Medios y democracia Para libro Nueva estrategia de ... · 4 políticas! renunciaran a!...

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1 Medios y democracia Convergencia tecnológica para los consorcios, o para la sociedad 1 Capítulo del libro La agenda de la democracia en México coordinado por José Luis Calva. Volumen 15 de la serie Análisis Estratégico para el Desarrollo. Juan Pablos Eds. y Consejo Nacional de Universitarios, 2012. Raúl Trejo Delarbre 2 Los medios de comunicación son palancas, pero también obstáculos para la democracia. Allí se expresan todos aquellos que aspiran a influir en la vida pública, pero en los medios además se encuentran algunas de las principales limitaciones a la diversidad y la libertad de expresión. En las más variadas latitudes, a los medios se les relaciona cada vez más con la posibilidad de mejorar la calidad de la democracia contemporánea y de esa manera contribuir –o no– a la gobernabilidad. Los medios también pueden ser instrumentos de opacidad y no de transparencia, con frecuencia propagan falsedades y no únicamente hechos verificables, sus contenidos suelen estar saturados de trivialidades y los espacios para la deliberación y la reflexión escasean. En México, a los medios de comunicación ya no se les identifica únicamente como recurso político, ni como industria económica y/o cultural, sino como problemas contemporáneos. Ese es el saldo de la ausencia de contrapesos ante la centralidad política y social que las empresas mediáticas más influyentes han adquirido en la vida pública de nuestro país. En parte debido a las pobrezas y limitaciones de otros espacios –partidos, Congreso, universidades, etcétera— pero fundamentalmente a causa de la voracidad no sólo financiera sino ahora también política que manifiestan, los consorcios 1 Este texto reelabora, amplia y actualiza sustancialmente el artículo “Convergencia, concentración disparidades y desconexiones”, publicado en el número 18 de la revista Configuraciones, con fecha enero – marzo de 2006. Todos los datos han sido actualizados de acuerdo con la situación de los medios mexicanos en junio de 2011. 2 Investigador en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. [email protected]

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 Medios  y  democracia    Convergencia  tecnológica  para  los  consorcios,  o  para  la  sociedad  1    Capítulo  del  libro  La  agenda  de  la  democracia  en  México  coordinado  por  José  Luis  Calva.  Volumen  15  de  la  serie  Análisis  Estratégico  para  el  Desarrollo.  Juan  Pablos  Eds.  y  Consejo  Nacional  de  Universitarios,  2012.    Raúl  Trejo  Delarbre    2          Los  medios  de  comunicación  son  palancas,  pero  también  obstáculos  para  la  democracia.  Allí   se   expresan   todos   aquellos   que   aspiran   a   influir   en   la   vida  pública,  pero  en  los  medios  además  se  encuentran  algunas  de  las  principales  limitaciones  a  la  diversidad  y  la  libertad  de  expresión.          En  las  más  variadas  latitudes,  a  los  medios  se  les  relaciona  cada  vez  más  con  la  posibilidad  de  mejorar  la  calidad  de  la  democracia  contemporánea  y  de  esa  manera   contribuir   –o  no–  a   la   gobernabilidad.   Los  medios   también  pueden  ser   instrumentos   de   opacidad   y   no   de   transparencia,   con   frecuencia  propagan   falsedades   y   no   únicamente   hechos   verificables,   sus   contenidos  suelen  estar  saturados  de  trivialidades  y  los  espacios  para  la  deliberación  y  la  reflexión  escasean.          En  México,  a  los  medios  de  comunicación  ya  no  se  les  identifica  únicamente  como  recurso  político,  ni  como   industria  económica  y/o  cultural,   sino  como  problemas   contemporáneos.   Ese   es   el   saldo   de   la   ausencia   de   contrapesos  ante   la   centralidad   política   y   social   que   las   empresas   mediáticas   más  influyentes  han  adquirido  en  la  vida  pública  de  nuestro  país.  En  parte  debido  a   las   pobrezas   y   limitaciones   de   otros   espacios   –partidos,   Congreso,  universidades,  etcétera—  pero  fundamentalmente  a  causa  de  la  voracidad  no  sólo   financiera   sino   ahora   también   política   que  manifiestan,   los   consorcios  

1 Este texto reelabora, amplia y actualiza sustancialmente el artículo “Convergencia, concentración

disparidades y desconexiones”, publicado en el número 18 de la revista Configuraciones, con fecha enero – marzo de 2006. Todos los datos han sido actualizados de acuerdo con la situación de los medios mexicanos en junio de 2011. 2 Investigador en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. [email protected]

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comunicacionales  hace  tiempo  dejaron  de  ser  medios  para  convertirse  en  los  protagonistas  más  exigentes  de  la  sociedad  y  en  general  de  la  vida  pública  en  este   país.   A   la   formidable   capacidad   de   irradiación   de   mensajes   que   han  alcanzado,   se   añaden   las   distorsiones   o   en   otros   casos   el   ocultamiento  intencionales   que   hacen   respecto   de   otros   actores   sociales   y   políticos.   Los  medios,  como  tanto  se  ha  dicho  desde  hace  años,  se  han  erigido  en  jueces  de  la  vida  pública  nacional  pero  no  toleran  cuestionamientos  –salvo  cuando  son  tan  marginales  que  pasan  desapercibidos  por  la  mayoría  de  los  ciudadanos–  acerca  de  ellos  mismos.        Ningún   personaje,   institución   ni   fuerza   política   significativos   están   al  margen  del  tribunal  mediático.  En  todas  las  democracias  los  medios  cumplen  con  un  saludable  papel  de  vigilancia,  cotejo  e  incluso  denuncia  de  los  asuntos  y   personajes   públicos.   Pero   cuando   alcanzan  un  poder   superior   al   de   otros  actores  sociales  –aunque  sea  debido  a  las  omisiones  y  sumisiones  de  quienes  podrían   contrastar   posiciones   y   ambiciones   de   las   empresas   de  comunicación—  y   cuando   rechazan   ser   sujetos   de  un   escrutinio   similar,   los  medios   son,   antes   que   nada,   un   problema   para   la   democracia   y   la  convivencia  sociales.    Espectro  radioeléctrico,    un  recurso  público  

     La   legislación   para   los   medios   en   México   es   obsoleta   e   insuficiente.   En  muchos  casos,  además,    simplemente  no  se  cumple.  La  Ley  Federal  de  Radio  y  Televisión  fue  creada  hace  más  de  medio  siglo,  en  1960.  Durante  décadas,  los  concesionarios  de  estaciones  de  televisión  y  radio  se  habían  negado  a  que  dicha   legislación  fuera  actualizada  porque  encontraban  más  provecho  en  su  aplicación  discrecional,  a  cargo  de  gobiernos  habitualmente  identificados  con  el  interés  de  tales  empresarios,  que  en  su  apertura  a  reformas  que  pudieran  alterar  la  relación  de  conveniencias  mutuas  que  había  entre  poder  político  y  radiodifusores.          Aquella  inercia  terminó  a  fines  de  2005,  cuando  Televisa  y  Televisión  Azteca  consiguieron  que  todos  los  partidos  aprobaran  en  la  Cámara  de  Diputados  el  paquete  de  reformas  a  las  leyes  de  Telecomunicaciones  y  Radio  y  Televisión  que   sería   conocido   como   “Ley   Televisa”.   Las   televisoras   habían   encontrado  que  la  legislación  imperante  durante  cinco  décadas  no  les  ofrecía  condiciones  de  expansión  suficientes  para  sus  negocios  y  encargaron  la  elaboración  de  un  proyecto  de  acuerdo  a  sus  intereses.    

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     El  hecho  de  que  las  empresas  dominantes  en  un  sector  busquen  modificar  la  legalidad  para  ajustarla  a  sus  proyectos  de  negocios,  no  resulta  inusitado  ni  inadecuado.   Lo   verdaderamente   escandaloso   fue   la   docilidad   de   los  legisladores  –los  diputados  por  unanimidad  y  después   los  senadores  en  una  proporción  de  dos  a  uno—  para  respaldar,  sin  modificar  un  ápice,  la  iniciativa  que  enviaron  los  personeros  de  Televisa  y  TV  Azteca.        El  debate  que  se  desarrolló  entre   la  aprobación  en  una  y  otra  cámaras  así  como   el   diferendo   legal   que   se   mantuvo   por   varios   meses   indicó,   sin  embargo,   que   el   consenso   social   y   político   de   las   televisoras   se   encuentra  cada   vez   más   maltratado.   Junto   al   incremento   en   el   desprestigio   de   esa  empresa,  hubo  una  deliberación  más  puntual  acerca  de  aspectos  específicos  de  la  operación  y  la  presencia  pública  de  los  medios.  Más  de  un  año  después,  el  7  de  junio  de  2007,  la  Suprema  Corte  de  Justicia  de  la  Nación  invalidó  los  apartados   más   significativos   de   aquella   reforma   legal,   a   solicitud   de   47  senadores  que  interpusieron  un  recurso  de  inconstitucionalidad.        El  meollo  de  la  Ley  Televisa  era  la  autorización  para  que  los  empresarios  de  la  televisión  pudieran  utilizar  de  manera  discrecional  las  frecuencias  que  han  recibido   en   concesión.   Además   de   señales   de   televisión   abierta,   podrían  transmitir  servicios  de  telecomunicaciones  (telefonía  e  Internet)  sin  pagar  por  ello  una  contraprestación  al  Estado.  Aquellas  disposiciones  ocasionaban  una  merma   importante   para   las   finanzas   públicas   pero,   además,   una   situación  desigual   en   la   explotación   del   espectro   radioeléctrico   porque   las   empresas  que  ofrecen  servicios  de  telefonía  celular  han  debido  pagar  altas  sumas  por  cada   frecuencia   que   les   es   concesionada   para   tal   servicio;   en   cambio   las  televisoras,   que   de   esa   manera   extendían   su   presencia   al   mercado   de   la  telefonía   inalámbrica,   no   desembolsarían   nada   por   dicho   uso   de   las  frecuencias.        El   interés   de   Televisa   –y   en   menor   medida   de   Televisión   Azteca–   para  asegurar   un   desarrollo   de   la   convergencia   digital   sin   regulaciones   estatales  suficientes,  pretendió  no  sólo  una  más  expedita  acumulación  financiera  sino,  junto   con   ello,   el   establecimiento  de  un  modelo   tecnológico  dominado  por  las   corporaciones.   La   escaramuza   en   torno   a   la   Ley   Televisa   anticipó   el  diferendo   que   reventó,   un   lustro   más   tarde,   entre   las   televisoras   y   las  compañías  telefónicas  propiedad  del  empresario  Carlos  Slim.        En  todo  el  mundo  el  Estado  y   las  corporaciones  mediáticas  se  encuentran  en  litigio  por  la  regulación  de  las  comunicaciones.  Los  países  con  democracias  consolidadas  han  reconocido  que  abandonar  el  desarrollo  de  los  medios  y  las  telecomunicaciones   al   garete   del   mercado,   implicaría   que   las   instituciones  

