LLoco por Dios - WordPress.com...2012/04/01  · La iglesia adventista donde Juan y su familia...

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J uan vagaba por las calles de Lima, la ca pital de la República del Perú. Rara vez habla- ba, y su mirada perdida parecía carecer de enten- dimiento. La mayor parte de la gente se mantenía a distancia considerable de “el loco Juan”. Una familia y un amigo de verdad Francisco, sin embargo, no evitó a Juan. Por el contrario, se puso a recorrer las calles en busca de su amigo. A veces Francisco lo hallaba, pero Juan comenzaba a gritar y a correr hasta perderse por los callejones. Pero Francisco no se daba por vencido. Seguía bus- cándolo y procuraba que regresara a su hogar con su familia. También le comunicaba a María, la esposa de Juan, dónde podía hallarlo. Sin embargo, aunque Juan a veces regresaba a su hogar, eso no restauraba su salud. A menudo se pasa- ba días debajo de su cama, y no salía de allí ni siquiera para comer. María comenzó a desesperarse. Francisco visitaba a menudo a Juan, y un sábado le insistió que saliera de debajo de su cama. PERÚ | 6 de Octubre Lo ayudó a higienizarse lo mejor que pudo y lo llevó a la iglesia. Juan se sentó en la iglesia, con la mirada perdida en el cielo raso. Pero ese día sucedió algo que transformó la vida de Juan para siempre. A la mañana siguiente, salió por sus propios me- dios de debajo de su cama y dijo: “Necesito agua”. María no lo había escuchado hablar en dos años. En su corazón renació la esperanza mientras corría a traerle un poco de agua. Pero, cuando regresó, Juan estaba tirado, aparentemente desmayado, en el piso. Todas sus ilusiones se desvanecieron en un segundo. Señor, ¿por qué no permites sencillamente que él muera?, le dijo al Señor. Un hombre nuevo –Jesús me ha sanado! ¡Me siento bien! –exclamó de repente Juan abriendo los ojos. María abrazó a su esposo mientras las lágrimas corrían por sus mejillas, y los hijos de ambos se agolparon en la habitación, expectantes, aunque sin entender lo que había sucedido. –Tengo hambre –dijo Juan–, Tráeme algo de la comida que preparé anoche. –Juan –dijo María con voz temblorosa–. Hace dos años que no preparas ninguna comida. Juan abrió los ojos con una expresión de asom- bro al ver sus ropas sucias y oler su cuerpo sin hi- gienizar. Luego fue a darse una ducha para quitarse toda aquella suciedad de años. Esa misma mañana, Juan respondió a un llama- do en la puerta y se encontró con Francisco. Juan exclamó: –Jesús me ha salvado! Quiero ser cristiano. Francisco abrazó a su amigo y se regocijó con la familia. Entonces, los invitó a todos para que lo acompañaran a la iglesia adventista. Poco después, Juan 5 Material adaptado y facilitado por RECURSOS ESCUELA SABÁTICA © www.escuela-sabatica.com MISIÓN ADVENTISTA - DIVISIÓN SUDAMERICANA Loco por Dios Loco por Dios

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  • Juan vagaba por las calles de Lima, la capital de la República del Perú. Rara vez habla-ba, y su mirada perdida parecía carecer de enten-dimiento. La mayor parte de la gente se mantenía a distancia considerable de “el loco Juan”.

    Una familia y un amigo de verdadFrancisco, sin embargo, no evitó a Juan. Por el

    contrario, se puso a recorrer las calles en busca de su amigo.

    A veces Francisco lo hallaba, pero Juan comenzaba a gritar y a correr hasta perderse por los callejones. Pero Francisco no se daba por vencido. Seguía bus-cándolo y procuraba que regresara a su hogar con su familia.

    También le comunicaba a María, la esposa de Juan, dónde podía hallarlo.

    Sin embargo, aunque Juan a veces regresaba a su hogar, eso no restauraba su salud. A menudo se pasa-ba días debajo de su cama, y no salía de allí ni siquiera para comer. María comenzó a desesperarse.

    Francisco visitaba a menudo a Juan, y un sábado le insistió que saliera de debajo de su cama.

    PERÚ | 6 de Octubre

    Lo ayudó a higienizarse lo mejor que pudo y lo llevó a la iglesia. Juan se sentó en la iglesia, con la mirada perdida en el cielo raso. Pero ese día sucedió algo que transformó la vida de Juan para siempre.

    A la mañana siguiente, salió por sus propios me-dios de debajo de su cama y dijo: “Necesito agua”.

    María no lo había escuchado hablar en dos años. En su corazón renació la esperanza mientras corría a traerle un poco de agua. Pero, cuando regresó, Juan estaba tirado, aparentemente desmayado, en el piso. Todas sus ilusiones se desvanecieron en un segundo. Señor, ¿por qué no permites sencillamente que él muera?, le dijo al Señor.

