Lugones - Los Caballos de Abdera
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7/25/2019 Lugones - Los Caballos de Abdera
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LOS CABALLOS DE ABDERA
DE LEOPOLDO
LUGONES
Marcos Ruiz Snchez
Francisca
Moya del Bao
Departamento de Filologa Clsica (Universidad de Murcia)
La ciudad tracia de Abdera era clebre por sus caballos. Sus habitantes
porfiaban en la educacin de este noble animal y esta pasin, cultivada du ran
te largos aos haba producido efectos m aravillosos. Los bru tos haban adq ui
rido las ms sorprenden tes habilidades en toda clase de juegos, tanto de circo
como de saln y poco a poco haban ido adquiriendo rasgos casi humanos.
Eran admitidos en la mesa; se crea que tenan gustos artsticos y estaban hasta
tal punto amaestrados que disfrutaban de la mayor libertad. As comienza el
cuento
Ls
caballos de Abderade Leopoldo Lugones.
La inteligencia de los caballos al desarrollarse al par que su conciencia daba
lugar en ellos a casos anormales de coquetera y de enamoramiento, eran
caprichosos
y
en ellos se perciban ciertos conatos de rebelin. sta estallara al
fin. La primera noche de la sublevacin contempl toda clase de desm anes de
las bestias entregadas al pillaje y a la codicia.
Los habitantes de la ciudad se refugian entonces en las murallas de la
ciudadela. El asalto final es inminente y no hay posibilidad ni de luchar con las
bestias ni mucho menos de obtener la victoria en la lucha. En este momento
supremo una alarma repentina paraliza a las
fieras.
Los defensores d e la ciuda
dela se vuelven hacia la direccin de la que viene el nuevo peligro y contem
plan un espectculo tremendo.
El cuento toca entonces a su fin, que transcribiremos en p arte directam ente:
Dominando
la
arboleda negra,espantosa sobre
el
cielo
de la
tarde,
un
colosal cabeza
de
len miraba hacia
a
ciudad.
Era una de
esas
fieras
antidiluvianas cuyosejemplares,cada vez msraros,devastaban de tiemp
entiempo los montes
Rdopes.
Masnunca se haba vistonada tan mons-
truoso,
pues aquella cabeza dominaba los ms altosrboles,mezclando a l
hojas teidas de crepsculo as greas de
su
melena.
Brillaban claramente susenormes
colmillos,
percibase susojos fruncidos
ante la
luz,
legaba en el hlito de la brisa
su
olor
bravio.
Inmvil entre l
palpitacin
del
follaje,herrumbrada por elsol,casi hasta dorarse su
gigan
tesca crin,alzbase ante elhorizonte como uno deesos bloques enque el
pelasgo,contemporneo de las
m ontaas,
esculpisus brbaras
divinidades
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Yde repente empez a andar, lento comoel ocano. Oaseelrumorde
fronda que supecho apartaba, sualiento de fragua queiba sin duda a
estremecer la ciudad cambindose en rugido.
A pesar de su fuerza y de su nmero los caballos huirn en tropel, mientras
en la fortaleza los asediados se dejan dominar por el pnico ante la nueva
amenaza. Pero cuando el monstruo sale de la arboleda, no es un rugido lo que
brota de sus fauces, sino un grito de guerra humano:
Gloriosoprodigio
Bajolacabeza delfelino, irradiaba luzsuperior el rostrode un numen; y
mezclados soberbiamente con la
piel resaltabansupechomarmr
sus
brazos
estupendos.
Yungrito,un solo grito delibertad,dereconocimiento,deorgullo,llen
tarde:
Hrcules,
es Hrcules queIlegal.
Todo el cuento tiende hacia esta sorpresa final, cuidadosamente preparada
por el narrador. La tcnica es la del perspectivismo, hbilmente instrumentado
mediante el recurso de lafocalizacin
1
.Lo que se nos cuenta esloque perciben
los personajes, cuya visin est adems limitada por la luz declinante del
crepsculo. El nfasis en las sensaciones, vista, olfato, odo, coincide con la
predileccin de la prosa modernista por tales refinamientos lxicos. La clave
del enigma que el repentino giro de la narracin implica es as retrasado hasta
la ltima frase del relato.
