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VOL.XIII. . . No.174 ENCUENTROS EN LA BIOLOGÍA 31 Manfred Eigen (1927-2019): Una visión personal por MIGUEL ÁNGEL MEDINA TORRES Departamento de Biología Molecular y Bioquímica, Universidad de Málaga [email protected] En el obituario que la revista Science dedicó el pasado 5 de abril de 2019 a Manfred Eigen, los au- tores del texto fueron Israel Pecht y Thomas Jovin, quienes compartieron estancia postdoctoral a partir de 1967 en el laboratorio de Eigen en Gotinga (Baja Sajonia, Alemania). Pecht fue el primer postdoctoral israelí que realizó una estancia de investigación en Alemania después del Holocausto. Jovin venía de una anterior estancia postdoctoral en Stanford. Ambos coincidieron al mismo tiempo con Rudolf Rigler, dis- cípulo de Eigen, en el año en que le concedieron el Nobel de Química. Pecht y Jovin, que conocieron bien y trataron durante el resto de su vida a Manfred Eigen, resaltan su humanidad, su calidez y su altura intelectual, no dudando en calificarlo de un individuo extraordinario y de incluirlo en el «panteón histórico de los grandes científicos». Para todo ser humano conocido o célebre por el motivo que fuere, hay una historia oficial y múltiples historias personales matizadas por el ángulo desde el cual otros individuos lo conocieron. Este artículo pretende ser una remembranza del extraordinario científico que fue Manfred Eigen, aportando de forma resumida algunos datos de su ‘historia oficial’; pero, ante todo, este pretende aportar mi visión personal del personaje desde que lo ‘descubrí’ en 1981. La historia oficial nos cuenta que Manfred Eigen nació en Bochum, una de las ciudades de la conur- bación de la cuenca minero-industrial del Ruhr en Renania del Norte-Westfalia (Alemania) el 9 de mayo de 1927. Su padre, un violonchelista profesional, le transmitió su pasión por la música, de forma que con sólo 15 años ya era un pianista de muy buen nivel al que se le abría la posibilidad de desarrollar una carrera profesional como solista. De hecho, en una entrevista que le hicieron en 2000, el propio Manfred Eigen recordaba que a la edad de 12 años ya tocaba en conciertos ante el público. La Segunda Guerra Mundial truncó ese camino para el futuro. En 1942, como tantos otros jóvenes de su edad, fue reclutado forzosamente y destinado a las baterías antiaéreas de defensa de su ciudad. En 1944 pasó a la fuerza aérea alemana. El día de la rendición alemana, el 7 de mayo de 1945, se encontraba en el aeropuerto de Salzburgo cuando fue ocupado por tropas americanas, pasando así a la condición de prisionero de guerra. Sin em- bargo, en lo que daría para un guión de película de aventuras, él y otro prisionero consiguieron escapar y, tras recorrer a pie más de 1000 kilómetros en un mes, regresó a Bochum. Es en estos primeros momentos de la postguerra cuando decide abandonar definiti- vamente el camino de la dedicación profesional a la música y apuesta por seguir una carrera en el campo de la ciencia, retomando así su segunda pasión de infancia y adolescencia, del tiempo feliz en que hacía experimentos de química en un laboratorio casero. Para alguien que quisiera seguir unos estudios de ciencias naturales en aquellos tiempos de inmediata postguerra la Universidad de Gotinga era una elección lógica. Sin embargo, era tal la afluencia de antiguos estudiantes que querían retomar sus estudios tras la guerra que las autoridades académicas trataban de convencer a los más jóvenes para que siguieran por más tiempo en el instituto. Con la determinación que siempre le caracterizó cuando tomaba una decisión, Eigen preguntó si le admitirían en caso de superar un examen de ingreso. Y así lo hizo, siendo finalmente admitido como estudiante de geofísica, la única rama

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Manfred Eigen (1927-2019): Una visión personalpor MIGUEL ÁNGEL MEDINA TORRES

Departamento de Biología Molecular y Bioquímica, Universidad de Má[email protected]

