Los próceres del trabajo, galería de artesanos caroreños
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Transcript of Los próceres del trabajo, galería de artesanos caroreños
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Fundacin Casa Nacional de las Letras Andrs BelloMercedes a Luneta-Parroquia AltagraciaApto. 134. Caracas. 1010. VenezuelaTelfs: 0212-562.73.00 / 564.58.30www.casabello.gob.ve
PresidenteLuis Alberto Crespo
Los prceres del trabajo.Galera de artesanos caroreosCecilio Zubillaga Perera2da edicin Caracas-Venezuela 2012
ColeccinDel tiempo y su sombra
Portada, diagramacin y diseo de coleccinnghela Mendoza
Correccin de textosAlejandro SilvaXimena Hurtado Yarza
ImpresinImprenta Regional de LaraArmando Aguilar
Depsito Legal: lf60520129004158ISBN:978-980-214-293-4
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Los prceres del trabajoLos prceres del trabajoCecilio Zubillaga Perera
Galera de artesanos caroreos
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Sin el hombre, su inventor, el tiempo no sabra nada, no sera, nunca habra sido. Sin el hombre, su destructor, el olvido, su sombra, sera tiempo nulo, devenir vaco, por-que el tiempo, que lo contiene, lo desdira, no tendra nombre humano, como el cosmos despus del cosmos.
El tiempo que es, as, creacin nuestra (porque nos sabemos mortales, porque somos, heiddegerianamen-te, ser y tiempo) es esa forma del idioma con la que el hombre da materialidad al destino, o para decirlo sim-plemente, al hilo de la vida.
Esta coleccin de la Fundacin Casa Nacional de las Le-tras Andrs Bello busca detener nuestro tiempo, nuestro tiempo personal, el de nuestra historia, el de los lugares y sus seres, el de la casa ngrima, la casa reunida, la casa de todos, la de la colina, la del valle, la de la costa, la de la sabana y la de la espesura, en tanto que existencia sola y colectiva, que pueblo y nacin, y en tanto que pensa-miento, que huella, esto es sombra, ese ayer que an no ha sido, dira Quevedo, porque espera su maana que aqu es rastro de la escritura, la ms humana, la que no puede destruir el olvido.
Coleccin Del tiempo y su sombra
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Entre el 15-12-1933 y el 16-6-1934, se publicaron en Yunque nueve de estos trabajos cinco de los cuales (marcados con un *) se repitieron en Cantaclaro, semanario en el cual se publicaron, entre el 7-3-1943 al 26-12-1943 un total de 29 trabajos, incluidas las cinco repetidas, para un total de 33 semblanzas de prceres del trabajo.
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Los prceres del trabajoLos prceres del trabajoCecilio Zubillaga Perera
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Hace diez aos circulaba en esta ciudad el peridico El Yunque, como rgano de la Sociedad de Artesanos enton-ces existente. Para ese entonces estaba muy en boga la exaltacin del procerato heroico y Cecilio Zubillaga Perera, queriendo darle toda su significacin social para estmulo de los componentes del predicho centro, a los prceres del trabajo en Carora, se propuso escribir unos esbozos de nuestros artesanos muertos que pudieran servir de mo-delo, por la pureza de sus vidas y por la reciedumbre de sus esfuerzos. Fue as que Zubillaga Perera escribi su Ga-lera que ahora reproducimos. Pero como la desaparicin de El Yunque no le permiti al escritor de esas semblanzas colocar en aquella todas las figuras memorables que en tan edificante panneau pudieran colocarse, se propone ahora terminar su labor, la cual, sin embargo, se le difi-cultar bastante porque no est vivo ya el maestro Sergio Torres, quien para el trabajo reconstructivo en cuestin le dio a Zubillaga preciosos datos. Ahora ir a ser el maestro Sergio uno de los motivos de esbozo ms queridos que tendr el autor, porque tan gallarda figura del artesanado local es digna del pincel ms pulido, de la pluma ms gil y de la mente ms perspicua.
Creemos que estas reproducciones las acoger nues-tro pblico con viva complacencia.
