López. El rumor en la caracola (Sonetos)

8/15/2019 López. El rumor en la caracola (Sonetos)

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A Mª Carmen, por seguir contándole

Ilustración de portada: Trompeta de caracola, fotografía de Juancordoba56. Licencia

Creative Commons según consta en

https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Trompeta_de_caracola.JPG

El texto contenido en este documento es propiedad de José Antonio López López.

Para contactar con el autor: [email protected]


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El rumor en la caracola

1. Pon el oído en esta caracola 2. Te ofrezco mi cosecha de poeta

3. Algo se desató en el estallido

4. Una colonia de algas de alegría

5. Aún recuerdo aquellos días de agua

6. Vivir es caminar por esa cuerda

7. Lluvia. Hay una canción entre las hojas

8. Un carnaval de miedo ya revuelve

9. Habrá días de nieve y de granizo

10. Me despierta el rumor de las canciones 11. El gallo de veleta del tejado

12. La formidable yegua sedimenta

13. Se bifurcan sin tregua los senderos

14. Cuánta infancia le falta a tu inocencia

15. Por las fauces me fui de una pantera 16. Ya no me salvas de mis soledades

17. Me estremece la hechura de la roca 18. Un cuerpo derramado por la acera

19. Qué dulce condición la de la vela

20. Veo a un gato alojado en la cuneta 21. Un punto de dolor en el camino

22. Heridas por las manchas de la aurora 23. Un expulsado Adán del Paraíso

24. Amo y desamo, y siempre recomienzo 25. Un río malherido de estiaje

26. Un mandoble afilado de navaja

27. Acodada en la barra, y como ausente 28. Te voy a recordar cuando me muera

29. También a ti, mi barro y mi entereza 30. A veces todos salen silenciosos

31. Qué importan a la estrella que reposa 32. Tras el visillo esparce la mañana 33. Me alcanzan tus saludos desde lejos

34. Mientras el sol se va yo reflexiono 35. Un lento polvo largamente posa

36. Aún me sueña aquel sol que al mediodía 37. Mi rastro es solo un polvo tormentoso

38. El viejo vagabundo arrastra un coche

39. A la orilla del cielo transparente

40. Qué lejos de las playas y los puertos

41. Orilla de la mar están los prados 42. En mis manos pusiste tu secreto

43. Se me desplomará la arquitectura

44. No pueden ver el mar esos alcores

45. Una deriva de ánimas en pena

46. Tras el compacto velo de la bruma

47. Una mordida cruel en el paisaje

48. Este tiempo de tristes muchedumbres 49. Vence el sueño al final de la jornada


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50. Tras la puerta, ¿qué hay? ¿Qué es lo que espera?

51. A los antepasados me remito

52. Se ensanchan las fronteras de tu ausencia

53. Es dentro donde aguardan las respuestas

54. Como arrastra la rémora el escualo

55. Por mí la esencia se hace sensitiva

56. Es la aurora en el mar. Entre la bruma

57. Calma la profusión de tu garganta

58. Irrumpe una llamada de campanas

59. Quiero salir en cuanto rompa el alba 60. Tardes serenas, de íntimo sosiego

61. Arrebol de la sangre y de las bocas

62. Tan discreta y graciosa, la colina

63. Tienes agua de luz en la mirada

64. Qué quieta y silenciosa la ladera

65. Enhiesto y firme, al borde del abismo 66. Levantó piedra a piedra la atalaya

67. Desde esta altura el valle se abanica 68. Este aquí que está siendo todavía

69. Habrá una nueva vida con sus flores

70. En el claro del bosque, la cascada 71. Puede que crezcan rosas en tus manos

72. Perla el rocío la dulce piel de Lara 73. Me enternece tu cesta de cachorros

74. Habrá que dar un vuelco al andamiaje

75. Está la vida verde en la arboleda 76. Dame toda la luz para mi cielo

77. Volver por los caminos escondidos 78. Cúrame de los montes desolados

79. Un mar de sol azul se desparrama 80. Hoy te vengo sin rabia y sin enojo

81. Qué dócil te reclinas en mis brazos

82. Dame para mi pan tu dulce espiga 83. No me queda qué hacer en estos duelos

84. Abridle los postigos al hermano 85. En tus ojos de musgos y de peces

86. Vuelvo a mis campos, vuelvo a mi granero 87. Blanda de amor, tu líquida mirada

88. Cae la hoja, llegado su momento

89. Doy mi polvo a los pies para la huella 90. Regadme por las tierras más feraces

91. Al agua mi pañuelo de congoja 92. La lejanía por ti se vuelve anchura

93. Aguarda, escucha, párate un momento

94. Como rumor secreto de las fuentes

95. Esta labor de versos como panes


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1. Pon el oído en esta caracola

on el oído en esta caracola,que escucharás el pulso de mi alma,

revuelta mar ahora, luego calma,

ardiente impulso y abatida ola.

Sola dirías mi vida y no está sola:fondo marino tiene donde empalmacon el secreto, y una altiva palmacrece en su orilla y alza su corola.

En mi respiración hay elementos

que destilan mi ser cada segundo,trascendiendo lo escrito y lo sabido.

Oye pues el rumor de mis alientos,que exhala el oleaje más profundo:apasionado, triste, bello, herido.

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2. Te ofrezco mi cosecha de poeta

e ofrezco mi cosecha de poetapara que la dispongas en tu mesa,

y la des así al hambre que te pesa

en la esencia más honda y más secreta.

No traigo magisterio de profetani voz de iluminado ni promesa:apenas un murmullo que regresade la sutil canción del agua quieta.

Coseché de los charcos del camino,coseché de lo alto y lo profundo,coseché de los besos y del viento.

Con mi red amorosa, por el mundo,fui cosechando el don de mi destinopara dártelo a ti por alimento.

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3. Algo se desató en el estallido

lgo se desató en el estallido,y la nada se puso permeable;

existir fue un asunto inevitable

y todo quedó entonces concebido.

El vacío se hizo fértil, encendidopor la crepitación de lo inestable,y fue pródigo en mundos, habitableglobo creciente, pálpito extendido.

Lo puro renunció a sus atributosy levantó su ronda de segundosconstelándose al vuelo de la historia.

La forma destiló en su trayectoria,y desplegó la estela de los mundosen el inmenso alud de los minutos.

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4. Una colonia de algas de alegría

na colonia de algas de alegríaprocura sortear la marejada

mientras la mancha de la madrugada

va impregnando los márgenes del día.

Juega con silenciosa algarabíaa una trémula danza regalada,y a su sombra riente y onduladaun cangrejo reclama compañía.

Está la mar de pugna con el cielo,y en el oscuro fondo silenciosolas olas interrumpen el reposo

del viejo cascarón, sordo y huraño;y cunde entre las algas un revueloque aprovechan los peces para el baño.

U


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5. Aún recuerdo aquellos días de agua

ún recuerdo aquellos días de agua,bosques junto al remanso de agua quieta,

cielos con una luna y un cometa

y brisas que nadaban sin enagua.

