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" 't. ", ' .. " : "'''' ;, . CAPÍTULO IX La creación de (com)unidad mediante la hibridez: Loco afán: crónicas de sidario, de Pedro Lemebel JODY PARYS University of Wisconsin- WhiteuJater Frente a la epidemia de SIDA, los escritores de diversas partes del mundo han representado la enfermedad desde ángulos diver- sos. Un ejemplo de dicha diversidad es la imponente colección de crónicas de Pedro Lemebel sobre el efecto del SIDA en la comuni- dad travestida de Santiago de Chile, titulada Loco afán: crónicas de sidario. La colección detalla los cambios en la comunidad homose- xual y travestida (o las «locas» en los términos de LemebeD a par- tir del asesinato de Allende, durante la dictadura de Pinochet, y hasta el período transitorio de la democracia que la siguió. Duran- te esa tumultuosa época social en la historia de Chile, los protago- nistas se enfrentaban con otra fuerza capaz de interrumpir su sen- tido de identidad y alterar la noción de comunidad: El SIDA, un tema central en las vidas de los protagonistas de Lemebel. El len- guaje que Lemebel emplea crea un retrato rico y detallado de las «locas» que habitan sus textos, alternándose el discurso familiar que emana de sus labios y un discurso filosófico que ilustra las perspectivas del autor acerca de los numerosos males que padece su patria. Durante la mayoría de la época histórica retratada en este texto, los protagonistas, igual que los ciudadanos de Chile, estaban suje- ' ::" tos a un nacionalismo controlador que el discurso en el poder utili- zaba para «ligar a la familia con la nación, el dictador con el padre y la gente con los niños» (McClennen, 55). Dada esta situación, es necesario preguntar: ¿Cómo era este nacionalismo conscientemen-

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CAPÍTULO IX

La creación de (com)unidad mediante la hibridez:

Loco afán: crónicas de sidario, de Pedro Lemebel

JODY PARYS

University of Wisconsin- WhiteuJater

Frente a la epidemia de SIDA, los escritores de diversas partes del mundo han representado la enfermedad desde ángulos diver­sos. Un ejemplo de dicha diversidad es la imponente colección de crónicas de Pedro Lemebel sobre el efecto del SIDA en la comuni­dad travestida de Santiago de Chile, titulada Loco afán: crónicas de sidario. La colección detalla los cambios en la comunidad homose­xual y travestida (o las «locas» en los términos de LemebeD a par­tir del asesinato de Allende, durante la dictadura de Pinochet, y hasta el período transitorio de la democracia que la siguió. Duran­te esa tumultuosa época social en la historia de Chile, los protago­nistas se enfrentaban con otra fuerza capaz de interrumpir su sen­tido de identidad y alterar la noción de comunidad: El SIDA, un tema central en las vidas de los protagonistas de Lemebel. El len­guaje que Lemebel emplea crea un retrato rico y detallado de las «locas» que habitan sus textos, alternándose el discurso familiar que emana de sus labios y un discurso filosófico que ilustra las perspectivas del autor acerca de los numerosos males que padece su patria .

Durante la mayoría de la época histórica retratada en este texto, los protagonistas, igual que los ciudadanos de Chile, estaban suje­

'::" ~ tos a un nacionalismo controlador que el discurso en el poder utili­zaba para «ligar a la familia con la nación, el dictador con el padre y la gente con los niños» (McClennen, 55). Dada esta situación, es necesario preguntar: ¿Cómo era este nacionalismo conscientemen-

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te exclusivo? ¿Qué les sucede a los que no caben dentro de los pa­peles tradicionales proyectados por la «nación»? ¿Cómo participan en la construcción de la identidad nacional cuando no son recono­cidos como miembros de ese espacio fabricado? ¿Cómo pueden in­sertarse en las comunidades literales y figurativas dentro de sus na­ciones?

Las respuestas, en mi opinión, se encuentran en las teorías de Homi Bhabha acerca de los conceptos de liminalidad e hibridez y su relación con la construcción de la nación. En su provocativo es­tudio, Locations of Culture, Bhabha afirma que: «Es en la aparición de los intersticios .. . que las experiencias intersubjetivas y colectivas de la nacionalidad, el interés de la comunidad, o el valor cultural se negocian» (2)1. Estos «intersticios», también llamados espacios li­minales o híbridos, presentan un sentido constante de movimiento, de traslado, de convergencia, y de negociación. Lo que se ve en Le­mebel es la producción y manipulación de múltiples tipos de hibri­dez, con la meta final de contrarrestar la hegemonía y crear una identidad cultural a partir de la experiencia de los protagonistas tres veces marginados -por su sexualidad, su travestismo y su en­fermedad.

