Maria Antonieta Rivas Mercado
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/ 1 1 ( 1 1 f n
12 t0l2letCl f VAS 1V! E f (11 LI) (1) A D R S H E E S T R O S A
M(XR: 1c) r _________________________________________________ O i r i u l
-
U N AN
BIRLIOTF(' c 'NTAL PROV.
UNAM 33LIOTEC CETRA. CJSIF.
( J , 5 L 5c'2.
Primera edicin, marzo de 1999
Primera reimpresin,'abril de 2005
Tiro de 1,000 ejemplares,
impresos sobre papel de 135 g
2005, Andrs Hcnestrosa 2005, por caractersticas tipogrfkas, diseo y edicin
Miguel 11 1' irria. librero-editor
1 )iu'eibus reservados iuiiliii liii a la ley
ISUN )(,MH42-')41-1)
II IIIIII l a i i i i sI i i i e, i i 14111 ii i n u,, i , ; I, d11P11.1
i i t i i i i ttliit, s i i i l u n l a l
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I I I I A i I n i t I o r I t - l i L ey I , , I , , , l de l 1 )u' i i ' t l i i i Ik' Ai ,i i t y III
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ti N A E S ,I b E I 1. A E II ( A Z
NTONIETA RIVAS MERCADO se escribi como
guin de la pelcula Antonieta; pero slo lo
fue en una mnima parte: de lo que pudiera llamarse su
guin y argumento se aparta casi en absoluto con lo que
puede decirse que le es ajeno. Ms pudieron servir a
aquellos fines las conversaciones que tuve con el pro-
ductor, Carlos Saura, espaol, quien vino a Mxico, en
vsperas de la filmacin, a tratar con doa Margarita
Lpez Portillo, la principal productora de Antonieta. El
trato irreverente a Jos Vasconcelos que se observa en
algn pasaje de la pelcula, no es obra ma, en lo abso-
luto. Quede dicho para tranquilidad de mi conciencia.
Antonieta Rivas Mercado, se publica ahora en vsperas
del centenario del nacimiento de aquella desdichada
muje? que atraves el cielo de Mxico como un re/dm pa-
go: por su fugacidad y por la luz con (lije lo ihimin. Vivi
treinta y un anos: tui relunipugo, apenas un parpadeo del
ti('IiI/)O.
I 'iiitIit 1 Ir ' MIct, i l innlfMf 21 VII iim/,ii (Ir I1)9U
-
ERMINABA un siglo y se iniciaba otro. El rgimen del general Porfirio
Daz alcanzaba otra esplendorosa plenitud. Todas las apariencias
eran de que nada poda alterar la paz, ni ponerla en peligro. Mxico estaba en el
camino que entre sangre y sacrificios haba buscado y encontrado. La ciudad de
Mxico, lujosa, elegante y satisfecha de s no se daba cuenta de que a espaldas
de Palacio un pueblo entero se agitaba y herva, pronto a cambiar el sistema
poltico a sangre y fuego. Las armas ya estaban en la fragua, al rojo vivo. Slo diez
aos faltaban para el centenario del Grito de Independencia nacional, y
Mxico se preparaba para celebrarlo, y celebr con inusitada pompa. Las
delegaciones extranjeras, la presencia de grandes figuras de la inteligencia, el
boato crearon la imagen de un Mxico a la altura de los pueblos ms prsperos del
mundo. En la reapertura de la Universidad, el sabio discurso inaugural de Justo
Sierra pona en evidencia que el progreso material y el cultural iban a la par. La
inauguracin de la Columna de la Independencia, que remata en un ngel dorado
era todo un smbolo fue otro de los grandes nmeros del programa de las
Fiestas del Centenario.
La capital, entonces muy pequea, reducida a unas cuantas calles del centro,
tena un tinte europeo, senalaclaHl('llle francs, evidente en las grandes tiendas de
ropa, elegantes restaurantes en los que se ('( inia a la manera francesa, bares en
-
idioma(I( la %rist()crt(i(t y (It la
1 ileligt'iia Ili('XICaIi.
ll Mxico verdadero, aquel
que naci (le la conjuncin de
dos sangres y dos culturas, esta-
ba oculto, o se pretenda ocul-
tarlo, rehuirlo. Pero all estaba,
latente en espera del da en que
pudiera manifestarse en toda su
realidad. No otra cosa fue la
Revolucin Mexicana que iba a
estallar slo unos cuantos
meses despus de las fiestas con
que Mxico celebr el cente-
nario de su Independencia.
A la ltima luz de un siglo suceda la primera de otro siglo. El ltimo crepsculo
del XIX se prolongaba en el primero del xx. En ese impreciso lindero naci Mara
Antonieta Valeria, los tres nombres con que fue bautizada. Mara Antonieta alude
vagamente a una desventurada y extraordinaria mujer, al propio tiempo que contieii
el nombre de su padre; el otro, Valeria, corresponde a la fecha de su nacimictito:
28 de abril, da de san Valerio. Bien pronto redujo su nombre a uno solo, aunque
al de Valeria volva de cuando en cuando: sus primeros escritos, sus primeras cartas
familiares con ese nombre los firm. Y uno de los ltimos, Mico can 1.')28,
Crnica il 1(1 campaa vascoFu('//,(a, lo firma II su primera edicin, Valeria.
