Los Ojos de La Muerte
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Los
Ojos
De
La
Muerte
CRISTINA ARGIBAY OUJO
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Los ojos de la muerte
Cristina Argibay Oujo
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Los ojos de la muerte
Cristina Argibay Oujo
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Los ojos de la muerte
Cristina Argibay Oujo
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Los ojos de la muerte
Primera edicin: 2014
2014 Texto: Cristina Argibay Oujo
cristina-ao.blogspot.com.es
No est permitida la distribucin, transformacin o reproduccin total o parcial de
cualquier parte de la obra, ni su transmisin de ninguna forma o medio ya sea
electrnico, mecnico, fotocopia u otros, sin contar con la autorizacin de la autora.
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Los ojos de la muerte
Cristina Argibay Oujo
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ndice
I ................................................................................................................................................ 5
II ............................................................................................................................................... 9
III ............................................................................................................................................ 13
IV ............................................................................................................................................ 16
V ............................................................................................................................................. 19
VI ............................................................................................................................................ 21
VII ........................................................................................................................................... 24
VIII .......................................................................................................................................... 27
IX ............................................................................................................................................ 29
X ............................................................................................................................................. 32
XI ............................................................................................................................................ 34
XII ........................................................................................................................................... 38
XIII .......................................................................................................................................... 40
XIV .......................................................................................................................................... 43
XV ........................................................................................................................................... 47
XVI .......................................................................................................................................... 50
XVII ......................................................................................................................................... 53
XVIII ........................................................................................................................................ 56
XIX .......................................................................................................................................... 59
XX ........................................................................................................................................... 63
XXI .......................................................................................................................................... 67
XXII ......................................................................................................................................... 70
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Para todos aquellos que sienten el arte con cada fibra de su piel.
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I
Pas por delante de una tienda de cuadros de pintura y apret los ojos, empu las
manos y anduve a ciegas con un temor irracional a mirarlas.
La primera vez que vi una pintura fue de un hombre que se haca llamar Chronos, la
cual me pareci levemente espeluznante, rodeando el surrealismo con expresiones
sacadas de las ms terrorficas pesadillas y ocultando el rostro de forma tanto natural
como hermosa. Era la pintura de aquel nio sin brazos, pero que una mano sala desde
su nico ojo izquierdo cubrindole parte de la cara, como si tuviera vergenza o como
si el mirar tambin fuera tocar. Su otro ojo pareca un agujero negro sin final que
pareca gritar mi nombre buscando ayuda. El resto del cuerpo del nio era ms irreal
que su rostro; estaba sentado con las piernas hacia atrs, obviamente dislocadas de su
sitio y cada vez que me sentaba y lo analizaba recorra en mi cuerpo una sensacin
nueva y casi adictiva.
Slo tena nueve aos cuando la descubr y mi padre me pidi que por favor dejara de
mirar la dicha pintura, al no escucharlo, una noche la sac y no la volv a ver. Me
prohibi terminantemente leer, estudiar o mirar cualquier cosa que guardara aunque sea
una mnima relacin con el arte. Me llev a psiclogos durante varios aos en que mi
mente pareca inyectada con un virus mortal que me obligaba a representar aquella
pintura en dibujos. A los quince aos logr la perfeccin en la pared de mi habitacin y
el ojo real del nio me observaba profundamente mientras dorma. Mi padre descubri
el dibujo y, aterrado con lo que sus ojos vean, tuvo un ataque al corazn que casi le
cuesta la vida. Aquello podra resumir el miedo tonto que me era complicado de
explicar a mis amigos, pero que saban que exista y se burlaban creando hiptesis para
ello.
No vea desde haca diez aos a pap y pedaleaba en mi bicicleta exactamente en
direccin a su casa. Me baj del autobs y pens en alquilar un coche, pero deseaba
meditar y las bicicletas siempre me regalaron aquella sensacin de humanidad en la que
el viento chocando con tu cara y los pies trabajando afanosamente por llevar tu cuerpo
hacia algn lado me hacan sentir una sensacin positiva y me sumergan en buenas
sensaciones.
Mi excusa para golpear la puerta de pap despus de que me abandonara con mam a
mis recin cumplidos quince aos y me prohibiera cualquier comunicacin, era precisa,
decente y totalmente verdadera. Me repeta aquello en voz alta, mientras pedaleaba
mecnicamente hacia la plaza donde jugaba cuando era un nio. Amarr la bicicleta a
un rbol y empec a caminar, el viaje en dos ruedas no me bastaba, ahora s estaba
usando los pies y poda tener un contacto con el real pavimento, sentir el viento correr
entre mis dedos y tambin la lentitud natural humana. El seor del quiosco era el mismo
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desde que tena doce aos y me mir sin reconocerme por un par de minutos, en que
camin rpido y asustado, por sus cejas negras y sus ojos escondidos entre arrugas.
La casa se vea extraa, era una especie de clnica particular veterinaria y tena dos
pisos ms montados, se haba comprado el terreno del vecino y la reja estaba protegida
con electricidad. El barrio se haba vuelto peligroso y mi padre rico. Llam dos o tres
veces al timbre y una nia de siete aos me sonri desde la ventana para despus
esconderse avergonzada cuando le respond el saludo. Una mujer de cabellos teidos de
intenso color rojo y de pelo corto sali desde la casa y me observ con cierto toque de
desprecio que no poda ocultar.
No atendemos despus de las seis su voz era algo gangosa o resfriada.
Ven maana.
No traigo animales sonre y ella me examin para saber si estaba diciendo
la verdad. En realidad vengo a hablar con el doctor Teovaldo Mora un
asunto personal.
Cul es tu nombre?
Edgar Edgar Mora.
Los ojos de ella casi salieron de sus cuencas. Me abri la reja, me dio un fro saludo y
me llev hacia la oficina de mi padre al interior de la clnica. La puerta estaba cerrada y
ella nerviosa.
No se preocupe, yo me encargo desde aqu le dije con amabilidad y ella
ms tranquila logr sentir cierta simpata por m.
Toqu la puerta de la oficina y nadie respondi. Abr la puerta y lo primero en
encontrarme fue una especie de antepasado de pap, de cabello completamente blanco,
arrugas y unas gafas redondas con pasta de metal de un color grisceo o gastado. l
tambin se sorprendi y nos quedamos as, reconocindonos como dos viejos amigos de
brisca. Al final volvi sus ojos a los documentos.
Entra y cierra la puerta. Sintate.
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Obedec cada instruccin y una vez sentado mis manos empezaron a sudar mientras
repeta cada idea en mi cabeza pensndola una y otra vez. Tena un temor irracional a
hablarle de cualquier tema que trajera otros temas del pasado. Tema del pasado y de la
culpabilidad que me consumi despus de su infarto.
Bonito lugar coment con trivialidad.
Mi padre dej el lpiz a un lado, se sac las gafas y se refreg sus cansados ojos verdes
varios segundos.
Ve al grano Edgar.
Mam muri solt seco y sin rodeos. El refriego de sus ojos se estanc y no
poda reconocer su reaccin. Fue hace tres das.
Por qu?
Tena un milln de enfermedades pap.
Era hipocondraca.
Pero tena diabetes y eso era real.
Me mir sin pestaear y cuando la incomodidad me hizo carraspear, se levant
de la silla y mecnicamente fue a darme un abrazo ms fro que el de la mujer en
la entrada.
Estoy bien logr apartarlo como muestra de fortaleza. Intent avisarte,
pero ya no tienes el mismo nmero de telfono.
No. Lo siento se qued pegado en el suelo y luego me mir directamente
. Casi no te reconoc, ests muy delgado y bastante plido.
S, ese es el otro motivo demis manos sudaban fro y las sequ en el
pantaln. Desconoca a este nuevo padre y tema de sus reacciones robticas.
Tragu saliva dejando a medias mi frase anterior. . Tengo diabetes tipo 1 y
necesito a alguien que sepa colocar inyecciones y me controle la insulina
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habl tan rpido y tan nervioso que no me extraara si se perdi en alguna de
las palabras.
Oh Edgar! exclam.
No voy a molestar. Lo juro. Hice el traslado en la universidad y tengo beca
completa. Hered algn dinero de mam y tengo ahorros en el banco para
costearme el tratamiento el resto del ao. Soy un buen alumno de mdico y
constantemente me estn ofreciendo trabajos pagados como ayudante de
cirujano entre otras cosas. Puedo hacerlo, solo te pido un mes aqu hasta
estabilizarme. Coloc una mano en mi hombro.
Edgar, el tiempo que sea necesario, esta casa es tuya. Te presentar a la
familia.
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II
Pap era mucho ms delicado colocando inyecciones que la abuela. Los pinchazos
prcticamente no los senta y eso era bastante satisfactorio para la enfermedad. La
muerte de mam, el traslado de ciudad, el clima, la universidad y los alimentos, me
causaron una gran falta de homeostasis que me produjo fiebre y grandes dolores de
cabeza. No deseaba ser un problema para pap, su esposa e hija, pero l se ofreca a
llevarme a la universidad en la camioneta, ya que no era conveniente que yo condujera,
al menos hasta estabilizarme. El viaje con mi padre no inclua msica ni conversaciones
de ningn tipo. Una o dos veces intent hablarle sobre la carrera de medicina, pero sus
respuestas eran monoslabos o ideas sueltas que no guardaban relacin entre ellas y no
entenda. Pero suceda que cuando estacionaba fuera de la universidad me recomendaba
lo mismo, con voz seria y temible:
No creas las cosas que andan diciendo por aqu.
Qu cosas?
No repeta la advertencia y no contestaba tampoco.
Para sociabilizar fui a un bar que se encontraba frente a la universidad donde iban
todas las carreras, desde medicina hasta danza se reunan y muchas veces se formaban
peleas cuando la borrachera posea a los intelectuales y a los cientficos. Era gracioso
sentarse a ver el show, porque te contaban todo tipo de cosas, uno caminaba y poda
enterarse de vidas completas con los mnimos detalles. Un da salt a mis odos, a varias
mesas de donde estaba, el nombre de Chronos entre un grupo de mujeres. Me puse algo
nervioso y me separ del grupo de mdicos para recorrer las mesas de forma casual, en
direccin hacia la barra. Pas tras una chica de cabello negro, como el pelaje de un
cuervo, que fumaba y beba cerveza sin alcohol desde la botella.
