Libro Retorica y Emociones

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Retórica y emociones La constitución de la experiencia humana del lugar

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  • Retrica y emocionesLa constitucin de la experiencia

    humana del lugar

  • Luz Gloria Crdenas Meja

    Retrica y emocionesLa constitucin de la experiencia

    humana del lugar

  • ISBN: 978-958-58913-2-6 (versin rstica)ISBN: 978-958-58913-3-3 (versin digital) Editorial Aula de Humanidades, S.A.S Luz Gloria Crdenas Meja

    Editorial Aula de Humanidades Dr. Germn Vargas Guilln. Director [email protected]

    Vctor Eligio Espinosa Galn. Editor www.editorialhumanidades.com

    Comit Acadmico Nacional. Dr. Germn Vargas Guilln. Director de la Coleccin Dr. Maximiliano Prada Dusn. Universidad Pedaggica Nacional UPN Dr. Juan Manuel Cuartas Restrepo. Universidad Eafit. Dr. Pedro Juan Aristizbal Hoyos. Universidad Tecnolgica de Pereira Dra. Sonia Cristina Gamboa. Universidad Industrial de Santander UIS

    Comit Acadmico Internacional Dr. Antonio Zirin Quijano. Universidad Nacional Autnoma Metropoltana. Mxico Dr. Miguel Garca-Bar. Universidad de Comillas. Espaa Dr. Harry Reeder. University of Texas at Arlington. Estados Unidos PhD. Thomas Nenon. University of the Memphis. Estados Unidos

    Este libro fue evaluado y aprobado para publicacin mediante un proceso de arbitraje doble ciego

    Correccin de estilo: Lorena Panche

    Diseo y diagramacin: Mauricio Salamanca

    Hecho el depsito legal que ordena la Ley 44 de 1993 y su decreto reglamentario 460 de 1995

    Crdenas Meja, Luz Gloria Retrica y emociones. La constitucin de la experiencia humana del lugar / Luz Gloria Crdenas Meja ; Germn Vargas Guilln y Vctor Eligio Espinosa Galn, editores. Bogot : Editorial Aula de Humanidades, 2015.166 p. --- (Coleccin Fenomenologa y Hermenutica)

    Incluye : Bibliografa

    ISBN: 978-958-58913-2-6 (versin rstica) ISBN: 978-958-58913-3-3 (versin digital) 1. Hermenutica. 2. Fenomenologa. 3. Metafsica. 4. Aristteles - Filosofa. 5. Ricoeur, Paul, 1913 2005 Crtica e Interpretacin. 6. Heidegger, Martin, 1889 1976 Crtica e Interpre-tacin. 7. Retrica. 8. Aristteles Pensamiento Filosfico. 9. Husserl, Edmund, 1859 1938 Crtica e Interpretacin. I. Vargas Guilln, Germn, editor. II. Espinosa Galn, Vctor Eligio, editor. III. Tt.

    121.68 cd. 21 ed.

    Catalogacin en la fuente - Biblioteca Central de la Universidad Pedaggica Nacional.

  • A mis hijos Manuel Alberto, Natalia y a la filosofa que alientan la vida y sus bsquedas

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    ndice

    Introduccin .......................................................................................................11

    CAPTULO ILas emociones, la potica, la retrica y el lugar .................................15El punto de partida: potica y retrica ................................................................ 15La constitucin de la experiencia humana del tiempo ...................................... 18Qu puedo decir .................................................................................................... 27Cmo insertar las emociones en el modelo de la triple mmesis ..................... 28De la experiencia humana del tiempo a la experiencia humana del lugar ..... 35Ricoeur: emociones y lugar ................................................................................... 37

    CAPTULO IIAristteles-Ricoeur: hermenutica de las emociones .........................43Emocin, pasin y sentimiento en Ricoeur ........................................................ 44Las pasiones en el Libro II de la Retrica de Aristteles ................................ 53

    CAPTULO IIIVivir con otros: los sentimientos ................................................................59

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    CAPTULO IVLa memoria archivada: la retrica, la historia, el lugar y el espacio ...........................................................................................................75La Retrica de Aristteles ..................................................................................... 75Los lugares y la memoria ....................................................................................... 77La memoria archivada ........................................................................................... 81

    CAPTULO VEl giro del tiempo al espacio: a propsito de ricoeur ..........................89La constitucin de la experiencia humana del espacio: arquitectura y urbanismo ............................................................................................................ 91Un nuevo regreso a Aristteles ............................................................................. 96Retrica y lugar ....................................................................................................... 96

    CAPTULO VIEl espacio y el lugar: aristteles-heidegger ....................................... 101La mirada griega sobre el espacio y el lugar ......................................................102La fsica contempornea ......................................................................................112La mirada desde la fenomenologa y la hermenutica ....................................114

    CAPTULO VIIDe la ciencia a la hermenutica. Aristteles-husserl-ricoeur .... 121Aristteles: la ciencia buscada ............................................................................122Husserl: la ciencia de la subjetividad .................................................................127Ricoeur: de la ciencia a la hermenutica ...........................................................129

    CAPTULO VIIILa constitucin de la experiencia humana del lugar: retrica y emociones ........................................................................................................... 135Perspectiva para la interpretacin ......................................................................136Chora y topos ........................................................................................................137Topos, el hbitat de los animales, la polis, la retrica y las pasiones .............139Emociones, retrica-pasiones y lugar ................................................................141

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    Consideraciones finales ................................................................................143

    Proveniencia de los textos ..........................................................................145

    Bibliografa .......................................................................................................147

    ndice de autores ............................................................................................ 155

    ndice temtico ................................................................................................ 159

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    Introduccin

    El propsito de esta investigacin es indagar cmo con las pruebas re-tricas sobre las emociones, propuestas por Aristteles en su Retrica, se contribuye a la constitucin de la experiencia humana del lugar. Mi inters surge desde la preocupacin por hacer de nuestros espacios lugares para el encuentro y la habitacin. Desde una perspectiva hermenutica, esta indagacin se enmarca en una antropologa filosfica, explorando la manera en que se constituye la experiencia humana, a partir de los efectos que se pro-ducen con la configuracin de sus discursos. En esta direccin, sigo la ruta trazada por Paul Ricoeur cuando, al preguntarse por la constitucin de la ex-periencia humana del tiempo, percibe el vnculo que existe entre el tiempo y la narracin. Para desarrollarla, el filsofo elabora el modelo de la triple mmesis, con el que construye su proyecto de Tiempo y narracin. Este modelo lo aplica, ms adelante, a la pregunta por la constitucin de la experiencia humana del espacio, a la que incorpora los vnculos que se tejen entre la narracin, la me-moria, la arquitectura y el urbanismo.

    En mi indagacin retomar otra percepcin, la de Aristteles, quien ase-gura que es un hecho que cada vez que hacemos un juicio sobre una accin concreta y determinada las pasiones se presentan. Esto lleva a Aristteles a incorporar a su teora sobre la retrica las pruebas sobre las pasiones con las que el orador busca disponer a los oyentes de una determinada manera para que formen su juicio, cuando evalan si una accin humana concreta y

  • Introduccin[12]

    determinada es conveniente o inconveniente, justa o injusta, digna de ser ala-bada o censurada. Estos juicios surgen con la presencia de oradores y oyentes en lugares especficos de la polis: gora, estrados judiciales, conmemoraciones pblicas. Paralelamente, asumo la tesis de Heidegger, segn la cual, con las emociones y/o pasiones se tiene el sentimiento de encontrarse en. Pretendo mostrar que cuando se utilizan las pruebas sobre las pasiones en los discursos retricos, en lugares especficos de la polis, se contribuye a la constitucin de una determinada experiencia del lugar para la vida en comn.

    En el primer captulo, comienzo por mostrar que Ricoeur en el modelo de la triple mmesis no incluye, de manera explcita, las pasiones, sino que se concentra en la metfora y en la mmesis, asegurando que tienen una cierta semejanza. De este modo, el filsofo parte de la retrica y la potica en las que la metfora cumple funciones distintas, para luego pasar a la mmesis en la potica, dejando de lado la retrica. Llamo la atencin sobre la presencia que tienen, tambin, las pasiones en estas dos disciplinas del discurso, cumpliendo dos funciones distintas: persuadir y producir la catarsis; esto permite indicar de qu manera las pasiones pueden incluirse en el modelo.

    En el segundo captulo muestro que Ricoeur, al hacer un estudio fenome-nolgico sobre la voluntad, al comienzo de su trayectoria intelectual, incluye las emociones. Al describirlas, establece que estas son de tres tipos; uno de ellos, las emociones-pasiones, son inaccesibles a la descripcin eidtica, pro-poniendo entonces que se recurra a una hermenutica. En obras posteriores, Ricoeur menciona solo de manera tangencial las pasiones; por ejemplo, en la metfora viva, se refiere al estudio que Aristteles hace sobre las pasiones en Libro II de la Retrica para recordar que en Ser y tiempo Heidegger dice que este es una primera hermenutica de la cotidianidad del ser uno con otro.

    En el tercer captulo constato que algunas de las pasiones a las que se re-fiere Aristteles en el Libro II de la Retrica tales como la ira, la indigna-cin o la vergenza, y otras similares, son, en cierto sentido, equiparables a los sentimientos morales que fundamentan la vida en comn para Hume y Adam Smith. A esta clase de sentimientos vuelven pensadores actuales como Strawson, Amartya Sen o Tugendhat. Mi inters no es mostrar que las pasio-nes estudiadas por Aristteles surgen de la experiencia compartida o que los

  • Introduccin [13]

    sentimientos morales son el fundamento de la vida en comn, sino que, con mi regreso a Aristteles, busco indagar sobre la constitucin de la experiencia humana del lugar, sin la que no es posible una vida en comn. La experiencia compartida sobre las maneras de sentir las pasiones es recogida por Aristteles en forma de lugares comunes, punto de partida para que los oradores elaboren sus discursos. Para comprender cmo se forman estos lugares comunes, es preciso determinar el papel que juega la memoria y las operaciones que realiza cuando guarda, rene, clasifica y preserva tal experiencia; para aclararlo, se acude al anlisis que hace Ricoeur sobre la operacin de archivar en La memo-ria, la historia, el olvido. Con la formacin de los lugares comunes se explica la manera en que las pasiones entran a formar parte de los discursos con los que se dispone a los oyentes para que formen su juicio y deliberen sobre la conveniencia, justicia y dignidad de una accin. Los oradores persuaden a los oyentes y forman sus juicios solo cuando unos y otros se encuentran en lugares especficos. Debido a esto se puede afirmar que con las pasiones, con las que nos sentimos en y que entran mediante las pruebas a incidir en la formacin de cada juicio sobre la conveniencia, justicia o dignidad de una accin concre-ta y determinada, se va constituyendo, a su vez, una determinada experiencia del lugar en el que vivimos y compartimos una vida con otros.

