Marx

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Capítulo X del libro Histéricas historias de piratas y filósofos. Apuntes personales del profesor Ángel Luis del Barco para la asignatura Historia de la filosofía

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Marx y el marxismo

El año, 1917, los rusos zaristas campan a sus anchas a pesar de las reformas de

febrero, llevando el país a la ruina, amenazando a todo el proletariado. De Simbirsk surgió un

caballero de la orden de los bolcheviques dispuesto a llevar a cabo la revolución proletaria;

Vladimir Ilich Ulianov, más conocido como Lenin, unificó a todos los desheredados de Rusia, a

los proletarios, a los obreros, a los campesinos, a los esclavos, y les ofreció un mundo nuevo

donde vivir, y donde no conocerían otro gobierno que el promulgado por ellos mismos bajo la

forma de una dictadura: la dictadura del proletariado. A la derecha de Lenin, Leon Trotski, el

intelectual, conseguirá unificar el ejército rojo, transformándolo de torpes campesinos, en

verdaderos soldados.

Acompañando a estos dos grandes hombres de la revolución, a la sombra de ellos se

escondía el verdadero artífice de la libertad obrera, el constructor de la filosofía

revolucionaria para que Lenin y Trotski alcanzaran la gloria en los libros de historia. La

naturaleza había entregádole el don de la inteligencia suprema, de la sabiduría divina, ya que

no de la belleza.

De extraña nariz, grande y desproporcionada; pelo oscuro, duro y abundante, que el

tiempo comenzaba a debilitar; ojos pequeños, marrones cuando se le podían distinguir, bajo

unas cejas de formas aguileñas por no decir algo peor; labios carnosos con aprecio para el

habla; las orejas también pequeñas y mal situadas, una un centímetro más alta que la otra; una

terrible tendencia a engordar que cada vez era más difícil de disimular; las barbas

pronunciadas y pobladas le conferían, si se descuidaba, el aspecto del horror; alérgico,

lesionado en un hombro, de torpe paso, operado de niño para que de mayor pudiese ser un

hombre, de vida turbia, amigo de generar rumores en torno a él; en definitiva, una piltrafa

humana era este nuestro hombre, de nombre Angeli Luisich delBarkov.

Sin embargo, y pese a toda su grandeza, ¡qué era mucha!, Angeli Luisich delBarkov,

más conocido como Koba1, había aprendido todo lo que sabía, ¡y era mucho!, del teutónico

1 En realidad siempre me conocieron como el osito Misha, pero es penoso pasar a la historia con ese apodo, así que lo cambié por el más aséptico de Koba; apodo que, por otra parte, fue el que realmente usó Stalin en su época de terrorista anterior a la revolución de octubre.

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pensamiento de Karl Marx.

Siendo muy joven Koba marchó de su Rusia natal a Tubinga para acabar sus estudios

de bachillerato y acceder a la prestigiosa universidad de la ciudad. Allí entabló amistad con los

círculos bolcheviques que proliferaban por el continente. Comenzó a leer a Marx; sin embargo,

algún amigo sensato le aconsejó se matriculara en la facultad de filosofía para aprender el

pensamiento del que Marx había extraído su filosofía transformadora. Sus amistades con los

bolcheviques le trajeron nefastas consecuencias para su tranquilidad y fue expulsado de la

Universidad a pesar del magnífico expediente que estaba cosechando con una media de 9,83

el primer año de su licenciatura. Puesto que su nombre comenzaba a ser conocido en

Alemania, lo cambió por el de Yévgueni Dzugashvili2, pero siguió usando el alias de Koba.

Cinco años más tarde acabó su licenciatura en filosofía materialista en la universidad

politécnica de Londres, con el premio especial de final de carrera; se doctoró dos años

después con una tesis titulada La irracionalidad inherente al idealismo bajo las formas

múltiples de su desarrollo acrítico-práctico, en esencial oposición al racional devenir del ser a

la nada. Un año más tarde sería publicada bajo el título Historia y Revolución.

