Los límites del crecimiento

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Los límites del crecimiento De Wikipedia, la enciclopedia libre Saltar a navegación , búsqueda Entrega del Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán , en 1973 , al Club de Roma en Fráncfort del Meno . De izquierda a derecha: Dr. Ernst Klett , el Dr. Aurelio Peccei , el Prof. Dr. Eduard Pestel Los límites al crecimiento (en inglés The Limits to Growth) es un informe encargado al MIT por el Club de Roma que fue publicado en 1972 , poco antes de la primera crisis del petróleo . La autora principal del informe, en el que colaboraron 17 profesionales, fue Donella Meadows , biofísica y científica ambiental, especializada en dinámica de sistemas . Los límites del crecimiento (1972) La conclusión del informe de 1972 fue la siguiente: si el actual incremento de la población mundial , la industrialización , la contaminación , la producción de alimentos y la explotación de los recursos naturales se mantiene sin variación, alcanzará los límites absolutos de crecimiento en la tierra durante los próximos cien años. El informe se basa en la simulación informática del programa World3 , creado por los autores del informe con el objetivo de recrear el crecimiento de la población , el crecimiento económico y el incremento de la huella ecológica de la población sobre la tierra en los próximos 100 años, según los datos disponibles hasta la fecha. La tesis principal del libro es que, «en un planeta limitado, las dinámicas de crecimiento exponencial (población y producto per cápita) no son sostenibles» . Así, el planeta pone límites al crecimiento, como los recursos naturales no Equipo de trabajo - 1972 Dr. Donella H. Meadows (USA) Prof. Dennis Meadows (USA ) Dr. Jørgen Randers (Noruega ) Farhad Hakimzadeh (Irán ) Judith A. Machen (USA) Dr. Alison A. Anderson (USA) Nirmala S. Murthy (India) Ilyas Bayar (Turquía ) Dr. John A. Seeger (USA) Dr. Erich Zahn (Alemania ) Dr. Jay M. Anderson (USA) Dr. William W. Behrens III (USA) Dr. Steffen Harbordt (Alemania) Dr. Peter Milling (Alemania) Dr. Roger F. Naill (USA) Stephen Schantzis (USA) Marilyn Williams (USA)

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Los límites del crecimientoDe Wikipedia, la enciclopedia libreSaltar a navegación, búsqueda

Entrega del Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán, en 1973, al Club de Roma en Fráncfort del Meno. De izquierda a derecha: Dr. Ernst Klett, el Dr. Aurelio Peccei, el Prof. Dr. Eduard Pestel

Los límites al crecimiento (en inglés The Limits to Growth) es un informe encargado al MIT por el Club de Roma que fue publicado en 1972, poco antes de la primera crisis del petróleo. La autora principal del informe, en el que colaboraron 17 profesionales, fue Donella Meadows, biofísica y científica ambiental, especializada en dinámica de sistemas.

Los límites del crecimiento (1972)

La conclusión del informe de 1972 fue la siguiente: si el actual incremento de la población mundial, la industrialización, la contaminación, la producción de alimentos y la explotación de los recursos naturales se mantiene sin variación, alcanzará los límites absolutos de crecimiento en la tierra durante los próximos cien años.

El informe se basa en la simulación informática del programa World3, creado por los autores del informe con el objetivo de recrear el crecimiento de la población, el crecimiento económico y el incremento de la huella ecológica de la población sobre la tierra en los próximos 100 años, según los datos disponibles hasta la fecha. La tesis principal del libro es que, «en un planeta limitado, las dinámicas de crecimiento exponencial (población y producto per cápita) no son sostenibles». Así, el planeta pone límites al crecimiento, como los recursos naturales no renovables, la tierra cultivable finita, y la capacidad del ecosistema para absorber la polución producto del quehacer humano, entre otros.

El programa informático World3, en diversas simulaciones da como resultado una extralimitación en el uso de los recursos naturales y su progresivo agotamiento, seguido de un colapso en la producción agrícola e industrial y posteriormente de un decrecimiento brusco de la población humana. Es por eso que los autores exponen como una posible solución a este colapso el «crecimiento cero» o «estado estacionario», deteniendo el crecimiento exponencial de la economía y la población, de modo que el uso de los recursos naturales que quedan no sean mermados por el crecimiento económico para que de esa forma puedan perdurar más en el tiempo.

Es posible modificar las tasas de desarrollo y alcanzar una condición de estabilidad ecológica, sostenible, incluso a largo plazo. El estado de equilibrio global debería ser diseñado de

Equipo de trabajo - 1972

Dr. Donella H. Meadows (USA)

Prof. Dennis Meadows (USA)

Dr. Jørgen Randers (Noruega)

Farhad Hakimzadeh (Irán)

Judith A. Machen (USA)

Dr. Alison A. Anderson (USA)

Nirmala S. Murthy (India)

Ilyas Bayar (Turquía)

Dr. John A. Seeger (USA)

Dr. Erich Zahn (Alemania)

Dr. Jay M. Anderson (USA)

Dr. William W. Behrens III (USA)

Dr. Steffen Harbordt (Alemania)

Dr. Peter Milling (Alemania)

Dr. Roger F. Naill (USA)

Stephen Schantzis (USA)

Marilyn Williams (USA)

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manera que las necesidades de cada persona sobre la tierra sean satisfechas, y que cada uno tenga iguales posibilidades de realizar su propio potencial humano.El texto se convertiría en toda una referencia a finales de ese mismo año cuando tomó forma la Declaración de Estocolmo, un acuerdo que nacía tras una conferencia de la ONU sobre Medio Humano.

[editar] Más allá de los límites del crecimiento (1992)

En 1992, 20 años después de la publicación original, se actualizó y publicó una nueva versión del informe titulado Más allá de los límites del crecimiento, en la cual, con base en los datos recolectados desde entonces, se exponía que la humanidad ya había superado la capacidad de carga del planeta para sostener su población.

[editar] Los límites del crecimiento: 30 años después (2004)

El 1 de junio de 2004 se publica (en inglés por la editorial Chelsea Green Publishing Company, en español por Galaxia Gutenberg) la versión actualizada e integral de las dos versiones anteriores, con el título Los límites del crecimiento: 30 años después. En esta publicación se aborda la discusión sobre el imparable crecimiento de la población mundial, el aumento de la producción industrial, el agotamiento de los recursos, la contaminación y la tecnología. entre otras cosas se señala que: «no puede haber un crecimiento poblacional, económico e industrial ilimitado en un planeta de recursos limitados». En esta versión se actualizan e integran las dos versiones precedentes.

[editar] Bibliografía

2004 - Los límites del crecimiento. 30 años después, Galaxia Gutenberg, ISBN: 84-8109-601-61

[editar] Bibliografía adicional

Homer-Dixon, Thomas . (2006). The Upside of Down: Catastrophe, Creativity, and the Renewal of Civilization. Washington DC: Island Press.