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políticas   renunciaran   a   responsabilidades   fundamentales   y   dejaría   a   los  ciudadanos   en   condiciones   de   inermidad   frente   a   las   corporaciones  mediáticas.  Un  documento  difundido  a  por   la  UNESCO  identifica  algunos  de  los  motivos  para  que  el  Estado  asuma  la  regulación  de  los  medios:  “¿Por  qué  se  debe  regular  la  radiodifusión?  En  parte  porque  los  medios  de  radiodifusión  pueden  afectar  la  manera  de  pensar  y  el  comportamiento  de  la  gente  de  una  forma   muy   marcada,   tanto   para   bien   como   para   mal.   Poner   riendas   a   su  poder   para   que   esté   al   servicio   del   proceso   democrático   es   uno   de   los  propósitos  claves  de  la  regulación  para  la  radiodifusión”  3.          El  mismo  documento  recuerda  que  la  regulación  de  los  medios  es  necesaria  para   promover   la   cultura,   defender   el   interés   nacional,   establecer   normas  para   la  publicidad  y   tutelar  a   las  audiencias  más  desprotegidas,  entre  otros  motivos.  Más  adelante  precisa:  “la  radiodifusión  utiliza  el  espectro  y  éste  es  un   recurso   público,   que   se   asigna   a   los   países   de   acuerdo   con   complejos  acuerdos   internacionales.   Así,   es   un   recurso   escaso:   solamente   hay   una  cantidad  limitada  de  espectro  disponible  para  la  radiodifusión  en  cada  país.  Y  en   consecuencia,   como   es   un   recurso   escaso,   es   valioso.   Incluso   pensando  que   la   radiodifusión   digital   está   incrementando   la   cantidad   de   canales   de  radio   y   televisión   que   están   disponibles,   aún   así   no   hay   un   suministro  ilimitado.  En  consecuencia  es  razonable  que  el  Estado,  como  propietario  del  espectro,   establezca   obligaciones   para   los   radiodifusores   que   utilizan   ese  recurso”  4.          El  valor  del  espectro  radioeléctrico  se  ha  multiplicado  porque  no  solamente  es   útil   para   difundir   radio   y   televisión   abiertas.   Hoy   en   día   el   uso   más  importante  de  ese  recurso  natural  y  finito  es  para  señales  de  telefonía  celular  y   transmisión   de   datos,   especialmente   contenidos   de   Internet.   La  digitalización  de  las  señales,  que  permite  transmitir  más  información  (o  más  canales)   en   el   espacio   en   donde   hasta   ahora   solamente   cabía   un   canal,  permite  además  diversificar  la  oferta  en  materia  de  televisión  y  radio.        Las  formas  de  regulación  en  este  campo  son  muy  variadas  pero  en  la  gran  mayoría   de   los   casos,   tanto   en   Europa   como   en   Norteamérica,   existen  autoridades   con   capacidades   para   otorgar   y   denegar   licencias   de  radiodifusión   y   telefonía,   imponer   sanciones   cuando   se   infringen   los  

3   Eve   Salomon,   Guidelines   for   Broadcasting   Regulation.   UNESCO   y   Commonwealth  Broadcasting  Association,  2006. 4  Ibid.  

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lineamientos   básicos   y   propiciar   contenidos   que   tomen   en   cuenta   a   los  grupos  más  desfavorecidos  en  cada  sociedad.        Nada   de   eso   está   garantizado   en   México.   La   Ley   Televisa   reformó   unos  cuantos  de   los  centenares  de  artículos  que  contienen   las   leyes   federales  de  Radio   y   Televisión   y   de   Telecomunicaciones.   Pero   uno   de   los   cambios  más  importantes  que   implicó  (y  que  se  mantuvo  después  de   las  decisiones  de   la  Suprema   Corte)   fue   la   asignación   a   la   Comisión   Federal   de  Telecomunicaciones   –que   ya   existía,   aunque   los   mecanismos   para   su  integración   se   modificaron   parcialmente–   de   facultades   para   proponer   al  gobierno  la  adjudicación  de  concesiones  de  radio  y  televisión.  El  desempeño  de  la  Cofetel  ha  sido  cuestionado  y  polémico.  Sus  integrantes  no  han  contado  con   la   experiencia   en   telecomunicaciones   que   requiere   la   legislación   y   han  tomado  decisiones  como  la  Licitación  21  que,  en  agosto  de  2010,  adjudicó  a  las   empresas   Televisa   y   Nextel   una   franja   de   30   Megahertz   nacionales   de  espectro  radioeléctrico,  para  telefonía  celular,  por  180  millones  de  pesos.  Al  mismo  tiempo  a  otras  empresas  (Telefónica  y  Telcel)  esa  autoridad  les  asignó  una  franja  de  las  mismas  dimensiones  pero  a  cambio  de  5  mil  68  millones  de  pesos.    Opciones  para  renovar  la  legislación  de  medios  y  telecomunicaciones    

     Cuando  la  Corte  suprimió  de  la  legislación  los  artículos  más  importantes  de  la  Ley  Televisa,  el  Congreso  de  la  Unión  tenía  la  obligación  de  enmendar  esos  vacíos   y   actualizar   las   leyes   federales   de   Radio   y   Televisión   y   de  Telecomunicaciones.   Los   senadores   y   diputados   federales,   sin   embargo,  dejaron   pendiente   esa   tarea.   Pocos   meses   después,   aprovechando   el  momento   político   que   abrió   la   decisión   de   la   Corte,   los   legisladores  aprobaron   una   reforma   constitucional   que   prohibió   la   compra   de   espacios  para  propaganda  política  en  radio  y   televisión.  El  disgusto  y   la  oposición  de  los   empresarios   de   la   radiodifusión   a   esa   reforma   consumieron   las  capacidades  del  Congreso  para  desafiar  a  los  consorcios  mediáticos.  Aunque  se  encontraba  en  las  agendas  de  todos  los  partidos  y  a  pesar  de  que  ya  tenían  proyectos   de   reforma   legal   para   los   medios   y   las   telecomunicaciones,   ese  tema  fue  pospuesto  por  varios  años  más.        Esa  incuria  de  los   legisladores  ha  implicado  que,  en  vez  de  contar  con  una  normatividad  congruente  y  clara  para  los  servicios  de  telecomunicaciones  y  la  radiodifusión,  en  México  la  adjudicación  de  concesiones  de  radiodifusión  siga  

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siendo  privilegio  del  gobierno  federal.  Mientras  en  muchos  países  el  espectro  radioeléctrico  es  administrado  por  organismos  autónomos  tanto  respecto  del  poder  político   como  de   los   intereses  económicos,  en  México   la  COFETEL  es  un   organismo   del   gobierno   pero,   además,   abierto   a   injerencias   de   los  poderes   mediáticos.   La   asignación   de   concesiones   por   parte   del   gobierno  significa   un   estancamiento   similar   al   que   habría   si,   en   el   plano   de   la  competencia   política,   las   elecciones   federales   las   siguiera   organizando   la  Secretaría  de  Gobernación.        Peores   aún   son   las   implicaciones   de   la   Ley   de   Imprenta   que,   aprobada   a  comienzos   de   1917,   está   por   cumplir   95   años.   Hay   quienes,   incluso   en   la  prensa  de  nuestro  país,  creen  que  esa  obsoleta  ley,  que  está  imbuida  de  una  concepción  literalmente  decimonónica  del  comportamiento  de  la  prensa  (en  su  calificación  de  las  faltas  a  la  moral,  a  la  vida  privada  o  al  orden  público)  ya  no  se  aplica.  Pero  la  Ley  de  Imprenta  de  Venustiano  Carranza  es  vigente  y,  de  cuando   en   cuando,   ha   sido   motivo   de   sentencias   de   cárcel   o   de   litigios  penales  contra  periodistas  y  otros  ciudadanos.          En  México   siguen   vigentes   las   penas   corporales   para   sancionar   delitos   de  información  y  opinión.  A  comienzos  de  2006  el  Congreso  aprobó  reformas  a  los  códigos  civil  y  penal  de  carácter   federal  con  el  propósito  de  eliminar   las  sanciones   de   cárcel   para   los   periodistas.   En   todo   el   país   los   congresos  estatales  han  emprendido  reformas  en  la  misma  dirección.  Sin  embargo  a  los  legisladores   se   les   olvidó   que   esas   condenas   se   mantienen   en   la   Ley   de  Imprenta.        En  varias  ocasiones,  en  el  transcurso  de  los  años  recientes,  el  Congreso  y  la  sociedad   han   dejado   pasar   la   oportunidad   de   emprender   una   reforma  integral  para  el  régimen  legal  de  los  medios  de  comunicación.  El  8  de  abril  de  2010,  cerca  de  200  diputados,  así  como  más  de  50  senadores  del  PAN,  el  PRD  y   algunos  otros   partidos,   presentaron  en   ambas   cámaras   del   Congreso  una  iniciativa   para   crear   una   nueva   Ley   Federal   de   Telecomunicaciones   y  Contenidos   Audiovisuales.   Esa   propuesta   fue   resultado   de   varios   años   de  acercamientos,   deliberaciones   y   acuerdos   promovidos   por   los   legisladores  más   interesados   en   la   reforma   para   los   medios   de   comunicación   y   las  organizaciones   sociales   interesadas   en   ese   tema,   entre   ellas   la   Asociación  Mexicana   de   Derecho   a   la   Información,   AMEDI.   Se   trata   de   una   propuesta  comprensiva   y   ambiciosa,   organizada   en   252   artículos.   Allí,   entre   otros  temas:        -­‐   Se   propone   sustituir   a   la   Cofetel   por   el   Instituto   Federal   de  Telecomunicaciones   y   Contenidos   Audiovisuales,   que   tendría   mayor  

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independencia   y   capacidad   profesional.   Se   crearían,   además,   los   Registros  Público  de  Telecomunicaciones  y  de  Usuarios,  habría   reglas  precisas  para   la  inversión  extranjera  (autorizando  hasta  el  25%  en  radiodifusión),  se  regularía  la   interconexión   entre   empresas   que   prestan   el   mismo   servicio   y   se  terminaría   con   el   “redondeo”   en   el   cobro   de   servicios   que   se   hace   a   los  usuarios.        -­‐  Las  concesiones  para  utilizar  porciones  del  espectro  radioeléctrico  serían  otorgadas  y  refrendadas  por  licitación  pública.  La  iniciativa  propuso  la  figura  de   concesiones   de   uso   público   para   los   medios   públicos   o   de   Estado   y    reconocía  a  los  medios  comunitarios,  a  los  que  se  consideraba  medios  de  uso  social.   Los  medios   públicos   y   sociales   podrían   recibir   ingresos  por   venta  de  publicidad  –con  límites  mayores  a  los  espacios  comerciales  que  pueden  tener  los  medios  con  fines  de  lucro–.        -­‐  Los  concesionarios  de  frecuencias  de  radio  y  televisión  podrían  utilizarlas  para  la  difusión  de  otros  servicios  de  telecomunicaciones,  previa  autorización  del  Instituto  Federal  y  una  vez  que  hubiesen  pagado  la  contraprestación  que  se  determinaría  de  acuerdo  con  los  precios  que  existieran  en  el  mercado  para  ese  tipo  de  servicios.        -­‐   En   la   televisión   y   la   radio   habría   al   menos   50%   de   contenidos   de  producción   nacional.   Al   menos   20%   de   esos   contenidos   deberían   ser  realizados   por   productores   independientes.   Habría   un   fondo   con   recursos  estatales  para  estimular  la  producción  audiovisual.          -­‐   Horarios   para   programación   destinada   a   los   niños;   integridad   de  espectáculos  como  los  deportivos  y  las  obras  cinematográficas,  con  límites  a  la  transmisión  de  anuncios  y  mensajes  comerciales  durante  esos  eventos.  El  tiempo   del   Estado   en   las   estaciones   concesionadas   de   radio   y   televisión  quedaba   en   60   minutos   diarios   y   se   terminaría   con   la   dispersión   de   las  normas  legales  que  actualmente  existen  al  respecto.      -­‐  Los  usuarios  de  servicios  de  telecomunicaciones  serían  defendidos,  como  tales,  por  la  Procuraduría  Federal  del  Consumidor.  Los  medios  concesionados  tendrían   la   obligación   de   dar   a   conocer   sus   códigos   de   ética   y   a   sus  representantes   para   atender   requerimientos   de   sus   audiencias.   Se  establecían  previsiones  para  que  se  cumpliera  el  derecho  de  réplica  5.  

5 A  partir  de  “La  AMEDI  respalda  la  iniciativa  de  Ley  de  Telecomunicaciones  y  Contenidos  Audiovisuales  presentada  hoy  en  las  cámaras  de  Diputados  y  Senadores”,  comunicado  de  la  Asociación  Mexicana  de  Derecho  a  la  Información,  8  de  abril  de  2010.    