Sus padres, de condición muy humilde, ya no podían mantenerle por más tiempo en

tierras extranjeras, así que Koba tuvo que buscar trabajo. Evidentemente, los bolcheviques no

podían dejar pasar de largo la calidad intelectual de Koba y lo contrataron como formador de

las bases de los soviets. Daba clases en pequeñas aulas construidas en almacenes, en casas, en

talleres, en granjas, allá donde fuese preciso, o allá donde hubiese que desplazar la

organización ante la persecución policial.

Koba fue muy conocido y reputado entre las bases soviéticas, no en vano él las estaba

formando e introduciendo en el pensamiento marxista. Muchos de esos alumnos hacían copias

en imprentas clandestinas de los escritos que Koba les pasaba y en los que se encontraba

todo su profundo pensamiento y comprensión del pensamiento marxista. De esa época procede

este escrito que presentamos a continuación y que hemos conseguido rescatar de entre los

restos de una fábrica soviética privatizada recientemente. Diseñado para introducir a los

soviets en el materialismo marxista, se presenta bajo el título de La filosofía transformadora.

2 Verdadero nombre de pila de Yosef Stalin.

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Introducción al pensamiento de Karl Marx (La flosofía transformadora)

Una de las corrientes más críticas hacia Hegel, que surgen del propio hegelianismo, es el

materialismo, que encontrará en Marx a su máximo representante.

Pero Marx aprende el materialismo de un alumno directo de Hegel, Ludwig Feuerbach3,

que surge con fuerza de entre la izquierda hegeliana.

Puesto que para Hegel toda la realidad es un desarrollo dialéctico (recordemos que la

dialéctica es la racionalidad de la realidad para Hegel), consecuentemente el hecho religioso

también lo es; y ahí es donde Feuerbach centrará su crítica. La religiosidad, para este autor, tiene su

más completa explicación en el hombre mismo, y no en un desarrollo dialéctico de la Idea. Los

principios de la religión, explicaba Feuerbach, no son más que proyecciones que el hombre ha

hecho de sus propios pensamientos, de sus deseos, de sus anhelos, de sus exigencias. De esa manera

la idea de Dios todo amor aparece como la proyección del pensamiento humano sobre el amor

como lo más elevado de nuestro espíritu. Es fácil, el ser humano ama y desea ser amado, así que

tiende a pensar que el amor es una realidad que gobierna el universo todo, una especie de ley

universal, así que orienta ese pensamiento hacia la creación de una realidad en la que todo es

amor4. Ahora bien, esas proyecciones humanas acaban teniendo una realidad propia al margen del

ser humano, puesto que este les confere esa realidad, y de esa manera se produce la alienación5

de lo humano, es decir, la construcción de un mundo fcticio donde quedan solucionados los

problemas que el ser humano tiene en el mundo real.

Sólo si el hombre se libera de su alienación podrá reconquistar su plena humanidad,

comprendiendo enteramente el verdadero signifcado de los principios religiosos. Pero ese

signifcado hay que buscarlo en la antropología, no en la teología.

La religión ha hecho la positiva labor de ser la primera conciencia de la humanidad,

pero era una conciencia indirecta que situaba en un ser divino los más íntimos ideales del ser

3 Ludwig Andreas Feuerbach nació el 28 de julio de 1804, en Landshut, Baviera (Alemania); y murió en Rechenber (Alemania), el 13 de septiembre de 1872. Está considerado el padre intelectual del humanismo ateo contemporáneo, o ateísmo antropológico. Su pensamiento y obra infuirán enormemente en Marx y Engels, pero también en Max Stirner, en Bakunin, y en general en todo el materialismo histórico. Sus ideas radicales le impidieron ser profesor en la universidad, a pesar de que su pensamiento era el más comentado y discutido en la década de 1830 y 1840; por ello sobrevivió de los benefcios que su esposa obtenía de una participación en una empresa de porcelanas. En 1836 escribió: ¡Basta de lamentaciones por la brevedad de la vida! Es un truco de la deidad para realizar una incursión contra nuestra mente y contra nuestro corazón y sacar lo mejor de nuestra savia en benefcio de otros.

