Lógica Informal o Aplicada

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Universidad de Mendoza – Especialización en Docencia Universitaria – Procesos cognitivos y sociocognitivos del aprendizaje en la educación superior - Documento de cátedra, 2004. LÓGICA INFORMALO APLICADA: DISCIPLINA DE APOYO DE LA COMPRENSIÓN DEL TEXTO ARGUMENTATIVO INTRODUCCIÓN La corriente de lógica “informal” 1 tiene su origen en un grupo de lógicos que se separan de la lógica simbólica en la convicción de que ésta hace poco por la promoción de las habilidades necesarias para analizar y evaluar el razonamiento que acontece en los contextos de lenguaje natural 2 ; por ejemplo, en los comentarios cotidianos, las opiniones vertidas en los medios de comunicación (en diarios, revistas, televisión y, contemporáneamente, también en Internet), en los debates parlamentarios, en los procesos legales. Dado este énfasis en el análisis de ejemplos de razonamiento real, el desarrollo de la lógica informal, por otra parte, sitúa explícitamente su origen en el reclamo de una educación superior más relevante, que caracteriza los movimientos socio-políticos de los setenta y ochenta: la necesidad de que el estudiante de nivel universitario sea capaz de razonar bien respecto de los eventos que enfrenta diariamente y respecto de temas en los que está genuinamente comprometido (o debería estarlo por la carrera elegida). Sus miembros consideran al Movimiento como una fuerza líder en el esfuerzo educativo generalizado de promover la capacidad crítica, la competencia argumentativa como una parte clave de la educación, a fin de preparar a los jóvenes para roles sociales, políticos y laborales responsables (Blair y Johnson, citados por Siegel, 1990: 138-139, nota 1 Según Lipman, el término lógica informal fue acuñado por Gilbert Ryle en 1966 y señala que: “Actualmente la corriente de la lógica informal se halla en su fase productiva, con un considerable número de textos publicados anualmente y con una confirmación de su parentesco con el pensamiento crítico.” (Lipman, 1997: 168) En este último sentido –agreguemos nosotros- es emblemático el título de un artículo de Paul de 1983, An Agenda Item for the Informal Logic/Critical Thinking Movement (publicado en Informal Logic Newsletter, vol. 5,2, pp.23-24), en tanto incorpora el pensamiento crítico como parte del oficio de la lógica informal. 2 El interés en la lógica informal “(...) parece deberse a la coincidencia de dos factores: 1) la advertencia de que los formalismos, aún sofisticados, del siglo XX tienen una utilidad limitada y 2) la demanda creciente de una lógica que sí funcione en la práctica.” (Nolt, 1984: prefacio) Por su parte, Walton (1995/89, introducción) afirma que “(...) un nuevo enfoque de la lógica y la argumentación ha comenzado a ser enseñado en las clases de lógica alrededor del mundo. (....) es una disciplina que se ha acercado más a los objetivos tradicionales de las Humanidades a través de un más práctico enfoque del estudio de los argumentos particulares en lenguaje natural.”

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LÓGICA “INFORMAL” O APLICADA:DISCIPLINA DE APOYO DE LA COMPRENSIÓN DEL TEXTO ARGUMENTATIVO

INTRODUCCIÓN

La corriente de lógica “informal”1 tiene su origen en un grupo de lógicos que se separan de la lógica simbólica

en la convicción de que ésta hace poco por la promoción de las habilidades necesarias para analizar y evaluar el

razonamiento que acontece en los contextos de lenguaje natural2; por ejemplo, en los comentarios cotidianos, las

opiniones vertidas en los medios de comunicación (en diarios, revistas, televisión y, contemporáneamente, también en

Internet), en los debates parlamentarios, en los procesos legales.

Dado este énfasis en el análisis de ejemplos de razonamiento real, el desarrollo de la lógica informal, por

otra parte, sitúa explícitamente su origen en el reclamo de una educación superior más relevante, que caracteriza

los movimientos socio-políticos de los setenta y ochenta: la necesidad de que el estudiante de nivel universitario sea

capaz de razonar bien respecto de los eventos que enfrenta diariamente y respecto de temas en los que está

genuinamente comprometido (o debería estarlo por la carrera elegida). Sus miembros consideran al Movimiento

como una fuerza líder en el esfuerzo educativo generalizado de promover la capacidad crítica, la competencia

argumentativa como una parte clave de la educación, a fin de preparar a los jóvenes para roles sociales, políticos y

laborales responsables (Blair y Johnson, citados por Siegel, 1990: 138-139, nota 4)3. Un rasgo prominente de la

evolución de la lógica informal es, pues, la publicación de docenas (probablemente cientos) de libros diseñados para

enseñar a razonar en dichos contextos.

Un hito en la historia del Movimiento es un Congreso celebrado en 1978 en la Universidad de Windsor, Canadá,

a partir del cual comenzó a publicarse la revista Informal Logic Newsletter que rápidamente se convirtió en un foro de

discusión, noticias e investigación; con su nuevo nombre -Informal Logic- continúa siendo un barómetro de los

desarrollos en el campo en su Nº 22 de publicación.

El primer número estableció claramente el lema del grupo: “Nuestra concepción (...) abarca desde aquellas

cuestiones especulativas como la teoría de la falacia y el argumento, pasando por los aspectos prácticos (por ejemplo,

cómo mejorar la estructura de los argumentos cotidianos) hasta las preocupaciones pedagógicas (cómo diseñar cursos

de pensamiento crítico; qué materiales curriculares emplear).” (Johnson y Blair, citados por Lipman, op. cit.: 167-168).

