MODELO PRESENTACIÓN paper - Universidad Pública de Navarra · exclusión social y las relaciones...
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Panel 9: Exclusión social y pobreza en un contexto de crisis Coordinadora: Begoña Pérez Eransus
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Rut Iturbide Rodrigo Universidad Pública de Navarra
RESUMEN La finalidad de esta ponencia es tratar de ahondar en la relación existente entre la exclusión social y las relaciones personales, familiares y comunitarias en una doble vertiente, por un lado como factor integrador (lazos relacionales como mecanismos de compensación y prevención frente a situaciones de riesgo) y por otro como factor exclusóngeno (ausencia de relaciones sociales o existencia de relaciones disfuncionales o conflictivas). Todo ello enmarcado en un contexto de crisis económica, que ha generado una serie de efectos visibles en las dinámicas convivenciales. Siendo por ello objetivo de esta ponencia, tratar de estudiar si la crisis ha supuesto por un lado un debilitamiento o un refuerzo de los lazos sociales; y por otro, si existen tipologías familiares a las que la misma haya afectado de forma más intensa o riesgosa. Para ello se presentan los resultados obtenidos en el análisis comparativo de dos encuestas realizadas en los años 2007-2009 con un doble objetivo: El primero centrado en las características de las relaciones sociales y familiares de los hogares en situación de riesgo y/o exclusión social. Y el segundo referido a la tendencia (positiva, negativa o de mantenimiento) de dichas relaciones sociales en el contexto marcado por la crisis económica. Palabras claves/ Key words: Relaciones familiares, personales o comunitarias, crisis económica..
CONTENIDO:
Introducción
La finalidad de este artículo es profundizar en la relación existente entre la exclusión
social y los lazos sociales en un doble sentido:
- Por un lado:
o En relación con su naturaleza integradora, es decir la familia como
mecanismo de compensación y prevención frente a situaciones de riesgo
y como elemento al que se recurre de forma directa
- Y por el otro
o En relación a su posible carácter exclusógeno, puesto que en ocasiones
así actúa (ausencia de relaciones sociales y familiares, relaciones
disfuncionales o conflictivas…)
La familia como factor de integración social: ¿Por qué?
La familia dentro de la red primaria constituye sin duda uno de los principales
mecanismos de integración social y por tanto uno de los principales proveedores en la
cobertura de:
- Necesidades básicas: alojamiento, comida, consumo..
- Y también las relativas a cuidados: mayores, menores, personas
discapacitadas…
Es por ello, que la ausencia de redes sociales, principalmente las familiares puede
constituir un factor de exclusión social.
Pese a ello no debe olvidarse la ya comentada posible disfuncionalidad de dichas
estructuras, convirtiéndose en sí mismas en factores de exclusión (cuidados negligentes,
conflicto, maltrato, reproducción de hábitos y conducta, influencia negativa respecto al
acceso a la educación…)
Las combinaciones en este sentido son múltiples: familias con fuertes recursos o “dotes
integradoras”, familias con dinámicas más exclusógenas o incluso hogares en los que se
combina la integración con la exclusión (Ejemplo familias gitanas: fuerte protección
familiar e integración comunitaria – reproducción intergeneracional a veces de
situaciones de privación, falta de hábitos, exclusión del mercado laboral remunerado,
exclusión de la comunidad mayoritaria..).
El objetivo de este artículo es doble:
- Estudiar si la crisis económica ha tenido efectos visibles en las relaciones
sociales y familiares
o Si la misma ha supuesto un debilitamiento o refuerzo de los lazos
sociales en los distintos ámbitos (familiares, de amistad, vecinales..)
o Si esta crisis ha afectado de forma especial:
§ Tanto a las relaciones en sí mismas: empeoramiento,
mantenimiento o mejora
§ Como a la forma, a todos los hogares en general o algunos
hogares en particular
Metodología:
Para ello se ha llevado a cabo dos análisis comparativos:
- El primero para tres cosas:
o La primera conocer las características que poseen las relaciones sociales
y familiares (frecuencia, apoyos, participación social, dificultades..) de
las diferentes tipologías de hogares presentes en el espacio social de la
exclusión
o Y la segunda la existencia o no de variación en las relaciones familiares y
sociales debido a la crisis económica entre el año 2007 y el 2009. Y en
caso de que hayan variado, analizar en que posición lo han hecho:
Positiva es decir lazos familiares y sociales como mecanismo
compensador o negativa lazos familiares y sociales como factor de riesgo
o Y la tercera y última, cuales han sido los hogares más afectados por las
crisis
- El segundo análisis que se ha desarrollado se ha basado en la comparativa entre
los cuatro grandes itinerarios vividos por los diferentes tipos de hogares en el
periodo 2007- 2009, respecto a las relaciones sociales:
o Integración estable
o Mejora
o Caída hacia la exclusión
o Mantenimiento en la exclusión
Relaciones sociales y crisis económica: Características y consecuencias
Estado de la cuestión en la actualidad:
1. Parte estructural:
a. En los últimos años, se han dado fuertes modificaciones (tamaño, forma y
composición) en la estructura familiar tradicional tendentes a la pérdida de su
potencial integrador.
Dichos cambios han venido dados tanto por factores:
- Sociales, como pueden ser la entada de las mujeres al trabajo remunerado y la
no incorporación necesaria de los varones al ámbito de los cuidados, la
extensión de la planificación familiar, la diversificación de las formas
familiares..