En vez de ocultar o borrar este espacio ambivalente, Lemebelusa su texto para iluminarlo, retratando a los personajes que lo pueblan y dando voz a sus historias. El autor abraza y celebra el margen in­tersticial, acentuando las hibrideces múltiples que se desarrollan dentro de él. Utilizando este espacio, Lemebel continuamente em­plea la noción de la hibridez para alcanzar su proyecto e inscribir la comunidad travestida en la historia literaria de Chile.

Hay múltiples manifestaciones de esta hibridez, pero me centra­ré en tres ejemplos específicos. Primero, el género del texto, la cróni­ca, es una amalgama de muchos géneros diversos, convirtiéndose en la estructura ideal para realizar el proyecto narrativo de Lemebel. En segundo lugar, podemos examinar la noción del género sexual, re­presentado por los travestidos que protagonizan la obra . Finalmente, la influencia del SIDA crea los cuerpos híbridos y oscurece los límites entre la enfermedad y la salud, la juventud y la vejez, la vida y la muerte. En este sentido, su presencia se convierte en una fuerza constitutiva de una comunidad que se construye debido a, y a pesar, del virus. Al fin y al cabo, al revelar los temas nacionales que se han borrado enteramente o que se han pasado por alto intencionalmente en el nacionalismo cultural predominante, particularmente en el de la dictadura, el texto de Lemebel funciona como una contra-narrati­va que desafía las imágenes dominantes de Chile, dando voz y

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creando imágenes de individuos que a menudo se encuentran fuera , de las comunidades tradicionales. De esta forma crea una comuni­

dad única de los seres afectados por el SIDA y dedicados al «guerre­ro del mariconaje» que propone Lemebel.

LA HIBRIDEZ TEXTUAL: LA CRÓNICA

El primer espacio híbrido es el texto mismo, o más precisamente, el género heterogéneo que Lemebel utiliza: la crónica. Primero, es útil preguntar por qué Lemebel eligió lo que él mismo ha llamado un «in­tergénero o subgénero». De hecho, el mismo Lemebel admitió que él encontró que este género «le convenía a su escritura en tanto ella es una estrategia de micropolítica ... (de) devenires minoritarios .. . » y que lo eligió «porque tiene que ver con algo de biografía, con algo de na­rrativa, con una poética como coraza escritural frente a los poderes de la literatura» (Lemebel en Atenas, 123)2. Esta pluralidad textual le per­mite a Lemebella libertad de navegar las fronteras textuales y cultura­les, explorando su tema desde los ángulos que le dan las herramientas para así captar las historias que él intenta compartir. Al considerar esta estrategia, lo que viene a la mente es la metáfora del holograma que Emily Hicks utiliza para describir la escritura de la frontera, observan­do que un holograma tiene la capacidad de crear una imagen de más de una perspectiva al mismo tiempo. Lo mismo es verdad con el texto de Lemebel. No se limita a un solo género; por el contrario, puede fun­cionar dentro de la fluidez que este género llfbrido le proporciona.

Lo que se nota es que la interpretación de Lemebel de la forma se desvfa considerablemente de los textos tradicionales, los cuales bási­camente servían para apuntar y atestiguar acontecimientos históri­cos, políticos o culturales importantes. Esencialmente, Lemebel ha tomado una forma histórica típicamente reservada para conmemo­rar las vidas y hazañas de personas importantes y la ha utilizado para crear un retrato profundo de «una pléyade de antihéroes, perso­najes malditos que han sido expulsados del paraíso-espacio público, entes desposeídos que habitan en los márgenes, en los bordes, en la periferia» (Mateo del Pino, 22). Su género híbrido y la escritura de la frontera le permiten retratar a los que habitan espacios paralelos, o a los seres definidos exactamente por la misma multí-dimensionalídad y fluidez que tiene el género usado para representarlos. Emparejan­do texto con tema, Lemebel crea un espacio en el cual ha podido ins­cribir a los individuos diversos que habitan las periferias a las cuales la sociedad los ha relegado .