Homer-Dixon, Thomas (2007), "The Upside of Down: Catastrophy, Creativity and the Renewal of Civilisation" (Knopf, Canada)

Greer, John Michael. (2005). How Civilizations Fall: A Theory of Catabolic Collapse. [1] Diamond, Jared (2005), Colapso: por qué unas sociedades perduran y otras

desaparecen, Madrid, 2005. Miguel, Amando de , Las profecías no se cumplieron, Ediciones Nobel,ISBN 978-84-

8459-045-3, 2001 Tainter, Joseph A . (1990). The Collapse of Complex Societies (1st paperback ed.).

Cambridge: Cambridge University Press. ISBN 0-521-38673-X. Toynbee, Arnold J . (1934-1961). Estudio de la Historia, 12 volúmenes. Weiss, V. (2007). The population cycle drives human history - from a eugenic phase

into a dysgenic phase and eventual collapse. The Journal of Social, Political and Economic Studies 32: 327-358. [2]

Wright, Ronald . (2004). A Short History of Progress. New York: Carroll & Graf Publishers. ISBN 0-7867-1547-2.

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En 1970, el Club de Roma, una asociación privada compuesta por empresarios, científicos y políticos, encargó a un grupo de investigadores del Massachusetts Institute of Technology bajo la dirección del profesor Dennis L. Meadows, la realización de un estudio sobre las tendencias y los problemas económicos que amenazan a la sociedad global. Los resultados fueron publicados en marzo de 1972 bajo el título "Los Límites del Crecimiento". En el estudio se utilizaron las técnicas de análisis de dinámica de sistemas más avanzadas del momento. En primer lugar se recopilaron datos sobre la evolución que habían tenido en los primeros setenta años del siglo XX un conjunto de variables: la población, la producción industrial y agrícola, la contaminación, las reservas conocidas de algunos minerales. Diseñaron fórmulas que relacionaban esas variables entre sí —la producción industrial con las existencias de recursos naturales, la contaminación con la producción industrial, la producción agrícola con la contaminación, la población con la producción agrícola, etc.— y comprobaron que esas ecuaciones sirvieran para describir con fidelidad las relaciones entre los datos conocidos que habían recopilado. Finalmente introdujeron el sistema completo en un ordenador y le pidieron que calculase los valores futuros de esas variables.

ESTAS FUERON SUS PALABRASSi se mantienen las tendencias actuales de crecimiento de la población mundial,industrialización, contaminación ambiental, producción de alimentos y agotamiento de los recursos, este planeta alcanzará los límites de su crecimiento en el curso de los próximos cien años. El resultado más probable sería un súbito e incontrolable descenso tanto de la población como de la capacidad industrial.(D.L. Meadows y otros, Los Límites del Crecimiento, 1972 la súbita de los precios del petróleo en los años setenta estimuló la investigación de nuevos campos, explotaciones y técnicas, permitiendo que en la actualidad haya muchas más reservas petrolíferas que entonces.

Las perspectivas resultaron muy negativas. Como consecuencia de la disminución de los recursos naturales, hacia el año 2000 se produciría una grave crisis en producciones industrial y agrícola que invertirían el sentido de su evolución. Con algún retardo la población alcanzaría un máximo histórico a partir del cual disminuiría rápidamente. Hacia el año 2100 se estaría alcanzando un estado estacionario con producciones industrial y agrícola per cápita muy inferiores a las existentes al principio del siglo XX, y con la población humana en decadencia.El equipo del MIT introdujo entonces modificaciones en los supuestos iniciales para estudiar cómo podría ser modificado ese resultado final. El supuesto de que las reservas mundiales de recursos quedasen multiplicadas por dos o por cinco tan sólo significaba un retraso de apenas diez o veinticinco años en el desencadenamiento final de la crisis. Esta vendría acompañada de tasas de contaminación mucho más altas y la mortandad consiguiente reduciría la población humana incluso a niveles inferiores a los de la secuencia tipo. La introducción de controles sobre el uso de recursos, la producción de contaminantes y la natalidad, tampoco conseguirían impedir el colapso final.La única modificación de los datos introducidos en el ordenador que conseguía eliminar la crisis consistía en la igualación inmediata de las tasas de natalidad y mortalidad en todo el mundo, la detención del proceso de acumulación de capital y el destino de todas las inversiones exclusivamente a la renovación del capital existente, modernizándolo para un uso más ahorrador de recursos y menos contaminante. Pero ese frenazo brusco en el crecimiento de la población y del capital debía producirse, según los autores, inmediatamente, antes del año 1985. Poco después de publicarse el informe del Club de Roma los precios del petróleo y de las materias primas se dispararon y los países occidentales se hundieron en la crisis económica más grave y prolongada que habían desde la Segunda Guerra Mundial. Muchos pensaron que aquellas sombrías estaban a de cumplirse, antes de lo estimado. Fue la época del nacimiento de un gran número de organizaciones ecologistas y de teorías sobre el crecimiento cero. Los libros del tipo"Cómo sobrevivir una familia explotando dos hectáreas de terreno"alcanzaron los puestos másaltos en las listas de ventas.