- Demográficos, reducción de la natalidad, envejecimiento de la población,
aumento de los flujos migratorios
- Individuales y/o personales (decisiones de maternidades en solitario,
constitución de parejas de hecho)
- Políticos, (la ley del divorcio por ejemplo, o la fuerte carencia de protección
social en los recursos de cuidado (falta de escuelas de 0 a 3 años); creación de
políticas fiscales no adaptadas a las diferentes tipologías de hogares; apoyo a la
conciliación frente a la corresponsabilidad)…
Todas estas transformaciones han modificado las estructuras familiares y en cierto
modo conllevan una pérdida de la capacidad integradora y por ello se plantea la
necesidad de introducir ciertos cambios en la conceptualización social y política de la
misma.
Es cierto que parte de la pérdida del potencial integrador de la familia ha sido ocupada
por los Estados de Bienestar modernos que han asumido funciones de protección que
previamente llevaba a cabo la familia tradicional: cuidados sanitarios, educación,
cuidado de personas dependientes… Sin embargo y como es sabido no todos los
Estados han conseguido el mismo nivel de desfamiliarización (Esping Andersen). En el
caso de los países del sur de Europa, debido a la debilidad de sus mercados laborales así
como a la naturaleza subsidiaria de los mismos las familias siguen asumiendo en mayor
medida funciones de protección social. Por lo que en países como el Estado español, no
tener apoyo familiar puede constituir un factor de exclusión para las personas
individuales si el acceso al mercado laboral o la protección pública no existe o es
deficiente.
Las características del Estado de Bienestar español escasamente responsable de la
protección social, propicia, cuando no obliga, a que las familias jueguen un papel
fundamental en la integración individual (amortiguación de los posibles periplos que
supone la creación, mantenimiento, extensión o desintegración de los diversos núcleos
familiares o convivenciales, vuelta del hijo separado a casa de sus madre/padre). Este
modelo de Estado de Bienestar se basa, como dice Serge Paugam (2007) “en el
reconocimiento social de los deberes de solidaridad de la familia respecto a sus
miembros”. Solidaridad además de larga duración (hasta que los problemas/dificultades
duren, incluso cuando ya se ha abandonado el hogar paterno-materno) y que está
fuertemente direccionada por valores familiares tradicionales, que en muchas ocasiones,
hunden sus raíces en elementos religiosos. Sobre todo en aquellos hogares más pobres.
Todas estas características tienen consecuencias. Principalmente la generación y
mantenimiento de una fuerte dependencia de las/os componentes del hogar respecto no
sólo a la familia y a su solidaridad (independencia de las/os jóvenes, generación de
hogares unipersonales, separaciones..) sino también a la toma de decisiones libres en
cuanto a la manera de vivir y ubicarse en el mundo.
b. A todo ello se suma además los cambios en los patrones y modelos relacionales
fuertemente influenciados por los procesos de modernización social
(individualización Beck) y transformaciones en los modelos relacionales
(relaciones en red… Bauman, redes sociales..).
Todo ello (cambios sociales, relacionales, Estado de Bienestar subsidiario..) tiene
consecuencias en el comportamiento individual y también social. Dando lugar a
dinámicas muy diversas, incluso pudiera pensarse que contrapuestas, aunque el término
que probablemente mejor las defina sea el ambivalente, ya que las mismas van desde
principios tradiciones en los que la familia es considera un elemento esencial en la
organización social a otras en las que “la familia” se diluye. Por lo que hay la
variabilidad aparece como elemento esencial para tratar de comprender que no sólo
estamos en constante cambio sino también en profunda transformación, las personas ,
las familias y también las relaciones que unas y otras mantienen.
2. Parte individual:
A toda esta parte más estructural se le suma además la parte individual o familiar,
entendida la misma en su sentido micro, es decir en las características personales y
materiales específicas en cada uno de los hogares. Ya que existen elementos que
determinan la cantidad y calidad de las mismas como son:
- Características del hogar que influyen en la existencia de mayores o
menores dificultades para vivenciar las relaciones sociales: tamaño del hogar,
composición, sexo de la persona principal, pertenencia a alguna minoría étnica,
ubicación en el territorio… influyen en el potencial de participación familiar
- Igualmente son decisivos acontecimientos que se producen en las biografías
de los hogares como enfermedades, discapacidades,
- Y por último la situación material del hogar en cuanto a disponibilidad de
recursos económicos y de tiempos, influye no sólo en la cantidad sino también
en la calidad de las relaciones..
Marco teórico de la investigación:
a. Lo que se hizo en esta parte de la investigación fue establecer, por un lado
bajo el indicador de exclusión social relacional.
Fuente: Laparra et al. “Una propuesta de consenso sobre el concepto de exclusión. Implicaciones metodológicas”.
Revisa Española del Tercer Sector nº5, Enero-abril 2007.
b. Y por otro el tema de los ITINERARIOS.
c. Se seleccionaron algunas preguntas de la Encuesta FOESSA que se realizó:
- Resultados negativos respecto a las habilidades y elementos de relación
(hogares que no tienen relaciones sociales, que éstas sean distanciadas en el
tiempo, o que sus relaciones sean de carácter negativo).
- Y por otro si la crisis había supuesto una variación respecto a las relaciones
mantenidas por los distintos tipos de hogares durante el periodo 2007-2009.
