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MQJERES, MEMORIA E IDENTIDAD POLÍTICA Elizabetb F. Xavier Ferreira HISTORIA ORAL E IDENTIDAD POÚTICA Recurrir a la historia oral para la reconstrucción histórica es una opción recono- cida que tiene gran potencial democrático ya que incorpora testigos de sectores y grupos de la socIedad, cuyas acciones son muchas veces dcsvalorizadas o margina- das, cuando no reprimidas. Además, la recuperación de esas narrativas sistemática- mente anulada" por las versiones oficiales hegemónicas, supone que esa metodolo- gía puede permitir el surgimiento de nuevas alternativas a dilemas sociales por medio del rescate de la participación de agentes hasta entonces excluidos de los relatos his- tóricos. Sus elecciones para la acción y las soluciones que de ahí se deriven pueden contribuir a una ampliación ya una complejización de la práctica social, al expandir el campo de la experiencia política lato sensu. El doble efecto de esa incorporación se puede percibir: por un lado, porque se abre un espacio para la politización cre- ciente de sujetos hasta aquel momento excluidos de ese proceso y, por lo tanto, imposibilitados para alcanzar los medios que les garantizarían el ejercicio pleno de su ciudadanía; por otro, el sistema democrático gana mayor legitimidad, al mismo tiempo que ve reforzada y ampliada su dinámica. Se trata, en última instancia, de la posibilidad de asegurar la constitución y redefinición de identidades, tanto indivi- duales como colectivas, lo que permite, a su vez, una reconfiguración más consis- tente del perfil cultural del país. Entre esos participantes anónimos de la vida social se encuentran las mujeres, cuya contribución a la construcción social de la realidad es, en gran medida, igno- rada por los relatos historiográficos en el ámbito de distintos contextos culturales. En nuestro país, uno de los ejemplos más notorios de esta situación, hasta hace muy poco tiempo desconocida por gran parte de la sociedad brasileña, se refiere a la presencia activa de mujeres en la lucha contra el régimen militar. Desconocidas también eran las consecuencias, muchas veces trágicas, de su compromiso; debi- do a la represión que sufrieron directamente por su enfrentamiento contra las prác- ticas arbitrarias del ~utoritarismo. En el caso de estas mujeres, se puede suponer que su condición dentro de los acontecimientos de aquel contexto histórico, les 53 Hi<tnr:i~ Anrronoln~V~llemes Orales 1 21. 1999

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MQJERES, MEMORIA E IDENTIDAD POLÍTICA

Elizabetb F. Xavier Ferreira

HISTORIA ORAL E IDENTIDAD POÚTICA

Recurrir a la historia oral para la reconstrucción histórica es una opción recono-cida que tiene gran potencial democrático ya que incorpora testigos de sectores ygrupos de la socIedad, cuyas acciones son muchas veces dcsvalorizadas o margina-das, cuando no reprimidas. Además, la recuperación de esas narrativas sistemática-mente anulada" por las versiones oficiales hegemónicas, supone que esa metodolo-gía puede permitir el surgimiento de nuevas alternativas a dilemas sociales por mediodel rescate de la participación de agentes hasta entonces excluidos de los relatos his-tóricos. Sus elecciones para la acción y las soluciones que de ahí se deriven puedencontribuir a una ampliación ya una complejización de la práctica social, al expandirel campo de la experiencia política lato sensu. El doble efecto de esa incorporaciónse puede percibir: por un lado, porque se abre un espacio para la politización cre-ciente de sujetos hasta aquel momento excluidos de ese proceso y, por lo tanto,imposibilitados para alcanzar los medios que les garantizarían el ejercicio pleno desu ciudadanía; por otro, el sistema democrático gana mayor legitimidad, al mismotiempo que ve reforzada y ampliada su dinámica. Se trata, en última instancia, de laposibilidad de asegurar la constitución y redefinición de identidades, tanto indivi-duales como colectivas, lo que permite, a su vez, una reconfiguración más consis-tente del perfil cultural del país.

Entre esos participantes anónimos de la vida social se encuentran las mujeres,cuya contribución a la construcción social de la realidad es, en gran medida, igno-rada por los relatos historiográficos en el ámbito de distintos contextos culturales.En nuestro país, uno de los ejemplos más notorios de esta situación, hasta hacemuy poco tiempo desconocida por gran parte de la sociedad brasileña, se refierea la presencia activa de mujeres en la lucha contra el régimen militar. Desconocidastambién eran las consecuencias, muchas veces trágicas, de su compromiso; debi-do a la represión que sufrieron directamente por su enfrentamiento contra las prác-

ticas arbitrarias del ~utoritarismo. En el caso de estas mujeres, se puede suponerque su condición dentro de los acontecimientos de aquel contexto histórico, les

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Hi<tnr:i~ Anrronoln~V~llemes Orales 1 21. 1999

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ha llevado a un proceso de doble marginación: por un lado, por la posición queocupaban en la estructura jerárquica de género de su sociedad y, por otro, debidoa su posición ideológica, que se oponía a las reglas políticas vigentes en aquelmomento.

