MODELOS DE PORTADA. MÍA vs SMODA

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1 MÁSTER EN CIENCIA DEL LENGUAJE Y LINGÜÍSTICA HISPÁNICA- UNED FUNDAMENTOS DEL LENGUAJE VISUAL. Profesor: Jesús García Gabaldón Alumna: Paloma Losada Romero Trabajo final MODELOS DE PORTADA. Elementos gráficos y visuales en las portadas de dos revistas femeninas.

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En el presente trabajo se analizan algunas portadas de dos publicaciones semanales destinadas explícitamente a un público femenino, la revista Mía y el suplemento S Moda, con el objetivo de comprobar, por un lado, los modelos, intereses y expectativas que sus características visuales reflejan y configuran, y, por otro, en qué medida esos referentes se adaptan a diferentes grupos sociales en función del receptor implícito enfocado y del medio de difusión de cada una.

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MÁSTER EN CIENCIA DEL LENGUAJE Y LINGÜÍSTICA HISPÁNICA- UNED

FUNDAMENTOS DEL LENGUAJE VISUAL. Profesor: Jesús García Gabaldón

Alumna: Paloma Losada Romero

Trabajo final

MODELOS DE PORTADA. Elementos gráficos y visuales en las portadas de

dos revistas femeninas.

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ABSTRACT

En el presente trabajo se analizan algunas portadas de dos publicaciones semanales destinadas

explícitamente a un público femenino, la revista Mía y el suplemento S Moda, con el objetivo de

comprobar, por un lado, los modelos, intereses y expectativas que sus características visuales reflejan

y configuran, y, por otro, en qué medida esos referentes se adaptan a diferentes grupos sociales en

función del receptor implícito enfocado y del medio de difusión de cada una.

_________________________________________________________

La portada de cualquier publicación tiene una finalidad informativa pero sobre todo

publicitaria: más allá de los contenidos concretos, debe provocar el interés de las posibles

compradoras a través de una “imagen de marca”, de una estética que resalte lo que para estas pueda

resultar atractivo. En este sentido, toda la prensa femenina utiliza generalmente la fotografía de una

mujer que representa, más que a las lectoras, el ideal al que estas pueden llegar a acercarse a través

de la lectura de esa publicación, y utilizan para caracterizarlas tanto signos procedentes de códigos

sociales (ropa, peinado, maquillaje…) como indicios (signos de juventud, gestos faciales y

corporales…). Esta imagen manifiesta su carácter de ideal al carecer de un fondo que la concrete o

delimite en un solo contexto, y se combina con el logo de la revista y con una presentación verbal de

los contenidos más destacados del número. Así, los elementos visuales, gráficos y verbales

configuran un conjunto orientado a provocar en las posibles receptoras, una vez captada su atención,

una impresión que conecte con sus intereses y valores, y que resalta lo que la revista puede aportar a

los mismos para acercarse a esa imagen “aspiracional” de lo femenino que la publicación refleja pero

también contribuye a crear. Esta última se presenta, pues, como una guía, una figura capaz de

mejorar la vida de las mujeres, en la que se combina cierta autoridad con la cercanía y la complicidad

de los centros comunes de interés que se asocian a lo femenino.

Para analizar cómo los elementos gráficos y visuales se relacionan entre sí y con el lenguaje

verbal en función de estos objetivos, hemos escogido dos publicaciones, una de ellas correspondiente

a un suplemento de periódico diario, y otra independiente, en un período que abarca del 10 al 30 de

diciembre de 2014, y por tanto cercano o coincidente con la campaña de Navidad. Creemos que esta

festividad resulta especialmente relevante para los objetivos del trabajo al confluir en ella el carácter

tradicional y familiar, más proclive al reforzamiento de roles de género dentro de la familia, con el

lúdico-festivo, que permite explorar también intereses relativos al ocio y al cuidado personal,

aspectos todos ellos tradicionalmente asociados a este tipo de publicaciones. Además, el cambio de

año favorece tanto el repaso a intereses y modelos del período que acaba como la apertura a

sugerencias y expectativas nuevas, frecuentemente en relación a los deseos, intereses y expectativas

personales. Por otra parte, las dos revistas analizadas difieren notablemente en cuanto a finalidades,

intereses y estilo: Mía es una revista práctica, con consejos supuestamente útiles para la vida

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cotidiana, dirigida en principio a todo tipo de mujeres, pero orientada a su faceta más personal y

doméstica. S Moda, que se distribuye con el diario El País, es una revista de ocio y tendencias que

persigue un estilo más sofisticado, y dibuja un perfil de lectora con inquietudes culturales, artísticas y

profesionales, y por tanto, al menos en principio, de un nivel sociocultural más alto. El modo de

distribución es, también, muy relevante: la publicación independiente tiene que captar el interés de

sus lectoras por sí misma, por lo cual las funciones fática y apelativa se verán previsiblemente muy

reforzadas, mientras que el suplemento de El País, último representante de un fenómeno más

reciente, se asienta en el prestigio de un diario de información nacional, cuya “imagen de marca”

contagia a sus suplementos pero al mismo tiempo se ve reforzada por ellos. Hemos preferido

limitarnos a dos publicaciones, analizando tres portadas de cada una, para analizar los elementos

constantes en la línea editorial.

