Mitos y Leyendas

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LEYENDAS: LEYENDA DEL CONEJO DE PASCUA. Su origen se remonta a las fiestas anglosajonas pre- cristianas, cuando el conejo era el símbolo de la fertilidad asociado a la diosa Eastre, a quien se le dedicaba el mes de abril. Progresivamente, se fue incluyendo esta imagen a la Semana Santa y, a partir del siglo XIX, se empezaron a fabricar los muñecos de chocolate y azúcar en Alemania, esto dio orígen también a una curiosa leyenda que cuenta que, cuando metieron a Jesús al sepulcro que les había dado José de Arimatea, dentro de la cueva había un conejo escondido, que muy asustado veía cómo toda la gente entraba, lloraba y estaba triste porque Jesús había muerto. El conejo se quedó ahí viendo el cuerpo de Jesús cuando pusieron la piedra que cerraba la entrada y lo veía y lo veía preguntándose quien sería ese Señor a quien querían tanto todas las personas. Así pasó mucho rato, viéndolo; pasó todo un día y toda una noche, cuando de pronto, el conejo vio algo sorprendente: Jesús se levantó y dobló las sábanas con las que lo habían envuelto. Un ángel quitó la piedra que tapaba la entrada y Jesús salió de la cueva ¡más vivo que nunca! El conejo comprendió que Jesús era el Hijo de Dios y decidió que tenía que avisar al mundo y a todas las personas que lloraban, que ya no tenían que estar tristes porque Jesús había resucitado. Como los conejos no pueden hablar, se le ocurrió que si les llevaba un huevo pintado, ellos entenderían el mensaje de vida y alegría y así lo hizo. Desde entonces, cuenta la leyenda, el conejo sale cada Domingo de Pascua a dejar huevos de colores en todas las casas para recordarle al mundo que Jesús resucitó y hay que vivir alegres.

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LEYENDAS:

LEYENDA DEL CONEJO DE PASCUA.

Su origen se remonta a las fiestas anglosajonas pre-cristianas, cuando el conejo era el símbolo de la fertilidad asociado a la diosa Eastre, a quien se le dedicaba el mes de abril. Progresivamente, se fue incluyendo esta imagen a la Semana Santa y, a partir del siglo XIX, se empezaron a fabricar los muñecos de chocolate y azúcar en Alemania, esto dio orígen también a una curiosa leyenda que cuenta que, cuando metieron a Jesús al sepulcro que les había dado José de Arimatea, dentro de la cueva había un conejo escondido, que muy asustado veía cómo toda la gente entraba, lloraba y estaba triste porque Jesús había muerto.

El conejo se quedó ahí viendo el cuerpo de Jesús cuando pusieron la piedra que cerraba la entrada y lo veía y lo veía preguntándose quien sería ese Señor a quien querían tanto todas las personas.

Así pasó mucho rato, viéndolo; pasó todo un día y toda una noche, cuando de pronto, el conejo vio algo sorprendente: Jesús se levantó y dobló las sábanas con las que lo habían envuelto. Un ángel quitó la piedra que tapaba la entrada y Jesús salió de la cueva ¡más vivo que nunca!El conejo comprendió que Jesús era el Hijo de Dios y decidió que tenía que avisar al mundo y a todas las personas que lloraban, que ya no tenían que estar tristes porque Jesús había resucitado.

Como los conejos no pueden hablar, se le ocurrió que si les llevaba un huevo pintado, ellos entenderían el mensaje de vida y alegría y así lo hizo.Desde entonces, cuenta la leyenda, el conejo sale cada Domingo de Pascua a dejar huevos de colores en todas las casas para recordarle al mundo que Jesús resucitó y hay que vivir alegres.

Leyenda mexicana sobre una mujer muy bella, apodada La Estrella de Mexico, y una historia de amor trágica. Ciudad de Mexico.

Sin tener una fecha exacta del suceso se comenta, que una noche con motivo de haber recobrado la salud la Virreina se reunieron en palacio las principales familias de México las cuales conformaban la corte que en realidad era una caricatura de la de España, pero en cuanto a lujo y opulencia a veces la superaba ya que en México vivían los dueños de las minas de Taxco en Guerrero, Real del Monte en Hidalgo, Fresnillo en Zacatecas y Guanajuato.

Después de algún tiempo de haber iniciado la fiesta llegó una mujer llamada Clara que cautivaba a los hombres y opacaba a las mujeres con su belleza, una vez instalada, el hijo del Virrey se dedicó a cortejarla obteniendo por respuesta el desaire, el fue quien la bautizó como La Estrella de México.

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Al término de la fiesta, Clara salió hacia su casa ubicada en la esquina formada por las actuales calles de Argentina y Luis González Obregón, pasado algún tiempo apareció por la calle un joven llamado Gonzalo de Leiva quien pretendía a Clara, después de entonar una canción, apareció la bella mujer en su balcón iniciando así la clásica plática de los enamorados jurándole Gonzalo amor eterno, al término de este juramento se escucharon pasos que se aproximaban obligando a la pareja a retirarse. Gonzalo emprendió la huida empuñando, pero sin sacar su espada, al ver que lo seguían se detuvo e hizo frente al desconocido quien se cubría el rostro con una gran capa advirtiéndole que pretender el amor de Clara le costaría muy caro, ante esta amenaza ambos iban a desenvainar en ese lugar pero acordaron acudir a una zona mas apropiada y se dirigieron a la Plaza de Santo Domingo.

En este lugar inicio el duelo, después de largos minutos uno de ellos cayó herido, su adversario quiso prestarle ayuda pero no le fue posible porque se acercaba la ronda y huyó. En la tarde del siguiente día Doña Pánfila, madre de Clara, recibe en su casa al Virrey que solicitó la mano de su hija disculpando a Carlos su hijo por no poderlo acompañar ya que la noche anterior algo le salió mal en su parranda. Ante esta solicitud de matrimonio, Clara le pide al Virrey tres días para tomar una determinación a lo cual accedió amablemente. Acababan de despedir al Virrey cuando madre e hija salieron al balcón atraídas por un murmullo y el paso de gran cantidad de gente, extrañada Clara preguntó a su madre:

-¡Qué será eso madre mía!

-¿No escuchas doblar en San Ildefonso? Es un entierro, mira ya sale el acompañamiento

-¿Será algún colegial noble o uno de los reverendos padres jesuitas?

-Era un joven, pobre familia está inconsolable. Los padres jesuitas han puesto interés en que no se conozca cómo o por que fue su muerte pero cómo los sirvientes en todo se entrometen dicen que fue un desafío por amores, en la madrugada ya casi moribundo sus amigos lo llevaron a su cuarto desde el lugar de la contienda, me han dicho que es hijo de la señora de Leiva.

-¿Quién de los dos? por que son dos

-Gonzalo

-¡Gonzalo!

Después de la noticia Clara quedo inmóvil durante largo tiempo, ante esta reacción su madre le pregunto el por que se sentía así a lo que contestó:

-Porque ese joven...Gonzalo...era mi único amor, era el alma de mi vida. Con él lo he perdido todo y hoy nada en el mundo vale para mí. Madre concede mí última voluntad, entraré al monasterio...allí sepultaré mi dolor.

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-Respeto tu decisión, ya que has renunciado al matrimonio a mí no me queda más que volver al campo y administrar la hacienda, de vez en cuando vendré a visitarte...¿Y a qué convento prefieres entrar?

-A la Encarnación para estar cerca de ti y de la casa en que nací y me crié, abriga para mí tantos y tan tiernos recuerdos.

Hija, sabes que quiero dejar la corte y tengo una idea, yo no quiero conservar la casa si no vives en ella conmigo, propondré a la religiosas que te permitan habitarla.

-¿Cómo puede ser eso?

Cerrando toda comunicación a la calle y abriendo una hacia el convento. Así las monjas aumentarán su espacio con una finca más que puede serles útil con el tiempo, y tú podrás vivir en la morada que tanto amas.

Tres días después, la casa se anexa al convento de la Encarnación y la Estrella de México se eclipsó para siempre.

TEMASCLATEPEC, UNA LEYENDA DE PLATA (ESTADO DE MÉXICO)

Se cuenta que en el siglo XVI un fugitivo de la cárcel de Zacatecas, buscando un lugar dónde ocultarse, llegó hasta las estribaciones del Nevado de Toluca. Descendió por una profunda barranca y al llegar al fondo decidió quedarse a vivir ahí, deslumbrado por el cálido clima y la hermosa vegetación.

Poco después, al encender una fogata para preparar sus alimentos se dio cuenta de que escurría un hilillo plateado: había encontrado una rica veta de plata. Supo del descubrimiento el virrey Antonio de Mendoza, quien mandó llamar al fugitivo y le ofreció el perdón de su condena si declaraba el sitio exacto de la veta. Años más tarde el zacatecano, convertido en próspero minero, hizo traer de España una hermosa imagen, el Cristo del Perdón, que desde entonces se venera en Temascaltepec.

LA CALLE DEL INDIO TRISTE

Las calles que llevaron los nombres de 1ª y 2ª del Indio Triste (ahora 1ª y 2ª del Correo Mayor y 1ª del Carmen), recuerdan una antigua tradición que un viejo vecino de dichas calles refería con todos sus puntos y comas, y aseguraba y protestaba "ser cierta y verdadera", pues a él se la había contado su buen padre, y a éste sus abuelos, de quienes se había ido transmitiendo de generación en generación, hasta el año de 1840, en que la puso en letras de molde el Conde de la Cortina.

Contaba aquel buen vecino que, a raíz de la conquista, el gobierno español se propuso proteger a los indios nobles, supervivientes de la vieja estirpe azteca;

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unos habían caído prisioneros en la guerra, y otros que voluntariamente se presentaron, con el objeto de servir a los castellanos alegando que habian sido víctimas de la dura tiranía en que los tuviera durante mucho tiempo el llamado Emperador Moctecuhzoma II o Xocoyotzin.

Pero hay que advertir que esta protección dispensada a esos indios nobles, no era la protección abnegada que les habían prodigado los santos misioneros, sino el interés de los primeros gobernadores, de las primeras Audiencias y de los primeros virreyes de la Nueva España, que utilizaban a esos indios como espías para que, en el caso de que los naturales intentasen levantarse en contra de los españoles, inmediatamente éstos lo supiesen y sofocaran el fuego de la conjura y así evitar cualquier levantamiento.

Cuenta pues la tradición citada, que en una de las casas de la calle que hoy se nombra 1a del Carmen, quizá la que hace esquina con la calle de Guatemala, antes de santa Teresa, vivía allá a mediados del siglo XVI uno de aquellos indios nobles que, a cambio de su espionaje y servilismo, recibía los favores de sus nuevos amos; y este indio a que alude la tradición, era muy privado del virrey que entonces gobernaba la Colonia.

El tal indio poseía casas suntuosas en la ciudad, sementeras en los campos, ganados y aves de corral. Tenía joyas que había heredado de sus antecesores; discos de oro, que semejaban soles o lunas, anillos, brazaletes, collares de verdes chalchihuites; bezotes de negra obsidiana; capas y fajas de finísimo algodón o de riquisimas plumas; cacles de cuero admirablemente adobado o de pita tejida con exquisito gusto; esteras o petates de finas palmas, teñidas con diversos colores; cómodos icpallis o sillones, forrados con pieles de tigres, leopardos o venados. En una palabra, poseía aquel indio todo lo que constituía para él y los suyos un tesoro de riquezas y obras de arte.

El indio, aunque había recibido las aguas bautismales y se confesaba, comulgaba, oía misa y sermones con toda devoción y acatamiento, commo todos los de su raza era socarrón y taimado, y en el interior de su casa, en el aposento más apartado, tenía un santocalli privado, a modo de oratorio particular, con imágenes cristianas, para rendir culto a muchos idolillos de oro y piedra que eran efigies de los dioses que más veneraba en su gentilidad.

