MEFISTO

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Experimento H.H.. ¿Existe la posibilidad de simpatizar con Hendrik Hofgen? La Novela de Formación o de Educación (Bildungrosman), es la novela en la cual el héroe, a través de una vida llena de dificultades, alcanza su formación intelectual, moral o sentimental entre la juventud y la madurez. Por lo general, el héroe debe superar los errores que ha cometido a lo largo de su vida, aprender de ellos y elegir el camino adecuado. Este proceso de maduración espiritual, que se lleva a cabo a través de una dura relación con la sociedad burguesa, llena de heridas y disidencias, requiere tiempo, por lo que el protagonista de este tipo de novelas suele ser joven. La novela de Mann altera las normas de la novela de formación. El protagonista, el actor Hofgen, en primer término no cumple con uno de los criterios fundamentales, ya tiene 39 años e incluso aparenta 50, tampoco evoluciona en el proceso de su evolución personal, no reconoce su acción equivocada al realizar un pacto con el gobierno nacionalsocialista, no renuncia a esta alianza y no sufre para conseguir su realización personal. Por todo lo antedicho el autor, a través de un narrador implícito, omnisciente, con un cierto aroma brechtiano pero con olor azufre más que a mirra; un narrador, que como el demonio, mete su cola, no descansa nunca, un narrador que

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Hendrik Hofgen podra sobrevivir en este poca

Experimento H.H..

Existe la posibilidad de simpatizar con Hendrik Hofgen?

La Novela de Formacin o de Educacin (Bildungrosman), es la novela en la cual el hroe, a travs de una vida llena de dificultades, alcanza su formacin intelectual, moral o sentimental entre la juventud y la madurez. Por lo general, el hroe debe superar los errores que ha cometido a lo largo de su vida, aprender de ellos y elegir el camino adecuado. Este proceso de maduracin espiritual, que se lleva a cabo a travs de una dura relacin con la sociedad burguesa, llena de heridas y disidencias, requiere tiempo, por lo que el protagonista de este tipo de novelas suele ser joven.

La novela de Mann altera las normas de la novela de formacin.

El protagonista, el actor Hofgen, en primer trmino no cumple con uno de los criterios fundamentales, ya tiene 39 aos e incluso aparenta 50, tampoco evoluciona en el proceso de su evolucin personal, no reconoce su accin equivocada al realizar un pacto con el gobierno nacionalsocialista, no renuncia a esta alianza y no sufre para conseguir su realizacin personal.

Por todo lo antedicho el autor, a travs de un narrador implcito, omnisciente, con un cierto aroma brechtiano pero con olor azufre ms que a mirra; un narrador, que como el demonio, mete su cola, no descansa nunca, un narrador que acaricia pero tambin que, obscenamente, echndole el aliento en la nuca, dndole una palmadita en las gordas nalgas , envilece a Hofgen a partir de los conceptos de Moral, Arte y Poltica por un lados, y de sociedad, Naturaleza y Educacin por otro. A travs de metforas diablicas y destructivas, y por medio de una serie de contrastes y oposiciones, el protagonista es degradado desde el punto de vista fsico, personal, familiar, profesional e incluso, sexual y psicolgico.

Hendrik Hofgen es, de algn modo, vctima de un proceso de degradacin, sin compasin alguna, tanto por la boca del narrador, como de los personajes, e inclusive, por el mismo protagonista. Aqu radica esa inversin de los criterios del Bildungrosman.

A lo largo de la novela se refleja la situacin econmica, las condiciones sociopolticas, las relaciones especficas de socializacin y las normas ideolgicas y morales de la poca, de tal modo, que en esta situacin y contexto surge la imagen literaria y la artstica de una totalidad deforme acompaada de un proceso de degradacin del protagonista.

Es cierto que una literatura se construye de acuerdo al medio, raza y el momento histrico en el que emerge y que, como le que afirma Heiner Muller, que toda reflexin est ntimamente ligada con el momento histrico y privado en que se pronuncia, pero, qu sucedera si, a la manera de un cientfico o de Ibsen, pusiramos en situacin de existir en estos tiempos al protagonista de Mephisto? Qu reacciones observaramos? Es ms, estimo que la pregunta principal sera la de si:

Hendrik Hofgen podra sobrevivir en esta poca postmoderna o hipermoderna? Cmo sobrevive un artista inserto en esta sociedad o en la sociedad planteada en la novela de Mann? Cmo y con quin se compromete, este y aquel? Pueden permanecer disociados de la moral, la vida cotidiana? Deben o no intentar dar un mensaje? Cul?

