LO YAN UI, - Cancillería

10
34 LO Y AN UI, revés de lo latino: la madre de los estereotipos L a Mirko Lauer a aclividad de aislar, presentar y comen- tar estereotipos de una cultura sobre otra invita, por muchas razones, a denunciar errores repetidos y acumul;idos, o a reve- lar unas verdades si!enciadas. Pero si _ _ _, queremos mantenemos en el terreno del estereotipo debemos resistir ambas tentaciones. Es cierto que la palabra estereotipo, prima hermana de la expresión lugar común, evoca de inmediato la ausencia de una elaboración fresca, personal o creadora; perC' no olvidemos que en la repetición del adocenado caben tanto lo cierto como lo falso. En esta primera aproximación al formato de la propuesta del Smithsonian Institution - " El estereotipo hispanoamericano sobre Norteamérica" 1 - he elegido no discutir la relación de los estereotipos íntercontinentales con la verdad . Aunque a la vez presentar tales ideas adocenadas es en sí mismo un paso en esa dirección . 1 ¡ 1 1 1 1 l l 1 I 1

Transcript of LO YAN UI, - Cancillería

Page 1: LO YAN UI, - Cancillería

34

LO YAN UI, revés de lo latino: la madre de los

• estereotipos

L a Mirko Lauer

a aclividad de aislar , presentar y comen-tar estereotipos de una cultura sobre otra invita, por muchas razones, a denunciar errores repetidos y acumul;idos, o a reve-lar unas verdades si!enciadas. Pero si

_ _ _, queremos mantenemos en el terreno del estereotipo debemos resistir ambas tentaciones. Es cierto que la palabra estereotipo, prima hermana de la expresión lugar común, evoca de inmediato la ausencia de una elaboración fresca, personal o creadora; perC' no olvidemos que en la repetición del adocenado caben tanto lo cierto como lo falso. En esta primera aproximación al formato de la propuesta del Smithsonian Institution - " El estereotipo hispanoamericano sobre Norteamérica" 1

- he elegido no discutir la relación de los estereotipos íntercontinentales con la verdad . Aunque a la vez presentar tales ideas adocenadas es en sí mismo un paso en esa dirección .

1 ¡ 1 1 1

1

l

l 1

I

1

Page 2: LO YAN UI, - Cancillería

mttt«N<ífliii El estereotipo hispano sobre Estados U nidos

n_a parte de los estereotipos latinoame-ncanos sobre el pueblo y el gobierno de los EE .UU . son síntesis de la visión desarrollada al sur del río Bravo acerca

de la técnica y los valores que la sustentan . Otra parte de los estereotipos son la reproducción ; son, para parafrasear a Ar.tonello Gerbi , versiones n~~vas de una polémica filosófico-ideológica del v1eJ.º mundo. Finalmente están los estereotipos nacidos de la experiencia, con los que no hemos hecho sino reforzar con lo empírico aquello que ya veníamos creyendo desde antes. En la síntesis de nuestras visiones de la tecnología ha influido el carácter precapitalista de la sociedad latinoame-ricana del siglo pasado, sobre todo la ideología de los terratenientes y de los intelectuales vinculados a su mundo. En la reproducción de la polémica en estas tierras fue decisiva la tradición intelectual de las élites académicas de América Latina. Los es-tereotipos de la experiencia han sido acuñados por las mayorías en contacto con los medios de comu-nicación, en que los EE.UU. son tan influyentes, y en esa medida mucho son autoestereotipos: ver-siones de ideas - verdaderas o falsas- que los propios norteamericanos tienen sobre sí mismos . Nuestros estereotipos sobre los norteamericanos nacen de las limitaciones de la experiencia de conocer a ese pueblo diferente , pero también de la experiencia misma. Y no sólo de la experiencia de Latinoamérica, sino también de la del resto del mundo.

Quiz~ sorprenda que dedique esta intervención esencia;mente a ideas de fines del siglo pasado y comienzos de éste . Pero creo que en el terreno de las ide;.s -y los estereotipos son ideas, y nada más- todavía estamos en una primera etapa de las

relaciones entre los dos pueblos. Una etapa más larga que un siglo, que los hechos y las evidencias tienen dificultades para modificar. Los recientes acontecimientos europeos nos muestran que las ideas que se imponen en el seno de los pueblos demoran largo tiempo en cambiar, si acaso alguna vez terminan de hacerlo . Creo que prácticamente todas las ideas que menciono en este texto mantie-nen, para bien o para mal , su vigencia .