Y así como practicaba piadosos cultos cristianos a fin de engañar con sus fingimientos a los benditos frailes, así también engañaba llevando la vida disipada de un príncipe destronado, sumido sin tasa en la molicie de los placeres carnales que le prodigaban sus muchas mancebas, o entregado a los vicios de la gula y de la embriaguez, hartándose de manjares picantes e indigestos y ahogándose con sendas jícaras y jarros de pulque fermentado con yerbas olorosas y estimulantes o con frutas dulces y sabrosas.

El indio aquel acabó por embrutecerse. Volvióse supersticioso, en tal extremo, que vivía atormentado por el temor de las iras de sus dioses y por el miedo que le inspiraba el diablo, que veía pintado en los retablos de las iglesias, a los pies del Príncipe de los Arcángeles.

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EL SEÑOR DEL REBOZO

A mediados del Siglo XVI funcionaba ya como convento Dominico, el edificio situado a espaldas del que fuera templo de Santa Catalina de Siena, ubicado en la calle de su nombre hoy República Argentina. Fundado por ayuda pecuniaria de tres mujeres sumamente religiosas y ricas conocidas por "Las Felipas", este convento recibía la ayuda de casas y encomiendas y rentas producto de una especie de fideicomiso de estas Felipas y así comenzó a recibir monjas que se acogían a la advocación de Santa Catalina de Siena.

En el Templo que como se dice y se sabe, daba a la hoy calle de la República Argentina, estaba entrando a la derecha, un Cristo de madera, esculpido por anónimo escultor, uno de tantos imagineros que dejó para siempre su arte religioso sin que se recuerde su nombre. Era un Cristo de mirada triste, de palidez mortal, con grandes llagas sangrantes y una corona de espinas cuyas puntas parecían clavarse en la carne, la madera que asimismo escurría sangre. Daba lástima esta triste figura del Señor colocada a la entrada del templo, con su cuerpo llagado, flácido y apenas cubierto con un trozo de túnica morada.

Tal vez este triste aspecto del Cristo cargando la Cruz fue lo que motivó a una monja que llegó como novicia bajo el nombre de Severa de Gracida y Alvarez y que más tarde adoptara al profesar, el de Sor Severa de Santo Domingo. Pues bien esta monja, cada vez que iba a misa al templo de Santa Catalina, se detenía para murmurar un par de oraciones al Señor cargado con tan pesada cruz al grado de que cada día lo advertía más agobiado, más triste, más sangrante.

Pasaban los años y a medida que la monja Sor Severa de Santo Domingo solía pasar más tiempo ante el Cristo, mayor era su devoción, mayor su pena y más grande la fe que profesaba al hijo de Dios.

Así pasaron los años, treinta y dos para ser más exactos, la monja se hizo vieja, enferma, cansada, pero no por eso declinó en su adoración por el Señor de la Cruz a cuestas, sino que aumentó a tal grado de que lo llamaba desde su celda en donde había caído enferma de enfermedad y de vejez.

Una noche ululaba el viento, se metía por las rendijas, por el portillo sin vidrio ni madera, calaba hasta los huesos viejos y cansados de la monja. El aire azotaba la lluvia y la noche se hacía insoportable.

-!Jesús.. Cristo mío! -gritó la monja con voz casi inaudible, pero llena de dolor, tratando de abandonar su lecho de enferma-, dejádme que cubra vuestro enjuto y aterido cuerpo... venid a mi señor, y mostráos ante esta pecadora que sólo ha sabido amarte y adorarte en religiosa reverencia.

Arreció el vendabal...

Y lo insólito de esta historia ocurrió entonces. Llamaron quedamente a la puerta de la celda de la enferma monja y ésta con muchos trabajos se levantó y abrió, para encontrarse ante la figura triste de un mendigo, casi desnudo, que parecía implorar pan y abrigo.

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La monja tomó un mendrugo, un trozo de la hogaza que no había tocado y le ofreció el pan mojado en aceite, agua y sacando de su ropero un chal, un rebozo de lana, cubrió el aterido cuerpo del mendigo.

Terminado de hacer esto, el cuerpo de la monja se estremeció, lanzó un profundo suspiro y falleció.

Al día siguiente hallaron su cuerpo yerto, pero oloroso a santidad, a rosas, con una beatífica sonrisa en su rostro marchitado por los años y la enfermedad.

Y allá en el templo de Santa Catalina de Siena, cubriendo el enjuto y sangrante cuerpo del Señor con la cruz a cuestas, el rebozo o chal de la vieja monja.

Desde entonces y considerado esto como un milagro, un acto inexplicable, las religiosas y los fieles bautizaron a esta imagen como "El Señor del Rebozo" y este cristo estuvo muchos años expuesto a la veneración de los feligreses, hasta la exclaustración de las monjas y cuando el gobierno cedió este hermoso y legendario templo, primero para templo protestante y después para biblioteca.

EL JINETE SIN CABEZA

Se dice que en un pueblo muy aislado de toda civilización se contaba la historia de un jinete que acostumbraba a hacer su recorrido por las noches en un caballo muy hermoso, la gente muy extrañada se preguntaba ¿que hombre tan raro por que hace eso?, ya que no era muy usual que alguien saliera y menos por las noches, a hacer esos recorridos.

En una noche muy oscura y con fuertes relámpagos desapareció del lugar, sin dar señas de su desaparición. Pasaron los años y la gente ya se había olvidado de esa persona, y fue en una noche igual a la que desaparecio, que se escuchó nuevamente la cabalgata de aquel caballo. Por la curiosidad

personas se asomaron, y vieron un jinete cabalgar por las calles, fue cuando un relámpago cayó e iluminó al jinete y lo que vieron fue que ese jinete no tenia cabeza. La gente horrorizada se metió a sus casas y no se explicaban lo que habían visto...

LAS COSTILLAS DEL DIABLO

La gente de Tepotzotlán era muy afecta a la narración de leyendas; actualmente esta tradición se ha ido perdiendo, probablemente, quizá debido a la existencia de la radio y la televisión. Antiguamente se contaban leyendas de brujas, nahuales, duendes, lloronas, aparecidos y demonios.

Cuenta una leyenda que el diablo se iba a llevar a su casa una piedra; después de que la hubo atado con mecates, trató de arrancarla del suelo de lava Volcánica donde estaba, pero fue tanto su esfuerzo que dejó marcadas las costillas, y al no poder cargarla antes de que el gallo cantara, la abandonó.

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Otra leyenda asegura que existen túneles que van desde el Colegio Jesuita hasta distintas haciendas y parroquias de la periferia; Asimismo, se habla de una campana encantada; al respecto, cuentan que cuando fueron colocadas las campanas en la torre grande, en 1762, una de ellas cayó y se hundió en el suelo, quedando allí encantada. En 1914, cuando llegaron al pueblo los carrancistas, se dice que trataron de sacarla pero que fue inútil, ya que entre más escarbaban, aquella más se hundía.

Se habla también de que en los cerros hacen sus sesiones las brujas y que después salen a chupar la sangre de los niños pequeños, principalmente de aquellos que no están bautizados. También se cuenta de un jinete vestido de negro, con botonadura de oro, que se aparece en algunos caminos, sobre un caballo negro, de cuyos cascos y cola salen chispas; aseguran que seduce con su riqueza a la gente codiciosa

EL ARMADOAllá a principios del Siglo XVI los habitantes de la Capital de la Nueva España veían salir a este hombre misterioso del rumbo del Callejón de Illescas, que hoy es Calle de Pedro Ascencio. Callado, mustio, si acaso saludando con un: "Vaya usted con Dios" o "Santas y buenas tardes tenga su merced", o "Dios Guarde a su Persona", se perdía entre las sombras del callejón de Los Gallos, cruzaba los pantanosos llanos y llegaba a Corpus Christi. De allí siempre con su paso lento, se llegaba hasta las puertas del Convento de San Francisco y penetrando con resolución se iba a postrar de hinojos ante el altar y capilla del Señor de Burgos.

Grandes y prolongados gemidos escapaban de su pecho, gruesos goterones de llanto resbalaban por entre la rejilla de hierro de su celada y en un tintinear de espadas y armadura, se inclinaba hasta besar el suelo siete veces.

Allí permanecía orando, gimiendo y pidiendo perdón sin que nadie osara acercarse para enterarse qué clase de culpas solicitaba expiar. Después, se levantaba y continuaba su camino hasta hallar otra iglesia en donde penetraba para repetir sus lloros y sus oraciones.

Primero los transeúntes lo miraban con miedo, con ojos interrogantes y después con respeto y lástima, pues se decía que era un penitente que arrepentido de sus graves culpas, andaba de la Capilla del Señor de Burgos hasta cuantos altares le era permitido el tiempo, hasta llegada la medianoche en que se le veía alejarse recorriendo los callejones de Arsinas, de los Betlhemistas, de La Celada, de los Sepulcros, de Santo Domingo y de los Monasterios, para perderse como ya se dijo, por el rumbo del callejón de Illescas.

Sin duda alguna se trataba de un caballero, a juzgar por la ropa que vestía, negra toda, de seda y astracán, de asfodelo y paños cubierto este atuendo con la pesada armadura que portaba, su espada en la que todos reconocieron como hoja de hidalgo caballero y un puñal de izquierda o de misericordia, pues en un duelo a estoque jamás se remata al rival cuando ya agoniza, sino que se le remata con este puñal misericordioso que llega a cortar la vida de una vez.

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Así, año tras año y noche tras noche, se veía cruzar callejones y plazuelas, entrar al templo y sollozar a los pies del Señor de Burgos, a este caballero misterioso a quien se llegó a conocer como "El Armado".

Servíale una mujer enteca y fría, que sólo salía para comprar lo indispensable para el alimento diario y para escuchar misa en la iglesia de la Concepción, pero jamás se interrogó a esta sirvienta ni se supo el nombre ni la alcurnia de su amo "El Armado". Las gentes decían que se trataba de un conocido caballero que malo había sido en su juventud y que había violado damas y engañado esposos, que había maltratado indios y engañado a encomenderos y en fin, que llevó una vida crapulosa de la cual estaba arrepentido y purgaba sus culpas pidiendo perdón en capillas y conventos.

Al fin, un día, cuando la vieja enteca y fría salió a comprar hogaza de pan y vino, descubrió que su amo pendía colgado de uno de los balcones de la casa, casa magnífica, de piedra y cantera, con grandes balcones enrejados.

Corrió la vieja de un lado a otro llamando a la Justicia y a poco se presentaban alguaciles y corchetes.

Se descolgó el cuerpo de "El Armado" y se vió a través de la celada un rostro enjuto, lloroso y triste todavía.

En la empuñadura de su espada de caballero estaba enlazada solo una palabra "paz" y dos estrellas. En el interior de su casa, que era todo lujo y brillantez, se hallaron grandes y pesadas talegas llenas de oro y plata, cofres con joyas y objetos de arte y cuanto puede tener para ostentación y lujo un gran señor, cuyo nombre escapó a la acuciosa investigación y oidores y alguaciles.

Y cuentan que años después y aún a principios de siglo, algunas gentes que pasaban a deshoras de la noche podían ver a "El Armado", colgado de los hierros de aquella casona ya ruinosa y quienes con valor se acercaban, escuchaban sus gemidos y veían que por entre la rejilla de la celada, resbalaban lágrimas de pena.

No se supo el nombre y el vulgó bautizó a ese callejón como "El Callejón de el Armado", en memoria de aquel suceso espeluznante.

MILAGRO Y CATACLISMO

La imagen del Señor de las Misericordias, Santo Patrono de Tlalnepantla, fue regalada por el rey Carlos V a Hernán Cortés, quien a su vez 'la donó al convento de San Francisco, de México. De allí fue traída provisionalmente a la iglesia de Tenayuca, y luego a la capilla abierta del Convento de Corpus Christi, en Tlalnepantla. En 1666, al ocurrir un incendio en la iglesia, el Cristo de las Misericordias se salvó milagrosamente, pues habiéndose quemado la cruz que lo sostenía, la escultura sólo registró quemaduras en la espalda, semejantes a ámpulas en carne viva, por lo que fue llamada el "Señor de las Ampollas".

