAMORRO
EL TEMA DE LOS INDICADORES: UN ENFOQUE EN DERECHOSNo dejar nadie a fuera también es un desafío para las estadísticas. Lea la opinión del experto en Indicadores de la Oficina del Alto Comissariado de Derechos Humanos de la ONU en Paraguay.
central” (A/69/700). Los nuevos objetivos se han formulado
con un enfoque integral que incluye igualmente objetivos
vinculados a los derechos civiles y políticos como la
participación y el acceso a la justicia, por ejemplo,
los cuales permiten brindar una mirada integral para
construir el mundo que queremos.
Este cambio representa una oportunidad histórica en la
cual todos los Estados promueven un “plan de acción en
favor de las personas, el planeta y la prosperidad, con
el propósito de fortalecer la paz universal dentro de un
concepto más amplio de la libertad” (A70/1), tal como
lo afirma el preámbulo de los ODS. Consecuentemente,
esto representa un cambio profundo para las metas y en
particular para los indicadores. Cambios que se deben
reflejar en la construcción de indicadores con enfoque
de derechos que permitan monitorear para que “nadie se
quede atrás”.
En principio debemos comprender que existen
limitaciones que debemos superar de cara a los ODS.
Desde la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH)
pensamos que las estadísticas oficiales se han enfocado
tradicionalmente en los promedios nacionales, en
distintos campos como la economía, la formulación de
políticas públicas para la asistencia en salud, la educación
o los servicios sociales. Sin embargo, estos promedios,
debidos a su misma naturaleza, esconden desigualdades
y, en consecuencia, resultan inadecuadas como única
medida de progreso.
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Para poder transversalizar el propósito de que “nadie se
quede atrás” y conocer las medidas de progreso en torno
a los ODS se exige un alto nivel de desagregación en los
datos, lo que permitiría identificar las brechas existentes
para tomar debidamente en cuenta a las personas en toda
su diversidad y en particular aquellas personas o grupos
de personas que viven en situación de vulnerabilidad y
exclusión.
Otros elementos a tener en cuenta guardan relación con
aplicar un enfoque de derechos a los indicadores ODS.
La OACNUDH desarrolló recientemente una nota de
orientación para responsables de políticas públicas,
especialistas en indicadores y profesionales del desarrollo
con este fin. Las recomendaciones a tener en cuenta
son: considerar el desglose de datos sobre personas y grupos
de personas para medir potenciales desigualdades y las
brechas en el cumplimiento de los ODS; tener en cuenta
la participación de los grupos de interés en la recolección
y definición de los indicadores; aplicar el principio de la
autoidentificación en relación a la identidad de la persona
y la pertenencia de pueblos indígenas, por ejemplo;
respetar la privacidad en el manejo de los datos; promover
la transparencia y el acceso a la información sobre los
indicadores y finalmente la rendición de cuentas periódicas
para valorar los avances y desafíos. Todos estos elementos
son significativamente cruciales para la aplicación del
enfoque de derecho en los indicadores de los ODS.
Mientras haya desafíos importantes en materia de
indicadores para los ODS, en particular los relacionados a
la desagregación, al mismo tiempo se trata de un llamado
a la creatividad y el desarrollo científico y tecnológico.
En los países de nuestra región existen algunas
experiencias alineadas a los retos que se proponen
medir los ODS. En Paraguay, por ejemplo, con asistencia
técnica de la oficina de la OACNUDH, se desarrollaron
experiencias de aplicación de los indicadores de derechos
humanos en diferentes ámbitos como el Derecho a la
Salud con el Ministerio de Salud Pública y Bienestar
Social, el Derecho a la Educación con el Ministerio de
Educación, el Derecho a un Juicio Justo con la Corte
Suprema de Justicia, y actualmente están en proceso otras
experiencias vinculadas con la medición de los Derechos
Económicos, Sociales y Culturales en los programas de
lucha contra la pobreza de la Secretaría de Acción Social
y también sobre el Derecho a un Juicio Justo con el
Ministerio Público.
Dentro de América Latina, también se podría destacar las
iniciativas de México que son similares a las de Paraguay
con acompañamiento de la OACNUDH. Estas experiencias
han trazado un primer paso y resta ahora sostener los
compromisos asumidos para recoger y publicar los
indicadores con las desagregaciones definidas y alineadas
a los ODS.
La contextualización de los indicadores ODS que se
deberá realizar necesariamente para cada Estado,
exigirá metodologías participativas, inter-sectoriales y
transparentes, es decir, cumplir durante todo el proceso
de definición, con el enfoque de derechos aplicadas a los
indicadores.
Javier Chamorro es especialista de indicadores de la
Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para los Derechos Humanos en Paraguay.
El informe del Grupo Interinstitucional y de Expertos sobre Indicadores de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU indicó las siguientes categorías de desagregación:
NIVEL DE INGRESOS
GÉNERO
EDAD
RAZA
ETNICIDAD
STATUS MIGRATORIO
DISCAPACIDAD
LOCALIZACIÓN GEOGRÁFICA
CATEGORÍAS DE DESAGREGACIÓN PARA LOS ODS