La mayoría de los estereotipos desarrollados desde América Latina sobre el pueblo de los EE .UU . pueden resumirse en una única y, a su conflictiva manera, fecunda idea: los norteameri-canos encarnan aquello que niega los valores de la cultura latinoamericana. De este estereotipo esen-cialmente negativo, que se terminó de consolidar en lo~ primeros decenios del presente siglo y que constituye una reelaboración de las élites latinoa-mericanas hecha sobre la base de anteriores deba-tes europeos entre lo latino y lo anglosajón, ha brotado buena parte de los demás estereotipos .

En un_ :omen_tario sobre el peso de Europa en la percepc1on latmoamericana del pueblo de los EE. UU •, Arthur P. Whitaker (1954: J 76) ha escri-to q~e "a pesar de varios siglos de experiencia comun en el desarrollo de un ambiente de Nuevo Mundo, hasta ahora la historia de las Américas ha r~sistido exitosamente los esfuerzos de bs histo-nadores norteamericanos para integrarla de acuerdo con las ideas del Hemisferio Occiden-tal'' . El colombiano Luis Enrique Osorio con-firma en . 193~ (:288) esta visión antagónica: " El panamencantsmo puede por lo tanto entenderse en dos sentidos: hegemonía continental en tomo a la autoridad yanqui o en tomo al alma latina' ' .

. Desde la Segunda Guerra Mundial Europa per-dió ~ucho peso entre los intelectuales y en los medios que forman la opinión pública . Pero el

35

Page 3: LO YAN UI, - Cancillería

36

estereotipo origina l al que me he re ferido sobrevi-ve. en el sentido de que no ha perdido su capac i-dad de infl uir en la evaluación de los nuevos dalm que han venido apareciendo sobre los EF. . UU .. a medida que nuc~tro continente ha ,egui dn ac umu-lando expet ;encia~ concreta~ en la relauón con un p:iís dr 1 que 110~ ,cparan diferenc ias ~ociales lan 1mp0runte~ cn.,10 el 1J1nma . l.1 rd1gios1dad , la cultL•r,1 p··,1íttL,, l'I ~1~tema L'Con1í111 1co

~;l' ,:p,l;¡:._0~, 't ,:,!1 1\ uttpn gL·rwr;idor --Jan ?.Júo al r a•\; ¡- .. 11 S,¡¡vm 8,i lívar c11 su 'Carta de Jam:t;l:!". ru"ndJ ,J..-c qm lo, EE.UU. parecen llamado, a haCl lt problema~ a América Lat ina en su historia. y luego acuñado y divu lgado con pasión propagandi~ta por el uruguayo José Enri -que Rodó y sus compañeros generacionales- ha tenido en la histori a fuerza propia, capac idad para no ser desmentido2

. Nadie nunca ha considerado exterior a lo lat inoamericano, a Brasil o a Haití por razones de idioma, a México por haber tenido una cultura política di stinta de las demás, a Cuba por tener otro sistema económico. Aun luego de que el surgimiento de la multipolarid?~ ;;..:opolítica y la crisis del panamericanismo nos han revelado a los latinoamericanos las diferencias profundas que nos separan entre nosotros mismos, los EE.UU . han seguido siendo para nosotros el co-mún denominador de lo diferente, lo exterior geo-gráfico , cultural, y espiritual. En la imaginación (más de uno diría en la conciencia) de América Latina el río Bravo ha demostrado ser tan profun-do y vasto como el Océano Atlántico, si bien menos férti l para el descubrimiento o, como se dice ahora , el encuentro .

Este estereotipo-madre no nace como una afir-mación de lo latinoamericano propiamente dicho , sino del propósito de la intelectualidad de Améri -ca Latina , y de todos aquellos que sin ser intelec-tuales se encuentran bajo su influencia , de seguir

t'e fin iéndose a part ir de una tradición latina y en contra de una tradición anglosajona. Puesto en término~ más gruesos, del deseo de enfre ntar lo europeo a lo norteamericano. Como todo estereo-lipo , éste se funda con partes de realidad y partes de imaginac ión . En este caso la realidad fundante no ha sido ~ocia!, ~i no un dato de la historia de las ideas: el predominio de la razón empirista en la lrad ic ii'Jn ang lmajona ( que en los EE .UU . evolu-c10nará a travé~ de l pragmatismo de Dewey), fre nte a la razón cartc~iana de la tradición medite-rránea, asumida por los pensadores latinoameri-

·1 , canm como propia . S,ntoma de esto es que toda-vía a comienzos de ~ig lo los arielistas4 entienden la lóg ica como contrapuesta al pragmatismo, y al c~pírilu como enfrentado a la técnica, algo que se va a modificar con el impacto de l triunfo de la tecnología a partir de los años 30, cuando pragma-tismo y lógica empiezan a equipararse .

