LOS MINERALES DE ESPAÑA

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JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS É INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS LOS MINERALES DE ESPAÑA POR D. SALVADOR CALDERÓN JEFE DE LA SECCIÓN DE MINERALOGÍA EN EL MUSEO DE CIENCIAS NATURALES, CATEDRÁTICO EN LA UNIVERSIDAD CENTRAL, MIEMBRO HONORARIO DE LA SOCIEDAD MINERALÓGICA DE LONDRES, ETC. Tomo I MADRID IMPRENTA DE EDUARDO ARIAS San Lorenzo, 5, bajo 1910

Transcript of LOS MINERALES DE ESPAÑA

  • JUNTA PARA AMPLIACIN DE ESTUDIOS INVESTIGACIONES CIENTFICAS

    LOS MINERALES DE

    ESPAA POR

    D. SALVADOR CALDERN JEFE DE LA SECCIN DE MINERALOGA

    EN EL MUSEO DE CIENCIAS NATURALES, CATEDRTICO EN LA UNIVERSIDAD CENTRAL,

    MIEMBRO HONORARIO DE LA SOCIEDAD MINERALGICA DE LONDRES, ETC.

    Tomo I

    MADRID I M P R E N T A D E E D U A R D O A R I A S

    San Lorenzo, 5, ba jo

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  • Prlogo a esta edicin

    La celebracin de aniversarios cumple con muy diversas finalidades: Se festeja el fin de un ciclo o el inicio de otro nuevo, la alegra de haber llegado tan lejos en nuestra peripecia vital o la nostalgia por los momentos pasados, ... Pero, en cualquier caso, se trata de momentos de reflexin, de anlisis sosegado de las actividades, los acontecimientos, o las motivaciones que dan sentido a lo conmemorado. En este paradigmtico ao 2000, coinciden temporalmente dos hechos relevantes: el 25 aniversario de la fundacin de la Sociedad Espaola de Mineraloga y el centenario del nacimiento del insigne gelogo y geoqumico gallego, D. Isidro Parga Pondal. Con motivo de estas dos efemrides nos propusimos la recuperacin de un texto histrico y, ciertamente, a la altura de las circunstancias: los Minerales de Espaa del profesor Salvador Caldern y Arana.

    La eleccin de este libro no ha sido producto del azar y con su recuperacin pretendemos rendir homenaje a una generacin de gelogos cuyo conocimiento, atesorado a lo largo de incontables horas de observacin, anlisis, descripcin y catalogacin, fundament el devenir de la geologa moderna en nuestro pas. Al conocimiento de la Mineraloga, la Petrologa y la Geoqumica en Espaa contribuyeron personajes de la talla de Guillermo Schulz, Casiano de Prado, Lucas Mallada, Jaime Almera, Manuel San Miguel de la Cmara, Salvador Caldern o, algunos aos ms tarde, en la Universidad gallega, Luis Iglesias Iglesias, Martn Cardoso y el propio Isidro Parga Pondal. El tiempo en el que vivieron y desarrollaron su obra se nos antoja lejano y mucho hemos aprendido desde entonces. Pero la inquietud, la curiosidad por saber un poco ms cada da - que sin duda les espole en su trabajo - sigui presente en las generaciones posteriores, lo est en la actual y lo estar, sin duda, en aquellas por venir.

    Con ese mismo espritu, en mayo de 1975 se constituy la Sociedad Espaola de Mineraloga - la S.E.M. -, una asociacin cientfica entre cuyos objetivos fundacionales estaba el difundir y compartir conocimientos relacionados con la Cristalografa, la

  • Mineraloga, la Petrologa, la Geoqumica, as como de otras ramas afines.

    El centenario del nacimiento de Isidro Parga Pondal o los 25 aos de historia de la S.E.M. nos hacen volver la vista atrs y contemplar sin pasin de donde venimos. Y ya podemos vislumbrar hacia donde hemos encaminado nuestros pasos. Otros deben ser los que hagan el anlisis detallado del estado de la Mineraloga y en la Espaa actual. Pero habremos de ser todos, con nuestro trabajo diario, quienes tracemos los derroteros que esta ciencia seguir en el inmediato futuro. Porque, como dira Santiago Ramn y Cajal, poco basta cada da, si cada da logramos ese poco.

    Para la re-edicin de esta obra hemos utilizado una copia original de la edicin de 1910 (Imprenta de Eduardo Arias, Madrid), la cual se ha procurado reproducir con la mayor fidelidad. Para ello se han buscado tipografas con el mayor parecido respecto de las originales y no se han corregido siquiera los errores tipogrficos que, de tanto en tanto, aparecen en el original. La tirada de la presente edicin es de 1000 ejemplares, con dos volmenes cada uno de ellos.

    Para finalizar, queremos dedicar la re-edicin de esta obra a todas aquellas personas - en particular a los ms jvenes de entre nosotros - que creen que la Ciencia es, todava, la mayor de las aventuras.

  • Breve resea del libro Los Minerales de Espaa, del Profesor Salvador Caldern y Arana

    La obra Los Minerales de Espaa enmarca su desarrollo en un contexto socio-cultural convulso. La crisis de valores de finales del siglo XIX - propiciada por la prdida de las ltimas posesiones coloniales de ultramar en 1898 - sazon lo que se dio en llamar el movimiento regeneracionista. Los regeneracionistas (representados en la literatura por Azorn, Unamuno o Valle-Incln; en la educacin por la Institucin Libre de Enseanza, de Francisco Giner de los Ros; o en la ciencia por Santiago Ramn y Cajal) buscaban poner fin al estupor generalizado por los eventos del 98 y recuperar as el orgullo perdido de una nacin otrora poderosa. No es extrao pues, que muchos intelectuales buscaran estimular en la sociedad una catarsis regeneradora a travs de un esfuerzo personal denodado, patritico, que sirviera de ejemplo a propios y causara la admiracin de extraos.

    La vida de Salvador Caldern y Arana estuvo marcada por los avatares de la Espaa del ltimo cuarto del siglo XIX. En 1875, uno de los flujos y reflujos de la poltica espaola de la poca llev a una restriccin de la libertad de enseanza en las universidades, lo que motiv la protesta de muchos profesores (uno de los primeros, Laureano Caldern, hermano de Salvador), y una espiral de represalias, movimientos de solidaridad y nuevas represalias. Salvador Caldern, a la sazn catedrtico en el Instituto de Las Palmas, fue uno de los expulsados. Frente a la accin del gobierno, un grupo de represaliados form la Institucin Libre de Enseanza espaola, en la que Caldern imparti clases hasta 1877, ao en el que emprendi la ampliacin de su formacin en varios pases europeos. En 1881 march a Nicaragua, donde fund junto con otros profesores el Instituto de Occidente, a semejanza de la Institucin Libre de Enseanza. Tampoco los tiempos en Nicaragua eran los mejores para acometer proyectos progresistas y Caldern tuvo que regresar a Espaa al ver puesta en peligro incluso su integridad fsica. En 1882 fue repuesto en su Ctedra universitaria.

    En un contexto ms especfico, el trabajo de Caldern puede considerarse como un ejemplo de mineraloga topogrfica, es decir,

  • la descripcin, catalogacin y sistematizacin del patrimonio mineral de nuestro pas. Desde una perspectiva moderna, esta faceta de la mineraloga puede parecer menor, sobre todo si se la compara con los estudios fsico-qumicos, el desarrollo de nuevas y poderosas tcnicas de caracterizacin, o la bsqueda de nuevos materiales o aplicaciones, tan fecundos en la actualidad. Sin embargo, al situar la obra en su contexto histrico nos damos cuenta inmediatamente de su carcter primordial. Y no deja de ser sorprendente la vigencia de su contenido, prueba fehaciente del rigor y celo del autor por realizar un trabajo que trascendiera ms all de su tiempo. Tampoco podemos negarle su valor cultural, puesto que cultura es todo aquello que acrecienta el conocimiento de nuestro patrimonio aunque - si bien vivo y lleno de matices para unos ojos entrenados - este patrimonio aparezca inerte, aunque a veces bello, para el comn de los mortales.

    Al igual que suceda con otros muchos campos del saber, a lo largo del siglo XIX y principios del XX, Espaa, comparada con otros pases europeos, se encontraba retrasada en el estudio de la mineraloga. Por ejemplo, Gran Bretaa contaba con el Manual of Mineralogy of Great Britain and Ireland, de R.P. Greg y W. G. Lettsom (1858); Suiza, con el D/e Minerale der Schwelz nach ihren Eigenschaften und Furdorter, de A. Kenngott (1866); Alemania, con el Vie Nutzbaren Mineralien und Gebirgsarten im Deutschen Reich, de H. Dechen (1873). En 1893, Lacroix inici la publicacin de su monumental obra Minralogie de la France et des Anciens Territoires d'Outre-Mer la cual alcanz su quinto volumen en 1913. Incluso algunos pases sudamericanos se haban adelantado: Per contaba con la obra Minerales del Per de A. Raimondi (1878); Mjico con su 1Catlogo Sistemtico de las Especies Minerales de la Repblica Mejicana, de J. G. Aguilera (1898); y Domeyko, en Chile, public en 1845, sus Elementos de Mineraloja, o del conocimiento de todas las especies minerales en general y en particular de Chile,

    La edicin del libro de Caldern sufri una serie de interesantes peripecias que comentaremos brevemente a continuacin.

