M. Romanos El Discurso Contra Las Navegaciones

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M. Romanos El Discurso Contra Las Navegaciones, Góngora, Soledades

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    EL DISCURSO CONTRA LAS NAVEGACIONES

    EN GNGORA Y SUS COMENTARISTAS

    Cuando nos aproximamos a la Literatura del Siglo de Orocon la intencin de apreciar la repercusin del descubrimiento yconquista de Amrica, no deja de sorprendernos el escaso interscon que esos acontecimientos se manifiestan en las diversas mo-dalidades genricas. En la enorme produccin dramtica del sigloxvii son contadas las muestras en que el tema aparece como ejecentral de la accin, solo se da en menciones circunstanciales enla narrativa, y en cuanto a la poesa, si dejamos de lado el casoparticular de la pica en la que adquiere autntica jerarqua conLa Araucana, se encuentran tan solo los tpicos y estereotiposconsagrados por la imaginacin colectiva. En relacin con las cau-sas que aproximan o alejan la materia histrica de su recreacinliteraria, recordemos las palabras de Isaas Lerner: "Las socieda-des y sus escritores objetivan su propia contemporaneidad, me-ditan acerca de ella, de manera muy distinta a como se la observadesde la distancia histrica".'

    En este sentido, entiendo que por sus connotaciones ideo-lgicas y por las posibilidades que ofrece la lectura, tanto de suscontemporneos como actual, puede resultar interesante aproxi-marnos a la perspectiva desde la cual Gngora, en la SoledadPrimera, aborda la cuestin de las navegaciones y descubrimien-tos con que desde fines del siglo xv a mediados del xvi hombresde distintas nacionalidades dilataron "sus lmites al mundo".

    El pasaje en el que voy a centrarme es aquel en que un viejoserrano, conmovido por la presencia del joven peregrino en cuyasropas descubre vestigios del naufragio del que logr salvarse,

    1 Isaas Lemer, "Amrica y la poesa pica urea: la versin de Ercilla", Edad deOro, X (1991) 125-140; la cita en p. 125.

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    comienza una larga diatriba contra la codicia, motor de las des-gracias que acompaaron los viajes hacia las remotas IndiasOccidentales y Orientales por "inciertos mares" en los que perdila vida su hijo junto con su hacienda.

    Trazada la introduccin (vv. 356-365) con la presencia del"poltico serrano / de canas grave", se desarrolla luego su exten-so discurso (vv. 366-502) que Gngora enmarca al final con cuatroversos (w. 503-506), para retomar a continuacin el desarrollo delpoema 2. La voz del anciano, distinta y distanciada del sujeto dela enunciacin, organiza su exposicin en un juego temporal que,tal como ha demostrado La Schwartz Lerner, se articula sobreuno de los coros del segundo acto de la Medea de Sneca3. Deacuerdo con esta secuencia el discurso se estructura del siguientemodo:

    1) Pasado remoto. Imprecacin contra el primer navegante,la piedra imn y Jas empresas de Tifis y Palinuro (vv. 366-4-02).

    2) Presente. La navegacin en el momento de la enunciacin(w. 403-412).

    3) Pasado inmediato. La codicia ha conducido los recientesdescubrimientos: el primer viaje de Coln vv. 413-418); la conquis-ta del istmo de Panam (w. 419-429); ei descubrimiento y navega-cin del ocano Pacfico (vv. 430-434); las expediciones de losportugueses a las Indias Orientales (vv. 435-465); el itinerario ini-ciado por Magallanes y concluido por Elcano alrededor del mundoy el hallazgo del estrecho que une los dos ocanos (vv. 466-498).

    4) Presente. La situacin personal del serrano con el recuer-do de la muerte de su hijo (w. 499-502).

    Este breve resumen de la estructura del contenido tiene porfinalidad ofrecer la trama narrativa sobre la que Gngora constru-ye esta diatriba en la que la conquista de Amrica, la exploracinde nuevas rutas y tierras resultan ser a obra de la codicia y am-bicin de los hombres.

