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1 Presidencia de la Nación Argentina MUSEO DEL BICENTENARIO - 2010 Fuerte de Buenos Aires En 1594, pocos años después de la fundación de la ciudad de Buenos Aires, se comenzaron las obras del primer Fuerte, llamado Real Fortaleza de Don Juan Baltasar de Austria, ubicado en las barrancas del río. Con el tiempo, las autoridades que residían en la zona y dependían de la Corona Española, fueron haciendo mejoras en la construcción del Fuerte, incorporando habitaciones para vivir allí, un mirador, luego se levantaron dos torreones y hacia mediados del siglo XVII se hizo una reconstrucción del Fuerte utilizando ladrillos y cal que ya se fabricaban en Buenos Aires. Más tarde, fue agregado un puente levadizo y al ampliar la obra, se levantó un murallón de arquitectura cuadrada y maciza con salientes torreones en sus cuatro ángulos, armados con cañones, garitas de observación para centinelas y rodeado por un foso. Ya en el siglo XVIII, el Fuerte cambió su nombre por el de Castillo de San Miguel, cuya imagen de tamaño natural se encontraba en la entrada principal. Con la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776, se reformó y mejoró la antigua residencia de los Gobernadores y se convirtió en el Palacio Virreinal, ubicado dentro del Fuerte. Tenemos que recordar que el espacio donde está emplazada actualmente la Casa Rosada fue, durante toda la historia de Buenos Aires, la sede de las distintas autoridades políticas que gobernaron el país. El Fuerte de Buenos Aires fue la sede gubernamental de las autoridades españolas y, luego de 1810, de los Gobiernos Patrios hasta 1835. Durante el gobierno de Rosas fue utilizado para la reserva de

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Presidencia de la Nación Argentina

MUSEO DEL BICENTENARIO - 2010

Fuerte de Buenos Aires

En 1594, pocos años después de la fundación de la ciudad de Buenos Aires, se comenzaron las obras del primer Fuerte, llamado Real Fortaleza de Don Juan Baltasar de Austria, ubicado en las barrancas del río.

Con el tiempo, las autoridades que residían en la zona y dependían de la Corona Española, fueron haciendo mejoras en la construcción del Fuerte, incorporando habitaciones para vivir allí, un mirador, luego se levantaron dos torreones y hacia mediados del siglo XVII se hizo una reconstrucción del Fuerte utilizando ladrillos y cal que ya se fabricaban en Buenos Aires.

Más tarde, fue agregado un puente levadizo y al ampliar la obra, se levantó un murallón de arquitectura cuadrada y maciza con salientes torreones en sus cuatro ángulos, armados con cañones, garitas de observación para centinelas y rodeado por un foso.

Ya en el siglo XVIII, el Fuerte cambió su nombre por el de Castillo de San Miguel, cuya imagen de tamaño natural se encontraba en la entrada principal.

Con la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776, se reformó y mejoró la antigua residencia de los Gobernadores y se convirtió en el Palacio Virreinal, ubicado dentro del Fuerte.

Tenemos que recordar que el espacio donde está emplazada actualmente la Casa Rosada fue, durante toda la historia de Buenos Aires, la sede de las distintas autoridades políticas que gobernaron el país.

El Fuerte de Buenos Aires fue la sede gubernamental de las autoridades españolas y, luego de 1810, de los Gobiernos Patrios hasta 1835. Durante el gobierno de Rosas fue utilizado para la reserva de

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tropas. A partir del siglo XIX fue demolido, en sucesivas etapas, adaptándose la residencia durante las presidencias de Mitre y Sarmiento, para usarse como Casa de Gobierno Nacional.

Aduana Taylor

La Aduana Nueva o Aduana Taylor, conocida con ese nombre por el ingeniero inglés que la construyó en 1855,constituyó la primera avanzada sobre el frente costero de la ciudad.

Ubicada en un terreno sobre el río, a espaldas del Fuerte, esta construcción representaba la puerta de entrada de las mercancías en un primer momento y luego de los pasajeros que llegaban a la Ciudad de Buenos Aires navegando por el Río de la Plata.

El edificio de la Aduana se conformaba por dos sectores: uno semicircular, destinado a depósitos y un Patio de Maniobras con galerías contiguas, el cual tenía dos salidas que lo vinculaban con la ribera del río.

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Este edificio funcionó sólo 40 años, ya que en 1894 fue demolido al avanzar las obras del nuevo puerto de Buenos Aires, denominado hasta hoy “Puerto Madero”, construido éste sobre terrenos de relleno ganados al río.

Las Galerías y el Patio de Maniobras quedaron enterradas, hasta que en 1942, con motivo de unas excavaciones que se realizaron con otros fines, se descubrieron estos sectores de la Aduana. Hacia 1983 se realizaron las obras de exhumación del Patio de Maniobras.

A partir del año 2009 comenzaron las obras de restauración arquitectónica, arqueológica, patrimonial y museográfica que rescataron este edificio y lo refuncionalizaron como sede del nuevo Museo del Bicentenario, inaugurado el 24 de mayo de 2011.

