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SOBRE LOS GRAMSCIANOS ARGENTINOS: CULTURA Y POLÍTICA EN LA EXPERIENCIA DE PASADO Y PRESENTE, DE RAÚL BURGOS José María Casco Universidad de Buenos Aires (Argentina) [email protected] No es común que los especialistas de las ciencias sociales encaren trabajos de largo aliento sobre la historia reciente, si a esto le sumamos los escasos libros sistemáticos referidos a la historia de los intelectuales argentinos nos encontramos con un panorama un tanto desierto para la reflexión sobre el tema. Por eso, el libro que aquí comentamos se transforma en una enorme contribución para la temática referida a la relación entre el campo de la política y el campo intelectual. En efecto, el libro de Raúl Burgos trabaja sobre una zona relevante de la historia intelectual de los últimos treinta años a través del grupo fundador de la revista Pasado y Presente los llamados “gramscianos argentinos”, apodo con el que se reconoce al grupo, por la enorme labor de difusión del pensamiento del autor italiano. El trabajo se despliega haciendo foco en la figura de su principal promotor, el incansable, José María “Pancho” Aricò y recorre los avatares de la política argentina desde la actuación de esta importante formación cultural. El trabajo se divide en tres secciones: en la primera de ellas, el autor comienza dando cuenta de las primeras, escasas y fragmentarias, recepciones de Gramsci en el país, en ese sentido menciones más que recepciones, para luego meterse en el mundo del Partido Comunista argentino de los años 50` donde comienza el itinerario de los intelectuales que lo ocupan. Retratando entre otros avatares, aquella famosa polémica en el seno del partido en 1963 que a estos jóvenes políticos e intelectuales les valió la expulsión del Comunismo, por cuestionar las líneas directrices de la política del partido. Este episodio funcionó como una caja de resonancia para toda una generación joven que, poco a poco, comenzó a cuestionar las estructuras tradicionales de la cultura y la política argentina de izquierda de esos años, crítica que había sido abierta algún tiempo atrás por

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SOBRE LOS GRAMSCIANOS ARGENTINOS: CULTURA Y POLÍTICAEN LA EXPERIENCIA DE PASADO Y PRESENTE, DE RAÚL BURGOS José María Casco Universidad de Buenos Aires (Argentina)[email protected]  No es común que los especialistas de las ciencias sociales encaren trabajos de largo aliento sobre la historia reciente, si a esto le sumamos los escasos libros sistemáticos referidos a la historia de los intelectuales argentinos nos encontramos con un panorama un tanto desierto para la reflexión sobre el tema. Por eso, el libro que aquí comentamos se transforma en una enorme contribución para la temática referida a la relación entre el campo de la política y el campo intelectual. En efecto, el libro de Raúl Burgos trabaja sobre una zona relevante de la historia intelectual de los últimos treinta años a través del grupo fundador de la revista Pasado y Presente los llamados “gramscianos argentinos”, apodo con el que se reconoce al grupo, por la enorme labor de difusión del pensamiento del autor italiano. El trabajo se despliega haciendo foco en la figura de su principal promotor, el incansable, José María “Pancho” Aricò y recorre los avatares de la política argentina desde la actuación de esta importante formación cultural. El trabajo se divide en tres secciones: en la primera de ellas, el autor comienza dando cuenta de las primeras, escasas y fragmentarias, recepciones de Gramsci en el país, en ese sentido menciones más que recepciones, para luego meterse en el mundo del Partido Comunista argentino de los años 50` donde comienza el itinerario de los intelectuales que lo ocupan. Retratando entre otros avatares, aquella famosa polémica en el seno del partido en 1963 que a estos jóvenes políticos e intelectuales les valió la expulsión del Comunismo, por cuestionar las líneas directrices de la política del partido. Este episodio funcionó como una caja de resonancia para toda una generación joven que, poco a poco, comenzó a cuestionar las estructuras tradicionales de la cultura y la política argentina de izquierda de esos años, crítica que había sido abierta algún tiempo atrás por los escritores de la revista Contorno, que puso las bases para una revisión de la izquierda tradicional respecto de sus posiciones en torno a clase obrera y el peronismo.Y en efecto, dos son los hechos políticos que se tornaron decisivos para esa orientación crítica. Por un lado, ese enorme hecho de masas que significó el movimiento fundado por Perón, que a partir de su aparición sería gravitante en la política argentina. Y por el otro, la “fe revolucionaria” que despertó en esa joven generación la revolución cubana, que materializó la idea de que el socialismo y la transformación social podían darse en América Latina. Así, la edición de la revista primero, y la de los cuadernos de Pasado y Presente después, constituyeron un tipo de intervención política cultural significativa, del grupo, que apostaba a introducir una modernización del marxismo al calor de los nuevos acontecimientos, y batallaba por contribuir a este proceso desde el campo cultural argentino. En ese camino, bajo la figura de Antonio Gramsci, el grupo se posicionó en un lugar central del espectro político, conformado por los grupos de llamada nueva izquierda, convirtiéndose en un polo de modernización cultural desde el marxismo; pero que a la vez intentaba dialogar con las corriente burguesas más avanzadas de la época. En efecto, como muestra Burgos en el libro la lista de autores introducida, por la revista primero y por los cuadernos más tarde, constituyen un aporte realmente innovador al campo cultural, a modo de ejemplo, podemos recordar que el primer texto publicado en Argentina de Jacques Lacan, fue una iniciativa de Pasado y Presente.