ANÁLISIS DE LAS PORTADAS DE MIA

La primera (y más antigua) de las publicaciones proporciona informaciones variadas sobre

diversos temas tradicionalmente asociados a lo femenino: estética personal, salud, relaciones

humanas, ocio y tiempo libre... Su carácter práctico la perfila como una revista destinada

prioritariamente a la faceta doméstica y personal de cualquier mujer que conceda a este aspecto de su

vida una importancia suficiente como para adquirir una revista exclusivamente para él. La misma

publicación, tanto en su página web como en otras promociones, define a sus receptoras potenciales

como “mujeres reales”, estableciendo una oposición con la sofisticación de la tradicional prensa

femenina mensual. Así lo hacen en el “manifiesto” publicado en la versión digital de su revista, en el

que defienden la diversidad de tallas, edades, profesiones… e invitan a “disfrutar y ser felices como

somos”, en una actitud cómplice de autoafirmación. En la práctica, sus contenidos parecen

orientados preferentemente a mujeres de clase media o trabajadora que, trabajen o no fuera de casa,

llevan el peso organizativo de la familia, sin dejar de lado intereses personales relacionados con la

vida diaria (moda, belleza, aficiones prácticas…), y reflejan también una visión optimista y positiva

de este tipo de vida. En palabras de su director, la revista ofrece el contenido que de verdad interesa

a las mujeres reales: mujeres vitales, activas, abiertas, comprometidas, que se esfuerzan, que creen

en la amistad y en el valor de la familia, y que, por supuesto, también se permiten soñar.

Las portadas de la revista Mía combinan siempre una fotografía de mujer en plano medio con

el logotipo de la revista y un adelanto bastante completo de los contenidos y secciones, siguiendo lo

que se ha dado en llamar “diseño circo”, una estructuración dinámica, con abundantes recursos

gráficos que establecen múltiples centros de atención, y numerosos y variados contrastes de color,

forma y disposición. Este diseño viene determinado por la necesidad de captar la atención de las

posibles compradoras, pero también está en consonancia con las finalidades de autoafirmación y

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optimismo que veíamos en la declaración del director, y que el colorido, la variedad y el dinamismo

visual de sus portadas contribuyen a propiciar.

El nombre de la revista, un pronombre posesivo de primera persona de

singular, responde a la intención de provocar la identificación de las lectoras con la

revista que veíamos en su presentación: el emisor-responsable se pone en lugar del receptor y

subraya así la conexión entre ambos. También el uso de las minúsculas favorece un sentimiento de

cercanía y subraya el carácter informal de la publicación. El diseño del logotipo reproduce

gráficamente el mensaje lingüístico al establecer, mediante una línea diagonal, dos ámbitos

conectados por la palabra: un triángulo rojo sobre el cual se escribe esta, pero sin llegar a cubrirlo de

todo, de modo que el nombre de la revista establezca una conexión entre él y el fondo de la portada.

El uso de un color primario, llamativo y emocional, además de permitir el destaque del nombre en

blanco, se corresponde con el carácter directo y abierto que se quiere imprimir a la revista, y la

orientación diagonal, tanto del logotipo como de la tipografía en cursiva, lo dotan de frescura y

dinamismo. Finalmente, la superposición, más o menos parcial, de la protagonista de la fotografía,

integra a esta en el grupo de mujeres reales, conectándola simbólicamente, a través de la revista, con

las destinatarias potenciales.

Nº 1470 / 10 a 16 de diciembre

Nº 1471/ 17 a 22 de diciembre

Nº 1472/ 23 a 29 de diciembre

La imagen, en colores muy saturados, aparece rodeada por una presentación muy amplia de

los diversos contenidos, expresados con diferentes tipos de letra, colores y fondos, lo cual, además de

permitir cierta jerarquización de los mismos, contribuye fuertemente a la sensación de dinamismo y

alegría. En las tres portadas analizadas se destaca un contenido, caracterizado por su carácter

directamente orientador y positivo: verbos en imperativo, con valor de consejo, que establecen un

mensaje directo y optimista (disfruta y ahorra; recíclate; mejora tus relaciones tóxicas), pero que

implícitamente remiten a posibles carencias del presente (falta de dinero, estancamiento o falta de

expectativas, carencias afectivas, en cada caso), que la revista invita a superar mediante sus consejos.

Estos mensajes aparecen siempre en la misma posición (inferior izquierda), muy resaltados por el

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tamaño, y el título principal está en minúsculas de imprenta en cursiva, lo cual establece una

conexión entre el contenido particular de cada uno de esos reportajes y los principios generales de la

revista (cuyo logo utiliza una tipografía similar) como guía para la mejora de la vida de sus lectoras.

