MÉXICO: EL SIGLO XIX -...

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Historiador. MÉXICO: EL SIGLO XIX JuAN MANUEL MoRENO TABLEROS':' cribir las condiciones de México e intentar explicar las causas de su Independencia, necesariamente lleva a la retrospección sobre la serie de sucesos ocurridos en la se- gunda mitad de la centuria anterior y que son en esencia económicos y políticos. Previamente, a lo largo de la Co- lonia, se genera un paulatino proceso social cuya combi- nación con la situación material y política, desembocan en el movimiento insurgente. Los criollos, insatisfechos con su situación inferior ante los peninsulares; socialmente indefinidos aún ante mestizos, indígenas y castas: son los letrado<! que perciben con mayor claridad y desagrado la creciente sangría de la corona española a las riquezas de la Nueva España. 1 También resentirán las medidas políti- 1 Humboldt lo advierte en su Endayo Po!aico. Refiriéndose a los criollos describe: "estos prefieren que se les llame americanos; y desde la paz de Versalles, y en especial después de 1879, se les oye decir muchas veces con orgullo: Yo no soy español: soy americano, palabras que, destaca el Barón, descubren los síntomas de un antiguo resentimiento. Op. cit., 109 MÉXICO: EL SIGLO XIX Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM www.juridicas.unam.mx http://biblio.juridicas.unam.mx DR © 2010. Colegio de Notarios del Estado de México

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~ Historiador.

MÉXICO: EL SIGLO XIX

JuAN MANUEL MoRENO TABLEROS':'

cribir las condiciones de México e intentar explicar las

causas de su Independencia, necesariamente lleva a la

retrospección sobre la serie de sucesos ocurridos en la se­

gunda mitad de la centuria anterior y que son en esencia

económicos y políticos. Previamente, a lo largo de la Co­

lonia, se genera un paulatino proceso social cuya combi­

nación con la situación material y política, desembocan en

el movimiento insurgente. ~ Los criollos, insatisfechos

con su situación inferior ante los peninsulares; socialmente

indefinidos aún ante mestizos, indígenas y castas: son los

letrado<! que perciben con mayor claridad y desagrado la

creciente sangría de la corona española a las riquezas de

la Nueva España. 1 También resentirán las medidas políti-

1 Humboldt lo advierte en su Endayo Po!aico. Refiriéndose a los criollos

describe: "estos prefieren que se les llame americanos; y desde la paz de

Versalles, y en especial después de 1879, se les oye decir muchas veces

con orgullo: Yo no soy español: soy americano, palabras que, destaca

el Barón, descubren los síntomas de un antiguo resentimiento. Op. cit.,

109 MÉXICO: EL SIGLO XIX

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cas impuestas desde la Península a partir de mediados

del siglo XVIII, las cuales, aún cuando alientan el progreso

local, sólo extremarán las diferencias sociales y tratarán

de impedir la introducción y difusión de las nuevas ideas

que para entonces mueven a las conciencias de América

del Norte y Europa, exceptuando en este caso a España,

donde la iglesia tiene a su brazo ejecutor de pensantes des­

carriados, a la santa inquisición.2 ~Si bien es cierto que

p. 78. Por su parte, Alamán, quien retoma lo analizado por Humboldt,

profundiza su exposición al entrelazar el descontento criollo, no sólo

por la marginación respecto de los peninsulares, sino de los efectos de

las medidas económicas españolas sobre la Nueva España. El largo

hábito de la obediencia absoluta al monarca, afirma, había hecho de

esta un principio asentado y por todos reconocido. Sin embargo, se

veía con disgusto para los mexicanos la continua salida de dinero para

la metrópoli y para los situados de América y Asia, y entre las personas

ilustradas se comenzaban á difundir alguna especies poco favorables

á la autoridad de los reyes de España, mucho más cuando algún inci­

dente en particular excitaba la rivalidad entre europeos y americanos.

Ver: Alamán, Lucas. Hi.Jtoria oe México. Ed. Jus, México, 1942. T. l.,

pp. 85-86. En torno a la falta de identidad y reconocimiento hacia los

criollos, personajes como Clavijero, Alegre y Cavo, tendrán un papel

protagónico central en la construcción del andamiaje ideológico que les

permitiría anclarse como estamento en la sociedad colonial. 2 Se sabe que, no obstante las prohibiciones (sobre todo de parte del

alto clero español), para introducir a las colonias los textos generados

en el resto de Europa y sobre todo en Francia, los mismos llegaban de

contrabando y circulaban entre el segmento letrado de los criollos y

aún hispanos. Las tertulias de Hidalgo, Riaño y Abad y Queipo, para

leer y comentar a los enciclopedistas franceses, entre otros, son bien

conocidas. "Pero ¿qué fue lo que indujo a Hidalgo a cometer el pecado

de la soberbia?" Se pregunta uno de sus biógrafos. "Fue el contagio de

las ideas antirreligiosas de los enciclopedistas franceses y de las ideas

de la Revolución Francesa. En los escritos polémicos de los detractores

de Hidalgo, prosigue, constantemente se le acusa de leer a Voltaire,

Rousseau, Diderot y Raynal, así como de imitar sus doctrinas y de

querer aplicarlas en la Nueva España". En Hernández Luna, Juan.

Imágene.J Hi.Jtóric(M Je Hidalgo. UNAM, 1953. Pp. 36-37. El maestro José

Miranda enriquece esa visión al detallar: "Los vehículos mediante los

cuales penetró la Ilustración en México fueron muchos y muy varia-

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las llamadas Reformas Borbónicas aplicadas en la segun­

da mitad del siglo XVIII, generan un evidente crecimiento

en la economía colonial, también lo es el que su diseño y

aplicación tiene como objeto incrementar las remesas de

riqueza hacia España. Tradicional importadora de mer­

cancías y exportadora de materias primas, la península

requería reanimar las actividades extractivas de su joya

americana, la cual había experimentado una recaída en el

siglo anterior. ~ La minería como motor de la economía

novohispana, genera lo que modernamente conocemos

como sinergias en otras actividades, ya sea en la agricul­

tura o la incipiente producción artesanal-industrial de los

obrajes, en cuyas actividades destaca la textil. Con dicho

impulso, ciertas áreas geográficas novohispanas avanzan

en lo material y crecen poblacionalmente con su conse­

cuente urbanización. El modelo borbónico, creado, impul-

dos: los libros, los viajeros y hombres de ciencia provenientes de la pe­

nínsula o del extranjero, los jerarcas del gobierno y la administración,

los jefes y oficiales del ejército, y la política del Despotismo Ilustrado".

Pero, quienes mayor influencia ejercieron, aclara, fueron los mismos

gobernantes, civiles y eclesiásticos, que vinieron a regir los destinos

novo hispanos. A partir del marqués de Croix, que asumió el mando en

1766, prosigue Miranda, casi todos los virreyes son entusiastas adeptos

de la Ilustración: el mismo Croix, Bucareli, Mayorga, los dos Gálvez

Núñez de Haro, Flores, Revillagigedo ... Miranda, José. Vúla cowniaL

y aLbored de la Independencia. SepSetentas, México, 1972. p. 200. En otro

análisis, al detallar la participación novohispana en las junta<~ prorincia­

le<i desarrolladas en la península a partir de 1809 y que traerían como

resultado la Con<~titucúfn de CáJiz, Miranda expone que el representante

designado, Miguel de Lardizábal, entre otros encargos (por parte de

Zacatecas), para promover ante el órgano legislativo español estaba:

"que la Inquisición y los magistrados civiles vigilasen escrupulosa­

mente la introducción y propagación de libros y doctrinas antipolíti­

cas e irreligiosas, usos y costumbres extranjeros, y que sus introduc­

tores y secuaces fuesen castigados con el máximo rigor ... ". Miranda,

José. La<~ idea<~ y 1M iadtitucwnu poLítica<~ mexicana<~. UNAM, 1978, p. 228.

