Los Hermanos Serdán inicio de la Revolución

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Los Hermanos Serdán En Puebla, el líder del movimiento Antirreeleccionista fue Aquiles Serdán. En 1909 publicó una convocatoria al pueblo con un mensaje que decía: “No permanezcáis más de rodillas”. Al llamado de Serdán surgieron, en nuestro estado, varias agrupaciones antirreeleccionistas como el club luz y progreso, reivindicación popular, regeneración, Ignacio Zaragoza y el antirreeleccionista Poblano. La popularidad política de Serdán iba en aumento y, al igual que Francisco I. Madero, también sufrió varios atropellos policíacos. Aquiles Serdán sospecho que las elecciones de junio serían un engaño. Propuso la rebelión armada, pero Madero no la aceptó. Por eso, cuando el mismo Madero planteaba en el Plan de San Luis la rebelión armada para el día 20 de noviembre de 1910, en toda la nación, los hermanos Aquiles, Máximo y Carmen Serdán, ofrecieron su casa, ubicada en la calle de Santa Clara, de la ciudad de Puebla, para almacenar las armas que se utilizarían en la rebelión. Unos agentes de la policía se enteraron de sus planes y, en la mañana del 18 de noviembre de 1910, el jefe de la policía, Miguel Cabrera, acompañado de unos cuantos soldados, llego a la casa de los hermanos Serdán para realizar una inspección, donde fue recibido a balazos por ellos. En este encuentro perdieron la vida Aquiles, Máximo Serdán y 13 colaboradores que estaban con ellos. Por esta hazaña histórica, a Puebla se le considera Cuna de la Revolución. Frente al templo de Santa Clara, se encuentra el Museo de la Revolución, ubicado en la que fuera casa Marco Antonio Martínez 18/11/2009

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Los Hermanos Serdán En Puebla, el líder del movimiento Antirreeleccionista fue Aquiles Serdán. En 1909 publicó una convocatoria al pueblo con un mensaje que decía: “No permanezcáis más de rodillas”. Al llamado de Serdán surgieron, en nuestro estado, varias agrupaciones antirreeleccionistas como el club luz y progreso, reivindicación popular, regeneración, Ignacio Zaragoza y el antirreeleccionista Poblano. La popularidad política de Serdán iba en aumento y, al igual que Francisco I. Madero, tambi

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Los Hermanos Serdán 

En Puebla, el líder del movimiento Antirreeleccionista fue Aquiles Serdán.En 1909 publicó una convocatoria al pueblo con un mensaje que decía: “No permanezcáis más de rodillas”. Al llamado de Serdán surgieron, en nuestro estado, varias agrupaciones antirreeleccionistas como el club luz y progreso, reivindicación popular, regeneración, Ignacio Zaragoza y el antirreeleccionista Poblano. La popularidad política de Serdán iba en aumento y, al igual que Francisco I. Madero, también sufrió varios atropellos policíacos. Aquiles Serdán sospecho que las elecciones de junio serían un engaño. Propuso la rebelión armada, pero Madero no la aceptó. 

Por eso, cuando el mismo Madero planteaba en el Plan de San Luis la rebelión armada para el día 20 de noviembre de 1910, en toda la nación, los hermanos Aquiles, Máximo y Carmen Serdán, ofrecieron su casa, ubicada en la calle de Santa Clara, de la ciudad de Puebla, para almacenar las armas que se utilizarían en la rebelión.Unos agentes de la policía se enteraron de sus planes y, en la mañana del 18 de noviembre de 1910, el jefe de la policía, Miguel Cabrera, acompañado de unos cuantos soldados, llego a la casa de los hermanos Serdán para realizar una inspección, donde fue recibido a balazos por ellos. En este encuentro perdieron la vida Aquiles, Máximo Serdán y 13 colaboradores que estaban con ellos. Por esta hazaña histórica, a Puebla se le considera Cuna de la Revolución.

Frente al templo de Santa Clara, se encuentra el Museo de la Revolución, ubicado en la que fuera casa habitación de la familia Serdán, que se considera iniciadora del movimiento revolucionario de 1910. En él se exhiben periódicos, mobiliario, fotografías y artículos de la época que recuerdan el dramatismo de aquella gesta heroica y que recrean la vida de Puebla al inicio de la Revolución.  Está ubicado en la 6 Oriente, entre 2 y 4 Norte.

Carmen Serdán, ha narrado el dramatismo de aquel campanazo que sacudió de rebeldía a México. He aquí algunos fragmentos:

Los planes tuvieron que adelantarse y fracasaron. En el día 17 de noviembre de 1910 supimos que Miguel Cabrera (inspector de policía de Puebla) se preparaba a catear la casa nuestra, pues ya sabía que estaba en ella Aquiles, de regreso de los Estados Unidos, y sabía también que

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teníamos armas [el Sr. Serdán era miembro destacado de la Convención Nacional Antireeleccionista]. Esa misma noche, Aquiles envió un

recado a los ferrocarrileros y a los fabricantes, en el que les decía que se sostendría dos horas en la casa y que desarrollaran los planes acordados, pero parece que no recibieron el aviso y a ello se debió que no se hubiesen puesto sobre las armas.