Pero esta manipulacin de la relacin entre narrador, personaje y lector no
contribuye tan slo a la sorpresa. Constituye al tiempo la huella de una
reescrirura
y un procedimiento al servicio del significado
del
cuento.
La sorpresa final implica un cierto tipo de lector implcito, dotado de los
suficientes conocimientos sobre la mitologa griega como para identificar la
figura de Hrcules y la iconografa a l asociada, pero no los bastantes para
conectar con el hroe la ciudad de Abdera y sus caballos.
El autor ha transformado profundamente, utilizndolo para sus fines el
subtexto mitolgico al que alude. La historia de los caballos y de la ciudad de
Abdera est en la versin tradicional del mito conectada con el octavo trabajo
de Hrcules, que consista en llevar a Micenas las yeguas antropfagas de
Diomedes, el rey de Tracia, alimentadas con los cuerpos de los huspedes del
tirano.
La
bibliografa sobre el punto de vista y la focalizacin
en
la narracin es prcticamente
inabarcable.
Para el concepto y los distintos tipos
especialmente la
focalizacin interna)
remitimos,
por ejemplo, a G.
Cenette,FiguresIII,
Senil,
Paris,
1972, pp.
206-211.
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Dice el
mito
lo
sabemos por textos de Pndaro , Sneca, Diodoro,
Higino
que Hrcules, despus de su llegada a Tracia, al pas de los Bstones, subditos
de Diomedes, se lleva las yeg uas en direccin al mar. Acuden los Bstones, con
Diomedes a la cabeza, y el hroe deja a los animales al cu idado de su favorito
Abdero, enfrentndose l con sus enem igos y matando al prop io
rey.
Entretan
to las yeguas haban devorad o a Abdero, en cuyo recuerdo se funda la ciudad
que lleva su nombre.
Huellas de la versin tradicional del mito se hallan diseminadas a lo largo
del texto. As, los
nombres
de Abdera y
de
los Bstones, pero sobre todo
Lugones las esparce en un pasaje en que se hace referencia a oscuras fbulas
que corran entre las gentes:
El monarca era quien se mostraba ms decidido por loscorceles,llegand
hasta tolerar a los suyos verdaderos crmenes que los volvieronsingular-
mente bravios; de talmodo que losnombres dePodargos y de Lampn
figuraban en fbulas sombras.
(Comprobamos que los animales son personajes autnticos con sus nom
bres propios).
Los cambios con respecto al mito no carecen tampoco de precedentes en la
literatura antigua. Una fbula familiar a los estudiantes de lenguas clsicas
cuenta la historia de los caballos bailarines d e los sibaritas. stos amaban tanto
a su s caballos y se jactaban d e domarlos tan bien que los hacan incluso bailar
en
los
banquetes. Sus enemigos los derrotarn al tocar en la batalla en lugar de
sones militares msica propia de los banque tes, con lo que los caballos em pie
zan a danzar. Por otra parte el tema de las perversiones de la ciudad de
hedonistas, apropiado al decadentismo de la literatura m odernista y parnasiana,
aparece tambin en el relato de Lugones sobre la destruccin de las ciudades
bblicas Sodoma y Gom orra, titulad o La
lluviade fuego.
Este
cuento de Lugones poda derivar d e los textos clsicos que l, admira
dor de Homero y d e Tecrito, conoca bien, pero sin embargo tiene un mvil
ms cercano, inmediato, la obra del poeta francs de origen cubano J.M. de
Heredia, poeta parnas iano, del que Azorn dira que era un auto r hispano que
escriba por error en francs y cuyos sonetos recogidos en el volumen, Les
Trophes,
gozaban por aquel
cr.or.ces
de merecida fama.
Heredia haba escrito entre otros un ciclo de sonetos titulado
Hercule
el
les
centaures.
Dos de ellos que tratan el tema del enfrentamiento entre el hroe y
seres monstruosos y cuyos tercetos guardan no poca semejanza entre s, cons
tituyen la inspiracin ms directa de la narracin, que debi pensarse y
estructurarse desde la sorpresa final, q ue se concreta en ese
horreur gigantesque
de
l'ombre
Herculenne
ya presente en H eredia.