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Que esa intervención de Aricò y su grupo fue además de innovadora significativa, lo muestran su penetración en la universidad (en las disputas entre cátedras marxistas vs. cátedras nacionales, como la llama el autor), su actuación en los acontecimientos de Córdoba de mayo del 69’ y la difusión nacional de sus empresas editoriales (la fundación de la editorial Siglo XXI, por ejemplo, que tuvo a cargo la edición de los cuadernos de Pasado y Presente).En la segunda parte del libro, ya en los años 70`, asistimos a la “peronizacion” de los gramscianos argentinos y a un compromiso más explicito con las cuestiones políticas del momento, hecho que se verifica con el acercamiento del grupo a la organización Montoneros en 1973, y la importancia que le otorga la revista a los hechos de la coyuntura política, a través de varios documentos de la época, en momentos en que la virulencia de las disputas políticas llegaban a su clímax. Hacia el final del apartado, y ya en la larga noche de la dictadura argentina de 1976, el centro de atención se desplaza a México, allí, en un momento de prosperidad económica y gran influjo cultural, el grupo de Pasado y Presente formará parte de un núcleo de exiliados del espectro de la izquierda ideológica del continente, que hará una profunda revisión teórica y política de su accionar y sus marcos interpretativos. Allí se opera un verdadero giro en las orientaciones de esos intelectuales, en el marco de la derrota de los proyectos revolucionarios latinoamericanos, y la crisis del paradigma marxista como guía central del mundo intelectual socialista europeo. Estos acontecimientos, serán los nudos centrales de la profunda revisión teórica y política del grupo Pasado y Presente. En ese marco, América Latina comienza a ser un tema de indagación para este grupo de intelectuales, en esa preocupación, la figura de Mariategui comenzará a tener un lugar de relevancia como socialista latinoamericano. Pero lo que quizás sea de mayor importancia, la idea de la democracia como un fin en sí mismo, surgirá como núcleo privilegiado del proyecto teórico y político futuro. La aspiración de la revolución socialista es remplazada por la revolución democrática, esto produce un corte, el fin de una etapa para está izquierda intelectual que clausura un modo de acercarse a la política. Este nuevo posicionamiento en el campo cultural, cristalizó en dos producciones del grupo a finales de los años 70`: la revista Controversia, en la que también participaban intelectuales de extracción peronista y el grupo de Discusión Socialista. Pero, si bien el libro destaca los elementos centrales que conforman este proceso de innovación político ideológico, presta poca atención al encuentro con la teoría liberal, que es la fuente más innovadora de este nuevo socialismo que va tomando forma a fines de los años 70. Este quizás sea el déficit mayor del análisis de Burgos junto con la poca atención que presta al intercambio que se produce en el exilio entre intelectuales latinoamericanos y europeos. Quizás esto se deba a que el autor se muestra demasiado preocupado por desbaratar el argumento “de la izquierda revolucionaria” que esgrime que estos intelectuales han sido cooptados por el aparato neoliberal a través del financiamiento de proyectos de investigación por parte de organismos financieros y fundaciones norteamericanas, está polémica que entabla con el grupo detractor entre los que cuenta a James Petras, le quita profundidad al análisis. En la última parte del libro, y ya de regreso en la Argentina de la apertura democrática, se asiste al período en el que el grupo consolida un lugar central como núcleo de intelectuales renovadores en los tiempos de la euforia democrática. A través de la fundación de la revista la Ciudad Futura y el Club de Cultura Socialista -que tuvieran una enorme repercusión en la renovación del campo cultural y universitario (en la época de oro de la agrupación estudiantil, Franja Morada, de la Unión Cívica Radical)- estos intelectuales colocaron a la democracia como tema central de la agenda campo

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intelectual argentino. Al tiempo que se abría una brecha insalvable con las agrupaciones de la izquierda más intransigentes, y más tradicionales. En este sentido, el acercamiento al gobierno de Raúl Alfonsin de Portantiero y De Ipola en el papel de verdaderos consejeros del príncipe, los pondrá en un lugar de enorme relevancia en la política argentina, pero no sin pocos problemas, a punto tal que fraccionará al núcleo originario del Club de Cultura Socialista por las divergencias en las posiciones respecto de algunas políticas del Presidente radical en sus últimos años. El libro se cierra con un examen de la producción del grupo de jóvenes que en la actualidad reivindica la figura de Gramsci, en contraposición al Gramsci democrático del grupo Pasado y Presente de la era alfonsinista, para concluir que estos nuevos gramscianos no consiguen tener la envergadura que supo tener el Grupo de Aricó. En los párrafos finales el autor rememora el episodio de 1991 de la muerte de Aricò, para resaltar la dimensión intelectual que este había alcanzado citando los saludos que su viuda recibió de todas partes del mundo.Burgos se propuso una empresa inabarcable para un solo libro, de ahí que los temas en algunos casos no están suficientemente bien analizados. Con todo, como remarcamos al comienzo de estas notas, hizo una enorme contribución a la historiografía del campo intelectual argentino que debemos saludar.  NotaLibro reseñado: Los gramscianos argentinos: Cultura y política en la experiencia de pasado y presente, Raúl Burgos, Siglo XXI, Argentina, 2004.