    En julio de 1897 se present al concurso del Legado Gmez Pardo el trabajo denominado Ensayo de un catlogo metdico de las especies minerales de la Pennsula Ibrica y cuyo lema era l e s thories passent: les faits restent El trabajo, enviado de forma annima - tal y como exigan las bases del concurso - no fue premiado y se devolvi a su desconocido autor. El lema escogido por el autor de este ensayo figura en la portada del libro de Czyszkowski l e s venues mtalliferes de l'Espagn publicado ese mismo ao.

  • Quin fue el autor de esta memoria? Muy probablemente, no Czyszkowski que, aunque conoca bien los distritos mineros ms importantes de Espaa, no saba gran cosa de los miles de pequeos yacimientos de minerales sin inters econmico existentes. Es casi seguro que fuera Salvador Caldern, quin tambin utiliz como lema una frase tomada de otro libro la siguiente vez que present su obra a este concurso.

    Al ao siguiente no se llev a cabo el concurso por falta de fondos, pero en julio de 1899 volvi a convocarse, en esta ocasin con tres premios. La nica obra presentada en esa edicin llevaba por ttulo Ensayo de un catlogo metdico de las especies minerales de Espaa y su lema era Vyanse haciendo muchos aparatos, que ellos darn una historia natural cabalmente metdica Dicho lema haba sido extrado de la obra de P.J. Torrubia Aparato para la Historia Natural de Espaa que haba sido publicada en 1754. El 17 de diciembre de 1900 el trabajo fue premiado con un accsit, consistente en la publicacin de la obra a expensas del Legado y la entrega de 100 ejemplares al autor, pero sin gratificacin econmica alguna. Es interesante destacar que los tres premios convocados en el concurso se dejaron desiertos y que su dotacin, adems de la publicacin en las mismas condiciones que las del accsit concedido, llevaba aparejada una remuneracin de 5.000, 3.000 y 2.000 pesetas, respectivamente.

    Para que el Legado pudiera llevar a cabo la publicacin de la obra premiada, era necesario que el autor se presentara y consintiera en la publicacin del trabajo, cosa que no sucedi. Y puesto que la Junta de Profesores que juzg el concurso debi quemar el sobre con el nombre del autor premiado, no se pudo hacer efectiva la publicacin del libro. A pesar de todo, de acuerdo con las bases del concurso, el manuscrito qued en propiedad de la Escuela de Ingenieros de Minas de Madrid, donde an se conserva en la actualidad.

    Como consecuencia del disgusto por el resultado del concurso del Legado Gmez Pardo, Salvador Caldern se plante publicar su trabajo en otro pas. De esa manera, en colaboracin con el Profesor A. Tenne, Caldern public en Berln en 1902 la obra titulada Die Mineralfundstatten der Iberischen Halbinse. Para ello cont con el apoyo de la Universidad de esa misma ciudad alemana. A pesar del ttulo ( l o s minerales de la Pennsula Ibrica), el reparto de la informacin qued muy desequilibrado hacia la parte espaola de la Pennsula, de tal forma que los datos pertenecientes a Portugal (pas

  • al que se le da el peso de una regin espaola) son apenas anecdticos. Las 353 pginas de que constaba esta obra contenan apenas una fraccin del total de informacin que Caldern posea sobre los minerales de Espaa, la cual se public, parcialmente, en el Boletn de la Real Sociedad Espaola de Historia Natural (un artculo sobre magnetitas espaolas en su volumen 4o, y otros dos, sobre el mispquel y la bournonita en el 5o).

    Las primeras pginas de la edicin alemana contienen un pr-logo del Profesor Klein, el listado de museos y colecciones revisadas para el trabajo as como la bibliografa empleada. Sin ms introduccin, los autores pasaron a describir las localidades de la Pennsula Ibrica donde se encuentra cada especie mineral. Para ello, los minerales son agrupados en seis clases principales (de acuerdo con el sistema creado por Zirkel), dividiendo cada clase en subclases ms tarde. Cada especie mineral posea un encabezamiento con su nombre en castellano, alemn y portugus, al que le segua una descripcin - en general muy concisa - de las localidades en las que se encontraba, divididas por regiones. Cada dato puntual inclua su correspondiente referencia, fuera esta una publicacin o la presencia de un ejemplar de la especie mineral en cuestin en un museo especfico. Este sistema, poco frecuente hasta entonces en las publicaciones espaolas, permita confirmar y ampliar los datos de manera eficiente. La obra terminaba con un ndice y con una nota necrolgica del Dr. Tenne, quien haba fallecido poco antes de que esta se publicara.

    Por fin, la Junta para la Ampliacin de Estudios e Investigaciones Cientficas - creada en 1907 - reconoce la necesidad de contar en Espaa con un catlogo mineralgico detallado y equivalente al que exista ya en buena parte de las naciones modernas. Para ello solicita que se adjudique al Profesor Caldern una pensin para que concluya su trabajo y que este sea entregado a la Junta para su publicacin. La obra, editada en 1910, mantiene la estructura general del libro publicado previamente en Alemania (incluso los datos correspondientes a Portugal), si bien el sistema de clasificacin de los minerales es diferente. No obstante, la ms que substancial ampliacin del contenido hace que no sea razonable considerarla como una segunda edicin de la versin alemana.

    El libro consta de dos volmenes sumando ambos ms de un millar de pginas. El primero de ellos comienza con una breve introduccin y notas sobre la historia de la mineraloga y sus fuentes

  • de informacin. A continuacin comienza la descripcin sistemtica de los minerales de Espaa. En su trabajo, Caldern sigue la clasificacin de Groth, la ms aceptada en esa poca. Cada mineral cuenta con su propia bibliografa adems de otra, general, expuesta al principio del libro. Los distintos yacimientos son agrupados de acuerdo con las regiones histricas de Espaa. Al final del segundo tomo aparece un ndice por especies y otro por provincias.

    Caldern recoge datos procedentes de publicaciones de todo tipo pero, sobre todo, incluye una gran cantidad de informacin indita, obtenida a travs de sus propios estudios de campo o a partir de sus incursiones en distintos museos. De entre estos ltimos, examina ejemplares catalogados en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, en el de la Escuela de Ingenieros de Minas (en Madrid), en el de la Escuela de Ingenieros de Montes (en El Escorial), y en los de las Universidades de Sevilla, Santiago de Compostela y Valencia. Fuera de Espaa, obtiene informacin de los museos de la Universidad de Breslau, del Museo Britnico, y de la Escuela de Minas de Freiberg. En los dos volmenes, describe los yacimientos espaoles de unas 250 especies minerales, con una abrumadora cantidad de datos.

    La tirada original de Los Minerales de Espaa debi ser relativamente elevada ya que, quince aos despus de su publicacin, todava se encontraba a la venta al precio de 16 pesetas los dos tomos. No es, pues, un libro raro en trminos biblifilos, y se le puede encontrar en muchas bibliotecas pblicas y particulares, pero es prcticamente imposible encontrarlo en el comercio, ya que es una de las obras ms buscadas, no solo por los interesados en la historia de la ciencia en Espaa, sino por coleccionistas y aficionados a la mineraloga, en general.

    Al ao siguiente de la publicacin de los Minerales de Espaa, Salvador Caldern muri aquejado de una grave enfermedad.

    A Corua, Septiembre de 2000

    Jordi Delgado Martn Juan Ramn Vidal Romani

    Miguel Calvo Rebollar

  • Agradecimientos

    La edicin de esta copia facsmil, auspiciada por la Sociedad Espaola de Mineraloga, ha podido ser realizada merced al esfuerzo y colaboracin de un gran nmero de instituciones y particulares. A todas ellas deseamos expresar nuestro ms sincero agradecimiento.

    Consellera da Educacin e Ordenacin Universitaria - Xunta de Galicia

    Consellera de Medio Ambiente - Xunta de Galicia

    Plan Galego de Investigacin e Desenvolvemento Tecnolxico - Secretara

    Xeral de Investigacin e Desenvolvemento

    Comisin Interministerial de Ciencia y Tecnologa - Presidencia del Gobierno

    Secretara de Estado de Educacin, Universidades, Investigacin y Desarrollo -

    Ministerio de Educacin y Ciencia

    Ministerio de Fomento

    Universidade da Corua

    E.T.S. Enxeeiros de Camios, Canais e Portos

    Grupo Sargadelos

    Cermicas de O Castro

  • LOS MINERALES DE ESPAA

  • JUNTA PARA AMPLIACIN DE ESTUDIOS INVESTIGACIONES CIENTFICAS

    LOS MINERALES D E

    ESPAA P O R

    D. SALVADOR CALDERN JEFE DE LA SECCIN DE MINERALOGA

    EN EL MUSEO DE CIENCIAS NATURALES, CATEDRTICO EN LA UNIVERSIDAD CENTRAL,

    MIEMBRO HONORARIO DE LA SOCIEDAD MINERALGICA DE LONDRES, ETC.

    Tomo I

    MADRID I M P R E N T A D E E D U A R D O A R I A S

    San Lorenzo, 5, ba jo

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  • Habiendo solicitado D. Salvador Caldern y Arana, Cate-drtico de la Universidad Central, la cooperacin de esta Junta para concluir una obra sobre Los MINERALES DE ESPA-A, que fuese ampliacin de la que public en lengua alema-na, en colaboracin con el Profesor Tenne, intitulada Die Mineralfundsttten der Iberischen Halbinsel (Berln, 1902), le fue concedida por el Ministerio de Instruccin Pblica una pensin para que pudiera dedicarse ordenar los numerosos datos recogidos en el largo tiempo que vena consagrando al estudio de tan importante asunto y procurarse otros nuevos que completaran su trabajo; con la obligacin de entregarlo la Junta para ampliacin de Estudios investigaciones cien-tficas.

