Literatura ecuatoriana de La Colonia

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    UTPL

    KIKIIOIICA BÁSICAin:AlflORIlS KCDATOKI \\«S

     jéáMkáí 

    ^LITERATURA  

    LA COLONIA (II)JUAN BAUTISTA AGUIRRE

     

    JOSÉ DE OROZCOft

    RAMÓN SÁNCHEZ DE VIESCAS

    R a f a e l  Ga r c ía  d e g o y en a

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    El presente volumen ofrece 

    una muestra de la obra lite-

    raria de cuatro autores del 

    siglo XVIII. Ellos son: Juan 

    Bautista Aguirre, José de 

    Orozco, Ramón Sánchez de 

     Viescas y Rafael García 

    Goyena.

    De estos, los tres primeros 

    fueron jesuítas, quienes, en 

    cumplimiento de un real 

    decreto, debieron abando-nar su patria y vivir el des-

    tierro en Italia. Todos ellos (incluido García Goyena) 

    representan lo mejor de la 

    poesía de ese siglo, siendo 

    Juan Bautista Aguirre el 

    más destacado de nuestros 

    poetas coloniales. La mues-tra que aquí se presenta

     

    recoge las diversas tenden-

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    UTPLU N I V Ï M I D A D T E CX 1 C A P A R T I C U L A » 0 £ L O J A

    Literatura de la Colonia

    (ID

    BIBLIOTECA BÁSICA

    DE UrrORES ECUATORIANOS

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    BIBLIOTECA BÁSICAI)E ALTORES ECUATORIANOS

    Un i v e r s i d ad  T écn i c a  Pa r t ic u l a r  de  Lo j a  

    Proyecto editorial de la u t pl  (2015)

     Literatura de la Colonia (II)

    Primera edición 2015ISBN de la Colección: 978-9942-08-773-7ISBN-

    CoMITÉ DE HONOR UTPL:

    José Barbosa Corbacho M. Id. Santiago Acosta M. Id. Gabriel García TorresRector Vicerrector Secretario General

     A u t o r í a   y  d ir e c c ió n  g e n e r a l :

    Juan Valdano

    Miembro de número de la Academia Ecuatoriana de la Lengua y miembro correspondiente de la Real Española

    Co o r d i n a c i ó n:

    Francisco Proaño ArandiMiembro de número de la Academia Ecuatoriana de la Lengua

     y miembro correspondiente de la Real Española

    R ev i s i ón  de  t e x t o s :

    Pamela Lalama Quinteros

    D i seño   y  d i a g ramac i ón :Ernesto Proaño Vinueza

    Inv e s t i g a c i ó n   y  a s e s o r í a  en  d i seño  g r á f i c o :

    Departamento de Marketing de la u t p l , sede Loja

    D i g i t a l i z ac i ón  de  t e x t o s :

    Pablo Tacuri (u t p l , s e d e Loja)

    Impr esión   y  e n c u a d e r n a c i ó n: e d il o j a  cía. Ltda.

    URL: h t t p : / / a u t o r e s e c u a t o r i a n o s . u t p l . e d u . e c /

    Loja, Ecuador, 2015

    http://autoresecuatorianos.utpl.edu.ec/http://autoresecuatorianos.utpl.edu.ec/

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    Literatura de la Colonia

    Juan Bautista Aguirre

    José de OrozcoRamón Sánchez de Viescas

    Rafael García Goyena

    Estudios introductorios:

    Juan Valdano

     Aclaración: En la presente edición se conservó la versión original de los textos literarios seleccionados.

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    In d i c e

    J u a n   B a u t i s t a  A g u i r r e  

    Sobre el autor / 13

     A una rosa. Sonetos I y II / 21

    Soneto moral / 23

    Carta a Lisardo / 24

    Llanto de la naturaleza humana

    después de su caída por Adán / 27

    Descripción del Mar de Ven us / 30

     A la rebelión y caída de Luzbel y sus secuaces / 35

     A una dama imagin aria . Romance / 40

     A unos ojos herm osos / 42

    Epigramas a Zoilo. I y II / 44

    Breve diseño de las ciudades de Guayaquil y Quito / 45

    Los POETAS DEL «OCIOSO DE FAENZA»:

    J o s é   d e   O r o z c o   y   R a m ó n   S á n c h e z   d e  V i e s c a s   / 61

    J o s é   d e   O r o z c o  

    L a  c o n q u i s t a   d e   M e n o r c a

    Canto I. La elección del supremo comandante / 71

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    índice

    Canto II. La navegación del Mediterráneo / 85

    Canto III. La conquista de la isla / 92Canto IV. La toma de San Felipe / 100

    Con clusión joco sa / 113

    R a m ó n   S á n c h e z  d e  V i e s c a s  

     Al sepulcro de Dante / 115

    Madre e hija I y II / 119

     A la restauración de la ig lesia de la torreta de Ravena.

    Debida al celo de Dn. Gabriel de Roca / 121

    Ensayo juv enil / 122

    L a  m u s a  e s c é p t i c a  

    Soneto / 125

    Décimas / 126

    Da gritos, p idiendo a Dios por la

    Compañía Exsurge: Quare obdormis, domine?

    Psal. 43, 23 / 148

    R a f a e l  G a r c í a  G o y e n a  

    Sobre el autor / 151

    Fábula política. Nuevo sistema de

    Gobierno en el Reino Animal / 153

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    índice

    Los sanates en consejo / 163

    Los fueros jum entiles / 168

    Los muchachos, los sanates y el loro / 170

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    Juan Bautista Aguirre

    N o t a   b i o g r á f i c a

    Juan Bautista Aguirre nace en Daule, provincia del Guayas,

    en 1725. Pocos son los datos concretos que se conocen acer-

    ca de su vida. Hacia 1740 lo encontramos en Quito como

    colegial en el Seminario de San Luis, regentado por los jesuitas.

     Al culminar sus estudios, ingresa a la orden de San Ignacio de

    Loyola y se ordena de sacerdote. Pronto llegó a ser uno de losprofesores más renombrados en la Universidad San Gregorio,

    institución en la que tuvo a su cargo las cátedras de Filosofía y

    Teología Moral. En aquellos años había en Quito dos universida-

    des que mantenían serias rivalidades entre sí: la de San Gregorio,

    que estaba dirigida por la Compañía de Jesús y la de Santo Tomás,

    que pertenecía a la orden dominicana.

    La universidad colonial tenía un carácter y rasgos propios se-mejantes a los que, en ese entonces, ofrecían las universidades

    españolas de esa misma época; eran instituciones muy diferen-

    tes a lo que hoy conocemos como universidad. Salvo los estudios

    de Derecho y Medicina (poco pragmáticos y muy especulativos),

    la universidad colonial no tenía una orientación profesional ni

    una finalidad práctica. Siguiendo una tradición que partía de la

    Edad Media, la enseñanza universitaria de esa época se centraba

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     Literatura de la Colonia

    fundamentalmente en el estudio de la Filosofía (el aristotelismo

    como sistema dominante) y la Teología (la cual se reducía a re-

    petir la escolástica tomista). Imperaba el pensamiento deduc-tivo, pues el conocimiento basado en la inducción, observación

     y experimentación y propio de las ciencias de la naturaleza, era

    desconocido. Incluso las ciencias como la Física o la Cosmología

    eran enfocadas como una parte de la Filosofía, por lo que se con-

     virtieron en un diletantismo meramente retórico que consistía en

    repetir doctrinas tradicionales (Aristóteles, sobre todo) y conver-

    tirla en dogmas inalterables. No había la posibilidad de proponerun nuevo enfoque de los grandes temas filosóficos ni tampoco de

    difundir la nueva ciencia experimental que había surgido a partir

    del siglo XVII en Europa (en los países con tradición protestante)

    como, por ejemplo, los aportes científicos de Newton, Copémico

    o la filosofía de Descartes. Este nuevo pensamiento estaba exclui-

    do de las aulas quiteñas porque, según la autoridad de la Iglesia,

    contrariaba los dogmas y las opiniones de la Biblia.

    Este era el panorama intelectual y académico con el que debió

    enfrentarse el joven e inquieto jesuita Juan Bautista Aguirre

    cuando obtuvo la cátedra de Filosofía en la Universidad de San

    Gregorio. Y es en este punto que la labor académica desarrollada

    por Juan Bautista Aguirre marcó un hito fundamental en la

    evolución del pensamiento científico de la Audiencia de Quito.

    La figura de Aguirre, por tanto, rebasa con mucho la literatura y llega a tener una significación relevante en la historia de las

    ideas del Ecuador. Se conservan pruebas de que Juan Bautista

     Aguirre enseñó la Física experimental y explicó a Descartes y

    Copérnico en su cátedra de Física durante el año lectivo de 17691,

    siendo, por ello, la primera vez que en América, y en un aula

    universitaria, se enseñaba la nueva ciencia del universo a base

    de las teorías newtonianas y copernicanas, razón por la cual fue

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     Juan Bautista Aguirre

    castigado y separado de su cátedra2. Eugenio Espejo fue uno desus discípulos y quien pinta al maestro con rasgos de un carácter

     vivaz y comunicativo; dice: «Ayudábale una imaginación fogosa,un ingenio pronto y sutil»3.

    El 20 de agosto de 1767 y por orden del rey Carlos III, JuanBautista Aguirre dejó su patria y, al igual que otros jesuítas qui-teños, fue desterrado a Italia. Poco se sabe sobre la suerte queeste jesuíta corrió en los Estados Pontificios, lugar donde residió

    el resto de su vida. A diferencia de otros compañeros de infortu-nio que llevaron una vida lánguida y plagada de necesidades, setiene datos de que Aguirre exhibió su saber y su talento en Roma,en los años del pontificado de Pío  V I. El obispo de Tívoli lo aco-gió en su casa y le nombró consultor del clero. Ocupó, además,la cátedra de Teología Moral en el colegio público de esa ciudaditaliana. Murió en 1786 en Tívoli, donde residió sus últimos años.

    O  b r a   l i t e r a r i a

    Juan Bautista Aguirre es recordado, en la historia de las letrasdel Ecuador, por su obra poética. Sin embargo, durante su vida,tanto en Quito como en Italia, tuvo fama de orador sagrado y detratadista de cuestiones morales y filosóficas. Prueba de ello es

    la oración fúnebre pronunciada en Quito con ocasión de las exe-quias del obispo Nieto Polo del Águila. Sobre lo segundo, se con-serva su Tratado de Física que recoge el contenido de sus clases

     y enseñanzas impartidas cuando fue profesor de esa asignaturaen la Universidad de San Gregorio4.