Los gramscianos argentinos: cultura y política en la experiencia de pasado y presente

Reseña por Pablo Sandoval

Burgos, Raul. Los Gramscianos Argentinos: Cultura y política en la experiencia de pasado y presente. Buenos Aires: Siglo XXI, 2004. De las varias posibilidades de narrar la compleja y desgarrada historia de la izquierda latinoamericana, Raúl Burgos ha elegido el camino de la historia intelectual. Con esta opción, nos relata cómo un grupo de intelectuales de la izquierda argentina exhibió la voluntad explícita de intervenir en la política desde el campo de la cultura. El importante libro de Burgos da cuenta, en efecto, del itinerario intelectual y político del grupo Pasado y Presente, que fuera liderado por el pensador socialista argentino José María Aricó.La historia que narra Burgos se inicia en la ciudad de Córdoba en 1963 con la creación de la revista Pasado y Presente, y cuya línea editorial trajo como consecuencia la expulsión de un puñado de jóvenes militantes del Partido Comunista Argentino.1 La narración culmina con la muerte de José Aricó en Buenos Aires en 1991, año que coincide además con el cierre del ciclo histórico abierto por el populismo y la derrota en aquellos años de las fuerzas de izquierda “revolucionarias” y “socialdemócratas” en Argentina y toda América Latina.

El autor centra su análisis en la marca que definió a este grupo: la difusión del pensamiento del comunista italiano Antonio Gramsci.2 Pero también lo hace en la renovación del pensamiento y formación socialista de varias generaciones de

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intelectuales de izquierda en América Latina, entre las décadas de 1960 y 1980, cuando Aricó dirige la edición de los Cuadernos de Pasado y Presente que, con sus 98 títulos, llevaron a los ámbitos políticos y culturales latinoamericanos la posibilidad de acercarse a textos y polémicas clásicos del socialismo, muchos de ellos hasta ese momento inaccesibles. Asimismo, desde México, el mismo Aricó coordina la Biblioteca del Pensamiento Socialista que, bajo el sello editorial de Siglo XXI, edita y traduce críticamente la obra fundamental de Marx, en especial El Capital y los Grundrisse.3

El fundamento de la experiencia de Pasado y Presente se articuló, entonces, alrededor de la certidumbre de que el marxismo podía constituir la base teórica en la producción de un proyecto de transformación socialista, aunque adecuado a las características de la sociedad argentina y latinoamericana. Para ello, sometieron la ortodoxia marxista a una reevaluación radical, sirviéndose de la capacidad crítica del pensamiento de Antonio Gramsci. En efecto, el grupo fundador de Pasado y Presente desarrolló una nueva propuesta de transformación social cuyo razonamiento básico fue el modelo de articulación organizacional de las clases subalternas propuesto por Gramsci, como la vía más realista para representar las energías de las masas en su lucha constante por modificar las relaciones de fuerza del bloque dominante.

Sin embargo, este pensamiento gramsciano fue interrumpido por el golpe militar de 1976, el cual abre una brecha en el derrotero de la izquierda intelectual argentina que se exilia principalmente en México, por entonces el país que más se benefició del exilio socialista latinoamericano, y que lo convierte en el centro intelectual de la izquierda latinoamericana en los 70 y 80.El resultado fue que en Argentina, primero, y México4 y Brasil5 después, se instituyó un paradigma de matriz gramsciana cuya base fue la radical interrelación entre cultura y política, y del papel fundamental que podía asumir en este contexto la noción de hegemonía en la configuración de un proyecto socialista.

El estudio de Burgos señala que los gramscianos argentinos transitaron por distintas posiciones teóricas y políticas. Se inician entre los años 60 y 70 bajo la certeza de que la transformación revolucionaria vendría definida por la temática gramsciana de hegemonía. Posteriormente, entre fines de los 70 e inicios de los 80, en el intermedio del golpe militar y el exilio mexicano, el grupo posiciona en el debate de la izquierda el concepto de democracia que los lleva a valorar la democracia política y la construcción institucional en torno de temas como “pacto social”, “reforma política” y “gobernabilidad”. Todo ello en el marco político de los procesos de transición democrática en Argentina, que los aproxima al eurocomunismo entonces en auge, así como a las propuestas socialdemócratas de América Latina.

Sin embargo, este viraje no puede interpretarse, nos advierte Burgos, como la abdicación de los compromisos socialistas del grupo (en especial de José Aricó, Juan Carlos Portantiero e Emilio de Ipola), sino como el esfuerzo de un sector de la izquierda argentina por construir un camino que haga viable el tránsito de la sociedad autoritaria hacia formas más democráticas de gobierno. Fue ese perfil predominante, aunque heterogéneo, con que el grupo Pasado y Presente, a su regreso del exilio mexicano, participó de la experiencia presidencial de Raúl Alfonsín.

