Los «ojeadores» de la yihad aterrorizan los barrios como la mafia

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España ERRORISMO Los «ojeadores» de la yihad aterrorizan los barrios como la mafia Vecinos musulmanes, que los conocen, son amenazados para que no los denuncien La policía detiene en Ceuta a una persona relacionada con el Daesh - EFEL. L. CARO/P. MUÑOZMadrid - 17/04/2016 a las 03:58:34h. - Act. a las 03:58:51h.Guardado en: España La yihad no solo recluta en Internet, sino también a pie de calle. A pesar de que los datos de las Fuerzas de Seguridad certifican que el 90% de las radicalizaciones se producen en el territorio de la Red, no hay que perder de vista que muchas víctimas son señaladas como objetivo en un principio en las trastiendas, en lugares de reunión, en los bares... y de ahí convenientemente introducidas en las webs oscuras donde se planean los viajes a Siria.

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Los «ojeadores» de la yihad aterrorizan los barrios como la mafiaVecinos musulmanes, que los conocen, son amenazados para que no los denuncien

La policía detiene en Ceuta a una persona relacionada con el Daesh - EFEL. L. CARO/P. MUÑOZMadrid - 17/04/2016 a las 03:58:34h. - Act. a las 03:58:51h.Guardado en: España

La yihad no solo recluta en Internet, sino también a pie de calle. A pesar de que los datos de las Fuerzas de Seguridad certifican que el 90% de las radicalizaciones se producen en el territorio de la Red, no hay que perder de vista que muchas víctimas son señaladas como objetivo en un principio en las trastiendas, en lugares de reunión, en los bares... y de ahí convenientemente introducidas en las webs oscuras donde se planean los viajes a Siria.Las fuentes de la lucha antiterrorista consultadas por ABC certifican que en los barrios donde  la captación   es más agresiva todo el mundo sabe quiénes son los ojeadores -llamados «autores mediatos» en el argot policial-, aunque nadie se atreve a delatarlos por miedo a represalias. Al menos no abiertamente.PUBLICIDAD

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El control de la calleQuienes investigan los flujos que genera el islamismo radical constatan que estos intermediarios no dudan en recurrir a comportamientos mafiosos, a través de la intimidación, para controlar el tejido social en el que operan y evitar así ser descubiertos por la Policía.

«Amenazan a la gente y amenazan a sus familiares -explica un experto antiterrorista-; nuestras unidades están cerca de esos vecinos que ven empezar los procesos de radicalización, tenemos las puertas abiertas para ellos, para que nos informen, porque la seguridad es una cuestión de todos. Es un tema de corresponsabilidad». Pero atrapar a los ojeadores no es fácil, hay que tener pruebas. Y cuando se consigue, añade la fuente, «nos dan las gracias: los vecinos nos paran por la calle para agradecernos que les quitemos de encima a quien puede contaminar a sus hijos, a sus nietos, a sus hermanos, para llevárselos a una muerte segura en nombre de la yihad».El «mentor» de EuropaEl paradigma de los «reclutadores» identificados hasta ahora es Mustafá Maya Amaya, detenido en Melilla en marzo de 2014, y que desde su silla de ruedas y su ordenador lideró la red de captación de yihadistas más importante de Europa. Para la policía era «el mentor» y se calcula que mandó al frente a 200 combatientes, aunque se le llegaron a analizar 25.000 conversaciones «online» con jóvenes de todo el mundo.

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Pero antes, en la cárcel de Alhaurín de la Torre (Málaga) donde se convirtió al Islam, acostumbraba a seleccionar entre los presos a potenciales mujahidines. Ya en libertad, no perdía de vista el barrio melillense de La Cañada y se entrevistaba físicamente en su casa con las víctimas que le daban mayor confianza: no en vano, fue arrestado mientras adoctrinaba en directo a dos franceses, Paul Cadic y Fank Cheikh.«Era el “Pope”, hay que pensar en un hombre en silla de ruedas, que lleva pañales, sin cultura, enfermo de sida, con un francés primario que aprendió de pequeño y que puso en jaque al FBI», se sorprende todavía la Policía.Las conductas mafiosas de quienes actúan al servicio de fundamentalismo islámico no se reducen a la intimidación, sino que tienen también una vertiente económica, en tanto -subrayan otras fuentes- que en muchos barrios dominan el mercadeo de la droga, hasta el punto de que se duda si la religión no es para ellos más que una cobertura ideológica para preservar el negocio del tráfico de hachís y cocaína.