Nota de Cantaclaro
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Jos Gabriel Melndez
Hbil albail que actu a eso de la mitad del siglo pasado. Tuvo la especialidad de construir casas por ajustes. De ese modo, entre otras, levant las que son hoy de la su-cesin de don Lorenzo Arispe y la de Francisco Juan Oro-peza, en la plaza Bolvar, como la de Teodoro Herrera en la calle Zamora. Aprendieron el arte con l, sus oficiales, que despus fueron distinguidos artesanos: Marcos lva-rez (Ancores), Ramn lvarez Salas, Juan de Dios Surez, Eduvigis Gonzlez, Juan Antonio Navarro, Andrs Surez y otros. El maestro Melndez era de carcter pacfico, pero a veces se exaltaba en su aparcera por la causa conser-vadora, como ocurri en esta ciudad, cuando pelendose bravamente el 27 de abril del 70, corri voluntario en soli-citud de un fusil para ponerse al lado de Freites. Denoda-do coraje de un hombre, agitado por la pasin de un ideal!
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Rito Quiterio Mendoza
Nativo de El Tocuyo vino a sta como militar durante la Guerra de los Cinco Aos, al servicio del Partido Conserva-dor. Pasada la tormenta guerrera, se concret de lleno al ejercicio de su profesin de carpintero radicndose en Ca-rora. Se especializ en construccin de trapiches segn el uso de aquel tiempo y otras obras para haciendas de caamelar. Por eso viva ordinariamente en fundos de esa industria, en algunos de los cuales sus trabajos, por firmes, an perduran.
Como militar descoll Quiterio Mendoza por valien-te y disciplinado. Era todo un carcter y aunque de no-ble y buen fondo, llevaba hasta la temeridad la idea del cumplimiento del deber. Cierta vez iba a fusilar en Carora a un soldado desertor, sentenciado en Consejo de Guerra. La noticia constern la poblacin: se le rog para que desistiera, pero sin xito. En ltimo caso se le acerc un grupo de seoras a rogarle por la vida de Carip, que as se llamaba el procesado, y contest a las damas: No soy yo quien lo va a fusilar; es la ley y cumpli sta estoica e impasiblemente.
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Rafael Mara Riera
Durante la Guerra de Independencia se domicili en Ca-rora Jos del Carmen Riera, quien proceda de Valencia, casndose entre nosotros con Espritu Querales. De esa unin proceden los Riera de Barrio Nuevo, hombres que generalmente se han destacado por la honradez de sus procedimientos y por su inclinacin a las faenas artesa-nas. Del valenciano Riera y de la carorea Querales, na-cieron numerosos hijos, entre los cuales cinco varones: Valentn, Eduvigis, Agapito, Jos Flix, Ildefonso y Rafael Mara. Ildefonso fue zapatero que vivi largos aos y mantuvo su taller en La Caada con numerosos oficia-les en constante actividad. Rafael Mara era latonero. En Carora los pequeos talleres de artesana menudeaban. Casi no se encontraba casa de un barrio en donde no hubiera una mesa de zapatera. Eran varios los que te-nan en funcin activa fuelles de herreros, sopletes de plateros, mordaza de talabartera etc. Pero no existan latoneros, al menos destacados. Vino a esta ciudad un italiano llamado Nicols Manzuri que ejerca dicho oficio y mont aqu su taller. Con l aprendi Rafael Mara Rie-ra, por lo que desde mediados del siglo pasado ya entre nuestros productos de artesanos criollos se contaba el de la latonera. En sus ltimos aos Rafael Mara Riera tena su taller en la calle La Libertad, que se cruzaba con
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la del Comercio frente a la capilla de Barrio Nuevo, todo lo cual lo arruin el Morere.
