Luis Galarza Teoria Independentista

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EL ESTUDIO INDEPENDIENTE EN UNA VISIÓN SISTÉMICA DE LA EDUCACIÓN A DISTANCIA Luis Galarza Pérez Probablemente una de las cosas más soslayadas, y al mismo tiempo más socorridas, es el asunto del autodidactismo. Sin que nadie se oponga a la concepción del estudio independiente, a la promoción de los hábitos de estudio personales, a una epistemología del desarrollo intelectual, etc.; el autodidactismo se ha sustituido (sin que esto deje de ser valioso) por guías y textos únicos para el aprendizaje de los contenidos específicos del programa, en lugar de buscar vías más diversificadas. Aquí reside uno de los desafíos más agudos de la educación abierta. ALFREDO L. FERNÁNDEZ, Investigación en educación abierta. Memoria de la 3 a Reunión Nacional de Educación Abierta. México: SEP, Abril de 1991. Introducción En este trabajo se presenta una visión del estudio independiente basada en una concepción de los programas de educación a distancia de manera sistémica; es decir, una visión en donde el estudio independiente es solo parte del conjunto de actividades que sustentan la práctica de la educación a distancia. Aunque es un hecho que una de las prioridades preocupantes para los educadores de la modalidad es el poder promoverle, aquí no se asume que el autodidactismo sea la pieza principal. El aprendizaje autodirigido, como la capacitación de los docentes, la habilidad tecnológica, el diseño y la evaluación adecuados, la pertinencia de los moderadores, la validez de los materiales y otros, son solamente partes del sistema que conforman un programa de educación a distancia. No por ello se pretende sugerir que el estudio independiente carezca de importancia; por lo contrario, fomentarlo es una necesidad si de él depende el aprendizaje de los alumnos a distancia. Lo que es fundamental es determinar la manera en que se le debe promover. Con esta finalidad, es preciso saber también qué se entiende por estudio independiente. Además, se han desarrollado ya varios postulados teóricos alrededor del autodidactismo, principalmente en los países industrializados 1 . Aquí se revisan los más reconocidos y se arguye que la investigación en el tema es una necesidad inminente en América Latina, pues la teoría desprendida del trabajo empírico sería mucho más efectiva si proviene de los contextos donde más se necesita. Un ejemplo concreto, fruto de la experiencia latinoamericana, es el denominado reingeniería de la educación abierta y a distancia propuesta por Chacón (1995). 1 Esta es una realidad de las principales teorías de educación a distancia, escritas en su mayoría en el idioma inglés y adoptadas en países subdesarrollados. Este fenómeno presenta un problema serio para el contexto latinoamericano, ya que varios preceptos teóricos se integran sin ser examinados adecuadamente. La falta de material teórico autóctono es parte de esta problemática generalizada.

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EL ESTUDIO INDEPENDIENTE EN UNA VISIÓN SISTÉMICA DE LA EDUCACIÓN A DISTANCIA

Luis Galarza Pérez Probablemente una de las cosas más soslayadas, y al mismo tiempo más socorridas, es el asunto del autodidactismo. Sin que nadie se oponga a la concepción del estudio independiente, a la promoción de los hábitos de estudio personales, a una epistemología del desarrollo intelectual, etc.; el autodidactismo se ha sustituido (sin que esto deje de ser valioso) por guías y textos únicos para el aprendizaje de los contenidos específicos del programa, en lugar de buscar vías más diversificadas. Aquí reside uno de los desafíos más agudos de la educación abierta. ALFREDO L. FERNÁNDEZ, Investigación en educación abierta. Memoria de la 3a Reunión Nacional de Educación Abierta. México: SEP, Abril de 1991. Introducción En este trabajo se presenta una visión del estudio independiente basada en una concepción de los programas de educación a distancia de manera sistémica; es decir, una visión en donde el estudio independiente es solo parte del conjunto de actividades que sustentan la práctica de la educación a distancia. Aunque es un hecho que una de las prioridades preocupantes para los educadores de la modalidad es el poder promoverle, aquí no se asume que el autodidactismo sea la pieza principal. El aprendizaje autodirigido, como la capacitación de los docentes, la habilidad tecnológica, el diseño y la evaluación adecuados, la pertinencia de los moderadores, la validez de los materiales y otros, son solamente partes del sistema que conforman un programa de educación a distancia. No por ello se pretende sugerir que el estudio independiente carezca de importancia; por lo contrario, fomentarlo es una necesidad si de él depende el aprendizaje de los alumnos a distancia. Lo que es fundamental es determinar la manera en que se le debe promover. Con esta finalidad, es preciso saber también qué se entiende por estudio independiente. Además, se han desarrollado ya varios postulados teóricos alrededor del autodidactismo, principalmente en los países industrializados1. Aquí se revisan los más reconocidos y se arguye que la investigación en el tema es una necesidad inminente en América Latina, pues la teoría desprendida del trabajo empírico sería mucho más efectiva si proviene de los contextos donde más se necesita. Un ejemplo concreto, fruto de la experiencia latinoamericana, es el denominado reingeniería de la educación abierta y a distancia propuesta por Chacón (1995).

