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    NDICE

    Prlogo 4

    Introduccin 5El juego 6La soledad 9La vida y la muerte 12Las piedras 15

    Las plantas 17Los animales 20El hombre 24La Naturaleza 27Las cuatro estaciones 30El da y la noche 33La tierra 36El agua 39El aire 42El fuego 45El movimiento 48Los sentimientos 51El pensamiento 54La intuicin 57La voluntad 59La sociedad 62Las agrupaciones humanas 65La familia 68La educacin 72La ciencia 74La religin 77

    El arte 79La poltica 81La guerra 83El amor 86El destino 89Las estrellas 92El tiempo 94La obediencia 97La belleza 99La justicia 101La unidad 105

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    Bien y mal 107La filosofa (el huso de Ariadna) 110Dios 113Eplogo 115

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    PRLOGO

    Si buceamos hasta el fondo de nuestro conocimiento del pasado, hallamossiempre al hombre con un natural asombro filosfico ante la naturaleza de su entorno yde s mismo. Sus preguntas se elevan al cielo como el humo de los inciensarios; nacidasde un quemante fuego y arrastradas por un geotropismo negativo que es propio de la nocosidad de su ancestro ontolgico.

    La observacin detallada de su mbito le demuestra lo pasajero de las cosas. Yaunque sus preguntas se diluyen en el misterio sin respuesta concreta, sabe de algunamanera que l permanece y permanecer ms all del caleidoscpico juego de losabalorios de los objetos que percibe.

    As nace una suerte de aspecto ldico de la vida en donde todo tiene importanciay, a la vez, todo carece de ella. La percepcin de esta metafsica carencia ha inspiradoun libro escrito con poesa y sencillez, Los juegos de Maya, que prologamos.

    Por ser su autora mi discpula en los senderos de la filosofa, no me correspondeejercitar una corriente laudatoria que, de corazn, me nace desde el fondo del alma,pues es muy difcil decir cosas tan profundas como lo ha hecho Delia S. Guzmn, conpalabras tan claras y accesibles. Ms que palabras, ha escrito peldaos, que el lectorutilizar de manera amena y le llevarn, como en infantil ronda, a la alegra de no sentir

    la vida ni la Naturaleza como enemigas, sino como aliadas que Dios ha puesto en nues-tra senda para despertar nuestras conciencias.

    La pluralidad de los temas tocados est traspasada por una sealizacin de launidad, lo que da vitalidad al conjunto de los captulos. Pero jams se pierde el tonooptimista y, sobre el gran tablero de ajedrez de la realidad, las mviles piezas sedeslizan, ora aqu, ora all, en el gran juego de Maya, donde lo importante no es quingane, sino jugar. Para sentirse vivo y recopilar experiencia.

    Los Juegos de Maya constituye, en fin, un libro breve, conciso en cuanto a lomedular de su contenido filosfico, pero sumamente ligero y fcilmente asimilable.

    Con l, el lector aprende a jugar a la vida sin doloroso esfuerzo y a plantearsecon naturalidad las preguntas ms fundamentales que, como antes citamos, suben alcielo como el humo de los viejos inciensarios; como una oracin milenaria repetida porlabios nuevos, justamente cuando el mundo ms necesita de fe, sencillez y sana alegrade vivir.

    Prof. Dr. Jorge ngel Livraga RizziCruz de Pars en Artes, Ciencias y Letras

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    INTRODUCCIN

    Maya es una vieja deidad oriental, cuyo significado es Ilusin. Se trata del velocon que la Naturaleza cubre todas las cosas para que los humanos no podamos descubrirfcilmente sus ocultas leyes, y as, la belleza de Maya y sus mltiples juegos engaan,seducen y ayudan a pasar los aos de vida que nos corresponden sobre la tierra.

    La ilusin juega con nuestros sentidos. Y nosotros participamos, ms o menosconscientemente, del juego. Ilusin no es exactamente algo que no existe, aunque noso-tros percibamos. Los juegos de la ilusin se basan en cosas ciertas, pero no duraderas;son verdades que alcanzan a vivir lo que una burbuja... lo que una ilusin. Sin embargo,en nuestra ignorancia, suponemos que esas verdades momentneas lo son todo.

    Poniendo nuestros esfuerzos y nuestras mximas esperanzas en los juegos deMaya, es como llegamos a conocer el dolor. Todo aquello que queremos se nos escapade entre los dedos, y nos volvemos ciegos a la posibilidad de ver aquellas otras cosasque son ms duraderas, menos falibles, ms cercanas a la inmortalidad.

    Por qu jugamos? Por qu aceptamos la ilusin de Maya sin advertirla? Con-testar esta pregunta equivaldra a saber con precisin por qu juega un nio. El nio

    juega, aunque sepa que es mentira el juego que realiza; pero necesita ensayar, necesitaprobar sus fuerzas y prepararse para el otro juego mayor que es la misma vida. Los hu-

    manos somos siempre un poco nios. Inseguros ante el destino final que nos aguarda,jugamos durante la vida, tratando de probarnos a nosotros mismos que somos capacesde realizar actos acertados.

    Todos nosotros participamos en los juegos de Maya...

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    EL JUEGO

    Haba una vez un nio muy serio, tanto, que senta profunda lstima por losotros nios que pasaban sus das jugando. Este nio haba advertido que los muecos,cochecitos, mscaras y dems juguetes, carecan de realidad y valor para los mayores. Yas, l no quiso ser menos y decidi prescindir de estos engaos.

    Mientras todos los nios jugaban, este de nuestra historia permaneca solitario yapartado, sufriendo al ver a sus pobres compaeros, que disfrutaban de paseos y aven-turas imaginarias. El nio solitario trat de buscar consuelo en la lectura, pero prontovio que tambin los libros estaban cargados de fantasas y relatos no siempre verda-deros. El nio, entonces, se volc a la contemplacin de la Naturaleza, y comprob conespanto que la Naturaleza tambin jugaba... y engaaba con luces y colores, con formasy perfumes...

    El nio necesitaba una explicacin, y se volvi a sus otros compaeros, los deljuego:

    Por qu jugis? No veis que todos vuestros juguetes son mentira, que no ossirven en la vida real?

    Nosotros jugamos a ser hombres grandes.

    Pero vuestros coches no son como los de los hombres grandes... no caminan enlas calles... Y vuestras muecas no son como los nios de verdad.

    Eso ya lo sabemos. Pero mientras usamos estos pequeos coches y estas peque-as muecas, practicamos lo que haremos cuando seamos hombres y mujeres grandes.Entonces no nos darn miedo ni los nios que tengamos ni los vehculos que debamosmanejar.

    Luego, vosotros sabis que estis jugando con ilusiones?

    Claro que lo sabemos, pero no lo pensamos. Si recordsemos a cada instante

    que nuestros juguetes son imitaciones, no podramos jugar. Y necesitamos jugar,necesitamos ensayar lo que haremos maana de verdad. Por eso nos hundimos ennuestro juego y gozamos de l como de una realidad.

    El nio solitario se volvi sobre sus pasos, y comprendi la razn de su eternatristeza. No siempre da felicidad el conocer todas las verdades ni el tenerlas continua-mente presentes.

    ***

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    Haba una vez un hombre al que todos llamaban filsofo. l no era como losdems, no le preocupaban las mismas cosas y, por el contrario, senta un gran despreciopor las inquietudes diarias de los humanos normales. El filsofo saba cosas sobre lavida y sobre la muerte, sobre el bien y sobre el mal, sobre el destino y sus leyes, y noquera mezclarse con las vanidades del mundo.

    Mientras todos los humanos corran de un lado a otro cual hormiguitas labo-riosas, nuestro filsofo permaneca apartado, meditativo y solitario, sin fiarse de lossentimientos ni de los pensamientos ni de las intenciones de nadie.

    Miraba actuar a los dems con una semisonrisa de irona. Cmo no se dabancuenta de que estaban participando del gran juego de la vida? Cmo no advertan quetodos sus esfuerzos eran intiles por cuanto el destino de la Humanidad estaba ya

    trazado en las esferas? Cmo sufran y rean, ansiaban y deseaban, sin caer en la cuentade que nada mereca risa ni llanto, deseo ni afn?

    Para el filsofo, comer era una tortura; dormir, una necesidad de su cuerpo;amar, apenas falta de madurez y autosuficiencia. Leer, una vanidad; actuar, algo inne-cesario. Sufrir... algo que no poda evitar ni con toda su filosofa. Y eso lo tornabaterriblemente parecido a los dems...

    ***

    Es que Maya y sus juegos constituyen tambin una ley de la vida. Una cosa esconocer sus trampas, y otra muy diferente es querer escapar de ellas. Conocer el juegode Maya es adquirir conciencia humana. Escapar de los juegos de Maya equivale a sermucho ms que un simple filsofo: es haber llegado a Dios, es haber saltado de la etapade lo humano y de sus necesidades.

    Mientras existamos en este momento de la evolucin, Maya ser nuestra compa-era inseparable. Ella no solo trata de engaarnos, sino de embellecer con velos y sonri-sas las duras experiencias por las que todos nosotros debemos pasar, si en verdadqueremos superarnos. Hay en Maya ms piedad que maldad, ms deseo de ayudar quede herir. Y tambin est en el hombre la capacidad de advertir y agradecer este esfuerzode la Naturaleza por hacer ms amable nuestra vida sobre la tierra.

    Jugar, sin olvidar que lo estamos haciendo: este es el secreto. Prepararnos paracuando seamos grandes, para cuando ya no necesitemos de los juguetes ni los apoyospara desenvolvernos en la existencia. Pero, mientras tanto, aceptar nuestra condicin denios y tratar de crecer. Con Maya al lado, con sus juegos y acechanzas, sus encantos ysus trampas, con el sabor que hace que la vida pase rpidamente y una nueva experien-cia importante se haya agregado a nuestro saber. El conocimiento quita maldad yfealdad a las cosas. Con conocimiento, los juegos de Maya son la sal de la vida.

    ***

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    Mientras esto escribo, recuerdo que, cuando pequea, agobiada por imposicionesdel comportamiento diario, pensaba en ms de una oportunidad que toda la vida era ungran juego, una gran representacin en el escenario de la existencia. Entonces, gozabade cada uno de mis actos imaginando que yo era la actriz y que deba representar mipapel lo mejor posible, puesto que miles de ojos me estaban observando. Y jugaba aactuar, cuidando de mi ropa y de mis gestos, de mis miradas y de mis movimientos.

