Los nueve libros de la Historia (libro I) - LIBROS Y TRAZADOS · PDF filehistoria que...

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LOS NUEVE LIBROS DE LA HISTORIA. HERODOTO DE HALICARNASO Ediciones elaleph.com

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    H E R O D O T O D EH A L I C A R N A S O

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    Diego Ruiz

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    PROLOGO DEL TRADUCTOR.

    Naci Herodoto1 de una familia noble en el aoprimero de la Olimpiada 74, o sea en el de 3462 delmundo, en Halicarnaso, colonia Drica fundada porlos Argivos en la Caria. Llambase Liche su padre, ysu madre Drio, y ambos sin duda confiaron su edu-cacin a maestros hbiles, si hemos de juzgar porlos efectos. Desde su primera juventud, abando-nando Herodoto su patria por no verla oprimidapor el tirano Ligdamis, pas a vivir a Samos, dondepens perfeccionarse en el dialecto jnico con lamira acaso de publicar en aquel idioma una historia.A este designio debilo de animar el buen gusto eilustracin que reinaban en la Grecia asitica o Asia 1 He credo que lo mejor que poda hacer era tomar esta no-ticia de la que public el infatigable Pedro Wesselingio al

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    menor, mucho ms adelantada entonces en las artesque la Grecia de Europa, no menos que el ejemplode otros historiadores as griegos como brbaros:Helanico el Milesio y Caronte de Lmpsaco habanpublicado ya sus historias Prsicas, Xanto la de Li-dia, y Hecateo Milesio la del Asia.

    Nuestro Herodoto, primero viajante que histo-riador, quiso ver por sus mismos ojos los lugaresque haban sido teatro de las acciones que l pensa-ba publicar. Recorri en el Asia la Siria y la Palesti-na, y algunas expresiones suyas dan a entender quelleg a Babilonia: en frica atraves todo el Egiptohasta la misma Cirene, ignorndose si lleg a Carta-go; pero donde ms provincias recorri fue en Eu-ropa, viajando por la Grecia, por el Epiro, por laMacedonia, por la Tracia, y por la Escitia, y final-mente fue a Italia o Magna Grecia, formando partede la colonia que entonces enviaron a Turio losAtenienses. En esta nueva poblacin parece queacab el curso de sus viajes y de sus das; si bien hayquien cree que muri en Pella de Macedonia y culen Atenas, pues no constan claramente ni el lugar niel ao de su nacimiento.

    frente de su edicin de Amsterdan, pues en erudicin y fide-lidad nada deja que desear sobre la materia.

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    Acerca del tiempo y lugar en que compuso lahistoria que public por s mismo, parece lo msverosmil que despus de algunos viajes, restituido aSamos, empez all a poner en orden sus noticias,bien que no las public por entonces. De Samos diola vuelta a su patria, donde contribuy a que de ellafuese expelido el tirano Ligdamis; pero vindoladespus sumida en la anarqua y entregada al furorde las facciones, regres a Grecia. All por primeravez, en el concurso solemne de los juegos olmpicosde la Olimpiada 81, recit sus escritos que habatrado compuestos de la Caria. La lectura de las Mu-sas de Herodoto, a que asista Tucidides, muy mozotodava, al lado de su padre Oloro, hizo tanta im-presin en aquel joven codicioso de gloria, que se lesaltaron las lgrimas; lo que advirtiendo Herodoto,dijo a Oloro. -El genio de tu hijo, nacido para lasletras, exige que en ellas le instruyas.

    Segunda vez ley su historia en Atenas en pre-sencia de un numeroso pueblo reunido para lasfiestas Panatheneas, corriendo ya el tercer ao de laOlimpiada 83. Refiere Dion Crisstomo que la leypor tercera vez en Corinto, que no habiendo obte-nido la recompensa que esperaba de Adimanto ydems Corintios, borr de su obra los elogios que

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    de ellos haca; mas nada hay que pruebe que estosea sino un chisme malicioso.

    Sin duda Herodoto lim posteriormente sus es-critos, y aadi nuevas noticias, pues refiere sucesosposteriores a su ltima retirada a Turio, cuales sonla invasin de los Thebanos contra los de Plateas, laembajada de los Espartanos vendidos por Sitalces, yla retirada de Zopiro a Atenas al fin del libro VII.Algunos suponen que esta historia no ha llegado anosotros entera, mas ninguna prueba hay que hagasuponer en ella vaco alguno: lo nico, que se sabees que escribi al parecer por separado un libro delos Hechos Lbicos, y de los Asirios, a los cuales fre-cuentemente se refiere, y que existan todava entiempo de Aristteles, que impugn en parte estosltimos. Otros le atribuyen obras que no son suyas,y entre ellas la vida de Homero, engaados acasopor la semejanza del nombre de los autores, comoHerodoro, Herodiano.