    Aunque es posible encontrar algunas reflexiones sobre el espacio en Hus-serl, Heidegger y aun en Ricoeur, estas generalmente estn supeditadas a los problemas sobre el tiempo y no piensan, especficamente, el lugar. En el cap-tulo cinco, indico el giro del tiempo al espacio que se da, a finales del siglo xx y comienzos del xxi, en las ciencias sociales. Diez aos despus de Tiempo y narracin, Ricoeur se pregunta sobre la constitucin de la experiencia humana del espacio, a la que responde con la arquitectura y el urbanismo. Antes de Ri-coeur, Heidegger se ocupa del espacio en Ser y tiempo; de este modo, encuen-tro que hay una semejanza entre sus planteamientos y la teora sobre el lugar de Aristteles, a la que, a mi manera de ver, este recurre sin decirlo explcita-mente. En S mismo como otro, Ricoeur critica esta manera como Heidegger aborda el espacio y propone volver a Husserl, quien, segn sus palabras, piensa el espacio de una manera ms originaria, al vincularlo a la carne.

  • Introduccin[14]

    Seguir esta indicacin me conduce, en el sptimo captulo, a hacer una aproximacin a las perspectivas que asumen Aristteles y Husserl, pues si bien Ricoeur sigue el camino abierto por Husserl hacia la subjetividad y la cons-titucin del sentido, es propiamente el regreso a Aristteles y a las mltiples significaciones del ser lo que proporciona la posibilidad de pensar el hombre de carne y hueso, que acta y padece desde las nociones aristotlicas de acto y potencia, una de las maneras de decir el ser.

    En el captulo final, me remito al propsito que tiene esta investigacin. Presento las intersecciones que para Ricoeur se dan entre la retrica, la potica, la hermenutica. Indico el privilegio que para Heidegger tiene el tiempo, segn lo afirma el filsofo japons Watsuji Tetsur, para quien es importante el tema del espacio. Berquer retoma los aportes de Tetsur y desde las nociones grie-gas de chora y topos piensa la constitucin de la experiencia humana. Desde estos planteamientos, recupero la teora del lugar de Aristteles y las pruebas sobre las emociones de la retrica para lograr una mejor comprensin sobre la constitucin de la experiencia humana del lugar. Me interesa mostrar que la experiencia humana del lugar se constituye con las pruebas sobre las pasiones que entran en relacin con los juicios que se hacen sobre cada accin concreta y determinada, desde lo que se considera conveniente, justo y digno; as, ellas se forman y contribuyen a la vida en comn.

  • [15]

    CAPTULO I

    Las emociones, la potica, la retrica y el lugar

    Paul Ricoeur reconoce que para l, como lo fue para Aristteles, la razn se debe pensar conjuntamente con el deseo; sin embargo, cuando afirma que accedemos a la experiencia humana del tiempo mediante el entrecruzamiento que se produce, por efecto de la lectura desde los relatos de ficcin y de historia, el filsofo olvida, no obstante, las emociones que no se dan sin el deseo. Presentar, en la primera parte, su punto de partida desde Aristteles y la construccin de su modelo para sealar la ausencia en este de las emociones y, en una segunda parte, har algunas precisiones que muestran la posibilidad de incorporarlas.

    El punto de partida: potica y retrica

    De Ricoeur se conocen dos autobiografas, una que present en la Universidad de Granada en el marco de un coloquio que se realiz sobre su obra1; la otra

    1 Paul Ricoeur. Autocomprensin e historia. En: Toms Calvo Martnez. Remedios vila Crespo (ed.),. Paul Ricoeur: Los caminos de la intepretacin. Simposio Internacional sobre el pensamiento filosfico de Paul Ricoeur. Barcelona: Editorial Anthropos, 1991.

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    forma parte de un volumen sobre su filosofa editado en ingls2. Gracias a ellas se sabe de su trayectoria intelectual. Estos documentos permiten comprender de qu manera cada obra se articula con la siguiente y quines son los filsofos de los cuales ha recibido las mayores influencias. Una de las caractersticas ms sobresalientes de la obra de este pensador consiste en el dilogo constante que mantuvo con tradiciones de pensamiento diversas, no solo dentro de la filosofa, sino con otras disciplinas. Muchas veces, esto hace difcil su com-prensin, pues como lo afirm en varias ocasiones, el lector puede sentirse agotado por los largos rodeos que realiza.

    Paul Ricoeur vuelve a Aristteles en La metfora viva y en Tiempo y narra-cin. La primera, de 1975, surge de su inters por comprender el problema de la innovacin semntica. La retrica y la potica de Aristteles son su punto de partida3, as lo justifica: la metfora pareca ser una buena piedra de toque, en la medida en que la antigedad ya la haba registrado entre las figuras de estilo en el marco de la retrica; en efecto, Aristteles le haba hecho honor en la Potica y en la Retrica4. La metfora, presente en ambas disciplinas, cumple distintos papeles. En el espacio de la potica, el creador asiste a su nacimiento. Precisamente, en la Potica de Aristteles se encuentra la prime-ra definicin de la metfora de que se tenga noticia5. En la retrica, simple-mente es un recurso para persuadir6. A su manera, Ricoeur da cuenta de lo que sucede con la innovacin semntica. Con la metfora se producen nuevas significaciones que, al sedimentarse, entran a formar parte del acervo de cada

    2 Editado originalmente en ingls en: The philosophy of Paul Ricoeur. Lewis Edwin Hahn, Chicago and Lasalle, Illinois: Open Court, 1995. Luego, editado en francs: Reflexion faite. Autobiografie intelectuelle. Paris: Editions Esprit, 1995. En espaol: Autobiografa intelectual. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visin, 1997.

    3 Cf. P. Ricoeur. La metfora viva. Madrid: Ediciones Cristiandad, 1980, pp.17-69.4 Paul Ricoeur. Autobiografa intelectual. Op.cit., p. 47.5 Metfora es la traslacin de un nombre ajeno, o desde el gnero a la especie, o desde la especie al

    gnero, o desde una especie a otra especie, o segn la analoga (Po., 1457 b 6-9). Se utiliza la siguiente versin al espaol: Aristteles. Potica.Traducccin de Valentn Garca Yebra. Madrid: Gredos. 1992.

    6 Ver su teora de la metfora en: Rh., 1405 a 3 - 1405 b 20, 1411 a 1- 1413 b 2. Se utiliza la siguiente versin al espaol: Aristteles. Retrica.Traducccin de Quintn Racionero. Madrid: Gredos. 1994.

  • CAPTULO I. Las emociones, la potica, la retrica y el lugar [17]

    lengua y, as, estn disponibles para quien quiera utilizarlas. Los diccionarios son testigo de esta historia de novedad y de sedimentacin. Pero en la Met-fora viva se vislumbra lo que ser su proyecto ms interesante: la metfora viva certificaba un parentesco oculto con otras formas de creacin reguladas, tambin tributarias de la semntica, tal como la produccin de las intrigas en el plano narrativo; este vnculo entre la metfora y la puesta en intriga se acla-rara diez aos ms tarde en Tiempo y narracin I (1983)7.

    Varios aos de ensayos y artculos separan la metfora viva de Tiempo y narracin. En esta obra, Ricoeur se consagra al problema filosfico del tiempo. Nunca antes haba publicado algo sobre el tiempo. Solo lo hace, segn sus palabras, cuando es capaz de percibir una conexin significativa entre la fun-cin narrativa y la experiencia humana del tiempo8. A partir de esta per-cepcin, se encuentra con el concepto de distentio animi de Agustn y con la teora del mythos trgico de Aristteles, con los que inicia el desarrollo de su percepcin inicial. En lo que sigue, se har una presentacin a grandes rasgos de la propuesta de Ricoeur: plantear simultneamente la inquietud sobre la ausencia de una reflexin acerca del tema de las emociones y, desde all, la constitucin de la experiencia humana del lugar.

    Esta inquietud sobre la experiencia del lugar surge a partir de las mltiples preocupaciones que hoy se han planteado por este tema. Esto se pone de relie-ve con las reflexiones que, en distintos campos, han ido apareciendo9. Palabras como espacio virtual, aldea global, escenarios10, territorios, no-lugares11 no cesan de resonar por todas partes. Es un hecho que, tambin, han surgido

    7 Paul Ricoeur. Autobiografa intelectual. Op.cit., p. 47.8 Ibid., p. 65.9 Ver: Milton Santos. De la totalidad al lugar. Barcelona: Oikos-Tau, 1996. M. Santos. La naturaleza

    del espacio: tcnica y tiempo, razn y emocin, Barcelona: Editorial Ariel, 2000.10 Ver: Ronald De Sousa. The Rationality of Emotion. Cambridge: MA, MIT Press, 1987. Debemos

    a este autor la idea de escenarios como paradigmas. 11 Marc Aug. Los no-lugares espacios del anonimato. Barcelona: Ed. Gedisa, 2000.

  • Luz Gloria Crdenas Meja[18]

    diversas inquietudes sobre las emociones12. En este orden de ideas, se ha re-novado el inters por la exposicin que Aristteles hizo sobre las pasiones en el Libro ii de la Retrica, de las que retoma el temor y la compasin para definir la tragedia en la Potica13. Ambas, retrica y potica, tienen su lugar de despliegue en el espacio de la polis.

    Mi propuesta, como lo he indicado, es insertar en el modelo de la triple mmesis de Ricoeur el tema de las emociones, para ir a la retrica y al estudio sobre las pasiones en Aristteles e indicar una posible ruta de reflexin sobre cmo contribuyen a la construccin de la experiencia del lugar.