Precisamente este viraje constituye el episodio más significativo del grupo de Pasado y Presente, pues luego del retorno del exilio mexicano, promueven la creación del Club de

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Cultura Socialista.6 Asimismo, editan la revista Ciudad Futura, en cuyas páginas apuestan por la democratización y modernización de la izquierda argentina, posicionando en el debate político de la transición argentina la construcción de una cultura política socialista que, esta vez, esté indisolublemente comprometida con el avance de las instituciones democráticas, ya que estas debían servir de soporte para la recuperación de un entorno institucional que posibilitara una efectiva y radical profundización de la ciudadanía.7

De modo general, podría decirse que a través de la historia de Pasado y Presente podemos también comprender los vaivenes del complejo período que se abre con la crítica al estalinismo en el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética en 1956, y que se cierra entre 1989 y 1991 cuando el llamado “campo socialista” entra en crisis con la caída del muro de Berlín, primero, y la disolución de la superpotencia soviética después. En la Argentina, esta historia está marcada en otra clave por la derrota del “alfonsinismo” y, en América Latina, por la derrota del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en Nicaragua, los acuerdos de Paz en El Salvador del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), así como el agotamiento del modelo cubano como posibilidad revolucionaria.***¿Cuál fue el impacto de Pasado y Presente y José Aricó en el Perú? Dejo en palabras de su propio compañero de ruta, Juan Carlos Portantiero, la respuesta:“La desprovincialización de Mariátegui que Aricó propuso en el Perú de los setenta8, le permitió recuperar con fuerza una influencia que, desde joven, marcó su derrotero intelectual y político: la de Antonio Gramsci, a quien le dedicó su último libro. Ambas figuras podían hermanarse en una misma preocupación: la de ser autores solitarios de un tipo de marxismo a contracorriente, que buscaba asentarse sobre realidades particulares y expresarse en políticas diferenciadas. En este sentido el revival de ambos autores en América Latina se alimentó recíprocamente: el renacimiento del debate sobre Mariátegui hizo irrumpir en el Perú la figura de Gramsci, a la vez que en el resto del continente la difusión de éste facilitó el descubrimiento de la originalidad del autor de los 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana”.9

En efecto, Aricó viene por primera vez al Perú en 1979 invitado por Sinesio López a la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica a dictar un seminario sobre Marx y el marxismo. Pero, en palabras de López, “... una vez en el Perú, Pancho [Aricó] sugirió dictar un pequeño curso sobre Mariátegui y postergar las exposiciones sobre el marxismo para otra ocasión. Sus charlas mariateguianas dejaron huellas profundas y, sobre todo, dieron origen a productos valiosos. El más brillante de todos fue, sin duda, La agonía de Mariátegui de Alberto Flores Galindo”.10

Pero el impacto fue más profundo y se extendió al campo de los intelectuales de izquierda que por entonces “hegemonizaban” las ciencias sociales peruanas y trataban de alejarse del marxismo-leninismo. Basta para ello dar una mirada a los artículos que publicó el propio Aricó en la revista Socialismo y Participación, a las entrevistas que ofrece a la revista Quehacer; pero sobre todo a la influencia que ejerce en intelectuales de izquierda como Sinesio López, Alberto Adrianzén, Carlos Iván Degregori y Rolando Ames, quienes en las páginas de la revista Marka, el Diario de Marka, el suplemento El Caballo Rojo y luego en la Revista El Zorro de Abajo renovaron el pensamiento socialista en el Perú.¿Qué quedó de toda aquella influencia en el Perú? Al igual que el itinerario seguido por el grupo de Pasado y Presente, podría decirse que en el Perú esta experiencia se agota a fines de los 80 con la trágica derrota de Izquierda Unida. Pero, junto con ella,

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desaparece también la capacidad que tuvo el pensamiento de izquierda para proponer una lectura crítica y en sintonía con los cambios del país.

Puede que un buen punto de partida para salir de este entrampe histórico sea tomar nota de la última intervención pública de Aricó en el Perú en 1990:“Yo creo que lo que el Perú no ve, es el mundo. Lo que todavía rechaza ver es el mundo, a pesar de que esta izquierda peruana y la cultura peruana tienen como antecedente a un hombre [Mariátegui] que pudo pensar el Perú, porque pudo entender el mundo. Ese hombre que en su viaje a Europa, conociendo Europa, descubrió el Perú”.11

De esta constatación han pasado ya 18 años, pero su eco se escucha con la vigencia suficiente como para empezar a deshilvanar lecturas y propuestas que hagan posible nuevamente la construcción de una tradición histórica y un vocabulario de izquierda en el Perú. Vale decir, una izquierda que no sienta que vive en un país que le es extraño, y que se proponga como horizonte estratégico reencontrarse con el país y capturar una vez más el “imaginario popular”; es decir, que pueda constituirse otra vez en un referente de la cultura y política nacional.De ello depende, claro está, superar para siempre el falso antagonismo entre “reforma” y “revolución”, y apostar desde la izquierda por un proyecto radical que represente los intereses conflictivos de los sectores populares, pero comprometidos sustancialmente con el fortalecimiento y profundización de la democracia.

* Antropólogo. Investigador del IEP.