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     Durante  tres  semanas,  los  partidos  políticos  se  enfrascaron  en  intensas  y  a  la  postre  infructuosas  negociaciones  acerca  de  esa  iniciativa.  La  propuesta  se  quedó  sin  dictaminar  en  varias  comisiones  de  ambas  cámaras.  El  afán  por  el  inmovilismo   en   la   legislación   para   los   medios   pesó   más   que   el   ánimo  reformador,   aunque   nunca   antes   se   había   presentado   una   iniciativa   tan  completa  para  normar  a  los  medios  y  las  telecomunicaciones  y,  nunca,  tantas  y  tan  variadas  fuerzas  políticas  se  habían  interesado  en  una  propuesta  de  esa  índole.    Televisión  digital:  más  para  los    mismos  que  ya  explotan  ese  medio  

     El   rezago  en   la   legislación  mexicana  para   los  medios  se  acentúa  conforme  avanzan   el   desarrollo   tecnológico   y   social.   La   incorporación   de   las   nuevas  tecnologías  que  gracias  a  la  digitalización  de  los  contenidos  y  a  su  imbricación  con   las   telecomunicaciones   hacen   más   veloz,   versátil,   extensa   y   barata   la  propagación   de   mensajes,   en   México   ha   ocurrido   de   manera   irregular,  desconcertada   y   supeditada   única   o   fundamentalmente   a   la   lógica   de   las  grandes  empresas  mediáticas.          La   televisión  digital   significa   emisiones  de  mayor   calidad  de   imagen,   pero  también   la   ampliación   hasta   en   cuatro   o   cinco   veces   de   los   canales  disponibles  para  ese  medio  en  el  espectro  radioeléctrico.  Las  reglas  para  ese  estándar   tecnológico   fueron   establecidas   de  manera   casuística   y   arbitraria,  en  2004,  por  la  Secretaría  de  Comunicaciones  y  Transportes  6.  El  criterio  para  el   aprovechamiento   de   ese   nuevo   recurso   fue   muy   simple:   el   gobierno  acordó  que  a  las  empresas  de  televisión,  por  cada  frecuencia  que  ya  tuvieran,  se   les   asignara   otra   más   para   que   en   ese   espacio   adicional   difundieran  televisión  de   formato  digital  mientras  que  en  el  que  ya  utilizaban,  deberían  seguir   transmitiendo   señales   de   carácter   análogo.   Ese   mecanismo   para  asignar  las  frecuencias  digitales  supone  –o  implica–  que  las  únicas  empresas  interesadas  en  difundir   televisión  digital   son  aquellas  que  ya   transmiten  de  manera   analógica.   Es   decir,   deja   fuera   a   cualquier   otro   aspirante   a  incursionar  en  la  televisión.    

6  “Acuerdo  por  el  que  se  adopta  el  estándar  tecnológico  de  televisión  digital  terrestre  y  se  establece   la  política  para   la   transición  a   la   televisión  digital   terrestre  en  México”.  Diario  Oficial  de  la  Federación,  2  de  julio  de  2004.    

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     Así   es   como   se   han   asignado   las   frecuencias   de   TV   digital   en   Estados  Unidos,  pero  allá  no  existe   la  concentración  de  muchas  estaciones  en  pocas  empresas  que  padecemos  en  México.   Es  decir,   para  diseñar   el   futuro  de   la  televisión   el   gobierno  mexicano   copió   un  modelo   utilizado   en   una   realidad  mediática  muy  distinta  a  la  de  nuestro  país.  En  Estados  Unidos  está  prohibida  la  concentración  de  medios  tal  y  como  la  hemos  conocido  en  México.  Allá  las  cadenas   nacionales   de   televisión   son   cinco   y   en   ocasiones   seis   (y   no   dos  como  en  México)   y   cada  una  de  ellas   afilia   a   centenares  de  estaciones  que  son   propiedad   de   numerosos   concesionarios   locales.   Aquí,   en   cambio,   la  enorme   mayoría   de   las   repetidoras   y   filiales   de   las   dos   cadenas   de   la  televisión  nacional  son  propiedad  de  Televisa  o  Azteca.                Sumando  todas  sus  frecuencias  en  televisión,  Televisa  tiene  321  canales  en  todo  el  país  y  Televisión  Azteca,  211.  Se  trata  del  62%  de  las  frecuencias  para  televisión   en  México.   Si   se   descuentan   los   canales   en  manos   de   gobiernos  estatales,   gobierno   federal   y   universidades,   resulta   que   en  México   existen  566  televisoras  comerciales.  Es  decir,  solamente  hay  34  canales  comerciales  que  no  están  en  manos  de  Televisa  o  Azteca.  Y  esas  dos  empresas  acaparan  el  94%  de  las  frecuencias  para  televisión  abierta  de  índole  mercantil  7.        De  los  321  canales  que  maneja  Televisa,  únicamente  60  son  para  televisión  digital.   De   los   211   que   tiene   Televisión   Azteca,   solo   31   han   sido  concesionados   para   esa   tecnología.   Esos   datos   confirman   que,   para   las  televisoras  hegemónicas  en  México,   la  televisión  digital  ha  sido  un  proyecto  accesorio.  No   les   interesa  desarrollar  con   intensidad  esa  opción  tecnológica  mientras   sigan   haciendo   negocio   con   la   vieja   televisión   analógica.   Lo   que  quieren  es  mantener  el  control  sobre  ese  desarrollo  tecnológico  y  sus  reglas,  para   evitar   que   abran   espacio   a   nuevos   competidores   en   el   campo   de   la  televisión.        El  gobierno  mexicano  pudo  haber  utilizado  otros  criterios  para  asignar   las  concesiones   de   televisión   digital.   En   la   Gran   Bretaña   por   ejemplo,   a   las  empresas   que   ya   tenían   frecuencias   para   TV   analógica   se   les   entregó  solamente   una   parte   de   los   nuevos   espacios;   el   resto   se   distribuyó   entre  empresas  que  hasta  entonces  no  habían   tenido  oportunidad  de   incursionar  en   ese   medio.   Esquemas   similares   se   han   puesto   en   práctica   en   otras  

7 Datos  tomados  de  AMEDI,  Panorama  de  la  comunicación  en  México  2011.  Desafíos  para  la  calidad  y  la  diversidad.  México,  2011,  p.  90.  

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naciones   europeas   y   se   han   discutido   intensamente   en   varias   naciones   de  América  Latina  8.        Las  reglas  para   la   televisión  digital  en  México   imponen   la  permanencia  de  un  mercado  cerrado  y  excluyente.   Las  empresas  que  ya  difunden   televisión  serán   aquellas   que   incursionen,   al   menos   en   una   primera   etapa,   en   el  desarrollo   de   ese   medio.   Se   trata   de   un   modelo   de   digitalización   que  privilegia   la   propagación   de   los   contenidos   que   ya   existen   en   la   televisión  mexicana,  pero  transmitidos  ahora  con  una  imagen  de  mejor  definición  y  no  la  diversidad  y  ampliación  de  opciones.  En  el  espacio  en  donde  hoy  en  día  se  difunde  una  señal  de  carácter  analógico   (por  ejemplo   las   frecuencias  de   los  canales  2,  4,  5,  7,  9,  11,  13,  22  y  40  en  la  ciudad  de  México)  la  digitalización  permitirá  dos  opciones.  La  primera  de  ellas  es  la  transmisión  de  una  señal  de  alta  definición.  La  segunda,  es  la  posibilidad  para  que  en  ese  mismo  espacio  o  ancho   de   banda   se   difundan   varios   canales   (tres,   cuatro   o   quizá   cinco,   de  acuerdo   con   la   potencia   o   el   alcance   que   tengan)   que,   siendo   digitales,   no  tendrían  una  imagen  de  alta  definición.          El  decreto  del  presidente  Fox  estableció  que  la  televisión  mexicana  debería  estar  completamente  digitalizada  en  el  año  2021.  Se  trataba  de  un  plazo  muy  amplio,   que   contrastó   con   los   horizontes   más   cercanos   que   han   asumido  muchas  otras  naciones,   incluso  en  América  Latina.  En  Estados  Unidos   todos  los  canales  de  televisión  son  digitales  desde  2009.  En  septiembre  de  2010  el  presidente   Felipe   Calderón   promulgó   un   nuevo   Decreto,   para   adelantar   a  diciembre  de  2015  el  apagón  analógico   9.  Aunque  no  modificaba   las  pautas  para  que  los  beneficiarios  de  la  televisión  digital  fueran  los  empresarios  que  ya   tienen   concesiones   de   televisión   analógica,   ese   Decreto   fue   impugnado  por   los   consorcios   televisivos.   Varios   senadores   afines   a   Televisa  argumentaron  que  el  presidente  estaba  invadiendo  ámbitos  de  acción  que  le  correspondían   a   la   Comisión   Federal   de   Telecomunicaciones   –como   si   ese  organismo   no   dependiera,   a   su   vez,   del   presidente   de   la   República–   y   la  Suprema  Corte  suspendió  los  efectos  del  Decreto  hasta  estudiar  con  calma  el  asunto.  La  transición  a  la  televisión  digital  quedó  postergada.  

8  Raúl  Trejo  Delarbre,  “Digital  Television:  Options  and  Decisions  in  Latin  America”.  Ensayo  para   la   revista  Popular   Communication.   The   International   Journal   of  Media   and  Culture.  Routledge,  Taylor  and  Francis  Group,  London,  No.  7,  2009.  9   “Decreto   por   el   que   se   establecen   las   acciones   que   deberán   llevarse   a   cabo   por   la  Administración   Pública   Federal   para   concretar   la   transición   a   la   Televisión   Digital  Terrestre”.  Diario  Oficial  de  la  Federación,  2  de  septiembre  de  2010.  

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 Las  redes  de  Televisa  se  extienden  a  la  telefonía  

     Nos  hemos  detenido  en  el  caso  de   la   televisión  digital  porque  muestra  de  forma  clara  los  criterios  que  han  prevalecido  en  la    definición  de  las  políticas  públicas   –o,   en   ausencia   de   ellas,   en   las   políticas   establecidas   por   el  gobierno–   para   los   medios   de   comunicación.   Esos   criterios   no   han  contemplado   la   promoción   de   nuevos   competidores   en   el   campo   de   los  medios  electrónicos,  no  estimulan  la  innovación  ni  la  creatividad  en  el  diseño  de   contenidos,   suponen   que   la   sociedad   se   encuentra   fundamentalmente  complacida  con   la  comunicación  que  ahora  recibe  y  entienden  a   los  medios  como   negocio   que   la   estruja   y   casi   nunca   como   servicio   a   esa   misma  sociedad.        La   convergencia   tecnológica,   que   en   otras   latitudes   está   ofreciendo  mayores  y  mejores  capacidades  para  difundir  mensajes  en  mayor  cantidad  y  en  ocasiones  también  calidad,  en  México  ha  sido  fundamentalmente  motivo  para  incrementar  la  presencia  social  y  el  negocio  de  las  corporaciones  que  ya  acaparaban   la   comunicación   tradicional,   de   carácter   analógico.   Además   del  campo  de   la  televisión,   las  políticas  gubernamentales  han  seguido  el  mismo  rumbo  en  otras  áreas  del  entramado  comunicacional.          En  la  radio  existen  varias  opciones  para  la  digitalización.  Las  más  relevantes  son   la  que  se  ha  desarrollado  en  Estados  Unidos  y   la  que  ha  prevalecido  en  Europa.  También  hay  tecnologías  de  digitalización  de  las  frecuencias  de  radio  que   se  han  puesto  en  práctica  en  Brasil   y   Japón.  México  debía  elegir   entre  tales  opciones  que  tienen  diferentes  niveles  de  calidad  en  la  recepción  de  las  señales   pero   que,   sobre   todo,   implican   la   compra   de   equipos   de   distinta  índole  tanto  para  la  transmisión  por  parte  de  las  radiodifusoras  como  para  la  recepción  por  parte  del  público.  Aunque  no  es  una  decisión  difícil  y  a  pesar  de  que  en  vista  de  la  cercanía  y  las  muchas  interacciones  con  los  vecinos  del  Norte  la  opción  más  viable  ha  sido  el  estándar  estadounidense  (denominado  In  Band  On  Channel,  o  IBOC)  la  SCT  difirió  por  varios  años  la  decisión  acerca  de   cuál   tecnología   emplear   para   la   digitalización   en   la   radio   10.   En   junio  de  2011  el  gobierno  dispuso  que  en  México  se  adopte  el  estándar  IBOC  pero  con  una  notable  limitación:  no  será  obligatorio,  de  tal  suerte  que  la  digitalización   10   Norma   Patricia   Maldonado   Reynoso   La   transmisión   radiofónica   digital:   perspectivas  mundiales   y   el   caso   mexicano.   Tesis   en   curso   en   el   Doctorado   en   Ciencias   Políticas   y  Sociales  de  la  UNAM,  2006.  