    La constitucin de la experiencia humana del tiempo

    Tomar, en lo que sigue, algunos apartes que desarroll con Germn Vargas Guilln en Retrica, potica y formacin14 para incluir nuevas precisiones. Ricoeur comienza en Tiempo y narracin con la apora del tiempo tal como la formula Agustn: Qu es entonces el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo s y si trato de explicrselo a quien me lo pregunta, no lo s (14, 17)15. Para el pensador francs, los intentos por responderla, desde el pensamiento espe-

    12 Ver los trabajos de: David Le Breton. Las pasiones ordinarias. Antropologa de las emociones. Buenos Aires: Nueva Visin, 1998; Agnes Heller. La teora de los sentimientos. Mxico: Ediciones Coyoacn, 1999, y el libro de Marta Nussbaum. Upheavals of thought: The intelligence of emotions. Cambrigde, New York: Cambrigde University Press, 2003. (Se consult la siguiente versin al italiano: Lintelligenza delle emozioni. Bologna: Societ Editrice il Mulino, 2004). Ver la resea de Ronald De Sousa. Emotion, 2003. Disponible en Internet: http://plato.stanford.edu/entries/emotion/. Consultado en lnea: 30 de abril de 2007. Presenta los trabajos que se han realizado sobre las emociones segn la perspectiva de estudio que asumen.

    13 Es, pues, la tragedia imitacin de una accin esforzada y completa, de cierta amplitud, en lenguaje sazonado, separada cada una de las especies [ de aderezos] en las distintas partes, actuando los personajes y no mediante relato, y que mediante compasin y temor lleva a cabo la purgacin de tales afecciones. (Po., 1449 b 24-28).

    14 Cf. Germn Vargas Guilln,. Luz Gloria Crdenas Meja. Retrica, potica y formacin. De las pasiones al entimema. Op.cit., pp. 59-68.

    15 El Libro XI de las Confesiones de San Agustn. Citado por Paul Ricoeur. Tiempo y narracin I. Configuracin del tiempo en el relato histrico. Mxico: Siglo Veintiuno Editores, 1995, p. 45.

  • CAPTULO I. Las emociones, la potica, la retrica y el lugar [19]

    culativo, han sido infructuosos, por esto se atreve a decir que solo se puede aclarar, mas no responder, mediante la narracin. En la Potica de Aristteles, encuentra las bases para elaborar, con los aportes que recoge de distintas dis-ciplinas sobre el lenguaje, una teora narrativa con la que asume el reto que le presenta el pensamiento especulativo. Solo as, mostrar la validez de su tesis: el tiempo se hace tiempo humano en cuanto se articula de modo narrativo; a su vez la narracin es significativa en la medida en que describe los rasgos de la experiencia temporal16. Para poder desarrollar su tesis, Ricoeur construye el modelo de la triple mmesis:

    Mi tesis es que el sentido mismo de la operacin de configuracin constituti-va de la construccin de la trama resulta de su posicin intermedia entre las dos operaciones que yo llamo mmesis i y mmesis iii y que constituyen el antes y el despus de mmesis ii. Con esto me propongo mostrar que m-mesis ii consigue su inteligibilidad de su facultad de mediacin, que consiste en conducir del antes al despus del texto, transfigurar el antes en despus por su poder de configuracin17.

    Con el fin de comprender lo que significa mmesis I, el antes de la configu-racin, Ricoeur expone lo que seran sus tres componentes: la red conceptual de la accin, los recursos simblicos y los caracteres temporales. La red con-ceptual de la accin supone una competencia que se desarrolla cuando somos capaces de identificar los distintos componentes de la red: agente, fines, mo-tivos, circunstancias y la interaccin con otros. Los recursos simblicos pro-vienen de los procesos culturales que la experiencia articula, los cuales pueden descifrarse por otros, pues adquieren la visibilidad de lo pblico; desde estos se adjudican valores y se evalan los distintos tipos de acciones. Con los carac-teres temporales tenemos la experiencia de construir proyectos en el futuro y de movilizar en el presente la experiencia heredada del pasado. Partiendo de

    16 Paul Ricoeur. Tiempo y narracin I. Op. cti., p. 36. 17 Ibid., p. 114.

  • Luz Gloria Crdenas Meja[20]

    estos tres componentes es posible comprender la forma como accedemos a su legibilidad. Son ellos los materiales con los cuales el literato y el historiador construyen sus relatos de ficcin y de historia. Segn Ricoeur, la identidad de estos relatos procede de su estructura narrativa y se diferencian, uno, por sus pretensiones de verosimilitud, y el otro, por su inters de verdad. As se explica cmo la historia toma prestado de la ficcin la estructura narrativa y cmo la ficcin toma de la historia sus pretensiones de verdad para hacerse verosmil.

    Una vez establecidas las bases de legibilidad del obrar humano, el trabajo es para la configuracin:

    La primera manera segn la cual el hombre intenta comprender y dominar lo diverso del campo prctico es la de procurarse una representacin ficticia de l. Ya sea que se trate de la tragedia antigua, del drama moderno, de la novela, de la fbula o de la leyenda, la estructura narrativa proporciona a la ficcin las tcnicas de abreviacin, de articulacin y de condensacin me-diante las cuales se logra el efecto icnico que describe tambin en la pintura y en las otras artes plsticas18.

    Con la configuracin, estamos en mmesis ii. Aqu es donde Ricoeur vuelve propiamente sobre la Potica de Aristteles, para hacer ver cmo en ella con-fluyen dos operaciones aparentemente diversas de quien construye la obra potica: la actividad mimtica y la disposicin de los hechos. La imitacin o la representacin es una actividad mimtica en cuanto produce algo: precisa-mente la disposicin de los hechos mediante la construccin de la trama19. Por medio de la elaboracin de la trama se teje la conexin entre los diversos acontecimientos, la cual solo es posible al imitar y crear una nica accin de lo que en un primer momento son sucesos dispersos. El orden de la composi-cin: principio, medio, fin, permite la estructuracin de este uno, que aparece

    18 Paul Ricoeur. La imaginacin en el discurso y en la accin. En: Hermenutica y accin. Ensayos de hermenutica II. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 2002, p. 203.

    19 Paul Ricoeur. Tiempo y narracin. Configuracin del tiempo en el relato histrico. Op.cit., p. 85.

  • CAPTULO I. Las emociones, la potica, la retrica y el lugar [21]

    como un todo: las ideas de comienzo, medio, fin no se toman de la expe-riencia: no son rasgos de la accin efectiva, sino efectos de la ordenacin del poema20. El orden as construido se hace verosmil:

    Uno despus de otro es la sucesin episdica y por lo tanto lo inverosmil; uno a causa de otro es el encadenamiento causal y, de all, lo verosmil. Ya no cabe duda: lo universal que comporta la trama proviene de su ordena-cin; esta constituye su plenitud y totalidad (...). Componer la trama es ya hacer surgir lo inteligible de lo accidental, lo universal de lo singular, lo necesario o lo verosmil de lo episdico21.

    Precisamente con esta composicin se instaura la desconexin que permite la literalidad de la obra literaria. No se puede decir que la obra sea un espejo en donde simplemente se reflejan las acciones, una especie de distancia se teje all y otro mundo se despliega por obra del poeta. El creador de palabras no produce cosas sino solo cuasi-cosas, inventa el como si22. El como si, que se produce imaginativamente, lleva un sentido, se dirige hacia alguna parte: por estar en el mundo y por soportar situaciones, intentamos orientarnos sobre el modo de la comprensin y tenemos algo que decir, una experiencia que llevar al lenguaje, una experiencia que compartir23.

    Si con este trabajo de configuracin se da una especie de comprensin y de dominio sobre el campo prctico, es lcito preguntarse: qu tipo de compren-sin es esta y de qu tipo de dominio se trata? Ricoeur dice: las obras poticas permiten suspender la primera referencia al campo prctico; al hacerlo, una segunda referencia aparece gracias al proceso de configuracin de la obra po-tica. De qu nos habla el poeta?

    20 Ibid., p. 93. 21 Ibid., p. 96.22 Ibid., p. 103.23 Ibid., p. 149.

  • Luz Gloria Crdenas Meja[22]

    Abolicin de la referencia ostensiva, aquella que muestra lo que est ah, a la mano, como sucede en la conversacin, en la que se refiere por medio de los demostrativos (Strawson) a las cosas situadas, en el esquema espacio tem-poral, donde los interlocutores estn, ellos mismos, incluidos. Es esta refe-rencia ostensiva la que la poesa destruye. Es otro sentido de realidad el que la poesa libera, solidaria de lo que la ontologa de Heidegger llama ser-en el-mundo y que exige el replanteamiento total de la relacin sujeto-objeto, de los conceptos de existencia y realidad24.

    Un mundo se abre y cabe la posibilidad de habitarlo, como tantas veces nos lo recuerda Ricoeur. Este es el dominio, no el del poder de manipulacin que se ejerce sobre las cosas y el cual se pretende continuamente extender al mundo de los seres humanos, invasin que tantos otros filsofos denuncian (Husserl, Heidegger, Gadamer, Habermas).

    Contra la afirmacin del estructuralismo de una obra literaria cerrada sobre s misma, que no habla de lo real, se pronuncia Ricoeur: el prejuicio de que solo es real el dato que puede observarse empricamente y describirse cien-tficamente25 hace que se encierre la literatura en un mundo en s y se rompe la parte subversiva que lanza contra el orden moral y social. Se olvida que la ficcin es precisamente la que hace del lenguaje ese supremo peligro del que Walter Benjamn, tras Hrdelin, habla con temor y admiracin26. La obra literaria s habla del mundo, pero de otra manera. Ricoeur nos invita a seguir un nuevo trayecto, ya no el del crculo hermenutico de la comprensin, tal como lo expuso Heidegger en Ser y tiempo27, sino uno que se realiza como arco hermenutico que va de mmesis i a mmesis ii, hasta mmesis iii. Corresponde a la hermenutica su explicacin: incumbe a la hermenutica reconstruir el

    24 Paul Ricoeur. Hermneutique. Louvain-la-Neuve: Cours profess Linstitut Suprieur de Philosophie 1971-1972. ditions du SIC, p. 180.

    25 Paul Ricoeur. Tiempo y narracin. Configuracin del tiempo en el relato histrico I. Op.cit., p. 151.26 Ibid., p. 151.27 Martin Heidegger. Ser y tiempo. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1951, 32, p. 172.

  • CAPTULO I. Las emociones, la potica, la retrica y el lugar [23]

    conjunto de operaciones por las que una obra se levanta sobre el fondo opaco del vivir, del obrar y del sufrir, para ser dada por el autor a un lector que la recibe y as cambia su obrar28. La obra se abre as al lector, a l es a quien est destinada, al contemplarla, seguirla, dejarse llevar por ella, en la direccin que esta le propone, la recibe, la acoge y, segn Ricoeur, cambia su obrar. Este es el momento de mmesis iii.