En este sentido, pretendo discutir algunos de los efectos posibles de la cons-trucciÓn de la memoria de un grupo determinado -específicamente, el de trece muje-res que habían sido militantes de izquierda durante el régimen militar-, y demostrarcÓmo el método que utilizaré puede proporcionarles relieve dentro de la elabora-

ciÓn histÓrica de aquel periodo. Este rescate se dará a partir de dos focos: el del géne-ro y el del compromiso ideolÓgico. Ambos se remiten a la esfera de la política, toma-da tanto en su dimensión más amplia (en el caso de la cuestión del género), comoen su especificidad radical (en el caso de laguerrilla urbana). Pretendo también resal-tar cÓmo, en contextos socio-políticos donde la democracia fue -o todavía es- unfenÓmeno intermitente, el alcance de la citada posibilidad de reconstrucción de las

experiencias sociales, es de suma importancia para garantizar la capacidad de auto-determinaciÓn de dichas poblaciones.

Ese recurso no deja de ser igualmente importante para poder reconstruir lospapeles de género, a partir de una plataforma que incorpore esa dimensión demo-

crática de la autodeterminación. O sea, de la capacidad y de la posibilidad de queactores diferentes piensen sus diferencias de modos distintos, pero igualmente legí-timos. En otras palahras, deseo señalar el hecho de que la posibilidad de redefini-ciÓn de los papeles de género pasa necesariamente por la incorporación de deter-

minados principios éticos que se originan en la esfera de lo político. Esfera que, segúnChristian Meier, se remite al lugar "donde es creado y practicado un orden de vidacomún roo.]donde se toman decisiones sobre cuestiones que interesan a la comuni-

dad y donde se afrontan posiciones que influyen en esas decisiones" (1995: 5). Esteautor propone una conceptualización y distingue entre los términos "política" -ensus diversas formas e interpretaciones- y la dimensión de lo "político", aquí aludida.En esas condiciones, las relaciones que se dan dentro de ese campo compuesto pordiferenciaciones pueden ser manejadas a partir de oportunidades, constituidas poruna disputa en la cual la autonomía de las partes se mantiene. En este sentido, estedominio aparece como el campo privilegiado de acción social donde los aconteci-mientos y las relaciones entre éstos y sus agentes son sometidos a la voluntad de losparticipantes y a la suerte de sus confrontamientos. Alregular sus propias relaciones,éstos se convierten en señores de sus destinos.

implica. Estos dos aspectos representan puntos cruciales a los cuales estos agen-tes estaban anclados, aunque de modo diferente: por un lado, la cuestión de géne-ro y por el otro, la actividad política de oposición radical a un sistema de gobier-no. Estos hechos revelan la existencia de una cuestión de fondo de cuño eminentemente

político. La peculiaridad de esta situación específica es que, siendo su terreno elpolítico, se encuentra, sin embargo, desdoblada en dos frentes distintos pero inte-rrelacionados.

Entendiendo el dominio de lo político en sentido amplio -como el de la poli s,campo específico de las relaciones sociales donde los ciudadanos pueden dirigir suspropias vidas sin sumisión al control de un único soberano- considero como su carac-

terística básica la lucha por la autodeterminación. En ese sentido, se puede decir quesu rasgo fundamental representa la posibilidad de elección y de cambio, o sea, lacapacidad intrínseca de actuar.

Es, por tanto, dentro de este orden cómo se articulaban las acciones cuyo recuer-do fue recuperado, a través de los relatos de mis trece entrevistadas en el procesode construcción de la memoria de ese grupo. Este proceso se produjo durante lainvestigación que elaboré para mi disertación de Master para el PPGAS- Programade Post-Graduación en Antropología Social del Museo Nacional!UFR], que defendíen 1996.

La elección ideológica de esas mujeres las lanzó dentro de ese campo biparti-dista de acción política. Si, por un lado, se comprometieron voluntariamente con unalucha radical de enfrentamiento al gobierno militar -incluso cuando no todas lasmotivaciones para ese acto político fuesen conscientemente entendidas por todasellas-, por otro, se lanzaron -inicialmente de manera irreflexiva, según los propiosrelatos de la mayoría de ellas-, a un enfrentamiento contra los principios de la jerar-quía de género de su cultura, sin propósitos determinados ni metas preestablecidasen el ámbito de las relaciones entre los sexos. En este aspecto, anticipaban en la prác-tica, y no en la teoría el movimiento feminista.

Se vuelve necesario retomar aquí las razones que justifican mi interés por la cues-tión de género, que abordé a partir del enfoque centrado en el campo de la prácti-ca y de los principios generales políticos. Sin tener en cuenta el factor biológico comoeje de la marca diferencial entre los sexos y tomar las categorías que determinan lospapeles de cada uno de los géneros dentro de tal estructura -como productos deuna construcción social y no de condiciones naturales dadas a priori y para siem-pre-, considero que la participación de hombres y mujeres en la vida social se desa-rrolla a partir de la jerarquización de sus papeles. Al determinar posiciones distintaspara los dos sexos, este proceso clasificatorio coloca a las mujeres en situación de

desventaja, en lo que se refiere al acceso a los derechos distribuidos que ot°.rga cadasociedad o cada cultura, y establece así la desigualdad dentro de la estructura degénero. La problemática se sitúa, por lo tanto, en el ámbito de lo político, debido ala presencia de la.disputa por el poder y/o la hegemonía, condición ésta que cons-tantemente pone en juego los principios de ciudadanía. Indudablemente estos prin-

NUEVOS SQTETOS y NUEVOS OBJETOS

Con la emergencia de nuevos sujetos históricos, se generan nuevos objetospara la reflexión sociológica. En el caso de las ex militantes de izquierda, se pro-duce un replanteamiento de la cuestión de las relaciones de género -aspecto bási-co de toda organización social- y surge un nuevo problema dentro del campo polí-tico -el de la militancia guerrillera, con las consecuencias de represión que ésta

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cipios son valores que están inmersos en el campo de la acción política y por ellotraen consecuencias políticas a ese espacio de diferenciaciones que es el de la estruc-tura de género.

