Manuel José Morales Martínez (Graduado en Prevención y Seguridad Integral, EPSI-UAB)

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La lluvia ácida: sus efectos en el agua, los bosques y el patrimonio. La lluvia ácida tiene su origen en la contaminación atmosférica, principalmente por los gases

de dióxido de azufre (SO2) y diversos óxidos de nitrógeno (NOx). Su origen principalmente es

de fuente antrópica ya que estas emiten fuentes mayores y de una forma más continuada

que la de causa de fuente natural. Para determinar los efectos del proceso de acidificación

deben contemplarse un gran número de factores como la sensibilidad de los suelos, y la

concentración de partículas contaminantes.

La lluvia ácida causa la acidificación de lagos y arroyos, contribuye a dañar los árboles en

terrenos elevados y muchos suelos sensibles de bosques. Además acelera el deterioro de los

materiales de construcción y las pinturas, así como edificios, estatuas y escultura. Antes de

caer al suelo, los gases de SO2 y NOx, y los derivados de su materia en partículas,

contribuyen a degradar la visibilidad y perjudican también a la salud pública.

En primer lugar, en los sistema acuáticos de lagos y ríos provoca un trastorno en la cadena

alimenticia muriendo peces e impidiendo el desarrollo normal de los moluscos. El agua se

contamina por aluminio, que es un metal tóxico. Este se disuelve con la lluvia ácida, y es

descompuesto en el suelo. Se desplaza hasta lugares de concentración de agua, y cuando

llega a estos lugares las poblaciones de algas, plantas y animales acuáticos interrumpen su

ciclo reproductivo.

Así mismo el proceso de acidificación libera metales que pueden dañar a los

microorganismos del suelo responsable de la descomposición. Inhibe la germinación de las

semillas y como consecuencia la reproducción de las plantas provocado por el aumento de

acidez del suelo. Su afectación depende de la capacidad de los suelos para resistir o

amortiguar la acidez; composición del terreno, grosor y tipo de roca del entorno.

En las plantas y bosques sin embargo sufren abrasión de sus partes verdes con lo que la

planta queda debilitada, retrasando su desarrollo y siendo fácilmente atacada por parásitos

a posteriori. Al mismo tiempo provoca que el calcio y el magnesio se disuelvan, y el aluminio

se absorba por la raíces provocando la muerte o enfermedades de estas. Como consecuencia

daña las hojas, limita los nutrientes que reciben o los expone a sustancias tóxicas que

escapan lentamente del terreno. Los daños que sufren son la consecuencia de los efectos

combinados de varios factores, resultando un debilitamiento gradual que cada vez se hace

más sensible.

Debido a la contaminación por aluminio en las aguas subterráneas y en las propias tuberías

esta contaminación acaba en el sistema de agua potable para boca. Las concentraciones de

los compuestos de azufre y nitrógeno pueden penetrar en los sistemas respiratorio y

cardiovascular dando como resultado enfermedades o incluso la muerte.

Manuel José Morales Martínez (Graduado en Prevención y Seguridad Integral, EPSI-UAB)

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La lluvia ácida también afecta al patrimonio. Las emisiones se convierten en ácidos fuertes

que degradan a edificios y estructuras. Los más afectados son los objetos y estructuras de

materiales fácilmente degradables como la caliza y la piedra arenisca. Estas erosiones en los

materiales se deben a las características corrosivas de la lluvia ácida.

El último efecto que provoca la lluvia ácida es la eutrofización, que como se comentó en

clase la deposición de nitrógeno procedente de las emisiones de óxidos de nitrógeno y

amoníaco, conduce a un excesivo nivel de nutrientes en ambientes que normalmente son

pobres, causando un declive de la biodiversidad.