    Atendi sta, al proponer la concesin, la necesidad y conveniencia para nuestra patria de una publicacin semejan-te: porque, en efecto, todas las principales naciones de Euro-pa poseen catlagos explicativos de las especies minerales que existen en su territorio, sin contar las monografas de las regiones que ofrecen inters especial desde este punto de vis-ta; trabajos que, aparte de su importancia cientfica para la Historia Natutal, tienen un inmenso inters prctico para el minero, el constructor, el agricultor, y para cuantos apro-vechan como primera materia los productos del suelo.

    En Espaa se careca de trabajos de esta naturaleza; no haba siquiera en nuestro idioma una simple lista de las va-riadas especies minerales de la Pennsula. Para atender

  • esta necesidad, la Universidad de Berln comision los Pro-fesores Tenne y Caldern, fin de que escribiesen un libro que recopilara, con carcter crtico, los datos dispersos en numerosas obras, revistas y trabajos especiales geolgicos y mineros, y dieron noticia de los ejemplares de nuestra Penn-sula que figuran en las diferentes colecciones de Europa, y de las investigaciones personales de dichos Profesores. Fruto de este empeo fue la obra en alemn anteriormente citada.

    Por su brevedad, y por la adversa circunstancia de haber fallecido prematuramente el Dr. Tenne durante la redaccin de dicho trabajo, no pudo aparecer ste en la forma que se proponan los autores, quedando reducido un ensayo preli-minar.

    EI libro que el Sr. Caldern ha presentado esta Junta, como resultado de la comisin que se le confi, y que ahora se da luz, difiere de aquel por su plan, por ser una obra com-pletamente espaola y, sobre todo, por su extensin, inmen-samente mayor, no slo en virtud de la adicin de los datos aparecidos con posterioridad, la revisin ms detenida de los anteriores, y las investigaciones del autor sobre la coleccin del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, sino por darse en l idea de los principales yacimientos de minerales espaoles que se echaba de menos en la obra alemana. EI autor, tras una labor de muchos aos, se ha propuesto presentar un trabajo tan completo como es posible, de cuanto sabe, de un modo seguro, sobre los minerales de nuestro suelo.

    La Junta se complace de haber contribuido la meritoria labor realizada por el Sr. Caldern y en poder inaugurar con una obra de tal inters para nuestra cultura y para el cono-cimiento del suelo patrio, la serie de sus publicaciones.

  • Introduccin

    I. Objeto de la presente obra. - II. Breves consideraciones sobre la historia de la Mine-raloga espaola. - III. Fuentes: bibliografa. - IV Las colecciones. - V Concepto de Mineraloga geogrfica de Espaa. - VI. Observaciones sobre el plan y forma de redaccin de este trabajo.

    La presente obra, patrocinada por la Junta para la amplia-cin de Estudios Investigaciones cientficas, est basada so-bre la que, referente al mismo asunto, publicamos en 1902 en Berln, con la colaboracin del malogrado Profesor de aquella Universidad Dr. T E N N E : Die Mineralfundstatten der Iberis-chen Halbinsel. No se trata, empero, de una mera traduc-cin, pues adems de las numerosas adiciones y enmiendas que hemos podido hacer aquella obra para esta nueva redaccin, el plan seguido en ella es bastante diferente, tanto en la clasificacin adoptada, que es la del Profesor P. GROTH, como en la distribucin de las regiones en que se encuentran los minerales y en otros muchos detalles.

    Extraordinario podr parecer que hasta la publicacin de la mencionada obra no existiera un intento de recopilacin, al menos una lista de los datos principales conocidos sobre las especies minerales de Espaa; pero la carencia de un trabajo semejante se explica bien por el cmulo de dificultades que ofrece la realizacin de tal empresa. No se trata slo de la multitud de fuentes que es preciso consultar, y no siempre se encuentra medio de hacerlo, ni de la diversa ndole de ellas, sino de las diferentes nomenclaturas usadas por los autores,

  • la vaguedad de muchas indicaciones, no pocas veces dudo-sas, cuando no equivocadas (1). Las obras clsicas de Mine-raloga extranjeras citan poco de nuestro suelo, y esto las ms veces de una manera indeterminada. La rebusca en las revis-tas tcnicas y especiales es tambin labor difcil y no bastan-te compensada con el fruto que de ella se obtiene. Los mismos ttulos de propiedad de las minas, que en otros pases consti-tuyen un manantial de datos, en el nues t ro son ms bien cau-sa de error, pues por singularidad de la legislacin espaola, cada registrador puede obtener una consideracin definitiva donde no hay ni siquiera mineral descubierto y darle el ttulo que ms le agrade.

    Motivos son estos para merecer la indulgencia de los es-pecialistas que consulten nuestro trabajo, que no ofrecemos como una obra acabada y perfecta, sino como un mero avan-ce para el conocimiento de la Mineraloga espaola.

    En captulos sucesivos nos ocuparemos brevemente de las fuentes de que tenemos noticia y que creemos sean las princi-pales que existen, para llegar al conocimiento de lo averigua-do sobre las especies inorgnicas que atesora el suelo patrio; pero antes vamos decir algo de la historia de esta ciencia en nuestro pas.

    No es nuestro nimo trazar aqu la historia detallada de la Mineraloga espaola, lo que nos apartara del asunto limita-

    (1) En estos casos hemos optado por omitir las citas ms bien que con-signarlas acompaadas de observaciones crticas, las ms veces molestas, como vemos va siendo uso algo frecuente en trabajos semejantes. Ni que decir tiene que cuando se realizan labores de recopilacin como la pre-sente, hay ocasin de tropezar con deficiencias y equivocaciones, incluso de autores de alta y reconocida competencia. Otras citas parecen admisi-bles, segn una crtica razonada, y las reproduciremos mencionando sus autores, sin salir garantes de ellas, pues segn las memorables palabras del gran mineralogista SCHRAUF, recientemente fallecido: Nur fr das, was man selbst gemacht, selbs gesehen, kann man vor aller Welt die Ver-antwortung bernehmen .

  • do y concreto de la presente obra. Nos propnemos meramen-te hacer algunas ligeras consideraciones sobre el carcter de los trabajos de aquellos investigadores que hemos de citar en lo sucesivo, y justificar la gran repeticin de algunos nom-bres y la omisin de otros; cosas ambas que pudieran llamar la atencin de ciertos lectores.

    Prescindimos por las mismas razones de los autores que han tratado los minerales y piedras de Espaa con anteriori-dad la constitucin de la Ciencia, tal como la realiz WER-NER, pues los escritos de aqullos slo tienen, si acaso, inte-rs histrico y de erudiccin. El Sr. MALLADA, abundando en la misma idea, ha recordado con un propsito semejante, la traduccin de la Historia natural de PLINIO, hecha por el li-cenciado HUERTA, en la que se hace mrito de diversas subs-tancias naturales de nuestra Pennsula, designndolas con el nombre unvoco que entonces reciban, as como los escritos de MORALES y CARRILLO LASO, que se ocuparon con erudi-ccin literaria en la abundancia de las nuestras minas. En el si-glo XVII, pesar de las miserias y calamidades de los tiem-pos que corran, se distingui FRANCISCO ORTIZ por la exacti-tud con que describi las minas de Almadn; pero pocos ejem-plos anlogos pueden citarse. La mayora de los escritores antiguos que nos referimos son gegrafos y viajeros, los cuales ponen empeo en relatar maravillas, de cuya mana estaban tocados tambin los extranjeros, como el mismo mi-neralogista HOPPENSACH, que recorri Espaa mediados del siglo XVIII y public en Leipsig una obra muy curiosa sobre las riquezas metlicas de nuestro pas, en la que campea sin freno la imaginacin. No se busque en los escritores de aque-llos tiempos estudios serios del suelo y de las producciones naturales de nuestra Patria, cosa tan poco realizable por la prohibicin en que se tuvo la explotacin de las minas de la Pennsula, principal acicate de semejantes exploraciones, con objeto de favorecer en amrica una industria que era fuente de grandes ingresos para los reyes.

    A fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, naturalistas diligentes y entendidos inician la mineraloga espaola; Bow-

  • LES, que recorri nuestra Pennsula con apoyo oficial para describir su Geografa fsica y riquezas naturales, habl en su obra original interesante, que citaremos repetidamente, de muchos minerales y rocas del pas, dando noticias de sus yacimientos y aplicaciones. En el reinado de Carlos III, HERRGEN, THALACKER, PRRAGA y dems fundadores del Mu-seo de Historia Natural, el gran CAVANILLES, LARRUGA y otros suministraron variadas noticias sobre minerales, minas y criaderos nacionales.

    Mencin especial merece el clebre qumico PROUST, que vino Espaa en 1789 pensionado por el Gobierno, merced la recomendacin de LAVOISIER, y que ha sido el hombre de ciencia ms esplndiamente dotado aqu de sueldo y mate-rial de estudio. Su obra como profesor no result, sin embar-go, de gran provecho, sin duda por las condiciones de su ca-rcter; pero fund laboratorios en Segovia y Madrid, en los que realiz trabajos importantes para la Mineraloga qumica nacional.