Retornando aquí el contenido de las historias de las ex militantes, debo decirque esas mujeres se comprometían, en la época de la lucha armada, contra la dic-tadura y contra las normas morales vigentes, en franca dispu ta contra el poder. Estoshechos indican el carácter inusitado de la búsqueda de autonomía de esos perso-najes en aquel momento, tanto a partir de su posición como mujeres dentro de lasociedad (aunque, en este aspecto, el resultado haya sido más circunstancial queintencionado) como a partir de su condición de disidentes de un régimen autori-tario. A pesar de que esas acciones se dirigiesen a dimensiones distintas de sus vidas,tenían un componente político común y estaban, por tanto, fuertemente interrela-cionados.

Al efectuar una mutua potencialización de los elementos dispares que compo-nían sus identidades, de militantes y representantes del género que aún se encon-traba, en aquellos momentos, al margen del proceso político -o sea, al margen delámbito de lo público y de la acción- esos agentes sociales se encontraban con seriosdilemas psicolÓgicos, políticos y existenciales. Lacontradicción inherente a esa doble

inserción en que se hallaban las activistas políticas conllevaba consecuencias especí-ficas para cada una de las facetas de sus identidades -la personal y la colectiva- yrecomponía su identidad de modo peculiar en lo relacionado con el código culturalde su tiempo y de su sociedad.

Por lo tanto, además de la experiencia brutal de la tortura, esas mujeres tambiénse enfrentaron a la experiencia de la estigmatización social que las marginó durantedos décadas, distanciándolas temporalmente de una vida plena de sus derechos deciudadanas brasileñas o de sus aspirdciones personales como mujeres. Esto ocurrióaproximadamente en los primeros quince años del régimen de excepción que demodo explícito, a través de actos institucionales, les retiró derechos civiles (sin con-tar con la violación que sufrieron en términos de derechos humanos) y después,durante más o menos otra década, cuando el proceso de marginación se mostró mássutil o velado. En este último caso, ello se traducía en la ausencia de espacio para quesus historias fuesen explicadas, ya que no había quien quisiese (o pudiese) escu-charlas. Y sería exactamente éste el único recurso que podría garantizarles la posibi-lidad de redefinición de sus identidades sociales, a través de un ajuste de cuentascon su pasado y, de esa forma, también con su subjetividad. Al mismo tiempo, esetipo de experiencia abriría la oportunidad para los ex presos políticos de la posibili-dad de una mejor reinserción en el escenario sociocultural brasileño, dado que esosaspectos del proceso de construcción de la memoria colectiva forman parte de unconjunto de condiciones fundamentales para que protagonistas anónimos de deter-minados momentos históricos -como fue el caso de las mujeres que entrevisté y detodos sus compañeros- puedan asumir plenamente una nueva posición dentro dela sociedad a la cual pertenecen.

LA CONFRONTACIÓN IDEOLÓGICA

La consttUcción de la memoria

Esos nuevos objetos, que se ofrecen al análisis, hacen aflorar viejas cuestionescomo nuevos desdoblamientos. La utilización del método de la historia oral como

instrumento para solucionar el impasse originado por el silencio que se impone aciertos sectores de las sociedades yel hecho de que la interpretación de algunos sec-tores sobre determinados hechos políticos acaba por sucumbir a marcos sociopolí-

ticos hegemónicos, que se oponen a esas versiones, es cuestión por demás conoci-da dentro de nuestra área de estudio. Es evidente que la supresión de las versiones

de los participantes de determinadas coyunturas históricas no sólo compromete lareconstrucción de ese pasado, al no incluir todos los puntos de vista, sino que tam-bién, al ignorarlas, descalifica las acciones de esos agentes.

En el caso brasileño, las acciones y las motivaciones de los militantes de izquier-

da correrían el riesgo de perder sentido, para ellos mismos y para el conjunto de lasociedad brasileña, si no entrasen en la disputa ideológica por el reconocimiento his-tórico. Paralelamente, las agencias militares de represión evitarían que sus prácticasarbitrarias y violentas, con frontal violación de los derechos humanos, fuesen cono-cidas por la sociedad. Esas prácticas y sus agentes estarían a salvo de cualquier eva-luación social y, por lo tanto, a salvo del repudio de la sociedad civil. Permanecerían,por tanto, en una zona gris del imaginario social del país, representando una vaga,pero perniciosa fuente de amenaza para la integridad de esa misma sociedad.