De allí, de ese enfrentamiento de raíz europea, viene la identificación de la técnica , sobre todo de sus rasgos percibidos como deshumanizador~s , con los EE .UU ., es digno de nota que la técnica alemana no fue vista con los mismos ojos, a pesar de sus avances , comparables a los norteamerica-nos. El peruano Cés, - Vallejo escribe desde París en 1927: " los técnicos hablan siempre como téc-nicos y rara vez como hombres . ¡Es muy difícil ser hombre, señores norteamericanos!'' . U na fra-se deliciosa del venezolano Rufino Blanco Fombona de 1934 (:85) dice: ''No olvidemos que mil Edisones no valen un Platón, y que los más altos rascacielos desaparecen -viles motas de pol-vo- ante el Sermón de la Montaña" . En un diver-tido test para determinar la visión generacional de los mexicanos , Carlos Monsivais asocia la visión de los años 40 en México con la idea de que ' 'Los EE.UU . tienen la ciencia, pero nosotros tenemos la cultura".

Page 4: LO YAN UI, - Cancillería

El antiimperialismo ntes de que el anti imperialismo cuajara en un conjunto de propuestas acerca de la inc~mpatibilidad entre la presencia de los mtereses norteamericanos en las

economías de América Latina y el desarrollo de los países latinoamericanos , ya las élites intelec-tuales fue ron antinorteamericanas , en la medida en que se consideraron " latinas", i. e . europeas conti nenta les5

. Blanco Fombona escribe que (: 290): "Como los ideales latinoamericanos ocu-pan un nivel moral mucho más alto que el del monroísmo. la unidad yanqui sólo puede robuste-cerse fomt>t1'ando la desunión latina y la democra-cia yanqu i'.-. ;¡o se afianza explotando las debilida-des del eJT'. ,'ri,,mo iberoamericano" (aquí empi-rismo entenJ:,lo como improvisación) .

Es importante advertir que este estereotipo-madre durante algunos decenios no tuvo más base empírica que las observaciones de los intelectua-les, y operó como una noticia sobre un continente lejano (esta es la idea de "las entrañas del mons-truo" de José Martí cronista; el monstruo es un monstruo desconocido). Salvo los países invadidos por los EE.UU en el curso del s. XIX tardío y comienzos del XX temprano6 , ningún pueblo de América Latina tuvo una experiencia de contacto con los norteamericanos como colectividad hasta la llegada de los medios masivos, que muchos consideran una invasión más. Y aun en ese caso sería excesivo considerar esas invasiones milita-res contactos con el pueblo de los EE.UU. Sin embargo, las incursiones militares y económicas contra y en América Latina cumplen en el terreno práctico la profecía de Bolívar, y en el terreno emocional confirman el planteamiento antiyanqui de Rodó. Pero la confirmación realizada por el intervencionismo no era realmente necesaria , pues la mirada que observa lo norteamericano

desde el sur, y que lo tipifica como una forma de barbarie , está anclada en una realidad terratenien-te cuya clase dominante percibe a los EE.UU. luego de la guerra de secesión como una amenaza, o cuando menos como un mal ejemplo.

Un buen ejemplo de lo anterior está en la reac-ción de tantos pensadores latinoamericanos con-tra la insistencia pragmatista en la educación uni-versal y en lo que desde aquí se percibía como los efectos nocivos de ésta . Ya en 1900 Rodó en su Ariel ( 1988:50) es explícito sobre el tema: " El resultado de su porfiada guerra a la ignorancia, ha sido la semicultura universal y una profunda lan-guidez de ia alta cultura " 7 . No es difícil asociar esta idea de la semicultura con aquella otra, ya contemporánea nuestra, de que los norteamerica-nos son esencialmente ingenuos, en el sentido de fáciles de conocer, abiertos, campechanos , poco cultivados. Todavía se mencionan sus reales per-plejidades ante lo latino, que en momentos fatales aún confundimos con una desventaja intelectual de su parte . Pero si la idea de una semicultura norteamericana propiciaba hace unos decenios la idea de barbarie como epíteto de lo norteamerica-no, hoy la idea del gringo ingenuo es más una incapacidad de ver, o acaso un deseo de no ver, la estructura de la nación, la idea de teamwork , no entender el taylorismo y el fordismo esenciales de la cultura norteamericana de este siglo .

Once años después de Rodó, Francisco García Calderón, un peruano francófilo in extremis, da una versión diferente de la idea de barbarie sajo-na, cuando cita a André Chevillón para decir que en los EE.UU . "hay un sistema político , mas no una organización social'' . Sin embargo reconoce una organización del igualitarismo, que identifica con la medianía: ' 'Todo contribuye al triunfo de la mediocridad: a la multitud de escuelas primarias , los vicios del utilitarismo, el culto del average

37

Page 5: LO YAN UI, - Cancillería

38

citizen, la tiranía de la opinión estudiada por Toc-queville ( . .. ) esta vulgaridad sin tradiciones , si n ari stocracia dirigente ... " (:286) .