6 It H.t
-
uI' sus u llus, (1W' 11111v rmprnhii 4 III", ___________________ Mercado y Matilde Castellanos1 1,111 El haba nacido en ui Iu'rritod(l de l'J)i(',
ahora ('StalIn de Nayuit, y ella en ( )axu'a, l)ari(ilt(' (('r('aiIa del general Ignacio
Meja, companero de armas de (imito Jurez y de lkrfirio 1 )az. 'Iil ilillilei Ria
de sangres espaola, alemana y las gotas indias que no pueden faltar pro-
dujeron una mujer de peregrina gracia y belleza, poderosa inteligencia y finura
de espritu. Era alta, la tez morena, giles y graciosos porte y andar; delgados
los labios, afilada la nariz, negros y brillantes los ojos. No eran esos, sin embargo,
sus verdaderos encantos: lo eran el hlito de seoro, gentileza y prestancia
que trascendan de su persona.
Antonieta no asisti a ninguna escuela oficial o particular; su casa fue la
escuela, sus profesores las institutrices a quienes sus padres confiaron su (51(1-
cacin, esmerada desde la primera hora. Nia an aprendi el ingls y el francs
que lleg a hablar, leer y escribir con singular dominio. El arquitecto Rivas
Mercado, notable en su profesin, no slo alcanz fama sino tambin riqueza.
proyect la Columna de la Independencia y algunos otros edificios civiles y par-
ticulares. Fue director de la Academia de San Carlos. Su casa era a un Iieuuupo el
taller y el saln en que se reunan los escritores, poetas, pintores y escultores iius
sealados de la era porfiriana. En ese ambiente pas Antonieta sus primeros aos,
se hizo al trato de los artistas, vislumbr la gloria y la fama. Cuando Rivas Mercado
viajaba se haca acompaar de la hija predilecta y de alguno) de sus discpulos los
preferidos. A los diez aos, Antonieta hizo su primer viaje a Pars; iba a reunir la
ciudad imaginadla a trav(s de sus lecturas con la real, la (II piedra, luz y cielo,
l a c'erc'ana conlos escultores, la familiaridad 14(411 la estatuaria, los uturttn lles
y los broa( es (lestuuI(l( 45, a 111.15 (II' Sil inteligencia despojada 111111 lhlIllIII4IlIe (II'
1111 l(i'M4l ('Iii (4)1141 41 41111
idioma de la aristocracia y (le la
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ll Mxico verdadero, aquel
que naci de la conjuncin de
(los sangres y dos culturas, esta-
ha oculto, o se pretenda ocul-
tado, rehuirlo. Pero all estaba,
latente en espera del da en que
pudiera manifestarse en toda su
realidad. No otra cosa fue la
Revolucin Mexicana que iba a
es ta l la r s lo unos cuantos
meses despus de las fiestas con
que Mxico celebr el cente-
iiari() de su Independencia.
era (le otro siglo. El ltimo crepsculo
ti ese imprecisolindero naci Mara
rite bautizada. Mara Antonieta alude
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par escribir t'iI,S y las impresiones (1(1 viaje. I.a escritora (ti(' iba t ser, en esos
anos olio las primeras tioliestras, Visit !I1IIS('()S, se detuve, ;uite las grandes obras
atenta a las ('Xl)Ii('a('iOII('S (l(' su padre, gran conocedor del arte de todos los siglos.
Aquellos f, Ieron modelos de perfeccioti, tras de los que fue siempre. Aquellas im-
genes ya no se apartaran de su mente y de sus ojos. Y a Francia los volvi siempre.
Cas muy joven, a los 18 aos, con Alberto Blair, sbdito britnico, diez aos
mayor que ella. Una unin desdichada desde sus orgenes, imposible entre una
mujer liberada del ambiente familiar, de su mundo y de su tiempo. Una esposa y
madre a la manera tradicional mexicana, Antonieta no lo poda ser. Y las desave-
nencias condujeron a la separacin.
A todos estos hechos, graves de por s, se agreg el divorcio de sus padres.
Antonieta tom el partido paterno. La primera gran sombra caa sobre su vida. De
ah en adelante ya no tendra paz, vivira de pelea en pelea.
El juicio de divorcio entre Antonieta y Alberto Blair fue largo y enconado. El
hijo el Antoico, "el Chaco" de sus cartas qued bajo su patria potestad,
aunque provisionalmente. A la larga, el marido la gan para s.
Antonieta, puesta en entredicho, cuando no negada, se fue quedando sola.
En aquel trance se encontr con el pintor Manuel Rodrguez Lozano, tui
socrtico en busca de discpulos, un descubridor y encauzador de vocaciones.
Tras de una larga estancia en Europa, Manuel estaba recin vuelto a Mxico y se
incorporaba al movimiento de la llamada Escuela Mexicana de Pintura. 1 k u uihre
culto, de poderosa inteligencia, de gran presencia, ejerci ele ion ie liat ) sobre
Antonieta Rivas Mercado tina suerte de seduccin y de tasciuiaciui. La gtuio'o, la
puso en el camino del que ya to'iuia andad largo trecho.
00 I 1 1 i 4 I 0 * i 4 '
-
. I ( b i l ( 1 amor y f ) t1r l 1 Io I I ) i tC lMj)CI i I ( t t r l ( ' , , ( ' i i . i i i i l1 i i i npnrtt ' , yn era t, U V T , '
l t r I l lac l l i cu l i M 'un ida signi f i c p ina Manue l, i i i i (0 i I b i( i0 , esco l lo d if i -
cil (le salvar. Admiraba a Allil miela, crea en su genio y en su aiiu )r; adverta la
similitud de sus destinos. No era slo una mujer, sino la mujer excepcional,
deslumbrante. Como no era posible rechazarla, quiso que se realizara artista y
protectora de las artes, una mujer en cuya vida armonizaran el amor, el deber y la
belleza. Hacia esa meta ideal la condujo. Y en una gran medida logr el propsito.