    La primera enseanza en ctedras pblicas de Mineraloga y de Qumica que se dio en nuestro pais se debe la iniciati-va de la Sociedad Vascongada de Amigos del Pais, en Verga-ra; all explicaron, en 1779 y 1781, CHABANEAU y el espaol ELHUYART (LHUYART se escribe FAGES), el cual, en compaa de su hermano, fue el descubridor del titano, y no era menos fa-moso en su tiempo que el mismo PROUST. Discpulo suyo fue MUNIBE, quien residi despus en el extranjero, y escribi en 1772 su Ensayo de Mineraloga, traducido del original sueco de Mr. CRONSTEDT por un Amigo del Pas . Desgraciadamen-te no lleg terminar este primoroso trabajo, con el que se arregl la coleccin de mineraloga de la Sociedad Vasconga-da de Amigos del Pas en 1775.

    El citado PROUST, durante su residencia en Segovia, pu-blic sus Anales del Real Laboratorio de Segovia. En ellos, y en los Anales de Historia Natural, aparecieron importantes trabajos, en los que colaboraron todos los citados naturalistas.

    En el mencionado establecimiento se iniciaron las leccio-nes pblicas de Mineraloga, encomendadas primero HERR-

  • GEN, quien reemplaz en 1810 su discpulo D . DONATO GAR-CA, obteniendo su ctedra por oposicin. Fu ste un propa-gandista incansable de la ciencia, entre cuyos discpulos se cuenta, entre otros, el Profesor NARANJO, y un organizador por extremo celosos y desinteresado de las colecciones que tuvo su cargo.

    Un intento interesante de mineraloga regional es la co-leccin de discursos pronunciados en la Real Sociedad de Oviedo por el CONDE DE TORENO, en obra publicada en Madrid en 1785 sobre los minerales de Asturias. Otro ensayo de ms transcendencia, inspirado en el mismo propsito que obede-ce la presente obra, es el de HERRGEN, Materiales para la geografa mineralgica de Espaa y sus provincias de Amri-ca, publicado en los Anales de Historia Natural, tomo I, ao 1799, que aunque anticuado y muy deficiente, por la escasez de datos que entonces se posean para llevarlo cabo, es bien laudable como prueba de haberse sentido ya en esta poca la necesidad de una recopilacin de lo sabido respecto Espaa y compararlo con lo extranjero.

    Por entonces floreci en Portugal el famoso D'ANDRADA, que ha descrito importantes especies y al cual han dedicado una para consagrar su nombre.

    Ms tarde los Ingenieros de Minas se ocuparon con mucho entusiasmo, y veces con acierto, en el estudio de la Mine-raloga, Geologa y Paleontologa del pais, habiendo criaderos que han sido objeto de mltiples informes, notas y descripcio-nes parciales. Entre estos trabajos merecen especial mencin los de D. GUILLERMO SCHULZ, sobre Galicia y Asturias, que contienen copiosas noticias mineralgicas dadas con carcter rigurosamente cientfico, como habr repetidas ocasiones de observar en el curso de nuestro trabajo.

    El entusiasmo por la busca de minas, realizacin de ensa-yos y redaccin de Memorias, se inicia con los descubrimien-tos de los ricos criaderos plomizos de Gador, en 1825; de Sie-rra Almagrera, en 1838, y los de los argentferos de Hiendelaen-cina, en 1840. EZQUERRA DEL BAYO, PRADO, CAVANILLES y MAESTRE, se distinguieron en la primera mitad del pasado si-

  • glo por sus numerosos escritos. Recordemos tambin entre los Ingenieros que, estudiando los criaderos de la Pennsula, han suministrado valiosos materiales para la Mineraloga, INZA, LVAREZ DE LINERA, MARTNEZ ALCIBAR, NARANJO, BOTELLA, GONZLEZ LASALA, ESCOSURA, BERNLDEZ Y RA FIGUEROA, entre otros, que en sus lugares respectivos iremos citando. Es de lamentar que no se hayan publicado las concienzu-das investigaciones de CA, Profesor que fue de la Escuela de Minas, algunas de las cuales aparecen anotadas en los tejue-los de los ejemplares del Museo de este establecimiento.

    Tambin son numerosos los ingenieros extranjeros que, ocupndose en describir nuestros criaderos metalferos, han suministrado noticias tilies para la Mineraloga; recordare-mos entre ellos PAILLETTE, que ha tratado, adems de otros asuntos, de los hierros de asturias y de los antiguos yaci-mientos de oro del N E . ; L E PLAY, sobre Sierra Morena y otras regiones de Andaluca; NOBLEMAIRE Y NOGUS, con-cerniente varios parajes del Pirineo; el segundo adems, sobre otros de Andaluca; LEITAO, SVOZ, CUMENGE, LAUNAY Y COLLINS, sobre los criaderos de Huelva; SULLIVAN Y O 'REI-LLY, investigadores de los yacimientos de zinc de la provincia de Santander; FOURNET, MASSART y PILZ, de los de Cartagena y Mazarrn; Kuss, sobre Almadn; DORY, relativamente los criaderos de cobre y de cinabrio de Asturias, y otros muchos, sin contar con la extensa literatura que ha motivado el estu-dio de nuestras cuencas carbonferas.

    Entre los pocos sabios extranjeros que se han ocupado con carcter puramente especulativo de nuestros minerales, es digno de mencin especial el gran BREITHAUPT, el autor de la famosa Paragnesis de los minerales, y su hijo, los cuales recogieron por s mismos, mediados del pasado siglo, mu-chos ejemplares en los yacimientos de Hiendelaencina y del Barranco - Jaroso, en Sierra Almagrera, describindolos y dando conocer varias especies nuevas raras. Otros, como el inmortal HAY, describieron ejemplares espaoles que les fueron remitidos en consulta, y algunos nuevos recibieron de ellos los nombres con que se los designa en la ciencia.

  • Modernamente han producido importantes y mltiples trabajos, valindose de los procedimientos actuales de inves-tigacin, entre los espaoles, el malogrado Profesor QUIROGA, inolvidable mineralogista, petrgrafo y gelogo, as como MACPHERSON con iguales merecimientos, y entre los que toda-va viven felizmente CHAVES, FERNNDEZ NAVARRO y H. PA-CHECO, todos ellos autores de Memorias y notas diversas apa-recidas en las publicaciones de la real Sociedad Espaola de Historia Natural. De los extranjeros, el Profesor OSANN se ha distinguido por sus trabajos sobre la regin volcnica del cabo de Gata y Cartagena, que haba suministrado ya datos trascendetales QUIROGA, y otros al autor de estas lneas.

    Tambin ha sido fecundo para la Mineraloga, as como para la Geologa de nuestro pas, el viaje de la Comisin fran-cesa que vino estudiar la regin de Andaluca afectada por los terremotos de 1884, de la cual formaron parte, entre otros, los Profesores FOUQUET, MICHEL-LVY, BARROIS y OFFRET, quienes han dado en sus publicaciones noticias tan interesan-tes como nuevas sobre varias especies.

    La Mineraloga qumica ha tenido entre nosotros algunos cultivadores ilustres (aparte de los mencionados sabios PROUST, CHABANEAU y LHUYART) entre los Ingenieros de Minas, Pro-fesores de la Facultad de Ciencias, y ensayadores de la Casa de la Moneda y particulares. Bastar recordar, entre otros muchos nombres, el de G. FERNNDEZ, que en 1799 hizo un anlisis del nitro de Asturias, que atribuyen gran mrito los especialistas; ESCOSURA, de fecundsima produccin; Bo-NET, el analista escrupuloso, y PARREO, el hbil y muy re-putado ensayador de menas. Pero la labor de stos y otros muchos investigadores, de indiscutible valor industrial que ha producido inmensidad de trabajos sobre las menas de Vizcaya, Huelva, Sierras de Gador, Almagrera, Cartagena y otros dis-tritos, pocas veces ha tenido aplicacin las exigencias de la Mineraloga moderna, que demanda anlisis cuantitativos y razonados, conducentes hallar la relacin de la composicin con los dems caracteres mineralgicos. Tal aspiracin satis-facen, por ejemplo, el anlisis de CASASECA, que le permiti

  • descubrir la thenardina, como CASARES con los suyos la za-ratita y la morenosita, y algunas otras investigaciones de n-dole puramente cientfica y por extremo difciles y delicadas, como el anlisis de la casiterita de Avin, por HAUSER; el de la sillimanita de Guadarrama, por QUIROGA; los de micas de Espaa por MOLES ORMELLA; los de nuestros minerales de tungsteno, por GRANELL; y los de especies diversas, por LLORD y GAMBOA.

    Entre los extranjeros que se han ocupado de la compo-sicin cuantitativa de nuestros minerales, recordaremos BREITHAUPT, ya mencionado; LIEBE, cuyo anlisis sirvi para descubrir la ferberita; como el de REICHTER la jarosi-ta, y MASSART, PAILLETTE y BEZARD, que han investigado mi-nerales asturianos; como SULLIVAN y O'REILLY los de Santan-der y algunos de Madrid; RAMMELSBERG, que dio la composi-cin de la gejarita, y RAMMELSBERG, la de la aerinita.