Riera era de una vida sumamente activa. Sala a ven-der los productos de su oficio a otros lugares y haca usos ingeniosos de la hojalata Se recuerdan unas guardabri-sas, adornadas del mismo material. Cuando la Munici-palidad del Distrito resolvi fundar el alumbrado pblico de Carora por medio de faroles de querosn, Riera hizo el contrato de los 50 decretados. Ajust el precio de 15 pesos (Bs. 60) por cada uno de ellos y al efecto de bus-car el modelo de los aparatos y de adquirir el material necesario para la empresa, que entonces era romana, se traslada a Barquisimeto. Esa instalacin de los faroles en Carora se estim y celebr como un gran suceso, y toda-va a fines del siglo pasado el que esto escribe vea que el antiguo farolero, perpetuo en el cargo, Flix Toledo, con su escalera de prendedor de los faroles, pasaba ante la gente como personaje de cuenta.
Rafael Mara Riera vivi una larga existencia. Ms que octogenario muri a eso de 1900. Era un ciudadano ex-celente y por tal se le confiaban cargos pblicos como el de juez. A fuerza de trabajo pudo adquirir un hatillo de chivos que llamaba La Resurreccin, al pie del cerro o Aguilar, que linda con la Playa de Freites. Era cono-cedor en poltica, pero como su esposa Dorotea Her-nndez, era amarilla apasionada, era ese el nico mo-tivo de pequea rencilla que tuvo pareja tan honesta. De Rafael Mara Riera y Dorotea Hernndez, nacieron: Eliseo, Mximo y Rafaelito (quien an existe) y de otros
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han venido al mundo descendientes honestos y laborio-sos, entre los cuales hay algunos que, por su espritu de inventiva artesanal, honran la profesin en el distrito.
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Juan Bautista Contreras
Fue carpintero que actu por 1860. Tena establecido su taller en el barrio de El Calvario, en donde ejercitaba su accin profesional en un trabajo constante. Era una de sus especialidades armar casas y as se recuerdan entre otras que construy, las de hoy propiedad de la sucesin del Dr. L. Antonio Zubillaga en la plaza Bolvar, la de Teodoro He-rrera, calle Zamora; la de la sucesin de don Julin Mon-tesdeoca, calle San Juan y la que pertenece a El Diario. Era Contreras persona circunspecta, decente y de inteligen-cia despierta. En su taller se formaron algunos artesanos distinguidos, entre otros, el an vivo y actuante con una brillante pgina de servicios y de honra, maestro Sergio Torres; Tulio Romero, Luis Felipe Gonzlez, Hermgenes y Felipe lvarez y otros. El maestro Juan Bautista era primo hermano del ilustre Dr. Ezequiel Contreras. Como guar-daespaldas de ste lo acompa a Valencia el 58, a la fa-mosa convencin de que el Dr. fue diputado. Aquellas se-siones fueron muy tormentosas por los intereses polticos encontrados que en ella se ventilaban y como el maes-tro era conservador, como su ilustre primo, se ufanaba de haber errada en las barras del Congreso al lado de sus compaeros por lo que pudiera suceder con el cuchillo en la cintura.
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Benedicto lvarez
Las seoritas Torres, hermanas de los Siete Macabeos de la Independencia, se hicieron en todo tiempo dignas de esa gloriosa fraternidad, y mantuvieron su hogar con el decoro que corresponda a ese asiento de columnario de la Patria. En esa casa ilustre se form el artesano caroreo que distingue el nombre de este epgrafe, y eso solo da a entender las virtudes de su vida, que fueron normas de su conducta.
Era carpintero, el maestro Benedicto, y aunque se con-sagraba ms al trabajo de banco, se ocupaba tambin de la armadura de casas, con una solidez que todava pue-de comprobarse. Su taller lo tena establecido del lado de all del ro, donde se llam despus La Glorieta, y entre otros discpulos que all concurran, se menciona a ste: Isidoro Arap, cuya figura epnima merecer mencin de alto relieve en esta Galera de artesanos. El maestro Bene-dicto ejerca para el ao de 70, y an recuerdan muchos en Carora que al ejecutar el tambor en la banda filarmni-ca de Zacaras Gallardo, se colmaba el gusto del maestro y vibraba de emociones la sencillez de su espritu.