Dimensión económica
Participación en la producción
Exclusión de la relación salarial normalizada
Participación en el consumo
Pobreza económica
Privación
Dimensión política
Ciudadanía política Acceso efectivo a los derechos políticos. Abstencionismo y pasividad política
Dimensión social Acceso limitado a los sistemas de protección social: sanidad, vivienda, educación y garantía de ingresos
Dimensión social (relacional)
Ausencia de lazos sociales
Aislamiento social, falta de apoyos sociales
Relaciones sociales perversas
Integración en redes sociales “desviadas”. Conflictividad social (conductas anómicas) y familiar (violencia doméstica)
Características de las relaciones familiares y sociales en un contexto de crisis:
¿quiénes se relacionan, cada cuánto, cómo lo hacen, dónde y con qué personas?
• La crisis favorece el incremento de las relaciones sociales:
En términos generales los datos demuestran que en época de crisis se han incrementado
las relaciones sociales. Esto ocurre en la mayor parte de los ámbitos: relaciones con el
vecindario, amistades, compañeras/os de trabajo…
General: Los hogares que no tienen ningún tipo de relación en los diversos ámbitos han
descendido en estos dos últimos años.
Las familias con las personas que más se relacionan son los miembros de su hogar y
compañeras/os de trabajo, es decir aquellas personas a las que ven diariamente.
Frente a estas personas, encontramos a la familia extensa, que es con quien menos se
relacionan los hogares. Pero pese a este declive histórico de las relaciones con la familia
extensa, en momentos de crisis los datos revelan un considerable aumento de los
contactos también en este ámbito. Por lo que cabe pensar que en situaciones de
dificultad se han recuperado apoyos y protección en lazos familiares anteriormente
distantes.
Hogares: Dentro de la tipología de hogares, aquellos que menos se relacionan son los
monoparentales. Y cuando lo hacen es con las personas de su propio hogar y con las/os
compañeras/os de trabajo.
Las razones para ellas fundamentalmente vienen determinadas por la distribución del
tiempo que la persona cabeza de familia desarrolla en dichos hogares.
- Por un lado el referido al cuidado emocional-logístico y económico de los
mismos. Lo que lleva a las mujeres sustentadores principales de los hogares, a
establecer su tiempo relacional en torno a la familia y a las/os compañeras/os de
trabajo, redes más cercanas y de “uso diario”.
- Y por el otro, la falta de tiempo para el desarrollo de otro tipo de actividades
relacionales como puede el estar con otras personas de la familia (2 puntos
menos de relación que la media), las amistades (4 puntos menos de relación que
la media) o el vecindario (1 punto menos que la media) ya que el ejercicio de
dicha autoridad emocional y económica, muchas veces ejecutada en solitario,
impide. Este último (el vecindario) en menor medida, posiblemente porque se
encuentra inscrito en el campo de acción de las actividades diarias del núcleo
familiar. Y que en muchas ocasiones servirán como apoyo, cuanto se necesite
ayuda.
Estos datos que se recogen en los hogares monoparentales no hacen sino visibilizar por
un lado las pésimas condiciones relacionales que dichos hogares tenían de partida no
sólo con la familia extensa sino también con otros colectivos como por ejemplo el
vecindario. Este aumento de relación con la familia extensa puede indicar la
convivencia plurinuclear como estrategia ante la crisis económica, con las
consecuencias que dicha convivencia no siempre elegida puede tener para los núcleos
integrantes de la misma y que se analizará en relación a la calidad de las mismas. Y por
otro que el aumento de hogares que no tienen relaciones o el descenso del número de
relaciones de estos hogares ha tenido lugar tanto en las relaciones de amistad. Situación
que puede venir agravada por dos elementos: el primero la pérdida de relaciones
amistosas generadas en el ámbito del empleo, que al perderse el mismo por la crisis
también se pierden éstas. Y el segundo por las consecuencias que genera el pluriempleo
como estrategia para combatir las dificultades económicas provenientes de la crisis
(descenso del trabajo, del número de horas, del salario… y por lo tanto “la oportunidad”
de tener dos empleos o más), fundamentalmente el aumento de horas trabajadas y por
lo tanto el descenso de tiempo libre para la dedicación, mantenimiento o generación de
relaciones sociales, entre las que se destacan las de amistad.
A lo que debe añadirse, por preocupante, el descenso en la asiduidad de relaciones con
las personas miembros del hogar (1,2%), puesto que si incluimos en el análisis, el
elemento del posible ocultamiento de malas relaciones, y en este caso, los resultados
arrojan esta foto, es de suponer que dichas malas relaciones serán, como en el resto de
los hogares, todavía mayores. A lo que debe añadirse una falta de tiempo para la
atención del hogar, en posible aumento, que puede venir determinada por el desarrollo
de la estrategia familiar del pluriempleo, comentada anteriormente. Pluriempleo que se
llevan a cabo, no debemos olvidar, para mejorar las situación económica, agravada por
la crisis.
Otros hogares que también establecen situaciones de posible riesgo respecto a las crisis
y las relaciones personales, familiares y sociales son los hogares unipersonales. Dichos
hogares tienen una doble composición, por una lado la que podríamos denominar
“tradicional”: hogares con personas mayores, dependientes o necesitadas de apoyos, que
viven en solitario…. Y por otro los núcleos familiares “de nueva creación”: gente joven
recién independizada, que vive en solitario.