    Cuando adolescente, ech por tierra con la ilusin del teatro y su escenario... Lavida era cosa demasiado seria e importante para estar jugando a representarla.

    Y ahora, vuelvo a los principios que alentaron mi niez. Todo esto es un gran juego. Maya, sus juguetes, todos los hombres y yo somos los actores. La vida es elescenario. Cuando se corra el teln, cuando se apaguen las luces, habr cesado esta

    forma de representacin y se abrirn las puertas de un nuevo misterio. Y no estoy segurade que Maya no se encuentre tambin all, entre las sombras de los cortinados, espe-rndonos con nuevos juguetes para vivir en ese otro nuevo mundo.

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    LA SOLEDAD

    En la sinusoide de la existencia, hay momentos que sobresalen de la lnea media,los que llamamos momentos de vida; y hay otros que quedan por debajo del horizonte:son los que llamamos muerte. En realidad, todo es existencia, ya sea de uno o de otrolado de la lnea divisoria. Lo fundamental es el paso de esa lnea, ya sea para nacer opara morir.

    Tanto al nacer como al morir, estamos solos. No importa cuntos seres hayaalrededor de nosotros en esos instantes: en verdad estamos solos. Y lo ms probable esque estemos solos a todo lo largo de la vida. No porque no podamos compartir nuestrashoras con alguien, sino porque, en el fondo, nadie puede introducirse en nuestra alma, yella es, por naturaleza, solitaria.

    Es difcil develar el misterio de la vida y de la muerte. Si la muerte es algo quenos sobrecoge, en base a nuestra ignorancia, la vida y el por qu vinimos a la vida nodejan de ser problemas casi irresolubles para la mentalidad humana.

    Probablemente, en algn momento, nuestra alma se desprendi de un Algo mu-cho mayor que la contena. Ella se desprendi en busca de nuevas experiencias, guiadapor la ingenua falta de conocimiento que tienen las almas inocentes. Y as lleg a latierra, sola, terriblemente sola y arrancada de su seno celestial. Y desde entonces vaga

    por la tierra, recubierta a veces de materia, y a veces no, en busca de la clave que lepermita regresar a su origen primero, all donde no estaba sola, porque tampoco estabadividida. Esa clave es el conocimiento. Saber es poder. Alguna vez, as como partimos,tambin podremos volver.

    ***

    La soledad es una gran aliada de Maya. Cuanto ms solos nos sentimos, ms nosacogemos a los juegos de la ilusin, para borrar esa sensacin de angustia interior.

    Comienza el nuevo drama: el de la convivencia. Almas solas que quieren vivir

    junto a otras almas solas, aunque sin llegar a entenderse jams por completo, pues lasoledad es el signo que marca a todas.

    La convivencia crea formas variadas, desde el amor sencillo que une a dos sereshasta los ms complejos sentimientos que caracterizan a una sociedad y aun a laHumanidad. Surgen familias, grupos, ciudades, emporios, iglesias, partidos polticos...Todos son redes de Maya en las que el hombre cae atrapado creyendo que, por fin, havencido la soledad. Pero cuanto ms se interna, ms solo vuelve a estar.

    ***

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    Deca el sabio Platn que el hombre est formado de lo uno y de lo otro. Nadams cierto. Lo uno es lo indiviso que subyace en el interior: es el alma sola; lo otro es lamscara que sale al mundo y se relaciona de mltiples maneras huyendo de la soledad.

    Con la mscara puesta, se puede jugar a muchas formas de estar acompaado.Nace entonces la amistad, el amor, el sentimiento filial y el parternal, el cario por todoslos humanos y hasta por los animales y las plantas. En grados ms sutiles, el amor sevuelca hacia el infinito de las estrellas, y aun el hombre es capaz de concebir a Dios yamarle por la perfeccin con que Su mundo se le manifiesta.

    Pero cuntas son las desilusiones! Hay amistades que fallan, amores que mue-ren con el tiempo, hijos que traicionan a los padres, padres que abandonan a los hijos,seres a los que nada importa de los dems... Hay una ciencia que enfra el brillo romn-

    tico de las estrellas, y muchas religiones que se pelean por el mismo Dios. Qu hacer?

    Es aqu donde el hombre arroja asqueado su mscara exterior y se encierradesesperado hacia adentro, pensando que jams podr evadir la soledad. Y es aqu don-de surge la gran sorpresa.

    Es en el propio yo, en el ser interior, donde se encuentra al verdadero amigo, alque siempre acompaa, al que est presente e inmutable tanto cuando sufrimos comocuando gozamos, al que nos mira vivir sin regaar, y tira de nosotros hacia arriba,siempre hacia arriba, sin pretender por ello ninguna recompensa.

    El milagro prosigue. Cuando se descubre a este verdadero amigo, padre y her-mano, todo vuelve a cobrar sentido. Leer, escuchar msica, disfrutar del encanto de laNaturaleza ya no son actitudes de solitario reconcentrado, sino de hombre acompaadopor su verdadero yo.

    Ahora s es posible relacionarse con los otros humanos, porque en cada uno deellos hay otro yo compaero con las mismas inquietudes que el amigo que acabamos dedescubrir. Ahora s es posible la comprensin y el sentimiento. Quien no ha partido delsondeo propio interior, difcilmente pueda intentar el ms mnimo conocimiento de loque le es exterior. Primero hacia adentro, y luego hacia afuera.

    No es que con esto vaya a desaparecer la soledad: esa es condicin propia del

    alma. Pero s se pueden unir las soledades y jugar con los velos de Maya mientras durala vida. El compartir una desgracia es una forma de unin. Y aun es probable que lasalmas busquen unirse ante la desgracia compartida de haber perdido el origen primero, ydesear arduamente el retorno a ese punto donde no existe la divisin.

    ***

    La soledad es un producto de la divisin. Cuando todo es Uno, dnde cabe lasoledad? Soledad es, pues, separacin, desunin, particin.

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    Cuanto ms dividimos, ms soledad existe, pues hemos creado nuevas partculasque, a su vez, estn solas y separadas de las dems.

    Este es uno de los juegos de Maya: dividir hasta el infinito, multiplicar lasformas y alentarnos a nosotros para repetir lo mismo, hacindonos creer que en la canti-dad est el paliativo para la soledad.

    No es la cantidad lo que quita la soledad: lo mucho atiborra y pierde calidad,puesto que, de una misma esencia, se han multiplicado las presencias. Hay que buscarpoco y bueno, hondo y con altura a la vez.

    Es posible que as, conociendo el juego de Maya, logremos traspasar la ilusin yreconocer los trozos que le faltan a nuestra alma, los que perdi en su descenso a la

    tierra, y los que tiene que recuperar para volver a ser una y para no sentirse sola nuncajams.

    Ests solo?

    S...

    Quieres estar conmigo?

    Bueno...

    Y all van dos, de la mano, unidas sus mscaras de carne, mientras las almas

    asoman curiosas a sus ojos por ver si en ese ser est su yo gemelo que perdi en laprimera divisin.

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    LA VIDA Y LA MUERTE

    Albricias, felicidad! Acaba de nacer un nio! Nuestro hijo ha llegado a lavida!

    As festejan los hombres la aparicin de un nuevo ser sobre la tierra. Todoparece poco para este pequeo cuerpecito que necesita de la proteccin ms absoluta yde los cuidados ms cariosos. Besos, regalos, lgrimas de alegra y emocin jalonan elacontecimiento de la vida.

    ***

    Qu dolor ms grande! Cunta pena anida en mi alma! Acabo de perder a unser querido!

    As lloran los hombres la desaparicin de quienes nos acompaan y el sumirseen ese oscuro misterio de la muerte. Lgrimas de tristeza, luto y desolacin marcan elpaso de un alma de un mundo al otro.

    ***

    Pocas veces nos hemos detenido a pensar de dnde venimos cuando nacemos.Ya no se trata de la cuestin religiosa ni filosfica del origen de las almas. Se trata dealgo ms simple: si llegamos a la vida, es que venimos de alguna otra parte, sea estacual sea, y sea como sea. No dejaremos acaso seres tristes y llorosos en esa otra parte,cuando la abandonamos para dirigirnos a la tierra de los vivos? Lo que los padres fes-tejan con alegra, no ser un dolor para otros padres inmateriales que ven partir unalma que les acompaaba hasta ese mismo momento?

    Y cuando morimos y dejamos la tierra, hacia dnde vamos? Si de algn sitiovenimos, es seguro que hacia otro sitio vamos. En el infinito no caben los lmites defi-nidos. Y all donde vamos, no nos recibirn con risas y alegras de reencuentro, mien-tras nuestros deudos nos lloran en la tierra?

    ***

    La vida y la muerte son dos caras de una misma moneda: VIDA. Los que aquestamos, hemos venido de alguna parte y hacia otra nos dirigimos, pero jams dejamosde ser.

    Lo que los hombres llaman vida es la aparicin manifiesta en materia de un almaen esta tierra. Y lo que los hombres llaman muerte es la misma alma que, despojada demateria, no puede sobrevivir en este mundo y se dirige a otro.

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    La vida terrestre es el reino de la forma. Y aqu es donde Maya se torna fuerte ysegura. Ella juega con la vida, ella juega con las formas, las vara y las adapta paraconseguir su cometido: ms vida material, ms formas, ms multiplicacin.

    Cuando las formas aparecen en el mundo de Maya, asumen pequeas propor-ciones. Es la defensa de la ilusin para proteger los jvenes cuerpos. Nadie puede dejarde sentir compasin y ternura ante la pequea vida. Un beb, un pequeo animalito, unaplantita que se abre... todo induce al cuidado y al cario. Los hombres se inclinan ya nosolo ante sus pequeos hijos, sino ante los pequeos animales, por muy peligrosos queellos pudieran tornarse luego. No es lo mismo un gran tigre que un cachorrillo de tigre;el uno es fiero y temible; el otro es tierno y suave. Y aun los animales se conmuevenante los nios pequeos, y la misma fiera que ataca a los hombres protege a sus bebs,porque Maya cubre los ojos furibundos con la venda de la compasin: hay que salvar lavida cueste lo que cueste; esas formas requirieron mucho esfuerzo y paciencia paradestruirlas de un zarpazo.