En el obituario que la revista Science dedicó elpasado 5 de abril de 2019 a Manfred Eigen, los au-tores del texto fueron Israel Pecht y Thomas Jovin,quienes compartieron estancia postdoctoral a partirde 1967 en el laboratorio de Eigen en Gotinga (BajaSajonia, Alemania). Pecht fue el primer postdoctoralisraelí que realizó una estancia de investigación enAlemania después del Holocausto. Jovin venía de unaanterior estancia postdoctoral en Stanford. Amboscoincidieron al mismo tiempo con Rudolf Rigler, dis-cípulo de Eigen, en el año en que le concedieron elNobel de Química. Pecht y Jovin, que conocieronbien y trataron durante el resto de su vida a ManfredEigen, resaltan su humanidad, su calidez y su alturaintelectual, no dudando en calificarlo de un individuoextraordinario y de incluirlo en el «panteón históricode los grandes científicos».

Para todo ser humano conocido o célebre por elmotivo que fuere, hay una historia oficial y múltipleshistorias personales matizadas por el ángulo desdeel cual otros individuos lo conocieron. Este artículopretende ser una remembranza del extraordinariocientífico que fue Manfred Eigen, aportando de formaresumida algunos datos de su ‘historia oficial’; pero,ante todo, este pretende aportar mi visión personaldel personaje desde que lo ‘descubrí’ en 1981.

La historia oficial nos cuenta que Manfred Eigennació en Bochum, una de las ciudades de la conur-bación de la cuenca minero-industrial del Ruhr enRenania del Norte-Westfalia (Alemania) el 9 de mayode 1927. Su padre, un violonchelista profesional, letransmitió su pasión por la música, de forma que consólo 15 años ya era un pianista de muy buen nivelal que se le abría la posibilidad de desarrollar una

carrera profesional como solista. De hecho, en unaentrevista que le hicieron en 2000, el propio ManfredEigen recordaba que a la edad de 12 años ya tocabaen conciertos ante el público. La Segunda GuerraMundial truncó ese camino para el futuro. En 1942,como tantos otros jóvenes de su edad, fue reclutadoforzosamente y destinado a las baterías antiaéreas dedefensa de su ciudad. En 1944 pasó a la fuerza aéreaalemana. El día de la rendición alemana, el 7 de mayode 1945, se encontraba en el aeropuerto de Salzburgocuando fue ocupado por tropas americanas, pasandoasí a la condición de prisionero de guerra. Sin em-bargo, en lo que daría para un guión de película deaventuras, él y otro prisionero consiguieron escapar y,tras recorrer a pie más de 1000 kilómetros en un mes,regresó a Bochum. Es en estos primeros momentosde la postguerra cuando decide abandonar definiti-vamente el camino de la dedicación profesional a lamúsica y apuesta por seguir una carrera en el campode la ciencia, retomando así su segunda pasión deinfancia y adolescencia, del tiempo feliz en que hacíaexperimentos de química en un laboratorio casero.Para alguien que quisiera seguir unos estudios deciencias naturales en aquellos tiempos de inmediatapostguerra la Universidad de Gotinga era una elecciónlógica. Sin embargo, era tal la afluencia de antiguosestudiantes que querían retomar sus estudios tras laguerra que las autoridades académicas trataban deconvencer a los más jóvenes para que siguieran pormás tiempo en el instituto. Con la determinación quesiempre le caracterizó cuando tomaba una decisión,Eigen preguntó si le admitirían en caso de superar unexamen de ingreso. Y así lo hizo, siendo finalmenteadmitido como estudiante de geofísica, la única rama