Mientras tanto, no bastó con la voluntad de los participantes del movimiento de

izquierda contra la dictadura militar para que su versión sobre los acontecimientos deaquel periodo fuese conocida y que este hecho se diera realmente. Yaa partir de 1979(momento de la Ley de Amnistía y de la revocación del AI-5), empezaron a publicar-se varios libros y artículos sobre el tema implicando a los sectores progresistas de lasociedad brasileña (contando, a veces con la colaboración de organismos internacio-nales dedicados a la causa de los derechos humanos) en una tentativa por recuperarla versión no conocida de aquel periodo histórico. Sin embargo, aún durante varios

años después de la instauración del gobierno democrático, estas actuaciones no logra-ron el impacto necesario para movilizar al país en torno a los crímenes cometidosdurante aquel momento violento de nuestra historia reciente. A pesar de las condi-ciones aparentemente favorables para la reconstrucción del papel de la izquierda enBrasil mediante el respaldo del fuerte movimiento de redemocratización de los pro-cesos sociales y políticos en curso que se desarrolló de norte a sur del país, gran partede los brasileños no tomó contacto directo e inmediato con los abusos cometidosdurante la dictadura militar. Me refiero específicamente al hecho de que fue sólo a

partir de la década de 1990 cuando los medios de comunicación realizaron uría expo-sición sistemática de los acontecimientos relativos a la guerrilla urbana y a la repre-

sión a la que ésta sJ¡enfrentó. De forma inequívoca, el alcance de los métodos utili-zados por los órganos del gobierno militar y sus efectos son revelados a la población.

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Estos datOs ponen en el lugar que le corresponde la cuestión de la importanciade las condiciones de recepción para la formulación de reconstrucciones históricas.O sea, sitúan el problema de las condiciones objetivas, por parte de la sociedad, paraque puedan entrar en contacto con determinados aspectos de su propia historia yde las implicaciones ideológicas que ese proceso conlleva. Se trata aquí del hechode que la construcción de la memoria social se da en un campo de concurrencia cris-pada entre fuer.r.asque se disputan la hegemonía de su punto de vista con respectoa los eventos en cuestión. Por lo tanto, el esfuerzo de cuestionar el arbitrio del régi-men militar y su consecuente quiebra de los derechos civiles y humanos, dentro dela sociedad brasileña, chocaba con una falta de resonancia fuera de los espacios quese abrían de forma natural a tales cuestiones por su falta de posición ideológica ali-neada con la del movimiento de izquierda. Mientras la elaboración de la redemo-

cnltización efectiva del país no alcanzó a la mayor parte de los diferentes segmentosde la sociedad brasileña, el proceso de recuperación de esas otras versiones no pro-vocó los efectos que más tarde sí se darían. El punto culminante de esos esfuerzos

se tradujo en un reconocimiento, en 1995, por parte del Estado brasileño, de su res-ponsabilidad en la muerte y desaparición de militantes, especialmente durante lavigencia de la dictadurJ..] Antes, sin embargo, la problemática permanecía como foco

de interés directO para apenas algunos sectores específicos de la sociedad, sin elalcance que el debate exigiría.

Delineado el marco que surge con la instauración del régimen militar a partir de1964 (cuyas característkas se acentúan a partir de 1968, con la radicalización tanto

de las acciones militares de represión como las de los sectores de izquierda), tam-bién se definen sus componentes: los agentes históricos (en este caso, las mujeresmilitantes) y las cuestiones que esos agentes suscitan dentro de aquel contextO. Esimportante en este punto retomar algunas de esas cuestiones y definir otras muchas.

de las fuerzas conservadoras respecto a esa posición escapa a acciones objetivas y selocaliza en las representaciones, tanto de la sociedad que asiste a la presencia insó-lita de mujeres en el escenario de la lucha armada, como dentro del propio campode ésta. En estas condiciones, ello no ocurre sólo con los ejecutores de la represiónque, a veces, reaccionan con ira redoblada a la intrusión de mujeres en un campoeminentemente masculino, sino también entre los miembros de las propias organi-zaciones a las que esas mujeres pertenecían. En algunas situaciones, había reaccio-nes y comportamientos contradictorios dentro de un mismo grupo o, incluso, enuna misma persona. Muchas veces, entre el discurso y la práctica había un vacío deincomprensión o de malos entendidos. Un breve paréntesis con respecto a esas con-tradicciones se hace ahora necesario.

De acuerdo con las declaraciones de las trece entrevistadas, no había discrimi-

nación frontal, por parte de los integrantes masculinos, a la participación de las muje-res en la lucha, incluso cuando ésta era armada. Algunas llegan a comentar que la"naturalidad" de su comportamiento (el de ellas mismas) que, vista desde fuera, pare-cía intencionada y de carácter ideológico en términos de los principios de la jerar-quía de género de la época, se remitía a la actitud de los chicos -sus compañeros-que afrontaban con relativa tranquilidad la presencia de sus colegas en el escenariode la lucha contra e! régimen autoritario. Había, por así decido, una atmósfera pro-picia para e! entendimiento de ambos sexos en aquellas circunstancias, resultante deun marco genérico de cambio de valores, que se había instituido en algunas partesdel mundo occidental y que repercutía incluso en la convivencia social entre hom-bres y mujeres. Las posiciones de éstos, unos frente a los otros y en relación a suspapeles dentro de la sociedad, sufrían profundas transformaciones en los centrosurbanos de! primer mundo, cuyos ecos ya se hacían oír en los medios progresistasde otros centros, especialmente en el medio estudiantil. Es lo que acontece en losgrandes centros urbanos brasileños.