Es un grande la escuch mencionar entre tragos y fumadas. Desde que
su esposa falleci el viejo enloqueci, pero los locos son genios. Si yo estuviera
algo ms loca mir repentinamente hacia atrs y me encontr con sus
grandes ojos verdes gatunos.
Quiero pasar dije nervioso y ella baj los pies de la silla para correrla hacia
delante. Gracias.
En la barra ped lo primero que pas por mi cabeza, que siempre era gisqui o vino, en
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esa ocasin el vino brot de mis labios con naturalidad y la mujer que atenda, de unos
50 aos, se arregl el escote para servirme.
Tinto o blanco?
Tinto.
Me sirvi un vaso y sigui atendiendo al notar mi falta de inters y desconcentracin.
No era muy recomendable que bebiera, pero en las enfermedades uno siempre miente,
igual que al responder cuestionarios. Con el vaso, regres exactamente por el mismo
camino. La mujer de cabello negro me mir desde lejos y no apart los ojos de m hasta
que estaba lo suficientemente cerca como para hablarme.
Esto sera ms agradable si me invitaras a un trago coment al aire y sus
amigas soltaron unas risas.
No s de qu hablas me encog de hombros.
Idiota escondi en un carraspeo.
No estaba interesado en ti, particularmente le susurr al odo. Me llam
la atencin la conversacin.
Claro, como si un chico de ciencias sin ningn tipo de amor al arte supiera
quin es Chronos.
Cmo sabes que soy de ciencias?
Tu padre es el veterinario Teovaldo Mora, por lo que t tienes que ser de
ciencias s o s.
Quin lo dice?
Todo el mundo se le escap una risa burlesca y a sus amigas tambin.
Creo que es mejor que sigas avanzando.
Por qu?
Un hombre de unos dos metros apareci por sorpresa y me dio un solo empujn
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desde el pecho, en que choqu con unos tipos que llevaban botellas de cerveza y
me ca cortndome la palma de la mano y golpendome la cabeza.
Mierda! exclam adolorido y los mismos tipos que empuj me ayudaron a
levantarme. Gracias. Lo siento, os pagar todo.
No pasa nada amigo siguieron su camino entre algunas risas.
El gigante abrazaba a la muchacha de cabello negro apropindose de ella y yo
cabreado volv a la barra para pedir otro trago. La sangre sala de mi mano y se esparca
por mi frente. Al parecer el nombre del pintor se haba convertido en una maldicin en
mi vida, porque siempre sucedan cosas terribles cada vez que l era nombrado. Aun as
me senta como un adicto que durante diez aos sigui las pinturas macabras de un loco
y que ahora estaba a punto de caer. El tipo se haba vuelto por s solo en un tema de
conversacin ahora, pero yo era el primero infectado con el virus, posiblemente era el
primer ser humano que vio una de sus pinturas como si fuera un dios. Poda sentir como
el virus estaba multiplicndose en mi cabeza y apropindose de mis tontos
movimientos.
Realmente no estaba cabreado con aquel gigante que me empuj o con la engreda
chica de cabello negro, si no conmigo mismo y con aquel que se haca llamar por el
ridculo nombre de Chronos, Quin elega un nombre artstico como ese?
Senta aquel temor piadoso que un religioso proclama a Dios, el mismo que le hace
suplicarle por un milagro, pero tambin culparlo de todo el dolor. Camin de regreso a
mi grupo de compaeros, tomando otra ruta y solo poda escuchar en todas las
conversaciones, en todas las mesas, en todas las bocas: Chronos. Sal del local
hiperventilando y respir aire fresco para variar.
De verdad lo conoces? una voz me interrogaba a mis espaldas. Me gir,
era la mujer de antes, fumando, separada de sus amigas y del grandulln. Mir
hacia la puerta. Tranquilo, no va a venir.
No le tengo miedo solt orgulloso y escond la mano herida en el bolsillo
de la chaqueta.
S, claro sonri. Realmente conoces al pintor?
Algo
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Te gusta?
No respond.
Por qu no?
Me encog de hombros.
Has visto sus nuevas pinturas?
No, dej de seguirlo hace diez aos.
Dios! Te has perdido la mitad de tu vida!
Nuevamente me encog de hombros.
En el museo existen solo oeras; han salido a la luz algunas pinturas de los
ltimos cinco aos por Internet, son geniales, espeluznantemente geniales.
Tiene ese toque.
Quizs debera ir a verlo coment al aire, para s misma.
Ir a ver a quin?
A Chronos.
Verlo a dnde?
No lo sabes? Vive cerca de aqu, en un desvo hacia un frondoso y hmedo
bosque, pero nadie se atreve a ir, se ha encerrado all y parece que no es muy
simptico.
Estaba aprendiendo demasiado y el miedo junto al virus me golpeaban el pecho. Con
mala educacin la dej hablando sola, primero separ mi mente fraccionndola en miles
de cosas y luego mis pies se movieron hacia un lugar donde pensara mejor. Era
consciente cuando me grit que me detuviera, pero ya haba empezado a correr.
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III
Nunca me toc afrontar lo difcil que era una herida para un diabtico hasta tenerla. Mi
padre, que solo me atreva a llamar por Teovaldo, se horroriz cuando not una herida
abierta en mi frente y luego se espant al ver la de la mano. Pens que era una
exageracin cuando mencion el peligro que afrontaba, pero no, las heridas para un
diabtico son realmente mortales, porque no cicatrizan, se infectan, se gangrenan y un
punto pasa a convertirse en un hoyo negro. Aun as, mi salud fsica fue abandonada por
priorizar mi salud mental; estaba preocupado por mi cabeza, porque otra vez vea aquel
ojo de la pintura del nio observarme desde la pared de la habitacin y porque
inconscientemente comenc a hacer dibujos en los cuadernos, que intentaban clonar las
pinturas de Chronos. Continuaba invadiendo mi cabeza aquel arte perturbador, o
quizs el cncer de la locura jams dej de evolucionar y solo me hizo creer que estaba
cuerdo y sano, como todos los dems?
Una noche sal corriendo de casa, con pijama, hacia el museo del arte. Saba que
estara cerrado, pero mi mente movi mis pies sin consultarme. Solo iba en una
direccin mecnicamente y no poda detenerme como si estuviera programado para
llegar y entrar por la razn o la fuerza. Despert en la escalera del museo y llegu a casa
temblando y trastornado. No deseaba preocupar a mi padre u otra vez enfermarlo,
aunque con la madurez y experiencia que me dieron los aos, yo mismo estaba asustado
de mi mente.
No puedo mantenerte aqu, si sigues as me dijo pap. Dej a un lado la
advertencia del no hablar con otras personas, para darme una mucho ms al
hueso. Saba por tanto, que anteriormente haba sido ignorado y que deba
decirme algo que me afectara directamente. Sentira realmente el tener que
abandonarte en un momento as, pero la ltima vez que comenzaron estos
sntomas
No son sntomas de nada! Me defend y sal de la camioneta. Estoy
bien, es solo que la muerte de mam y el cambio de aire.
Ests pasando momentos duros estuvo de acuerdo. Aun as, no sigas
escuchando lo que dicen de ese hombre.
De qu hombre? me hice el desentendido.
No contest la pregunta, me regal una sonrisa tibia y se march.
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En clases saqu mi cuaderno de apuntes y aparecieron en cada pgina dibujos
espeluznantes del pasado, mezclados con recuerdos personales y detalles que No
saba en qu momento dibuj tantas cosas.
Todas las pginas intentaban dibujar algo que cada vez se acercaba ms a la
perfeccin, hasta que la ltima me dio tanto miedo que lanc el cuaderno lejos y todos
los ojos del saln voltearon para verme como un bicho raro, como un nio con un brazo
saliendo desde su ojo izquierdo con un cuerpo en metamorfosis Dios! Temblando
cog la mochila y sal corriendo fuera de tantas miradas. Choqu con varios en el
pasillo, hasta llegar al patio, correr al csped y tirarme boca arriba.
Ests bien? pregunt una mujer. Abr los ojos y estaba la mujer de pelo
negro mirndome curiosa. Era extraa aquella conexin despus de ver e
interesarte por alguien, aquello que hace que dos personas que antes eran
desconocidas se encuentren en todos lados. Por qu no respondes?
Estoy bien. Genial. Estupendo. Fantstico deca cada palabra escupiendo
veneno. Me sent en el csped y ella me ofreci un trago de agua que acept.
Gracias. Lo siento le devolv la botella.
Una mala clase?
No, es solo Me acompaaras a un lado?
Ella se asust y tom distancia.
No es nada romntico expliqu y me refregu los ojos. Ya qued claro
que no soy competencia para Goliat, as que nos ahorraremos esa parte
incmoda.
No importa que sea o no romntico, si te acompao a un lado, el que sea, vas
a terminar herido y es algo que por ms que intent negociar
Goliat jams escuchar a David complet su idea. Sabes? Olvdalo. No
quiero meterme en algo as me coloqu de pie.
Solo por curiosidad A dnde queras ir conmigo?
A dar una vuelta cerca del bosque
QU?! se espant. Quieres ir a verlo? Pens despus del da de la
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Los ojos de la muerte
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fiesta que me qued bastante claro que no queras saber nada de Chronos.
Qu bicho te pic ahora?
Uno bien curioso
Bueno, no importa, l no recibe visitas.
Alguien ha intentado llegar?
S, yo y no recibe visitas.
Nadie ms ha ido?
Es que t no has visto sus pinturas recientes, es para alejarse lo ms posible
de l, en vez de ir a darle una visita cordial. Quieres que te muestre algunas?
Ha! exclam burlesco. T no quieres acompaarme, pero quieres
mostrarme algo en privado.
No seas payaso me tirone del brazo y me di cuenta que deseaba alejarse lo
ms posible del patio o de lugares con muchos estudiantes. Su novio tena que
ser realmente bueno en la cama o tenerla muy amenazada, para comportarse de
esta extraa forma.
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IV
Nos encerramos en una sala, ella sac de su mochila naranja un porttil que encendi y
conect a la corriente. Resopl un mechn rebelde que caa sobre su cara redonda y
movi sus dedos rpidamente por el teclado. Los momentos en que el porttil cargaba,
fueron los ms incmodos de mi vida, incluso ms que aquella media hora al lado de un
padre medianamente ausente o los exmenes rigurosos con la sexy enfermera que tena
dos grandes razones para no mirarle a los ojos. Esto era incluso ms incmodo que los
besos de la abuela en navidad o cuando invitaba a un compaero de secundaria a casa y
mam tena una de sus crisis. Mam era siempre tan ausente y a veces explotaba en
presencia sobreprotectora, como si hubiera estado durmiendo durante aos en una
burbuja y no me reconociera, entonces siempre se impresionaba porque su beb Edgar
ya era un hombre.