Aún recuerdo aquel tiempo en que la fraguaforjaba la estructura de un planetay por el horizonte una saetade luz se levantaba sobre el agua.

Por los valles vagaban soñadoresriachuelos, entre el prado y la espesuradesparramando plácidos rumores.

Las doncellas, nostálgicas de amores,recogían en los ramos, con dulzura,presentes de la patria de las flores.

A


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6. Vivir es caminar por esa cuerda

ivir es caminar por esa cuerdatendida entre el origen y el olvido,

dar un paso tras otro, suspendido

de la derecha al filo de la izquierda.

Velar el equilibrio, que no pierdael pie su gravedad y su sentido,aunque nos turbe el rayo en el latidoy algún agravio viejo nos remuerda.

Transito las jornadas de maromacuidando la precaria economíadel alma en cada finta de los pasos.

Alternando el avance y los fracasos,reponiendo el cordel que se desplomay cumpliendo el deber de cada día.

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7. Lluvia. Hay una canción entre las hojas

luvia. Hay una canción entre las hojasy un compás de silencio en la montaña.

Apenas se vislumbra la cabaña

en la que te guareces y te alojas.

Prefieres caminar, y te despojasde todo impedimento; ya te bañael agua, y la tristeza ya no empaña,y el miedo suavemente desalojas.

Pétalo de papel de la amapola,agujas incontables de los pinos,imponentes y abruptos roquedales.

Lluvia para los bosques otoñalesmojando el corazón de los caminosy solazando un poco al alma sola.

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8. Un carnaval de miedo ya revuelve

n carnaval de miedo ya revuelveel mundo de las flores y la brisa,

convirtiendo en estatua la sonrisa

y congelando todo lo que envuelve.

Cae el invierno allá por donde vuelve,rasga el aire el lamento que lo avisa.Es una noche herida por la risaque parte en dos el alma y la disuelve.

La vida, horrorizada, se recoge,y subterráneamente se confina,traspasada de duelo y de renuncia.

Es la estación del miedo que se anuncia,es el mundo que tiembla y que se encoge,es la sombra a la vuelta de la esquina.

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9. Habrá días de nieve y de granizo

abrá días de nieve y de granizosobre la casa gris y abandonada,

habrá escarchas para la madrugada

bajo el fango de un cielo gris plomizo.

Habrá un secano sórdido y cobrizoque agostará la hoja en la enramaday una yerma llanura desoladadonde lánguido el polvo hará su rizo.

Vendrán cabras royendo tiernos brotes,soledad en las horas indecisas,presagios de la luna en los desiertos.

A la deriva iremos en los botesnáufragos del timón y de las brisas,desterrados de faros y de puertos.

H


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10. Me despierta el rumor de las canciones

e despierta el rumor de las cancionesque recitan las niñas por las calles,

camino de las aguas y los valles,

con besos frescos en los corazones.

Van a apurar las nuevas estacionesque ruedan tiempo abajo por los valles,y las faldas ligeras en sus tallesvuelan sobre sus flores y sus dones.

Las veo pasar en pos de la mañana,van llenando de luz la carretera,tan cerca del jardín y de la huerta.

Ninguna mirará hacia mi ventana,ni escucharé su paso en mi escalera,ni llamarán sus manos en mi puerta.

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11. El gallo de veleta del tejado

Hacía luna, y a picotazos de hierro los mataba

R. Sánchez Ferlosio: Alfanhuí

l gallo de veleta del tejado,

en la noche de luna, de lo altoha bajado a los yermos con un saltode relámpago oscuro y oxidado.

El grillo enmudeció cuando, a su lado,picotazos de hierro en el basaltosembraban el pavor y el sobresaltodel lagarto inocente y descuidado.

Fue colgando los cuerpos escamososen el muro de cal, al tresbolillo,y el sol y el viento hicieron su trabajo.

Las colas se curvaron hacia abajo,y la lluvia los puso vergonzosos

al robar sus colores y su brillo.

E


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12. La formidable yegua sedimenta

a formidable yegua sedimentaun aluvión de muerte por el suelo,

y por su vientre el fango esparce un vuelo

de piedra y de metal que lo revienta.

Desmembrado, un cadáver se lamentade perforar un arco por el cielo,del fuego que implantó en su carne el hielo,de los huesos que yacen por su cuenta.

Volveré a los caminos de mi tierra,recogeré sus flores olorosas,beberé los azules de sus mares.

Sucederán las cosas más hermosas,y olvidaré los tiempos de la guerraen las noches de vino y de cantares.

L


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13. Se bifurcan sin tregua los senderos

e bifurcan sin tregua los senderosen el jardín secreto de la vida,

y burla en cada cruce la salida

no saber qué caminos son certeros.

Aguardan escondidos los venerosentre la selva indómita y tupiday la brújula gira confundidabajo un cielo de imanes y de aceros.

Llegamos a esta vida sin un mapa,vacíos pero cargados de ignorancia,avanzando abrumados por el peso

de insignias y cadenas en la capa.Y mientras recabamos la distanciano sabemos que vamos de regreso.

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14. Cuánta infancia le falta a tu inocencia

uánta infancia le falta a tu inocencia,niño sin bicicleta ni patines,

cuántos cuentos de magos y delfines

te negó la miseria en su sentencia.

El dolor te hizo fuerte en aparienciay una rabia en el vientre de mastineste siembra de cristales y de orinesel puro corazón de tu querencia.

Luces como medallas los harapos,sobrevolando miedos, y te ríesporque no queda lágrima en tus ojos

ni cobijo ni mano en quien confíes.Un cruel día de disputa y de despojosvaciarán de tu estómago los trapos.

C


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15. Por las fauces me fui de una pantera

or las fauces me fui de una panteraque devoraba ocasos distraída;

por la sangre me fui de alguna herida

que derramara un corzo en la pradera.

Como piedra arrancada de canteraun designio arrolló de una embestidala materia más tierna de mi vidapara hundirla en el vientre de la fiera.

Gástricas tempestades han llovidode una gruta de espesas humedadesque calaron mi cuerpo lentamente.

Está mi corazón muy digeridoy en su materia, casi transparente,hay heridas de todas las edades.

P


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16

16. Ya no me salvas de mis soledades

a no me salvas de mis soledadesni un cobijo del miedo me procuras,

no refrescas mis graves calenturas

ni enjugas mis calientes humedades.

Mi ignorancia no colmas de verdades,no eres bálsamo de mis quemaduras,ya no me enfermas, no, ya no me curasni habitas con tu viaje mis ciudades.

No prendes tu fogata ya en mi frío,ni tu canto en mi páramo resuenallamándome al amparo de tu lumbre.

Tu agua no corre ya en el yermo míoy unos vientos remueven en la arenasu sombría espiral de pesadumbre.

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17

17. Me estremece la hechura de la roca

e estremece la hechura de la rocaque arremete con olas de caliza

al azul arrecife, en una liza

que la quiebra, la esculpe y la derroca.

Hija del cataclismo que desbocala brecha que jamás se cicatriza,con su piel labra el hielo la pedrizay hunde el agua los tajos de su boca.

Qué pequeñez más grande mi estaturaen medio de esta patria de la nievepor las abruptas cimas de la sierra.