1 Los expulsados serán José Aricó, Juan Carlos Portantiero, Oscar del Barco y Héctor N. Schmucler.2 Experiencia a partir de la cual José Aricó escribió el libro La cola del diablo. Itinerario de Gramsci en América Latina, Puntos Sur, Buenos Aires, 1988, y Juan Carlos Portantiero, Los usos de Gramsci, Grijalbo, Buenos Aires, 1999.3 El mismo Aricó publicó en Lima en 1980 su obra teórica fundamental, Marx y América Latina, por el CEDEP y bajo el auspicio de Carlos Franco.4 Un texto emblemático del impacto y diálogo que aquí se señala es el de Julio Labastida del Campo (comp.), Hegemonía y alternativas en América Latina, Siglo XXI, México DF, 1983.5 En Brasil, el principal difusor de Gramsci será Carlos Nelson Coutinho. Véase en especial A democracia como valor universal e outros ensayos, Salamandra, Rio de Janeiro, 1984; y Carlos Nelson Coutinho y Marcos Aurélio Nogueira (comps.), Gramsci e America Latina, Paz e Terra, Rio de Janeiro, 1988. 6 Que congregó a lo más graneado del pensamiento de izquierda argentino: José Aricó, Beatriz Sarlo, Carlos Altamirano, Marcelo Cavarozzi, José Nun, Emilio de Ipola y Juan Carlos Portantiero. Véase la Declaración de Principios del Club de Cultura Socialista. En: http://www.clubsocialista.com.ar/sobre_el_club/declaracion_de_principios/index.php7 Una lectura más minuciosa de este contexto se encuentra en: Horacio Crespo, Celebración del pensamiento de José Aricó, Ponencia presentada en el Seminario de Historia Intelectual en El Colegio de México, febrero de 2002.8 Portantiero se refiere a la introducción de Aricó a la edición de Mariátegui y los orígenes del marxismo latinoamericano, Cuadernos de Pasado y Presente, N. 60, México DF, 1978. 9 Juan Carlos Portantiero. “José Aricó: las desventuras del marxismo latinoamericano”. En: José Aricó. La hipótesis de Justo. Escritos sobre el socialismo en América Latina,

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Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1999, p. 10.10 Sinesio López, “Pancho Aricó”. En: Socialismo y Participación, 56, diciembre de 1991, p. 6.11 José Aricó, “El difícil camino de la reforma democrática”. En: Alberto Adrianzén y Eduardo Ballón (editores), Lo popular en América Latina: ¿una visión en crisis?, Desco, Lima, 1992, p. 301. 

Este artículo debe citarse de la siguiente manera:Sandoval, Pablo. “Los gramscianos argentinos: cultura y política en la experiencia del pasado y presente”. En Revista Argumentos, año 2, n° 4, noviembre 2008. Disponible en http://web.revistargumentos.org.pe/index.php?fp_cont=1038 ISSN 2076-7722

 Revista Ñ5 de febrero de 2005NESTOR KOHANAntonio Gramsci 1891-1937 ha marcado a fuego a parte de nuestra cultura hasta el día de hoy. Sus libros se conocieron antes en la Argentina que en Inglaterra, Francia, Alemania o Estados Unidos. El investigador argentino Raúl Burgos abordó esa persistente influencia en su tesis doctoral y lo acaba de publicar: Los gramscianos argentinos. Cultura y política en la experiencia de Pasado y Presente (Siglo XXI Argentina). Mientras analiza la herencia de Gramsci, el libro se centra en la figura de José María "Pancho" Aricó (1931-1991) y su grupo intelectual, del que también forma parte Juan Carlos Portantiero. La investigación de Burgos constituye un proyecto demasiado ambicioso para un solo libro. No obstante, aporta abundantes datos, entrevistas e información valiosa. Su hipótesis de fondo —una de las más discutibles— presupone una continuidad ininterrumpida de Pasado y Presente a lo largo de cuatro décadas. La homogeneidad estaría en el vínculo entre cultura y política, pero las opciones ideológicas que separan el nacimiento del final son demasiado disímiles. Para poder defender esa hipótesis, la reconstrucción de Burgos termina excesivamente apegada a la historiografía oficial que los protagonistas construyeron a posteriori sobre sí mismos. Al adoptar ese punto de vista, Burgos toma partido por las justificaciones tardías de Aricó y Portantiero. Ejemplo: cada vez que hace referencia a las posiciones radicalizadas escribe izquierda "revolucionaria" con comillas que desaparecen cuando escribe izquierda democrática.A diferencia de quienes se aferran a títulos y cargos académicos y no pueden esgrimir ideas propias, Aricó, máximo inspirador del grupo, nunca terminó una carrera universitaria. Fue un apasionado militante. Un autodidacta brillante. Un lector voraz. Quizás por esa forma juvenil de vincular la teoría con la pasión política contrariando las normas del campo intelectual construyó un pensamiento propio. La primera difusión latinoamericana de Gramsci comienza con Héctor Pablo Agosti (1911-1984) quien edita las cartas del italiano en 1950 y los Cuadernos de la cárcel entre 1958 y 1962, mucho antes que en el resto del mundo. Con su Echeverría (1951) Agosti inicia la recepción productiva de Gramsci. Distante del revisionismo histórico, rosista-peronista, y del liberalismo antiperonista, Echeverría no glosa al italiano. Allí Agosti utiliza sus categorías para comprender la cultura nacional y "la impotencia política de la burguesía argentina." Interlocutor de Henri Lefebvre, Agosti fue el "padrino" intelectual del joven Portantiero. Aricó, que vivía en Córdoba, se vinculó con él poco después. Ambos fueron alentados por Agosti, director de Cuadernos de Cultura, donde los dos jóvenes comenzaron a