Segn Lipovetsky ha nacido una nueva modernidad que coincide con la civilizacin del deseo que se construy en la primera mitad del siglo XX.

Insertos en un mundo, un pas, una ciudad, que a su escala, es un gran hipermercado, una crcel, un penal devenido en Shopping que de todas manera estigmatiza y se reserva el derecho de admisin y nos obliga a descubrirnos la cabeza y guardar nuestra gorrita de visera, coercionados por un perfumado patovica de saco y corbata.

Un mundo Pro-Segur. Teido del rojo del canal 4. En dnde cada vez hay ms dispositivos (Cmaras. Ya no sabemos quin nos mira: tampoco es Dios) y recursos humanos en la tarea de la seguridad pero cada vez estamos ms inseguros. Incluso, este ao nos enteramos del triste destino de un cronista policial televisivo que falleci tras ser baleado cumpliendo tareas de guardia de seguridad. Es curioso, pero frecuento muy a menudo el Hospital Maciel y es notorio encontrar ms personal de seguridad, limpieza, ascensoristas, etc., que mdicos o enfermeros. O, el ejemplo del Hospital de Clnicas en donde hay un pequeo centro comercial, con outlet icluido, a la entrada y la Emergencia queda al fondo. Incluso, absurdamente, en la reciente inauguracin del INAE, a mi lado se encontraban cuatro fornidos y depilados bodyguards que invitaban a todos, desde Julio Bocca a Adhemar Rubbo, desde el Ministro Pintado a Noelia Campo, a Ivn Solarich, a que no pisaramos el piso flotante.

Tiempos en donde los proyectos colectivos han sido bastardeados, los reyes magos son lo hijos, la revolucin es best-seller y apura sus autocomplacientes y satinadas pginas para llegar a las libreras a tiempo para la navidad. Por otra parte, a nuestro lado, y bajo nuestra cmplice mirada, los asesinos hacen la cola impunemente para pagar sus cmodas cuotas en Carlos Gutirrez.

Cmo en la poca del surgimiento y del desarrollo del nacionalsocialismo, el poltico es, o por lo menos lo intenta, consciente del efecto de su discurso, de su contenido y de su formato. Los polticos establecen una lgica de hiptesis cuyo objetivo final es auto-validarse, pero no deja de sorprendernos la mala memoria de muchos y de entristecernos cmo personas con un discurso comprometido con los derechos humanos en un pasado ms o menos reciente, exijan a viva voz, soluciones en cierto modo, de exterminio (hay que matarlos a todos) para problemas sociales y educativos, mientras miran Telenoche 4 o Intrusos porque se aburren con el Cine d elos Uruguayos o Canal Ceibal en el canal 5. El discurso nacional es el discurso individual en que tenemos en privado o en confianza? La educacin debera ser lo primordial para aprender a pararse en esta mediacancha de hipertrofia informativa. Habr que inventar, tal vez como propone Lipovetsky nuevos sistemas de formacin intelectual, una escuela post- disciplinal, pero tambin post-hedonista. Volver a los libros o continuar dndole pantallas a los nios? En nuestro pas, como en el mundo en general, por ahora la eleccin visible es notoria, la escuela es hoy el centro de la decepcin.

Lo que s entiendo es claro, es que el discurso de la poltica, y del ser humano en general, tiene la capacidad de afectar y manejar el flujo de mensajes que son informacin y expresin, pero tambin simulacin y ocultamiento. De intereses, deseos, gustos, aspiraciones, ambiciones, etc.

Parafraseando a Ricardo III, estos tiempos tambin son de traviesos deportes, placeres y entretenimientos frvolos, cuerpos deformados por el HD, rostros subyugados por la imagen y la pantalla, pero en los que, a veces, se dibuja el engao, la duda (la misma del Hamlet, con el cual fracasa Hofgen?, tal vez) que nos arruga la frente en esta fiesta de msica sensual, sndwiches calientes, socios espectaculares, polica turstica, neo-caudillos, mega operativos, metro-sexuales murguistas, hipoxifilia, ceibalitas, portones a control remoto y enanas en patines y minifalda.