Estas ideas de barbarie , semicultura y media-nía apuntan a un estereotipo que se desprende del original: que los norteamericanos tienen una rela-ción de indiferencia con la historia . Esta idea se mantiene hasta hoy, y a ella concurren las percep-ciones de la existencia de un culto norteamericano a la novedad, de una amnesia propiciada por el trauma de la migración , de una obsesión tecnoló-gica por el futuro. Rodó dio a la idea un giro ético: "huérfano de tradiciones muy hondas que le orienten , ese pueblo no ha sabido sustituir la idea-lidad inspiradora del pasado con una alta y desin-teresada concepción del porvenir" (:48 ). Héctor Velarde se burla de que " en EE.UU . hay un profundo respeto por cualquie~ cosa que tenga más de 25 años" .

La noción de yanqui

[Q] tro importante estereotipo que rodea al central, y que en realidad es una de sus partes fundantes, es la noción de yan-qui . Hoy diluida en el insulto, sin em-

bargo , la palabra ha sido capital en la definición de lo norteamericano , en cuanto resumía todo aquello que el sur esclavista de las plantaciones norteamericanas y origen francés pensaba del nor-te de las fábricas . Michael Kammen cita una carta de Thomas Jefferson que en 1875 ya da cuenta de una temprana e intensa presencia del recurso al estereotipo en el nuevo mundo . Para Jefferson la gente del norte es fría, sobria , laboriosa, perseve-rante, celosa de sus libertades y justa frente a las de las demás, interesada , regateadora, supersti-ciosa e hipócrita en su religiosidad . En cambio ve a la gente del sur de lo que pronto sería su país

como fogosa , voluptuosa , indolente , ines.able , ce losa de sus libertades pero desconsiderada con las de los demás, generosa , cándida , sin ataduras o pretensiones respecto de cualquier religión que no sea la del corazón. Vemos, pues, que no siem-pre fue el río Bravo la línea con que se quiso separar razón y sentimiento . Sólo 36 años más tarde García Calderón (:288-289) escri be que "Diferencias esenciales separan a las dos Améri-cas . Diferencias de lenguaje y, por eso mismo, de espíritu ; oposición entre el catolici smo español y el protestantismo multi forme de los anglosajones; entre el individualismo yanqui y la omnipotencia del Estado en las naciones del sur . En su origen mismo, en la raza, se encuentran antagonismos fundamentales: la evolución del norte es lenta, dócil a las enseñanzas del tiempo, a las influen-cias de la costumbre ; la historia de los pueblos meridionales está llena de revoluciones, es rica en sueños de una perfección irrealizable" . Un poco en la línea de esta última idea de García Calderón, el norteamericanc Richard Morse ( 1982: 185) ad-vierte que "No hace falta más que comparar la extravagante variedad de 'soluciones' políticas iberoamericanas del último medio siglo con la moderada gama de salidas de los territorios britá-nicos de ultramar -EE.UU . , Canadá, Australia, Nueva Zelanda (Angloáfrica y anglocaribe son cosa muy distinta)- para comprender que en lbe-roamérica la mente disidente nunca ha dejado de alimentar visiones alternativas''.

La visión latinoamericana del pragmatismo norteamericano, pasada por el tamiz del rechazo a lo yanqui, termina considerándolo más un oportu-nismo sin escrúpulos ni principios que una postu-ra filosófica . García Calderón cita a un profesor de derecho de Harvard afirmando que "Si, por sus principios, el norteamericano se ve llevado a conclusiones que no le gustan, por lo general (regimbe.), deja sus promesas de lado , y salta a

Page 6: LO YAN UI, - Cancillería

conclusiones que le rnnvicnen mús"' (:279-2X0) . L.1 conclusión que saca el peruano de esto hoy rc, ulta algo sorprendcnlc: " A la 16gica de lo, lali no,. lo; norteamericanos y los ingk,es oponen la utili,lad. el ,entido común . el ins1in1n" . Pero 11n ni vide mm que. como se ha sugerido 111ús arri-ilJ . a c·nmienrns de siglo to<l avía la lógica lenía ,1uc ver más con la coherencia de lo, principios 1 lio,oficos que con la coherencia rnn las leyes c1en1ífii:a, y tecnológicas. Algo de esto ya lo hahía e, bozado Martí en 1900 al preguntarse : ¡_Realiza aq ue lla sociedad , o tiende a cumplir . por lo meno, , la idea de la conducta racional que cumple a las legítimas exigencias de l espíritu , a la dignidad intelec tual y moral de nuestra civiliza-ción" (:47) .