Las mujeres pueden ser tanto modelos más o menos desconocidas (números 1470 y 1472)

como la protagonista de la entrevista semanal (número 1471), siempre que esta comparta los rasgos

de juventud y belleza que caracterizan a las protagonistas de otras portadas, combinando la sensación

de realidad con el ideal aspiracional necesario para la venta de la revista. Se representan en actitudes

positivas, con una amplia sonrisa, atuendo festivo o informal y la mirada dirigida directamente al

espectador, en una imagen-petición que le invita a participar de ese espíritu optimista que otorga

parecerse un poco más a ellas con ayuda de los contenidos de la publicación que ofrecen.

La portada del número 1470 evoca la navidad, sin nombrarla, fundamentalmente a través de

los colores (dorado, blanco, rojo y verde), que se alternan en fondos y letras de manera muy variada.

La composición sigue una estructura circular facilitada por el sumario de contenidos, que cubre por

completo ambos márgenes, formando en el centro, mediante los juegos de tamaño y cambio de

líneas, un óvalo que enmarca el rostro de la modelo, lo resalta y favorece la sensación de intimidad y

cercanía que ya hemos visto en otros elementos. Ella, con un atuendo y expresión festivos, se sitúa

de perfil, siguiendo a la derecha la curva de ese óvalo imaginario. Su amplia sonrisa y su mirada

dirigida al receptor conectan nuevamente con las lectoras y aportan una naturalidad a la que también

se orienta el suave maquillaje y el efecto de cabello al viento. Este último apunta al que, siguiendo el

orden de lectura convencional, sería el primero de los contenidos (“perfecta para estas fiestas”),

definiendo la imagen como un ejemplo de ese ideal. También el reportaje principal, resaltado por su

tamaño y que comienza en la parte inferior izquierda, podría relacionarse con esa imagen sonriente a

través del “disfruta”, que conecta con la sonrisa de la modelo, mientras que el imperativo invita a la

audiencia a participar de esa alegría. En la presentación de este reportaje, el único uso de una

tipografía que imita la escritura a mano resalta analógicamente el mensaje verbal (“hazlo tú misma”)

y despierta connotaciones de autosuficiencia y confianza. La parte principal de los dos mensajes

destacados apuntan no solo a cada uno de los reportajes en sí, sino a toda la revista, y reflejan sus

valores generales (belleza, superación, confianza). Icónicamente esa importancia se representa,

además de los recursos comentados, por el uso en un mismo titular de todos los colores que aparecen

en la portada (blanco, dorado, verde y rojo), mientras que el resto de los reportajes se anuncian con

uno, dos, o a lo sumo tres de ellos, en función de su importancia. El fondo blanco sobre el que se

sitúan tanto la imagen como los mensajes verbales aporta una luminosidad serena y apacible acorde

con el carácter positivo y amable de la revista.

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La portada del número 1471 gira en torno a las connotaciones de cambio y movimiento, en el

sentido positivo y optimista que caracteriza a la línea editorial, pero también asociadas esta vez al

año que comienza, tal como destaca el tamaño del número 2015 en el reportaje principal. El

movimiento se incrementa con la acentuada gestualidad de la actriz, y también por el hecho de que

los mensajes verbales no lleguen a cerrar la imagen, como en el caso anterior, sino que se

interrumpen en el margen derecho en el espacio hacia el que apunta la cabeza de la protagonista. Con

ello se establece una salida al recorrido visual coherente con las perspectivas abiertas por el nuevo

período al que se alude, ya que, de acuerdo con la dirección de lectura occidental, el margen derecho

representa la novedad y el futuro. Los contrastes de color son menos variados que en la portada

anterior, limitándose al uso de letras blancas, rosas o (en menor proporción) amarillas sobre los

diversos tonos anaranjados que conforman el fondo. El contraste es así menos frecuente pero más

llamativo, acorde con la expresión de alegría exultante de la modelo y que, de modo general, se

asocia al carácter festivo de fin de año. La tipografía, por su parte, resalta algunos elementos en

imitación de manuscrito, siempre en relación al uso minoritario del amarillo, y reserva las letras

minúsculas de imprenta para el reportaje principal (“en 2015 ¡recíclate!”), que queda así

especialmente resaltado.