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Sólo recientemente las aguas han vuelto a su cauce. La crisis de los años setenta fue mala pero no fue la última. Los precios del petróleo y las materias primas subieron y volvieron a bajar. La subida de los precios estimuló la explotación de nuevos yacimientos y la investigación de técnicas ahorradoras de energía. El aumento de la oferta y la contracción de la demanda han hecho desaparecer el fantasma del agotamiento de los recursos. En el año 1973 la producción mundial de petróleo fue de 2.836,4 millones de toneladas mientras que las reservas estimadas eran de 86.096 MT por lo que se podía calcular mediante una simple división que sólo durarían 30,35 años, es decir, hasta el 2003. En el año 1990 el ritmo de extracción de petróleo había aumentado hasta los 3.257 MT, pero como las reservas conocidas eran mucho mayores, 136.478 MT, el plazo hasta su agotamiento había aumentado a 42 años más, es decir, hasta el 2032. Y los descubrimientos de nuevos pozos y reservas no cesan. El petróleo no se agotará nunca. Es cierto que la cantidad de petróleo existente en el planeta es limitada y fija. Es cierto que el consumo de petróleo ha estado creciendo ininterrumpidamente desde su descubrimiento. Pero esas dos certidumbres no se contradicen con la certidumbre de que es imposible que el petróleo se agote. Imagínese una situación en la que sólo quedara un litro de petróleo en el mundo; resultaría tan caro que estaría dedicado a un uso no consuntivo, por ejemplo, a ser contemplado en algunos museos. Imagínese que sólo quedara un pozo de petróleo en explotación; su dueño estaría cobrando tanto por cada barril que sólo podría utilizarse para algo muy importante y en lo que fuera absolutamente insustituible, quizá en la fabricación de alguna medicina exótica. Imagínese que sólo quedaran una decena o un centenar de pozos en el mundo; por supuesto que los coches tendrían que funcionar con baterías o con alcohol. Es más, mientras el petróleo siga sometido a las leyes del mercado, no escaseará nunca y toda su demanda será satisfecha. La paulatina contracción de la oferta provocará una lenta subida de precios y el consiguiente ajuste de la demanda. Al estar repartidas las reservas petrolíferas por varias zonas del globo, su mercado puede funcionar de forma eficiente. Los movimientos bruscos. en su precio se han debido a razones políticas coyunturales por lo que han resultado temporales. En cualquier caso las técnicas alternativas de producción de energía están ahí. Si algo se puede deducir de la historia de la tecnología es que no hay ningún factor ni ningún recurso insustituible. Hay sólo factores productivos y bienes intermedios cuyo precio es más elevado que el de otros. Nada más. Y las producciones se han adaptado y seguirán adaptándose a esa realidad. Universidad Nueva EspartaFacultad de Ciencias SocialesEscuela de Adm. De Empresas TurísticasLOS LÌMITES DEL CRECIMIENTOResumen y AnálisisCaracas, 07 de marzo de 2002LOS LÍMITES DEL CRECIMIENTO¿Existe un final? ¿Hay un límite al crecimiento, una barrera imposible de atravesar? Algunos científicos tales como Meadows, Randers y Behrens, afirman que estamos corriendo hacia un precipicio y que debemos interrumpir inmediatamente nuestro esfuerzo de crecimiento. En 1970, el Club de Roma, una asociación privada compuesta por empresarios, científicos y políticos, encargó a un grupo de investigadores del Instituto Tecnológico de Massachussets. La realización de un estudio sobre las tendencias y los problemas económicos que amenazan a la sociedad global. Los resultados fueron publicados en marzo de 1972 bajo el título "Los Límites del Crecimiento". En el estudio se utilizaron las técnicas de análisis de dinámica de sistemas más avanzadas del momento. En primer lugar se recopilaron datos sobre la evolución que habían tenido en los primeros setenta años del siglo XX un conjunto de variables: la población, la producción industrial y agrícola, la contaminación, las reservas conocidas de algunos minerales. Diseñaron fórmulas que relacionaban esas variables entre sí la producción industrial con las existencias de recursos naturales, la contaminación con la producción industrial, la producción agrícola con la contaminación, la población con la producción agrícola, etc. y comprobaron que esas ecuaciones sirvieran para describir con fidelidad las relaciones entre los datos conocidos que habían recopilado. Finalmente introdujeron el sistema completo en un ordenador y le pidieron que calculase los valores futuros de esas variables. Las perspectivas resultaron muy negativas. Como consecuencia de la disminución de los recursos naturales, hacia el año 2000 se produciría una grave crisis en las producciones industrial y agrícola que invertirían el sentido de su evolución. Con algún retardo la población alcanzaría un máximo histórico a partir del cual disminuiría rápidamente. Hacia el año 2100 se estaría alcanzando un estado estacionario con producciones industrial y agrícola per cápita muy inferiores a las existentes al principio del siglo XX, y con la población humana en decadencia.El equipo del MIT introdujo entonces modificaciones en los supuestos iniciales para estudiar cómo podría ser modificado ese resultado final. El supuesto de que las reservas mundiales de recursos

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quedasen multiplicadas por dos o por cinco tan sólo significaba un retraso de apenas diez o veinticinco años en el desencadenamiento final de la crisis. Esta vendría acompañada de tasas de contaminación mucho más altas y la mortandad consiguiente reduciría la población humana incluso a niveles inferiores a los de la secuencia tipo. La introducción de controles sobre el uso de recursos, la producción de contaminantes y la natalidad, tampoco conseguirían impedir el colapso final.La única modificación de los datos introducidos en el ordenador que conseguía eliminar la crisis consistía en la igualación inmediata de las tasas de natalidad y mortalidad en todo el mundo, la detención del proceso de acumulación de capital y el destino de todas las inversiones exclusivamente a la renovación del capital existente, modernizándolo para un uso más ahorrador de recursos y menos contaminante. Pero ese frenazo brusco en el crecimiento de la población y del capital debía producirse, según los autores, inmediatamente, antes del año 1985.Poco después de publicarse el informe del Club de Roma los precios del petróleo y de las materias primas se dispararon y los países occidentales se hundieron en la crisis económica más grave y prolongada que habían conocido desde la Segunda Guerra Mundial. Muchos pensaron que aquellas sombrías previsiones estaban a punto de cumplirse, antes de lo estimado. Fue la época del nacimiento de un gran número de organizaciones ecologistas y de teorías sobre el crecimiento cero. Los libros del tipo "Cómo sobrevivir una familia explotando dos hectáreas de terreno" alcanzaron los puestos más altos en las listas de ventas.La crisis de los años setenta fue mala pero no fue la última. Los precios del petróleo y las materias primas subieron y volvieron a bajar. La subida de los precios estimuló la explotación de nuevos yacimientos y la investigación de técnicas ahorradoras de energía. El aumento de la oferta y la contracción de la demanda han hecho desaparecer el fantasma del agotamiento de los recursos. En el año 1973 la producción mundial de petróleo fue de 2.836,4 millones de toneladas mientras que las reservas estimadas eran de 86.096 MT por lo que se podía calcular mediante una simple división que sólo durarían 30,35 años, es decir, hasta el 2003. En el año 1990 el ritmo de extracción de petróleo había aumentado hasta los 3.257 MT, pero como las reservas conocidas eran mucho mayores, 136.478 MT, el plazo hasta su agotamiento había aumentado a 42 años más, es decir, hasta el 2032. Y los descubrimientos de nuevos pozos y reservas no cesan.El petróleo no se agotará nunca. Es cierto que la cantidad de petróleo existente en el planeta es limitada y fija. Es cierto que el consumo de petróleo ha estado creciendo ininterrumpidamente desde su descubrimiento. Pero esas dos certidumbres no se contradicen con la certidumbre de que es imposible que el petróleo se agote. Imagínese una situación en la que sólo quedara un litro de petróleo en el mundo; resultaría tan caro que estaría dedicado a un uso no consuntivo, por ejemplo, a ser contemplado en algunos museos. Imagínese que sólo quedara un pozo de petróleo en explotación; su dueño estaría cobrando tanto por cada barril que sólo podría utilizarse para algo muy importante y en lo que fuera absolutamente insustituible, quizá en la fabricación de alguna medicina exótica. Imagínese que sólo quedaran una decena o un centenar de pozos en el mundo; por supuesto que los coches tendrían que funcionar con baterías o con alcohol.Según los autores, mientras el petróleo siga sometido a las leyes del mercado, no escaseará nunca y toda su demanda será satisfecha. La paulatina contracción de la oferta provocará una lenta subida de precios y el consiguiente ajuste de la demanda. Al estar repartidas las reservas petrolíferas por varias zonas del globo, su mercado puede funcionar de forma eficiente. Los movimientos bruscos en su precio se han debido a razones políticas coyunturales por lo que han resultado temporales. En cualquier caso las técnicas alternativas de producción de energía están ahí. Si algo se puede deducir de la historia de la tecnología es que no hay ningún factor ni ningún recurso insustituible. Hay sólo factores productivos y bienes intermedios cuyo precio es más elevado que el de otros. Nada más. Y las producciones se han adaptado y seguirán adaptándose a esa realidad.ESCENARIO DE LA TENDENCIA MUNDIALLa sociedad mundial se mantiene en su senda histórica mientras le sea posible sin cambios de políticafundamentales. Crecen la producción industrial y la población hasta que una combinación de restricciones del medio ambiente y de los recursos naturales eliminan la capacidad del sector de capital para sostener la inversión. El capital industrial comienza a depreciarse con mayor rapidez que lo que la nueva inversión puede reconstruir. A medida que cae, los servicios sanitarios y los alimentos también caen, los servicios sanitarios y los alimentos también caen, reduciendo las expectativas de vida y elevando la tasa de mortalidad. Según Meadows (1972), si se mantienen las tendencias