Ests bien?
S me mord el labio inferior para regresar a la realidad con el dolor. El pecho me dola, pero suspir largamente y concentr mi atencin en ella. No me
haba dado cuenta que tena un tatuaje, su blusa se haba desabotonado y el
escote mientras se acercaba a la pantalla del porttil dejaba entrever un tatuaje de
una calavera en la voluptuosidad decente y natural de su seno derecho. La
alarma de mi mvil comenz a sonar y ella levant la mirada. Que incmodo coment para mis adentros y apagu la alarma.
Por qu colgaste?
No colgu, es la alarma.
Alarma de qu?
Te recuerdan cosas.
Qu tenas que recordar?
Nada respond con una sonrisa.
Bien dej de interrogarme y regres su atencin al porttil. Ests listo para esto?
Espera!
Ella qued helada mirndome. Mis manos empezaban con un temblor nervioso
bastante ridculo y ni siquiera me haba dado cuenta que ella aboton su blusa,
posiblemente se dio cuenta que estaba espindola y crea que era una clase de
pervertido.
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Los ojos de la muerte
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Ya? pregunt.
S.
Abri la primera fotografa. Bastante diferente al trabajo que le conoca, haba dejado
de esconder el ttrico misterio de sus pinturas para reemplazarlo con solo los conceptos
espeluznantes. Aun as reconoca un patrn, todas tenan ojos y siempre te miraban. Ella
recorra las cinco imgenes que tena demasiado rpido.
Djala ah! alc la voz y se qued petrificada.
La imagen era de una mujer con la mitad del rostro huesudo. Ella estaba recostada en
una alfombra azul aterciopelada, con las manos sobre su cabeza en una posicin
extraa. Reconoca manzanas verdes alrededor de colores muy fuertes, tiradas sobre ella
como si fuera parte importante de una macedonia de frutas. Sus ojos eran increbles,
estaban hundidos en sus cuencas, pero incluso desde aquel agujero te observaban
deseando contarte tanto. Siempre me perda en los ojos, era como si gritaran, como si
me llamaran, como si al verlos se recreara en mi cabeza un acontecimiento cruel, cada
segundo que me sumerga en ellos el sentimiento era ms fuerte hasta lograr quizs algo, una unin con el pintor o la pintura.
La imagen se fue repentinamente a negro.
Qu vuelva! exig malhumorado y ella asustada pase sus dedos por el ratn tctil hasta que la pantalla se encendi.
Creo que debera irme la escuch balbucear, intentando recuperar su porttil.
No tom su brazo y la mir dos segundos a los ojos, los suficientes para darme cuenta que estaba siendo un imbcil. Me reflej en el terror de su mirada
y me di cuenta de la clase de nio que era con pap, del miedo que debi sentir
mientras me transformaba en un monstruo demente. Tienes razn. Lo siento sin volver a mirar la pantalla, dej que ella apagara el porttil.
Cul es tu problema? me increp.
No lo s.
Jams haba visto a alguien mirar una pintura as Te desconectaste completamente. Te habl en todo momento y
Me hablaste?
S, te dije que quizs podra acompaarte a visitar a Chronos, pero ahora realmente no estoy segura si
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Vamos dije ansioso, pero intent mantener la cordura. Digo si t quieres.
S, bueno
Son mi mvil, lo saqu del bolsillo y contest sin mirar el nmero en la pantalla.
Realmente no estaba acostumbrado a los mviles touch, porque mis dedos eran bastante
fros, muchas veces senta que la pantalla no responda y eso era frustrante. Era mi
padre desde la otra lnea, contest mi saludo con la frialdad caracterstica y lleg
rpidamente al motivo de la llamada, sin pasar por: ests bien? Cmo te fue? Con quin ests? A qu hora llegas?. Estaba algo grande para aquellas muestras de atencin, pero a veces deseaba dar marcha atrs y ser un nio normal con un padre
sobreprotector.
Te inyectaste la insulina como te dije? pregunt y la respuesta la esper escribiendo en un ordenador, poda escuchar el sonido de los dedos sobre el
teclado.
Aj respond y camin hacia otro lugar de la sala. Gracias por preocuparte pap solt el pap con la voz cortada.
De nada contest fro y colg la llamada.
Me qued unos segundos con el mvil en mi mano.
Entonces nos vemos el sbado a las siete en el muelle escuch hablar a la chica de pelo negro. Ayudara mucho si sabes conducir y si tienes coche. En realidad es un viaje largusimo en autobs y luego a pie otro par de horas para
que nadie salga y tengas que regresar tan avergonzada y con tanta rabia
Eso te pas a ti?
Asinti con un leve movimiento de cabeza.
Nos vemos me dio un beso en la mejilla y sali rpido.
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V
S que estaba en el museo, pero el cmo llegu all fue lo extrao. Recordaba que pap
me dijo que fuera al centro de la ciudad para visitar a un doctor que tena una clnica
bastante buena y costosa. l haba conseguido una cita, porque eran amigos y
compaeros de secundaria. Eso me lo coment la esposa de pap, porque l no hablaba
conmigo de temas privados, solo lo estrictamente relacionado con mi estado de salud y
prevenirme de no escuchar al resto por ms que me llamaran la atencin sus palabras.
Acept ir a la clnica porque quera ganarme mritos para pedirle el viejo coche que
tena abandonado en el garaje y la libertad de poder conducir el fin de semana. La
clnica quedaba a cuatro pasos del museo y me baj antes del autobs para llegar all
caminando. El punto era que no recordaba en qu exacto momento mis pies o mi mente,
me llevaron al museo de arte, pero reaccion varias horas despus. Estaba
completamente pegado en una pintura antigua de Chronos, donde retrataba la frialdad
de una mujer y el fruto amorfo de una relacin caprichosa, una masa con cuatro ojos
que cargaba, y poda reconocerle pies y manos pequeas de beb, aunque lo realmente
perturbador eran los ojos que me observaban desde diferentes ngulos y cada uno de
aquellos ojos tena un color y una historia diferente. Por otro lado la mujer estaba ciega
y no poda reconocer que lo que cargaba era una criatura horrible que sonrea dos veces
de forma diablica.
Seor, estamos cerrando escuch la voz del guardia del museo y con eso despert. El lugar estaba vaco y las luces apagadas.
Deb quedarme pegado siete u ocho horas, afuera tambin poda reconocer que la luz
del sol se haba marchado. No senta hambre o sed o deseos de ir al bao o de dormir o
pestaear siquiera. Mi nico deseo era seguir mirando aquella pintura, comprarla o
robarla, pero seguir estudindola hasta empaparme de su esencia. Regres mi mirada a
la pintura y el guardia algo nervioso empez a pedir ayuda. Escuch en segundo plano
algunas de sus palabras exageradas por el comunicador.
Joven! Alz la voz otro hombre. Realmente tiene que salir o llamaremos a seguridad. Por favor jovencito no queremos sacarlo por la fuerza.
No me mov. Incluso me tironeaban, pero mis ojos continuaban en la pintura hipntica
y todo el resto era una vieja pelcula muda de Charles Chaplin. Necesitaba regresar mi
concentracin y entrar en aquellos ojos solo una ltima vez antes de irme Sent un golpe de barrote en la espalda y luego otro en las piernas, que me hicieron caer de
rodillas entre dolor y debilidad. Me aferr al gran cuadro de la pintura para que no me
separaran, pero entre tres hombres luchaban por llevarme y posiblemente me defend
dndole patadas, araazos o puetazos. Empec a gritar cuando lograron despegarme
del cuadro y despus de aquel agotamiento fsico me di cuenta de lo primordial, no me
haba inyectado insulina en todo el da.
Me calmaron los de la ambulancia con sedantes y cuando lleg pap empezaron a
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Los ojos de la muerte
Cristina Argibay Oujo
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tratarme hasta estabilizarme. Despert ya en casa con un gran dolor de cabeza y segua
con mareos terribles. Tena algunas vendas por los golpes y un chichn en la cabeza.
Di tropezones hasta salir de la habitacin y baj a duras penas la escalera. En el
comedor la familia coma o cenaba, pero estaba junta. No haba tenido ni el tiempo ni el
inters de compartir con ellos, pero eso no quitaba lo agradable y buenas personas que
parecan. Me invitaron a sentarme, pero fue pap el que respondi por m.
Ir a dormir y maana veremos.
Veremos qu? pregunt su esposa.
Su abuelo est interesado en que se quede con l unos das.
No necesito que me busques hogar le dije con lgrimas en los ojos. No vine aqu por la universidad o porque estoy enfermo Estoy aqu por ti y
No sigas. Ve al cuarto y maana veremos.
Apretando los dientes obedec, porque respetaba su casa y porque entenda que armar
una pelea donde tena todas las de perder, no era algo inteligente que hacer despus del
escndalo en el museo.
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Los ojos de la muerte
Cristina Argibay Oujo
21
VI
La llovizna del sbado me sorprendi completamente, desde mi llegada a la ciudad el
sol era un vicio bastante maldito y mi piel tan blanca tena que ser tratada con abundante
crema solar. Aquella llovizna me recordaba el pequeo pueblo donde estuve diez aos
junto a mi madre, el abuelo y la abuela.
Mi padre no tena una buena relacin con su ex suegro, pero lo llam solo para
deshacerse de m y conversaron a escondidas como si yo fuera un cro que no entendiera
con simples palabras o miradas llenas de desprecio venenoso. La explicacin de que mi
padre no estuviera aquel sbado de llovizna podra deberse a que viaj al pueblo para
venderme otra vez, para alejar a su hijo loco de la casa tan digna que haba construido y
la reputacin que posiblemente cre y sembr con el sudor de su frente y la inteligencia
de su cabeza. Pero eso no guardaba ninguna relacin con mis pensamientos de la
llovizna; mam amaba la lluvia, pese a que en el pueblo siempre llova, dibujaba una
sonrisa hermosa cuando escuchaba las gotas desde su cama y me llamaba con urgencia
para que la ayudara a levantarse.