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Además, la crónica, como documento que sirve como archivo textual de un momento histórico, le da a Lemebel una avenida para apuntar el efecto que la epidemia ha tenido en la comunidad traves­tida de Chile y para dejar patente un tema que ha sido silenciado y envuelto en tabú es, no sólo en Chile, sino en toda Latinoamérica (y muchas otras partes del mundo). Su texto es un archivo oportuno de un momento social específico. No sólo es un archivo histórico de los efectos del SIDA, sino que, debido a la pluralidad de voces y las múl­tiples viñetas, ofrece también un testimonio de un momento traumá­tico específico, un momento que Lemebel ha comparado a otra for­ma de colonización: «La plaga nos llegó como nueva forma de colonización por el contagio» (Loco afán, epígrafe). Como los cronis­tas anteriores, Lemebel atestigua esa colonización y utiliza su texto para darles voz a las víctimas; en el proceso, él aboga por su comuni­dad y ofrece una trayectoria de resistencia no sólo contra la realidad mórbida del SIDA, sino contra una sociedad que no hace caso de la situación apremiante con que se enfrentan.

LA Al'ARlCIÓN DEL SIDA EN EL CONTEXTO CHILENO

En 1972, el momento específico del primer texto en Loco afán, el SIDA, por supuesto, no existía; no apareció hasta 1981. En el contex­to chileno, el primer caso fue reportado en 1984. Sin embargo, la fe­cha anterior es más significativa para los protagonistas de estos tex­tos debido a sus conexiones internacionales y al hecho de que la mayoría de ellos se contagiaron del vims fuera de Chile. La época pre-SIDA que se representa en esta viñeta coincide inicialmente con la época de Allende, que se recuerda en este texto como una época utópica . La represión, la enfermedad, y una comunidad dividida existían en el horizonte, pero para los que vivían en esos años, había, según la descripción de Lemebel, un ambiente de celebración y ale­gría que ayudó a crear una comunidad cohesiva de los homosexua­les y diversos travestidos. Ese sentido de igualdad y libertad cívicas fue erosionado por la dictadura represiva de Pinochet, con la libertad sexual disminuyendo con la llegada de otra fuerza opresiva: el SIDA.

En la primera crónica, Lemebel presenta lma visión diacrónica del clima político y social chileno, así como el cambio epidemiológico debi­do a la aparición del VIH El acontecimiento que se recuerda pertenece claramente a la época «antes» del SIDA, pero a pesar de que el VIH yel SIDA todavía no están presentes físicamente en 1972 son como espec­tros del porvenir. Sutilmente, Lemebel cambia el enfoque de su mirada

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textual, convirtiendo las memorias agudas de la época de Allende en un trasfondo borroso mientras que el pasado más inmediato se hace más patente, proporcionando una visión de lo que les pasó a las personas sa­nas y alegres del momento anterior. Lo que sigue es una enumeración de las figuras centrales que fueron infectadas por el virus y que termi­naron sucumbiendo víctimas de la enfermedad, un hecho que represen­ta no sólo una pérdida de las libertades sino también una pérdida de inocencia. Siguiendo las características del género de la crónica y sus propósitos múltiples, estas referencias sirven como tipo de testimonio sobre el impacto del virus en la comlmidad, humanizándolo y dándo­les voz a los individuos que, sin él, no serían más que mera estadística.

Estas viñetas humanizan a los individuos detrás de la estadística y sirven como retrato íntimo de la historia epidemiológica, represen­tando no sólo cómo el vims fue transmitido en estos ejemplos especí­ficos, sino también por qué. Cada una revela una perspectiva distinta con respecto al SIDA; juntas, presentan un cuadro más completo de la epidemia de SIDA y las complejidades que son inherentes en ella. Esta presentación se convierte en otra de las funciones de las cróni­cas de Lemebel. A pesar de que se veía el SIDA como otra forma de «colonización» o «repartidor público ausente de prejuicios sociales» (23) y ciertamente no como un inmigrante bienvenido a la comuni­dad gay, Lemebel reconoce la importancia de estudiar, revelar, y pre­sentar esta historia alterna del SIDA en Chile, una historia que sería poco probable que se pudiera oír en otras partes.