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112 .JUAN MANUEL MORENO TABLEROS

sado y aplicado por el visitador José de Gálvez incluye,

entre otras medidas, la modernización ftscal del virreina­

to, así como la aplicación de la Real Cédula de Consolida­

ción de Vales vigente en la Nueva España a partir de 1804

y derogada en 1808. d Previa a las medidas económicas,

la corona y su visitador Gálvez habían expulsado a los

miembros de la compañía de Jesús (1867), y confiscado

bienes y documentos de la congregación religiosa. El gol­

pe contra los jesuitas representa el primer paso para que la

corona contenga la influencia ideológica de sus miembros,

además de apropiarse de una buena cantidad de bienes

cuya venta iría a parar a las arcas reales. d Sabido es que

en esa época, la fuente de financiamiento por antonoma­

sia es el clero. Hacendados, rancheros, mineros y dueños

de obrajes recurren a la obtención de recursos líquidos a

través de los créditos hipotecarios ofrecidos por la iglesia.

Con módicos intereses y la flexibilidad para el cobro del

principal, por mucho tiempo el clero había sido el canal

recurrente de quienes necesitaban financiamiento. A cam­

bio, las órdenes religiosas como jesuitas y franciscanos,

por ejemplo, vía los intereses obtenidos, adquirían tierras,

formaban haciendas y su producción funcionaba para cos­

tear, entre otros, los gastos de los colegios y actividades

culturales que desarrollaban. d Urgido Carlos IV de

efectivo, en diciembre de 1804 se expide en la Nueva Es­

paña la Real cédula dobre enajenación de biened rafced y cobro de

capitalu de capeffanfM y obrad pfM para La con.:JoLUJación de va/u

reale.:J. 3 Baste imaginar cuál fue la reacción de quienes te-

3 La medida había sido aplicada en la metrópoli desde 1798.

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nían hipotecadas haciendas, talleres, propiedades y demás

bienes. La orden era "enajenar las fincas de fundaciones

piadosas y se recojiesen (die), los capitales impuestos cu­

yas escrituras estuviesen cumplidas" todo eso para obte­

ner el capital requerido por el monarca. Para entonces,

España estaba inmersa de lleno en sus controversias con

Inglaterra y proseguía la política de importación de bienes

(manufacturados), contra la exportación de materias pri­

mas, esencialmente los metales extraídos de las colonias,

particularmente de la Nueva España. ~ Todo lo ante­

rior, y muchos agravios más, alimentaron el caldo de cul­

tivo del descontento novohispano y de los otros territorios

americanos bajo el control español. Ello se hará patente en

1808, cuando los criollos del Ayuntamiento de la ciudad de

México realizan un primer intento independentista, bajo

el argumento de que la legítima autoridad depositada en

la testa de Fernando VII, carecía de representatividad en

la Nueva España en virtud de estar en manos de la familia

napoleónica y de que el trono ibérico había sido usurpado

por José Napoleón. Sabemos las consecuencias para los

cuatro letrados criollos: Francisco Primo de Verdad, Juan

Azcárate y Jacobo Villaurrutia quienes, con Melchor de

Talamantes representan al partido conservador indepen­

dentista.4

4 Hasta en tanto no fuese liberado Fernando VII, argumentaron los

miembros del Ayuntamiento, la soberanía regresaba al pueblo novo­

hispano y la ejercería hasta en tanto el monarca no fuese liberado el 15

de septiembre de 1808 y en vista del evidente éxito de los miembros

del Ayuntamiento, el español Gabriel de Yermo, con el apoyo de los

miembros del Consulado, ejecutan un golpe de Estado destituyendo al

virrey lturrigaráy. Primo de Verdad y sus aliados son apresados y éste

es ahorcado en la sala de cabildos del Ayuntamiento.

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Las condiciones en 1810 Como Alamán, quien tiene como referencia a Humboldt,

los coautores del Micico a travi1 de !oJ Jig[o,¡, describirán a la

Nueva España de los albores del siglo XIX, con una exten­

sión geográfica de cerca de 200 mil leguas cuadradas, y una

población que apenas ascendía a seis millones de habitan­

tes. 5 Respecto a la estructura social en la cual se organiza

el modelo novohispano, es clara la distribución piramidal

de la población, la cual refleja las desigualdades entre uno

y otro estrato de la población. d En sus estimaciones po­

blacionales, que tienen como base el censo de Revillagige­

do, Humboldt calcula que hacia 1808los habitantes novo­

hispanos superaron a los "6 millones y medio de almas".6

Con base en esas cifras, la estratificación social resultante

da pie al comentario sobre el México de la desigualdad.

d De acuerdo con lo anterior, del total poblacional de

la época, la punta de la pirámide la ocupan los hispanos

venidos de la península: 70 mil españoles europeos, señala

Alamán. 7 Dicha minoría gravitará sobre el resto de los ha­

bitantes, incluido el millón 130 mil criollos reportados por

los historiadores. d En orden descendente, se identifica

a indios y castas quienes, en conjunto representan a cuatro

quintas partes de la población. En las últimas, de acuerdo

con la clasificación de Riva Palacio, se contempla a millón

5 En el sistema anglosajón la legua es la mayor unidad de medida. Una

legua cuadrada equivale aproximadamente a 23, 309 kilómetros cua­

drados. La conversión de 200 mil leguas cuadradas nos dan poco más

de 4.5 millones de kilómetros cuadrados. Ver: Riva Palacio, Vicente, et

al. Mé:Úco a travé.1 de !od d~r¡Lod. Ed. Cumbres, T. v., p. 15. 6 De Humboldt, Alejandro. Op. cit., p. 58. Previamente, el autor calcula

que hacia 1803, la población alcanzaba los 5 millones 800 mil habitan­

tes. 7 Ibid, T. r, p. 23. Al referirse a este grupo social, el Barón los distingue

como chapetoned o ,r;achupúzed. De Humboldt. O p. cit., p.79.

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y medio de individuos procedentes de la mezcla de espa­

ñoles e indígenas: los mestizos. ccJ Para el tiempo en que

se fragua la conspiración de Querétaro, las condiciones

económicas y sociales permanecen tal y como se describen

en los años precedentes. No obstante, a esa desigualdad se

suma una coyuntura política internacional: los desastres

políticos provocados por Manuel Godoy que inician con

la derrota de Trafalgar (1806), y culminan con la invasión

napoleónica a España (1808): con la abdicación de Carlos

IV y la custodia de Fernando VII en manos de los fran­

ceses. En tal contexto, el intento del Ayuntamiento de la

ciudad de México habrá de representar el primer paso de

los criollos para asumir el control político de la colonia. 8

ccJ Con la derrota sufrida por el golpe de Estado de Ga­

briel Yermo contra lturrigaray y después contra el nuevo

virrey, el arzobispo Francisco Javier Lizanay Beuamont,

empieza a ser visible que los criollos del partido indepen­

dentista conservador encabezados por Primo de Verdad,

Azcárate y Talamantes, no son los únicos en aspirar a la

independencia. Existe entre ellos un ala liberal cuyos fines

van más allá de la mera separación administrativa de Es­

paña. ccJ En 1809, un año después de los acontecimientos

de la ciudad de México, en Valladolid (Morelia), se da un

nuevo intento por parte de los criollos locales para reini­

ciar el movimiento. Vista la carencia del apoyo popular,

los criollos liberales se convierten en conspiradores. Con

la guía del teniente de infantería José Mariano Michele­

na, toman parte otros criollos con prestigio local: Nicolás

Michelena, fray Vicente de Santa María y los militares

8 La flota española desaparece como tal a manos del almirante Nelson.

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,JUAN JV1ANUEL t\lORENO TABLEROS