Y qué trabajo inmenso el de la tierra,que eleva sus espumas a la alturapara que luego el viento se las lleve.

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19

19. Qué dulce condición la de la vela

ué dulce condición la de la vela,tan pasajera de la lejanía,

qué casi horizontal en su alegría,

qué breve vocación la de su estela.

Fatiga estar erguido, y me consuelael mar tan llano al límite del día,y se solaza la melancolíaen el silencio azul que nada anhela.

Qué dulce condición la de la ruina,que sólo busca estar a ras de sueloy ser una en la tierra con el monte.

Se quebrará la más robusta esquina,y yo me vendré abajo, como el cieloque devora en la tarde el horizonte.

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20. Veo a un gato alojado en la cuneta

eo a un gato alojado en la cuneta,al borde del dolor, donde termina

el reino de la rosa y de la espina,

donde entierra la noche su saeta.

Su sangre por el césped nos inquieta,la melodía del mundo desafina,y todo se resume en esa esquinaque le quitó a la muerte la careta.

Sobresalta este ingrato mensajero,esta demolición de lo felinoque anuncia la certeza del destino

por el que ha de perderse el mundo entero,hundiéndose en el gato y en la estrella:el más dulce calor, la flor más bella.

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21. Un punto de dolor en el camino

n punto de dolor en el camino,una estrella de niebla en el relente,

una mancha en el agua transparente

trazando su arabesco repentino.

La negra flor en el nocturno albino,una gota de hielo en lo caliente,un hierro al rojo, trágico y candente,un brote de maldad en lo divino.

Habrá que tolerar en cada rosala espina, la ceniza en la fogata,el vuelo de rapaces a lo lejos.

Aceptar el final de cada cosa,el roer subterráneo de la rata,y el tiempo que nos sigue haciendo viejos.

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22. Heridas por las manchas de la aurora

eridas por las manchas de la aurora,las telas de la noche palidecen

y las constelaciones se estremecen

por la luz que las gana y las devora.

Resuenan las trompetas de la horapor los bordes del mundo, y aparecennuevas profundidades donde crecensemillas de una selva trepadora.

No esquivará mi cuerpo desvalido,mi pobre cuerpo escaso de enterezaeste asedio fatal, esta marea.

Y no habrá redención de la crudezadel imperio del alba, que proveade algún salvoconducto a mi latido.

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23. Un expulsado Adán del Paraíso

n expulsado Adán del Paraísoy una desconsolada y triste Eva

duermen sobre cartones en la cueva

de un portal que ocuparon sin permiso.

Un relieve dramático en el pisoponen sus viejos huesos, una nuevaorografía de mantas que se elevasobre mi campo plácido y sumiso.

¿Qué vengativo dios os ha olvidado,qué retorcido orden os condenaa habitantes del pozo y la basura?

Lloro por ese niño asesinado,lloro por esa vil y atroz cadenaque un día os desterró de la hermosura.

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24. Amo y desamo, y siempre recomienzo

mo y desamo, y siempre recomienzola historia igual; aprendo y desaprendo,

reincidente del ánimo que emprendo,

preso de la textura en que me trenzo.

Persisto en repetir el mismo lienzocon un afán idéntico, y no entiendola voluntad ilusa que, viviendo,alimento en batallas que no venzo.

Soy péndulo, estación, monomaníaque repite canciones consabidaspor una larga gesta de locura.

Todo es tan simple en nuestras embestidasy todo tan retorno cada día,que el presente es pasado que perdura.

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25. Un río malherido de estiaje

n río malherido de estiajemuestra desnudo el lecho pedregoso,

y apenas, en el fondo de su foso,

un hilo oscuro anuda su viaje.

Sustentan las calizas un paisajede grises peñas, de perfil airoso,yermas laderas cuyo manto herbosoes como un seco y amarillo traje.

Agita el mar su azul sin esperanzade parir lluvias en el aire leveque rezuma el calor de un sol cansado.

Hunde el matojo mustio y agostadosu raíz en la arena como lanzade la humedad profunda que la abreve.

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26. Un mandoble afilado de navaja

n mandoble afilado de navajaescupió sus salivas más mortales

y el ronco aullido de los arrabales

sentenció los tributos de la caja.

Por la fatal sonrisa de la rajaescaparon los hálitos vitalescomo cruda estampida de animaleso río que los diques resquebraja.

No tiene vuelta atrás ese disparo,no hay remedio ni cura para el diente,no hay rienda que retenga ese caballo.

En vano rodará la luz del farosobre el cuerpo que flota en la corrientecon el costado abierto por el rayo.

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28. Te voy a recordar cuando me muera

e voy a recordar cuando me muera,en la fiebre apretada del instante,

tu luz propia con todo lo importante,

tu voz y tu amistad y tu manera.

En el último cruce sin acera,antes de regresar hacia adelante,estrecharé tu mano deslumbrantey notaré su brisa compañera.

A la inauguración de la caída,al súbito ensancharse de los mares,a la rauda eclosión de la semilla,

te convoco por todos los lugares,y espero tu saludo en esa orillaantes que emprenda solo mi partida.

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29. También a ti, mi barro y mi entereza

ambién a ti, mi barro y mi entereza,polvo mío en el futuro derramado,

también a ti, mi cuerpo, mi olvidado

camarada, te espera la belleza.

Miradas de mujer en tu cortezaabren surcos de anhelo con su arado,cultivando un ardor inconfesadoque les llena los ojos de viveza.

Los dones de vivir te pertenecen:te viajarán caricias de regresoal mar original, a la frontera.

Heredero del éxtasis y el beso,también por ti las flores se embelleceny no te olvidará la primavera.

T


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30. A veces todos salen silenciosos

veces todos salen silenciosos,cuando el sueño es mayor, de madrugada,

y buscan entre risas la ensenada

y se adentran por mares rumorosos.

Y cuando raya el alba con sus pososde cristal en la aldea abandonada,yo vago por la isla desoladacon pasos agrietados y arenosos.

Los días se me llenan de semanas,las distancias se ensanchan a lo lejos,la isla se me queda diminuta.

Y, perdidos los mapas y la ruta,mido las longitudes de mis canasy los mares me miran como espejos.

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31. Qué importan a la estrella que reposa

ué importan a la estrella que reposamis disputas secretas y mi pulso,

al ojo luminoso lo convulso?

¿Qué le importa que duerma en una fosa?

Y, ¿le importa a la luna alguna cosa?¿No observa los espíritus que expulsoigual de indiferente que si, insulso,no me ofrece el destino ni una rosa?

Ah, qué noche plagada de presenciasmetálicas y ciegas y vacíasque no libran mi boca de amarguras.

Sigo mi caminar por sendas frías,y en la noche, repleta de sentencias,me contemplan las luces más oscuras.

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32. Tras el visillo esparce la mañana

ras el visillo esparce la mañanasus cadencias primeras aceradas,

y entre las novedades azuladas

se extravía la vista de una anciana.

Destellos de oro prenden en la canalos primerizos rayos; las miradas,mariposas heridas y cansadas,dejan un triste vaho en la ventana.

