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MARIE DANIELLE DEMÉLAS 22 Darwinismo a la criolla (II): la decadencia del darwinismo social A pesar de la importancia dada a la persona de Escobar, el levantamiento indio queda en el centro de los debates. Por falta de fuentes indígenas es imposible conocer las profundas intenciones de estos rebeldes. Sin embargo, aparecen tantos indicios de un vasto proyecto de levantamiento, que ni la instrucción ni la acusación han intentado aclarecer. Asi, los cabecillas de Mohoza aparecen siempre en contacto con otros grupos y particularmente con Pablo Zálate Willka, que habría aprobado las principales decisiones. Después de la masacre los indios de Mohoza debían dirigirse hacia los cálidos valles de los Yungas con el objetivo de tomar Chulumani. (61) Eso para el aspecto. estratégico; innegablemente, la insurrección debía ser general. ¿Se puede hablar de un programa? Tal vez. Constatamos, en principio, que si las tropas indias probablemente han concebido el proyecto de actuar por su cuenta, no dejan de seguir las tendencias de la vida política nacional; son, de manera evidente, "anti-alonsistas". Que sean o no federalistas es un problema al que no se puede responder, por falta de documentación más abundante. "Algunos proponían una nueva orgamzación social; en caso de victoria […] en lo sucesivo, las autoridades debían ser indígenas y el cura, uno de ellos, encargado de educar a los niños". (62) He aquí lo que sobre el tema dejan entrever fuentes incompletas. Retornemos, sin embargo, sobre un punto que aparece a menudo en los interrogatorios durante la instrucción del sumario y sobre el que la justicia guarda suma discreción durante el proceso: la lealtad de algunos inculpados hacia la causa « anti-alonsista". Después de las elecciones de 1896 la popularidad del lider federalista, general Pando, es grande entre los indios. Pando es, sin embargo, uno de los más estrictos partidarios del darwinismo social y no oculta que el futuro del país pasa por la eliminación de los indios, lo que bien pueden ignorar los Aymaras adheridos a la causa liberal. Tanto más que los federalistas no parecen haber descuidado ningún argumento para estimular a sus tropas auxiliares. Así, los responsables de la masacre de Ayoayo, tan parecida a la de Mohoza, no fueron inquietados y se beneficiaron del decreto del 31 de octubre 1899 que amnistiaba los crímenes políticos cometidos durante la guerra civil. Según se hubiera masacrado a conservadores o liberales…(63) La intención oficial era, pues, convertir este proceso en ejemplo de la criminalidad india; en él se probó que los Aymaras habían actuado sin el menor móvil político, sino por el gusto de la sangre y « […] con el fin premeditado de exterminar la raza blanca ». (64) Ese es el leïtmotiv de la acusación y de la defensa presentada por BautistaSaavedra: el odio de los indígenas por los blancos es irreductible y se exterioriza de manera violenta a la primera ocasión. Saavedra sacaba provecho de las enseñanzas de la criminología europea, trazando de sus clientes retratos que Lombroso no habría desaprobado; así, de Lorenzo Ramírez: "Cráneo asimétrico, arcadas zigomáticas pronunciadas, orejas pequeñas, planas y sin bordes, ojos oscuros y vivos, barba rala, negra e hirsuta, maxilar inferior pronunciado…". (65) Esta descripción pretendía probar que en la raza aymara sobrevivía la especie "salvaje primitiva", fecunda en criminales-natos". Entre todos los indios más sanguinarios, (66) los Aymaras se revelaban capaces de los actos más salvajes: "Estos antropófagos se disputaban la sangre de sus víctimas y la bebían, discutiendo su calidad, si era dulce o salada". (67) A partir de entonces la masacre ya no era un episodio de la guerra civil, sino un caso de la lucha de razas. Después del aplastamiento de la rebelión y la condena de los inculpados, los criollos podían concluir la justicia de sus teorías y pensar que los indios no eran sólo un peso muerto en la sociedad boliviana, como lo pensaban René-Moreno y Antelo, sino un verdadero peligro, una amenaza perpetua de retorno a la barbarie, justificando una represión sin piedad. La decadencia del darwinismo social Mientras el movimiento federal marca el triunfo de los darwinistas sociales, que se mantienen en el poder hasta el derrocamiento de Saavedra en 1925, la vitalidad de sus teorías conoce una derrota paradójica desde principios de siglo. Es el momento en que, en Europa y Estados Unidos, se revisan ciertas nociones hasta entonces intocables. 1909 marca el cincuentenario de la publicación de El oriqen de las especies, y con tal ocasión congresos, coloquios y revistas seleccionan las adquisiciones científicas debidas a Darwin de las escorias arrastradas por la ola cientificista. Los abusos del analogismo

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Darwinismo a la criolla (II): la decadencia del darwinismo social

  A pesar de la importancia dada a la persona de Escobar, el levantamiento indio queda en el centro de los debates. Por falta de fuentes indígenas es imposible conocer las profundas intenciones de estos rebeldes. Sin embargo, aparecen tantos indicios de un vasto proyecto de levantamiento, que ni la instrucción ni la acusación han intentado aclarecer. Asi, los cabecillas de Mohoza aparecen siempre en contacto con otros grupos y particularmente con Pablo Zálate Willka, que habría aprobado las principales decisiones. Después de la masacre los indios de Mohoza debían dirigirse hacia los cálidos valles de los Yungas con el objetivo de tomar Chulumani. (61) Eso para el aspecto. estratégico; innegablemente, la insurrección debía ser general. ¿Se puede hablar de un programa? Tal vez. Constatamos, en principio, que si las tropas indias probablemente han concebido el proyecto de actuar por su cuenta, no dejan de seguir las tendencias de la vida política nacional; son, de manera evidente, "anti-alonsistas". Que sean o no federalistas es un problema al que no se puede responder, por falta de documentación más abundante. "Algunos proponían una nueva orgamzación social; en caso de victoria […] en lo sucesivo, las autoridades debían ser indígenas y el cura, uno de ellos, encargado de educar a los niños". (62)

