Metascopios_No.2
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1
METASCOPIOS_
No. 2
Bosquejos de un México onírico
2
Contenido_
Directorio_4
Editorial_ 5
Arquitectura_
El arquitecto como ornamento 7
Somos lo que habitamos_8
Zona de confort_9
Cine_
Personajes que inspiran estilo_10
Cortázar y el cine: una historia de cronopios_12
Emergente_
80 años del Palacio de Bellas Artes_15
Letras al aire_
Crónica parcial de los recuerdos_19
Diamante_24
Miradas_25
Dossier_
Bosquejos de un México onírico
La política simbólica de decir adiós sin llorar_27
Perfección...ahora_29
México en sus siglos_31
Nocturno_32
Impacto_34
Para ellos, para mí, para este país_36
México: Entre la indiferencia y la protesta infértil_37
3
metascopios.com Columnas semanales para leer en la red
Arquitectura_Cine_Emergente_Letras al aire_Música
4
Metascopios_
DIRECTOR GENERAL
Alfonso Pontigo
DIRECTOR EDITORIAL
Alfonso Blanco
RELACIONES HUMANAS Y VENTAS
Sineàd Marti
Verónica Lira
REDES SOCIALES
Lesli Bautista
FOTOGRAFÍA
Ruy Cuevas
Alejandro Peralta
Isaías Aldaír
Colaboraciones, comentarios y ventas, escríbenos a [email protected]
_metascopios.com
_facebook.com/metascopios
_twitter.com/metascopios
Metascopios_ es una revista trimestral. El contenido de la publicidad y de los artículos son responsabilidad exclusiva de los anun-
ciantes y de los colaboradores, y no reflejan necesariamente el punto de vista de Metascopios
-Portada y fotos de la
colección “Bosquejos
de un México onírico”
Isaías Aldaír (2014)
5
Editorial_
“México siempre sobrevive a sus contradicciones, es un
país acostumbrado a transitar en mundos paralelos. Inclu-
so es fascinante esa sensación de estar a la vanguardia y
simultáneamente seguir en el rezago” nos dice Juan Car-
los Cano en El futuro que no pudo ser, en la conmemora-
ción de los cincuentas años del conjunto habitacional No-
noalco Tlatelolco.
Tomo como referencia este sitio de la entrañable Ciudad
de México para viajar a la historia de nuestro país, bien
sirve darse una vuelta por la plaza de las tres culturas
para comprender su nombre, ahí somos testigos de la
huella en el tiempo de un país tan diverso en sus espa-
cios y en los ocupantes del mismo. Es en este lugar don-
de hemos visto la masacre y la ilusión de modernidad
para un país, y donde los cambios de la naturaleza han
puesto a prueba, no solo a los edificios, sino a la socie-
dad.
Parece que solo somos ocupantes de un espacio, nos
hemos olvidado del sentido que nuestras vidas tienen en
la coexistencia con más personas dentro de dicho espa-
cio.
METASCOPIOS_ llega a su segundo número, justo en el
mes de septiembre decidimos hacer una visión joven sobre
nuestro México contemporáneo, alejada del sentido
“patriótico”, el mismo que se canta y se siente, al menos
por una noche del año.
Por otro lado, dejo en la cámara de mi amigo y colaborador
Isaías Aldaír, la responsabilidad de rescatar las fiestas de
nuestro México; de dicha labor se rescata la portada y
otras dos fotos, que bien pueden hablar—al menos una
parte de un todo tan grande– de nuestro México.
Espero que disfruten este segundo número y que sigan los
proyectos de Metascopios.
Alfonso Blanco
Director Editorial
6
MIÉRCOLES 24 / 19HRS.
PROYECTO CV (FRENTE AL RELOJ)
metascopios.com/cinescopio
7
E l 90% de las construcciones contemporáneas no
involucran la participación de arquitectos, ma-
yormente las edificaciones de orden particular
habitacional. El arquitecto, como profesionista, se ha con-
vertido en un objeto de lujo, un producto superfluo, que
sólo está ahí donde hay dinero.
La participación de las firmas arquitectónicas y los
negocios dedicados al diseño y construcción se centra en
los grandes proyectos, en la competencia por obtener un
puñado de clientes que son los únicos dispuestos a con-
tratar arquitectura, ya que su plan necesita delegar ese
trabajo ante la magnitud del asunto, ya sea un centro co-
mercial, un edificio de oficinas o una masificación desme-
surada de “casas” en conjuntos habitacionales de clase
media baja.
La casa habitación que no está en una conglome-
ración absurda de multifamiliares ha dejado de estar en la
mira y en la acción de los arquitectos, a menos, claro,
que se trate de una casa que supere cierto monto y sea
de cierto cliente (dispuesto a contratar los servicios).
Es claro entonces el porqué la gente pretende
“ahorrarse” los gastos que implican la contratación de
servicios arquitectónicos, prescindiendo de un profesional
que al final les aportaría más bien poco y es incapaz de
conectar con un presupuesto bajo.
Aunque claro, también existe el arquitecto medio-
cre, aquél que termina siendo un esclavo de la corpora-
ción y es incapaz de seguir aquella voluntad que lo impul-
so a estudiar un arte (sea lo que sea lo que aparece en
su cheque mensual).
Todo esto nos ha llevado a tener un sinfín de cons-
trucciones pobremente construidas, con métodos casi ob-
soletos para la edificación y planeación para la habitabili-
dad verdaderamente denigrante y contraproducente, desde
casas con iluminación hacia la colindancia, habitaciones
definitivamente sin iluminación ni ventilación, hasta cons-
trucciones que se caen ante la falta de noción básica de la
física y los materiales.
Ahora bien, este problema bien puede atribuírsele al
cliente que prefiere ahorrar unos centavos sin darse cuenta
que a la larga involucrará una perdida mayor de dinero,
pero está también el arquitecto que no trabaja por la arqui-
tectura, sino por el negocio. Y más allá de moralismos ba-
ratos, estamos ante la contradicción de dedicar la vida pro-
pia a una disciplina dedicándonos a otra.
Se ha logrado transformar los servicios que en esen-
cia buscan mejorar la calidad de vida de la humanidad en
un artículo sólo a disposición del dinero, para que después
ni si quiera sean capaces de verdaderamente enriquecer la
vida de los que habitan lo que creado, únicamente favore-
ciendo la continuación del proceso, atentando contra el
propio mundo y la gente.
Se cobra caro –cuando se hace-, se diseña mal y no
se mejora la calidad de vida cuando se construye, pero se
logra “algo bonito”.
EL ARQUITECTO COMO ORNAMENTO
Luis Xocoyotzin / @LuisXoco
ARQUITECTURA
8
C omo bien diría Alain Botton: “Somos lo que ha-
bitamos” y es que cualquier espacio, incluso la
obra más emblemática es un reflejo del alma.
Entender que los arquitectos responden a la sociedad es
una buena idea, habitar en toda la extensión de la pala-
bra, es una excelente idea.
Es importantísimo entender que en la genética de
cada casa, cada edificio, cada ciudad existe una respues-
ta formal y funcional a las demandas concretas de una
familia, un empresa o a los rasgos e idiosincrasias de la
sociedad en la que se encuentre la edificación.
Una casa es para toda la vida y es una inversión
importante, pero a veces, se nos olvida esto y no sólo
desde el punto de vista del arquitecto, sino también al ser
clientes. Dejamos en el tintero el hecho de que la vida es
una obra de arte en movimiento eterno, que no hay por
qué buscar una casa minimalista porque “es la moda” o
construir con acero porque “el de enfrente también”; hay
que buscar nuestro estilo, nuestra propia identidad. Si el
olor de la casa de los abuelos nos recuerda algo, ¿Por
qué no hacer que nos recuerden por nuestra arquitectu-
ra? No tiene por qué ser el tapete de ‘Bienvenidos’ la pri-
mera impresión, la fachada debería serlo.