Las iglesias viejas

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En el antiguo Teocalhueyacan, pueblo otomí situado a unos tres kilómetros al poniente de Tlalnepantla, los frailes franciscanos edificaron un templo bajo la advocación de San Lorenzo, tal vez sobre las ruinas y hasta con el mismo material de que estuviera construido el antiguo teocalli.

A este nuevo templo acudía el pueblo a los servicios religiosos. Una noche, en medio de un estruendo inexplicable, el templo se hundió y de él no amaneció ni rastro. La gente quedó profundamente atemorizada.

Ante tal pérdida, los habitantes de San Lorenzo Teocalhueyacan tuvieron que acudir a sus servicios religiosos a Corpus Christi, el templo de Tlalnepantla. Pero debido a la larga distancia que tenían que recorrer diariamente, optaron por construir en su región un nuevo templo.

Entonces surgió entre ellos una angustia interrogante: "¿no se hundirá nuevamente el templo y acaso junto con todos nosotros?". La solución fue sencilla: levantarlo en otro sitio. y fue en Atenco (junto al río) , en la falda del cerro, donde se erigió el nuevo recinto, sólo que en esta ocasión bajo la advocación de San Andrés Apóstol. Esta antigua leyenda aún corre de boca en boca entre la gente "grande" del pueblo.

EL TESORO DE LA PEÑA DEL VALLE DE BRAVO

Desde hace mucho tiempo se ha venido contando de generación en generación y todas lo han creído al pie de la letra, en que la peña del valle de bravo hay enterrado un valiosísimo tesoro.

Refiérese que en tiempo de la guerra de independencia, los insurgentes perseguían a muerte a los españoles que por lo general, eran dueños de cuantiosas fortunas, extendidos latifundios y ricas minas de oro y plata en completa bonanza. He aquí la historia:

En el Valle de Bravo, poseedores de una gran extensión de tierra, había unos españoles sumamente ricos y que temiendo ser presa de los terribles guerrilleros, determinaron separarse de la nueva España para encaminarse a su patria; pero antes de hacerlo enterraron una cuantiosa fortuna en la Peña del valle.

Consumada la Independencia por el gran libertador D. Agustín de Iturbide y cuando él país comenzó vivir separado de la corona de castilla, aquellos españoles que Habían dejado sepultada enorme fortuna en la peña del valle, enviaron a 2 personas de su confianza a México para que encaminándose a la población del valle buscaran en la peña aquel tesoro; y para que con facilidad dieran con él les dijeron que encontrarían como señal un enorme clavo.

Aquellos españoles llegaron a México y ya en el pueblo del Valle y más aún en la peña buscaron con todo empeño y gran tenacidad la fortuna oculta; pero nunca la encontraron porque jamás dieron con el enorme clavo que les había dado como señal. Por lo tanto se tiene plena seguridad de que en los ricos del valle de bravo denominados la peña permanece aún ocultó aquel tesoro que dejaron escondido los riquísimos españoles.

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EL PUENTE DEL CLÉRIGO

Allá por el año de 1649 en que ocurre esta verídica historia que los años trasformaron en macabra leyenda, el sitio en que tuvieron lugar estos hechos consignados en las antiguas crónicas eran simplemente unos llanos en los que se levantaban unas cuantas casucas formando parte de la antigua parcialidad de Santiago Tlatelolco; sin embargo cruzando apenas la acequia llamada de Texontlali, cuyas aguas zarcas iban a desembocar a la laguna (junto al mercado de La Lagunilla siglos después), había unas casas de muy buena factura en una de las cuales y cruzando el puente que sobre la dicha acequia existía fabricado de mampostería con un arco de medio punto y alta balaustrada, vivía un religioso llamado don Juan de Nava, que oficiaba en el templo de Santa Catarina. Este sacerdote tenía una sobrina a su cuidado, muy linda, muy de buen ver y en edad en que se sueña con un marido, llamada doña Margarita Jáuregui.

El tercer personaje de esta increíble, pero verídica historia que aparece a fojas 231 de las memorias de Fray Marcos López y Rueda, que fuera obispo de Yucatán y Virrey provisional de la Nueva España, lo fue un caballero y portugués de muy buena presencia y malas maneras llamado don Duarte de Zarraza.

Por decirse de familia ilustre el galán portugués asistía a los saraos y fiestas virreinales y como doña Margarita Jáuregui, por haber sido hija de afortunado caballero también tenía acceso a los salones palaciegos, cierta vez se conocieron en una de esas fiestas.

Conocer a tan hermosa dama y comenzar a enamorarla fue todo uno para el enamoradizo portugués, que indagó y fue hasta la casa del fraile situada al cruzar el puente de la acequia antes mencionada. Sus requiebros, su presencia frecuente, sus regalos y sus cartas encendidas pronto inflamaron el pecho de doña Margarita Jáuregui que estaba en el mero punto de edad para el casorio, por lo que pronto accedió a los requerimientos amorosos del portugués.

Pero don Fray Juan de Nava también indagó muchas cosas de don Duarte de Zarraza y supo que allá en su tierra además de haber dejado muchas deudas, también abandonó a dos mujeres con sus respectivos vástagos, que aquí en la capital de la Nueva España llevaba una vida disipada y silenciosa y que vivía en la casa gaya y se exhibía con las descocadas barraganas. Además tenía varias queridas en encontrados rumbos de la ciudad y andaba en amoríos con diez doncellas.

Por todos estos motivos, el cura Juan de Nava prohibió terminantemente a su sobrina que aceptara los amores del porfiado portugués, pero ni doña Margarita ni don Duarte hicieron caso de las advertencias del clérigo y continuaron con sus amoríos a espaldas del ensotanado tío.

Dos veces el cura Juan de Nava habló con el llamado Duarte de Zarraza ya en tono violento prohibiéndole que se acercara tan solo a su casa o al puente de la acequia de Tezontlali, pero en contestación recibió una blasfemia, burlas y altanería de parte del de Portugal.

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Y tanto se opuso el sacerdote a esos amores y tantas veces reprendió a la sobrina y a Zarraza, que este decidió quitar del medio al clérigo, porque según dijo, nadie podía oponerse a sus deseos.

Siguiendo al pie de la letra añejas y desleídas crónicas, sabemos que el perverso portugués decidió matar al clérigo precisamente el 3 de abril de ese año de 1649 y al efecto se fue a decirle a doña Margarita Jáuregui, que ya que su tío-tutor no los dejaría casarse, deberían huir para desposarse en La Puebla de los Angeles. La bella mujer convino en seguir al galán burlando la voluntad del cura.

El día señalado estaba conversando por la ventana de la casa a eso de la caída de la tarde, cuando Duarte de Zarraza vio venir al cura, acercarse al puente sobre la acequia de Texontlali y sin decirle nada a Margarita, se alejó del balcón y corrió hacia el puente.

No se sabe lo que dijeron, mejor dicho discutieron clérigo y portugués, pero de pronto, Duarte de Zarraza sacó un puñal en cuyo pomo aparecía grabado el escudo de su casa portuguesa y clavó de un golpe furioso en el cráneo al cura

El cura cayó herido de muerte y el portugués lo arrastró unos cuantos pasos y lo arrojó a las aguas lodosas de la acequia por encima de la balaustrada del puente.

Como era de muchos conocida la oposición del clérigo a sus amoríos con Margarita su sobrina, Duarte de Zarraza decidió ocultarse primero y después huir a Veracruz, en donde permaneció cerca de un año.

Pasado ese tiempo, el portugués regresó a la capital de la Nueva españa y decidió ir a ver a Margarita Jáuregui, para pedirle que huyera con él, ya que estaba muerto el cura su tío.

Esperó la noche y se encaminó hacia el rumbo norte, por el lado de Tlatelolco...

Llegó al puente de la acequia, pero no pudo pasarlo, de hecho jamás llegó a cruzarlo vivo. Al día siguiente viandantes mañaneros lo descubrieron muerto, horriblemente desfigurado el rostro por una mueca de espanto, como espanto sufrieron los descubridores, ya que don Duarte de Zarraza yacía estrangulado por un horrible esqueleto cubierto por una sotana hecha jirones, manchada de limo, de lodo y agua pestilente. Las manos descarnadas de aquél muerto, en el cual se identificó en el acto al clérigo don Juan de Nava, estaban pegadas al cuello de Zarraza, mientras brillaba a los primeros rayos del sol de la mañana, la hoja de un puñal que estaba hendiendo su mondo cráneo y en cuyo pomo aparecía el escudo de la casa de Zarraza.

No había duda, el clérigo había salido de su tumba pantanosa en la que permaneció todo el tiempo que el portugués estuvo ausente y al volver a la ciudad emergió para vengarse.

Esto dicen las crónicas, esto contó años más tarde la leyenda y por eso, al puente sin nombre y a la calle que se formó andando el tiempo, se le conoció por muchos

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años, como la calle del Puente del Clérigo, hoy conocida por 7a., y 8a., de Allende dando como referencia el antiguo callejón del Carrizo.

EL LEÓN DEL SEÑOR SAN JERÓNIMO

Se cuenta que el Señor San Jerónimo, santo patrón de este lugar, tenía un león a su lado; pero la ciudadanía de quel entonces, empezó a preguntarse el por qué; ya que esto no era correcto en su papel de patrono de pueblo. Unos afirmaban que debía tenerlo, otros que no, en fin, se pusieron de acuerdo y se lo quitaron.

No se sabe si fue la fe, la superstición o el temor por habérselo quitado, pero se dice que después de algunos días empezó a escucharse el rugido de un león por las noches, y al amanecer se encontraban los restos de animales como perros, borregos, becerros y hasta burros, como indicio de que dicho animal los mataba y se los comía.

Ya la gente no salía cuando empezaba a oscurecer, todo mundo atrancaba las puertas por temor a que el animal entrara a sus casas.

Cuenta un sacristán, que estuvo durante 60 años en este oficio, que él dormía en una pieza que está junto al curato de la Parroquia y que hasta allí oía rugidos del león todas las noches.

Otras personas dicen que era un monstruo que salía de los túneles que se cree tiene el subsuelo de la cabecera municipal, pero sea como fuese, el caso es que a diario aparecía un animal muerto.

Los que le quitaron el león a San Jerónimo, se reunieron y acordaron colocarlo otra vez en el lugar que lotenía, pues temían que fuera un castigo por habérselo quitado.

Desde que pusieron al león en el lugar donde estaba, no se volvió a aparecer por las noches a causar destrozos, por lo cual el santo volvió a ser venerado como antes.

EL AHUIZOTL

Esta es una leyenda poco conocida....pero el significado de Ahuizotl es Perro de agua ...bestia mistica del agua.

Leyenda mexicana del Ahuizotl. Epoca colonial

Cuenta una leyenda que en la época de la conquista… Hernán Cortez escribía a su rey los pormenores de lo que veía y de lo que acontecía en lo que ellos llamaron la nueva España ..México Tenochtitlán,

Page 13: Mitos y Leyendas

Cortez se maravillo de la infraestructura que tenia la ciudad de los Aztecas, describe en una carta dirigida a su Rey Don Fernando Hernando.

Existe un mercado donde se venden todo tipo de aves , de todo tipo de plumajes, búho, garzas ….. aves nunca vistas en España… de muchos y variados colores , de cantos celestiales, criaturas de verdad esplendidas y maravillosas.

También existe un lugar donde se venden plantas que curan todo tipo de enfermedades. Y entre sus calles existen medico y quienes elaboran los preparados medicinales….

Todo está ordenado por calles…nunca se mezclan…

También existe una calle donde vende animales para consumo humano y animales para los preparados medicinales.

Destaca mencionar que entre existen muchos y variados jamás vistos por ni un hombre en toda España.

Maravillado Cortez contaba a su rey de los animales de la infraestructura del al ciudad de sus leyes y de sus formas de pesar y medir, de cómo el comercio se llevaba a grandes dimensiones y que venían de diferentes y muy variados lugares.