    2 Utilizo para las citas y referencias bibliogrficas la 3a. ed. de Dmaso Alonso deJas Soledades, Madrid: Sociedad de Estudios y Publicaciones 1956.

    3 "Quevedo junto a Gngora: recepcin de un motivo clsico", en Homenaje a AnaMara Barrenediea, editado por La Schwartz Lemer e Isaas Lemer, Madrid:Castalia, 1984, pp 313-325.

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    Nuestra aproximacin a este pasaje de la Soledad Primerano intenta plantear un anlisis de conjunto, sino ms bien procuracomprobar, desde la lectura de sus comentaristas cul fue la reper-cusin alcanzada por esta interpretacin tan negativa de los acon-tecimientos que rodean la incorporacin de las Indias al imperioespaol. Entre sus contemporneos, Pedro Daz de Rlvas, Jos dePelcer y Garca de Salcedo Coronel ofrecen lneas de inters quesintetizar para retomar al final algunas interpretaciones moder-nas que, como parece ser siempre el signo que acompaa a lasSoledades, polemizan sobre la intencionalidad de Gngora.

    Uno de los aspectos que alcanza mayor dimensin en loscomentaristas gongorinos es, sin lugar a dudas, la determinacinde modelos imitados, tanto en la temtica como en la seleccin delos recursos verbales. Es ya indiscutible, que la comprensin delos textos barrocos pasa necesariamente por estas coordenadasque en el caso de Gngora, al igual que en sus contemporneos,tienen por finalidad crear una nueva y ms rica red de significa-ciones.

    En e caso particular del discurso del serrano, son muchoslos subtextos que confluyen por tratarse fundamentalmente deltpico de la navegacin y la codicia que cuenta con una copiosatradicin clsica. En su interesante trabajo sobre la recepcin delmotivo en Gngora y Quevedo, La Schwartz Lerner traza el desa-rrollo diacrnico del tema, la actitud ambivalente con que aparecey la dimensin tica que alcanza en la filosofa moral de tendenciaestoica4. Para nuestra propuesta, resulta interesante observar lamanera en que los tres comentaristas procuran relacionar la imita-cin de los modelos con la interpretacin del descubrimiento yconquista de Amrica.

    En el fragmento correspondiente al pasado remoto (vv. 366-402), que se abre con la imprecacin contra el primer navegante,siguiendo una secuencia cronolgica, encontramos que Daz deRivas en sus Anotaciones y defensas a la " Soledad Primera " iniciasu explicacin con un juicio valorativo sobre el discurso del serra-no y destaca el hecho de que Gngora, con novedad, haya interre-lacionado el tpico clsico con las expediciones al Nuevo Mundo.Estas son sus palabras:

    4 Art cit, pp. 314-316.

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    Comienza su discurso este viejo por una valentsimainveccin contra las navegaciones, ilustrndola nueva-mente con la relacin de las flotas que se hicieron alNuevo Mundo y de sus descubrimientos. Entre otrasinvecciones en esta materia son clebres las de Horacio,Od. 3, lib. 1, y la de Sneca in Medea, actu 2, in choro,la de Estado, lib. 3 Silvarum in Propemptico in MetiiCelers. Comienza el poeta significando la dureza y atre-vimiento del primero que naveg, [f. 135] 5

    Las fuentes mencionadas en este caso constituyen la basefundamental sobre la que se sustenta la diatriba que Gngorapone en boca del anciano. Con su proverbial prodigalidad, Pellicerse alarga acercando otros modelos de los que creo interesanterecordar a Propercio, lib. i, Eleg. 17, a quien considera que haimitado Camoes en el Canto iv de OsLusiadas, estancia cu6.

    Robert Jammes ha puntualizado la probable influencia delpoeta portugus en este pasaje de las Soledades. En ese canto(estancias xcv a civ) un anciano increpa a los marineros de laexpedicin de Vasco de Gama, a punto de partir de Lisboa, y mal-dice Ja expedicin pues tan solo la ambicin de fama y gloria losmueve a marcharse tan lejos cuando tan cerca, en frica, tienena sus enemigos. Por cierto, Jammes considera que si bien nopuede negarse la presencia de Camoes en Gngora, en este casosu influjo se ha ejercido sobre la forma, no sobre el contenido7.Si bien no es este el lugar para confrontar su opinin, creo que lare-semantizacin que el tpico cobra al adscribirse a situacioneshistricas semejantes en ambos poetas merece ser analizada conms detenimiento.