    Un hombre nuevo–Jesús me ha sanado! ¡Me siento bien! –exclamó

    de repente Juan abriendo los ojos.María abrazó a su esposo mientras las lágrimas

    corrían por sus mejillas, y los hijos de ambos se agolparon en la habitación, expectantes, aunque sin entender lo que había sucedido.

    –Tengo hambre –dijo Juan–, Tráeme algo de la comida que preparé anoche.

    –Juan –dijo María con voz temblorosa–. Hace dos años que no preparas ninguna comida.

    Juan abrió los ojos con una expresión de asom-bro al ver sus ropas sucias y oler su cuerpo sin hi-gienizar. Luego fue a darse una ducha para quitarse toda aquella suciedad de años.

    Esa misma mañana, Juan respondió a un llama-do en la puerta y se encontró con Francisco. Juan exclamó:

    –Jesús me ha salvado! Quiero ser cristiano.Francisco abrazó a su amigo y se regocijó con la

    familia. Entonces, los invitó a todos para que lo acompañaran a la iglesia adventista. Poco después,

    Juan

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  • Juan, María y los niños mayores de la familia co-menzaron a estudiar la Biblia.

    Una nueva vida y misiónJuan rebosaba de nueva vida y entusiasmo. Cier-

    to día, le dijo a su esposa: “La iglesia nos queda demasiado lejos. Tenemos que comenzar un Gru-po pequeño aquí, en nuestra casa”. El matrimonio invitó, entonces, a los vecinos para que escucharan la forma en que Dios había sanado y salvado a Juan. Francisco le enseñó algunas técnicas de lide-razgo para que las utilizara al impartir estudios bí-blicos y al predicar. El loco que antes no pronun-ciaba palabra alguna comenzó a predicar la Palabra de Dios con entusiasmo.

    En menos de tres años, el Grupo pequeño que se reunía en la casa de Juan creció hasta tener treinta miembros. Llegó el momento de pasar a una siguiente etapa.

    Juan sugirió que el Grupo pequeño se dividiera y que se estableciera otro grupo similar en una comu-nidad vecina. La iglesia adventista donde Juan y su familia habían sido bautizados aportó recursos pa-

    ra el proyecto. Juan les enseñó a los niños y a los ni-ños y a los jóvenes la forma de impartir estudios bí-blicos, y todos comenzaron a trabajar para compartir el amor y la verdad de Dios con otras personas.

    Los treinta miembros llegaron a ser doscientos, y en poco tiempo fundaron otra iglesia. Juan sabía que cuando el grupo era pequeño, todos podían trabajar; sin embargo, al hacerse más grande, se hacía más di-fícil que todos participaran. Los miembros estuvieron de acuerdo en volver a dividirse, y entonces estable-cieron otras dos iglesias, una en las cercanías y otra en una zona más alejada, en el campo.

    Dios está bendiciendo a Juan, quien únicamente completó el tercer grado de escuela primaria. Sus hijos, que no pudieron estudiar mientras Juan sufría de trastornos mentales, ahora están asistiendo a la escuela.

    Pasión por las almasLa pasión de Juan por llevar a otros a los pies

    de Cristo no ha menguado. Él y los miembros de una de las iglesias que ayudó a establecer han ad-quirido un terreno y están trabajando para cons-truir un templo sencillo que pueda servir de base para continuar con su ministerio. Sin embargo, los miembros son pobres y les resulta muy difícil comprar los materiales que necesitan para la cons-trucción. Parte de las ofrendas del decimotercer sábado será usada en edificar una iglesia para una de las congregaciones que Juan ayudó a establecer. A su vez, esa congregación ayudará a que los de-más creyentes del distrito construyan sus propios templos.

    “Tenemos que seguir creciendo y abriendo nuevas iglesias –dice Juan, entusiasmado–. Los Grupos pequeños son el futuro de la obra de Dios aquí, en el Perú”.

    Nosotros podemos ayudar a que la iglesia de Perú crezca, al contribuir con nuestras ofrendas misioneras semanales. Asimismo, mediante las ofrendas del decimotercer sábado de este trimestre podemos ayudar a la construcción de capillas para varias congregaciones como las que Juan ayudó a establecer.

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    C á p s u l a i n f o r m a t i v a

    Perú se encuentra en la costa occidental de Sudamérica, entre Ecuador y Chile. La mayoría de sus centros económicos se encuentran en la zona de la costa, incluyendo Lima, la capital del país. La Cordillera de los Andes divide el país desde el norte hasta el sur. Al este, el país tiene grandes selvas tropicales.

    El Lago Titicaca, ubicado al sudeste el país, es el que se encuentra a mayor altura en todo el mundo. Además es tan extenso que permite lanavegación comercial.

    El Imperio Inca dominó la región occidental de Sudamérica hasta la llegada de los españoles, en el siglo XVI, cuando una pequeña banda de españoles que contaba con caballos y armas de fuego conquistó a los indígenas. Muchos de los que sobrevivieron a la lucha armada luego murieron a causa de enfermedades que fueron traídas por los conquistadores.