Casa Rosada

En la manzana que había ocupado el Fuerte de Buenos Aires (demolido en sucesivas etapas) se erigieron diferentes construcciones que, unificadas, constituyen el edificio de la “Casa Rosada”.

La primera de estas construcciones fue la Casa de Correos cuyas obras se iniciaron en 1873 durante la presidencia de Domingo F. Sarmiento. El edificio, encomendado a los ingenieros/arquitectos suecos Enrique Aberg y Carlos Kihlberg, fue inaugurado en el año 1877.

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Durante esta presidencia, además de la construcción de la Casa de Correos, se encargó el reacondicionamiento y embellecimiento de la sede del Poder Ejecutivo Nacional, que fuera el antiguo Palacio Virreinal que se levantaba dentro del Fuerte de Buenos Aires. Entre otras reformas se dispuso pintarla de color rosado, tonalidad ésta obtenida agregando sangre de buey a la cal viva. De esta época data el color con el que tradicionalmente continuó pintándose el Palacio de Gobierno, y por el que se lo conoce como “Casa Rosada”.

La Casa de Gobierno es encargada en el año 1882, durante la primera presidencia de Julio A. Roca, al sueco Enrique Aberg -Arquitecto Nacional en el Departamento de Ingenieros Civiles- quien realiza el sector de la Casa Rosada hoy ubicado entre la entrada de Balcarce 50 y la calle Rivadavia.

Si nos remontáramos al año 1884, veríamos sobre la calle Balcarce los edificios de la Casa de Correos y de la Casa de Gobierno todavía separados, ambos de líneas arquitectónicas similares aunque no iguales; la segunda de las construcciones nombradas presenta por ejemplo sus característicos balcones en el primer piso.

Para dar a la “Casa Rosada” un carácter unificado el presidente Roca, encargó a su Ministro en Italia la contratación de un profesional de prestigio, siendo elegido el arquitecto Francisco Tamburini. Su intervención dió al frente Oeste de la casa la impronta que aún conserva uniendo los edificios existentes mediante el monumental arco central que constituyen el ingreso por Balcarce 50.

Asimismo, realizó las construcciones del sector norte, conocido como Explanada.

A poco de asumir Roca su segunda presidencia en 1898, el Palacio de Gobierno comenzó su pleno funcionamiento como sede del Poder Ejecutivo.

El frente este, fue refaccionado en sucesivas etapas en el primer cuarto del siglo XX.

La última gran reforma que sufrió la Casa Rosada data de fines de 1937, cuando el Presidente Agustín P. Justo dispuso su demolición.

Las obras fueron detenidas en 1938, por el Presidente Roberto M. Ortiz, aunque la casa ya había perdido 17 metros de su frente sur.

La Casa de Gobierno fue declarada Monumento Histórico Nacional por el decreto Nº 120.412 del 21 de mayo de 1942.

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Evolución y desarrollo

Proyecto Actual

El Museo del Bicentenario, inaugurado el 24 de mayo de 2011 por la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner en el marco de los festejos del Bicentenario, ha hecho posible la recuperación y puesta en valor patrimonial de recintos que pertenecieron al Fuerte de Buenos Aires, del siglo XVIII; y a la Aduana Taylor, construida 1855. Ambos edificios han tenido gran protagonismo en el desarrollo de nuestra historia y albergan hoy, como sede del Museo, la evocación de los 200 años comprendidos entre 1810 y 2010.

El proyecto de puesta en valor de la Aduana de Taylor implicó una minuciosa restauración y consolidación de los restos del edificio que se encontraban en estado de abandono, para

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transformarlos en un ámbito museológico contemporáneo, con una creativa arquitectura y una presentación museográfica atractiva.

En la recuperación patrimonial de los valiosos edificios en los que se instaló el Museo, se destinó un lugar de privilegio para el emplazamiento de la pintura mural “Ejercicio Plástico”, que el artista mexicano David Alfaro Siqueiros pintó en nuestro país en 1933 y que, rescatada y puesta en valor por iniciativa de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, se presenta para admiración del publico argentino y extranjero.

Restauración

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El mural y su historia

Ejercicio Plástico es el mural realizado por el artista mexicano David Alfaro Siqueiros, junto a los artistas argentinos Lino Enea Spilimbergo, Antonio Berni y Juan Carlos Castagnino, y el escenógrafo uruguayo Enrique Lázaro.

Esta obra fue realizada en 1933, en el sótano de la quinta Los Granados, ubicada en Don Torcuato, Provincia de Buenos Aires, perteneciente a Natalio Botana, dueño y fundador del diario Crítica.

El artista mexicano se hallaba en la búsqueda de nuevas tecnologías y pinturas industriales que pudieran conceder un carácter transformador a la pintura mural. La sustitución de bocetos por el uso de la fotografía; la utilización del cinematógrafo proyectando las imágenes sobre el muro, el empleo de la “brocha de aire” en reemplazo del pincel, son algunas de las innovaciones implantadas por el artista.

El Equipo Poligráfico conformado por este grupo de artistas tenía como intención crear la ilusión de movimiento en las figuras representadas y así generar en el espectador una sensación muy especial: la idea que el visitante se sintiera como dentro de una caja de cristal sumergida en el mar.