    En cuanto a Salcedo Coronel, trata en particular de distan-ciarse de Pellicer y as insiste en la imitacin de Estacio, ya ano-

    5 Cito por el ms. 3726 de la B. N. de Madrid Tanto en este caso como en el dePeliicer y Salcedo Coronel modernizo la ortografa y puntuacin. En adelanteutilizar la sigia DR.

    6 Jos Pellicer de Salas y Tovar, Lecciones solemnes a as obras de don Luis deCngora, Madrid: !mp. del Reino 1630, ed. facsim., Hildesheim: Ceorg OlmsVerlag 1971, cois. 430-431. En adelante utilizar la sigla PELL.

    7 Robert Jammes. tudes sur l'oeinre potique de don Lus de Cngora y Argote,Bordeaux: Institu d'tudes Ibriques et Ibro-amricaines 1967, pp. 142-143,nota 219.

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    tada por Daz de Rivas, por considerar que es la fuente de "todaesta execracin". Agrega otra referencia de Propercio (elega 6 dellib. 3) contra las naves, pues "fueron causa de que se aadiesenuevo gnero de muerte a los mortales", y a la vez aprovecha laocasin para atacar a su rival -me refiero a Pellicer- por acumular"lugares sin propsito".8

    Por ltimo, en relacin con nuestro inters resta sealar porparte de Pellicer que al comentar el v. 379 ("Nutica industria in-vestig tal piedra") se explaya largamente sobre la piedra imn oaguja de marear (cois. 433-443). All, entre los muchos autoresque tratan de sus alabanzas menciona a historiadores de Indiascomo Pedro Cieza de Len (col. 437); recuerda que Maluenda in-tenta probar "que el viaje de Hannon fue el mismo que la terceranavegacin de Coln al nuevo mundo, ao 1497" (cois. 439-40); oentre otras divagaciones se opone a "la comn opinin", de queOfir -lugar hasta donde llegaban las naves de Salomn- fuese "elNuevo Mundo en la parte del Per" (col. 442).

    En ei tercer momento del discurso (vv. 413-498), el msextenso, ya que all se concentra la diatriba contra los descubri-mientos recientes, las referencias son numerosas por lo cual meconcretar a las de mayor inters.

    Los versos dedicados al descubrimiento de Amrica concen-tran aspectos muy significativos, pero antes de resumirlos creoconveniente, con motivo de la conmemoracin del v Centenariorecordar el texto de Gngora:

    Abetos suyos tres aquel tridenteviolaron a Neptuno,

    conculcado hasta all de otro ninguno,besando las que al Sol el Occidentele corre en lecho azul de aguas marinas,

    turquesadas cortinas, (vv. 413-418)

    Es necesario tener presente que el posesivo suyos remiteal fragmento anterior que se inicia en el v. 403: "Piloto hoy lacodicia". Las naves de Coln son, pues, las naves de la Codicia"sin admitir otro fin segundo de celo, de religin o de curiosidad",

    8 Soledades comentadas por Garca de Salcedo Coronel, Madrid: Imp. Real 1636,ff. 78 v -79. En adelante utilizar la sigla SC.

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    segn comenta Daz de Rivas quien no dedica ms que estaspalabras al acontecimiento: "Trata del primer descubrimiento delas Indias por Coln, que en tres carabelas sali de Palos." 9

    Esta parquedad no es por cierto la tnica que imprime a suexposicin Pellicer que traza la semblanza de Cristba! Coln,"Jasn nuevo, que sin duda alguna excedi las hazaas y trabajosde Hrcules", su biografa y los pormenores y alternativas enbusca de apoyo econmico ante distintos monarcas previos a suprimer viaje, la travesa, el hallazgo de las distintas islas y su re-greso triunfante y honras recibidas, con demorada relacin deautoridades que resulta imposible enumerar aqu (cois. 450-460).Recoge la leyenda de! marino nufrago que le habra suministradola informacin sobre las tierras del Occidente:

    Otros escriben que la primera noticia del nuevo mundoOccidental la alcanz Coln de un husped suyo marine-ro, que habiendo naufragado en el mar Atlntico, learroj la tempestad a tierra ignorada hasta entonces deios cosmgrafos, y habindola delineado con diligencia,volvi a la Isla de la Madera donde adoleci, habindolehospedado Coln, en cuyas manos expir, dejndole elsecreto en paga del hospedaje!0.