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de   la   radio   dependerá   de   la   decisión   de   cada   empresa   o   institución   que  tengan  frecuencias  analógicas  11.        Las  diversas  modalidades  de  televisión  de  paga,  por  otra  parte,  han  estado  bajo  el  dominio  de  una  sola  empresa.  La  televisión  por  cable  se  encontraba  dispersa  en  docenas  de  pequeños  proveedores  que  sólo  podían  retransmitir  las   señales   de   la   televisión   abierta   cuando   los   grandes   consorcios   se   los  permitían.  En  muchos  otros  países  la  incorporación  a  las  redes  de  cable  de  las  señales  de  TV  abierta  no  sólo  es  factible,  sino  que  constituye  una  obligación  para   los   proveedores   de   ese   servicio.   En   México   en   cambio   los   cableros  tienen  que  pagar  por  ello.  En  la  ciudad  de  México  y  sus  suburbios  solamente  existe   una   empresa   de   televisión   de   cable   que   es,   a   su   vez,   propiedad   del  consorcio   Televisa.   A   partir   de   2009   Televisa   incrementó   esa   presencia  comprando  la  mayor  parte  de  las  empresas  de  televisión  de  cable  en  todo  el  país  hasta  llegar,  a  mediados  de  2011,  a  tener  casi  el  70%  de  ese  negocio.        El  círculo  monopólico  se  cierra  en  la  televisión  satelital.  Hasta  comienzos  de  2009,   la   única   empresa   que   ofrecía   ese   servicio   era   Sky,   que   en   México  también   es   propiedad   de   Televisa.   Así   que   el   consumidor,   si   quería   ver  televisión  de  paga,  se  encontraba  atrapado  en  las  redes  de  dicho  consorcio.  Tanto   para   contratar   señal   de   cable   como   para   recibirla   en   una   antena  satelital,  estaba  obligado  a  hacerlo  con  una  filial  de  Televisa.  Y  si  únicamente  quería   recibir   televisión  abierta  de  transmisión  terrestre,  encontraría  que   la  mayoría   de   los   canales   (en   la   ciudad   de   México   cuatro   de   nueve   que  transmiten  en  las  bandas  de  VHF  y  UHF)  son  de  la  misma  empresa.  De  allí  la  relevancia  que  tuvo  el  surgimiento  de  la  empresa  Dish,  propiedad  de  MVS,  un  consorcio   con   larga   tradición   en   el   intento   para   crear   opciones   frente   a  Televisa.          Dish  ofreció  televisión  satelital  con  menos  canales  que    el  sistema  Sky  pero  a  precios  menores.  Además,  estableció  un  acuerdo  con  Telmex  para  que  el  pago  por  la  suscripción  a  ese  sistema  de  televisión  satelital  pudiera  hacerse  a  través  de   los   recibos  del   servicio   telefónico.  Con  esas  dos   ventajas   (precios  más   bajos   y   facilidad  para   la   facturación)  Dish   experimentó  un   crecimiento  notable   en   menos   de   dos   años   y   medio.   En   diciembre   de   2008   había   un  

11  Gabriel  Sosa  Plata,  “Radio  AM  y  FM  será  ya  digital”.  El  Universal,  20  de  mayo  de  2011  y  Presidencia  de  la  República,  “Se  establece  el  nuevo  estándar  digital”,  16  de  junio  de  2011,  disponible   en:   http://www.presidencia.gob.mx/2011/06/se-­‐establece-­‐el-­‐nuevo-­‐estandar-­‐digital  

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millón   y  medio   de   suscriptores   de   televisión   satelital   12,   todos   contratando  con  Sky.  Hacia  junio  de  2011,  se  estimaba  que  había  casi  5  millones  y  medio:  casi  3  millones  eran  suscriptores  de  Sky  y  cerca  de  2  millones  600  mil  tenían  contratos  con  Dish  13.        A    mediados  de   2011,   casi   el   40%  de   los   hogares  mexicanos   contaba   con  algún  servicio  de  televisión  de  paga.  Cinco  años  antes,  en  2006,  eran  el  25%.  Se   trata   de   un   incremento   importante,   que   entre   otras   consecuencias   ha  implicado   la   caída   en   los   índices   de   audiencia   de   las   cadenas   de   televisión  abierta.  Mientras  más   opciones   tienen   para   entretenerse   e   informarse,   los  mexicanos   se   alejan   más   de   las   televisoras   convencionales.   Sin   embargo  todavía   en   6   de   cada   10   hogares   no   hay   más   opción   que   las   señales   de  Televisa  y  Televisión  Azteca.   Los   canales  estatales   y/o   culturales  mantienen  una  tarea  útil,  e  incluso  abnegada,  frente  a  las  dos  cadenas  nacionales  de  la  televisión   abierta.   Pero   siguen   constreñidos   por   los   exiguos   recursos  financieros  y  técnicos  de  los  que  pueden  disponer  y,  por  lo  tanto,  mantienen  audiencias  acotadas  por  esas  restricciones  y  por  el  insuficiente  alcance  de  sus  transmisiones.    Las  redes  de  Telmex,  supeditadas  a  intereses  políticos  y  corporativos  

     En  el  terreno  de  la  transmisión  de  datos,  que  se  encuentra  crecientemente  entrelazado   con   los  medios   de   comunicación   tradicionales,   las   definiciones  de  la  autoridad  también  han  sido  más  parsimoniosas  de  lo  que  requieren  la  realidad   tecnológica   y   el   desarrollo   cultural   y   social.   Concentrados  fundamentalmente   por   Teléfonos   de   México,   los   servicios   de   telefonía   no  han   tenido   contrapesos   capaces   de   mejorar   sus   precios.   En   2011,   Telmex  tiene   el   79.39%   de   los   suscriptores   en   telefonía   fija   y   Telcel,   cuenta   con  70.2%  de  las  cuentas  de  telefonía  celular  14.        Durante   muchos   años,   las   autoridades   regulatorias   se   abstuvieron   de  fiscalizar   el   desempeño   de   las   compañías   telefónicas.   Los   costos   de   esos  

12   COFETEL,   “Televisión   y   audio   restringidos”   (estadísticas).   Disponible   en:  http://www.cofetel.gob.mx/es/Cofetel_2008/Cofe_television_y_audio_restringidos  13  “Telmex,  con  opción  para  adquirir  Dish”.  CNN  Expansión,  México,  29  de  abril  de  2011,  http://www.cnnexpansion.com/negocios/2011/04/29/telmex-­‐tiene-­‐la-­‐opcion-­‐de-­‐comprar-­‐dish  14   Jorge   Bravo,   “Telecomunicaciones:   insuficiente   cobertura,   convergencia   y  competencia”,  en  AMEDI,  Panorama  de  la  comunicación…,  cit.,  p.  129.  

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servicios,   así   como   su   calidad,   han   estado   atados   a   las   decisiones   de   las  empresas,   sin   intervención   estatal.   Solamente   hasta   2011,   la   COFETEL   y   la  Comisión  Federal  de  Competencia  han  tenido  un  comportamiento  de  mayor  exigencia   e   incluso   han   impuesto   multas   muy   altas   por   deficiencias   en   el  servicio  telefónico.  Sin  embargo  tales  sanciones  han  estado  dirigidas  solo  en  contra   de   las   empresas   del   Grupo   Carso   (propiedad   de   Carlos   Slim)  precisamente   cuando   se   ha   registrado   su   enfrentamiento   con   Televisa   y  Televisión  Azteca.  Es  decir,   la   acción   supervisora  y   sancionatoria  del   Estado  ha  estado  al  servicio  de  las  televisoras  y  no  de  los  ciudadanos.          Esa  negligencia  de   las  autoridades,  así  como  la   inexistencia  de  organismos  de  consumidores  de  telefonía,  siguen  significando  tarifas  altas  y  servicios  que  con  frecuencia  son  de  mala  calidad.  La  ausencia  de  una  política  nacional  para  extender   los   servicios   de   telefonía   ha   reproducido,   en   este   rubro,   la  desigualdad  social  y  regional  que  escinde  al  país.  En  2000,  mientras  que  en  el  Distrito   Federal   existían   33   líneas   telefónicas   por   cada   cien   hogares,   en  Chiapas  solamente  había    3.5.  Una  década  más  tarde,  en  2010,  en  la  capital  del   país   había   46.3   líneas   fijas   por   cada   100   habitantes,   en   tanto   que   en  Chiapas  había  5.4  15.        Igual  que  en  el  caso  de  la  televisión  digital,  la  convergencia  del  teléfono  con  la   comunicación   binaria   no   ha   sido   aprovechada   para   desarrollar   nuevos  contenidos  sino,  exclusivamente,  para  propagar  por  nuevas  vías   los  mismos  programas   y   mensajes   que   ya   conoce   la   sociedad   mexicana.   El   envío   de  señales  de  televisión  directamente  al   teléfono  celular  podría  ser  un  recurso  para  crear  opciones  de  comunicación  distintas  a   las  ya  conocidas  pero  esos  nuevos   servicios   solamente   han   sido   planteados   como   espejos   de   las  empresas  de  televisión  abierta.  El  Estado  no  se  ha  propuesto  aprovechar  esos  recursos  comunicacionales  que  podrían  servir,  entre  otros  usos,  como  nuevas  opciones  de  servicio  y  orientación.          De   manera   natural   aunque   inconstante   y   desordenada   –es   decir,   sin   un  proyecto   estatal   que   hubiera   podido   impulsar   y   extender   su   crecimiento–  Internet   se   ha   desarrollado   hasta   llegar,   a   fines   de   2010,   a   33  millones   de  mexicanos  que   representaban,   en   esas   fechas,   casi   el   30%  de   la   población.  

15   Datos   en   “Líneas   telefónicas   fijas   en   servicio   por   entidad   federativa”,   disponible   en  www.cofetel.gob.mx    

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Sin  embargo  menos  de  la  mitad  de  esos  usuarios  (algo  menos  de  16  millones)  disponían  de  Internet  en  su  hogar  16.        Sin  una  política  nacional  para   Internet  como  las  que  han  existido  en  otros  países   –aparte   de   los   planes   europeos   o   estadounidense,   las   estrategias  informáticas  de  Brasil   o  Chile   se   encuentran  entre   las  más  encomiables–   la  Red  se  ha  extendido  en  México  impulsada  casi  exclusivamente  por  el  interés  de  las  empresas  privadas  que  venden  conexiones  y  otros  servicios.  También  en  ese  plano,  ha  ocurrido  un  proceso  de  concentración  empresarial:  cada  vez  hay   menos   proveedores   de   servicios   de   enlace   a   la   Red   en   tanto   que   los  pocos  que  existen  con  presencia  nacional  acaparan  cada  vez  más  cuentas  de  conexión.  Teléfonos  de  México,  a  través  de  su  filial  Prodigy,  ha  impulsado  de  manera   significativa   el   consumo  de   Internet   gracias   a   la   venta   a   crédito  de  computadoras   que   cobra   junto   con   el   servicio   telefónico.   A   cambio   de   ese  servicio  la  empresa  que  ya  es  dominante  en  la  telefonía  desempeña  el  mismo  papel   en   la   conexión   a   la   Red  ofreciendo  un   servicio   caro   y   no   siempre   de  calidad.  En  junio  de  2010  el  gobierno  federal  otorgó  a  las  empresas  Televisa  y  Telefónica  una  concesión  para  manejar  un  hilo  de  fibra  óptica  en  la  red  de  la  Comisión   Federal   de   Electricidad   que   alcanza   20  mil   kilómetros   en   todo   el  país.   A   través   de   ese   cableado,   Televisa   y   Telefónica   podrán   instalar   una  nueva   red   nacional   de   transmisión   de   datos,   fundamentalmente   para  Internet.  A  cambio  tales  empresas  pagarían  884  millones  de  pesos,  un  monto  muy   inferior   a   la   inversión   que   hizo   el   Estado   para   tender   dicha  infraestructura   de   la   CFE.   En   las   reglas   de   esa   concesión,   no   se   incluyeron  disposiciones  para  regular  las  tarifas  ni  para  asegurar  parámetros  mínimos  de  calidad  en  el  servicio  que  se  ofrezca  a  los  usuarios.          En  México,  la  conexión  a  Internet  es  más  cara  que  en  muchos  otros  países.  En   marzo   de   2009,   en   Argentina   un   paquete   de   telefonía   a   Internet,   con  llamadas  ilimitadas  y  conexión  a  la  Red  de  3  Megabytes  por  segundo,  costaba  109  pesos  argentinos,  el  equivalente  a  329  pesos  mexicanos  (según  tarifas  de  Telefónica   Argentina).   En   España,   era   posible   contratar   telefonía   fija  ilimitada,  junto  con  Internet  de  10  Megabytes  por  27.42  euros,  equivalentes  a   466   pesos   mexicanos.   En   Estados   Unidos,   la   empresa   Verizon   ofrecía  telefonía  ilimitada  a  domicilio  y  conexión  a  la  Red  con  velocidad  de  descarga  de  15  Mb  por  50  dólares  al  mes,  es  decir,  609  pesos.  En  México,  el  paquete  