4 Ya sabéis: Dios es amor, la biblia lo dice; Dios es amor, San Pablo lo repite; Dios es amor, búscalo y verás. Capítulo siete, versículo cuatro, del libro de Juan.

5 La alienación no es una subyugación, ni una obediencia; se produce cuando el ser alienado está convencido de la propia alienación. Por ejemplo, una mujer puede estar alienada con respecto a su marido si este la gobierna, decide por ella, la maltrata, y además, ella está convencida de que así debe ser. De ahí que para eliminar la alienación primero hay que liberar la esclavitud del ser alienado.

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humano, de este desdoblamiento surgen los más graves problemas religiosos: el fanatismo y el

empeño de limitar la razón con la fe. Para evitar estos errores sólo hay una vía, negar la existencia

de Dios y a partir de ahí, conseguir en el hombre una conciencia directa de sí mismo.

Es la flosofía, piensa Feuerbach, la encargada de esa tarea. Para ello debe realizar una

crítica sobre todos los sistemas metafísicos, que no son más que religiones enmascaradas en

conceptos. Sólo así se llegará al análisis del hombre integral, y para ello, piensa, hay que invertir

completamente el pensamiento de Hegel. Dicha inversión consiste en reconocer que el Infnito, el

Absoluto, la Idea no se realiza en sí misma, o en un Dios trascendente, sino en el hombre mismo. La

verdadera flosofía debe estar encaminada a hacer hombres, no libros ni conceptos abstractos. Por ello

mismo Feuerbach piensa que el hombre aislado de la flosofía tradicional no es real; su humanismo

nos revela a un hombre ligado a otros hombres, al yo unido al tú por un vínculo de estrecha solidaridad. Ahí

radica la verdadera flosofía.

Como que Feuerbach ha reducido el idealismo, el desarrollo de la idea, al ser humano

material, habló de esa nueva flosofía como una flosofía materialista, precisamente para que la

oposición fuera tajante con los principios del idealismo.

Marx, (y Engels)6, recogen el legado dialéctico de Hegel, afrmando con él que la realidad es

un perpetuo movimiento regulado por la ley de la contradicción: En toda parte y siempre hay, en

cada cosa, contradicciones. Estas contradicciones son, al igual que para Hegel, no el producto de la

irracionalidad, sino la fuerza interna del devenir, (¿de quién hay una infuencia muy evidente?)7,

mediante la cual podemos comprender las conexiones causales del mundo, o lo que es lo mismo,

hacer ciencia.

Pero la dialéctica de Marx es una inversión de la de Hegel, (en esto sigue a Feuerbach), pues

esas contradicciones no son susceptibles de ser deducidas racionalmente a priori, como pensaba

Hegel; sólo el contacto directo con los objetos reales nos puede revelar las contradicciones en las que

está inmerso. Para Marx la fuerza lógica de la dialéctica está unida a la materia estudiada; por eso

afrma Marx que: Hegel aguantaba el método con la cabeza, ahora se aguanta con los pies. La frase

es de lo más elocuente, puesto que para Hegel la dialéctica era deducida racionalmente, mientras

que Marx la baja a la tierra que pisa.

Marx le reconoce a Feuerbach el haber descubierto el concepto de alienación, con respecto

a la religión, y lo hace suyo. Pero afrma que se quedó a mitad de camino, pues la alienación

religiosa no es más que una de las formas de alienación de un hombre que vive en una determinada

forma social, donde se encuentra envilecido, esclavizado, despreciado. El hombre está económicamente

6 A partir de ahora sólo nombraré a Marx, sin embargo, hay que reconocer que muchos de los conceptos flosófcos que estudiaremos, especialmente los más relacionados con los elementos ideológicos que se desarrollarán, como el comunismo, son fruto de un trabajo conjunto entre Marx y Engels.