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actuales de crecimiento de la población mundial, industrialización, contaminación ambiental, producción de alimentos y agotamiento de los recursos, este planeta alcanzará los límites de su crecimiento en el curso de los próximos cien años. El resultado más probable sería un súbito e incontrolable descenso tanto de la población como de la capacidad industrial. Nosotros compartimos esta posición a pesar de que el pronostico de Meadows, en lo que se refiere a tiempo era un poco precipitado, creemos firmemente en la fatalidad del crecimiento desbordado de la población agotando los recursos naturales y esenciales para la vida humana.

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Malthusianismo

Economía y Sociología. Teoría económica y sociológica que preconiza la restricción del número de nacimientos. || Conjunto de prácticas empleadas para evitar la fecundación de la mujer.

Con carácter económico-científico primero y con el de inmoralidad edonística hoy, el malthusianismo constituye uno de los mayores males que amenazan a las modernas sociedades. Acerca de él es precisa distinguir la doctrina de Malthus de las consecuencias que de ella se han deducido y de las aplicaciones que ha recibido en estos últimos tiempos.

1. Teoría de Malthus. Observando Malthus desde un punto de vista exclusivamente utilitario en su Ensayo sobre el principio de población, que la capacidad productiva del suelo está limitada, ya por la esterilidad del mismo suelo, ya por la naturaleza de su potencia productiva, de tal modo que los resultados no están en razón directa de los sacrificios de trabajo y de capital, llegó a la conclusión de que el aumento de las subsistencias no se realiza en la misma proporción que el de la población, formulando estas dos conclusiones, que han sido llamadas leyes de Malthus: 1ª La población, cuando no es detenida por ningún obstáculo, crece en progresión geométrica, doblándose cada veinticinco años; 2ª Las subsistencias, aun en las mejores circunstancias, sólo crecen en progresión aritmética. Así, pues, mientras la población aumenta en las proporciones:

1, 2, 4, 8, 16, 32, 64, 128, 256, 512

las subsistencias sólo crecen en las de

1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10

Al cabo de dos siglos la población sería, por tanto, en orden a los medios de subsistencia, como 256 es a 9, y al cabo de tres siglos como 4.096 es a 13, y después de dos mil años la diferencia sería inmensa y casi incalculable. Cierto es que las epidemias, los vicios y las guerras, son obstáculo para el aumento de población: pero de todos modos, la desproporción entre la progresión de la población y las subsistencias es continua, por lo cual las segundas han de llegar a faltar, y la consecuencia no puede ser otra que una miseria cada vez creciente. «Un hombre, escribe Malthus en la primera edición de su obra, que nace en un mundo ya ocupado, si su familia no puede mantenerlo, ni la sociedad utilizarlo, no tiene el menor derecho para reclamar una porción cualquiera de alimento y está realmente demás sobre la tierra. En el gran banquete de la naturaleza no hay [571] cubierto preparado para él, la naturaleza le manda marcharse y no tarda en ejecutar por sí misma esta orden.» En apoyo de su doctrina, alega Malthus datos de la estadística de los pueblos, invocando las horribles carestías de la India y sobre todo de Bengala (donde en un siglo se elevó la población de 10 a 70 millones, y en el mismo espacio de tiempo hubo siete hambres), de la China, de Irlanda, &c., y hace una horrible pintura de la miseria que acompaña a todas las aglomeraciones obreras.

Para evitar estos males, propuso Malthus que la humanidad procurase limitar su desarrollo, por medio de la violencia moral (moral restraint), pero es de observar que no estima como morales los medios llamados represivos, recomendando como único medio lícito y eficaz el que los individuos no contraigan matrimonio hasta que tengan los medios suficientes para atender a las necesidades de la prole (Ensayo, traducción francesa de Prevost, 2ª ed., París 1852, pág. 474), añadiendo que el deseo del matrimonio debe ser un estímulo para que el hombre, por medio del trabajo, se proporcione el bienestar que le falta. Aconseja, como consecuencia, la retardación del matrimonio todo lo posible, y se pronuncia contra las limosnas y la beneficencia que, según él, sólo sirven para alentar la pereza y aumentar el número de desgraciados.

2. Los discípulos. Las doctrinas de Malthus, cuya aparición coincidió con los grandes problemas económicos planteados después de la Revolución francesa y con el predominio del individualismo proclamado por ésta, produjeron en Europa inmensa sensación. Aceptáronlas los economistas afiliados a la escuela individualista, si bien la mayor parte de ellos no defendieron el rigorismo de la antítesis entre la progresión geométrica del crecimiento de la población y la aritmética de las subsistencias. J. B. Say, que en 1803, antes de conocer la obra de Malthus, había escrito en su Tratado de Economía Política que el número de hombres es proporcional a la cantidad de productos, se declaró más tarde malthusiano en su Curso, aunque haciendo notar que no son las subsistencias, sino la riqueza, la medida del número de habitantes, y que la producción es proporcional al grado de civilización y de ilustración de las naciones. Rossi todavía es más moderado, y si no acepta la teoría de

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Malthus, tampoco la rechaza, y se deja influir por ella cuando exclama: «antes 2 millones de suizos prósperos, que 8 millones de irlandeses miserables.» Garnier fue entusiasta malthusiano tratando de defender la doctrina contra las críticas de que se la hizo objeto, aunque reconozca que es más exacta en su sentido general que en la fórmula en que su autor la expresa, y Roscher, que acepta en general el principio de Malthus, añade que, mediante una buena economía y un arte inteligente, los productos pueden crecer más rápidamente que en progresión aritmética. Entre los más entusiastas malthusianos, Hegewisch, traductor de el Ensayo al alemán, compara las leves de Malthus a las de Newton, y hasta José de Maistre considera al autor inglés como un oráculo (Du pape, III, 3). El P. Antoine da una lista de los economistas que sostienen las teorías de Malthus y los que las combaten, en su Cours d'Economie sociale, pág. 540; hay traducción especial de La España moderna, Madrid (I tomo).