La última portada del año ofrece una impresión general de mayor estatismo y serenidad, en

consonancia con la imagen de una mujer más clásica y el predominio en el fondo de colores claros

(azul cielo, blanco, crudo…). La imagen fotográfica ofrece el plano medio frontal de una

caracterizada con una serie de signos (atuendo, maquillaje, peinado, expresión facial) que diversos

códigos sociales asocian a la estabilidad y a una moderada madurez. La sensación de realidad se

acentúa con la presencia de un fondo borroso pero natural, que anclan al personaje en el entorno, y

que a la vez permiten establecer algunas líneas horizontales, contrarrestando la verticalidad del

formato en aras del equilibrio y la proporción que se quieren resaltar. El rostro de la mujer, su mirada

frontal y su moderada sonrisa, se erigen en elemento unificador y central gracias a la disposición en

U de los mensajes verbales que la enmarcan. La serenidad y el equilibrio se asocian al concepto de

femineidad mediante el dominio, en esos mensajes verbales, del rosa y del violeta, colores

tradicionalmente asociados a este género. La portada no renuncia, sin embargo, al optimismo

dinámico que constituye el principio general de la revista, y que se logra, nuevamente, por la

combinación de colores, formas y tipos de letra: por ello el predominio del rosa y del violeta se

complementa con la presencia de algunos mensajes en naranja, blanco, negro o amarillo. Este último

destaca, imitando el uso de un marcador, el nombre de tres secciones (belleza, moda y ahorro), que

además se reproducen con una escritura que imita la manual, un recurso que remite icónicamente a la

utilidad práctica de la revista, subrayando el didactismo, el carácter “orientador” de la misma para

sus lectoras.

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ANÁLISIS DE LAS PORTADAS DE S MODA

A diferencia de la publicación anterior, S Moda se distribuye como suplemento de fin de

semana (los sábados) junto al diario El País. Este hecho perfila una consumidora potencial con

intereses más amplios que los estrictamente personales o familiares, que lee prensa de información

general o bien podría, dados sus intereses, llegar a leerla, lo cual determina una mayor presencia de

contenidos artísticos, culturales o de actualidad. Está, pues, a medio camino entre las publicaciones

exclusivamente femeninas y los habituales dominicales que acompañan a la prensa diaria, y al igual

que estos últimos tiene una función promocional del diario al que acompaña, por favorecer su

distribución entre la audiencia femenina. Recíprocamente, el periódico otorga credibilidad al

semanario y garantiza el interés y la seriedad de sus contenidos, lo cual se refleja en la presencia del

nombre del diario, en vertical, en la esquina inferior izquierda. Este, un diario prestigioso de tintes,

en principio, progresistas, garantiza para el suplemento una audiencia potencial más precisa que la de

Mía: mujeres exigentes, con intereses profesionales, culturales y de actualidad más allá de la estética

o el ámbito doméstico. Las palabras con las que el propio grupo editorial presenta el semanario tanto

en su web como en las noticias que reseñaban su aparición confirman su carácter innovador, exigente

o artístico: Una revista innovadora que, cada sábado en su edición impresa y diariamente en la web,

sorprende con los contenidos más exclusivos en moda y belleza (descripción del suplemento en la

web de El País); exigencia periodística, innovación y calidad visual, además de un diseño audaz y

una cuidada edición fotográfica. (…) destinada a un público femenino que desea estar al tanto de las

propuestas más vanguardistas, (…) aspira a satisfacer las demandas de mujeres con criterio que

buscan estar bien informadas sobre las últimas tendencias del mundo de la moda y de la belleza.

Además, ofrecerá entrevistas a personajes de la actualidad, análisis de los desafíos sociales,

propuestas de viajes, ocio y diseño. (noticia anunciando su aparición, el 18 de septiembre de 2011).

Incluso al referirse a los contenidos inicialmente más intrascendentes, la revista se preocupa de

dotarlos de una dimensión cultural: La intención de S Moda es tratar la moda como concepto más

allá de las pasarelas, entendiéndola como actitud y como expresión cultural de primer nivel que

aprecia la estética y disfruta con ella.

Esta mayor sofisticación se refleja en unas portadas más sobrias, en la que los elementos son

menos y están más equilibrados, y con un estilismo visualmente más cuidado y elegante, con colores

menos saturados y un uso más medido de los contrastes. Además, se observa una variación visual

que refleja los amplios y diversos intereses de sus lectoras: a esto se orientan la variación del color

del logotipo, en relación a las connotaciones asociadas al titular, y la reminiscencia de cada portada a

corrientes artísticas o culturales diferentes. El carácter intelectual se enfatiza también con la elección

de un sustantivo abstracto o colectivo que unifica el suplemento a modo de título, lo cual conecta

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esta publicación con manifestaciones artísticas más prestigiosas (libros, discos) y genera expectativas

de unidad y coherencia que unifiquen los diversos contenidos.

El logotipo de la revista destaca una enigmática S mayúscula sobre la palabra “moda”, que

aparece subordinada a ella tanto por posición (inferior) como por la enorme diferencia de tamaño. El

amplio conjunto de implicaturas y connotaciones que sugiere esta letra resalta la dimensión artística

y el juego estilístico al que se quiere someter a la publicación. En primer lugar, la S remite a la letra

inicial de palabras significativamente asociadas al modo de difusión de la publicación (Suplemento,

Semanal, Sábado), interpretación favorecida por el acrónimo habitual del suplemento general (EPS).