En el primero de ellos se narra la victoria sobre el len de Nemea. Un
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pastor, testigo de los hechos, cree ver surgir del bosque, engaado por la luz
del crepsculo sangrante, a la enorme fiera:
Carl'ombregrandissante avec le crpuscule
Fait,
sous
'horrible
peau quiflotte autour d'Hercule,
Mlnnt
l'homme
a
hete, un
mostrueux
hros.
EnFuite de centaureslos centauros huyen mientras llega hasta ellos el olor
bravio del len. En su loca carrera uno de ellos al girarse se llena de espanto:
Car il a vu la lime blouissanteet pleine
Allonger derrere eux, suprime
pouvantail,
La gigantesque horreur de
l'ombre
Herculenne.
En estos sonetos, relacionados entre s por numerosos ecos verbales y
semnticos, estn presentes los mismos motivos del cuento de Lugones: el olor
percibido de la fiera, el engao provocado por la luz equvoca del crepsculo o
de la luna, la equiparacin entre el hroe y el animal y el espanto que provoca.
Los centauros, monstruos del deseo, encarnacin del afn posesivo, eran
con su naturaleza doble, mezcla de hombre y de animal un smbolo de energa
vital muy del gusto de la poesa modernista
2
.
Tema tradicional de la literatura fantstica es, por otra parte, el de la rebe
lin de los animales, que desde la obra de Machenha servido de
argumento
avarias
obras
deestetipo
3
.
Loscuentos
de
Lugones
sonprecisamente
pioneros
en
elcampode lafantasa cientfica en castellano.
Pero sobre todo la focalizacin en el pasaje final es un procedimiento al
servicio del significado del texto. Primero los caballos aparecan como perso
nas,
luego las gentes de Abdera confundenaHrcules, al aproximarse ste a la
ciudad, con una fiera:Una colosal cabeza de len miraba hacia laciudad.Era una d
esasierasantediluvianasetc. Se trata de algomonstruoso;un animal que avanza
entre la fronda; la luz del crepsculo permite ver
las greas
de su
melena;
el
hlito de la brisa trae suolor bravio;su pecho hace abrirse a su paso la vegeta
cin y sualiento de
ragua
hace esperar un
rugido:
El centauro aparece en la obra de Rubn Daro en el famoso Coloquiode losCentaurosy en
Palimpsestos. Sobre el smbolo del centauro en la poesa de Daro puede verse P. Salinas,
Ensayos completosII,pp.70-72,Madrid,1981.1 ludiasdeI lerodi.ison visibles en estos textos,
pero lo significativo es que en la escena repetida de los centauros que contemplan el squito
de Diana,Daocontamina eltemade los centauros con el de otro de los ciclos deLesTropltecs,
el deArtmiselles
Nymphes,
donde son los stiros los que espan a las ninfas.
Machen,. he
Terror.
AFantasy 1917.Trad.esp. E/
terror Madrid
1985.
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Enlafortaleza,dice elnarrador, reinaba el pnico.Qu podran contra
semejante enemigo? Qu gozne
de
bronce resistira
a sus
mandbulas?
Qu muro a sus garras?
El error se debe naturalmen te al atuendo de H rcules. El hroe va ataviado
habitualmente, como se sabe, con la piel del len de Nemea, al que haba
vencido en una de sus primeras p roezas.
Hrcules descrito como un len no hace sino culminar la irona latente y el
humor soterrado del texto, que se hacen explcitos al final del texto, pues los
sitiados dice el narrador:
Comenzaban
ya a
preferir
el
pasado riesgo
(al fin en una
lucha contra
bestias
civilizadas),
sin aliento ni para enflechar sus
arcos,
cuando el
mons
truo sali de laalameda.No
fue un
rugido lo que brot de
sus fauces, sino
un grito de
guerra
humano, el
blico
alal de los
com bates,
al que
respondieron conregocijo triunfal loshoyohei y loshoyotoh de la
fortaleza.
Despus de la risible referencia a las bestias c ivilizadas la erudita mencin
de los gritos de guerra griegos (hoyohei, hoyotoh no hace sino confirmar el
hum or del pasaje.