Dicen que no debemos juzgar un libro por su portada,
pero un buen título siempre te invita a leer; pasa lo mismo
acá, una fachada agradable te invita a entrar, y es enton-
ces cuando la arquitectura se vuelve un reflejo de nuestra
alma.
Cierta innovación se impone constantemente, pero
hay elementos arquitectónicos que se repiten a lo largo de
la historia porque responden a las necesidades hondas de
los humanos, y el camino de la felicidad se apoya en ellos:
en la simetría, por ejemplo, o en las curvas de ciertos obje-
tos. Donde esté la disposición adecuada de líneas y trazos,
estará nuestro hábitat ideal, ese lugar al que nos gusta vol-
ver porque ahí reencontramos lo mejor de nosotros mis-
mos. Qué mejor sería que este lugar fuese nuestro hogar,
el trabajo inicial es del arquitecto encargado, y después
entramos nosotros, los habitantes a terminar de embellecer
el espacio.
Se nos acaba el suelo, pero tenemos interiores por
crear, el espacio es la materia prima del arquitecto, aunque
a veces lo olvidemos.
SOMOS LO QUE HABITAMOS
Lesli Bautista / @LesliBautista
ARQUITECTURA
9
L as clases de las 7am provienen de una especie
muy divertida. A días odiadas, a días amadas.
Siempre dan de qué hablar o por lo menos a mí
me hacen pensar un poco. Estaba sentado, rascándome
la cabeza, y escuche por vez primera del Idea
&Phenomena, libro que nos sumerge un poco al mundo
del arquitecto Steven Holl y por gracia o desgracia escu-
ché una voz de algún compañero que decía algo co-
mo:¿leer? ¿Para qué? Pensé que estaba bromeando,
como yo suelo hacerlo todo el tiempo respecto a la escue-
la y las responsabilidades que implica tener una formación
universitaria y profesional más o menos de calidad, pero
no era así. Mi compañero detesta la idea de tener que leer
para poder adquirir cualquier tipo de información, y no lo
culpo; si crecimos informándonos frente a un televisor.
Entrar a una universidad y creer que ella te dará todo lo
necesario para tener una formación decente es un error.
Los estudiantes de arquitectura padecemos una enferme-
dad en común: enfrascarnos en nuestro mundo estudian-
til. Vamos a la escuela y recibimos evaluaciones inciertas.
Nos hacen creer que lo que realmente importa es el pulso
de tu trazo al hacer una perspectiva a dos puntos de fuga
y claro la calidad de la técnica de color que apliques pos-
teriormente, que el plumón no se vea tan plano y que gra-
cias al prismacolor puedas lograr ese sentido de profundi-
dad, todo para que luzca perfecto las 2 horas de revisión
de anteproyectos. Y así crecemos en la escuela pensando
que mientras el render se vea fino y de calidad o que sa-
bemos si colorear y usar nuestros costosos rotuladores en
cada anteproyecto nuestras propuestas van a pasar; y si
van a pasar pero por un superficial y anémico:pues se ve
bien. Creemos todo lo que nos dicen en la escuela y lo
defendemos violentamente contra opiniones de otros, y ni
siquiera nos damos a la tarea de entenderlo. Vivimos en
la burbuja escolar y pensamos que ese ecosistema lo es
todo, evitando a toda costa tener un contacto directo con
la verdadera arquitectura.
La escuela es solo el principio. Digo que solo es el
comienzo de algo más grande y que nadie nos va a traer a
la boca, solo nosotros podemos ir por eso. La escuela, en
fin, es aburrida para mí por la seguridad que nos ofrece y
la zona de confort a la que nos acostumbra.
*Pongo un boceto de Niemeyer queriendo traer al tema su
gran capacidad de analizar el proyecto y dar soluciones,
aunque su habilidad gráfica no era la mejor pero lo que
realmente importa en un arquitecto es tu capacidad de
pensar, pensar y traducir esas ideas en obras arquitectóni-
cas.
Oscar Niemeyer- boceto catedral de Brasilia*
ZONA DE CONFORT
Daniel Esteves | @PielDeElefante
ARQUITECTURA
10
PERSONAJES QUE INSPIRAN ESTILO
Anaid Gálvez / @perita3
T ratando de descifrar la razón por la cual toma-
mos a una película como nuestra -más allá de
encantarnos y fascinarnos con el concepto de
su fotografía o trama-, la incógnita me llevó a resaltar
el tema, en que probablemente sea la identificación y
admiración que tenemos con un personaje o persona-
jes en especial.
Lo que convierte a estos dignos de aquello se-
ría el contexto que los envuelve, pero sobre todo el
estilo que los define. A mi parecer es necesario abrir
un paréntesis para remarcar que el hecho de portar
ropa de marca como perchero no significa que tu per-
sona se inunde en estilo, son cosas que los siguien-
tes personajes del cine nos dejaron muy en claro; es
más bien la fusión de la moda y actitud que ayudan a
que la creación de un personaje marque tendencia y
en un futuro se pueda lograr posicionar como ícono.
JIM STARK- REBEL WITHOUT CAUSE
Considerado como una de las figuras más influyentes
en el mundo del cine y la moda, James Dean tuvo el mo-
mento y el papel preciso para lograr ganarse esta posición
del rebelde sin causa en aquel año de 1955. Gracias a esta
película define su estilo como el chico malo del cine, solo
un par de chaquetas negra y roja en su cambio de vestua-
rio, acompañado de una motocicleta y un cigarro cierran el
perfecto cliché.
PATRICIA FRANCHINI – À BOUT THE SOUFFLE
Fue en el año de 1960 cuando Jean Seaberg inter-
pretó en la pantalla del cine al personaje de la aspirante a
periodista, Patricia Franchini; quien se ve envuelta en un
romance con Michel: un delincuente que huye de la policía.
En la película se dedican a llevar debates existencialistas
durante toda la película y resulta fascinante, sí, pero
es Seaberg quién lleva a otro nivel el estándar de la linda
protagonista con un feminismo muy a la French New Wave
y su estilo tomboyish deja muy en claro que el termino fe-
menino no lleva una falda pegada a las piernas
Jane Henderson en “Paris, Texas”
CINE
11
HOLLY GOLIGHTLY – BREAKFAST AT TIFFANY’S
No es Tiffany’s como nombre de entrada lo que mar-
ca el estilo de esta película de los años 60, ni el precioso
vestido negro de Givenchy, es la misma Audrey Hepburn
que remarca su titulo de IT girl con simples básicos como
un vestido y zapatos negros acompañados de un collar,
una tiara, unas gafas y el indiscutible seductor cigarro que
conquistan la mirada de los amantes de la moda. Pero la
conquista va más allá, es el sentimiento melancólico de la
joven perdida en su misma existencia, evadiendo la reali-
dad con la moda y los diamantes.
JANE HENDERSON – PARIS, TEXAS
Cuando hablamos de esta película del director Wim
Wenders, lo primero que viene a nuestra mente es la ima-
gen de Jane Henderson, papel que la actriz Nastassja
Kinski interpretó en el año de 1984. En un vestido fucsia
descubierto de la espalda junto con un blonde bob hair y
un labial rojo que la misma Jane envuelve en una escena
de seducción y de un reencuentro disfrazado de un inter-
cambio de diálogos profundos entre dos extraños, que nos
resume en una imagen: 147 minutos.
VERONICA – HEATHERS
Fue en si, esta película ochentera que presentó a
uno de los primeros grupos demean girls en las panta-
llas del cine pero sin duda alguna fue Winona Ryder
quién nos mostró que la inteligencia, crueldad y la se-
guridad transformada en una desenvuelta sexuali-
dad combinan muy bien con los crop tops y los colores
oscuros con un toque de rojo que van de la mano al
ambiente de este humor negro, dejando muy en claro
que el rosa no es el girl power de las chicas malas.