    Cuando las formas promedian su existencia en el mundo de Maya, ya puedenvalerse por s mismas, y entonces no despiertan ternura sino competencia. Es la luchapor la subsistencia, donde el ms fuerte puede con el ms dbil. El amor puede paliaresta lucha, pero en rigor, todo es cuestin de fuerza, ya sea fsica, psquica, mental oespiritual. Y siempre gana el ms fuerte, en el campo que sea. Las competiciones depor-tivas, que tanto entretienen a los hombres, son un juego replicado del otro juego deMaya, aplicado a la competencia del diario vivir.

    Antes de que las formas declinen y se desgasten, ellas deben cumplir con eldeber fundamental que Maya les impone: seguir produciendo formas. Con mil velos yargucias, Maya har que nuevos cuerpos asomen a la vida material, para lo cual tieneque valerse de los cuerpos que ya existen. El egosmo natural de los vivos hara queellos nunca se reprodujesen, a no ser por el juego de Maya, por el engao del placer, porla ilusin de ser uno mismo quien toma la decisin de multiplicarse.

    Y luego llega el decaer de las formas. Es la etapa final, la que los hombresllaman vejez. Las cosas viejas ya no inspiran ternura, ni llaman a la competencia. Sonelementos secos y desgastados que necesitan reemplazarse. Buena despedida de la vida,para no enamorarse excesivamente del brillo de las formas. El alma, ella sola pide

    quitarse de encima la cscara usada, para recobrar en otro sitio ideal la ligereza yencanto que un cuerpo pesado ya no deja traslucir. Maya misma acelera el proceso conuna suerte de abulia y ensueo sin fin, pero jams pierde energas, pues las viejasformas se renovarn en lo hondo de la tierra o en lo frgil de las cenizas. Nada sepierde: todo se transforma.

    Vida y muerte son dos caras de una misma moneda, y dos momentos de un juego perpetuo que repite sus instantes, produciendo aquello que los hombres llamanciclos.

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    Toda la Naturaleza juega en redondo: el da y la noche, el sol y la luna, el veranoy el invierno, el sueo y la vigilia, la niez y la vejez... Si todo gira, si todo retorna, silos mismos rboles que estaban secos, se cubren de verdor, y el mismo mar que estababajo engorda con aguas poderosas, por qu los hombres habramos de escapar de este

    juego?

    No hay casualidad. Hay un perpetuo juego de Maya que, bajo la ley de causa-lidad nos atrae y nos obliga a cumplir con la propia experiencia. Vivir y morir a ciegas,

    jugando con Maya..., o vivir y morir conociendo las reglas del juego... Eso es cuestinde evolucin.

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    LAS PIEDRAS

    Muchos son los juguetes que Maya pone aparentemente a nuestra disposicin,hasta hacernos perder el sentido profundo de la vida y hacernos creer, en cambio, quetodo valor reside en las formas.

    Esto es lo que nos sucede con las piedras. Consideradas hasta hace poco y auntodava como elementos inanimados, el hombre ha visto en ellas un objeto til paramltiples funciones.

    Desde la piedra que sirve para construir casas y templos hasta la piedra que

    forma caminos, desde la piedra que se convierte en utensilio prctico para la vida hastala piedra que, bien tallada, es un adorno bonito y eficaz en el cuerpo, todas ellas hansido consideradas fras y muertas, y de ellas disponemos como si la vida nos las debieraen atencin a nuestros mltiples trabajos.

    Sin embargo, las piedras estn vivas. Si nos disemos cuenta de esto, tal vez nolas utilizaramos. Por eso Maya ha recubierto la expresin ptrea bajo la forma de lainercia, ocultando en realidad la ley de la resistencia ms maravillosa.

    Hay cuerpos que se manifiestan por el crecimiento y la expansin; hay otros quelo hacen a travs de la resistencia. En verdad, estas dos leyes estn presentes en todos

    los cuerpos, pero combinadas en distintas proporciones: cuando prima la ley del creci-miento, nosotros vemos movimiento; cuando nosotros vemos estatismo, es que prima laley de la resistencia.

    La voluntad de la piedra consiste en resistir. Ella mantiene slidamente apreta-das sus molculas, impidiendo que se desgajen y se dispersen. Es entonces cuandonosotros hablamos de piedras duras. A ms resistencia, ms dureza. A ms dureza,ms voluntad. A ms voluntad, ms vida.

    ***

    A pesar del juego de Maya y del velo con que hace aparecer como muertas a laspiedras, es fcil entrever la verdad de la cuestin.

    Veamos que las piedras que nos rodean no son todas iguales ni de la mismanaturaleza.

    Las hay como decamos- ms blandas y ms duras, con menos y con ms vo-luntad de resistencia. Las hay ms opacas y ms brillantes, con ms o menos capacidadde dejar pasar la luz. Las hay ms organizadas y menos organizadas interiormente, a talpunto que las ms organizadas distribuyen sus clulas de manera tan matemtica quesus cristales geomtricos nos maravillan; entonces hablamos de piedras preciosas.Las hay que surgen en un punto de la tierra y las hay que surgen en otro; unas se forman

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    en puntos frtiles de la tierra, all donde la energa es mayor y ms aprovechable;otras se forman en cualquier parte y de cualquier manera; tambin entre las piedras haybastardos.

    Hay piedras cuyo destino es cumplir a secas con la ley de los ciclos, y dejar queel viento las desmenuce hasta convertirse en arena. Hay otras cuyo destino es doble-garse dcilmente ante las manos de los hombres e inmortalizarse en obras maestras.Pero la piedra ms grande que forma parte de una pirmide, y la ms fina arena deldesierto, gozan de la misma naturaleza de pasiva pero fuerte resistencia.

    Las piedras forman parte del juego de Maya, puesto que ellas tienen cuerpo... ynada ms que cuerpo. Un cuerpo como el tuyo y como el mo, aunque de diferenteconformacin. Mucho de tu cuerpo y del mo es igual sustancia que la de esa piedra que

    ahora nos sirve de suelo y soporte. Pero mientras en nosotros han despertado otrosprincipios psiquis, mente, algo de espritu, en la piedra solo se manifiesta el cuerpo;los dems principios duermen. Estn a la espera de nuevos y lejanos tiempos en que lainercia ceder paso poco a poco al movimiento. Entonces la piedra crecer, se expandiry comenzar para ella una nueva dimensin en la eterna ilusin de la vida.

    ***

    Cuando oigas decir que el sol calienta las piedras y las dilata, detente. Obsr-valas: estn vivas. El mismo sol que nos alimenta a nosotros, modifica a las piedras.

    Cuando oigas decir que el fro de la noche contrae las piedras, no sigas y piensa:estn vivas, encogen su cuerpo para soportar la baja temperatura. Dilatacin y contrac-cin son los indicios de los que luego sern los movimientos del corazn.

    Tambin las piedras tienen corazn. Cuando camines sobre ellas, cuando dejesdeslizar una mano sobre su superficie, recuerda que ests ante un ser vivo que tiene lainfinita paciencia de la resistencia y la espera.

    Recuerda a los viejos sabios, aquellos que, sabiendo de la vida interna de laspiedras y los metales, escogan los ms apropiados para fabricar sus amuletos y talis-manes. Recuerda a los viejos reyes y sacerdotes envueltos en joyas, que no cumplan lavaca misin del ornato, sino la ms profunda de la captacin y emisin de energas.

    Por lo mismo que las piedras resisten, ellas tienen la capacidad de guardar pormuchos miles y miles de aos la fuerza interna que le han dado su madre, la tierra, y supadre, los astros.

    Habla con las piedras, juega con ellas. Te darn una antigua leccin de enterezay fuerza. Te hablarn de otros tiempos y de otros mundos. Te dirn palabras vibrantesque colarn por entre sus grietas. Con tus dedos de piedra, con esos dedos de tu cuerpoque tambin es materia, habla con las piedras.

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    LAS PLANTAS

    Tambin en ellas hay vida y un maravilloso principio de inteligencia. Y tambinMaya juega con ellas, puesto que necesita hacer perdurar y multiplicar las formas deeste reino del verde.

    As como las piedras, las plantas son hijas de la tierra y del cielo; en busca delmisterio de la tierra se hunden las races, y bebiendo las influencias estelares surgen lasramas, las flores y los frutos.

    En las plantas comienzan a equilibrarse las dos fuerzas: la de la resistencia y ladel crecimiento en expansin. Ellas crecen y se abren al sol, pero por otro de susextremos permanecen fijas a la tierra madre, en acto de autntica resistencia. Mediantela fijacin de las races resisten vientos y tormentas; sin hojas duermen en invierno, ycubiertas de follaje se defienden de los muy calurosos rayos del sol del verano. Peroviven, se manifiestan, se mueven y gozan de su propia existencia, en un anticipo de loque, en su medida, hacen los humanos.

    Las plantas no son todas iguales; aun en este mundo se advierten las diferenciasde grado que impone la evolucin. Las hay muy simples, pequeas y de mnimaexpresin, y las hay grandes y robustas cual rboles que tratan de asemejarse a los

    hombres.Habis visto alguna vez detenidamente un rbol? Su tronco es como nuestro

    cuerpo. De este tronco emergen sencillos pies que se hunden en la tierra, y sencillosbrazos que se elevan hacia el cielo. Los pies son las races; son pies que no caminanpero que, en cambio, buscan fijarse a su mundo con la mayor inteligencia; hoy he vistoun rbol crecer entre las rocas y sus races abrirse paso hbilmente entre las grietas parano tropezar con la dureza de la piedra. Estos pies de races tambin se abren camino,como los nuestros: pero es un camino de estabilidad; de la estabilidad depende laalimentacin, y de la alimentacin, la vida misma.

    Las ramas son los brazos, cargados de verdes dedos. Los rboles las plantas

    ms evolucionadas estn siempre en oracin. Ellos adoran al cielo, los astros, bendicenal viento que los acaricia y conversan con los pjaros y los insectos que los visitan.

    Los rboles no tienen cabeza... Ellos todava no piensan, pero sin embargo,sienten. A pesar de los engaos de Maya, cada da son ms los hombres que saben quelas plantas vibran y comprenden las emociones que nosotros emitimos. La belleza deuna planta domstica depende en gran parte de nuestra habilidad y cario para tratarla.