3. El neomalthusianismo. Pero si hubo discípulos de Malthus que moderaron la doctrina del maestro, otros fueron mucho más allá de lo que éste se proponía, dando lugar con ello a que se viera en el malthusianismo una doctrina que, no sólo aconsejaba reflexionar antes de contraer matrimonio, sino que exigía que sólo se tuviera un pequeño número de hijos, amenazando a los que así no lo hicieran con la miseria, la muerte prematura y la pérdida de los hijos, y declarando que la sociedad no sería responsable de su imprevisión y permanecería indiferente a su desgracia.

En realidad, Malthus sólo aconsejó como único medio preventivo de la superpoblación, el celibato honesto, declarando que entendía por constricción moral, la que un hombre se impone respecto del matrimonio, por un motivo de prudencia, cuando su conducta, durante este tiempo, es estrictamente moral, y que su objeto práctico era tan sólo mejorar la suerte de las clases inferiores de la sociedad. Sin embargo de estas declaraciones, algunos malthusianos, creyendo que era una cándida ilusión esperar de los célibes una estricta moralidad, buscaron otro medio más práctico para evitar el incremento de la población. Unos propusieron ahogar a los recién nacidos, sometiéndolos a una asfixia sin dolor (painless extinction); otros solicitaron el apoyo de los Gobiernos para impedir el matrimonio a los jóvenes sin recursos, o por lo menos para retardar la época de los casamientos, y lo lograron en algunos países como en Berna y en Mecklemburgo-Schewerin, y otros no vacilaron en hacer un llamamiento a los vicios más vergonzosos, tendencia esta última que caracteriza al moderno, malthusianismo. Ya Stuart Mill sostuvo que debía considerarse a las familias numerosas con el mismo desprecio que a la embriaguez u otro exceso corporal, y Garnier habló de la necesidad de la previsión conyugal. Las tendencias materialistas de los tiempos modernos, la guerra al espíritu religioso, y el deseo de goces, han conducido a preconizar y a desarrollar en la práctica la esterilidad voluntaria. Los principales iniciadores de esta teoría han sido Francisco Place, reformador francés, autor de la obra Ilustración y pruebas del principio de población (1822), Robert Dale Owen, autor de una Fisiología moral (1831), en que estaban expuestos los distintos métodos para impedir la concepción: los hermanos Drysdale, que fundaron en Inglaterra (1877) la Liga Malthusiana (Malthusian League), que tiene su órgano, en la prensa, The Malthusian.

El mal se ha extendido por Holanda, donde existe también una liga malthusiana, que publicaba en La Haya un periódico titulado Het Glukkig Huisgezin y ha llegado hasta Alemania fundándose la liga neomalthusiana alemana, cuyo órgano es la revista Sozial Armoni, de Stuttgart. Los socialistas, si bien no son malthusianos en la organización social actual, creen que la doctrina habrá de aplicarse en el futuro estado socialista, ya que entonces, habiendo desaparecido la necesidad y la guerra y suprimidos todos los obstáculos y trabas naturales, el acrecentamiento de la población será harto rápido y excesivo. Así lo dice Ziegler (La cuestión social es una cuestión moral, Barcelona 1904, tomo 2º, pág. 109), y fundado en ello atribuye Hertzka al Estado socialista la intervención en el acrecentamiento de la población, y quiere Schäffle un matrimonio que produzca el número de hijos que sea posible mantener, tanto más cuanto que la restricción legal del número de hijos sería necesaria en el Estado socialista para evitar la desigualdad en el reparto de las riquezas. A su vez, muchos [572] anarquistas preconizan el neomalthusianismo como medio de hacer la guerra a la actual sociedad burguesa.

Así Luis Bulffi en su obra Huelga de vientres (Oporto 1906), cree que con ello no se fomentaría la explotación del hombre por el hombre, y se negarían elementos a la producción capitalista, al militarismo y a la miseria, obteniéndose la inmediata ventaja de mejorar la situación económica de los trabajadores, disminuir el número de éstos, rebajar las horas de trabajo y llegar hasta la abolición del salario. Esta tendencia (que desconoce el que la organización social actual no depende del número de individuos), ha encontrado una gran aceptación en Francia, donde se distinguió por su actividad en propagarla el célebre médico Paul Robin, que formó numerosos grupos neomalthusianos, fundó la Liga de la regeneración humana, para enseñar las prácticas anticoncepcionistas, publicando una revista mensual con el título de Regeneration, en París, y un folleto denominado Generation volontaire, con el mismo objeto. La propaganda ha pasado también a España. Mateo Morral tradujo la obra de Robin repartiéndola gratis entre las obreras y haciendo propaganda por España, y si bien Grave, Malato, Bonafulla y Federico Urales combatieron la teoría, ésta ha producido la llamada Liga de la regeneración humana,

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que tiene su centro en Barcelona, donde publica una revista semanal Salud y Fuerza, que, convertida en empresa editorial, divulga descarada e impunemente la infecundidad voluntaria y los métodos prácticos para obtenerla.

Los resultados de esta propaganda neomalthusiana se observan principalmente en Francia, en donde el aborto provocado (defendiéndose el derecho a él sin consideración a que el concebido es un ser humano y convirtiéndose su provocación en una profesión; Ver Aborto y Delincuencia), la ovariotomía [acerca de la cual declaraba en 1896 el doctor Canu que se había practicado en París 30 o 40.000 mujeres, y que existían en Francia 500.000 de ellas sin ovarios (citado por Fonsegrive, Mariage et union libre, París 1904, pág. 220)], y el onanismo y demás prácticas neomalthusianas, cuya difusión asustaría si pudiera ser conocida, han logrado disminuir la natalidad de tal manera, que es inferior a la mortalidad, haciendo que hombres de las más distintas tendencias (como Zola, en Fecondité; Bertillon, en la Depopulation de la France, y Leroy Beaulieu en La question de la population), hayan dado la voz de alerta, previendo la desaparición de Francia de la categoría de las naciones, hecho que, de seguirse por el mismo camino, señala el diario japonés Taiyó, de Octubre de 1904 (citado por Castan, La crisis del matrimonio, Madrid 1914, pág. 558), para fines del siglo actual.

Buscando los autores las causas que han podido producir esta aceptación de los principios neomalthusianos, la escuela de Le Play lo ha atribuido al móvil de conservar el patrimonio familiar, dado el régimen legal de partición hereditaria; pero esta explicación no basta, porque el hecho se da incluso en aquellas clases que carecen de bienes. Otros encuentran la explicación en las condiciones económicas de la sociedad moderna, que hacen pesada la paternidad e incierto el porvenir de los hijos, razones que si podrían tener aplicación tratándose de las clases burguesas, no la tienen en cuanto a la clase proletaria, en la cual los cuidados que se dedican a la infancia son bastantes sumarios y poco costosos, y los hijos comienzan pronto a aportar ingresos a la familia. Vacher de Lapouche encuentra la explicación en la tendencia del homo alpinus, y, sobre todo, del mestizo de alpinus y europeus, el individualismo, que le lleva a no sentir la necesidad moral de perpetuar su raza y a no sentir sino el aguijón material del placer (Les selections sociales, París 1896); mas tampoco esta teoría explica cómo los pueblos más prolíficos son actualmente los que tienen menor genio político, y como en el Oeste de Europa, asiento del espíritu nacional, es donde el fenómeno de la despoblación parece estar especialmente localizado. Spencer, Zola, Ellis, Leroy Beaulieu y otros, sostienen ser la civilización lo que disminuye la fecundidad; pero la causa no se encuentra en la civilización en sí misma, sino en los caracteres de egoísmo, feminismo, amoralismo e irreligión de la civilización actual.