    Es muy probable que Aguirre haya escrito su poesía durante el

    primer período de su vida, esto es en su etapa quiteña, cuando fueestudiante y, luego, profesor en la Universidad de San Gregorio.

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     Literatura de la Colonia

    El manuscrito que contenía su poesía permaneció perdido por

    mucho tiempo en Guayaquil. En el siglo XIX se conocía solo unos

    pocos fragmentos de algunos de sus poemas; entre ellos, las coplassatíricas en las que pondera la belleza de Guayaquil y denigra

    la fealdad de Quito y algunas más en las que hace gala de un

    estilo gongorino. Con esta muestra magra y desigual, los críticos

    del siglo XIX (Pablo Herrera, Juan León Mera) condenaron al

    padre Aguirre como un poeta insoportable por sus desplantes

    culteranos. Por azares del destino, llegó a salvarse un manuscrito

    que recogía buena parte de su obra poética, la cual fue publicada

     y comentada por el crítico argentino Juan María Gutiérrez, e

    incluida en la antología titulada  América poética,  editada en

    Buenos Aires, en 1846. Sin embargo, es a partir de 1917 y cuando

    Gonzalo Zaldumbide conoce en París el libro de Gutiérrez, que

    se redescubre la poesía de este olvidado poeta colonial al que,

    además, dedica un minucioso estudio. Años después, el crítico

    argentino Emilio Carilla incluye el nombre de Juan Bautista

     Aguirre entre los poetas más representativos de la época colonial

    en América Latina.

    Incluimos a continuación algunas ediciones de la obra de Aguirre:

    Versos castellanos, obras juveniles. Miscelánea.  Incluido en

    «Los dos primeros poetas coloniales ecuatorianos. Siglos XVII y

    XVIII.  Antonio De Bastidas, Juan Bautista Aguirre». Biblioteca

    Ecuatoriana Mínima. Quito, 1960.

     Poesía y obras oratorias. Clásicos Ariel 35. Guayaquil, s/f.

     Nuevas poesías. Ediciones de la Biblioteca Ecuatoriana «Aurelio

    Espinosa Pólit». Quito, 1979.

     Física de Juan Bautista Aguirre.  Biblioteca «San Gregorio»,

    Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Quito,1982.

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     Juan Bautista Aguirre

     V   a l o r a c i ó n

    El corpus poético que se conserva de Aguirre es escaso, solo unospocos poemas que, sin embargo, presentan una variedad de to-

    nos, metros, esquemas estróficos, léxico y estructura. Hay una

    diversidad temática que va desde motivos morales a otros bana-

    les, desde temas graves y metafísicos a otros de carácter satírico y

    chocarrero. Esta dualidad que va de lo serio a lo jocoso es un ras-

    go propio de esa etapa decadente del barroco y que, en la historia

    de las letras, se lo conoce como barroquismo. Hay que recordarque para la época en la que Aguirre vivió en Quito (la mitad del

    siglo xvm), el estilo barroco triunfaba en todas las manifesta-

    ciones artísticas, literarias, intelectuales y sociales de la ciudad

    audiencial. Este estilo fue defendido y sostenido, en gran parte,

    por los jesuítas. Son los años en los que se construye la fachada

    de la iglesia de la Compañía, los años del escultor Caspicara y del

    pintor Goríbar, todos artistas netamente barrocos. Son los años

    del triunfo de ese elemento arquitectónico indispensable en los

    retablos y en algunas fachadas de los templos quiteños: la colum-

    na salomónica. La poesía de Aguirre obedece a este mismo estilo

    social de la época.

    En la poesía de Aguirre encontramos la recurrencia a ciertos ele-

    mentos retóricos que dan cuenta del interés en lo barroco en su

    doble expresión: gongorina y conceptista. He aquí algunas deesas líneas expresivas:

    a.  Reflexiones morales y la fragilidad de la rosa: Aquí se reflejan

     buena parte de las preocupaciones morales dominantes en esa

    época. En este ámbito se hallan, por ejemplo, composiciones

    poéticas como Carta a Lisardo,  los  Sonetos morales, la

    Canción heroica  y los  Sonetos a una rosa.  Tópico barroco de

    fecundos antecedentes en la literatura europea fue el tema de

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     Literatura de la Colonia

    la rosa tratada como un símbolo de la brevedad y fragilidad de

    las glorias mundanas. La rosa es un emblema literario entre

    poetas renacentistas y barrocos. Juan Bautista Aguirre no podíasustraerse a la moda de su tiempo.

    *

     b.  Dos canteras: la Biblia y la mitología grecolatina: De ins-

    piración bíblica son algunos de los poemas más importantes de

     Aguirre como  A la rebelión y caída de Luzbel,  composición de

    forma y fórmulas gongorinas; el Llanto de la naturaleza humana 

    después de la caída por Adán, poema moral y conceptista que re-

    cuerda el discurrir del Segismundo calderoniano y el Rasgo épico a la concepción de Nuestra Señora,  que parte de la meditación

    del capítulo XII del Apocalipsis. Emilio Carilla ya había anotado

    que «la Biblia y Calderón son, particularmente, los alimentos que

    nutren los asuntos de Aguirre». En lo que se refiere a las fuen-

    tes latinas, Juan Bautista Aguirre recurrió a la  Metamorfosis de

    Ovidio, obra de la que tomó el tema para sus poemas titulados La 

    descripción de mar de Venus,  la  Fábula de Mirra  y la Fábula de  Atlanta e Hipómenes.

    c.  Sentimiento imaginado: El tema galante al que tan proclives

    fueron los barrocos se halla también presente en la poesía de

     Aguirre. Aunque se la tilda de «poesía amorosa», no se la debe

    tener por tal, pues no se trata de afloramientos apasionados y

    eróticos sino, más bien, de ejercicios retóricos en los que el

    deseo de maravillar domina sobre cualquier otro. Poesía dela inteligencia y no de la emotividad. Se trata, por tanto, de

    sentimiento imaginado, juegos de fantasía y alardes de ingenio,

    algo que es parte de la estética barroca. En esta línea temática

    encontramos composiciones como A una dama imaginaria  y A 

    unos ojos hermosos.

    d.  La sátira y la burla como trágico consuelo:  Es conocida la

    relevancia que el barroco concedió a lo satírico y burlesco. La

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     Juan Bautista Aguirre

    ironía, la burla  y la sátira tenían en el siglo XVIII, un trasfondo,

    pues si el desengaño era un sentimiento dominante en la sociedad

    colonial, no quedaba sino una salida para conservar la cordura:

    el humor negro como trágico consuelo frente a lo irremediable:

    la abulia, el atraso, el olvido, la pobreza generalizada en la que

     vivía la Colonia, en particular, la Audiencia de Quito. Esto se

    aprecia en los poemas titulados  Breve diseño de las ciudades de 

    Guayaquil y Quito,  también en su poesía epigramática en la que

    arremete contra médicos e ignorantes.

    e.  La dialéctica de los contrastes: El descubrimiento de las opo

    siciones fue un modo de interrogarse sobre el sentido de la vida

     y del arte. Esto se aprecia a menudo en la poesía de Aguirre, por

    ejemplo en Carta a Lisardo encontramos que el poeta juega con

    conceptos opuestos como nacer-morir, vida-muerte; en  A unos 

    ojos hermosos,  las oposiciones saltan en conceptos como ricos-

    pobres, fuego-nieve, cielo-infierno, ángeles-diablos, etc.f. Vocabulario y sintaxis: La tendencia al embellecimiento fue

    un rasgo de toda manifestación artística del barroco. En el cam

    po de las letras esto significó un uso particular del vocabulario y

    la sintaxis. Nuestros barrocos coloniales no hicieron sino seguir

    los modelos hispánicos, sobre todo a Góngora. Es justamente de

    Góngora y sus seguidores que Aguirre retoma un vocabulario

    culto que procede del latín. Ello es evidente en el uso reiteradode vocablos como «púrpura», «canoro», «aurora», «candor»,

    «eclipse», «conturno», «cerúleo», «promontorio», etc. A esto se

    añade el uso y abuso del hipérbaton con clara intención resalta

    dora, rasgo propio del gongorismo.

    g. Por fin y para terminar, debemos señalar que en la poesía de

    Juan Bautista Aguirre encontramos un uso gongorino de la me-táfora, elemento que personaliza el estilo de este poeta5.

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     Literatura de la Colonia

    N o t a s :

    1Rodríguez Castelo, Hernán. El nuevo luciano de Quito. Guayaquil: Ariel, [s. f.].

    [Colección Clásicos Ariel; 73].

    2Véase las siguientes obras de Juan Valdano:  La pluma y el cetro.  Cuenca:Universidad de Cuenca, 1977;  Ecuador: cultura y generaciones.  Quito:

    Planeta/Letraviva, 1985; Prole del vendaval. Quito: Abya-Yala, 1999; Identidad  y formas de lo ecuatoriano. Quito: Eskeletra, 2005.

    3Rodríguez Castelo, Hernán. Ob. cit.

    4Aguirre, Juan Bautista.  Física.  Quito: Pontificia Universidad Católica del

    Ecuador, 1982.

    5 Véase estudio completo:  Identidad y formas de lo ecuatoriano,  de Juan Valdano.

    B i b l i o g r a f í a   s o b r e   e l  a u t o r :

    Espinosa Pólit, Aurelio.  Los dos primeros poetas coloniales ecuatorianos, siglos XVII y XVIII: Antonio de Bastidas y Juan Bautista Aguirre. Puebla: J. M.Cajica, 1960. [Biblioteca Mínima Ecuatoriana].

    Barrera, Isaac J.  Historia de la literatura ecuatoriana.  Quito: Casa de la

    Cultura Ecuatoriana, 1960.Jara Idrovo, Efraín. «Juan Bautista Aguirre». En  Historia de las literaturas del Ecuador, Vol. III. Coord. Juan Valdano. Quito: Universidad Andina SimónBolívar/Corporación Editora Nacional, 2001.

     Valdano, Juan.  Identidad y formas de lo ecuatoriano. Quito: Eskeletra, 2005.

    Carilla, Emilio. Un olvidado poeta colonial. Buenos Aires: Bajel S. A., [s. f.].

    Rodríguez Castelo, Hernán.  Literatura de la Audiencia de Quito, siglo  XVIII, T. II. Ambato: Consejo Nacional de Cultura/Casa de la Cultura Ecuatoriana,Núcleo de Tungurahua, 2002.