En segundo lugar, su empleo recuerda a usos recientes de las letras en inglés, en las que estas

representan a una palabra por la homofonía de su nombre con ella, y en particular al uso de la letra R

en lugar de la forma verbal “are”. La lectura inglesa de la letra S (/es/) se corresponde con el verbo

castellano “es”, y esta interpretación contagia al logotipo del carácter moderno y cosmopolita que se

asocia al inglés y a esa costumbre en particular en la sociedad actual. Además, el sintagma “es moda”

despoja a la segunda palabra de su asociación exclusiva con la ropa, recuperando más bien el sentido

de “tendencia” aplicable a las diversas manifestaciones sociales y culturales a las que atiende la

revista. En tercer lugar, el sonido al que remite se utiliza como onomatopeya del murmullo y el

secreto, connotaciones que se relacionan con la pretensión de exclusividad declarada por la propia

revista en su promoción. Finalmente, la propia grafía, a través de la sinuosidad de las líneas curvas,

recuerda el carácter femenino que culturalmente va asociado a ellas. Podrían añadirse, además, otras

connotaciones, ya que la plurisignificatividad inicial impide la asociación fuerte con un significado,

abriendo la puerta a la construcción de múltiples inferencias, incluso personales.

Nº 169 / 13 de diciembre

Nº 170/ 20 de diciembre

Nº 171/ 27 de diciembre

A diferencia de las portadas de Mía, la presentación de los contenidos no aparece diseminada

por la portada, sino concentrada en la parte inferior, bajo el sustantivo que los unifica. La posición

superior de la fotografía evidencia el carácter predominante de lo artístico sobre lo puramente

informativo, que se ve reforzado por el menor tamaño de las letras y por la selección de un número

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limitado de contenidos comentados (tres en cada caso), individualizados mediante la alternancia de

negrita, cursiva y caracteres normales, y otros tantos enumerados tras la expresión “y además”. El

prestigio del periódico al que acompañan y el estilismo general de la portada funcionan así como

reclamo y garantía del interés de la publicación por encima del de los propios contenidos, que se da

por sentado. Además, al distribuirse de forma inseparable con él, la función fática puede relegarse en

aras de las funciones poética, expresiva e incluso metalingüística, más acordes con los valores

dominantes de la publicación.

Esta se esfuerza, desde la misma portada, en despojar de intrascendencia a los contenidos

tradicionales de las revistas femeninas, aquellos relacionados con la estética personal: en el plano

verbal, esta intención se aprecia en la asociación de este tipo de contenidos con valores culturales,

estilísticos o económicos (ideas de estilo, belleza y cultura; filantropía de moda en España:

emprendedoras y empresarias…; el prestigio de la fotografía de moda: el último tesoro de los

coleccionistas de arte; nuevo destino de estetas e intelectuales; la moda cotiza en Bolsa…). En el

plano visual, las modelos que protagonizan cada fotografía se dotan de personalidad a través de la

presencia de su nombre, acompañado de un breve comentario o una cita, adelantando un reportaje

interior en las que se las presenta asociadas a algún tipo de valor intelectual, artístico o personal (su

formación, sus carreras profesionales, sus actitudes personales…), dotándolas de una personalidad

que se ve reforzada por la utilización de letras verticales y en mayúsculas para informar de su

nombre y que se relaciona en mayor o menor medida con la estética visual de la portada y el

concepto-título que unifica los contenidos.

El intelectualismo domina también la relación que las portadas establecen con sus lectoras: la

expresión seria de las modelos y el predominio de miradas oblicuas, desde una perspectiva en tres

cuartos, establecen un contacto más sutil y menos directo que las de Mía, ya que la demanda no es de

afiliación sino más bien (siguiendo la clasificación de Goffman) de sumisión, marcando con más

fuerza su carácter de ideal a seguir. En consonancia con esto, los mensajes verbales evitan por

completo la segunda persona, perfilando, junto con la imagen, una autoridad más distante, más

“académica”, pues se asienta en el prestigio, el estilo y el conocimiento del emisor más que en una

relación directa, cómplice y familiar como la que veíamos en las portadas de Mía.

Por otra parte, el carácter independiente y progresista de las receptoras modelo determina

también la escasa atención al período navideño, en contraste con el ambiente general y con la

mayoría de publicaciones de este tipo. A nivel visual ningún elemento remite a esta festividad,

omisión que se destaca verbalmente por la presencia del término en sintagmas que implican una

visión negativa (“sobrevivir a la Navidad”, “soportar el calendario navideño”). Tampoco se destacan

contenidos relativos a la vida doméstica, la salud o la familia, que se asocian cuando aparecen a

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viajes o salidas, como en el ejemplo “planes y cenas (a mesa puesta) para Nochevieja”, o las

referencias a “gastronomía” en las propuestas de viaje.

Aparte de estos elementos comunes, como se ha apuntado antes, cada una de las tres portadas

analizadas se estructura de acuerdo con un estilo culturalmente consolidado, que a su vez se

relaciona con el contenido unificador de cada semana y permite establecer una complicidad

halagadora en las lectoras que los reconozcan.