    Las plantas no tienen cabeza, pero recibieron dcilmente la inteligencia que Diospuso en ellas. La flor se viste de variados colores porque ha sabido escuchar las vocesde Maya, porque sabe que, sin ese atractivo, no habr nuevas flores. La flor enternece al

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    viento y a los pjaros, y viento y pjaros colaboran en el juego del amor entre las flores.Corre el polen de un sitio a otro; las semillas vienen y van, y el eterno juego de la vidase repite para que nunca falte la forma del verde vegetal sobre la tierra.

    Las hojas viven del sol; ponen sus caras de frente al astro rey, y guardan suspulmones hacia abajo, protegindose al respirar del polvo que los vientos levantan. Lashojas saben vivir y saben morir; caen a la tierra cuando estn doradas, bailando armo-niosamente en su cada y siguiendo la sabia seleccin que desprende primero las ramasviejas y ms bajas, para que perduren y se mantengan las jvenes y ms altas.

    La flor tambin vive del sol, y orienta sus ptalos continuamente para enrique-cerse con ese oro del cielo. Y luego, cuando haya acabado su ciclo de color, cuando enella todo parezca morir, dar lugar al fruto que habr nacido del sacrificio de la flor. Y

    cuando el fruto se agoste y la destruccin se haga duea de l, de este nuevo sacrificiosurgir la semilla cclica que, cayendo sobre la tierra, desprender nuevas races, nuevostroncos, nuevos brazos en oracin, y nuevas oraciones escuchadas que sern flores yfrutos.

    ***

    Las plantas esconden inconmensurables secretos. Ellas poseen fantsticas virtu-des que los hombres, enceguecidos por el juego de Maya, nos hemos olvidado deapreciar. Muchas veces comemos plantas, pero muy poco sabemos de las caractersticasde aquello que acabamos de comer. Las unas son curativas y otras resultan venenosas;

    ellas no son ni malas ni buenas; ellas, simplemente, tienen esas propiedades. Unas faci-litan los sueos y otras crean pesadillas; unos frutos son dulces y agradables y otros,cidos y repugnantes. Pero cada planta sirve para algo, cada una tiene una funcin y lacumple a conciencia, ms all de nuestro conocimiento acerca de estas funciones.

    Los sabios de la Antigedad aprendieron a hablar con las plantas, y supieron deellas sus muchas virtudes y sus prodigiosas propiedades. As, ellos fueron sabios, ynosotros, en cambio, somos vctimas de los juegos de Maya. As, ellos fabricaronextraos brebajes, y nosotros solo sabemos del sacrificio intil de una flor en un jarrn.

    Las plantas no son entes solitarios. Al contrario. Cuntos seres viven en y porellas! Una mirada detenida nos mostrar cientos de insectos pasendose entre sus ramas,cuando no visitando sus races, y desde luego, merodeando entre el colorido de flores yfrutos... El odo atento descubrir el canto de los pjaros que se disimulan entre elfollaje; cmo imaginar un rbol sin un nido? Los rboles son la casa de los pjaros, ycon la cada del sol, adviene el interminable espectculo de las aves buscando rpida-mente cobijo en las ramas...

    Tambin los hombres somos cuando el juego de Maya nos lo permite amigosde las plantas. Convivimos con ellas; nos alimentamos con ellas; con ellas nos ador-namos y perfumamos nuestras viviendas. Paseamos entre ellas y agradecemos su

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    sombra benefactora en el verano, as como su proteccin momentnea en las lluvias deinvierno.

    Y aun hay seres invisibles a nuestros ojos que habitan en las plantas, cualpequeos gnomos inmateriales que se guarecen entre las ramas y que adoran converdadero agradecimiento al ser del rbol que los ampara.

    ***

    Has notado alguna vez qu clida es la madera? De madera es la cuna y demadera, el atad... Hay en la madera algo de vida y algo de muerte, algo de movimientoy algo de descanso: son los reflejos de la resistencia y de la expansin de las plantas...

    Cuando puedas detenerte y pasar las manos por tu silla, tu mesa de trabajo, sentirbajo los dedos la calidez de esa madera, recuerda que fue un ser vivo que ofreci sufuerza y resistencia para seguir sirviendo, ms all de los juegos de Maya, a los juegos ytrabajos de los hombres.

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    LOS ANIMALES

    Extrao es este reino de la Naturaleza, donde la primaca del sentimiento, porencima de otras caractersticas, hace que en los hombres surjan las ms diversasemociones con respecto a los animales. As, se les teme, se les quiere, nos resultanindiferentes... pero difcilmente se les admira, para lo cual bastara con advertir el des-pliegue que Maya puso a disposicin de esta especial forma de vida.

    Cuando juzgamos a los animales, nos colocamos en dos puntos extremos devista: o son bestias dainas de las cuales hay que escapar, o bien tratar de matar, o sonseres inferiores (a los hombres, se entiende) a los que podemos someter y utilizar sinmayores escrpulos. En el intermedio caben todos los matices posibles: ya no solo estel que caza para comer, sino el que goza afinando la puntera sobre un cuerpo vivo; y nofalta el que tortura animales porque su especial cobarda le impide enfrentarse con otroshumanos ms fuertes que l.

    Pero es que la Naturaleza puso en el mundo a los animales nada ms que paraasustar o para servir a los hombres? Y Maya aguza su ingenio para mantener unestmulo econmico para los hombres?

    Veamos si, detrs de los velos de la ilusin, existe algo ms.

    ***Dicen que los animales carecen de mente, que no pueden razonar. En principio,

    esto es cierto, aunque no sabemos si para mal. En verdad, ms beneficia que desfa-vorece a los animales su carencia de raciocinio.

    Sin la mente, el instinto y el sentimiento afloran en los animales en toda susimpleza y naturalidad.

    En el plano instintivo, para los animales resulta fundamental el comer, elpreservar sus vidas, el reproducirlas, el cuidar por un perodo a sus cras y el saber morira tiempo dignamente.

    Hay animales que comen hasta saciarse; pero no es exactamente un vicio lo queles lleva a ser as, sino una especie de instinto de economa que les obliga a guardar paracuando no haya. Algunos guardan comida en cuevas y recovecos; otros, lo hacen ensus propios estmagos, o en bolsitas especiales que Maya fabric a los costados de laboca. La gula de los humanos es desconocida para los animales; hay instinto de comer,pero no vicio. Si los animales matan para comer, al menos no lo hacen por placer; es lanecesidad la que los lleva.

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    El animal ataca por defensa, no por desafo. Se defiende a s mismo, o defiende asu cra, pero si no ve peligro alguno en el hombre, es raro que hiera o mate. Hay, s,instinto de defensa, pero no deporte de matar.

    Para preservar sus vidas, Maya ha puesto a disposicin de los animales mil y unvariados disfraces que les permiten disimularse entre los colores de la Naturaleza; y as,ellos subsisten de entre sus enemigos animales naturales y de entre sus enemigos loshombres. No habis visto los insectos cuyo color se confunde con el follaje de lashojas? O los ojos del bho por la noche, que se confunde con las lucirnagas? Nohabis visto la piel listada de tigres y gatos, que pasa desapercibida entre las ramas delos rboles?

    Maya ayuda a todos... y sin embargo, el pez grande se come al chico. Hay en

    toda la Naturaleza una aparente crueldad, que no es sino otro de los juegos ilusorios dela subsistencia. La fuerza vence. Pero cada animal tiene una caracterstica que le per-mite defenderse de los ms fuertes; nadie est desamparado ni desprovisto. Ahora, todoes cuestin de poner en marcha el valor de las habilidades.

    Todos los animales tienen el instinto fundamental de la reproduccin, desde losms mnimos insectos hasta los ms evolucionados mamferos. Pero, si analizamos aestos ltimos por su mayor semejanza con la naturaleza humana, veremos que, una vezms, hay instinto pero no hay vicio ni pasin. Los animales se acoplan y se reproducenen la poca del ao ms apropiada para el desarrollo de las cras. En esos momentosbuscan sus parejas y no hay fuerza que los separe de este cometido. Pero, pasada la

    poca, el animal vuelve a su vida tranquila, y no tiene mente para seguir pensando en elplacer de un acto sin consecuencias, de una unin sin hijos.

    Miles de ejemplos podramos citar del enorme cuidado que las bestias ponen enel desarrollo de sus cachorros. Pero la madre gua al hijo pequeo mientras el hijo nopuede valerse por s mismo; una vez logrado este objetivo, el hijo es adulto y hace suvida, mientras la madre se dedica a lo propio. No hay sentido de posesin; hay,simplemente, sentido de maternidad y cuidado que finaliza cuando finaliza el ciclonatural del ser pequeo que se ha vuelto adulto.

    Todos los animales saben morir, y lo hacen en silencio, serenamente, algunos tal

    vez con un atisbo de tristeza, pero sin desesperacin. Los animales no piensan... y talvez por ello no ponen en duda su propia eternidad. Ellos aceptan sus ciclos y los vivensin razonarlos. Ellos sienten la vida; no la racionalizan. Por eso no vemos en ellos eltpico cansancio psicolgico que tanto mata a los humanos.

    ***

    Hay en los animales dos tipos de inteligencia: una que es la caracterstica de supropio desarrollo instintivo, y que les hace obrar acertadamente en cada uno de losmomentos de su vida, y que les hace sabios en lo suyo de nacimiento. Y otra, que es

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    como prestada, superior a la misma especie; una suerte de alma grupal que pro-mueve actitudes ultrainteligentes que asombran a los mismos humanos.

    Y es que en el juego de Maya todo est perfectamente encadenado. Las piedras,en su mundo de materia quieta, tienen un atisbo del movimiento que devendr algn dapara ellas: entonces se contraen y se dilatan. Las plantas, en su vitalidad fija a la tierra,tienen un atisbo de sentimiento cuando florecen mejor o peor segn la forma en quesean tratadas. Y los animales, en su mundo de emociones, tienen un atisbo de inteli-gencia que el maana les deparar en su momento. Tambin veremos cmo los hombresracionales tienen reflejos de etapas suprarracionales, que por ahora no le pertenecen,pero que sern suyas con la evolucin constante.