1 Esta es una realidad de las principales teorías de educación a distancia, escritas en su mayoría en el idioma inglés y adoptadas en países subdesarrollados. Este fenómeno presenta un problema serio para el contexto latinoamericano, ya que varios preceptos teóricos se integran sin ser examinados adecuadamente. La falta de material teórico autóctono es parte de esta problemática generalizada.

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Una vez revisados los postulados teóricos, es necesario un entendimiento del estudiante independiente promedio. Para ello, sin pretender abordar la segunda temática de este esfuerzo compilador de ensayos, se recurre a planteamientos básicos que caracterizan a los estudiantes a distancia. Después, se hace mención a consideraciones administrativas en torno al tema. Finalmente, se propone que el estudio independiente se promueva sólo si se tienen en cuenta las diferentes habilidades de aprendizaje que los estudiantes tienen. Así, con esta perspectiva dentro del sistema total de educación a distancia, se puede contribuir a un funcionamiento acertado del programa. Por la similitud conceptual del los términos autoestudio, aprendizaje autodirigido y autonomía del aprendizaje, en este trabajo se entiende que el uso indiscriminado de ellos se refiere al proceso de estudio independiente. De la naturaleza del estudio independiente El estudio independiente es un estilo de aprendizaje autodirigido que supone cierta autonomía de las personas que atraviesan por él. El proceso también supone que la persona tiene cierto control sobre su dirección y metas. Se propone que la necesidad de fomentar el estudio independiente es más aguda en los sistemas de educación abierta y a distancia, ya que las condiciones de la modalidad exigen una cierta responsabilidad implícita en el estudiante quien adquiere un compromiso con su propia causa. Estudiar de manera independiente es, en el caso perfecto, poder asumir la responsabilidad de aprender por cuenta propia, desde el material y los temas de interés personal hasta la manera y el momento en que se deben asimilar. El aprendizaje autodirigido se entiende de varias maneras, dependiendo del programa o del contexto y marco de referencia educativo formal que se conozca. En los Estados Unidos, el término estudio independiente tiene dos acepciones principales. Por un lado, se entiende como estudio independiente un contrato celebrado entre algún consejero académico (normalmente un profesor o profesora) y la persona que funge como estudiante. Por lo general, dicho contrato tiene una duración similar a la de los períodos académicos formales, pero busca proveerle al estudiante una oportunidad para lograr un cierto grado de especialización en alguna materia de su preferencia. En otros contextos, este contrato se logra por medio de seminarios avanzados en algún programa de estudio o por la selección de cursos optativos, los cuales muchas veces ofrecen suficiente flexibilidad para canalizar los intereses individuales. El esquema estadounidense no es único y se estila en algunos otros países también. La segunda acepción del término probablemente fue popularizada por Wedemeyer (1971) más que cualquier otro educador; se refiere, sobre todo, a lo que la comunidad educativa estadounidense ahora entiende por educación a distancia a nivel universitario. Esta noción se aceptó por mucho tiempo y se sigue explicando en relación a su diferencia con el arreglo individualizado que se expuso con anterioridad. Moore y