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     A una  *

    (Sonetos)

    I

    En catre de esmeraldas nace altiva

    la bella rosa, vanidad de Flora,

     y cuanto en perlas le bebió a la aurora

    cobra en rubís del sol la luz activa.

    De nacarado incendio es llama viva,

    que al prado ilustra en fe de que la adora

    la luz la enciende, el sol sus hojas dora

    con bello nácar de que al fin la priva.

    Rosas, escarmentad: no presurosas

    anheléis a este ardor; que si autoriza,

    aniquila también el sol ¡oh rosas!

    Naced y lucid lentas; no en la prisa

    os consumáis, floridas mariposas,

    que es anhelar arder, buscar ceniza.

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     Juan Bautista Aguirre

     Soneto moral 

    No tienes ya del tiempo malogrado

    en el prolijo afán de tus pasiones,

    sino una sombra, envuelta en confusiones,

    que imprime en tu memoria tu pecado.

    Pasó el deleite, el tiempo arrebatado

    aun su imagen borró; las desazones

    de tu inquieta conciencia son pensiones

    que has de pagar perpetuas al cuidado.

    Mas si el tiempo dejó para tu daño

    su huella errante, y sombras al olvidodel que fue gusto y hoy te sobresalta,

    para el futuro estudia el desengaño

    en la imagen del tiempo que has vivido,

    que ella dirá lo poco que te falta.

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     Literatura de la Colonia

    Carta a Lisardo persuadiéndole que 

    todo lo nacido muere dos  para acertar a morir una.

    (Liras)

    ¡Ay, Lisardo querido!si feliz muerte conseguir esperas,

    es justo que advertido,

    pues naciste una vez, dos veces mueras.

     Así las plantas, brutos y aves lo hacen:

    dos veces mueren y una sola nacen.

    Entre catres de armiño

    tarde y mañana la azucena yace,

    si una vez al cariño

    del aura suave su verdor renace:

    ¡Ay flor marchita! ¡ay azucena triste!

    dos veces muerta si una vez naciste.

    Pálida a la mañana,

    antes que el sol su bello nácar rompa,

    muere la rosa, vana

    estrella de carmín, fragante pompa;

     y a la noche otra vez: ¡dos veces muerta!

    ¡oh incierta vida en tanta muerte cierta!

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    En poca agua muriendo

    nace el arroyo, y ya soberbio río

    corre al mar con estruendo,

    en el cual pierde vida, nombre y brío:

    ¡Oh cristal triste, arroyo sin fortuna!

    muerto dos veces porque vivas una.

    En sepulcro suave,

    que el nido forma con vistoso halago,

    nace difunta el ave,

    que del plomo es después fatal estrago:

     Vive una vez y muere dos: ¡Oh suerte!

    para una vida duplicada muerte.

    Pálida y sin colores

    la fruta, de temor, difunta nace,

    temiendo los rigoresdel noto que después vil la deshace.

    ¡Ay fruta hermosa, qué infeliz que eres!

    una vez naces y dos veces mueres.

    Muerto nace el valiente

    oso que vientos calza y sombras viste,

    a quien despierta ardientela madre, y otra vez no se resiste

    a morir; y entre muertes dos naciendo,

     vive una vez y dos se ve muriendo.

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana de La Colonia

    23/172

     Literatura de la Colonia

    Muerto en el monte el pino

    sulca el ponto con alas, bajel o ave,

     y la vela de linocon que vuela el batel altivo y grave

    es vela de morir: dos veces yace

    quien monte alado muere y pino nace.

    De la ballena altiva

    salió Jonás y del sepulcro sale

    Lázaro, imagen vivaque al desengaño humano vela y vale;

    cuando en su imagen muerta y viva viere

    que quien nace una vez dos veces muere.

     Así el pino, montaña

    con alas, que del mar al cielo sube;

    el río que el mar baña;el ave que es con plumas vital nube;

    la que marchita nace flor del campo

    púrpura vegetal, florido ampo,

    todo clama ¡oh Lisardo!

    que quien nace una vez dos veces muera;

     y así, joven gallardo,

    en río, en flor, en ave, considera,

    que, dudando quizá de su fortuna,

    mueren dos veces por que acierten una.

     Y pues tan importante

    es acertar en la última partida,

    pues penden de este instante

    perpetua muerte o sempiterna vida,

    ahora ¡oh Lisardo! que el peligro adviertes,

    muere dos veces porque alguna aciertes.

    26

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana de La Colonia

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     Juan Bautista Aguirre

     Llanto de la naturaleza humana 

    después de su caída por Adán

    (Liras premiadas en primer lugar en un certamen 

    cuyo asunto era el nacimiento del Niño Jesús)

    De su infelice suertenaturaleza humana congojada,

    del árbol de la muerte

    al yerto tronco estaba recostada;

     y si el curso del llanto suspendiera,

    aun más helado tronco pareciera.

    ¿Hasta cuándo, hasta cuándo(clamaba triste) el mal que me atormenta

    su fuerza irá aumentando,

    que, aunque infinita, por mi mal se aumenta?

    ¿hasta cuándo querrá mi mal supremo

    mostrar que admite más y más lo extremo?

    Mas si suele en el llanto

    hular tal vez consuelo un afligido,

    arroje mi quebranto

    ayes del alma con mortal gemido,

    canten mis ojos, y sus melodías

    tan tristes suenen que parezcan mías.

    27

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana de La Colonia

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     Literatura de la Colonia

    Pero ¡ay! ¡ay! que son tales

    las crueles penas que en el alma siento,

    que a publicar mis males

    de mis ojos no basta el instrumento;

     y así, por dar el lleno a mis enojos,

    en vez de llanto lloraré los ojos.

     Yo fui aquella dichosa

    formada a esfuerzos de un milagro, aquella

    criatura venturosa,

    copia de Dios y copia la más bella;

     yo fui ¡ay dolor! aquella peregrina

    centella hermosa de la luz divina.

     Yo fui la que al esmero

    del más sublime numen delineada,

    en mi instante primerode mil prodigios me miré formada;

    mas ¡ay! que si esto fui, todo ha pasado,

     y en mí, de mí, la sombra no ha quedado.

    Mi antigua llamarada

    tan breve se apagó, con tal presteza,

    que, convertida en nada,antes que llama se miró pavesa;

    pues sólo ardió mi luz aquel instante

    que a dar ser a mi nada fue bastante.

    Esta mi pena ha sido,

     y esta pena importuna de tal suerte

    con el alma se ha unido,que aun no la puede separar la muerte,

    pues cuanto a mitigarla se apercibe

    en ella muere, y ella en todo vive.

    28

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana de La Colonia

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     Juan Bautista Aguirre

     Y así en tales enojos

    apelo sólo por remedio al llanto.

    Lloren tristes los ojos

    mi imposible dolor, y lloren tanto,

    que al ver absorto mi dolor profundo,

     valle del llanto se apellide el mundo.

    Lloraré eternamente

    la antigua dicha de que fui halagada,

    aun más que el mal presente;

    pues, porque fui feliz soy desdichada.

    Dijo, y rendida al grave sentimiento,

    en el dolor se destempló el acento.

    29

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana de La Colonia

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     Literatura de la Colonia

     Descripción del Mar de Venus

    (Ficción poética y moral)

    De Memnón en el reino floreciente,

    donde entre rosas, llama brilladora,

    con bostezos de nácar al oriente

    se asoma el sol en brazos de la aurora,

    cuando, risueño, la estación lucientedel celeste zafir purpúreo dora,

     y, fogoso bajel, trasmonta bellas

    ondas de luz en piélagos de estrellas,

    el Mar de Venus yace, que encendido,

    encrespando los rizos de su frente,

    ondas eleva que formó Cupidode adusto aljófar, de cristal ardiente:

    En llamas hierve el golfo, y convertido

    en torpe hoguera su voraz torrente,

    risueñas brillan con incendio ciego

    espumas rojas en un mar de fuego.

     Abrasado en el golfo es un cometacada brillante pez, y con iguales

    rayos que emulan al mayor planeta

    los escollos se cambian en fanales:

    nada de Venus el ardor respeta,

    escollos, peces, ondas ni cristales;

     y, luceros del mar, arden serenas

    de Cupido en el fuego aun las arenas.

    30

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana de La Colonia

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     Juan Bautista Aguirre

    Este, pues, golfo habitación profunda

    de halagüeñas sirenas siempre ha sido,

    arqueros del amor, en quienes funda

    su imperio Venus, su poder Cupido;

    que dulces vibran con acción fecunda

    de apacible veneno arpón teñido,

     y a los esfuerzos de su acero impuros

    arrojan sangre aun los peñascos duros.

    ¡Oh a cuántos necios el mentido halagode este mar enamora sin sosiego,

     y, mariposas de su mismo estrago,

    la muerte beben en un dulce fuego!

    ¡Oh cuántas naves, de este obsceno lago

    despojo fueron al impulso ciego,

    revelando su ruina a las orillas

    sangrientos trozos de deshechas quillas!

     Aquí la madre del Amor navega,

    que si riza las ondas o el mar bruma,

    con lo halagüeño de su vista anega

    en luz el aire y en ardor la espuma:

     Venus, divina Venus a quien llega

    de las tres Gracias la belleza sumaconfusa al verla, matizando ufano

    arpón dorado su nevada mano.

    31

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana de La Colonia

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     Literatura de la Colonia

    Su nave es una concha brilladora

    que de nácar y púrpura formada,

    o es, constelado, el llanto de la aurorao es la risa del cielo congelada:

    su proa argenta, si su popa dora

    de luz y aljófar copia enamorada;

     y si gira las ondas, es en ella

     Venus la perla de esta concha bella.

     Aquí Cupido, de este mar pirata,del arco ebúrneo fatigando el seno,

    en suaves dardos de bruñida plata

    dispara dulce su mortal veneno;

     y tanto el ciego flechador maltrata

    del convexo marfil la cuerda o freno,

    que, siendo el blanco humanos corazones,

    anega al mundo en piélagos de arpones.

    En esta, pues, galera de Cupido

    se miran muchos del amor forzados,

    que en dulce llanto y apacible ruido

    gimen al remo, de una flecha atados,

     y del numen rapaz, terror de Gnido,

    siendo azote su cuerda, amenazados,con eco alterno, con clamor profundo,

     juran a Venus por deidad del mundo.