Espiritualismo vs. materialismo

1 resultado percibido de esta actividad term ina siendo la vulgaridad. que los lati noamericanos de comienzos de si-glo no entienden como rasgo de estilo,

sino como dato esencial del espíritu . Así. Rodó dice que "en el ambiente de la democracia de América, el espíritu de vulgaridad no halla ante sí reli eves inaccesibles para su fuerza de ascensión y se extiende y se propaga como sobre la llaneza de una pampa infinita" (:49) . Y también. hablando del hombre de la frontera viva norteamericana' 'el utilitarismo vacío de todo contenido ideal, la va-guedad cosmopolita , y la nivelación de la demo-cracia bastarda. alcanzarán, con él, su último triunfo" (:53) . Esto lo advierte a su manera Gar-cía Ca,dcr(m en l 'I 11 , cuando señala que " el centro de la vida norteamericana pasa de Boston a Chicago: la ciudadela del ideali smo cede el paso al progrc,o material de la gran <.:i uclad porcina " (:278) . Es difícil nn asociar este rechazo rnn 1111

rechazo del espíritu práctico. yue muchos recono-

,en a los norteameri cano, . En un texto peruano sobre rn loni as ex tranjera, de 1924, insospechable de intelec tuali smo , hay una vi sión más benévola de esle genio prác ti co: " Hemos llegado, al fi n, a comprender que los EE .UU . no constituyen un pueblo de comerciantes únicamente, sino uno de pragmáticos, de fil foofos de la vida. que tienen ,entimientos nobles y que de e,a mi , ma nobleza derivan la fuerza ascensional para la acción" (: 175) .

La visión de los norteamericanos como mate-rialistas se fortalece con la prédica de los espiri-tualistas latinoamericanos encabezados por Ro-dó, cuyo Próspero es el contrario de Ariel, al igual que Calibán . Femández R.etamar ( 1981:237) es el primero en replantear el mito que quiso forjar Rodó: "Nuestro símbolo no es pues Ariel, como pensó Rodó, sino Calibán . Esto es algo que ve-mos con particular nitidez los mestizos que habi-tamos estas mismas islas donde vivió Calibán: Próspero invadió las islas , mató a nuestros ante-pasados , esclavizó a Calibán y le enseñó su idio-ma para poder entenderse con él: ¿ Qué otra cosa puede hacer Calibán si no utilizar ese mismo idio-ma -hoy no tiene otro- para maldecirlo , para desear que caiga sobre él la 'roja plaga ' ? No conozco otra metáfora más acertada de nuestra situación cultural. de nuestra real idad" .

Debajo de esta contraposición de espiritualis-mo y materialismo quizá, asoma también una visión del protestantismo desde el catolicismo . Martí escribe: " Herbert Spencer ( ... ) señalaba el rasgo fundamental de la vida de los norteamerica-nos , en esa misma desbordada inqu ie!~d que se manifiesta por la pasión infinita del trabajo y la porfía de la expansión material en todas sus for-mas " (:47) .

Al estereotipo de origen terrateniente que pinta a lo, norteamericanos como pragmatistas . vulga-

L

Page 7: LO YAN UI, - Cancillería

40

Sii:WU? 1 ;¡ res y alejados de toda espiritualidad . e l pronortca-mericanismo de los sectores modernos dcsdc los años 20 va cnfrc11t and(1 un estcrcotipP adic iona l. que decididamente sesga la 1111agc 11 on g 111a l. la idea de que e l pud, lll 1H1rte: 11 11en ca1H, es r,c 11c1al mente democrát ico y fu c11c111c nte l1hntarin h lo e, ¡x•n:ihid(' ,l través de v:m m canal..-,

Un1 d 1,e dP111111anh' lll>1"1l'a11L11ca11'1 11 ,1d1 c1un.ii '""' e, v;~t.1 ell111n Pcnp:mdo t· I ¡irn11cr pl,11111 J,· :,1 ._ ida ,nCJ;1l 111111c;111 1,·ncana s1 hie 11 c,ta pcr~cpc1ún ci,~ne mucho que ver con un dcsconn c11•11cut.-, de IJ. mcc,ínica di.: g<'b ierno no rteameri -cano. l)U" te rmma nn compre ndiendo e l pat riot is-mo. la po li tiquería . los tiempos . el duc procedurc , el ca.,h nexus es vi sto como más imponante que el prestig io social. Igua litarios . Mucho peso se atri -buye a la ausencia del tratamiento usted en los EE .UU . . i.e . un país que se tutea .

2 . Los norteamericanos creen en su propio si~-tema . Su pragmatismo expresado en el si lencio frente al double talk de su gobierno fre nte a la re ligión democrática en más de un tramo de su hstoria . Rodó : " un pueblo donde la confusión cosmopolita y e l atomi smo de una mal entendida democracia impiden la formación de una verdade-ra conciencia nacional" (:48) .