La portada del 13 de diciembre ofrece una impresión moderna, informal y con toques de

cultura alternativa, lo cual establece un contraste con el tradicionalismo reinante en el ambiente en

estas fechas de comienzo de la campaña navideña. Como es habitual, la protagonista es una mujer

bella y joven, pero en este caso la juventud aparece acentuada por el carácter innovador del peinado

y la total invisibilidad del maquillaje, que le dan un aspecto aniñado e informal acorde con el título

(“caprichos”), enfatizado en el plano gráfico por el uso del color rosa que unifica a este último con el

logo. Por su parte, la cercanía impuesta por el primer plano impone una intimidad que destaca el

carácter egocéntrico de la palabra “capricho”, y a la que también apunta el fondo, en el que, aun

siendo borroso, se puede adivinar un interior. Los contenidos destacados por el mensaje verbal giran

en torno a diversos matices de la palabra que le da título (la intrascendencia de las compras o la

intimidad de la lencería), o a conceptos asociados a la cultura alternativa como el altruismo

(empresas filantrópicas), aunque matizados por los valores genéricos de la revista que ya han sido

comentados. A nivel compositivo, la imagen avanza en diagonal a través del cuerpo de la modelo,

que establece un recorrido visual dinámico continuado a la derecha por la madera del fondo. La

sensación de movimiento en la dirección de la escritura, hacia un futuro simbólico acorde con la

modernidad representada, se ve acentuado por los contrastes provocados por una luz que lo “empuja”

desde la izquierda, y por la estructura en L de las letras, que enmarcan el rostro de la modelo dejando

abierto el marco a la derecha. Al mismo tiempo, la verticalidad del conjunto logo-cita y del brazo,

por un lado, y la horizontalidad del cuadro de título y contenidos, por otro, equilibran la inestabilidad

de la diagonal, manteniendo así la elegancia y la proporción del estilismo “exigente” propugnado por

la línea editorial. Por su parte, los contrastes de luz y color, muy matizados, resaltan los mensajes

representados en un rosa de gran luminosidad (título y logotipo) sobre los tonos apagados y

quebrados de la imagen.

La portada del número 170, de acuerdo con el contenido del reportaje destacado, se inspira en

el glamour y la sofisticación asociados al cine clásico, actualizados con un aire contemporáneo. Las

protagonistas son tres actrices jóvenes y reconocidas, ataviadas con vestuario de gala en contraste

con el ligero maquillaje y el aspecto húmedo del cabello; un contraste que relaciona la imagen con el

título (“Cantera de lujo”), ya que los dos últimos elementos visuales, como la primera palabra,

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sugieren la frescura y la promesa de la novedad, mientras que el atuendo y la segunda palabra

remiten a la sofisticación general. Esta sofisticación se incrementa por el resalte de la verticalidad,

con un plano general, ligeramente contrapicado, de las tres actrices. A la izquierda, bajo el logotipo,

aparece una de ellas sentada, mientras que las otras dos aparecen en una posición elevada sobre el

sumario con los contenidos y el título. La distribución establece así un equilibrio asimétrico en el

que, a cada uno de los lados, se dedica un espacio similar a las mujeres representadas y al texto

escrito, alternando ambos elementos respecto a la dimensión vertical sin entorpecer la representación

equilibrada de cada una ni la dimensión vertical del conjunto. Por su parte, la orientación hacia el

centro de las dos actrices situadas a los lados cierra la figura formada por las tres y recalca el carácter

colectivo al que también remite el título. Además, las posturas corporales de estas dos actrices

establecen unas líneas curvas que se completan con las establecidas por el vestido de Hiba y la S del

logotipo, y que, en base a las convenciones icónicas asociadas a ellas, relacionan la imagen con el

subtítulo (“el talento interpretativo en España es terreno femenino”). Otro elemento unificador del

trío es la presencia en su atuendo, a una altura que coincide con el centro horizontal de la imagen, de

elementos que, de forma más o menos analógica, remiten al plumaje de las aves, recordando la

belleza, la libertad y la altura de miras asociadas a estos animales.

La reminiscencia del cine clásico se manifiesta en el predominio casi absoluto del blanco y

negro, débilmente roto por los colores naturales de piel y cabello (cuyo color atenúan, en el primer

caso, la luz y las transparencias, y en el segundo, el efecto mojado) y de algunas plumas en rojo

sobre el brazo de Manuela Velasco, en sutil referencia a una profesión relacionada con las emociones

y, más directamente, como adelanto de uno de los reportajes destacados en el sumario (estilo al rojo

vivo). Además de la referencia cinematográfica, la imagen se aproxima así a la fotografía en blanco y

negro, una modalidad menos realista que pone de relieve la ficcionalidad del conjunto, que a su vez

se ve acentuada por el contraste entre el atuendo y las actitudes de las actrices frente al decorado, de

ladrillo encalado y un apenas visible suelo de madera sin lacar. El blanco domina por completo el

fondo, mientras que los vestidos de las actrices parten del negro absoluto en la de la izquierda, solo

matizado por la transparencia de escote y brazos, para introducir progresivamente un poco de blanco