7 Pues de Heráclito, claro. Recordad que Heráclito afrmaba que todo era devenir, continuo movimiento y cambio. Y Marx comenzó su formación flosófca estudiando a los presocráticos, como Heráclito.

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alienado, con lo que se le obliga a renunciar a su genuina humanidad.

¿En qué consiste entonces la alienación del trabajo? En primer lugar, el trabajo

es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; el trabajador no se afrma en su

trabajo, sino que se niega, no se siente bien sino disgustado, no desarrolla una energía

física e intelectual libre, sino que se mortifca el cuerpo y se arruina la mente. El

trabajador no se siente suyo hasta que sale del trabajo y en el trabajo se siente alienado.

Cuando no trabaja está en casa, y cuando trabaja no está en casa. Su trabajo no es por

tanto voluntario, sino obligado, trabajo forzado. Así el trabajo no le proporciona

satisfacción, sino que es únicamente un medio para obtener satisfacciones fuera del

trabajo. Hasta qué punto le es extraño se ve en el hecho que tan pronto deja de tener

una coacción física u otra, se huye del trabajo como de la peste.

En el terreno práctico el hombre no es sólo la víctima de una alienación de la abstracción,

como la idea de Absoluto, sino que es un esclavo de algo muy concreto: el dinero, el capital, que ha

dejado de ser un instrumento para imponer sus propias exigencias. Sólo cuando esta alienación

desaparezca podrá desaparecer la alienación religiosa de la que hablaba Feuerbach.

Lo mismo pasa con la religión. Cuanto más pone el hombre en Dios, menos

conserva en sí mismo. El trabajador pone su vida en el objeto, pero ya no le pertenece a

él, sino al objeto. Por tanto, cuanto más grande es esta actividad, más falto está de

objetos el trabajador. Lo que es el producto del trabajo no es él. Por tanto, cuanto más

grande es este producto, menos es él mismo. La alienación del trabajador en su producto

signifca no únicamente que el trabajo se torna un objeto, una existencia externa, sino

también que existe fuera de él, independiente, ajeno, y pasa a ser un poder independiente

enfrente de él, signifca que la vida que ha trasmitido al objeto se enfrenta a él hostil y

ajena.

Que el producto del trabajo no pertenece al trabajador, que se enfrente a él con

un poder ajeno es posible únicamente porque pertenece a otro hombre diferente al

trabajador. Si su actividad le representa un tormento, ha de ser satisfacción y alegría de

vivir para otro. No los dioses ni la naturaleza, únicamente el hombre mismo puede ser

este poder ajeno sobre el hombre.

Podemos ver como Marx se aleja, aunque muy infuido en su pensamiento, de las posiciones

tanto de Hegel como de Feuerbach. Aquí habría que hacer algún apunte sobre la importancia de

los trabajos de este pensador en torno al capital, (de hecho la gran obra de Marx se denomina El

Capital), para elaborar su pensamiento económico alrededor de lo que ya hemos apuntado, la

alienación económica del ser humano. Pero debido a su complejidad y a su alejamiento de las

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posiciones netamente flosófcas lo dejaremos de lado8. Baste decir que de ese análisis obtienen los

principios socio-económicos de una nueva ideología por todos conocida: El comunismo.

Una consecuencia inmediata del hecho de que el hombre esté alienado del

producto de su trabajo, de su actividad, del ser de su especie, es la alienación entre los

hombres. Cuando el hombre se opone a sí mismo, se le opone también otro hombre. Lo

que vale de la relación del hombre con su trabajo, con el producto de su trabajo y con él

mismo, vale también de la relación del hombre con otro hombre, con el trabajo de este y

el objeto de su trabajo.

En general, la afrmación de que el hombre está alienado del ser de su especie

signifca que un hombre está alienado de los otros como lo está cada uno de la esencia

humana. La alienación, como toda relación del hombre consigo mismo, se realiza

únicamente cuando se expresa en su relación con otro hombre.