Sin embargo , los EE. UU . son percibidos como 1nás de 111ocrái icus que: Europa , pero a la vez Euro-pa es vista como menos pragmática y menos im-perialista . La razón de esto es el expansionismo imp líc it o en la for mació n cu ltura l no rt e -americana" .

Siempre nos hemo, considerado más indi vi -duali sta, , por pensar que las virtudes de lo prác ti-co, lo organizado, lo científico, lo comun itario , o lo pedagógico , atentan con tra la libertad indi vi-

dua l ,in atadura,, que es una aspirac ión de mu-cho, latinoamericano, . Blanco Fombona (:85) menciona que " e l individualismo (según e l fran-cés Gcorge, IJuha md) repugna a l espíritu grega-rio de la ~-ornun1dad c, tadounidense; e n conside-ra r c xcc \lva la acci<Ín que ejerce a llí e l Estado ,ohrc la per, ona humana; en comprender abomi-11 ;1h lc e l 1111pcn o de l mccani , mo ,obre las poten-cia, grac ia, y libert ades de l espíritu" .

Un nuevo estereotipo

lgo quie re decir que los comentaristas latmoamcncanos de los EE .UU . en el , iglo XIX y comienzos de l XX no dife-renciaron entre el pueblo norteameri -

cano, e l sistema norteamericano y e l Estado nor-teamericano . En esta visión consolidada del fenó-meno intervin ieron mucho la visión o rganicista de lo social y el desconocimiento empírico del fenó-meno . Morse (:108-109) hace notar el esencial organicismo de Sarmiento en su vis ión de los EE .UU . Sin embargo, a partir del triunfo de la idea del progreso como encarnación del avance tecnológico esto cambia radicalmente , y genera en el debate político latinoamericano un nuevo estereotipo: el poder de los EE .UU . y la persecu-c ión de sus interese,, expresada en una razón de Estado, es algo distinto del sentimiento y la vo-luntad del pueblo . Sobre todo a partir del movi-miento contra la guerra de Vietnam , e l inte rven-c ioni smo de los EE .UU . , no es visto como un impulso popular , sino como una conspiración en las ahuras del capital y la política . Ha tenido mucho que ver con este cambio la entrada en contacto con e l pueblo norteamericano mismo. mediante la imagen que se proyecta de éste a través de los medi os .

Hay una unidad de csten.:otipo en la medida en que las mayorías recogen aquellos difundidos por

Page 8: LO YAN UI, - Cancillería

las élites, lo cual tuvo total vigencia bajo la hege-monía de los inte lectuales, hasta el de los medios masivos bajo influencia norteamericana . A partir de allí el estereotipo recobra su unidad bajo la hegemonía de los medios en la opinión pública . Por este camino los EE .UU . en parte confirman lo yuc se había acuñado sobre ellos a fines del siglo PJs.1do y comienzos de éste, y en una pequeña :r1~.?:Ja lo desmienten. Nace allí un nuevo este-:•:,.~·po: t'1 American way of life . La actividad c;tci otl'Jadora precisa una mínima unidad de l,.~ ·,,rr)iento y una base soc ial común para el :-roc.--1miento de evidencias, que no siempre ha tc:1ido América Latina . Lo tuvieron sus élites entre los 880 y los 920, y luego las capas medias a veces: con el populismo nacionalista de los 30, con el liberalismo hoy .

El primer contacto directo entre los dos pueblos lo han proporcionado los medios masivos, sobre todo el cine, que propone a las plateas una visión autoestereotipada de norteamericanos , que luego intensificará la TV desde los años 50. Esta nueva situación no ha desmentido, sino sólo reelaborado el estereotipo . La realidad en que se sustenta ahora ha cambiado, pero el imaginario sigue igual. Muchas ideas se mantienen , y entre ellas varias han pasado de un signo negativo a uno positivo entre las mayorías . Pues ahora los princi-pales grupos dominantes de América Latina no proponen un camino distinto del norteamericano, aunque tengan problemas para representarlo .

Este primer estereotipo va a ser el tamiz a través del cual nos van a llegar a partir de allí los datos de la realidad norteamericana . Los primeros: la con-tinuidad democrática , la industrialización , las re-laciones sociales. Todos estos datos no son enten-didos como resultado de procesos históricos dife-renciados sino como producto de características

esenciales del país del norte . El estereotipo sirve como explicación .

The Ugly American -una historia de desen-cuentros con el Asia- es un buen ejemplo de cómo funcionan los autoestereotipos norteamericanos: cómo se ven vistos, y cómo sienten que algunos de ellos deforman la verdadera imagen y que otros la restablecen . Lo que se ve allí es una obsesión por influir en la manera como son vistos , que los europeos o los japoneses no parecen tener -una obsesión por las public relation~.