Desde Europa, también han colaborado en el desarrollo de la lógica informal los estudios sobre la

argumentación como una forma de intercambio dialógico, de diálogo razonado, conducido según un sistema de

reglas precisas, preestablecidas, explícitas, que deben respetar los participantes (porque determinan qué

1 Según Lipman, el término lógica informal fue acuñado por Gilbert Ryle en 1966 y señala que: “Actualmente la corriente de la lógica informal se halla en su fase productiva, con un considerable número de textos publicados anualmente y con una confirmación de su parentesco con el pensamiento crítico.” (Lipman, 1997: 168) En este último sentido –agreguemos nosotros- es emblemático el título de un artículo de Paul de 1983, An Agenda Item for the Informal Logic/Critical Thinking Movement (publicado en Informal Logic Newsletter, vol. 5,Nº 2, pp.23-24), en tanto incorpora el pensamiento crítico como parte del oficio de la lógica informal.2 El interés en la lógica informal “(...) parece deberse a la coincidencia de dos factores: 1) la advertencia de que los formalismos, aún sofisticados, del siglo XX tienen una utilidad limitada y 2) la demanda creciente de una lógica que sí funcione en la práctica.” (Nolt, 1984: prefacio) Por su parte, Walton (1995/89, introducción) afirma que “(...) un nuevo enfoque de la lógica y la argumentación ha comenzado a ser enseñado en las clases de lógica alrededor del mundo. (....) es una disciplina que se ha acercado más a los objetivos tradicionales de las Humanidades a través de un más práctico enfoque del estudio de los argumentos particulares en lenguaje natural.”3 Incluso una Ley de California, Estados Unidos, exige la enseñanza de “(...) cursos de lógica informal o pensamiento crítico en todas las Universidades estatales.” (Walton, 1987: 289)

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movimientos y contra-movimientos son y no son aceptables en un diálogo) y que son susceptibles de un estudio

formal: un “proponente” se enfrenta a un “oponente” ante un “juez” (el público, por ejemplo), las intervenciones se

suceden en un orden estricto y se evalúan desde los estándares y valores del razonamiento práctico, en tanto

opuesto a los criterios abstractos y formales basados en la lógica matemática. Dichas reglas son clave para la

interpretación de los argumentos y para el discernimiento de sus particularidades en los distintos contextos

(científico, político, etc.).

Un organismo de importancia en la promoción del movimiento es la Association for Informal Logic and Critical Thinking (AILACT para su sigla en inglés; afiliada a la American Philosophical Association) fundada en 1983,

asociación académica sin fines de lucro cuya finalidad es promover la investigación, la enseñanza y la evaluación de

la lógica informal y el pensamiento crítico. Su actual presidente es Robert Ennis y algunos de sus miembros son:

Anthony Blair, Ralph Johnson, Harvey Siegel, Matthew Lipman.

Si bien la corriente informal es un modo novedoso de impostar la enseñanza de la lógica, podemos rastrear sus

orígenes hasta la Filosofía clásica, especialmente en la Retórica de Aristóteles (así como situamos las simientes del

pensamiento crítico en la polémica de Sócrates contra los sofistas); de allí que el tratamiento aristotélico de las falacias

y su teoría de la retórica continúan siendo una referencia frecuente.

Entre los antecedentes más inmediatos, un pionero estadounidense de la Lógica informal es Monroe

Beardsley, con su obra Practical Logic (1950), que tuvo una significativa trascendencia. Fue un filósofo y maestro

con notable sensibilidad para los valores literarios, por lo que su libro es una combinación ingeniosa y de amena

lectura de lógica, gramática, retórica y literatura. Escrito para estudiantes, intenta reemplazar los ejemplos artificiales

que caracterizaban a los manuales de lógica por instancias de razonamiento, argumentación y debate tomados

directamente de la literatura, de diarios y revistas. Esto es, ofrece situaciones problemáticas que presentan una

lógica vital y renovada cuyo conocimiento se torna una actividad placentera.

Finalmente, fuera de esta breve historia del movimiento de la lógica informal oriundo de Norteamérica,

quisiéramos señalar una obra del lógico uruguayo Vaz Ferreira, tan viva como su nombre (Lógica viva), que desde

estas latitudes y a comienzos del siglo XX (la primera edición es de 1919), aborda las mismas temáticas (por

ejemplo, las falacias) con ejemplos tomados de la ciencia, de las discusiones en el ámbito universitario (por ej.: en

las reuniones de profesores), de ensayos periodísticos, de la literatura. La formalidad del análisis de estos casos

concretos queda clara en la siguiente afirmación (edición de 1945: 100): “La Lógica suele estudiarse como se

estudiaría la anatomía sobre esas preparaciones de cera o de madera que se usan a veces en la enseñanza y que

son hechas para la enseñanza; y es mejor estudiarla como se estudia anatomía sobre el cadáver, esto es, sobre la

realidad verdadera. Los sofismas que se ponen en los tratados de lógica, son generalmente sofismas preparados;

los que conviene analizar (...) son los sofismas reales.”

El primer libro en castellano con el nombre Lógica informal del que tenemos conocimiento es el trabajo de

un lógico argentino, Juan Manuel Comesaña, de 1998, en el que señala (18-19) que hay dos posiciones extremas

respecto de esta materia: 1) es una contradictio in adjecto (del mismo tipo que “cuadrado redondo”): “No puede

existir una cosa que responda a ese nombre. La lógica, se dirá, es una ciencia que estudia las propiedades de

lenguajes formalizados (...). Es importante notar que para sostener esta postura no hace falta creer que la lógica no

es aplicable.”; y 2) no sólo es una disciplina autónoma, sino que “no tiene que pedir prestada ninguna herramienta

de análisis ni ningún conocimiento a la lógica formal”. Para este autor:

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“Como muchas veces, la verdad parece estar cerca de un punto medio entre estas posiciones. A favor de la primera posición mencionada, parece indudable que un conocimiento mínimo de la lógica formal es una herramienta muy valiosa (quizás indispensable) en el análisis de razonamientos en (...) distintos contextos (filosóficos, políticos, legales, matrimoniales, etc.). Esto (...) significa que la familiaridad con algún tipo de sistema de lógica formal ‘aceita’ las intuiciones de corrección de los razonamientos4 (....).