Sola se asoma al mundo que amanece,sola afronta su vida que anochece,sola estará a la orilla de los mares.

Navega en los recuerdos familiares,costa lejana, a bordo de la olaque ya la aleja de la playa, sola.

T


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33. Me alcanzan tus saludos desde lejos

A Esteban, amigo.

e alcanzan tus saludos desde lejos,asomando por cartas y postales,

tu revuelo de versos, tus retalesde vida, amigo mío, tus consejos.

Encuentro en los buzones tus espejos,testimonios candentes y vitalesde tus profundos lagos y caudales,tus versos nuevos y tus libros viejos.

A mi casa los flecos de tu lazoechas desde tu isla en la botellaque atraviesa los mares en un sobre.

Y me halla así la noche menos pobre,arropado en la letra de tu abrazo,amigo, y orientado por tu estrella.

M


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34. Mientras el sol se va yo reflexiono

ientras el sol se va yo reflexionoentre la multitud de los viajeros.

La estación se oscurece. Hay aguaceros

en los ojos perdidos. Me erosiono.

Cuántos reyes caídos de su trono,desterrados, vencidos, extranjeros,cuántos desconocidos compañerosde deriva, de mar y de abandono.

Al cruzar la mirada con la suyaveo luz y sombra en sus profundidades,donde tiemblan congojas infinitas.

Lo mismo que en las mías: aunque huya,donde vaya hallaré las soledadesy la lenta labor de las termitas.

M


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35. Un lento polvo largamente posa

n lento polvo largamente posasu pertinaz e ingrato sedimento

y toca con un peine amarillento

su cabellera trágica y canosa.

Una horda arrolladora y espantosaavanza por los campos del momento,y enciende un sordo y gélido lamentopor los alrededores de la rosa.

Ya el pánico redobla sus timbales,ya se corre la voz de la derrotay se acerca a zancadas la frontera.

El último soldado desespera,las arañas escriben sus analesy el sol se cae por una esquina rota.

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36. Aún me sueña aquel sol que al mediodía

ún me sueña aquel sol que al mediodíaextendía la isla, tan pequeña,

y me sueña el océano, y me sueña

el abanico de tu compañía.

Aún encuentro racimos de alegríaal revolver baúles, aún se empeñaen rendirse mi ser a aquella dueña,a su isla, a sus luces, a su día.

Yo te soñé un verano de laureles,de brisas pardas, de olorosos pinos,envuelta en un rumor de soledades

de las olas rompiendo en los destinos,mientras corría un revuelo de papelesde futuras poesías en las ciudades.

A


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37. Mi rastro es solo un polvo tormentoso

i rastro es solo polvo tormentosoque se alza o cae a golpes de camino,

mi vida es un pequeño torbellino

en medio de un gran río rumoroso.

Mi viaje es una nube sin reposotransitando los cielos del destino,borrasca torrencial o remolinobuscando el horizonte luminoso.

Sé, pues, que soy un rastro y un viaje,pero no más: el cuándo, el cómo, el dónde,el fondo contenido en la apariencia.

Esquiva es la verdad, y su carruaje,cuanto más lo miramos, más se esconde.Todo es fugacidad e impermanencia.

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38. El viejo vagabundo arrastra un coche

l viejo vagabundo arrastra un cochedonde va amontonando los cartones,

y la fiebre le pisa los talones

por los alrededores de la noche.

Hurga en los vertederos del derrochecomo quien busca oro en los terrones,y requisa de bolsas y cajonesel mísero tributo como broche.

No se sabe qué busca exactamente:acaso una promesa o un sentido,una intuición huidiza, o un vislumbre...

Acaso algún cartón únicamente,una prórroga más en el latido,otro minuto aún junto a la lumbre.

E


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39. A la orilla del cielo transparente

la orilla del cielo transparenterompían las montañas como flechas,

abriendo en su pantalla inmensas brechas

que mostraban su polvo reluciente.

Y giraba la bóveda aparentesobre rocas quebradas y maltrechas,y las cimas abruptas y deshechasrugían contra la incólume rompiente.

Descomunal océano invisible,mansión de la distancia y del abismo,vivero abrumador de los planetas,

a tu orilla me olvido de mí mismo,y me fundo a tu vértigo terrible,disuelto como un rastro de cometas.

A


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40. Qué lejos de las playas y los puertos

ué lejos de las playas y los puertos,por la planicie inmensa de los mares,

qué ausencia de destinos y lugares,

qué destierro de vivos y de muertos.

Sobresalto de piélagos abiertoscomo fauces voraces y lunares,magnitud de oceánicos solaresque amenazan con rumbos siempre inciertos.

Es demasiado extenso el infinitopara el breve viaje de la ola,su vocación de cielo, su caída.

En medio de la mar, la azul, la sola,las espumas no dejan nada escritoen el libro sin hojas de la vida.

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41. Orilla de la mar están los prados

rilla de la mar están los pradosy una niña que sueña sus amores.

Las gaviotas dibujan los alcores

y las espumas los acantilados.

Pasaron ya los tiempos vulneradosy otros vendrán más gratos y mejores.La niña se recuesta entre las floresy el viento en sus cabellos desmayados.

Pies descalzos respiran humedadesde la hierba; las manos jugueteancon una brizna. Por el horizonte

se esparcen vespertinas novedades;cede el día. Las olas se paseanpor un mar que suspira bajo el monte.

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42. En mis manos pusiste tu secreto

n mis manos pusiste tu secreto,me desnudaste tu alma en carne viva,

y el latido noté de tu cautiva

verdad, tu corazón tan en concreto.

Tan suelto vi tu pecho, antes tan prieto,tan vencida tu estirpe, antes altiva,que se me ha desbordado la salivay he caído abrumado de respeto.

¿Por qué viniste a mí tan vulnerable,yo que no quise nunca ver los ojosvelados ni el rubor en las mejillas?

Conmovió mi entereza tu admirablederrota de humedad. Viejos despojosde naufragios poblaron mis orillas.

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43. Se me desplomará la arquitectura

e me desplomará la arquitecturay se hundirá la altura de mi peso,

y quedará un tapiz de polvo espeso

que tanteará el camino de la hondura.

Ingenio, necedad, risa, locura,afección a mi frágil ser de hueso,ningún retazo ha de quedar ilesopara testimoniar esta aventura.

Será un íntimo espasmo solitario,como un golpe de nieve silenciosa,como un suspiro de agua arremansada.

Yo quedaré desnudo y milenario,y en su promesa soñará la rosauna futura savia renovada.

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44. No pueden ver el mar esos alcores

No puede ver el mar la solitaria y melancólica...Azorín: Castilla

o pueden ver el mar esos alcores,

esas campiñas yermas, pedregosas;las parameras secas y rugosasno oyen los oceánicos rumores.

Qué lejos de estas quiebras interioresvan las salinas auras, vagorosas;a esas aldeas desiertas y terrosasno regresan los bravos pescadores.

Humilla el sol los ojos del labriego,deslumbrado de surcos y de mieses,que reposa a la sombra de la olmeda.