Rodrguez Lozano rehua la entrega a mujer alguna, a la paternidad, a toda
palabra que lo atara, as fuera pasajeramente. Una herida por mano de mujer tuvo
siempre abierta y jams dej de sangrar. Su trato con las mujeres, a partir de cierto
da, no se sustent en el amor, en alianza que tuviera carcter permanente; todo
pasajero, casual y slo ocasin para manifestarse el hombre en su plenitud.
En algn minuto de mxima intimidad, de la mayor entrega, Manuel quizs
confiesa a Antonieta un secreto que guardaba como lgrima y sangre en lo ms
recndito de su ser: su desventurado matrimonio, la muerte del hijo por mano de
la madre, el adulterio. Una confesin extrema que Antonieta entendi en todo su
tremendo significado. Con aquella confidencia el pintor busc que Antonieta no
tomara como desdn y rechazo lo que era slo defensa.
Y, sin embargo, la celaba. Una carta annima la acus de tener un amante. El
pintor le reclam el proceder, la ri. Antonieta rechaz la acusacin y logr tran-
iiiilizar al pintor. Antes que fallarle me matara, le dijo en carta que luego le
escribi. Y agreg: yo le quiero con la mayor clarividencia. Usted tiene lesiones
viejas que no espero alcanzar a sanar, ftistciiie con que me permita quererlo y
saber de usted. Una vida distinta, 110 inc atrevo a llamarle mejor, 110 es para lu.
Aun suponiendo o que con liii alilo u boi curara, si cii este distante tui ser divino une
A FI 1 1
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escritora III iba a ser, (11 (1505
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-
IIHIl(, (I('S(l(' 11111 1 Il ly viva, II s1111) II )/. 11e (l %t 1111. Mi amor 1 s liii InI 11114 (lIIt,
II II Sil (1 )rresp( )iI(l(ilCiil, 41 V('/. 11e Iiiii II lIIrIii(', lle 4 IIlI(((. Dude antes (It' S
rflisiio, Manuel, y no del cariii() (Itit' le tengo, que espero, con el tiempo, llegar a
hacer perfecto.
Antes, en parecida situacin, Antonieta le haba dicho: "Si mi pasado inmedia-
to le repugna, cree usted acaso que yo no me siento sucia? Cree usted acaso que
no me traspasa el corazn mi ceguera, que no me doy asco, que no lamento, con
un grito que sale de las entraas, haber cado, manchando mi boca y mi cuerpo?
Antonieta reuna en su casa a estudiantes, escritores, poetas, filsofos, soci-
logos, dramaturgos, pintores, msicos; para conversar, leer libros, or msica,
revisar la historia patria en busca del sentido real y ltimo de la cultura mexicana.
Con frecuencia traduca -con muchos aos de anticipacin- en voz alta del
francs y del ingls a los grandes autores del momento. Todas las literaturas le
eran familiares, algunas en la lengua original. Sin preferencia por ninguna, iguales
todas en sus grandes escritores. La biblioteca de su casa, si bien no muy
numerosa, contena las obras en que la inteligencia del hombre alcanz la mxima
plenitud. Ley libros desde nia.
Era un sueo de Antonieta que Mxico tuviera un teatro. "La necesidad de
hacer teatro, de tener teatro bueno, era apremiante. Constituy una de mis preocu-
paciones desde mediados de 26, cuando regres de Europa. Hasta llegu a hacer
un teatro que se frustr", escribi.
El tema del teatro -el edificio y el repertorio- era constante en Antonieta.
Otros tenan la misma preocupacin: Salvador Novo, Xavier Willaiirriitia, Gilberto
Owen, Celestino Gorostiza. El (11(114 III ti )41)11 Villamili lIla, p1 )r mediacin (
llpintor Mal iiii'l II 44 lrgtiez 1 )/.iii( , f111' I pass) 1 li'IItilIivt iii la realizacin I iii )r( iositii
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igual que la revista literaria que dirigan Novo, Villaurrutia , ()weii y sus cutis
paeros. La senos k'ivas Mercado convoc a sus amigos para la gran tarea.
Guadalupe Medina de Ortega, Isabela Corona, Emma Anchondo, Clementina
Otero, Matilde Urdaneta, Carlos Luqun, Rafael Nieto y algunos otros se improvisa-
ron actores. Los pintores Manuel Rodrguez Lozano, Roberto Montenegro, Julio
Castellanos, escengrafos. Los dramaturgos Julio Jimnez Rueda y Celestino
Gorostiza se convirtieron en directores de escena. Antonieta, Novo, Villaurrutia,
Owen, Gorostiza se encargaron de las traducciones que haban de integrar el
repertorio. Obras vivas, nuevas, "de vanguardia" como entonces se deca con dejo
un poco desdeoso. Se tradujeron y se llevaron a escena Ligados de Eugenio
O'Neil, El peregrino de Charles Vildrac, Orfeo de Jean Cocteau, Smili de Roger
'jo- era constante en Antonieta.
lovo, Xavier Willattrrutia, Gilherto
tara II realizacin de tris 1 ,pt,sito
tt
-
seleccionarlas. Il teatro es, seiiin, engaito, (Ilgai) s I l r i o r " , replic Antonieta
Rivas Mercado a aclnellus crticos Ratraks. Segn i Antonieta slo la realidad
cotidiana los satisfaca, incapaces de poner ui pie siquiera por un momento,
en el misterio. Ms all de toda negacin, lo cierto es que las obras representadas en el
Teatro de Ulises y en el Fbregas fueron una llamada, un redoble en un ambiente
somnoliento. Una invitacin a abrir los ojos al mundo, al teatro naciente.
