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MOTIVACIÓN
○ La conversión es algo que se debe de dar en toda nuestra vida y que en realidad no depende
en primer lugar de nosotros, sino que es más bien algo que Dios nos da y que podemos ir
acogiendo personal y comunitariamente.
○ La conversión supone ponerse en camino, supone una
actitud colaboradora y constructiva con el plan de Dios en la
humanidad (éste es el verdadero inicio de la conversión, el
verdadero punto de inflexión personal). La conversión
supone una mayor disponibilidad y predisposición con
aquello que nos hace plenamente felices como personas
y como comunidad humana. De esta manera se trata de un
compromiso activo, y esto es lo que demuestra la veracidad
y validez de todo lo anterior.
○ Vemos, pues, que, en esto de la conversión, el orden cuenta.
Primero es un encuentro con Dios y, a partir del mismo, se
produce en la persona la necesidad de crecer en este
encuentro con él y en el desarrollo personal que esto supone. Sólo desde esta necesidad se va
produciendo una toma de decisiones y la posibilidad de liberarnos de todo aquello que nos lo
impide o dificulta. En definitiva, el itinerario de la conversión, que debemos recorrer toda nuestra
vida, es el camino por el que El Dios de Jesús nos lleva. Es un camino que hace consciente
el deseo más profundo de humanidad, el deseo más profundo de Dios, y va dirigido hacia
nuestra realización en el amor.
JUSTIFICACIÓN
● “El Espíritu de este XXI Capítulo, el horizonte del Bicentenario y una mayor conciencia de
nuestra internacionalidad nos urgen a una vida consagrada nueva, arraigada firmemente en el
Evangelio, que promueva un nuevo modo de ser hermano. Durante este Capítulo, el Espíritu
nos ha interpelado a acoger la novedad de “nuestro ser de hermano”. Invitados a retomar la
originalidad del nombre que Marcelino nos dio: “Hermanitos de María”. Hermanos, hijos de un
mismo Padre, llamados por Dios a vivir el don total de nuestras vidas por medio de la
consagración religiosa y centrando nuestra vida en Cristo. Cada hermano es el primer
responsable de su itinerario de conversión.” (Carta de los Hermanos del XXI Capítulo General).
● “Hemos sentido que el Señor nos está diciendo: ‘Tienen que nacer de nuevo’ (Jn. 3,7). La
propuesta de Jesús es la conversión del corazón, que implica decisión profunda y apertura a la
gratuidad de Dios para ser transformados por Él. Es Dios quien nos convierte si existe apertura
de mente y corazón, enseñándonos a vivir con sus ojos y su corazón. El amor de Dios nos urge a
convertirnos y a reencontrar el corazón de nuestras respectivas vocaciones. El mundo tiene sed
de testigos auténticos que arriesguen toda su vida para que la Buena Noticia sea anunciada a
todos.” (Carta de los Hermanos del XXI Capítulo General).
● “La conversión empieza cuando se reconoce que la llamada del Señor va dirigida a cada uno de
nosotros, de manera muy personal, y cuando empezamos a dar pasos concretos para
responder a ella. Dudo mucho de que un reto tan importante a nivel colectivo como el ‘salir
deprisa, con María, hacia una nueva tierra’ pueda llevarse a cabo si no se da al mismo tiempo
un desplazamiento, un itinerario interior en cada uno de nosotros. ¿Tendremos la audacia de
ponernos en camino, tras los pasos de María de la Visitación, que concibió a Jesús en su
corazón antes que en su seno?” (Hno. Emili Turú, Presentación del Documento del XXI Capítulo
General).
● “Igual que nuestros hermanos en 1967, hoy nos encontramos en una encrucijada. Construir el
futuro de la vida y misión marista requerirá que tomemos decisiones que nos permitirán ser
lo que debiéramos ser: hombres enamorados de Dios, hermanos visiblemente evangelizadores
de los niños y de los jóvenes pobres, religiosos construyendo comunidades marcadas por un
espíritu de hospitalidad y bienvenida y, como el fundador, discípulos del Señor con el corazón
de un misionero.” (Hno. Seán Sammon, Discurso de apertura del XXI Capítulo General).
“CONVERSIÓN”
Desde la experiencia personal:
Factor sorpresa, inesperado.
Experiencia de limitación, de fragilidad.
Salir de sí, despojarse, desplazamiento.
Búsqueda, apertura a la novedad.
Confianza en Dios-amor.
Procesual y experiencial.
En relación con otras personas, especialmente necesitadas.
Sólo Dios absoluto. Todo lo demás es relativo.
Lo que nos pide el XXI Capítulo General:
FINALIDAD
Iniciar un proceso de conversión personal y comunitaria que fortalezca la vivencia de la
espiritualidad marista, el ser signos proféticos de fraternidad, la acogida y acompañamiento a jóvenes,
laicos y laicas que quieran discernir su vocación, la presencia significativa entre los niños y jóvenes y
favorezca el discernimiento y el intercambio de hermanos entre los tres países.
PUNTO DE PARTIDA (nuestra realidad)
○ Corazones endurecidos por la rutina y el conformismo.