Indiscutiblemente será la fotografía, la ambienta-
ción, la música, y otras cosas en las que una película
sea considerada como una joya del cine pero al repa-
sar estos personajes reconocemos que son estos quie-
nes te marcan envolviendo a tu persona en factores
que ya se colocan presentes como su ambiente, su
contexto social y hasta geográfico pero es el personaje
quien se encarga de atraparte y llevarte dentro de la
trama, donde la respuesta a todas las preguntas es la
formula anti-tiempo y espacio: simplemente es su esti-
lo y el vestuario que juntos dan en el punto exacto del
sentimiento visual que se quiere dar a transmitir.
Audrey Hepburn en, Breakfast at Tiffany´s
CINE
12
La película que nunca filmó Cortázar bien podría
ser descrita en este texto, ¿Será que le faltó algo
por decir a este gran escritor? ¿Será que los terre-
nos explorados en Rayuela no lo dijeron todo, o
sus cuentos, su Bestiario? La obra de Cortázar en
los terrenos cinematográficos no dejó de ser abor-
dada con entusiasmo; algunos experimentos apro-
bados por él mismo, y otros fallidos ante los ojos
de su mejor espectador.
A 30 años de su muerte y a 100 de su naci-
miento, propongo una revisión rápida de las adap-
taciones cinematográficas que se hicieron de la
literatura de Julio Cortázar. Así como lo hicieron
Stanley Kubrick (Lolita de Nabokov) y Alfred
Hitchcock (Psicosis, de Robert Bloch). Si son uno
más de los cronopios, y leen con voracidad sus
cuentos o novelas, no esta de más explorar los
terrenos de estas películas.
CORTÁZAR Y EL CINE: UNA HISTORIA DE CRONOPIOS
Alfonso Blanco / @alfonsoblanco
S i yo fuera cineasta me dedicaría a cazar crepúscu-
los. Todo lo tengo estudiado menos el capital nece-
sario […] porque un crepúsculo no se deja cazar
así nomas, quiero decir que a veces empieza poquita cosa y
justo cuando se lo abandona le salen todas las plumas. De
todas formas creo que si fuera cineasta me las arreglaría
para cazar crepúsculos, en realidad un solo crepúsculo, pero
para llegar al crepúsculo definitivo tendría que filmar cuaren-
ta o cincuenta, porque si fuera cineasta tendría las mismas
exigencias que con la palabra, las mujeres o la geopolítica.
[…]La película seria muda, o con una banda sonora que re-
gistra solamente los sonidos contemporáneos del crepúsculo
filmado […] Imposible predecir el destino de mi película; la
gente va al cine para olvidarse de sí misma, y un crepúsculo
tiende precisamente a lo contrario…
“Cazador de crepúsculos”, en Un tal Lucas Julio Cortázar
CINE
13
La literatura de Cortázar fue traspasada al cine,
en su mayor parte, por Manuel Antín (1926- ). En 1961
filmó La cifra impar, protagonizada por Lautaro Murúa y
basada en el cuento Cartas de mamá, de libro Las ar-
mas secretas. En mi gusto personal la mejor película
del director argentino, una película cercana a
la Nouvelle Vague francesa; una corriente cinematográ-
fica que bien podría haberse llevado con la estructura
literaria de Cortázar. Continuaría Circe (1963) sobre un
cuento de Bestiario; luego seguiría Intimidad de los par-
ques y El ídolo de las Cícladas.
Bien podríamos acomodar la filmografía inspira-
da en Cortázar en orden cronológico, pero al igual que
lo propuso Carles Álvarez Garriga en Cortázar de la A
la Z( Alfaguara, 2014), al creador de Rayuela, se le tie-
ne que abordar de diferentes maneras; siguiendo con la
idea de la Nouvelle Vague, toca hablar de Week-end
(1967), película dirigida por uno de los máximos expo-
nentes de la ola francesa: Jean-Luc Godard.
Week-end está inspirada en La autopista del sur,
relato perteneciente al libro Todos los fuegos el fue-
go (1966). Narra el viaje atormentado de una pareja de
burgueses, Roland y Corinne, desde la miseria moral
de su vida cotidiana hasta un paraíso muy peculiar. El
propósito hilarante de su aventura es visitar a los pa-
dres de Corinne para arrancarles parte de la herencia.
Cámaras al hombro, improvisación en los guiones, es-
cenas con largos silencios interminables, denuncia con-
tra la sociedad actual. Una adaptación surreal, la visión
del mundo es catastrófica llena de metáforas.
La película que cobró mayor fama y reconocimien-
to a nivel internacional fue Blow Up (1963) –palma de
oro en Cannes. Blow Up es un filme relacionado estre-
chamente al tiempo en el que fue hecho: Londres, me-
diados de los 60, basado en un cuento de Julio Cortázar.
La historia de un fotógrafo que asegura poder resolver el
enigma de un crimen a partir del análisis de una serie de
fotografías que él había realizado y que amplia en suce-
sivos blow-ups. Adaptación del relato Las babas del dia-
blo, que cuenta la historia de Roberto Michel, un traduc-
tor chileno que vive en París. Aficionado a la fotografía,
quien captura a una mujer con su cámara al momento de
que esta besaba a un adolescente. La mujer le pide el
carrete enfadada; al llegar a su casa , imagina que las
imágenes cobran movimiento y que los implicados han
cometido algo más que un beso. Antonioni solo tomó la
idea. A pesar de que fue el filme con mayo éxito en la
filmografía del director italiano, la crítica se divide en dos
sectores: los que la desprecian al grado de argumentar
no haber terminado de verla, y los que apoyaron el pre-
mio que se le otorgó en el Festival de Cannes.
Blow Up (1966)
CINE
14
A Cortázar le hubiera gustado que Buñuel se hi-
ciera cargo del filme, a pesar de que se vieron en repe-
tidas ocasiones, nunca llegaron a concretar los proyec-
tos que se pensaban basar en diversas historias del
escritor nacido por accidente en Bruselas. Comparto un
extracto de la carta que bien podría describir la admira-
ción por el cine de Buñuel:
Hace dos horas vi El ángel exterminador, estoy de
vuelta en casa, y todo, absolutamente todo me da vuel-
tas, y te estoy escribiendo con una especie de pulpo que
va y viene y me arranca las palabras con las patas y las
escribe por su cuenta, y todo es increíblemente hermoso
y atroz y entre rojo y mujer y unas especie de total locu-
ra. Manuel, exactamente como lo quiere Luis Buñuel,
ese enorme hijo de puta al que estoy apretando este
momento contra mí.
Sabes una vez más que he sentido lo que has de sentir
vos cuando estás metido en lo más adentro del cine […]
Pero me ocurre tan pocas veces, es tan raro que el cine
valga para mí como una experiencia realmente profun-
da, como eso que te da la poesía o el amor […] era ne-
cesario que te lo dijera esta noche misma aunque no
recibas nunca esta carta.
De una carta a Manuel Antín (director de varias pelí-
culas basadas en obras de Cortázar) 10 de Julio de 1962
Después de estos filmes solo hubo algunas versio-
nes menores*, poco difundidas, como la norteamerica-
na End of the game (sobre Final del juego), la litua-
na Autobús, basada en Omnibus, la australiana House
taken over (sobre Casa tomada), Furia basada en el
cuento Graffiti, dirigida por Alexandre Aja y protagoniza-
da por Marion Cotillard, la paraguaya Sueños (sobre “La
noche boca arriba”).
Weekend (1967)
CINE
15
80 años del
Palacio de Bellas Artes Fotos y texto por Ruy Cuevas / @Ruyct
16
E scenario máximo del arte y la cultu-
ra en México. Planificado durante el
gobierno de Porfirio Díaz, el Palacio
de Bellas Artes es una obra arquitectónica
digna de apreciar, con su elegante combina-
ción casi imposible de dos estilos: Art Nou-
veau en su exterior y Art Deco – un poco “a
la mexicana”- en su interior.