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de la física con plazas disponibles para estudiantes denuevo ingreso. Allí tuvo la enorme fortuna de contarcon profesores de primerísimo nivel científico. Fuealumno de Werner Heisenberg y Richard Becker enfísica general, de Hans Kopfermann y Wolfgang Paulien física experimental y de Arnold Eucken en químicafísica. Precisamente con Eucken empezó a trabajarde forma casi fortuita en su tesis de máster a partirde 1947. Su objetivo era determinar con la máximaprecisión posible el calor específico del agua pesadao deuterada (D2O) en un amplio rango de tempera-turas. Para sus experimentos, Eucken puso en manosde Eigen 450 g de agua pesada, de un valor incalcu-lable en aquellos tiempos de la posguerra alemana.Tras algunos desencuentros y reencuentros y ciertasvicisitudes, incluyendo una gran explosión duranteuna de las determinaciones experimentales, Euckenle propuso a Eigen que se olvidara del máster porquesi llevaba a término sus experimentos el trabajo da-ba para una tesis doctoral. Y así fue cómo ManfredEigen se examinó de su tesis doctoral y alcanzó eltítulo de doctor... ¡con sólo 22 años, apenas 4 añosdespués de iniciar sus estudios universitarios!

En 1953 Eigen conseguía su primer contrato comoprofesor de investigación asistente de Karl FriedrichBonhoeffer, primer director del recién creado MaxPlanck Institut de Quimica Física, también en Go-tinga. Y así comienza la historia de su carrera haciael premio Nobel.

La conferencia Nobel que Manfred Eigen pro-nunció el 11 de diciembre de 1967 comienza con elsiguiente párrafo:

«The rate of true neutralization reactionshas proved to be immeasurably fast». Ifound this quotation in Eucken’s Lehr-buch der Chemischen Physik while I waspreparing for my doctor’s examination.Although as a student of Eucken, thisbook was for me the «bible of physicalchemistry», I was then at the age whenone accepts practically nothing unques-tioned, and so I started to reflect on justhow fast an «immeasurably fast» reactionmight be.

[Traducción: «Se ha demostrado que las ve-locidades de las reacciones reales de neutralizaciónson inmensurablemente rápidas». Encontré esta citaen el Manual de Química Física de Eucken cuandoestaba preparando mi examen de doctorado. Aunquecomo estudiante de Eucken este libro era para míla «biblia de la química física», me encontraba enla edad en uno no acepta prácticamente nada sincuestionárselo. Así que empecé a reflexionar cómo

de rápida una reacción «inmensurablemente rápida»podría ser].

La racionalidad científica de la mente de Eigen nopodía aceptar que no se pudiera medir la velocidad deuna reacción por rápida que ella fuese. Indagando enlas perturbaciones periódicas de los equilibrios quími-cos y confrontando la pregunta entonces no resueltade cómo se produce la alta absorción del sonido por elagua de mar, llegó a la conclusión de que la dispersióny la absorción del sonido por el agua del mar eran elresultado de un proceso de relajación química. Estepunto de partida le llevó al convencimiento de quela velocidad de las reacciones hasta entonces identifi-cadas como «inmensurablemente rápidas» deberíanpoder medirse perturbando el equilibrio químico me-diante pulsos ultracortos de energía. Este elegante yconceptualmente sencillo método de la relajación fueel que propuso Eigen a Bonhoeffer para estudiar lavelocidad de las reacciones de neutralización cuandoéste lo reclutó como asistente suyo en el Max PlanckInstitut de Quimica Física. El cuerpo teórico y elaparato matemático ya estaban definidos en 1954 yentre dicho año y 1955 se realizaron los famosos ex-perimentos y mediciones que permitieron determinarcon una precisión sin precedentes la velocidad de lareacción de neutralización en el sistema amonio-aguaen estado de equilibrio. En una entrevista que HansJörnvall le hizo a Manfred Eigen durante la reuniónde Laureados Nobel en Lindau (Alemania) en el año2000 (véase en la figura 1 una fotografía de Eigena los 73 años tomada durante la entrevista), Eigenrememora vívidamente el momento en que su métodofue «presentado en sociedad». Fue en una reunióncientífica de la Faraday Society en 1954. Allí se hablómucho de reacciones rápidas y cómo medirlas. H. Har-tirdge y F. Roughton hablaron del método de flujoy el aparato de mezcla de reactivos que propusieronen 1923 para garantizar la mezcla de los mismos enel rango de los milisegundos y así hacer posible ladeterminación de velocidades «muy rápidas» dentrode ese rango temporal de los milisegundos. Posterior-mente, Ronald Norrish y George Porter comentaronsus estudios sobre fotolisis que les permitía accedera reacciones «extremadamente rápidas», en el rangode los microsegundos. Eigen recuerda que, cuandole tocó el turno de presentar su trabajo, se disculpópor no disponer de un conocimiento suficientementebueno de la lengua inglesa como para denominar alas reacciones que, como la de neutralización, tienenvelocidades en el rango del nanosegundo al picosegun-do. Alguien le recomendó que denominase a dichasreacciones como «condenadamente rápidas». Una vezexplicados su procedimiento y presentadas y publica-