Antonieta no tena punto de reposo. Iba y vena agitada por una llama inter
na. Lea, escriba, traduca. Sentaba a su mesa a todos los que algo significaban
en la vida cultural de Mxico. En largas sobremesas planeaba tareas para todos,
ella la primera. No hubo acto pblico de importancia al que no asistiera. Viajeros
y escritores de paso por Mxico, visitaban su casa para charlar con ella y verificar
que en verdad se trataba de una mujer extraordinaria. Las cartas que luego le
escriban reflejaban la legtima admiracin que siempre promovi en todo aquel
que la trat. Puede recordarse un solo caso, el de Waldo Frank, entre cuya corres-
pondencia haba una declaracin de amor.
Carlos Chvez haba vuelto a Mxico, tras de una larga temporada de estudio
en Nueva York. Soaba el maestro Chvez en la creacin de una Orquesta
Sinfnica. Enterado del inters que Antonieta tena por esta ndole de afanes,
procur su simpata y colaboracin. Y ella las dio plenas, entusiastas y generosas.
Reuni en su casa al gabinete presidencial y qued constituido el Patronato, de
cuyos trabajos vino la Orquesta Sinfnica de Mxico.
Lo que con las obras de teatro, sucedi con las ultras sinfnicas; fueron
negadas y condenadas por los crticos al uso. lg mr St riwi isk ti mm 1 Im n megger,
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un iIi(V( 1 despertar III 1 Mxico 1resente (11 5115 Sumos y vigilias.
Mxico vivir tiempos difciles, tiiia guerra, la llamada "Cristera", la ahogaba el
gobierno en sangre. Al mediar el ao 28, el mes de julio, fue asesinado el general
lvaro Obregn, el presidente electo. El pas entero se conmovi en sus cimien-
tos. Mxico llama a unas elecciones extraordinarias, que seran fatalmente arduas
y violentas. Los partidos polticos, en abierta y enconada pugna, se aprestaron a
la lucha electoral, cada uno con candidato a la presidencia.
El presidente, general Plutarco Elas Calles, en su informe del lo. de septiem-
bre, declar que terminaba la era de los caudillos y se entraba en el de las
instituciones. Era el llamado a unas elecciones libres. Jos Vasconcelos, desterrado
voluntario en Los ngeles, California, se dispone volver a la patria tras una "larga
y dolorosa ausencia". El 10 de noviembre de 1928 entra a Mxico, dispuesto a
aceptar la candidatura presidencial que le ofrecen diversos grupos, si despus de
pulsar la opinin pblica se convenca que la mayora del pueblo lo reclamaba. El
pueblo mexicano se puso en pie. Los jvenes, los primeros. Antonieta Rivas Mercado,
que para entonces haba satisfecho algunos de sus planes de trabajo, se sum a la
campaa. Su casa dej de ser ateneo para convertirse en club poltico. Asista a las
asambleas, a los cafs en que se reunan a discutir y a planear la accin los
jvenes, los obreros, los intelectuales, los hombres y las mujeres. Hizo suya la
causa, que crey la de Mxico.
El Domingo de Ramos, 10 de marzo de 1929, entra Vasconcelos en la ciudad de
Mxico. La inmensa manifestacin de apoyo al cancli(lato, los discursos, el delir io
cvico, le acaban de crear la certeza del triunfo. 'l iiiia comorealidad los espejismos.
Trastornos de la realidad, a la que ya slo de cuando en cuando volvera Antonieta.
-
Al iiiHi1u el *I de I)2), Aiitoiik'la il()Ifll ma Vasconcelos a la gira del
Norte. Y ('IIalgn )UIlt( ), tal vez en Linares, Nuevo I.tn, rompe ('1 juramento de
fidelidad a Rodrguez Lozano, '' se entrega a Vasconcelos.
Aunque sus relaciones con el pintor estaban rotas, si es que alguna vez alcan-
zaron ligaduras firmes y verdaderas, su entrega corporal a Vasconcelos le pes de
inmediato como una traicin del cuerpo y del alma. Una mancha en su cuerpo y
en su espritu. Si aquella otra cada que no fue en tiempos de Rodrguez Lozano,
le haca sentirse inmunda, cmo poda sentirse ahora que violando un juramen-
to de fidelidad hecho ante s misma, abandona un camino que crey ser el nico
hasta la muerte? Antes que fallarle me matara -haba escrito-.
Al da siguiente del primer encuentro con Vasconcelos, escribi, no una
carta, sino un poema, "Hora perdida en el tiempo sin recuerdo".