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escribir. En esa revista comunista, en 1957, Aricó arremetió contra Rodolfo Mondolfo. En 1960 Portantiero hizo lo mismo contra la nueva izquierda. Pero ambos jóvenes se hartaron del stalinismo. Así nació —todavía dentro del PCA— Pasado y Presente, lo que motivó su expulsión. El maestro, en cambio, se quedó a mitad de camino. No se animó a enfrentar a Codovilla y a Ghioldi, los principales dirigentes del PC. En ese gesto Agosti sacrificó lo más sugerente de su brillante reflexión.

Pasado y presente

Aricó, Portantiero, Oscar del Barco, Héctor Schmucler y otros jóvenes brillantes rompieron normas y jerarquías y fundaron una revista que hará época. Frente al dogmatismo sectario y los prejuicios antiintelectualistas, promovieron la libertad de discusión y el marxismo heterodoxo, dialogando con lo más avanzado de la cultura. Gramsci era el guía, mediado por la revolución cubana, el Che Guevara y la ruptura chino-soviética. De fondo, el refinado marxismo italiano ejercía su seducción.Al abrirse a la nueva izquierda Pasado y Presente marcó un derrotero para la radicalización de varios intelectuales que pasaron de la moderación del PCA a la experiencia de la lucha armada.Uno de los aspectos menos conocidos de Aricó y su grupo es su vinculación con el Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP), dirigido por el periodista argentino Jorge Ricardo Masetti. El EGP respondía a la dirección política del Che Guevara, quien planeaba regresar a la Argentina. Burgos aporta datos valiosísimos sobre este nexo orgánico. Aunque no figura en el libro, sus compañeros recuerdan que Aricó marchó a entrevistarse personalmente con Masetti. Casi se ahoga al cruzar un río de corriente rápida. Se quedó atado a un árbol y el agua le llegó hasta el pecho.Tras la derrota del EGP, Pasado y Presente realiza un viraje teórico. Comienza a enfatizar la autonomía obrera del consejismo por sobre la guerra revolucionaria. Ese cambio de orientación no fue explicado. Allí emerge al primer plano una constante de este colectivo intelectual.Aunque en líneas generales sigue al pie de la letra la interpretación oficial del grupo de Aricó, en un pasaje puntual Burgos toma distancia. Cuestiona la ausencia de autocrítica en Pasado y Presente entre el cuarto editorial, donde se apoya la insurgencia, y el predominio posterior del obrerismo clásico. Se puede sospechar que fue algo circunstancial. Sin embargo, refiriéndose más adelante al apoyo a Alfonsín de los 80, Burgos llega a otra conclusión. Allí describe las mutaciones y virajes políticos del grupo caracterizados por un modo "autocomplaciente que consiste en criticar posiciones asumidas como si no hubiesen sido propias, sin mencionar la responsabilidad por las mismas". La falta de autocrítica tras cada mutación, el ir saltando de posición en posición (según la onda del momento), sin la necesaria explicación intermedia, no quedó limitada al cuarto editorial. Fue un modo de trabajo de mayor alcance.

La Rosa Blindada

En la tesis doctoral de Burgos no figura ni es citada la otra gran revista de los 60: La Rosa Blindada, dirigida por José Luis Mangieri. No es mencionada ni una sola vez en las 430 páginas. La Rosa Blindada —también expulsada del PC— editó en la Argentina libros de Gramsci y textos sobre su obra. Además, Aricó colaboró

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estrechamente con Mangieri y llegó a prepararle varios volúmenes de esa editorial y de ediciones Del Siglo. Todo esto, Burgos, centrado en Aricó no lo menciona. No obstante, sin La Rosa Blindada, no se puede comprender a fondo el contexto de Pasado y Presente.

Esta omisión inexplicable se complementa con otras, como las investigaciones del CICSO (Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales) que utilizaban a Gramsci desde un ángulo distinto al de Portantiero y Aricó. Tampoco aparecen textos producidos en la Argentina donde se estudia a Gramsci, a Pasado y Presente o a la obra de Aricó desde una perspectiva distinta a la historiografía oficial del Club de Cultura Socialista.

El último de sus primeros nueve números sale en septiembre de 1965. Con la crisis de la revista se consolida la decisión de no formar una agrupación política (como intentó Portantiero con Vanguardia Revolucionaria-VR). Comienza la búsqueda de su propio perfil, a mitad de camino entre la política y la cultura. El grupo termina como proveedor de ideología, portador de ideas sin sujeto, consejero a la distancia y como una corriente organizada de opinión. Quizás gran parte de los sinsabores, equívocos y amarguras que este segmento intelectual fue padeciendo en sus sucesivas —heteróclitas y hasta encontradas— apuestas políticas tengan que ver con ese deambular en busca de un escurridizo sujeto político. Aunque esos disgustos fueron muchos, el mayor de todos se debió a los tropezones del gobierno de Raúl Alfonsín que ellos fielmente acompañaron.