Pero sin duda lo que le llamo la atención de los animales fue la leyenda del Ahuizotl …..

Una bestia no más grande que un perro normal, pero con una característica muy especial…….en su cola, la terminación no era normal, no terminaba en una punta…

Tenía una garra con la cual mataba a sus presas….

Un día mientras reparaba una galera….

Los marineros escucharon el llanto de un niño…..

Extrañados se apresuraron a ayudar al niño…pues sus llantos provenían del lago…

Ellos pensaron que se estaba ahogando el niño…

Pero para su sorpresa, nunca vieron al niño….

Se aceraron mas a la orilla para distinguir de donde salía ese llanto y ver si podían ayudar a ese niño que lloraba.

Cuándo de la nada una garra jalo al marinero tirándolo de la embarcación y lo arrastro hasta el fondo del lago….

Asustado su acompañante se dio prisa para avisar que en el lago habían matado a su amigo …

Salieron a buscar el cuerpo del marinero sin tener éxito

Page 14: Mitos y Leyendas

Al regresar los nativos les explicaron que había sido el Ahuizotl

Que es una animal místico y sagrado….

Los marineros se dijeron que ni un animal podría llevarse a un hombre de esa forma que eso era obra del diablo..

Pero las desapariciones era cada vez más constantes y los hombres no se atrevían a salir solo …

Y menos si oían llorar a un niño….

Después de la gran inundación en la ciudad de México los españoles estaban por cambiar la cede du su capital y trasladarla…. A le estado de Morelos o a Veracruz….

Pero tomaron una decisión más radical….decidieron cambiar el curso de los lagos y así desecar el gran lago que rodeaba a la ciudad azteca…

Debido a ese cambio se extinguió el animal más exótico y agresivo que vivo en el periodo pre hispánico

Leyenda del Ahuizotl.

Cuenta una leyenda que en la época de la conquista… Hernán Cortez escribía a su rey los pormenores de lo que veía y de lo que acontecía en lo que ellos llamaron la nueva España ..México Tenochtitlán,

Cortez se maravillo de la infraestructura que tenia la ciudad de los Aztecas, describe en una carta dirigida a su Rey Don Fernando Hernando.

Existe un mercado donde se venden todo tipo de aves , de todo tipo de plumajes, búho, garzas ….. aves nunca vistas en España… de muchos y variados colores , de cantos celestiales, criaturas de verdad esplendidas y maravillosas.

También existe un lugar donde se venden plantas que curan todo tipo de enfermedades. Y entre sus calles existen medico y quienes elaboran los preparados medicinales….

Todo está ordenado por calles…nunca se mezclan…

También existe una calle donde vende animales para consumo humano y animales para los preparados medicinales.

Destaca mencionar que entre existen muchos y variados jamás vistos por ni un hombre en toda España.

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Maravillado Cortez contaba a su rey de los animales de la infraestructura del al ciudad de sus leyes y de sus formas de pesar y medir, de cómo el comercio se llevaba a grandes dimensiones y que venían de diferentes y muy variados lugares.

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Pero sin duda lo que le llamo la atención de los animales fue la leyenda del Ahuizotl …..

Una bestia no más grande que un perro normal, pero con una característica muy especial…….en su cola, la terminación no era normal, no terminaba en una punta…

Tenía una garra con la cual mataba a sus presas….

Un día mientras reparaba una galera….

Los marineros escucharon el llanto de un niño…..

Extrañados se apresuraron a ayudar al niño…pues sus llantos provenían del lago…

Ellos pensaron que se estaba ahogando el niño…

Pero para su sorpresa, nunca vieron al niño….

Se aceraron mas a la orilla para distinguir de donde salía ese llanto y ver si podían ayudar a ese niño que lloraba.

Cuándo de la nada una garra jalo al marinero tirándolo de la embarcación y lo arrastro hasta el fondo del lago….

Asustado su acompañante se dio prisa para avisar que en el lago habían matado a su amigo …

Salieron a buscar el cuerpo del marinero sin tener éxito

Al regresar los nativos les explicaron que había sido el Ahuizotl

Que es una animal místico y sagrado….

Los marineros se dijeron que ni un animal podría llevarse a un hombre de esa forma que eso era obra del diablo..

Pero las desapariciones era cada vez más constantes y los hombres no se atrevían a salir solo …

Y menos si oían llorar a un niño….

Después de la gran inundación en la ciudad de México los españoles estaban por cambiar la cede du su capital y trasladarla…. A le estado de Morelos o a Veracruz….

Pero tomaron una decisión más radical….decidieron cambiar el curso de los lagos y así desecar el gran lago que rodeaba a la ciudad azteca…

Debido a ese cambio se extinguió el animal más exótico y agresivo que vivo en el periodo pre hispánico

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LEYENDA DEL AHUIZOTL.

Cuenta una leyenda que en la época de la conquista… Hernán Cortez escribía a su rey los pormenores de lo que veía y de lo que acontecía en lo que ellos llamaron la nueva España ..México Tenochtitlán,

Cortez se maravillo de la infraestructura que tenia la ciudad de los Aztecas, describe en una carta dirigida a su Rey Don Fernando Hernando.

Existe un mercado donde se venden todo tipo de aves , de todo tipo de plumajes, búho, garzas ….. aves nunca vistas en España… de muchos y variados colores , de cantos celestiales, criaturas de verdad esplendidas y maravillosas.

También existe un lugar donde se venden plantas que curan todo tipo de enfermedades. Y entre sus calles existen medico y quienes elaboran los preparados medicinales….

Todo está ordenado por calles…nunca se mezclan…

También existe una calle donde vende animales para consumo humano y animales para los preparados medicinales.

Destaca mencionar que entre existen muchos y variados jamás vistos por ni un hombre en toda España.

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Maravillado Cortez contaba a su rey de los animales de la infraestructura del al ciudad de sus leyes y de sus formas de pesar y medir, de cómo el comercio se llevaba a grandes dimensiones y que venían de diferentes y muy variados lugares.

Pero sin duda lo que le llamo la atención de los animales fue la leyenda del Ahuizotl …..

Una bestia no más grande que un perro normal, pero con una característica muy especial…….en su cola, la terminación no era normal, no terminaba en una punta…

Tenía una garra con la cual mataba a sus presas….

Un día mientras reparaba una galera….

Los marineros escucharon el llanto de un niño…..

Extrañados se apresuraron a ayudar al niño…pues sus llantos provenían del lago…

Ellos pensaron que se estaba ahogando el niño…

Pero para su sorpresa, nunca vieron al niño….

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Se aceraron mas a la orilla para distinguir de donde salía ese llanto y ver si podían ayudar a ese niño que lloraba.

Cuándo de la nada una garra jalo al marinero tirándolo de la embarcación y lo arrastro hasta el fondo del lago….

Asustado su acompañante se dio prisa para avisar que en el lago habían matado a su amigo …

Salieron a buscar el cuerpo del marinero sin tener éxito

Al regresar los nativos les explicaron que había sido el Ahuizotl

Que es una animal místico y sagrado….

Los marineros se dijeron que ni un animal podría llevarse a un hombre de esa forma que eso era obra del diablo..

Pero las desapariciones era cada vez más constantes y los hombres no se atrevían a salir solo …

Y menos si oían llorar a un niño….

Después de la gran inundación en la ciudad de México los españoles estaban por cambiar la cede du su capital y trasladarla…. A le estado de Morelos o a Veracruz….

Pero tomaron una decisión más radical….decidieron cambiar el curso de los lagos y así desecar el gran lago que rodeaba a la ciudad azteca…

Debido a ese cambio se extinguió el animal más exótico y agresivo que vivo en el periodo pre hispánico

LOS POLVOS DEL VIRREY SUCEDIDO DEL PORTAL DE MERCADERES Y ESQUINA DE PLATEROS

No refieren las crónicas callejeras, esas crónicas amenas que escuchamos en platicas sabrosas con los viejos, ni el nombre verdadero del protagonista, ni la época cierta en que acaeció el sucedido que hoy lanzamos a los vientos de la publicidad.

Pero el hecho fue tan cierto, como que todos los hombres son mortales, física, ya que no intelectualmente, pues de los académicos se dice que no lo son. Y el que dude puede consultar las citadas y verídicas crónicas, tan antiguas como sus autores.

Allá en el siglo XVII, como ahora, muchos no podían salir de perico-perros.

En la Secretaria de Cámara del Virreinato de Nueva españa, había un oficial escribiente, de aquellos que se momifican en su empleo y que a su muerte no sirven ni de pasto a los gusanos.

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El sueldo apenas le era suficiente para vivir en una casa de vecindad, mantener a una esposa, obesa por hidrópica, y a una docena de escuálidos nenes, seis del sexo bello y los otros del masculino; pero todos extenuados por los ayunos.

Sentado en un gigantesco banco de tres pies, inclinado sobre la papelera despintada de la oficina, garabateando pliego tras pliego de minutas, nuestro hombre, a quien llamaremos D. Bonifacio Tirado de la Calle, pasaba las mañanas, las tardes, ya un los días enteros, de mal humor, aburrido, esperando con ansia la hora de comer y en especial la noche en la que, con su cara mitad, se consagraba al cultivo de jardines en el aire, tarea tan improductiva como inocente.

No había sorteo de la Real Lotería en que no jugara con afán, ¡y con qué ahinco desdoblaba el billete para ver si su número aparecía en la lista, que con toda puntualidad publicaba la Gaceta de D. Manuel Valdés!

Pero nada, la suerte siempre le era esquiva, y por centenar más y por unidad menos, el premio gordo caía en números de otros más afortunados que el buen D. Bonifacio.

Desesperado de esta situación, resmas de memoriales había escrito pidiendo un ascenso en las vacantes, y calvo se había quedado de arrancarse los cabellos en sus horas cotidianas de tribulación.

Cierto día en que el destino parece que se empeñaba en nortificarle más, pues su mujer, su único consuelo, y sus hijos, sus futuras esperanzas, se habian disgustado con él porque no los había llevado a la feria de San Agustín de las Cuevas, D. Bonifacio, al entrar en la oficina, gruñó sólo un saludo a sus colegas, se sentó en el tripié, se reclinó sobre el apolillado escritorio, la cabeza entre las manos y la mirada fija en las vigas del cedro secular, que sostenía la techumbre de la sala del Real Palacio en que se hallaba.

De repente el banco de tres pies rechinó por un movimiento brusco de D. Bonifacio, los ojos del buen calvo brillaron iluminados por la musa que inspira las risueñas esperanzas; tomo la de ave, y en papel sellado para el Bienio corriente, deslizó la pluma por espacio de veinte minutos, hasta que el ruido especial que produce ésta cuando se firma, indicó qu había terminado. En efecto, puso rúbrica, echó arenilla, escribió la dirección, y después de tomar su sombrero, su bastón y de dirigir un amabilisimo "¡buenas tardes, señores!" risueño y como unas pascuas encaminó sus pasos hacia la sala en que se encontraba el Secretario de Su Excelencia.

¿Qué había escrito? Un nuevo memorial al Excelentísimo Señor Virrey, Capitán Genreal y Presidente de la Real Audiencia de Nueva España.

Y una tarde, D. Bonifacio Tirado de la Calle encontrábase en la esquina del Portal de Mercaderes y Plateros, precisamente frente al lugar donde se colocaba desde aquellos remotos tiempos, el cartel del Coliseo. Se conocía que esperaba algo con ansiedad, pues su vista no se desviaba un ápice del Real Palacio.

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Transcurrieron breves instantes. Los pífanos de la guardia de alabarderos anunciaron que el Excelentísimo Señor Virrey salía a pasear. Nuestro D. Bonifacio se estremeció. Un sudor frío recorrio todo su cuerpo; sintió como un hueco en el estómago y su corazón latía como si dentro le repicaran; pero espero con ansia aunque resignado.

