Llorona

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Llorona La Llorona es un espectro del folclore hispanoamericano que, según la tradición oral, se presenta como el alma en pena de una mujer que asesinó o perdió a sus hijos, busca a estos en vano y asusta con su sobrecogedor llanto a quienes la ven u oyen. Si bien la leyenda cuenta con muchas variantes, los hechos medulares son siempre los mismos. Origen del mito La presencia de seres fantasmales que lloran en los ríos por motivos diversos es una característica recurrente de la mitología aborigen de los pueblos prehispánicos. Es así como pueden encontrarse rasgos de estos espectros en varias de las culturas precolombinas, que eventualmente, con la llegada de los conquistadores españoles, fueron asumiendo rasgos comunes gracias a la expansión del dominio hispánico sobre el continente. La leyenda es una historia que posee referentes míticos en el universo prehispánico, pero que instaura su drama y su cortejo imaginario y angustiante en el orden colonial. En México, varios investigadores estiman que la Llorona, como personaje de la mitología y de las leyendas mexicanas, tiene su origen en algunos seres o deidades prehispánicas como Auicanime, entre los purépechas; Xonaxi Queculla, entre los zapotecos; la Cihuacóatl, entre los nahuas; y la Xtabay, entre los mayas lacandones. Siempre se la identifica con el inframundo, el hambre, la muerte, el pecado y la lujuria.En el caso de Xtabay (o Xtabal), esta diosa lacandona se identifica como un espíritu malo con la forma de una hermosa mujer cuya espalda tiene forma de árbol hueco. Al inducir a los hombres a abrazarla, los vuelve locos y los mata. La diosa zapoteca Xonaxi Queculla, en tanto, es una deidad de la muerte, del inframundo y de la lujuria que aparece en algunas representaciones con los brazos descarnados. Atractiva a primera vista, se aparece a los hombres, los enamora y los seduce para después transformarse en esqueleto y llevarse el espíritu de

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LloronaLa Llorona es un espectro del folclore hispanoamericano que, según la tradición oral, se presenta como el alma en pena de una mujer que asesinó o perdió a sus hijos, busca a estos en vano y asusta con su sobrecogedor llanto a quienes la ven u oyen. Si bien la leyenda cuenta con muchas variantes, los hechos medulares son siempre los mismos.

Origen del mito

La presencia de seres fantasmales que lloran en los ríos por motivos diversos es una característica recurrente de la mitología aborigen de los pueblos prehispánicos. Es así como pueden encontrarse rasgos de estos espectros en varias de las culturas precolombinas, que eventualmente, con la llegada de los conquistadores españoles, fueron asumiendo rasgos comunes gracias a la expansión del dominio hispánico sobre el continente. La leyenda es una historia que posee referentes míticos en el universo prehispánico, pero que instaura su drama y su cortejo imaginario y angustiante en el orden colonial.

En México, varios investigadores estiman que la Llorona, como personaje de la mitología y de las leyendas mexicanas, tiene su origen en algunos seres o deidades prehispánicas como Auicanime, entre los purépechas; Xonaxi Queculla, entre los zapotecos; la Cihuacóatl, entre los nahuas; y la Xtabay, entre los mayas lacandones. Siempre se la identifica con el inframundo, el hambre, la muerte, el pecado y la lujuria.En el caso de Xtabay (o Xtabal), esta diosa lacandona se identifica como un espíritu malo con la forma de una hermosa mujer cuya espalda tiene forma de árbol hueco. Al inducir a los hombres a abrazarla, los vuelve locos y los mata. La diosa zapoteca Xonaxi Queculla, en tanto, es una deidad de la muerte, del inframundo y de la lujuria que aparece en algunas representaciones con los brazos descarnados. Atractiva a primera vista, se aparece a los hombres, los enamora y los seduce para después transformarse en esqueleto y llevarse el espíritu de sus víctimas al inframundo. Auicanime era considerada entre los purépechas como la diosa del hambre (su nombre se puede traducir como la Sedienta o la Necesitada). También era la diosa de las mujeres que morían al dar a luz en su primer parto, las cuales, según la creencia, se volvían guerreras (mocihuaquetzaque), lo que las convertía en divinidades y, por ende, en objetos de adoración y ofrenda.

Paralelismos con otras culturas

Alrededor del mundo existen mitos y leyendas acerca de seres con algunas características similares a las de la Llorona.

En la mitología griega, por ejemplo, se pueden encontrar similitudes con el mito de Medea, quien asesinó a sus propios hijos luego de que su esposo, Jasón (a quien había ayudado a recuperar el vellocino de oro), la abandonara por otra mujer. Igualmente, los griegos también relataban la

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leyenda de Lamia, una princesa con quien Zeus había tenido varios hijos, que fueron asesinados por Hera. Lamia vagaba desde entonces lamentándose por la pérdida de sus hijos y devorando a los niños de otras madres.

En la mitología celta, la banshee era un espíritu femenino que anunciaba la muerte de una persona mediante sobrecogedores gemidos que podían escucharse a largas distancias.

En África, entre los pueblos yoruba de Dahomey y Togo, se narra una leyenda que describe al viento como una mujer que recorre los ríos lanzando pavorosos lamentos y buscando a sus hijos asesinados. Estos fueron ahogados por el océano (que en este mito es también una mujer) y sus restos desperdigados por el mundo. Esta leyenda, que presenta fuertes similitudes con la de la Llorona, fue introducida en los Estados Unidos por los esclavos africanos traídos por los europeos a América y es especialmente conocida en estados sureños como Luisiana.

En las Filipinas existen dos leyendas similares a la de la Llorona. En una de ellas, el fantasma de una sirena aúlla en el mar por las noches lamentando el asesinato de sus hijos por un pescador. Se dice que cuando se escucha su llanto es porque alguien se ha ahogado. En la otra versión, conocida como la leyenda de la Mujer Blanca, el fantasma es uno que mora en la niebla y captura jóvenes mujeres una vez al año, a quienes atrapa entre la bruma en medio de grandes alaridos.

En la Biblia, en Jeremías 31:15-17, se narra la historia de Raquel, quien llora por sus hijos (el pueblo de Israel) porque perecieron, como un simbolismo del exilio del pueblo hebreo en la tierra de Babilonia.