Saqu el viejo coche del garaje, dej todo con llave, una nota con una mentira sobre los
estudios y conduje hacia el muelle. Recordaba que a los trece aos, adems de todos mis
problemas mentales, siempre vena al muelle a pensar. Antes el lugar no estaba tan
grande y glamoroso, hacan eventos para nios y era bastante familiar. Muchas veces
saltaba de roca en roca, muy cerca del mar y all miraba a los pequeos peces que se
escondan entre las rocas, el volar de las gaviotas acorralando el cielo en formaciones
que parecan atacarte como naves de guerra y siempre me pareca eterno como el sol
amaba tanto el mar que pareca que hacan el amor en lo que otros llamaban atardecer.
Tambin beba, porque las nicas veces que vi a mam cuando era pequeo, me ense
dos cosas: la primera era a beber con slo doce aos y la segunda, que las personas que
no miran a los ojos posiblemente ni siquiera existan.
La chica del cabello negro lleg treinta minutos ms tarde. No tena grandes deseos de
poetizar con aquel lugar, ms bien pareca nerviosa, ansiosa y con deseos de acabar
rpidamente con todo. Me sac del lugar con una frialdad y escasez de palabras que no
tuvo la ltima vez. Caminamos hacia el coche en silencio, guard mis manos en los
bolsillos y ella se cruz de brazos bajo el pecho en actitud distante. Intent ser cordial
abrindole la puerta del coche, pero ella lo rode y se sent en la parte trasera lejos de
m.
Son como cuatro horas de viaje coment ella y una hora hacia el interior, que a pie son como cinco horas ms.
Caminaste cinco horas para verlo?
Y cinco horas de regreso, as que pas diez horas caminando y una hora llamando fuera de su castillo
Castillo?
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Los ojos de la muerte
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Casa, castillo, no s es grande. Solo vi algo de la fachada, muy antigua y muy espeluznante. No me esperaba menos. Realmente no s qu esperaba No te hagas ilusiones.
Saldr le di nimos.
Cmo lo sabes?
Tengo un presentimiento la mir por el espejo retrovisor. Tienes presentimientos?
No, ojala los tuviera, slo soy la tonta nia que todos quieren manejar como una pequea y estpida marioneta.
Vaya, ests enfadada comprend y prefer quedarme en silencio. Encend la radio, pero no se escuchaba nada en todas las estaciones. Quieres hablar?
Realmente tienes poca experiencia con mujeres sonri y se desorden el pelo. Nunca me has preguntado mi nombre.
Mam deca que los nombres son todos iguales porque tienen letras, que la gente le gusta recordar nombres importantes, para sentirse importante, pero que jams
vern a esos nombres a los ojos, porque los nombres no son personas. Era una
mujer muy inteligente.
Era repiti como un eco. Qu le ocurri?
Era hipocondraca y tena algunas crisis nerviosas, as que nadie le crea mucho cuando deca que se senta mal, hasta que se sinti mal de verdad y cuando el doctor lleg a casa no haba mucho que hacer. Sufri mucho. Siempre sufri
mucho suspir encerrado en mis recuerdos.
Hace cunto la perdiste?
Unas semanas No estoy realmente consciente del tiempo.
Dios mo! exclam. Fue hace poqusimo se hizo hacia delante y coloc una mano en mi hombro. No has vivido realmente el luto, no has vivido realmente nada, lo ests ignorando.
Siempre lo ignoro todo contest y ella frunci el ceo. No pasa nada. Estoy bien. Estoy decentemente bien la mir por unos segundos, luego regres la atencin al camino. Me voy en unos das le comuniqu. Pap cree que debera pasar tiempo con mi abuelo materno.
Por qu?
Me encog de hombros.
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Los ojos de la muerte
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Tienes abuelo paterno? Jams escuch del padre del Dr. Mora, supongo que fue un veterinario como l, tendra sentido
Creo que no se conocieron.
Entiendo eso, yo tampoco conoc al mo.
Te hubiera gustado hacerlo?
Pues mam dice que era un cerdo asqueroso, un narcisista de mierda, un estafador, arrogante y un imbcil de primera, as que no, gracias sonri intentando alegrarme. Sonre tambin. Pero s he sabido cosas de l, al final uno siempre lo sabe, tarde o temprano. Si aquello no te gusta, tratas de ignorarlo.
Crees que mi padre est mintindome?
No s, slo digo que en mi experiencia es imposible no saber nada, la absoluta nada es inverosmil se ech hacia atrs y se acomod. Me llamo Rebeca, a todo esto.
Hola la salud y ella sonri.
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Los ojos de la muerte
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VII
El desvo que cogimos era un lugar muy turstico y de descanso, con playas, colores y
todo tipo de belleza relacionada con el verano. Imposible era de imaginar que en este
cmulo de almas, existiese siquiera una pincelada del alma negra de Chronos o era
quizs que su alma estaba intentando tragar la luz. Me arrepent de no seguir en la
ciudad, porque el da anunciaba lluvia y fro, mientras que aqu el clima estaba
templado, ideal para la playa o aquellos tontos paseos familiares.
No queda por aqu. No te preocupes me dijo ella al odo. Ya desde la segunda vez que nos detuvimos, se sent a mi lado y se coloc el cinturn de
seguridad. Dobla a la derecha.
Bajo el mando de sus instrucciones, las ruedas del viejo coche se fueron alejando de
los colores, hasta cortar el cordn umbilical cuando nos adentramos en un bosque
frondoso y el pavimento se convirti en tierra. El coche dio algunos problemas, el motor
se ahogaba y costaba darle marcha. Varias veces me haba ganado, pero obligado por la
mirada inocente y llena de conviccin de ella, lo intentaba una ltima vez, que resultaba
ser la indicada. Ella con su pequea nariz rosada y pelo negro, pareca una bruja cuando
mis nimos se desprendan cayendo en la frustracin.
Los rboles que empezaron a rodearnos estaban secos y tan manipulados por el
hombre que lloraban por agua, y cuando el cielo se fue oscureciendo con una nube gris
y las gotas de lluvia empezaron a caer, primero tmidas y luego fuertes como en un
diluvio, los rboles no s cmo, pero empezaron a bailar con la brisa del viento. Un
espectculo hermoso. Cuando el final del camino jams llegaba, los rboles se
apoderaban del suelo, angostando la carretera improvisada; incluso dos o tres veces,
desvi hacia otros caminos, pero se convirti en una prueba de esquivar rboles o
estrellarme con ellos. Ya no era un bosque triste, aquel espacio que se adentr oscuro en
mi corazn, tena una vegetacin mucho ms viva que mi propia alma. El viento, cruel
enemigo, azot fuerte como un huracn. Los troncos de los rboles parecan elsticas
gimnastas rusas y se doblaban rechinando para estrellarse con su frondoso cuerpo verde
hacia otros rboles. Jams haba estado en un acto tan macabro de la naturaleza. Entr a
un tnel de rboles, como si juntaran sus manos en lo alto del cielo para dejarme entrar,
el problema era que impredecibles, a veces golpeaban con mucha ms fuerza y en otras
te mostraban el camino. Camino a dnde? Aqu no vea nada. El parabrisas limpiaba y
limpiaba la lluvia, mientras el coche ciego tena que seguir el camino que poda, no el
que quera. Mi copiloto dej de dar instrucciones y estaba solo frente a la fuerza de la
naturaleza.
Tranquilo, ninguno caer me dijo ella con persuasin, pero sus palabras fueron acompaadas del caer de un gran rbol a unos metros. Ella grit y yo, que
no gritaba ni en la montaa rusa, aceler para encontrarme con algo, lo que sea,
antes que algunos de estos desagradables rboles me cayera encima como una
broma del destino. No quera morir aplastado por un rbol, mi muerte ideal era
volando, muy lejos de la tierra.
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La cueva de rboles, ramas, viento y lluvia, nos mantuvo cautivos gran parte del viaje,
2 o 3 horas, sin ver nada, slo avanzando entre lo que se poda avanzar. Me arranqu
rebeldemente de aquel camino doblando bruscamente hacia la derecha, pero los rboles
seguan cayndonos encima como si nos recibieran, en su lenguaje; cariosamente.
Muchas veces, e imaginariamente, senta que el coche no tocaba el suelo y eran slo las
ramas llevndonos hacia algn lugar que slo ellos saban. En un contexto as era difcil
pensar en otra cosa que en sobrevivir, as que cualquier idea era sacudida y aplastada
por la realidad.
El viento dej de golpear, pero la lluvia era ms fuerte y la tierra se converta en lodo
dejndonos el camino bastante difcil. Cuando los rboles dejaron de sacudirse, haba
que esquivar las pozas y cuando no eran las pozas, algn animalito se atravesaba tan
rpido que no se poda reconocer la especie. Era bastante fantico a la naturaleza,
incluso fui miembro de Greenpeace, pero no necesitaba sta clase de demostracin de la
vida o del suicidio de los animales, como prueba de ingreso.
Cuando todo pareca ms calmado, logr estabilizar el coche, sentirme tranquilo por no
matar ningn animal y respirar. El cabello de Rebeca estaba alborotado y su pecho
saltaba.
Tienes que subir eso apunt una pequea subida.
T llegaste hasta aqu a pie?
S, bueno no llova
Subiste eso a pie?
Dije que s me cort.
Cmo pillaste esta direccin?
Me la dio alguien.
Quin?
Alguien. Vamos a seguir aqu parados o vamos a avanzar?
Me sent algo acorralado entre la subida, el bosque y ahora tambin la electrizante y
avasalladora personalidad de mi copiloto. Apret los dientes y puse en marcha el coche
por la subida. El ruido del motor destruyndose, las gotas pesadas de lluvia y los
repentinos movimientos hacia atrs, ya eran suficiente distraccin como para mantener
una conversacin. Menos mal, porque Rebeca estaba de un genio detestable y yo no
deseaba hablar sobre mi propio genio que no estaba destellando alegra. As que
callados y en un aura muy negra, llegamos al final de aquella subida, desde donde poda
apreciase el increble castillo. Aparqu y bajamos.