"Crueldad azul de las montaas fras -recorte perenne de su pasmo fijo de su
goce o dolor, pureza pura -montaas en perfil, dimensin nica -espinas del
recuerdo prisionero -casco difano del horizonte mo -el cielo impenetrable,
penetrado -es mi alma el filo de vuestro perfil, perfil del horizonte?
huid.. ..Escucho el ritmo cojo del tren sobre los rieles -tren que sabe solfear ms rpido, ms rpido. El destino me espera. Ayer naca -acaso hoy? Del parto,
el recuerdo de ansias mortales; de m, nada s. Fuerte vendaval que sacudes los
frutos maduros, leve cicatriz; beso de la savia previsora a la rama que se queja en
el recuerdo. Pasos que caminan al presente claro -lejana inquietud. La tierra que
se comba finge una certeza -que trajera el saber, ('II los ojos sin liugriuuias, ('1 grito
en la garganta seca. As haba de ser?".
u I I i i , i I A
-
a \"asti )IIceI()s a la gira (
en, rompe ('1 jtirarllent() de
('Ios.
5, si es (lee alguna vez alcan-
ral a Vasconcelos le pes
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ra queviolando un juramen-
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11 escrito-.
s(oIIcelos, escribi, no una
II recuerdo".
reune Sil pasmo fijo de su
iin'iisin nica -espinas del
alo -el cielo impenetrable,
erfil, perfil del horizonte?
ieles -tren que sabe slfear
naca -acaso hoy? Del parto,
rt(' v(91(lavaI que sacudes los rji a la raiiii (lee se queja en
j.iii;i iiiiiii'Ii il. I.a tierra que
los OjOS 5111 lagrimas, ('1 grito
l i a r a V o l v e r i l a en f r i a d i l . I V 1 i h Y M t ' d l r l f l gulr I A f i f i n mi c ' n n . mr CSO escribe: Mi viila, ustedesele VII a oasis. Esta Vida acazan isa, (It '
flnla(la, es un fuetazo 1 1 i'' ya no voy necesitando. Quiero ir cii hondura, buscar
en m toda ficticia exaltacin -quiero mi paz y mi dolor, este dolor de estar viva...
Y, como quien despierta, esta postdata: "Cmo est el fresco? Es lo nico que me
preocupa. No crea que es una manera de decir que usted me preocupa, porque
no es eso".
ltimos das de septiembre. Octubre est a las puertas con sus cielos azules,
su aire de trmulo cristal, sus rboles dorados. Una invitacin a la vida y a la
esperanza. Antonieta la ha perdido. Abandona Mxico rumbo a Estados Unidos,
se dira que huyendo de s misma, para evitar el encuentro con el pintor. En el
Paso, Texas, se encuentra con Vasconcelos. "En cuanto hable con l -escribe en
un apunte, que no una carta- emprender la ruta del Norte, ms doloroso que un
via crucis, porque a veces no creo ya en Dios..
Antonieta se aferra al trabajo como el nico medio de sobrevivir, como el solo
camino de perfeccin. "Necesito hundirme en el trabajo. La inaccin, la falta de
creacin, me aterra. Mi soledad y mi pena estn tan hondas que no parecen existir.
Voy, vengo, hablo, oigo y slo en mis ojos hay una pualada viva.., al deshacerme
me hago, si no me aniquilo, ser, pero Manuel, y todo para qu?
"Tomo calmantes sin efecto. Quiero llegar ya a mi destino, para obligarme a
coger el carril. Maana me har de mi mquina y comenzar a dejar en papel mis
entraas".
Y el apunte concluye con esta interrogacin desoladora: "Mi hijo, Manuel, mi
Atitoico, quin vert por l?"
1 I A
-
,iii iic lat dlii ijdt Iiliititjvtiiiiiilt', ()II(' 'slu/ sli, aIIle liii ttiSI1, para hacerme o
Iiiiiuliriiie. S' iiiia cosa sola: refugio, medro, fin: el Iral)ajo".
Antonieta es Un 1)(l1(ltIl() ue ya ti) pasa por ('1 fiel. Lil realidad es una irreali-
dad, y al revs. Refiere que cuando habl con Vasconcelos en la frontera, le pidi
que cuando llegara a la presidencia, le diera un cargo: un departamento cultural
en el que estuviera comprendido todo aquello que, por medio de diversiones
libere y fortalezca al pueblo. Y agrega: "Mi objeto, al estudiar aqu el movimiento
de los teatros pequeos, sera una preparacin, adems de un enriquecimiento".
Todo en torno suyo va siendo precipicio, va abriendo puertas a empujones,
anochece su vida, ya slo a ratos luz. Como que nada esperara en medio de tantas
tareas que se propone. Y, otra vez la reiterada obsesin, apunta: "Pues bien, esta
maana comprend que este anhelo de triunfo en Mxico de fuerzas buenas que nos
daran una oportunidad de trabajo, se me caa de la voluntad como fruta demasia-
do madura. No s si ha sido el invernadero de mi padecimiento lo que lo ha hecho
madurar o simplemente esto: se prepara uno para lo peor, para el dolor ms
agudo, y el camino recorrido
es semejante al del condena-
do a muerte de Dostoievsky,
que, al ser indultado, le haba
perdido gusto a la vida.
Piro Antonieta no se de-
tiene. Va en derechura al fin,
ui las leves pausas del tr
-
no. S mnmt'nf d
('1111 tIIISIIl4, ata tla((r1110' ()
abajo".
Pl. 1,.r realidad es una ncelos en la frontera, le pidi
un departamento cultural
por medio de diversiones
estudiar aqu el movimiento
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1 .o', oaiiiiria por la ('iU-
)tIiii('tcaptulo envidie rl pintor ('II el OIl )XIliiI O corleo Suelde clue '' ha 1l 'it (III lo o de su envoltura mexicana, y as lo liee. Encuentra desesperada la aventara
VaS()ucelista. 'Iriia cooiino suyo el hundo, a cauro() de haber perdido a su patria.