Los “hogares unipersonales tradicionales” se relacionan principalmente con el
vecindario y las amistades, colectivos que en muchos casos son lo mismo, ya que,
después de 30 o 40 años viviendo en la misma vivienda, las/os vecinas/os en muchas
ocasiones son amigas/os “de toda la vida”. Y “los hogares de nueva creación” se
relacionan con compañeros/as de trabajo, ya que realizan actividades asalariadas para
mantener el hogar, con vecindario (hogares de nueva creación VPO, VPT…) y con
amistades. Relaciones estás últimas previamente existentes a la independencia. Pese a
que las relaciones que mantienen dichos hogares es inferior a la media (idea sobre la
vejez, hogares alternativos que cuestionan el status quo existente….), si que ha
descendido el número de hogares unipersonales que no tienen relaciones o las tienen
muy espaciadas en el tiempo.
Frente a estas dos posibles situaciones de vulnerabilidad los hogares que recogen un
mayor número de relaciones en todos los grupos, y que además han reducido sus
dificultades relacionales entre los años 2007 y 2009, son las parejas con y sin hijas/os,
las denominadas “familias tradicionales”, esencialmente las primeras. Estos hogares se
relacionan fundamentalmente con las propias personas del hogar y también con las/os
compañeros de trabajo. Pero frente a esta circunstancia mayoritaria en otras tipologías
familiares, cabe destacar que pese a que es su peor porcentaje, recogen resultados de
mayor relación con el colectivo de otros/as familiares que el establecido para el resto de
tipologías del hogar. En el caso de las parejas sin hijas/os en mayor medida. Dichas
situaciones pueden venir dadas tanto por la existencia de menores dentro del hogar,
situación que facilita las relaciones externas (actividades escolares, extra escolares,
deportivas, de juego (parques públicos)…) en el primer caso como la disposición de
tiempo en el segundo.
Itinerarios: Si nos fijamos en los itinerarios recorridos por los hogares en tiempos de
crisis se visibiliza una fuerte identidad de la frecuencia relacional como factor de
integración – exclusión social. Ya que:
- Por un lado aquellas familias que presentan menor número de relaciones son
las que se mantienen en situación de exclusión continua a lo largo del periodo
analizado. Y además lo hace en ámbitos tan esenciales como el de las personas
integrantes del hogar, es decir en este punto se visibilizan las malas relaciones
existentes dentro del propio hogar, algo que aparece velado en alguno de los
resultados pero no explicitado de forma tan clara hasta el momento. Por lo que
se sospecha que su intensidad sea mayor.
- Y por otro en los itinerarios de caída en la exclusión se identifican un
descenso de la frecuencia relacional, sobre todo en el ámbito de la familia
extensa y las amistades
- El caso contrario es decir, el aumento de la frecuencia de las relaciones
sociales se recoge en los procesos de integración estable y de salida de la
exclusión.
• La crisis mejora la calidad de las relaciones más cercanas: personas
miembros del hogar, relaciones laborales y vecinales
La calidad de las relaciones junto con su frecuencia determinan el ejercicio integrador
que poseen dichas relaciones, tanto familiares como sociales.
General: Los datos demuestran que la crisis ha traído consigo una mejora en la calidad
de las relaciones con las redes más próximas: familia cercana, relaciones laborales y
vecinales. Es decir, los hogares no sólo se relacionan más con su entorno más cercano
en situación de crisis, sino que además lo hacen mejor.
Hogares: Los hogares que tienen malas o muy malas relaciones han disminuido, la
excepción ya que se incrementan es el de la familia extensa.
Atendiendo a los diferentes tipos de hogares, de nuevo son los monoparentales los que
recogen las relaciones de peor calidad. Ya que no sólo muestran en varios ámbitos
(hogar, vecindario y amistades) los porcentajes más altos, sino que en la comparativa
dichas malas relaciones aumentan. Es decir, de nuevo se visibiliza la gravedad
relacional de dichos hogares.
Otra tipología de hogar destacable es la de los hogares de parejas con hijas/os ya que
muestran dos situaciones diferenciadas: un descenso de las malas relaciones con
compañeros/as de trabajo y vecindario; y sin embargo un aumento de las malas
relaciones con otras/os familiares y amistades. Circunstancia está última que quizás
tenga que ver con las dificultades económicas para continuar con actividades de ocio
que supongan fuertes inversiones para las familias en épocas de crisis (ir a esquiar con
la familia y las amistades, salir a cenar…).
Itinerarios: Respecto a los itinerarios se identifica nuevamente un empeoramiento de la
calidad de las relaciones en los hogares que tienen un itinerario de caída a la exclusión,
en especial un deterioro de las relaciones dentro del propio hogar con las personas que
lo conforman (4 puntos de aumento en malas o muy malas relaciones). Lo mismo le
sucede a los itinerarios de exclusión, pero lo hacen en menor medida, tanto el
vecindario (2 puntos) como el hogar (1 punto).
• Aumento de los apoyos informales en tiempos de crisis:
Otro factor que permite indicar la calidad del tejido social es si éste cubre situaciones de
necesidad en determinados momentos. El hecho de poder contar con la ayuda de alguna
persona en el caso de que surja un problema se considera un elemento claro de potencial
integrador de las relaciones, y por lo tanto su carencia de riesgo o exclusión.
General: Según los datos lo que puede extraerse es que en tiempos de crisis, los apoyos
informales aumentan, ya que el número de hogares que no cuentan con ayuda cuando la
necesitan en la comparativa 2007-2009 ha descendido.