    Junto a estos pormenores y con tono mesinico se refierea que la nevegacin de Coln se halla profetizada en las SagradasEscrituras, en Isaas, cap. 60, y en otros lugares, para recordarluego que tambin fue vaticinado este descubrimiento por Snecaen su Medea y transcribe los famosos versos que en su opinindieron motivo a Coln de animarse a llevarlo a termin:

    Venient annissaecula seris quibus Oceanusuincula rerum laxet et ingenspateat tellus Tethysque nouosdetegat orbes nec sit terrisultima Thule. (vv. 374-379!

    Su posicin es triunfalista y sustentadora de los derechosde Espaa sobre las nuevas tierras pues considera que

    9 DR, ff. 140-140 v.

    10 PELL, col. 451.

    . O.SCURSO CONTRA LAS NAVECAC.ONES EN C6NCORA43

    [...] estando este descubrimiento dedicado por la DivinaProvidencia , por qu nos ladran los herejes diciendo noposeer justamente los Reyes de Espaa las Indias?,habindoselas Dios adjudicado por el celo de la religin,por sus grandes virtudes, por la obediencia que tienenal Pontfice Sumo y a la Iglesia Romana como cabezasuya, atendiendo a que las llaves de Pedro ni se veanfalseadas del hereje, ni estragadas del protestante11.

    Al concluir con la fundamentacin de este pasaje del textogongorino, de signo muy distinto al sustentado por su comenta-rista, Pellicer menciona a autores que se oponen al derecho deEspaa y con ms detenimiento a quienes lo apoyan. Para msabundar sobre el tema remite a su amigo don Juan de Solrzanoen su libro del Derecho de las Indias, "que -segn nos dice- estdando a la prensa", porque all deja resuelta esta disputa12.

    El criterio con que Salcedo Coronel se enfrenta al mismopasaje es muy diverso, particularmente porque siempre est mo-vido por el afn de confrontar sus interpretaciones con las de surival. Su comentario a este ncleo temtico se circunscribe tam-bin a la figura de Cristba! Coln, "cuya generosa ambicin ymagnnima osada, en merecidos elogios est decantada de losnuestros y extranjeros escritores"13. Como base de sustento desus comentarios elige a Alessandro Geraldini, humanista italianoy primer obispo de Santo Domingo, que "fue testigo y medianerode aquella expedicin" del que transcribe, en extenso, pasajes desu Itinerario, probablemente la primera obra redactada en latn enAmrica. Al final justifica su eleccin con estas palabras:

    He querido alargarme en este lugar, porque debas a laautoridad de tanto varn y que asisti a la disposicinde este descubrimiento, las noticias seguras del, sinatender a la ciega variedad de tantos autores como hanprocurado obscurecer, o envidiosos o ignorantes, sumayor gloria14.

    11 PELL, cois. 457-458.12 PELL, cois. 458-460.13 SC, todo el comentario ocupa los ff. 95-97 v ; la cita f. 95.

    14 SC, f. 96 v.

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    En una indirecta llamada de atencin hacia Pellicer, adjudicaia versin del supuesto piloto que inform a Coln sobre la exis-tencia del continente americano a Pedro Cieza l5. Pero, sin lugara dudas, lo ms significativo de todo es la amarga crtica que Sal-cedo Coronel, defensor de Gngora en muchos aspectos, dirigecontra ! por ia posicin que adopta frente al descubrimiento deAmrica:

    No dejar de culpar a don Luis pues atribuye a la codi-cia, y no a una ambicin prudente, la dila[ta]cn de aMonarqua Espaola. Oh Espaa! cunto menos debesa tus naturales que a Jos extranjeros, pues aqullos,aunque envidiosos, confiesan tu grandeza y stos, mali-ciosamente, deslucen tus victorias. Qu mucho, pues,nos llamasen brbaros, si nuestro estudio mayor es lapropia ignominia? l 6

    Esta dura opinin constituye una pieza nica en el conjuntoabigarrado de citas, fuentes y autoridades prodigadas por los trescomentaristas, ya que no solo denota el malestar personal sinoms bien supone la no aceptacin de una ideologa opuesta a aconsagrada, aunque tal vez emergente de ella. Sobre esta cuestinvolver enseguida al considerar en conjunto las diversas interpre-taciones.

    Los ncleos de versos siguientes del discurso del serranotratan de la exploracin del Istmo de Panam (w. 419-429) y deldescubrimiento y navegacin del Ocano Pacfico (vv. 430-434) yen ambos fragmentos se pueden sealar referencias que resultande inters. Hay, por cierto, un doble juego de lecturas que semueve en ntima relacin con el tono ambiguo conferido por elpropio Gngora a las palabras del anciano, quien al referirse a lasbanderas de la Codicia no deja de ponderar que stas, "siempregloriosas, siempre tremolantes", superaron la ferocidad y aguerri-da ndole de los indios que habitaban las tierras cercanas al Istmo.

    As se percibe en Pellicer, que aunque interpreta errnea-mente que Gngora adjudica a Coln el descubrimiento de esasregiones y lo corrige, no deja de recordar el sentido religioso de

    15 SC, ibid

    16 SC, L 97.

    EL DISCURSO CONTRA LAS NAVEGACIONES EN GNCORA45

    su misin, pues "tuvo inspiracin divina para intentar esta em-presa" y "para ser instrumento de la conversin de tantas almas".Con igual signo traza en sus comentarios a los versos que aludenal descubrimiento del ocano Pacfico ("Segundos leos dio asegundo polo / en nuevo mar..,") la semblanza del "esforzado yprudente capitn" Vasco Nez de Balboa17.

    Por su parte, Salcedo Coronel rescata la dimensin cosmo-grfica encerrada en condensadas alusiones gongorinas a la vezque recurre a precisiones histrico geogrficas de variada proce-dencia. As nos describe a los habitantes del Istmo de Panam:

    Los Caribes son indios que habitan en la provincia quedicen de Cartagena de las Indias, gente brbara y feroz,comen carne humana fresca y salada; usan de saetasvenenadas y en ellas ponen puntas de huesos de rayasmarinas. Andan casi desnudos, con solos unos delanta-res de algodn; las mujeres comunes se tapan desde lacintura a la rodilla y las ms principales hasta los pies 1S.

    Destaca especialmente la importancia de Amrico Vespucioen la exploracin del Nuevo Orbe "a cuya causa -recuerda- lellaman algunos Amrica" 19. Traza con ingenuidad cartogrfica, noexenta de influencias de la iconografa vigente, las caractersticasdel Polo Sur que por ser algo tan prximo a mi cosmografa natalno puedo dejar de transcribir:

    Compnese este Polo de una hermosa y admirable seal:tiene dos nubculas pequeas que orbicularmente rodeancontinuas al Polo [...] Sobre estas nubculas se ve for-mada una cruz de cinco estrellas [...] Esta cruz estacompaada de otras estrellas, entre las cuales tiene dos,en los lados de la parte superior de la cruz, muy grandesy resplandecientes, y todas las dems compuestas y or-denadas por tal orden y tanta gala que no hay en el cieloconstelacin ni seal tan hermosa20.