Un mundo ideal para el desarrollo de nuevos Mephistos, nuevos Hendrik Hofgen?

Puede ser

La vida de las sociedades contemporneas est dirigida por una estrategia que remplaza la primaca de las relaciones de produccin en beneficio de una apoteosis de las relaciones de produccin.

Se ha puesto en marcha una nueva jerarqua de objetivos y una nueva forma de relacionarse con las cosas y con el tiempo, con uno mismo y con los dems

La vida en presente prevalece por sobre las expectativas de futuro histrico, el hedonismo por sobre la militancia poltica, la fiebre del confort incluso subordina a las pasiones nacionalistas. La diversin le gan la batalla a la diversin.

Vivir mejor se ha convertido en una pasin de masas. Pocos fenmenos han conseguido modificar tan profundamente estilos de vida, conductas, gustos y aspiraciones.

En apariencia nada ha cambiado, nos movemos todava en la sociedad del supermercado y la publicidad pero en los ltimos 20 aos se ha transformado la organizacin de la oferta y la demanda y las prcticas cotidianas, el universo mental del consumismo moderno.

Est en marcha una fase nueva del capitalismo de consumo: la sociedad del hiper- consumo. Y. Por qu no? La sociedad del turbo consumo.

Ya no hay lmites para el consumo. No hay lmites de tiempo, ni de espacio. Consumo de contornos infinitos. Consumo que se infiltra en todos los mbitos: familia, religin, poltica, sindicato. Se ha desmoronado la cultura de clase de esa manera y adems el modelo que se promueve de consumo- emocional-individualista es el mismo para todas las edades. Tampoco escapa ninguna edad.

El hijo, nio o preadolescente ejerce cada vez una mayor influencia en las compras realizadas por los padres, es ms se ha convertido en un comprador decisorio, el modelo autoritario est descalificado, el hijo actual informa de sus preferencias, expresa demandas, opina sobre las elecciones de consumo de sus padres. El hijo mudo forma parte del pasado y se le permite la expresin de los deseos subjetivos. Todos quieren aprovechar todo lo que hay en el mercado, han cado alas antiguas inhibiciones y resignaciones de clase. En este contexto florece una especie nueva de consumidor, el turbo consumidor nmada, cada vez menos enclaustrados en los antiguos territorios de clase, cada vez ms imprevisible, desunificado, individuado, decepcionado, vido de nuevos Hamlets, de nuevos Faustos o nuevos Mephistos.

Hasta no poco ms de veinte aos los modos de consumo estuvieron mayoritariamente estructurados por los hbitos de clase y el equipamiento semi-colectivo de los hogares. La humanidad se encontraba en la Edad de la Eleccin; ahora estamos padeciendo la edad de la hiper-eleccin, del mono-equipamiento al multi-equipamiento, del consumismo discontinuo al consumismo continuo (24 horas, desde cualquier lugar, desde que nacemos hasta nuestra muerte), del consumo individualista al hiper-individualista, con una tecnologizacin de los hogares general, aumenta as el pluri-equipamiento, lo que supone el paso de un consumo articulado por la familia a un consumo centrado en el individuo. Los efectos de la multiplicacin de los objetos personales son considerables, ya que de este modo cada cual puede organizar su vida privada a su manera, independientemente de los dems. Telfonos celulares, microondas, ms de una TV en el hogar, laptops, cmaras fotogrficas digitales, etc, todos estos objetos tiene en comn que permiten a los individuos construir de manera autnoma su propio espacio-tiempo.

La sociedad del hiperconsumo puede escribir en sus banderas con letras triunfales: A cada cual sus objetos, a cada cual su uso, a cada cual su ritmo de vida. De todas maneras lo que decepciona de estas tecnologas no es el medio, sino el mensaje que transmite y su velocidad: nunca vamos suficientemente deprisa, el neo-consumidor lo quiere todo, todo inmediatamente y la menor avera, incidencia en el servicio de Internet, o demora en la caja del supermercado o en el trnsito lo pone furioso. La hiper-velocidad es ya otro motivo de descontento.