De ese análisis se deriva también la crítica marxista al socialismo utópico, al que acusan de

pretender reformas económicas sin volcar las instituciones políticas: Los socialistas burgueses

quieren las condiciones de vida de la sociedad moderna sin los males y las luchas que

inevitablemente se derivan de ella. Quieren la sociedad actual sin los elementos que la revolucionan

y la disuelven. Quieren la burguesía sin el proletariado.

Nosotros partimos de un hecho económico, actual. El trabajador se torna más

pobre cuanta más riqueza produce, cuanto más aumenta su producción en potencia y

volumen. El trabajador se torna una mercancía más barata cuanto más mercancías crea.

La desvaloración del mundo de los hombres aumenta en proporción directa a la

valorización del mundo de las cosas. El trabajo no únicamente produce mercancías; se

produce a sí mismo y al trabajador como mercancía, y precisamente en la medida que le

trabajo produce mercancías.

Para conseguir que el socialismo se aleje de la utopía y adquiera unos caracteres científcos,

con rigor, hay que situarlo en el marco de una nueva concepción flosófca que sepa aprovechar los

más altos resultados del pensamiento moderno. Dicha concepción flosófca se levanta sobre dos

pilares fundamentales, que son el eje central del pensamiento marxista: El materialismo

histórico y el materialismo dialéctico.

8 Veis, otra forma curiosa de decir que no se tiene ni idea de las ideas económicas de Marx. No yo, por supuesto, que domino el tema ampliamente, pero estos escritos estaban pensados para obreros y campesinos revolucionarios, y no era cuestión de mostrar una superioridad intelectual demasiado abrumadora, aunque esa superioridad se hubiese demostrado igualmente si quienes me leyesen fueran catedráticos de universidad, pues mi grandeza es angustiosa para las pequeñas mentes mortalmente humanas que me escuchan. Igual que mi belleza, claro está... tan elevada que no sois capaces de comprenderla. En pocas palabras, no es que yo sea feo... es que vosotras no sabéis mirarme.

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El materialismo histórico

La alienación económica es el fundamento de todas las demás alineaciones. Su supresión es, por lo tanto,

decisiva para reintegrar al ser humano a su plena humanidad.

El materialismo histórico no es más que el desarrollo flosófco de la afrmación de la

preeminencia de la alienación económica, y constituye la formulación exacta de las condiciones de

dicha preeminencia y de sus implicaciones.

Hemos visto como Feuerbach había descubierto la existencia en el hombre concreto, no en

el ser humano abstracto, de un vínculo de solidaridad entre los individuos. Pero Feuerbach, piensa

Marx, no entendió el signifcado profundo de dicha unión porque estudió al ser humano al margen

de su actividad práctica productiva, es decir, de su trabajo. Para Marx esta actividad es decisiva, y se

convierte en el principio real de la vida humana: La primera acción histórica del hombre es la

producción de los medios para satisfacer sus propias necesidades, la producción de la vida material.

Considerada bajo este aspecto, la unión de la que hablaba Feuerbach es una unión en torno

a esa actividad laboral; la unión de los trabajadores en clases sociales. El núcleo central del

materialismo histórico consiste en el reconocimiento de esa verdad histórica, en el descubrimiento

de que la historia de la humanidad es esencialmente la historia de las luchas entre unas y otras

clases, luchas en las que están en juego la producción y distribución de las riquezas.

Toda la historia de la sociedad humana, hasta el día, es una historia de luchas de

clases. Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y

ofciales; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en

una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta, en una lucha que

conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social o al

exterminio de ambas clases beligerantes. [...]

La moderna sociedad burguesa que se alza sobre las ruinas de la sociedad feudal

no ha abolido los antagonismos de clase. Lo que ha hecho ha sido crear nuevas clases,

nuevas condiciones de opresión, nuevas modalidades de lucha, que han venido a

sustituir a las antiguas. [...]