○ Disminución numérica y envejecimiento.
○ Preocupación por nuestra identidad y el futuro de nuestro estilo de vida.
○ Dificultad para conformar comunidades proféticas.
○ Pobreza espiritual al no saber poner en el centro de nuestra vida a Jesús y su evangelio.
○ El mundo cambiante desafía constantemente nuestras estructuras y nuestros proyectos.
Signos de conversión personal Signos de conversión institucional Vivir la experiencia cotidiana como sorpresa de Dios,
que se da en la relación con los demás (es estar abierto a esta sorpresa).
Disposición a buscar, a abrirse a lo nuevo; disponibilidad radical que implica asumir riesgos e itinerancia de vida.
Ejercicio del discernimiento. Es una gran señal para la gente: parar, interiorizar, decidir… (no sólo hacer). También discernir los acontecimientos que están ocurriendo, ver si en ellos está la voluntad de Dios. Estar abiertos a la voluntad de Dios manifestada de esta forma. Compromiso de seguir itinerarios donde hay que introducir el discernimiento. Y dejarse acompañar para acertar en el discernimiento (no se puede hacer solo).
Ver el mundo con los ojos de un niño pobre (propio del carisma marista). Toca las relaciones, la espiritualidad, las estructuras, las obras… Para vivir esto, hay que estar y conocer niños pobres.
Vivir cotidianamente la profecía de la fraternidad desde la experiencia de fe compartida. La comunión es un signo de conversión.
La comunión entre hermanos y laicos.
La cercanía a los pobres. Jesús se acercó principalmente a ellos, los tocó, les habló, los sanó, perdonó, envió. Es una señal que abre a la compasión con cualquiera que tiene necesidad. Es un signo que se ve y que hace que el otro también se ponga en camino. El testimonio personal o grupal provoca el impulso a caminar en otros: estar cerca del pobre, ver el mundo desde su perspectiva.
La universalidad, internacionalidad, la disponibilidad para moverse a cualquier parte. Hay que formarse para este signo que es la itinerancia. Es necesario desinstalarse mediante la disponibilidad radical. Estar dispuesto a salir de prisa. El desplazamiento implica la itinerancia personal, pero también institucional, ir a la frontera, no estancarse en el éxito.
El ejercicio continuo del discernimiento comunitario. Es necesario recuperar el discernimiento institucional, también en las decisiones cotidianas, así como en las grandes decisiones. No perder ese espacio en la gestión.
(Cfr. Carta de los Hermanos del XXI Capítulo General)
PUNTO DE LLEGADA (perfil de Hermano)
Un hermano cuya consagración lo lleva a pertenecer sólo a Dios y, desde esa experiencia, se
desplaza con urgencia hacia las nuevas fronteras de los niños y jóvenes pobres.
Un hermano de corazón nuevo que testimonia la conversión a Jesucristo en una vida de amor
incondicional y disponibilidad radical.
Un hermano que, guiado por el Espíritu, hace del discernimiento un ejercicio cotidiano de
búsqueda de la voluntad de Dios en el mundo.
Un hermano entre los hermanos, signo del Reino, en la sencillez de vida, en el compartir de vida y de
fe, en una oración renovada y en el perdón.
Un hermano universal, abierto y disponible para acoger la diversidad del Instituto. Interpelado a ir
más allá de sus fronteras, dejándose evangelizar por el otro.
Un hermano en camino con María, de corazón misionero, testigo de una experiencia de fe
encarnada y gozosa, que anuncia la llegada de un mundo nuevo que comenzó con Jesús.
(Cfr. Documento del XXI Capítulo General)
CRITERIOS
Garantizar el acompañamiento a hermanos y comunidades.
Trabajar en conjunto con la Red de Espiritualidad y los Secretariados de Solidaridad y Formación de hermanos y laicos.
Fomentar estilos de vida solidarios desde la perspectiva evangélica.
Propiciar procesos de discernimiento personal, comunitario y provincial en clave de solidaridad con los más necesitados.
Promover el compartir la fe y la vida.
METODOLOGÍAS
Experiencial (punto de partida).
Parte de la vida concreta y del ambiente en que se vive. Mediante un proceso dinámico y gradual
orienta y transforma la propia vida y el entorno. No es la lógica de la razón la que mueve a las
personas, sino la lógica de la vida, de las pequeñas o grandes experiencias de cada día.
Personal y grupal (medios pedagógicos).
La persona y el grupo son medios pedagógicos y metodológicos. La persona es el agente principal de
su propio camino de conversión. El grupo, la comunidad, es más que un mero ámbito pedagógico o
metodológico, es un nuevo modo de ser y de hacer, de trabajar y de relacionarse.
Activa y creativa (actitudes de los participantes).
Pretende superar actitudes pasivas, conformistas o meramente repetitivas. La creatividad va más allá
de la cantidad o variedad de las actividades que se realizan y de los medios técnicos que se emplean.