Pero los medios triunfantes no transforman mu-cho la imagen en América Latina, y más bien refuerzan la idea de que los EE .UU . son distintos a nosotros, allí donde la telenovela nos refuerza la idea de la identidad. En Lima el máximo rating son los programas cómicos locales y las telenove-las latinoamericanas. Los medios gringos termi-nan siendo simplemente una vitrina impúdica, y no tanto una conspiración . Son la autoimagen compartida de los norteamericanos, o de muchos de ellos . Esto termina en la percepción de que los norteamericanos son como aparecen en los me-dios : el público latinoamericano no diferencia a los de la pantalla de los de la vida rea19 . Quizás es un engaño autoinducido , Sin embargo, en los medios se ve a los norteamericanos como autocrí-ticos .

Para el nuevo estereotipo en formación, el American way of Iife permite roles definidos :

1. Los EE .UU. son un país de roles (por ejem-plo: cowboy, rambo, millonario, negro, latino, ciudadano, drop out), cuando la idea de rol parece desdibujarse o no cuajar en nuestros países . La mayoría de estos roles son vistos como intercam-

41

Page 9: LO YAN UI, - Cancillería

42

lt~iitiit•½l:Ji.fi: 1---------biables. i .e. en principio cualquiera puede hacer-se o deshacerse de uno de ellos .

2. La idea anterior está vinculada con la de c.¡ue existe un mainstrcam que mantiene a raya las expresiones sociales margi nales .

3. Sin embargo. los EE. UU. no ~on vistos como desviadores de identidad. sino como rcfor zadorcs de u 11.i 1óent1dad presente u ocu lta.

¿Cuántos de los estereotipos actuales son real-mente nuevos? Es decir, ¿se ha vuelto a pensar el tema desde la raíz? El gran cambio ha sido que los EE .UU . se han vuelto deseables para las élites y, sólo en esa medida, posibles como imagen en el espejo alcanzable . Pero no creo que esa idea haya llegado a encarnar en las mayorías; los hechos la desmienten y tienden a reforzar muchos de los antiguos estereotipos a que me he referido .

NOTAS

1 l'oncnc ,d lcíJa en el Simposi,i de la~ Américas . convocado por el Smithsoman lnstitut ion y la Asociac ión de Agrega-dos Culturales Iberoamericanos de Washi ngt0n . Washi ng-ton , septiembre de 199 1.

2 Sin embargo , no todos , y no siempre , se manejaron exclu-sivamente por el cauce de este estereotipo . Por ejemplo José Martí , conocedor de primera mano de la experienc ia norteamericana , escribe en 1887 que " Tal parece que en los EE .UU . han de plantearse y resolverse todos los pro-blemas que interesan y confunden al linaje humano ''.

3 Para una revisión de debates vinculados a formas de la razón y modernidad en América Latina , véase: Aníbal Quijano ( 1988) . " Desde sus propios inicios la Ilustración europea contiene una div isión que pronto se revelará insal-vable entre las tendencias para las cuales la racionalidad es una genuina promesa de liberación de la humanidad de sus propios fantasmas, de la sociedad , de las prisiones del poder. Y , del otro lado , las tendencias para las cuales la racionalidad es un di sposi tivo instrumental del poder, de la dominación ' ' . También Morse toca el tema de la relación de América Latina con la racionalidad occidental (: 173).

4 Sánchez (1973) dice de los arielistas , que entre ellos " ga-naron los literatos , perdieron los pensadores ".

5 Richard Morse establece el origen de la expresión América Latina en un francés del siglo XX ; Aníbal Quijano ha encontrado antecedentes anteriores , pero que van en el mismo sentido de un origen francés . Es in te resante por otra parte advertir los parecidos entre los planteamientos de la burguesía alemana , con su relación entre la tierra y la

identidad nac iona l con algunos de los planteamientos indi-genistas/indianis tas de América Latina .

6 Para una relac ión de intervenc iones norteamericanas en la historia de América Latina , ver: Gregorio Sclzer, Los Marines . Buenos Aires , Cuadernos de Crisis , I 974 .

7 Sin embargo , 34 años antes , Domingo Faustino Sarmiento ( 1866) había hecho un fundado elogio del sistema educati-vo norteamericano , al que consideró la base de la prosperi-dad de ese país , y ejemplo para los países de América Latina. Más de un siglo después el mexicano Ramón Pridá ( :55) opina que " En lo general el norteamericano es educa-do, no en el sentido de que sea cortés , sino en el de que úene desarrolladas metódicamente sus facultades físicas e inte-lectuales; pero poco instruido .Tan poco instruidos , que la gran mayoría de la clase media no sabe más que leer , escribir y contar. Y es precisamente esa educación la que ha hecho grande al pueblo de los EE .UU . Los directores del ramo en los EE .UU ., de buena hora comprendieron que ~s in_útil pretender que todos los ciudadanos sean pozos de c1enc1a, que lo esencial es formarles el carácter, educar-los en forma de que cuanto antes sean útiles a ellos mismos , a su patria y a su familia".