Contempla el horizonte raso y ciego,largo de soledades y de meses,

acerado de luz y polvareda.

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45. Una deriva de ánimas en pena

na deriva de ánimas en penamancha de sal la paz de mi paisaje,

y abruma con la escarcha de su ultraje

mis frescas aguas y mi tierra buena.

Contra su luna se recorta llenaun trasiego feroz, sordo y salvajeque confunde el timón en el viajey asesina las olas en su arena.

Tiene su son mis niños asustados,su trueno mis paisajes encogidos,su amenaza mis ánimos atados.

Están por él quebrados mis cristales,y por él mis viajeros confundidos;mis presagios, por él, sólo mortales.

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46. Tras el compacto velo de la bruma

ras el compacto velo de la bruma,la brutal conmoción de la tormenta

abre en dos el océano e intenta

horadar la madera con la espuma.

Cercado por la fiera que lo abruma,cabeceando, el buque, el aire tienta,y los palos arañan por su cuentaantes de que el abismo los consuma.

A despecho de rocas y huracanes,retando a los temibles elementos,una barca se adentra en la galerna:

rasgando la tiniebla su linterna,dejándose en los remos los alientos,robándole el botín a los desmanes.

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47. Una mordida cruel en el paisaje

na mordida cruel en el paisajedeja un hueco que inquieta y desazona

y un campo de cadáveres abona

los terrones resecos de estiaje.

Antiguos templos muestran el ultrajedel caballo mortal que no perdona:todo a mi alrededor se desmoronay el tiempo no detiene su viaje.

Sueños de abril, lejana primavera,cánticos de las aguas de los ríos,noches febriles de antes de la guerra.

Llegan noticias desde la fronterade ejércitos voraces y sombríosque esparcirán cenizas por la tierra.

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48. Este tiempo de tristes muchedumbres

ste tiempo de tristes muchedumbres,de apretadas y espesas multitudes,

me arrastra en sus anónimos aludes

y llena mi conducta de costumbres.

Hundido y exiliado de las cumbres,un cívico manojo de virtudessustituye a principios e inquietudesy hunde en un cenagal de incertidumbres.

Qué lejos la verdad de estas ciudades,qué exilio entre hormigón, vidrio y acero,qué insatisfecha altura de ascensores.

A los antepasados cazadoresbusco en mi instinto puro, y recuperoantiguas resonancias de verdades.

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49. Vence el sueño al final de la jornada

ence el sueño al final de la jornada,la cadencia del tiempo es más serena,

nos invade el susurro que resuena

bajo la voluntad rota y cansada.

Qué dulzura que ya no quede nada,ni placer que seguir ni abrupta pena,sólo el roce levísimo de arenade la hora del resumen, tan callada.

En la felicidad del abandono,en las concavidades del regazo,en las sinuosidades del remanso,

desnudos de la angustia y del encono,entregamos el ánimo al descansoy rendimos el cuerpo en el abrazo.

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50. Tras la puerta, ¿qué hay? ¿Qué es lo queespera?

ras la puerta, ¿qué hay? ¿Qué es lo que espera?¿Qué niebla se amontona en la penumbra?

¿Qué luz ciega me enfoca y no me alumbradesde los aledaños de la fiera?

¿Qué susurros me llegan de allá afuera,qué sombra en las tinieblas se columbraa la que mi visión no se acostumbra?¿Qué aguarda al otro lado de la esfera?

Me turba la intuición de una presenciaque está pero no está, que me contieney me ocupa también, y soy yo mismo.

Resuena el eco suyo en el abismo,todo me habla de ella, mas no tienemanera de acotarla la conciencia.

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51. A los antepasados me remito

los antepasados me remito,porque guardo un clamor de antepasados

que, desbordando muros y cercados,

irrumpen en mis predios con su grito.

Bebo en el manantial de un infinitorelevo de intenciones y legados,y escucho en mí sus ecos susurrados,que brotan en mi afán y en mi apetito.

Si, por comodidad o reticencia,hago por acallarlos o ignorarlos,y al margen de sus voces me mantengo,

esa fuerza que ignoro y que retengome falta al enfrentarme a la existenciay obliga, al desbordarse, a recordarlos.

A


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52. Se ensanchan las fronteras de tu ausencia

e ensanchan las fronteras de tu ausenciay mi nación expanden solitaria,

y la alegría me lleva la contraria

y me llena de miedo y reticencia.

Pero ya sedimenta la concienciasu aluvión de ceniza temeraria,y en medio de esta lámina estepariaoigo una nueva y húmeda cadencia.

Te reclamo desde mi cuarto oscuroen un lamento dulcemente triste,sin rasgar velos ni quebrar cristales.

Y tripulo un disparo de futuroque me salva del tiempo en que te fuistey me rescata al tiempo del que sales.

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53. Es dentro donde aguardan las respuestas

s dentro donde aguardan las respuestas,el abismo y el puente, las verdades,

el legado sin fin de las edades,

lo mágico, las sumas y las restas.

Dentro están los pantanos y las crestas,las estrellas, las diurnas cualidades,las sombrías y sabias soledades,las chispas más hermosas y funestas.

Bajo un manto de estratos duerme todo,esperando un afán de arqueologías:el miedo, la amenaza, los profetas...

Bajo el lago o la arena, bajo el lodo,ocultas yacen las preciosas vetas,las hondas y secretas galerías.

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54. Como arrastra la rémora el escualo

omo arrastra la rémora el escualo,como humillan las rejas y contienen,

múltiples alimañas me retienen

y ponen en mi sino un peso malo.

Por quedar como queda un monte, ralode troncos que, de viejos, no se tienen,y preparar la tierra a los que vienen:por eso prendo, sí, por eso talo.

Ya hace tiempo me ocupo en el oficiode revolver la prenda y desprendermede tanta provisión como me sobra.

Hago por ensanchar cualquier resquiciopor el que liberarme y deshacermede la prisión funesta de mi obra.

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55. Por mí la esencia se hace sensitiva

or mí la esencia se hace sensitiva,y lo eterno desciende a lo concreto.

Mano de las entrañas del secreto

y me arraigo en la tierra colectiva.

Mi polvo es sólo forma sustantivadel sutil infinito, tan discreto.Mi espuma transitoria es como el retode la mar profundísima y esquiva.

Soy una voluntad y una caída,la fugaz transición del universo,condensación de sombras y de luces.

Y en el crisol amargo de mis crucesse templa la sustancia de mi viday quedo más desnudo y más inmerso.

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56. Es la aurora en el mar. Entre la bruma

s la aurora en el mar. Entre la brumahay luces muy lejanas, y aparece

un bote y un barquero que parece

Caronte a la deriva por la espuma.

Antes que la mañana la consuma,la noche se dilata y se estremece,rota por una esquina donde crecela palidez del alba que la abruma.

Una estrella indecisa parpadeaal borde del añil que la diluyepoco después: el día ya es imparable.

Y ya espira en silencio una marea,un derrotado ejército que huyehacia el vientre del mar inagotable.