José María Obeso y Mariano Quevedo. Para ganarse el

apoyo de indios y mestizos (además de argumentar que

ante la desaparición del rey, la Nueva España tiene la fa­

cultad de nombrar el retorno de Fernando VII), planean

ofrecerles la abolición de los tributos y las cajas de comu­

nidades, mientras que a los soldados se les promete una

buena paga. Sin embargo, la conspiración es descubierta y

sus autores apresados.9 d Un año después, en Ouerétaro

surge una nueva conspiración. Sus actores retomarán las

propuestas de 1808 y Valladolid, en el sentido de que los

representantes de las provincias gobernaran en nombre

de Fernando VII. Sus líderes: Ignacio Allende y Juan Al­

dama, militares; el corregidor de Ouerétaro Miguel Do­

mínguez, funcionario civil y; el cura de Dolores Miguel

Hidalgo, entre otros, son criollos. Allende, como cabeza

original del movimiento, representa la posición que Primo

de Verdad (y después Alamán), pretende como argumen­

to para justificar su rebelión: independizar administrati­

vamente a la Nueva España, pero continuar obedeciendo

a la corona. d Como militar, Allende sólo influye en su

medio, como sus antecesores de Valladolid, requerían del

apoyo popular para garantizar el éxito del movimiento.

Para ello deberá ceder la dirigencia a Hidalgo. Descubier­

tos el 15 de septiembre de 181 O, y avisados por la Corre­

gidora a través de Juan Aldama, los conjurados deciden

anticipar la sublevación originalmente programada para

el 29 del mismo mes. Mientras se vestía, Hidalgo pronun­

cia las palabras que reproducen sus biógrafos: "Señores,

9 En Semo, Enrique, et al. Mé.xico un ¡meMo en Úz hi.dtoruz. Alianza Edito­

rial Mexicana, 2001. T. 2, p.l26.

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no nos queda otro remedio que ir a coger gachupines".

~ La madrugada del 16 de septiembre da inicio el mo­

vimiento independiente. No el 15 como inventó Porfirio

Díaz para que coincidiera con su cumpleaños. A las cinco

de la mañana de ese domingo, Hidalgo arenga a los con­

vocados por el campanero Jesús Galván para oír misa.

La multitud creciente escuchará atenta los ofrecimientos

de abolir impuestos gravitantes sobre el pueblo durante

más de tres siglos y concluirá: "sin patria y sin libertad

estaremos siempre a mucha distancia de la verdadera fe­

licidad ... la causa es santa y Dios la protegerá ... ¡Viva

Fernando VII, viva la Virgen de Guadalupe, muera el mal

gobierno y mueran los gachupines!". ~ A partir de ese

momento, el país librará una lucha de once años. Muertos

los iniciadores en 1812, José María Morelos continuará el

movimiento para también ser víctima de la venganza co­

lonial. Hacia finales de la segunda década del siglo, pocos

quedaban para mantener el espíritu independiente. Gua­

dalupe Victoria, Bravo y Vicente Guerrero continuarán

con la guerra de guerrillas. Hasta 1821 cuando se pactan

con lturbide los Tratados de Córdoba. ~ Entre tanto,

por lo menos tres virreyes más gobernaron a la Nueva

España: Francisco Javier Venegas, Félix María Calleja

y Juan Ruiz de Apodaca. A mediados de 1820, aparece

una gaceta extraordinaria anunciando cuáles autoridades

y elementos civiles y eclesiásticos habían jurado respetar

la Constitución de 1812, a cuya reposición fue obligado

Fernando VII en los inicios de ese año. Apodaca, conde

del Venadito se había negado aplicarla en la colonia con el

argumento de no haber recibido instrucciones de la penín-

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sula. Las presiones cada vez mayores lo obligan a restituir

el orden constitucional, pero paralelamente se confabula

con los conspiradores de La Profesa para impedir su real

aplicación.

1821-1835 El brazo armado de la conjura estaría a cargo del coronel

Agustín de lturbide quien, como teniente había participa­

do en la batalla del Monte de las Cruces. Nombrado para

combatir a Vicente Guerrero, desconoce las instrucciones

superiores e inicia su propio proyecto independiente. Con

el lema de las tres garantías: libertad, religión y unión, ter­

mina por pactar con Guerrero y dar inicio al Primer Impe­

rio. lturbide no dura mucho como emperador (mayo 21 de

1822 al 19 de marzo de 1823), la inexperiencia y los exce­

sos provocarían la animadversión entre legisladores y mi­

litares. Éstos, como Santa Ana, Guerrero y Victoria se

rebelan hasta la final renuncia imperial. ~ Durante esos

meses, aparece en escena un personaje que tendría in­

fluencia definitiva en los acontecimientos históricos sub­

secuentes. Joel R. Poinsett, enviado por el líder del Con­

greso norteamericano, Henry Clay, se apersona ante

lturbide para manifestar los parabienes del gobierno del

norte y solicitar se permita la apertura de una vía comer­

cial entre Santa Fe y Missouri. Además, de acuerdo con

un testigo presencial, Poinsett manifestó el interés de su

país por territorios del norte hasta ese momento poco ex­

plotados por México. Con mapa en mano, su dedo reco­

rrerá Texas, Nuevo México, Alta California y partes de la

Baja, Sonora, Coahuila y Nuevo León. ~ La petición y

su portador son canalizados al Ministerio de Asuntos Ex-

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teriores e Interiores, cuya cartera ocupa Lucas Alamán.

Poinsett escuchará que para tratar cualquier negociación,

en primera instancia el gobierno del Norte debía ratificar

con el gobierno mexicano el Tratado de Límites Territo­

riales Onis-Adams, firmado con España en 1819. Como

no logra su propósito el procónsul norteamericano perma­

nece unos días en México y se retira. Pero regresa, y con

la obra de Humboldt en mano se dedica a recorrer el país.

~ Con Guadalupe Victoria, Poinsett retorna. Además de

agradecer el beneplácito del gobierno de su país para in­

corporar el contenido de su constitución a la nuestra de

1824, insiste en sus primeras pretensiones. De nueva

cuenta enfrenta a Alamán con los mismos resultados. Se

queda en México para fortalecer las relaciones personales

hechas durante su primera estancia, entre ellas las de San­

ta Ana. Relaciones que darán como resultado el que sea el

promotor de la creación de la !t~qúz yorquina, entre cuyos

miembros estarán Lorenzo de Zavala, Miguel Ramos Ariz­

pe, el ministro de Hacienda Esteva y Alpuche Infante. 10

10 Lucas Alamán trata el tema en su Historia de México, T. v, pp. 517-

18. Sierra hará lo correspondiente en su obra: "El plenipotenciario

americano Poinsett, escribe, hombre de alta ilustración, amigo de ha­

cer prosélitos e identificado con las ideas antiespañolas de los radicales,

determinó a éstos a crear una asociación política, en la que no figuró

naturalmente, pero de la que según parece era oráculo ... De aquí na­

ció, bajo el patrocinio del ministro de hacienda Esteva, del de Justicia

Ramos Arizpe, del exaltado representante Alpuche Infante, de Zavala

y otros, la logia yorquina, que aspiró a ser la dociedad de jacobinos de la

revolución mexicana ... ".Ver Sierra, Justo. Evolución política del pueblo

me;Úcano. UNAM, 1957, pp. 190-91. Quien con mayor detalle describe

las correrías de Poinsett es Fuentes Mares. De la logia de los yorquinos

describe, además de ser el antecedente del Partido Liberal, con ella se

da la división de los letrados entre liberales y conservadores, yorqui­

nos y escoceses. Sobre Poinsett, Fuentes Mares cita a Carlos Pereyra

quien afirmará: "No hay que atribuir al ministro norteamericano todos

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122 .JUAN MANUEL MORENO TABLEROS

término del eJerc1c10 de Guadalupe Victoria (1829), se

dan elecciones donde Vicente Guerrero es el perdedor.