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Gabino Sandoval
Herrero. Actu por el ao de 1860. Su taller se conside-r en su especie, el ms notable de la localidad, porque se ejecutaban all con arte y solidez todos los trabajos del oficio. Se cuenta que construa el maestro Sandoval ciertas cerraduras de su invencin original, que eran muy apreciadas por su firmeza. Sus habilidades como el mejor herrero de Carora eran aprovechadas por los militares de esa azarosa poca en que actu, para com-poner fusiles los pobres chopos de entonces que constantemente se desperfeccionaban en las campaas de la guerra larga. Ya bien seguro que el maestro San-doval lo hara con placer en tratndose de las armas de los conservadores, porque como gran parte de los arte-sanos caroreos, era godo de raja macana. Tal era su pa-sin por esta filiacin poltica que estando de militar con los suyos, cay preso en Carora, cuando Colina, durante los cinco aos, tom esta plaza por asalto.
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Jos Chvez
Herrero. Fue sobrino del prcer de la Independencia de este mismo apellido de que una barriada muy importan-te de Carora Barrionuevo se enorgullece. Actu el maestro Chvez alrededor de 1870, manteniendo su ta-ller frente a la casa que se llam despus La Bacoa. Tuvo como discpulos entre otros muchos a Felipe Chvez y a Ignacio Ramos, cuya competencia en el arte del hie-rro pondremos de manifiesto, justicieramente, a su debi-do tiempo. El maestro Chvez era muy estimado por sus contemporneos, debido, sin duda, a lo cumplido que era en sus deberes y a la bondad de su carcter. Tena, ade-ms, capacidades armoniosas que ejercitaba en la ejecu-cin de la flauta. Como flautista formaba parte de la ban-da filarmnica de Zacaras Gallardo. (En esa poca haba en Carora, si no ms aficin, mayor inters por la msica, capitel celeste de las bellas artes. No estbamos tocados entonces de excesiva abulia o de superficialidad hasta el caso de que cayera nuestra msica en el caos regresivo que ha hecho notar nuestro compaero Isaas vila en las columnas de El Yunque).
El Yunque, 15-12-1933, p. 1.
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Escolstico Rojas
Era talabartero y tena fundado su taller en el barrio de El Calvario. Se especializaba en la fabricacin de monturas para bestia, las que gozaban aqu y en otras partes fama por la suavidad de sus asientos. Los fustes los cons-trua el maestro Ramn Crespo, quien tena ganada buena reputacin en su oficio. Ejerca Rojas durante la Guerra Fe-deral. Era de carcter astuto y de inteligencia viva. Cuando se le presentaba la ocasin, saba de un modo u otro hacer valer sus derechos. Era de filiacin conservadora y probablemente para propugnar por su causa, fund una curiosa agrupacin que se llam La Carbonaria. A pesar de su sospechoso nombre anticlerical, afirmaba Rojas que la Sociedad persegua fines religiosos. Mas, celosa la autori-dad local, regida para entonces por el seor Jos Ambro-sio Franco, de una reunin a la que concurran godos de tan pronunciada personalidad como Jaime y Juan Ricardo Blanch, dio pasos para disolverla, aunque Rojas la defendi de la censura poltica con eficaces argumentos. Este artesa-no caroreo muri demente.
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Manuel Pernalete Garca
Ejerca el oficio de fueguero o pirotcnico, profesin que entre nosotros cobr notable impulso en otros tiem-pos, cuando los fuegos artificiales eran el rengln ms lu-joso en los programas de nuestras sencillas fiestas. Por el ao de 1858 ya ejerca Pernalete su oficio, con su taller en El Calvario. De aqu fue a radicarse a Curarigua, de donde se le hizo venir para fabricar los fuegos que habran de gastarse el ao de 72, en aquellas rumbosas fiestas pa-tronales cuya fama an vive recordada por estas genera-ciones caroreas con el nombre de El San Juan Grande. A Pernalete lo apellidaban Miringilla. Y como era con-servador y de vivaz carcter, fue elegido para presidir la Sociedad Carbonaria. Hombre, adems, que se iba de la opinin a los hechos, al lado del Gobierno local estuvo en la pelea de la Playa de Freites, en los aledaos de esta ciudad, cuando al principio de la Guerra de Cinco Aos pretendi tomarla Egidio Riera, el primero que se alz por la Federacin en estos lugares.