Incluso así, había actitudes ambiguas en lo referente a la cuestión de género entreesos nuevos personajes históricos. Laexperiencia, de ese punto de vista está, por lotanto, llena de contradicciones e inconsistencias variables, como sería de esperar enun periodo de transición. Mientras tanto, las ambigüedades y las dificultades que sur-gían dentro del proceso de redefinición de parámetros morales y políticos no le res-taba fuerza transformadorn.

En cuanto al desempeño y a las atribuciones de las mujeres en las acciones con-siderndas efectivamente revolucionarias, e! grado de compromiso y la cualidad de lasactividades, en las que las mujeres se implicaban, variaban de organización en orga-nización e incluso de caso en caso. Lapropia condición anterior de las mujeres, den-tro de la estructurn de género de su sociedad, no las había habilitado parn la lucha ala que se enfrentarían dentro de las nuevas condiciones de vida (en realidad, tam-poco había habilitado a los hombres, pero ciertamente éstos estaban más preparn-dos para ciertos asP$ctos de aquella nueva experiencia). Teniendo en consideracióneste factor, incluso se puede argumentar que la labor de la mayoría de esas partid-

La construcción de identidades

Espero haber dejado claro el papel que la posición de las militantes de izquier-da desempeñó, tanto en su aspecto político de activismo rndical, como en el de su

insurgencia respecto a las expectativas que suponía su papel de género (interpreta-ción que concordaba sobre todo con e! punto de vista del código moral de la socie-dad, ya que ése no era necesariamente el sentido que ellas mismas daban a su com-

promiso) dentro de aquel contexto. En el primer caso, el choque ideológico y lasconsecuencias que éste produjo son evidentes. En cuanto al segundo, la resistencia

1. El Presidente de la República, Fernando Henrique Cardoso, sancionó el 4 de diciembre de

1995, la Leyn"9.140, que reconoce como muertas a personas desaparecidas a causa de su par-ticipación en actividades políticas, en el periodo comprendido entre el 2 de septiembre de1961 al15 de agosto de 1979. Aunque no responda al conjunto de reivindicaciones de las fami-

lias de los desaparecidos y de los ex presos políticos, tal acto testimonia que el Estado asumióuna parcela de su responsabilidad por la desaparición de esos activistas políticos.

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pantes y, en particular, de algunas que asumieron posiciones audaces de liderazgodentro del proceso decisorio y en el de las acciones armadas del movimiento, supe-ró cualquier posible expectativa. .,

Dentro de ese contex[O, se forjaron nuevas identidades, al redefinirse, y muchasveces se desdoblaron en más de una, debido a las vivencias de la clandestinidad. Más

tarde, al salir de la vida clandestina, de los subterráneos de tortura, de las prisioneso al regresar del exilio, esas mujeres (como [Odos los activistas, en modo general)pasaron por diferentes etapas de reconstitución de sus identidades individuales ysociales. Todo el espectro de definiciones o redefiniciones de identidades se pro-duce dentro de un campo de disputa ideológica, en donde se confrontan fuerzaspara determinar la restitución de identidades socialmente valoradas, y librarse de losestigmas que les habían sido imputados en momentos anteriores, al mismo tiempoen que se produce una resistencia contra esos esfuerzos. Estas tentativas valen, enun primer momento, para los participantes del proyecto revolucionario de izquier-da, pero serán repetidas posteriormente por sectores o individuos implicados en lasprácticas represivas de los gobiernos militares, cuando éstos intentan relativi7..arsu

compromiso y el comen ido de sus acciones. En este proceso de recuperación deidentidades estigmatizadas, el intercambio de papeles que coloca a los militares enposiciÓn defensiva, se da precisamente en relación directa con el grado de éxito delos esfuer/.os de los ex militantes de izquierda por rescatar de forma positiva su papelhistórico.

A<;í,queda ratificada la premisa de que en la dinámica de la construcción socialde identidades, el papel de la memoria colectiva tienen gran relevancia. De hecho,su importancia influye, tanto en la permanencia yen la continuidad de la vida socialcomo en su transformaciÓn. En este sentido, lo que la memoria social realiza es lareinvenciÓn de un pasado en común que ponga los fundamentos para que los hom-bres imcrpreten el presente -y puedan así modificarlo o conservarlo- y para que pro-yecten el futuro. Del mismo modo, ofrece sustento para que individuos o grupos deindividuos puedan afirmar sus idemidades o para que consigan redefinirlas. Y,comoya he comentado ameriormente, esos procesos siempre se desenvuelven en un camposociopolítico históricamente fechado, lo que confiere especificidad y provisionali-dad al proceso de rememoración.

Como también ha sido discutido anteriormente en este texto, la construcción dela memoria colectiva revela, en última instancia, un gran potencial que coloca bajosospecha las versiones oficiales de la historia, a través de los desafíos lanzados por elrescate de memorias concurremes. Este comemario sirve una vez más para enfatizarla relación emre memoria y poder. El control sobre el pasado no garantiza el comrolsobre el futuro. Significa, sobre todo, el control sobre el presente y, por extensiónun determinado poder sobre quiénes somos. Eldesconocimiento de las distintas his-

torias que componen la historia mayor substrae de la sociedad la posibilidad de com-prender mejor los procesos sociales en que está inmersa, cercenando su capacidadde elección y de autodeterminación.