16   “Usuarios   de   Internet   por   lugares   de   acceso,   2001   a   2010”,   disponible   en  www.inegi.org.mx    

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de   Telmex   que   anunciaba   Internet   con   velocidad   “de   hasta   5   Mb”   y   con  llamadas  telefónicas,  cuesta  999  pesos  mensuales  17.        Esa   constituye   apenas   una   de   las   varias   facetas   que   asume   en  México   la  brecha   digital   y   es   pertinente   recalcarla   porque,   en   Internet,   cada   vez   se  desarrollan  más  espacios  de  comunicación  que  tienden  a  ser  una  alternativa  frente   a   las   costumbres   y   los   contenidos   de   los  medios   convencionales.   La  televisión   o   la   radio   en   Internet,   o   la   apropiación   de   audios   y   videos   de  cualquier   índole,  son  parte  de   las  nuevas   formas  de  quehacer  cultural  en  el  mundo.   Los  mexicanos   no   han   sido   ajenos   a   ellas.   Especialmente   entre   los  jóvenes  de  las  principales  ciudades,  los  usos  creativos  de  la  Red  comienzan  a  generar  experiencias  de  comunicación  distintas  a  las  ya  conocidas.  Pero  con  costos  altos   como   los  que  han   seguido  existiendo  en  México   la   Internet  de  banda  ancha,  que  es  en  la  que  se  pueden  tener  esas  formas  de  apropiación  y  creación   de   contenidos,   será   solamente   para   unos   cuantos   o   crecerá   con  lentitud.            Posibilidades  de  los  ciudadanos  en  Red,    pobrezas  en  el  México  de  Televisa  

     El  México  del  40%  que  tiene  acceso  a  docenas  de  canales  de  televisión,  que  es  además  el  México  del  30%  de  usuarios  regulares  de   Internet,  disfruta  de  amplio   acceso   al   universo   de   contenidos,   información   e   interactividad   que  hay  en  los  medios  digitales.  En  esos  porcentajes  se  manifiestan  avances  que  resultaría   imposible   soslayar.   Además,   la   capacidad   de   propagación   de  inquietudes  e   incluso  exigencias  de  los  ciudadanos  que  se  apoyan  en  la  Red  de  redes  para  ganar  presencia  social  está  constituyendo,  en  México  igual  que  en  otras  latitudes,  un  factor  de  renovación  y  expresión  en  la  vida  pública.        Sin  embargo  no  podemos  dejar  de  mirar  al  México  que  constituye  el  60%  de   las   familias   que   no   tienen   más   televisión   que   la   que   ofrecen   los   ya  conocidos   consorcios   del   entretenimiento   interesado,   o   del   70%   que   sigue  alejado   de   Internet.   El   México   de   los   conectados   a   la   televisión   de   paga  disfruta  de  opciones  en  materia  de  información  y  de  consumo  cultural  que  no  tiene  la  mayoría.  Entre  los  ciudadanos  con  recursos  para  estar  conectados  a  las  redes  informáticas  se  encuentran  aquellos  que  además  leen  periódicos  y  

17  Raúl  Trejo  Delarbre,  “Fracaso  del  gobierno  en  telecomunicaciones”,  en  Zócalo  número  134,   abril   de   2011,   página   8.   Datos   tomados   de   los   sitios   web   de   las   mencionadas  empresas  y  calculados  al  tipo  de  cambio  en  marzo  de  2011.

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revistas.  El  otro  México,  el  de  los  desconectados,  está  poco  identificado  con  la  comunicación  impresa.        Esa   fisura   en   las   opciones  de   información,   entretenimiento   e   intercambio  de   experiencias,   tiende   a   solidificar   la   existencia   de   dos   segmentos   que  mantendrán   concepciones   del   país   y   del   mundo   diferentes.   El   México   del  acceso  a   las   redes  y  a   los  recursos  digitales  será  más  contemporáneo  de  su  propio   tiempo,   con   una   visión   inevitablemente   más   global   y   menos  ensimismada.  El  México  de  Televisa  –así   lo  podemos   llamar  puesto  que  esa  ha   sido   y   es   previsible   que   siga   siendo   su   principal   fuente   de   insumos  culturales  en  el   sentido  más  amplio  del   término–   tendrá   concepciones  más  pobres  de  la  información,  la  diversión,  la  educación  y  la  vida  mismas.          La   brecha   entre   unos   mexicanos   y   otros   no   depende   únicamente   de   su  capacidad   financiera.   Aquellos   que   cuentan   con   canales   y   conexiones,   no  necesariamente   se   apartan   de   los   cartabones   culturales   e   ideológicos   que  tienden  a  propagar   las   televisoras  mexicanas.  No  basta  con  estar   suscrito  a  Sky   o   Dish,   o   tener   Internet   de   banda   ancha,   para   ejercer   un   consumo  culturalmente  pleno.  Por  otra  parte  no  hay  que  desestimar  los  esfuerzos  de  quienes,   sin   contar   con   equipamiento   o   conexiones   suficientes,   son  cibernautas   frecuentes   porque   asisten   a   los   cibercafés   o   en   sus   lugares   de  trabajo  o  estudio.          También  es  preciso  tomar  en  cuenta   los  sucedáneos  y  complementos  que  muchos  ciudadanos  encuentran  para  respaldar  su  consumo  cultural.  Aunque  pueda  ser  cuestionable,  el  apoderamiento  ilegal  de  señales  de  televisión  por  cable  o  satelitales  sigue  siendo  una  forma  de  ampliar  el  acceso  a  ese  medio  por  parte  de  ciudadanos  que  no  pagan  por  tales  servicios  y  que,  por  lo  tanto,  no  están  inventariados  en  las  estadísticas.  Y   la  piratería  como  la  denominan  las   empresas   fabricantes   de   discos   compactos   y   DVDs,   o   la   apropiación   de  productos  culturales  como  también  se   le  podría   llamar  si  se  prescindiera  de  sus  implicaciones  judiciales  también  complementa,  con  secuelas  que  no  han  sido  estudiadas,  el  consumo  mediático  de  la  población.          La   película   El   Infierno,   que   fue   la   segunda   cinta   mexicana   con   más  espectadores  en  salas  cinematográficas  en  2010,  tuvo  en  los  cines  un  público  de   2   millones   100  mil   personas.   Esa   misma   película,   durante   ese   año,   fue  descargada   de   Internet   por   lo  menos   604  mil   veces   18.   Si   se   considera   que  cada   película   descargada   de   la   Red   es   vista   por   varias   personas,   podría  

18   Datos   tomados   de   Instituto   Mexicano   de   Cinematografía,   Anuario   estadístico   2010.  IMCINE,  México,  2011,  pp.  30  y  108.    

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suponerse   que   el   consumo   de   esa   cinta   fue   tan   numeroso   a   partir   de   las  copias  tomadas  de  la  Red  como  en  la  asistencia  a  salas  cinematográficas.  Los  anteriores  datos  no  toman  en  cuenta  las  ventas  legales  de  copias  en  DVD,  ni  las   ventas   de   copias   piratas.   Las   implicaciones   de   esas   tendencias   son   de  carácter  legal  pero  también  económico,  cultural  y  social.          En  nuestro  país  no  hay  indagaciones  puntuales  al  respecto,  pero  en  todo  el  mundo  la  gente  se  aparta  cada  vez  más  de  la  televisión  para  destinar  mayor  tiempo   a   las   películas   o   la  música   que   alquila   u   obtiene   a   bajos   precios   o  incluso   de  manera   gratuita.   Así   que   la   brecha   cultural   entre   los  mexicanos  está  relacionada  con  la  capacidad  económica  pero  no  se  encuentra  del  todo  condicionada   por   ella.   El   México   del   30%   o   40%   con   acceso   a   productos  culturales   variados   y   no   necesariamente   dependientes   de   Televisa,   está  conformado   por   ciudadanos   de   capacidad   adquisitiva   suficiente   para   pagar  tales  servicios  pero,  también,  por  aquellos  que  se  las  ingenian  para  lograr  un  acercamiento  aunque  sea  esporádico  a  esos  canales  y  contenidos.    Concentración  y  espacio  público          La   concentración   de   muchos   canales   en   pocas   manos,   además   de   los  efectos   económicos   y   políticos   que   alcanza,   tiene   como   consecuencia   el  empobrecimiento   de   la   vida   ciudadana.   En   la  medida   en   que   cuentan   con  más   opciones   de   información   y   entretenimiento,   los   ciudadanos   están   en  mejores  condiciones  de  ejercer  su  libertad  como  consumidores  culturales.          En   todo   el   mundo   las   corporaciones   mediáticas   alcanzan   mayor   poder   y  controlan   cada   vez   más   recursos   comunicacionales.   Uno   de   los   más  destacados  especialistas  españoles  en  el  estudio  de  los  medios  ha  explicado  que,  entre  los  rasgos  recientes  en  las  industrias  culturales,  se  encuentra:  “Un  avance   rápido   de   la   concentración   no   sólo   en   torno   a   los   grupos  multinacionales   sino   también   a   las   mayores   empresas   de   cada   mercado  nacional  (con  frecuentes  alianzas  entre  ambos),  que  se  ha  verificado  en  todas  las  vías  posibles  (integración  vertical,  diversificación  horizontal  y  multimedia)  y   en   todos   los   mercados   desarrollados   hasta   tamaños   que  multiplican   por  muchas  veces  a  los  detectados  (con  alarma)  en  los  años  setenta.  Aunque  ese  crecimiento  aventurero  no  ha  dejado  de  mostrar  los  pies  de  barro  de  muchos  gigantes,   con  derrumbamientos  en  bolsa,  endeudamientos  desmesurados  e  incluso  apresurados  desmantelamientos  (como  Vivendi)”  19.  

