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    Sábado, 8 de diciembre de 2007

    Teresita Saguí / Frida Kahlo: dos maneras de honrar 

    la felicidad

    El más reciente libro de poemas de la poeta local se presenta como resultante de un diálogo entre la autora

    el universo pictórico de la artista mexicana.

    Por Víctor Gustavo Zonana - UNCuyo - Conicet

    “Para no adeudar la felicidad” (Mendoza, Zeta Editores, 2007, 63 p.) constituye el séptimo volumen de poesía en la

    trayectoria de Teresita Saguí. Este señalamiento no es azaroso, ni es una mera constatación numérica. El libro, de

    acuerdo con comentarios de su autora, aparece en un momento vital y creador que la halla volcada hacia la escritu

    de cuentos -Las faldas de Eva- y de relatos para niños -Historias de Hekla-. En este contexto, Frida Kahlo ha

    terminado imponiéndose. Posiblemente lo hizo como aquellas figuras singulares que aparecen al margen de un

    cuadro, una foto o un sueño y, poco a poco, de puro tercas, terminan ocupando -como las obsesiones- el centro de

    la escena. Y está para los lectores en este nuevo volumen de poesía, por fin, presentada toda ella mediante las

    magias del arte de Teresita Saguí. Porque, como en sus otros libros, cada poema apuesta por la totalidad y destila,

    con los recursos estrictamente necesarios, la esencia de esa totalidad a la que aspira. También aquí la escritora ha

    sabido recoger las palabras una a una "como si inventara el equilibrio", las ha "hilvanado en el espacio de razones

    compartidas" y ha apresado "su ternura (…) como infalible eslabón para el sosiego".

    Pero, ¿por qué Frida Kahlo? Se puede conjeturar una respuesta fundada en cierta afinidad de talante. Hay en toda

    obra de Teresita Saguí un merodeo poético desde lo próximo y un salto hacia las dudas fundamentales que hacen

    la existencia. Y, a pesar de ello, ese salto nunca se resuelve en el vacío. Se aferra a las precarias e indispensables

    respuestas que hacen posible habitar un mundo. Ese empecinamiento vital, que descubre la fragilidad de la vida pe

    que a la vez, o posiblemente por ese mismo descubrimiento, la afirma, es un rasgo que asocia las tentativas

    creadoras de ambas artistas, aun cuando este talante derive de experiencias distintas.

     Ante todo, el libro sorprende por una actitud de escucha. Se señaló anteriormente que Frida irrumpe y ésta es la

    expresión más acertada. Para que la epifanía de los seres que forman el mundo suceda en el poema, Teresita Sagu

    ha decidido callar y dejar que Frida se acerque y se funda con su sangre.

    Por otra parte, aun cuando es visible la continuidad de estilo entre este libro y los anteriores, “Para no adeudar la

    felicidad” se presenta como resultante de un diálogo entre la autora y el universo pictórico de la mexicana. El diálog

    presente inscribe al volumen en la tradición del paralelismo entre las artes plásticas y la poesía. Y esto plantea tod

    un desafío para la escritora. En primer lugar, porque existe una discontinuidad entre el poema y el texto que lo

    origina -el cuadro es aludido en modo incidental como un epígrafe, pero no acompaña al texto que lo presupone, al

    menos, como su motivación-; en segundo, porque los modos de representación plástico y literario, son diversos:

    colores, formas, planos que se presentan a un observador de manera simultánea, se recrean ahora mediante la

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    el universo imaginario del cuadro, sino también el periplo vital de la pintora y las interpretaciones que ofician de

    intermediarios entre los cuadros y sus observadores potenciales.

    Para resolver este desafío Teresita Saguí ha gestado su propia colección imaginaria, su museo Frida Kahlo, que es

    simultáneamente una síntesis de su recorrido vital. El libro se inicia con un epígrafe: "Elige tus pinceles/ Frida/ el

    mundo está al acecho". A partir de allí, como si la pintora obedeciera esta exhortación, se despliega un ciclo de

    poemas en función de obras concretas desde "Terciopelo", cuya fuente inspiradora es "Autorretrato con traje de

    terciopelo", de 1926 hasta el poema "Semillas del futuro", que remite a la pintura "Viva la vida, sandías", de 1954,acabada ocho días antes de su fallecimiento. Cada retrato, cada cuadro puede interpretarse como una tentativa

    mediante la cual la Kahlo intentó simbolizar su propio mito. Con este ordenamiento y a través de distintos modos d

    apelación al mundo imaginario de la pintora, Teresita Saguí reconfigura ese destino, desde su mirada apasionada.

     Ahora bien, las maneras de dejar aparecer a Frida y a su obra son diversas en esta galería. A veces, como en el

    epígrafe, la pintora es interpelada ya sea para obrar o para convalidar una interpretación posible, tal como se advier

    en el poema "El halcón y la torcaza", inspirado en "Frida y Diego Rivera, 1931":

    Has querido

    remarcar lo pequeño,

    la tenaz persistencia

    de la mano en la mano.

    Uno con el otro,

     juntos por contraste

    de saberse distintos.

    El poncho mexicano

    en vaivenes de rojos

    es toda la evidencia. (p. 17)

    Otras, el estatuto de la voz que enuncia el poema es ambiguo porque se encubre.