En demostración de esta tesis alega Castán (obra cit., págs. 563 y sigs.): 1º El espíritu democrático, por virtud del cual, como escribe Arsenio Dumont, «el menor átomo de la plebe procura subir hasta la cúspide social, para lo que constituyen los hijos un obstáculo»; 2º El feminismo, que al emancipar a la mujer e igualar al hombre arrojándola en la lucha por la vida y el empleo, hace que no esté dispuesta a aceptar las molestias y la carga de la maternidad, y 3º El abandono de la religión y de la moral católicas, como lo prueban las observaciones de Etienne Rey (Maximes morales et inmorales, 2º ed., París 1914), Bertillón, Ellis (El sexo en relación con la sociedad, Madrid 1912), Tallquist (Investigaciones estadísticas sobre la tendencia a una menor fecundidad en los matrimonios, Helsingfors, 1886), Lacassagne (Les actes de L'Etat civil, Lyón-París), Perin y otros muchos, que prueban que los países más religiosos han sido siempre y son los que han tenido y tienen más hijos, y que el número de los matrimonios religiosos está en relación con el aumento de la natalidad.

4. Crítica. La teoría de Malthus está hoy completamente refutada por economistas y sociólogos de las más distintas escuelas, y, sobre todo, por los hechos.

En primer lugar, la estadística prueba que no es cierto que la población crezca en progresión geométrica. La población de Europa sólo se elevó en el siglo XIX de 1725 a 360.000.000 de habitantes. La misma escuela positiva, por boca de Spencer, cree que en el porvenir es de esperar un decrecimiento de población, en lugar de un aumento de la misma, como consecuencia del incremento de la individuación, característica de la civilización moderna, que produce una disminución de fuerza nerviosa, y una atenuación, por tanto, de la fecundidad de la especie humana.

Tampoco la proporción aritmética de las subsistencias ha resultado comprobada, sino que, por el contrario, han crecido en una proporción mucho mayor, y los nuevos territorios ocupados y los descubrimientos técnicos y químicos prometen casi inagotables recursos para el porvenir. En Francia, 32 millones de habitantes recolectaron, en 1820, 50.000.000 de hectolitros de trigo, y 38.250.000 habitantes recolectaron, en 1890, más de 100.000.000 de hectolitros.

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Por otra parte, Malthus no tuvo en cuenta el aumento de la capacidad industrial del hombre, merced a la cual puede un individuo quintuplicar y hasta decuplicar la potencia industrial de su padre. El ejemplo de los Estados Unidos, donde la población se doblaba cada veinticinco o treinta años, sin que [573] los productos agrícolas escaseasen, vino también a deponer en contra de la doctrina de Malthus, y basándose en ello, proclamó Enrique Carey la doctrina opuesta, de que la densidad creciente de la población equivale a una facilidad creciente de producción, tesis en apoyo de la cual se alega: 1º Que la agricultura moderna tiene a su disposición capitales más considerables que nunca, y cultiva terrenos cada vez más fértiles, por lo que su producción aumenta en una proporción mucho más considerable que en progresión aritmética; 2º Que no ha de considerarse solamente la producción agrícola sino la producción en la cual aumenta con más rapidez que la población, y 3º Que cuantos más obreros hay, más se aumenta la producción y en mayor número se acumulan los capitales disponibles.

Por su parte, M. Cauwes, aceptando los argumentos de Carey, dice que la tendencia constante al exceso de población es inverosímil, y que los cambios internacionales alejan todo peligro de hambre (Précis d'Economie Politique, págs, 177 y sigs.), e Ives Guyot, fundándose en estadísticas y gráficos del movimiento de la población y de la riqueza en Francia, Inglaterra y Estados Unidos, llega a decir que los hechos formulan la ley de Malthus vuelta del revés, es decir, que la riqueza crece en progresión geométrica y la población en progresión aritmética (La Science Economique, París 1887, págs. 217 y sigs.). Por otra parte, hablando Berthelot de los progresos de la química, llega a prever, siquiera su visión tenga los caracteres de un sueño, que tales progresos suprimirán el problema de la existencia mediante el cultivo del suelo. «En principio, dice justificando su aserto, el problema de la fabricación de las substancias alimenticias está ya resuelto, la síntesis de las grasas y los aceites está realizada hace cuarenta años: la de los azúcares e hidratos de carbono se ha realizado en nuestros días, y la de los cuerpos azoados no está lejos de nosotros... Día llegará en que todos y cada uno llevarán consigo para alimentarse su pequeña tableta de materia azoada, su trozo de grasa, fécula o azúcar, todo producido económicamente por nuestras fábricas, y todo ello independiente de los acontecimientos, de la lluvia o de la sequía... todo, en fin, exento de microbios patógenos.» (Discurso pronunciado en la Academia de Ciencias de París el 5 de Abril de 1894, y publicado en Le Temps del 7 de Abril de mismo año).

Para que nada quede de las doctrinas de Malthus, los socialistas modernos sostienen que la causa de la miseria no es la población, sino la actual organización económica. Así lo reconoce Bebel, quien añade que a la hora presente y por mucho tiempo todavía, lejos de haber exceso de hombres no existen bastantes en Europa para alcanzar una completa civilización, y que en cuanto a las otras partes del mundo, los países más fecundos y fértiles se hallan hoy completamente incultos o poco menos, porque su roturación exige masas colonizadoras de millares de brazos (La mujer ante el socialismo, traducción española de doña E. Pardo Bazán, Madrid, págs. 293 y sigs.); y hasta Darwin, cuya teoría de la selección fue, según él mismo asegura, sugerida por la doctrina de Malthus, considera que el exceso de población en lugar de ser funesto es beneficioso, pues gracias a él se realiza la selección natural que es el elemento del progreso.

Nada tiene, pues, de extraño, que exista hoy una poderosa corriente antimalthusiana, y que Oppenheimer llegue a estas conclusiones: 1ª La producción tiende a exceder a la población; 2ª El aumento de población es causa de riqueza, y 3ª La miseria es independiente de la cuestión demográfica (Das Bevolkerungsgesetz des Malthus und der neuerer National oekonomie; Darstellung und Critik, Berlín 1901).