Mediante el Motín de la Acordada, cuya autoría intelec­

tual se le adjudica a Poinsett, Guerrero le arrebata el po­

der a su oponente. Con este levantamiento habrán de rei­

niciarse las rebeliones y asonadas militares que asolaron al

país durante decenas de años. 13 En su administración,

también bajo las instigaciones del norteamericano y las

presiones de Lorenzo de Zavala, aplica el decreto para la

expulsión de los españoles. Igualmente, en ese año florece

su Alteza Serenísima, como vencedor del general español

Isidro Barradas quien, en un intento de reconquista inva-

de Tampico. 1($ Con el triunfo de Santa Ana, el vicepresi­

dente Anastacio Bustamante se rebela y derroca a Gue­

rrero, mientras tanto José María Bocanegra ocupa

interinamente la Presidencia. Bustamante ocupa la Presi-

dencia en varias ocasiones (1830 32, 1837-1839, 1839-

1841), ya sea como vicepresidente en ejercicio de la presi­

dencia o como titular del cargo. En la primera lleva de

nueva cuenta a la administración pública a Lucas Alamán.

1($ En 1832 Melchor Múzquiz es Presidente interino. Si­

multáneamente, Santa Ana, Bustamante y Gómez Pedra­

za se ponen de acuerdo para que el tercero ocupe el Eje­

cutivo. Será por cuatro meses, pues el primero lo sucederá

en abril de 1833. Dada la vida aventurera del futuro cojo,

el vicepresidente por varios años, Valentín Gómez Farías,

dado a conocer subsistirá hasta el Porfiriato donde las tiendas de raya

y los pejuga!ed (cárceles de los hacendados descritos por Luis Cabrera

85 o 90 años después. Ver: Poinsett, Joel R. Not~l ,1obre México. Jus.

1950, pp. 197 y 200. 13 La primera, según Alamán, la inugura Santa Ana contra Iturbide.

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bajo esa condición, ejerce el cargo presidencial. Parece ser

esta la época cuando la rama liberal evidencia los rasgos

que la dibujarán en lo subsecuente. Con Gómez Farías

colaborará el doctor José María Luis Mora quien desde

sus antecedentes como legislador en el Estado de México,

había impulsado el liberalismo constitucional y la necesi­

dad de desamortizar los bienes del clero. rd Con sus dis-

tintas iniciativas en el Congreso estatal, el Ducurdo ,wbre la

naturaleza y apficacúfn de ÚM renta<~ de foJ biened ecfuúMtÚ:Od,

Mora allanará el camino para la defmitiva aplicación de la

Ley Lerdo en 1857. En su tiempo, tal y como lo definiera

en sus trabajos, el clero y la milicia eran los detentadores

del poder: uno en lo económico y el otro de la fuerza. Sus

alianzas con la oligarquía territorial heredera de la colonia

impedirán la transformación del país y favorecerán, con la

división, la debilidad con la que se enfrentó la guerra del

47. rd Los diez meses que duró el primer periodo de Gó­

mez Farías, Mora siguió un programa de trabajo que a

grandes rasgos consistía en: "La ocupación de los bienes

del clero, la abolición de los privilegios de esta clase y de

la milicia, la difusión de la educación pública en las clases

populares, absolutamente independientes del clero, la su­

presión de los monarcas, la absoluta libertad de opiniones,

la igualdad de los extranjeros con los naturales en los de­

rechos civiles, y el establecimiento del jurado en las causas

criminales". 14 También, como los criollos participantes

como representantes provinciales en la formación legisla­

tiva hispana, Mora era partidario declarado del libre co­

mercio. Eso le valió entrar en controversia constante con

14 En Zavala, Silvio. Op. cit., p 72.

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124 JUAN MANUEL MORENO TABLEROS

Alamán, quien con Esteban de Antuñano, solicita a Gó­

mez Farías las primeras medidas proteccionistas de la in­

dustria nacional y del mercado interno. 15 ~ En abril

de1833 los supuestos colonos de Texas solicitan su separa­

ción de Coahuila. En octubre de 1835 ya presentan una

verdadera rebelión, a la cual Santa Ana sale a sofocar.

Para entonces Gómez Farías, Mora y todos los enlistados

por los conspiradores del Plan de Cuernavaca16 se encuen­

tran en el exilio. El nuevo gobierno, a cargo de los conser­

vadores prepara la promulgación de las Siete /eyed, código

que suplantará al de 1824 volviendo al esquema centralis­

ta.17 ~ Los excesos de Santa Ana concluirán con la de-

15 Reyes Heroles documenta este enfrentamiento, donde Mora argu­

mentará la necesidad de la apertura comercial para que la incipiente

planta industrial mexicana obtuviera lo que hoy llaman competitividad.

En ese sentido orienta también sus críticas a lo que piensa es protec­

cionismo con medidas como la creación del Banco de Avío. En Reyes

Heroles, Jesús. El Lwera!urrw tnexicano. FCE. 1974, T. 11, pp. 232-35. 16 A instancias de los conservadores y el clero, que ven en las medidas

de Gómez Farías el fin de sus privilegios, se confabulan con Santa Ana

para promover un golpe de Estado. Su Alteza Serenísima instruye a su

general Ignacio Echeverría se pronuncie en Cuerna vaca en defensa de

la religión y en contra del congreso. 17 Ireneo Paz relata que Santa Ana, además de preparar el golpe contra

Gómez Farías, manda cerrar con llave las puertas del congreso con el

objeto de impedir el acceso de los legisladores. Poco después, en entre­

vista con el obispo Portugal le dirá: "Ya ve su señoría ilustrísima que

por mi parte están cumplidos todos los compromisos". En Paz, Ireneo.

Su a!tenz Jerenf.Jima. SEP/FCE. 1982, pp. 159-163. En el proceso de la

desaparición del federalismo, declarado por Santa Ana en octubre de

1835, los sublevados de Texas, con Lorenzo de Zavala como aliado,

fundarán los motivos de su separación. De Úul diete leyeJ, Sierra escribi­

rá: "La Constitución de las siete Leyes era, por lo demás, muy liberal;

rica en su inventario de garantías, hospitalaria al extranjero y, según el

sistema norteamericano invitándolo a nacionalizarse con el aliciente de

la propiedad raíz; intolerante en materia religiosa, pero mantenedora

de un resto del Patronato en compensación de esa intolerancia; dotada

de su clásica división y ordenamiento de poderes, con un Legislativo

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rrota de San Jacinto y su reconocimiento de la indepen­