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Kearsley (1996), en una nueva visión de la educación a distancia, también explican esta diferencia desde una perspectiva de sistemas. En los Estados Unidos existen alrededor de 70 universidades que ofrecen cursos por correspondencia (a distancia) considerados como una modalidad independiente de aprendizaje. La complejidad del estudio independiente, sin embargo, es quizá un objeto de preocupación más allá de las aclaraciones antes expuestas. De hecho, la preocupación existe porque se observa que los estudiantes están acostumbrados a aprender pasivamente, de manera acrítica y, principalmente, por medio de la memorización. Se piensa que algo tiene que ocurrir con el estudiante para que esta situación cambie, ya que la metodología opuesta parece ser la ideal en la modalidad a distancia. Pero esta visión demanda preguntar si es sólo el estudiante quien debe cambiar. Pareciera como si existiese una fórmula mágica que después de aplicársele podría producir a la persona autodidacta perfecta. Es más, pareciera que el autodidactismo es la pócima mágica adecuada para aprender y que, al margen de las habilidades diversas de los seres humanos, hay que beberla. El estudio independiente es sin duda un nivel de compromiso anhelable, una manera adecuada de que la persona se responsabilice de su quehacer intelectual. Pero asumir que todos aquellos sujetos expuestos a un sistema a distancia se pueden modificar en sus hábitos de estudio, es sin duda una visión sesgada de la realidad. Una pequeña revisión teórica quizá ayude a explicar esta situación. Independencia y autonomía La perspectiva de independencia y autonomía es considerada como una de las contribuciones teóricas más importantes en el estudio de la educación a distancia. Otros enfoques teórico-conceptuales incluyen los estudios de interacción o el estudio de la educación a distancia como un proceso industrializado del aprendizaje, por ejemplo. Entre los estudiosos más importantes del aprendizaje independiente y autónomo en países industrializados destacan Rudolf Manfred Delling en Alemania y Charles Wedemeyer y Michael Moore en los Estados Unidos. Los postulados de Delling Delling propone que para entender el autodidactismo, en sistemas de educación a distancia, es preciso diferenciar entre los elementos o medios usados para el monólogo y aquellos usados para el diálogo. Los textos impresos, como las revistas, los periódicos o los libros, son ejemplos de los materiales que cumplen la función del monólogo. Por otro lado, las clases presenciales, las conversaciones y algunos programas de educación a distancia son característicos de aquellos que cumplen con la función del diálogo; es decir, en sus términos, son dialógicos. Implican que, de alguna manera, existe un intercambio de opinión entre los instructores y los estudiantes. Bajo