    En mmesis iii habita el lector con la obra, esta lo lleva desde su situacin al mundo que se abre por efecto de la lectura, ah delante:

    Lo que se comunica, en ltima instancia, es, ms all del sentido de la obra, el mundo que proyecta y que constituye su horizonte. En este sentido el oyente o lector lo reciben segn su propia capacidad de acogida, que se define tambin por una situacin a la vez limitada y abierta sobre el hori-zonte del mundo29.

    La lectura es la operacin que nos permite salir de s, para ir en busca de la obra que nos habla y con la que nos encontramos; as un nuevo mundo se despliega y se abre ante mi mirada y con ello nuevas posibilidades de sentir, de pensar y de actuar. Ricoeur manifiesta:

    El mundo es el conjunto de las referencias abiertas por todo tipo de textos descriptivos o poticos que he ledo, interpretado y que me han gustado. Comprender estos textos es interpolar entre los predicados de nuestra situa-cin todas las significaciones que, de un simple entorno (Umwelt), hacen un mundo (Welt). En efecto, a las obras de ficcin debemos en gran parte la ampliacin de nuestro horizonte de existencia30.

    28 Paul Ricoeur. Tiempo y narracin. Configuracin del tiempo en el relato histrico. Op.cit., p. 114.29 Ibd., p. 148.30 Ibd., p. 152.

  • Luz Gloria Crdenas Meja[24]

    A nuestro ser-en-el-mundo pertenece el tiempo, como lo haba establecido Heidegger31. Lo que se propone Ricoeur es mostrar cmo se da la refigura-cin efectiva del tiempo, convertido as en tiempo humano, por el entrecruza-miento de la historia y de la ficcin32. Hay un tiempo lineal, el del reloj, con el que nos miden y calculan, est ah para manipular y organizar y hacernos disponibles para la eficiencia; otro, el de la intratemporalidad:

    [Ella] posee caractersticas propias que no pueden reducirse a la representa-cin del tiempo lineal, como sucesin neutra de instantes abstractos. Estar en el tiempo es algo distinto a medir los intervalos que existen entre instan-tes-lmites. Estar en el tiempo consiste principalmente en contar con l y, por tanto, en calcularlo. Pero medimos el tiempo porque contamos con l y lo calculamos, no a la inversa33.

    La narratividad permite, segn Ricoeur, no solo distinguir el tiempo lineal de la intratemporalidad, sino que participa del movimiento que va de esta a la historicidad; as como

    la narratividad y la temporalidad se encuentran estrechamente vinculadas, tan frreamente como pueden estarlo, segn Wittgenstein, un juego de len-guaje y una forma de vida. Considero que la temporalidad es una estructura de existencia una forma de vida que accede al lenguaje mediante la narra-tividad, mientras que esta es la estructura lingstica el juego de lengua-je que tiene como ltimo referente dicha temporalidad. La relacin, por tanto, es recproca. Un corolario importante de esta hiptesis de trabajo es que la diferencia evidente, que existe entre la historia verdadera y el relato

    31 Ricoeur toma de Heidegger su anlisis de la temporalidad, pero hace un giro en la interpretacin, mediante la cual construye su tesis de tiempo y narracin. (Cf., Martin Heidegger. Ser y tiempo. Op.cit., segunda seccin, p. 253-479).

    32 Paul Ricoeur. Tiempo y narracin II. Configuracin del tiempo en el relato de ficcin. Mxico: Siglo Veintiuno Editores, 1995, p. 901.

    33 Idem. Historia y narratividad. Barcelona: Paids, 1999, p. 187.

  • CAPTULO I. Las emociones, la potica, la retrica y el lugar [25]

    de ficcin, no es irreductible. La funcin narrativa, precisamente, alcanza su unidad fundamental debido a su capacidad de expresar, bien es cierto que de modo diferente, la misma temporalidad profunda de la existencia34.

    Explicado el despliegue de este arco hermenutico, Ricoeur se detiene en el esfuerzo que realizan las teoras de la narracin y de la historia por descro-nologizar la obra potica y desnarrativizar la historia, para mostrar que, an a pesar de estos esfuerzos, una y otra refieren nuestra condicin histrica. Ni la ficcin est cerrada sobre s misma, ni se puede afirmar que la narracin no sea tambin una forma de explicar:

    Nuestro problema, por tanto, consistir en tratar de mostrar cmo a pesar de las diferencias que existen entre el alcance referencial de la ficcin (pues tambin se refiere a algo) y el de la historia emprica, ambas contribuyen a describir o redescribir nuestra condicin histrica35.

    El recorrido por las teoras sobre el relato histrico y el de ficcin es exhaustivo.

    Al retomar la apora del tiempo enunciada por Agustn, Ricoeur nos dice: El argumento escptico es bien conocido: el tiempo no tiene ser, puesto que el futuro no es todava, el pasado ya no es y el presente no permanece. Y, sin embargo, hablamos del tiempo como que tiene ser, afirmando que las cosas ve-nideras sern, las pasadas han sido y las presentes pasan y que incluso ese pasar no es nada36. Agustn frente a esta se pronuncia, segn palabras de Ricoeur, con la distentio animi, con la que intenta resolver el enigma de la extensin de una cosa que no tiene extensin: el tiempo. Enigma que relaciona con su tesis del triple presente, con la que pretende resolver el primer enigma, de un ser que carece de ser; sin embargo, la apora permanece. El hallazgo es haber

    34 Paul Ricoeur. Historia y narratividad. Op. cit. pp. 183-184.35 Ibid., p. 84.36 Paul Ricoeur. Tiempo y narracin I. Configuracin del tiempo en el relato histrico. Op.cit., p. 44.

  • Luz Gloria Crdenas Meja[26]

    unido esta distensin del espritu al desfase que continuamente se insina en el corazn del triple presente entre el del futuro, el del pasado y el del presente. As ve nacer y renacer la discordancia de la propia concordancia de los obje-tivos de la expectacin, la atencin y la memoria37. Dos son los momentos de la apora: uno tiene que ver con la distancia que hay entre el tiempo cro-nolgico y el fenomenolgico; otro, con la disociacin que se da entre los tres xtasis del tiempo: futuro, pasado y presente y la de un tiempo uno38. Husserl y Heidegger tratan a su manera de resolver la apora sin lograrlo. Sin embargo, segn Ricoeur, ambos llevan a cabo dos importantes descubrimientos: Husserl descubrir el flujo de la consciencia y Heidegger, los tres niveles de tempora-lizacin: temporalidad, historicidad, intratemporalidad. Ricoeur concluye: la temporalidad no se deja decir en el discurso directo de una fenomenologa, sino que requiere la mediacin de un discurso indirecto de narracin39. Con ello, no pretende resolver la apora, sino tan solo aclararla poticamente. A su vez, Ricoeur es consciente de que el relato no es todo:

    Viene as un momento, en una obra consagrada al poder que posee la narra-cin de elevar el tiempo al lenguaje, en que es preciso confesar que el relato no es todo y que el tiempo se dice tambin de otro modo, porque para el propio relato, sigue siendo lo inescrutable40.

    Existen otras formas de redescripcin, por ejemplo, el de la lrica. Pero son precisamente estas otras formas las que empujan a pensar ms y a decir de otro modo.

    37 Paul Ricoeur. Tiempo y narracin I. Configuracin del tiempo en el relato histrico. Op.cit., p. 65.38 Cf., P. Ricoeur. Tiempo y narracin iii. El tiempo narrado. Mxico: Siglo Veintiuno Editores,

    1996, pp. 994-1.018.39 Ibid., p. 991.40 Ibid., p. 1.034.

  • CAPTULO I. Las emociones, la potica, la retrica y el lugar [27]

    Qu puedo decir

    Hasta aqu he acompaado a Ricoeur en su reflexin. Desde luego, no puedo profundizar en ella. Mi inters se encuentra ms bien animado por las inquie-tudes actuales, que se orientan hacia el tema de las emociones y del lugar. Lejos estoy de proponer, como lo hace Ricoeur, un modelo desde el cual se pueda elaborar una hermenutica del lugar. Esto supone hacer una investigacin amplia sobre la retrica y el lugar, tan exhaustiva como la que hizo el propio Ricoeur sobre el tiempo y la narracin, lo cual, por supuesto, excede mis pro-pias posibilidades. Solo har observaciones sobre la ausencia de las emociones que encuentro se da en el modelo de la triple mmesis. No pretendo plan-tear las implicaciones que esto tiene en su propia teora, tampoco si ellas son esenciales para tratar el problema del tiempo; pretendo plantear que pueden incluirse en el modelo solo para poder ir a la retrica y a lo que significan para una reflexin sobre la constitucin de la experiencia humana del lugar.

    En dos de sus primeras obras, Ricoeur desarroll una descripcin sobre las emociones y una filosofa del sentimiento; en Lo voluntario e involuntario41, a la luz de un anlisis sobre la intencionalidad del proyecto, y en Finitud y culpabilidad42, cuando habla del hombre falible. En Tiempo y narracin solo se las menciona cuando se detiene en la definicin de la tragedia que Aristte-les propone en su Potica, pero no se refiere a ellas de manera explcita en su modelo de la triple mmesis, tal como se ha mostrado en la anterior exposicin.

    Al igual que la metfora, tal como lo indic Ricoeur, en la Potica y en la Retrica de Aristteles las pasiones estn presentes cumpliendo diferentes pa-peles. En la Potica, las de temor y de compasin hacen parte de la definicin de la tragedia y contribuyen a producir la catharsis. En la Retrica, las usa el orador para persuadir. En el Libro ii se encuentra una de los ms comple-tos estudios de la Antigedad griega sobre las pasiones. Aristteles incluye las siguientes: ira, calma, amor, odio, temor, confianza, vergenza, desvergenza,

    41 Cf., Paul Ricoeur. Lo voluntario e involuntario II. Poder, necesidad y consentimiento. Buenos Aires: Editorial Docencia, 1986, pp. 277-306.