(en la actriz situada en posición central) y un porcentaje aun mayor en la de la derecha, que conecta

el grupo tanto con el fondo de la imagen como con el fondo del cuadro de texto que aparece en la

esquina inferior derecha. También el rostro de las actrices sigue una progresión izquierda-derecha,

partiendo de la posición más oblicua, aunque no totalmente de perfil, de Manuela Velasco, a la

posición casi frontal de Manuela Vellés, posición que a su vez determina una progresión similar en la

oblicuidad de la mirada. De esta forma, el color y la postura se coordinan para que el observador

pase de la seriedad y distancia evocadas por la primera figura, subrayadas por la posición sentada, a

una mayor naturalidad, franqueza y luminosidad. Este movimiento podría ser analógico de la historia

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del cine, desde la rigidez y teatralidad del cine clásico a la naturalidad predominante en épocas

posteriores, lo cual conecta la época evocada por la imagen con el presente y el futuro sugerido por

estas promesas que forman la “cantera” de la interpretación en España. En este sentido, resulta

también significativa la elección del margen derecho para la presentación verbal de estas actrices.

En cuanto a los mensajes verbales, el logotipo aparece menos destacado que en las otras dos

portadas comentadas, ya que la abundancia de curvas en negro de la imagen en general difumina su

presencia, fundiéndolo con las curvas de la propia imagen, y la superposición de la cabeza de la

actriz lo relega al fondo. Cede su protagonismo al conjunto de título y sumario, que se destacan al

enmarcarse las letras negras en un cuadro de texto con fondo blanco. Además, la justificación a la

derecha, que contrasta con la justificación central de las otras dos portadas, establece una recta que

destaca este cuadro en medio de la sinuosidad general del resto de la imagen. Por su parte, las letras

que forman el título se caracterizan, como la S del logotipo, por el contraste entre trazos gruesos y

finos, en analogía con la dualidad que veíamos en su contenido (cantera/ lujo), mientras que las del

subtítulo, extremadamente verticales, son las mismas que las utilizadas para reproducir los nombres

de las actrices, conectando esos nombres con el talento interpretativo que se menciona aquí. Por su

parte, los reportajes destacados giran en torno a conceptos que también están presentes en el cine,

principalmente arte, cultura y estilo (destino de estetas e intelectuales; fotografía de moda-

coleccionistas de arte, estilo al rojo vivo).

La portada del 27 de diciembre alude metafóricamente al próximo cambio de año a través del

concepto “herencia” que le da título, sugiriendo al mismo tiempo continuidad y relevo, y que tanto la

modelo escogida para la imagen fotográfica como el subtítulo (Los cachorros de las celebridades

que darán guerra en el 2015) relacionan con la continuidad de padres a hijos. La presentación de la

modelo evidencia esta personalización al presentarla como “hija” de dos reputados actores. Por su

parte, los reportajes destacados concretan diversos aspectos relacionados con el título: el monetario,

que el contexto permite relacionar con el patrimonio (la moda cotiza en Bolsa); la continuidad

(peinados y productos con aguante) y la unión entre esta y la renovación (clásicos muy renovados).

Estas referencias se combinan con abundantes alusiones a la festividad de fin de año, marcando la

relación entre ambos conceptos (evolución temporal) y en contraste con la práctica omisión a la

Navidad, una celebración de carácter más tradicional y conservador que la del año nuevo.

Un clásico renovado parece la imagen misma, que la combinación de verticalidad y

claroscuro relacionan con la pintura barroca, con sus reminiscencias de espiritualidad y

trascendencia, pero matizadas por sensualidad de la propia modelo, de su postura y de su atuendo. El

claroscuro se establece en base a dos focos de luz, uno situado en la parte superior derecha, que

destaca con claridad el rostro y el hombro de la joven, y otro, inferior, situado tras ella, provocando

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un efecto de luminosidad que la enmarca en un aura de espiritualidad y trascendencia. Estas

sensaciones se ven incrementadas por el dominio de un azul oscuro tanto en el fondo como en la

ropa, que evocan la inmensidad del cielo nocturno. En ese fondo dominado por un color frío (aunque

limitado por la oscuridad) se destacan, por un lado, el blanco del logotipo y de los textos, como dos

focos de luz, y, por otro, la calidez de los labios y del cabello, elementos apuntan a la misma

sensualidad que ya veíamos en la postura y evitan un excesivo distanciamiento, al mismo tiempo que

recuerdan la figura, paradigmática para las lectoras de cierta edad, de la madre de la modelo. Esa

suave, cálida sensualidad, que se manifiesta también en la expresión facial, se contagia de un carácter

íntimo y acogedor gracias a la calidez sugerida por el atuendo de lana y el carácter informal del

peinado. En contraste con esto, el rostro apuntando hacia arriba, que favorece otra vez una mirada

oblicua hacia el observador, sugieren al mismo tiempo una actitud altiva (contradictoria con la

intimidad sugerida por el vestuario) y la búsqueda de superación, elevación, o, en sentido general,

trascendencia. El mismo contraste entre espiritualidad y sensualidad se aprecia en la disposición de la

figura, en los que la orientación vertical, hacia arriba, del tronco queda matizada por cierta

sinuosidad determinada por la posición de la modelo, con el cuerpo hacia la derecha y la cabeza

levemente girada a la izquierda, lo cual se completa con giros menos evidentes de piernas y tronco.