A pesar de que definitivamente no era un cambio positivo para la comunidad, la obra de Lemebel presenta la vida con SIDA, así como la manera en que la comunidad, desplazada y dividida por la dicta­dura, comenzó lentamente a juntarse debido a la epidemia. El tono se alterna entre sarcástico y chistoso, festivo y desafiante. Lemebel no suele recurrir a las metáforas negativas predominantes sobre el SIDA usada por otros como eufemismos para hacer referencia a la enfer­medad sin nombrarla. En cambio, el SIDA se nombra tantas veces en este texto que pierde su valor chocante. Es una realidad que ha afec­tado a esta comunidad innumerables veces y nada más.

No quiero con ello decir que no se utilicen las metáforas, pero éstas se convierten en una de las maneras en las cuales Lemebel manipula el lenguaje y juega con su tema para encontrar una perspectiva única. El autor utiliza numerosas referencias directas al SIDA como, por ejemplo, los retruécanos, figuras que contribuyen al tono humorístico del texto. Lemebel juega con la palabra «sida» y las imágenes que la ro­dean en maneras tan diversas que comienza a perder importancia, permitiendo así que los individuos detrás del virus reaparezcan y con-

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tinúen viviendo sus vida, ya estén enfermos o sanos. Consecuente­mente, Lemebel se concentra en retratar la manera en que el SIDA es vivido por estos protagonistas y los efectos que tiene en el grupo ente­ro, particularmente en relación con su posición en la periferia social.

El VIH y el SIDA también contribuyen a la noción delliminalidad en que crean una existencia para la gente seropositiva que a menudo parece ser un estado indeterminado. Particularmente, al principio de la trayectoria de la experiencia personal con el virus, el individuo puede aparecer y sentirse sano, a veces inconsciente de la enferme­dad que corre por su sangre. Sin embargo, con cada vez más amigos, amantes y conocidos fallecidos como resultado de la enfermedad, la muerte hace señas a los que están infectados y así influye en la ma­nera en que viven su vida. Los seropositivos existen en la frontera entre la vida y la muerte, navegando el espacio intersticial con resis­tencia, amistad, amor, y comunidad. Ya que el virus se ha convertido en una fuerza omnipresente en la comunidad retratada en la obra de Lemebel, éste intenta captar las respuestas al mismo, expresándolas en la pluralidad de voces que las emitieron, revelando de este modo la realidad, mientras que celebra las vidas de los protagonistas en vez de escribir prematuramente sus muertes.

Lo que revela es que los protagonistas infectados reconocen la muerte como una amenaza inminente, pero cambian su punto de vista para enfocarse en el otro lado de la brecha que ellos mismos na­vegan: la vida. Otros ven al SIDA como una ventaja en una sociedad que raramente les proporciona ayuda o apoyo. Además, la promesa de una muerte prematura es considerada por algunos como una ventaja adicional porque «nunca seré vieja, como las estrellas. Me re­cordarán siempre joven» (72). Para «las locas» en este texto que se preocupan por el artificio y el performance, tanto como la manipula­ción consciente de su apariencia exterior, la promesa de la juventud eterna es particularmente atractiva . Lo que se encuentra es que todas las facetas que tradicionalmente enajenarían y marginarían a estos protagonistas de la sociedad (SIDA, homosexualidad, travestismo, prostitución, y sexualidad abierta) son exactamente lo que los une y fomenta la creación de la comunidad.

LAS « LOCAS »: LA PLlJRAUDAD DE GÉNERO SEXU AL

El texto de Lemebel tiene como eje central el travestismo, defini­do por su pluralidad y ambivalencia . La proyección exterior es feme­nina, una identidad construida que se alcanza con el artificio, el ma-

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quillaje, y ocasionalmente, la medicina . Debajo de todo hay marcas ocultas de la identidad masculina, utilizadas durante el acto sexual y reveladas con discreción. Judith Butler, con su análisis del travestis­mo que nos ofrece en Gender Trouble, afirma que «estamos realmente en presencia de tres dimensiones contingentes de corporeidad signi­ficativa : sexo, identidad del género y performance del género» (137) . En el contexto de los protagonistas de Lemebel, todos son varones anatómicamente hablando, pero no se subraya este hecho biológico. Por el contrario, todos proyectan una identidad femenina, refirién­dose a sí mismos y a sus compañeros como si fueran mujeres. No hay momento en el texto en que se consideren hombres en ropa de mujer; sus interacciones se basan en la premisa de que todos se iden­tifican con el género femenino en vez del género masculino. Además, en la esfera pública, los protagonistas se esfuerzan cuidadosamente en proyectar una imagen femenina al mundo.

