Los orígenes de la lingüística-Salazar
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Universidad Central de Venezuela / Escuela de Letras / Departamento de LenguajeEstudio diacrónico del español IProfesora: Nerea ZabaleguiEstudiante: Sofía Salazar
En 1786 el juez inglés radicado en Calcuta, W. Jones logró despertar el interés de
Europa por el sánscrito al afirmar que esta lengua antigua compartía similitudes con el
griego y el latín y que, además, poseía una estructura más perfecta que el primero y formas
más variadas que el segundo.
Pero no fue W. Jones el primero en mostrar interés por el sánscrito. Antes que él (en
1763) el misionero Coerdoux reparó en las similitudes del sánscrito con las otras dos
lenguas clásicas e incluso escribió una gramática y un diccionario de la lengua de los
hindúes. Sin embargo, no fue hasta la difusión de las ideas de Jones que el estudio del
sánscrito adquirió importancia en todo el continente. Rápidamente aparecieron otros libros
dedicados al tema: en Roma se publica en 1790 la Gramática del sánscrito, de P. Paulin
de Saint-Barthélemy y en Inglaterra, para 1815, ya existían cinco gramáticas diferentes de
esta lengua. En 1796 Sylvestre de Sacy organiza los estudios de las lenguas orientales en
París.
En este «descubrimiento» del sánscrito, la lingüística europea pasó por alto la
descripción fonética de la lengua y se enfocó más, siguiendo la tradición aristotélica, en las
letras que en los sonidos. De la morfología sánscrita adoptó el término «raíz», pero lo
trasladó inmediatamente a los estudios de la protolengua, que efectuaron, entre otros, los
hermanos Schelegel.
Para éstos “la raíz de las lenguas era cierta clase de germen fértil” (94). En las
lenguas flexivas, esta raíz era capaz de generar múltiples formas, mientras que en las
lenguas carentes de flexión la raíz era considerada estéril. Estas consideraciones les
permitieron dividir las lenguas en perfectas e imperfectas, es decir: indoeuropeas y
rudimentarias, con la consecuencia tácita de juzgar superiores a las naciones que
empleaban la primera clase de lenguas e inferiores a las que se valían de la segunda.
Se considera que los fundadores de la gramática comparada son Rasmund Rask y
Franz Bopp, en tanto que Jacob Grimm sentó las bases de la gramática histórica.
En el Estudio del origen del antiguo noruego o islandés, Rask establece los
fundamentos del estudio comparativo de las lenguas y esboza, antes que Grimm, los de la
gramática histórica. Afirmó que para determinar el parentesco de las lenguas era más
relevante su sistema gramatical que las analogías en su vocabulario, pues “las palabras
particulares pasan con facilidad de una lengua a otra” (96). A pesar de que buscó
similitudes entre lenguas muy diversas: el griego, el latín, el lituano, el armenio y las
lenguas eslavas, se rehúso a buscar una raíz común a todas ellas, convencido de que debía
tratarse de una lengua muerta desconocida.
Bopp, considerado el verdadero fundador de la gramática comparada, se dedicó a la
reconstrucción de una protolengua, comparando la morfología del sánscrito con la de otras
lenguas para determinar raíces monosilábicas. Para Bopp, la lengua primitiva había debido
ser impecable, mientras que las que evolucionaron de ella fueron degradándose. En el
transcurso del proyecto de reconstrucción incurrió en una serie de errores y especulaciones,
pero también sentó los fundamentos de la gramática comparada. Sus sucesores completaron
y corrigieron, cuando fue necesario, los resultados de su trabajo.
A Jacob Grimm se le considera el fundador de la gramática histórica. En su
Gramática alemana presentó un patrón regular en el paso de los sonidos indoeuropeos a las
lenguas germánicas que, con algunos ajustes de sus sucesores, pasó a ser conocido como la
“ley de Grimm”.
Wilhelm von Humboldt fue otro famoso filólogo dedicado a las lenguas clásicas,
pero que además estudió muchas lenguas vivas. Su propósito principal fue crear la
antropología comparada, de manera que, aunque también trató de explicar el origen del
lenguaje, los hizo por medios metafísicos, asumiendo que el lenguaje era una cualidad
innata del hombre y que las lenguas de cada nación eran diferentes porque revelaban una
concepción idiosincrásica del mundo. “Por esta razón era necesario estudiar la estructura de
las lenguas, porque mientras más perfecta fuera su estructura, más perfecta sería también la
mentalidad de la nación o raza respectiva” (100)
La lingüística del siglo XIX se mostraba más interesada en las lenguas muertas que
en las vivas y se enfocaba, además, en una parte de la lengua y en su evolución, pero
desdeñaba las consideraciones acerca de las funciones que esa parte desempañaba en el
conjunto general de la lengua.
Ferdinand de Saussure y sus seguidores fueron capaces de unir la aplicación de la
metodología científica y el estudio de la lengua como estructura.
Durante su desarrollo, la lingüística comparada fue criticada frecuentemente por la
corriente clásica. El principal argumento en contra de los comparatistas era su escaso
conocimiento del griego y del latín. En la segunda mitad del siglo XIX, Curtius escribió
una gramática griega y Madvig una latina. En ambas fueron aplicados los métodos de la
lingüística comparada.