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Los ojos de la muerte
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La casa era grande, con un velo de telaraas y enredaderas que daba miedo. Tena a
veces la forma altiva y estirada de los edificios gticos, pero existan cabaas y cercos
alrededor que daban la impresin de un sitio para criar animales y plantar patatas o
zanahorias. Igual que las pinturas de Chronos, el lugar que escogi para vivir tena un
escalofriante exterior, pero atrayente al mismo tiempo. Existan muchas ventanas, ms
de las normales para vivir o curiosear, sin embargo, varias de ellas estaban bloqueadas
con cartones o tablas. El material era cemento, pero estaba tan rodeado de plantas
caprichosas que se decidieron a crecer justo en las paredes, que era difcil distinguir si
esto era la segunda parte del bosque o era un castillo descuidado. Podra seguir
describiendo la casa con cada detalle, rodeando la impresin de un nio que por primera
vez ve un rbol de navidad (o una fiesta de Halloween), pero algo llam ms mi
atencin. No era un elemento atormentador como una guillotina, si no, una camioneta
estacionada fuera del castillo, con sus llantas pisando el csped crecido. Era increble,
porque las plantas parecan comerse la camioneta, pero no solo era sorprendente el
efecto visual, sino algo real que me golpeaba el pecho; esa camioneta era de mi padre.
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Los ojos de la muerte
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VIII
Una figura me sorprendi desde el segundo piso. Figura porque no reconoca un
cuerpo y en su rostro, slo lograba ver dos borrones negros que queran ser ojos.
Esculida y desnutrida figura que, por la rapidez de la misma presencia, me dej un hilo
de espanto como si me hubiera arrancado una parte del alma. Monstruoso todo lo que
senta. Mi cabeza era un infierno.
Sub los tres escalones de madera que crujieron y llegu a la puerta principal. Mis
nudillos tocaron mecnicamente la puerta. Rebeca haba encendido un cigarrillo y
fumaba, entre nerviosa y ansiosa, temblando ligeramente. Encontr el timbre escondido
entre ramas, estaba viejo y enmohecido, pero lo toqu fuerte. El ruido que emergi
desde el interior, fue el de un gato ronco. Cuando empezaba a tramar ideas para abrir la
puerta de forma ilegal, escuch unos pasos desde el interior. Tablas crujiendo. Ideas
borrando todo reencuentro antes imaginado. Rebeca tir el cigarrillo al suelo y se
incorpor a mi lado. La puerta se abri.
Chronos, era un viejo entre setenta y ochenta aos. Su cabello era blanco. Su piel, entre
muy arrugada y afanosamente terca para no envejecer. Sus ojos, escondidos en un par
de gafas, estaban tan muertos que parecan resucitar. La sonrisa que nos regal al
vernos, era involuntariamente macabra y diablica.
Visitas coment con un tono cansado casi sonando como un ronroneo. Quines son?
Rebeca y Edgar Mora nos present Rebeca con simpata.
Rebeca y Edgar, entren entonces nos abri camino. Supongo que quieren mirar algo de mis obras, no es as?
Comenz a caminar al interior, cojeaba y se apoyaba de un bastn bastante viejo. Era
considerablemente delgado y de estatura media. Nada impresionante, como
posiblemente eran la mayora de los artistas, pero algo en aquella sonrisa continuaba
sacudindome el espritu. Rebeca lo sigui primero y yo tras ella.
Cierra la puerta, por favor me pidi con amabilidad. Cerr la puerta y me encontr otra vez con su sonrisa. Esta vez me asust y no logr esconder mi
espanto. l solamente ri. Entiendo Edgar, de verdad, no debe ser sencillo ver mis pinturas y luego encontrarme. No es mi intencin asustarte, pero me halagas.
No, yo
No te preocupes me rode con su brazo, bastante amistoso y me gui al interior. Estoy seguro que al finalizar el da, nos llevaremos muy bien y seremos grandes amigos.
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Los ojos de la muerte
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No me causaba confianza, era aquel mstico presentimiento rondndome mientras me
alejaba de la salida y, al igual que en el tnel de rboles, segua un camino hacia un
lugar que no estaba decidiendo. Poda reconocer un pasillo ms largo de lo normal y
extremadamente angosto. Alrededor haba algunos retratos viejos, los del comienzo me
parecieron pinturas de mujeres blancas, bastante ms maquilladas de lo normal y con los
ojos cerrados. Despus comenz a ser extrao que todos tuvieran los ojos cerrados,
estuvieran maquillados y con ropas elegantes. El ltimo era de un nio menor a un ao,
con un traje blanco y recostado con normalidad en su cuna. Por algn motivo, las ideas
solo lograron concentrarse en aquel ltimo instante: memento mori.
Recuerda que eres mortal traduje en voz alta la idea de mi cabeza. Los ojos de Chronos se inyectaron inmediatamente en los mos. Pens que la fotografa post-mortem haba reemplazado la memento mori.
Memento mori? pregunt Rebeca.
l no contest, es ms, dej de guiarme y esper que respondiera, como si yo fuera el
profesor y l un simple alumno de la ltima fila.
Retratar a los muertos por medio de la pintura.
Me huele a renacimiento sonri Rebeca. Estaba en lo correcto. Quedaron increbles mir los cuadros con admiracin.
Rebeca se paseaba por el pasillo de retratos de muerto como si fuera el ms normal de
los museos, los ojos azules cristal de Chronos me observaban con hipnotismo y todava
no descubra ninguna seal de mi padre. Aquellas eran las pistas suficientes para
escapar, no estaba equivocado mi instinto, para nada.
Mi padre solt cansado, sin quedarme pegado en ningn retrato, incluso me negu a mirarlos. No me llamaban la atencin, haba visto muchas pinturas y
fotografas de muertos cuando era pequeo, quizs fue por ello que cuando
descubr la primera pintura de Chronos, en vez de espantarme como un nio
normal, me obsesion con su arte.
Imagin que diras eso. Est en la tercera puerta de mi museo privado. La tercera puerta es la ltima y est en el subterrneo.
Genial! exclam Rebeca idiotizada por su alrededor y el misticismo del hombre.
Dud. Oh Dios mo, deb haber escuchado mis presentimientos! El instinto que te
grita: CORRE. Apostara mi alma al diablo, para que me regale el poder de dar marcha
atrs y hacer lo que era correcto: escapar para salvarme de un destino peor que la misma
muerte.
Vamos dije, entre seguro y temeroso.
Creo que fue desde aquel instante, donde empec a morir
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IX
En aquella casa no pareca correr el tiempo. No haba relojes y todo lo que se
escuchaba era el bastn de Chronos que iba caminando adelante. La luz parpade varias
veces y deduje se cortara, pero no, al parecer aquellas seales terrorficas eran
normales.
Una de las paredes tena una pintura enorme con ojos; y te observaban cada uno de
ellos de manera diferente. Los ojos son el reflejo del alma y aquellas no eran almas en
paz, parecan todas atormentadas.
Qu te parece? Chronos observ la pintura conmigo. La trivialidad con la que miraba sus propias creaciones era monstruosa. Un artista que no reconoca el
trabajo de su propia mano.
Me gusta.
S que puedes darme algo ms que eso.
Despus de encontrar a mi padre
Chronos suspir defraudado y con menos energa sigui avanzando. Una imagen me
atorment luego: Rebeca roz con sus dedos la mano vieja y huesuda del pintor. En
aquel momento me sorprendi una sensacin torpe. Rebeca miraba a Chronos con otra
actitud. Ella no estaba admirada o fascinada con el arte del hombre, ella estaba
enamorada. No poda reconocer aquella coquetera o travesura, porque no estaba
enamorada de m y ni siquiera de Goliat, pero s de Chronos. De un instante a otro me
consumieron los celos.
La primera puerta que atravesamos nos llev a una oscuridad amarga. Chronos se
movi entre las sombras como si viera a travs de la noche y encendi un candelabro.
La primera impresin de ello, fue su rostro cadavrico entre sombras que formaban los
huesos y sus ojos como el cristal hundidos. Empeor al sonrer abiertamente.
Sganme dijo misterioso y continu avanzando. Entreg un candelabro a Rebeca y despus otro a m. Un pequeo tour Museo dedicado a la pobreza. Aqu naci una de mis mejores pinturas
El nio me atrev a interrumpirlo.
Conoces la pintura del nio? Me examin Chronos. Lamentablemente la pintura El nio en metamorfosis se perdi hace diecisis aos. Jams he logrado una pintura tan perfecta. Pintas Edgar?
Me qued pensando un instante. La pintura del nio se perdi cuando yo tena nueve
aos que fue la ltima vez que la vi. Acaso comprarla haba sido un robo? Por ms que
me esforzaba, no lograba recordar cmo aquella pintura lleg a mis manos o
especficamente; a mi hogar.
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Los ojos de la muerte
Cristina Argibay Oujo
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El pintor me esperaba para que respondiera.
Para nada.
Dibujas?
Nada.
Al menos estudias arte?
Estudio medicina, una rama no muy diferente a la que estudi mi padre, que es la persona que buscamos le record otra vez.
Asinti amigable y nos sac rpido de la galera. La oscuridad me ayudaba a no
quedarme atontado con los cuadros. Adems senta una genuina preocupacin por mi
padre. Dudaba bastante que estuviera mirando cuadros en una galera subterrnea, pero
necesitaba llegar al final para remontar al inicio.
La segunda galera pas ms oscura que la primera. Mi candelabro se haba apagado,
Rebeca iba muy adelante y el pintor caminaba rpido. Me qued atrs bastante ciego
con el corazn tamborileando fulminante. Estaba seguro que si vea alguno de aquellos
cuadros, me iba a suceder como en el museo y tena tambin mucho miedo de mi salud
mental. Los lugares cerrados me atormentaban y la sensacin de estar descendiendo
hacia el infierno, me sumerga en una irremediable claustrofobia.
Acabamos de terminar el Museo Quimera.
La ltima puerta la abri con menor rapidez, supona que era pesada. Le entreg el
candelabro a Rebeca y de cierta forma ella pareca fascinada con cada movimiento del
pintor. Odiaba aquella sensacin. No poda creer que un viejo se llevara el amor de ella.
Era correcto que no fuera competencia para Goliat, pero para ese anciano?
Chronos regres para encender otra vez mi candelabro y nos invit a pasar, con una
sugerencia bastante til:
Cuidado, hay escaleras.
Por algn motivo ya conoca esto. Era como visitar un lugar que no conoces en tus
sueos y despus al estar realmente all, todo resulta aterradoramente familiar. Abr
paso para que Chronos descendiera primero y Rebeca se adelant siguindolo como una
sombra. Atrs de los dos, poda resumir la sensacin como un agujero sin final. Un muy
familiar agujero sin final. El olor a humedad mezclado con un polvillo, me hizo
estornudar y toser en ms de una ocasin, me picaba la garganta.