Hogares: La ayuda recibida en los diferentes hogares tienen que ver con la
estructuración de los mismos, entre los que caben destacar la familia tradicional como la
más protectora. Y los hogares monoparentales, es decir aquellos núcleos convivenciales
más dependientes del cuidado externo, por faltar, dentro de los mismos, “la figura
paterna”. Por el contrario son aquellos hogares que más se alejan del modelo de familia
tradicional (pareja sin hijas/os y unipersonales) los que menos apoyo muestran.
Itinerarios: En relación a los itinerarios se debe destacar realizando la comparativa
temporal, aquellos hogares que han perdido apoyos en los momentos de dificultad:
monoparentales y la categoría de “otros hogares”. Circunstancia que no hace sino
visibilizar, dado el destacado descenso de estos primeros, la situación crítica relacional
de esta tipología de hogar (intensidad y relaciones negativas). Frente a esta perdida de
apoyos, existen hogares que han aumentado los mismos como son los unipersonales,
pareja sin descendencia y las familias tradicionales. En el caso de los dos primeros,
probablemente la puesta en marcha de la ley de dependencia haya podido influir en
dicha mejora.
Atendiendo al análisis basado en itinerarios observamos como, en los procesos de caída
hacia la exclusión han contado con menos apoyos. Los itinerarios que han visto
aumentar sus apoyos son aquellos que se encuentran en procesos de integración (más de
13 puntos) y los que se encuentran en situación de exclusión continua (más de 5
puntos), algo difícilmente explicable, pero que quizás tenga que ver tanto con la
composición de dichos hogares y el denominado círculo de la pobreza en el que la
situación de dificultad no sólo es colectiva y familiar, sino que también “viene
heredada” (Ejemplo familias gitanas que se ayudan pese a que se encuentren en
situaciones de riesgo, “hoy por ti mañana por mí”), como por el aumento de la
solidaridad que explicita Paugam (2007): unidad ante la adversidad.
• Incremento de la solidaridad en época de crisis
La posibilidad de prestar ayuda que tienen un hogar también puede ayudarnos a
determinar si éste se encuentra en posición de poder hacerse cargo de sí mismos y
además cooperar con otro/s hogar/es o no.
General: Una lectura comparada nos muestra que en estos años de crisis se ha
producido un aumento de los hogares que prestan ayuda a otros. El contexto así lo
exige.
Hogares: Son los hogares unipersonales los que menos ayuda prestan, quizás por su
limitada capacidad para hacerlo (personas mayores con problemas derivados del
envejecimiento, hogares de jóvenes recién independizados con dificultades económicas
y de acceso al empleo), por la modificación que se ha dado en relación al cuidado y la
vulnerabilidad en las sociedades actuales, por el individualismo…
Los hogares que más ayuda prestan son los denominados otros hogares: personas que
comparten piso, remesas, generaciones de redes de ayuda y apoyo dentro del hogar,
acompañamiento a amistades presentes en el país…
Itinerarios: Dentro de los itinerarios se identifican dos dinámicas:
- La de los itinerarios que han visto aumentar sus dificultades para apoyar a
otro:
o Grupo en situación de exclusión estable: aumento de más de 16
puntos
o Caídas en la exclusión: más de 10 puntos
- El grupo que ha visto aumentar su potencial solidario es el de los hogares en
proceso de integración (6 puntos)
• Aumenta la participación de los hogares pero con requisitos: intereses del
hogar y/o actividades gratuitas o de bajo coste
En este contexto de crisis aumentan tímidamente la participación de los hogares en
redes sociales pero en determinados ámbitos:
- Aquellos donde la composición o los intereses del hogar lo requieren
- Y en actividades gratuitas o de bajo coste económico: objetivo el ahorro
Es por ello por lo que pese a que la participación en organizaciones de carácter social,
laboral, político y sindical es importante dentro del conjunto de redes sociales de las
personas y de los hogares; también hay que destacar el descenso de la participación en
tres ámbitos específicos como son las asociaciones deportivas, los sindicatos y las
asociaciones vecinales. Descenso que puede deberse a dos motivos fundamentalmente:
el pago de un dinero para el desarrollo de determinadas actividades, que en situaciones
de crisis económica pueden catalogarse de “prescindibles” (asociaciones deportivas y
profesionales, sindicatos..) . Y el descenso de aquellas actividades en las que haya que
invertir cierto tiempo sin recompensa económica a cambio (asociaciones vecinales,
cívico-culturales..) debido a que dicho tiempo se necesite para llevar a cabo estrategias
de supervivencia o mejora en situaciones de crisis (pluriempleo). A lo que puede
añadirse la pérdida de confianza en los grupos sindicales para la solución de problemas
laborales, las estrategias para solventar posibles situaciones de reducción de ingresos o
aumento de la necesidad.
La mayor participación se recoge en asociaciones religiosas, colectivos de participación
cívica y asociaciones vecinales. Las que menos, aquellas específicas como las
ecologistas y las asociaciones de jóvenes, mayores…
Hogares: Los hogares que menos participan vuelven a ser los hogares monoparentales,
que recogen porcentajes de participación por debajo de la media en casi todas las áreas
analizadas. Situaciones que posiblemente tengan que ver como ya se ha comentado por
la composición de los hogares (mujeres, jóvenes…), con el liderazgo en solitario de
estos hogares y las consecuencias que el mismo tiene y con las circunstancias
económicas que los mismos poseen, agravados por la crisis existente. Pese a ello los
hogares monoparentales participan en las asociaciones de mujeres (dos puntos por
encima de la media, de hecho son los que más participan en este ámbito); sexo
mayoritario en la cabeza de estas familias. Y en los sindicatos (medio punto por encima
de la media) por ser ellas, con su actividad asalariada, las sustentadoras del hogar.