El antiguamente llamado “Teatro
Nacional”, fue planeado en 1904 y termina-
do en 1946 debido el estallido de la Revo-
lución Mexicana. Su propósito era formar
parte de los festejos del centenario de la
Independencia de México. Estaba planea-
do para ser uno de los mas grandes del
mundo y estar a la altura de otros importan-
tes como la Ópera de París.
EMERGENTE
17
Aunque el proyecto inicial estaba a
cargo de Adamo Boari, arquitecto italiano,
fue el arquitecto mexicano Federico Maris-
cal quien tuvo el honor de concluir este pro-
yecto. Este arquitecto tuvo la tarea de mez-
clar el Art Nouveau del exterior con las co-
rrientes arquitectónicas de la época; asimis-
mo, con su interior combino el Art Deco con
detalles inspirados en el pasado indígena
que engrandecen el vestíbulo y la sala prin-
cipal. Los muros de su interior fueron deco-
rados por grandes artistas de su época co-
mo Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros,
José Clemente Orozco, Juan O’Gorman y
Rufino Tamayo.
Hoy en día se llevan acabo diversas
actividades artísticas y culturales, que van
desde exposiciones de pintura, escultura,
arquitectura y fotografía; hasta sus famosas
presentaciones de ópera y música, sin dejar
a un lado el ballet clásico y folklórico.
EMERGENTE
18
19
Mi nombre es 1945
Vivo en cuatro letras
Y soy las doce y media de la noche
Mi nombre es 1945,
habito en la espesura de un nombre
que va moldeando los días
y que en su lugar contesta la noche de las
llanuras
Soy las doce y media de la noche
De un domingo de ningún mes o de
cualquier mes
Mi frente es una naranja acartonada
que deshoja el mundo al pie de un árbol
y vengo consumiendo mi espalda
entre las hojas limpias del sol de mayo
recuerdo que soy un mes que no es abril
y que mi voz es un grillete de pétalos;
una ociosa vocación de exilio
Crónica parcial de los recuerdos
Omar Téllez / @wlaseva
LETRAS AL AIRE
20
No recuerdo,
cuantos sueños tarda un hombre en cuajarse
No recuerdo,
que en este cuarto no pasa el tiempo
que en este cuarto no se
acumula el polvo
pienso que soy un hombre de paja
llenando los huecos del tiempo con arena
pienso que mi patria es un lenguaje
que se pierde entre el olor espeso
del sudor y la tierra mojada
intentaré,
destazar el trazo en miles de langostas
intentaré,
sentir que las hojas se alzan con su imagen de
ciervo desbocado
sobre los contornos elípticos
del miedo
y que el mundo
se pierde en un solipsismo acuoso
LETRAS AL AIRE
21
mi nombre es 1945,
mi nombre es el espacio
en el que se pasean las horas de la madrugada
mi nombre
son los restos vulgares de un soneto galáctico
mi nombre
es una patria perdida
mi nombre es
irrelevante
pienso:
que el miedo es una casa de 400 puertas
y que el amor es la partícula más minúscula del odio
pienso:
que el decir de lo dicho no retiene los vértices del cubo
atado a los tobillos
a la estructura angular
de la retícula dónde se traza mi palabra
bidimensional y pálida
LETRAS AL AIRE
22
vivo en Omar
vivo en las granjas estériles de mi consciencia
mi patria es un recuerdo
de un recuerdo
de un recuerdo
aquí no hay más
sólo un cielo atemperado
ignoto, innominado
aquí no cabe más la angustia ni el eco del desierto
acá cruza mi madre las horas desnudas
y grita: ¡nada queda en el mundo!
ergo el mundo es un vacío
una lata y una puta trampa;
ergo me rasco la cabeza,
ergo miro la pagina y me rio de mi propia estupidez
ergo putas frases intelectualoides
ergo blando mi omnipotente pene sobre frases intelectualoides
ergo;
LETRAS AL AIRE
23
escribiré mis memorias en papel de arroz
para fumarlas
mañana
cubierto de alcohol y queroseno
para encender las neuronas
y hacer estallar cualquier terminación nerviosa en kilómetros a la redonda
no iré a morir a otros lados,
aquí están las palabras
y sus coronas de espejos.
LETRAS AL AIRE
Pat Perry
24
LETRAS AL AIRE
25
E l pueblo de los malditos, los gatos y las muchas miradas vigilantes que penetran hasta el alma. Las miradas
que parecen ver lo que hay más allá de las palabras.
En ese pueblo estoy condenada a pasar el resto de mi existencia. El lugar dónde los pecados nunca se escon-
den; porque el pecado se graba en el rostro, en la mirada. ¿Y qué ganas escondiendo el pecado? Si la culpa te abre un
hueco en el pecho que lentamente se convierte en un agujero negro que se traga todo tu ser, y ya no hay más que ha-
cer para evitarlo.
Para evitar caer en ese abismo en el que mi vida se convierte mientras beso vasos de alcohol sin compañía. Mientras el
recuerdo de tus ojos se posa en los míos haciéndolos un sólo par, cómo nunca debió ser. Claro que vi cómo el silencio
se rompía en tus ojos que de pronto eran ese chorro de agua cayendo del grifo de tu alma.
Tu alma, fons et origo. Fuente de todo lo divino, origen de todo lo pecado; tabú para mí. Tabú porque jamás volveré a
verla de la misma manera en que solía hacerlo, ahora la repudio tanto cómo la anhelo a mi lado.
Lado de un sólo perfil al que dirigí mis ojos esperando descubrir cada reacción, cada gesto que confeccionaba tu rostro
mientras yo pronunciaba las sacrílegas palabras.
Palabras que imprimí en mi mirada al tiempo que te las decía para que tú las tomaras cómo te tomas la cerveza: fluído
y sin problemas.
Pero a ti te encanta crear problemas y a todos nos gusta el drama ajeno; viéndolo cómo se mira una película y riendo al
tiempo que te desgarras y te das la vuelta para evitar la mirada
acusadora
y
publicista
del
FIN
Miradas
Claudia Damián / @Miss_Amnessia
LETRAS AL AIRE
26
Bosquejos de un
México onírico Un vistazo de realidad por los que viven el día a día en un país
inmerso en lo surreal
Foto: Isaías Aldaír
27
D e manera recia vengo con estas fuerzas de
perro de mercado a entretener a este público
con sed de sed. Y es que de México se puede
decir tanto, pero sobre todo se puede hablar de nada;
porque es ello lo que me orilla a la lágrima seca.
Tenía 32 cuando encontré el hastío de la vida en
la desfachatez de la cortina que tenía por puerta en mi
recamara; que golpe tan en la cara mi cocinita ajada
que no se acercaba ni tantito a la de las películas.
Apenas era un niño cuando México ya me había
deshijado. Esa es la verdad, me lo quitó todo. Y no es
que yo le haya dado un chingo; pero uno siempre es-
pera premio por el simple hecho de seguir vivo. ¿O es
sólo mala suerte? La falta de pericia, la sobra de tequi-
la. El destino me terminó vendiendo como puta a la
rutina de la pizza y la nostalgia. Me fui al norte y allá
me terminé de joder.
Ojalá pudieras ver cómo he cambiado, paisano.
Uniformado con ese cortesito pendejo que traemos to-
dos los mexicanos, hecho por nosotros mismos o por
los dominicanos; panzón, pero no por la cerveza, sino
por la tristeza, que nos tumba después del trabajo y nos
pone a extrañar un país al que no sabemos a qué re-
gresar. Ahora uso unos jeans a toda madre, bien azu-
les; y chamarras chingonas que hasta cansan si te atre-
ves a cargarlas.
Ahí me tienes, paseándome en las avenidas es-
trechas de los supermercados blancos, buscando co-
mo mendigo en oasis cualquier paquete de tortillas o
una salsa que prometa la sazón de mi madre cuando
era niño. El final es siempre el mismo: llevar a la boca
algo que llene el desanimo; lo que sea, da igual si es
pizza o un pedazo de hamburguesa. Pero ese es el
camino que uno toma cuando no hay a dónde parar.