La verdadera solución está entre las dos teorías extremas, y no es ecléctica sino armónica. Tan cierto es que la población no aumenta sino con lentitud, como que en el trabajo agrícola los progresos son lentos y difíciles, de tal manera, que siguen el movimiento aumentativo de la población, pero ordinariamente no le adelantan. Se ve en esto un orden providencial. Tan ilusorio es suponer que el hombre por más trabajo que emplee habrá de verse condenado a la miseria (pesimismo económico), como que los productos de la industria agrícola llegarán a ser indefinidos y la vida fácil y dulce para el mayor número de los humanos (optimismo). Los pueblos necesitan trabajar para subsistir, y si trabajan con trabajo constante y fecundo, la población, aunque sea abundante, vivirá con desahogo; mas si el trabajo se abandona, la miseria hará su aparición, aunque la población no sea abundante, siendo muy de observar que los pueblos en decadencia se lamentan de la falta de brazos, por virtud de la cual no pueden proveer a su subsistencia. La fórmula divina replete terram et subiicite eam, continúa siendo la solución de la cuestión. El supremo mal no es la pobreza, sino el desorden moral; en muchos casos la pobreza es aguijón del genio y muchos inventos han tenido su origen en la necesidad. La restricción legal del matrimonio no resuelve la cuestión, pues sólo produce un mayor número de uniones ilegítimas y un aumento de la prostitución, como ocurrió en Baviera, en donde fue necesario suprimir la ley restrictiva. Negar a los pobres el matrimonio, es conculcar uno de los más sagrados derechos del hombre, y hacerlo más dura y sensible la pobreza, y si bien es cierto que no debe olvidarse el consejo de que debe contarse con recursos para sostener la familia, no debe tampoco llevarse la previsión al extremo de convertir el consejo en regla obligatoria; en ocasiones, el mismo matrimonio, suele ser un remedio a la pobreza, ya que el dar dirección fija y ordenada a la

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vida, estimula la laboriosidad, y la emigración y la colonización sabiamente dirigidas sirven para alejar el menor resto de temor al peligro que Malthus se forjó.

En cuanto al neomalthusianismo, queda probado, con lo que antecede que carece de base científica, y los hechos ponen de manifiesto sus dolorosos resultados. El fraude conyugal hastía a los esposos y produce el recíproco desafecto y la infidelidad. La doctrina del hijo único hace disminuir las virtudes familiares y produce el relajamiento de los caracteres, pues, como observa Bertillón, no sólo hace que la formación moral del único vástago sea defectuosa, por regla general, sino que, al convertirlo en el único heredero, le vuelve perezoso. Los efectos de las prácticas neomalthusianas en la higiene física, y social son deplorables: según Opisso, son productoras de la difusión de la neurastenia (Medicina social, Barcelona pág. 222), y, como observa Mornet, la vitalidad material disminuye siempre proporcionalmente a la vitalidad moral (La potection de la maternité en France. Etude de d'Hygiène sociale, París 1910, página 21). En el orden exterior, la vida y la grandeza de los Estados dependen del número de sus [574] habitantes y de la moralidad de su vida: cuando un pueblo es insuficiente para ocupar y defender un territorio, no tarda otro en apoderarse de él.

En cuanto a las causas de difusión del neomalthusianismo, puede reobrarse contra ellas: protegiendo el Estado los deberes de la maternidad en la mujer, haciendo inversamente proporcional el impuesto de sucesión al número de hijos, favoreciendo en materia fiscal a las familias numerosas, sobre todo tratándose de impuestos indirectos, concediendo premios a los matrimonios con hijos numerosos (en Alemania el emperador es padrino del séptimo hijo que tengan sus súbditos), rehabilitando la consideración del trabajo manual, suprimiendo la dote de las hijas y combatiendo la inmoralidad y reprimiendo enérgicamente la propaganda de ideas neomalthusianas, como lo hizo Bélgica en 1908, impidiendo la tolerancia que con ellas tienen los tribunales de justicia (véanse, por ejemplo, las sentencias dadas en juicio por jurados en la Audiencia de Barcelona en 16 de Marzo y 7 de Junio de 1906 y 2 de Julio de 1908, que cita Castán en su obra Crisis del matrimonio, Madrid 1914, pág. 570, nota 2) y restableciendo el sentido religioso de la vida y el imperio de la moral católica que prescriben la dignidad en el matrimonio, condenan el vicio de Onán y conservan como un mandato divino la multiplicación de la especie y la vida por el trabajo, así como aconsejan el sacrificio individual en aras del interés social. Ver, Matrimonio y Población.

Bibliografía. Además de las obras citadas en el texto de este artículo, véanse: Soetbeer, Die Stellung der Sozialisten zur Malthusschen Bevölkerungslhere (Berlín 1886); Brentano, Die Malthussche Lehre und d. Bevölkerungsbewegung d. letzten Dezennien (Munich 1909); Budge, Des Malthussche Bevölkerungsgesetz und die theoretische Nationalökonomie der letzten Jahrzehnte (Carlsruhe 1912); Molinari, Malthus, essai sur le principe de population (París 1889); Cossa, Il principio di popolazione di T. R. Malthus (Milán 1895); A. Cánovas del Castillo, Otro precursor de Malthus, en los «Problemas Contemporáneos»; G. Garnier, «Del principio di popolazione, en la Biblioteca dell'Economista» (vols. 11-12, 2ª serie, pág. 464); Abel Joire, La populatione, richesse nationale. Appréciation vraie des principes de Malthus (París 1885); Carlo Kautsky, Socialismo è malthusianismo. L'influenza dell' aumento della popolazione sul progresso della società, (Traduzione dal Tadesco di Leonida Bissolati, Milán 1884); G. Rümelin, «Teoria della Popolazione», en la Biblioteca dell' Economista (vols. XI-XII, 2ª serie); Edouard Smissen, La Population. Les causes de ses progrès et les obstacles qui en arrêtent l'essor (París 1893); Leroy-Beaulieu, Traité d'Economie Politique (5ª ed., París 1910, t. IV); Anónimo, «Le problème de la population dans l'Economie nationale», en La Réforme Sociale (vol. 6, 6ª serie, página 39); Bayard, «La Peur de l'enfant», en La Réforme Sociale, vol. 3, 6ª serie, pág. 362); Berenger et Leroy-Allais, «La propagande néomalthusienne», en La Réforme Sociale (vol. 6, 6ª serie, pág. 161); A. Coste, «Le facteur population dans l'évolution sociale», en la Revue Internationale de Sociologie (vol. 9, pág. 596); Giuseppe Fiamingo, «Malthus et la statistique», en el Journal des Economistes (vol. 21, 5ª serie, pág. 194); A. Loria, «La vechia e la nouva fase nella teoria della popolazione», en la Rivista Italiana di Sociologia (vol. 1, pág. 4); A. Loria, Malthus (Módena 1909); Dante Munerati, «Il problema della sovrappopolazione», en la Rivista Internazionale di Scienze Sociale (vol. 41, página 338); Aug. Onclair, «Malthus et sa théorie sur le principe de la population dans ses rapports avec les subsistances», en la Revue Catholique des Institutions et du Droit (vol. 4, 2ª serier, pág. 400); F. Oppenheimer, «Une nouvelle loi de la population», en la Revue d'Economie Politique (vol. 17, pág. 333); E. Pierret, «L'oeuvre maçonique de la dépopulation en France», en La Réforme Sociale (vol. 6, 6ª serie, pág. 172); Miquel Vidal, «La lley de Malthus y el moviment actual de la poblaciò comparat ab lo de la producciò mondial», en la Revista Jurídica de Cataluña 1906, (pág. 265). Ver, Economía y Población.