19   Enrique   Bustamante,   “Políticas   de   comunicación   y   cultura:   nuevas   necesidades  estratégicas”,  en  César  Bolaño,  Guillermo  Mastrini  y  Francisco  Sierra,  editores,  Economía  

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     El   profesor   Bustamante   se   refiere   a   la   crisis   que   en   2002   se   develó   en   el  conglomerado   mediático   Vivendi,   de   origen   francés,   que   había   crecido  desmesuradamente   a   fuerza   de   comprar   empresas   de   ese   ramo   a   precios  superiores   a   su   valor   real.   Junto   con   tales   tropiezos,   la   concentración   de  medios  prosigue  con  tendencias  como  las  que  también  señala  ese  autor.  En  México   Televisa,   como   es   sabido,   tiene   presencia   en   los   más   diversos  espectáculos   y   no   solamente   en   la   televisión.   Mientras   sus   intereses  principales   estuvieron   en   el   negocio   del   entretenimiento,   no   tuvo   rivales  significativos.   Pero   Televisa,   ahora,   ha   incursionado   en   la   telefonía   con   las  mismas  prácticas  con  las  que  se  ha  sacudido  a  sus  competidores  en  el  campo  de  la  televisión.  Ese  consorcio  ha  requerido  –y  aunque  parezca  sorprendente,  ha   obtenido–   el   apoyo   del   gobierno   para   debilitar   al   Grupo   Carso,   que   ha  acaparado  el  negocio  de  la  telefonía  en  nuestro  país.          Durante  largo  tiempo  Televisa  y  Telmex-­‐Carso  pudieron  avanzar  por  cauces  diferentes   e   incluso   compartieron   la   propiedad   de   algunas   empresas.   Slim  respaldó   la   restructuración   financiera   de   Televisa   en   los   años   90   y   ambos  grupos  eran  copropietarios  de  Cablevisión,  entre  otros  negocios.  Sin  embargo  la  convergencia  tecnológica  propicia  la  amalgama  de  ambos  tipos  de  negocio.  Como  apuntamos  antes   las   televisoras  han  querido  difundir,   además  de   los  contenidos   que   tradicionalmente   han   transmitido,   señales   de   telefonía   e  Internet.   Y   las   compañías   telefónicas,   que   cuentan   con   extensas   redes   de  cableado   en   fibra   óptica,   están   en   capacidad   no   sólo   de   conducir   servicios  telefónicos   sino,   junto   con   ello,   canales   de   televisión.   Hasta   mediados   de  2011  el  gobierno  se  ha  rehusado  a  modificar  el  título  de  concesión,  suscrito  dos   décadas   antes,   que   le   impide   a   Telmex   la   distribución   de   servicios   de  televisión  a  través  del  cableado  telefónico.          De   esta  manera   en  México   la   digitalización  ha   tenido,   entre   sus   primeras  consecuencias,   una   nueva   combinación   de   opciones   para   dichas   empresas.  Telmex-­‐Carso  ha  adquirido  un  nuevo  protagonismo,  ahora  en  el  campo  de  los  medios   de   comunicación.   Para   los   ciudadanos   tendrían   que   ser   del   mayor  interés   las  decisiones  corporativas   (alianzas,  división  de   tareas,  escisiones  o  reencuentros,  etcétera)  que  tomen  esas  firmas  porque  de  ellas  depende,  en  buena  medida,  el  futuro  de  la  comunicación  en  México.          Por   lo   pronto,   los   procesos   de   fusión   y   centralización   mediáticas   están  teniendo   secuelas   ominosas   en   muy   diversas   áreas   del   entramado  

política,  comunicación  y  conocimiento.  Una  perspectiva  crítica   latinoamericana.   Junta  de  Andalucía  y  La  Crujía  Ediciones,  Buenos  Aires,  2005,  pp.  259-­‐260.  

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comunicacional.  En  la  prensa  escrita,  por  ejemplo,  desde  los  últimos  años  de  la  década  de  los  90  se  aprecia  un  proceso  de  creación  o  absorción  de  diarios  locales   por   parte   de   consorcios   manejados   desde   la   ciudad   de   México   o  Monterrey.  Los  grupos  Reforma  y  Multimedios  y  en  menor  medida  los  diarios  El   Universal,   El   Financiero   y   La   Jornada,   se   han   convertido   en   ejes  alimentadores   del   contenido   de   numerosos   periódicos   en   los   estados.   Esa  concentración   les  confiere  mayor   influencia  nacional  y  respaldo  empresarial  a  tales  grupos,  pero  en  detrimento  de  la  diversidad  y  de  los  rasgos  locales  en  buena   parte   de   la   prensa   de   los   estados.   Y   desde   luego,   en   el   caso   de   los  medios  electrónicos   la  concentración  de  emisoras,   frecuencias  y  contenidos  en   unos   cuantos   grupos   televisivos   y   radiofónicos,   tiende   a   socavar   la  variedad  de  enfoques  y  programas   locales  que  habría  en  todo  el  país  de  no  ser  por  ese  acaparamiento  empresarial.        Los  efectos  de  la  concentración  mediática  en  la  vida  pública  y  por  lo  tanto  en   la   erosión   de   la   democracia,   han   sido   advertidos   en   numerosas  circunstancias  nacionales.  Por  eso  una  de  las  constantes  en  la  legislación  para  los   medios   y   las   telecomunicaciones,   en   prácticamente   todos   los   países  desarrollados,  es  el  establecimiento  de  límites  a  la  propiedad  de  empresas  de  ese   ramo.   La   profesora   argentina   Ana   Fiol,   con   razón,   ha   subrayado:   “es  innegable   la  relación  entre  hegemonía  cultural   (reproducida/fortalecida  por  la   concentración   de   medios   en   pocas   manos   y   estas   manos   además  vinculadas  a  los  grandes  negocios  nacionales  y  a  la  economía  global,  es  decir,  menos  voces  y  más  vinculadas  al  poder  hegemónico)  y   la  contracción  de   la  esfera  pública.    Eso  significa  menos  espacios  para  buscar  y  discutir  problemas  comunes,  supone   la   invisibilización,  banalización  u  hostigamiento  de  grupos  sociales  enteros  y  de  sus  problemas  (negación  de  derechos  básicos,  pobreza,  marginalidad),  tanto  como  la  alienación  de  las  clases  populares  de  decisiones  que  les  conciernen”  20  .          La   concentración   de  medios   de   comunicación   tiene   efectos   directamente  proporcionales   al   estrechamiento   del   espacio   o   de   la   esfera   públicos.  Mientras   mayor   es   el   acaparamiento   de   muchos   medios   en   pocas   manos,  menor   resulta   la   flexibilidad,   la   hospitalidad   y   desde   luego   la   amplitud   del  territorio   público.   Por   eso   la   acumulación  mediática   exige   regulaciones   por  parte   del   Estado   y,   por   parte   de   la   sociedad,   contrapesos   y   contextos   de  

20  Ana  Fiol,  “Propiedad  y  acceso  a  los  medios  de  comunicación  en  el  mundo”,  Chasqui  74,  Quito,  junio  de  2001.  Negritas  en  el  original.  

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exigencia.  Los  medios  de  carácter  público  pueden  contribuir  a  equilibrar,  o  al  menos  a  mitigar,   el   poder  de   las   corporaciones  privadas  en  el   campo  de   la  comunicación  pero  no  bastan  para  ello.  Para  contrapesar   la  presencia  –que  en   México   a   menudo   se   traduce   en   prepotencia   y   soberbia–   de   las  corporaciones   mediáticas,   hacen   falta   decisión   de   legisladores   y   partidos,  auténtica   vocación   de   gobierno   por   parte   de   los   encargados   de   la  administración   pública   y   sobre   todo,   que   en   la   sociedad   se   desarrolle   una  actitud  escrupulosa  y  analítica  respecto  de  los  medios.          Algunas   de   esas   corporaciones   posiblemente   tienen   o   tendrán   pies   de  barro.   Pero   mientras   se   desmoronan,   si   es   que   eso   llega   a   suceder,   será  preciso  que  sociedad  y  Estado  construyan  espacios  para  deliberar  y  proponer  acerca   de   dicho  poder  mediático.   En   los   siguientes   años   presenciaremos   el  surgimiento   de   corrientes   ciudadanas,   organismos   sociales   y   observatorios  que   tendrán,   como   principal   o   exclusiva   preocupación,   el   escrutinio   de   los  medios   de   comunicación.   Quizá   entonces,   además   de   reconocerlos   como  problema,   a   los   medios   se   les   comience   a   entender   como   recursos   –de  comunicación,  socialización,  propagación  de  ideas  e  informaciones  de  la  más  variada   índole–.  Ese  futuro,  con  una  sociedad  que  reclama  y  propone,  ya   lo  estamos  presenciando.    

Granja  de  la  Concepción,  D.F.,  junio  de  2006  y  junio  de  2011.  

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ANEXO    

Una  agenda  para  los  medios          El   cambio  en   la   actitud  de   la   sociedad  hacia   los  medios  de   comunicación,  como   apuntamos   en   las   líneas   anteriores,   ha   comenzado.   Una   de   esas  expresiones  fue  el  Encuentro  Nacional  por  la  Diversidad  y  la  Calidad  en  los  Medios  de  Comunicación,  convocado  por  la  Asociación  Mexicana  de  Derecho  a   la   Información  y  medio  centenar  de  organizaciones  sociales,   los  días  5  y  6  de   abril   de   2011   en   el   Antiguo  Hospital   Concepción   Béistegui   en   el   Centro  Histórico  de  la  Ciudad  de  México.  La  presentación  de  más  de  150  ponencias  y  la  asistencia  de  más  de  un  millar  de   ciudadanos,   señalaron   la   voluntad  y   la  capacidad  de  la  sociedad  activa  para  inquietarse  creativamente  por  el  estado  de  los  medios  de  comunicación.          La   relatoría   general   de   dicho   evento   ofreció   una   apretada   síntesis   de   esa  evidente  riqueza  de  planteamientos,  contribuciones  y  propuestas.  Estas  son  las  33  iniciativas  generales  que  surgieron  del  Encuentro.        1.  Reforma  legislativa.  La  reforma  legal  para  los  medios  de  comunicación  es  de   la   mayor   urgencia.   El   viernes   8   de   abril   se   cumplió   un   año   de   la  presentación,   de   manera   simultánea   en   las   cámaras   de   Diputados   y  Senadores,   de   la   Iniciativa   de   Ley   Federal   de   Telecomunicaciones   y  Contenidos  Audiovisuales  que   fue  promovida  por   varios   partidos  políticos   y  en  cuya  elaboración  participaron  miembros  de  la  Amedi.          Esa   iniciativa   establece   limitaciones   al   acaparamiento   de   medios   de  comunicación,   instituye   un   organismo   con   atribuciones   para   regular   los  mercados   y   actores   de   las   telecomunicaciones   y   la   radiodifusión,   reivindica  derechos   de   usuarios   y   audiencias   de   los   medios   y   garantiza   el  funcionamiento   de   los   medios   públicos.   Allí   se   precisan   reglas   para   la  interconexión   entre   empresas   de   telecomunicaciones   y   se   asegura   la   plena  convergencia   tecnológica,   así   como  sanciones  más   severas  para  quienes  no  cumplan   con   la   ley   y   la   regulación.   La   pluralidad   en   la   radio   y   la   televisión  sería   promovida   con   la   licitación   de   más   frecuencias   y   con   espacios  garantizados  para  la  producción  independiente.  Además,  se  reconoce  que  la  radiodifusión   y   las   telecomunicaciones   constituyen   un   servicio   público   que  debe  ser  garantizado  por  el  Estado.  La  publicidad  engañosa  o  los  contenidos  no   aptos   para   los   niños   también   encuentran   regulación   en   esta   iniciativa.  Habría  que   incluir  otras  propuestas  adicionales  como   la  creación  de  Fondos  