He aquí lo que sobre el tema dejan entrever fuentes incompletas. Retornemos, sin embargo, sobre un punto que aparece a menudo en los interrogatorios durante la instrucción del sumario y sobre el que la justicia guarda suma discreción durante el proceso: la lealtad de algunos inculpados hacia la causa « anti-alonsista". Después de las elecciones de 1896 la popularidad del lider federalista, general Pando, es grande entre los indios. Pando es, sin embargo, uno de los más estrictos partidarios del darwinismo social y no oculta que el futuro del país pasa por la eliminación de los indios, lo que bien pueden ignorar los Aymaras adheridos a la causa liberal. Tanto más que los federalistas no parecen haber descuidado ningún argumento para estimular a sus tropas auxiliares. Así, los responsables de la masacre de Ayoayo, tan parecida a la de Mohoza, no fueron inquietados y se beneficiaron del decreto del 31 de octubre 1899 que amnistiaba los crímenes políticos cometidos durante la guerra civil. Según se hubiera masacrado a conservadores o liberales…(63)

La intención oficial era, pues, convertir este proceso en ejemplo de la criminalidad india; en él se probó que los Aymaras habían actuado sin el menor móvil político, sino por el

gusto de la sangre y « […] con el fin premeditado de exterminar la raza blanca ». (64) Ese es el leïtmotiv de la acusación y de la defensa presentada por BautistaSaavedra: el odio de los indígenas por los blancos es irreductible y se exterioriza de manera violenta a la primera ocasión. Saavedra sacaba provecho de las enseñanzas de la criminología europea, trazando de sus clientes retratos que Lombroso no habría desaprobado; así, de Lorenzo Ramírez: "Cráneo asimétrico, arcadas zigomáticas pronunciadas, orejas pequeñas, planas y sin bordes, ojos oscuros y vivos, barba rala, negra e hirsuta, maxilar inferior pronunciado…". (65) Esta descripción pretendía probar que en la raza aymara sobrevivía la especie "salvaje primitiva", fecunda en criminales-natos". Entre todos los indios más sanguinarios, (66) los Aymaras se revelaban capaces de los actos más salvajes: "Estos antropófagos se disputaban la sangre de sus víctimas y la bebían, discutiendo su calidad, si era dulce o salada". (67) A partir de entonces la masacre ya no era un episodio de la guerra civil, sino un caso de la lucha de razas. Después del aplastamiento de la rebelión y la condena de los inculpados, los criollos podían concluir la justicia de sus teorías y pensar que los indios no eran sólo un peso muerto en la sociedad boliviana, como lo pensaban René-Moreno y Antelo, sino un verdadero peligro, una amenaza perpetua de retorno a la barbarie, justificando una represión sin piedad.

La decadencia del darwinismo social

Mientras el movimiento federal marca el triunfo de los darwinistas sociales, que se mantienen en el poder hasta el derrocamiento de Saavedra en 1925, la vitalidad de sus teorías conoce una derrota paradójica desde principios de siglo. Es el momento en que, en Europa y Estados Unidos, se revisan ciertas nociones hasta entonces intocables. 1909 marca el cincuentenario de la publicación de El oriqen de las especies, y con tal ocasión congresos, coloquios y revistas seleccionan las adquisiciones científicas debidas a Darwin de las escorias arrastradas por la ola cientificista. Los abusos del analogismo son las primeras víctimas de esta selección:

"Ya se ha estableciso que algunas tentativas hechas para aplicar directamente los principios biológicos a la vida social son vanos y engañosos. La analogía bio-sociológica, muy honrada en el tiempo de Spencer y que gracias a su influencia permitió exponer los hechos de la organización social en términos biológicos, está hoy desacreditada."(68)

Se dejó, pues, de establecer paralelos entre las funciones sociales y las funciones orgánicas ; de hacer de las capas dirigentes un sistema nervioso; del comercio, una forma de circulaclon sanguínea ; de encargar a la policía y a la justicia la tarea de eliminar los desperdicios.

En Bolivia los medios cultivados ajustan el paso. Esto no impide encontrar aquí y allá reminiscencias del tema -imagen que, después del apólogo de los miembros y del estómago, ha conocido tal fortuna que no puede desaparecer fácilmente- pero en adelante sin la menor garantía científica. La amplitud de las críticas es tal que queda mal parado el dogma de la selección natural:

« Por otra parte, el conflicto no tiene la misma importancia cuando ya se trata de individuos, sino de grupos y el desarrollo social hace imposible la aplicación de la selección natural stricto sensu. La modificación de esta ley es muy mal aceptada por los evolucionistas, que se quedan en el error. » (69)

Así, la originalidad de las sociedades humanas se debe a su liberación de leyes naturales y la selección social obedece a mecanismos radicalmente diferentes de los que rigen las sociedades animales: "Sabemos hoy, gracias a las investigaciones de nuestro presidente, el Dr. Ward y a las de algunos otros, que el rango social no es ni signo ni garantía del valor individual". (70) Spencer también reconocía esta objeción y pregonaba el

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retorno al respeto de las leyes naturales mediante -entre otros remedios- la instauración de un Estado mínimo. En 1909 se va más allá y se afirma, por el contrario, que la sociedad humana se ha emancipado del determinismo evolucionista y que es necesario, en lo sucesivo, separar su estudio del de otras sociedades animales; es lo que libera a la sociología de la sumisión a las ciencias naturales y biológicas.