Ya se acercaba el Virrey seguido de lujoso acompañamiento. D. Bonifacio sentíase aturdido. Como relámpagos cruzaron por su mente los desengaños de otros días, y una próxima esperanza le hacía ver color de rosa el lejano horizonte en que se destacaban el Real Palacio y la comitiva que ya iba a desfilar delante de su persona.

El Virrey, montado en magnífico caballo prieto, al llegar a la esquina del Portal, estiró las bridas del noble bruto, que arrojando blanca espuma por entre el freno que tascaba, se detuvo, respiró con fuerza y levantó las orejas de su primorosa cabecita, al encontrar sus ojos negros la pálida figura de C. Bonifacio.

El Virrey, com amable sonrisa, saludó a nuestro hombre, sacó con pausa del bolsillo una rica caja de rapé, de oro, con preciosas incrustaciones y ofreciéndosela, preguntó:

Tirado de la Calle, ¿gusta vuesa señoría?

- Gracias, Excelentisimo Señor: que me place - Contestó el interrogado, acercándose hasta el estribo y aceptando con actitud digna, como de quien recibe una distinción que merece.

Despidióse el Virrey con galantes cumplidos que fueron debidamente correspondidos: y esta misma escena se repitió durante muchas tardes, en la esquina del Portal de Mercaderes y Plateros. La fortuna de nuestro hombre cambió desde entonces. Por toda la ciudad circuló la voz de que D. Bonifacio Tirado de la CAlle gozaba de gran influencia con el Virrey, y que éste tenía la única, la excepcional deferencia de ofrecerle tarde con tarde un polvo en plena esquina del Portal de Mercaderes y la calle de Plateros.

Muchos acudieron a la casa de D. Bonifacio en busca de recomendaciones, y muchos también le colmaron de obsequios.

D. Bonifacio Tirado de la Calle representaba su papel a las mil maravillas.

Se hacía a veces el hipocriton, diciendo que no valían nada sus recomendaciones, y otras se daba más humos que el portero de Su Excelencia. Empero los regalos menudeaban, la fama vocinglera daba más fuertes trompetazos cada día, y uno de ellos llegó a oídos del Virrey quien llamó a nuestro hombre y le dijo:

- He comprendido todo. Merece vuesa merced un premio por su ingenio.

Inútil nos parece reproducir el contenido del Memorial de D. Bonifacio; el lector lo habrá adivinado; y sólo añadiremos que el Virrey afirmaba que hubiera sido un

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mezquino el que no accediera a esa solicitud; detenerse en la esquina, ofrecer un polvo y marcharse.

Cuentan que D. Bonifacio Tirado de la Calle aseguró el porvernir de su familia.

Y ya se ve que lo aseguró, pues agregan las citadas crónicas callejeras que labró una fortuna con los polvos del Virrey.

LA IGLESIA DE LA ERMITA

La iglesia de la Ermita, emplazada en el barrio de San Francisco, fue construida bajo la advocación de la virgen María con el nombre de Ermita de Nuestra Señora del Buen Viaje. En la época en que fue edificada, dicha iglesia que entonces era un pequeño adoratorio, se hallaba fuera del perímetro del puerto, a considerable distancia del centro de la población, y al comienzo de la vía de herradura que los lugareños bautizaron con el nombre de Camino Real. Y he aquí la historia de ese templo.

A mediados del siglo XVII residía en la villa campechana un caballero llamado Gaspar González de Ledesma, que se contaba entre los miembros más conspicuos de la elite local. Hombre acaudalado, su personalidad se manifestaba de acuerdo con su favorable condición económica. Sustentaba Don Gaspar un criterio que hoy se calificaría de pragmático, pues entre diversas concepciones, fruto de su manera de apreciar las cosas, sostenía la opinión de que la vida pertenece a los audaces. Típico de aquel rico hombre era el punto de vista de que la modestia sólo conduce a frustaciones y lágrimas; y decía que los pobres lo son por sus titubeos y miedos, que les impiden aprovechar las oportunidades que se les ofrecen. Como se comprende, Don Gastar únicamente respetaba a sus iguales; y a los humildes y desposeídos los ignoraba, si no es que sentía hacía ellos un profundo desprecio

En materia de religión, Don Gaspar no era precisamente un ateo, pero tampoco se distinguía por su piedad; y aunque por precaución no externaba sus convicciones en este terreno, dadas las costumbres imperantes, a su juicio la oración y las prácticas del culto representaban fruslerías y, según él, constituían el refugio de los pusilánimes y fracasados.

Cierta vez, el caballero de nuestro relato, después de una jornada de lucrativos negocios que realizó en varias ciudades de España, se embarco en Cádiz para retornar a Campeche. En la nao viajaban, como compañeros de travesía de González, individuos de distintas nacionalidades y oficios que se dirigían a América ya sea para ocupar una vacante disponible en la administración colonial; ya para emprender una industria que sirviera para aumentar, mediante la explotación de las fabulosas riquezas americanas, los dividendos del comercio proteccionista de la Metrópoli; ya en plan de simples aventureros. Entre aquellos pasajeros figuraba un fraile que marchaba al Nuevo Continente en misión evangelizadora. Era el tal un ser menudo, apergaminado y enjunto, que en la nave se mantenía apartado de los demás. Este hombre de Dios, a pesar de su sencillez, atrajo la atención de Don Gaspar, quien le buscó conversación. El

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hermano, a quien nombraremos Fray Rodrigo, no era lo que parecía, pues causó en el de Ledesma la mejor de las impresiones tanto por su sabiduría como por su conocimiento del mundo y, especialmente, por su filosofía inspirada en la fe y las Sagradas Escrituras. No dejó Fray Rodrigo de percibir que se las había con un descreído, y se las ingenió para iniciar su labor catequizadora atacando la muralla de soberbia encarnada por Don Gaspar.

Durante el trayecto, el burgués observó que el clérigo casi no tomaba alimentos, que sistemáticamente rechazaba los que consumían la tripulación y los otros viajantes, y que, para subsistir, usaba exclusivamente agua, miel y frutas secas que guardaba en su zurrón. Además, el ricachón vio que Fray Rodrigo era un devoto de la Santísima Virgen María, cuya imagen llevaba en el relicario. Y como se estableció alguna camadería entre los dos personajes, en una ocasión dijo Don Gaspar al fraile: -Hermano, vuestro estilo de vivir es una prueba de que yo tengo razón y que vos estáis totalmente equivocado. ¿Por qué habláis así?-, preguntó Fray Rodrigo. -Porque es evidente que no coméis porque estáis enfermo o porque sois pobre. En cualquier caso, vuestra situación procede del oficio a que os dedicáis, pues no hay otro más triste y contrario a la naturaleza que el de fraile. ¿Quién puede estar a gusto con nada si constantemente sufre privaciones y el escarnio de la gente, además de estar incapacitado para luchar por los bienes que hacen agradable la vida? -No os expreséis así, hermano –repuso el misionero-, pues blasfemáis. Considerad que yo escogí la carrera de sacerdote por mi voluntad; y, por otra parte, habéis de saber que la Madre de Dios ha sido siempre mi bienehechora, como lo es de todos los hombres, y esto se refiere también a vos. -¡Pamplinas! –respondió Don Gaspar-. Hasta ahora me he bastado sin nadie; y yo os garantizo que jamás necesitaré ayuda de ningún santo, que por lo demás no entiendo cómo pueda prestarme auxilio alguno. Entre los humanos, padre, únicamente cuentan la iniciativa y la astucia, aunque vos pretendáis que recibimos asistencia de arriba. Yo os aseguro que sólo el poder de un hombre es superior al de otro hombre.

Y en pláticas de este cariz iba transcurriendo el largo recorrido.

Pero una mañana el capitán de la embarcación advirtió a los pasajeros que se aprestaran a resguardarse porque en el horizonte se avizoraban señales de tormenta. Efectivamente, al atardecer los signos del temporal se afirmaron, y al entrar la noche se desató una furiosa tempestad. La marejada sacudía la base zarandeándola como un juguete, y altas olas barrían la cubierta y los compartimentos del bajel. Y, en vista de que a medida que las horas pasaban la tormenta arreciaba, el capitán dispuso evacuar el barco que, por los embates del huracán, estaba a punto de zozobrar. Mas no fue posible cumplir la orden transmitida, Una sucesión de olas gigantescas se abatió sobre el navío que, al quedar sin equilibrio, naufragó y fue despedazado por la potencia del terrible maremoto.

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Mientras la tempestad continuaba azotando los restos del buque, los desdichados ocupantes del mismo, incapaces de ponerse a salvo, desaparecían tragados por el mar. Solamente el solitario fraile superó el desastre, pues, con ímprobos esfuerzos, había logrado abordar unos maderos que, a modo de improvisada balsa, le sirvieron para no se arrastrado por la vorágine al fondo del océano. Fray Rodrigo, recobradas sus energías, oteaba alrededor suyo para ver de descubrir a algún sobreviviente y tratar de ayudarlo. Pero todo era en vano. El mar había absorbido a los navegantes. Sin embargo, un golpe de las olas estrelló contra las tablas un cuerpo, y el misionero, con peligro de perecer en el maremágnum, lo aprisionó por un brazo. Y depositándolo sobre la balsa, que a cada minuto amenazaba irse a pique, reconoció, al destello de los relámpagos, al rescatado: ¡Era Don Gaspar González, aquel que pensaba que el mundo pertenece a los poderosos!.

La tempestad amainó; y mientras el sacerdote, rezaba sus oraciones fúnebres por el alma del comerciante, éste exhaló un gemido. ¡Aún vivía! Inmediatamente Fray Rodrigo extrajo de su zurrón pócima que dio a beber al semiahogado, y segundos más tarde Don Gaspar vomitó una tremenda cantidad de agua salada. Ya algo reanimado, el fraile administró unas gotas de vino gracias a las cuales recobró la lucidez. ¡Y su sorpresa no tuvo límites al saberse ileso en el centro del Atlántico y al lado del franciscano!

En los días que siguieron de náufragos, sometidos a la acción del inclemente sol y moviéndose lentamente a la deriva, se mantuvieron con la parca ración que el padre Rodrigo transportaba en su bolsa de peregrino. Hasta que las provisiones se agotaron. Y entonces el hombre fuerte, el que siempre se había burlado de los débiles y los pusilánimes, se entregó a la desesperación. -¿Qué vamos a hacer, hermano Rodrigo? ¡Moriremos de hambre y de sed! ¡Yo no quiero morir!- gritaba. A lo que el religioso contestaba: -¡Tened fe en Dios y la Virgen, señor de Ledesma! No ganáis nado con quejaros. Si creéis en la potestad divina, rogad de todo corazón por vuestra salvación, y yo os juro que aun acariciaréis a vuestro nietos.

Para colmo, una segunda tempestad estalló sobre los desgraciados; y, debido a la irresistible vendaval que soplaba, la balsa se abrió por la mitad, con lo que en su superficie ya sólo había espacio para uno de ellos. Don Gaspar, trémulo de espanto, se aferró al madero. Y, antes de perder el conocimiento, escuchó lejanamente la voy del fraile, que le decía: -No temáis, infeliz Don Gaspar. Ahora comprobaréis que nuestra Madre nunca abandona a sus hijos. Sólo os pido que elevéis vuestras plegarias a la Santísima Virgen, y confiad en que saldraís de esta calamidad.

No supo González cuánto tiempo estuvo inconsciente; pero, al despertar, se encontró en tierra, en una playa desierta a ala que había sido arrojado por la resaca. Quiso incorporarse, pero a extenuación se lo impidió. Y, al repetir su intento, de su diestra resbaló un relicario en el que reconoció el que llevaba al cuello Fray Rodrigo. Una especie de luz cegadora iluminó el descernimiento del infortunado, y a su mente acudieron en tropel las escenas ocurridas en el viaje y

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los dantescos acontecimientos de la tormenta. Aquilató hasta la última raíz de su espíritu el desprendimiento del franciscano, que se sacrificó para que él el altivo González de Ledesma, se librara de los horrores de la muerte. Y cayó desmayado.