    A pesar de los trabajos enunciados y de otros de que se dar cuenta en sus lugares respectivos, el conocimiento de la composicin de nuestros minerales es todava bastante defi-ciente, siendo de lamentar que no existan anlisis de algunas de las especies notables y aun privativas del territorio, lo que se advierte, sobre todo tratndose de las que carecen de apli-cacin industrial y de aqullas cuyo conocimiento es difcil y la-borioso, como suele acontecer con los silicatos, demanda veces procedimientos especiales.

    Tampoco la cristalografa ha dejado de tener cultivadores en la Pennsula, pero generalmente desde un punto de vista doctrinal y sin aplicarse la investigacin de nuestros mine-rales. Recordaremos, como excepcin, CA y PELLICO, Pro-fesores de la Escuela de Minas, que estudiaron bastantes cris-tales, y algunos espaoles, del Museo de aquel establecimien-to, si bien no publicaron el resultado de sus investigaciones. L. CALDERN, que lleg ser Profesor de trabajos prcticos de cristalografa en la Universidad de Strasburgo, dio luz numerosos trabajos invent el estauroscopio que lleva su nombre; pero en punto la cristalografa espaola, slo pu-blic una investigacin sobre los ndices de refraccin de la

  • blenda de Picos de Europa, disquisicin de alcance principal-mente doctrinal, encaminada aminorar la importancia atri-buida la determinacin del ndice de refraccin, al menos tratndose del procedimiento de desviacin mnima.

    QUIROGA, aunque estudi cristalogrficamente algunos ejemplares notables de la Pennsula, se aplic con ms em-peo la Mineraloga y Petrografa microscpica, y moder-namente CHAVES, FERNNDEZ NAVARRO, BREOSA y nosotros mismos hemos descripto algunos cristales de especies diversas espaolas; pero los trabajos ms importantes y completos en esta rama se deben investigadores extranjeros, como Busz, que ha medido los cristales de azufre de Conil; SCHRAUF, el apatito de Jumilla y las maclas de aragonito de Molina; LANG, la anglesita de Linares y Fondn; MGGE, la cerusita de Santa Eufemia; BREITHAUPT, la atacamita de Adra, la gejarita de Gejar Sierra y la proustita de Hiendelaen-cina; BAERWALD y DRAVANT, varias celestinas, y DES CLOI-ZEAUX, las hornblendas del Cabo de Gata, para no recordar ms que algunos de los trabajos principales que se citarn en sus correspondientes lugares.

    Las fuentes que nos han servido para la composicin de la presente obra son, principalmente la literatura bibliografa y las colecciones, las cuales hemos podido aadir nuestras propias observaciones, si bien stas han visto en su mayora la luz pblica con anterioridad en notas dispersas en varias publicaciones.

    La literatura mineralgica de Espaa, sin ser muy rica, no puede calificarse de mezquina, en comparacin, al menos con otros linajes de estudios cientficos. Consiste principal-mente en noticias, pocas veces aprovechables sin un trabajo de crtica; pero las verdaderas monografas puramente mine-ralgicas, al modo como las hay en otras naciones de Europa y Amrica del Norte, son aqu muy escasas. Aun las que lle-

  • van ese ttulo, consisten principalmente en agregados de da-tos ms bien mineros que cientficos, desprovstos de la pre-cisin que prestan los mtodos de investigacin goniomtrica, ptica y qumica.

    Como queda dicho, en los trabajos de los antiguos gegra-fos se encuentran multitud de datos, si bien ms interesantes para el erudito que para el verdadero naturalista, en su ma-yora de difcil interpretacin, aun despus de haberlos so-metido un trabajo de comprobacin.

    Con propsito ms serio est escrita la famosa obra de BOWLES, que ya hemos aludido, como el iniciador su ma-nera de la Historia Natural espaola; tambin contiene multi-tud de noticias el bien conocido Diccionario de MADOZ, el Itinerario, de LABORDE (Itinraire descriptif de l'Espagne, Pa-rs, 1802, con su Atlas), etc.

    En diversas revistas nacionales y extranjeras se hallan dispersos datos referentes nuestros minerales, pero la com-pilacin de ellos es un trabajo sumamente penoso, que hemos realizado lentamente, sin poder responder de haberlo hecho de una manera completa. Entre estas publicaciones hemos re-cordado ya los Anales de Historia Natural, rgano de nuestro Museo Nacional fines del siglo XVIII y principios del XIX, as como los Anales del Real Laboratorio de Segovia, de PROUST. Es de notar el carcter rigurosamente cientfico que revisten las notas aparecidas en estas revistas, pesar de la poca en que se escribieron. Posteriormente, la Revista Minera,, los Anales de Minas, el Boletn Oficial de Minas, la Gua del Mi-nero,, el Boletn Oficial del Ministerio de Fomento, los Anales de la Construccin y la Industria, y en los tiempos actuales, sobre todo, las publicaciones de la Comisin del Mapa geol-gico y las de la Real Sociedad Espaola de Historia Natu-ral, contienen no pocas noticias, que hemos procurado com-pilar.

    Repetidas veces citaremos D . DONATO GARCA, sin men-cionar obra, con referencia un manuscrito que se custodia en el Archivo del Museo de Ciencias Naturales, cuyo manus-crito contiene copiosas noticias, muchas referentes ejempla-

  • res coleccionados en aquel establecimiento (1). Algunos doc-trinales, y particularmente el de NARANJO, as como las tra-ducciones de los tratados de mineraloga de TSCHERMAK y NAUMANN - ZIRKEL, hechas, respectivamente, por QUIROGA y MUOZ DE MADARIAGA, consignan, aunque en forma muy com-pendiosa, bastantes noticias sobre las localidades espaolas, y constituan hasta ahora la nica fuente sobre ellos al alcance del pblico no especializado.

    Por lo que se refiere al extranjero, las publicaciones de las Sociedades mineralgicas y geolgicas de Francia Inglate-rra, los Anales de minas francesas, la revista de la Sociedad Geolgica Alemana, el Nenes Jahrbuch, y otras varias que se citarn, contienen dispersas indicaciones estimables. Seme-jantes datos son ms importantes que numerosos, as como los consignados en los manuales clsicos, que adems adolecen de errores en los nombres propios y de inexactitudes geogr-ficas. Para llenar este vaco que no es peculiar de nuestro territorio, sino deficiencia general en casi todo el mundo, el eminente Profesor de Breslau, Dr. HINTZE, est publicando su magnfico Tratado de Mineraloga, en el que venimos colabo-rando por lo que Espaa se refiere.

    Sera injusto no consignar que la difcil revisin de las pu-blicaciones extranjeras aparecidas hasta el ao 1901 que con-tienen noticias mineralgicas referentes Espaa, casi todas alemanas, se debe, en su inmensa mayora, al celo de mi sa-bio colaborador el malogrado Profesor TENNE, de Berln, y con esto queda dicho que por esta parte nada de resta por hacer.

    Por ltimo, las estadsticas mineras publicadas por el Mi-nisterio de Fomento desde 1861, pesar de sus deficiencias y manifiestas inexactitudes, desgraciadamente inevitables, dan una idea aproximada, y la nica que existe de la explotacin de nuestras menas, por lo cual las citaremos con motivo de la produccin de los minerales explotables.

    ( 1 ) En 1843 public un discpulo del Museo, el Sr. C I S N E R O S L A N U Z A , las lecciones dadas por este Profesor, en una obra que citaremos algunas veces; pero sta contiene muchas erratas y graves equivocaciones, que hacen suponer no fu revisada por el maestro.

  • Otra fuente de conocimientos, ms imporetante quiz que la literatura para las especies minerales de una regin, son los Museos y colecciones.

    En nuestro pas es lamentable la escasez de dichas series y la penuria de consignacin y personal consagrado para ellas. Semejantes centros de estudios carecen de la debida protec-cin oficial ni particular, no obstante haber sido nuestro pas el iniciador de ellos. Se sabe, en efecto, que los rabes espa-oles eran muy aficionados formar gabinetes de curiosida-des, y JUAN BECKMANN, profesor de Gotinga, que escribi en el siglo pasado un discurso muy erudito sobre el origen de los Museos, consigna que JUAN MONARDES, el clebre sevillano, fue el que form el segundo en antigedad de estos Museos entre todos los que se conocan en Europa en aquella poca. Sin entrar investigar las causas de la actual indiferencia hacia las colecciones histrico-naturales entre nosotros, nota-remos que contrasta con el entusiasmo creciente en casi to-das las naciones adelantadas hacia dichas series, particular-mente las locales.

    Nuestros Museos ms importantes, por lo que Mineralo-ga se refiere, y los que atesoran mayor contingente de datos referentes Espaa, son el de Ciencias Naturales y el de la Escuela de Minas. Diremos de ellos dos palabras, y enumera-remos despus algunas colecciones nacionales y extranjeras que nos han suministrado datos aprovechables para nuestro trabajo.