Los decadentes humanos, acosados por tales bestias civilizadas sern as
salvados por un hombre descrito como un animal, la bestia humanizada es
batida por el hombre bestia.
Y,
en efecto, la polaridad naturaleza-cultura constituye dentro de la mitolo
ga una de las matrices temticas ms im portantes de la serie de mitos relacio
nados con Hrcules
4
. Hrcules es a la vez hroe cultural y civilizador, fundador
de ciudades y ritos y m ediador entre el hom bre y el m un do de la naturaleza,
apartado de las leyes y convenciones hum anas. Su propia apariencia presenta
numerosos aspectos que recuerdan los de un animal: su cuerpo peludo, el
revestimiento con la piel del len, con cuya cabeza se cubre la suya propia y
que lo hace semejante a un len rampante, su garrote, arrancado de un rbol
en lugar de estar hecho artificialmente como u na lanza o como las flechas. Su
comportamiento es tam bin el de un hombre natu ral. Las restricciones socia
les al uso no existen para l y su libertad en el amor, la comida y el vino era
proverbial.
Existe, por otra parte, una notable afinidad en el mito entre H rcules y los
centauros, de quien es a la vez amigo y enem igo en las leyendas que a m enu do
Cf.CS.Kirk,La naturaleza le losmitosgriegos,Barcelona, 1984, pp. 144-172.Sobrela p olaridad
naturaleza-cultura,
cuya antigedad en el pensamiento filosfico se remonta a los sofistas, en
la mitologa baste recordarai|u los estudios de Lvi-Slrauss.
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los relacionan. La polaridad naturaleza-cultura se encarna de forma plstica en
la ambivalente figura del centauro. Hombres y bestias al mismo tiempo la
mayora de los centauros son incapaces de adaptarse a las convenciones socia
les y se inclinan decididamente hacia el componente animal de su naturaleza;
el comportamiento brutal, la incontinencia sexual, la incapacidad de soportar
los alimentos civilizados como el vino son sus rasgos m s caractersticos. Baste
recordar, por ejemplo, el famoso m ito del banquete de los Lpitas. No falta, sin
em bargo, en la mitologa la figura opuesta del centauro cerebral y civilizado,
conocedor y am ante de la msica, educador de hroes, como
Quirn
lo fue de
Aquiles, dotado de una sabidura beneficiosa, cuyo origen se halla probable
mente en su ntima relacin con la naturaleza. Con los centauros tendr que
vrselas Hrcules en los mitos del buen centauro
Folo
y en los de
Euritin
y
Neso.
Tambin el caballo tiene siempre en la mitologa griega un carcter ambi
guo,
ser domesticado que conserva siempre en la imaginacin helena algo de
monstruoso y salvaje. La
historia
de las yeguas del tracio Diomedes coincide
con las numerosas leyendas que circulaban en Grecia sobre caballos antropfa
gos.
As, el error que hace a los habitantes de Abdera confundir a Hrcules con
un len, no slo est, por tanto, en relacin con la figura tradicional de H rc u
les en la mitologa, sino que contribuye decisivamente al contenido del cuen to.
La matriz potica del texto es, en efecto, la polaridad entre hom bre y anim al,
las resbaladizas fronteras entre lo salvaje y lo civilizado
5
. Los caballos h um an i
zados encuen tran su contrafigura en el hom bre anim al, Hrcules.
Se trata de un motivo recurrente a lo largo del texto. La pasin de los
habitantes de Abdera po rloscabellos haceintimar la relacin entre el brutoy sus
dueos.Los animales desarrollan gustos estticos, la aficin por la pintura, la
coquetera, el amor por las damas hermosas, la pasin por los refinamientos
culinarios. Los dueos se comunican con ellos a travs de
la
palabra, don
hum ano por excelencia; Los abderitanos constatan qu e la libertad c on tribuy e a
desarrollar las habilidades de sus favoritos; la domesticacin se convierte en
educacin;existen entre las bestias conatos de sublevacin y ansias d e libertad y
se lanzan contra su s dueos, que se la haban concedido. Du rante la rebelin
los animales dan muestras de crueldad y de lubricidad, etc.