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  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana de La Colonia

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     Juan Bautista Aguirre

    Enamorados de sus graves penas,

    de un dardo y otro al golpe repetido,forman del nácar que latió en sus venas

     víctima a Venus de carmín vertido;

     y de las bellas de su amor sirenas

    al fatal silbo dulcemente oído,

    sulcan gustosos con trabajo sumo

    golfos de fuego en remolinos de humo.

    En copas de oro que el amor propina,

    un néctar liban de dulzuras lleno,

    en el cual Venus a su sed destina

     veneno dulce, pero cruel veneno;

     y el dios vendado, que áspid se reclina

    en el catre florido de su seno,

    en suave llama su ponzoña miente

    para entrañarles hasta el alma el diente.

     A estos cautivos cada ninfa ingrata,

    Circe hechicera, brinda dulcemente

    en manos de cristal prisión de plata,

     y en labios de carmín ponzoña ardiente;

    cadena de oro con que amor los ata

    es el pelo, desdén de ofir luciente,

    que en las costas de amor estas sirenas

    son causa hermosa de un Argel de penas.

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  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana de La Colonia

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     Literatura de la Colonia

    En el purpúreo rosicler sediento

    que risueño en sus labios liba grana,

    tiñe sus dardos de carmín sangriento

    el lince, nieto de la espuma cana.

     Y de amor los cautivos, al violento

    fogoso impulso de la flecha insana,

    ríen y lloran, porque están de modo

    que nada sienten y lo sienten todo.

    ¡Oh infelices forzados de la impura

    madre del numen faretrado y ciego!

    ¿este tormento lo juzgáis dulzura?

    ¿refrigerio fingís que es este fuego?

    ¿por acierto tenéis esta locura?

    ¿esta inquietud amáis como sosiego?

    ¡Oh, cuánto os ciega vuestro amor!

    ¡oh, cuánto la copa un día colmaréis con llanto!

    34

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana de La Colonia

    32/172

     Juan Bautista Aguirre

     A la rebelión y caída de 

     Luzbel y sus secuaces

     Viose Luzbel de estrellas coronado,

    plumas de fuego y resplandor vestido,

    de los astros al ápice encumbrado,

    entre querubes adalid lucido,

    de Dios portento, a esmeros fabricado,

    perfecto en todo, en todo esclarecido;

     y soberbio de verse en tanta alteza,

    dijo lleno de rabia y de fiereza:

    ¿En lóbrego no puedo, ardiente, horrendo

    desorden, espantoso a la fortuna,el universo todo confundiendo,

    ahogar al sol en su dorada cuna?

    ¿En pavesas cambiar, si lo pretendo,

    no me es posible el globo de la luna?

    ¿Qué espera, pues, mi enojo sin segundo,

    que no hundo al cielo sepultando al mundo?

    Falsear haré con ira fulminante

    del alto cielo, en un vaivén ruidoso,

    la azul muralla, y subiré triunfante

    a ser señor del reino luminoso;

    si son estorbo a mi ímpetu arrogante

    aire, mar, tierra o firmamento hermoso,

    haré que sientan mi furor violentoel mar, la tierra, el aire, el firmamento.

    35

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana de La Colonia

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     Literatura de la Colonia

    Igual a Dios seré, pues se dilata

    mi poder tanto, y sellaré mi huella

    donde el ártico polo en hielos ata

    al Aquilón, perezas de su estrella.

    Dijo, y al punto en iras se desata

    de celestes garzones tropa bella,

    que marchando con brava bizarría

    luz, por guerrero polvo, daba al día.

    ¡Al arma! ¡al arma! ya el clarín sonorogrita con ecos agrios, resonantes;

     y al aire vieras del metal canoro

     blandir los astros picas de diamantes;

    serpeaba undosa sobre yelmos de oro

    turba de airones vivos, tremolantes;

    nunca vio el aire, en pavoroso anhelo,

    poblado de astros, tan turbado el cielo.

    Con rabia extraña, con coraje horrendo

    de Lucifer los lúgubres pendones,

    seguían, de sombras su escuadrón vistiendo,

    prófugos de la luz, ciegos dragones;

    con tal soberbia, confusión y estruendo

    marchaban estos hórridos campeones,que del antro al cénit el polo helado

    tembló confuso, palpitó turbado.

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  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana de La Colonia

    34/172

     Juan Bautista Aguirre

    No de otra suerte cuando intenta el noto

    teñir feroz el vulto de la esfera:el aire entonces duramente roto

    con serpientes de fuego al mundo altera;

    pálido el sol al fúnebre alboroto

    ceniza peina en vez de cabellera:

    todo es horror, el cielo se anochece,

    el polo cruje, y el universo entero se estremece.

    Del testamento sobre el monte ardiente

    Luzbel estaba respirando saña,

    dos hogueras por ojos, y por frente

    negra noche que en sierpes enmaraña;

    altivo aturde al mundo fieramente,

    este bastardo horror de la montaña,

    pues, trueno el silbo, el eco terremoto,

    confunde al orbe en hórrido alboroto.

    El divino Miguel espiritoso,

    que fiel se opone al ángel atrevido,

    las rubias hebras apremió garboso

    al yelmo de oro en soles guarnecido;

     y al encuentro primero pavoroso,

    al caos le arroja, donde el fementido,de expirante tizón eterna llama,

     blasfemo truena, corajudo brama.

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  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana de La Colonia

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     Literatura de la Colonia

    No tan furioso nubes despedaza

    el sulfúreo turbión, no tan violenta

    con ráfagas de luz montes arrasa

    del huracán la rápida tormenta,

    como arrojado de la etérea casa

    Luzbel cayó con ira tan sangrienta

    que, en humo envuelto y en coraje eterno,

    de espíritus de luz ondeó un infierno.

     Al caer Luzbel con su escuadrón tremendo,un polo y otro, el vulto demudado,

    palpitaron violentos, confundiendo,

    el giro de ambos orbes prolongado;

    turbóse luego al estallido horrendo

    del cielo y tierra el orden barajado,

     y que bajaban pareció al profundo

    la esfera en polvo, en átomos el mundo.

    ¿Viste nocturna Dama presurosa

    encendida ilusión, que en pronto vuelo,

    rasgo de luz, exhalación hermosa,

    con brillante destello argenta el cielo?

    ¿y que al correr la esfera luminosa,

    desliz lucido, con fogoso anhelo,tan presto acaba luces y carrera

    que no miras lo que es sino lo que era?

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  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana de La Colonia

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     Juan Bautista Aguirre

     Así Luzbel, planeta rutilante,

    que a la madre de amor dio lucimiento,

    lucero hermoso entre ángeles brillante,

    del sol envidia, de beldad portento,

    fanal celeste que intentó arrogante

    establecer al aquilón su asiento,

    fue en el estado de su luz primera

    llama que pasa, exhalación ligera.

    Estudiad, oh mortales, escarmiento

    en esa imagen necia de Faetonte, 

    que quiso remontarse al firmamento,

     y el averno  fue tumba a su remonte:

    así pagó su loco atrevimiento

    este atezado embrión del Aqueronte,

     y así padece, aún más que en el abismo,

    horrible infierno dentro de sí mismo.

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  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana de La Colonia

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     Literatura de la Colonia

     Lector mío, los versos amorosos que se siguen, 

    advierte que no se hicieron a otro fin que a mi  

    diversión y ejercicio: si tú puedes, aplícalos a lo divino, y si no, juzga que son requiebros de Don

    Quijote a Dulcinea.

     A una dama imaginaria

    (Romance)

    Qué linda cara que tienes,

     válgate Dios por muchacha,

    que si te miro, me rindes

     y si me miras, me matas.

    Esos tus hermosos ojosson en ti, divina ingrata,

    arpones cuando los flechas,

    puñales cuando los clavas.

    Esa tu boca traviesa

     brinda, entre coral y nácar,

    un veneno que da vida y una dulzura que mata.

    En ella las gracias viven:

    novedad privilegiada,

    que haya en tu boca hermosura

    sin que haya en ella desgracia.

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  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana de La Colonia

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     Juan Bautista Aguirre

    Primores y agrados hay

    en tu talle y en tu cara;

    todo tu cuerpo es aliento,

     y todo tu aliento es alma.

    El licencioso cabello

    airosamente declara

    que hay en lo negro hermosura,

     y en lo desairado hay gala.

     Arco de amor son tus cejas,

    de cuyas flechas tiranas,

    ni quien se defiende es cuerdo,

    ni dichoso quien se escapa.

    ¡Qué desdeñosa te burlas!

     y ¡qué traidora te ufanas,a tantas fatigas firme

     y a tantas finezas falsa!

    ¡Qué mal imitas al cielo

    pródigo contigo en gracias,

    pues no sabes hacer una

    cuando sabes tener tantas!

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  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana de La Colonia

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     Literatura de la Colonia

     A unos ojos hermosos

    Ojos cuyas niñas bellas

    esmaltan mil arreboles,

    muchos sois para ser soles,

    pocos para ser estrellas.

    No sois sol, aunque abrasáisal que por veros se encumbra,

    que el sol todo el mundo alumbra

     y vosotros le cegáis.

    No estrellas, aunque serena

    luz mostráis en tanta copia,

    que en vosotros hay luz propia y en las estrellas, ajena.

    No sois lunas a mi ver,

    que belleza tan sin par

    ni es posible en sí menguar,

    ni de otras luces crecer.

    No sois ricos donde estáis,

    ni pobres donde yo os canto;

    pobres no, pues podéis tanto,

    ricos no, pues que robáis.

    No sois muerte, rigorosos,

    ni vida cuando alegráis; vida no, pues que matáis,

    muerte no, que sois hermosos.

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     Juan Bautista Aguirre

    No sois fuego, aunque os adula

    la bella luz que gozáis,

    pues con rayos no abrasáis

    a la nieve que os circula.

    No sois agua, ojos traidores,

    que me robáis el sosiego,

    pues nunca apagáis mi fuego

     y me causáis siempre ardores.

    No sois cielos, ojos raros,

    ni infierno de desconsuelos,

    pues sois negros para cielos

     y para infierno sois claros.

     Y aunque ángeles parecéis,

    no merecéis tales nombres,que ellos guardan a los hombres

     y vosotros los perdéis.

    No sois diablos, aunque andáis

    dando pena a los que os vieron,

    que ellos del cielo cayeron,

     vosotros en él estáis.

    No sois dioses, aunque os deben

    adoración mil dichosos,

    pues en nada sois piadosos

    ni justos megos os mueven.

     Y en haceros de este modonaturaleza echó el resto,

    que, no siendo nada de esto,

    parece que lo sois todo.