La cabeza apunta hacia el logotipo de la revista y el rostro ocupa una dimensión horizontal similar a

él, estableciendo una conexión que invita a buscar relaciones entre ellos.

La tipografía apunta al pasado a través del aire clásico de la H inicial, y además participa y

acentúa la verticalidad general al elegir unas letras muy estrechas para el título y una columna

relativamente estrecha para el sumario de contenidos. La disposición de los mensajes verbales

favorece también la verticalidad general al establecer dos cierres en el margen derecho (la cita y el

resumen de contenidos), hacia donde naturalmente avanza el recorrido, lo cual obliga aun más a la

mirada a avanzar en la dirección superior que marca la posición de la modelo. Esta dirección resalta

el carácter trascendente, casi espiritual, con el que en esta portada se quiere dotar al concepto del

paso del tiempo que unifica los dos aspectos que aparecen en ella: el cambio de año y el relevo

generacional.

CONCLUSIONES

Como señalan Menéndez y Figueras (2013), la prensa femenina se asienta, desde su propio

nombre, en un concepto socialmente asumido de la femineidad al que subordinan sus contenidos y

sus estrategias discursivas, y que al mismo tiempo contribuyen a definir, en una relación simbiótica

que a su vez define un juego de permanencias y modificaciones en el tiempo que se ven afectados

por los cambios sociales, económicos, culturales o comunicativos.

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Las portadas analizadas suponen, en este sentido, una reacción al concepto de prensa

femenina más extendido a finales del siglo XX: revistas mensuales, con un claro predominio de la

imagen y de la publicidad, que recogían el proceso emancipatorio femenino sustituyendo el ideal

tradicional de “mujer-madre y esposa” por la afirmación individual en torno al culto al cuerpo, al

cuidado personal, al lujo, a la sexualidad y, en menor medida, a ciertos aspectos de actualidad, y que

pronto empezó a ser criticado en muchos sectores por proponer modelos inalcanzables, alejados de la

realidad de la mayoría de su público, o por la intrascendencia y superficialidad del concepto de mujer

al que respondían.

La revista Mía, cuya aparición en 1964 es anterior al auge de este tipo de publicaciones,

reacciona contra el primero de los aspectos, reivindicando un acercamiento a lo que consideran la

realidad de la mayoría de sus lectoras y proponiendo una visión optimista de autoafirmación de la

misma, frente a la frustración que genera la propuesta de un mundo de lujo, belleza y glamour de las

publicaciones mensuales. Retoma así, reformulándolos y adaptándolos a la situación actual, una

tradición de prensa femenina de carácter práctico que parecía estar a la baja en las últimas décadas

del pasado siglo. S Moda, por su parte, mantiene la propuesta de cierta sofisticación, a la que

contribuye el hecho de que en su publicación colabore una editora internacional de revistas de

prestigio en el sector, pero pretende despojarla de intrascendencia, dotando a los contenidos

tradicionales de un aura artística, cultural, social o económica. Ambas publicaciones mantienen, sin

embargo, gran parte de los centros de interés que tradicionalmente han definido el concepto de

femineidad (moda, belleza, cuidado personal), combinándolos con los intereses profesionales y de

desarrollo personal que las mujeres han alcanzado en la actualidad.

Por otra parte, los elementos gráficos y visuales, que reflejan perfectamente la diferente

orientación de los contenidos, permiten identificar la diversidad de intereses e ideales del colectivo al

que se dirigen, apuntando a una previsible especialización de un sector que tradicionalmente era más

monolítico. Esta diversificación está condicionada por el acceso de la mujer a nuevos campos

sociales, profesionales e informativos, que propicia la emergencia de nuevos intereses determinados,

a su vez, por el estrato sociocultural al que pertenecen. Cambios sociales y de mentalidad que

determinan, por un lado, la adaptación de las revistas tradicionales, y, por otro, la aparición de

nuevas modalidades dentro del sector, como la aparición de suplementos femeninos en los diarios de

información general, un fenómeno recientemente en auge. Los ejemplos analizados, aun

manteniendo las convenciones básicas del género, resultan antagónicos en numerosos aspectos,

pudiendo considerarse representativos de una diversidad que, sin duda, se combina en diferentes

grados en otras publicaciones.

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