Nada espera, le aterra hasta tener que pensar en su hijo de quien hace das no
tiene noticias. Como siempre, en medio de todos, est sola. Se encuentra con
Waldo Frank, a quien traduce al espaol; escribe en francs a Romain Rolland,
sobre el movimiento vasconcelista. Prepara un ensayo acerca de Andr Gide, de
quien ha traducido y est por publicarse, Escuela de las mujeres. Pero no,
Antonieta ya no quiere nada, camina hacia la nada. Quiere dormir, hallar en el
sueo esa mnima anticipada y cotidiana muerte, el olvido. "Necesito trabajar
como jornalero, mis ocho o diez horas, para por la noche poder dormir, dice, vc-
tima del insomnio. Relee sus cuentos que encuentra detestables. El mismo a
quien se dirige aparece slo entre lneas, como un mero corresponsal. Slo al
final, como quien despierta y vuelve en s, lo recuerda por su nombre y le dice:
"Manuel, Manuel si pudiera usted venir!".
Ya est Antonieta instalada en Nueva York: American Women's Association,
357 W57 St., lugar elegido entre ella y Alma Reed, escritora y periodista
norteamericana, la "Peregrina" de la lnguida cancin mexicana.
Nuevos encuentros neoyorquinos: el pintor y fotgrafo Emilio Amero, el
crtico musical Francisco Agea, Gabriel Garca Maroto, escritor y pintor espaol,
de larga residencia en Mxico. Y el encuentro que fue para Antonieta un
acontecimiento: Federico Garca Lorca. Su amigo desde el primer momento.
Federico, "un extrao muchacho, un atormentado de Dios". "Me siento de tal
manera definida dile, clrriera dile rio, estoy contra y por, brutalmente." Rehuye el
contacto de todos, pero asiste a fiestas y tertulias, cuando "1110' puedo promo'to'r
III) O lo'spegur los
-
'1SI(ii i' ii(Irki, t tii h 'u I'iiu strI 1'. I s l a k v y t iIr 'I primer
capitulo." Pregunta a Manuel por sus (LIa(IrOs, por sus trabajos, por su SallI(I. La idea de que est en culpa ante el pintor, la lleva a decir: "Su carta del 3 es
mi amuleto. Cuando lloro demasiado me vendo los ojos con ella. Se reanudar.
S, porque no se ha roto. Es cuestin de distancia."
Las noticias de Mxico no son buenas: su hermana mayor, Alicia, se neg a
tener a su hijo en custodia y que el marido, que ha ganado el juicio de divorcio,
pretende que se lo entreguen. No come, no duerme, no llora porque lo hizo
anticipadamente, cuando decidi abandonar Mxico. El dolor se traduce en tra-
bajo. Pero no. Antonieta divaga, camina insegura, tropezando, ya un pie en el abismo.
Se desata de los lazos terrenos, de toda liga pasajera. Se sabe sola en la desespera-
da pelea por la posesin del hijo al que acepta perder. Se dice que Antonio nunca
ser ms mo que con el padre, y mi dolor lo pongo a los pies de Dios. Acepto mi
cruz, Manuel, humilde, cristianamente. Vivo, pero, a ratos, se me nubla de pade-
cer el entendimiento Mi hijo!
Las ms sombras ideas le pasan por la cabeza: est en espera de las peores
noticias. Cuando pasa por Times Square, teme leer en letra luminosa la noticia de
que han asesinado a Vasconcelos, para que no llegue vivo a las elecciones que
sern dentro de unos das. Se arrodilla a media calle, reza y llora. Y otra vez de
pie camina sonmbula. Todo sea por Dios, clama resignada.
Noviembre medianero, prximo el invierno, Antonieta traza su plali de trabajo.
Lo primero cuidar su salud, despus, dar a conocer eii Nueva York a
Rodrguez Lozano, Abraham ngel, Julio Castellanos y u I' Ii '11(1) ( urea horca,
18
-
(tLlkI, tic' It toii i tiui itelhltt cit i \'Vi l tlti I't,ttk , traducirle MI
libio / ' i i/ iOI), ClU 1 )itI)Iicarit la / ( ') f5/ ( / ()eult'te, El oll pulltu(It' su progr,uu,l
h trabajo es: "Escribir: tengo l)t'rdi(lus artculos ci ingls y pendiente de
concluir mi novela:"
El plan de trabajo tan optimista y ambicioso no era otro que el resultado de una
dichosa convalecencia, de renacer. Antonieta ha estado en cama dos semanas, al
borde de la tumba. Escribe desde la cama, el pulso y el alma temblorosos. En la
herida abierta, moja la pluma. "Me falt usted, eso fue todo", escribe al pintor, a quien
sigue ligada y no ha podido desprenderse, incapaz de manejarse sola. "No puede
volar del nido", dice.
Llama a un sacerdote para confesarse y comulgar. Se siente purificada por el
dolor, pero quiere la absolucin. Est arrepentida de amores impuros, imperfectos,
que se le ofrecieron enteros, generosos, reales: un puado de cenizas a la postre.