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     Juan Bautista Aguirre

     Breve diseño de las ciudades de Guayaquil y Quito

    (Carta jo c o s e r ia escrita por el autor a su cuñado don 

     Jerónim o M endio la , describ ie ndo a Guayaquil y Quito.)

    Dichoso paisano, en quien

    con diversísimos modos

    se miran los dones todos,

    todas las prendas se ven,

    perdona si en parabién

    de tu carta no te da

    algo mi amor, porque ya

    cuanto yo darte podía,que era la voluntad mía,

    tú te la tienes allá.

    Mostrárteme agradecido

    hoy mi empeño viene a ser,

     y para poderlo hacer

    de estos versos me he valido;recíbelos advertido,

    de que si aun el don mayor

    sólo recibe valor

    del amor de quien lo da,

    inmenso mi don será,

    pues es inmenso mi amor.

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     Juan Bautista Aguirre

    Tribútanle con desvelo

    entre singulares modosla tierra sus frutos todos,

    sus influencias el cielo;

    hasta el mar que con anhelo

    soberbiamente levanta

    su cristalina garganta

    para tragarse esta perla,

    deponiendo su ira al verlale besa humilde la planta.

    Los elementos de intento

    la miran con tal agrado,

    que parece se ha formado

    de todos un elemento;

    ni en ráfagas brama el viento,

    ni son fuego sus calores,

    ni en agua y tierra hay rigores,

     y así llega a dominar

    en tierra, aire, fuego y mar,

    peces, aves, luces, flores.

    Los rayos que al sol regazan

    allí sus ardores frustran,

    pues son luces que la ilustran

     y no incendios que la abrasan;

    las lluvias nunca propasan

    de un rocío que de prisa

    al terreno fertiliza,

     y que equivale en su tanto

    de la aurora al tierno llanto,del alba a la bella risa.

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     Literatura de la Colonia

    Hacen a Quito muy hondo

    una y otra rajadura, y teniendo tanta hondura,

    es ciudad de ningún fondo.

     Aquí hay desdichas ahondo,

    aquí el hambre y sed se aúnan

     y a todos nos importunan;

    aquí, en fin, ¡raros enojos!

    los que comen son los piojos,

    los demás todos ayunan.

    Son estos piojos taimados

    animales infelices,

    grandes como mis narices,

    gordos como mis pecados;

    cuando veo que estirados

     van muy graves en cuadrilla,

    me asusto que es maravilla

    desde que un piojillo arisco,

    sólo con darme un pellizco,

    me sumió la rabadilla.

    Las sillas de mano aquí

    se miran como a porfía, y te aseguro a fe mía

    que tan malas no las vi;

    luego que las descubrí

    por unos lados y otros,

     viendo los asientos rotos

     y quebradas las tablillas,

    dije: Bien pueden ser sillas,mas yo las tengo por potros.

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    En estas sillas se encierra,

    llevando cualquier serrana,mucho pelo y poca lana,

    como oveja de la tierra.

     Aquí, pues, en civil guerra

    con femeniles enojos

    son de los piojos despojos,

     y con dentelladas bellas,

    los piojos las muerden a ellas, y ellas muerden a los piojos.

    Estas quiteñas como oso

    están llenas de cabello,

     y aunque tienen tanto vello,

    mas nada tienen hermoso;

    así vivo con repososin alguna tentación,

    siquiera por distracción

    me venga, pues si las hablo,

     juzgando que son el diablo,

    hago actos de contrición.

    Lo peor es la comida(Dios ponga tiento en mi boca):

    ella es puerca y ella es poca,

    mal guisada y bien vendida;

    aquí toda ella es podrida,

     y ¡vive Dios! que me aburro,

    cuando imagino y discurro

    que una quiteña taimada

    me envió dentro una empanada

    un gallo, un ratón y un burro.

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     Literatura de la Colonia

    Hay tal o cual procesión,

    mas con rito tan impío,que te juro, hermano mío,

    que es cosa de inquisición:

     van cien Cristos en montón

    corriendo como unas balas,

    treinta quiteños sin galas,

    más de ochenta Dolorosas,

    San Juan, Judas y otras cosas,

    casi todas ellas malas.

    Con calva, gallo, y sin manto,

    un San Pedro se adelanta,

     y, por más que el gallo canta,

    no quiere llorar el Santo;

    pero le provoca a llanto

    de sus llaves la reyerta,

    pues cuenta por cosa cierta,

    estando el Santo con sueño,

    que se las hurtó un quiteño

    para falsear una puerta.

     Va también tal cual rapaz

     vestido de ángel andante,con su cara por delante

     y máscara por detrás;

    con tan donoso disfraz

    echan unas trazas raras,

    dándonos señales claras

    que, en el quiteño vaivén,

    aun los ángeles tambiénson figuras de dos caras.

    52

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    De penitentes con guantes

    salen los nobles por nodar limosna, y temo yo

    que han de salir de danzantes.

    Estos quiteños bergantes

    ¿cómo harán tal indecencia?,

    pues hallo yo en mi conciencia

    que es muy grave hipocresía

     vestir la cicateríacon traje de penitencia.

    Después se ven unos viejos

     beatos, brujos y quebrados,

     y algunos frailes cargados

    con sus barbas y agarejos;

    luego se sigue a lo lejos

    una recua de Cofrades,

    después las Comunidades,

     y otras bestias con pendones,

    porque aquí las procesiones

    todas son bestialidades.

    Mil pobres despilfarrados

    se miran a cada instante,

    mas ninguno es vergonzante,

    que son bien desvergonzados;

    ciegos, mudos, corcobados

     y enanos hay en verdad

    tantos en esta ciudad,

    que yo afirmo sin rebozo

    que es este Quito piojosoel Valle de Josafat.

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     Literatura de la Colonia

    Hermano, en aqueste Quito

    muchos mueren de apostemas,

    de bubas, llagas y flemas,

    mas nadie muere de ahito;

     y hay serrano tan maldito

    que al rezar la letanía

    pide a la Virgen María,

    con grandísimo fervor,

    que le conceda el favor

    de morir de apoplejía.

     A cualquiera forastero,

    con extraña cortesía,

    sea de noche, sea de día,

    le quitan luego el sombrero;

     y si él no trata ligero

    de tomar otra derrota,le quitan también sin nota

    estos corteses ladrones

    la camisa y los calzones,

    hasta dejarlo en pelota.

     Andan como las cigarras

    gritando por estas sierrasque son leones en las guerras,

     y lo son sólo en las garras;

    para hurtar estos panarras

    con sutileza y con tiento

    son todos un pensamiento,

    de suerte que yo he juzgado

    que en las uñas vinculadotienen el entendimiento.

    54

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana de La Colonia

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     Juan Bautista Aguirre

    El que es noble gamonal

    algún obraje procura, y de esta suerte asegura

    tener enjerga el caudal.

    Los quiteños, por su mal,

    entablaron desdichados

    estos obrajes malvados,

    pues con esperanzas vanas

     van al obraje por lanas y se vuelven trasquilados.

    Todos estos obrajeros,

    por interés del vellón,

    compran ovejas y son

    ellos gentiles carneros.

    Tienen bueyes y potreros

    del caudal para ventaja,

    pero, aunque ellos se hacen raja,

    nunca salen de pobreza,

    pues vinculan su riqueza

    en cuernos, lanas y paja.

     A todos con gran certeza

    de frailes les acredito,

    pues todos en este Quito

    hacen voto de pobreza;

    pero el fausto, la grandeza

     y la gala es incesante,

    pues aquí, como es constante,

    se estudia con grande aprieto

    la comedia de Moretonombrada, «Trampa adelante».

    55

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     Literatura de la Colonia

    Cualquier chisme o patarata

    lo cuentan por novedad,

     y para no hablar verdad

    tienen gracia gratis data:

    todo hombre en lo que relata

    miente o a mentir aspira;

    mas esto ya no me admira,

    porque digo siempre: ¡Alerta!

    sólo la mentira es cierta

     y lo demás es mentira.

    Mienten con grande desvelo,

    miente el niño, miente el hombre,

     y, para que más te asombre,

    aun sabe mentir el cielo;

    pues vestido de azul velo

    nos promete mil bonanzas, y muy luego, sin tardanzas,

     junta unas nubes rateras,

     y nos moja muy de veras

    el buen cielo con sus chanzas.

    Llueve y más llueve, y a veces

    el aguacero es eterno,porque aquí dura el invierno

    solamente trece meses;

     y así mienten los franceses

    que andan a Quito situando

     bajo de la línea, cuando

    es cierto que está este suelo

     bajo las ingles del cielo,es decir, siempre meando.

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  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana de La Colonia

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     Juan Bautista Aguirre

    Este es el Quito famoso

     y yo te digo, jocundo,que es el sobaco del mundo

     viéndolo tan asqueroso.

    ¡Feliz tú! que de dichoso

    puedes llevarte la palma,

    pues gozas en dulce calma

    de ese suelo soberano,

     y con esto, adiós, hermano.

    Tu afecto, Juan de buen alma.

    N   o t a   :

    * Los textos han sido s eleccio nad os de E spinosa Pólit, Aurelio.  Los dos prim eros  

     poetas colonia les.  México: J. M. Cajica, 1960. [Colección B iblioteca Ecu atoriana

    Mínima].

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    José de Orozco

    y

    Ramón Sánchez de Viescas

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    Los poetas del «Ocioso de Faenza»:*José de Orozco y Ramón Sánchez de Viescas

    La cultura ecuatoriana debe al padre Juan de Velasco S. J.

    no solo el haber escrito el primer ensayo historiográfico

    importante acerca de lo que fue el «Reino de Quito»,

    sino también la más extensa recopilación de obras poéticas de

    nuestro período colonial, amén de otros trabajos eruditos sobrela lengua quichua que hoy, lamentablemente, andan perdidos.