    La inteligencia superior de los animales se manifiesta en mltiples ejemplos.

    Suficiente se ha hablado y escrito ya sobre la vida de las hormigas o de las abejas.Asombroso resulta el comprobar la formacin de vuelo de los pjaros, el instinto migra-torio que los lleva de un punto al otro del globo...

    Hay en los animales inteligencia para enfrentar situaciones nuevas, para sortearobstculos, para curar heridas, para reconocer su tierra, para recorrer caminos casidesconocidos. Hay un radar en ellos que les viene desde ms lejos que su mundo desanos instintos y limpias emociones. Un radar que es el arquetipo de la mente, de unainteligencia prctica y sin trabas, un poco diferente a la que ahora disfrutamos loshombres. Podramos llamarla alma grupal, como antes dijimos, o la gran mente delmundo animal.

    ***

    Pero, siendo las emociones los elementos ms destacados del mundo animal,queremos dedicar a ellas un poco de atencin, para entresacarlas de los juegos de Maya.

    Los animales no son todos iguales; como entre los hombres, las plantas y laspiedras, los hay ms y menos evolucionados. Solemos aceptar que los ms evolucio-nados son aquellos que reconocemos como domsticos. Estos viven con los humanos,aceptan sus leyes, las comparten, las respetan y las aman.

    Hablar de la fidelidad de los animales domsticos es bien poco para sealar lo

    que en verdad quiero decir. Es verdad que hay fidelidad; en cierta forma, si quisisemosejemplificar la fidelidad oh, vergenza nuestra!, tendramos que recurrir a losanimales...

    Pero yo creo que los animales adoran a los hombres porque ellos representan undios para su esfera. La planta es un dios para la piedra, y el animal lo es, en ciertaforma, para la planta. Entonces, el hombre es el dios de los animales, es el ser perfectoque, con el correr de los siglos, ellos podrn llegar a equiparar.

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    El animal domstico ama a sus dioses, y cuando encuentra su dios, su amo,aun la palabra amor queda pequea. Es un amor sin condiciones, sin exigencias, sinrencores. Es simplemente amor...

    Habis visto cmo estos animales buscan siempre la compaa de sus amos?Habis visto cmo los defienden, cmo los siguen ms all de la muerte? Habis vistocmo adoran sus ropas, su perfume, su voz, sus cosas todas? Cmo adoptan el estadode atencin nada ms que ante una palabra del amo?

    A pesar de que Maya juega con nosotros y con nuestros sentidos, a pesar de quenuestra inteligencia todava se est estructurando, tenemos aqu una buena ocasin paraobtener la ms vlida de las enseanzas.

    Todava nos falta mucho para ser hombres domsticos, hombres evolucio-nados. Nosotros no reconocemos tan fcilmente a nuestros dioses como lo hacen losanimales. Y aunque estos dioses se nos mostrasen, ni los amamos ni los obedecemos;las leyes divinas son meras abstracciones y la palabra sagrada es un convencionalismoen la mayora de los casos. Desconocemos la verdadera devocin y la verdadera fi-delidad. Y si tuvisemos que elegir entre vivir entre los hombres o seguir a nuestrosdioses a la muerte... el egosmo humano, las ventajas de la mente nos haran optar porla senda equivocada.

    En medio de la ilusin que nos envuelve, acabamos de vislumbrar un atisbo deverdad: si los animales son puros y sanos en sus instintos, en sus emociones y en su

    bsica inteligencia, por qu no mirar su puro amor a Dios? Por qu no guiarnos poreste instinto suyo que infaliblemente busca lo superior? Pudiera ser que as, la mentellegase, por fin, a servirnos de algo...

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    EL HOMBRE

    El hombre es, tal vez, la criatura ms atrapada por los juegos de Maya.

    Esto sucede porque hay en l, respetando la escala evolutiva, algo de piedra,algo de planta, algo de animal y algo que le define como hombre. De las piedrastenemos el cuerpo cuya constitucin material no difiere en nada de la de las rocas y latierra. De las plantas tenemos la posibilidad de vida y crecimiento. Con los animalescompartimos el mundo sensible. Y el raciocinio aparece como propiamente humano,aunque sin la perfeccin del cuerpo, la vitalidad o las emociones; la mente est a mediocamino de crecimiento; la mente es joven, dbil en muchos aspectos, y se deja engaarfcilmente, cayendo sin ms en las redes de la ilusin.

    As, el hombre tiene las ventajas y los problemas de los tres mundos que leanteceden en la escala de la vida. Entre los problemas, est el de sumar tres veces, msla suya propia, la posibilidad de caer en el juego de Maya. El hombre cae como laspiedras, como las plantas, como los animales y como hombre propiamente dicho.

    ***

    Pero esta participacin con los reinos vitales conocidos no es la nica causa quetorna al hombre juguete de la ilusin. Un elemento decisivo en esta cuestin es la

    precariedad de la condicin humana.Imaginemos a un hombre que trata de escalar una montaa, y se encuentra a

    mitad del camino a punto de perder el equilibrio; le es igual subir que bajar porque ladistancia recorrida y la que falta por recorrer son iguales. Pero sus pies tiemblan sinencontrar apoyo, y sus manos se desgarran sin lograr fijarse slidamente. El hombreest atrapado entre unos pies que ya no le sostienen y unas manos que no le puedenayudar en mucho a subir. El hombre est crucificado en el espacio: con los pies en unatierra y los brazos en un cielo que no son suficientes para eliminar el falso equilibrio delespacio intermedio.

    Sin embargo, lo ms fcil, en el ejemplo de nuestro hombre atrapado, es caer quesubir...

    El tramo de camino recorrido es comparable a la evolucin cumplida por elhombre, a todas sus experiencias acumuladas en cuanto a piedra, planta, animal y aunhombre mismo. El tramo a recorrer es lo que resta de evolucin. Si al camino recorridolo identificamos con la experiencia material, y al camino a recorrer lo hacemos con laexperiencia espiritual, veremos claramente por qu es ms fcil caer que subir... Lafuerza de gravedad de la materia es mayor, para este hombre intermedio, que la fuerzade atraccin del espritu.

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    Desde su punto medio que no de equilibrio, el hombre se siente ms empa-rentado con su condicin material de roca, rbol o bestia que con su futuro divino deente espiritualizado. Aunque anhela la evolucin, es mucho el trabajo que le suponeconseguirla. Aunque quiere ser mejor, teme dejar a un lado todo lo que ha representadosu vida hasta el momento. Quiere, en su ceguera provocada por Maya, ser dios sin dejarde ser hombre.

    Es como si la piedra quisiese ser planta, pero sin liberarse de la pesadez inmvilde su cuerpo. O como si el rbol quisiese ser animal, pero sin desprenderse de sus racesen la tierra.

    Resolver su situacin de precario equilibrio, ha de significar por fuerza un sacri-ficio para el hombre. Para subir lo que queda de montaa y poder utilizar las manos con

    libertad, habr que deshacerse de todos los elementos superfluos; todo sobra a la hora desubir. Lo que fue bculo en una parte del camino, se convierte en pesada carga en lasiguiente. Para ser hombre, no puede comportarse ni como piedra, ni como planta, nicomo animal; esas son cosas del pasado que pueden utilizarse en el presente, pero queno pueden dominarnos en el presente... Para ser un superhombre, hay que dejar de serhombre; para cumplir con el grito ancestral del alma, con ese llamado que viene desdelejos y nos obliga a dar un paso ms, hay que abandonar el falso equilibrio de la cruz enel espacio. En una palabra: hay que decidirse, hay que optar, hay que elegir.

    ***

    Por eso Maya juega con los hombres, con los eternos indecisos, y para mejor jugar, aumenta ms y ms la sensacin de inestabilidad, en la cual todos los hilos deesta red de fantstica ilusin semejan tablas de salvacin... tan resistentes como los hilosde araa que son en realidad.

    Por eso Maya juega con nuestros sentidos y con nuestra joven mente, hacin-donos ver lo que no existe.

    Los sentidos nos engaan, no porque ellos funcionen mal, sino porqueconcedemos a sus apreciaciones ms valor que las que ellas tienen. El tacto, el odo, lavista, el gusto y el olfato son tiles para medir determinados elementos de nuestromundo circundante y para transmitirlos a nuestra conciencia. Pero si a la simple trans-misin de las mediciones de los sentidos, nosotros agregamos la pasin de los senti-mientos, el gusto o el disgusto; el exceso de raciocinio sobre lo que es valioso y lo queno lo es; entonces los sentidos se distorsionan y la imagen que llega a nuestra mentecarece de realidad. Es una ilusin ms, en la formacin de la cual, Maya ha colaboradoactivamente. Ya no vemos un color: vemos algo que nos place o nos desagrada; ya noomos un sonido, sino que calculamos longitud de ondas...

    Quin ha interferido en gran parte la funcin de los sentidos? Las emociones yla mente. O ms simplemente: la mente que manejamos los humanos en la actualidadque, lejos de ser pura, est teida de emocin egosta. Con gran criterio decan los viejos

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    sabios que la mente es el rey de los sentidos. Ella, en su superioridad humana, pre-tende gobernar todo lo que tiene a su alcance en la esfera vital. Pero esta mente es la delequilibrio precario, la que todava no olvid del todo su etapa animal por eso est llenade pasiones, y la que a duras penas vislumbra su futuro superior. Ella gobierna egosta-mente: aparenta tener un amo que es nuestro yo, y nos adula con su egosmo, pero enverdad, sirve pura y exclusivamente a Maya.

    ***

    Es larga la lista de las trampas en las que pueden caer los humanos. Y lastrampas se hacen ms peligrosas por cuanto los sentidos y la mente hacen confusa lavisin.

    Nuestro cuerpo ya no es entonces tan simple como la roca. Tiene exigencias quesuperan su tamao y su posibilidad de accin; pero la pasin pone vida en esos cuerposque, agotados por el esfuerzo, perecen antes de tiempo y mal. No se come, se duerme,se bebe o se ama a lo bestia, sino mucho peor.

    La vitalidad natural de nuestros cuerpos es exacerbada y, lejos de ser felicescomo las plantas, corremos, nos ahogamos en el humo, transpiramos y giramos sinmayor sentido de un lado a otro, despreciando una salud que solo lloraremos una vezque la hayamos perdido.