Sin embargo, nuestra época, la época de la burguesía, se caracteriza por haber

simplifcado estos antagonismos de clase. Hoy, toda la sociedad tiende a separarse, cada

vez más abiertamente, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases

antagónicas: la burguesía y el proletariado.

Al trabajar y producir los medios de subsistencia, los seres humanos establecen entre sí

relaciones que no dependen de su voluntad, sino del grado de desarrollo de las fuerzas productivas

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materiales, es decir, de la capacidad del trabajador para realizar tal o cual trabajo. En pocas

palabras, lo que Marx está diciendo es que los obreros se juntarán con los obreros, pues con ellos

comparten el trabajo, los intereses, etc... y eso no es una elección del trabajador, sino el resultado de

las condiciones materiales bajo las cuales el trabajador existe. Estas fuerzas productivas materiales forman

el sustrato de la historia de la humanidad, o sea, las relaciones de clase son el eje sobre el que se desarrolla

toda la realidad humana. Sobre esa realidad se forma lo que Marx denomina superestructura

ideológica: la política, la justicia, la religión, etc. De esta manera Marx está afrmando que el ser

humano, al relacionarse con otros seres humanos siguiendo la realidad de su clase social, crea una

ideología en torno a él y en torno a esa clase social; consecuentemente, mientras la clase social

dirigente no cambie, no cambiará toda la ideología que se desarrolla en la realidad humana. Por eso

afrmó Marx: La religión es el opio del pueblo; la religión es una forma de la ideología dominante

diseñada para impedir que el ser humano tome conciencia de sí mismo y pueda variar la realidad.

Estos movimientos de las relaciones de producción son determinados por el devenir

histórico, aunque no son los únicos factores que intervienen en la dialéctica histórica; también las

ideologías infuyen fuertemente en el desarrollo de los acontecimientos, y en ocasiones pueden llegar

a ser factores preponderantes.

Es en este punto donde Marx afrma que los flósofos se han limitado a interpretar el mundo

de diversos modos, lo que importa es transformarlo. Pues la actividad intelectual humana no

consiste sólo en la contemplación metafísica de la historia, pensando que su desarrollo se realizaba

al margen de la conciencia humana; más bien al contrario, es el hombre quien, con su actividad

práctica productiva, debe servirse de la historia para construir libremente su futuro.

Ahora bien, para la transformación social el hombre debe tener en cuenta tanto la realidad

que vive como los hechos históricos que infuyen sobre ella. El ser humano debe conocer las leyes

dialécticas de la historia para poder transformarla. Este trabajo flosófco e histórico ha de ver su

culminación en la acción política, en una lucha que libere al hombre de esa alienación económica

que lo mantiene atado al dinero y al capital. La conclusión fnal del materialismo histórico es clara,

el ser humano ha de derrocar al sistema capitalista mediante una revolución e instaurar la sociedad

comunista.

El materialismo dialéctico

Según Marx y Engels hay que integrar el devenir del mundo humano (materialismo histórico) en

el devenir general de la realidad. Hay que complementar la dialéctica histórica con una dialéctica general

del universo.

Ahora bien, frente al materialismo anterior, como el de Feuerbach, Marx piensa que esta

dialéctica general, (materialismo dialéctico), no debe estar apoyada en los triunfos de tal o cual

ciencia, pues nuevos logros científcos podrían desmontarla y acabar cayendo en el peligro de

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concebirla como una forma más de absolutismo metafísico. El materialismo dialéctico se hará sobre

la inversión de la dialéctica hegeliana, de tal manera que la materia adquiera una dinámica interna

que imposibilite el anquilosamiento de la naturaleza y sus principios en una determinada

concepción científca. (En pocas palabras, lo que Marx defende es que la concepción materialista

no puede caer en el error de tantos flósofos modernos de fundamentarse en una ciencia

determinada, como por ejemplo Hume y Kant al estar pensando en la física de Newton, pues ¿qué

ocurrirá con dichas concepciones cuando nuevos descubrimientos científcos muestren el error de

esa concepción? De hecho, hay muchos autores que afrman que las posiciones kantianas deben ser

revisadas a la vista de la relatividad de Einstein.)