Las críticas al darwinlsmo social no se limitan al terreno científico; también se pone en entredicho su rechazo de la universalidad, la estrechez de espíritu de sus adeptos, su etnocentrismo:

« La doctrina defendida por el profesor Walls [un darwinista social] el mejor eiemplo de una visión oligocéntrica del mundo que está por prevalecer en las altas capas de la sociedad y que quisiera movilizar toda la atención del mundo por una fracción infinitesimal de la especie humana, ignorando todo el resto. » (71)

En suma, los adversarios del darwinismo social presentaban en1909 casi las mismas objeciones que formularíamos hoy, (72) y desde entonces la intelligentsia europea se desinteresó totalmente de esa doctrina superada, de la que subsistieron sin embargo, ciertas fórmulas, ya no en el mundo científico sino en el lenguaje corriente, proporcionando el vocabulario y los temas de preferencia de conversaciones racistas. (73)

Además de estos ataques, la coyuntura europea de principios de siglo provoca graves acusaciones: el darwinismo social alentaría el recurso a la guerra para resolver los conflictos. (74) En Alemania y Francia, en especial, darwinistas sociales multiplican las declaraciones bélicas.

Ahora bien, en Bolivia se impone la paz. El país cura mal que bien las heridas de este primer decenio del siglo XX. En 1904 el parlamento ha ratificado, aunque de mal grado, el tratado que ponía fin al conflicto del Pacífico y abandonaba su litoral al conquistador chileno, a pesar de críticas particularmente vivas: "Los correos, los telégrafos, la inmigración…, todo está al alcance o bajo la influencia de la policía de tránsito chilena. ¿Se puede en estas condiciones hablar de la soberanía del país?" (75)

Se producen otras amputaciones territoriales. En 1903 el Acre y sus riquezas gomeras pasan al Brasil. (76) En 1909 la Argentina emite su arbitraje entre Perú y Bolivia: la frontera del norte se rectifica en favor del Perú, y Bolivia rompe sus relaciones diplomáticas con Argentina, con la que tenía igualmente una querella fronteriza. A cambio de todas estas concesiones, de esas renuncias, Bolivia conseguía ser indemnizada por Brasil y Chile en forma de vías férreas. La ilusión de abandonar simplemente algunas zonas baldías a cambio de la modernización del país, no engañaba sino a quienes lo deseaban.

La atmósfera ha cambiado, pues, sensiblemente desde los años ochenta, cuando los liberales esperaban una revancha contra Chile y. la regeneración de Bolivia mediante la eliminación de los indios, ligada a la afirmación de la raza blanca. Los indios han sido vencidos, pero siguen siendo la mayoría y la minoría criolla se ha mostrado impotente para preservar la integridad territorial. ¿Existe una condena más dura a su incompetencia? Los sueños de progreso económico en parte se han realizado, pero al precio de qué ambiguedad: el ferrocarril cruza el país de norte a sur, enlaza Bolivia con la costa del Pacífico; ahora bien, todo eso no es la obra de un pueblo industrioso o de empresarios heroicos, sino el fruto de la derrota. Hay en ello motivo para inquietar al más ferviente partidario del optimismo positivista.

¿Qué pasa entonces con el darwinismo social? Sus representantes más notorios parecen esfumarse ante el éxito de la obra de Alcides Arguedas. En un estilo perentorio, el autor de Pueblo enfermo, (77) aplica también a la sociedad boliviana teorías científicistas (las de Gustave Le Bon) y saca conclusiones sombrías: todos los componentes de esta sociedad son viciados (indios, criollos y, sobre todo, mestizos); la vida política no es más que una triste mascarada cuya responsabilidad está a cargo de incapaces movidos por la ambición; después de su creación, el país no ha conocido más que fracasos. El término arguedismo hace fortuna para designar un cierto tipo de estudios sociológicos o históricos fundados en la critica racial y moral. Más sensible a la doctrina de la degeneración que a la de la inferioridad de las razas, Arguedas toma por blanco de sus ataques no al indio sino al mestizo, que le inspira la misma repugnancia (78), en 1909 (Pueblo Enfermo), que en 1934 (La danza de las Sombras) y propone proteger y educar al indio, porque es el mejor (y el único), trabajador de que dispone el país: "Hay que destruir ese prejuicio popular que sostiene que la raza indígena está inemediablemente perdida y en vía de desaparición". (79) En la obra de Arguedas domina, pues, el sentimiento de que las razas puras -blancas o indias- son perfectibles y tienen futuro: pero el mestizaje sólo puede ser negativo y destruir una nación.

Segunda certeza: Arguedas es el campeón de la concepción moralizadora y pesimista de la historia: "Soy de los que aceptan el principio de que la historia no es más que la moral en acción y naturalmente me preocupo ante todo de hacer ver los errores que hemos cometido ayer para corregimos, sacar una lección y evitar que se repitan". (80) En virtud de esto, Arguedas se hace especialista en la enumeración exhaustiva de los golpes de Estado, asesinatos, masacres y otras torpezas de las clases dirigentes o de la plebe que han mancillado el siglo XIX.

