Mente abierta en noche

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Mente abierta en noche En la luna de la oscuridad, Avenx, paseando, contempla las estrellas tintineando en el techo extraño. Se preguntaba si eran reales o si son solo un espejo de la esencia de cada persona. Y con leve sonrisa se burlaba de sus extrañas y fantasiosas preguntas… Al fin, baja la mirada y contempla la apariencia de los edificios, sus fachadas decoradas con pintura creaban formas que ya ni se adivinan y que se transforman; Con relieves que formaban ilusiones declinadas de la verdad. Se asombraba de las figuras que veía pues no se asemejaban a las que él contemplaba incontables veces en el día cuando deambulaba por esas calles desoladas, que son solo un perfil de su nostalgia y unas brechas de sus historias, en silencio que podía lograr ser palpable. Vestido de oculto, tapado hasta el pelo, con un abrigo largo y tocados de ternura, guantes blancos y sombrero de copa, que parecía engullir media cabeza, mas el frío seco, cruel y desgarrador le había cuasi obligado a portarlo. Aquel gélido ambiente le sonrojaba su tez, pero increíblemente ignoró la sensación inquietante e incluso lo burló centrándose en las incesantes preguntas de su alma. A paso sosegado, disfrutaba ahora del parque que tenía por centro la colina más alta de esos lares. A la vista de su altura vislumbraba el bosque oscuro de tenebrosa y mágica apariencia. Parecían un ejército de llamas negras que quemaban un tronco. Entre brecha y espacio imaginaba una serie de innumerables bellezas de natura pacificadora y él se regocijaba en dichas visiones que no veía pero observaba. Expresaba con muecas, al fijarse en esas sombras de la alborada provenientes, su sorpresa al intento incesante de escudriñar la verdad de esas rarezas. Su horizonte llegó a sus pies suspirando tranquilamente. Los veía inmóviles, de apariencia muerta y congelada, sin embargo, rodeados por hierba que emitía vida refrescante, que eran decoradas cual árbol de festejos con gotas de alegre y tintineante, tenue brillo; delicadas como la nieve, empezaban a congelar sus ánimas en alegre aliento. El rocío se posaba casi

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Es una especie de relato, o escena, como queráis... Dejo mi alme ser reflejada en el personaje principal... Casi soy yo, pero novelado... Bueno, espero que os deleiteis.

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Mente abierta en noche

En la luna de la oscuridad, Avenx, paseando, contempla las estrellas tintineando en el techo extraño. Se preguntaba si eran reales o si son solo un espejo de la esencia de cada persona. Y con leve sonrisa se burlaba de sus extrañas y fantasiosas preguntas…

Al fin, baja la mirada y contempla la apariencia de los edificios, sus fachadas decoradas con pintura creaban formas que ya ni se adivinan y que se transforman; Con relieves que formaban ilusiones declinadas de la verdad. Se asombraba de las figuras que veía pues no se asemejaban a las que él contemplaba incontables veces en el día cuando deambulaba por esas calles desoladas, que son solo un perfil de su nostalgia y unas brechas de sus historias, en silencio que podía lograr ser palpable.

Vestido de oculto, tapado hasta el pelo, con un abrigo largo y tocados de ternura, guantes blancos y sombrero de copa, que parecía engullir media cabeza, mas el frío seco, cruel y desgarrador le había cuasi obligado a portarlo. Aquel gélido ambiente le sonrojaba su tez, pero increíblemente ignoró la sensación inquietante e incluso lo burló centrándose en las incesantes preguntas de su alma.

A paso sosegado, disfrutaba ahora del parque que tenía por centro la colina más alta de esos lares. A la vista de su altura vislumbraba el bosque oscuro de tenebrosa y mágica apariencia. Parecían un ejército de llamas negras que quemaban un tronco. Entre brecha y espacio imaginaba una serie de innumerables bellezas de natura pacificadora y él se regocijaba en dichas visiones que no veía pero observaba. Expresaba con muecas, al fijarse en esas sombras de la alborada provenientes, su sorpresa al intento incesante de escudriñar la verdad de esas rarezas.

Su horizonte llegó a sus pies suspirando tranquilamente. Los veía inmóviles, de apariencia muerta y congelada, sin embargo, rodeados por hierba que emitía vida refrescante, que eran decoradas cual árbol de festejos con gotas de alegre y tintineante, tenue brillo; delicadas como la nieve, empezaban a congelar sus ánimas en alegre aliento. El rocío se posaba casi sensiblemente en cada frágil hoja de esa estrecha verdura, imitación de prado.

Esperando nuevas fantasías decidió cambiar su asiento a un banco de madera de exquisitos adornos dotados de blancura y sencillas florituras. Al fin encontró en su memoria la pálida lluvia de luz de la Luna. Pero sin cesar de preguntar, se inspiró a sí mismo:

- Luna, brillante belleza, luces felicidad en la penuria, inspiradora de bohemia. En una noche oscura, tú eres la luz de mi vida; y cuando tu ser no se percibe, por más que lo intento, tu luz no alcanzo a ver. Nada te es en comparación, pues tú lo eres todo en mi corazón. La Luna en tu belleza, si no estás mi imaginación desaparece, pues logro solo imaginar cuando la oscuridad está pero no es… Encontré un vacío en tu beldad, no hay ánima alegre e inquieta surcando tus arenas, no hay vida más que la tuya… Lamento esa mancha que vuelve tu cara en blanca negrura…

Debes envidiar la tierra, debes olvidar tu esencia. ¡Pero no! La Tierra te quiere suya, ergo la vida en ella… es tuya. No te engañen estos suspiros, pues ahora entiendo. Sois dos amores distintos, sois dos horizontes en un mismo cielo.

Por Alan Staub Negro. “Profundamente desde mi mente”.