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das sus determinaciones experimentales, empezarona decirle que eso valía un premio Nobel. Y así fue:en octubre de 1967 se hacía pública la concesión delpremio Nobel de Química repartido entre ManfredEigen (que se llevó la mitad de su dotación económi-ca) y Norrish y Porter (que compartieron a partesiguales la otra mitad). Véanse en la figura 2 lasfotografías de los premiados publicadas por la Fun-dación Nobel. La motivación del jurado fue que laconcesión se hacía «for their studies of extremelyfast chemical reactions, effected by disturbing theequilibrium by means of very short pluses of energy».[Traducción: por sus estudios de reacciones quími-cas extremadamente rápidas efectuadas alterando elequilibrio mediante la aplicación de pulsos de ener-gía muy cortos]. En la entrevista arriba mencionada,Eigen recuerda que muy pronto las aplicaciones desu método se multiplicaron en diversos ámbitos. Pri-mero fueron químicos inorgánicos los que solicitaronsu colaboración para estudiar las velocidades de lasreacciones de formación de complejos; les siguieronlos químicos orgánicos que demandaban medir las ve-locidades de reacción en catálisis ácido-base de todotipo de reacciones orgánicas. Finalmente, surgió laoportunidad de colaborar con bioquímicos para hacerlos primeros estudios sobre enzimas alostéricas paramedir el control de las mismas.

Estos primeros contactos con los bioquímicosabrieron a la inquieta mente de Eigen un nuevo yvastísimo campo que explorar: el de la compleja redde interacciones químicas que tienen lugar en los se-res vivos. Su acercamiento al área de conocimientode la bioquímica (que incluye la biofísica) tuvo dosconsecuencias a corto plazo de enorme trascendenciaen su carrera profesional y para las ciencias bioló-gicas. Por una parte, su convencimiento de que lacomprensión del funcionamiento de los organismos anivel de sus interacciones químico-físicas demandabaun necesario enfoque interdisciplinar le llevó a ini-ciar y desarrollar una campaña de lobby con la queconsiguió que la Max Planck Gesselschaft aprobaseen 1971 la creación del MPI de Química Biofísica(MPIBPC), en la falda de una colina (Faßberg) enlas afueras de Gotinga (véase figura 3). El propioEigen supervisó la elección del sitio y la definición delos espacios arquitectónicos del centro, creado paraaprovechar las sinergias de investigación en física,química y biología. También él inspiró los principiosfundadores del nuevo centro, donde «no es el áreade investigación lo que cuenta, sino la excelencia delos individuos». Sin embargo, renunció a dirigir «su»centro al no aceptar el cargo de Director Perpetuoque le ofrecieron y optó por simplemente dirigir supropio Departamento de Cinética Bioquímica, pues-

to que mantuvo hasta su jubilación oficial en 1995.Después de esta fecha, permaneció activo casi hastael final de su vida, repartiendo su tiempo entre elMPIBPC y el Scripps Research Institute de La Jolla(California, Estados Unidos). Menos conocido es queEigen también trató de conseguir (esta vez sin éxito)la creación de un MPI für Musik con el compositorPierre Boulez como director.