A favor de la segunda posición, creemos que hay cosas interesantes que decir acerca de la argumentación ‘real’ que no son –no pueden ser- tratadas por la lógica formal.”

Son los filósofos quienes han tenido un rol central en el surgimiento y el desarrollo de la lógica informal (la

teoría de la comunicación y la retórica también han hecho contribuciones significativas). Por ello, el trabajo en este

campo refleja los abordajes filosóficos contemporáneos sobre la naturaleza de la racionalidad, los estándares del

buen razonamiento, el valor de los métodos formales de análisis y de la retórica, el papel social y político del

razonamiento.

El énfasis de la lógica informal en el razonamiento en lenguaje natural y en ejemplos singulares de

argumentación, puede ser comparado con el acento que los variados tipos de “ética aplicada” (bioética, ética de los

negocios, etc.) ponen en los problemas morales concretos. En ambos casos, se trata de una perspectiva que

subraya la relevancia de la filosofía para los asuntos prácticos.

Si esta área de estudio y docencia -emergente en lengua española- logra reunir los enfoques que provienen

de las diversas disciplinas que abordan el discurso argumentativo (lógica, filosofía del lenguaje, lingüística,

sociolingüística)5, su resultado puede ser un modelo de la argumentación contextualizada que resultaría significativo

tanto desde un punto de vista informal como formal.

En resumen, en una caracterización sintética, la lógica informal consiste en la aplicación de los conceptos y

reglas de la Lógica y la Retórica a los argumentos textualmente codificados, con la finalidad de desarrollar dos conjuntos

de habilidades: 1) análisis de la argumentación para identificar el postulado y las razones de apoyo y 2) evaluación de su

validez y solidez (fuerza).

Para concluir esta breve presentación, nos parece necesario señalar que, si bien empleamos la

denominación lógica informal -“¿expresión feliz?”, como se pregunta Carlos Pereda (1994: 12)- porque es la que

adopta el Movimiento, es pertinente realizar una precisión (cuya primera parte tomo de la Dra. Villalba de Tablón):

surge por oposición a la lógica simbólica en su intento por recuperar el contenido sobre el que se razona, entonces

de derecho debería llamarse “lógica aplicada”, porque la lógica no es la mera formalización y aplicada por su

evaluación del argumento en la situación comunicativa (oral o escrita). De hecho, podríamos suponer que Beardsley

estaría de acuerdo con nosotros, ya que denomina a su obra lógica “práctica”.

4 También Groarke (1998) afirma que, si bien históricamente la lógica informal se puede describir como un campo que se ha “separado” de la lógica formal y que, en algunos casos, esta ruptura se caracteriza por un rechazo vehemente de los métodos formales de análisis, aunque pocos autores postulan que los métodos formales pueden ser aplicados con todo rigor, muchos consideran que pueden contribuir a la comprensión del razonamiento informal y que se adopta el modelo premisa/conclusión de la argumentación, el cual se deriva del paradigma formal.5 Siegel (op. cit.: 138, nota 2) postula que, como Anthony Blair ha señalado, es erróneo hablar de un Movimiento de la Lógica informal como si fuese un grupo monolítico, porque los filósofos que se identifican a sí mismos con el movimiento difieren en muchos aspectos. Sin embargo, cuando se habla del grupo, se tiene en mente a aquellas personas que: leen la revista Informal Logic, pertenecen a Association for Informal Logic and Critical Thinking, concurren a las conferencias sobre pensamiento crítico/lógica informal que se organizan periódicamente en Sonoma State University y en la Universidad de Windsor, enseñan cursos de lógica informal y/o pensamiento crítico.

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En los apartados siguientes, vamos a abordar brevemente cuatro temáticas que resultan centrales para la

promoción de la comprensión del texto argumentativo: la definición de argumentación, la técnica de diagramación de

Beardsley, la estructura de la argumentación y los criterios básicos para la evaluación del texto argumentativo.

DEFINICIÓN DE ARGUMENTACIÓN

Cuando escuchamos a alguien o leemos un texto, nos encontramos con una secuencia de oraciones. Y

esperamos que haya alguna relación entre ellas, algún principio de organización o estructura. En un pasaje narrativo, el

autor está presentando una secuencia de eventos y el principio organizativo es el orden de su ocurrencia. En un pasaje

expositivo (o informativo), se establecen una serie de hechos o datos respecto de algo y dicha serie puede estar

organizada de varias maneras (por ej.: a la manera de una comparación). El rasgo que distingue a una argumentación

de los otros patrones textuales es el esfuerzo por apoyar una afirmación lógicamente. El autor no está simplemente

diciendo algo que considera verdadero; también presenta las razones para explicar por qué es verdadero. Cuando la o

las razones de una argumentación son muy buenas, decimos que dicha argumentación prueba la conclusión.