dencia texana en mayo de 1836. El gobierno mexicano

desconoce este pacto y mantiene la guerra, con Anastacio

Bustamante quien había regresado a la presidencia en

abril de ese mismo año. En 1838, concluido el conflicto

que terminó con la segregación de Texas y representó un

ensayo para lo que ocurriría en 1847, los franceses con

pretendidos agravios económicos, generan la llamada gue­

rra de loJ paJtefed. El fondo de sus intenciones eran colonia­

listas .pero, en virtud de sus rivalidades con Inglaterra y

Estados Unidos, el gobierno mexicano aprovecha la co­

yuntura y sólo se obliga al pago de 600 mil pesos.~ No

obstante el fracaso texano, Santa Ana mantiene su in-

fluencia con el gobierno de Bustamante. Por ello, en 1839

hay una rebelión liberal, la cual es sofocada en Tampico y

Acajete. Un año después Valentín Gómez Parías y el ge­

neral José de Urrea también se rebelan, son derrotados y

condenados al exilio. ~ En lo social, en esos años el país

refleja los contrastes producto del disparejo desarrollo

material y de las continuas luchas entre las facciones polí­

ticas. Según los cálculos, entre 1838 y 1842 el país contaba

con poca más de 7 millones de habitantes de los cuales,

arriba del 90 por ciento se ubica en las zonas rurales. El

analfabetismo es mayoritario y la poca actividad cultural

se desarrolla en los centros urbanos. ~ Para entonces

bicamarista, con su cámara de representantes fundada en un estrecho

régimen electoral, no desproporcionado a las exigencias cortísimas del

país en materia de sufragio; con un Ejecutivo compuesto por un presi­

dente, que duraba ocho años en su encargo, un ministerio y un consejo

de gobierno; con un Poder Judicial inamovible y una división del te­

rritorio en departamentos, dotados de asambleas electivas con amplias

facultades de administración".

125 MÉXICO: EL SIGLO XIX

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126 ,JUAN MANUEL MORENO TABLEROS

queda definida una nueva pirámide social constituida por

las castas, pero esta vez, encabezada por los criollo ricos

quienes, aliados con el alto clero, apoyarán a los militares

en las distintas asonadas contra los intentos reformistas de

una fracción liberal ilustrada que emerge de los estratos

medios. En la base de la estructura está "La clase popu­

lar ... constituida por lo que no formaban parte de las cla­

ses mencionadas, es decir, la mayor parte de la población:

rancheros (parte de la futura clase media rural), indios,

peones, trabajadores de las minas, sirvientes, vendedores

ambulantes, dulceros, voceadores de periódicos, eloteros,

lecheros, pepenadotes, aguadores, léperos". 18 Además,

con las constantes luchas entre facciones, también se ha­

bía descuidado la seguridad interna. Como consecuencia,

florece la delincuencia que asola los caminos y pone en

jaque a los hacendados. ed Como en otras actividades, el

campo experimento las consecuencias de la inestabilidad.

A partir de 1812, aunada a los tradicionales despojos por

parte de grandes hacendados y autoridades, el ejido casi

desapareció en virtud de la transformación del municipio

ordenado en la ConJtitución de Cádiz. A raíz de esto, escribe

la maestra Josefina Vázquez: "Muchos ejidos y potreros

empezaron a ser vendidos o arrendados por las autorida­

des municipales, lo que provocaría que a partir de 1824

reclamación de ejidos y restitución de tierras". 19 ed Por lo

que toca a la industrialización iniciada por Alamán, la mis­

ma tiene algunos resultados hasta que, en 1842 se extin-

18 Vázquez, Josefina Zoraida. Lo,1 primero.! tropiezo,,. En: HiAoria,qenera!

de México. SEP 1 Colegio de México. 1981. T. 3, p. 59. 19 IhiJ., p. 47.

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gue el Banco de Avío. Con los fracasos por impulsar la

minería a partir del control de los ingleses, se había procu­

rado apoyar a la industria textil, que para 1845 contaba

con 117 mil 521 husos, produce medio millón de piezas

(esencialmente de algodón), y tiene la ventaja, dice la

maestra V ázquez, de ser propiedad mayoritariamente de

mexicanos y españoles. Alamán, quien introducirá el ara­

do de reja con sus ventajas para la atrasada producción

agrícola, intentó también diversificar lo que a textiles se

refiere, particularmente en lana y seda (que fracasaron).

Favoreció la creación de otras actividades industriales

como las del cristal, puros y cigarros, aguardiente, aceites,

ferreteras y hasta la fabricación de carruajes, diligencias y

carrocerías.20 ~En su caso, el comercio y dado el desin­

terés mexicano, quedó en manos de extranjeros, quienes

se beneftciaron de los esfuerzos de las distintas adminis-

traciones por multiplicar la infraestructura de las comuni­

caciones. En no pocas ocasiones, sus miembros funciona­

ron como fuente de financiamiento para costear, sobre

todo, las aventuras del dueño de Manga de Clavo. ~

Respecto de los retratos de la época, la marquesa Calde­

rón de la Barca dejará para las posteridad sus observacio­

nes. En julio de 1840, cuando Gómez Parías y otros suble­

vados hacen el intento de derribar a Bustamante la Señora

escribe: esta mañana corren toda clase de rumores. Creen

algunos que Santa Ana ha dejado su retiro de Manga de

Clavo y que deberá llegar hoy y se comerá el bocado en

disputa (la silla presidencial), dejando para los conten­

dientes algunos huesos a roer ... Entre las noticias, que

20 IhiJ., p. 46.

127 MÉXICO: EL SIGLO XIX

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128 JUAN MANUEL MORENO TABLEROS

espero deben ser consideradas como dudosas,. se encuen­

tra la de que el general Urrea (aliado de don Valentín), ha

lanzado una proclama en la que promete tres horas de pi­

llaje a todos los que hagan causa común con él". Pero la

actitud del pueblo durante este pronunciamiento "era de

absoluta calma ¿en cuál otra ciudad del mundo se habría

abstenido de tomar parte al lado de este o del otro bando?

Las tiendas están cerradas, los artesanos carecen de ocu­

pación, hay millares de gente ociosa que vive sabrá Dios

cómo y, sin embargo, no han ocurrido motines, no existe

confusión ni aparentemente hay impaciencia. Grupos de

pueblo se reúnen en las calles, o se detienen a conversar

frente a sus puertas y discuten las contingencias; pero es­

peran las decisiones de sus jefes militares, como si se tra­

tara de un juicio divino contra el cual toda apelación es

inútil e impía".21 ~En 1843, Santa Ana regresa al poder

e instituye la segunda república centralista. Durante los

siguientes dos años los pronunciamientos se multiplican.

El13 de mayo de 1846, los Estados Unidos le declaran la

guerra a México; en diciembre de ese año, en plena inva­

sión, el general Mariano Salas y Gómez Farías se rebelan

contra el presidente Paredes Arrillagay vuelven a encum­

brar a Santa Ana quien, en febrero del 47 es derrotado en

la Angostura por quedarse dormido, para finalmente ser

apresado por los norteamericanos el 15 de mayo. Gómez

Farías, a cargo del gobierno y presionado para sufragar

los gastos de la guerra, decreta la expropiación de los bie­

nes del clero, cuyos miembros promoverán la rebelión de

21 Citado en: Diadiuk, Alicia. Vúyera.• an.qlodajona.l en México. SEP, 1973,

p.18.

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los Polkos. Santa Ana regresa dejando el campo de bata­

lla, destituye a Gómez Farías y deroga el decreto expro­

piatorio. Pero el daño ya estaba hecho, mientras el ejercito

estadounidense penetra territorio nacional, la división in­

terna impedirá la efectiva de la defensa de la soberanía

nacional. Ell4 de septiembre la ciudad de México capitu­

la, y a casi cinco meses de la ocupación Santa Ana firma

los tratados de Guadalupe Hidalgo, por los cuales se pier­

de más de la mitad del territorio nacional. rd Durante la

guerra con Estados Unidos, el doctor Mora es nombrado

representante diplomático del gobierno mexicano ante In­

glaterra. El propósito es convencer al gobierno de su Ma­

jestad para que intervenga como tercero en el conflicto y

obligar a los norteamericanos a ceder en sus intenciones.