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58. Irrumpe una llamada de campanas

rrumpe una llamada de campanasen la gasa del aire silencioso,

poniendo algarabía en el reposo

y colinas en las estepas llanas.

Por las profundas y áridas mañanas,en las que pesa un tiempo empalagoso,su toque es como un cuarzo luminosoque traspasa los cielos de ventanas.

Echo un vaso de aire en los pulmones,doblo los lienzos de los buenos sueñosy me pongo los pies de los caminos.

Y me encomiendo al ángel de los sonesde las campanas, pájaros pequeñosque despiertan mis pájaros cansinos.

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59. Quiero salir en cuanto rompa el alba

uiero salir en cuanto rompa el albay abandonar las fieras tras la puerta,

el papel amarillo, la piel muertadonadas al trabajo de la malva.

Quiero salir al aire, y que mi calvareluzca al sol su condición incierta,y dar para la flor la piel abiertaa lo que duele igual que a lo que salva.

Quiero librar al cielo mis palomas,quiero sembrar mis barcas por los mares,que correteen mis niños por los prados,

derribarle la cerca a los ganados,desatar en mi puerto las maromasy aventar por el mundo mis cantares.

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61. Arrebol de la sangre y de las bocas

rrebol de la sangre y de las bocas,dulce calor de cuerpos volanderos,

oleajes salados y solteros,

ritmo del corazón y flores locas.

Vapor que aventa el son cuando lo tocas,las guitarras, las flautas y los cueros,los ojos encendidos y viajeros,los mares espumándose en las rocas.

Roja sinuosidad de los claveles,cabalgata de nubes en los cielos,recios haces de lumbre; polvaredas,

suave roce de pieles como sedas,complicidad de sedas como pieles,elevación de danzas como vuelos.

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62. Tan discreta y graciosa, la colina

an discreta y graciosa, la colinaduerme su siesta echada en la llanura,

rozando el horizonte con su altura

y el campo con su falda femenina.

Se peina con la senda peregrinay asoma un corazón en su blancurade tierra blanda sobre roca dura,entre el cabello verde de la encina.

El sol la abarca entera con su abrazo,y, tan tímida ella, se sonrojay a la orilla del río se desmaya.

El viento juguetea con su sayay se enreda en los juncos del ribazoarrebatando al vuelo alguna hoja.

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63. Tienes agua de luz en la mirada

ienes agua de luz en la miraday un sonar de campanas o pianos,

ecos de tiempos puros y lejanos,

palabras de una lengua ya olvidada.

Tienes un hondo pozo, una moradade dioses fervorosos y paganosque danzan en los pliegues de tus manosy bucean tu agua arrebatada.

Tienes una graciosa composturapor la que los viajeros se detienencomo se hechiza el mundo en una fuente.

Nos refresca tu brisa, tu dulzuranos apacigua el sol sobre la frentey nos siembra de pájaros que vienen.

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64. Qué quieta y silenciosa la ladera

ué quieta y silenciosa la ladera,qué dócil y dispuesta en el ascenso,

como la espalda de un gigante inmenso,

puente que al aire tiende la ribera.

Robusta y ondulada, su caderapliegan arroyos entre el verde intenso,y asoma, coronándola en suspenso,su cabeza de roca, tan severa.

Allá son los adustos pedregales,el yermo gris de arenas y canchales,la guarida de vientos inestables.

Al pie de los peñascos formidablesse tiende el prado, y en los aledañosla fuente se desata por sus caños.

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65. Enhiesto y firme, al borde del abismo

nhiesto y firme, al borde del abismo,hundiendo la raíz en roca pura,

se impone en la silueta de la altura

como un bravo e insólito espejismo.

Hijo de savia antigua, el paroxismodel vendaval no inmuta su estatura,ni afecta la tormenta a la seguraenramada que extiende de sí mismo.

Corran siglos y vientos por tu frente,roble de soledad y de colina,faro del valle, pertinaz vigía

de la sierra lejana y del torrente,saludador del despuntar del día,proa de la vida hendiendo la neblina.

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66. Levantó piedra a piedra la atalaya

evantó piedra a piedra la atalayay el muro remozó de su baluarte,

confinándose en ese mundo aparte,

al margen de la vida y su batalla.

Oteaba las olas en la playapor la tronera, a salvo en esa partedonde lo refugiaba el mismo arteque era su cárcel lóbrega y canalla.

Ya se le hacía la sombra inoportuna,se apretaba la sangre en su cabezay le roía el hambre de lo abierto.

Decidió desarmar la fortaleza,y acometió las piedras una a unahasta dejar el pecho descubierto.

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67. Desde esta altura el valle se abanica

esde esta altura el valle se abanica,como un bostezo al sol: la cordillera

muestra su intimidad; en la ladera

la cascada le canta y le salpica.

Acaso la campana que repicatrae sones del pasado, mensajera,en la oscura laguna prisionera,de una historia de olvido que ella explica.

En los prados lejanos, los rebañossiembran sus motas pardas y sonorascomo flecos al viento; la arbolada

escala las pendientes en manada.Y dormitan los riscos y los añoscoronando las cimas soñadoras.

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68. Este aquí que está siendo todavía

ste aquí que está siendo todavíaha dejado de estar al pronunciarlo;

mirándolo se fue, y al recordarlo

no es más que un resonar de lo que había.

Al querer retenerlo se extravía,se desvanece al punto de fijarlo;se esfuma su espejismo con tocarlo:es un ser que no es ya cuando sería.

Nunca hubo nada aquí, ni aquí siquiera,ni hubo nadie mirando; la miradaera un hacer desnudo de presencia.

Cada palabra es última y primera,cada minuto un rizo de la nada,cada lugar un trozo de la ausencia.

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69. Habrá una nueva vida con sus flores

abrá una nueva vida con sus flores,con sus ramos de días y de esperanza.

Habrá barcos y luz en lontananza

y otros caminos que serán mejores.

Habrá globos con flecos de colores,mensajeros del sol y la bonanza,y habrá calor y agua y confianzay pasión y dulzura en los temblores.

Removerán las brisas las aldeascomo danzan los álamos sutiles,como esparcen sus hojas los otoños.

Limo del tiempo, dejaremos milesde átomos en suspenso en las jaleasque darán alimento a los retoños.

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70. En el claro del bosque, la cascada

n el claro del bosque, la cascadamelancólicamente rumorea,

la brisa entre los árboles orea

expandiendo una danza en la enramada.

Riela el agua clara y plateada,que en la fuente escondida canturrea,y un duende bondadoso se paseahilvanando canciones a su amada.

Hay un roce temblando en el follaje,y el batir de unas alas en la altura,y el nácar de una piel rauda y furtiva.

Hay acaso una ninfa fugitiva,un fauno que atraviesa la espesuray un ángel en el aire de viaje.

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71. Puede que crezcan rosas en tus manos

uede que crezcan rosas en tus manos,que en tu desierto broten manantiales,

o una aventura loca de animales

avive tus instintos más humanos.

Quizá una caravana de gitanosacampe en tus jardines otoñalesy abreve con sus rayos cenitalesuna sed de calores y veranos.

Tal vez naden delfines en tu pecho,o se desate un vuelco de cascadas,o te inunde un revuelo de campanas.