    42 Cf., Paul Ricoeur. Finitud y culpabilidad. Madrid: Trotta, 2004, pp. 99-149.

  • Luz Gloria Crdenas Meja[28]

    favor, compasin, indignacin, envidia y emulacin. A este estudio se refiere Heidegger en Ser y tiempo: Aristteles estudia los pathe en el segundo libro de su Retrica y afirma que este es una primera hermenutica sistemtica de la cotidianidad del ser uno con otro43. La reciente publicacin de sus lecciones sobre este Libro ii, no traducidas an al espaol, demuestra el inters que le suscit44. En la metfora viva de Ricoeur tambin encontramos el siguiente comentario:

    Posiblemente la retrica muri en el siglo xx por un exceso de formalismo; pero lo paradjico es que ya estaba condenada por un exceso de contenido; as, el Libro ii de la Retrica abunda en una psicologa que Kant hubiera llamado popular, en una moral popular, en una poltica popular; esta tendencia de la retrica a identificarse con una antropologa decadente plan-tea un serio problema45.

    Ms adelante, contra esta idea, inspirada en la filosofa kantiana, Ricoeur replica: la retrica no se origina en un vaco de saber, sino en la plenitud de opinin. Este vnculo con la cotidianidad, con el otro, con la opinin, es el que la mantiene atada al suelo mismo, de la vida de la polis.

    Cmo insertar las emociones en el modelo de la triple mmesis

    En mmesis I la red conceptual de la accin se puede redisear al tener en cuenta que para Aristteles las pasiones son un componente esencial de la accin humana, tambin al recordar lo que Ricoeur deca en Lo voluntario e involuntario al describir las emociones como

    43 Martin Heidegger. Ser y tiempo, Op.cit., 29, p.156.44 Idem. Gesamtausgabe. II. Abteilung: Vorlesungen 1919-1944. Frankfurt an Main: Vittorio

    Klostemann. 2002.45 Paul Ricoeur. La metfora viva, Op.cit., pp. 49-50.

  • CAPTULO I. Las emociones, la potica, la retrica y el lugar [29]

    [aquellas que] tienen el poder de conmover la accin, de agitar el ser, que no consiste ante todo en lanzarlo fuera de s, sino en sacarlo de la inercia por una espontaneidad que siempre resulta peligrosa para el dominio de s mismo; si la voluntad debe siempre recuperarse de esta espontaneidad, es con todo a travs de ella como puede mover su cuerpo46.

    Si para Ricoeur no es posible comprender el paso del pensamiento a la accin sin las emociones, entonces no se entiende por qu ellas no son un componente de la red conceptual de la accin.

    Lo mismo tiene que hacerse con los recursos simblicos, si se consideran las observaciones que hacen Heidegger y Ricoeur sobre el Libro ii de la Re-trica, entonces ellas hacen parte de la legibilidad de la accin. La antropologa cultural contempornea ha mostrado cmo nuestras propias formas de sentir emociones estn determinadas por contenidos culturales especficos. David Le Breton, por ejemplo, asegura que existe una serie de interpretantes pasionales a partir de los cuales leemos nuestras acciones y las de otros: Un saber afec-tivo difuso circula entre las relaciones sociales y ensea a los actores, segn su sensibilidad personal, las impresiones y actitudes que se imponen a travs de las diferentes vicisitudes que afectan su existencia singular47.

    Por ltimo, Ricoeur explica cmo mediante los caracteres temporales se da un orden a nuestra experiencia cotidiana a travs de tres estructuras:

    Es fcil reescribir cada una de las tres estructuras temporales de la accin en los trminos del triple presente. Presente del futuro? En adelante, es decir a partir de ahora, me comprometo a hacer esto maana. Presente del pasado? Tengo ahora la intencin de hacer esto porque acabo de pensar que... Pre-sente del presente? Ahora hago esto porque ahora puedo hacerlo48.

    46 Paul Ricoeur. Lo voluntario e involuntario II. Poder, necesidad y consentimiento, Op. cit., p. 279.47 David Le Breton. Las pasiones ordinarias. Antropologa de las emociones. Op. cit., p. 117.48 Paul Ricoeur. Tiempo y narracin I. Configuracin del tiempo en el relato histrico. Op.cit., p. 124.

  • Luz Gloria Crdenas Meja[30]

    Pero qu sucede con las emociones? Cuando Ricoeur se refiere a la emo-cin, dice: ella tiene un carcter de desorden, interrumpe el movimiento de inercia que impone lo habitual, irrumpe, bien sea como sorpresa, como choque o como complicacin pasional49. Este carcter de desorden invita a pensar cmo dar cuenta de l desde las estructuras temporales. Hara falta introducir, en la reflexin sobre el tiempo, lo que los griegos llaman el kairs50. No es quizs con la nocin de momento y oportunidad que se puede responder a tal desorden? Hasta aqu, he sealado la posibilidad de incorporar las emociones en cada uno de los momentos de mmesis i.

    En mmesis ii, tal como lo haba anotado, Ricoeur parte de la Potica de Aristteles y de su definicin de la tragedia:

    Es, pues, la tragedia imitacin de una accin esforzada y completa, de cierta amplitud, en lenguaje sazonado, separada cada una de las especies [de aderezos] en las distintas partes, actuando los personajes y no mediante relato, y que mediante compasin y temor lleva a cabo la purgacin de tales afecciones51.

    Las pasiones del temor y de la compasin son componentes esenciales de tal definicin y, tambin, se encuentran en las descripciones de los elementos que intervienen en la estructuracin de los hechos. Al referirse a la peripe-cia, Aristteles pone el siguiente ejemplo: as, en el Edipo, el que ha llegado con intencin de alegrar a Edipo y librarle del temor relativo a su madre, al

    49 En la sorpresa el viviente es capturado por el acontecimiento padecido y nuevo. Con la emocin choque el hombre se convierte en grito, temblor, convulsin. La emocin se complica con el fenmeno pasional que la arrebata de muchas maneras. Ver P. Ricoeur. Lo voluntario e involuntario II. Poder, necesidad y consentimiento. Op.cit., p. 277-306.

    50 As la define H. Gundert al referirse a Pndaro en Pindarund sein Dichterberuf. Frankfurt a. M., 1935, p. 63. (Citado por A. Delucchi. La teora del kairs en la potica pre-platnica. En Simposio Nacional de Estudios Clsicos, mayo 1970. Mendoza: Universidad Nacional de Cuyo. Facultad de Filosofa y Letras. Instituto de Lenguas y Literatura Clsica, 1972, nota 3, p. 115).

    51 Po. 1449 b 24-28.

  • CAPTULO I. Las emociones, la potica, la retrica y el lugar [31]

    descubrir quin era hizo lo contrario52 y el cambio en la agnicin, de la igno-rancia al conocimiento, se produce desde la amistad al odio53. Ambas, agni-cin y peripecia, son las que finalmente suscitarn compasin y temor54, con las que se produce la catharsis, fin de la obra potica. En el estudio que Ricoeur realiza sobre la Potica de Aristteles, reconoce el papel que juegan las pasio-nes en la tragedia, en los siguientes trminos: el discernimiento de la falta trgica se realiza por la cualidad emocional de la compasin, del temor y del sentido de lo humano55. Si bien Ricoeur reconoce la importancia que tienen las emociones en el discernimiento, no las incluye de manera expresa como componentes del modelo que propone para desarrollar su tesis.

    Ricoeur parte de la Potica de Aristteles para construir, con la ayuda de otras ciencias del lenguaje, una teora narrativa que pueda aplicar a los relatos de ficcin y a los relatos histricos. Uno de los aportes que recoge Ricoeur es el de la semitica narrativa de Greimas, especialmente, desde dos de sus libros: Du sens (1970) y Maupassant: la smiotique du texte, exercices pratiques (1976). Con estos pretende remontarse, segn lo dice, a un plano semitico ms fundamental que el propio plano discursivo y encontrar en l, la narrati-vidad ya situada y organizada antes de su manifestacin56. Ricoeur reconoce las ganancias de comprensin que este modelo semitico aporta, pero tambin indica sus lmites: solo nos ofrece figuraciones y no configuraciones. Estas l-timas solo pueden ser obtenidas mediante la intervencin de una inteligencia narrativa. Dicha inteligencia se forma por una tradicin sobre las maneras de narrar desde la que es posible inventar otras nuevas e incluso pretender abo-lirlas todas.

    52 Po. 1452 a 24-26.53 Cf., Po. 1452 a 30-31.54 Po. 1452 a 38- 1452 b 1.55 Paul Ricoeur. Tiempo y narracin i. Configuracin del tiempo en el relato histrico. Op.cit., p.102.56 Idem. Tiempo y narracin ii. Configuracin del tiempo en el relato de ficcin. Op. cit., p. 450.

  • Luz Gloria Crdenas Meja[32]

    En 1991 aparece de Greimas, pero esta vez en compaa de Fontanille, el libro Semitica de las pasiones. De los estados de cosas a los estados de nimo57. Esto explica, en parte, la razn por la cual estos estudios semiticos no son incluidos por Ricoeur en su teora de la narracin, aunque no puedo afirmar-lo con certeza. Para estos autores, las figuras del mundo no pueden hacer sentido ms que a costa de la sensibilizacin que les impone la mediacin del cuerpo58. Esto indica la importancia de ajustar la teora narrativa de Ricoeur con esta semitica de las pasiones: Las modulaciones pasionales, tal como se manifiestan por medio de efectos, parecen provenir de ordenaciones estruc-turales de otro tipo, de dispositivos patmicos59. Este nuevo modelo semi-tico lo ponen a prueba con el anlisis de dos pasiones, la avaricia y los celos. Para aplicarlo, es preciso, primero, obtener un conocimiento sobre lo que ellas significan en una determinada cultura, con el fin de evitar anticipaciones no ilustradas. En este caso, como es la francesa, recurren a las definiciones del diccionario francs Petit Robert, lo que implica un reconocimiento de que las pasiones aparecen y se moldean de manera particular en cada cultura:

    Las pasiones solo tienen existencia discursiva gracias al uso, comunitario o individual; su estudio no puede restringirse a las generalidades y a los noemas semnticos y sintcticos que las constituyen; a este respecto, la

    57 La aclaracin siguiente puede evitar equvocos: histricamente hay un problema terminolgico: la palabra emocin no se usaba como se usa hoy en da, sino que se hablaba de pasiones. Lo que Hume y Descartes, por ejemplo, llamaban pasin equivale aproximadamente a lo que hoy llamamos emocin, mientras que el trmino pasin se usa ahora en la vida cotidiana ya sea para una emocin particular (tiene pasin por los gatos), ya para subrayar el aspecto ms violento de una experiencia emocional (lo odia con pasin), o para describir un rasgo de personalidad (es un hombre apasionado). Los psiclogos hablan de afectos como lo hicieron tambin Kant y Freud (Affekt) siguiendo a Spinoza (affectus); esta palabra est sin embargo ms alejada de lo que nosotros entendemos por emocin en el lenguaje cotidiano. Podemos decir, entonces, que las palabras pasin, emocin y afecto han servido tradicionalmente, en los textos filosficos y psicolgicos, para designar aproximadamente el mismo conjunto de estados mentales. (Olbeth Hansberg. La diversidad de las emociones. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1996, p. 12).