Pero las cualidades y defectos hu m anos
desanclados
por los anim ales son
tambin aquellas que la m oral tradicional considera inferiores en el hom bre, la
sensualidad, el esteticismo, la codicia el ansia de poder, la crueldad. Los
Vase, por ejemplo, la descripcin que hace el narrador de un caballo, que en medio de los
desmanespropiciados por la noche de la sublevacin recibe la m uerte en el mo m ento en que
se encuentra preso de un ataque de lubricidad:
Aquella
bestia
cmnvrtiila en
fiera,
con
el resplan-
dor
humano ymn/nii/o
de sus ojos incendiados delubricidad.
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hipercivilizados ciudadanos de Abdera, autnticos sibaritas, como los habitan
tes de las ciudades bblicas arrasadas por el fuego en otro de los cuentos del
autor, encuentran as en sus caballos u n espejo que refleja y deforma su propio
carcter. La bestia es el espejo del hombre. Pero la m ora lidad tradicional al uso
est lejos del cuento del autor argentino, pues la salvacin de los seres huma
nos vendr... del hombre convertido animal. La frontera es siempre tenue y
bonosa. La alegra final va unida a una irona soterrada y profunda; El otro
rostro del ser humano, el heroico, se revela al final como un nuevo espejo
6
.
Pero,sin duda , no se trata de una visin pesimista y d esolada, aunq ue sta se
encuentre en cierto modo latente, no se trata de negar la posibilidad de una
existencia humana superior o de virtudes ms elevadas. La irona es arma de
doble filo, vuelta tanto hacia los personajes como hacia el lector. El humor es
gozoso. Un cierto sentidoldicoimpregna el texto. Si el fruto de la racionali
dad humana se torna en una pesadilla irracional, lo numinoso, irrenunciable
para el ser humano reclama finalmente sus derechos, aunq ue teido de irracio
nalidad. La figura animal y la vitalidad de Hrcules superior a lo humano se
revela en algn modo la respuesta al problema planteado por el cuento
7
.
El autor nos enfrenta a una serie de imgenes de lo animal y de lo hum ano
que se reflejan mutuamente. La matriz humorstica socava continuamente y
justifica, en cierta medida, la literalidad del texto. Esta risa restringida se
encuentra en la base del relato. El hum or se hace a veces casi explcito, como,
por ejemplo, al hablar de las muas convertidas en nodrizas para evitar los
casos de infanticidio difundidos recientemente entre los equinos. Si los caba
llos actan como cmico espejo del hombre, las muas lo son de los caballos:
Los
asnos haban sido
exterminados, y las mutas
sublevronse
tambin,
pero con torpezainconsciente,destruyendo pordestruir,yparticularmente
encarnizadas contra lospeos.
Notableresultaelcontraste con la conclusin de otros tratam ientos del tema de la rebelin de
los animales enla literatura fantstica, como el de A. Machen (op.cit.,p. 121):
Loespiritual noes lorespetable, ni siquiera lo moral, nosignifica lo bueno en el
sentiih ordinariode lapalabra. Lo quesignifica es la prerrogativa real de l
hombre,
que lo
distingue de los
animales.
Durantesiglos el hombre lia venido despojndose as mismode susivstiduras realesyse
ha limpiado del propio pecho el ungento de la consagracin. Unayotrave zha declarado q
no esunser espiritual sino racional, o sea semejante a los animales sobre los que rein una iv
como
soberano.
El hombre ha juradoque noes Orfeo sino
Calibn.
Segn ..Praschini Presenciavivade la antiguaCreca en la obra d e Leopoldo Lugones,
Argos,
6 (1982), pp. 7-30 (esp. p. 24):
Lugones
seala en este cuento cmo una intervencin
sobrenatural, irracional si se quiere, pero cargada d e sacralidad, pue de vencer a una fuerza
bruta por
ms
razionalizada que sta haya sido por obra de hombres.