Llegamos, bienvenidos a la tercera puerta. Museo sin nombre.
Sac unas llaves para abrir la puerta. Eran tres cerraduras, demasiada seguridad para
un simple museo de pinturas. Cuando la puerta se abri, el hedor que desprendi era
putrefacto y me cubr la nariz por reflejo con el antebrazo.
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Los ojos de la muerte
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Deben haber ratas o gatos muertos dijo el pintor, excusndose. Rebeca respondi con una sonrisa cmplice. Teovaldo habl a la oscuridad. Su hijo Edgar vino a visitarme.
En la oscuridad se dibujaba una luz de candelabro que se acercaba. Me percat que sus
movimientos eran rpidos a medida que llegaba a nosotros. Pronto se dibuj el rostro de
mi padre, limpio y pasmado, mirndome como si fuera un fantasma. Respond de la
misma forma, sin ser consciente de lo que me rodeaba.
Te dije que lo dejaras fuera de esto rega mi padre al pintor.
Ha llegado solo se defenda Chronos.
Claro y yo nac ayer resopl pap.
Qu significa esto? pregunt, blanco como la nieve y sudando fro. Me empezaba a sentir muy enfermo.
Por qu no nos presentas, Teovaldo? Encontr apropiado callarme y dejarte aquel gusto a ti.
Pap mir con cizaa a Chronos y, ablandando la mirada coloc sus ojos en m. Estaba
a segundos de expulsar una confesin y, al igual que siempre, su actitud fra me dejaba
distante.
Edgar, lamento haberte mentido durante tantos aos. Saba que lo terco era de familia, pero suspir. Edgar, Chronos; mejor dicho, Antonio Poe, es mi padre.
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Los ojos de la muerte
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X
No dije yo Imposible.
Posible discrep el pintor. Siempre fuiste alguien terco Edgar. Desde pequeo. Cuando era no, era no. Cuando era s, todo se haca a tu voluntad.
Lamentablemente conservabas de tu madre aquel aspecto tan... tan emptico.
Me conoci? pregunt directamente hacia Chronos.
Demasiada charla por hoy interrumpi pap, cuando el pintor iba a darme una respuesta completa. Edgar ests cansado.
Pero puedes quedarte me ofreci Chronos con simpata. S que en el fondo, deseas conocer mis obras. S que te gustan.
Pap recriminaba cada palabra con una mirada rodeando el desprecio profundo. Me
sumerga en una relacin padre e hijo tan oscura que aterraba. En aquellos ojos poda
ver el futuro, cuando la relacin con mi padre se encamine hacia el odio, la frialdad y el
abandono. Cuando no quede entre nosotros ni siquiera un apellido.
Edgar, vamos pap me tom del brazo y me gui, porque yo no era ms que un mueco de trapo, hacia la salida. La luz del candelabro me cegaba y senta
que adems del desconcierto, estaba entrando en un estado de fiebre
alucinante. No te ves nada bien. Te has inyectado? Te has curado las heridas? En qu estabas pensando?
Desde atrs, escuch como un eco, la voz de Chronos. Sus palabras dejaron de ser
cordiales, sonaban dictadoras y con un leve giro de amenaza que resplandeca como el
color de sus ojos.
Nadie se mueve de aqu. No voy a dejar que Edgar se vaya, Teovaldo. No voy a dejarlo. Te lo dije. Si l llegara a entrar a mi casa, sea cual sea el motivo, no
voy a dejar que lo alejes de m. Otra vez no.
Pap me solt del brazo, dejndome en la inestabilidad de mi propia presencia. Me
apoy en una pared y me percat que era una especie de puerta, cuando mis manos la
tantearon. Desde aquella especie de inexistencia, escuch las palabras de pap, tan
llenas de amargura que con los aos se haba convertido en un profundo odio.
Con mi hijo no fue lo primero que solt. Qu vas a hacer Chronos? Qu vas a hacer para detenerme?
Al final de aquellas palabras y como si fuera la continuacin de las mismas, el
estruendo ensordecedor de un disparo se escuch en todo el lugar. Aquel ruido
diablico que deja el mundo levitando por un par de segundos, ya que es tan fuerte y
mortfero, que poda despertar a un muerto o hacer hablar a una muda. En mi caso, me
sac del trance o de la fiebre y me llev directo a la realidad y a recuperar el sentido de
la visin.
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Los ojos de la muerte
Cristina Argibay Oujo
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Pap estaba tirado a mis pies. La sangre brotaba de su pecho y todava pareca
despierto, cuando mova sus labios intentando decir algo. En un momento arriba y en
otro momento abajo, mi cuerpo se desplom como si mis piernas fueran dbiles. Las
rodillas chocaron contra el suelo y mis ojos no lograban despegarse de la sangre.
Qu hiciste? Maldita cra! escuchaba rumorear a Chronos. Mir hacia el lugar de las voces. Sin vida. Era un zombie. Chronos estrell una bofetada
violenta contra el rostro de Rebeca. Por qu lo hiciste? Te dije que no hicieras nada. Estpida. Imbcil. el pintor le quit bruscamente a Rebeca la pistola, mientras la insultaba. Edgar. Ven aqu. Ven, te digo!
Mir el cuerpo de pap. Sus ojos estaban cerrados, pero su boca segua en movimiento.
All dibujaba una sola palabra que se repeta. Era un mensaje directo hacia m, que
empez a retorcerse en los rincones de mi cabeza: CORRE.
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Los ojos de la muerte
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XI
Y no corr, porque no soportaba el peso de mis piernas. Me qued desvanecido en el
suelo. El pintor y su pequea diablica ayudante, se movieron rpido, sincronizados y
profesionales. l dej un candelabro en una base en la pared e ilumin uno de los
cuadros. Me perd completamente en los ojos torturados de la pintura. En aquella
imagen que tambin haba visto antes de entrar. La figura casi humana y enflaquecida.
El rostro sin ser rostro. Los ojos, dos manchones negros. Ahora descubra tambin en
aquellos tneles que imitaban los ojos, un camino a la desesperacin y el horror. Me
perd en ellos lo suficiente como para no encontrar la salida. Me desmay.
Despert en una cama. El cielo sobre mi cabeza estaba distante. Me imagin en una
iglesia, con los ventanales envueltos en la magia. Cuando era pequeo pap me llev a
una iglesia. Era una de las iglesias ms grandes y preciosas de la ciudad. Los smbolos y
el trabajo, adems de los aos y terremotos que sobrevivi aquella iglesia, se llevaba
mis aplausos. Pap no era exactamente una persona espiritual. Mam crea que yo era
un ngel, a veces blanco y en otras oscuro. Los padres de mam tenan todo tipo de
santos en la casa, muchas veces no saba si saludarlos a ellos o directamente a sus
imgenes. Las creencias eran enigmticas, pero me gustara creer en algo, solo para
pedirle ayuda o decirle que me recibiera bien.
El chirrido de la puerta me desconect de mis pensamientos. Entr un hombre
reservado y mstico. Era viejo, pero no demasiado. Sus ropas eran negras y su postura
erguida. Usaba sombrero y pareca ingls. Era hermtico y discreto, posiblemente un
cofre de secretos para Chronos. Se sent a los pies de la cama. Se sac el sombrero.
Abri una pequea cartera negra y sac su instrumental mdico. Me examin con
paciencia y me inyect insulina. Se percat de que estaba temblando y me ofreci unas
pastillas. Me dio agua y me dej una botella al lado.
Rebeca ingres cargando una bandeja con alimentos. Se me revolvi el estmago. No
s si era verla a ella o a la comida. Supona que ambas. Las dej en una pequea mesa al
lado de la cama y sonri.
Tienes que comer.
Dej la bandeja a un lado y se fue rpido, sin mirarme a los ojos y sin reflejar
absolutamente ningn sentimiento o emocin.
El doctor comenz a ordenar sus cosas para irse. Todava no cruzaba ni una palabra
conmigo. Intent detenerlo con algo, pero mis palabras no salan. Era frustrante. Al final
lo sujet del brazo fuerte.
Sigue vivo me dijo como en secreto y se fue.
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Los ojos de la muerte
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Odiaba el silencio. Tampoco me gustaban los gritos. En realidad no era consciente de
que odiaba tanto el silencio hasta que pap dej de hablarme. Antes siempre
conversbamos. Yo era un testarudo y l era simplemente era un padre preocupado. Por algn motivo, pap saba que yo tendra problemas mentales. Antes de mi obsesin
con una pintura de Chronos, empez mi fobia con los subterrneos. Tema aquella
sensacin de inquietud que te produce bajar hacia lo desconocido. Cuando tena siete u
ocho aos, mi fobia era tan insoportable, que pap tuvo que llevarme a una terapia
hipntica. La hipnosis al parecer bloque mi terror y despus solo me daba una punzada
en el estmago. Adems estaba la descendencia de una madre con problemas mentales y
unos abuelos que crean ver apariciones de santos. Por toda esa locura rodendome,
pap se preocupaba por m. Lo defraud y le dio un infarto. Volv a defraudarlo y le
daban un disparo. Haba nacido para matarlo. Si lograba salvarse. Si sobreviva Me ira lejos. Muy lejos. Dejara que su vida continuara sin la ma. Era lo mejor para los
dos.
Mi estmago no soportaba ms tiempo vaco, pero necesitaba escapar y despus pedir
ayuda para pap. Supona encontrarme en el primer piso y lo que recordaba, era que
tena que llegar a la galera memento mori, para luego encontrar la puerta de salida. All
estaba el coche o la camioneta de pap.
Baj de la cama. Conservaba los zapatos, pero la cazadora no. Estaba helado y me
congelaba. La habitacin no tena ventanas por ningn lado y me daba terror seguir
abajo, encerrado tras la tercera puerta.
Abr la puerta y descubr luz natural del da y una alfombra roja en el suelo. Ola a
limpio todo, como si hace poco echaran alguno de esos lquidos para limpiar el suelo.
Al final del pasillo un espejo de cuerpo entero. Al otro lado un gato negro que se lavaba
las manos y la cara. Camin hacia el gato y maull, no fuerte, solo como una queja
amistosa, en forma de pregunta. Retroced un paso. El gato me miraba, me examinaba
como si estuviera analizndome y despus de unos segundos, sigiloso camin hacia m.