    58 J. Greimas, J., Jacques Fontanille. Semitica de las pasiones. De los estados de cosas a los estados de nimo. Mxico: Siglo Veintiuno Editores, 1994, p. 14.

    59 Ibid., p. 21.

  • CAPTULO I. Las emociones, la potica, la retrica y el lugar [33]

    lengua natural es algo as como el testigo de lo que la historia de una cultura ha retenido en tanto pasiones entre todas las combinaciones modales posi-bles. As, comenzaremos interrogando el diccionario, considerado aqu en cuanto un discurso sobre el uso de una cultura dada, para reunir las prime-ras informaciones de la forma como funcionan las pasiones60.

    Una vez obtenido este tipo de conocimiento se aplica el modelo, mediante el cual es posible representar el hacer y el recorrido que una obra propone, porque se puede proyectar una trayectoria imaginaria bajo la forma de simulacros61. Son dos las obras elegidas: La lechera y el cntaro de leche y En Busca del tiempo perdido. Al seguir la indicacin Ricoeur desde la semitica, se puede concluir que si se aplica al modelo, entonces lo que se obtienen son solo figuraciones pa-sionales. Para avanzar hacia las configuraciones pasionales se requiere, tal como se desprende de sus afirmaciones, una inteligencia narrativa.

    Pero qu sucede con el tiempo a nivel de la configuracin? Con los estu-dios sobre la ficcin se puede indagar lo que sucede con el tiempo a nivel de la narracin:

    La ficcin literaria puede producir fbulas a propsito del tiempo que no sean solo fbulas del tiempo. Por eso no es inconcebible que haya que esperar el gran rodeo por el tiempo de la ficcin para pronunciarse definiti-vamente sobre la relacin de la historia con el tiempo62.

    Las emociones, tambin, deben incluirse en dichas fabulaciones. En este mo-mento es preciso recordar que el kairs aparece en la potica pre-platnica; el poeta debe conocer la ocasin oportuna, es decir, lo que hay que hacer en el justo momento para cumplir con su objetivo63, cundo y cmo introducir las pasiones.

    60 Ibid., p. 96.61 Ibid., p. 125.62 Paul Ricoeur. Tiempo y narracin I. Configuracin del tiempo en el relato histrico. Op. cit., p. 367.63 Armando Delucchi. La teora del kairs en la potica pre-platnica. Op. cit., p. 115.

  • Luz Gloria Crdenas Meja[34]

    Como bien lo dice Ricoeur, la experiencia del tiempo en el momento de la configuracin es

    [una] experiencia de ficcin que tiene como horizonte un mundo imagina-rio, que sigue siendo el mundo del texto. Solo la confrontacin entre este mundo del texto y el de la vida del lector har oscilar el problema de la con-figuracin narrativa hacia el de la refiguracin del tiempo por la narracin64.

    Si se incluyen las emociones como componentes de mmesis i y ii, obvia-mente esto tendr implicaciones en mmesis iii, momento en el cual se da la re-figuracin del tiempo mediante la lectura. Con la fenomenologa de la lectura y las teoras de la recepcin, Ricoeur avanza hacia su propuesta hermenutica. Dos mundos entran en contacto: el mundo de la ficcin y el del lector. Qu me dice el texto y qu digo yo al texto?65. El problema de la refiguracin no puede reducirse solo a la lectura de los relatos de ficcin; para Ricoeur, es ne-cesario que tambin se convoque a los relatos de la historia:

    El problema ser, pues, mostrar cmo la refiguracin del tiempo mediante la historia y la ficcin se concretiza gracias a los prstamos que los dos modos narrativos se hacen recprocamente. Estos prstamos consistirn en esto: que la intencionalidad histrica slo se realiza incorporando a su objetivo los recursos de la formalizacin de ficcin que derivan del imaginario narra-tivo, mientras que la intencionalidad del relato de ficcin produce sus efec-tos de deteccin y de transformacin del obrar y el padecer slo asumiendo los recursos de formalizacin de la historia que le ofrecen los intentos de reconstruccin del pasado efectivo. De estos intercambios ntimos entre formalizacin histrica del relato de ficcin y formalizacin de ficcin del

    64 Paul Ricoeur. Tiempo y narracin II. Configuracin del tiempo en el relato de ficcin. Op. cit., p. 533.

    65 Idem. Tiempo y narracin III. El tiempo narrado. Op. cit., p, 894.

  • CAPTULO I. Las emociones, la potica, la retrica y el lugar [35]

    relato histrico, nace lo que se llama tiempo humano, que no es ms que el tiempo narrado66.

    En la refiguracin del tiempo humano tambin estn presentes las emo-ciones, pues slo si stas se tienen en cuenta, se comprende la afirmacin de Ricoeur cuando dice que con la lectura se da la transformacin tanto del obrar como del padecer.

    De la experiencia humana del tiempo a la experiencia humana del lugar

    Pero qu sucede con la experiencia humana del lugar? Ricoeur afirma que Tiempo y narracin se inserta en un proyecto que apunta hacia una herme-nutica del s67. De hecho, su filosofa se inscribe en la larga tradicin de una filosofa reflexiva sobre el sujeto; la pregunta quin? orienta su indagacin. Mi intencin es, antes de ir a una hermenutica del s, pensar sobre la experiencia humana del lugar. De nuevo el punto de partida es el regreso a la Potica y la Retrica de Aristteles, pero esta vez para sealar que estas tienen efectos, no en el lector, como en el caso de los relatos de ficcin y de historia, sino en los habitantes de la polis. Las pasiones, en el caso de la potica, producen la ca-tharsis en el espectador de la tragedia, tambin disponen de una determinada manera al oyente de los discursos retricos. Con ellas, propiamente, acceden a vivir y, especficamente, a sentir, cuando constituye su experiencia humana en la polis. Heidegger en Ser y tiempo dice que el encontrarse es una forma de ser. Las posibilidades de abrir de que dispone el conocimiento se quedan dema-siado cortas frente al original abrir que es peculiar a los sentimientos, en los cuales el ser-ah es colocado ante su ser como ah68. Es ah en el teatro griego

    66 Ibid., p. 780.67 Ver Paul Ricoeur. S mismo como otro. Mxico: Siglo Veintiuno Editores, 1996.68 Martin Heidegger. Ser y Tiempo. Op. cit., 29, p. 151.

  • Luz Gloria Crdenas Meja[36]

    donde la obra se pone en escena y es ah donde el espectador es conmovido. Ah, en el espacio de la polis, se siente frgil frente a lo que le puede suceder y se compadece frente a lo que les sucede a otros. Es ah donde el oyente de los discursos retricos es persuadido con el fin de disponerlo de una manera determinada mediante las emociones, para que forme su juicio sobre lo que considera justo, conveniente y digno.

    Ricoeur propone un modelo: la triple mmesis, con la que muestra de qu manera se construye la experiencia humana del tiempo mediante el entrecru-zamiento de los relatos de ficcin y de historia. Para hacerlo, pone a dialogar disciplinas tan dispares como la epistemologa de la historia, las teoras de la narracin y la filosofa. Toma como punto de partida dos pensadores del co-mienzo de la filosofa: Agustn, quien formul por primera vez la apora sobre el tiempo, y Aristteles, quien encuentra los primeros esbozos de una teora de la narracin que abarque tanto los relatos de ficcin como los de historia. Dos disciplinas se encuentran en la base de su proyecto en Tiempo y narracin: la potica y la hermenutica. Sin embargo, Ricoeur en Retrica-Potica-Herme-nutica reconoce la existencia de tres disciplinas del discurso que, segn sus palabras, articulan configuraciones de sentido mayores que la frase69:

    La retrica sigue siendo el arte de argumentar con miras a persuadir un audi-torio de que una opinin es preferible a su rival. La potica sigue siendo el arte de construir intrigas para ampliar lo imaginario real y colectivo. La hermenutica sigue siendo el arte de interpretar los textos en un contexto distinto al de su autor y al de su auditorio inicial, con el objeto de descubrir nuevas dimensiones de rea-lidad. Argumentar, configurar, reescribir, tales son las tres operaciones mayores que en su respectiva intencin totalizante hacen excluyente a cada una de ellas, pero que la finitud de la situacin original condena a la complementariedad70.

    En este artculo, Ricoeur establece las conexiones que tienen la retrica con la ideologa y la potica con la utopa, desarrolladas ms ampliamente en Ideo-loga y utopa, mediante las cuales advierte la funcin que cumplen en lo que

    69 Paul Ricoeur. Retrica-Potica-Hermenutica. En: Estudios de Filosofa. 4, (1991), p. 87.70 Ibd., p. 97.

  • CAPTULO I. Las emociones, la potica, la retrica y el lugar [37]

    podra llamarse la imaginacin social y cultural71, con lo que marca el papel que tienen en la conformacin de la comunidad humana.

    Es preciso recordar que en La metfora viva72, al preguntarse por la innovacin, Ricoeur parte no solo de la potica, sino tambin de la retrica de Aristteles. No solo omite incluir las emociones en su modelo de la triple mmesis, cuando se pre-gunta por la constitucin de la experiencia humana del tiempo, sino que tampoco considera el papel que puede jugar la retrica en su reflexin sobre el tiempo, a pesar de que para Aristteles cada uno de los discursos retricos tiene una especfi-ca relacin con un determinado tiempo (pasado-judicial, futuro-deliberativo, pre-sente-epidctico). De todas maneras es la precepcin del vnculo entre narracin y tiempo, la que le permite construir su propuesta y no la relacin entre retrica y tiempo. Dejo un poco de lado la tarea de incluir las pasiones en su modelo, para, ms bien, pensar el vnculo que establece Aristteles entre las pasiones y la retrica, pues pienso que es un camino no recorrido para pensar sobre la constitucin de la experiencia humana del lugar, asunto que me parece no es desarrollado por este pensador y con el que se respondera a las inquietudes actuales.