Mora obtendrá del primer ministro Palmerston, además

de consejos para que México acepte la segregación terri­

torial, la sugerencia de colonizar con europeos para Man­

quear a la población del país. 22 Para agravar todavía más la

situación, en plena invasión extranjera, la sublevación de

los Polkos instigada por la iglesia, en ese año estalla en

Yucatán la guerra de Castas. rd Pasado el desastre, el 3

de junio de 1848 asume la presidencia José Joaquín He­

rrera. Logró sofocar las sublevaciones del cura Celedonio

22 En García Cantú, Gastón. LCLct inwldtotze,t norteamericana.t m Mb:ico.

ERA. 1971, pp. 68-73. El resultado fue la pérdida de 111 mil 882leguas

cuadradas, equivalentes a más de dos millones y medio de kilómetros

cuadrados. En torno a los efectos de la mentalidad centralizadora de

los conservadores, el doctor Mora escribió: "el centralismo empezaba

a producir sus frutos, y, el primero que se presentó fue la sublevación

de Texas; apenas podrá encontrarse ejemplo de la torpeza con que este

asunto fue conducido, entre otras causas, por no haberlo comprendi­

do bien". Mora, José María Luis. El clero, La milicia y !tLcl rero!uctime,l.

Empresas Editoriales. 1951, p. 52.

129 MÉXICO: EL SIGLO XIX

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Dómeco y del general Paredes; más no la del Hospicio

iniciada en 1852 que trae de vuelta a Santa Ana, quien un

año más tarde vende La Mesilla. r.d En 1854, el general

Juan Álvarez se levanta con el Plan de Ayutla, por el cual

se arroja definitivamente del poder a Santa Ana. Con Ál­

varez llega un grupo de jóvenes liberales, a quienes co­

rresponderá el primer intento por dotar a México de insti­

tuciones y establecer las bases del Estado. r.d Al recorrer

los años 1824-1855, llaman la atención las 45 administra­

ciones presidenciales, entre interinas y definitivas. Prome­

diadas, cada una duró ocho meses. En ese lapso se dieron

más de 100 pronunciamientos, motines y rebeliones: en

promedio uno cada cuatro meses. Santa Ana ocupó la pre­

sidencia en once ocasiones: cinco como liberal y seis como

conservador. Se sufrieron cuatro invasiones y conflictos

bélicos: el último en 1847 con las consecuencias arriba

mencionadas.

1855: la transición liberal Al huir como acostumbraba, algunos adeptos de Santa

Ana oponen resistencia. Finalmente, Haro Tamariz y Ma­

nuel Doblado (de los últimos santanitas), se reúnen en

Cuernavaca con el general Álvarez y aceptan someterse.

Ouien había luchado con Morelos y Guerrero en la sierra

del Sur es reconocido como presidente interino. En el ga­

binete, además de Comonfort como ministro de Guerra

estarán: Melchor Ocampo en Relaciones; Benito Juárez

en Justicia; y Guillermo Prieto como titular de hacienda.

r.b'l A excepción del moderado Comonfort, a quien Igna­

cio Ramírez renunciaría como miembro del gabinete, al

advertir la tibieza y relativa franqueza del Presidente;

130

JUAN MANUEL MORENO TABLEROS

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quienes de esa generación permanecieron en la adminis­

tración, dieron inicio paulatino a la aplicación de las refor­

mas necesarias para transformar al país, "se suprimieron

los fueros eclesiásticos en materia civil, escribe Sierra, y se

excluyó del voto electoral a los clérigos. Los obispos pro­

testaron, era tarde; ellos mismos habían creado su

situación"Y ~ En diciembre del 55 renuncia el general

Álvarez y deja a Comonfort en el interinato. Ante las me­

didas reformistas, conservadores y clero vuelven a las se­

diciones. En el exterior se empezaba a fraguar la supuesta

reclamación de la Triple Alianza, de la cual Palmerston no

era ajeno. En Puebla, y a raíz de la rebelión de un cura se

formó el primer grupo de Zacapoaxtla. Ahí acude Antonio

Haro, supuesto candidato conservador a la presidencia.

Justo Sierra distinguirá a los sublevados del 55 como una

nueva generación conservadora, respecto de la 1821 al47.

Es el tiempo del lema "Religión y fueros" y por lo pronto la

intención de los sublevados era contener el proceso cons­

tituyente al cual se había convocado en agosto del 55, para

instalarse formalmente el congreso en febrero del año si­

guiente.24 ~ Comonfort, rebasado por los conservadores,

y más aún por el ímpetu reformador de los liberales, pro­

mulga su famoso Eltatuto, especie de constitución provi­

sional, dice Sierra. Previamente, y ante la evidente postu­

ra del obispo poblano para apoyar a los conservadores

disidentes, el Presidente hizo intervenir los bienes de la

diócesis poblana y obligar a salir del país al obispo Anto­

nio Pelagio de Labastida. Lo primero fue el antecedente

23 Sierra, Justo. Op. cit, ·p. 271.

24 JbiJ., p. 273.

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,JUAN MANUEL 1V\ORENO TABLEROS

inmediato para que, en junio de 1856 y por obra del enton­

ces secretario de hacienda se promulgara la Ley Lerdo

sobre la Desamortización de los bienes del clero. 25 d Por

su parte, en las sesiones del Constituyente se discutía el

contenido de un nuevo Código, que si bien no fue como lo

redactó Ignacio Ramírez, dará las bases para la formación

inicial del Estado mexicano. Francisco Zarco, secretario

de Actas dejará para la posteridad los planteamientos y

discusiones entre moderados y radicales; la exposición de

Ponciano Arriaga sobre el campo y los incendiarios dis­

cursos del N~{¡romante en contra de las añejas instituciones

y sus representantes. Asimismo, dejó plasmadas las postu­

ras de los diputados moderados, como Marcelino Casta­

ñeda, quien se opondrá a la redacción y aprobación de un

2" Contra lo que comúnmente creemos, la ley no trataba de despojar de

dichos bienes al clero, comenta Jesús Silva Herzog, sino de ponerlos

en movimiento. Ver: Silva Herzog, Jesús. El penmmiento ecomfmú·o, docial

y político eJe Mé..:ico, 1810.1964. Instituto Mexicano de Investigaciones

Económicas. México, 1967, p.13. Sin embargo, el ordenamiento tiene

consecuencias graves para la propiedad comunal. Influidos por el es­

quema productivo de losfarmerd o rancheros estadounidenses durante

su exilio de finales de los 40, J uárez y O campo, entre otros, intentarán

que, mediante las reformas legales, los miembros de las comunidades

indígenas se convirtieran en propietarios privados. Esto dio pie para

que hacendados y autoridades cometieran despojos y arbitrariedades,

cuyo efecto obligó al gobierno a suspender la aplicación de la ley. Años

después, en sus análisis Wistano Luis Orozco y Daniel Malina Enrí­

quez destacarían dichos efectos. Ver Orózco, Wistano L. Lo,, ejicJod Je

lo,l puehlod. El Caballito. 1975. Particularmente, el tema se trata en el

capítulo El fti·o eJe _qractiz. 14 años antes (1895), autor había publicado

quizá uno de los análisis jurídicos más completos sobre la tenencia de

la tierra desde la colonia al Porf1riato, que ayudan a comprender la

formación del latifundismo: la Le._qiJlacúfn y JÍlrÚpruJencia ,wbre terrenod

ba!Jfo,~. Además, la medida adjudicada a Lerdo es complementada con

las llamadas Ley Juárez e Iglesias, donde, entre otros efectos, se esta­

blece formalmente la separación Estado-Iglesia.