Su definición esencial es: “En el ámbito de la lógica, se llama argumentación al resultado -y obra (mental, u oral

o escrita)- del razonamiento. Éste consiste en el movimiento por el cual la mente pasa de algo sabido a algo ignorado

implícito, o sea contenido virtualmente en lo sabido, mediante una o más inferencias. Requiere, pues, una serie de

proposiciones de cuya relación –trabazón intrínseca- resulta una conclusión. Las proposiciones que son punto de partida

se llaman premisas o antecedente y la conclusión es la proposición inferida o consecuente. La consecuencia o vínculo

es la dependencia necesaria del consecuente respecto del antecedente, sin el cual no hay argumentación.” (Vázquez,

2002: 12)

Si la consecuencia es correcta, hay cuatro leyes básicas de la argumentación:

1. Si el antecedente es verdadero, el consecuente es verdadero.

2. Si el antecedente es falso, el consecuente puede ser falso o verdadero.

3. Si el consecuente es verdadero, el antecedente puede ser verdadero o falso.

4. Si el consecuente es falso, el antecedente es falso.

Luego, sólo se puede concluir con certeza a partir de un antecedente verdadero o un consecuente falso. Los

otros dos casos no permiten inferencia cierta.

El fundamento de estas reglas es el principio de no contradicción: es imposible que una misma cosa sea y no sea al mismo tiempo y bajo la misma relación.

En Lingüística: “Argumentar consiste en ofrecer una serie de enunciados para apoyar a otro enunciado que

plantea ciertas perplejidades, conflictos o, en general, problemas en torno a nuestras creencias teóricas o prácticas

(...). Una persona que argumenta no expresa simplemente lo que piensa, expresa lo que piensa y lo respalda: quien

argumenta busca producir convencimiento, en el sentido más amplio de la palabra, convencimiento acerca de la

verdad de un enunciado, o de su falsedad o, tal vez, de ciertas dudas sobre él.” (Pereda, 1994: 7)

Esto es, en el discurso argumentativo una/s afirmación/es o aseveraciones (a diferencia de preguntas,

órdenes, exclamaciones) aparece/n como razón/es para otra. Cuando la o las razones de una argumentación son

buenas, decimos que dicha argumentación prueba la conclusión.

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Una teoría de la argumentación es clave en el estudio del discurso en ciencias humanas, porque es

mediante argumentaciones como razonamos en nuestras ciencias. Dado el objetivo de analizar la progresión crítico-

argumentativa para promover la comprensión lectora, se hace necesario partir de las peculiaridades argumentativas

que aparecen en la mayoría de los textos sobre tópicos científicos. Tomamos la siguiente enumeración de Lo Cascio

(1998: 40-41) con ciertas adaptaciones:

1. Tema2. Protagonista o sujeto argumentante3. Destinatario (a veces identificable con el auditorio completo)4. Una proposición no evidente o con distintos grados de evidencia que debe y necesita ser sostenida a

través de:5. Un razonamiento para mostrar la verdad y la validez de dicha proposición por:6. Al menos, uno o más argumentos elegidos en función de los interlocutores en tanto pertenecientes a un

área disciplinar7. Fases intermedias en las que las afirmaciones cambian o se consolidan8. Una eventual conclusión.

Indicadores de fuerza o conectores lógicos

Nuestro lenguaje nos provee de un número bastante amplio de términos que nos indican que una afirmación es

la conclusión (ej.: “por lo tanto”) y que otra es una razón o premisa para dicha conclusión (ej.: “dado que”). Entonces,

cada vez que encontremos estas pequeñas claves -que llamamos indicadores (“de fuerza” en la denominación de Lo

Cascio)6 o conectores lógicos-, podremos estar bastante seguros de que el texto es una argumentación y que podremos

localizar su conclusión final, su núcleo.

Los términos o frases que usualmente destacan que la aseveración que sigue es una premisa o razón:

Porque -forma muy frecuente-; en algunos casos, es difícil establecer si el indicador porque tiene un valor causal o argumentativo; aquí la interpretación puede depender de datos pragmáticos sobre la comunicación. El ejemplo de Lo Cascio (op. cit.: 206, nota) es: 1) María se ha levantado temprano porque llega su hijo y 2) María debe haberse levantado temprano porque tiene ojeras. En 2) el enunciado introducido mediante porque (las ojeras) no puede ser la causa por la que María se ha levantado temprano, puesto que sólo puede ser la consecuencia.

Ya que y sus sinónimos dado que y como que. Ej.: Ya que no veo su coche frente a la casa, pienso que Juan ha salido. Pienso que Juan ha salido, dado que no veo su coche frente a la casa.

Ya que es cierto que da un sentido marcado al argumento que introduce, lo hace “indiscutible” para probar la conclusión propuesta. También puede parafrasearse con se demuestra del hecho que.

Pues y sus sinónimos ello es prueba de y puesto que.

Como se encuentra siempre al inicio de un razonamiento e introduce un argumento. Ej.: Como el cine es caro, no creo que venga.

Otros indicadores son: Por la razón de; La razón es que; En vistas del hecho de que; Se puede inferir de; Se puede deducir de; Asumiendo, como lo permite la evidencia, que.

Los términos o frases que usualmente señalan que la aseveración que sigue es una conclusión son:

6 Llama “indicadores de fuerza” (op. cit.: 203-204) a los exponentes lingüísticos que sirven para conectar los enunciados y para señalar su papel dentro del discurso. Funcionan como conectivas textuales y, luego, pueden clasificarse por la función que realizan. Presenta –entre otras- las siguientes categorías, según introduzcan: 1) El macroargumento o argumentación principal (ahora me explico...; el razonamiento es éste ...; ahora se demuestra por qué); 2) Un argumento o un dato; los denomina justificadores (puesto que; porque; dado que; etc.); 3) La tesis o conclusión (de primer o segundo nivel); son los conclusivos (por consiguiente; así pues; por tanto; se sigue que; etc.); 4) La fuente, la autoridad; garantes (como dice ...; según ...); 5) Una reserva; relativizadores (a menos que; excepto que; a no ser que; salvo que); 6) Un refuerzo para la justificación presentada; refuerzos (si se tiene en cuenta el hecho de que; observamos también que); 7) Un contra-argumento; alternantes (sin embargo; no obstante que; a pesar de que).