La segunda consecuencia que tuvo su acercamien-to a la bioquímica fue su formulación de unateoríade la evolución molecular que puede formularse ele-gantemente en precisos términos matemáticos. Suartículo «Molecular self-organization and the earlystages of evolution», publicado en 1971 en QuartelyReviews of Biophysics es considerado todo un clásico.Eigen desarrolló novedosos conceptos para explicarun plausible escenario de evolución prebiológica. En1971 estableció lo que se conoce como paradoja deEigen: en ausencia de enzimas polimerasas con ca-pacidad de corregir errores, la longitud de un ácidonucleico estaría muy limitada pues en moléculas deun tamaño mayor a un umbral bajo dado las muta-ciones acumuladas al azar destruirían la informacióngenética contenida en sus secuencias tras pocos ciclosde replicación, un fenómeno conocido hoy día comocatástrofe de error ; pero ese tamaño umbral máxi-mo (conocido como umbral de error) es demasiadopequeño como para codificar una enzima polimerasacon actividad correctora de errores. A fecha de hoy,la paradoja de Eigen sigue siendo un reto no resueltopor los biólogos teóricos.

Es en este punto de la teoría de evolución prebio-lógica de Eigen cuando comienza la pequeña historiapersonal de mi conocimiento del personaje, al que—como queda dicho más arriba— empecé a conocer en1981. Junio de 1981 fue el mes de los exámenes finalesen mi primer curso de la Licenciatura de CienciasBiológicas en la Facultad de Ciencias de la Universi-dad de Málaga. Entre examen y examen, como todoslos meses desde enero de 1977 cumplí mi ceremoniade visita a «mi kiosco favorito» para adquirir el nú-mero mensual de Investigación y Ciencia, la ediciónen español que empezó a publicarse en octubre de1976, de la revista norteamericana Scientific Ameri-can, sin duda alguna la mejor revista de divulgacióncientífica del mundo. El número de junio de 1981,a un precio de 250 pesetas, lleva en portada unailustración de naves de guerra a remo. Su índice decontenido incluía (como era norma en la revista enaquellos tiempos) 8 artículos de divulgación sobretemas científicos diversos, como el trabajo sobre «Na-ves de guerra a remo en la antigüedad» al que aludíala imagen de portada, un estudio sobre la «Proteolisisintracelular» confirmado por el profesor Santiago Gri-

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solía, un trabajo sobre el «Reconocimiento del hablapor medio de ordenadores» o un ensayo de astrono-mía acerca de «Las envolturas de las novas», entreotros. Era un número repleto de artículos realmenteinteresantes, pero el que más llamó mi atención enun primer momento y, tras su lectura reposada, mesubyugó fue el más extenso de todos los artículos(con el tiempo, pude comprobar que, de hecho, es elartículo más extenso publicado en toda la historia deInvestigación y Ciencia): «Origen de la informacióngenética», un artículo de veinte páginas (se extiendeentre las páginas 62 y 81) firmado (en este orden)por Manfred Eigen, William Gardiner, Peter Schus-ter y Ruthild Winkler-Oswatitsch (hace pocos meses,leyendo el obituario publicado en Science, he sabidoque Ruthild Winkler-Oswatitsch fue compañera deaventuras científicas de Eigen durante más de 50 añosy ha sido su segunda mujer, que le ha sobrevivido).La figura 4 reproduce la reseña sobre los autoresde este artículo, tal como aparece en la página 3 delnúmero de junio de 1981 de Investigación y Ciencia.Con la ayuda de las excelentes figuras que son señade la revista y gracias a las clarísimas explicacionesde los autores, pude entender la trascendencia de loque ahí se explicaba. Dos «recuadros fuera de texto»(también «marca de la casa») presentaban de formasencilla los modelos de las cuasiespecies y de los hi-perciclos en los que se sustenta su teoría de evoluciónprebiológica. Años después volvería a encontrarmecon brillantes contribuciones de Manfred Eigen pu-blicadas en Investigación y Ciencia: en el número deseptiembre de 1993 (a un precio ya de 700 pesetas)se publicó su artículo «Cuasiespecies víricas», dondeexplica la evolución de virus extremadamente muta-bles y adaptables (tales como el virus de la gripe oel VIH) dentro del marco conceptual de su modelode evolución prebiológica; y en el número de juliode 2001 la imagen de portada estaba dedicada a suartículo sobre «Priones y encefalopatía espongiformebovina». Pero fue, sin duda, la lectura de «Origende la información genética» la que una huella másprofunda y duradera dejó en mí.