De pronto te encuentras en el desierto, haciéndole al
cabrón.
La política simbólica de decir adiós sin llorar
Sineàd Marti / @_Macorina
DOSSIER
Foto: Cuarto Oscuro
28
Te voy a contar, compadre, lo que es ese viaje de
burro, de pobre, de poco pensante o en el mejor de los
casos: de héroe. Uno tiene que apostarle al peor enemi-
go del hombre: la vida; te juegas lo poco que tienes para
confiar en alguien en quien no debes confiar para llegar a
un lugar al que no tienes que llegar; lo haces sin nada
que beber ni que comer. Porque no tienes ya nada que
perder. Y si tienes suerte llegas con quién sabe quién a
quién sabe dónde, para hacer quién sabe qué. Pero si la
vida se porta hija de puta, pues ya te chingaste; mejor
dicho: ya se chingaron los que se quedaron esperándote.
Cuando yo le entré me regresaron la primera vez.
Hacía un frío de la chingada cuando cruzábamos el de-
sierto en la noche; en una de esas decidimos gritar para
que la migra nos viera y nos llevaran a morir de lo que
fuera, menos de frío. Pero la muy pinche se hizo la que
no escuchó. Ya después llegó otra patrulla y nos depor-
taron. La segunda vez lo logré. Y desde entonces llevo
más de 10 años teniendo una relación enferma con el
teléfono y el dinero. Porque es así; de pronto mides tu
vida en horas, y esas horas en dólares. Dices te quiero
con el número de envíos que hagas en el mes. Y enton-
ces todo lo que le queda a México de ti es tu voz en el
teléfono y la promesa de volver en “un año más”.
Parece cerca la media vuelta, parece fácil aplastar
la colilla del cigarro y tomar la decisión de volver. Pero uno
llora, llora aquí como llora allá; la diferencia es que acá
tiempo falta para berrearle a Dios; allá uno llora con ham-
bre; llora incluso cuando se está yendo.
Y si aún le caben dudas, déjeme terminar hablándo-
le de la nieve. Usted no sabe cómo duele el invierno; que
en las películas se ve blanco y suave, pero para uno es un
infierno para el que la piel no está hecha. Y así, cada cosi-
ta le va arrancando a uno esa pluma que nunca sobra pa-
ra volar.
Ahí se lo dejo a usted, paisano. Piénsele si se quie-
re venir para acá. De todas formas tumbas podemos tener
en los dos lados.
DOSSIER
Foto: Notimex
29
R ecuerdo como fue el fin del mundo, nadie pudo
predecir la fecha exacta, y a pesar de que fue
uno de los eventos más esperados del milenio,
este no fue en realidad tan titánico e impresionante como
se había predicho. Sencillamente se presento una enti-
dad celestial y convocó a todos los hombres a una
reunión, sus palabras fueron breves: “les daré una última
oportunidad de remendar sus errores, mañana será el fin
del universo como lo conocen pero hoy, hoy les concedo
el poder de arreglar este repugnante mundo que han
construido, para facilitarles la tarea solo una persona por
país tendrá el poder para moldear la sociedad de su res-
pectiva nación. Esa persona deberá escuchar y organizar
las opiniones de los demás y escribirlas en el sagrado
libro que les entrego”.
Las personas aún con la mandíbula en el suelo
ante la celestial aparición empezaron a preguntarse
quién sería el designado. Recuerdo estar con los míos,
en México, no me sentí particularmente identificado con
el extraño a mi lado en este el “apocalíptico” fin de los
tiempos, no fue así porque en nuestro país se acostum-
bra el canibalismo patriota, no se puede simplemente
confiar en una persona que sea de tu nacionalidad, aún
en una situación tan crítica como esta. “La persona elegi-
da será escogida precisamente, por ustedes. Tienen has-
ta hoy a la media noche, entonces evaluaré su trabajo”.
Sin más preámbulo aquel Dios desapareció, como si tu-
viera otra cosa que hacer nos dejó con menuda tarea en
mano. Puede parecer no tan complicado, teniendo el
poder de armar una sociedad con el funcionamiento y
normas que quieres, eso si estas solo, pero esta era ta-
rea de millones.
Para empezar ni siquiera sabía cómo demonios íba-
mos a escoger a la persona que escribiría. Pronto se armó
un revuelo que no sorprendió a nadie y poco después, de
la tierra sobre la que estábamos parados, emergió un gran
escenario, proyectando algunos cuerpos unos cuantos
metros en el aire. Al escenario subieron conocidas figuras
políticas de nuestro país, el primer anuncio que se hizo fue
que la persona que escribiría en el libro sagrado ya había
sido designada por el poder ejecutivo (las primeras líneas
del libro dictaban que un escenario emergiera en esta
coordenada, este recibió a su vez la función de una secre-
taría inmediatamente) y se aseguraba que la decisión era
benéfica para todos. Nadie dijo nada, tal vez la costumbre,
yo con cronometro en mano estaba decepcionado no por
los hechos si no porque subieron algunos segundos su
tiempo de toma de decisión “democrática” en comparación
con su mejor marca.
Perfección…Ahora
Miguel Cortés
DOSSIER
30
Naturalmente, me alejé de la muchedumbre con la lógica
de que si los políticos que habían gobernado el país to-
maron el control del libro, literalmente no iba a haber un
mañana. Me dispuse a disfrutar mis últimos momentos
en este mundo, me recosté sobre el campo, mire el bri-
llante cielo y empecé a pensar que escribiría yo para mi
país (si dentro de mis posibilidades estuviera). Soñé un
país sin gobierno, donde las drogas fueran legales y que
los criminales fueran tomados en manos de la justicia
propia, soñé con la destrucción de todos los hogares y la
construcción de eternas fábricas, trabajo para todos y un
gran hogar común llenó de maquinaria. Puedo imaginar a
alguien vomitando sobre mi visión en ese preciso mo-
mento y caigo en cuenta de que lo que parece fantástico
para mí es la pesadilla de otros, de que visto de esa for-
ma no había forma de reestructurar la sociedad de una
forma “correcta y absoluta”. Ni aunque tuviéramos el po-
der hoy, en este momento, en la punta de nuestro lápiz,
seríamos capaces de hacer feliz a todos en nuestro país.
Habiendo pensado esto invoqué aquel Dios con todas
mis fuerzas, le exigiría la solución a este imposible acerti-
jo, pude ver su sonrisa burlona reflejada en el cielo, pude
ver la bandera, mi escudo, los pude ver como realmente
son, una simple identificación subjetiva. Hermanos míos
oigan las suplicas de un loco que no pierde la esperanza
en ustedes, oigan mi llanto eterno y resígnense a vivir en
paz o a abandonar esta comedia caníbal, rechacen nues-
tra bandera si no son dignos de ella y purifiquen su into-
xicado significado, salud por el miembro discapacitado
de América, que un día emergerá literalmente de las ce-
nizas restantes de su ignorancia ciega. Acepten nuestra
inminente destrucción como nuestra última oportunidad.
DOSSIER
31
I niciativas rechazadas e intereses a la orden del día
marcaban el nuevo sexenio. La esperanza no estaba
perdida, en porcentajes, más de la mitad confiaba en
promesas falsas, desde los que esperan un hueso hasta
los que en realidad anhelan un cambio; el resto sólo que-
jas.
Que la vida no es justa, es bien sabido, pero que la
justicia es suprema y está en una corte habrá que ver. El
pueblo estaba a la expectativa de un cambio, las cosas no
podían ir peor, pero esta actitud de desconfianza y cautela
contrastaba con la de algunos integrantes de la élite. La
crema y nata esperaba, por supuesto, que sus ingresos
aumentaran, que su amigo les pasara algunas acciones y
que el nuevo apoderado se acordara de esa comida en su
casa algunos años atrás.