Personas bondadosas que hallaron exánime náufrago se encargaron de proporcionarle los cuidados necesarios para su restablecimiento. Y, ya suficientemente fortalecido, le suministraron los medios para trasladarse de Cuba, la tierra a donde providencialmente había sido lanzado por la borrasca, a Campeche.

De más esta decir que Don Gaspar llegó al puerto transformado, y fue su cambio tan completo que sus amigos apenas le identificaron: la soberbia se había trocado en mansedumbre, y la ostentación de antaño se mudó en humildad. Obedeciendo a un impulso sobrenatural, vendió su patrimonio y el producto lo distribuyó entre los pobres.

Y con una parte de lo obtenido mandó construir la capilla que, a ruego suyo, fue puesta bajo la advocación de Nuestra Señora, consagrándose en el altar la imagen del relicario de Fray Rodrigo.

Finalmente, Don Gaspar solicitó ser designado guardián del templo; y, satisfecha su petición, visitó el burdo hábito del ermitaño que, socorrido por la caridad pública, terminó sus días en olor de santidad en calidad de siervo de Nuestra Señora del Buen Viaje.

MITOS

EL MITO DE FRIGG

Balder era el hijo de Odin, el dios de dioses, y era el más querido y el más hermoso de todas las deidades nórdicas.

Un día, Balder empezó a tener sueños de su propia muerte, por lo que todos los dioses decidieron protegerlo. Su madre Frigg hizo que todas las cosas, las enfermedades, los venenos, los árboles, los animales, que nunca ivan a herir a Balder y todos aceptaron el juramento.

Como se volvió invulnerable, los dioses inventaron un juego donde le tiraban toda clase de cosas, sin que él saliera herido, por que todos cumplían su promesa y no se atrevían a hacerle daño. Lucky, el dios travieso, estab inconforme con el juego y celoso de Balder.

Por eso se disfrazó de anciana y fue a conversar con Frigg. Ella sin saber que la anciana era Lucky, le contó la historia de cómo había hecho que todas las cosas y las criaturas juraran no dañar a Balder, pero que el muérdago, una planta que crecía al este del Walhalla, era tan insignificante y tan joven que ni s iquiera le había pedido el juramento.

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Lucky se fue para el juego de los dioses, pero antes construyó una flecha con la planta que le había dicho Frigg, y cuando llegó se encontró con un dios ciego que no le tiraba nada a Balder, por que no veía ni tenía arma que lanzarle.

Lucky entonces le dijo a este dios, que el le daba su arma y le indicaba donde se ubicaba Balder, y así era como si los dos lo honrraran. El dios ciego lanzó la terrible flecha, que hirió de muerte a Balder.

La angustia de los dioses fue mucha, pero en especial la de su esposa que murió de tristeza y la de su madre que fue a rogarle a la diosa Hel que lo dejara salir del reino de los muertos. Hel le dijo que si todas las criatyuras y las cosas lloraban a Balder, ella le permetiría regresar.

Frigg, movida por su amor de madre, se vio otra vez caminando el mundo entero, haciendo que todo se lamentara de la muerte de Baler, pero llegó y se ncontró con la misma vieja, es decir Lucky, quien dijo que Balder no había hecho nada por ella, por lo lo que no se sentía obligada a llorarlo.

De esta manera, Lucky condenó a Balder a permanecer en el reino de los muertos.

LA MUJER DORMIDA Y EL CERRO POPOCATEPETL

Tonatiuh, el Dios Sol, vive con su familia en el cielo 13 en el que no se conoce la oscuridad ni la angustia...El hijo de Tonatiuh era el príncipe Izcozauhqui a quien le encantaban los jardines. Un día el príncipe oyó hablar de los vergeles del señor Tonacatecuhtli. Curioso fue a conocerlos. Las plantas parecían más verdes y los prados frescos y cubiertos de rocío. Al descubrir una laguna resplandeciente se acercó con presteza y al hacerlo, se encontró con una mujer que salía de las aguas ataviada con vestidos de plata. Se enamoraron de inmediato ante el beneplácito de los dioses. Pasaban el tiempo juntos, recorrían un cielo y otro. Pero los dioses les prohibieron ir más allá de los 13 cielos.

Los enamorados conocían el firmamento. La curiosidad por saber qué había bajo de él hizo que descendieran a conocer la tierra. Allí la vida es diferente. El sol no brilla todo el tiempo, descansa por las noches. Hay más colores, texturas, sonidos y animales que en todos los cielos recorridos.

Los príncipes, al descubrir que la tierra es más hermosa que los paraísos celestiales decidieron quedarse a vivir en ella para siempre. El lugar escogido para su morada estaba cerca de un lago, al lado de valles y montañas.

Los dioses, furiosos por la desobediencia de la pareja, decidieron un castigo. La princesa enfermó repentinamente, fueron vanos los esfuerzos de Izcozauhqui por aliviarla. La mujer supo que esa era la sanción de los dioses, Tonatiuh se lo hizo saber con sus abrasadores rayos. A ella no le permitirían vivir.

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Separándolos, con su muerte, para siempre. Se lo dijo al príncipe, le pidió que la llevara a una montaña con el fin de estar junto a las nubes, para que, cuando él regresara con su padre, pudiera verla más cerca desde el cielo. Fueron sus últimas palabras, después se quedó quieta y blanca como la nieve.

El príncipe con su preciosa carga a cuestas caminó días y noches hasta llegar a la cima de la montaña. Encendió una antorcha cerca de ella, la veló, como si la princesa durmiera.

Izcozauhqui se quedó junto a ella, sin moverse, hasta morir. Ella se convirtió en la mujer dormida (Iztaccíhuatl) y él en el cerro que humea (Popocatépetl).

EL CONEJO DE LA LUNA

Quetzalcóatl, el dios grande y bueno, se fue a viajar una vez por el mundo en figura de hombre. Como había caminado todo un día, a la caída de la tarde se sintió fatigado y con hambre. Pero todavía siguió caminando, caminando, hasta que las estrellas comenzaron a brillar y la luna se asomó a la ventana de los cielos. Entonces se sentó a la orilla del camino, y estaba allí descansando, cuando vio a un conejito que había salido a cenar.

Qué estás comiendo?, - le preguntó.

-Estoy comiendo zacate. ¿Quieres un poco?

-Gracias, pero yo no como zacate.

-¿Qué vas a hacer entonces?

Morirme tal vez de hambre y de sed.

El conejito se acercó a Quetzalcóatl y le dijo;

-Mira, yo no soy más que un conejito, pero si tienes hambre, cómeme, estoy aquí.

Entonces el dios acarició al conejito y le dijo:

-Tú no serás más que un conejito, pero todo el mundo, para siempre, se ha de acordar de ti.

Y lo levantó alto, muy alto, hasta la luna, donde quedó estampada la figura del conejo. Después el dios lo bajó a la tierra y le dijo:

-Ahí tienes tu retrato en luz, para todos los hombres y para todos los tiempos.

QUETZALCOATL Y EL MITO DE LA CREACIÓN

Ometecuhtli y Omecihuatl, el Señor y la Señora de la Dualidad en la religión azteca, tuvieron cuatro hijos. Cuatro encarnaciones del Sol.

A ellos les encomendaron la tarea de crear el mundo, de dar vida a los otros dioses y finalmente a la raza humana que los adoraría.

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Cada hermano representaba un orden, un tiempo, un espacio, un punto cardinal y un color. El rojo se llamó Xipe Totec. El negro, Tezcatlipoca. El azul, Huitzilopochtli. Y el blanco, Quetzalcóatl.

Quetzalcóatl, a quien los hombres también

llamaron “gemelo precioso”, fue el dios civilizador y de los sortilegios. Inventor de las artes, de la orfebrería y del tejido era, por su enorme sabiduría, de piel y barba blancas. También fue llamado “Señor de todo lo que es doble”. A diferencia de su hermano azul, Huitzilopochtli, que era un dios guerrero y reclamaba continuamente derramamientos de sangre, o del negro Tezcatlipoca, que era amo y señor de la noche, Quetzalcóatl no deseaba sacrificios humanos en su honor. Su reino era el claro atardecer.

Cuando los hermanos comenzaron su tarea, cuatro mundos, cuatro soles y cuatro humanidades fueron sucesivamente creadas y destruidas.

La primera humanidad fue devorada por tigres. La segunda, convertida en monos. La tercera, transformada en pájaros. La cuarta, convertida en peces.

Quetzalcóatl, acompañado de una de sus encarnaciones gemelas llamada Xolotl, descendió a los infiernos, de donde alcanzó a robar una astilla de hueso de una de las humanidades anteriores para crear la nuestra, rociándola con su propia sangre. El Señor de la Morada de los Muertos no pudo detenerlo, ni aun arrojando a su paso bandadas de codornices. Los demonios nunca dejaron de intentar engañarlo para que ordenara sacrificios humanos y justificara las “guerras floridas” que reclamaba su hermano Huitzilopochtli. Pero el amor de Quetzalcóatl por los hombres no le permitió sacrificar en su nombre más que animales, culebras, pavos o mariposas, todos ellos consagrados al Sol.

En su encarnación como Nanahuatzin, un dios tan pobre que sólo podía ofrendarse a sí mismo, se arrojó sin dudar al fuego sagrado. Por ello fue designado para alumbrar el día, mientras que su competidor, generoso en ofrendas pero temeroso de las llamas, sólo alcanzó el rango de Luna. Por su cobardía, otro dios le tiró a la cara un conejo. Quien quiera verlo, sólo tiene que esperar que salga la Luna y contemplar su rostro, marcado para siempre.

MITO DE LA CREACIÓN DEL MAGUEY

Mayáhuel fue la diosa mexica del maguey, y por extensión, de la embriaguez. Es una de las deidades relacionadas con la tierra. En tanto que divinidad del mundo vegetal, es también una diosa de la fertilidad.

Mayalen era representada como una joven con el cuerpo pintado de azul que se asomaba por una penca de maguey. Sus atributos eran la doble cuerda en una de las manos, el malacate de algodón sin hilar, y las manchas amarillas en su cara. Algunas veces era representada con una nariguera de jade y cargando una vasija de barro. Todos estos

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atributos los comparte con otras divinidades como la señalada Tlazoltéotl, y especialmente con Chalchiuhtlicue, la patrona de las aguas terrestres. Como estas dos divinidades, Mayáhuel era signo de la mala suerte. Aquél que nacía en un día relacionado con esta diosa, seguro habría de terminar mal: el malacate de algodón y las dos cuerdas significan adulterio y perdición, derivadas en la cosmogonía mexica con la embriaguez.

Cuenta la historia de este mito mexicano que...

En principio Mayáhuel era una hermosa joven que vivía con su abuela, una Tzintzimitl estrellas que intentan impedir que salga el sol. En una ocasión, Quetzalcóatl la convenció para que bajase a la tierra para amarse convertidos en las ramas de un árbol bifurcado. Pero cuando su abuela se despertó y no vio a Mayáhuel, llamó a otras Tzitzimime para que bajasen a la tierra para ayudarle a buscar a su nieta.

Cuando se acercaban el árbol se separó en dos, entonces la abuela, descubriendo a su nieta como una rama, la despedaza y deja los restos para que los devore otra Tzitzímitl. Sin embargo la rama en que se había convertido Quetzacóatl permaneció intacta.

Cuando se alejaron Quetzacóatl tomo los restos de la joven virgen y los enterró. De ello brotó la planta del maguey, de la que se extrae el pulque, usado en las ceremonias como bebida ritual y ofrenda para los dioses. Así, tras su muerte, Mayáhuel se convirtió en diosa.

LA CAPA DEL MENDIGO

El suceso que nos ocupa acaeció en la villa de Santa María del Pueblito, por los años de 1850 a 1852, época en que estaba de cura propio de aquella parroquia el Pbro. D. Luis Luna y Pérez, en cuyo empleo permaneció muchos años hasta su muerte.