Registremos estas dos tendencias: la condena del mestizaje y el pesimismo moralizador. Si se olvida el empleo tan frecuente de la palabra "raza", ¿no parece un poco precipitado fiarse de las clasificacionea relacionando a Arguedas con la corriente darwinista social? Arguedas, que sigue a Taine, Renan y Le Bon, es en mayor medida discípulo de Gobineau, presente tan a menudo en los estantes de las bibliotecas criollas. En ambos hay la misma condena del mestizaje:

"América del Sur, corrompida en su sangre criolla, ya no tiene ningún medio de detener en su caída a sus mestizos de todas las variedades y de todas las clases. Su decadencia no tiene remedio". (81)

Y sobre todo, la misma obsesión por la decadencia: "El pronóstico entristecedor no es la muerte; es la certeza de llegar a ella sólo degradados; y tal vez esta verguenza reservada a nuestros descendiente nos podría dejar insensibles si no sintiéramos, por un horror secreto, que las manos rapaces del destino ya están encima de nosotros". (82)

Alcides Arguedas no es, pues, la culminación y conclusión del movimiento darwinista social. Mucho más próximo a Gobineau que a Spencer, enlaza con una tradición del lenguaje político sudamericano: la condena del adversario en nombre de la moral. ¿Cuántas proclamas y discursos que querían pasar por catilinarias podrían contarse? Arguedas, que asume la conciencia de la casta política, simplemente retama la onda.

Mientras Arguedas fulmina ¿qué hacen los Pando o demás Saavedra? La gestión del país en manos de los liberales y, después de 1920, de los republicanos conducidos por Saavedra, ha sido juzgada decepcionante. En lugar de nuevos caminos y de construcciones, de creación de escuelas y de odas al progreso, luchas políticas aparentemente vanas. Reconozcamos, sin embargo, que los darwinistas sociales en el poder han leído muy bien a Spencer; si de 1880 a 1898 los grandes propietarios mineros han manejado directamente los negocios, a partir de 1899 el papel del Estado se limita a mantener el orden y al respetar la ley del más fuerte. La fortuna de las compañías chilenas tiende a acrecentarse, la de Patiño se constituye, mientras que en la escena política gesticulan dirigentes leguleyescos. Los teóricos se han hecho políticos o viven en Europa. Ha terminado el tiempo de los debates cientificistas.

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Mientras que una idea recibida convierte a los criollos en imitadores torpes y superficiales de Europa, sus lecturas prueban, por el contrario, la amplitud de su reflexión. Los debates intelectuales les son familiares y es evidente que no se contentan con un simple barniz de cultura. Buenos alumnos, ciertamente, no limitan, sin embargo, su curiosidad a las obras llegadas de más allá del Atlántico, sino que se interesan por las civilizaciones indias y estudian sus lenguas, como lo atestigan los trabajos de la Sociedad Aymarista o de la Academia del mismo nombre. Entonces se puede preguntar por qué los mismos criollos tuvieron, a veces, la tendencia a menospreciarse: "Nosotros, pueblos americanos, hemos nacido imitando. Imitamos las maneras de pensar y de vestirse y no las de actuar. Imitamos la apariencia y lo esencial se nos escapa". (83) Se comienza a tener una idea bastante clara del juicio que los criollos tenían de los indios y los mestizos; queda por definir que visión podían tener los criollos de ellos mismos…

Pero esta es otra historia. Volvamos al tema que nos preocupa, la difusión del darwinismo social. Se inscribe en una situación conflictiva entre los criollos y su Iglesia. Hacia 1880 hace fracasar la posibilidad de desarrollar un indigenismo oficials sostenido por el clero. Así, en la década de los treinta, Bolivia no conoció una evolución comparable a la del Perú y las veleidades tardías del MNR no tienen nada que ver con el indigenismo del APRA. Pero no atribuyamos sólo al éxito del darwinismo social el empeoromiento de la condición india, muy visible a fines del siglo XIX. Una casta dirigente más devota y paternalista no habría probablemente actuado mejor.

También sería arriesgado concluir que los criollos sólo han optado por el darwinismo socjal porque éste ofrecía argumentos científicos a su racismo. Consideremos más bien este fenómeno como el entusiasmo de un grupo deseoso de negar lo que hoy día se llamaría su subdesarrollo, adhiriéndose por completo a una ideología de progreso y de ciencia. En esta óptica, la élite se sentía obligada a adoptar lo que, a juzgar por su éxito en Europa, parecía ser mejor en la materia.

A principios del siglo XX el entusiasmo científico decae y los criollos decepcionados vuelven con Arguedas a los gastados temas de la decadencia de las costumbres y la corrupción del hombre. Una actitud desencantada y amarga reemplaza a la esperanza en un futuro de progreso. Por tanto, no hay continuidad sino una profunda ruptura entre los círculos intelectuales de la generación del 79 y los de la generación siguiente. Se tiene la tendencia a meter en un mismo saco el arianismo y el darwinismo social, la importancia concedida a la raza y a la degeneración, a confundir en una misma reprobación bienpensante a Spencer y Gobineau, porque para nosotros sólo subsiste su racismo común. A fines del siglo XIX se era más sensible a sus diferencias; esperanza en el progreso científico por un lado; pesimismo y certeza de la decadencia, por otro.