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esta perspectiva es importante preguntarse si el estudio independiente es un estilo de aprender necesariamente dialógico. Existen algunos argumentos que ofrecen una respuesta adecuada y que se discutirán más tarde. En una interpretación de los argumentos de Delling, Keegan (1986) discute que el teórico pone la independencia y autonomía del estudiante en el centro del proceso y por encima de las actividades o características del programa a distancia. En el mundo ideal, los sistemas a distancia se basan en la habilidad de sus estudiantes para aprender de manera independiente. Pero la realidad es que existen muchos programas que trasladan la instrucción presencial a la modalidad a distancia. Esto implica que el instructor sigue siendo el centro de atención, la persona con la autoridad de la clase y, por lo tanto, la dependencia del alumno persiste. Los postulados de Delling (en Keegan, 1986) sugieren que a medida que la persona aprende a ser autodidacta, la institución se convierte en un suministro o despensa de información y los equipos e instalaciones en el proceso de aprendizaje. Sin embargo, es preciso que, antes de proponer el papel de la institución en el sistema de educación a distancia, se cuestione cuál es el camino para el autodidactismo, si es que existe tal camino. Pareciera que aprender a estudiar de manera independiente es, para Delling, un proceso autónomo en sí. Pero si esto fuese realidad, no existiría la preocupación de los educadores por fomentar el estudio independiente. Mucho menos podríamos pensar que, dentro de la complejidad latinoamericana, dicho proceso de aprendizaje hacia el autodidactismo sea natural y resistente a las condiciones contextuales. Esta interrogante parece debilitar el argumento final de este importante teórico. El estudio independiente según Wedemeyer Para Charles Wedemeyer (en Keegan, 1986) el estudio independiente es: ... ese aprendizaje, ese comportamiento cambiado, resultado de las actividades ejecutadas por estudiantes en el tiempo y el espacio, estudiantes cuyo medio ambiente es diferente al de la escuela, estudiantes que probablemente reciben guía de sus maestros pero que no dependen de ellos, estudiantes que aceptan grados de libertad y responsabilidad para iniciar y ejecutar las actividades que les llevan al aprendizaje (p. 54). Wedemeyer sugiere que los sistemas de estudio independiente, como él popularizó la educación a distancia, deben darle más responsabilidad al estudiante. Es decir, propone que la flexibilidad del sistema debe llegar hasta la libertad de una persona que decide cuándo aprender, a qué velocidad y con qué estilo. La flexibilidad representa un factor de conveniencia para el individuo que quiere aprender en su propio contexto. Este idealismo de la educación a distancia propone que, además, el aprendizaje debe ser “individualizado y libre, permitiendo la elección personal del campo y cursos de estudio”, así como “los objetivos y actividades” ( en Keegan, p. 60).

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Wedemeyer reconoce que llegar a ese modelo didáctico independiente es una tarea compleja. En sus postulados, existen los siguientes impedimentos para lograr el ideal del autodidactismo en educación a distancia:

• El desinterés por la actividad y la falta de motivación por parte del estudiante.

• No estar listo para aprender, lo cual se refleja en la deserción; dejar inconclusas las actividades y no iniciar el programa.

• El poco entendimiento de la estructura de la materia a distancia. • El bajo aprendizaje analítico e instructivo. • La inadecuada evaluación de lo aprendido.

Wedemeyer percibe al instructor como el agente de motivación. Si los medios no se adecúan a las necesidades y la realidad de los estudiantes, entonces el proceso no puede considerarse como un proceso de aprendizaje independiente. Su valor teórico reside en su práctica profesional y en la extensión de este modelo conceptual de aprendizaje en la historia de la educación de los Estados Unidos. De ahí que su visión sea una conjunto de postulados experimentales válidos en su momento. Sus observaciones continúan siendo hoy parte de lo que se entiende como estudio independiente en muchos lugares del mundo. El estudio independiente basado en la autonomía y la distancia según Moore El enfoque teórico más reciente corresponde al de Moore (1983) en el que se propone que el estudio independiente es mensurable en relación a los grados de autonomía, distancia y estructura de los programas en cuestión. Keegan (1986, p. 63), en su interpretación de los preceptos de Moore, sugiere que se identifican dos estilos de programas que conforman el estudio independiente:

• Programas diseñados para estudiantes en ambientes separados de sus instructores (característicos de la enseñanza a distancia) y

• Programas diseñados para fomentar el aprendizaje autodirigido (es decir, la autonomía del aprendizaje).

El concepto de distancia para Moore (1983) es más que la distancia física que separa al instructor del estudiante. En sus investigaciones categoriza la educación a distancia como individualizada; es decir, una característica que le permite al estudiante “controlar el ritmo al cual recibe información” (p. 76). El diálogo, por otro lado, se define en función de “los medios de un programa que hacen posible o imposible la interacción del instructor con el estudiante” (p.76). En este sentido, encontró que “en una teoría de educación a distancia, la distancia no se medía en términos físicos, en millas o minutos, sino en el grado de individualización (o su grado dialógico) de una relación enseñanza-aprendizaje” (p. 76).