    En efecto, en la Colección de poesías varias, hecha por un ocioso 

    en la ciudad de Faenza,  Velasco pretendió compilar, en una

    suerte de antología, las obras poéticas más célebres de la lengua

    española, florilegio al que añadió algunas producciones propias

    de los jesuítas americanos expulsados en Italia, principalmente

    de sus coterráneos1. Varios son los nombres de los poetas jesuítasnacidos en el territorio de la antigua Audiencia de Quito y a los que

    Juan de Velasco rescata del olvido gracias a su acuciosa labor de

    antologo. Entre ellos encontramos a Nicolás Crespo (1701-1769);

    Juan de Ullauri (1722-1801); Juan Celedonio Arteta (1741-1796);

    José de Orozco (1733-1796); Ramón Sánchez de Viescas (1731-

    1799); José Garrido (1726-1780); Sebastián Rendón (1715-1776);

    Mariano Andrade (1734-1811); Manuel de Orozco (1729-1786);

     Ambrosio Larrea (1742-1796). A estos nombres hay que añadir

    el del propio Juan de Velasco, quien incluye en su voluminosa

    6 l

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     Literatura de la Colonia

    antología las obras líricas de su propia cosecha. Si todos nacieron

    en diversas ciudades y pueblos de la Audiencia de Quito, todosellos murieron en el destierro, en Italia, lejos de su tierra, pues

    nunca retornaron a su extrañada patria.

    Hacer un balance general acerca del valor literario de los textos

    líricos de esta colección resulta complejo en vista de la gran varie-

    dad de temas, estilos y géneros poéticos que se aborda en ellos y,

    sobre todo, por la desigualdad que existe en la capacidad literaria

    de los autores. Para medir la importancia de esta colección en las

    letras ecuatorianas, me remito a lo ya expresado en  Identidad y 

     formas de lo ecuatoriano:

    Las pequeñas obras de los extrañados, incluidas en este libro colectivo

    (El ocioso de Faenza), llegan a nuestra sensibilidad, no solo por su men-saje estético sino, además porque hay en él algo como un haz de angus-

    tiadas voces de auxilio frente a un casi seguro naufragio en el tiempo,

    lejos de la amada patria. Porque si hay algo que une la diversa heteroge-neidad de esta colección de poesías varias es el hecho de que estas vocesse nos aproximan al unísono, en coro. En toda ella hay una implícita

     voluntad de salvarse, no individualmente sino en comunidad, porque en

    comunidad habían compartido la vida y el infortunio. Aunque no era la

    publicación el fin inmediato, no obstante se siente que fue este afán desalvarse del olvido, de afirmar ese «yo» y ese «nosotros» tan negados

     y rezagados, ese grito inicial del «sálvese quien pueda» que por obradel recopilador llegó al comunitario «salvémonos», el principal impulso

    aglutinador de esta colección2.

    De todos los poetas aquí nombrados, nos referiremos con más de-

    talle a dos de ellos: José de Orozco y Ramón Sánchez de Viescas.

    J o s é  d e  O r o z c o

    El padre José de Orozco nació en Riobamba en 1733. Ingresó en

    la Compañía de Jesús en 1748. Coterráneo y pariente de Juan

    de Velasco. Fue profesor de gramática y bibliotecario en el

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     José de Orozco y Ramón Sánchez de Viescas

    colegio jesuíta de Guayaquil. Como todos los jesuítas quiteños,

    fue desterrado a los Estados Pontificios (Italia) en 1767. Vivió enRávena junto a otros hermanos expulsados. Fue en esa ciudad

    italiana que escribió la mayor parte de su obra poética, sobre

    todo su poema de corte épico titulado  La conquista de Menorca. 

    No se sabe a ciencia cierta la fecha de su muerte, es probable que

    ocurriera en Rávena poco después de 1796.

    O  b r a   l i t e r a r i a

    José de Orozco figura en las letras ecuatorianas por su célebre

    poema épico  La conquista de Menorca,  obra que consta de 142

    octavas reales y escrita en 1782, el mismo año que ocurrieron los

    acontecimientos que se relatan en el poema. Tales hechos se re-

    fieren a la expedición militar que realizó Carlos III, rey de España,para reconquistar del poder de los ingleses la isla de Menorca,

    antigua posesión española en el Mediterráneo. La acción estuvo

    al mando del Duque de Crillón, mercenario francés a órdenes de

    la monarquía española.

    El poema consta de cuatro «Cantos»: «La selección del supremo

    comandante»; «La navegación del Mediterráneo»; «La conquis-

    ta de la Isla» y «La toma de San Felipe». El plan de exposiciónes, en opinión de Juan León Mera3, «sencillo  y  bien concertado»

     y, en esencia, consiste en lo siguiente: Carlos III decide recon-

    quistar la isla de Menorca, pero duda en cuanto a la elección del

     jefe militar que llevaría a cabo la empresa. Hasta su despacho

    real llega Marte, el dios de la guerra,  y le aconseja nombrar al

    Duque de Crillón. Una vez que la escuadra se da a la vela, so-

     breviene una tormenta que pone en grave peligro la vida de losespañoles. Los navegantes elevan al cielo sus ruegos  y gracias a

    la intervención de Jesús y María, la calma y las esperanzas de los

    navegantes renacen. Caen por sorpresa en la isla de Menorca  y 

    63

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     Literatura de la Colonia

    dominan Mahón, pero los ingleses, al mando del general Murray,

    se reagrupan en la fortaleza de San Felipe desde donde resisten valerosamente. Sin embargo, los españoles arremeten con valor

     y denuedo y consiguen, al fin, dominar a los ingleses.

    No le falta al poema aliento épico y al poeta le sobran ganas de dar

    a sus versos nobleza heroica y de engrandecer una escaramuza

    que, como tantas otras de ese siglo, la historia no ha concedido

    mayor importancia. Orozco es consciente de las dificultades

    que le ofrece el tema, pues se propone cantar un hecho que nopertenece a su mundo ni a su ámbito. Por ello, desde la segunda

    estrofa de su poema se oye la dolida voz del desterrado que atisba,

    como furtivo espectador, la historia ajena que —oh paradoja— se

    propone, sin embargo, exaltar:

    Com o en contrario clim a degenera  

    no poc as veces desg raciada planta, 

    aun cuando cuidadoso más se esmera  

    en su cultivo aquel que la trasplanta: 

    tal, mi Musa infeliz en extranjera  

    región se ve degenerar, si canta:  

     fá lta le la aura nativa, y con ella  

    el dulce flu jo de benigna estrella.

    Pero la dificultad del poeta es aún mayor cuando se confiesa

    inepto para el verso, pues por «cuatro lustros», dice, ha estadoalejado del «comercio de las Musas». Sin embargo, el «marcial

    estrépito» de la conquista de Menorca «cual trueno, el estro des

    pertó que en mí dormía». Este «trueno» que sacó de la pasividad

    al poeta Orozco para cantar una guerra ajena, ¿no es acaso el pre

    ludio de aquel otro que, años después, despertará al guayaquile-

    ño José Joaquín Olmedo para celebrar la libertad de los pueblos

    americanos? ¿Coincidencias o influencias?

    No es de extrañar que este criollo de Riobamba, desterrado en

    tierras italianas por incomprensible disposición de la monarquía

    64

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     José de Orozco y Ramón Sánchez de Viescas

    española, alabara en su poema al propio rey que lo desterró.

     Y no es de extrañar esta actitud, digo, porque con ello Orozcose unía a una tradición colonial que estaba más allá de sus

    sentimientos personales, tradición que consistía en manifestar

    siempre sumisión a un monarca cuyos favores, a pesar de todo,

    eran esperados con ansias por los míseros expulsos. No otra cosa

    hicieron otros poetas coloniales antes de Orozco y después de él,

    como es el caso de Olmedo, el cantor de la Independencia, quien

    rompió lanzas en los campos de la poesía celebrando las gloriasde la monarquía.

    José Orozco muestra en  La conquista de Menorca dos impulsos

    diferentes en su estilo. Por una parte está su formación barroca

    que se manifiesta en ese empaque rígido al que obliga el gon-

    gorismo; y, por otra, hay una expresión que corre más ligera y

    suelta, alivianada de los excesos propios de «embellecimiento»culterano; sin embargo, en un caso y otro, la frase se halla siem

    pre sometida a la tortura del hipérbaton, ese corsé que retuerce

    la anatomía de la oración. Ejemplo de ese estilo más terso bien

    podría ser la estrofa transcrita anteriormente. La expresión cul

    terana, muy cercana al Góngora del  Polifemo  se manifiesta, en

    cambio, en la siguiente octava real en la que se describe el agreste

    paisaje de Menorca:

     Su desmedida mole comparece del más bárbaro adorno con las señas, 

     pues rebujándose áspera ennegrece la hórrida gala y fausto de sus greñas; 

    de mil Tifeos el remedo ofrece en lo encumbrado de sus rudas peñas, 

    cuyos escudos y deformes bultos 

    a Jove le recuerdan sus insultos.

    Es manifiesta la desigualdad de estilo y de tono en esta obra; un

    defecto que ha sido señalado por los críticos literarios a partir de

    65

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     Literatura de la Colonia

    Juan León Mera. Por lo demás, José de Orozco sabe manejar el

     verso con acierto y la cláusula poética con gran aliento y ampli

    tud. Sin embargo, no comparto el entusiasmo de Espinosa Pólit,

    quien sostenía que «la obra del P. José de Orozco es piedra sillar

    de cimiento en la literatura ecuatoriana».

    No tiene valor, hoy en día la discusión que plantearon varios

    críticos acerca de la mezcla que hace Orozco de la mitología greco-

    latina con lo divino-cristiano. Un recurso semejante —aunque

    lindando con el disparate— había sido utilizado un siglo antespor el poeta guayaquileño Antonio Bastidas. Tampoco hacía falta

    «justificar» esta licencia señalando que ya, antes, desde la Edad

    Media se la había utilizado, en concreto, a partir del Caballero 

    Cifar.  Esta simbiosis (que nunca ha ofrecido buenos logros, es

     verdad) obedece, en la obra de Orozco, a dos razones: por una

    parte, a la imprescindible utilización de tópicos de la poesía épica

    occidental (la referencia a los dioses griegos) y, por otra, a larelación (imprescindible también en una cosmovisión cristiana

    de la vida) de los actos humanos con la voluntad divina.

    R a m ó n   Sá n c h e z  d e  V i e s c a s

    Nació en Quito en diciembre de 1731. En 1745 ingresa como alumnoen el Seminario de San Luis, en Quito, institución regentada por

    los jesuítas y donde fue condiscípulo de Eugenio Espejo. Estudia

    retórica y filosofía. En la Universidad de San Gregorio fue profesor

    de Teología Moral. En 1765 se ordena de sacerdote y en 1767, al

    igual que sus hermanos de la orden jesuíta, es desterrado a Italia.