El lector que busque en este estudio la explicación de las conductas criollas respecto a los indios, que piense que existe un lazo estrecho entre la adopción del darwinismo social y la agravación de la suerte de las comunidades o de las tribus del Chaco, ciertamente se decepcionará y deberá concluir que tantos debates, lecturas, discursos, publicaciones sólo acaban repitiendo lugares comunes; durante más de treinta años los criollos han empleado términos y argumentos nuevos para rejuvenecer debates arcaicos y preguntarse, a fin de cuentas, si su sociedad vivía la adolescencia o la vejez del mundo. Hay que buscar, pues, en otra parte la clave de las relaciones, tan complejas, entre los grupos étnicos.

En Bolivia el darwinismo social no ha sido la causa directa de un recrudecimiento del racismo; tampoco ha sido la justificación de la opresión ejercida sobre los indios; pero ha permitido a las élites criollas sacudirse la tutela de su Iglesia e interesarse un poco más de cerca por la historia, la geografía y la sociedad de su país; sobre todo, les ha proporcionado el gusto de sentirse miembros de una comunidad intelectual internacional, de ser reconocidos como representantes de la Civilización y no ya simplemente ciudadanos de esta extraña región, perdida entre la puna y la selva.

(Diciembre de 1979).

Notas

1. Especialmente Alipio Valencia Vega, El pensamiento político en Bolivia, La Paz, 1953 ; Leopoldo Zea, Dos etapas en el pensamiento en hispanoamérica ; del romanticismo al positivismo, México, 1945 ; Guillermo Francovich, La filosofía en Bolivia, Buenos Aires, 1945 ; Juan Albarracín Millán, Orígenes del pensamiento social contemporáneo de Bolivia, La Paz, 1976 ; El gran debate ; positivismo e irracionalismo en el estudio de la sociedad boliviana, La Paz, 1978.2. Auguste Comte, Astronomie populaire, Paris, 1844.3. Reasons for Dissenting from the Philosophy of M. Comte, publicado en francés en : Classification des sciences, Paris, Alcan, 1890.4. Cf. « Le positivisme devant le transformisme », en La philosophie positive, XVI, 1875, p. 25-41.5. A la muerte de estos letrados del siglo XIX, los que al mismo tiempo han dirigido el país o intentado fundar una cultura criolla, su biblioteca ha sido a menudo dispersada por los herederos. Tal fue la suerte de la biblioteca de Modesto Omiste, de la que el Archivo Nacional ha conservado el inventario. Otras fueron entregadas a las bibliotecas municipales o universitarias; es el caso de la de Valentín Abecia, de la que la Universidad de Sucre posee sólo una parte; la de José Rosendo Gutiérrez, depositada en la Universidad de La Paz; la de Gabriel René Moreno, legada al Archivo Nacional de Sucre. La bíblioteca de Nicolás Acosta, en La Paz, está abierta al público. Se añaden a éstas fuentes una lista de la biblioteca de Cochabamba en 1890 (Catálogo de la biblioteca departamental de Cochabamba, Cochabamba, El Heraldo, 1891, p. 61) yel fichero de la Biblioteca Nacional (de acuerdo al testimonio de su director, Don Gunnar Mendoza, la mayoría de los libros eran adquiridos en un plazo máximo de cinco años desde su aparición). Citamos, por último, los caálogos de librerías: Catálogo de la Librería Cíentífíca, Santa Cruz, Imp. la Industria. 1905 y sig., Catálogo de la Librería Hispano-Americana, La Paz, Unión Americana, 1872 y sq.6. Archivos de la Universidad de San Andrés (UMSA) , de La Paz, Corte Superior del Distrito Judicial de La Paz, N. 7. 1., Proceso de Mohoza, cuerpo N. 2, 4, 5, 8 y 11.7. Una sola obra notable, la Historia natural de la provincia de Cochabamba, redactada al final del siglo XVIII por el bohemio Tadeo Haenke, publicada en el tomo II de los Voyages dans l’Amérique méridionale, París. 1809, de Félix de Azara.8. Voyages dans l’Amérique méridionale, París, Pitois-Levrault, 1835-1847, 0 tomos en 11 volúmenes; L'homme américain, París: Pitois-Levrault, 1839, 2 vol. Consultar igualmente, Olivier Baulny, "L'œuvre américaine d' Alcide d'Orbigny, Cahiers des Amériques latines, 5 (1970) 55-74.9. Carlos Bravo y Manuel Vicente Ballivián, La patria boliviana, estado geográfico, La Paz, Imp. La Laz, 1894, 204 p.10. Primera edición en 1859, traducción francesa en 1862. Una traducción española, realizada en Madrid en 1877, figura en la biblioteca de Sucre, así como una edición francesa de 1887.11. Social Statics. The Conditions Essentials to Human Happiness Specified and the First of Them Developped, Londres, 1851.12. Walter Bagehot, Lois scientifiques du développement des nations dans leur rapports avec les principes de la sélection naturelle et de l'hérédité, París, G. Baillière, 1873. Una edición española, no fechada, se encontraba en la biblioteca de Cochabamba. Ernst Haeckel, Les preuves du transformisme. Réponse a Vischow, prefacio de ]ules Soury, París, G. Baillière, 1879. Esta obra se encontraba también en la biblioteca de Cochabamba.13. E. Haeckel, op. cit.14. Ver el prefacio de su traducción de L'origine des espèces (primera edición de 1862, la segunda de 1866). Citamos igualmente, entre una bibliografía muy abundante, Causes internes de la dissolution des peuples, París, Guillaumin, 1878, L'origine de l'homme et des sociétés, París, 1869; Les phases sociales des nations, París, 1876.15. Clémence Royer, Préface à la première édition de L'origine des espèces, París, Flammarion, 1862, XXXVIIII.16. L. Büchner, El hombre ante la ciencia, Barcelona, Granada, s. f., biblioteca de Sucre. Existe una edición francesa de la misma obra publicada en 1870. Jean-L. de Lanessan, Le transformisme, París, Doin, 1883. Figura en la biblioteca de Modesto Omiste.17. Dr. J-L. de Lanessan, La lutte pour l'existence et l'association pour la lutte, París, Doin, 1881, p. 78-79. 18. Op. cit. p. 80.