Posteriormente, la gran cantidad de textos latinos disponibles, en comparación con
el número, mucho menor, de textos eslavos y germánicos, favoreció la aparición de la
filología románica comparada. Friedrich Diez publicó, entre los años 1836-44, la primera
gramática comparada de la las lenguas románicas: la Grammatik der romanischen
Sprachen. El mismo título tuvo la que publicó entre los años 1890-99, Wilhelm Meyer-
Lübke.
Con la obra de August Schleicher culminó el desarrollo de la gramática comparada
y se abrieron nuevas posibilidades para otras escuelas y corrientes lingüísticas. Schleicher
no fue, como las figuras anteriores, filólogo de profesión. Era botánico y sus ideas sobre la
lingüística estuvieron fuertemente influidas por las leyes darwinianas. “Según Schleicher, la
lengua es un organismo que nace, crece y evoluciona, envejeciendo y muriendo al final”
(103) Diseñó el esquema evolutivo de las lenguas indoeuropeas como un árbol genealógico.
Luego de su muerte, Johannes Schmidt propuso sustituir ese esquema por la «teoría de las
ondas», según la cual los fenómenos lingüísticos “se propagaban desde un centro hasta la
periferia extinguiéndose gradualmente” (104).
Se cree que el desarrollo de la fonética fue posterior al de las otras ramas. Su inicio
se sitúa en la segunda mitad del siglo XIX, pero hubo pueblos antiguos que se interesaron
mucho antes por la fonética, entre ellos los hindúes y los griegos.
En el siglo XVIII, W. von Kempelen construyó el primer aparato que reproducía la
lengua artificial. En 1855, el cantante y científico español García inventó el laringoscopio,
que fue aprovechado por fonetistas y por médicos. Hacia 1860 el fisiólogo checo Čermák
fundó la laringoscopia, que consistía en el uso del aparato de García para estudiar las
funciones de las cuerdas vocales y del velo del paladar.
Los avances científicos permitieron a los filólogos reparar en unidades físicas
mesurables (los sonidos) diferentes a las letras. Para la gramática histórica, los nuevos
aparatos representaban la posibilidad de mostrar mejor las regularidades de la evolución
fonética.
La primera escuela de fonetistas no se fiaba mucho de los medios mecánicos y
preferían a veces utilizar el oído. Aún así lograron clasificar los sonidos según el lugar y
modo de articulación. Los resultados fueron aplicados en la enseñanza de lenguas
extranjeras.
La fonética del siglo XIX es llamada articulatoria porque estudiaba la articulación
de los sonidos en los órganos de fonación. Sus técnicas fueron evolucionando, desde el
método palatográfico de Lenz y el plastográfico de Meyer hasta el uso de los rayos X y la
cámara fotográfica. El primero consistía en la inserción de un paladar artificial en la boca,
cubierto con un polvo especial en el que quedaba marcado el punto de articulación del
sonido o, lo que es lo mismo: el punto en que la lengua toca el paladar). El segundo se valía
del paladar artificial con el anexo de finos hilos de aluminio que se amoldaban a la posición
de la lengua en la articulación. Con la combinación del tercero y el cuarto se lograron
películas que registraban los movimientos de los órganos de fonación.
La fonología surge en los años 20 y 30 del siglo XX cuando, gracias a los métodos
experimentales perfeccionados de la fonética, los lingüistas notaron que cada fonema podía
tener un número infinito de realizaciones, variables según las palabras, las zonas o los
hablantes de una misma lengua.
En 1875, Karl Verner enunció una ley fonética que demostraba que lo que Rask y
Grimm consideraron «excepciones» a las constantes en el cambio fonético de las lenguas
indoeuropeas a las germánicas eran en realidad progresos regulares. A esta nueva etapa de
la gramática comparada e histórica se le conoce como neo gramática.
Los neo gramáticos se dedicaron a estudiar los cambios fonéticos y la evolución
histórica de la lengua. Su postulado principal fue la inevitabilidad de la existencia de leyes
fonéticas, con el cual esperaban situar la lingüística dentro de las ciencias naturales.
En 1855, Hugo Schuchardt alegó, frente a la ley de los neo gramáticos, que no era
posible establecer una concepción mecánica de los cambios fonéticos pues las lenguas
mantienen un contacto continuo con otras que pueden permearlas en mucho aspectos,
incluyendo el fonético. Las investigaciones derivadas de la afirmación de Schuchardt
fueron el origen de la dialectología, la geografía lingüística, el estudio del bilingüismo, etc.
Otto Jespersen rechazó otro postulado de los neo gramáticos: el carácter biológico
de la lengua, a la que consideró un hecho social.
La neo gramática, por su propensión positivista, “suele considerarse con frecuencia
(…) como la victoria definitiva de la tendencia histórica en la lingüística del siglo XIX”
(110)
En la lingüística moderna prevalece la descripción del estado actual de la lengua
sobre el estudio de su evolución histórica.
Sea como sucesoras o detractoras, las corrientes lingüísticas de finales del siglo XIX
le deben sus inicios a la neo gramática, pues de ella pudieron aprovechar algunos
postulados y construir otros a partir de su refutación.