    En cuanto a las emociones, ellas nos dominan a tal punto que provocan unaverdadera niebla. Cuando crecen y se multiplican, cuando se tornan obsesivas y seconvierten en pasiones, resulta imposible practicar la condicin de hombre: resultaimposible pensar, razonar, analizar, pesar y decidir. La pasin lo pide todo... y lodestruye todo tambin valindose de nuestras propias fuerzas vueltas del revs.

    Y la mente cree que piensa, pero la inercia del mundo material, que la tieneatrapada, la vuelve pesada y ablica. La mente se deja pensar. Se deja ganar poropiniones, ideas prefabricadas, por modas, hasta anquilosarse por completo. Es entoncescomo un viejo reloj oxidado cuyas manecillas ya no pueden moverse, aunque siemprehabr un incauto que, guiado por la apariencia exterior, asegura que se trata de un reloj.Pero para qu nos sirve un reloj que no marca la hora? Y para qu sirve una menteque ha perdido la ingenua capacidad de observar, comparar, conocer, discernir?

    ***

    En el fondo de este hombre atrapado por la ilusin, gime sordamente una dbilcriatura, ms joven an que la joven mente engreda y orgullosa de su poder. Es lachispa de espritu, que hace esfuerzos para ser oda... Es el ancestro que exige larealizacin del destino... Es la realidad, que intenta quitar el velo de Maya de los ojosenceguecidos... Es la dbil chispa de espritu que, sin embargo, mientras est encendida,tiene potencias ocultas para crecer y volverse ms poderosa que todos los falsos

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    poderosos. Es el dbil sonido que se convertir en rugido de tormenta. Es el hilo deagua que presagia el torrente.... Es el Hombre.

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    LA NATURALEZA

    Nada le resulta ms natural al hombre que la Naturaleza. Pero no natural en elsentido filosfico de la cuestin, como respondiendo todo a un plan ordenado de laevolucin y de la ley divina. Natural en el sentido humano, es decir, que todo est alservicio del hombre. Todo existe simplemente para beneficiarle, o para que l extraigabeneficio de las cosas.

    Todos los reinos inferiores al humano que conviven con nosotros dentro delmarco de la misma Naturaleza estn a disposicin. Las piedras pueden utilizarse sinms; las plantas son buenas para comerse o para fabricar cosas con ellas; los animales secomen naturalmente o se aprovechan para mltiples trabajos. La tierra est para quegerminen las semillas que echamos en ella, o para proporcionarnos sus tesoros ocultoscon la mayor rapidez y facilidad posibles. Y aun he odo decir que las estrellas, en elcielo, son luminarias que Dios puso para guiar al hombre en su camino nocturno; si estoltimo es poesa, nada ms bello. Pero si es utilitarismo cosa que mucho me temo,nos encontramos ante el hecho de que las estrellas no tienen ms remedio que brillar yalumbrar, porque los hombres EL HOMBRE, el ser ms perfecto de la creacin noalcanza a ver bien durante la noche...

    Bajo este color de cristal, es como caemos atrapados en el juego de Maya, ycomo, lejos de aprender del libro abierto que significa la Naturaleza, estropeamos sushojas interiores y sus cubiertas sin la ms mnima piedad y sin ningn beneficio ahoras efectivo.

    La Naturaleza es el natural escenario donde podemos realizar las experienciaspropias de nuestro momento actual. No solo nosotros, los humanos, sino que tambinviven, experimentan y se expresan dentro de este mundo las piedras, las plantas, losanimales, los astros... El hombre es apenas un escaln ms entre los muchos que confi-guran la gran escala de la evolucin. Y quin sabe si no habr otros seres que estn enla Naturaleza, superiores al hombre, y que nuestra vista no alcanza a distinguir?Diremos que si tantas cosas podemos ver, por qu no habramos de poder ver justa-mente lo que es superior a nosotros.

    Pero la materia adopta mltiples casi infinitas formas de plasmacin. Algunasson concretas y visibles, otras lo son menos y pasan desapercibidas a nuestros ojos.Cuando la luz del sol inunda el cielo y nos enceguece, diramos acaso que las estrellasno existen? Y cuando la noche cubre con plcida oscuridad nuestro contorno, y entoncess brillan las estrellas, diramos que no existen los colores? Hay momentos en que unascosas se ven y otras no. Hay momentos en que unas cosas se manifiestan y otras no.Pero todas viven. Depende del momento, s, y de nuestra capacidad de observacin, decomprensin y aun de evolucin.

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    No basta con ver para comprender. La falta de entendimiento y de sabidurareduce enormemente la visin. Para quien la vida es cuestin de material subsistencia, laNaturaleza es un elemento mudo. Para quien el despertar interior ha comenzado amanifestarse, la Naturaleza es como decamos antes y como tantos dijeron un libroabierto que presenta inconmensurable dosis de conocimientos. Una hoja de rbol, vistacon indiferencia, nada dice; pero mucho ensea si se la mira detenidamente: aparecenentonces mil y un detalles inteligentes que nos indican claramente el estilo de vida deesa hoja. El color, la forma, el tamao, las nervaduras, su forma de recibir el aire y elsol, todos son aspectos vitales e indicadores de la inteligencia que rige esa vitalidad.

    As, es probable que los humanos ciegos por Maya no veamos formas superioresde vida a la nuestra propia, nada ms que porque miramos la Naturaleza con laindiferencia del ignorante. Basta con sacudirse un poco la modorra para comprender.

    Tal como en la piedra alienta el futuro movimiento del rbol; tal como en lasplantas alienta la futura sensibilidad del animal; tal como en el animal alienta la futurainteligencia del hombre, as en el hombre alienta la futura espiritual sabidura delsuperhombre. Basta con sacudirse un poco la modorra para que el futuro vibre dentro denosotros. Basta con abrir apenas los ojos para advertir que el hombre, cargado de tantasy tantas imperfecciones, no puede ser el ltimo y ms acabado modelo de la Naturaleza.Basta con querer para comprender que, si en nuestro interior podemos advertir atisbosdel futuro, ese futuro puede existir ya plasmado en alguna parte, en alguna dimensin,en alguna clave de nuestra misma Naturaleza que, de momento, se nos escapa.

    ***

    Cielo y tierra son los escenarios de la Naturaleza. En el medio, las infinitasformas de vida que se expresan. Del cielo, extraen la fuerza csmica del misteriosideral, el misterio del futuro. En la tierra, hunden sus races en el otro misterio pretritode la conformacin de la materia. Todas las formas de vida tenemos al decir de Platnun poco de lo uno y de lo otro, un poco de materia y un poco de espritu, y llevamos acuestas el drama que representa lograr el justo equilibrio entre una y otra parte.

    Todas las formas de vida incluidos nosotros, los hombres tenemos una madrey un padre. La madre es la tierra horizontal, generosa y dadora de alimento, capaz de

    cobijarnos y de sacrificarse calladamente con tal de satisfacer nuestras necesidades. Elpadre es el cielo vertical, el que nos llama hacia arriba, obligndonos a levantar los ojos,el que no nos abriga, sino que nos exige sacrificio, el que no da facilidades, sino quepromete saludables dificultades. Por lo spero hacia los astros....

    ***

    Todo en la Naturaleza vibra y canta. Nada est quieto. Todo se dirige haciaalguna parte, todo cumple con su propio destino.

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    Por eso Pitgoras nos hablaba de la msica de las esferas, del movimiento delos astros y de la sinfona que ellos condicionaban con el giro de sus cuerpos celestes.

    Tambin nuestra Naturaleza terrestre vibra y canta. Tambin en ella hay sonidosespeciales que configuran el ritmo de su propio movimiento. Habis quedado algunavez en silencio absoluto, oyendo tan solo el murmullo de la Naturaleza? No de laNaturaleza ideada por los humanos, no el ruido de las grandes ciudades, no el de lasmquinas. Habis odo el sonido natural del viento, del follaje de los rboles, de lasolas del mar, de los miles de animalitos que pululan alrededor nuestro casi sin que nosdemos cuenta?

    Dicen los que saben que nuestra Naturaleza, nuestra Tierra, canta el sonido quellamamos FA... Nuestra escala musical se basa en siete sonidos: do, re, mi, fa, sol, la y

    si. Siete sonidos que concuerdan con siete colores. El nuestro, el de nuestra Naturaleza,el que alcanzamos a percibir, es el sonido intermedio, el mismo del hombre crucificadoen el espacio, con tres sonidos por debajo y tres hacia arriba, con una parte de caminorecorrido y otra parte por recorrer. La mezcla de lo uno y de lo otro. Esa es la Natura-leza. Basta con sacudirse un poco la modorra para orla cantar. Ella est viva; es nuestrafuente de vida material; en ella se protege Maya, jugando con ella y con nosotros. Nadams natural.

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    LAS CUATRO ESTACIONES

    Cuando los cientficos intentan explicar el porqu de estas variaciones climticasque peridicamente se producen en nuestro planeta, hacen referencia a la inclinacin deleje de la Tierra con respecto al plano que describe al girar alrededor del Sol. Esto,sumado al hecho de momentos de mayor o menor acercamiento al Sol, hace que existandiversos cambios a lo largo de un ao, que nosotros agrupamos en cuatro y que, tradi-cionalmente, denominamos estaciones.

    Sin embargo, cuando se juega con Maya, no basta con ver un fenmeno; Mayanunca hace las cosas porque s. Lo interesante es saber qu se propuso Maya el da quevari la inclinacin del eje de la Tierra.

    Dicen viejas tradiciones que encontramos en todas las altas civilizaciones, quehubo pocas pretritas en que el eje terrestre no estaba inclinado, sino que se encontrabaperfectamente vertical. Entonces haba una franja central sobre la tierra que, por suscondiciones climticas, bien podra haber sido aquello que solemos describir comoparaso: una eterna primavera, una constante y agradable temperatura, das iguales a lasnoches, y una enorme facilidad para sembrar y cosechar casi sin esfuerzo alguno.

    Probablemente en aquel entonces, tambin los hombres fuesen diferentes de loque son ahora. Las mismas tradiciones nos cuentan de un hombre ingenuo, simple, ni

    muy inteligente ni muy racional, carente de grandes experiencias y de la astucia que esconsecuencia de esas experiencias. A este hombre slo le importaba sobrevivir, y slose inclinaba reverentemente ante la inmensidad de la Naturaleza, que le dejaba intuir aDios.