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⇒ Por consiguiente, así pues: marcan la conclusión precedida por las premisas. Ej.: La casa está a oscuras; por consiguiente, no hay nadie.

⇒ Por tanto o por lo tanto: es frecuente en la argumentación matemática; en la lengua hablada no tiene la misma frecuencia que sus sinónimos (por consiguiente, así pues). Se usa en el modelo premisas-conclusión y, luego, no aparece al inicio de un texto argumentativo que comienza en la conclusión.

⇒ He aquí por qué: es otro modo de introducir una conclusión, después de haber presentado los argumentos que la justifican. Ej.: Juan es el padre de María y es una buena persona; he aquí por qué no puede haber sido él quien le ha hecho daño.

⇒ Otros indicadores son: Luego, Se sigue que; En consecuencia; Consecuentemente; Se concluye que; ... implica que; Podemos deducir que; Entonces.

Cuando usted encuentre estas palabras, tendrá un signo de que puede estar en presencia de una

argumentación y que podrá emplear dichos indicadores para distinguir las premisas de la conclusión. Pero, no

puede aplicar esta regla mecánicamente. Algunas de estas expresiones se pueden emplear en un contexto diferente

de una argumentación. Por ejemplo: “Vino Juan y luego llegó Ernesto”. El vocablo “luego” indica aquí una relación

temporal. Por otra parte, la ausencia de estos términos tampoco implica necesariamente que no se trata de una

argumentación. Si digo “Arizona es un lugar árido; no he visto nada verde”, estoy ofreciendo evidencia en apoyo de

una conclusión.

TÉCNICA DE DIAGRAMACIÓN DE LA ARGUMENTACIÓN

Monroe Beardsley, en la obra ya citada, introduce la técnica de diagramación de la argumentación (que recién

se generaliza en 1973, año de publicación del libro Practical Reasoning in Natural Language de Steven Thomas, que

conocemos en su 4º edición). Hoy es ampliamente usada en los textos de lógica informal.

A veces se hace difícil decidir si un cierto texto es o no una argumentación. Una ayuda simple es recordar que:

Cuando se ha establecido que un discurso es una argumentación, la siguiente pregunta para hacerse es: ¿cuál

es el núcleo de la argumentación? Para responder a esta pregunta, hay que analizar: 1) cuáles de las afirmaciones son

razones para otras (premisas) y 2) qué oración (conclusión) está apoyada por dichas razones.

Puede pensarse en las premisas como en la materia prima de la argumentación y en la conclusión como su

producto final. Para comprender una argumentación, entonces, debemos saber qué sucede en el medio. Con el objeto

de aislar los pasos individuales que llevan desde las premisas a la conclusión, usamos la técnica de diagramación.

La estructura más simple de una argumentación es aquella en la cual una sola razón apoya la conclusión. Pero,

en la argumentación textualizada, lo común son las argumentaciones complejas. En la medida en que la argumentación

incrementa su complejidad, se hace cada vez más necesario representar su estructura claramente.

Vamos a emplear la técnica de Beardsley con algunos pasos agregados (para facilitar la identificación de la

estructura de la argumentación), algunos de aplicación necesaria y otros opcional:

1º Identificar la conclusión, subrayándola: Una argumentación tiene por lo general más de una premisa, pero usual-mente tiene una sola conclusión final, que constituye lo que se pretende probar. En su forma canónica, la conclusión

Una argumentación se puede sintetizar en una sola oración; regla válida aún para las argumentaciones muy complejas.

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aparece en el último lugar de la cadena. Pero, no se puede decir que siempre se den las razones primero y la conclusión después. La elección del orden depende de la circunstancia comunicativa. Si la conclusión ya se ha anticipado (como sucede en un debate), ahorra tiempo establecerla primero con nitidez y luego presentar las razones. Si la conclusión puede ser objetada a menos que se prepare con razones aceptables, será prudente presentarlas en primer lugar y luego mostrar cómo conducen a la conclusión.

Consideremos la siguiente argumentación (adaptada de Beardsley7):

Nadie en su sano juicio (con excepción quizás de unos pocos) puede negar que los programas de televisión abierta, tomados en su conjunto, están en muy mal estado; nunca habíamos tenido un ofrecimiento tan deprimente como los llamados reality shows. Además, la mayor parte de la tarde está ocupada por programas sobre sórdidas intimidades de famosos. Obviamente, los canales nece si tan un código nuevo y mejor .

2º Eliminar irrelevancias (puede hacerse tachándolas): cuando hemos identificado la esencia (o núcleo) del razonamiento, podemos simplificar el discurso dejando de lado lo que resulta irrelevante. Obviamente, no actuaremos con arbitrariedad y retendremos que lo eliminado es parte del significado total del mensaje. Por ejemplo, la proposición inicial “Nadie en su sano juicio (con excepción quizás de unos pocos) puede negar que” es la proposición introductoria a la primera aseveración, pero no afecta el modo en que ésta opera en el resto del razonamiento. También, se pueden suprimir los “floreos” de estilo, las apelaciones emocionales, los ejemplos concretos que buscan vivificar y clarificar el razonamiento.

Nadie en su sano juicio (con excepción quizás de unos pocos) puede negar que los programas de televisión abierta, tomados en su conjunto, están en muy mal estado; nunca habíamos tenido un ofrecimiento tan deprimente como los llamados reality shows. Además, la mayor parte de la tarde está ocupada por programas sobre sórdidas intimidades de famosos. Obviamente, los canales nece si tan un código nuevo y mejor .