Las editoriales de AricóEl aplastamiento que impuso la dictadura de Onganía no aplacó la voluntad de Aricó. Así fundó primero EUDECOR (Editorial Universitaria de Córdoba) y luego GARFIO (nombre irónico sobre las ediciones piratas). De allí en más, desde marzo de 1968, nacen los legendarios "Cuadernos de Pasado y Presente". Su aporte más perdurable. Se publicaron 98 títulos marxistas, heterodoxos y radicales. Más tarde, nacen la editorial Signos y luego Siglo XXI Argentina. En esta última aparecerá una edición crítica en ocho volúmenes de El Capital de Marx que supera cualquier otra edición. Allí Aricó dirigió la Biblioteca del pensamiento socialista.

Uno de los mejores tramos de Burgos está centrado en el debate entre Cátedras nacional-peronistas y Cátedras marxistas. En ese marco de radicalización, Aricó y Portantiero se vinculan con Montoneros y las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias). Con Cámpora, regresa la revista Pasado y Presente. Apoya el consejismo de Gramsci y a Montoneros. Y vino la represión, el golpe de 1976 y el genocidio. Aricó se exilia en México, donde produce dos excelentes estudios: una extensa introducción a Mariátegui y los orígenes del marxismo latinoamericano (junio de 1978) y Marx y América Latina (marzo de 1980).

Estas relecturas seguían inspirándose en la heterodoxia del marxismo. Aricó recupera a Mariátegui, el principal marxista de América latina anterior a Guevara, leyéndolo en paralelo con Gramsci. En el caso de Marx, indaga sobre los obstáculos que le impidieron comprender mejor a Bolívar y a la historia latinoamericana, a pesar de haber roto con el europeísmo. Ambos textos son imprescindibles.

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Por esos años, la izquierda en México recibe el impacto de la izquierda moderada europea, en crisis por sus frustraciones electorales. En el grupo de Aricó y Portantiero comienza a ganar terreno el rechazo de toda opción radical y el distanciamiento de la otrora admirada Cuba. Aunque Burgos se permite algunas pocas observaciones críticas, su investigación se mimetiza con su objeto de estudio y termina siendo condescendiente con este viraje político. Al tratar de rechazar las impugnaciones que Pablo González Casanova, Atilio Borón, James Petras, Agustín Cueva y otros cientistas sociales realizaron frente a esa mutación política, Burgos intenta amalgamar procesos muy distintos. Por ejemplo, asimila la reevaluación sobre Marx y Mariátegui con la conversión socialdemócrata. Como si de esos libros de Aricó —muy originales— se dedujera el apoyo entusiasta a Felipe González o Raúl Alfonsín.

Malvinas y Alfonsín

La reflexión teórica de alto vuelto sobre Marx y Mariátegui no tuvo equivalencia a la hora de las cuestiones políticas más mundanas.Así lo corroboró León Rozitchner en su libro Las Malvinas: de la guerra "sucia" a la guerra "limpia" (Caracas, 1982) donde crítica sin piedad el fervor con que el grupo de Aricó y Portantiero apoyó desde México la guerra de Malvinas. Años más tarde, en Punto de vista (numero 28, 1986), Emilio de Ipola reconoció que la crítica de Rozitchner era justa. Rozitchner escribió: "Un intelectual tendría que dar cuenta de sus tránsitos y sus desvíos, para que comprendamos sus nuevas propuestas". Aunque Burgos termina cediendo a la historia oficial del grupo, no deja de reconocer esa crítica.Burgos trata de defender esa nueva moderación política postulando un supuesto descubrimiento teórico: la "cuestión democrática". El grupo de Pasado y Presente construyó relatos legitimantes desconociendo debilidades estructurales de nuestra democracia (retirada ordenada de los dictadores derrotados en Malvinas, instituciones políticas subordinadas a la lógica neoliberal, acuerdo entre los viejos partidos tradicionales y los militares para garantizar la impunidad, etcétera). Convertido en Club de Cultura Socialista postuló un supuesto "pacto democrático" (basado en el puro consenso y en el "contrato") que encubría la imposición del modelo neoliberal. Gran parte de las falencias estructurales de nuestro régimen institucional —repudiadas en el popular "que se vayan todos"— son hijas no deseadas de esa gestación.

Pero el Club de Cultura miró para otro lado. Se empecinó en apoyar aún más a Alfonsín, formando parte del "grupo Esmeralda" de consejeros presidenciales. Incluso avalaron las leyes de Obediencia debida y Punto final que garantizaron la impunidad. Algunos miembros del Club terminaron decretando, a espaldas de sus producciones juveniles, el supuesto "declive" de Antonio Gramsci...Catorce años después de la muerte de Aricó, es necesario hacer un balance. El libro de Burgos puede ayudar, aunque quizás sea demasiado apologético. La distancia permite un beneficio de inventario con aquel Aricó de la vejez que archivó la rebeldía juvenil y la originalidad gramsciana en aras de la "gobernabilidad" y los fantasmagóricos "pactos institucionales". Aunque ese Aricó sea hoy olvidable, existen enseñanzas de su juventud que siguen palpitando: su actitud mental y su modo de ubicarse en la política, la cultura y el campo

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intelectual.