Entre los muchos pordioseros que llegaban al curato a implorar socorro, había un viejecito que periódicamente venía a recibir su óbolo, pernoctando en la cuadra sobre blando colchón de paja.

Este jamás quiso decir su origen, ni aún revelar el nombre de su patria; más esto no impedía que el buen cura (como generalidad de los de su clase), le socorriera con largueza.

Todo su haber se reducía a un tosco bordón, un sombrero de petate formado de tres distintos tejidos, un morral colgado al hombro y una colcha formada de mil y tantos parches y remiendos de distintos paños y colores; y por ende muy pesada.

Tantas veces había pernoctado ya en aquella casa de vuelta de sus correrías por las aldeas en busca de sustento, que ya era bastante conocido de aquella gente.Después de algunos años de estos viajes y vueltas, llegó una noche al curato, y después de internarse a su aposento, pidió al mozo un poco de agua porque se

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moría de sed.

El mozo, al ser preguntado por el Sr. Cura sobre si habían llevado su cena al viejecito, dijo que no había tomado alimento, sólo un poco de agua, lo cual llamó la atención de Sr. Cura, quien fue a verlo, encontrándolo abrazado en calentura.En vista de esto, dispuso se medicinara y preparara para confesarse, lo cuál hizo el mendigo sin dilación.

Después de los auxilios necesarios, el viejecito aquel murió, corriendo todos los gastos por cuenta del Sr. Cura.Al levantarlo de su lecho un hermano del citado Sr. Cura y un mozo, notaron que la colcha de los mil y tantos remiendos pesaba más, sabiendo el origen del mendigo ni su patria, se le hicieran sus funerales en la misa parroquial del Pueblito, repartiendo los sobrantes a varios sacerdotes para que se aplicasen misas; lo cual fue verificado exactamente.Esta suceso me lo refirió el hermano ya citado del Sr. Cura quien todavía vive, aunque ya tocando el ocaso de la vida.Un mentís más a la decantada codicia de los curas, con que liberalismo se empeña en desprestigiarlos; siendo el pan cotidiano de la presa impía.

ATAQUE A UN APOSTOLADO

Fueron tantos los episodios ocurridos en el memorable sitio de 1867, que ellos solos bastarían a formar una tercera serie de leyendas; pero como en la variedad está el gusto, nos hemos propuesto a ir mezclando entre leyendas históricas, revestidas del carácter serio de la historia, algunas que a la vez perpetúen hechos que sucedieron, tenga su parte más o menos anecdótica.

En el número de éstas se cuenta la que nos ocupa y que, sin embargo de pertenecer a dicho género, relata un hecho rigurosamente histórico.

Sabido es que el mismo día que se abrió el Sitio y que no fue otro que el día 14 de marzo, a las diez de la mañana, pidieron los imperialistas sus posesiones de La Otra Banda, apoderándose los republicanos de Antillón de la Iglesia de San Sebastián, de huerta y demás pertenencias, replegando a los sitiados hasta la ribera del río, sirviendo éste de línea divisoria entre ambos contendientes.

Existía de tiempo inmemorial en esa antigua parroquia, como en todas las de su clase, un apostolado de mezquite y tamaño natural que anualmente, el Jueves Santo, servía para representar la última cena de Nuestro Señor Jesucristo, o sea la institución del Santísimo Sacramento.

En mala hora, las tropas liberales se propusieron hacer una mala pasada a los imperialistas, y en la misma noche de la toma colocaron convenientemente en un parapeto (formado por la barda de una casa cercana a la ribera, la cual aún existe), a los Apóstoles, asomando medio cuerpo, en forma de tiradores y con su

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chacó republicano.

A la madrugada, los republicanos hicieron una descarga a los imperialistas que custodiaban la ribera opuesta del río desde las casas y huertas, haciendo la descarga y ocultándose en seguida, cubriendo la vanguardia San Pedro y sus compañeros.

Al ser provocados, los imperialistas comenzaron a cazar a sus contrarios, que como de mezquite, necesario fue a hacerles varias descargas para degollarlos quedando, sin embargo, algunos en pie.

La traición no refiere si el traidor de aquel grupo fue de los muertos o de los supervivientes; pues sólo reza que al esclarecer el día, notaron los imperialistas que los que aun seguían de pie no se movían y tenían luenga barba, lo cual dejó en claro la mala pasada de los enemigos, poniendo de punta a los bravos defensores, tanto por aquella profanación, como por la pérdida del panque.

Desde entonces, es conocida esa casa entre los vecinos del contorno con el nombre de Casa del Apostolado.

EL MILAGROSO SEÑOR DE VILLASECA

Don Alonso de Villaseca fue un noble de raras virtudes que de España vino a estas tierras allá por mediados del siglo XVI.Caballero a carta cabal que gozó de la estimación general por su desprendimiento y libertad, otorgandobeneficios a mucha gente necesitada.

A lo dicho hay que agregar que Don Alonso tenía sentimientos religiosos muy bien fincados, que tradujotambién en nobles acciones: de España mandó traer tres Cristos, con su propio preculio, uno que donó al pueblo de Ixmiquilpan porque allí había hecho su fortuna, otro a las famosas minas de Zacatecas y un tercero al Mineral de Cata, a orillas de esta población.

Este Cristo es al que nos vamos a referir, contando aquí dos de los múltiples milagros que se le atribuyen.

Dícese que cuando aún no había ni la más remota idea de reglamentar el trabajo de nuestros braceros en el vecino país del Norte, un grupo de campesinos de estos alrededores, necesitados en ganarse la vida en mejores condiciones, creyeron ingenuamente en la promesa que les hiciera un vívales y, dejando su casa y familia, corrieron la aventura de la que después tuvieron que arrepentirse muchas veces.

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Hallándose en una hacienda algodonera cercana a la frontera, se les designó un galerón para que pasarán la noche, advirtiéndoles que para mayor seguridad iban a cerrar la puerta.También se les ofreció que una persona les llevaría la cena un poco más tarde, pero como ese momento no llegó nuestros pobladores rancheros se disponían a dormir sin más alimento en su estómago que unos sorbos de agua, cuando uno de ellos que andaba cerca del fondo escuchó un ruido raro que llamó su atención, algo así como una gotera; más como no era tiempo de lluvias, no era posible pensar eso.

Con mucha precaución abrieron la puerta, encontrándose en un patio semioscuro. En la habitación de laderecha, también mal alumbrada, se hallaban colgando del techo varios cuerpos que parecían humanos.

−No parecen− dijo otro de ellos −son hombres semidesnudos y sin cabeza−afirmó profundamentesorprendido.Hay que imaginar cual fue su asombro al comprobar que en efecto los que colgaban del techo eran cuerpos humanos decapitados, puestos en esa actitud para que la sangre chorreara sobre sendos recipientes.Lo primero que pensaron los aspirantes a trabajadores fue que para hacer de ellos otro tanto se les había llevado allí.

Verdadero pánico se apoderó de su ánimo y, en el paroxismo de su angustia, se encomendaron al Señor de Villaseca, rogándole que les permitiera salir de allí con bien.Lo consiguieron, no sin antes pasar por varios peligros, regresando en peores condiciones a su tierra, pero con su vida.El retablo en que patentizaron este milagro se encuentra en el muro izquierdo del templo de Cate, dedicado al Milagroso Señor de Villaseca.

Después supieron que la sangre de aquellos quien sabe cuantos desdichados más, era empleada para hacer colorantes que en el mercado se vendían muy caros.El segundo caso se refiere a María, una guapa galereña que reunía en su persona todos los atributos para ser lo que se dice una hermosa muchacha.

Muy joven la casaron sus padres con un viejo minero adinerado, por quien María profesaba la más profunda repugnancia. Sin embargo, obediente y de buenos principios, permaneció sumisa al lado de aquel hombre, no obstante que la seguía cortejando Juan Manuel, apuesto galán que no podía resignarse a perder su amor y por medio de una viejecita del barrio del Terremoto, constantemente hacía saber su honda pasión a la dueña de sus desvelos.

Por su parte, María no solo sentía admiración y afecto por su admirador, sino que sostenía la más intensa

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lucha por liberarse de aquella tentación.Muchas veces, arrodillada ante el Cristo milagroso, le rogaba que le diera fuerzas para seguir siendo fiel a su esposo.

−Tú sabes, Padre mío, que yo jamás he querido a Don Martín− éste era el nombre del celoso y feroz marido−y que me casaron sin mi voluntad.

Un día que Don Martín, por razón de sus negocios tuvo que ausentarse por dos días, María no pudo resistir el deseo de llevar a Juan Manuel un buen almuerzo, pues tenía el turno de madrugada.

Feliz y risueña como nunca, iba la muchacha por el camino de Cata, cuando de repente se apareció su marido.En el acto reconoció la canasta, y cegado por los celos increpó con violencia a María, imaginando que elalmuerzo era para su adversario.

Con la hija de su puñal levantó la servilleta que cubría la canasta, al tiempo que decía:

−¿Qué llevas ahí?

La infeliz muchacha turbada por la pena y el dolor, se encomendó al Cristo de su devoción y, aparentemente sin inmutarse, con voz firme contestó:

−Llevo flores al Señor de Villaseca.

Efectivamente al levantar la servilleta, aparecieron a la vista de Don Martín las más frescas y hermosas rosas que él hubiera imaginado.

MITO COSMOGONICO DE CHALCO

Chalco es un municipio del Estado de México. La etimología del nombre es de origen náhuatl, proveniente de los vocablos chāl-li o xāl-li, "arena" y "-co" desinencia de lugar es decir, Xālco = "Chalco" (castellanizacion), significa "lugar arenoso", y Atenco que significa "en la orilla del agua", (de ā-tl = "agua"; tēn-tli = "borde u orilla" y -co, "en") en el sentido de ser una población que se localizo a las orillas del gran lago del mismo nombre.

En otra provincia llamada Chalco cuentan haber sido el agua la primera causa del mundo, no saben empero quién la hizo.

Y que descendieron del cielo algunos dioses, llamados Cemecatl, Tezcatlipuca, Chiconahui, Ehecatl, todos hijos de Atlalicue o Clitlalicue, diosa de las estrellas, la cual dicen haber hecho las estrellas, el sol y la luna, y los dioses hijos hicieron al hombre, mas no saben qué año fue esto.

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163. Además dicen haber nueve cielos, aunque no saben a dónde están el sol, la luna y las estrellas ni los dioses.

LA RUEDA DE LOS KATUNES

El once Ahau se asienta el Katún en Ichcaansihó. Bajan hojas del cielo, bajan perfumes del cielo. Suenan las músicas, suenan las sonajas de los nueve píes. En un día en que habrá faisanes azules, en un día en que habrá peces a la vista, en el día de Chakan−Putúm, se comerán los árboles, se comerán piedras; se habrá perdido el ausento dentro del Once Ahau Katún.

Con siete templo de abundancia se asienta el Katún, el cuarto Ahau Katún, en chichén. Siete tiempos de abundancia son el asiento del Gran Derramador de agua. Tapado está su rostro y serrados sus ojos bajo sus lluvias, sobre su maíz abundante derramado. Llenos de hartura están su estera y su trono. Y se derrama su carga. Habrá un día en que este blanco su ropaje y blanca su cintura, y sea aplastado por el chorro del pan de Katún.

Llegarán plumajes, llegarán pájaros verdes, llegarán fardos, llegarán faisanes, llegarán tapires; se cubrirán de tributo Chichén.No Zaquí, sino Mayapán es el asiento del Katún, del Dos Ahau Katún. Cuando se haya asentado el Katún, bajarán cuerdas, bajará las ponzoñosa de la peste. Tres cerros de calaveras harán una rueda blanca a su cuerpo cuando venga con su carga atada. Ahogándose cogerá en su lecho un soplo de viento. Tres veces dejará caer su pan. Mediana hambre, medio pan. Esta es la carga de Dos Ahau Katún.