Se pase entre mis piernas con su cola igual que una antena para sintonizar. Ronroneaba
carioso. Camin adelante y me miraba, crea que los perros eran inteligentes, pero los
gatos adems de medios brujos, sentan la presencia de una persona. La ma deba gritar
quiero escapar, porque me empez a guiar hacia la salida. O eso esperaba.
Al comienzo del pasillo me mir el doctor. Tena su pequea cartera de cuero y usaba
unas gafas grandes y redondas. Se sac el sombrero e hizo una seal de despedida,
completamente mudo. Aquel era un hombre extrao. Camin ms rpido hacia l y
volv a sostener su brazo, intentando, de forma penosa, juntar letras para soltar alguna
palabra. En mis ojos deba reflejarse la desesperacin.
El hombre me mir con el ceo fruncido. Escuch una puerta cerrarse tras de m y
luego la voz del pintor, a mis espaldas. Cerr los ojos y maldije mi mala suerte. Si tan
solo hubiera confiado ms en el gato. No me gir, continu en aquella posicin mientras
l se acercaba.
Lamento no haberlos presentado. Edgar, l es Manuel; amigo personal de la familia. Estaba atendiendo a tu padre cuando desafortunadamente te desmayaste.
Manuel, dime, cmo sigue mi hijo? Sobrevivir?
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Los ojos de la muerte
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Siempre lo ha hecho contest el doctor. Su voz era entre profunda y oscura. Me preocupara ms por el joven aqu presente.
Al joven djamelo a m.
Eso es lo que me preocupa, exactamente.
Me pareca de pronto que el doctor no era mi enemigo. No tena una relacin
especialmente limpia con el pintor. No tena idea en qu se basaba su ttrica amistad,
pero nada bueno deba contar aquella historia. Me dio cierto temor estar entre aquellos
dos hombres tan parecidos y distantes, al mismo tiempo.
Oh Manuel! exclam Chronos. Mir al doctor, tena una actitud a la defensiva. El pintor ya estaba a mi lado, codo con codo. Me sorprendi para
entregarme la cazadora. Creo que lo necesitas.
Abr ms los ojos al ser testigo, otra vez, de su sonrisa.
Te has quedado mudo. Lo que me faltaba.
Catatnico acot el doctor.
Se le pasar?
Algn da, quizs solt de golpe. Me iba a quedar sin habla para siempre?. No le ayudar quedarse aqu, se lo aseguro.
Chronos solt unas carcajadas.
Pero dinos Manuel, qu suceder con Teovaldo si el chico, por alguna estupidez de la adolescencia, escapara?
Manuel me mir fijamente y arque una ceja con indiferencia.
Morir. Tan cierto, como que hoy llover.
Tragu saliva. Manuel tampoco era mi amigo. Para nada.
Gracias Manuel. Eres de mucha ayuda.
De nada solt con desprecio y se fue.
Chronos me abraz por sorpresa. Me sobrecogi un miedo enorme. El estmago
pareca que me lo estuvieran estrujando. Mi garganta albergaba algo como un veneno
que no poda tragarse. Mi mente no estaba pensando coherentemente, verbos divagaban
como correr, escapar, esquivar, saltar, llorar, gritar Mis pies flotaban. Mis brazos eran dos hilos cayendo sin sentido del tronco. El miedo era incluso ms grande que el
hambre.
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Los ojos de la muerte
Cristina Argibay Oujo
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Queras escapar Edgar? Dejmoslo en que queras dar un paseo. S? Pues solo debes decirlo. Ponte la cazadora, vamos a dar el paseo que tanto quieres me gui un ojo. Necesitaba salir de todas formas. Tengo algunas cosas que hacer.
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XII
Chronos me entreg las llaves de la camioneta de pap. Me sent frente al volante,
mientras l guardaba algunas cosas en el maletero. Despus se sent a mi lado y me
examin por unos segundos.
Conduce me orden. Al bosque. Es bueno que conozcas el bosque, si tu padre muere tendrs que ir a enterrarlo.
Los temblores comenzaron al mismo tiempo que deba coordinar mis movimientos con
los pensamientos escarbando y comindome el cerebro. Los recuerdos en un tono sepia
sobre mi padre y mi madre. La idea que en casi un mes podra perderlos a ambos, como
si me sacaran un brazo completo, sin anestesia ni nada, amputado. Mi pecho era
alimentado con una bola de fuego ardiente, que jugaba en el interior como si un gato la
persiguiera. Me sigui una punzada en el estmago. No coordinaba nada. Coloqu el
coche en primera sin haber encendido el motor. Cerr y abr las ventanas en vez de
acelerar. Dobl a la derecha en vez de a la izquierda. Fren ms de ocho veces. La
ltima vez que fren empec a llorar.
Edgar, esta sensibilidad la heredaste de tu madre. Ella siempre lloraba por todo. Me alegra que tu padre la haya dejado.
Mis manos empuaron fuertemente el volante. Mis nudillos se pusieron blancos.
Respir para tranquilizarme y lo mir directo a los ojos.
Quieres decirme algo?
Casi estrujando el volante volv mi mirada al frente.
Me gusta como conduces. Tienes ese toque algo esquizofrnico
Una nube oscura persegua la camioneta. El doctor tena razn, iba a llover. Las gotas
empezaron a caer justo cuando entraba al bosque. Era escandaloso el fro que se coma
la camioneta como una horrenda costra. Empec a acelerar igual que si me poseyera un
demonio. Los rboles pasaban como sombras a m alrededor. Tena la mente pegada en
el camino. Poda haber asesinado a una docena de criaturas del bosque con sus familias,
pero no me importaba en lo absoluto. Los rboles despus de un tiempo parecan ser
mantas que poda atravesar.
Aqu dijo el pintor tranquilo. Escuch su voz y fren violentamente. No usaba cinturn y me golpe tan fuerte que qued aturdido por unos minutos.
Cuando reaccion el viejo pintor, con su cuerpo delgado y fuerza escasa, estaba
cavando en el suelo humedecido. Tena un impermeable amarillo y unas botas
del mismo color. Me ofreci una pala cuando baj.
Empezamos a cavar en silencio. Yo no tena la menor idea de porque estaba cavando,
pero saba una cosa: me haba ofrecido un arma. Poda fcilmente golpearlo con la pala,
dejarlo inconsciente en el bosque, conducir frenticamente la camioneta y salvar a pap.
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Era un plan sencillo, pero solo en mi cabeza. En el tiempo real cada movimiento era un
peligro y yo no estaba exactamente bien de salud.
S que ests pensando, Edgar dijo el pintor con una sonrisa diablica. Podra ser un buen plan. Podra yo haber cometido un error.
Sus dudas me golpeaban ms dudas. Era como encontrarme al final de una cadena de
muchas preguntas y justo la primera pregunta, fuera la respuesta a la ltima.
Chronos camin hacia la camioneta y sac una bolsa negra de plstico. Era pesada y
requera su esfuerzo. La carg y la dej en el suelo. Incluso con la humedad, la tierra
mojada y tantas yerbas alrededor, lleg a mis narices el olor ftido de la muerte. En
aquella bolsa cargaba un muerto.
Alejandro Torres, 29 aos, estudiante de arte arroj el contenido de la bolsa al suelo. Eran partes de cuerpo. Logr distinguir una mano con sus cinco dedos y
una cabeza, o parte de ella: ojos abiertos y una boca desencajada de la
mandbula, abierta, gritando, con un vaco que me lleg hasta el estmago. Ca
de rodillas y vomit. Ya no lo recuerdas, cierto? Se acerc y me levant el rostro. No recuerdas al primer muerto que viste? No recuerdas su nombre? No recuerdas su rostro? Vi mi rostro aterrado reflejado en sus ojos transparentes. Tu mente trabaja extraa Muy extraa. Vamos. Tienes que ayudarme a enterrar al joven Torres. Por cierto, el joven Torres y t tienen algo
en comn: ambos fueron tentados por Rebeca. Una jovencita interesante, aunque
bastante estpida.
Solo poda reconocer que mis siguientes movimientos fueron la consecuencia de un
frenes que me recorri. La ira me golpe el cerebro. Salt sobre Chronos y le golpe la
cabeza contra el suelo. Dos golpes bestiales con la pala y qued inconsciente. Con las
manos temblando como un enfermo de Parkinson me dirig a la camioneta. Me qued
congelado en la nada unos segundos mirando el cadver. Los restos del cuerpo. La
fragilidad del ser humano. La inestabilidad de la mente y de la carne. ARRANCAme grit una voz en la cabeza.
Pis a fondo el acelerador. El bosque, la lluvia y el viento, adems del contenido sin
sentido que rodeaba mi cabeza, me hicieron explotar en un grito cargado de ira. Mi voz.
Era mi voz regresando a mi garganta. Quizs la libertad abriendo mis poros. La
coherencia regresando a m. No me quedaba demasiada gasolina, pero el coche tena el
estanque lleno. Llen el tanque hasta el mximo la ltima vez que nos detuvimos. Tena
que regresar por el coche. Tena que volver antes de que mataran a pap.
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XIII
Mi cuerpo estaba dbil y mojado. Senta que mi corazn me golpeaba el pecho y me
dola todo el cuerpo. Sangraba, tena alguna fractura en la mano y posiblemente estaba
con el azcar alto. Y ahora que estaba en libertad, haba regresado a la prisin.
Baj de la camioneta y corr rodeando la casa. No saba exactamente donde estaba
pap, pero deba ser en una de aquellas habitaciones con tablas en las ventanas. Empec
a curiosear entre todas. En la quinta descubr a Rebeca, estaba bailando y por
incoherente que se me pueda tomar, estaba seguro que su baile era una danza, pareca
una pequea bruja tramando algn maleficio. No me extraara. Ella le dispar a mi
padre y despus de eso bailaba un poco.
Una de las ltimas ventanas, era la correcta. Haba una cama y sobre sta, una persona
inconsciente. Saba que tena que haber una puerta trasera. Era una casa demasiado
enorme como para tener solo una puerta.
Cruc por encima de una puerta de madera en el suelo. La puerta tena un candado
enorme y al atravesarla, escuch dos miedosos golpes. Me dio un susto de muerte.