    En ocasiones, la escritora reconstruye un diálogo imaginario entre los personajes del cuadro e introduce sus propia

    apostillas a la escena. Así se observa, por ejemplo, en un poema que alude a "Autorretrato con bonito, 1941",

    titulado "El espacio inquietante". El desarrollo de este coloquio de tres interlocutores a la vez que permite al lector 

    evocar la pintura, da cuentas disimuladamente del sentido del cuadro, de ese contraste entre la muerte y el luto,

    simbolizado en el color negro, y la vida que exulta en las imágenes del fondo, el loro y la mariposa:

    Hablemos

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    pidió el loro

    exhibiendo amarillos

    verdes

    y otros datos.

    Prefiero pintar 

    dijiste.

    Y por oposición

    a estricto luto

    pintaste una mariposa

    y el olor del día

    entre las hojas. (p. 47)

    Este remate poético ejerce una fascinación particular. "Pintar … el olor del día", he aquí una imagen que el lector no

    espera, una asociación de sensaciones olfativas y visuales cuya efectividad se mide en el vigor de la secuencia

    para referir el triunfo de lo vivo frente a la muerte, en su poder para hacer presente la escena recreada.

    Conforme a un modo frecuente de organizar la estructura poética en la poesía de Saguí, a veces, la enunciación se

    presenta como una serie de instrucciones a seguir.

    Todos los poemas manifiestan, en su modo de leer los cuadros, la subjetividad de quien los recrea. Pero en los

    ejemplos dados hasta ahora, esa subjetividad, que evoca, recrea, interpela o cita se hace además presente

    mediante el sistema de pronombres que la explicitan. En ocasiones, por el contrario, la enunciación se "objetiva" al

    desaparecer las marcas del sujeto que la profiere. Es como si el cuadro abrumara con su presencia absoluta y solo

    diera lugar a una reconstrucción de sus elementos más representativos. Tal es el caso de "Ridícula vidriera", cuya

    fuente es "Aparador de una calle en Detroit, 1931":

    Por casualidad

    o búsqueda

    una ridícula vidriera

    precisamente ahí donde la calle

    cambia la mañana

    y con un poco de suerte

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    el día entero. (p. 19)

    Estas formas de dejar que Frida se presente en el poema tienen un sentido. Hay, un deseo de revelar un dinamism

    latente, presupuesto, en cada cuadro. Así, por ejemplo, en "Lo curioso del caso" cuyo intertexto pictórico es el

    "Autorretrato con collar de espinas", de 1940. El cuadro exhibe de frente a Frida, sobre un profuso fondo vegetal, co

    un collar de espinas desplegado sobre su pecho y un colibrí muerto en el centro. En esta imagen, que según la

    tradición folklórica mexicana era usada como amuleto para la buena suerte en amores, se fija la atención del poem

    Un colibrí muerto

    invoca razón insuficiente

    para pensar la muerte

    un colibrí

    con alas desplegadas

    en ausencia de vuelo

    sobre el collar de espinas.

    Lo que altera el proceso

    sin embargo

    es el cercano corazón

    que late y late.

    Que hasta el delirio late. (p. 43)

    La recreación parece recuperar sutilmente ese sentido simbólico del colibrí y exaspera dicho valor al revelar al lecto

    la pasión oculta.

    Pero al mismo tiempo el universo imaginario de Kahlo le permite a Teresita Saguí desplegar el demonio de su visió

    analógica de lo real. Es posible hallar en su poesía un mecanismo que interpreta las entidades concretas que lo

    componen como símbolos impensados e instantáneamente exactos de abstracciones o nociones complejas.

    Veamos, en este sentido la siguiente metamorfosis de la trenza, en el poema "Una trenza contra el cielo":

    La mirada

    puede dibujar el mundo:

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    bosques insondables

    ríos de metal

    o pájaros

    con los que se tiñe

    el agua,

    mínimas delicias

    para el día.

    Y también una trenza

    desflecada y loca

    contra el cielo

    como figura sensual

    del infinito. (p. 45)

    Esta imagen de la trenza como "figura sensual del infinito", sintetiza contenidos del cuadro "Autorretrato con trenza

    1941". La trenza tejida con mechones de pelo previamente cortados simboliza, de acuerdo con la crítica de Kahlo,

    sensualidad recuperada ante la alegría de su segundo matrimonio. La referencia al infinito se relaciona con la forma

    de ocho acostado que adquiere la trenza sobre la cabeza de la pintora. Pero a pesar de ese sistema de remisiones

    la imagen es en cierto sentido autosuficiente. La forma verbal comparativa, la disposición adecuada del verso, con

    su realce final del adjetivo "sensual", ha logrado darle este estatuto y revela la plasticidad y densidad de un objeto

    concreto que se transforma en representación novedosa de la infinitud.

    Las características de esta imagen permiten cerrar este intento de aproximación a Para no adeudar la felicidad. El

    volumen constituye ciertamente un magnífico homenaje a Frida Kahlo. Oficia de exquisita guía de un museo virtual

    de la pintora mexicana. Pero, como suele suceder con aquellas obras poéticas acabadas que surgen de un

    contrapunto con las artes plásticas, las recreaciones de Teresita Saguí invitan a revisitar la pintura de Kahlo,

    contrastando interpretaciones posibles. Como señala François Lecercle con respecto a esta forma de poesía, el

    texto constituye una especie de "aprendizaje de la ceguera": cuestiona modos de ver previos e invita a ver de nuevdesde el horizonte interpretativo que propone cada poema. Ahora bien, este gesto no se agota en sí mismo. La

    poesía de Teresita Saguí interroga, a través del universo imaginario de la Kahlo, por el deseo, el dolor, el cuerpo, e

    amor, la voluntad de vida. Y en la profundidad y en la contundencia de estas preguntas, ese universo es trascendid

    y valorado a la vez. De allí la potencia de este libro que deja abierta la puerta para seguir soñando.