Kinchil Coba es el asiento del Katún, del Trece Ahau Katún. El dios mayor Itzam, dará su rostro a su reinado.

Se le sentirá tres veces en tres años, y cuando se cierre la décima generación. Semejantes a las de palmera serán sus hojas. Semejante al de la palmera será su olor. Su cielo estará cargado de rayos. Sin lluvias chorreará el pan Katún, del Trece Ahau Katún. Multitud de lunares son la carga del Katún. Se perderán los hombres y se perderán los dioses. Cinco días será mordido el Sol, y será visto. Esta es la carga de Trece Ahau Katún.

DIOSES DE LA MUERTE

El reino de los muertos o inframundo, conocido comúnmente como Mictlan, era gobernado por el Señor del Inframundo, Mictlantecuhtli, y por la esposa de este, Mictecacihuatl, los Infiernos, el Chignauhmictlan. Pero aparte de estas deidades, existían otros dioses y diosas que poblaban las regiones del Mictlan y que casisiempre encontramos por parejas. Una de ellas es Ixpuzteque, El que tiene el pie rotoy su esposa Micapetlacalli, Caja de muerto. Por último conocemos el nombre de Tzontemoc, El que cayo de cabeza, y su esposa es Chalmecacihuatl, La sacrificadora .

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Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl eran la pareja más importante de las regiones del inframundo y habitan la más profunda de ellas, a donde llegan los hombres a descansar, no sin antes entregar a las deidades presentes valiosos.

Mictlantecuhtli aparece con el cuerpo cubierto de huesos humanos y un cráneo a manera de mascara, con los cabellos negros, encrespados y decorados con ojos estelares, puesto que habita en la región de la oscuridad completa. Adornan su cabeza una rosetas de papel de las que salen conos, uno sobre la frente y otro en la nuca. Sus animales asociados son el murciélago, la araña y el búho (tecolotl).

LOS PRIMEROS DIOSES

Los mas antiguos mexicanos creían en un dios llamado Tonacatecuhtli, quien tuvo cuatro hijos con su mujer Tonacacihuatl. El mayor nació todo colorado y lo llamaron Tlantlauhqui. El segundo nació negro y lo llamaron Tezcatlipoca. El tercero fue Quetzalcóatl.

El mas pequeño nació sin carne, con los puros huesos, y así permaneció durante seis siglos. Como era zurdo lo llamaron Huitzilopochtli. Los mexicanos lo consideraron su dios principal por ser el dios de la guerra. Según nuestros antepasados, después de seiscientos años de su nacimiento, estos cuatro dioses se reunieron para determinar lo que debían hacer.

Acordaron crear el fuego y medio sol, pero como estaba incompleto no relumbraba mucho. Luego crearon a un hombre y a una mujer y los mandaron a labrar la tierra. A ella también le ordenaron hilar y tejer, y le dieron algunos granos de maíz para que con ellos pudiera adivinar y curar.

De este hombre y esta mujer nacieron los macehuales, que fueron la gente trabajadora del pueblo. Los dioses también hicieron los días y los repartieron en dieciocho meses de veinte días cada uno. De ese modo el año tenía trescientos sesenta días.

Después de los días formaron el infierno, los cielos y el agua. En el agua dieron vida a un caimán y de él hicieron la tierra. Entonces crearon al dios y a la diosa del agua, para que enviaran a la tierra las lluvias buenas y malas. Y así fue como dicen que los dioses hicieron la vida.

POPOCATEPETL

El popocatepetl, con aproximadamente 730 mil años de edad, ha gozado desde epocas prehispanicas, coloniales y contemporaneas de una importancia tal para las sociedades que con él han convivido, que lo han convertido en fuente de inspiracion de historias, a veces increibles.

El popocatepetl con sus 5,452 metros de altura, es un volcán activo: de hecho, su nombre en nahuatl significa cerro que humea.Es una montaña sagrada, tanto para los nahuatls, que se instalaron en su ladera

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occidental desde el siglo xii, a quien dedicaban el mes teotleco y a quien reverenciaban con cerros hechos de amaranto.

El popocatepetl se encuentra en los limites del estado de mexico morelos y puebla (ver anexo 1) es considerado un estratovolcan con una petrologia hiperstena-andesita con 16 erupciones registradas, es el volcán mas alto de la republica mexicana.A pesar del trascurrir de los años, los mitos y las leyendas perduran y algunas se han ido modificando.

Creencias prehispanicasEn la cultura tolteca (en 1347), el popocatepetl tuvo por nombre xalliquehuac (arenales que levantan o vuelan). Los mexicas fueron los que le cambiaron el nombre.

En 1519 el popocatepetl tuvo por nombre popocatzin que significa el gran humeador o el humeadorcito ya que la terminación tzintli es diminutivo afectuoso. También se le conocio como atepetolonhuhuetl, cuyo significado es cerro viejo donde brota agua.

En los codices antiguos como el mendocino o el florentino se describe al popocatepetl, como una dualidad entre el día y la noche, él era considerado la noche y el humo.Este concepto esta relacionado inevitablemente a las creencias sobre el iztaccihuatl o mujer dormida.

También en la prehispanidad, los volcanes eran considerados titanes.Creencias actualesAunque no se conoce exactamente el origen de su nombre o apodo el popocatepetl rebautizado se le ha llamado gregorio que de acuerdo con gutierre tibon, significa guardián vigilante. También se le ha llamado chino gregorio, por las fumarolas que se enroscan como una forma de chinos.

Los lugareños dicen: sabemos de que humor amanece don goyito, si esta triste o enojado eso lo sabemos según las fumarolas.

Antonio analco, tiempero considerado como sacerdote dice: la gente debe permanecer en el pueblo porque don gregorio chino popocetepetl, le ha revelado que nada pasa ra y, que si dios ordena, al volcán hacer erupcion por su conducto avisara a los habitantes......

En sus ultimas apariciones se ha quejado de dolor de pies por la quemazon y deforestacion de los bosques....... Las fumarolas son contra los japoneses ya que salinas les vendio el volcan.Los miembros de la region espiritualista del popo dice: los guias, sus videntes, han dicho que nada va a pasar porque Los angeles estan protegiendo al popocatepetl contra el diablo que lo quiere hacer estallar para que la gente sufra pero como nadie puede contra jesús el volcán no

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hara erupcion.Por otra parte, los habitantes de paso de cortez, relatan la aparicion constante de ovnis que entran y salen del popocatepetl. Luces y relampagos que aparecen sobre el crater, antorchas de luces en la cima, como si fueran arboles de navidad que se prenden y poco a poco se apagan.

LA DIOSA LUNA

Entre los habitantes de Quintana Roo existen varios mitos y leyendas que no han sido contadas del todo. Un ejemplo claro es la leyenda de '''La Diosa Luna''' la cual dice:

En el inicio cuando los dioses aun eran mortales y adoraban a nada, existia una bella joven,la cual se llamaba Ixchel.

Habia muchos hombres que la pretendian entre ellos un joven llamado Itzamná y otro cuyo nombre se desconose,que constantemente reñian por el amor de esta. Su hermana Ixtab decidio que pelearian hasta que uno de los dos muriera, el sobreviviente quedaria con Ixchel.

Pero Ixtab desconocia que estaba enamorada de Itzamná, y ella ya nada podia hacer. Itzamná iba a vencer a su contrincante pero en el menor descuido su oponente le hirio por la espalda y murio.Ixchel al ver morir a su amado corrio del lugar y encomendando su alma a Ixtab se quito la vida.

Ixtab maldijo a aquel que con trucos sucios mato a Itzamná, y su nombre jamas se conocio y nadie supo lo que sucedio con el.

Itzamná paso a ser el Dios Sol, y que Ixchel, su eterna enamorada, paso a ser su esposa y la Diosa Luna. Ixtab como fue a quien su hermana encomendo su alma al morir, paso a ser la Diosa del Suicidio.

Se dice que en cada Fuego Nuevo la diosa Ixchel renace del fuego y permite a las doncellas enamorarse y dar como fruto de ese amor un hijo, es por eso que tambien es conciderada diosa del parto y la fertilidad.''

LAS PLUMAS DEL PAVO REAL

Hubo una época en la que las aves no son como las vemos ahora. Entre ellas había constantes riñas porque todas creían que tenían mayor importancia que las otras, algunas por lo bello de su canto, otras por sus llamativos plumajes.

En ese entonces, el Gran Espíritu que todo lo sabe y todo lo ha creado, convocó a una asamblea, para elegir a una que pudiera gobernar a todas las aves, con la nobleza que requería tan elevado cargo.

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Comenzaron la aves a discutir con las otras sobre el concurso, y empezaron cada una a exaltar sus virtudes, pretendiendo ser merecedoras de tal distinción.

Seguramente será elegida el ave con el canto más dulce - dijo Xkokolch, el ruiseñor, desde la rama de un grueso árbol- así podrá lograr el concenso de todas y su voz será una caricia para las que se encuentren apesadumbradas.

-Te equivocas - replicó Cutz, el Pavo Montés, mientras se posaba en otro árbol- eso no es lo que necesitamos. Quien gobierne a las otras aves debe ser fuerte, con el carácter y rigidez que el puesto requiere, para poner orden donde nunca lo ha habido - y con sus garras rompió la rama en la que estaba posado.

- Estoy en desacuerdo! - contestó Chac-dzibdzib, el Cardenal, mientras desplegaba sus alas - no hay otra ave que sea más capaz que yo para gobernar aquí - Mi trayectoria es impecable, y todo el mundo se admira de mi plumaje color escarlata.

Dzul-Cutz, el Pavo Real, escuchaba a las otras aves que trataban de exaltar sus características. Pero él, como en ese entonces no tenía un plumaje muy bello, se inhibía por su escaso atractivo, y se llenaba de envidia. En un momento, le vino a la mente su Puhuy, el mensajero de los caminos, quien por estar ausente no se había enterado de que las aves discutían quién debía ganar el concurso.

Dzul-Cutz el Pavo Real, se encaminó hacia la casa de éste último y le comentó de la convocatoria:

-Yo sé que no soy capaz de concursar con este plumaje para este concurso, y en tu caso, tú tienes un plumaje hermoso, pero eres demasiado pequeño para ser el Rey de las Aves, y tal vez te pueda faltar la elegancia y gracia que yo poseo. He venido a proponerte algo: Si tú me prestas tu plumaje yo podría ganar el concurso y entonces compartiría mis riquezas y honores de mi reino.

El pájaro Puhuy al principio desconfió, pero después de que Dzul-Cutz le insistió, logró quedar convencido y le prestó sus plumas, que al principio fueron pocas pero después se reprodujeron para cubrir el cuerpo del Pavo Real con un estupendo vestido con una larga cola con el color turquesa del mar, y los colores cálidos del atardecer.

Dzul-Cutz el Pavo Real se dirigió al elegante edificio donde se habían reunido las aves a elegir al Rey de las Aves, y al entrar contoneándose y con el cuello erguido causó exclamasiones y las aves más bellas, que habían pensado ser merecedoras de el primer lugar movieron la cabeza con incredulidad al contemplar la galanura con la que se adueñaba Dzul-Cutz del evento, mientras entonaba un melodioso gorjeo.

El Gran Espíritu, maravillado ante la imagen del Pavo Real, no dudó en proclamar al Pavo Real como monarca de las aves, y entoncesordenó difundir la noticia por todos los alrededores

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Sin embargo, Dzul-Cutz no devolvió a Puhuy sus plumas, y después de unas semanas apareció éste último tapándose debajo de un arbusto, y con frío. Al haber ganado a riquezas y honores, el Pavo Real se había olvidado del favor que le había hecho su amigo. Todas las aves hicieron saber al Gran Espíritu que el Pavo Real había logrado ese bello plumaje por medio de la traición que había hecho a Puhuy y exigieron que fuera castigado.

Desde entonces, cada vez que el majestuoso Pavo Real abre el pico, no sale más un bello canto de su garganta, sino un sonido desagradable que causa risa en las otras aves, en castigo a su mala acción.