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nuevo texto constitucional. 26 d La nueva Constitución

se promulga el 5 de febrero de 1857, pero sus efectos no

serán inmediatos. Por todos los rincones del país se reor­

ganizaban y asomaban de nueva cuenta la cabeza los con­

servadores y su aliado: el clero. Aparecen en escena Mejía,

Miramón y Zuloaga, éste el instrumento del autogolpe de

Estado de Comonfort mediante el plan de Tacubaya. La

esencia del pronunciamiento era clara: "Cesa de regir la

Constitución porque no satisface las aspiraciones del país;

acatando el voto unánime de los pueblos, se reconoce a

Comonfort como presidente con facultades omnímodas;

se convocará un Congreso para que elabore una Constitu­

ción; habrá entretanto un Consejo de gobierno". rd A

medio camino de su plan, Comonfort quiere dar marcha

atrás. En enero de 1858 quiere rectificar, pero sus aliados

ya son enemigos. Al querer regresar a la ciudad de Méxi­

co, la guarnición lo desconoce; se otorga libertad al Presi­

dente de la Suprema Corte para que asuma el control del

gobierno. Finalmente, Comonfort debe salir del país. Sin

embargo, la mecha de la reacción está encendida. Los

reactores como les dice Sierra, toman la capital y nombran

presidente a Zuloaga. Juárez llevará en su carruaje algo-

26 En 1956, bajo la presidencia de Alfonso Reyes en la Junta de Gobier­

no del Colegio de México, se reedita la versión de las Actas original­

mente publicadas entre 1857 a 1861. Gracias a este esfuerzo podemos

acceder a la versión recogida in <•ita por Zarco con todo y su personal

estilo. Por lo demás, a través de lo argumentado por Castañeda es posi­

ble determinar con claridad la postura del ala moderada del Congreso

pues entre otros señalamientos dirá: "Una nueva carta fundamental se­

ría ya la cuarta constitución del México, y, por consiguiente, un nuevo

elemento más de discordia que se ha lanzado entre nosotros". Zarco,

Francisco. HiAoria del Con.qm10 C01Mtituyente (18561857). FCE. 1956. Lo

dicho por Castañeda se encuentra en la página 36.

133 MÉXICO: EL SIGLO XIX

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JUAN MANUEL MORENO TABLEROS

bierno constitucional rumbo a Guadalajara y después al

peregrinar. En ese mismo año Zuloaga es derrocado y res­

catado por Miramón a quien aquél nombra sustituto y

deja el puesto Y d Mientras la triple alianza hace los pre­

parativos para dar el golpe, los conservadores reciben un

revés diplomático. Arrepentidos de haber reconocido al

gobierno conservador, en el 58 cambian de opinión y se lo

otorgan a Juárez. dEn julio de 1859, ambos bandos, a

través de sus líderes, dan a conocer sendos manifiestos. El

de Juárez, del día 12, lleva la Ley Lerdo hasta sus últimas

consecuencias al quitarle sus bienes al clero. De refilón

suprime las órdenes monásticas e instituye el Registro Ci­

vil, entre otras medidas.28 Previamente, el 6 de abril se ha-

bía apersonado en Veracruz W H. Me Lane, enviado ex­

traordinario y ministro plenipotenciario del gobierno de

los Estados Unidos. Entre otros resultados, el gobierno de

Juárez autoriza a su ministro de Relaciones para firmar el

tratado Me Lane-Ocampo. En septiembre los conserva­

dores llevarían a efecto lo convenido previamente con el

gobierno español al haberse celebrado el tratado Mon­

Almonte. Juan Neponoceno Almonte, el mismo que más

tarde encabezó la comitiva para ofrecer la corona a Maxi-

27 Quizá por su papel en la historia y la tendencia oficial a ocultar cier­

tos hechos, como a Iturbide, a Miramón se le guardó en el desván pero,

lo cierto es que el personaje tiene aspectos po¿o conocidos. Cadete del

Colegio Militar durante la invasión norteamericana, es el general de

división más joven registrado por los anales militares. También y aún

en su carácter de espurio, tendrá 27 años cuando Zuloaga le deja el

cargo de presidente. José Fuentes Mares elaboró una detallada bio­

grafía titulada Miramón, el hombre, cuya lectura ayuda a comprender al

personaje y su situación en la historia.

' 8 Manifie,Jto de/.9obiemo .r;mera! a In nacúfn. Publicado en Veracruz el 7

de julio de 1859.

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miliano fue el encargado de firmar este compromiso. rd

En su estancia en Veracruz y antes del aviso de la derrota

de Miramón en Calpulálpan, Juárez promulga la Ley de

libertad de cultos. Con ella se redondeará el plan reformis­

ta de los liberales que lo acompañaron en el peregrinar:

Ocampo, Lerdo, Fuentes, Ramírez y Romero Rubio. rd

El gobierno itinerante llega a la capital el 25 de diciembre

de 1860, pero se formaliza su entrada hasta el 1 o de enero

del61. A mediados de año y después de proseguir aplican­

do las leyes de reforma que produjeron la expulsión de

diplomáticos y alto prelados mexicanos por ser afectos al

movimiento conservador, son efectuadas elecciones donde

Juárez, Miguel Lerdo de Tejada y González Ortega con­

tienden por la presidencia. Los resultados le dan el triunfo

al oaxaqueño y no obstante la oposición de los liberales

radicales (una minoría comenta de Zayas Enríquez), el 11

de junio el congreso lo declara presidente constitucional. 29

rd Ante la perenne premura de las arcas oficiales y des­

pués de purgar al gabinete, el 17 de julio de 1861 el go­

bierno de Juárez expide el decreto que anuncia la suspen­

sión de los pagos de la deuda pública. De inmediato se

apersonan los representantes diplomáticos de Inglaterra y

Francia, exigiendo la derogación de la medida, de lo con-

trario sus países romperían relaciones con México. Y así

ocurrió, ante la negativa del gobierno juarista, cumplido el

plazo los embajadores abandonan el país. rd El4 de sep-

29 De Zayas Enríquez, además de ser uno de los biógrafos se Juárez,

tiene la particularidad de haber previsto el movimiento revoluciona­

rio de 191 O, recomendado a Porfirio Díaz encabezarla mediante un

autogolpe de Estado. Ver. De Zayas Enríquez, Rafael. Benito Judrez, du

<'Way,JUobra. SEP. 1971, p. 163.

135 MÉXICO: EL SIGLO XIX

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JUAN MANUEL MORENO TABLEROS

tiembre, De la Fuente, enviado mexicano a París escucha

del ministro de Napoleón III, la decisión de enviar escua­

dras de guerra a costas mexicanas, con el objeto de pre­

sentar las exigencias de franceses e ingleses. En octubre se

firmará la convención de Londres, donde España se inte­

gra a los reclamantes, supuestamente agraviada por la ex­

pulsión de su representante, aliado del partido conserva­

dor. Previo a estos acontecimientos, el general González

Ortega había vencido al Tigre de Tacubaya, Leonardo

Márquez, minando así a uno de los últimos bastiones con­

servadores. En la batalla de Jalatlaco destaca un joven

oficial, Porfirio Díaz, a quien Juárez asciende a general

brigadier. ~ Con la llegada de los tres aliados, se reani­

ma entre los conservadores el sueño de tener una monar-

quía. Ya en 1856 se la habían ofrecido al duque de Mon­

tpensier quien lo rechazó con sólidos argumentos. Los

reclamos, donde España era la más renuente a negociar, y

Francia que ocultaba las intenciones napoleónicas de im­

poner como gobernante a un miembro de la realeza euro­

pea, finalmente terminan por convencerse de que la mejor

vía será la negociación. Así lo comprendió Juan Prim, en­

viado español quien convenció a sus colegas sobre la nece­

sidad de celebrar nuevos tratados con México. ~ Con­

vencido por las razones de Prim, Saligny tiene en contra el

peso de las instrucciones de continuar hasta imponer un

gobierno monárquico. Almonte llega de Europa mientras

se realizan las conferencias de Orizaba para afinar los

convenios de la Soledad y refuerza las intenciones france­

sas. Saligny, Almonte y Lorencez darán forma a la inter­

vención. ~ De nueva cuenta, el país se ve sumido en una

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guerra. El gobierno de Juárez organiza la defensa y la