8 Charles Olson presenta a Hennan Melville como el profeta del siguiente expansionismo norteamericano , más all:í. del far ~est , hacia el Asia , como un pueblo sediento de espacio vac10 ( w1dc open spaces) .

9 E . s mtcrcsantc la visión latinoamericana de Pridá (:4 I) sobre la familia norteamericana en los años 30: Donde encontramos una distancia mayor entre el norteamericano Y el hi spanoamericano , es en la manera como entiende

Page 10: LO YAN UI, - Cancillería

EWJ;iitiNC-}itW aquél la fa milia . T ienen los norteamericanos ideas rnmple-tamcnte diferentes . rnsi podría dec ir rnnl rarias a las nues-tras en la materia . La t>a,c de el los es una tot a l independen-cia mire los micmt>ros de la fa mili a . Pueden tenerse entre , i el mismo cariño que se ve en la fami lia hi spanoamerica-

na . pero lo ex presan en forma di st inta , y siempre dentro de un a independencia que lleva a ser absoluta . Esa indepen-dencia aharca a todos los miemhros de la familia . Desde muy temprana edad se procura que el niño cuanto antes no sea una carga para nadie.

BIHLI OG RAí'I A

BLANCO- FOI\.IBONA . Ru fino . 1937 . El c.,¡x:io de tres fo,c, . Santtagn de Chile . Edi toria l Erci lla . 377 p .

CEN J"L1R!ON HERRERi\ . C. 1924 . El Pení actu,11 y /:is cdonias t·xtr:micras . Bcrgamo . lsti tuto Itali ano D. Arti Gralichc . 492 p.

FfRNANDEZ RETAMAR . Roberto . 1981. Para e/ perfil ddin1t1\'0 de l hombre . La Habana . Editorial Letras C u-banas . 538 p .

GARCIA CALDERON . Francisco. 19 14 . Les democraties latines de l'A merique. París , Flammarion .

KEMMEN . Michael. 1980. Peop/e of Paradox , An lnquiry Conceming the Origins o f American Civilization . Nue-va York-Toronto , Oxford University Press, 316 p.

LAUER , Mirko . 1990 . " Máquinas y palabras: La sonrisa internacional hacia 1927", en : Modemidade , vanguar-das artísticas na América Latina . Sao Paulo , Universi-dad de Sao Paulo , 45-66 .

LEDERER . William J. y BURDICK , Eugene . 1958 . The Ugly American. Nueva York . W . W . Norton § Co . 85 p .

MARTI , José . 1887 . " El cisma de los católicos de Nueva York", carta a l Director de El Partido Liberal , en: Flor y Lava , discur.ms,juicios, correspondencias , etc . París . Sociedad de Edicione; Literarias y Artísticas , 191 O, 37 p .

MORSE, Richard . 1982 . El espejo de Próspero . Un estudio de la dialéct ica del nuevo mundo . México , s iglo XXI , 220 p .

OSOR IO , Lui s Enrique . 1932 . Los dc., tinos del trópico . Bogotá , Editorial Cromos. 34 p .

PRIDA , Ramón . 1922 . /)ato.; y obscrvacione., sobre Esta-do., Unidos de América . Méx ico , Librería de Mauric io Guillot, 333 p.

QUIJANO , Aníbal. 1988 . Modernidad y utopía en América Latina. Ediciones Sociedad y Política. Lima , 1989 , 72 p.

RODO , José Emique. 1988 . Arie/ y otros ensayos . Lima. Biblioteca Visión Peruana , 126 p.

SANCHEZ, Luis Alberto . 1973 . Balance y liquidación del novecienro., . Editorial Universo , Lima. Primera ed . 1939, 206 p.

SARMIENTO , Domingo Faustino . 1851. Viajes en Euro-pa , Africa y América. Santiago de Chile , Imprenta de Julio Berlín y Co ., 486 p.

1866 . Las escuelas, base de la prosperidad y de la república en los Estados Unidos . Informe al Ministro de Instrucción Pública de la República Argentina. Nueva York , 37 p.

VELARDE , Héctor. 1965 . ¡Oh los gringos' Lima , Francis-co Moncloa Editores .

1965a . Kikiff. Lima . Franc isco Moncloa Editores . 396 pp .

WHITAK ER. Arthur P . 1954 . Thc Western 1-frmisfc.·rc Idea: lis Risc mu/ Dcclim:. lthaca, N. Y .. Corncll Univcrsily Prcss .

43