Aparecieron tmidamente dos dedos largos entre la madera. Por el largo de las uas y lo
delicado de la piel: era una mujer joven. Me qued pasmado mirando la puerta en el
suelo. Deba dar al subterrneo. Record que al cruzar hacia el museo sin nombre y
apoyarme en la pared, tante todas las seales de una puerta. Tras las pinturas haba
puertas. Tras las puertas: personas. Personas como Alejandro Torres. Los dedos se
agitaban y me acerqu a gatas, asustado y con el corazn palpitando desbocado, hacia
las rendijas de la puerta. Me recost en el suelo y mir curioso. Los ojos verde oliva de
una mujer me observaban en el silencio religioso de su captura. Ella tena miedo de m y
yo de ella. Cuando sus labios iban a despegarse para decirme algo, se estremeci por un
ruido, un sonido que solo ella escuch; su problema. Yo tena mi propio problema,
pens, distancindome de la caridad, para enfocarme en mi objetivo.
Encontr la puerta trasera. Con mucha suerte estaba abierta. Ingres intentando callar
la sonoridad de mi cuerpo: mi estmago quejndose, mis huesos oxidados, mi
respiracin agitada, mi corazn palpitando acelerado, mis dientes castaeando por el
fro y los deseos horribles de toser o estornudar.
La puerta me llev hacia la cocina. Era grande, pero estaba sucia y conservaba aquel
aire antiguo de la casa. Una gran cocina, un enorme horno antiguo de piedra, un
lavaplatos viejo que posiblemente tuviera sus trancas antes de funcionar.
Sorpresivamente y casi llevndose mi vida, el gato salt sobre la mesa de la cocina y
empez a maullar. Mientras ms intentaba callarlo, l se estrellaba contra mi mano
buscando cario y ronroneaba.
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Sal rpido de la cocina, pero el gato me sigui, como si buscara vigilarme. Camin
esquivndolo para no pisarlo, pero se me cruzaba entre las piernas. Llegu hasta la
habitacin correcta y abr la puerta. Me inquiet que la primera figura que apareci era
el doctor. No era mi amigo, pero tampoco mi enemigo. No quera ayudarme, pero
tampoco pareca interferir en ello. Tampoco saba porque haba regresado.
Despertar me dijo en secreto y apoy una mano en mi hombro. Te ves muy mal lo sabas? Asent varias veces. No le digas a Chronos que regres aunque supongo que si vuelves a verlo, tienen cosas ms importantes que discutir.
Pas por mi lado y continu su camino. Necesitaba detenerlo con algo. Necesitaba que
me explicara algunas cosas. Era la nica persona con aquel poder en aquella casa.
Dudas solt mi primera palabra. Me senta algo idiota.
El doctor se gir y regres algunos pasos. Me indic que guardara silencio y entramos
a la habitacin con mi padre. l cerr la puerta.
La juventud y sus dudas resopl y se sent a los pies de la cama. Tu padre era una persona muy curiosa tambin. Cuando ramos ms jvenes, l
necesitaba siempre una respuesta. Sus dudas ms frecuentes tenan relacin con
su propio pasado.
Jvenes? Eran? escarb ms profundo en mi mente, para sacar de all algo de inteligencia. Lo conoca?
Desde secundaria. No te habl de m? Se supona que ibas a verme a la clnica el otro da, pero te interes ms el museo.
Son amigos razon para mis adentros.
Muy buenos. Fuimos grandes compaeros y nos guardamos mutuamente algunos secretos. Sobre todo familiares. Siempre intent protegerte, Edgar. Te
separ de su vida para que no creciera en ti el veneno, el virus, la plaga, que ha
germinado en toda la descendencia.
Las palabras del doctor me inyectaron mucho miedo. Mir el cuerpo inconsciente de
pap y tom su mano. Sus prpados se movieron, como si buscara la forma de abrirlos.
Su mano intent tambin tomar la ma. Su cuerpo intentaba con todas las fuerzas
despertar.
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Tienes idea de qu te estaba protegiendo, Edgar? Del por qu se cambi el apellido a Mora? Sabes cul es el denominador comn de la descendencia de tu
padre? De la sangre que corre por tus venas?
Mir otra vez el cuerpo de pap. Su mano ya aferrada a la ma. Sus prpados se
levantaban y caan, pesados, sin vida. Lo intentaba una y otra vez, con mayor sacrificio
y empeo. Al final sus prpados quedaron arriba. Tena los ojos abiertos de par en par,
pero no miraba a nada o a nadie.
Me enfrent a la mirada oscura de Manuel y respond:
Locura mi voz pareca cobrar fuerza. Estaba soltando una certeza. Aquella era la nica respuesta posible.
No discrep l para mi sorpresa. Tena una sonrisa an ms terrorfica que la que caracterizaba a Chronos. Su rostro con sombras macabras. Sus dientes
algo amarrillos. Sus ojeras que parecan comerse los ojos. No es locura lo que ata. No son locos los que se encuentran en el rbol genealgico de los Poe y
tambin Mora mir a pap, lo que quera decir, que estaba sumndolo a su confesin. Son
La mano de pap se aferr a mi brazo. Me lo apret tan fuerte que me produca dao.
Sus uas se enterraban en mi carne.
Asesinos termin de decir Manuel, casi susurrndomelo en el odo o sisendomelo, como una serpiente venenosa.
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XIV
Las pocas cosas que poda pensar se obstruyeron por un instante. Dej de respirar por
unos segundos, porque todo, absolutamente todo, se haba subido a mi pobre cabeza
descolocada. La mano de mi padre segua aferrada a mi brazo y las palabras de Manuel
seguan golpendome la cabeza: asesinos, asesinos, asesinos. Toda una lnea ensangrentada.
Corre fueron las primeras palabras de mi padre, que se las llev con el disparo y las trajo al despertar. Correr dnde? Correr lejos de mi sangre?
Correr lejos de mi descendencia? Cambiarme el apellido y fingir que
perteneca a una familia normal?. Corre de aqu tosi y mir a Manuel con desesperacin. Scalo de aqu. Te lo pido.
Manuel tom su maletn y le dio la espalda. Ni siquiera fue capaz de despedirse de l o
de brindarle ayuda. Nada. Manuel haba regresado a su silencio y movimientos
mecnicos. Presenta que no era la ltima vez que vera su rostro, cuando se despidi
con una mirada profunda y una reverencia seorial.
Pap, mareado y en shock, logr sentarse en la cama y desconectarse el suero. Me mir
con miedo y me tom fuerte del brazo, sus ojos se llenaron de lgrimas.
Tenemos que salir de aqu.
Asent rpidamente y volviendo en m, me percat que no haba tiempo para grandes
sermones, confesiones o momentos emotivos. Solo haba tiempo para correr por
nuestras vidas.
Ayud a pap rodendolo con mi brazo y con las pocas fuerzas que me quedaban, lo
llev a la salida. l lloraba para no gritar por el dolor. Tena la camiseta manchada en
sangre y sus gafas estaban quebradas. Se me revolvi el estmago al entrar en el pasillo
y vomit. Pap se apoy en la pared para no caer y me miraba con cierta nostalgia.
La msica que sala de la habitacin en donde estaba Rebeca se apag. El silencio sin
melodas, me dieron el pie para correr. Pap y yo nos adentramos en una lucha por
sostener al otro de no caer. bamos lentos, pero con el corazn rpido. Tenamos miedo
de todos los cuadros, de todos los ruidos y de cualquier error por estpido que fuera.
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EDGAR escuch el grito bestial de Rebeca a mis espaldas. Me detuve y pap tambin. Suspir con los ojos cerrados. Dej a pap apoyado en una pared
y me gir hacia la chica loca, que una vez cre poder amar. Dnde crees que vas?
Empu las manos y camin hacia ella. Rebeca no se qued atrs, avanzaba hacia m,
rpida y con los ojos inyectados en veneno. Mereca morir, pero yo no mereca
convertirme en un asesino.
No! temi pap al notar mis intenciones. Escuch la preocupacin en una simple palabra.
Cuando Rebeca y yo estbamos frente a frente, ella me ara la cara y yo estrell su
cabeza contra la pared. Sujet con ambas manos su frgil y alargado cuello. Pataleaba y
me araaba el rostro. Yo sangraba, pero el dolor en aquellos minutos haba desaparecido
por completo. Era como una carne sin ninguna sensibilidad. Los cabellos despeinados
de ella me recordaron la primera vez que la vi en el bar. Ella hablaba de Chronos
convenientemente cuando yo pasaba tras su asiento. Ella estaba afuera del bar cuando
yo tambin sal. Ella apareci tambin cuando me recost en el csped de la
Universidad. Ella estaba en todos lados para hablarme de Chronos, para mostrarme las
pinturas, para decirme su direccin, para nublarme la cabeza y para traerme a mi propia
muerte. Ella mat a Alejandro Torres, otro pobre personaje que crey en la inocencia de
sus palabras y que sus restos ahora ni siquiera estaban enterrados en el bosque. Nadie
encontrara aquel cuerpo. Su familia no podra reconocerlo. Pobre alma atormentada!
Todos aquellos pensamientos, provocaban que mi presin en el cuello de Rebeca fuera
ms fuerte y mortfera.
En un segundo yo tena el cuello de ella, y al otro alguien me estaba asfixiando a m.
La presin que tuvieron en mi cuello era cien veces ms fuerte que las que mis propias
manos podran ofrecer. Solt a Rebeca y me ech hacia atrs, intentando golpear al que
me tena sostenido. Pocas cosas eran reales a m alrededor cuando no tena aire. Me
sostuve del mismo brazo que me tena presionando el cuello y por la desesperacin deb
arrancarle un trozo de piel completo. La fuerza empez dbilmente a darme espacio
para respirar, hasta soltarme por sorpresa. Ca inmediatamente de rodillas atragantado
con la tos y escupiendo sangre al suelo. Sent como el oxgeno pasaba por mi boca, cada
vez que desesperado quera acapararlo todo.
Mi padre estaba en el suelo. Haba sido golpeado por Rebeca y se retorca de dolor.
Ella estaba regaando al que me haba dejado vivir; era Goliat. Cuando Rebeca regres
para golpear a pap en el suelo, Goliat la sostuvo de la cintura separndola del suelo y la
carg lejos, interponindose como un muro.
No vas a matarlo. Deja que se vayan. Basta ya! le deca Goliat enfadado. No me hagas llevarte a casa por las malas.
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Te matara antes de que me lleves con esa vieja!
No llames as a mam! Cllate! Le abofete el rostro y ella se quej de dolor. Te vienes conmigo.
Eran hermanos e increbleme