3º Destacar (con un círculo, color, doble subrayado, etc.) todos los conectores lógicos:

Nadie en su sano juicio (con excepción quizás de unos pocos) puede negar que los programas de televisión abierta, tomados en su conjunto, están en muy mal estado; nunca habíamos tenido un ofrecimiento tan deprimente como los llamados reality shows. Además, la mayor parte de la tarde está ocupada por programas sobre sórdidas intimidades de famosos. Obviamente, los canales nece si tan un código nuevo y mejor .

4º Separar las aseveraciones restantes mediante corchetes y numerarlas:

Nadie en su sano juicio (con excepción quizás de unos pocos) puede negar que 1) [los programas de televisión abierta, tomados en su conjunto, están en muy mal estado]; 2) [nunca habíamos tenido un ofrecimiento tan deprimente como los llamados reality shows]. Además, 3) [la mayor parte de la tarde está ocupada por programas sobre sórdidas intimidades de famosos]. Obviamente, los canales nece si tan un código nuevo y mejor .

7 Su ejemplo es (p. 24): “Nadie en su sano juicio (con excepción, tal vez, de unos pocos sujetos) puede negar que los programas de radio, tomados en conjunto, están en un estado lamentable; nunca habíamos escuchado ofrecimientos tan deprimentes como los comerciarles cantados y los programas de participación de la audiencia. Obviamente, las emisoras de radio necesitan un código nuevo y mejor. Las estadísticas muestran que la mayor parte del día está ocupado por melodramáticas novelas, lo que conduce nuevamente a mi primera conclusión.”

Además

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5º Agregar todo conector lógico elidido, esto es, que falte pero que esté claramente sugerido:

Nadie en su sano juicio (con excepción quizás de unos pocos) puede negar que [los programas de televisión abierta, tomados en su conjunto, están en muy mal estado]; [nunca habíamos tenido un ofrecimiento tan deprimente como los llamados reality shows]. Además, [la mayor parte de la tarde está ocupada por programas sobre sórdidas intimidades de famosos]. Obviamente (por lo tanto), los canales nece si tan un código nuevo y mejor .

6º Añadir premisas faltantes: en este punto, deberíamos añadir cualquier premisa que hubiese sido suprimida. No puede hacerse antes, porque no sabemos con exactitud si es necesario. En este ejemplo, no hay ninguna premisa faltante.

7º Diagramar la argumentación: conviene colocar la conclusión final en el extremo inferior de la hoja y emplear flechas para unir las premisas a la conclusión (la fecha representa la relación entre la premisa y la conclusión que se infiere directamente de aquella o aquellas).

Nuestro ejemplo puede diagramarse como sigue:

Nunca habíamos tenido un ofrecimiento tan La mayor parte de la tarde está ocupada pordeprimente como los llamados reality shows. programas sobre sórdidas intimidades de famosos.

Los programas de televisión abierta, tomadosen su conjunto, están en muy mal estado.

Los canales necesitan un código nuevo y mejor.

Podemos resumir la técnica de diagramación mediante tres puntos sobre la estructura de las argumentaciones:

1. Una argumentación debe tener, por lo menos, una premisa y una conclusión; emplee una flecha para representar el vínculo entre ambas;

2. Una argumentación puede tener más de un paso, por lo cual una proposición puede ser a la vez conclusión (de un paso) y premisa (de otro); use flechas separadas para representar cada paso con la conclusión final en el extremo inferior;

3. Una conclusión puede estar apoyada por más de una premisa, ya sea aditiva como no aditivamente; emplee el signo + y una sola flecha desde las premisas aditivas a la conclusión, flechas que unen separadamente cada premisa con su conclusión para las premisas no aditivas.

En resumen, un diagrama responde en una mirada una serie de interrogantes respecto del razonamiento:

¿cuál es su núcleo?; ¿cuáles son las razones básicas de apoyo?; ¿qué estructura tiene?

ESTRUCTURA DE LA ARGUMENTACIÓN

Como señaláramos, desde el punto de vista de su complejidad, la forma más simple de la argumentación es

aquella en la que una sola conclusión es defendida o atacada (pero no ambas cosas a la vez) por medio de un

argumento o razón; es un discurso que contiene dos oraciones, una de las cuales se asevera como razón para la otra;

por ello, se denomina argumentación simple. Por ejemplo8:

8 Extraemos los ejemplos de las intervenciones de docentes en un Forum on line sobre pensamiento crítico y educación (del 2003) del “Master en Tecnología y Metodología de la Formación en Red”, que dictaron en forma conjunta la Università di

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El conocimiento intelectual es individualporque es un acto de la inteligencia.

C A1

De hecho, el prototipo de la argumentación simple contiene dos premisas y una conclusión, porque en nuestro

ejemplo hay una premisa omitida -“La inteligencia es una potencia del alma (que es una en cada individuo).”- que forma

parte de la argumentación9. Por lo general, la razón de su omisión es que no hay necesidad de incluirla porque el

emisor asume que el receptor puede “llenar el hueco” por sí mismo. Puede incluso dejarse en suspenso la conclusión,

como recurso para sugerir sin afirmar, o sea para dejar al interlocutor la impresión de una insistencia menor.

En la práctica, este esquema simple es menos frecuente y aparece, en una sola argumentación, más de una

razón en forma de argumentos (y/o contra-argumentos) que recibe el nombre de argumentación compleja o compuesta. Por ejemplo:

El acierto del movimiento del pensamiento crítico consiste en no reducir la promoción de la competencia crítica al dominio cognoscitivo (sólo adquisición de habilidades intelectuales) porque implica y compromete fuertemente lo afectivo-volitivo (tendencias, disposiciones, actitudes, etc.) y lo moral (virtudes).