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Laautolimitacindel narrador, que restringe su poder omnisciente (y por
tanto el de los lectores) adquiere as una funcin esencial, al servicio de la
irona dramtica, hilarante y trgica al tiempo. Del mismo modo, la sensual
prosa parnasiana, llena de vocablos que evocan el mundo de los sentidos, de
helenismos y latinismos y de usos poco comunes de los trminos (ejemplos de
latinismos son, por ejemplo,
tremendo, numen,
estupendo,
etc.) adquiere as un
nuevo valor, en relacin con la temtica, al tiempo que su exquisitez, su solem
nidad adquiere una honda ambivalencia,como consecuencia del humor que
paulatinamente la socava y la justifica.
La tcnica no es muy distinta de la del cuento
L
lluvia
de
fuego, donde
Lugones inaugura igualmente en nuestra literatura u n tema caracterstico de la
literatura fantstica. Tambin all el texto parte d e un subtexto tradic ional, y de
nuevo la perspectiva narrativa se ver limitada intencionadamente, con el
relato esta vez en primera persona. Los refinados sibaritas del cuento n o estn
lejos de los habitantes deAbdcray son tratados con igual hum orism o. Se nos
ofrece de este modo la otra cara de la moneda, la de la limitada perspectiva
hum ana . Tambin all el mun do animal juega a la vez un papel a la vez cmico
y trgico, como espejo, esta vez contrastante . El plano numinoso, lo sacral
reclama tambin aqu sus derechos. Aunque, frente a la epifana del cuento
anterior,
aqu se subraya la distancia, el misterio inexorable y trgico. Grecia y
oriente eran para Lugones fuerzas opuestas (y permanentes) de nuestra civili
zacin. El auto r
se
recrea en la evocacin de lo antinatural del prodigio ponien
do de relieve el cielo azul e imperturbable. Al mostrar lo que la tradicin
olvidaba, el efecto de la lluvia de fuego sobre los inocentes animales el autor
simboliza plsticamente la tragedia:
Eltransportede sudolor elevbalosacierta vaga nocin de proveniencia,
anteaquel cielo dedonde haba estado cayendo la lluviainfernal, y sus
rugidos preguntaban ciertamente algoa
la
cosa tremenda
que
causaba su
padecer,ah...
esos
rugidos, lo
nico
de
grandioso
que
conservaban
an
aquellas
ieras
disminuidas:
cul
comentaban
el
horrendo secreto
de la
catstrofe;como interpretaban
en su
dolor irremediable la eterna
soledad,
eternosilencio, laeternased...
8 Vase
la
descripcin
d e
los leones que hu yen
del
desierto:
Pelados como gatos sarnosos, reducida
a
escasos chicharrones
la
crin,
secos los
jares, en
una
desproporcin
de
cmicos a
medio vestir con
Infiera cabezota, el rabo
agudo
y
crispado
como el de una rata que huye,
las garras
pustulosas,
chorreando
sangre todo aquello
deca
a las claras sus tres das de horror bajo el azote celeste, al azar de las inseguras cavernas que
no haban conseguido ampararlos.
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restringir la perspectiva de la narracin el autor crea un cuadro
tragicmico, pues los ignorantes personajes slo pueden interrogarse ante el
sentido de la catstrofe que el lector conoce por la tradicin omnisciente; el
narrador hipercivilizado no es muy distinto en esto de los seres irracionales.
Pero la paradoja narrativa podra formularse as: al cambiar la perspectiva de
la narracin sigue ese sentido siendo el mismo? Evidentemente, no.
En Loscaballos de AbderaLugones confiere un nuevo sentido a la historia al
recrearla. Porque los mitos no tienen dueo, pertenecen al insconsciente colec
tivo,
cualquiera puede hacerlos suyos y en el camino de la transicin los
eslabones son muchos, un mito que ha vivido y florecido en la poesa de
Heredia y que se ha hecho prosa, y de la mejor, en estas pginas.
Con este trabajo hemos querido rendir un modesto homenaje a la impor
tancia de la prosa modernista en el desarrollo de la narrativa breve hispano
americana y al papel en sta de los cuentos de Lugones, que anticipan la
moderna literatura fantstica en nuestra lengua. No en vano Borges, que le
dedicara una de sus obras ms conocidas,El
hacedor,
senta hacia l una clara
admiracin.
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