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19. Le darwinisme social, París, Derveaux, 1880, p. 77.78.20. Armand Boucher, Darwinisme et socialisme, París, Alcan, p. 65-66. Consultrar también sobre este tema la aclaración de Terence Ball, "Marx and Darwin: a reconsideration." Political Theory, VII/4 (1979), p. 469-484.21. Filósofos y sociólogos de esta época situaban a menudo en la misma categoría a Marx o Engels y a algunos socialistas darwinistas como Enrico Ferri (Socialisme et science positive, Darwin, Marx et Spencer, París, 1896) y A. Loria (Le darwinisme social, París, 1896). Ver A. Fouillée, Le mouvement positiviste et la conception sociologique du monde, Paris, Alcan, 1896, p. 249. Recordemos también que Jack London se proclamaba adicto a esta corriente socialista darwinista, cf. Martin Eden y Avant Adam, escritos de homenaje a Spencer. Sobre la evolución ideológica de London, ver M. Debouzy, "De la révolte à l'embourgeoisement: ]ack London'" en La genèse de l'esprit de révolte dans le roman américain (1875 - 1915), París, 1968.22. Charles Antoine Malato de Corné, Filosofía del anarquismo, Barcelona, en el catálogo de la Librería Científica de Santa Cruz en 1905. Ver igualmente Les masses sociales du point de vue de l'évolution zoologique, París, V. Girard, 1907. Elisée Reclus, Evolución y revolución, trad. López Rodrigo, Valencia, Sempere, figuraba en la biblioteca de Sucre. En este opúsculo Reclus trataba de dar un sentido revolucionario a ciertos temas darwinistas: "Pero he aquí que se emplea un razonamiento de otra naturaleza y que tiene por lo menos el mérito de no descansar en una mentira. Se invoca contra las revindicaciones sociales el derecho del más fuerte. La teoría llamada de Darwin acaba de hacer su entrada en la ciencia y se cree poder servirse de ella en contra nuestra. En efecto, el derecho del más fuerte triunfa para acaparar fortunas... Pero lo que dicen los economistas, lo que dicen los industriales, ¿no lo podrán decir también los revolucionarios, comprendiendo que entre ellos el acuerdo por la existencia reemplazará gradualmente la lucha por la existencia? La ley del más fuerre no funcionará siempre en provecho del monopolio industrial" (p. 35-36).23. W. Bagehot, op. cit., p. 25.24. Gabriel René Moreno, Nicomedes Antelo, Santa Cruz (Buenos Aires). Imp. López, 1960, p. 53.25. Id., p. 25.26. Sabino Pinilla, La creación de Bolivia, (Biblioteca de Ayacucho, 18), Madrid, Editorial América, 1917, p. 56.27. G. René Moreno, op. cit., p. 142.28. El Ayllu, La Paz, 1903. Editado también en Francia por la Librería Ollendorf en 1913.29. Cf. P. Rivet y G. de Crequi Montfort, Bibliographie des langue. Aymua et Kichua, París, Institut d'Ethnologie, 1952, Vol. II.30. G. René Moreno, op. cit., p. 140.31. Sobre este punto consultar Erland Nordenskjöld, La vie des Indiens dans le Chaco, París, Delagrave, 1942 y los trabajos de Thierry Saignes.32. Sabino Pinilla, op. cit., p. 61.33. Gustave Le Bon, Les lois psychologiques de l'évolution des peuples, París, Alcan, 1894, p. 160.34. Bastante antes que Le Bon, Nicomedes Antelo anunciaba este tema, pero atribuía a la religión católica y a la Iglesia la responsabilidad de la inferioridad latina. Quería difundir ampliamente esta idea a través de un "catecismo de la razón":P. ¿Qué es la Iglesia?R. Es una gran sociedad formada de criminales y de imbéciles, los unos corrompen a los otro. y viven de su subtancia [...].P. ¿Cuáles son los pueblos más instruidos, más ricos, más morales?R. Los Estados Unidos de América, Inglaterra y Alemania.P. ¿A qué deben sus grandes bienes?R. Exclusivamente a su religión, que favorece todos los grandes principios civilizadores del mundo...(El Poeta y el Fraile, Buenos Aires, Ed. Bonaerense, 1865, p. 21 y 23). Siendo lector de Darwin en 1865, Antelo parece haber adoptado pues, una interpretación exclusivamente biológica de los defectos bolivianos sólo hacia el fin de su vida.35. Dr. Arthur Chervin, Anthropologie bolivienne, t. 1, Ethnographie, Détnographie, t. II, Anthropologie, París, 1908. Leer igualmente de G. de Créqui Montfort, Rapport sur une mission scientifique en Amérique du Sud, París, 1904 y "Exploración de Bolivia por el conde de Créqui Montfort de la Sociedad geográfica de París", en Boletín de la Sociedad Geográfica de La Paz, VI, 24, 25, 26, p. 60–74.36. Georges Rouma, "Quitchuas et Aymaras", Bulletin de la Societé Royale Belge d' Anthropologie (Bruxelles) ( 1933), p. 184.37. Consultar a este respecto la aclaración de Julian Pitt-Rivers, "Race in Latín America; The Concept of 'Raza' ", European Journal of Sociology, XIV (973), p. 3-31 .38. En esa fecha, la Guerra del Pacífico (1879-1883) permitió desarrollar temas racistas. Los chilenos atribuían su victoria a la raza, procedente de un feliz mestizaje entre inmigrantes anglosajones y los indios de raza "araucana e indómita". Ver Alberto Liptay, El Darwinismo. ¿Cuál es la posición del hombre en el universo?, Valparaíso, 1889 y Nicolás Palacios, Razas chilenas, Santíago, 1918, 2 vol. Del lado de los vencidos, se acusa de la derrota al cholo y al indio. Habría que citar a este respecto toda la prensa de aquel tiempo. Ver las precisiones de Jeffrey Klaiber, 'Los cholos' y los 'rotos': actitudes raciales durante la guerra del Pacifico", Histórica, II, 1 (1978) p. 27-37.39. Ley del 5 de octubre 1874. Por este texto el gobierno Frías decidía simultáneamente abolir el tributo (en adelante, el impuesto debía ser proporcional a la superficie de las tierras cultivadas) y suprimir las comunidades.40. Carlos Felipe Beltrán (quien firmaba a veces C.P.B.), La civilización del Indio, Oruro, El Progreso, 1889, p. 73. Para más detalles sobre la personalidad y la carrera de Beltrán, ver el estudio de Paul Rivet y de Odile Rodríguez, « Un apôtre bolivien: Carlos Felipe Beltrán", Actes du XXXVlIIe Congrès des Américanistes, París, 1947, p. 657 - 696.41. Ver Josep M. Barnadas, "Martín Castro", en: Estudios bolivianos en homenaje a Gunnar Mendoza, La Paz, 1978, p. 169-220.42. La civilización del indio, escrita por el cura párroco de Macha, Macha, 1897, p. 13. Los dos curas utilizaron el mismo título para muchas obras que publicaron en más de treinta años.43. Civilización del Indio. Silabario con la doctrina cristiana, Oruro, Imp. Boliviana, 1872, p. 1 ("Dedicatoria al Indio").44. Al respecto, Léon Poliakov, Le mythe aryen, París, Calman-Levy, 1971 y Ernest Seillière, La philosophie de l'impérialiame, t. I: le comte de Gobineau et l'aryanisme historique, París, Plon, 1903. Ernest Seillière da una definición muy clara de lo que se llamaba arianismo: "El arianismo es una filosofía de la historia que atribuye las adquisiciones morales y materiales de la humanidad a la influencia casi exclusiva de la raza aria" (p. I). El arianismo consignaba el mestisaje de los Arios con razas inferiores y deducía la inevitable decadencia del mundo. Era, en suma, una variación del antiguo tema de la Edad de oro, nunca desaparecido. Por el contrario, para los evolucionistas, el mejor de los mundos debe todavía llegar y el universo no cesará de progresar si se cuida de eliminar los factores de regresión.45. Les races aryennes du Pérou, París, A. Franck, 1871, 421 p., figura en las bibliotecas de Gabriel René Moreno, de Sucre y de Cochabamba.46. En 1872, Villamil de Rada hizo llegar al gobierno boliviano el manuscrito de su obra, que desapareció tiempo más tarde en el incendio del Palacio. No obstante, dos versiones truncas fueron publicadas en La Paz al cuidado de Nicolás Acosta: en 1887 la lengua de Adán y en 1888 La lengua de Adán y el hombre de Tiahuanaco. Estas obtas se encuentran en las bibliotecas de Modesto Omiste y de Cochabamba.47. Ibid.48. Los miembros de la Sociedad Geográfica de La Paz han manifestado siempre preocupación por diatanciarse de la herencia "incaica" - palabra cuyo uso fue bastante comparable al de "gótico" en las controversias francesas del siglo XVIII. Un ejemplo: su participación en la « Fiesta de la raza », organizada el 12 de octubre por la Unión Ibero-americana de Madrid, cuyo fin era conmemorar cada año el « descubrimiento » de América y recordar que » […] más allá de la distancia y del tiempo, pensamientos y sentimientos comunes unen a los habitantes del nuevo continente y los del viejo terruñó". (Carta del presidente de la Unión Ibero-americana, mayo 1920), Archivo de la Sociedad Geográfica de La Paz, Correspondencia (1902 -1920) .49. Corregida de forma curiosa: la ley de 1-X-1880 especificaba que si una comunidad rehusaba compartir las tierras indivisas, sus bienes podían ter vendidos en subasta. Cf. Miguel Bonifaz, La legislación agrario-indigenal, Cochabamba, 1953, p. 274 - 276.50. Ibid.51. Ramiro Condarco Morales, Zárate, el 'temible' Willka. Historia de la rebelión indígena de 1899, La paz, 1966, única obra que ha sido consagrada