En este ejemplo, distinguimos la conclusión (“El acierto del movimiento del pensamiento crítico consiste en no

reducir la promoción de la competencia crítica al dominio cognoscitivo –sólo adquisición de habilidades intelectuales”)

de dos argumentos:

A1 “El movimiento del pensamiento crítico implica y compromete fuertemente lo afectivo-volitivo (tendencias, disposiciones, actitudes, etc.).”

A2 “El movimiento del pensamiento crítico implica y compromete fuertemente lo moral (virtudes).”

Esta argumentación compleja se llama coordinada porque dos -o más- premisas trabajan juntas para

establecer un solo apoyo a la conclusión. En una analogía de Beardsley, podemos pensar en la conclusión como

una barra horizontal sostenida por postes -las premisas-. Aquí las premisas son como postes verticales ubicados en

los extremos de la barra; si se retira un poste (una premisa), la barra se caerá. Sólo cuando operan juntas, tenemos

la argumentación completa. Es decir que la conclusión (tesis) es avalada por razones independientes que se

refuerzan (de allí el nombre de esta primera forma de argumentación compleja).

En la estructura compleja múltiple, cada argumento o razón por separado sería suficiente para justificar la

conclusión que se defiende (o ataca). Por ejemplo:

Si enseñamos a argumentar para persuadir, los docentes nos parecemos a los asesores que diseñan campañas para los políticos porque razonar impecablemente no garantiza ni la verdad de las conclusiones -si las premisas son falsas- ni mucho menos que nuestros actos sean honestos y nuestros propósitos tiendan al bien común.

Distinguimos la conclusión (“Si enseñamos a argumentar para persuadir, los docentes nos parecemos a los

asesores que diseñan campañas para los políticos”) de tres razones:

Venecia, la Università di Verona, la Universitá Ca’ Foscari también de Venecia y el Ciafic -Centro de Investigaciones en Antropología Filosófica y Cultural, Buenos Aires-9 Se llama entimema al razonamiento incompleto o trunco, o razonamiento en el cual una de sus premisas (o incluso la conclusión) está sobrentendida.

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R1 “El razonamiento impecable no garantiza la verdad de la conclusión si las premisas son falsas.”

R2 “El razonamiento impecable no garantiza la honestidad de nuestros actos.”

R3 “El razonamiento impecable no garantiza que nuestros propósitos tiendan al bien común.”

Esto es, alguna de estas tres razones debería ser suficiente para fundamentar que la tarea docente en

argumentación no puede ser una educación sofística. En la argumentación compleja múltiple (cuando las premisas no

trabajan juntas), cada una ofrece una línea separada de apoyo a la conclusión. Si volvemos a la analogía de la barra,

aquí las premisas son como postes verticales ubicados en el medio de la barra, no en los extremos. Mientras más postes

hay, más apoyo tendrá la barra, pero si se retira un poste, la barra no se caerá.

Otra posibilidad es una cadena de argumentos, en la cual una afirmación que funciona como premisa

(argumento) es tesis de otro argumento de la cadena. En ese caso se habla de argumentación compleja subordinada (arracimada, en la denominación de Lo Cascio; serial para Beardesley). Por ejemplo:

No es cosa que sea fácil ver la verdad en los distintos ámbitos; pienso que la evidencia no es habitual en las ciencias. Así que la disposición para abrirse al mundo en toda su riqueza, para admitir lo que no sé y el respeto por lo que el otro sí sabe, deben ser tan importantes como el rigor en la argumentación. Sé que con una actitud honesta y abierta, tendríamos que llegar a la verdad.

Se pueden diferenciar una conclusión intermedia y la conclusión final.

La razón que apoya la primera es:

R1 “No es fácil ver la verdad en los distintos ámbitos” que se equipara a la afirmación “La evidencia no es habitual en las ciencias”, de la que emana la conclusión intermedia:

CI “La disposición para abrirse al mundo en toda su riqueza, para admitir lo que no sé y el respeto por lo que el otro sí sabe, deben ser tan importantes como el rigor en la argumentación”

La conclusión intermedia funciona como premisa de la conclusión final :

CF “Con una actitud honesta y abierta, tendríamos que llegar a la verdad.”

Luego, en la argumentación subordinada, algunas de las razones serán también conclusiones porque estarán

apoyadas por razones más fundamentales. Por ello, las premisas pueden ser: básicas (afirmaciones que no tienen

premisas adicionales de apoyo) y no básicas o conclusiones intermedias (porque funcionan como conclusión de una

inferencia y premisa de la siguiente).

En síntesis, en la forma compuesta, hemos distinguido entre argumentación coordinada, múltiple y

subordinada10.

A fin de determinar si un conjunto de premisas es o no aditivo (si se trata de argumentación coordinada o

múltiple), podemos preguntarnos qué sucedería si una de las premisas fuera falsa: ¿Se destruiría la argumentación?

Si la respuesta es afirmativa, las premisas son aditivas; dependen una de otra para apoyar la conclusión

(presentamos esta característica mediante el signo más, que sirve para unir las premisas). En cambio, si parte de la

argumentación se mantiene, las premisas son no aditivas; cada una apoya la conclusión independientemente de la

otra (al diagramar esta argumentación, empleamos flechas que unen separadamente cada premisa con su conclusión).

10 En esta clasificación, combinamos las categorías de Lo Cascio , van Eemeren y otros (1987) y Beardsley.

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EVALUACIÓN DE LA ARGUMENTACIÓN

Si bien el análisis de la estructura de una argumentación es fundamental para poder evaluarla, es necesario

distinguir claramente la etapa interpretativa de la evaluativa: un diagrama (como el que resulta de la técnica de

Bearsdley) es una herramienta valiosa -es como una radiografía de la argumentación, que revela su estructura interna-,

pero no es un fin en sí mismo; el objetivo último de este análisis es determinar si una argumentación es buena o no, “(...)

sopesar sus varias bondades: sus grados de inteligibilidad, la corrección de sus apoyos, la verdad de sus premisas, su

tonta o iluminadora pertinencia con respecto a una discusión.” (Pereda, op. cit.: 11)

En esencia, para probar una conclusión, una argumentación deberá tener dos características, que no siempre

se distinguen con claridad:

En primer lugar, las premisas deben ser verdaderas. Una argumentación establece la verdad de su antecedente a través de su relación con hechos que ya conocemos.