Se ha definido a la sociedad post industrial como una sociedad de servicios, pero de manera todava ms directa, es el autoservicio lo que pulveriza radicalmente la antigua presin disciplinaria y no mediante la Revolucin sino por las olas radiantes de la seduccin. Al cliente ya no se le vende: compra. La autonoma del consumidor: Homo consumericus. Se instal la revolucin del autoservicio.

Lejos de circunscribirse a las relaciones interpersonales, la seduccin se ha convertido en el proceso general que tiende a regularlo todo, desde el consumo hasta la educacin, pasando por la informacin y las costumbres.

Una de las ironas de la poca es que los excludos del consumo tambin son una especie voraz de hipe-rconsumidores, aculturados, castrados y ahogados por el consumo sobrecargado, para cualquier posibilidad de revuelta. Todos, al menos en espritu, no hemos vueltos turbo consumidores. Desde, incluso, antes de nacer hasta el da de nuestra muerte. Por eso, entiendo, todo o casi todo el mundo vive en un contexto de apremio de las necesidades y de bienestar que justifica todo. La idea de ruptura revolucionaria ya no se la cree nadie, pero no por eso ha extinguido por completo la capacidad de crtica social. Lo que ha sucedido es que se ah generalizado en casi todas las esferas de la vida social: la droga, el aborto, la seguridad etc. Qu dominio escapa ya al cuestionamiento y la disensin? Aunque la perspectiva revolucionaria no se encuentra vigente, la unanimidad de las opiniones no es la amenaza por lo menos en algunos tpicos. Pero quizs la revolucin sea eso. El mensaje revolucionario que no queremos escuchar sea que a nadie ya le importa nada, ni siquiera la vida humana? Se encuentra ms seguro un alfajor o una torta frita que una persona que duerme en la calle. Y no se duda en matar a alguien en pos de proteger o proveerse de estos farinceos. La sonrisa de mam ni siquiera se encuentra en los versos de Palito Ortega o en la voz de Libertad Lamarque, la sonrisa de mam se ha reducido a un descuento en el IVA, a un embotellamiento de trnsito en 18 y Yaguarn. Antes de desperdiciar mi vida en esto del teatro, en lo personal, durante mucho tiempo, la desperdicie jugando al ftbol, me encanta el ftbol, mirarlo, practicarlo, estimo que, incluso ms que el teatro. Abandon la prctica activa, entre otras razones por, ms all de algunas discrepancias, por no ser lo suficientemente veloz. No me gusta decir que era lento. Hace algn tiempo escuch un debate sobre quines eran mejores jugadores, si lo eran los leones de Maracan, Schiafino, Gigghia, El Rey de la diplomacia y la Mastercard Pel, Diego Armando Maradona o los ms contemporneos: Forln, Surez, Messi. Coincido con los que afirmaban que los bronces de antao, los jugadores de otros tiempos, ms all de su talento o tcnica en el trato del baln, no podran desatacarse en estos tiempos, simplemente porque jugaban a otra velocidad y con otros espacios. No he terminado de leer Mephisto pero, cuando termine de leer la novela espero llegar por lo menos a la respuesta de las preguntas iniciales destacadas en negrita. Y poder decir si Hofgen sera lo suficientemente rpido, veloz, para sobrevivir en esta poca. Que caracterstica tendra, la zancada larga de Pel, el pique corto y la gambeta en velocidad de Maradona o la potencia arrolladora de Messi. Para mi el mejor jugador que he visto es el defensor Franco Baresi que desde el fondo, desde la cueva, agazapado, se defenda con una velocidad inusitada y un arrojo temerario, un tiempista qu manejaba los hilos de su equipo, incluso progresando en el terreno de juego sorpresivamente con un pase largo y medido o como un atacante ms, tanto en el Milan de los 80 y los 90 como de la seleccin italiana de aquellos postmodernos aos.

Bibliografa.

Lipovetsky, Gilles La sociedad de la decepcin. Entrevista con Bertrand Richard. Anagrama, Barcelona. 2008

Lipovetsky, Gilles La felicidad paradjica Anagrama, Barcelona. 2011.Lipovetsky, Gilles La era del vaco Anagrama, Barcelona. 2003Gascn, Ana Mara Mephisto como inversin de los criterios del Bildungsroman Articulo. Revista de Filologa Alemana, Universidad de Valladolid 2001.