O broten herbazales en tu lecho,y respires atmósferas aladas,y tu casa se llene de ventanas.

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72. Perla el rocío la dulce piel de Lara

erla el rocío la dulce piel de Lara,y su cuerpo, en la hierba abandonado,

me ofrece, como fruto deseado,

su tacto fresco, su delicia clara.

Amándola me fundo a lo que ampara,al árbol, a la tierra, al bosque, al prado,y una lluvia que el cielo ha desatadole empapa los cabellos y la cara.

Crece una profusión de escorrentía,y fluye nuestro amor por las pendientesen volandas de cauces y torrentes.

Transitamos comarcas y lugares,a bordo de los ríos, hasta que un díanos acoge el regazo de los mares.

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73. Me enternece tu cesta de cachorros

e enternece tu cesta de cachorros,tu ala bondadosa me guarece

y cuando en mi paisaje ya anochece

tus niños salen a bailar en corros.

Amansas a mis tigres y a mis zorros,y, cuando mi horizonte languidece,tu humedad las llanuras reverdecey tu agua esparce un cántico de chorros.

Secretamente forjas en tus fraguasla gracia que renueva los colores,el hálito que aviva la fragancia.

Por ti se me repuebla la distancia,tú que pones, danzando entre las flores,un ir de brisas y un volver de aguas.

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74. Habrá que dar un vuelco al andamiaje

abrá que dar un vuelco al andamiaje,sospechar del valor de lo aparente,

poner en duda el mapa de la frente

y revisar las cartas de viaje.

Habrá que estar a expensas del ultraje,sorteando el fangal de lo prudente,arriesgarse al naufragio en la rompienteallá donde nos lleve el oleaje.

Tomar por fin la vida por las riendas,halar por fin las velas del destinopara que cumpla el viento su tarea,

para que el mar desborde su mareainundando marismas, a sabiendasde que habrá que rehacer todo el camino.

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75. Está la vida verde en la arboleda

stá la vida verde en la arboleda,verde en el agua, clara y rumorosa,

el agua saltarina y luminosa,

el parpadeo de luz de la alameda.

Verde sinuosidad de la vereda,huésped de la ladera, umbría o airosa,de lugar en lugar, de cosa en cosa,amazona del verde, polvareda.

Está la brisa verde, en vuelo raso,como un peine, en la verde cabellera;el mundo, en las distancias, está verde.

Y yo bebo el paisaje como un vasoque ilumina y ensancha mi fronteramás allá de la senda que se pierde.

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76. Dame toda la luz para mi cielo

ame toda la luz para mi cielo,toda el agua lloviendo en el desierto,

porque habrá una mañana con un muerto

olvidándolo todo en el subsuelo.

Dame el pañuelo verde del consuelo,el horizonte grande, el campo abierto,pues cada paso es un paraje inciertoque al vientre lleva de un volcán, o al hielo.

Dame el frescor de miel de tu alegría,dame el cáliz de flores de tus dedos,la humedad de tu cuerpo claro; dame

un rocío que en mi huerta se derrame,un poderoso antídoto de miedos,toda tu luz, amor, para la mía.

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77. Volver por los caminos escondidos

olver por los caminos escondidosde la batalla, el ruido y los desmanes,

por las acequias y los arrayanes,

en las sombras calladas recogidos.

Volver hasta llegar a los olvidos,a la disolución de los afanes,más allá del pecado y los adanesy de los paraísos ya perdidos.

Recuperar el agua de las fuentes,su canto y su fulgor que nos deslumbra,el rastro personal entre las huellas,

y quedarnos desnudos e inocentes,entre el sol y la luna y las estrellas,entre la viva luz y la penumbra.

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78. Cúrame de los montes desolados

úrame de los montes desolados,las lunas frías, los cráteres ardientes,

y esparce la blandura de las fuentes,

las brisas y los brotes renovados.

Riega con tu agua pura mis sembrados,desata en mi paisaje tus corrientes,y esculpe en mis cenizas tus torrentessurcando mis terrenos devastados.

Me queda el corazón para tus ramos,me quedan los destellos en los ojos,la lágrima me queda que te entrego.

Serena pues las lenguas de mi fuego,y del país que juntos encontramosenvía un salvoconducto a mis despojos.

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79. Un mar de sol azul se desparrama

n mar de sol azul se desparrama,cálido y deslumbrante de amarillo;

un barco se desliza por su brillo

insinuando estelas en su trama.

Un mástil en la nube se encarama,la vela con la brisa hace un hatillo,y un hombre recostado en el membrilloel horizonte otea que se inflama.

A bordo de los vientos, las fraganciasle llegan de los pinos, y cancionesmelancólicas de islas muy cercanas.

Y recuerdos de amores, resonanciasde días felices, mágicas mañanas,lentos anocheceres de pasiones.

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80. Hoy te vengo sin rabia y sin enojo

oy te vengo sin rabia y sin enojo,inofensivo cual convaleciente,

trayendo la mirada transparente

y una lágrima fresca en cada ojo.

Para habitar tu lado me despojodel niño caprichoso de mi frentey me quedo desnudo e inocente,y a tu merced renazco, sin antojo.

Salto la longitud de mi disparoy alcanzo de mi suerte la otra orilla,donde tu mano fértil me agasaja.

Una máscara gris se resquebraja,y rasgo el cascarón de pesadillapara dormir un sueño libre y claro.

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81. Qué dócil te reclinas en mis brazos

ué dócil te reclinas en mis brazos,qué dulce tu caída, tu desmayo,

qué blandas las volutas de tu sayo,

qué habitante de todos los regazos.

Pone tu cuerpo curvos sus mil trazos,y, como traspasado por el rayo,me da su gravedad, por la que halloel inmenso poder de los abrazos.

Tu genio, tan airoso y desbordante,se ha ausentado de toda la estatura,y yace el cuerpo, líquido y vencido,

a ras de suelo, manso y expectante.Y yo siento temblarme la armadura,por tu clara blandura conmovido.

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82. Dame para mi pan tu dulce espiga

ame para mi pan tu dulce espiga,tu agua para el estío de mi fuente,

crúzame al otro lado con tu puente,

deja que con mis pasos te resiga.

Pon tomillo y romero en mi garriga,inaugura en mi polo el sol caliente,redima tu humedad mi yermo ardientey en mi tundra el solaz de lo que abriga.

Alumbra con la luz de los cometas,acógeme en tus múltiples regazos,alimenta con pecho de nodriza.

Y el día de los suspiros y las metasdeja que me derrumbe entre tus brazosy arrulla con tu nana mi ceniza.

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83. No me queda qué hacer en estos duelos

o me queda qué hacer en estos duelos:de volverse al hogar llegó la hora.

Resultó la vejez liberadora,

entibiando el afán y los desvelos.

¡Qué dulce sucumbir de los anhelos!¡Qué bajamar de vida arrolladora!Brisa serena, plácida demora,sin urgencia o reproche, o ansia, o celos.

Luché cuando fue tiempo y exigíala juventud sus fiebres y su intento,conocí en cada imperio la derrota.