Revista Ñ26 de febrero de 2005Néstor Kohan es autor de La Rosa Blindada, una pasión de los años 60 y De Ingenieros al Che: Ensayos sobre el marxismo argentino y latinoamericano.

Gramsci y los gramscianos argentinos A propósito de “Gramsci y los gramscianos argentinos” de Néstor Kohan Por Claudia Hilb * He leído con interés el artículo de Néstor Kohan, “Gramsci y los gramscianos argentinos”, aparecido en Ñ el día 5 de febrero último. En dicho artículo el Sr. Kohan alude en reiteradas oportunidades al Club de Cultura Socialista José Aricó de una manera que pone de manifiesto un conocimiento inexacto de los hechos a los que se refiere. No deseo entrar aquí en el debate general acerca del libro de Burgos, que sirve de marco para la nota de Kohan, ni tampoco de su apreciación de las trayectorias intelectuales y políticas de José Aricó, quien fuera uno de los fundadores del Club de Cultura Socialista y varias veces presidente del mismo hasta su muerte en 1991, o de Juan Carlos Portantiero, socio activo y prestigioso de nuestro Club. Quiero referirme exclusivamente a la manera en que, a partir de su apreciación por cierto discutible de estas trayectorias, Kohan establece una continuidad ya francamente errónea entre lo que denomina “el grupo de Pasado y Presente” y el Club de Cultura Socialista José Aricó, y una identificación no menos errónea entre el Club de Cultura Socialista y el Grupo Esmeralda.Según expresa Kohan en su nota, “el grupo de Aricó y Portantiero” –asimilado sin más al “grupo de Pasado y Presente”-, apoyó con “fervor (…) desde México la guerra de Malvinas” y luego, ya regresado a la Argentina, “se convierte” literalmente en el Club de Cultura Socialista. Es preciso señalar que del núcleo originario de Pasado y Presente que menciona Kohan en otra parte de su nota sólo Portantiero y Aricó participaron de la creación del Club de Cultura Socialista en 1984. Pero sobre todo es necesario aclarar que así como no todo Pasado y Presente participó de la fundación del Club de Cultura Socialista, el Club de Cultura Socialista estuvo lejos de nutrirse exclusivamente de la tradición de Pasado y Presente. Sin entrar más en detalle, es conocido que el Club de Cultura Socialista surgió esencialmente de la confluencia de intelectuales exiliados en México (entre los cuales se encontraban Portantiero, Aricó, Oscar Terán, Emilio de Ipola y otros, algunos de ellos antiguos integrantes del grupo de Pasado y Presente, otros no, algunos de ellos firmantes de aquella lamentada pero nunca fervorosa declaración sobre Malvinas, y otros no), y del grupo de intelectuales nucleados principalmente alrededor de la Revista Punto de Vista (Beatriz Sarlo, Carlos Altamirano, Hilda Sábato, María Teresa Gramuglio, Hugo Vezzetti, entre otros), ninguno de ellos integrante de Pasado y Presente, y todos ellos manifiestamente opuestos a cualquier tipo de justificación de la Guerra de Malvinas. El Club de Cultura Socialista, continúa luego Kohan, “formó parte del grupo Esmeralda de consejeros presidenciales”. Esto, nuevamente, es sencillamente erróneo. Cualquiera que se interese en los debates políticos que se generaron en la izquierda democrática durante los comienzos de la transición sabrá que, lejos de ‘formar parte del grupo

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Esmeralda’, la coexistencia dentro del Club de quienes formaron efectivamente parte del grupo de consejeros de Alfonsín (sobre todo Portantiero y de Ipola, y también yo misma y otros pocos) y de quienes tenían sobre dicho gobierno una mirada más crítica (Sarlo, Altamirano, Terán, entre otros) constituyó la savia que alentó algunos de los momentos más fructíferos de la polémica siempre intensa de nuestra institución.Kohan concluye su referencia al Club de Cultura Socialista afirmando que éste avaló las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Esto es, una vez más, simplemente falso. Por el contrario, si bien el Club de Cultura Socialista, conforme a su costumbre, no se expidió institucionalmente en tanto tal sobre estos asuntos, la mayoría de sus miembros se expresó públicamente en una solicitada contraria al Punto Final, y un grupo importante de ellos suscribió asimismo una declaración condenatoria de la Ley de Obediencia Debida.Espero haber aclarado debidamente estos errores de Kohan: las amalgamas que va produciendo su relato parecen sugerir que el Club de Cultura Socialista sería el lamentable resultado de la transformación -que Kohan evidentemente deplora- del grupo y de la inspiración originaria de Pasado y Presente. Por mi parte, creo oportuno reivindicar la tradición múltiple del Club, su herencia intelectual y su capacidad de revisar sin autocomplacencia esa tradición y esa herencia. Es precisamente en nombre de esa herencia, y en aras de promover un debate sostenido no sobre imputaciones sino sobre ideas, acciones y actitudes, que considero deseable preservar –frente a las demasiado conocidas historiografías de “consecuentes” y “traidores”- la historia plural, multicolor y polémica de nuestra institución. * Actual Presidente del Club de Cultura Socialista José Aricó.