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Antonio Mara Valera
Zapatero. Ejerca para 1870. Su taller lo tena en El Calva-rio, donde vive ahora la seora Josefina M. de Silva. Tena como oficiales a Ignacio y Eustaquio Castillo, quienes des-pus fundaron talleres con buena fama de artesanos ca-roreos. Valera era hombre significado en la vida poltica de la localidad, siendo de neta filiacin liberal. Desempe cargos pblicos, tales como Juez de Parroquia y miembro del Concejo Municipal. Aqu una ancdota: el 78 se form un Concejo Municipal famoso por su carcter indepen-diente, a cuya cabeza como dirigentes estaban el Dr. Riera Silva, Jos Antonio Segovia y Agustn Zubillaga. En el seno de la Cmara tena acogida la voz del pueblo autonmico que aquellos hombres interpretaban con dignidad e in-teligencia. Antes haba ejercido Valera en el Concejo que acababa de finalizar. Pero como el 78 (o Zavarcista) tena en su contra la opinin del crculo contrario, el general Juan Evangelista Bracho que era de este nmero, y quien para todo asunto tena a flor de labio la irona gozosa o mordiente, repudiaba a los muncipes que no eran de su simpata con esta tirada: Qu ha hecho el Concejo de los sabios? Ms hizo el de Valerita!.
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Casimiro Bracho
Curtidor. Ejerca para 1870 y tena establecidas sus te-neras en El Cardonalito. En el tiempo floreciente de su industria, cuando an Carora calzaba el producto de sus zapateras, las curtiembres de Bracho proporcionaban a aquellas las pieles requeridas para trabajos de obras finas, como suaves cordobanes, lmpidas gacelas y precio-sas gamuzas. Muchos oficiales vecinos del menciona-do lugar aledao descollaron al lado de Casimiro Bracho, quien al morir dej como sucesora de su empresa a su seora, la conocida Bernardina Flores, muy apreciada de todo Carora por su atractiva simpata popular y por sus prendas de mujer virtuosa y enrgica. Casimiro Bracho goz en El Cardonalito de prestigio unnime y como era liberal por filiacin poltica, con l se vena en grupo aque-lla sana gente en tiempo de comicios y otras agitaciones partidistas, formando en torno de Bracho, tenido como centro de opiniones a guisa de cacique, un slo bloque integral de voluntades independientes.
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Cruz Verde
La industria de curtiembre siempre tuvo en Carora notable importancia, siguindose en el caso un hilo de continuidad histrica. Ya se sabe que nuestras pieles curtidas tenan mercado, no slo en Caracas y en casi todas las poblacio-nes importantes de Venezuela, sino que exportaban al ex-terior. Cruz Verde correspondi con sus teneras de El Ro Abajo cerca de la Playa de Freites a la tradicin industrial de nuestro pueblo. Antes de la guerra del 70 ya tena en ejercicio sus curtiembres, pero como todos sus oficiales eran de filiacin liberal y se animaron a guerrear a favor de lo que se llam Revolucin de Abril, Verde clausur su establecimiento en donde trabajaban Francisco y Andrs Mosquero, Stero, Nazario Melndez y otros. Tambin era oficial de Verde, Daniel Mendoza, llamado El Socio (quien siempre acaudill una buena parte de la opinin liberal de Barrionuevo, ya en la guerra o en los comicios populares), habiendo sido este mismo socio el continuador de Verde en la labor de las curtiembres cuando llegada la paz trocaba por los del trabajo sus arreos de animoso militar.