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de  Cobertura  Social  para  servicios  de  telecomunicaciones  en  zonas  rurales  y  desprotegidas.          Esa  iniciativa  constituye  el  proyecto  más  detallado  que  haya  sido  elaborado  para  normar  las  telecomunicaciones  y  la  radiodifusión.  El  aplazamiento  en  su  dictaminación   y   análisis,   incluso   por   parte   de   muchos   de   los   diputados   y  senadores  que  suscribieron  su  presentación,  resulta  inaceptable.  Únicamente  el  desinterés  del  Congreso  de   la  Unión  por  estos   temas  y  el  cabildeo  de   las  corporaciones  mediáticas  que  no  quieren  una  legislación  que  acabaría  con  el  funcionamiento   monocorde   que   ha   caracterizado   la   comunicación   en  México,   explican   el   abandono   de   esa   y   otras   propuestas   de   reforma   legal  para  los  medios.          2.   Política   de   Estado.   Es   necesaria   una   política   de   Estado   incluyente,  transversal   y   suficientemente   debatida   entre   todos   los   actores   de   la  comunicación  (gobierno,  legisladores,  empresas,  operadores  y  sociedad)  que  rija   el   destino   de   la   radiodifusión,   las   telecomunicaciones   y,   en   general,   el  desarrollo  de  la  Sociedad  de  la  Información  y  el  Conocimiento  en  México.  Es  prioritario   que   los   partidos   y   candidatos   que   aspiren   a   contender   en   la  elección  de  2012  incluyan  entre  sus  plataformas  programáticas  y  propuestas  de   campaña,   políticas   y   acciones   concretas   para   democratizar   el   actual  sistema   de  medios.   Cada   vez   es  más   ilegítimo   que,   por   no  molestar   o   por  congraciarse   con   los   concesionarios   de   la   radio,   la   televisión   y   las  telecomunicaciones,  los  candidatos  demoren  o  impidan  reformas  al  régimen  legal,   fomenten   o   avalen   contrarreformas,   u   omitan   políticas   de   Estado  necesarias  y  urgentes  para  el  desarrollo  del  país.          3.  Licitar  más  cadenas  de  televisión.  Existen  todas  las  condiciones  técnicas  para   que   sean   puestas   a   licitación   las   frecuencias   que   integrarían,   por   lo  menos,   dos   nuevas   cadenas   nacionales   de   televisión.   La   inhibición   del  gobierno   en   ese   asunto   sólo   se   debe   a   la   subordinación   a   Televisa   y  Televisión  Azteca  que  abominan  cualquier  competencia  en  un  mercado  que  han  monopolizado  indebidamente.          4.  Nuevas  opciones   en   televisión  digital.   La   televisión  digital   debe   servir,  antes  que  nada,  para  que  haya  más  frecuencias  disponibles  y,  de  esa  manera,  opciones  distintas  a  las  que  hasta  ahora  han  tenido  los  televidentes  de  todo  el   país.   Deben   destrabarse   los   obstáculos   legales   y   administrativos   para   el  desarrollo  de  esa  televisión.  Las  frecuencias  que  sean  utilizables  a  partir  del  cambio   digital   deben   ser   para   nuevos   operadores,   incluyendo   instituciones  culturales   y   grupos   sociales   interesados   en   incursionar   en   ese  medio.   Sería  

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inadmisible   que,   con   la   mudanza   digital,   las   televisoras   que   hoy   en   día  acaparan  las  frecuencias  comerciales  tuvieran  más  canales.          5.   Certidumbre   para   los   medios   públicos.   Los   medios   no   comerciales  tienen   que   ser   entendidos   como   espacios   de   pluralidad,   libertad,   con  independencia  respecto  de   las   instituciones  oficiales  y  ser  promotores  de   la  democracia   y   la   construcción   de   ciudadanía.   Deben   ser   auténticos   medios  públicos  y  no  espacios  propagandísticos,  para  que  cumplan  a  cabalidad  con  su   función   social.   México   requiere   de   un   sistema   nacional   de   televisión  pública,   que   podría   partir   de   la   infraestructura   de   la   cual   dispone  actualmente  el  Canal  Once  pero  manejado  con  autonomía  y   con   formas  de  retroalimentación   con   la   sociedad.   Para   que   los   medios   públicos   cumplan  nacional,   regional   y   localmente   las   tareas   que   pueden   desarrollar   en  beneficio   de   la   calidad   y   la   diversidad,   es   imprescindible   que   cuenten   con  pleno,   suficiente   y   permanente   respaldo   financiero,   pero   sin   necesidad   de  comercializar   espacios   con   fines   publicitarios.   El   patrocinio   es   una   opción  válida   que   debe  definirse   de  manera   clara   en   la   legislación   para   que   no   se  confunda  con  la  publicidad.  Por  lo  tanto,  es  prioritario  legislar  en  materia  de  medios  públicos  para  garantizar  su  certidumbre  jurídica.          6.   Señales   abiertas   para   canales   del   Congreso   y   Judicial.   Espacios   de  discusión  y  deliberación   como   los   canales  del  Congreso  y   Judicial,   así   como  opciones   de   televisión   universitaria   como   TV   UNAM,   debieran   tener   una  difusión   abierta   y   nacional,   para   que   los   televidentes   no   tengan   que   pagar  por   recibir   esas   señales.   Se   trata   de  medios   donde   se   debaten   los   grandes  temas   de   interés   nacional   que   afectan   a   todos   los   mexicanos,   o   bien   de  espacios   universitarios   donde   se   dan   a   conocer   nuevos   conocimientos   o  investigación   científica   que   podría   servir   para   solucionar   los   muchos   y  grandes  rezagos  que  enfrenta  el  país.  Sólo  un  Congreso  reacio  a  atender  las  demandas  ciudadanas  puede  darse  el  lujo  de  que  los  canales  del  Congreso  y  Judicial  no  sean  conocidos  por  toda  la  población.          7.  Tarifas  bajas  y  obligaciones  para  operadores.  La  interconexión  entre  las  empresas  de   telefonía   tiene  que   lograr   la  mejoría,  no  el  encarecimiento  de  tales   servicios.   La   autoridad   está   obligada   a   garantizar   tarifas   bajas   en  beneficio   de   los   consumidores,   las   cuales   redundarán   en   una   mayor  penetración   y   cobertura  de  estos   servicios.   También  es  necesario  que  a   las  telecomunicaciones  no  sólo  se   les  vea  como  negocio,   sino  como  una  nueva  oportunidad   para   abatir   brechas   sociales   en   temas   prioritarios   como  educación,   salud,   seguridad   y   gobernanza.   Para   ello   es   necesario   que   la  autoridad  establezca  y  verifique  obligaciones  de   inversión  y  cobertura,  a   fin  

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de   que   las   nuevas   tecnologías   y   sus   ventajas   lleguen   a   la   mayoría   de   los  habitantes,  sobre  todo  los  más  desprotegidos.          8.  Convergencia  plena.  Resulta  absurdo  que  las  empresas  interesadas  y  con  capacidad   para   ofrecer   televisión   de   paga   no   puedan   hacerlo   debido   al  amago  de  quienes   controlan  ese  mercado.  Todos   los   sistemas  de   televisión  codificada   deben   estar   autorizados   a   difundir   las   señales   de   la   televisión  abierta;   más   aún,   esa   debe   ser   una   obligación   de   los   proveedores   de  televisión  por  cable,  satélite  o  cualquier  otra  modalidad  no  abierta.  En  todos  los   sistemas   de   televisión   de   paga   deben   existir   canales   destinados   a   la  difusión   de   contenidos   audiovisuales   creados   por   productores  independientes.          9.  Internet  abierto,  libre,  rápido  y  barato.  Los  mexicanos  tenemos  derecho,  en  las  mejores  condiciones  técnicas,  a  producir,  recibir  y  distribuir  contenidos  digitales   de   toda   índole.   Ninguna   política   o   legislación   debe   coartar   el  legítimo  derecho  de  los  usuarios  de  consumir  productos  culturales.  El  Estado  tiene  la  obligación  de  garantizar  auténticas  conexiones  de  Internet  de  banda  ancha  a  costos  accesibles,  a  diferencia  de  las  parsimoniosas  velocidades  por  las   cuales   tenemos  que  pagar   algunas  de   las   tarifas   de   conexión   a   Internet  más  caras  en  el  escenario  internacional.          10.  Una  agenda  digital.  Concebir,  diseñar,  discutir  y  poner  en  práctica  una  agenda  digital  para  conducir  a  México  hacia  la  Sociedad  de  la  Información.  El  acceso  a  Internet  de  banda  ancha  y  las  nuevas  tecnologías  de  la  información  y   la   comunicación  debieran   traducirse  en  mejores  condiciones  de  vida  para  los  ciudadanos,  por  cuanto  estas  tecnologías  contribuyen  a  mejorar  servicios  públicos   de   salud,   educación,   seguridad   y   gobierno,   además  de  proteger   el  medio  ambiente.          11.  Prohibir   los  “productos  milagro”.  Las  televisoras  se  han  convertido  en  vehículos  de  engaños  cotidianos  que  ahora,   incluso,   lesionan   la  salud  de   los  mexicanos.  La  publicidad  de  los  llamados  “productos  milagro”  contraviene  las  leyes  en  materia  de  salud  y  medios  electrónicos.  Exigimos  que,  de  inmediato,  las   autoridades   cumplan   la   obligación  de   sancionar   tanto   a   los   laboratorios  como  a  las  empresas  televisoras  que  difunden  esos  productos.          12.   Transparencia   y   claridad   en   el   gasto   de   comunicación   social.   Los  medios   privados   más   poderosos   se   benefician   de   enormes   y   constantes  transferencias  de   recursos   fiscales  porque   los  gobiernos   federal   y  estatales,  así   como   numerosas   instituciones   públicas,   saturan   de   propaganda   las  frecuencias   y   atiborran   de   dinero   público   las   finanzas   de   tales   empresas   al  contratar  espacios  cada  vez  más  amplios  en  la  televisión  y,  en  menor  medida,  

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en   la   radio,   la   prensa   y   ahora   los  medios   digitales.   El   gasto   publicitario   de  esos   gobiernos   debe   regirse   bajo   una   política   de   comunicación   social,   ser  transparente  y  ser  conocido  en  una  base  de  datos  pública  y  actualizada  que  contenga  contratos,  montos  y  tiempos  de  transmisión.  Proponemos  que  por  cada   peso   que   se   gaste   en   la   contratación   de   propaganda   en   televisión   y  radio   comerciales,   se   destine   un   monto   idéntico   a   un   fondo   para   la  producción  audiovisual   independiente   y  para  el   fomento  a   la   comunicación  comunitaria  y  ciudadana.          13.  Programa  de  ayudas  para  publicaciones.  Los  medios  impresos  también  deben   transparentar   su   tiraje,   venta   y   cobertura   y   no   basarse   en   cifras  ficticias  para  conseguir  publicidad  oficial.  En  tiempos  de  consumos  digitales  y  de   caídas   en   los   índices   de   suscriptores   y   lectores,   un   programa   y   la  regulación   de   estímulos   a   la   prensa   pueden   ayudar   a   erradicar   la  discrecionalidad   en   el   otorgamiento   de   pautas   publicitarias,   asegurar   la  independencia   editorial   de   las   publicaciones   y   garantizar   la   pluralidad   y  diversidad  de  puntos  de  vista.          14.   Reglamentar   la   propaganda   gubernamental.  Urge   regular   el   artículo  134   constitucional   en   materia   de   propaganda   y   comunicación   social   para  evitar  más  simulación  y  sometimiento  a  los  medios  electrónicos.  Es  necesario  prohibir   la  publicidad  encubierta,   integrada  y   las  gacetillas,  que  sólo  buscan  engañar   o   confundir   a   las   audiencias,   sobre   todo   en   procesos   electorales.  Esto  es  indispensable  para  propiciar  una  relación  más  transparente  y  menos  onerosa  entre  políticos,  medios  y  ciudadanía.          15.  Menos  spots  y  más  debate  electoral.  Hacer  valer  la  legislación  electoral  es  una  prioridad  de  la  autoridad,   los  partidos,   los  candidatos,   los  medios  de  comunicación  y   los  ciudadanos.  También  debe  elevarse  el  nivel  de  debate  y  de  discusión  de  los  asuntos  públicos,  sobre  todo  en  contiendas  electorales.  El  actual  modelo  de  comunicación  política  basado  en  spots  de  30  segundos  sólo  esquematiza  los  problemas  y  no  contribuye  a  la  deliberación  pública.  De  cara  a   los   futuros   procesos   electorales,   resulta   necesario   poner   en   práctica  formatos  distintos  de  comunicación  política  que  permitan  el  intercambio  y  la  discusión  de  propuestas.          16.  Homologar   la  Ley  Federal  de  Radio  y  Televisión  en  materia  electoral.  Para   reflejar   la   pluralidad   y   las   contradicciones   inherentes   de   la   sociedad  mexicana   durante   la   disputa   político-­‐electoral,   así   como   para   garantizar   la  equidad  en   la  contienda,  prevenir  y  castigar   incumplimientos  de   los  medios  electrónicos  en  materia  electoral,  es  indispensable  reformar  la  Ley  Federal  de  Radio   y   Televisión   y   homologarla   con   las   disposiciones   que   en   materia   de  