Pero la tristeza infinita de los que protestan en el
sillón marcaba un nuevo comienzo, la división y el peligro
que ésta entrañaba para el futuro del país era de pensar-
se. El esfuerzo por abolir la guerra como instrumento de
política nacional; la adopción de métodos pacíficos para el
arreglo de diferencias, el cambio de prácticas y tenden-
cias entre la sociedad dejaban a la deriva el comienzo de
algo tangible. Se buscaban soluciones que intentaban ser
prácticas para problemas prácticos, pero olvidaban que la
causa de todo conflicto hay que enfrentarla de frente.
El estereotipo conformista del ciudadano los tenía
hasta el tope y combatir la ignorancia del poder con inte-
lecto era su fin, cómo lograrlo era el problema. Una pe-
queña rebelión no haría cambio alguno, pero para algu-
nos valía el esfuerzo. De intentos fallidos y experiencias
históricas estaban armados, el premio no era sólo el de-
seo; hacerlo real era el mayor alcance. Reuniones de
café, citas privadas en la casa de las cabecillas, textos
con ideas nunca aterrizadas, desacuerdos, años. Años
que dejaban cada vez un peor sabor de boca, años que
hacían más inalcanzable el objetivo y más tangible la me-
diocre realidad.
La soledad de estos pocos parecía inmensa compa-
rada con la opulencia de aquellos cuantos. Estos pocos se
hacían cada vez más pocos y aquellos eran cada vez más.
Lo correcto es cuestión de percepción y ellos comenzaban
a cuestionar los ideales por los que habían comenzado a
luchar hace algunos años. ¡Se habían parado del sillón
para comenzar a planear! Si algo era tan grande como pa-
ra levantarlos, no habría momento de volverse a sentar. La
miseria y el abandono se podían sentirse con referencias
precisas, no había que buscar muy hondo, con sólo voltear
uno de daba cuenta.
Estos pocos traían los ideales bien puestos, se para-
ron del sillón y pasaron de las charlas juveniles de café.
Comenzaba el inicio de un presente un poco menos de-
solador el porvenir en el horizonte de esta patria era emi-
nente. De pronto, estos pocos se convirtieron en algunos
más y las preocupaciones de aquellos de la élite comen-
zaron a surgir. Pasaron de pequeños movimientos a cono-
cimientos masivos, después de todo, había más interesa-
dos de los que se planeaba. Algunos discursos visionarios
pusieron a temblar las cabecillas del poder, “los de abajo”
estaban creando un temblor y era probable que no pudiera
detenerse, quizá la escala era muy alta, quizá causaría
demasiados estragos. Nadie tenía la certeza de lo que pa-
saría, estaban haciendo algo, no sabían bien qué, pero lo
estaban haciendo.
DOSSIER
México en sus siglos
Lesli Bautista / @LesliBautista
32
A F. Romero
L os rosales de mi jardín quedaban empapados de
la lluvia que venía fresca mientras corría el mes
más cruel de todos, solo que aquí siempre ha
habido agua1. Las ventanas quedaban rociadas en ella y
su frescura se esparcía por los vidrios que daban hacia
la calle de Yucatán, allá por donde andaba en la Ciu-
dad de México hace ya mucho tiempo. Ese día mi padre
acudió a mí angustiado y altivo a la vez (como siempre
lo he recordado) y dijo que yo ya era un hombre y que
tenía que hacer algo muy importante. Me entregó una
carta que remitía él mismo y que era para una mujer
que no había yo conocido jamás, y me dijo que no debía
hacerle absolutamente ninguna pregunta, pero que era
necesario que la entregara a tiempo.
Él mismo me ayudó a ensillar el caballo que ha-
bría de prestarme, con la angustia bien marcada en toda
la cara. Así me mandó lejos sin haber probado algún
bocado. Fui hacia donde se pone el sol. Y así hube pa-
sado desde los lugares donde habría de anotarse el
Cantar de ciegos2 años después o años antes (que ya
realmente no me ha quedado muy clara la verdad sobre
estas cosas), y me fui al norte. Y jalé un poquito para el
oeste, pero más hacia el norte hasta llegar a la ciudad a
la que le crecen espinas en forma de cruz3, y después
pasé por los bajíos y tal cual fui encomendado, fui a dar
hasta donde jamás había yo pisado más que el mapa.
Descansé un día o dos en la tierra de Rivera4 y pasé por
cuanto callejón se doblegó ante mis pies. Me salí del
valle que es muy forzado y agarré para más al norte.
Resonaba la voz de mi padre en mi cabeza, con la pre-
misa de ser ya un hombre y mi deber de dejar atrás al
retrato de una madre que nunca conocí para entregar mi
carta5.
El camino fue tan altivo como mi padre; pero la
comida fue tan rica como la de casa. Y es que por las
diligencias de la gente, dormí en buen colchón o buen
petate y nunca sufrí de hambres ni me cayó la lluvia du-
rante la noche. Toda la tierra donde anduve está llena de
ellos dos y nunca los pasaron por alto mis ojos que ya
bien estaban ataviados de duda y de fascinación, tanto
como por la carta de la cual era mensajero, como por la
fertilidad de la tierra y el azul del cielo. Así fui a dar hasta
el sitio que le sonríe bien al occidente7.
La ciudad me albergó en la noche y en la maña-
na, volví a ensillar al caballo descansado y me dirigí ha-
cia el sur. Recuerdo que la mañana era tan fría que su
viento quemaba las manos. Me metí a la sierra que casi
ni sierra es porque está bastante baja (de a como esta-
mos acostumbrados allá de por mi tierra), y para enton-
ces el frío se había vuelto el más odioso y respingoso
calor que se le hubiera podido ocurrir a cualquier diablo.
Al fin vine llegando a mi destino ya en la tarde del
quinto o sexto día de viaje (que los días se me van en los
andares y mientras se anda no se cuenta); cuando ape-
nas vine entrando a la ciudad que estaba próxima al pue-
blo donde tenía que entregar la carta. Ahí vi que me an-
daba buscando un amigo de mi padre. Y es que mi padre
tiene amigos por todos lados y encargó que se me reci-
biera con las más adecuadas diligencias. El hombre ca-
minaba vestido con un frac bien obscuro y tan elegante
como si fuera yo de las más altas alcurnias. Traía el bigo-
te bien delineado y los ojos belígeramente cafés, y los
zapatos muy abrillantados. Bien educados y casi iguales
de elegantes venían agarrados de correas dos perros
(igualitos en edad y garbo a los que estaban en la entra-
da de la ciudad donde me encontraba) bien pelones y
muy obscuros. Me miraron serios pero movieron la cola.
Nocturno Martín Juárez / @mmmartin26
1. Alusión a T.S. Eliot y su Wasteland (cuarta parte)
2. Altavista, lugar cercanísimo a una serie de cuentos de Carlos
Fuentes
3. Querétaro
4. Guanajuato
5. De El topo, Jodorowsky
6. Guadalajara
7. Payno
DOSSIER
33
Su amo me tendió la mano y me indicó las señas
de su casa. Me dijo que ese día iba yo a descansar antes
de entregar la carta. Me entregó las correas de los perros
y me dejó a mi suerte, con instrucciones de llegar a co-
mer en la noche. Pasé el día platicándoles mi viaje a los
perros que escucharon atentamente. Uno era ya muy vie-
jo, tanto que parecía que no se moría por mera rebeldía y
el otro apenas descubría el mundo de los perros. Uno era
maestro y el otro alumno. Uno enseñaba al universo por-
que lo traía en su vejez y el otro lo aprendía. Me enamoré
de ambos, y de su baile bien risueño y de su amabilidad
exagerada.