Observando, de este modo, la estrecha y compleja relación que existe entrememoria e ideología o entre memoria y poder, se puede comprender mejor de quémodo el contenido presente en los relatos de las ex presas políticas fue blanco derepresión, en la medida en que se percibe cómo fueron doblemente alcanzadas poresas condiciones. Pueden haber sufrido tanto los efectos del autoritarismo de la ide-

ología oficial como los de la hegemonía de género. Laconsumación de su memoriaindividual y de grupo se enfrentó, más allá de la represión de su discurso político (talcomo ocurrió con sus compañeros de militancia), a la desvalorización de su discur-so, de modo general, debido a su posición en la jerarquía de la estructura de géne-ro. Además, existe otra cuestión: La investigación sobre el potencial de construcción

autobiográfica en las mujeres.

Mujeres en la producción de autobiograftasInterrelacionado con el aspecto ideológico de la construcción de memoria, tal

vez haya un factor que valga la pena considerar. Me refiero a la posibilidad de queexistan procedimientos para inculcar modos particulares de recordar. Es lo que sehace con los niños durame la fase escolar, cuando aprenden prácticas mnemotécni-caso Esta reflexión ha sido desarrollada por Shoshana Felman que argumenta que,por el hecho de que las mujeres desconocen todo lo que vivieron, debido a la ausen-cia de su propia historia dentro de la historiografía oficial, no reconocen su trayec-toria y, por lo tanto, no tienen una autobiografía, ya que nunca aprendieron a recor-dar. Considerando que la vida de toda mujer es explícita o implícitamente la historiade un trauma, S. Felman explica porqué las mujeres no pueden producir una auto-biografía confesional: como el trauma no puede ser casi recordado, tampoco puedeser "confesado". En este semido, dice que "su autobiografía tiene que ser sólo testi-monio: testimonio sobre supervivencia, esto es, sobre su vida" (1993:17),2 enfati-zando que la cuestión no se atiene sólo a la problemática del "poder", sino que sesitúa también en la esfera del conocimiento y del auto conocimiento -esto es, en lainexistencia no sólo de nuevos modelos, sino también de nuevas estructuras de enca-

minamiento hacia su discurso (refiriéndose aquí a la cuestión del destino de su alo-cución ydel receptor de sus palabras). S. Felman lo ilustra con el caso de MargueriteDuras.

Marguerite Duras dice al inicio de su libro El Dolor que no recuerda haber escri-to lo que viene a continuación (anotaciones realizadas por ella hace algún tiempo,durante la ocupación de Francia), aunque afirma que su contenido representa unade las cosas más importames de su vida. Este caso reafirma la posición de S. Felmanen relación a la incapacidad de las mujeres para dirigir sus autobiografías a partir del

2. S. Felman se basa en Laura S. Brown, "Not outside the range: one feminist perspective on

psychic trauma", en Psycboanalysis, culture and trauma, CATHYCARtrfH(ed.), American

¡mago 48, n° 1, 1991~

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esfuerzo de un recuerdo voluntario. A diferencia de los hombres, que escriben susautobiografías a partir de recuerdos, S. Felman afirma que la autobiografía de lasmujeres es lo que sus recuerdos no pueden contener o aprehender como un todo.

Si aceptamos sus argumentos, el recurso al testimonio oral aparece, en esas cir-cunstancias, como fundamental para la reconstrucción de las historias de las muje-res. En el ca~o de las ex presas políticas, el valor de este aspecto es indudable, en lamedida en que gran parte de sus recuerdos sobre el periodo de militancia están acom-pañados por otros recuerdos traumáticos de sus experiencias vividas en la clandes-

tinidad, en la<;sesiones de tortura, en la prisión o en el exilio. A~Í,se puede decir queesas historias tienen que surgir de una lucha entablada entre el oyente y el decla-rante, para recuperar algo que el sujeto que habla no "posee" o con el cual no con-sigue entablar contacto directo y espontáneo. Incluso cuando existe el contacto de

quien recuerda con esos contenidos pasados, éstos no se constituyen por sí mismosen historia; tienen que convertirse en historia al constituirse en memoria comparti-da y para la cual haya posibilidad y voluntad de escucha. Y este último aspecto esimportante para que se comprenda nuestro caso.

He hablado de la relación con el pasado como elemento que organiza la cons-trucción de la memoria. ¿Qué decir, mientra~ tanto, de lo que puede ocurrir, a par-tir de la percepción de la realidad en el presente? Así como hay en la construcciónde la memoria un proceso consciente o de no selección de lo que debe ser recor-dado, hay, por así decir, una selección (y aquí inconsciente) de las percepciones quedeben ser olvidadas. Se trata de una amnesia selectiva, cuyo expediente de negaciónfunciona como protección del individuo contra situaciones que escapan a su control.

A<;Í,en la construcción de la memoria, incluso en condiciones de libertad demo-

crática, opera la selección de lo que vale la pena ser recordado y de lo que es mejorolvidar. Éste es el modo por el cual se constituye "la voluntad de escucha" de la quehabla Michael Pollak. No es suficiente con querer hablar, si no hay quien quiera oírlo que tenemos que decir.