    Pasando al juicio de esta obra, las prendas, ennuestro concepto, superan en mucho los defectos,resaltando entre aquellas: l., un estudio diligente enaveriguar los hechos, y esto en un tiempo de igno-rancia, tan escaso en monumentos, sin ninguno delos recursos que hoy tenemos tan a mano: 2., un

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    juicio exacto y filosfico en dar clara y distinta-mente los motivos de los sucesos que va refiriendoy una crtica continua en separar lo que aprueba porverdadero de lo que refiere slo por haberlo odo, yno pocas veces desecha por falso: 3., una prudenteparsimonia en no amontonar mximas y reflexionesmorales, dejando su curso a los hechos; 4., un es-tilo fluido, claro, vario y ameno, sin afectar las ex-quisitas figuras con que rizaban ya sus discursos losoradores, ni lo spero, pesado y sentencioso de losfilsofos. Los razonamientos que pone en boca desus personajes son tan dramticos, variados y pro-pios de la situacin, que nadie a mi ver se atrever atacharlos de difusos.

    A tres se reducen los defectos de que es tachadoHerodoto: 1., alguna sobrada malignidad, de la cualhabla de propsito Plutarco, a veces con razn, aveces incurriendo en el vicio mismo que reprende:2., mucha supersticin, culpa de que no es posibleexcusarle sino por la naturaleza de los tiempos enque vivi, y por el deseo de captarse el aplauso p-blico halagando las creencias populares, y sin em-bargo se muestra en algunos pasajes bastanteatrevido para arrostrarlas: 3., falta de ritmo y ar-mona en su estilo, vicio de que le acusa Ciceron

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    (Orat. c. LV), y de que le vindican Dionisio de Hali-carnaso, Quintiliano y Luciano. Yo por mi parteopino con el primero, y me ofende no poco aquellarecapitulacin que nos hace de cada suceso, por msbreve que sea.

    Aadir una resea de los cdices manuscritosde que se han servido los editores de Herodoto, es-pecialmente Wesselingio. -Los venecianos, de losque se vali Aldo Manucio para la primera edicingriega publicada en Venecia ao 1502. -Los ingleses,uno del arzobispado de Cantorberi, y otro del cole-gio de Etona. -El de Mdicis. Tres parisienses de laBiblioteca Real. -Los de la Biblioteca de Viena, losde Oxford, y el del cardenal Passionei.

    Las ediciones de Herodoto llegadas a mi noticiason las siguientes: -La versin latina de Valla en Ve-necia, ao 1474. -La latina de Pedro Fenix, Paris1510. -La latina de Conrado Heresbachio en 1537,en la cual se supli lo que faltaba en la primera deValla. -La griega de Manucio, Venecia 1502. -Lagriega de Hervasio, Basilea 1541, y otra en 1557. -Lagreco-latina de Henrique Stefano 1570, y otra delmismo en 1592 corrigiendo la de Valla. -La gre-co-latina de Jungerman, Francfort 1608, reimpre-sin aumentada de la anterior. -La greco-latina de

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    Toms Galo, Londres 1689. La greco-latina deGronovio, Leiden 1715. -La greco-latina de Glas-cua, 1716, hermosa en extremo. -La greco-latina dePedro Wesselingio, Amsterdam 1763, con muchasvariantes y notas, por cuyo texto me he regido enesta traduccin.

    Las versiones en romance de que tengo conoci-miento son la italiana del Boyardo en Venecia en1553, otra italiana del Becelli en Verona en 1733, yuna francesa de Pedro Du-Ryer, todas a decir ver-dad de muy corto mrito. Veremos si ser msafortunado M. L'archer en la nueva traduccin fran-cesa de Herodoto, que segn noticias est trabajan-do.

    Mi nimo al principio era dar un Herodoto gre-co-hispano en la imprenta de Bodini en Parma, perola prohibicin de introducir en Espada libros espa-oles impresos fuera de ella, y el consejo de D. Ni-cols de Azara, agente en Roma por S. M. C., meretrajeron de mi determinacin. Mucho sera de de-sear que algn aficionado a Herodoto reimprimierael texto griego, libre de tanto comentario, variantesy notas con que han ido sobrecargndole gramticosy expositores, pues lejos de darle nueva belleza yclaridad, no producen sino confusin.

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    NOTICIA SOBRE EL TRADUCTOR.

    Uno de los hombres ms eruditos que Espaatuvo en el pasado siglo fue el P. Bartolom Pou,nacido a 21 de Junio de 1727 en Algaida, pueblo deMallorca, de una familia de labradores acomodados.Fue dedicado, sin embargo, por sus padres en losprimeros aos al cultivo del campo, y en tal estadovile un da D. Antonio Sequ, cannigo de la cate-dral de aquella dicesis, gobernando con una manoes arado y sosteniendo con la otra la gramtica lati-na de Semperio: conoci que aquel joven haba na-cido para las letras, y le condujo a Palma, donde lemantuvo en su casa y cuid de su primera educa-cin, que fue encomendada a los jesuitas de Palma,en su colegio titulado de Monte-Sion. A 25 de Juniode 1746, a los 19 aos de su edad, visti Pou la so-tana en el noviciado de Tarragona, donde repiti las

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    lecciones de retrica y filosofa, y empez a dedicar-se con ardor a las ciencias sagradas y lenguas sabias.Te