Llegué a comer, me quité las botas en la noche y
me las calcé en la mañana. Salí a la luz de un amanecer
que estaba calientísimo y me dirigí hacia el pequeño pue-
blo que realmente no estaba muy lejos de donde me te-
nía que dirigir. La tierra estaba húmeda y los cascos del
caballo se hundían en el lodo del lugar. Y hacía calor,
hacía un calor demasiado fuerte y franco. Doblé una es-
quina, buscando la calle Mictlan, e inmediatamente me
sacudí del gélido frío del infierno en el que estaba.
Me sentí muerto. Y me puse mi cobija. Traía la
carta en mano y miré hacia la derecha y vi a una señora
viejísima con la piel muy tostada por el sol y la piel tapiza-
da de arrugas que yacía occisa sobre el suelo, con borda-
dos de aves que se veían igual de muertas debajo del
polvo que la cubría. Me estremecí y con el frío, sentí el
miedo más grande que he podido sentir jamás. Luego
volteé a ver hacia la izquierda y entonces vi que en todas
las fachadas de las casas de esa calle, que eran todas
blancas y con puertas viejas, estaban clavados dos pe-
rros idénticos a los que habían compartido esa tarde apa-
cible en el parque conmigo. Tenían el cuello tronado y
una expresión de dolor sesgado en sus ojos emblanque-
cidos.
Llegué hasta la última casa de la calle que era
cerrada (y que espero que algún día se abra). Toqué, y
me abrió una muchacha morena con el cabello arreglado
en una sola trenza tan negra como el caballo que me ha-
bía llevado tan lejos. Mis piernas adoloridas me atisbaron
una cándida advertencia antes de abrir la boca. Ella exten-
dió la mano y pidió la carta que hube entregado. Y enton-
ces le pregunté si conocía a mi madre, y sobre qué era la
carta; y me respondió que eso es algo que no puedo cono-
cer, que en la carta estaba el porvenir. También me dijo
que sí conocía a mi padre porque él también había viajado
hasta Mictlanpara verla y entregarle una carta que su pro-
pio padre le había escrito (y fue así que entendí que noso-
tros somos como esos perros), pero que se asustó dema-
siado como para quedarse. Y yo también lo hice, corrí sin
voltear atrás. Y luego perdí la noción del tiempo sin jamás
olvidar a de los perros que ahora están todos muertos y
clavados en las fachadas del infierno con su despiadado
frío; ni al calor que estaba a la vuelta de la esquina de
Mictlan. Y no pienso en nada más que en la carta del por-
venir, y en mi viaje. Y cada que me acuerdo, me despierto
y corro por un laberinto completamente vacío, siempre a la
casa de mi madre y envuelto en lágrimas, porque sé que
es la única que me sabrá consolar.
Foto:
Graciela Iturbide
DOSSIER
34
P ara él, el transporte público era despreciable.
Era un instrumento más de opresión que el go-
bierno tenía para amedrentar a las masas; un
medio para la obstrucción del libre tránsito, del convenci-
miento del movimiento colectivo resignado, de la insípida
aceptación de la rutina. Pero era su única alternativa. Las
interminables vísceras de la ciudad lo obligaban a con-
vertirse al pequeño engranaje de esa maquinaria opreso-
ra. Tomó uno de los trastes viejos de la ruta 12, que iban
del centro hasta el deshuesadero, justo a un lado de la
universidad. Pagó sin fijarse, malabareando un par de
monedas que sacó del pantalón y pisando otra que había
tirado. ¿Ocho pesos? La última vez que se subió costaba
siete. Ni modo de bajarse, los reclamos de su madre de
cuán desgastadas estaban las suelas de sus tenis y la
llanta ponchada de su bicicleta no le dejaban opción.
Además su mesada era insuficiente para pagar un taxi.
Trastabilló un par de asientos cuando el conductor arran-
có. Fetidez. Olor a muerto, pensaba.
Alcanzó un lugar pegado a la ventana, y apenas
tomó asiento, desenredó los audífonos. No había disgus-
to más grande en el transporte público que tener que so-
portar las recopilaciones de sonideros que torturaban a
todos dentro de esas latas oxidadas. So, so you think you
can tell, heaven from hell, blue skies from pain: maldecía
cada tope o bache que resquebrajaba sus vértebras.
Rojo.
Cuadras después, un alto interrumpió la improvi-
sada carrera entre un taxi y el camión, situación que
aprovechó el chofer para intimar. Esta vez, como muchas
otras, era una niña de bachillerato, con una falda de tabla
cuadriculada —que pendía desde el ombligo para poder
enseñar más arriba de sus rodillas desechas—, con la
blusa desabotonada simulando un escote pronunciado y
con un vaivén vulgar que sin duda complacía al conduc-
tor. How I wish, how I wish you were here. We're just two
lost souls, swimming in a fish bowl. Decidió voltear hacia
los de afuera y evitar a esos dos.
La vio.
A través de la ventana rayada de un microbús. Iba
en el asiento del pasajero de una camioneta blanca tre-
menda, con fauces cromadas en la parrilla. Aunque polari-
zados con un tinte oscurísimo, ella llevaba su vidrio abajo,
mientras ocultaba sus ojos detrás de unas gafas que ocu-
paban la mitad de su rostro. Él supo que era Ella porque
usualmente dejaba las decisiones importantes al azar y a
las coincidencias. Year after year, running over the same
old ground. Lo supo porque un instante después de verla
volteó al reloj que marcaba las 12:35, correspondiente a un
fragmento de la sucesión de Fibonacci; porque en sus ma-
nos llevaba una antiquísima versión de “El elogio de la lo-
cura”, que al momento decidió que era su libro favorito
desde siempre; porque llevaba en su pecho, en tonos ma-
te, al hombre en llamas saludando de mano; porque creía
en todas esas cosas, que para muchos eran ridículas, pero
para él —y esperaba que para ella también—, fueran im-
portantes.
Impacto
Eduardo López / @Loedru12
DOSSIER
35
Por unos instantes más, su cabeza iba y venía,
como tratando de evitar un contacto directo con ella. Pero
fue inútil. De pronto, con sutileza, la mujer retiró las gafas
de su rostro, descubriendo la mirada que al parecer atra-
vesaba la misma ventana rayada. Él ya había hecho miles
de cálculos mentales y suposiciones, que a partir de los
pocos rasgos visibles, intentaron predecir el color de sus
ojos. Acertó: ese color que describe la tinta en un sinfín de
títulos. Más teorías lo llevaron a pensar que su voz era
irreproducible en la memoria, y por más que lo intentó no
pudo imaginar una sola palabra saliendo de su boca. Era
una más de esas relaciones atípicas a las que se aferraba
y que de pronto parecían inventos o fijaciones repentinas
que lo ataban a su enamoramiento fugaz.
Sonrió.
Las pausas para respirar se volvieron breves. Or-
questados por el silencio que precede al rayo, los de en-
frente se volvieron a un juego delicado, sinfónico. Con
agilidad de colibrí agitaban sus brazos uno alrededor del
otro. El aroma coqueteaba su rostro. Delicioso, pero muy
distinto al de la primavera. Era olor a carne. Su carne.
What we found. Seguía enganchado a su mirada. La im-
potencia derivada del deseo de tocarla le crispaba los ner-
vios. Patéticamente frotaba el vidrio que aislaba a los de
adentro. Del otro lado ocurría todo lo que alguna vez se
sueña y jamás se obtiene. Desesperación. Con fatiga si-
gue sosteniéndole la mirada. La idealización de todas
esas coincidencias que convergían en unos ojos. Una pla-
yera. Un libro. Un número. Una mujer. Todo parecía ri-
dículo ahora. Todo había perdido importancia a través de
la inmunda barrera que los separaba. El sinsentido predo-
minaba.
Rompen las miradas.
Verde.