Se fundamente en la convicción de que todos los participantes pueden aportar algo nuevo al análisis,
valoración y aplicación de lo que se trata o hace; sólo mueve el corazón hacia el cambio (conversión)
lo que le toca en profundidad y pone en juego todas las dimensiones de la persona; el fruto de la
conversión exige nuevo lenguaje y nuevas formas de actuar.
Ver, juzgar, actuar (análisis de la realidad).
Toma conciencia de la propia realidad y la circundante, las ilumina desde la fe y propone una actitud
de conversión y un compromiso transformador para esas realidades.
MOMENTOS DE INTERVENCIÓN
Convocatoria inicial.
Presentar el itinerario e invitar a ponerse en marcha.
Reuniones comunitarias.
Profundizar en las diferentes dimensiones propuestas en el itinerario y mantener la motivación (atención) de seguir avanzando en el camino.
Oración personal y comunitaria.
Abrir el corazón a la acción transformadora del Espíritu y celebrar los pasos que se van dando hacia el horizonte (punto de llegada).
Experiencias significativas (convivencias, encuentros, retiros, desiertos, solidaridad…).
Tocar el corazón en lo más profundo de la persona e impulsarlo a moverse, a cambiar, a salir de sí mismo…
DESTINATARIOS
Hermanos dispuestos a realizar un camino de conversión que les impulse a vivir una vida
consagrada nueva, arraigada firmemente en el evangelio, que manifieste el nuevo modo de ser
hermano que espera nuestro mundo de hoy.
DIMENSIONES
Personal (ser).
Comunitaria (convivir).
Espiritual [marista] (trascender).
Pastoral [misión] (proyectar).
Etapas
(duración) Objetivos
Contenidos
(dimensiones)
Experiencias
Estrategias
Ritos de transición
(celebraciones)
DESPERTAR
“Abrir los ojos”
(1 Re 19,3-8)
(Lc 8,54-55)
Dar a conocer el itinerario
de conversión personal
para que los destinatarios
se motiven a iniciarlo.
Reconocerse necesitado
de conversión desde la
toma de conciencia de los
propios límites y
pobrezas.
Imagen de Dios.
Imagen de sí mismo.
La creación, regalo de
Dios.
Relaciones fraternas.
Lanzamiento.
Convocatoria inicial.
Elam vital.
Convivencia.
“Alborada”
Indicadores:
Toma de conciencia
de la propia
realidad.
Apertura al cambio.
PROFUNDIZAR
“Tocar la propia
sombra”
(Sal. 50,5-9)
(Lc 15,17-20)
Identificar los bloqueos
profundos (heridas) y las
resistencias al cambio.
Soñar el futuro y descubrir
la llamada fundamental
que Dios hace a cada uno.
Elementos antropológicos
y psicológicos
(mecanismos de defensa).
Realización de la persona
y vocación (llamada a
ser).
Los criterios evangélicos,
fundamento para el
análisis de la realidad.
El paso de Dios por mi vida.
Emaus (acompañamiento).
Lectio Divina.
Retiro (desierto).
“Fundamento”
(reconciliación)
Indicadores:
Práctica de la
revisión de vida.
Aceptación de la
propia realidad.
Disposición a
compartir la propia
vida.
Lectura orante del
Evangelio.
TRANSFORMAR
“Rasgar el corazón”
(Ez 36,25-27)
(Jn 3,5-7)
Descubrir en la vida la
propuesta de Jesús a la
conversión del corazón,
que implica decisión
profunda y apertura a la
La vida como cambio.
La conversión de Pablo.
El itinerario de Marcelino.
Con María, maristas
nuevos para un mundo
Experiencia “Montagne”.
Acompañamiento espiritual.
¿Una historia más?
“Cartas maristas”.
Convivencia.
“Metanoia”
Indicadores:
Acercamiento a
realidades concretas
gratuidad de Dios para ser
transformados por Él.
Ver el mundo con los ojos
de los niños y jóvenes
pobres.
nuevo (Capítulos
Generales y Espiritualidad
Marista).
de niños y jóvenes
pobres.
Ejercicio del
acompañamiento
(acompañar y ser
acompañado).
Práctica del
discernimiento
desde los criterios
evangélicos y
maristas.
PROYECTAR
“Encender la vida”
(Is 61,1-3)
(Mt 5,3-12)
Descubrir la presencia de
Dios en los signos de los
tiempos y en la vida de los
hermanos.
Reconocer la acción
transformadora del
Espíritu en la propia vida.
Manifestar la alegría de
ser parte de la familia
marista: seguidores de
Jesús al estilo de María.
Proyecto Personal de
Vida.
La comunión, signo de
conversión.
Comunidades proféticas.
Las nuevas fronteras de
hoy.
Tierras nuevas maristas.
Acompañamiento espiritual.
Pentecostés comunitario.
Encuentros
intercomunitarios.
Convivencia.
Desplazamiento (experiencia
vital de envío).
“Llama viva”
(envío)
Indicadores:
Elaboración y
vivencia del
Proyecto Personal
de Vida.
Apertura a las
mediaciones.
Oración renovada.
Sencillez de vida.
Vida y fe
compartidas.
Disponibilidad al
desplazamiento.