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Esta concepción de la distancia es digna de atención para aquellos que desean mejorar el estudio independiente, ya que el autodidactismo atañe a la responsabilidad del estudiante siempre y cuando el programa asegure cierto grado de individualización. Dicha responsabilidad es un componente central de los estudios sobre la educación a distancia ya que, por lo general, se tiende a creer que el estudiante se motiva por sí mismo, se autoevalúa, escoge su tiempo y duración de estudio, así como sus métodos, el espacio y la localización de sus actividades de estudio. De acuerdo con Moore (1993a), en una visión teórica revisada y más reciente que alude al concepto de distancia transaccional, los programas de educación a distancia son clasificables en términos de su grado de comunicación [diálogo] y en términos de la adecuación del programa a las necesidades del estudiante [estructura]. Moore (1983, p. 80) discute que “en un programa en el cual es posible encontrar un alto grado de diálogo, se puede establecer que la distancia es menor que en aquel donde se permite poco diálogo”. Después, se arguye que se pueden alcanzar altos niveles de diálogo si se utiliza el medio apropiado. También se explica que la estructura de un programa es importante porque debe cubrir todas las posibles interpretaciones incorrectas, dejando abierta la oportunidad para que exista diálogo entre instructor y estudiante, el cual conducirá a las transacciones educativas. Asimismo, sugiere que entre más diálogo y estructura haya en un programa, habrá menos distancia, en el sentido que lo plantea sugiere su estudio. De la misma manera, entre menos diálogo y estructura exista en el programa, habrá más distancia presente. En la Tabla I, a la distancia se le asigna la letra D y a la estructura la E. Los símbolos + y - se usan para ilustrar más o menos cantidad respectivamente. La autonomía del aprendizaje es fundamental en cualquier tipo de sistema de educación a distancia. Las actividades y actitudes que se hacen y se tienen de manera independiente llegan a un punto, como en el caso de un objetivo de mejora personal. Este argumento se hace con base en el entendido de que los adultos alcanzan la independencia cuando tienen la capacidad de tomar decisiones. Para Moore, este punto es “psicológicamente hablando, el momento en que un adulto se percibe a sí mismo como autodirigido” (p. 86). Esta noción de autopercepción es fundamental para entender una teoría del estudio independiente.

Tabla I. Categorías de programas de enseñanza telemática

Más Distancia

Tipo -D-E 1 -D+E 2

Categorías de Programas Programas sin diálogo y sin estructura. Programas sin dialógo pero con estructura.

Ejemplos Lectura o estudio indepen-diente, programas del tipo autodirigido. Programas en los que el método de comunicación es

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+D+E 3 +D-E 4

Programas con diálogo y estructura. Programas con diálogo y sin estructura.

la radio o la televisión. Típicamente los programas que usan la correspondencia, incluyendo la electrónica. Un programa de tutoría poco planeado.

Fuente: Moore, M.G. (1983). On a theory of independent study. En D. Sewart, D. Keegan, & B. Holmberg (Eds.), Distance education: International perspectives (p. 81). Londres: Croom Helm. * Como se explicó en la primera de las acepciones que se manejan como estudio independiente en los Estados Unidos. También para Moore es importante entender que las categorías de programas independientes son mensurables en términos de quienes deciden su contenido, sus objetivos y su evaluación. Si el instructor decide la mayoría, entonces se sabe que el programa será menos autónomo. Si, por el contrario, el estudiante toma las decisiones se entiende que el programa será más autónomo y determinado por él mismo. Estos preceptos coadyuvan a la postulación de una tipología de programas educativos que incorpora los grados de distancia, de autonomía del estudiante y de estructura del programa. Hoy en día, dicha tipología se aplica como marco de referencia para muchos sistemas de educación a distancia. Para los educadores a distancia es importante reconocer que la separación entre instructor y estudiante es “un concepto pedagógico” (p. 22). Dicho concepto envuelve una serie de factores complejos que se dan a raíz de la relación entre instructor y alumno cuando están separados en tiempo y en espacio, tales como las intenciones, la independencia, la interacción, etc. La separación provoca un espacio comunicativo y psicológico que es variable, gracias a su naturaleza humana. Ese espacio, por lo tanto, jamás puede ser el mismo. Esta distancia transaccional está presente también en la educación presencial, aunque la educación a distancia la tiene siempre por definición en práctica. Moore alude al diálogo como interacciones positivas que dependen del diseño, de las personalidades de los individuos en el proceso, del contenido y de los factores ambientales o contextuales. Para él, los medios de comunicación son muy importantes porque una adecuada selección puede representar un incremento en el diálogo. Baste ejemplificar que la televisión o las cintas de audio enviadas por correspondencia son medios que no facilitan un alto grado de intercambios dialógicos. Sin embargo, la televisión aunada a la comunicación mediante computadora es una manipulación que incrementa ese tipo de intercambios. Aunque Moore haya teorizado sobre la estructura y el diseño del curso antes de popularizar su teoría de la distancia transaccional, se establece aquí que ambas visiones dependen del medio usado, del instructor, de los diseñadores, de la institución