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recientemente a una cuestión apasionante. Es cierto que el historiador interesado en este episodio no tiene la tarea fácil en la medida en que muchas de las fuentes se han "extraviado". Ultimamente el Archivo Histórico de la Paz ha recibido numerosos legajos de la prefectura de la Paz; pese a que muchos están en muy mal estdo, se encuentra una parte de las minutas relativas a la instrucción y al desarrollo del Proceso de Mohoza. Ea de temer que los malos tratos sufridos los hagan pronto inutilizables; el relato que sigue se funda, por tanto, en documentos incompletos; además, como la mayoria de inculpados no hablaban sino aymara, puede ser que las traducciones carezcan de fidelidad. A pesar de estas críticas, el archivo presenta un valor inestimable.52. Problema irritante el de las derrotas indias. Entre los elementos de respuesta, la extrema heterogeneidad del mundo indio y sus profundas divisiones. Lo atestigua esta carta enviada al general de la 3a. división por Raimundo Luque, alcalde mayor de Hurohuma, Manuel Cruz Ascuas, jilaqata de Tasapampa y otros menos notables, para desolidarizarse de los acontecimientos de Mohoza: « Ud. sabe bien, señor, las violencias y los horrores que los indígenas han cometido ese día, el escándalo y los crímenes sin precedentes: que no puede hacer excusar su ferocidad satánica; el solo recuerdo de todo eso es suficiente para arrancarnos un grito de odio y de execración", Archivo de La Paz, Proceso Mohoza, cuerpo No. 4, f. 38-39,.53. Esta aclaración la proporciona la Misión Créqui - Sénéchal, cf, Chervin, op. cit., vol.I.54. Archivo Histórico de La Paz, Proceso Mohoza, cuerpo N.4, requisitoria, f. 137 v.55. Publicado bajo el título de El proceso de Moboza, La Paz, 1902. Otro defensor, Wencealao Armaza, abogado y hacendado, adquirió tierras de las comunidades en el cantón de Palca en 1882 (Ministerio de Hacienda, op. cit). 56. Don. José María Rocha, revisitador de tierras de origen del pueblo de Mohoza. Cochabamba, 26 de julio 1891, El Progreso, p. 8.57. Archivo Histórico de La Paz, Proceso Mohoza, cuerpo N. 8, audiencia del 26 de agosto 1901, interrogatorio de Leonardo Vásquez, f. 82. 58. El alcoholismo indio es un tema caro a los darwinistas sociales que no dejan de ver en él la marca de su degeneración. Cf. Napoleón Raña, Informe al Presidente de la República sobre el congreso de demografía de París, La Paz, 1901.59. Archivo Histórico de La Paz, Proceso Mohoza, cuerpo No. 4, requisitoria f. 137 v.60. Bautista Saavedra, op. cit., p, 155.61. Archivo Histórico de La Paz, Proceso Mohoza, cuerpo No. 8, audiencia del 14 de agosto, interrogatorio de Antolín Suazo y del subprefecto de Yungas, Eliodoro de la Barra.62. "La sentencia en el proceso de Mohoza", op. cit., p, 7.63. También se puede interpretar el hecho como un ejemplo de la violencia entre las facciones políticas durante esta guerra civil.64. Archivo Histórico de La Paz, Proceso Mohoza, cuerpo N. 4, requisitoria, f. 141.65. B. Saavedra, op. cit., p. 145.66. Desde el comienzo de la Guerra Federal, el argumento fue utilizado por la prensa de Sucre que oponía el Quechua civilizado al Aymara « perverso y estúpido », R. Condarco Morales, op. cit.67. Archivo Histórico de La Paz, Proceso Mohoza, cuerpo N. 4, f. 139 v.68. J. M. Baldwin, Le darwinisme dans les sciences morales, Paris, Alcan, 1911, p. 54.69. G. W. Cooke, "Social Darwinism", The American Journal of Sociology, XIII, (1909), 714.70. Carl Kelsey, Id., p. 70171. Lester F. Ward, id., p. 710.72. Objeciones por otra parte reactualizadas por la reciente polémica suscitada por la sociobiología; la sola novedad de los argumentos intercambiados viene de la utilización de disciplinas que han conocido un desarrollo reciente: los sociobiologistas se apoyan en la etología, mientras que sus adversarios les oponen la etnología. Cf, Edward 0. Willson, Sociobiology: The New Synthesis, Cambridge, Mass., 1975 y Marshall Sahlins, Critique de la sociobiologie, París, Gallimard, 1980.73. Es el argumento central de Jacques Novicow, La critique du darwinisme social, París, 1911. Ver también P. Chalmers Mltchell, Le darwinisme et la guerre, Paris, Alcan, 1916.74. Daniel Sánchez Bustamante, Bolivia, su estrúctura y derechos al Pacífico, La Paz, 1919.75. Miguel Mercado, Historia internacional de Bolivia, La Paz, Don Bosco, 1972, p. 146-162.76. Pueblo enfermo. Contribución a la psicología de los pueblos hispanoamericanos, Barcelona, 1909. 77. La palabra resulta débil, al leer cierta descripción de caudillos mestizos : « Era moreno, arrugado, los ojos hundidos, la frente sobresaliente, el cráneo calvo y sucio, maneras de patán, vestimentas raídas y sin forma, el sombrero grasiento, las uñas negras, el aliento fétido, la marcha grotesca…» (Danza de las sombras, II, p. 78.)78. Id., p. 345.79. La plebe en acción, Barcelone, 1924, p. XI.80. Essai sur l’inégalité de races humaines, Paris, Firmin-Didot, 1940, vol. II, p. 525 [1a edición en 1853-1855].81. Id., p. 564.82. A. Arguedas, La danza de las sombras, Op. cit., vol. 1, p. 131.

(Traducción de Giancarla de Quiroga)Publicado en Historia Boliviana, Cochabamba, I/I, 1981, p. 55-82