Retornando la cuestión de mi intención al comenzar mi trabajo de elaboracióny construcción de la memoria colectiva de un grupo de ex presas políticas, quieroenfatizar que había pretendido rescatar, a través de las historias de vida de esas

mujeres, su versión de los acontecimientos de un periodo importante en la histo-ria reciente del país. Sabía que esa iniciativa se desdoblaría en dos sentidos: al con-tribuir a la reconstrucción de aquel pasado, sus rememoraciones estarían constru-

yendo la propia memoria del grupo y su identidad. Al final de las entrevistas, susreflexiones las habían llevado al momento inicial de sus trayectorias a partir de unaperspectiva que incorporaba el contenido del tiempo vivido entre el presente yaquel pasado. En realidad, el intervalo entre esas dos épocas no representa un corteentre lo que es pretérito y lo que es contemporáneo. Alcontrario, es un campo deconstante elaboración del contacto entre esos dos planos. De esa forma, las entre-vistadas pudieron avalar su acción política a partir del conocimiento que el distan-ciamiento proporciona, dando nuevos significados a aquel pasado a través de la

comprensión de sus desdoblamientos. Por otro lado, pudieron -desde un movi-miento inverso- redimensionar el presente a partir de los posibles efectos de aque-lla acción conjunta.

Con respecto a este marco, las palabras dcJoana -una de mis entrevistadas-después de la lectura de mi libro sobre su experiencia y las de otras doce ex pre-sas políticas en la militancia, tiene gran valor ilustrativo: "Tuve mucho miedo de

comenzar a leer lo que usted había escrito sobre mi declaración e incluso sobreel contenido de los otros relatos. Me alegré por haber conseguido atravesar todaslas páginas del libro.. . Recuperé el sentido histórico de todo a lo que nos enfren-tamos y los motivos de nuestro proyecto. Recuperé la razón en la cual habíamoscreido... ".

Ella añadió en ese momento que el sufrimiento por el cual había pasado y quele había dejado secuelas había desvanecido sus recuerdos acerca de los aspectos queprecedieron a su tortura en la prisión y, con eso, el sentimiento, que sus ideales lehabían inculcado, también se había enmortecido.

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DE TERRORISTAS A AGENTES DE DEMOCRATIZACIÓN

Mirando desde el presente aquel pasado, las ex militantes perciben las etapas deelaboración por las cuales sus identidades sociales habían pasado. De "jóvenes incon-secuentes" de los primeros instantes del compromiso en el movimiento estudiantil,a "terroristas" en la época de la lucha armada, frecuentemente a "pobres víctimas"en el retorno a la vida civil y finalmente a agentes del proceso de democratizaciónde la sociedad brasileña en esos últimos años. Es incuestionable la transformación

de status por la que pasó su participación en los enfrentamientos ideológicos y, enmuchos casos, en la lucha armada contra el régimen de excepción. Además de eso,el significado conferido a los esfuerzos revolucionarios fracasados en gran medida,los redime: la resistencia que ofrecieron al modelo implantado por los militares esvista por muchos hoy en día como fuente del espíritu crítico que inspiró la vuelta ala democracia en otras bases, objetivo que ahora el gobierno prosigue en sus inicia-tivas. Expongo ahora algunas reflexiones finales sobre esa cuestión de las mujeresque entrevisté para que con sus propias palabras resuman lo que consideraron quefue el significado y el resultado de sus esfuerzos en el pasado. En este balance, a tra-vés de la memoria construida por ese grupo, se transluce el perfil de sus identidadesen el presente:

"No considero que seamos ninguna aberración social. Estábamos dentro denuestro tiempo y fuimos punto de partida hacia otros procesos." (Dalva)

"Nofue la izquierda guerrillera la que mudó el marco; nofue ella la que hablóde las cuestiones fundamentales. Fue un movimiento planetario que forzó a laspersonas a replantearse sus posiciones." (Angélica) .

"La inspiración del proyecto continúa. No hubo un corte, no hubo fracaso.Hubo una serie de errores, pero no todo estuvo equivocado. El hoy no existiria sinel ayer y lo que existe hoyes a partir de todo lo que se vivió." (Corina)

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Elizabeth F. Xavier Ferreira Mujeres, memoria e identidad política

"Nuestra derrota no fue total. Mucho de lo que hicimos y que muchos de noso-

tros murieran defendiendo es hoy discutido abiertamente. Creo que todo lo quepudimos hacer en nuestro movimiento revalorizó mucho más losprocesos de par-ticipación de la sociedad civil" (Luzia)

"la influencia que lagente tiene hoyes por haber creado una conciencia moral,

denunciando que aquello estaba equivocado. Esa conciencia penetró en el tejidode la sociedad. Creoque nosotros,hoy,aún somos una reserva moralpara elpaís. "

(Milena)

"Este país no puede ser querido si no conoce su propia historia. Le falta algo.

Le falta en la ética, en la vida política... Si no se tienen referencias, siempre falta-

rá alRo. Todos tenemos una historia. No se puede negar que existió esa historia. "

(Corina)

Sin Tierra, el MST,ya sea desde fuera, están emprendiendo acciones para garantizarla posesión de la tierra por sus comunidades, acciones que se caracterizan por lalucha y por el debate. Sus procedimientos se destacan por su poder de presión parala obtención de lo que consideran su derecho.