En 1984, siendo todavía estudiante de Biológi-cas, en una de mis frecuentes visitas a las LibreríasProteo-Prometeo me encontré entre sus anaqueles ellibro Biophysics de Mijail Volkenshtein, una versiónen inglés de la edición revisada de 1981 en ruso queacababa de publicar en 1983 la editorial soviéticaMIR. Inmediatamente decidí comprarla, convirtién-dose en mi primer manual de biofísica. Su capítulo17 y último está dedicado a los «Problemas de laevolución biológica» y en sus apartados 17.2 y 17.4expone detalladamente el modelo de evolución pre-biológica basado en la teoría de la auto-organización

de las moléculas (Eigen, 1971) y los hiperciclos. Poraquel entonces, yo llevaba ya dos años participandocomo alumno interno en el grupo de investigacióndel profesor Ignacio Núñez de Castro (en lo que ac-tualmente es el Departamento de Biología Moleculary Bioquímica de la Universidad de Málaga) y du-rante los cursos 1983-84 y 1984-85 disfruté de unabeca-colaboración del Ministerio de Educación queme permitió realizar los estudios que me iniciaronen la ciencia y condujeron a la presentación de miMemoria de Licenciatura «Glutamina y glucosa co-mo sustratos energéticos en células de tumor ascíticode Ehrlich» en octubre de 1985. En la biblioteca deldepartamento contábamos con una edición en alemánde la Biophysik de Hoppe, Lohmann, Markl y Zeiglereditada por Springer Verlag en 1982. Me congratulóconstatar que también este manual universitario de-dicaba un capítulo (curiosamente, también el número17 y último) al tema de la evolución y que su sección17.2, escrita por Peter Schuster (discípulo de Eigeny coautor del artículo de 1981) y Karl Sigmund, ytitulada «Von Makromolekül zur primitiven Zelle.Das Prinzip der früher Evolution», también incluíauna descripción del modelo de Eigen.

Cuando en 1994 acepté el reto de conformar loscontenidos de la asignatura «Biofísica», optativa dela Licenciatura en Biología asignada al departamentopero nunca antes ofertada, tuve claro que un bloquetemático debería dedicarlo al estudio de la evoluciónmolecular, prebiológica y biológica. Durante años,hasta que se extinguieron las antiguas licenciaturaspara dar paso a los actuales grados, dicha asignaturay su sucesora, «Biofísica de membranas», se ofertaroncomo optativa par los estudiantes de biología y comoasignaturas de libre configuración a alumnos de quí-mica y de ingeniería química. Durante esos años elpuñado de alumnos que escogieron esas asignaturasfueron los únicos de toda la universidad malagueñaque tuvieron la oportunidad de conocer el modelo deEigen en el contexto de la evolución prebiológica, dela que poco o nada sabían antes de cursar la asigna-tura. Quedan en mi recuerdo magníficos productoscolectivos de mis alumnos, como un divertidísimo (pe-ro, al mismo tiempo, riguroso) vídeo casero titulado«Evoluciona como puedas».