Empieza el asedio de la casa de los Serdán y el jefe de la policía Cabrera, muerto de un certero balazo de carabina por Aquiles, es la señal de la iniciación de hostilidades. Sigue el relato de Carmen:

Aquiles y Máximo entendieron que iba a comenzar la parte más sangrienta del drama que vivíamos y tomaron los dispositivos finales, parapetando a sus 16 amigos en las alturas de la finca, tras de los tinacos o bien cubriéndolos con las cornisas de las azoteas de la casa. Y a las 8 a.m. de aquella mañana la ciudad se conmovió con los primeros disparos.

Poco a poco las fuerzas porfiristas aumentan en forma abrumadora, pero sigue la batalla y la narración de Carmen Serdán:

El combate se generalizó a las 8:30 a.m., hora en que se me ocurrió salir al balcón para hablar al pueblo, al que grité cuando pude, enseñándoles mi carabina. Si no recuerdo mal, dije así: ¡Vengan, por ustedes lo hacemos! La libertad vale más que la vida. ¡Viva la no-reelección!

Pero no pudieron pasar para ayudarnos y el fracaso hubo de poner su corona de espinas en las frentes de quienes murieron peleando por su ideal.

Sigue la narración, ahora el 'suspenso' de la tragedia; aumentan los rurales; el primer cuadro de caballería entra en acción, pero los hermanos Serdán y sus amigos siguen la lucha. Carmen Serdán proveyó de parque a los

revolucionarios en la azotea. A las 11:30 a.m.yo volví a subir adonde estaban nuestros amigos. Encontré a Máximo que se había trepado por una cañería y sólo un señor de apellido Méndez, que estaba herido, lo acompañaba. Los demás estaban muertos y creo que alguno había logrado escapar. Le grité a Máximo para que bajara, pero él no quiso. Y mientras disparaba su carabina me dijo, riéndose:

-No, Carmela, todavía nos podemos sostener aquí otro poco.-No, no; bájate -le grité-¿no ves que te has quedado solo.?

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Por tal motivo, los planes forjados para dos días después fracasaron, al adelantarse el movimiento el día 18. Desde la noche del 17, Aquiles distribuyó a sus amigos en la alturas de la casa y estuvimos en vela esperando a Cabrera y a los suyos, sin que se presentaran.

A las 9 a.m. el combate es ensordecedor; a las 10 a.m. la lucha es encarnizada, feroz y a muerte. Las descargas de fusilería cerradas...

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-Qué importa -respondió- lo que debes hacer es darme parque (munición), que me hace falta.

Y siguió combatiendo con la sonrisa en los labios.El relato prosigue, aceleradamente, hacia el fin. No podemos sustituir el

relato, casi telegráfico, de Carmen Serdán; es demasiado gráfico. La tragedia adquiere tintes clásicos. Ya  es gesta.

Carmen Serdán aprovisionó de municiones  a sus hermanos, hasta el momento culminante de la batalla, el más humano.

.Cuando volví a subir, ya los federales estaban en la azotea y me dio la corazonada de que Máximo había muerto. Bajé y le dije a Aquiles: "Ya Máximo acabó. los federales están en la azotea". No olvidaré nunca la mueca que hizo al oír esto. Dejó de disparar y puso su carabina en un rincón. A todo esto, un grupo de rurales se acercó -nadie disparaba ya- hasta colocarse frente al zaguán de la casa. Los veíamos bien, podíamos haber matado a la mayor parte de ellos. Yo estaba fuera de mí por la muerte de Máximo y le dije a Aquiles, señalándole a los rurales:

-Mira, acabaremos con todos esos.Aquiles se me quedó mirando con desconsuelo y me preguntó:-¿Ves a algún jefe con ellos?-No, están solos- le dije.-Pues bien -musitó-, esos hombres tienen madres, esposas, hijos o

hermanas. Si yo supiera que con su muerte triunfábamos, los mataría a todos, pero estamos perdidos de todas maneras. Me voy a esconder y saldré cuando se organicen, a la noche, los nuestros.

Se quitó el abrigo que llevaba puesto, empuñó su pistola, se echó algunos cartuchos en las bolsas del saco y ya se iba, cuando lo detuve para decirle:

-Hermano, es mejor morir en el combate.-De todas maneras hay que morir -me respondió-, pero mi obligación es

conservar hasta lo último al jefe de los míos, y por eso me voy.Poco después, descubierto en frío sótano, Aquiles Serdán moría por

disparo de un oficial de gendarmes que lo localizó cuando empezó a toser aquejado de una pulmonía fulminante. Era el 18 de noviembre de 1910.

Dos días más tarde, el combate se generalizaba y el grito revolucionario resonó por las estepas y montañas de México. La tiranía de Porfirio Díaz tocaba su fin

 

Marco Antonio Martínez 18/11/2009