El texto de Lemebel, por lo tanto, se centra en la identidad y la in­terpretación del género en vez del género anatómico. Aún la manera en la cual Lemebel se refiere a los protagonistas afirma este proyecto, constantemente optando por los sufijos y pronombres que marcan la identidad femenina de sus protagonistas. Esto se hace aún más evi­

,. dente en español porque los artículos y los adjetivos anuncian el gé­nero del sujeto. Aunque un cambio sencillo de pronombre no puede cambiar el género anatómico del referente, sí cuestiona la construc­ción del género mismo.

El crítico literario Ben Sifuentes-Jáuregui elabora esta noción cuando afirma que el «travestismo es un perfonnance del género» (2).

1 Podemos ver cómo los protagonistas de Lemebel revelan, por su in­terpretación del género femenino en las esferas privadas y públicas vis a vis el acto del travestismo, hasta qué punto el género puede ser una construcción. Proyectando una identidad femenina a pesar de sus identidades anatómicas masculinas entendidas pero ignoradas, estos protagonistas presentan un desafío a la tendencia hegemónica de identificar a los individuos por las categorías en las cuales pueden ser insertados. En este caso, los protagonistas cruzan fronteras y son capaces de habitar los mundos de ambos géneros, cómodos con una pluralidad de identidad y resistentes a una auto-concepción dema­siado reduccionista.

! . Esta figura central no sólo representa la hibridez, sino que es la hibridez, presentándose a sí mismo / a como a alguien que presenta ambos géneros, y que navega los mares de una epidemia ql!-e le hace enfrentarse diariamente con cuestiones de vida y muerte. EI / ell é'l es elusivo / a, resiste la categorización y definición, y no cabe fáci lmente

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dentro de ningún espacio social ya definido. Como resultado, este in­dividuo prismático tiene la opción de crear una versión deseada de sí mismo/ a y proyectar esa identidad hacia una sociedad que a la vez rechaza y abraza la imagen que él crea . Esto se convierte en una faceta central del proyecto literario de Lemebel al enfocarse en un in­dividuo conectado tanto a la frontera como al margen, pero a la vez, incapaz de ser atrapado en una categoría específica, un individuo que presenta un desafío al discurso hegemónico asumido por una sociedad homogénea que se niega a aceptar como miembros de la misma a individuos como estos protagonistas. En cambio, el texto de Lemebel nos ofrece una manera con la cual estas personas pueden ser inscritas en la sociedad chilena, siguiendo sus propias reglas en vez de las que les son impuestas por el patriarcado.

La obra de Lemebel, ejemplifica la teoría de Bhabha: representa a un grupo de individuos marginados por los asuntos de la sexualidad y el SIDA e ilustra cómo han utilizado los espacios liminales que habitan para inscribirse en la narrativa social. Los protagonistas de Lemebel se han unido para enfrentarse con una época política brutalmente tumul­tuosa, seguida por una pandernia devastadora que afectó profunda­mente a esta comunidad. Al negarse a permitir que se borren a estos individuos totalmente de una sociedad que prefirió relegarlos a la pe­riferia (y más allá), Lemebel se apropia de este espacio liminal me­diante el género de la crónica para construir su propia versión de na­ción, una entidad definida por la multiplicidad de género, tiempo, y espacio y unida por diferencia, el travestismo y el SIDA. En vez de res­ponder a la versión de nación impuesta por el poder hegemónico, es­tos protagonistas crean su propio espacio colectivo precisamente ba­sándose en las diferencias que motivaban su persecución por la cultura dominante. Dentro de esa comunidad naciente, la interconec­tividad proporciona la ayuda necesaria para resistir a las numerosas fuerzas represivas presentes en la sociedad chilena, fuerzas que siguen siendo un obstáculo para un incontable número de individuos que ca­recen de la fuerza colectiva que provee una comunidad como ésta.

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NOTAS

1 Todas las traducciones son del autor de este artículo. 2 Entrevista en "La Época: Suplemento Ideas», domingo, el 21 de septiembre, 1997.

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