    El resto de sus días los pasa en Rávena, ciudad insalubre, según

    lo testimonia en sus escritos. Los jesuítas desterrados en Italiaestaban impedidos de ejercer su oficio sacerdotal y con el fin de

    ganarse el pan cotidiano, Viescas, al igual que otros hermanos de

    66

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     José de Orozco y Ramón Sánchez de Viescas

    infortunio, debieron ejercer la cátedra. Su fama de teólogo y buen

    maestro se difundió en Rávena, donde con dignidad sobrellevó eldestierro. A diferencia de otros hermanos de hábito que debieron

    arrastrar una vida de desocupación y hasta miseria, Viescas fue

    llamado a ejercer cargos de importancia como el ser prefecto

    de las Escuelas Públicas de Rávena, tarea que le encomendó el

    cardenal Valenti Gonzaga, a la sazón gobernador de la Romaña.

    Muere en la misma ciudad italiana en marzo de 1799.

    O b r a   l i t e r a r i a

    De entre los poetas quiteños que comparecen en  El ocioso de 

     Faenza,  Ramón Viescas es, sin duda, el de mayores méritos

    literarios y el que más simpatías despierta. La crítica del siglo XIX

    lo consideró nuestro mayor poeta colonial. Como poeta, Viescasmuestra una inspiración variada, un buen conocimiento del

    oficio y una búsqueda de la corrección formal. Sin embargo, sus

    dotes de buen poeta se ven a menudo limitadas por ese ámbito

    estrecho que impone siempre la poesía de circunstancias, género

    que él practicó de preferencia, un condicionamiento al que, sin

    excepción, estuvieron sometidos todos los poetas coloniales.

     Abordó con acierto y tono adecuado, tanto lo serio como lo festivo,

    ductilidad que demuestra, por ejemplo, cuando celebra el nuevo

    túmulo erigido a la memoria de Dante o cuando, con sarcasmo y

     burla, describe la calvicie de algún hermano de hábitos.

    En efecto, en estos dos grupos: poesía seria y poesía satírica pue-

    de clasificarse la obra de Ramón Sánchez de Viescas, tal como

    nos ha legado la colección del P. Juan de Velasco. En la primera

    categoría se destacan poemas como Al sepulcro de Dante, los dossonetos de despedida escritos en honor de Matilde Cappi y de

    su madre, y el soneto dedicado a la restauración de la iglesia de

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     Literatura de la Colonia

    la Torreta de Rávena. Todas, como se ve, son obritas nacidas al

    impulso de alguna circunstancia pasajera, dictadas por el com-promiso de la lisonja a sus mecenas (el cardenal Valenti) o a per-

    sonajes influyentes. Si desde el punto de vista del arte, pena da

     ver cómo el P. Sánchez de Viescas desperdició su ingenio poético

    (que lo tuvo, sin duda) en escribir loas a los poderosos, humana-

    mente, en cambio, es comprensible, pues con ello logró afianzar

    en tierra ajena su siempre precaria condición de forastero. En

    este primer grupo debemos también mencionar las décimas de

     La musa escéptica y en las que el poeta, sin tomar partido por el

    Thabor o el Calvario, elige «el oscuro limbo de las dudas».

     A la par de estos encomios y otra poesía seria, Sánchez de Viescas

    escribió también poesía satírica, como lo demuestran las fáci-

    les décimas dedicadas a la calvicie «apóstata» de don Vicente

    Recalde.

     Al sepulcro de Dante  es un poema que formal y expresivamen-

    te obedece a un ideal literario clásico. Está escrito en liras (es-

    trofa preferida por los poetas del Renacimiento) y se siente que

    el poeta ha dejado atrás las brumas del gongorismo y ha con-

    quistado una renovada expresión en la que, además, se mueve

    con admirable seguridad. La idea del sueño en el que emergen

    sombras parlantes es, en este caso, atractiva aunque no original,

    procede, en parte, de una tradición en la que el mismo Dante (elasunto del poema) fue uno de los más connotados cultores (José

    Joaquín Olmedo la repetirá después en  La victoria deJunín).   Lo

    desmedido es el elogio sin reservas al transitorio gobernante de

    la ciudad de Rávena que el poeta pone en boca del gran Dante.

    No deja de ser interesante la coincidencia de que un desterrado

    en Rávena, como lo fue Sánchez de Viescas, interprete los sen-

    timientos de otro desterrado, esta vez Dante, que para siempredejó sus huesos en la misma ciudad.

    6 8

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     José de Orozco y Ramón Sánchez de Viescas

    No coincido con la opinión de aquellos que tildan a Sánchez de

     Viescas de «poeta neoclásico»; pero sí creo que con él se inicia uncamino de transición en la poesía colonial, camino que nos con-

    ducirá a la obra de un José Joaquín Olmedo, por ejemplo. Esta

    transformación en el gusto y estilo de este poeta jesuíta, que en

    su juventud, en Quito, fue educado bajo la sombra de Góngora, se

    debe no solo a esa corriente estética de retorno a los clásicos del

    Renacimiento (tendencia que dominó el arte literario italiano, al

    final del siglo x v i i i), sino también a un impostergable afán de

    comunicación más eficiente con el medio en el que debió abrirse

    paso. Ramón Sánchez de Viescas, el jesuíta quiteño que estuvo

    en contacto con la élite culta de la ciudad de Rávena, siente que

    el gongorismo en el que se formó en su juventud es anacrónico y

    quiere ponerse más a tono con su tiempo y, sobre todo, con esa

    clase aristocrática italiana a la que sirve y elogia.

    Las décimas que Viescas escribió a una «calva apóstata» lomuestran como poeta dotado para la sátira. Los versos —que

    corren fáciles y espontáneos— derraman buen humor y, a veces,

    destilan mordacidad. El autor se enfila aquí en la tradición

    conceptista y al pretender describir la gran calva que le obsesiona,

    sus estrofas crecen y se inflan con el uso reiterado de la hipérbole

    quevedesca. Así lo muestran estos versos en los que, hipérbole

    tras hipérbole, trata de darnos una idea de cómo era aquellacélebre calva:

    Una bóveda capaz  de ser la casa de Anás; 

    un gran Calvario sin cruz, un huevo de avestruz, un talón de Fierabrás.

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    No t a s :

    *Los prólogos que corresponden a José de Orozco y a Ramón Sánchez de Viescas

    reproducen, en su mayor parte, el texto que, bajo el subtítulo de «José Orozco y Ramón Sánchez de Viescas: dos intentos de conferir dignidad a lo circunstan

    cial», consta en mi libro:  Identidad y formas de lo ecuatoriano, publicado enQuito, por la editorial Eskeletra, en 2005 (págs. 309 a 317).

    1Valdano, Juan. Identidad y formas de lo ecuatoriano. Quito: Eskeletra, 2005,pág. 298. Sobre el destierro que la Corona española (Carlos III) decretó en 1767

    en contra de los jesuitas que, en ese momento, residían tanto en España como

    en sus territorios coloniales, me remito al mismo libro aquí citado, págs. 289 y ss.

    2Ibíd., págs. 305-306.

    3 Mera, Juan León. Ojeada histórico-crítica de la poesía ecuatoriana. Guayaquil: Ariel, [s. f.], pág. 73. [Colección Clásicos Ariel; 23].

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    José de Orozco

     La conquista de Menorca' (Fragmentos)

     Hallándose la Isla de Menorca, antigua posesión de España, en 

     poder de los Ingleses, fue conquistada por el Señor Carlos III, el  

    año de 1782, bajo el comando del Excmo. Sr. Duque de Crillón y de 

     Mahón, Grande de España, Gran Cruz del Real Orden de Carlos III, 

    Capitán General de los Reales Ejércitos, etc., etc., a quien dedicó 

    su Autor esta Obra, dividida en 4 Cantos, el mismo año 1782.

    Canto ILa elección del supremo comandante

    Musas del Pindó hispano, mis errores

    discretas disculpad, que yo no puedo

    a esa cumbre llegar, ni a los honores

    que a vuestras sienes con envidia cedo.

    Mal de la docta rama los verdores

    solicitara, pues distante quedo

    de ellos: que siendo en su desdén fugaces,ni a seguirlos mis ansias son capaces.

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     Literatura de la Colonia

    Como en contrario clima degenerano pocas veces desgraciada planta,aun cuando cuidadoso más se esmeraen su cultivo aquel que la trasplanta:tal, mi Musa infeliz en extranjeraregión se ve degenerar, si canta:fáltale la aura nativa, y con ellael dulce influjo de benigna estrella.Son cuatro lustros que en obscuro seno

    un letargo funesto me oprimía,teniéndome apartado del amenocomercio de las Musas de que huía,cuando marcial estrépito, cual trueno,el estro despertó que en mí dormía,mientras que, desvelados mis pesares,

     bogaban de mis ojos en los mares.

    Del patrio reino la ruidosa famael peso aligeró, de que oprimido,

     vi ya confusa y trémula la llamacasi apagarse en mí de lo entendido:el triunfal viva, con que el orbe aclamaal gran Bertón aquel estruendo ha sido,

    que hechicero poder de patriotismopudo en mí tanto, que volví en mí mismo.

    Éste, pues, entre júbilos me obligaa divorciar la necia pesadumbre,que, cadena de horror, al alma ligacuando le ofusca su preciosa lumbre;

    con paz de mi dolor, vuelvo a la amigadeliciosa estación, si no a la cumbre,a lo menos al pie: probaré en tantosi me hospeda otra vez amigo el canto.

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     Literatura de la Colonia

     Ardua empresa es decir cuál fuese a punto

    la luminosa armada, que mi acento,

    al cantarla admirable en el conjunto,

    restaura en pasmos su perdido aliento.

    En él la admiración encuentra junto

    cuanto con su facundia y fingimiento

    grandiosa en otros inventar podría

    licenciosa brillante fantasía.

    No del feliz Perú preciosas venastantas riquezas a la Europa han dado,

    que, excediendo del mar a las arenas,

    de la gran madre el cuerpo han circulado,

    cuantas son (casi de guarismo ajenas)

    las que regia opulencia ha derramado

    para mayor decoro de la armada

    al arduo desempeño destinada.

    Grecia, la antigua Roma, el Otomano,

     y cuanto las historias de eminente

    decirnos pueden del poder humano,

    ceder sin queja deben al presente.

    Basta decir: fue empeño soberano

    de aquel Monarca sumo, en cuya frenteaun son corto diadema los imperios

    que ilustra el sol en ambos hemisferios.

    De aquel Monarca invicto y poderoso,

    Carlos Tercero, el sabio, el admirado...

     Aquí suspender debo el armonioso

    acento, reverente y asombrado:nadie ignora que asunto muy glorioso

    resalta, más que dicho, respetado;

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     José de Orozco

    pues la elocuencia del silencio abulta

    el mismo encomio que industriosa oculta.