Tan bella y cruel, la edad se consumía,y hoy queda la ceniza de contentoque me llevo en mi nave alegre y rota.

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84. Abridle los postigos al hermano

bridle los postigos al hermanoque regresa, cansado y harapiento,

manchado del camino polvoriento

y a cuestas con su condición de humano.

Lleva un ramo de años en la manoy un vaho de tristeza en el aliento,y nos habla con apagado acentode la historia de su cabello cano.

Hoy regresa, después de tanto mundo,después de tanta piedra y tanto ocaso,reclamándonos sólo plato y lecho.

Démosle pues calor para su pecho,respeto a la derrota de su pasoy patria a su destierro vagabundo.

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85. En tus ojos de musgos y de peces

n tus ojos de musgos y de pecessueña un temblor de aguas y de edades,

un relámpago en las profundidades,

una yema de abril por la que creces.

Yo me asomo a tus ojos, y parecesun caudal por profundas cavidades,un templo de presencias y deidadesfundando el universo muchas veces.

Ecos de la creación, del estallidooriginal, conserva tu mirada,retazos de la luz del nacimiento.

Al ahondarte hallo rastros del sentido,de la patria primera y olvidada,del vacío, del estremecimiento.

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86. Vuelvo a mis campos, vuelvo a mi granero

uelvo a mis campos, vuelvo a mi granero,cruzo mi patio, subo a mis desvanes,

y qué sabor de cuartos y de panes

para mi lengua rota de extranjero.

Qué agotado suspiro del viajeroque, harto ya de carreras y desmanes,pone puerta al calor de sus afanesy cultiva la flor en su florero.

A mi patria primera he regresado,decidido a habitarla y defenderladel ladrón, la intemperie y el rocío.

Y al amor del hogar recuperadoplantaré la semilla de lo míopara fructificarla y recogerla.

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87. Blanda de amor, tu líquida mirada

landa de amor, tu líquida miradase me pone tan cerca y tan sentida

que esparce lluvias lentas en mi vida

y ensancha mi retícula cansada.

A salvo de lo solo en tu morada,puedo dejar mi lucha suspendiday rezumar las gotas de mi heridaen tu profunda tierra enamorada.

Vulnerado mi ser y conmovidode tanto don, de tanta cosa buenacomo le traen tus ojos y tus manos,

ha olvidado el discurso de su pena,proclamando la fe de tu latido,instaurando tus gozos soberanos.

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88. Cae la hoja, llegado su momento

Cae la hoja, llegado su momento,cumplida su estación y su tareade luz: una mañana amarillea

y se suelta y se tiende sobre el viento.

Y traza un espiral descendimiento,ligera gravedad en la que ondeael lento retirarse de mareade la savia al otoño somnoliento.

Suena sobre la roca y ya reposay ya es ocre aluvión despreocupado junto con sus hermanas del olvido.

Y alguna rezagada mariposale hablará con reclamo confundidoantes de alzar el vuelo hacia otro lado.


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89. Doy mi polvo a los pies para la huella

oy mi polvo a los pies para la huella,doy mi huella al anónimo zapato

que ha de borrarla entera al poco rato,en la senda donde hizo escasa mella.

La senda doy al monte y a la estrella,y la estrella a la noche en que me abato,noche sin luna, luna de arrebato,espuma en el caballo que resuella.

Doy mi agotado cuerpo para el lecho,mi verticalidad al horizonte,mi música al silencio vibratorio.

Mi materia doy al laboratoriode los líquenes, y doy afán y pechopara que el dulce olvido los desmonte.

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90. Regadme por las tierras más feraces

egadme por las tierras más feracespara filtrar mis aguas tierra adentro,

por las rutas secretas hacia el centro,por los hondos hilillos pertinaces.

Que mis inquietos pasos y fugacessean sonda de las rocas, al encuentrodel firmamento interno, ese reencuentrocon viejas guerras y con hondas paces.

Regadme, y que mi entraña fertiliceel vientre de lo mágico y lo puro,a través de los cursos persistentes,

para que mi destino se realicey viaje por la entraña de lo duroy rebrote cantando por las fuentes.

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91. Al agua mi pañuelo de congoja

Al agua mi pañuelo de congoja,a la fuente mi sed, sobre la tierrael recóndito espasmo de mi guerra

profunda, y el mandoble de la hoja

que me rompe por dentro y me despojade la savia, la mano que me aferraal barranco, a los picos de la sierramis negras telas y mi sombra roja.

Soltarme todo yo por los caminos,abandonando pieles y metalesinservibles y secos al impulso

renovador de nubes, torbellinos,cascadas, hollas, limos, vendavales:limpia serenidad tras lo convulso.


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92. La lejanía por ti se vuelve anchuraPara Alonso

La lejanía por ti se vuelve anchura,pero también batalla de alegría.

Por ti invento una nueva lejaníapróxima en corazones y en ternura.

Con amor desafío a la fisuray amenguo con amor su demasía,y me hago fuerte en la melancolía,como una patria sólida y futura.

Estás en mí, y en mí siempre te encuentro;estoy en ti, porque quererte tantoes un lugar para tenerte dentro.

Del dolor de tu ausencia, allí me abrigo,allí me desmorono y me levantopara estar otra vez: estar contigo.


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93. Aguarda, escucha, párate un momento

guarda, escucha, párate un momento...Ha venido de allá, de la llanura...

Se oyó como un suspiro en la espesura,

un canto del más hondo sentimiento.

― ¿No sería el viento? ― No, no ha sido el viento. ― ¿No sería el agua? ― No. Fue una criaturaque mordía su pena más maduray aliviaba en el bosque su lamento.

―

No se oye nada, acaso se ha marchado.Vayámonos también. La noche es fría,y el mundo inmenso para estar sin techo.

― ...Aguarda un poco más. ¡Me ha traspasadoesa pena fugaz, y ahora la míaha revuelto los mares de mi pecho!

A


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94. Como rumor secreto de las fuentes

omo rumor secreto de las fuentes,recóndita canción de los jardines,

se extiende por vergeles y confines

un mar de gestos plácidos y ardientes.

Danzas arrebatadas y envolventesbajo las frescas sombras y las crines,entre dulces aromas de jazminesy expuesto a la humedad de las corrientes.

La vida se desata en una fiestade cometas y de constelacionesque giran ensanchando el universo.

También yo giro, y mis evolucionesse apoyan en el centro que me prestaesa luz que florece por mi verso.

C


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95. Esta labor de versos como panes

sta labor de versos como panes,esta tarea de siembra y de cosecha,

es mi flor y mi fruto, como echa

primavera su cola de arrayanes.

He buscado en armarios y desvanes,he ahondado lo que acoge y lo que acecha,por glosar la palabra de mi endechay soltar mis ocultos gavilanes.

Hablé como viví: fui el artesanodel íntimo tapiz, el hondo nudo,y di fe de las rayas de mi mano.

Para no ir de vacío hacia el abismo,para que no me cumpla el tiempo mudo,para ti que lo lees, para mí mismo.

E

López. El rumor en la caracola (Sonetos)

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