Más Canchas

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  Más canchas Pablo Ortúzar, Antropólogo social ¿Qué es el progreso? ¿Qué es el desarrollo ? En la época de las “planificacio nes globales”, las elites desarrollistas habrían dado extensas, excluyent es, y en apariencia, sofisticadas respuest as a estas preguntas. El progreso, según ellas, era avanzar hacia un determinado momento que le daba sentido a toda la historia humana. La búsqueda de ese momento hizo correr ríos de tinta. Y de sangre.  Sin embargo, nuestra modernidad no llegó producto de esas ideologías, sino de la mano de la diferenciación funcional de las distintas esferas sociales, producida por la mayor autonomía ganada por el sistema económico desde los años 70.  Fue eso, y no otra cosa, lo que impulsó el desarrollo de una sociedad más compleja, capaz de producir más riqueza y solucionar los brutales problemas de hambre, desnutrición, desempleo y habitación heredados de los experimentos desarrollista s anteriores. El éxito de la modernización capitalista en ese aspecto fue tal, que hasta los enemigos de la dictadura terminaron celebrando y maximizando sus virtudes, una vez vuelta la democracia.  Con todo, este consenso pragmático se ha roto con la misma velocidad que el foco de atención ha pasado de los pobres a los grupos medios . En la medida en que la solución de los problemas más básicos se ve próximo, nuevos problemas emergen como efecto de las soluciones para los anteriores , y nuevos grupos hacen ingreso a escena. Esto revive las tentaciones ideológicas entre las desconcertadas elites políticas, pasando algunos a idolatrar al mercado (ver

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Columna de opinion

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  • Ms canchas

    Pablo Ortzar, Antroplogo social

    Qu es el progreso? Qu es el desarrollo? En la poca de las

    planificaciones globales, las elites desarrollistas habran dado extensas,

    excluyentes, y en apariencia, sofisticadas respuestas a estas preguntas. El

    progreso, segn ellas, era avanzar hacia un determinado momento que le

    daba sentido a toda la historia humana. La bsqueda de ese

    momento hizo correr ros de tinta. Y de sangre.

    Sin embargo, nuestra modernidad no lleg producto de esas

    ideologas,sino de la mano de la diferenciacin funcional de las

    distintas esferas sociales, producida por la mayor autonoma

    ganada por el sistema econmico desde los aos 70. Fue eso, y no

    otra cosa, lo que impuls el desarrollo de una sociedad ms compleja,

    capaz de producir ms riqueza y solucionar los brutales problemas de

    hambre, desnutricin, desempleo y habitacin heredados de los

    experimentos desarrollistas anteriores. El xito de la modernizacin

    capitalista en ese aspecto fue tal, que hasta los enemigos de la

    dictadura terminaron celebrando y maximizando sus virtudes,

    una vez vuelta la democracia.

    Con todo, este consenso pragmtico se ha roto con la misma velocidad

    que el foco de atencin ha pasado de los pobres a los grupos medios. En

    la medida en que la solucin de los problemas ms bsicos se ve

    prximo, nuevos problemas emergen como efecto de las

    soluciones para los anteriores, y nuevos grupos hacen ingreso a

    escena. Esto revive las tentaciones ideolgicas entre las desconcertadas

    elites polticas, pasando algunos a idolatrar al mercado (ver

  • Margaritaville de Southpark), mientras otros llaman a usar al

    Estado como una retroexcavadora manejada por un

    programa.

    El realismo, al que todos quieren apelar hoy, consiste en recordar que lo

    que llamamos progreso o desarrollo es en realidad, como deca Ralf

    Dahrendorf, un aumento de las oportunidades vitales (opciones y

    vnculos) que los individuos pueden disfrutar por el hecho de participar

    de determinadas estructuras sociales. Eso, y no una aproximacin a la

    sntesis final de la humanidad o a la realizacin del sentido en la

    historia.Tener esto en mente es lo que permitir pensar

    reformas que se hagan cargo de procesar -desde el pluralismo y

    la tolerancia- el aumento de complejidad de nuestra sociedad,

    sin buscar reducirla a patadas para que calce con tal o cual

    ideologa.

    El Chile de hoy es un pas mucho ms diverso en cuanto a formas de vida,

    expectativas y aspiraciones que el de hace 10 o 20 aos. Hacerse cargo de

    esa complejidad exige no sloemparejar la cancha, sino aceptar que se

    estn jugando cada vez ms deportes distintos. Que necesitamos, por

    lo tanto, ms canchas (la disputa entre deportistas olmpicos y

    futbolistas de elite ejemplifica casi literalmente este punto) y

    ms espacios para la manifestacin y el reconocimiento de esta nueva

    pluralidad social. Una sociedad abierta con ms oportunidades vitales.

    Cmo lograr esto sin abandonar a los pobres y excluidos, y utilizando

    Estado y mercado como herramientas y no como si fueran

    lechos de Procusto, son las preguntas a responder. A ver cmo

    nos va.