    17 PELL, col. 462 y cois. 464-466.18 SC, f. 100 v, que reitera en el f. 101.19 SC, f. 99 v.20 SC, f. 101- 101 v.

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    Otro aspecto destacable resulta el modo en que SalcedoCoronel se detiene a ponderar con sentido potico -como tambinlo hace Daz de Rivas- el hallazgo de esta metfora

    el istmo que al Ocano divide,y -sierpe de cristal- juntar le impidela cabeza, del Norte coronada,con la que ilustra el Sur cola escamada

    de antarticas estrellas, vv. 425-29)con estas palabras

    Repara en el cuidado estudioso de don Luis en esta me-tfora de la sierpe, pues para significar que el mar Atln-tico baa el Nuevo Orbe por la parte oriental, dijo quesu cabeza est coronada del Norte. Y porque tiene alOccidente el mar Pacfico, dice que ilustra su cola el surcon antarticas estrellas, que es a constelacin opuestaal norte que los marineros llaman Crucero del Sur21.

    El cuanto al ltimo pasaje de inters del discurso del cabre-ro (vv. 466-498), el relacionado con la navegacin de Magallanesy el viaje alrededor del mundo que concluye Sebastin Elcano conla nave Victoria, guarda las mismas lneas de coincidencia. Loscomentarios se centran, por una parte, en la puntualizacin his-trica o en la informacin botnica sobre las propiedades delclavo de olor, procedente de las islas Molucas, con el correspon-diente aporte de fuentes diversas entre las que se destaca la obrade Bartolom Leonardo de Argensola: Conquista de as islasMalucas (1609); por otra, la interpretacin de algunas metforascomo la que Gngora dedica al estrecho de Magallanes: "cuandohall de fugitiva plata / la bisagra, aunque estrecha, abrazadora /de un Ocano y otro" (vv. 472-474).

    Tampoco falta en este caso una disputa acerca de las ob-servaciones de Pellicer que Salcedo Coronel se detiene a puntuali-zar. Al comentar los vv. 477-480:

    Esta pues, nave, ahora,en el hmido templo de Neptuno

    21 SC, f. 100 v; DR en os ff. 142v-143v explica en detalle esta metfora ensu rplica a Juregui que la critica en el Antdoto.

    EL. DISCURSO CONTRA LAS NAVEGACIONES EN CNCORA 47

    varada pende a la inmortal memoriacon nombre de Victoria.

    afirma Pellicer que "las reliquias de !a nao Victoria se guardan enSevilla con razn para la posteridad" y que adems de haberlasvisto l as lo refieren un considerable nmero de historiadoresy menciona entre otros a Maluenda, Herrera, Jos de Acosta22.Salcedo Coronel, como es habitual, recurre a la irona y sin men-cionar a su antecesor seala: "En memoria de esta hazaa, dicen,que se conserva hoy en Sevilla, no la he visto, aunque nac enaquella ciudad"23.

    Esta aproximacin a las lecturas de los comentaristas nosha llevado a comprobar cmo, salvo Salcedo Coronel, quien seenfrenta directamente, como vimos, a Gngora por la posicinnegativa que ste adopta sobre el descubrimiento de Amrica, laactitud puesta en prctica por Daz de Rivas y Peilicer es la decallar o ms bien negar las connotaciones ideolgicas que la dia-triba encierra. Sin embargo, las estrategias de ambos son diver-sas, por cuanto la intencin defensiva que mueve a Daz de Rivaslo lleva a una escueta mencin informativa de los sucesos histri-cos evocados, soslayando todo comentario que no se circunscribaa aclaraciones de lxico o precisiones geogrficas. Pellicer, encambio, en profusas disertaciones triunfalistas elabora una pro-clama poltica al margen del discurso que se supone debe ilustrar.Pareciera, pues, no orlo o no entenderlo.

    La posicin adoptada por Salcedo Coronel es la ms acordecon el tono polmico que Gngora imprime al pasaje, denota unareaccin defensiva de aquello que supone una "ignominia". Estonos conduce, pues, a las interpretaciones contrapuestas asumidasa su vez por los crticos modernos. Dmaso Alonso, despus detrascribir los reproches opina:

    La indignacin de Salcedo Coronel es interesante, perono del todo justa; Gngora tal vez no se interesaba porel fondo de la cuestin, sino se dejaba llevar por unejercicio retrico con evidentes modelos clsicos24.

    22 PELL, col. 475.

    23 SC, f. 112.24 Dmaso Alonso."Cngora y Amrica" en Estudios y ensayos gongorinos, Madrid:

    Credos 1955, pp. 381-392'; la cita en la p.390.