    Ricoeur: emociones y lugar

    En Ricoeur no encuentro una obra dedicada a las emociones, aunque s algunas reflexiones sobre ellas en el marco de otros estudios. En Finitud y cul-pabilidad, obra dedicada al problema del mal, Ricoeur nos presenta lo que sera una filosofa de los sentimientos73 a partir de un estudio sobre Platn. Aunque anuncia que realizar una hermenutica de las pasiones, esta no parece haberse llevado a cabo74. En Lo voluntario y lo involuntario, desarrolla

    71 Idem. Ideologa y utopa. Barcelona: Editorial Gedisa, 1994, p. 45.72 Cf., Paul Ricoeur. Metfora viva, Op. cit., pp. 17-69.73 Cf., Paul Ricoeur. Finitud y culpabilidad. Op. cit., pp. 99-149.74 Ese nacimiento del dolo, de la servidumbre y del sufrimiento pasional incumben a una

    hermenutica de las pasiones que realizaremos en otro lugar. Ibid., p. 148.

  • Luz Gloria Crdenas Meja[38]

    una reflexin sobre las emociones, en el marco de su filosofa de la voluntad75. Su punto de partida no es Aristteles, sino la fenomenologa de Husserl y la filosofa existencial de Gabriel Marcel. Cuando se refiere a las emociones, se remite a Marleau Ponty, a Sartre76 y a la psicologa de su poca. No obstante, ms adelante, cuando Ricoeur desarrolla su teora sobre de la accin, alude al pensamiento de Aristteles para establecer que, a diferencia de Kant, en aquel se encuentra presente el deseo como uno de los principios de la accin humana77. En Freud: una interpretacin de la cultura, se ha concentrado en un estudio sobre el psicoanlisis78, que denomina arqueologa y al que opone la fenomenologa de Hegel, siendo para l una teleologa; pero su tema no es propiamente el deseo, como podra esperarse, sino que se orienta a tratar de comprender de qu manera el psicoanlisis es interpretacin. Estas denomina-ciones de arqueologa y teleologa las enlaza con las de ideologa y de utopa y, por esta va, a su vez, con la potica y la retrica, disciplinas a las que se refiere en Metfora viva y en Tiempo y narracin79. Sobre las emociones en la Retrica

    75 Las emociones son situadas en lo involuntario. Ricoeur propone las siguientes distinciones: emociones-choques, emociones-pasiones, emociones-sorpresa. (Cf., P. Ricoeur. Filosofa de la voluntad I. Lo voluntario y lo involuntario II. Op. cit., pp. 277-306).

    76 Denominaremos emocin una brusca cada de la conciencia en lo mgico. O, con otras palabras, hay emocin cuando el mundo de los utensilios se desvanece de repente y es sustituido por el mundo mgico. No cabe, pues, considerar la emocin como un desorden pasajero del organismo y de la mente que turbe desde afuera la vida psquica. Es, por el contrario, la vuelta de la conciencia a la actitud mgica, una de las grandes actitudes que le son esenciales, con la aparicin del mundo correlativo: el mundo mgico. (Jean-Paul Sartre. Bosquejo de una teora de las emociones. Madrid: Alianza Editorial, 1999, p. 124).

    77 La idea de que la razn sea por s misma prctica, es decir que ordene en tanto razn sin consideracin del deseo, me parece an ms lamentable. Compromete a la moral en una serie de dicotomas mortales para la nocin misma de accin, algo que la crtica hegeliana denuncia con toda razn. Forma contra contenido, ley prctica contra mxima, deber contra deseo, imperativo contra felicidad. Aqu tambin Aristteles explicaba mejor la estructura especfica del orden prctico, cuando forjaba la nocin de deseo deliberativo y una deseo recto y pensamiento justo en su concepcin de phrnesis. (Ricoeur. Del Texto a la accin. Ensayos de Hermenutica II. Op. cit., p. 230).

    78 Ricoeur estudia con detalle el psicoanlisis en su obra Freud: una interpretacin de la cultura. Op. cit.

    79 Cf., P. Ricoeur. Tiempo y narracin I. Configuracin del tiempo en el relato histrico. Op. cit., pp. 80-112.

  • CAPTULO I. Las emociones, la potica, la retrica y el lugar [39]

    tenemos solo el pequeo comentario que aparece en la Metfora viva80, una nota al pie de pgina en S mismo como otro y un artculo en la revista Esprit81, en el cual Ricoeur hace una interesante reflexin sobre la ira y la justicia, a partir del Libro ii de la Retrica de Aristteles.

    Con respecto a la experiencia del lugar no se dispone de una obra compa-rable a Tiempo y narracin. En S mismo como otro, cuando hace alusin al comentario de Heidegger del Libro II de la Retrica, habla del espacio en los siguientes trminos en una nota de pie de pgina82:

    Si permanecemos en el mbito trazado por la ontologa del ser-en-el mundo, podemos preguntarnos si la fenomenologa de la espacialidad, iniciada perfectamente en Husserl, recibe en Heidegger la atencin que merece. Es cierto que el pargrafo 24 de Ser y tiempo est consagrado especficamente a la espacialidad del Dasein y seala la irreductibilidad de esta espacialidad al espacio geomtrico en cuanto sistema de lugares cualesquiera83.

    Ricoeur le reclama a Heidegger el no haberle dado una oportunidad a una fenomenologa de la espacialidad autntica y, por lo tanto, segn sus pala-bras, a una ontologa de la carne, de la cual habla desde el sufrir y el padecer.

    80 Posiblemente la retrica muri en el siglo xx por un exceso de formalismo; pero lo paradjico es que ya estaba condenada por un exceso de contenido; as, el Libro ii de la Retrica abunda en una psicologa que Kant hubiera llamado popular, en una moral popular, en una poltica popular; esta tendencia de la retrica a identificarse con una antropologa decadente plantea un serio problema. (Paul Ricoeur. Metfora viva. Op. cit, pp. 49- 50).

    81 Je propose de mettre en relation la contribution dAristote concernant la colre et la vengeance avec la discussion contemporaine portant sur le droit de punir et les apories de la peine qui lui sont lies (Ricoeur. Aristote: de la colre la justice et lamiti politique, (novembre 2002). Esprit, pp. 19-31; p. 19).

    82 Lo que se dice de la reinterpretacin de los path en el Libro ii de la Retrica de Aristteles va en este sentido: No es una casualidad si la primera interpretacin tradicional sistemtica de los afectos no se ha desplegado en el mbito de la psicologa. Aristteles estudia los path en el Libro ii de su Retrica. Esta debe considerarse contrariamente a la orientacin tradicional del concepto de retrica sobre la idea de disciplina escolar como la primera hermenutica sistemtica de la cotidianidad del ser-uno-con-otro (Ser y tiempo [139]). (P. Ricoeur. S mismo como otro. Op. cit., p. 364).

    83 Paul Ricoeur. S mismo como otro. Op. cit., p. 364.

  • Luz Gloria Crdenas Meja[40]

    Desde luego, en tal ontologa tendra que abordarse el tema de las emociones. Aunque es poco conocido, Ricoeur publica un artculo sobre la constitucin de la experiencia humana del espacio, aplicando el modelo de la triple mme-sis, en el que toma en cuenta la arquitectura y el urbanismo. Esta reflexin es retomada y ampliada en La memoria, la historia, el olvido, en el marco de su epistemologa de la historia.

    En las reflexiones actuales sobre el lugar se insiste, con frecuencia, en dis-tinguirlo del espacio. Esta nocin parece depender de una concepcin ms abs-tracta, mientras que la de lugar alude, a menudo, a una vivencia concreta de cada uno con su hbitat, con su entorno. Estas distinciones exigen, desde luego, nuevas precisiones, en especial desde la fenomenologa y la hermenutica, como campo en el que se piensa la constitucin de la experiencia humana del lugar.

    La reflexin de Ricoeur se inserta en un proyecto que apunta hacia una hermenutica del s84. Precisamente en sus ltimas obras el filsofo reflexiona sobre la vida en y con otros en instituciones justas. Considero que la reflexin sobre la constitucin de la experiencia humana del lugar est a medio camino entre la del s y la de las instituciones. Para realizarla se toma como punto de partida la percepcin de Aristteles de que cada vez que se hace un juicio sobre una accin concreta y determinada, las pasiones se hacen presentes. En Aris-tteles: retrica, pasiones y persuasin, me he detenido en mostrar el vnculo que establece Aristteles entre la persuasin y las pasiones en el marco de su retrica. Retomar las conclusiones a las que llegu en los siguientes trminos: los discursos retricos se pronuncian en lugares especficos de la polis. Si cada vez que se hace un juicio sobre una accin concreta y determinada se presen-tan las pasiones, es preciso utilizar pruebas retricas para disponer las pasiones del oyente y as orientar la formacin de su juicio. Las pasiones son esenciales para comprender no solo cmo con ellas se mueve a actuar de una determi-nada manera, sino cmo intervienen en los juicios que hacemos. Cmo, por ejemplo, podemos, sin contar con el temor o la compasin, el amor o el odio, o la ira, emitir un juicio que sea adecuado y pertinente a la evaluacin de una

    84 Cf., Paul Ricoeur. S mismo como otro. Op. cit., p. xxviii-xi.

  • CAPTULO I. Las emociones, la potica, la retrica y el lugar [41]

    accin determinada? Sin el temor, por ejemplo, que acompaa la inminencia de un peligro; el sentimiento de compasin, que permite advertir que una desgracia sufrida es inmerecida; sin el amor, que nos vincula a los bienes que nos son comunes; sin el odio, que, por el contrario, nos lleva a rechazar el mal; o sin la ira, que se suscita con el desprecio que sufrimos o sufren los que nos son cercanos; sin la vergenza, que nos lleva a rechazar lo que es indigno; sin el favor, que nos lleva a procurar el bienestar del otro; sin la indignacin, que nos conduce a rechazar lo que es injustamente adquirido; sin la emulacin, que nos lleva a desear alcanzar los bienes; sin la condena, que implica sentir envidia, pues esta conduce a desearle el mal al otro.