Los hogares que más participan son las parejas con hijas/os. Y que lo hacen superando
la media en la mayoría de los ámbitos. Principalmente organizaciones sindicales y
cívico sociales (progenitor/a). Pero también en las deportivas y educativas (menores).
Situación que tiene que ver con las características de las personas que componen dichos
hogares y las necesidades que las mismas poseen y se desarrollan en dichas
organizaciones. Sus porcentajes minoritarios hacen referencia a organizaciones
ecologistas, de mujeres y de mayores. Es decir, la participación se realiza en áreas muy
relacionadas con las personas integrantes del hogar, y no tanto con movimientos de
participación socio política que requieren altas cantidades de tiempo para la militancia,
con otros que tengan que ver con la ruptura de roles de género tradicionales (importante
generadora de disoluciones de pareja) o alejados de la realidad del hogar como son en
este caso las asociaciones de mayores.
Dentro del apartado referido a la participación se ha considerado esencial analizar dos
ámbitos de forma específica: el religioso debido a un importante incremento de la
participación en el mismo y el sindical, dada la importancia que éste tiene no sólo como
elemento de participación, sino también de protección.
Participación religiosa: Aumento general e importancia del Factor étnico
La crisis económica desvela cierto aumento de la participación religiosa (3%). Pero
dicha participación no se ha producido de forma homogénea en todos los grupos étnicos
sino que se observan importantes diferencias que van desde un aumento reducido (2%)
en personas españolas a un aumento del 14% en personas gitanas españolas. Hogares
extracomunitarios de un 4%.
Por lo que se puede concluir que la participación religiosa es un elemento fundamental
en la conformación de la identidad étnica. Situación que debe tomarse en cuenta por la
sobrerrepresentación existente en la encuesta de hogares de origen étnico y grupos
diversos como son la etnia gitana y la población inmigrante. Y que dado su mayor
número colocan a la partición religiosa en el mayor porcentaje de participación en toda
las áreas analizadas. Circunstancia que quizás desdibuja la tendencia constante de
disminución de la participación religiosa en la población mayoritaria.
Participación sindical: Hombres vs Mujeres
No sólo hace referencia a la participación social sino también a la posible protección en
el mercado de trabajo frente a las dinámicas de poder que dentro del mismo tienen
lugar.
Destacamos:
- La baja sindicación existente tanto en hombres como en mujeres cabezas de
familia y la tendencia de disminución que dentro de la misma se ha dado en el
periodo analizado
- En la comparativa hombres mujeres:
o Los hombres se sindican antes, en mayor proporción y durante más
tiempo
o Las mujeres por el contrario se sindican más tarde, en menor proporción
y en los intervalos de edad muy cercanos a la salida del mercado de
trabajo (45 a 64 años). Probablemente por la edad de incorporación
masiva de las mujeres al mercado de trabajo y con su reincorporación
una vez han dado por disminuidas en intensidad sus labores de crianza
o Ellas: mujeres entre 30 y 64 años, con estudios superiores, trabajando en
la actualidad y personas principal (hogares unipersonales
(independizadas) o plurinucleares (viviendo con su madre/padre).
o Ellos: sindicación más temprana, más elevada en aquellos con estudios
superiores, trabando en la actualidad y en hogares plurinucleares o en
hogares entre 2 y 4 miembros
El impacto de la crisis en la sindicación viene dada fundamentalmente en los varones,
que han descendido la misma en 10 puntos, frente a las mujeres que pese a que si han
reducido su porcentaje no lo han hecho en la intensidad de estos primeros. Algo que
nos hace suponer la precaria situación laboral del partida para ellas, sobre todo para las
más jóvenes.
Conclusiones y consideraciones finales
Podemos concluir a partir de los datos de la encuesta en relación al tejido social que, en
este periodo de crisis, los hogares no sólo se relacionan más con las personas de su
hogar, vecindario, amistades, compañeras/os de trabajo…, sino que además lo hacen
mejor.
Los hogares con quien más relación tienen son con las personas miembros de su núcleo
familiar y con sus compañeras/os de trabajo. Es decir, con redes familiares y sociales
de “uso diario”. Con los denominados “otras/os familiares” o familia extensa se
relacionan cada vez menos. Algo que se ha considerado importante ya que puede
visibilizar un cambio en la tendencia relacional.
Y que tal y como señalábamos anteriormente los factores que puedan explicar dicha
situación son principalmente dos:
- Por una lado la dinámica de transformación en los patrones de relación en los
que se reduce el contacto con la familia extensa, siendo éste sustituido por una
mayor relación con compañeras/os de trabajo, vecindario o amistades. Esta
situación vendría incardinada con los cambios estructurales que ha supuesto el
proceso de modernización y que han afectado de forma palpable a las familias:
modificación estructural y funcional de las mismas, aumento y complejidad del
espectro relacional existente, procesos de individuación y aumento de las
relaciones en red.