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La Teoría malthusianay el Hambre de Hoy

La población humana. Teoríamalthusiana.En 1798, el economista inglésThomas R. Malthus, tasandoel futuro del hombre, concluyóque el tamaño de la poblaciónhumana sobre nuestroplaneta estaba restringido enparte por la limitación de alimento.Creía que las enfermedadesy las guerras eran los mediosque impedían el crecimientode la raza humana. AunqueMalthus estaba en un principioen lo correcto al suponer queexistían factores definitivos queobstaculizaban el aumento de lapoblación humana, fue demasiadopesimista por los limitadosconocimientos de que disponía,pensó que las penalidades económicasdel hombre se haríanmás grandes a medida que lapoblación aumentara.Malthus fue incapaz de vislumbrarque los enormes adelantosen agricultura y tecnologíaaumentarían la producciónde alimentos y así poder incrementarlosmás rápidamente queel crecimiento de la poblaciónhumana. Durante los cientonoventa años siguientes a la teoríade Malthus, el estado económicode la población humanaen numerosos países, especialmenteen las naciones de occidente,tuvo un gran desarrollo, apesar del marcado aumento en lapoblación. El nivel de vida enlugar de descender como predijoMalthus, ascendió considerablemente.Sin embargo, Malthus

asentó la teoría básica de que elnúmero de organismos vivos(incluyendo los seres humanos)sería restringido inevitablementepor limitaciones impuesta porel medio ambiente. No importacuán eficientes sean nuestros mediosde producción, de fabricaciónde alimentos y unidadesmédicas, puesto que existenlimitaciones definidas en lacapacidad terrestre para tolerarun gran número de personas.Cuando estas limitaciones ambientalesfinalmente se traducenen términos de una poblaciónmuy grande, el grado de nacimientosy de muertes tenderán aser semejantes. Esto se reflejaráen la aparición sucesiva de la fasede multiplicación desacelerada yla fase de equilibrio en la curvade crecimiento de población.Aumento en la poblaciónhumana.Los estudios de la poblaciónhumana total del mundo, indicanque estamos actualmente en lafase logarítmica de la curva decrecimiento, tal y como nos indicala población mundial. Estaúltima sería la que la poblaciónmundial actual es de más ochomil millones de personas. El númerode seres humanos que habitanla Tierra ha aumentado rápidamente.En 1650 había menosde quinientos millones de personassobre la Tierra, representandoel doble de la poblaciónhumana en cerca de 1700 añosdesde el tiempo de Cristo, hastala mitad del siglo XVII. En

1850 el número de seres humanoshabía llegado a mil millones,correspondiendo esto aldoble de la población en dossiglos. El rápido crecimiento dela sociedad entre 1850 y 1900,tuvo el equivalente al doble dela población de cada siglo. Entre1900 y 1950 el aumento dela población humana siguió enascenso doblemente en 75 años.Los últimos reportes indicanque la población mundial actualestá aumentando en un 2 porciento por año (más rápido queen cualquier otro período de lahistoria del hombre), ¡lo cualequivale a duplicar la poblacióncada 35 años! Si este ritmo decrecimiento continúa, se prediceque existirá una poblaciónmundial de diez mil millonespara el año 2,020, 25,000 millonespara el año 2070 y más de200 mil millones de personasdentro de dos siglos.El ritmo al cual crece la poblaciónes el reflejo de la diferenciaentre el grado de nacimientosy el de muertes. Eldesarrollo de nuestra sociedadcientífica-tecnológica-industrialha comenzado a surgir conla iniciación de la revoluciónindustrial del siglo XVII lo cualfue la causa fundamental de ladisminución de muertes. Estose debe al aumento del dominiodel hombre sobre el medio ambiente,es decir, una gran producciónagrícola, aumento enlos sistemas de transportes, comunicación;así como el aumentoy distribución del conocimientoen los campos de lamedicina y salud pública. El

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rápido incremento de la poblaciónen los Estados Unidos serefleja en el naci-miento de 25por cada mil personas y ungrado de mortalidad de sólo 9por cada 1000 personas. Sepredice que la población actualde 300 millones de personas enlos Estados Unidos excederá alos 400 millones a finales del2030.Supervivencia y muerte.Los informes acerca de ladistribución de muertes entrelas diversas edades de una poblacióndada, o bien el tiempoque sobrevive el hombre, es importantepara: 1) determinar tamañoy composición de una poblaciónde organismos; 2) predecirel futuro desarrollo de lapoblación y su naturaleza; y 3)indicar los medios de control dela población. El grado de mortalidadestá más influido porfactores ambientales que el gradode nacimientos. Puede, porconsiguiente, servir como medioimportante para controlar elcrecimiento y tamaño de unapoblación dada. Si conocemos,por ejemplo, que el grado demortalidad para una poblaciónde una especie dada es alta duranteun estado particular delciclo vital del organismo, entoncesuno de los medios efectivospara aumentar la poblaciónserá eliminar en lo posibleaquellos factores ambientalesque contribuyen a una mortalidadelevada.En la mayoría de las poblaciones,el grado de mortalidades más elevado entre los organismos

más jóvenes y entre losmás viejos. Bajo condicionesteóricamente ideales, podemosvislumbrar un grado mínimo demortalidad, únicamente entrelos individuos más viejos,como resultado de cambios fisiológicosínfimos propios dela vejez. Sin embargo, actualmenteel grado de mortalidadse distribuye por edades en losgrupos de una población dada,dependiendo del tamaño ycomposición de la misma; asícomo de sus factores ambientales.La distribución de la mortalidadentre las diversas edadesde cualquier población puedeilustrarse graficando el númerode sobrevivientes (por cada milindividuos nacidos) contra elmáximo de longevidad.Bajo condiciones teóricamenteideales, donde el gradomortal mínimo prevalece comoprimer resultado de los estragosde la vejez, podríamos esperarvirtualmente para la completalongevidad una línea horizontal,la cual tiende a bajar casiverticalmente a cero hasta llegara la longevidad máxima. Enel otro extremo hay poblaciones(por ejemplo, ostras), enlas cuales la mayoría de losmiembros perecen muy prontomientras que casi todos los individuosrestantes sobrevivenel tiempo normal de vida. Enla mayoría de las poblacionesnaturales, las curvas de supervivientespueden estar por arriba,entre los dos extremos.Como regla general las proporcionesde varios grupos deedades, en cualquier poblacióndada, pueden servir como guíaútil para predecir el crecimientofuturo de la población.

Las poblaciones que poseenun gran porcentaje de individuosmuy jóvenes, los cuales esde esperar que se extienden;mientras aquellos con una granproporción de individuos másviejos tienden a declinar. La distribución más o menos igual de grupos por edades, refleja la potencialidad de la población para permanecer invariable en relación a su tamaño