    VirginiaResaltado
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    Robert Jammes, por el contrario, se opone a esta concep-cin inmanentista del poema y considera que al pasaje es clavepues constituye una muestra ms de sus reacciones de rebeldafrente a cierta forma del pensamiento oficial, a la vez que iluminael sentido de "alabanza de aldea" que caracteriza a sus grandespoemas 25. El discurso contra las navegaciones, en opinin deeste destacado gongorista, conserva su audacia y su dimensinen la medida en que informa de una actitud reflexiva sobre el pro-blema de Amrica. Don Luis debi conocer y pudo haber meditadosobre esta debatida cuestin en su propia casa, puesto que supadre estaba relacionado con Juan Gins de Seplveda, conten-diente del Padre Las Casas en la disputa sobre !a legitimidad de laconquista.

    Ahora bien, no puede dejar de asombrarnos que RobertJammes, para defender el hecho de que Gngora adopte unaactitud condenatoria de las empresas coloniales de Espaa, Jarelacione precisamente con la figura de Juan Gins de Seplveda,representante de una posicin colonialista conservadora y "re-trgrada" 26. Sin embargo, este humanista, que fue cronista deGarios v y preceptor de Felipe n, resulta ser ms moderado, almenos a la luz de una de sus cartas dirigida a Francisco de Argo-te, que el propio padre de don Luis. En efecto, despus de defen-derse de las calumnias de los que tergiversan sus opiniones, leseala:

    En tu carta me dices que consideras justo el que losms fuertes y poderosos impongan su autoridad a iosms dbiles; supongo io dirs con la siguiente restric-cin: "mientras el motivo para hacer la guerra e impo-ner, por ende, su autoridad, sea justo". 27

    25

    26

    27

    Robert Jammes, op. cit., aborda la interpretacin en las pp, 140-144 y msadelante en las pp. 601-605.

    Este calificativo que por cierto comparto y acepto es el que R. Jammes adoptaal referirse brevemente a esta misma cuestin en su "Rtrogongorisme". Criticn1 (1978) p. 47.

    Epistolario de Juan Cines de Seplveda. Seleccin, primera traduccin castellanadel texto origina! latino, introduccin, notas e ndices por ngel Losada, Madrid,Ediciones Cultura Hispnica 1966, p. 193.

    EL DISCURSO CONTRA LAS NAVEGACIONES EN GNCORA49

    En este contexto ideolgico, resulta difcil pensar queGngora al rechazar exaltar la gran empresa nacional, tal como selo recrimina Salcedo Coronel, se sita como opositor de la polticaespaola vigente, expresando en este pasaje de las Soledades, enun registro serio, el apoliticismo agresivo y burlesco que caracte-riza parte de su obra.

    Entiendo ante esta condena, que tal como seala en sutrabajo ya mencionado La Schwartz , en Gngora al igual que enQuevedo "la navegacin representa una de las caractersticas delintercambio comercial que permiti el enriquecimiento y conse-cuente movilidad social de los miembros de la burguesa que laejercan" 28. Una actitud ms conservadora que progresista sub-yace en la dimensin que Gngora proyecta en la voz del viejoserrano al rechazar todo posible cambio, toda salida hacia nuevoshorizontes. Pero, a la vez, no puede dejar de percibirse la atrac-cin que la grandeza de los acontecimientos encierran en s mis-mos, atraccin que se manifiesta en imgenes y metforas queconfieren a este momento de la Soledad Primera, como bien diceR. Jammes "un aliento [...]de una potencia admirable".

    Si bien D. Alonso se lamentaba de la visin de Amrica quenos ofrece don Luis, creo que los significados probables quehemos confrontado le dan enriquecedoras perspectivas de debateal instaurar este discurso en ia problemtica mayor que el descu-brimiento del nuevo continente plante a las mentalidades euro-peas al ampliar su horizonte hacia "tan inciertos mares".

    MELCHORA ROMANOSUniversidad de Buenos Aires

    28 Art cit, p. 324.

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