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y sus demandas en contexto; esta es una visión sistémica del proceso educativo. Se sugiere que entre menos distancia transaccional exista, más será la necesidad de estructura, o mejor dicho, de estructuración del programa. Esta es la razón por la cual se enfatiza la autodeterminación. Es decir, la estructura no solamente está compuesta de presentaciones, de apoyo a la motivación, de estímulos críticos de análisis, de tutoría y ayuda, sino también de la creación del conocimiento por parte del estudiante. Esto implica una capacidad de producción explotable una vez que se entienden las necesidades de los aprendices. De acuerdo con la autodeterminación, Moore cuestiona los sistemas de educación a distancia en términos de la flexibilidad que proveen para que el estudiante decida lo que tiene que aprender. Aboga por un diálogo rápido e incrementado para mejorar los programas a distancia. Quizá, “con la familia de medios de teleconferencia - como las redes interactivas computarizadas y el audio, el audiographics o las redes de vídeo, las cuales pueden ser locales, regionales, nacionales o internacionales ... enlazadas por cable, microondas y satélite” (p. 32), el diálogo puede mejorar significativamente. La distancia transaccional es posible gracias a la interacción que, de manera elocuente, categoriza como de tres tipos. Moore (1993b) sugiere que estos tres tipos de interacción en cualquier sistema de educación a distancia son: la interacción entre el estudiante y el contenido, la interacción que se da entre los estudiantes mismos y la interacción entre el instructor y el estudiante. Esta diferenciación acaso ayude a precisar de mejor manera las necesidades que los estudiantes a distancia presentan. La interacción entre el estudiante y el contenido es el resultado del autoanálisis de mensajes que pueden provenir de textos, de algún programa de televisión o de cualquier otro medio que se use para transmitir el contenido del curso. La interacción entre estudiantes es una dimensión que se presenta con más posibilidades en esta época, gracias al desarrollo de las nuevas tecnologías de comunicación. Esta interacción, dice, “es una interacción interestudiantil entre uno y otros aprendices, en soledad o en grupos, con o sin la presencia real del instructor” (p. 22). Es necesaria para estimular el aprendizaje y para evaluar, además de las posibilidades de apoyo que conlleva. Finalmente, la interacción entre instructor y estudiante es el grupo de actividades que se dan entre ambos gracias a su mutua comunicación y que ejerce influencia entre ellos mismos. Como es natural, habrá más influencia del instructor si este tipo de interacción está presente junto con la interacción entre aprendiz y contenido sin la interestudiantil. Los estudios de independencia y autonomía en el aprendizaje acaso ilustren el resultado del trabajo experimental a través de los años en contextos específicamente definidos. Tal es el caso de Wedemeyer y su influencia en el independentismo estadounidense. Aunque muchos preceptos teóricos del estudio independiente responden a la naturaleza humana, existen indicadores que surgen exclusivamente de contextos locales, inmediatos al entorno del estudiante. Para producir un juicio razonable en torno al aprendizaje autodirigido e intentar que se considere como una