Le pesa su soledad, pero la prefiere al trato con gente ajena a su vida, a su
aspiracin de pureza, perfeccin, gloria y cielo. Hasta el pintor encuentra irreal,
ajeno al mundo: una compaa imposible. Pero a l se atiene y se acoge. Es de
quien espera todo alivio y amparo. "Usted, Manuel, es lo que ms estimo, lo nico
que realmente quiero." Trabaja febril. Reclama de Manuel cuadros, litografas,
grabados, suyos y de sus discpulos para exponerlos en Nueva York, a mediados
de enero. Con ellos cree, y as lo dice, les vendr fama a ms de dinero: el xito
de Orozco se inici al incluirse una litografa suya "El Entierro" en la exposicin
de las cincuenta mejores litografas del ao. Manuel no atiende la peticin, pero
le escribe una carta. En tanto, Antonieta escribe, proyecta, satisface sus compro-
misos con revista y peridicos. Prepara dos estudios, tino sobre la amiga de
1 Ieri ifn Corts, "La Maliiittie", y otro sobre Sor .mana, poetisa y mujer a (luti(fl
tanto admira y conoce, 1 )uola si ha de escribrselos eu ingles o eu ('Ml)iI 1(l.
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mediol Ia(er, 41 151 ie ra. Ahora heme1 1 1(1(11) )( ' I1( ) y to l lo su l i i i
en un (Irania, de tenl muy ammul>ieioso. Ignora si podr escribirlo COlilu lo sienle
y lo piensa, pero lo trabaja devotamente, procurando tallar en lo eterno, I rramii li
toda ancdota. S que se ha apoderado de m -le dice al pintor- coimio fiebre y
que dormida o despierta me chupa la vida y que, enferma o sana, no tendr paz
si no la termino. De lograrlo -agrega- podra ser obra que fijara un estado que ya
Sfocles en su Antgona nos present: El individuo consciente de valores eternos,
insurgente contra las leyes pasajeras de los hombres, dndose por entero al sacri -
ficio que no es sino transmutacin. Antgona ella misma, ya poseda por la idea
del suicidio. Y otra vez al tema del hijo, dice que est procurando que su madre,
con quien parece haberse reconciliado, se lo lleve a Nueva York. Me desvive no
tenerle, escribe. Antonieta no duerme, slo dormita, pensando en la manera de
reunirse con Antonio, el hijo adorado. Si no se lo llevan est dispuesta a volver a
Mxico, slo para llevrselo ella misma. Porque Antonieta ya no quiere nada con
Mxico, con se por el que vive y muere. "Si no me traen a mi hijo -escribe- para
mediados o fines del entrante estar all para quedarme semanas o meses antes
de dejar, como toda persona que se respete, aquel infierno hasta que Dios quiera
que espero no ser nunca?'
Pero antes quiere acabar la traduccin al ingls de Los de alxi/o; terminar,
asimismo, el drama suyo, el Sensacional Jurado, inspirado eii el pro( es() y fusila-
miento de Jos de Len Toral, asesino de Obregn, que piensa 1)1 )IIer (91 el (i uiId.
Incita al pintor a que abandone Mxico y se traslade a 1 mrfs, "ti buen sitio de
reunin." La enfermedad la retiene algn tiemIl)() ms eim Nueva York. Al
iniciarse
-
IO (lIVi'I III) Itiiiiiiii 11111
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la t'slt uy dando III Ini Iral uit 1,, ' l ' i i i (1111 iirk S() ('sia l Itu de coIIck'lIcIll, qIlInl
(le III III ia aliicinunla", apunta.
Antonieta est sola, enhIlcdk) de todos. Est de paso en todas partes, camino
de Mxico al que quiere volver y tiene vueltos los ojos y el alma. "Estoy all,
donde ustedes, viviendo la vida confusa, dolorosa, amarga, de all, y me parece
que desde que Dios es realidad para m el alma se me ha vuelto jugosa de
piedad?' Alude, sin citar nombres, entre lneas, a un compromiso amoroso que a
un tiempo la ilumina y ensombrece. Mi fidelidad est en cumplir rectamente,
honestamente, con mi obligacin. La fundamental de salvar mi alma, valindome
de la obra siempre imperfecta, siempre purificadora. La temporal contina que
es dar reposo y abrigo, aqu, a quien me ve como un objeto adorable a quien se
tributa adoracin, a quien busca calor humano y, tambin, comprensin; all,
con usted, Manuel, el nico que siempre ha tenido fe, querindole hoy, igual que
ayer. Yo no soy otra. Slo est a salvo mi cario a usted de tormentos que antes
padeci. Yo no altero mi modo de ser, y lo nico que tem es que usted se
apartara, aun cuando saba que yo no haba faltado; por eso le escrib sin tardan-
za, jugando todo y dejando nuestra futura relacin a su arbitrio.
No logra que le lleven al hijo; uno tras otro los arbitrios, los recursos se frustran.
Cada da es ms grande el dolor de tenerlo lejos; el pensamiento de perderlo y de no
volver a tenerlo junto a s, la aniquila. Escribe a su hermana Amelia que vaya a
verla. Necesita el apoyo de unos hombros para dar cauce a sus lgrimas. Morir ya va
siendo para Antonieta la ltima y la nica esperanza. "A veces me parece que sin mi
enfermedadme voy a ir un buen da. Mi clolorsera no volver a ver a mi Ant( III co". Y
concluye: "A ilsle(l, Mai niel, s cine t'ni vida o muerte nos hemos 1 le hallar en ver(la(I."