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Jos Mara Zubillaga
Era sordomudo y se conoca generalmente por el sobrenom-bre de Marita. Su hermano Antonio Mara lo ense a expresarse por medio del mtodo inventado por el famoso francs Abate de LEpe. En el mencionado aprendizaje tuvo gran xito, puesto que el empeo fraternal obr felizmente sobre una inteligencia clarsima, y de ese modo pudo Mari-ta ponerse en contacto con sus semejantes en la vida social como si los sentidos de que careca no le hubieran hecho falta. En pro del bienestar de su hermano sordomudo ide Antonio Mara Zubillaga ensearle un oficio manual y ha-bindose decidido, de acuerdo con Marita, por el de la zapa-tera, busc a Juan Bautista Montero para que lo enseara. Se logr el intento y de una vez se le organiz taller al nuevo artesano en su casa solariega, la misma que es an de Zubi-llaga hermano. Esto aconteca por el 1876. Marita se concre-t a su oficio con provechosos entusiasmos. Haca botines de cuero grueso, de forma peculiarmente achatada y como eran claveteados y atornillados, apeteca como calzado de trabajo por su indiscutible durabilidad. Tambin fabricaba bolsones, polainas y aquellas holgadas y cmodas botas jacobinas, ahora indebidamente fuera de moda, que tanto usaron los antepasados caroreos a quienes las circunstancias forzaron a ejercitarse del modo ms sabio y prctico en el arte de ca-balgar. Marita tuvo siempre a su lado apreciables personas
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como oficiales de su taller, entre quienes son de notarse el quiboreo Rafael Yusti, Fausto Gallardo, Pancho Perera y Juan Bautista Mosquera.
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Alcibiades Caldada
A principios del siglo XIX ejerca en Carora como oficial de sastre as reza el documento consultado Juan Jos Balbuena. Pero no sera nada de progresiva su actuacin de artesano de las tijeras, cuando que los conocidos se-ores Blanch tuvieron que traer a Caldada a mediados del mencionado siglo, para que ejerciera ese oficio mal repre-sentado entonces en nuestra poblacin. Caldada era de Curazao y aqu ejerci desde entonces. Para el ao de 70 tena su taller en la casa que forma esquina en la plaza Bolvar, frente a la ceibita. Tuvo el sastre curazoliano la particularidad de servirse de mujeres como ayudan-tes de su taller, y as lo acompaaron en la poca que se menciona y despus entre otras, Abigail lvarez, Petrona Pernalete, seoritas Quintero y sus propias hijas, habidas del matrimonio que contrajo Caldada con una dama de esta ciudad. Sin duda fue ste el sastre que en la Carora elegante de su tiempo goz de mayor reputacin. Aun-que extranjero, Caldada no dej de participar en nuestras contiendas guerreras y polticas, con la particularidad (no comn, entonces) de no ser leal siempre a los principios. De tal modo que si en defensa de los federales estuvo en Santa Ins, tambin estuvo en la famosa pelea del 26 de abril en Carora al servicio de los azules, vindosele des-pus de perdida esa causa, empleado al servicio de cargos pblicos, bajo la Autocracia de Guzmn.
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Jos Gabriel Melndez 13Rito Quiterio Mendoza 14Rafael Mara Riera 15Juan Bautista Contreras 18Benedicto lvarez 19Gabino Sandoval 20Jos Chvez 21Escolstico Rojas 22Manuel Pernalete Garca 23Antonio Mara Valera 24Casimiro Bracho 25Cruz Verde 26Jos Mara Zubillaga 27Alcibiades Caldada 29Pancho Perera 30Manuel Mara Oropeza 32Nicols Sierralta 34
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Eduardo Penso 36Miguel Segovia 38Julin Rojas 40Fermn Esser 43Ricardo Terralta 46Luis Prez 48Ignacio Ramos 50Rafael Prez 52Juan Hernndez 54Rafael Oviedo 57Julio Crespo 60Mariano Crespo 62Pedro Mendoza 65Manuel de J. lvarez 67Silvestre Rojas 69Juan Pernalete 72
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sera, nunca habra sido. Sin el hombre, su destructor, el -
nombre humano, como el cosmos despus del cosmos.
sabemos mortales, porque somos, heiddegerianamen-
-plemente, al hilo de la vida.
Esta coleccin de la Fundacin Casa Nacional de las Le-
y sus seres, el de la casa ngrima, la casa reunida, la casa de todos, la de la colina, la del valle, la de la costa, la de la sabana y la de la espesura, en tanto que existencia sola
-miento, que huella, esto es sombra, ese ayer que an no ha sido, dira Quevedo, porque espera su maana que aqu es rastro de la escritura, la ms humana, la que no puede destruir el olvido.
Col
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