La segunda etapa de la historia de mi conoci-miento personal de la figura y la obra de ManfredEigen acaeció en 2001. Ese año, Carlos RodríguezCaso, un doctorando FPU (compartido con FranciscaSánchez Jiménez), consiguió una ayuda para estan-cia breve de tres meses en el laboratorio de VinodSubramanian en el MPIBPC para realizar una se-rie de mediciones de dicroísmo circular con proteínahistidina descarboxilasa purificada. Habían pasado

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9 años desde 1992, año en que disfruté de una es-tancia postdoctoral en la Universidad de Heidelbergcon una beca de la Alexandre von Humboldt Stiftung(AVHS). Las prestigiosas becas postdoctorales AVHSposibilitan estancias de investigación de hasta dosaños en la República Federal de Alemania. Cuandoun becario no agota todo ese tiempo en una estancia,puede posteriormente ‘reasumir’ la beca (antes decumplir 42 años) hasta agotar el máximo de 24 meses.Yo me planteé la posibilidad de acompañar a mi be-cario y aprovechar 3 de los 12 meses que me restabande mi beca AVHS. Hice una búsqueda de los gruposde investigación en Gotinga y me enteré de que enel MPIBPC estaban trabajando dos premios Nobel:Erwin Näher y el propio Manfred Eigen. Indagué algomás y supe que Eigen estaba como Emérito en el De-partamento que él dirigió hasta su jubilación y que enaquel entonces dirigía una jovencísima Petra Schwille,discípula y última doctoranda dirigida personalmentepor Manfred Eigen. Para terminar de convencerme,supe que el grupo en aquel momento se dedicabaa implementar mejoras y nuevas aplicaciones a unatecnología puntera con la máxima resolución posi-ble, la de detección de moléculas individuales [véase«Técnicas de detección y análisis de biomoléculasindividuales» en Encuentros en la Biología 78: 3-4,2002]. La técnica en cuestión es la espectroscopía decorrelación de fluorescencia, FCS [véase «Espectros-copía de correlación de fluorescencia» en Encuentrosen la Biología 81: 3-4, 2002]. La FCS es un análisis defluctuaciones de pequeños conjuntos moleculares quecombina la máxima sensibilidad teóricamente posiblecon un alto nivel de confianza estadística. Aunquesus fundamentos teóricos habían sido introducidos enla primera mitad de los años 70 del pasado siglo, sudesarrollo práctico no fue posible hasta bien entradoslos años 90, gracias al esquema de detección confo-cal introducido por Rigler, otro discípulo de Eigenmencionado más arriba. Contacté con Petra Schwille,nos pusimos de acuerdo en un plan de trabajo y laAVHS me concedió la reasunción de mi beca, conlo que disfruté de una intensa estancia en Gotingaentre octubre y diciembre de 2001. Cuando lleguéal Departamento, me encontré con que la «estrella»del momento era el primer microscopio ConfoCor delmundo, un prototipo montado por la empresa CarlZeiss a partir del diseño salido del propio laborato-rio de Schwille. La microscopía ConfoCor además deaportar todas las ventajas de la microscopía confocalconvencional posibilita los análisis de fluctuacionesde la FCS con la misma resolución de análisis y detec-ción de molécula individual, convirtiéndose así en unaexcepcional tecnología con capacidad para «singlemolecule imaging». Además, en aquellos momentos el

laboratorio trabajaba en la mejora de la instrumenta-ción diseñada para hacer posible una espectroscopíade correlación cruzada de fluorescencia basada en doscolores, DC-FCCS, cuyas bases conceptuales habíansido propuestas por Eigen y Rigler en 1994 y cuyaprimera instrumentación fue diseñada y usada pararealizar los primeros experimentos de DC-FCCS porPetra Schwille en 1997. Durante mi estancia en Go-tinga, tuve ocasión de conocer en persona y saludaral Dr. Eigen, recién reincorporado después de unaestancia veraniega en Scripps Institute, pude conocerde primera mano su cualificación como músico afi-cionado altamente competente y tuve la fortuna deasistir a su última conferencia plenaria en el extraor-dinario salón de actos del centro que él contribuyódecisivamente a crear. Supe también en aquel tiempoque Eigen había ayudado a fundar la compañía bio-tecnológica Evotec Biosystems (actualmente, EvotecAG). En el obituario que Georgina Ferry escribió enNature, publicado el 7 de marzo de 2019, he conoci-do que Eigen contribuyó decisivamente a la creaciónde una segunda compañía biotecnológica, DIREVOBiotech, y que ésta fue comprada por Bayer Health-care en 2008. En ese mismo obituario, se calificaa Manfred Eigen como una persona con una granelegancia personal, con un especial gusto por las cor-batas llamativas (véase la figura 5, que es la fotoacompañante al obituario y obsérvese la corbata queporta un elegante Eigen dando explicaciones delantede una pizarra), que siempre persiguió encontrar so-luciones igualmente elegantes a preguntas centrales yrelevantes de la ciencia. Doy fe de ello y añado que enlos tres meses que permanecí en el MPIPBC jamásvi ni una sola muestra de ‘divismo’ por su parte; alcontrario, siempre supo mantenerse elegantementeen segundo plano, sin hacer sombra a su discípula.