- Y por otro, la estructuración social temporal e identitaria basada en relación al
trabajo remunerado. Es decir la falta de tiempo para el desarrollo de amplias
relaciones personales, familiares y sociales (requerimientos o exigencias
laborales, adicción al trabajo…). Y la visión del trabajo como parte esencial de
la identidad personal de mujeres y hombres en la sociedad actual.
Pero pese a ello, en tiempos de dificultad económica las familias vuelven a recurrir en
caso de necesidad a los apoyos de la familia extensa.
Los datos alertan sobre la especial situación de los hogares monoparentales son los
que menor número de relaciones tienen y las de peor calidad. Un elemento que incide
claramente en esta situación es la gestión en solitario del hogar. Es decir la atención
logística, económica y emocional por parte de una sola persona progenitora. Situación
que obliga a llevar a cabo un reparto del tiempo que genera y promueve una carencia en
la atención de las relaciones familiares y sociales. Principalmente de las personas
sustentadoras principales de los mismos que, como ya se sabe, son muy
mayoritariamente mujeres.
Los datos analizados hacen palpable las pésimas condiciones relacionales que dichos
hogares tenían de partida en todos los indicadores analizados y que siguen en aumento.
Situación a la que debe prestarse especial atención dados los ámbitos de dificultad
relacional: las personas del propio hogar con la gravedad que esto supone y más, si se
incluye como elemento a tener en cuenta, el posible ocultamiento de situaciones de
dificultad relacional. Las relaciones en el ámbito laboral, otro pilar básico para la
integración social y las amistades. Estas dos últimas incardinadas, y posiblemente
mermadas por la crisis, bien sea por la pérdida de relaciones profesionales y de
amistades en el empleo, por el despido del mismo. O bien por la estrategia de
pluriempleo utilizada en épocas de crisis para paliar las necesidades económicas. Y que
puede direccionarse en dos sentidos: por un lado falta de tiempo para la atención de las
relaciones laborales y de amistad, pero también para la atención del hogar, por otro. Las
consecuencias de este deterioro de las relaciones sociales en los hogares monoparentales
sin duda inciden en su mayor vulnerabilidad y riesgo de exclusión.
Frente a los hogares monoparentales “las familias tradicionales” que son no sólo
las que más se relacionan (incluso con otras personas familiares) sino que además
han reducido sus dificultades relacionales en el periodo de crisis. Las dificultades
han hecho que este tipo de hogares hayan contando con más apoyos. Situaciones
promovidas por la necesidad de relación, no tanto por la voluntariedad de la misma, en
épocas de crisis (que también). Y por la existencia de menores dentro del hogar,
circunstancia que facilita las relaciones externas (actividades escolares, extra escolares,
deportivas, de juego (parques públicos)…). Pese a ello también han tenido que hacerse
cargo de la aparición de obstáculos, puesto que han desmejorado sus relaciones de
amistad. Algo que quizás tenga que ver con las dificultades económicas para continuar
con actividades de ocio que supongan fuertes inversiones para las familias en épocas de
crisis (relacionarse con la familia y las amistades, salir a cenar…).
La estrecha vinculación existente entre la presencia de redes sociales y los procesos
de integración se hace patente al identificar el claro descenso de las relaciones sociales
de los hogares que han iniciado itinerarios de caída en la exclusión. Por el contrario, en
los procesos de integración estable y de salida de la exclusión se observa un aumento en
la frecuencia de las relaciones sociales.
También la solidaridad ha aumentado en tiempos de crisis. Los hogares solicitan y
prestan más ayuda. El contexto social así lo exige: Estado de bienestar subsidiario,
mercado de trabajo desregularizado y precarizado… Pese a ello, o quizás como dice
Paugam (2007) por ello, las familias siguen realizando labores de apoyo y protección
aunque probablemente con costes elevados de sobrecarga, sobre todo las mujeres. Los
hogares con mayor apoyo son las “familias tradicionales” y los hogares monoparentales.
Los que menor apoyo tienen son los unipersonales y las parejas sin hijas/os. Dicho
apoyo está fuertemente relacionado tanto con la concepción familista de la sociedad
española como con la concepción del cuidado que la misma posee. Y que se basa en tres
pilares fundamentales: “exoneración” del Estado vs atención de las necesidades en
ausencia del “gran padre” por parte de las familias, principalmente mujeres; gratuidad
de los servicios y miedo a la vejez y la muerte. Casualmente se prefiere acompañar en
los inicios de la vida que en sus finales, suele ser más esperanzador.
Los hogares que inician proceso de caída hacia la exclusión se identifica una
disminución de los apoyos recibidos.
Situación que puede llamar la atención, pero que no hace sino dejar entre ver una
especie de corrimiento que ha tenido lugar de los itinerario más seguros
(integración estable) a otros de mayor vulnerabilidad (caídas a la exclusión).
En cuanto a la participación asociativa decir que la misma en época de crisis ha
aumentado. Dicha participación se basa tanto en la composición de los hogares como
en las características de sus miembros. Es decir un hogar con menores participará en el
ámbito educativo, en alguna asociación de madres y padres; un hogar unipersonal en
asociaciones de mayores; un hogar monoparental en una asociación de mujeres…
Pese a ello y como puede verse en la comparativa en la participación en los dos
periodos analizados, se da un descenso en dicha participación. Tanto en actividades
“prescindibles” (asociaciones deportivas y profesionales, sindicatos..) como en aquellas
que suponen una inversión de tiempo y no reportan rentabilidad económica
(asociaciones vecinales, cívico-culturales..). También en este ámbito los hogares
monoparentales son los que menos participan y las parejas con hijas/os los que más lo
hacen. Situación que se ha repetido como binomio de exclusión e integración relacional.