A
-
deshordnrst,, St r i ' i ' c u l p ab l e 10 (11 ) l o l ' p o r l i i c au sa i a i l e t ' l c h i i i i
Maiit'l." l )eci(Ic' vi )IV('r . Mxicoantes tit' la fecha que se haba fijarlo. l
falta terrible (h(' (1011 Miiiiit'l obliga a hacerlo iniiietliataiiit 'iitt', "pues faltfld0me
l, s que es preciso que yo me enfrente con la situacin y la salde para
siempre", escribe. No quiere que nadie se entere de la fecha de su regreso, ni
siquiera su hermana Amelia a quien ha telegrafiado enterndola que vuelve. No
quiero puntualiza que nadie me espere y si le digo a usted que llego es
simplemente por decrselo. Una semana despus se encuentra en Mxico. Ignora
si se encontrar con el pintor, pero en cuanto llegue y se instale le dar aviso, por
si quiere verla. S le dice que he puesto nuestra relacin a dura prueba, tan
dura que slo si es eterna resistir. Cree Antonieta que s, que es eterna, pero
agrega: "Permtame, sin embargo, que desde ahora le diga algo que, si es
necesario, le repetir como splica, como splica y ruego. Es preciso que no siga
usted all; es preciso que est usted en su medio, el suyo, el que le
corresponde..."
Antonieta permanece en Mxico algunos das. No busca a sus antiguos amigos
y correligionarios, a muchos de los cuales acusa de desercin, y firme en la idea
de que todo aquel que abraza causas perdidas se queda solo. Manuel y Antonieta
se encuentran y, acaso, lloraran juntos sus penas. Convienen encontrarse en Pars
muy pronto. Toma la extrema decisin de huir con el hijo, jugndolo todo a una
carta. Llegan, sorteando las mayores dificultades, a Nueva Orlens, en donde
embarcan rumbo a Pars. Antonieta sabe que slo ha ganado un episodio, el
primero. Llora, no se siente segura, se sabe perseguid. Abaii loica Pars con el
hijo a cuestas, y se refugia en Burdeos rue 1 echIal ellivr, 27, a (1) )i i( l( 1)1 Ie It'
escribrsele' al nombre de Irene Lavigice. Va a I'ars con alguna frt'ecu'iiein para
encontrarse
-
1I111 111 11P 1111'111'1
Pupa ya a 11111111, i
causa Iru leei don
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(aII((lacll II 111' II 1111) thIIl II (Mutual. Llegamos S(ril)(' a Manuel (1 1 1 1 / 1 fU I culpa
de la Vi(I:i, que nu une ha castigado siIFi(i(III('luu(ulte, a 1 1 1 1 (alkjuI siii salida. SalR
las trancas arrebatada por iii n i avalancha suicida. Quera morir, aniquilarme, era
el premio al derrotado, al hombre sin ojos." Ha redactado la crnica del vascon-
celismo, Mxico en 1928, liii Drama sobre el juicio de Jos Len Toral, asesino de
Obregn; Episodio Electoral y concluida la redaccin de su Diario, que luego
publicar Vasconcelos en La Antorcha. Las otras obras de que siempre habl, o
quedaron inconclusas, o se perdieron, o paran en poder de alguna de las per -
sonas a quienes trat en sus ltimos das.
Fiel al propsito de dar a conocer la obra de Rodrguez Lozano, Abraham
ngel y Julio Castellanos, si Vasconcelos acepta sus condiciones, La Antorcha ser
la tribuna donde lo cumpla.
Como si quisiera aliviarse de alguna culpa, que sin embargo cree no tener,
escribe "Mi vida a nada se parece ms que a la de usted: un claustro del cual soy
la abadesa. Ocho a diez horas de estudio diarias, un constante arrebato interior,
una necesidad de medirme "con los que han sido" y la meta tan alto que la estrella
ms lejana parece baja, y Antoico florece como planta noble en terreno sano".
As, escribe el 14 de enero, a escaso un mes de su partida.
Estoy agrega en posesin de una exaltada y pattica libertad, de una
soledad poblada de realizaciones. S que ha llegado el momento grave, el del tra-
bajo exigente y austero. Usted me ense cmo trabajar, cmo ver, cmo ser.
Vuelvo, pues, a usted, as como su voluntad lo quiso: "en lo permanente".
Antonieta decide no volver a Mxico, a devolver al hijo, canto tena dispuesto.
faso a i )iiS( ) ha llegado a aquel l II 11111) al que siempre iamin: morir por supr1)pia
u1i,I111), 1 Il")I(l(rlIIi hua ril'/II, (Ii(. Itero romo 1 Ii'hh,lliu, Auuhiiieha haba 111idiului
-
t( Fiii1I, II inii'slrasomada ii IMII(I II III( I, l supliciou h'Isulu t
).I( I( SI' abri (II'S( h '1 III iIISt1utlI(' ullisl('ri( )S i, Ii ii'i ur In lis i It' l idea
suicidio.
Ya tiene la pistola en su pdr, ya sealada la hora y el lugar del holocausto.
"Terminar mirando a Jess; frente a su imagen, crucificado... Ya tengo
apartado el sitio, en una banca que mira al altaY'el Crucificado, en Notre Dame.
Me sentar para tener la fuerza de disparar..."
Era la maana del 11 de febrero de 1931. Sobre el ruido del disparo se hizo el
silencio eterno.
ANDRS HENESTROSA
1,
[Ciudad de Mxico, sbado 28 de febrero de 19811