    Carlos III, bajo el Ministerio de Floridablanca, mand al arquitecto VILLANUEVA proyectase un magnifico edificio pro-pio para recibir las maravillas de los tres reinos de la Natu-raleza: este edificio es el actual Museo de Pintura y Escultu-ra del Prado. El clebre matemtico, marino y naturalista ULLOA, auxiliado por HERRGEN, THALACKER y los coleccionis-tas FORSTER, y FRANCO DVILA, dieron el primer impulso para

  • la creacin de centro tan importante. Los ejemplares reuni-dos durante el reinado de dicho monarca, y en parte durante el de su antecesor, se instalaron provisionalmente en el se-gundo piso del palacio antiguo de la Real Academia de San Fernando, enriquecindose extraordinariamente estas colec-ciones en 1850 con la notabilsima que perteneci al Sr. PAR-GA. All han permanecido hasta 1896, en que se han traslada-do una parte del stano del Palacio de Bibliotecas y Museos Nacionales, donde ahora se encuentran. La seccin referente Mineraloga de este Museo, pesar de las deficiencias del local, constituye una de las colecciones de este ramo ms im-portantes de Europa, tanto por la belleza y magnificencia de muchos de sus ejemplares, como por su nmero, instalacin y catalogacin. Pero limitndonos nuestro particular asunto, indicaremos que all existe una valiosa coleccin de minera-les espaoles, de los que hay expuestos al pblico unos 2.000 ejemplares con sus localidades detalladas, estando guardados otros tantos por falta de espacio.

    Se inici la formacin de la coleccin espaola fines del siglo XVIII, debindose los ingresos ms importantes Don GUILLERMO THALACKER, colector del Real Gabinete de Histo-ria Natural, que ste era su cargo; el cual, en repetidos via-jes, recogi copiosos ejemplares, trayendo noticias de los ya-cimientos, que se publicaron en los citados Anales del Museo. Esta loable labor qued interrumpida hasta los tiempos mo-dernos, en que el malogrado y nunca bastante sentido Profesor QUIROGA fue reuniendo, desde 1879 1894 en que falleci, todo lo procedente de nuestro suelo que se hallba disperso en dis-tintas colecciones del Museo, ms lo que pudo adquirir en sus excursiones y por donativos, estudiando y analizando un cre-cido nmero de ejemplares. Tambin por entonces se compr la importante coleccin del Sr. MARTN DONAYRE, casi toda del pas. Desde 1901, en que nosotros nos hicimos cargo de esta seccin, y disponiendo de algunos medios para exponer la parte espaola, antes encajonada, su acrecentamiento ha sido tan rpido que se ha cuadruplicado en pocos aos, es-tando ya embarazados por el agotamiento del local disponi-

  • ble (1). Tal es la coleccin que, por citarse imnumerables veces en este trabajo, lo haremos en abreviatura.

    La Escuela de Minas cuenta con una magnfica coleccin que tiene por base la comprada en Alemania en 1830 por el se-or AMAR DE LA TORRE, Profesor que fu de Mineraloga en dicha Escuela antes que el Sr. NARANJO, y que en unin con otros individuos del Cuerpo se trsladaron Alemania expro-feso para aquel objeto, merced la iniciativa del clebre Don FAUSTO ELHUYAR. Posteriormente, compras y numerosos do-nativos han venido enriqueciendo dicha coleccin, que ha ad-quirido as especial importancia. A mediados del pasado siglo, siendo Director el Sr. CABANILLAS, empez formarse all una coleccin geogrfica de Espaa, sin duda bajo la inspira-cin del sabio mineralogista NARANJO, que aconsejaba se hi-ciera otro tanto en el Museo de Historia Natural.

    Tambin poseen en Madrid colecciones dignas de mencio-narse la Escuela de Caminos, Canales y Puertos, la Facultad de Farmacia y la Escuela de Montes de El Escorial, cuya base es una valiosa compra hecha en 1850 por el Profesor de Historia Natural Se. BOSCH. La Comisin del Mapa geolgico forma en la actualidad una coleccin importante, sobre todo para nues-tro objeto, por los ejemplares nacionales con que se acrecienta.

    Fuera de los mencionados centros es poco lo digno de men-cin que existe en Espaa, relativamente colecciones regio-nales: la Universidad de Sevilla posee una serie bastante in-teresante de ejemplares de la regin btico-extremea, con indicaciones precisas de las procedencias y veces del yaci-miento; en la de Santiago tambin parece figuran bastantes ejemplares de Galicia, y la de Valencia y la Real Academia de Ciencias de Barcelona poseen asimismo minerales de sus regiones respectivas. Hay universidades Institutos que cuentan con conatos de colecciones locales, las ms veces embrionarias por la escasez de medios insuficiencia de per-sonal, sobrado inestable con frecuencia.

    (1) Hoy existe un Catlogo impreso, que se vende al pblico, de los ejemplares expuestos.

  • Citaba tambin NARANJO otras colecciones respecto cuyo estado presente tenemos escasas, cuando no malas, no-ticias. En este caso se encuentran la iniciada en la Inspec-cin de Minas de Oviedo y la que fund D. AMALIO MAESTRE en la Universidad de dicha capital; en el distrito de Murcia, reuni una en Lorca, el diligente Ingeniero PELLICO, princi-palmente con las variadas producciones de la Sierra Alma-grera; en la Escuela prctica de Almadn, hay una coleccin que trajo de Sajonia, principios del siglo pasado, D . DIEGO DE LARRAAGA, discpulo de WERNER y Director de aquellas famosas minas.

    En el extranjero existen bellos ejemplares procedentes de nuestro suelo, algunos de los cuales han sido objeto de comu-nicaciones, notas y trabajos que tendremos ocasin de con-signar. En este caso se encuentran la coleccin de la Univer-sidad de Breslau; las del Museo y Escuela de Minas de Pars; las de las Universidades de Berln, Strasburgo y Leipzig; los Museos nacionales de Viena y Budapest; el Museo Britnico y la Escuela de Minas de Freiberg. Varias hemos visitado mi colega el Profesor TENNE y otras nosotros, habiendo recibido de otras, noticias precisas por sus directores conservadores, quienes por ello hacemos ahora pblica nuestra gratitud.

    De nuestras averiguaciones resulta que hay, sin embargo, en el extranjero muchos menos ejemplares de minerales espa-oles de lo que se cree generalmente: baste decir que apenas llegan stos un centenar en las riqusimas colecciones del Museo Britnico. Adems, las indicaciones de procedencia que los acompaan suelen ser sobrado vagas, no siendo raro que figuren como espaolas localidades hispano-americanas y viceversa.

    Aunque sea brevemente y como una anticipacin, creemos til trazar la caracterstica mineralgica de nuestro pas, tal como puede hacerse con los datos que actualmente se poseen.

  • Nuestra Pennsula viene siendo reputada desde antiguo, y merced al influjo de brillantes escritores, como MORALES y CARRILLO LASSO, como una regin privilegiada en punto variados minerales, si bien este juicio no se ha fundado en un conocimiento exacto de las especies que contiene, faltando trabajos de conjunto como el que aqu ensayamos. Cuando se juzga por una mera impresin de datos aislados, suele haber luego mucho que rectificar en los juicios formados, sobre todo si, como entre nosotros ha venido sucediendo, los hallazgos son obra ms bien de la casualidad que del intento cientfico guiado por el estudio de la tpica mineral.

    Es indudable que los innumerables yacimientos de plomo, plata, hierro, cobre y manganeso, el magnfico de cinabrio de Almadn, las fosforitas extremeas y andaluzas, los criaderos de carbn asturianos y cordobeses, las grandes y mltiples formaciones de yeso, sulfatos de sodio y sal comn y los in-numerables mrmoles que se hallan en muchas de nuestras provincias, los grandiosos macizos serpentinosos de Andalu-ca y otras materias primas, algunas verdaderamente precio-sas, que posee la Pennsula en tantas partes, hacen de ella uno de los territorios de suelo privilegiado del mundo entero.

    Para dar una idea aproximada la realidad, del carcter mineralgico de nuestro pas, hay que examinar sucesiva-mente lo que se refiere susbtancias metlicas, materias salinas y minerales ptreos, especialmente silicatos. As lo haremos de un modo general, enumerando despus de algunos minerales notables de nuestra Pennsula por la belleza de sus ejemplares por pertenecer especies raras propias de ella.

    En general, la reputacin que posee nuestro pas de fe-cundo en rarezas mineralgicas viene de los hallazgos reali-zados en las exploraciones mineras y, por tanto, se refiere especies metlicas. Ninguno posee la abundancia que l en yacimientos de plomo, y no tiene rival la magnitud de algunos criaderos, como los de Almadn, Riotinto, Sierra de Gador, Linares, Picos de Europa y otros famossimos.

    Coincidiendo, en general, con la opinin de CZYSZKOWSKI, salvo la estimacin de la edad de ciertos depsitos, creemos

  • que se reconocen tres grandes perodos de producciones me-tlicas de la Pennsula Ibrica: uno antiguo, que se inicia en la poca arcaica y se continua hasta la carbonfera; perodo bastante obascuro, causa de que las montaas y los yaci-mientos metalferos de esta poca han desaparecido en su in-mensa mayora, merced denudaciones repetidas, si bien quedan an como testimonio algunos filones con estao, oro y ciertos sulfuros. Un segundo perodo el de las cadenas herci-nianas, mucho ms importante que el anterior, nos ha dotado de grandes riquezas metalferas; de entonces datan los famo-sos yacimientos de las piritas de Riotinto, Tharsis, San Do-mingos, etc., la gran zona plumbo - argentfera, de cinabrio y antimonita de la regin central y los enormes filones del po-deroso distrito productor de Linares. El tercer perodo, es el de las cadenas alpinas terciarias, al que se refieren los gran-des yacimientos de hierro de Bilbao, de zinc de la provincia de Santander, de plomo y zinc de Asturias, Len, lava y Teruel; en el Medioda los hierros de Sevilla, Almera, Gra-nada y Murcia; los plomos argentferos de Cartagena y de las sierras de la provincia de Almera, y los cobres y menas de zinc de sierra Nevada, para no citar ms que algunos de los criaderos principales. Dentro de este ltimo perodo hay filo-nes de pocas diversas.

