Me encontré con Carmen en la reunión

1
Me encontré con Carmen en la reunión. Hacía rato que no nos veíamos y decidimos que una cerveza y muchos chismes era el cierre perfecto de una noche de mucho calor y debate. Propuse el bar que tiene en su entrada un sector para fumadores. Protestó, fiel a su costumbre de retarme por ese tema, pero se dejó convencer rápidamente. La única mesa disponible era la ubicada por Maipú, casi en la parada de taxis. Allí nos acomodamos, llamamos a la moza y pedimos una cerveza con algunas papas fritas, maníes y queso. La charla fluía, entre historias de hijas, yernos, nietos. Historias que nos mostraban las partes de la vida que nos habíamos perdido la una de la otra. -Pedimos otra? Preguntó mientras llamaba a la chica que atendía el sector, segura de mi conformidad. Fue entonces que se acercó, nos sonrió y comenzó a contar chistes. Era una mujer regordeta, de unos 50 años, con un vestido floreado tan gastado como limpio. Sus ademanes, la entonación y hasta su risa sugerían un estudiado monólogo. Mechando picardía con ingenuidad y algo de ironía, estaba muy atenta a nuestras reacciones. Repentinamente corrió hasta el taxi que se estacionaba, abrió la puerta y saludó en francés. Conocimiento que le reportó una muy buena propina del viajero, que le respondió en la misma lengua. Volvió a la mesa, ahora sí sonriendo de verdad, con un billete de 20 en las manos, cerrando la presentación que nos había dado. Retribuimos con monedas, nos agradeció y salió cantando, muy bajito, un bolero. A las dos charlatana nos costó volver al punto donde fuimos interrumpidas. El personaje se nos había metido en medio, como lo hacen los buenos actores. Supimos por la moza que todas las noches anda por la zona, que no cuenta de su vida. Que a las preguntas indiscretas ella responde con chistes.

description

relato

Transcript of Me encontré con Carmen en la reunión

Me encontr con Carmen en la reunin. Haca rato que no nos veamos y decidimos que una cerveza y muchos chismes era el cierre perfecto de una noche de mucho calor y debate.Propuse el bar que tiene en su entrada un sector para fumadores. Protest, fiel a su costumbre de retarme por ese tema, pero se dej convencer rpidamente.La nica mesa disponible era la ubicada por Maip, casi en la parada de taxis. All nos acomodamos, llamamos a la moza y pedimos una cerveza con algunas papas fritas, manes y queso. La charla flua, entre historias de hijas, yernos, nietos. Historias que nos mostraban las partes de la vida que nos habamos perdido la una de la otra. -Pedimos otra? Pregunt mientras llamaba a la chica que atenda el sector, segura de mi conformidad.Fue entonces que se acerc, nos sonri y comenz a contar chistes. Era una mujer regordeta, de unos 50 aos, con un vestido floreado tan gastado como limpio. Sus ademanes, la entonacin y hasta su risa sugeran un estudiado monlogo. Mechando picarda con ingenuidad y algo de irona, estaba muy atenta a nuestras reacciones. Repentinamente corri hasta el taxi que se estacionaba, abri la puerta y salud en francs. Conocimiento que le report una muy buena propina del viajero, que le respondi en la misma lengua.Volvi a la mesa, ahora s sonriendo de verdad, con un billete de 20 en las manos, cerrando la presentacin que nos haba dado. Retribuimos con monedas, nos agradeci y sali cantando, muy bajito, un bolero.A las dos charlatana nos cost volver al punto donde fuimos interrumpidas. El personaje se nos haba metido en medio, como lo hacen los buenos actores.Supimos por la moza que todas las noches anda por la zona, que no cuenta de su vida. Que a las preguntas indiscretas ella responde con chistes.