ME SOLIDARIZO PORQUE EL SIGUIENTE PUEDE SER YO
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ME SOLIDARIZO PORQUE EL SIGUIENTE SERÉ YO ��.��.����
Agustín Zúñiga Página 1
ME SOLIDARIZO PORQUE EL SIGUIENTE SERÉ YO
Las equivocaciones son parte de la vida
Somos seres humanos proclives a la equivocación, al error, eso es normal,
está en nuestro cotidiano, incluido nuestro trabajo, es parte de la vida. Si el
error es leve, pasajero, el asunto termina con una disculpa, o un castigo
simple de llamado de atención, un jalón de orejas cuando somos niños.
Sin embargo, el tema, se hace serio, cuando el error, tiene efectos,
profundos, no importa que sea pasajero, si esto conlleva dolor y maltrato
excesivo. El error es mucho más grave, cuando las consecuencias son
prolongadas, permanentes hasta eternas. En estos casos el resarcimiento
tiene que ser claro, contundente, oportuno, nunca tardío.
La cultura del espectáculo, de la banalización de la dignidad
Cuando la equivocación mella lo más valioso de una persona, su dignidad,
su nombre, y lo hace públicamente entonces, ese error no puede dejarse
pasar por alto, ni solo merecer una disculpa privada. Eso es lo que ocurre
con la prensa (la mala prensa y la que abunda, lamentablemente), que
cuando comete un error, la reparación es lenta, pobre y hasta inexistente.
Los periodistas (los malos lo que abunda) agentes de la noticia prefieren el
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rating, el escándalo, sin antes efectuar la validación, verificación,
evaluación, es decir sin investigar el hecho. Su análisis es simple: “si los
otros medios van a sacar la noticia, sin investigar, mejor lo lanzo yo y soy
el primero”, que les importa si fue mentira, si ensució el nombre de alguien,
sobre todo si se trata de nombre poco conocido, ni es un gran empresario, o
reconocido político. Para la prensa amarilla, la noticia escandalosa pesa más
que el valor de la persona.
Lo digo en forma genérica,
porque esa es el accionar
denominado normal de la
prensa, es “la cultura del
espectáculo, del todo vale frente
al rating, del desprecio por la
verdad, de la banalización de la
dignidad”, del simplismo
irreflexivo que “lo que manda
es el mercado, eso le gusta a la
gente”, “si no te gusta cambia
de canal”.
Muchos dejamos pasar esa
situación porque finalmente se
trata del espectáculo. Pero no
es así, sutilmente se grava en nuestro inconsciente, el irrespeto por la
verdad, y termina invadiendo también a las instituciones rectoras de justicia
e investigación. Tal como son las fuerzas policiales y en poder judicial. Y, es
ahí cuando la confianza se pierde y se socaba la sociedad, ya no es el
periodista del ampay, de Magaly, ahora es el Estado, representado por las
FFPP. Comente el mismo error, no la cotejan, ni la evalúan, lo lanzan en
alianza con los medios de comunicación. Una colusión de
irresponsabilidades.
La cultura de la solidaridad
Cuando estos acontecimientos ocurren con un desconocido, lo pasamos por
alto, nos interesamos un momento, para saciar nuestra curiosidad, y
seguimos la vida. No solemos ponernos en la persona afectada, sino hasta
cuando el agraviado es conocido nuestro, un amigo, y peor si es nuestra
familia, nuestro hermano, padre o hijo. Allí es cuando la herida es grande
dolorosa, y la impotencia se acrecienta, cuando tienes al frente a los
monstruos, de la prensa del escándalo, irresponsables, y a autoridades,
débiles, irresponsables, apresuradas.
Aquí me viene a la memoria el poema de Bertolt Brecht, (pero en realidad el
autor es el también alemán: Gustav Niemoller (1939), que nos dice que, “si
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no nos solidarizamos con el afectado por estos abusos hoy, … no habrá
quién lo haga por ti, cuando seas tú el siguiente afectado”.
Cuando los nazis vinieron por los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a buscar a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar.
La Pluma del Viento Lima, 16 de marzo de 2014