La obra resulta paradójica en varios sentidos: es la única pintura mural realizada por Siqueiros que carece totalmente de contenido político-social. Los artistas en el manifiesto escrito se encargaron de

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aclarar que se trataba de una “gimnasia plástica”, de un ejercicio pictórico de búsqueda y experimentación.

Ejercicio Plástico es considerado a nivel internacional como una obra cumbre del arte latinoamericano.

El proceso de recuperación de la obra comenzó en 1990 cuando la quinta Los Granados fue comprada por una empresa con la intención de llevar la pieza de gira por el mundo. Estos particulares, asesorados por el maestro mexicano Manuel Serrano, especialista en muralismo y restauración, llevaron a cabo la dificultosa tarea de extraer el mural del sótano de Don Torcuato. Debido a un litigio legal entre empresas que se disputaban su propiedad, la obra permaneció 16 años guardada en contenedores, en una playa de grúas ubicada en la localidad de San Justo, Provincia de Buenos Aires.

El rescate de Ejercicio Plástico se manifestó de forma concreta cuando en el año 2003 la obra fue declarada Bien de Interés Histórico Artístico Nacional, mediante el decreto 1045/2003 firmado por el Presidente Néstor Kirchner. Con esa medida se impedía la venta de la obra y su salida del país.

En el año 2008, por impulso de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el mural fue trasladado finalmente en los cuatro contenedores desde la playa de grúas bonaerense hasta un taller preparado para los trabajos de restauración ubicado en la Plaza Colón contigua a la Casa Rosada, poniendo en marcha su recuperación.

Más tarde, en el año 2009 el Senado aprobó un proyecto de Diputados, donde se declara al mural “de utilidad pública y sujeto a expropiación”.

Actualmente, el mural Ejercicio Plástico forma parte del Museo del Bicentenario, emplazado en la Aduana Taylor (hacia el lado este de la Casa Rosada), y puede ser disfrutado por todos sus visitantes.

Siqueiros y el Equipo Poligráfico

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Siqueiros es considerado, junto con José Clemente Orozco y Diego Rivera, uno de los artistas-revolucionarios más importantes de su tiempo, asociado a la pintura mural de carácter social ejecutada con fines educativos y populares, generalmente realizada en edificios públicos.

David Alfaro Siqueiros llega a la Argentina con el objetivo de acercar las propuestas del muralismo desarrollado en su país y brindar un ciclo de conferencias acerca del rol del artista y la utilidad del arte en la sociedad latinoamericana. Esos encuentros despertaron críticas, incluso escándalos, en la sociedad porteña de 1933.

Frente a la imposibilidad de intervenir los muros de edificios públicos de nuestro país como había planeado, el mexicano debía encontrar un medio de vida durante su estadía en Buenos Aires. De ese modo, conoció al controvertido empresario y periodista Natalio Botana, quien lo invitó a que colaborase con breves reseñas e ilustraciones en su periódico. Siqueiros aceptó la proposición y, al poco tiempo, la invitación se extendió: allí le ofreció que pintara el sótano de su propia casa.

Siqueiros accede a la particular propuesta que significaba intervenir un espacio de carácter privado dentro de una lujosa y excéntrica mansión. Para esto, el mexicano decide convocar a un equipo de artistas, admirados por él desde lo artístico pero también cercanos a su postura ideológica. En la elección de su grupo de trabajo, Siqueiros seleccionó un equipo de artistas jóvenes con quienes se identificaba políticamente: los argentinos Antonio Berni, Lino Enea Spilimbergo, Juan Carlos Castagninoy el uruguayo Enrique Lázaro. Ellos aquí bregaban por un arte atravesado por lo social.

Lino Enea Spilimbergo era considerado por Siqueiros como “el más grande pintor argentino de todos los tiempos y uno de los más grandes pintores del mundo actual”; además su afiliación al Partido Comunista lo acercaba aún más a la figura del mexicano.

Del mismo modo, Antonio Berni coincidía en sus preocupaciones sociales y en la definición del artista como actor protagónico en la denuncia de la compleja realidad latinoamericana. Su visión crítica sobre la conflictividad local se manifestaba en la temática de sus trabajos que promovían la defensa de los derechos de los humildes y marginados.

Asimismo, Juan Carlos Castagnino, evidenciaba un interés por el arte mural que junto con sus valores estéticos y su militancia política lo acercaron a la figura de Siqueiros. Ligado al Partido Comunista al igual que sus colegas, se consideraba un pintor americano comprometido con su pueblo a través de su obra.

El escenógrafo uruguayo Enrique Lázaro fue otro de los ayudantes que participaron en la ejecución del mural. Elegido por recomendación de un colega, el oficio del uruguayo le permitiría a Siqueiros la posibilidad de experimentar en un espacio arquitectónico tan complejo y novedoso para él.

Es necesario destacar que Ejercicio Plástico representaba un desafío a nivel técnico y compositivo para estos cinco artistas que conformaban el Equipo Poligráfico. Este espacio de experimentación resultaba el inicio de una búsqueda hacia una revolución técnica y, por sobretodo, dirigida a un observador dinámico.

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