De esta manera el materialismo dialéctico puede concluir que la realidad que tenemos frente

a nosotros es la única realidad, y que no hay ninguna referencia hacia otro tipo de realidad extra

mundana. Esta conclusión del materialismo dialéctico debe llevar al ser humano a comprender cada

vez más la realidad que tiene ante sí, y descubrir cada vez mejor la unidad que existe entre ella y

nuestro pensamiento.

Al ser el materialismo dialéctico una dialéctica general de la realidad no puede llegar a las

conclusiones políticas a las que llega el materialismo histórico, sin embargo, son evidentes las

afnidades entre un desarrollo y el otro. El materialismo dialéctico se constituye de esa manera como

el soporte teórico de la flosofía que debe transformar el mundo; el materialismo histórico es el

soporte práctico, (de acción), de dicha flosofía. La transformación radical se alcanzará cuando todos

los seres humanos de la tierra vivan bajo el seno de una sociedad comunista.

La deportación a Siberia

Koba supo no estar al frente de la revolución, sino ser un apuntador maravilloso para

que gente más revolucionaria que él pudiera llevar a cabo los desarrollos que él realizaba en el

pensamiento de Marx. Sin embargo Koba cometió un error, como amigo y protegido de Lenin

nadie le tocaría, sin embargo ya no era lo mismo si se decía lo mismo con respecto a Trotski;

cuando este cayó en desgracia bajo la eliminación de la dialéctica revolucionaria que realizó

Stalin, Koba fue puesto en la lista negra. Es más, su inmensa grandeza intelectual molestaba, y

mucho, a Stalin, así que hizo que Beria se encargara del asunto, y de la misma manera que

Trotski acabó siendo asesinado en México por un estalinista fanático, Koba fue enviado a

Siberia y nunca más se supo de él.

Aportaciones a este estudio histórico de Alexander Djierzhinsky9, de la ciudad de

9 Este nombre pertenece, en realidad, al primer dirigente de la Chekia, o los servicios secretos revolucionarios. Lo que posteriormente sería la famosa KGB.

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Zinovia, en la frontera entre Siberia y Kamchatka:

Existe una pequeña aldea en las cercanías del lago Baikal conocida como Pakuxtv; en

ella se desarrolla desde hace muchísimo tiempo un tipo de sociedad altamente matriarcal, de

hecho es una sociedad únicamente poblada por mujeres. Son estas mujeres pakuxtvianas

conocidas por su exuberante belleza, y se reproducen conociendo a hombres de aldeas

cercanas cuando viajan para comerciar. Hace cinco años fui recogido por una de esas mujeres

en medio del desierto de hielo siberiano y salvado de una más que probable muerte. Cuando

desperté estaba rodeado por las hermosas mujeres de Pakuxtv, mis piernas no podían

moverse y tardarían todavía unas semanas en poder hacerlo. Durante mi espera pude conocer

la historia de otro hombre que vivió en esta aldea desde que fue recogido hasta su misteriosa

desaparición muchos años después. Hablaban de él con el mayor de los amores, con una pasión

descomunal, como si se tratase de un deseo sensual que se hubiese trasmitido a través de las

generaciones; sin embargo, no era su belleza varonil lo que las atraía, sino sus palabras, su

inteligencia, su gracia ágil, su poesía, cual si de un Orfeo de la palabra se tratase. Si te

quedas en silencio puedes escuchar a las mujeres llorar con sus palabras y sus gestos, e

incluso el viento parece pronunciar su nombre: ¡Koba!

Yo he decidido seguir en esta aldea y ampliar mi estudio sobre esta sociedad tan

extraña. Sirva esta aportación de mi despedida para con la sociedad.