Espero comparar los dos casos -el de las militantes urbanas y los de las del mediorural- para demostrar que ambos desembocan en la constitución o en la redefini-ción de las identidades individuales y sociales de esas mujeres. Ellas pasan a revelary a incorporar en el proceso de construcción de sus identidades sociales la dimen-sión política de sus acciones y de sus experiencias, y pueden deshacer, al mismo tiem-po, el estigma que marcó o que marca esas identidades.

En esa reflexión sobre la construcción de la memoria colectiva de esos dos

grupos, me pregunto en qué medida el doble movimiento de ruptura que las pri-meras militantes efectuaron puede haber abierto el campo a las de hoy. Dentrode las diferencias que surgían constantemente en la rememoración de las trece expresas políticas, había un ideal que orientaba sus propósitos. Presente en todaslas declaraciones, éste era el hilo que guiaba sus discursos y las unía dentro de unproyecto y de un movimiento común. Se trataba de la cuestión de la necesidadimperiosa de cambio del modelo de desarrollo del país. La implementación de esatransformación pasaba incondicionalmente por un amplio plan de reforma agra-ria.

Las militantes urbanas se posicionaron contra el régimen de arbitrio desde fueradel sistema. Las del medio rural se posicionan ahora desde dentro del sistema, con-tra la falta de arbitraje justo dentro del actual régimen en relación a la cuestión de latierra. Además de esa diferencia de posición frente al sistema, se evidencian otras. Apesar de originarse en un medio considerado como tradicionalmente conservador,las mujeres que hoy se enfrentan a las autoridades en defensa de sus demandas cons-tituyen una presencia activa de considerable importancia para el movimiento. ¿Quépueden significar los indicios de tal participación en términos de relaciones de géne-ro, hecho que parece desmentir presupuestos antes incuestionables? ¿Están esasmujeres de hoy franqueando el espacio de acción política enfrentándose a los mis-mos percances que sus antecesoras? ¿Qué actitudes despiertan la presencia de esasmujeres en esa lucha que también se representa en escenarios donde hay violencia,persecución y muerte? ¿Cuáles son las transformaciones que se imponen en relacióna las expectativas culturales sobre los papeles de los hombres y de las mujeres en lasociedad brasileña? ¿Qué nuevos significados traen esos cambios no sólo para laestructura de género, sino también para el conjunto de las estructuras sociales delpaís? ¿Qué significa la incorporación específica de esas mujeres en el proceso de cons-trucción de una verdadera ciudadanía para los brasileños? Las respuestas a esas pre-guntas aún no las tenemos...

Seguidamente, incluyo fragmentos de dos cartas escritas en 1977 por una presapolítica:

"Hay muros que me impiden realizar el mayor deseo que tengo en este momen-to: estar aliado vuestro [su familia). Es el precio que pagamos por negamos a seruna cobaya pasiva en las manos de ese engranaje. Y no es un precio tan alto. Lo quenos es robado -la posibilidad de vivir intensa y tranquilamente nuestras vidas-lo quenos es robado lo dejaremos en herencia a nuestros hijos o nietos, o bisnietos o tata-ranietos, ¿qué importa?" (Anita)

"No es posible continuar llenándose la boca Ilamándonos terroristas. Eso ya no

cuela. Ya nos prendieron, ya mataron a muchos de nosotros, podrían incluso (aun-que eso hoy se-amás dificil) destruimos a todos físicamente. Pero no podrán conti-nuar camuflando nuestra existencia... En lo cierto o equivocados formamos parte dela hL~toriade este país. Eso no podrá ser borrado. Hasta hace pocos años, la etique-ta de terrorista aún colaba para algunos sectores. Poco a poco esa etiqueta irá desa-pareciendo... Nuestra semilla es fértil y ellos lo saben." (Anita)

Corina no se equivoca. El largo silencio que se abate sobre ese otro lado de la

historia no condujo a su olvido. La negación o supresión de ciertos hechos no logróimpedir que llegase la hora de un confrontamiento entre las versiones de los dos

lados. La "memoria subterránea" de que nos habla Michael Pollak esperó el momen-to, aún según sus palabras, "de la redistribución de las cartas políticas e ideológicas"(1989:5).

CONCLUSIÓN

Para finalizar, quiero anticipar el tema de mi proyecto de mi tesis de doctoradoen Antropología Social, de nuevo en el PPGASdel Museo NacionaJ/UFR). Voy a tra-bajar con otro grupo de mujeres -también militantes-, que están luchando a travésde una acción igualmeme política e igualmeme radical. Me refiero a las trabajadorasagrícolas que, ya sea desde dentro del movimiento organizado de los Trabajadores

Traducción de Xosé Lois Carda

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Elizabeth F. Xavier Ferreira

BIBUOGRAFÍA

DURAS,M.La Douleur, Paós: Gallimard, 1985.FERMAN,S. "The question of autobiography and the bond of reading", en What

does a woman want?, Baltimore: The )ohn Hopkins University Press, 1993.FERREIRA,E.X.Mulberes, Militáncia e Memória, Río de)aneiro: Funda910 Getúlio

Vargas, 1996.MElER,C. La naissance du politique, Paós: Gallimard, 1995.POLlAK,M. "Memória, esquecimemo e silencio", en Estudos Históricos, vol. 2, n°

3, R), 1989.