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recomendación en la práctica, quizá valga la pena explorar algunas características importantes de los estudiantes a distancia. ¿Quién estudia a distancia? Hoy se sabe a ciencia cierta que “la gran mayoría de los estudiantes a distancia en el mundo son adultos entre las edades de 25 a 50 años” (Moore & Kearsley, 1996, p. 153). Por esta razón resulta imperativo entender la naturaleza del aprendizaje cuando se es adulto. Este esfuerzo conlleva necesariamente a un mejor entendimiento del estudiante independiente, posibilitando así la mejor comprensión del sistema a distancia. Como resulta muy difícil hacer justicia en este ensayo a la vasta colección de postulados teóricos referentes a la manera como aprenden los adultos, aquí se sintetizan algunos puntos importantes de especial interés en educación a distancia. En una interpretación de la teoría de la senilidad desarrollada por Knowles, los teóricos Moore y Kearsley, indican que los siguientes puntos deben tenerse en cuenta al imaginar al estudiante adulto a distancia promedio: • Mientras que los niños confían en la definición del contenido por parte del maestro,

los adultos deben definirlo por ellos mismos, o por lo menos ser persuadidos de que dicho contenido es relevante para sus necesidades.

• Mientras que los niños aceptan una relación de depencia con el maestro, los adultos tienen un sentido de autodirección y responsabilidad personal.

• Los niños tienen poca experiencia personal, pero los adultos tienen mucha y les gustaría usarla para aprender. Los adultos resienten que no se tome en cuenta su experiencia y que se use la de otras personas.

• Generalmente los niños aceptan la decisión del maestro hacia lo que se debe aprender, dónde, a qué hora y cómo. Los adultos prefieren tomar esas decisiones o al menos ser considerados antes de que se tomen.

• Los niños deben adquirir información para su vida futura. Para los adultos el futuro es hoy, tienen información adquirida y ven el aprendizaje como una herramienta para solucionar problemas en el presente.

• Los niños quizá necesiten motivación externa, mientras que los adultos aprenden voluntariamente debido a su motivación intrínseca.

Estos postulados son discutibles, especialmente en la realidad latinoamericana. En muchos de los casos, los adultos no tienen la motivación intrínseca para aprender porque su cosmovisión es diferente. Para el adulto citadino de América Latina, existen un sinnúmero de factores relativos a las grandes ciudades de la región que, definitivamente, inhiben su lucha por mejorar a través del estudio. Otros aspectos contextuales también son dignos de atención. Por ejemplo, a diferencia de la casi garantizada promoción laboral a raíz de la autodeterminación por subir la escalera educativa en los países industrializados, en muchos otros tal garantía no existe. Para un buen número de sujetos es lo mismo tener un certificado técnico que el diploma de

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educación media superior. Esta es una realidad de bastantes países en el subdesarrollo. Las motivaciones de los adultos son distintas. Los factores que afectan el éxito del estudiante a distancia, dependen en gran medida del contexto en donde el alumno se desenvuelve. En estudios de países industrializados, se ha logrado sustentar la hipótesis de que entre más educación formal haya tenido un individuo, mejores serán las posibilidades de su éxito a distancia. Esto, nuevamente, requiere de un análisis local, tomando en cuenta la cultura y el entorno del estudiante. En México, donde el principal medio para el aprendizaje en la enseñanza tradicional todavía es la memoria (Ornelas, 1995), el éxito de un alumno a distancia acaso pudiera ser el resultado de la disciplina implantada en él por el sistema educativo autoritario y memorizante del país, fomentado sobre todo por el docente entrenado en los mecanismos normalistas tradicionales. Así una vez analizado el contexto y su relación con el estudiante a distancia, valdría la pena más adelante considerar algunos aspectos de la personalidad del individuo. No toda la población estudiantil es adiestrable para cambiar actitudes, al igual que no toda la gente aprende de la misma manera. Algunas personas tienen habilidad para aprender resolviendo problemas, pero otras prefieren hacerlo a través del contraste o sencillamente por comparación con modelos memorizados en alguna etapa de la vida. Por lo tanto es importante pensar que el grado de individualización de un programa del que Moore habla, no necesariamente es el mismo para todos los individuos y, por lo tanto, no se puede asumir que todos los aprendices de un programa deben y pueden aceptar un mismo nivel de estructura en el programa. Existen diversos estilos de aprendizaje incluso dentro de los sistemas a distancia. Finalmente, para entender quién estudia a distancia, es preciso puntualizar los aspectos administrativos del programa mismo, que a su vez pueden ser parte del contexto que se necesita entender acerca de los aprendices. Si el estudiante estudia a tiempo completo, la organización de su vida es diferente. Si revalida cursos a distancia como parte de un programa presencial, o viceversa, quizá se puede aventurar un juicio de desconcierto debido al intercambio de modalidad. ¿Existe una estrategia para fomentar el estudio independiente? La autonomía en el aprendizaje propone que entre más autodirección exista, los aprendices tendrán más tolerancia a la distancia física, conceptual e instruccional. Esto es postulado válido, mas como se indicó al principio, es importante saber cuál debe ser el mecanismo para llegar a ese grado de autodirección. En algunos casos quizá sea un proceso de transición natural, ocurrido por motivo de la adaptación de un sistema presencial a uno a distancia. Pero en otros el mecanismo no es tan fácil de detectar. Tampoco se puede asumir que, por ejemplo, la euforia de los sistemas de telecomunicación que se vive hoy sea contagiable, de modo que aquellos que suelen ser aprendices pasivos y dependientes del instructor, cambien porque otros han cambiado.