    Carlos Tercero, sí, mas sin segundo,

     vuestra gloria aplaudir sólo callando

    podré, con el respeto más profundo,

    pues que sólo errar mucho puedo hablando;

    mudo mi labio será más fecundo

    en encomiaros dignamente, cuando

    de vuestros timbres en inmenso abismo

    zozobra absorto aun el asombro mismo.

    Disculpad, como padre compasivo,

    este mi arrojo temerario y grave:

    a callar, el respeto es gran motivo,

    mas el silencio en tanto amor no cabe;

    entre amor y respeto decisivo

    el choque fue —mi pecho bien lo sabe—,

    que en él gigantes ambos combatieron,

     y mutuamente siempre se vencieron.

    De Menorca esculpida en su real pecho

    llevaba el Rey la indeleble historia,

    a que vio mantener mejor derecho,según publica a voces la memoria;

     y sabio resolvió que con un hecho

    más decisivo y digno de su gloria,

     borrase de sus héroes el coraje

    de rea fortuna el antiguo ultraje.

    Mas en la misma copia prodigiosade campeones, perpleja considera

    su regia comprensión cosa por cosa,

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     Literatura de la Colonia

     y cuál de tantos al bastón prefiera:

    de méritos la lid si admira hermosa,

    crece su duda más, porque pondera

    de cada cual prerrogativas tales,

    que todos le parecen ser iguales.

    Equilibrada así la competencia

    estaba, cuando, con prodigio claro,

    de Carlos en la augusta residencia

    se dejó ver un personaje raro;a reprimir su intrépida violencia

    no bastando de guardias el reparo,

    libremente sus pasos encamina

    al gabinete, en donde al Rey se inclina.

    Su aspecto horror, sus ojos fulminantes,

    de amenazas y estragos giran llenos:sus acentos y voces resonantes

    idioma son de articulados truenos;

    membruda emulación de los gigantes,

    su gran mole conturba los terrenos,

     y oprimidos los pueblos gimen tanto

    que de sangre en torrentes va su llanto.

    Un morrión es la pompa de su frente,

    la de su diestra un penetrante acero

    todo manchado en sangre, que caliente

    de su sed refrigera el ardor fiero,

    su hórrido traje avisa que igualmente

    es de hierro fatal su genio austero,

    pues mostrando el odiar la paz del hombre,se jacta de tener este renombre.

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    Si a vulgar perspicacia inexorable

    por su cruel apariencia se presenta,de la razón a veces amigable,

     y poderoso defensor se ostenta;

    no lleva siempre, no, la lamentable

     venda de la ignorancia turbulenta:

    tal vez observa bien, como conviene,

    la equidad de la parte que sostiene.

    El Monarca muy lejos del espanto

    que al más invicto ocasionar debiera

    tal objeto, lo mira sin quebranto

    de su quietud serena y placentera;

    del vestiglo extranjero observa en tanto

    traje, aspecto y divisas: quién pudiera

    ser bien advierte, y dícele severo:«¿Qué pretendes aquí marcial guerrero?

    ¿Cómo o por qué de mi mansión sagrada

    a violar los respetos te atreviste?

    ¿Tal vez de la más alta y adorada

    Suprema Potestad nuncio veniste?

    Si tal eres, declara la embajada, y el fin arcano que en venir tuviste:

    ¿Quién eres? Del misterio corre el velo,

     y sabe que me rindo sólo al cielo».

    «Marte soy, le responde, aquel terrible

    genio o numen sangriento de la guerra:

    esta espada es el yugo que insufrible

    hace gemir el mar, gemir la tierra.

    Mi presencia, que os debe ser plausible,

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     Literatura de la Colonia

    no otro arcano que gratitud encierra,

    pues tengo vinculada yo mi gloriade las armas de España a la memoria.

    Más que amigo, deudor agradecido,

    a vuestro grande Imperio me declaro;

    mi aplauso por sus armas desmedido

    en nuevos mundos resonó más claro:

    su dominio sin límite extendido,

    al del sol justamente lo comparo,

    pues pudo victoriosa su bandera

    las distancias medir de su carrera.

    Con ruidoso silencio los anales,

    con muda voz los ricos monumentos,

    en tinta y bronces hacen inmortales

    del brazo iberio insignes vencimientos:

    testigo soy y afirmo que son tales

    de sus héroes los hechos y portentos,

    que en valor sin igual y en la constancia,

    hacen al Reino una común Numancia.

    Se dilata en dos mundos poderoso

    de vuestros campeones el heroísmo,sosteniendo el Imperio más famoso,

    donde mayor me encuentro yo a mí mismo:

    ¿Qué mucho que, solícito y ansioso

    de mi gloria mayor en el abismo,

    pretenda de fiel Marte, que en su empeño

    haga mi gratitud el desempeño?

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    Minerva como yo, como yo Astrea

    reconoce su deuda cual conviene; y grata cada cual se lisonjea

    en el sumo esplendor que por vos tiene

    de valor, ciencia y equidad pelea

    el poder triplicado, de que os viene

    gloria inmortal, no halago de fortuna,

    luz permanente, no esplendor de luna.

    De luna, que al esmero de favores

    de quien su gala argenta e ilumina,

    crece y, cuando más crece en esplendores,

    tanto más a las menguas se avecina;

    no así cuando resaltan los primores

    de una fuente de luz que no declina,

    como la vuestra, que perenne crecepor sí misma, y dos mundos esclarece».

    Dijo; y con agradable cortesía,

    el grande Carlos reconoce en Marte

    la atenta y obsequiosa bizarría

    que al Reino encomios liberal comparte;

     viendo pues que propicio le sería,

    de su indecisa duda le da parte,

    haciendo que por justo y por severo,

    fuese su fiel privado consejero.

    «Veniste, dijo, al tiempo que mi idea

    en tantas dudas más que detenida,

     ya se confunde, ya se lisonjea,

    en la bella contienda divertida;

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     Literatura de la Colonia

    el mérito sublime la recrea

    de mis héroes, si bien entretenida, y suspensa éste mismo tiene el alma,

    a un tiempo en dulce y turbulenta calma.

    Preferir dignamente se debría

    aquel a quien adorna y ennoblece

    la ciencia militar, brillante guía,

    sin la cual el valor no resplandece:

    una ciega e intrépida osadía

    ¡oh, cuanto las empresas obscurece!

    pues que de la ignorancia los arrojos

    son de sí mismos trágicos despojos.

    La ciencia sin valor no desempeña

    los créditos de un jefe esclarecido:

    el que sin alas a volar se empeña,

    de necio yerra, más que de atrevido.

     Así razón, así experiencia enseña

    ser aquel que, de ciencia enriquecido,

    del valor no se adorna necesario

    a rebatir el ímpetu contrario.

     Arte eximia y valor, los principales

    apoyos, que a mis armas dan decoro,

    se elevan en el precio a ser iguales

    de la equidad con el mejor tesoro:

    de una injusta violencia los triunfales

    aplausos sólo sirven de desdoro;

    de Rey justo el renombre a mis deseos

    satisface más bien que mil trofeos.

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     José de Orozco

    Cedo esta vez la decisión dudosa

    a tu experiencia y sin igual cordura:mi mente inquieta en ellas se reposa

    tranquila, y los aciertos asegura;

    de mis guerreros en la copia hermosa

    elegirás aquel cuya estatura

    alta en valor, en equidad y en arte,

    a ti mismo te deje absorto, Marte».

    «Comprendo bien, oh sabio soberano,

     vuestros designios, dijo Marte, y veo

    que de mil héroes la invencible mano

    llena su espacio inmenso a mi deseo:

    más allá remontada de lo humano

    en contemplarla es mi mayor recreo;

    por lo que será fácil que yo emprendahallar al que queréis que me sorprenda.

    Mi gratitud atenta se previene

    al desempeño de la empresa, y llama

    el mejor testimonio que ésta tiene

    en el grito sonoro de la Fama:

    Cuanto de Europa el ámbito contiene,

    pregonero sus méritos aclama,

     y el eco que repite todo el mundo,

    al héroe me señala sin segundo.

    Mi justa aprobación lo solemniza

    de gloria sin igual enriquecido,

    pues con ventaja en él junto divisa

    lo que en muchos se admira dividido:

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     Literatura de la Colonia

    ni más brillante, ni mejor divisa jamás a un héroe tanto ha distinguidocomo la suya, a cuyo solo nombreno habrá quien justamente no se asombre.

     Valor, ciencia, equidad son ornamentodigno del General que se pretende.Juntas y en competencia a vuestro intento,las descubro en aquel que me sorprende;entre sí cada cual el vencimiento,

     y bello exceso en amistad contiende:eximias y sublimes en su altura,solemnizan del héroe la estatura.

    El vuelo de sus méritos excedecon sus remontes la más alta esfera,

    adonde apenas acercarse puedela idea más facunda y lisonjera;a sus prerrogativas se concedeque si elevar alguno se debieraentre los semidioses, por guerrero,el Duque de Crillón fuera el primero.

    Éste es, sabio monarca, el valerosocampeón, que Providencia os lo previno:a su diestra librad vuestro reposo,pues que de Marte fiel os lo destino;comprobará más bien el venturosoéxito cuánto mi elección convino,

     y quedaran mis grandes expresiones

    inferiores del Duque a las acciones.

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     José de Orozco

    Su rubor generoso se querella,

    que a su modesta frente le es deformede sus encomios la corona bella,

    que le tejió verídico mi informe.

    De sí mismo se queje; pues que de ella

    atestiguan sus hechos ser conforme

    al mérito, que a medida lo encarece

    en cuanto por sí mismo se merece.

    El bastón de supremo comandante,

    para la empresa de Menorca quiero

    por mí mismo poner en la triunfante

    mano del que más digno considero:

    ésta mi dignación será bastante

    a descifrar mejor el verdadero

    aprecio, que del grande campeón tengo,pues de amigo a servirlo me convengo».

    Dijo, y con pompa airosa gravemente

    rindió obsequio cortés al Soberano,

    protestando, al partirse reverente,

    ir, por rendido a Carlos, más ufano.

    El Monarca no menos sabiamente

    en lo discreto se excedió y humano,

     viendo que de amistad en el combate,

     vence quien más se rinde y más se abate.

    En la justa elección el Rey pondera

    retratada su mente con recreo,

     y con ella gozoso el dar espera

    cumplimiento feliz a su deseo;

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