Regresa la incomodidad del asiento. La escalo-
friante música que traspasa los audífonos. El espectáculo
sexual detrás del volante. Y el olor; que en realidad es olor
a muerte. Reanudan el viaje. Libre de incertidumbre. Aque-
llos instantes pudo jurar haberla encontrado pero ahora
estaba seguro que, como siempre, se equivocaba. Lo supo
el mismo instante en que sus miradas se perdieron para
siempre. No eran los ojos. Ni los números. Ni todas las
demás coincidencias — siempre ridículas, reiteró en su
mente— en las que siempre creía. Lo supo después del
rayo. Del trueno. Del impacto. En que su pelo, su cuerpo,
el libro y la mujer, salen disparados con la inercia del des-
enamoramiento.
What have we found. The same old fears. Repite.
Wish you were here, y no deshecha en el pavimento, en-
sangrentada. Del otro lado del vidrio rayado.
DOSSIER
36
E stamos hechizados por el nuevo mundo, por el
silencioso y etéreo sonido de las gotas al otro
lado de la ventana; vamos soñando con una
realidad distinta a la que hemos vivido hasta ahora. “Ven
y dime cuánto tiempo estuve perdido”.
Los sonidos son suficientes para darnos cuenta que he-
mos despertado en un nuevo mundo, en una nueva sole-
dad que nos impregna de desasosiegos cantos de aves
desconocidas. No quiero volver a soñar contigo, no quie-
ro seguir temiendo ante la irrazonable desdicha de estar
en este lugar.
Y aquí despierto cada día que pasa: los mismos olores,
los mismos sonidos, las tres voces lejanas que cada ma-
ñana se gritan unas a otras, buscando un gran sueño: la
muerte.
Estamos inmersos en un nuevo mundo de senectud pre-
coz, donde los jóvenes han dejado de alzar la voz para
quedarse con un silencio tan grande que su cuerpo sólo
añore la hora de irse y dejarse caer en un mundo de au-
toritarismo y monotonía, donde sus cuerpos se vuelvan
masa y sus ideales, simple basura.
Bienvenidos al mejor país del mundo, bienvenidos a Mé-
xico, donde los sueños existen: “El sueño americano” El
sueño de triunfar lejos de aquí, porque no conseguimos
ser felices, porque el amor se ve lejano y la ambigüedad
de existir se siente burda y aburrida. Volvamos a esta
tarde, a esta noche, donde rezamos por seguir vivos, por-
que el misterio que acaece a la vuelta de la esquina no
sea la punta de un arma siniestra que nos ahogue en el
fondo de una vida tan llena de nada.
Dejemos que el reino de la desesperación nos lleve des-
concertados al nuevo mundo, a la cálida bienvenida de los
verdaderos sueños, donde la muerte y la conciencia se
vuelvan dominios de la razón y no de la esperanza por se-
guir viviendo.
Es imposible mencionar a mi país, México, sin tener en
cuenta que estamos esclavizándonos por la onírica y utópi-
ca democracia vigente en el país, a cada grito nos queda-
mos callados una eternidad. “Cada año, el 15 de septiem-
bre a las once de la noche, en todas las plazas de México
celebramos la Fiesta del Grito; y una multitud enardecida
efectivamente grita por espacio de una hora, quizá para
callar mejor el resto del año.”- Octavio Paz (El laberinto de
la soledad).
Agradezco nacer en este país, en este momento, en esta
tierra de historia y tradición que se llena de algazara con
cualquier pequeña alegría que se pueda presentar.
No estoy orgulloso de ser mexicano, no estoy feliz de ser
mexicano, pero no me malinterpreten, no es un signo de
desprecio al país que me vio nacer y crecer, es sólo una
manera de no caer en la causa de tantos problemas; el na-
cionalismo. No me considero mexicano, soy un ciudadano
del mundo, de este mundo con tantas divisiones porque “El
Otro” sólo puede ser tratado, atacado o separado.
Pero dejando todo detrás, soy parte de esta sociedad con
hombre y mujeres que jamás se dejarán vencer, que no
van a dejar que la muerte llegue temprano porque nos afe-
rramos a la vida con todo lo que tenemos, porque somos
parte de una identidad confusa que se traduce en la caricia
de la madre y en la mirada de un hijo.
Para ellos, para mí, para este país
Alejandro Peralta / @LiricoAlejandro
DOSSIER
Mariana Yampolsky
37
México: Entre la indiferencia y la protesta infértil
Juan Gaitán / @Falsoconfalso
D ime con qué México sueñas y te diré qué tipo de
mexicano eres. Porque se vale soñar. Nuestro
país es tierra fértil, abundante tanto en recursos
naturales como en mentes brillantes dentro del campo de
las artes y la ciencia. Sin embargo, también nos encontra-
mos encerrados por estructuras sociales, políticas y eco-
nómicas deshumanizantes, por un sistema educativo en-
fermo y atención sanitaria insuficiente y mediocre. Vivi-
mos bajo el azote de la pobreza y la violencia.
Ante esta situación que describo a grandes rasgos
–corriendo el riesgo del reduccionismo– son dos las res-
puestas comunes: o la indiferencia o la protesta infértil. Ni
la una ni la otra generan una transformación positiva. Hay
posmos que se aferran a la ciega persecución de su chu-
leta y hay indignados que están afónicos de tanto gritar a
los políticos, mientras en las oficinas de gobierno se ama-
rran compadrazgos con las ventanas cerradas.
Más bien habría que mirar hacia la realidad, coraju-
dos (léase indignados, léase valientes). Es necesario res-
catar el valor ético-social del término bien común –que
nuestro sistema democrático ha convertido en mera dema-
gogia y charlatanería– y aplicarlo con inteligencia a la reali-
dad, en un proceso que desmantele y reconstruya nuestras
ciudades hundidas en la corrupción.
¿Cuánto faltará para que llegue el presente?
El naranjo, Carlos Fuentes
Pablo Ortiz Monasterio
DOSSIER
38
Así es, aplicarlo a la realidad. Es necesario picar
piedra. Aplicar nuestra ciencia a lo concreto. Sueño con
un México distinto, sin esclavos, pero para eso es nece-
sario agarrar a la realidad por los cuernos, discernirla
agudamente echando mano de la herramienta de la inter-
disciplinariedad, y devolverle un rumbo que sí se dirija
hacia algún sitio.
Me explico. Llenar las primarias de pizarrones inte-
ligentes, computarizados –incluyendo las rurales, donde
el profesor, un joven recién graduado de secundaria,
asiste tres veces a la semana–, no es partir de la reali-
dad. Tampoco lo es aquello que arguye mi profesor de
Historia muy escandalizado: el mexicano promedio lee a
duras penas un libro al año, ¡en cambio los españoles
leen más de siete! Pero no menciona que España no
cuenta con sesenta millones de habitantes en pobreza, y
lo que ello implica. Requerimos análisis veraces que con-
duzcan a nuevos bosquejos capaces de enfrentar los pro-
blemas con dignidad.
Un sueño transformador debe jugar ese dialéctico
ir y venir a la realidad, con sus estructuras, pero agarra-
dos del mazo de las ciencias y la tecnología, que están al
servicio del ser humano.
México es un país bien particular. No encajamos en
la clasificación de norte-americano como los gringos y los
canadienses, pero tampoco somos centro-americanos.
México es México, y punto. Es nuestro México, donde he-
mos construido las relaciones interpersonales que nos rea-
lizan como personas (hoy la gran mayoría de corrientes
filosóficas admiten que el hombre sin relaciones humanas
no es nadie).
No sueño con convertirnos en un país europeo, mu-
cho menos norte-americano –¡jamás!–, pero sí que deseo
una nación sin las esclavitudes que nos rodean, porque me
niego a llamarme libre mientras me sé circundado de tan-
tas personas con grilletes en las piernas.
Ése es mi sueño mexicano, sumar fuerza para liberarnos,
pero hacerlo desde los avances humanos en los distintos
campos del saber, sin caer en la protesta infértil o rendirme
a la indiferencia, sin tener que esperar a que la clase políti-
ca se regenere, sin mirarme el ombligo por la eternidad.
Insisto, dime con qué México sueñas y te diré qué tipo de
mexicano eres.
DOSSIER
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