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Un problema serio en el ámbito de la educación a distancia es que, en muchos casos, su efectividad se ha medido en contraste con los logros y el aprovechamiento de los sistemas presenciales. Y se arguye que, por experiencia, aquellos individuos que aprenden de manera independiente tienen una tendencia a ser exitosos a distancia. Y sin embargo, no se analiza con profundidad si el estudiante independiente es o no exitoso en las estructuras tradicionales presenciales. Es decir, hay un fenómeno que promueve la separación de lo tradicional, la diferenciación, la cual ha sido identificada como positiva en el aprendizaje. Pero el reto va más allá de esa identificación. Habrán individuos que necesiten altos grados de estructuración, incluyendo sus propias contribuciones dentro de la estructura. Probablemente existan muchos que demanden más diálogo, pero también habrán aquellos que, de manera cautelosa, callada e individual, sepan producir tanto como aquellos cercados por sistemas a distancia. Así pues, una fórmula específica para fomentar el estudio independiente es difícil de producir, ya que en un solo grupo pueden darse combinaciones muy complejas en torno a los asuntos del aprendizaje y, por ende, distintas habilidades estudiantiles, independientes o dependientes. Sin embargo, no por ello se deben dejar a un lado los avances teórico-conceptuales que ya se han desarrollado en otras partes del mundo. En particular, aquellos a los que se ha hecho mención en este ensayo. Lo que se sabe y que probablemente funcione como una base de partida en la práctica, es que si los educadores a distancia desean fomentar el estudio independiente deben: • Buscar ser más flexibles en su devenir didáctico y en sus instituciones de

enseñanza. • Servir como agentes de motivación estudiantil. • Entender que la distancia es un concepto pedagógico variable, debido a su

naturaleza humana; es decir, se encuentra siempre en transición y es por eso que una fórmula no puede mantenerse por mucho tiempo en el espectro del estudio independiente.

• Hacer una selección adecuada de medios de comunicación. En esta pócima del cambio, los ingredientes no son lujo cotidiano del educador latinoamericano; además, muchas veces la selección no es una opción. En esta realidad educativa, el estudio independiente comparte los recursos que otras partes del programa demandan del sistema. Así, antes de querer poner en evidencia las bases más importantes para conceptualizar el estudio independiente, acaso será preciso comprender que, dentro de la práctica de la educación a distancia, existen varios elementos que conforman el proceso. Y como tales, deben ser objeto de estudio dedicado como un todo. Bibliografía

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Tomado con propósitos instruccionales de Galarza, P.L. El estudio independiente en una visión sistémica de la educación a distancia. En Estudio Independiente. Ávila, P. y Morales, C. (Eds.), México: ILCE-OEA-PROMESUP, 1996. 21-35.

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