    Sin entrar en el vasto campo de las teoras, sobre la for-macin de los filones metalferos, basta nuestro propsito presente sealar que su produccin repetida en la Pennsula durante tan variadas pocas de la vida del globo y en tan mltiples condiciones, explica cumplidamente la existencia de su gran riqueza metlica, de la que forman parte mlti-ples especies y variedades no bien conocidas todava.

    Tambin, por lo que se refiere las sales, es privilegiado el territorio de nuestra Patria. Ya dijo PROUST: La Espaa es, sin contradiccin, la regin del mundo ms frtil en sales nativas ...; llamara de buena gana al salitre y al vitriolo de magnesia las sales esenciales de esta Pennsula . Despus se realiz en ambas Castillas el hallazgo de los sulfatos sdicos con un desarrollo incomparable, corroborando el aserto del

  • gran qumico. Veremos al tratar de la sal comn y del yeso, su acompaante, que es uno de los pases ms ricos, si no el ms rico de Europa en estas substancias.

    En punto al gran grupo de los silicatos, aunque nos falta mucho que saber, lo ya conocido parece que autoriza para in-ferir que nuestra Pennsula no es tan rica en ellos como en los metlicos y salinos, por no poseer estar solo pobremente re-presentados ciertos yacimientos que han proporcionado en otras regiones muchas especies raras. Las rocas volcnicas son todas bsicas y estn limitadas ciertas regiones; nues-tras zonas de mximo esfuerzo orognico no suelen radicar en materiales de composicin variada, en los cuales el meta-morfismo haya podido desenvolver fecundos productos silica-tados, ni el geiserismo tampoco ha tenido en nuestro suelo el desarrollo que en algn tiempo se supuso por algunos gelo-gos. All donde excepcionalmente se han verificado fenme-nos de emanacin actuando sobre rocas ele composicin com-pleja, aparecen asociaciones de silicatos alumnicos con mi-nerales fluoratados, boratados y titanados, como acontece en Sierra Nevada. BARROIS y OFFRET han encontrado de esta suerte el cuarzo asociado la plagioclasa, la andalucita, el cloritoide, la pennina, la turmalina, el rutilo, la dolomita y la siderita en la cordillera Penibtica. De aqu deducen que los elementos voltiles de los filoncillos de Sierra Nevada pe-netraron bajo presiones fuertes en las rocas, activando las reacciones qumicas y favoreciendo los movimientos molecu-lares, por lo cual pudieron cristalizar simultneamente diver-sos silicatos cuya composicin inicial depende de la roca atra-vesada. Este conjunto de circunstancias se ha reunido pocas veces, al parecer, en nuestra Pennsula.

    Como yacimientos importantes de silicatos en Espaa, me-recen citarse ciertas zonas metamrficas antiguas, sobre todo la de Sierra Nevada ahora mencionada y sus anejas; el enor-me macizo serpentinoso de la Serrana de Ronda, la regin arcaica de Almera y Murcia, as como las zonas de contacto catalanas, como las del Tibidabo, Montseny y Martorell, re-cientemente estudiadas en un trabajo de MAIER que citaremos

  • varias veces, y las sierras centrales, que en el El Cardoso, El Escorial y otros trminos han suministrado no pocas espe-cies interesantes. Las rocas volcnicas del Cabo de Gata, Cartagena y provincia de Gerona, contienen algunos silicatos raros, tanto de su propia composicin como englobados (en-claves). Una particularidad de nuestra Pennsula es la profu-sin extraordinaria de las ofitas, tanto en los Pirineos como en las regiones btica y mediterrnea, entre cuyas rocas, , en sus cercanas, as como en las teschenitas portuguesas, se han recogido diversos minerales y algunos muy intere-santes.

    Vamos terminar enumerando algunas de las curiosida-des mineralgicas de nuestro territorio. Entre ellas figuran las propias hasta ahora de l, como la teruelita, la quiroguita, la ferberita y la jarosita, de Sierra Almagrera; la cabrerita, de Sierra Cabrera; la esparraguina, de Jumilla; la aerinita, de los Pirineos catalanes y de Morn (Sevilla), y quizs la geja-rita, de Sierra Nevada, considerada, al menos, como va-riedad.

    Como especies que presentan ejemplares notables, recorda-remos, entre otras, los grandes cristales de cuarzo de Horca-juelo, de hasta 50 centmetros de lado, y con curiosas combi-naciones de caras; los esplndidos bavenos de Bustarviejo y, sobre todo, los cristales gigantescos de azufre de Conil, los ma-yores que se conocen en el mundo; como minerales bellamente cristalizados; citaremos la freieslebenita y la miargirita, de Hiendelaencina; el cinabrio, de Almadn; la cerusita, de Santa Eufemia y de otras localidades, hasta 17, siendo hermossi-mas las de El Borracho; las piromorfitas, de Horcajo; la cupri-ta de Linares; el aragonito en maclas complicadas, de Molina y otros sitios; las celestinas, de Gonil y Garrucha, y la horn-blenda basltica, del Cabo de Gata. Es notable la plata fila-mentosa y musgosa de Las Herreras, as como la variedad in-finita de texturas, entre ellas, la ooltica, de la hidronzincita de Udias. En fin, por pertenecer especies raras, recordare-mos el antimonio, de Viuelas; el bismuto, de Espinabell y Conquista, en la provincia de Crdoba; los uranos fosfatados,

  • de Cceres y las sierras centrales; la vanadinita, de Santa Marta (Badajoz); la allemonita, de Hiendelencina y Guadal-canal; la wolfsbergita, de Guadix (Granada); la domeykita, de Pontevedra; la yodita, de Hiendelaencina; la atacamita, que tenemos entres localidades; la zaratita y la morenosita, del Cabo Ortegal; la jarosita y la zincazurita, del Barranco Jaroso; la auricalcita, de los Pirineos y de Cartagena; la leadhillita y la linarita, de Cartagena y de Linares; la gaylus-sita y la thenardita, halladas en Espaa por primera vez; los calomelanos, de Almadn; la diaspora, de El Cardoso; la gibbsita, de Puente Arce; la cordierita, del Cabo de Gata; la distenta azul, de El Cardoso; la zoisita, de El Escorial y Lugo; la enstatita con pleonasta, de la Serrana de Ronda; la coco-lita de El Escorial, y otros varios que se han de mencionar en sus lugares respectivos, haciendo notar entonces en qu radica su rareza importancia.

    Rstanos hacer algunas observaciones sobre el fondo y forma de exposicin de la presente obra, y sobre algunos de-talles ellos referentes que necesitan explicacin.

    Ante todo diremos que hemos procurado dar nuestro tra-bajo carcter predominte cientfico, consignando slo bre-vemente y en globo los datos industriales y de aplicacin ms importantes. Asimismo hemos sido sobrios en la parte refe-rente los criaderos y yacimientos, en la cual remitimos al lector el excelente trabajo de conjunto del Sr. M A L L A D A , titu-lado Explicacin del Mapa geolgico de Espaa.

    Estando consagrada esta obra las personas iniciadas al menos en la ciencia mineralgica, y siendo forzoso reducir su extensin, no era posible redactarla en forma didctica. Uni-camente tratndose de especies privativas de Espaa, que ofrecen en ella circunstancias particulares, se hacen las pre-cisas indicaciones generales, y aun esto, con la mayor breve-

  • dad posible (1). Creemos bastante para evitar confusiones, que cada especie acompae la frmula de su composicin, el sis-tema cristalino y la relacin xica, adems de las principales sinonimias. En el ndice final alfabtico se consignan otras muchas para que el lector pueda encontrar fcilmente en el texto los datos que busque por cualquiera de los nombres con que se designan los minerales.

    Al frente de la historia de cada especie, se indican las obras trabajos en que existen datos ella referentes. Como estas bibliografas van en forma abreviada, ponemos conti-nuacin de este prefacio una ms lata de las principales obras que contienen noticias referentes minerales espaoles, pres-cindiendo de muchas notas breves que por su especial asunto slo se indican en sus respectivos lugares.

    Tratndose de los minerales que se conocen de varios pa-rajes de la Pennsula, los hemos agrupado por regiones, con el objeto de conservar cierta uniformidad en este punto. A partir de Galicia vamos recorriendo el N. de Espaa hasta el extremo oriental; pasamos despus los antiguos reinos de Len y Castilla, y seguimos por Andaluca, y de all Murcia y Valencia con las Baleares, terminando en Extremadura y Portugal. Respecto este ltimo, hemos de decir que en nues-tra obra anterior sobre los minerales de la Pennsula Ibrica, publicada en colaboracin con el Dr. TENNE, concedamos la regin lusitana toda la extensin que permita el estado de

    ( 1 ) En la obra memorable del Profesor A . LACROIX, Minralogie de la France et de ses colonies, en publicacin, que puede citarse como modelo de esta clase de trabajos, se da al principio de cada especie su caracters-tica completa, y luego se citan las localidades francesas coloniales, agru-padas segn los yacimientos. El autor tiende ms ocuparse de sus mo-dos de formacin que citar localidades numerosas, aspirando obtener resultados tiles desde el punto de vista de la ciencia general. Nosotros no hemos creido deber seguir este mtodo, en parte por la conveniencia de no dar nuestro trabajo una extensin desmedida, y en parte, por la ndole de la necesidad que aspiramos llenar dirigindonos un pblico menos especializado que para el que escribe el Profesor de Pars; pblico que busca, sobre todo, datos concretos sobre yacimientos nacionales, ms bien que disquisiciones cientficas, para las cuales no tendra la mayora de las veces suficiente preparacin.