    Pero cambiaron las cosas.

    Un buen da, tras la consiguiente catstrofe que tambin registran las viejastradiciones, todo vari sobre la faz del planeta, y los polos sealaron un nuevo rumbo.Haba acabado el paraso terrenal. Comenzaba la poca del sufrimiento, del trabajo, dela lenta y dolorosa adquisicin de conciencia por parte de los hombres.

    As nacieron las estaciones, con sus cclicas renovaciones. As se conoci el froy el calor, la luz y la oscuridad, la lluvia y la sequedad, los vientos y la calma... As fuecomo el hombre tuvo que luchar duramente para hacer rendir esta nueva tierra, y tuvoque observar pacientemente la Naturaleza para aprender cul era el momento propiciopara emprender su trabajo y recoger los frutos. As fue como hubo de buscarse abrigo ylugar donde vivir, porque hubo noches largas y heladas, y das de un sol abrasador. Ascomenzaron las largusimas emigraciones, corriendo tras el sueo de un sitio mejordonde asentarse...

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    La Tierra, esa madre magna que tan bien sustenta tan diversas formas de vida,brind una vez ms su propio cambio y sacrificio para ofrecer una nueva leccin.

    El hombre que vino despus del cambio ya no fue inocentemente ignorantecomo el de antes. En este hombre haba despertado una chispa de conciencia, y para queesa chispa se desarrollase sanamente, deba superar con eficiencia una larga serie depruebas.

    El trabajo, el valorar la propia existencia, el sentir la utilidad de los das de lavida, constituyeron una de las pruebas.

    Y tal vez la ms importante fue la de experimentar en s mismo y en toda laNaturaleza circundante, el ritmo del tiempo evolucionando en la ronda de los ciclos.

    ***

    Si tuvisemos que aplicar una caracterstica al devenir de las estaciones paradefinirlas mejor, hablaramos de un ciclo que se repite anualmente. A nadie llama laatencin el que las estaciones se sucedan segn un ritmo establecido, y siempre con elmismo orden: primavera, verano, otoo, invierno. Por el contrario, llamara la atencinsi esto no sucediera as.

    La primavera es el nacimiento de la vida sobre la tierra. Es el momento en quetodo florece y se abre a los benficos rayos del sol. Es el despertar, el tibio aliento quecomienza a manifestarse.

    El verano es la plenitud de la vida. Lo que se haba insinuado en la primavera esahora una total realidad. Es el momento del fruto maduro.

    En el otoo, la vida comienza a declinar suavemente; las hojas pierden su brilloy ya no pueden mantenerse fijas a las ramas; las flores y los frutos dejan de existir. Eldorado reemplaza al verde.

    Y el invierno es la muerte de la Naturaleza. Ahora todo duerme y reposa, aunquela vida contina latente en la profundidad de las races. Es el momento del descanso,pero no de un descanso definitivo. Una nueva primavera asomar tras el invierno, y lo

    que dorma, abrir sus ojos otra vez a la vida.Pero estos ciclos que tan fcilmente aceptamos en la Naturaleza, resultan enor-

    memente difciles de aplicar a los hombres. El juego de Maya pretende hacer sentir a loshumanos como una creacin especial dentro del conjunto, como algo que no tiene porqu obedecer a las mismas leyes que rigen a la totalidad. Y estos hombres especiales,desobedientes, quedan conciencialmente fuera del sistema. Viven las estaciones exter-namente, pero no pueden sentirlas en s mismos. No han llegado a concebir que nuestraspropias vidas estn sujetas a un ciclo muy semejante al de las estaciones.

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    Tambin el hombre nace, se desarrolla, alcanza su plenitud, decae y muere. Perosu ceguera le impide reconocer que su muerte no es definitiva, como no lo es ningunaforma de descanso en la Naturaleza. No advierte que l tambin renacer con la mismasencillez con que lo hacen los rboles, una vez que llegue el momento. No puedepretender renacer con el mismo cuerpo, ni el rbol exige las mismas hojas del pasadoverano. Nuevas hojas, nuevos cuerpos: las mismas races, la misma alma.

    Los ciclos de tiempo giran circularmente, sumando experiencias que aproximanel giro al centro del crculo. Giran incansablemente las estaciones; y el hombre girainconscientemente, siguiendo con dolor el juego de Maya de su propia muerte, hastaque alcance la conciencia de su inmortalidad.

    ***

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    EL DA Y LA NOCHE

    Son otra forma de ciclo, aunque repetido en el breve tiempo que los humanoscomputamos como 24 horas. Este ciclo produce mucho menos temor que el otro msgrande de las estaciones. Este se advierte con ms asiduidad, y aunque nuestra memoriaes dbil, puede recordar de un da a otro, de una noche a otra. Esa posibilidad derecuerdo quita el temor.

    El da y la noche se asocian con la actividad y el descanso de los seres vivos.Aunque todos los seres estamos sujetos al cansancio y debemos combinar el trabajo conel reposo, es bueno que la Naturaleza nos lo recuerde al asumir ella misma formasexteriores que nos inducen a una u otra cosa.

    El da comienza cuando aparece el Sol, y esta es una invitacin a las ms varia-das labores. La piedra se expande; la planta comienza el proceso de su fotosntesis; losanimales emites sus sonidos peculiares y salen en busca del sustento diario. Y loshombres... hacemos lo que podemos, aunque lo fundamental es la sensacin de quedebemos hacer algo mientras brilla el Sol.

    La noche comienza cuando el Sol se oculta. Entonces se contrae la piedra, lashojas se repliegan, callan los animales y buscan refugio en sus guaridas o nidos; y loshombres tambin se sienten ganados por la necesidad del descanso y el sueo.

    ***

    Este es otro de los juegos de Maya; se trata de una piadosa ilusin, puesto quenuestro da y nuestra noche no son valores absolutos; mientras yo tengo luz, hayrincones de la Tierra que estn a oscuras; y cuando para m sea de noche, brillar el solen otros puntos. Pero esta ilusin ayuda a mantener el ritmo vital.

    El hombre es tan desordenado que, sin la pauta del da y la noche, caera enalguno de los dos extremos: o la abulia absoluta, o la actividad desenfrenada. En loshombres enceguecidos por Maya, la ley de la pasin vence a la ley de la actividad: as es

    como la pasin induce a la accin excesiva o a la inaccin, sin tomar en cuenta paranada el equilibrio del justo medio.

    Con todo, as como la Naturaleza no siempre llega a impactar la mente de loshombres hacindoles comprender el misterioso ritmo de las estaciones, tampoco tieneun xito absoluto cuando trata de imprimirle el ritmo de accin y descanso.

    En los hombres dominados por la pasin de la abulia, la vida es una perpetuanoche, donde no es que haya inactividad absoluta, porque ello es imposible, sino quefalta la buena actividad, la que crea y produce. En cambio, la falta de ocupaciones tilesda pie al desarrollo exacerbado de los instintos y las bajas emociones, usando todas las

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    horas del da en imaginar nuevos goces y placeres psquicos... siempre y cuando no leproduzcan demasiado esfuerzo.

    Esta noche psicolgica es muy parecida a la muerte; la conciencia sigue tandormida como si jams hubisemos aparecido a la vida. Y a Maya no le interesa que loshombres muramos demasiado pronto; alguna de sus agujas llegar para herir al ablicoy removerle de su letargo.

    En los hombres dominados por la pasin de la actividad incesante, el orgullo esaliado de la accin, y pareciera de cobardes o de tontos el parar un solo instante en laloca carrera de la vida, aunque no siempre se sepa exactamente qu se hace, ni para quo por qu se hace. Esta actividad sin descanso, la del perpetuo da, termina pordestruir las fuerzas fsicas, psicolgicas y mentales del individuo, es decir, otra forma de

    llevarlo a la muerte. Y a Maya no le interesa que los hombres muramos demasiadopronto...

    El ciclo da-noche se convierte as en una energa indicadora para ponernos enmovimiento y para cesar el movimiento, en un todo acorde al plan general de nuestroambiente circundante.

    La fuerza del ejemplo es gran maestra; Maya aprovecha esta fuerza. Lo que hacela Naturaleza, todos hacemos, o por lo menos, sentimos una gran necesidad de hacerlo,y un gran desasosiego cuando no lo hacemos.

    ***

    Segn las distintas condiciones humanas, algunos aprecian ms el da y otrosms la noche.

    Los que aman el da y la luz del Sol defienden el brillo vivificador que da color ycalor a las cosas. Bendicen la posibilidad de ver, de admirar, de gozar del paisaje, delsonido, de la claridad de las formas.

    Los que aman la noche y la luz de la Luna agradecen ese manto de piadosaoscuridad que torna bellas todas las cosas, y ese fulgor platinado y tenue que creasombras misteriosas y vagos murmullos al comps de nuestros pasos. Si bien es cierto

    que ya no brilla el Sol, se ven, en cambio, las estrellas, que permaneceran ocultas du-rante el da.

    El da y el Sol son la exaltacin de la vida manifiesta, la adoracin del misteriode la creacin, expresado en su mxima belleza. La noche y las estrellas son larepresentacin del otro misterio csmico e infinito, reflejado en un cielo cuajado delejanos mundos que nos hacen sentir pequeos ante la inmensidad. Durante el da,vemos mejor a la Tierra y a nosotros mismos, y ello es necesario. Durante la noche, lassombras nos impiden la visin cercana, y nos lanzamos mejor al espacio sideral; y ellotambin es necesario.

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    Por eso Maya juego con los ciclos. Por eso es tan difcil elegir. Por eso es tandifcil ser juez y parte cuando se trata de estar inmersos en esta rueda que gira invitandosucesivamente a dormir y a despertar segn la posicin relativa de sus rayos.

    Si descorremos los velos y aprendemos a ver este pequeo ciclo del sueo y lavigilia, podremos saltar a la gran dimensin del otro ciclo de la vida y la muerte.