vuelta al peregrinar. Una vez superada la derrota de Pue­

bla, los franceses toman la capital. Saligny nombra una

junta de gobierno compuesta, relata Sierra, de conserva­

dores rancios quienes nombraron un ejecutivo (el arzobis­

po de México, Almonte y Salas). De las opiniones vertidas

por Lares, Aguilar, Marocha y Gutiérrez Estrada; unos

estuvieron por la anexión abierta y sin cortapisas; el últi­

mo se inclinó por ofrecer el trono a un príncipe europeo,

prevalece esta última, a la cual se inclinaba el hijo de Mo­

relos: Almonte. d Aprobada la iniciativa de Almonte, se

ofrece la corona al archiduque Maximiliano. En la inter­

vención el ejército francés, después de la derrota del 5 de

mayo, avanza hacia la capital. Juárez se va a San Luis

Potosí y desde ahí organiza la defensa. A mediados de

1863, Forey convoca a los patrocinadores de la interven­

ción para formar una junta de notables, la cual gobernará

como Regencia30 hasta la llegada del emperador. d Lo

anterior ocurrió el28 de mayo de 1864. Sus adeptos pron­

to se dieron cuenta de que el nuevo gobernante no comul­

gaba con las ideas conservadoras. Era liberal y así lo de­

mostró con las primeras medidas que dictó: además del

exhórbitante sueldo que se asignó, para una economía

mermada como la mexicana (millón y medio de pesos al

año, más 200 mil para los alfileres de su esposa), determi­

na que los empleados del gobierno deberían trabajar do­

mingos y días festivos, excepto jueves y viernes de Pente-

30 Existe un documento notarial del Estado de México de 1875, donde

su titular da cuenta de no haber tenido actividades durante la interven­

ción, en virtud de habérselo impedido la Regencia.

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138 JUAN MANUEL MORENO TABLEROS

costés, día de Corpus, 16 de septiembre, 12 de diciembre

y día de navidad. r-6'1- Pero eso no fue todo. Cuál será la

sorpresa de los conservadores cuando decide respetar las

leyes liberales y dictar otras del mismo contenido. Para el

caso notarial, en diciembre de 1865 aparece publicada en

el Diario del Imperio la Ley Jef Notario PúbLico y del E1cribano.

Por primera vez se da formal definición al concepto y se le

distingue del usual escribano aplicado desde los tiempos

coloniales. r-6'1- La aventura imperial duró tres años. En

marzo de 1867 el general Escobedo les pone sitio a las

tropas encabezadas por Miramón y Mejía quienes ocupa­

ron Querétaro para resistir. La ciudad fue tomada por las

tropas republicanas el siguiente mes de mayo. Juárez se

desplaza de Zacatecas a San Luis y se da la orden de juz­

gar a Maximiliano y sus aliados, "con entera sujeción a los

artículos 6 al 11 inclusive de la ley del 25 de enero de

1862".31 Después de juzgarlos conforme a la ley son fusila­

dos el 19 de junio de 1867. r-6'1- Al quedar restaurada la

República, Benito Juárez se reelige por dos ocasiones.

Esto provoca, además de multiplicar la animadversión de

personajes como el Nigromante, que otros como Porfirio

Díaz se levantara con el Plan de la Noria y el lema de "su­

fragio efectivo, no reelección". Juárez tomará posesión el

1 o de diciembre de 1871, pero sólo duraría su última admi­

nistración año y medio. El 15 de julio de 1872 fallece víc­

tima de angina de pecho. r-6'1- Con la ausencia de Juárez,

Sebastian Lerdo de Tejada asume el Ejecutivo. Con su

frase respecto a los Estados Unidos "que entre ellos y no­

sotros esté el desierto", impulsa la industrialización y la

31 De Zayas ... Op. cit., pp. 274 a 79.

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política ferrocarrilera iniciada por su antecesor. En 1875 y

en vista de las elecciones prepara su reelección. Porf1rio

Díaz vuelve a levantarse, esta vez enarbolando el Plan de

la Noria. Es derrotado en Icamole, Nuevo León, (de don­

de le queda el mote de llorón, pues le duele ser vencido).

Lerdo impone su continuidad en el poder, pero el presi­

dente de la Corte, José María Iglesias anula las eleccio­

nes; ambos se enfrentan en una controversia y éste se de­

clara presidente. En plena crisis de vacío del poder y falta

de legitimidad, Díaz se reorganiza y marcha desde el su­

reste; vence a las tropas del gobierno en Tecoac y Lerdo

renuncia el20 de noviembre de 1876. ~Como resultado,

Díaz se proclama presidente provisional y entra triunfan­

te a la capital el 23 de noviembre. Con excepción del pe­

riodo en que dejó en el poder a su compadre Manuel Gon­

zález (1880-1884), a partir de 1885 se reelegirá para

gobernar al país durante 30 años; hasta que el26 de mayo

de 1911 los revolucionarios lo obligan a renunciar. ~

Durante su dilatado gobierno, Díaz promoverá acelerada­

mente la industrialización. Prosigue con la política ferro­

carrilera de tal modo que las vías y las rutas se multiplican

sin cesar. Alienta la inversión externa para la apertura de

nuevos centros fabriles, muchos de los cuales habrán de

reproducir las condiciones de trabajo vigentes con los

obrajes descritos por Poinsett. ~ La Constitución del 57

es para Díaz un papel escrito. En la práctica sus frases de

pan y paiD y poca poLítica y mucha adminútración reflejan lo

que en realidad ocurre en el ejercicio del poder. ~ Con la

reanimación de ordenamientos jurídicos como la Ley Ler­

do, convertida en Ley de Terrenos Baldíos, fomentará la

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JUAN MANUEL MORENO TABLEROS

excesiva concentración de la tierra en pocas manos. Es la

época de los peones acasillados, las tiendas de raya y las

cárceles privadas de los hacendados. d Políticamente

hablando, en su gabinete se rodea de personajes que a la

larga constituirán al grupo de los científicos. No hay capi­

laridad y menos oportunidad para quienes aspiran a ocu­

par un cargo en el gobierno porfirista. Con Limantour

como jefe científico, las medidas del gobierno se orientan

al beneficio de unos cuantos. La gran masa de mexicanos

estará permanentemente marginada y pauperizada. Y aún

segmentos importantes de las clases altas quedará fuera

de ese círculo favorecido. Como años más tarde describe

Luis Cabrera, en el Porfiriato no había una clase media

que funcionara como amortiguador entre uno y otro nivel

social. dEn 1900 el general Díaz ejerce su antepenúlti­

ma reelección. En 1908 le otorga una entrevista al perio­

dista norteamericano James Creelman, reportero del

Pear.1on J Ma_qazine. En ella don Porfirio le dirá que ha "es­

perado pacientemente porque llegue le día en que el pue­

blo de la República Mexicana esté preparado para escoger

y cambiar sus gobernantes en cada elección, sin peligro de

revoluciones armadas, sin lesionar el crédito nacional y

sin interferir con el progreso del país. Creo que, finalmen­

te, ese día ha llegado".32 Las consecuencias son bien sabi­

das.

32 Entreei1ta Díaz-Cree!man. Instituto de Investigaciones Históricas,

UNAM. 2008, p. 17.

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