  • los conocimientos, al paso que en el presente trabajo, pura-mente espaol, slo dedicaremos al vecino reino ligeras indica-ciones, y stas encaminadas completar los datos sobre la distribucin de nuestros minerales.

    Para la ordenacin de las especies hemos adoptado la cla-sificacin del Profesor P GROTH en su Tablean Systmatiqne des Minraux, traducido de la 4a edicin alemana (Gene-ve, 1904). Esta clasificacin, esencialmente qumica, est re-conocida umversalmente como la ltima palabra de la cien-cia; la siguen las obras contemporneas de ms importancia, y segn ella se hallan ordenadas muchas de las principales colecciones, no slo de Alemania, sino de Francia y otros pa-ses, entre ellas la de nuestro Museo de Ciencias Naturales. Tiene esta clasificacin adems de la ventaja de comprender cuantas especies bien definidas se conocen hasta el da.

    En la necesidad de unificar la nomenclatura, por la diver-sidad de nombres con que algunas especies han sido designa-das, segn los autores, hemos adoptado naturalmente los que reciben en la clasificacin que hemos seguido, siempre mono-qumicos. As decimos fluorita y no espato flor, pirargirita, en vez de plata roja; limonita, en vez de hematites parda, etctera; y por la misma razn omitimos los calificativos como el de nativo, diciendo slo plata, oro, bismuto, etc. (1).

    La cuestin de sinonimia es en Mineraloga, como en toda la Historia natural, un obstculo inmenso en obras del carc-ter de la presente. Ya dijo LINNEO, hablando de aqulla: Ver-bositas praesente seculo calamitas scientiae! Para salvar en lo posible la dificultad, sin recargar de nombres, muchos inti-les, nuestro trabajo, indicamos, como queda dicho, al frente de cada especie los sinnimos verdaderamente necesarios para evitar confusiones, y en un ndice alfabtico que ir al final

    (1) Aunque en realidad para todo lo concerniente nomenclatura basta decir que seguimos la del Profesor GROTH, tratndose de algunas denominaciones que pueden dar lugar confusin, hemos cuidado de ex-plicar oportunamente su significacin; por ejemplo, llamamos calamina exclusivamente al hidrosilicato de zinc, magnesit al carbonato de mag-nesia, bornita (y no phillipsita) al sulfuro cbico de cobre y hierro.

  • de la obra, se consignan los dems, como medio de que el lec-tor pueda encontrar las especies, cualquiera que sea el nom-bre con que las conozca.

    Siguiendo la nomenclatura de la obra de GROTH, muchas especies van designadas con nombres que no son los corrien-tes entre nosotros. En estos casos ponemos estos ltimos continuacin del adoptado, entre parntesis. Hemos credo conveniente hacerlo as para que se vayan generalizando en nuestro pas los verdaderos nombres que se aceptan ya en todos los dems sin distincin, siguiendo las reglas adoptadas para la nomenclatura cientfica en Historia natural.

    Debiendo unificar tambin la notacin cristalogrfica, he-mos adoptado la de MILLER por las facilidades que presta para el clculo.

    Respecto la escritura de los nombres de los minerales, todava no legislada en nuestro idioma, seguimos en lo posible la ortografa espaola, conservando slo la extranjera para los nombres tomados de localidades de personas, en cuyos casos es forzoso respetar la ortografa de cada lengua. Y ya que de estas cuestiones gramaticales estamos tratando, dire-mos tambin que hemos procurado aplicar siempre cada nombre el gnero que le corresponde segn su etimologa, por ms que algunas veces choque esto con la costumbre genera-lizada entre nosotros; tal sucede con las voces apatito y pi-roxeno, que deben ser masculinas.

    Finalmente, hemos procurado recoger el mayor nmero de nombres vulgares castizos, provinciales y locales de los mi-nerales y menas conocidos en el pas, pero descartando aqu-llos de significacin incierta de errnea aplicacin. En este respecto, nuestro trabajo es ms completo que lo hecho has-ta aqu.

    Los materiales reunidos para la redaccin de la presente obra se refieren unas 250 especies, cifra relativamente im-portante. Es verdad que no pocas regiones de Espaa son casi desconocidas y toras slo han sido estudiadas de un modo muy

  • imperfecto, desde el punto de vista mineralgico, siendo defi-ciente el concepto que se tiene an de las ms importantes. Con todo eso, estimamos que lo aqu presentado servir al me-nos como un punto de partida para los ulteriores trabajos que puedan llevarse cabo encaminados al conocimiento de la geografa mineralgica de nuestro pas, desidertum de alta transcendencia, que no es dado lograr sin el transcurso del tiempo y la cooperacin de muchos investigadores.

    Tal es, sin ms pretensiones, el objeto de nuestro trabajo, quizs no logrado pesar de su modesto propsito y de haber empleado en el no pocos aos de perseverante labor.

  • Principales trabajos consultados para la redaccin de esta obra (1)

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    - Descripcin fsica y geolgica de la provincia de lava. - Mem. Com. Mapa geol., 1885.

    - Descripcin fsica y geolgica de la provincia de Vizcaya. - Mem. Com. Mapa geol., 1887.

    ALMERA, R . E - Mapa topogrfico y geolgico de la provincia de Barce-lona, 1891.

    ALVAREZ DE LINERA. - Diferentes notas en la Revista minera, II-V 1851-1854.

    Arce, B. DE. - Criaderos de zinc de la provincia de Santander. - Revista minera, B, VI, 1855.

    BARRAS DE ARAGN, F. DE LAS. - Apuntes para una descripcin geol-gico-minera de la provincia de Sevilla, 1899.

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    (1) No se mencionan aqu notas breves, noticias especiales, memorias mineras ni obras de diversa ndole, veces extensas, pero que slo contienen datos aislados utilizables para nosotros. Estos trabajos aparecern citados al f rente de la descripcin de cada es-pecie y slo irn en abreviatura las obras que se refiere la presente bibliografa.

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    yen el filn del Barranco Jaroso de Sierra Almagrera, por el caba-llero profesor Dr. AUGUSTO BREITHAUPT, de Frieberg . - Revista minera, III, 1852).

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    - La rgion pignique de l'Andalousie et Forigine de ses ophites. -Bull. Soc. gol. de France, 3mesr., XVII, 1888.

    - Los volcanes fangosos de Morn (Sevilla) - Anal. Soc. esp. de Hist. nat., Mem. 5, XX, 1891.

    - Notas mineralgicas. Nuevos hallazgos en la provincia de Sevilla. -Anal. Soc. esp. De Hist. nat., XXIII, Mem., 1894.

    - Origen de la sal comn y de los sulfatos de los terrenos terciarios lacustres de la Pennsula. - anal. Soc. esp. De Hist. nat., XXIII, Mem. 337, XXiy 1895.

    - Plagioclasas espaolas. - Anal. Soc. esp. De Hist. nat., XXV Act. 23, 1896.

    - Revisin de las baritinas espaolas. - Anal. Soc. esp. de Hist. nat., XXVII, Act. 126, 1898.

    - Los silicatos de la pennsula Ibrica - Annaes de Sciencias Naturaes, Porto, IV, 1897.

    - Apuntes sobre el nitro en Espaa. - Bol. Soc. esp. De Hist. nat., 199,1, 1901.

    - La casiterita y los filones estannferos de la Pennsula. - Bol. Soc. esp. De Hist. nat., 231,1, 1901.

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    - Sobre deformaciones de cristales de cuarzo de Maro (Mlaga). -Anal Soc. esp. De Hist. nat., XXVI, Mem. 265, 1897.

    - Nuevas contribuciones al estudio de los minerales de Maro (Mla-ga). - Anal. Soc. esp. De Hist. nat., XXVII, Act. 189, 1898.

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  • Clase I - Elementos

    Grupo del carbono.

    D i a m a n t e .

    C. - REGULAR TETRADRICO.

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    Vereins, 15. 1896 BAUER: Edelsteinkunde, 162, 227.

    Andaluca - La primera indicacin de la probable exis-tencia del diamante en Espaa, se debe a BOWLES, que dijo que poda hallarse en el Cabo de Gata, dada la analoga de algunos de sus parajes con uno de Irlanda, donde fu encon-trado un diamante en la margen del arroyo. No tenemos noticia, sin embargo, de que esta presuncin se haya con-firmado.

    Un propietario de minas alemn, en Fuente Ovejuna, ALB. WILCKENS, inform KNOP de que al principio del ao 1870 se hall junto Carratraca, en la provincia de Mlaga, un pe-queo diamante en el aluvin de un arroyo que corre en ser-pentina, pues su dureza y forma cristalogrfica no dejaban duda de que se trataba de esta piedra preciosa. Las proxi-midades de dicho arroyo estn formadas por serpentina ni-quelfera. Por desgracia, nada se sabe del paradero del indi-cado ejemplar.

    BAUER presume que hay analoga entre este hallazgo y los del frica del Sur por lo que se refiere al yacim