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    LA TIERRA

    La Tierra es un ser vivo, aunque los juegos de Maya hagan que, para loshombres, esta no sea ms que el receptculo o habitacin en donde transcurre nuestraexistencia. De este modo, la Tierra no asume ms importancia de la que pueda tener unconjunto de ladrillos bien unidos, y hasta no faltan hombres, enceguecidos del todo porla ilusin, que no imaginan cmo es que los humanos no fueron los constructores dealgo tan sencillo como la Tierra.

    Sin embargo, la Tierra vive y, entre sus muchos misterios. encierra el de darnoscobijo sobre su superficie, soportando pues no cabe otra expresin el uso y abuso quehacemos de ella y de sus propiedades. As como nuestro humano cuerpo lleva consigomillares de infinitesimales vidas de las que ni siquiera tenemos conciencia, tambin laTierra nos lleva sobre s, y el hecho de que los que son portados estn vivos, no quitaque el portador tambin lo est.

    ***

    Como todos los seres vivos, la Tierra tiene un alma y un cuerpo. De su almapoco podemos decir, ya que si apenas conocemos la nuestra, difcilmente podamossaber algo de otras. A juzgar por lo que Platn enseaba, algo podemos deducir delalma de la Tierra, desde el momento en que ella se manifiesta en un cuerpo casi esf-

    rico. Deca Platn que la esfera era el ms perfecto de los cuerpos geomtricos, y quelas formas vivas tendan hacia la esfera a medida que se iban perfeccionando.

    Del cuerpo de la Tierra, en cambio, s podemos hablar, pues entre los velos deMaya son muchas las cosas que se dejan entrever.

    Su gran cuerpo comparado con el nuestro goza en su dimensin de las mismascaractersticas que los humanos: nace, crece y muere. En el nterin, mientras vive, puedepadecer enfermedades, cambiar de posicin, sentirse bien de salud, dormir o estardespierto. As se comprenden mejor muchos fenmenos que, explicados tan solo bajo lalente cientfica, resultan fros e ininteligibles.

    As cabe la posibilidad de dar una salida lgica a las muchas tradiciones queimperan sobre grandes diluvios, pavorosas glaciaciones, fenomenales deshielos... Su-pongamos que la Tierra se enferma, y para remediar sus fiebres, se cubre de hielo pararefrescarse; duerme y descansa bajo la fra capa que ella misma puede producir por elpoder de su voluntad, hasta tanto el mal se subsane. Entonces, comienzan los deshielos,devienen los diluvios... Los seres humanos, ajenos al proceso del planeta, solo viven losdramas de estos grandes cataclismos, y los registran a travs de mitos perdurables queencierran profundos significados.

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    Supongamos que, como todo ser vivo, la Tierra tenga por momentos necesidadde cambiar de posicin. Aunque el movimiento de estos grandes cuerpos est msdisciplinado que en los hombres, por mnimo que resulte ese movimiento sera amplia-mente notorio para los otros seres vivos que se apoyan sobre ellos. Y as se explicanaquellas otras tradiciones que nos recuerdan el cambio que sufri el eje de la Tierra, noen una, sino en varias oportunidades, al pasar de una posicin vertical a otra msinclinada, como la que vemos en la poca actual.

    Supongamos que la Tierra tiene edad; que, cuando joven, su temperatura erasuave y clida; pero que a medida que envejece se va enfriando lentamente, como si lavida se retirara de ella. Y esto nos hara entender algo de los cambios de temperaturaque comienzan a registrar los cientficos, o las pequeas microglaciaciones que sesuceden, como si la Tierra se echase a dormir una siesta de vez en cuando, mermandocon esto su calor vital.

    En la Tierra hay vida porque la vida germina en ella. La Tierra es buena para loshombres, para los animales, para las plantas. Genera en sus senos profundos las msvariadas y prodigiosas piedras preciosas, y produce en su escondido interior cambiosgeolgicos desconcertantes, que se traducen en carbones o en diamantes, en restos mor-tales de viejos seres o en petrleo. Quin ha podido explicar el prodigio de los compo-nentes de la Tierra, perfectamente adecuados y transformados hasta constituir el cuerpofsico de los animales y los hombres? Si creemos que nuestro cuerpo est vivo, nopodemos por menos de aceptar la vida de la Tierra, ya que no hay nada en nuestroscuerpos que no venga de ella. Podr algo inerte formar algo vivo?

    ***

    A veces, el velo de Maya hace dificultosa la visin, y no es sencillo advertir lassemejanzas entre la vida de la Tierra y la de los hombres. Sin embargo as es arribacomo es abajo, tal cual reza el viejo aforismo hermtico.

    Tambin la Tierra tiene un sistema de irrigacin y de respiracin. Para nosotrossiguen siendo un misterio sus mares, el sentido de sus ros, las corrientes de aire quecirculan por el interior del planeta configurando gases que, en oportunidades, emergenpor la boca de los volcanes... Para nosotros sigue siendo un misterio la psiquis incan-

    sable del planeta, que jams conoce el desmayo y sigue cumpliendo inexorablementecon sus funciones. Ah, si pudisemos nosotros lograr esa continuidad, ese sentidoprofundo del deber, sin cansarnos jams, sin el agobio de un entusiasmo que se agota...Para nosotros sigue siendo un misterio la inteligencia de la Tierra que, en ms de unaoportunidad, ha desbaratado las leyes de los cientficos, modificando ritmos, acelerandoo retrasando procesos, y aun cambiando la vuelta a su rbita con tal de no tropezarcon un cometa...

    ***

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    De todos sus misterios, la Tierra nos ofrece el mnimo conocimiento de su super-ficie. Poco o nada sabemos de lo que existe en su interior; podemos soar, podemosviajar al centro de la Tierra, pero en verdad, Maya hace que solo conozcamos el sueloen el que nos asentamos.

    Siempre se ha considerado al planeta, no por su conjunto, sino por la parte delconjunto que nosotros utilizamos. La mayor parte del planeta est constituido por agua;la tierra firme es una parte menor, pero es la que nos interesa, porque en ella nosapoyamos; por los mares circulamos, pero en la tierra firme es donde vivimos.

    Apoyo, asentamiento, base segura: ese es el smbolo de la Tierra por lo que detierra tiene. Ese es el smbolo de la materia que nos soporta. Cuando los viejos alqui-mistas comparaban la tierra con la materia, no lo hacan en el sentido peyorativo de

    aquello que es burdo y sensible. La materia es el tejido de sostn, lo que puede aguantary aun portar otros principios ms sutiles. As, la tierra nos sostiene, y nosotros sabemosque en ella podemos sentirnos firmes. Es materia, es nuestra materia, la que nos forma,nos conforma y nos soporta. Es piel y esqueleto. Es base de asiento y base de misterios;en ella podemos hundir las manos nuestras manos de tierra y en ella hunden susraces los rboles. De ella surgen extraos metales y brillantes piedras, y en recnditascuevas se esconden las aguas y los vientos de viejos trabajos que los geniecilloslabraron en su momento.

    ***

    La Tierra es bella. Hay en ella un principio de armona que caracteriza por iguala todos los seres vivos, tengan el tamao que tengan. Hay en ella un equilibrio que noshabla de la mano de Dios, o de los dgitos de Dios, como decan los griegos clsicos.Sus colores se mezclan prodigiosamente dando lugar a una sinfona de matices, comodesafo a la imaginacin del ms ferviente de los artistas. Hay en ella un delirio deformas que supera toda capacidad humana de creacin. Las rocas adquieren contornosextraos... Las gemas se organizan segn esquemas geomtricos... Y, a veces, algunagruta se abre ante la curiosidad del hombre, demostrando que aun en el interior de sucuerpo, los dedos de Dios pusieron belleza en la Tierra.

    Y Maya visti con hilos de ilusin esta esfera que gira rtmicamente en el

    espacio, atrapndonos juntos a la Tierra y a nosotros en este gran juego de la Vida.

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    EL AGUA

    Ella es un elemento tan fundamental en nuestro planeta, tanto como la parteslida que denominamos tierra. Es ms: hay mayor proporcin de materia lquida quede slida en la Tierra, y no hay parte slida que, en cierta manera, no est embebida,traspasada o necesite estarlo de lquido.

    El prototipo de lo acuoso es, para nosotros, el mar. El mar es como la sangre delplaneta, vital, salado, pleno de energa en s y dador de fuerza a la vez. En el mar seresumen todas las formas del agua: la salada que lo compone, la dulce de los ros quevan a desembocar en l y las lluvias verticales que nacen por el ascenso del vapor y eldescenso de las gotas lquidas...

    Por eso los antiguos hablaron del mar como de la sangre, y ellos supieron quesus muchas sales no eran motivo para hacer de l un ser inerte, pesado y casi denso en elfondo de su lecho. Ellos supieron de esta sangre viva que, dentro de ella, llevaba co-rrientes diversas, fras y clidas, en uno y en otro sentido, como para que esa enormemasa lquida no estuviese jams en reposo, distribuyendo siempre su rico caudalenergtico. Tal como la sangre circula por el cuerpo, valindose de canales, y depen-diendo en mucho de las corrientes de temperatura...

    ***

    En esta enorme fuente de vida acutica que es el mar, desembocan las venas delos ros. Ellos recogen su material a lo largo de la tierra, entre lagos y montaas, entrebosques y desiertos, y siempre, siempre, llevan su corriente al mar.

    Cul es el extraordinario juego de Maya que hace que los ros siempre terminensu carrera en el mar? Cul es la fuerza, la inteligencia que los anima, para no perder

    jams su rumbo? Aqu, Maya ha esmerado su accin, y no hay hilo de agua, en ningnrincn del planeta, que no se ingenie para llegar a una fuente mayor que, a su vez,desembocar en otra y en otra, hasta dar finalmente en el infinito mar.

    Es que las aguas buscan las aguas, por afinidad; hasta aqu el juego de Maya.Pero las aguas tambin tienen su nivel de evolucin, y saben que la gota ms diminutatiene igual esencia que la grandiosidad del mayor de los ocanos. As, la pequea gotabusca su dios, su meta de perfeccin, y anhela llegar a su ocano. La dulce gota, que eshija de la Tierra, necesita convertirse por fin en la gota salada, que es hija del cielo;cuando ella es pequea y separada, vale bien poco; cuando ella se confunde en el mar,lejos de perder su personalidad de pequea gota, asume, en cambio, la grandiosidad delocano.

    Por eso los ros, las fuentes,