También debe destacarse por los resultados obtenidos el aumento en época de crisis, de
la participación religiosa. Especialmente manifiesto en las familias de etnia gitana y
extracomunitarias.
Existen variables que inciden no sólo en la capacidad de los hogares en solicitar ayuda
sino también en mantener unas relaciones familiares buenas y que generan cierta
movilidad hacia itinerarios de mayor riesgo. Entre ellas se deben destacar por su
importancia y por su visibilización de tendencias dos principalmente: la referida al
ámbito del empleo y la referida al ámbito de los cuidados.
Empleo:
- En el primer caso porque el hecho de estar ocupada/o no necesariamente
aumenta ni mejora los apoyos o las relaciones familiares.
o Bien porque tener trabajo remunerado en época de crisis se vivencia
como situación de “bonanza”, incluso prosperidad y por lo tanto
inexistencia de graves dificultades.
o O bien por que dada la precariedad del mercado de trabajo, poseer un
empleo con esta característica, integra, pero no tanto como se le suele
suponer. Y más cuando las tensiones existentes en el puesto de trabajo,
tendentes al alza en tiempos de crisis; las consecuencias que genera el
pluriempleo como estrategia (ansiedad, estrés….)… no promueven un
contexto facilitador del diálogo y el entendimiento mutuo.
Cuidados:
- Y en el segundo de los casos, la presencia de personas dependientes (menores,
jóvenes y discapacitados/as) o asimilables (“paradas/os”) en los hogares supone
un fuerte riesgo para itinerarios en circunstancias de vulnerabilidad (procesos de
integración y exclusión continua) y una dificultad nada desdeñable, en hogares
mejor posicionados (integración estable).
La construcción de identidades personales y de tejido social basado no sólo en unas
relaciones personales, familiares y sociales frecuentes sino de calidad es fundamental
para construir una sociedad que pueda convivir en estadios de paz social y de mejora
continua; a través de un informado pensamiento crítico.
La crisis económica ha visibilizado situaciones diversas en hogares variados,
propiciando más intensas y mejores relaciones en algunos de ellos o aislamiento y
conflictividad en otros. Las variables en juego son muchas, la solidaridad familiar entre
ellas, que parece que no tiene otra salida que flaquear ante tanta irresponsabilidad de un
Estado de Bienestar que hace oídos sordos a las demandas sociales, que a él se le
exigen. Los vínculos relacionales pierden intensidad en la familia extensa pero
aumentan la unidad en núcleos familiares más reducidos y cercanos. Participamos desde
lo que somos y enfocados/as hacia intereses que mucho tienen que ver con nuestra
estructura y composición familiar. Las mujeres consiguen más apoyos, los hombres los
pierden. Los hogares jóvenes tienen dificultades de salir adelante y los hogares viejos
también. Tener personas dependientes en las familias, ya sean menores, ancianas/os o
personas con minusvalías, si no partes de una situación de estabilidad, puede suponer
una gran carga en la marcha hacia delante. Trabajar integra, pero no tanto, cuando el
mercado de trabajo, se caracterizaba por la desregulación y la precariedad. Estudiar
mejora las oportunidades, pero hacerlo demasiado puede suponer un problema para la
incorporación al mercado laboral. No hacerlo sin embargo supone de plano, un fuerte
riesgo. Antes estar solo/a era un problema, estar demasiados/as también; ahora los
hogares tradicionales, siempre protegidos, suponen un riesgo. Dejan de estarlo y se
acercan a posiciones de dificultad a lado de aquellos unipersonales o de aquellos que los
integran un alto número de miembros.
Y pese a todo, la familia está presente, relacionándose más y mejor. Muchas veces
como sabe, como puede o como le dejan. O bajo el hilo del auguro de Paugam “Cuando
una gran parte de la población comparte la misma condición social desfavorable, la
solidaridad familiar se inscribe en una lógica de lucha colectiva contra la pobreza. La
reciprocidad en el intercambio es funcional. Por este motivo en las regiones en las que
el paro y la pobreza son elevados es más fácil encontrar la solidaridad familiar de
larga duración basada en la reciprocidad impuesta por la necesidad de resistir
colectivamente”.
El Estado de Bienestar se diluye en esta sociedad líquida mientras tratamos de
responder a la pregunta de si la crisis, la crisis económica afecta a las relaciones sociales
y si lo hace ¿como obstáculo o como refuerzo?. Lo hace de ambas formas.
En la mayor parte de los casos a la familia no le queda más remedio que resistir la crisis.
De este modo, las personas han recurrido a los lazos sociales en los malos momentos y
por ello éstos se han visto reforzados. Sin embargo en determinados hogares,
precisamente los más débiles, en los que los lazos sociales se encuentran ausentes o
deteriorados, la crisis está propiciando procesos de caída hacia la exclusión y se
constituye en un claro obstáculo para la integración social.
Dado nuestro contexto, a “la familia” no le queda más remedio que resistir, pese a los
cambios sociales modernos, a las estructuras desigualitarias y discriminatorias, a la
variabilidad de la paleta familiar…. A las familias no les queda más remedio que
resistir, pese a todo, al frente de todo, o de casi todo. Y hay veces, que pueden y otras
que se quedan en el camino del intento.
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