Mi tercer acercamiento a la figura de Eigen comouno de los auténticos gigantes de la ciencia del sigloveinte llegó con el lanzamiento de su monumentalobra «From Strange Simplicity to Complex Familia-rity» (Oxford University Press, 2013), un tratado enel que estuvo trabajando durante más de 15 años (lafigura 6 muestra su portada). Su subtítulo («A Trea-tise on Matter, Information, Life and Thought») dejaconstancia de la profundidad y amplitud de mirasdel este tratado acerca de la naturaleza física de lainformación y de su papel en los procesos biológicos.Esta ambiciosísima obra, producida por un lúcidooctogenario, retrata a modo de gran pintura el gradoactual de comprensión científica de todo el mundofísico y los principios que lo gobiernan. Con igualsolvencia presenta los fundamentos físicos del mundomaterial, que el siempre resbaladizo concepto cien-tífico de información, que el abordaje científico de

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preguntas fundamentales sobre la auto-organizaciónmolecular, el origen de la vida y la evolución con unenfoque genuinamente transdisciplinar. En sus másde 700 páginas, Eigen supo conjugar unos contenidoscientíficos del máximo nivel y rigor con gran canti-dad de anécdotas de enorme interés, incluyendo susrecuerdos personales de muchos otros eminentes cien-tíficos. La lectura de este libro impresionante abríalas puertas a un anunciado segundo volumen, en elque con un enfoque ‘más biológico’ se abordaría elestudio de niveles de organización más complejos: lavida, el pensamiento, la cultura y el futuro. Desco-nozco si, en los casi seis años que le restaron de vida

después de la publicación de este libro, a ManfredEigen le dio tiempo de trabajar en ese anunciadosegundo volumen, que —me temo— la ciencia y loscientíficos nos hemos perdido.

Y así hasta hoy. Cuando me enteré del falleci-miento de Eigen en febrero de 2019 decidí que teníaque escribir esta semblanza para la sección «Vida yobra» de Encuentros en la Biología y escogí escribirladesde mi particular visión personal. La búsqueda deinformación y materiales para la preparación de estetexto que aquí acaba ha constituido la última fase demi conocimiento personal de Manfred Eigen, de suvida y de su obra.

Figura 1: Fotografía tomada a Manfred Eigen a la edad de 73 años durante una entrevista en la reunión de LaureadosNobel de Lindau en 2000.

Figura 2: Fotografías de los premiados con el Nobel de Química en 1967 recogidas por la Fundación Nobel. Deizquierda a derecha: Manfred Eigen, Roland George Wreyford Norrish y George Porter.

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Figura 3: Vista aérea del Max Planck Institut für biophysikalisches Chemie, en la falda de la colina Faßberg, en lasafueras de Gotinga.

Figura 4: Reseña sobre los autores del artículo «Origen de la información genética», tal como aparece en la página 3del número de junio de 1981 de Investigación y Ciencia.

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VOL.XIII. . . No.174 ENCUENTROS EN LA BIOLOGÍA 38

Figura 5: El siempre elegante Manfred Eigen con una llamativa corbata dando explicaciones delante de una pizarra.Foto que acompaña al obituario publicado en la revista Nature el 7 de marzo de 2019.

Figura 6: Portada del monumental tratado «From Strange Simplicity to Complex Familiarity» (Manfred Eigen,publicado en Oxoford University Press en 2013).