Para determinar la verdad del antecedente, se requiere información de fuentes externas (como la ciencia, la

historia, la observación).

En segundo lugar, las premisas deben estar lógicamente relacionadas con la conclusión de tal manera que si las premisas son verdaderas y la consecuencia es correcta, la conclusión también será verdadera. En otras palabras, no es suficiente que las premisas sean verdaderas; deben ser relevantes para la conclusión.

Si bien ambos rasgos están relacionados, se distinguen claramente. Para ver el porqué, consideremos esta

analogía. Si uno tiene que saber cuántos metros cuadrados mide un piso, medirá la longitud y el ancho; luego, los

multiplicará. Para obtener la respuesta justa, se requiere de una medición precisa y de una multiplicación correcta. O

sea, es posible cometer dos clases de yerros: 1) puede cometer un error en la medición y sin embargo multiplicar

correctamente; éste es el caso de una argumentación válida cuya/s premisa/s resulta/n falsa/s; o 2) puede comenzar con

una medición correcta pero multiplicar mal; este sería el caso de una argumentación cuyas premisas fueran verdaderas

pero no apoyan la conclusión.

La determinación de la verdad de las premisas escapa a la lógica formal e informal. En este sentido, un

representante del llamado “movimiento del pensamiento crítico”, John McPeck (1981: 25-26), desde adentro de

dicho movimiento, señala claramente su formalismo: “En cualquier situación en la cual las bases para la creencia

son inciertas -esto es, en cualquier situación que requiere pensamiento crítico-, no es tanto la forma general o

validez lógica de los postulados relevantes lo que es difícil de evaluar cuanto el contenido o verdad de las premisas;

es difícil la tarea de determinar si ciertas premisas son de hecho verdaderas. Y esta dificultad invariablemente nos

lleva al campo de algún dominio cognoscitivo en el cual cada cuestión parece generar muchas otras e

incertidumbres epistemológicas.” De allí que concluye que se necesitan diversos tipos de conocimiento y comprensión para apreciar las diferentes dimensiones de los problemas reales.

El segundo rasgo -la relevancia de las premisas- es tema de la coherencia interna de la argumentación. Se

llama fuerza lógica de la argumentación a esta segunda característica, que se define como la capacidad de las

premisas para apoyar la conclusión. En líneas generales, lo que hace buena a una argumentación, desde este

segundo punto de vista, es la trabazón intrínseca de las razones de la que resulta la conclusión. Cuando dicha

trabazón se puede entender claramente, nos hace ver que la verdad de una (de la conclusión) depende de la verdad

de las otras (de las premisas).

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La lógica provee estándares para evaluar la fuerza interna de las argumentaciones, de dos maneras principales:

1º) Con la técnica de preguntarse “¿Es la conclusión establecida la única que puede extraerse de la evidencia que aportan las premisas?”. En este caso, la argumentación es fuerte. O, “¿hay otras conclusiones que podrían ser igualmente consistentes con la evidencia?”. En tal caso, la argumentación es débil.

2º) En un diagrama, cada flecha representa la relación lógica entre premisas y conclusión. Entonces, para cada flecha, debemos hacer un juicio sobre la fuerza, y la validez de la argumentación como un todo está en función de la fuerza de todos sus componentes.

CONCLUSIONES

El texto argumentativo es omnipresente en el discurso científico, en la vida política y social; por ello, se

insiste en su abordaje y promoción en las propuestas pedagógicas actuales (por ejemplo, la reforma educativa

argentina propone su inclusión curricular desde los primeros grados) “(...) en gran parte por influencia de las corrientes

de pensamiento crítico que ponen como objetivo central de la tarea en el aula el enseñar a pensar, a través del

desarrollo de habilidades específicas, entre las cuales se enumeran la identificación de argumentos, el análisis de su

validez, la búsqueda de contra-argumentos y, en general, el desarrollo de la capacidad discursiva que implica sustentar

los propios juicios en buenos razones. En la introducción de esta temática en los curricula escolares, han influido también

algunas propuestas actuales de socio-lingüística que caracterizan el discurso argumentativo por su finalidad de

persuadir11. Aquí cabe señalar que esta finalidad no es estrictamente esencial a la argumentación, sino, en todo caso,

una propiedad que acompaña a su uso en contextos sociales de discusión; pero la finalidad primera e intrínseca de la

argumentación es probar la verdad de lo que se afirma, demostrar la tesis a través de argumentos. Nos parece

importante esta distinción a fin de no distorsionar un aspecto central de la educación intelectual, como es el desarrollo de

habilidades lógicas, aspecto que debe ser ordenado al mejor logro del objeto propio del intelecto: la verdad. En cambio,

si la referencia última es de naturaleza socio-lingüística, se corre el riesgo de formar sofistas en vez de alumnos que

piensen bien.” (Vázquez, 2002: 18).

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Paul, Richard (1983). An Agenda Item for the Informal Logic/Critical Thinking Movement. Informal Logic, 5-2, 23-24.

11 Aportemos como ejemplo la siguiente definición de Plantin (1998: 40): La argumentación intenta influir, transformar o reforzar las creencias o los comportamientos (conscientes o inconscientes) de la persona o personas que constituyen su objetivo.

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