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comunicación   política   dispuso   la   reforma   electoral   de   2007-­‐2008,   así   como  los   diversos   ordenamientos   y   reglamentos   que   para   tal   efecto   emita   la  autoridad  electoral.          17.  Monitoreos  oficiales  y  ciudadanos  de  contiendas  y  cobertura  electoral.  Cada   vez   es   más   necesario   que   la   autoridad   electoral,   los   observatorios  ciudadanos   y   las   organizaciones   de   la   sociedad   civil   realicen   monitoreos  cualitativos  y  cuantitativos  objetivos  e  imparciales,  muestrales  y  censales  del  uso  de  los  tiempos  oficiales  a  los  que  tienen  derecho  los  partidos,  las  nuevas  formas   de   comunicación   política   tanto   en   medios   tradicionales   como  digitales,  así  como  de  la  cobertura  informativa  que  realizan  los  medios  de  las  contiendas  electorales.          18.   Propiciar   la   participación   en   elecciones.   En   todo   momento   la  propaganda   electoral   en   medios   electrónicos   debe   ser   administrada   y  contratada  por  el   Instituto  Federal  Electoral.   Internet  debe  seguir  siendo  un  espacio  libre  donde  políticos  y  ciudadanos  encuentren  un  espacio  de  difusión  e   interacción.   Tomar   en   cuenta   a   los   jóvenes   y   dirigir  mensajes   para   ellos,  que  motiven   su  participación  e   involucramiento  en   los   asuntos  públicos,   es  tarea  tanto  de  autoridades  electorales  como  de  partidos  y  candidatos.          19.  Derecho  de  réplica.  La  reglamentación  del  derecho  de  réplica  es  una  de  las  demandas  que  más  consenso  generan.  Contenido  en  la  Ley  de  Imprenta,  en   el   Reglamento   de   la   Ley   Federal   de   Radio   y   Televisión   y   en   la   reforma  electoral  de  2007-­‐2008,  el  derecho  de  réplica  permitirá  crear  un  mecanismo  para  que   los   ciudadanos  que   se   sientan   agraviados  por   información   falsa   o  inexacta  soliciten  a   los  medios   la  debida   rectificación.  El  derecho  de   réplica  no  propicia  censura  sino  que  favorece  un  ejercicio   informativo  más  preciso,  serio,   responsable   y   apegado   a   la   realidad.   El   de   réplica   es   un   derecho  consagrado   en   convenciones   internacionales   que   no   sólo   beneficia   a   las  figuras   públicas   sino   a   cualquier   individuo,   por   lo   que   su   reglamentación  resulta   urgente.   Además,   es   un   compromiso   aún  pendiente   que   asumieron  los  partidos  al  aprobar  la  reforma  electoral  de  2007-­‐2008.          20.  Garantizar  derechos  de  las  audiencias.  La  creación  de  códigos  de  ética,  defensores  de  audiencia   y  otros  mecanismos  autorregulatorios,   debiera   ser  una   exigencia   básica   de   cualquier   medio   de   comunicación   comercial   o  público.   Los   derechos   de   las   audiencias,   pero   también   las   nuevas  posibilidades   tecnológicas   y   el   aminoramiento   de   las   relaciones   jerárquicas  en   la   sociedad,   hacen   que   los   consumidores   y   usuarios   sean   cada   vez  más  críticos,  exigentes  y  demandantes.  Si  realmente  los  medios  ofrecen  lo  que  el  

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público  pide,  podrían  empezar  por  conceder  espacios  y  mecanismos  para  que  las  personas  emitan  sus  comentarios,  quejas  o  requerimientos.          21.   Educar   para   los   medios.   Es   necesario   impulsar   el   desarrollo   de  estrategias   educativas,   con   especial   atención   en   la   niñez   y   la   adolescencia,  para  la  lectura  de  contenidos  mediáticos  con  criterios  que  contribuyan  a  una  sociedad   basada   en   la   igualdad.   Entre   esos   criterios   es   imprescindible   la  perspectiva   de   género.   La   academia   y   los   espacios   educativos   deben  contribuir  para  crear  conciencia  y  fomentar  un  consumo  crítico  de  los  medios  de   comunicación,   a   través   de   materias   y   programas   educativos   que  conduzcan  a  esa  formación  cívica.          22.   Monitorear   y   observar   a   los   medios.   Impulsar   cada   vez   más  observatorios   de   medios   que   vigilen   los   contenidos   mediáticos   y   den   a  conocer  sus  resultados  con  base  en  datos  cuantitativos  y  cualitativos  sobre  el  quehacer  y  la  actuación  de  los  medios  de  comunicación  frente  a  temas  como  género,  niñez,  discriminación,  salud,  violencia,  derechos  humanos,  diversidad  cultural  y  participación  ciudadana.          23.   Erradicar   formas   de   violencia   y   discriminación.   Los   medios   tienen  responsabilidades   públicas   que   pocas   veces   cumplen   a   cabalidad.   Es  indispensable  que  promuevan  contenidos  que   reivindiquen   los  derechos  de  las   mujeres   y   las   niñas   y   que   se   erradiquen   las   representaciones   sexistas,  homofóbicas,   clasistas,   racistas   y   discriminatorias   que   abundan   en   esos  espacios  de  comunicación.          24.  Equidad  de  género  en  los  medios.  Eliminar  el  llamado  techo  de  cristal,  hacer  valer  el  derecho  a  comunicar  de  las  mujeres  y  garantizar  la  equidad  de  género  en  el  acceso  a  puestos  de  dirección  en   los  medios  de  comunicación,  permitiría   erradicar   prejuicios,   representaciones   machistas,   formas   de  violencia  y  prácticas  sexistas.          25.  Regular  anuncios  de  prostitución  en  publicaciones.  Reglamentar  en  las  publicaciones  periódicas  y  en   la   radio  y   televisión   los  anuncios  que  podrían  alentar  la  prostitución  (o  sexo  servicio)  y  la  trata  de  personas.  La  idea  es  que  los  medios   de   comunicación   no   denigren,   no   discriminen,   no   humillen   por  ninguna  causa  y  sí  respeten  la  condición  humana  de  las  personas.          26.  Proteger  la  salud  infantil.  Prohibir  de  manera  clara  y  sin  que  se  preste  a  interpretaciones  la  publicidad  de  comida  “chatarra”  en  horarios  infantiles  en  la   televisión   y   la   radio   y   sancionar   a   las   empresas   que   la   promuevan   en  Internet.          27.   Escrupulosidad   en   la   cobertura   informativa.   Los   medios   de  comunicación   no   son   ajenos   a   las   circunstancias   de   violencia   y   delito   que  

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devastan  la  sociedad  mexicana.  Tienen  que  hacer  un  esfuerzo  para  no  fungir  como  voceros  de  la  delincuencia  y  para  manejar  con  toda  escrupulosidad  las  informaciones   sobre   esos   temas.   Los   códigos   de   comportamiento   editorial  que   se   propongan   orientar   el   desempeño   de   los   informadores   y   de   los  medios  al  cubrir  asuntos  relacionados  con  la  violencia  sólo  tendrán  eficacia  si  los   periodistas,   desde   sus   redacciones,   los   hacen   suyos.   Nos   parece  condenable  el  lucro  político  y  propagandístico  de  Televisa,  Televisión  Azteca  y  otros  medios  con  este  asunto.          28.  Salvaguardar  el   trabajo  periodístico.  La  protección  de   los  periodistas,  especialmente  de   los   reporteros  que   cubren   informaciones  delicadas,   tiene  que   ser   prioridad   de   la   sociedad  mexicana.   Las   empresas   de   comunicación  están   obligadas   a   pagar   salarios   dignos   (sin   distinción   de   género),   financiar  seguros  de  gastos  médicos  y  de  vida,  brindar  capacitación  y  emprender  todos  los  esfuerzos  posibles  para  respaldar  a  los  periodistas  en  toda  circunstancia,  especialmente  cuando  se  encuentran  en  situaciones  de  riesgo.          29.  Periodismo  ético,   serio  y  profesional.  Asimismo,  es  necesario  que   los  periodistas   dignifiquen   su   profesión   y   practiquen   un   periodismo   más  apegado   a   los   hechos   y   menos   a   la   estridencia   de   las   descalificaciones,   el  sensacionalismo  o   la  espectacularización  de   la  noticia.   Independientemente  de   la   plataforma   a   través   de   la   cual   se   dé   a   conocer   la   información,   la  búsqueda  de  lo  novedoso,  el  rigor,   la  precisión  al   informar,   la   indagación,  el  contexto   que   ubique   el   acontecimiento   y   los   más   elementales   parámetros  éticos,   siguen   siendo   características   definitorias   de   un   periodismo   serio   y  profesional.          30.   Investigar  y  castigar  agresiones.  El  Estado  tiene   la  obligación  de  crear  condiciones  para  que   los   informadores  desarrollen   sus   labores   sin   riesgos  y  de   investigar  y  castigar   las  agresiones  a   los  periodistas.  El  Estado  mexicano,  comenzando   por   el   gobierno   federal   pero   también   las   entidades   de   la  República,  han  incumplido  esas  responsabilidades.          31.   Reconocer   y   no   criminalizar   emisoras   comunitarias.   Un   cimiento  ineludible  de  la  pluralidad  que  necesitamos  se  encuentra  en  la  radiodifusión  comunitaria.   Lejos   de   garantizarla   como  mandata   la   Constitución,   el   poder  político   persigue   e   incluso   sanciona   penalmente   a   algunos   de   sus  promotores.   La   comunicación   comunitaria   requiere   de   normas   que  reconozcan   sus   circunstancias   específicas.   La   sociedad   puede   beneficiarse  con   la   existencia   de   un   vigoroso   movimiento   de   radiodifusoras   y   otros  medios  de  carácter  comunitario,  que  solidifiquen  la  realidad  multicultural  de  la   nación.   Es  necesario  que  estos  medios  de   auténtico   servicio   comunitario  

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sean   reconocidos   legalmente,   se   suspendan  de   inmediato   su   persecución   y  criminalización  y  se  garanticen  condiciones  para  su  autofinanciamiento.          32.   Promover   producción   nacional   independiente.   Para   propiciar  diversidad   y   calidad   en   los   medios   se   requiere   financiar   e   impulsar   la  producción  a  cargo  de  pequeñas  y  medianas  empresas.  Para  ello  se  propone  que,  con  un  gravamen  trimestral  equivalente  al  2  por  ciento  de  las  ganancias  totales   de   las   cadenas   privadas   de   televisión   abierta   y   de   los   sistemas   de  televisión   restringida,   se   establezca   un   fondo   audiovisual   que   también  beneficiaría   a   medios   públicos   y   comunitarios.   Asimismo,   se   propone  incorporar   un   sistema   de   cuotas   de   pantalla   de   producción   nacional   y  extranjera,   tanto  en  televisión  abierta  como  de  paga.  Con  estas  acciones  se  generarían   empleos   y   se   diversificarían   el   trabajo   creativo,   así   como   la  pluralidad.          33.  Apoyos   para   el   cine   y   los   documentales.  Modificar   la   Ley   Federal   de  Cinematografía   para   crear   un   fondo   de   apoyo   a   la   producción   de   cine  nacional,   y   obligar   al   pago   por   derecho   de   transmisión   por   parte   de   las  televisoras,   son   apenas   dos   medidas   prioritarias   de   la   industria  cinematográfica   afectada   en   su   cadena   de   valor   por   los   productores,  distribuidores   y   exhibidores   extranjeros.   Asimismo,   es   indispensable  garantizar  el  derecho  de  exhibición  de  filmes  documentales  sin  que  se  vean  sometidos   a   censura   previa   o   al   capricho   de   las   autoridades   políticas   o  judiciales.    

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