    En esta investigacin me propongo indagar sobre cmo con ellas se con-tribuye a la constitucin de la experiencia humana del lugar. Parto de que los discursos retricos que utilizan las pruebas sobre las pasiones para disponer a los oyentes de una determinada manera son pronunciados en lugares especficos de la polis. Aristteles considera necesario realizar un estudio sobre las pasiones, pues ellas inciden en los juicios, y observa que estas se producen en determi-nadas situaciones. Procede a clasificarlas y ordenarlas a partir de un diagrama que le sirve de orientacin y de un marco de referencia para cada pasin. Este estudio les ofrece a los oradores un conocimiento desde el cual pueden elaborar sus pruebas sobre las pasiones. Es ah, en la polis, a partir de dichas situacio-nes, donde se producen las pasiones y se constituye una experiencia y un saber emocional que determinan, a su vez, las maneras en que los integrantes de una comunidad actan y se relacionan emocionalmente unos con otros. En su estu-dio, Aristteles explicita las diversas conexiones que se dan entre este saber emo-cional y los juicios que se realizan sobre las acciones. Al hacerlo, contribuye al diseo de una retrica con la que se formarn a su vez las pasiones, por el hecho de entrar en contacto los discursos retricos con los criterios de lo justo, lo con-veniente y lo digno, cuando los oyentes forman su juicio y toman una decisin sobre una accin concreta y determinada. Este recorrido permite intuir que con estos juicios se formarn las nociones comunes sin las que no es posible la polis y, por lo tanto, una vida en comn. Al igual que Ricoeur, Aristteles tiene una percepcin: la conexin entre las pasiones y los juicios. Mi propuesta es que si los discursos retricos que utilizan las pruebas sobre las emociones se pronuncian

  • Luz Gloria Crdenas Meja[42]

    en lugares especficos de la polis, entonces con ellos se contribuye a la constitu-cin de la experiencia humana del lugar y, con ello, a la vida en comn.

    Los temas sobre las emociones y/o pasiones, la retrica y el lugar han ad-quirido en la actualidad un renovado inters. Esto responde a la urgencia por mantener y construir lugares ms habitables y al reconocimiento del papel que juegan nuestros sentimientos o emociones y, tambin, la retrica en la construccin de una vida en comn. Esta fue una de nuestras reflexiones en Retrica, potica y formacin:

    El inters por establecer cmo se constituye la experiencia humana del lugar procede, a su vez, de la conciencia de que existe en nuestra poca un giro del tiempo hacia el espacio. La posmodernidad surgi, segn Lyotard, con la cada de los grandes relatos, la deconstruccin es la expresin de tal aconte-cimiento, pero hoy, a comienzos del siglo xxi, el deseo lleva a intervenir los espacios, a hacerlos moldeables, sujetos de mltiples variaciones. Los artistas construyen instalaciones que no perduran en el tiempo, al ser efmeras, solo buscan crear efectos sobre quienes recorren los caminos, las pistas, los sende-ros; as como antiguamente los discursos retricos se pronunciaban para pro-ducir un cierto efecto en quienes en ese momento los escuchaban, es decir, en formar un juicio. Es por esto que hoy ese arte tan antiguo de pronunciar dis-cursos, tal vez, permite comprender lo que ocurre con la experiencia humana del lugar. As, cabe escuchar la voz de una de las artistas de Latinoamrica: me gusta alterar el espacio y la percepcin de ese espacio insertando elemen-tos que hacen preguntarse a las personas que por all transitan qu es eso?85, simplemente para que un tiempo que transcurre sin aparente sentido pueda ser remplazado por nuevos paisajes que se abren a nuevos sentidos propios y as encontrar nuevas formas de habitar en el mundo86.

    85 Patricia Van Dalen. Arte efmero. Analtica. Revista electrnica. Venezuela: julio del 2003. Disponible en internet: http://www.analitica.com/va/arte/dossier/2450810.acp. Consultado en lnea: febrero 17 del 2005.

    86 Germn Vargas Guilln, Luz Gloria Crdenas Meja. Retrica, potica y formacin, Op. cit., p. 151.

  • [43]

    CAPTULO II

    Aristteles-Ricoeur: hermenutica de las emociones

    La lectura sobre Tiempo y narracin de Ricoeur me condujo a poner en evidencia que el tema de las emociones no tiene la suficiente atencin en su interpretacin, pese a haber realizado sobre ellas una serie de estudios al comienzo de su vida intelectual. Ms exactamente, las emociones no hacen parte de su modelo de la triple mmesis, con el que desarrolla su inte-resante tesis sobre la constitucin de la experiencia humana del tiempo a partir de los relatos de ficcin y de historia.

    Me interesa volver al estudio que realic sobre la retrica de Aristteles para rescatar el papel que tienen las pasiones para la formacin de las comuni-dades y, por lo tanto, de la vida en comn. Al seguir la indicacin de Ricoeur sobre la presencia de la metfora en la Potica y Retrica de Aristteles, puedo llamar la atencin sobre un tema que es igualmente importante: las pasiones. A finales del siglo xx y comienzos del xxi, este tema adquiere de nuevo impor-tancia; recientemente, Christian Platin, por ejemplo, mostr que en el caso de la retrica, las pruebas sobre las emociones no fueron tenidas en cuenta por Perelman en su teora de la argumentacin1. Otra evidencia es, como se ha dicho, la reciente publicacin de las lecciones de Heidegger sobre el Libro ii

    1 Cristian Platin. Les raisons des motions. Disponible en internet: http://icar.univ-lyon2.fr/membres/cplantin/index.htm. Consultado el 15 de diciembre del 2005.

  • Luz Gloria Crdenas Meja[44]

    de la Retrica de Aristteles2, a la que se refieren diversos autores3 actualmente. Como mi inters es ahondar en el tema de las pasiones con el propsito de re-flexionar sobre su papel en la constitucin de la experiencia humana del lugar, en este captulo recuperar los primeros desarrollos realizados por Ricoeur sobre las emociones para ponerlos en dilogo con el estudio sobre las pasiones de Aristteles en su Retrica.

    Emocin, pasin y sentimiento en Ricoeur

    Ricoeur se refiere a las emociones, pasiones y sentimientos en sus primeras obras, en el marco de una filosofa de la voluntad (1950 a 1960) que construye en tres partes. En la primera, extiende el anlisis eidtico de Husserl al tema de la voluntad. Guiado por la abstraccin que procura la fenomenologa, se propone la descripcin de las estructuras fundamentales de lo voluntario e involuntario, solo posible al poner entre parntesis la falta y la trascendencia en la que las emociones ocupan su lugar4. En la segunda y tercera, quita el parntesis, lo que le exige nuevas hiptesis de trabajo y un nuevo mtodo. En la segunda, construye una antropologa filosfica en la que desarrolla una filosofa del sentimiento y, en la tercera, una exgesis de los mitos con los que pretende acceder a la comprensin de la falta, en los que aparecen las pasiones que escapan a la descripcin eidtica.

    En la descripcin de la estructura de lo voluntario e involuntario, Ricoeur pone en dilogo la fenomenologa de Husserl con la filosofa existencial de

    2 Martin Heidegger. Gesamtausgabe. ii. Abteilug:Vorlesugen 1919-1944. Frankfurt an Main: Vittorio Klostemann, 2002.

    3 Ver Pierre Aubenque. Logos et Pathos: Pour une dfinition dialectique des passions (De anima, I, 1 et Rhtorique, ii). En Corps et ame sur le De anima dAristote. tudes runis par Cristina Viano. Paris: Vrin, 1996, p. 37-49. Enrico Berti, Enrico, Franco Bianco y Mario Vegetti. Heidegger e i Greci: Riflessione a pi voci su un recente volume di lezioni del giovane Heidegger. En Paradigmi. Revista di Critica Filosofica. Anno xxi, n. 61, Nuova Serie (gennaio-aprile 2003), pp. 177-205.

    4 Paul Ricoeur. Lo voluntario e involuntario i. El proyecto y la motivacin. Buenos Aires: Docencia. 1986, p. 15.

  • CAPTULO II. Aristteles-Ricoeur: hermenutica de las emociones [45]

    Gabriel Marcel para incorporar al hombre de carne y hueso. Esto lo denomina profundizacin existencial de la eidtica. Su propsito es describir las estructu-ras fundamentales que servirn de gua para comprender lo cotidiano:

    Las formas cotidianas del querer humano se dan como la complicacin y, ms exactamente, como el enredo y la desfiguracin de ciertas estructuras fundamentales que son, con todo, las nicas capaces de suministrar un hilo conductor en el laberinto humano. Ese enredo y esta desfiguracin que buscaremos en el principio de las pasiones y que uno puede llamar falta o mal moral hacen indispensable esta abstraccin especfica que debe reve-larnos las estructuras o las posibilidades fundamentales del hombre5.

    La primera situacin que revela la descripcin es la reciprocidad de lo vo-luntario e involuntario. La necesidad, la emocin, el hbito, etc., solo toman un sentido completo en relacin con una voluntad a la que solicitan, inclinan y, en general, afectan; mientras fija sus sentidos, es decir, los determina por su eleccin, los mueve por su esfuerzo y los adopta por su consentimiento. No hay inteligibilidad propia de lo involuntario. Solo es inteligible la relacin de lo voluntario e involuntario. Y por esta relacin la descripcin es comprensin6.

    Las descripciones puras comienzan con la del decidir, continan con la del obrar y del mover y llegan hasta la del consentir. De esta manera, Ricoeur pretende romper el hiato que se ha construido entre el cuerpo y el alma: Esto significa que la voluntad solo decide realmente por s misma cuando cambia su cuerpo y, a travs de l, cambia el mundo. En tanto que no hago nada, no he querido nada completamente7. No se trata, por tanto, del imperio sobre un cuerpo inerte, sino del esfuerzo que se logra en dilogo con la espontaneidad corporal.

    5 Ibid., p. 15.6 Cf., Ibid., pp. 16-17.7 Paul Ricoeur. Lo voluntario y lo involuntario ii. Poder, necesidad y consetimiento. Op. cit., pp.

    226-227.

  • Luz Gloria Crdenas Meja[46]

    En el orden de la significacin la emocin se encuentra entre entre el saber hacer preformado y el hbito. Sobre el primer esquema del saber preformado, se comprende la emocin, que se diferencia del anterior en que tiene

    el poder de conmover la accin, de agitar el ser, que no consiste ante todo en lazarlo fuera de s, sino en sacarlo de la inercia por una espontaneidad que siempre resulta peligrosa para el dominio de s mismo; si la voluntad debe siempre recuperarse de esta espontaneidad, es con todo a travs de ella como puede mover su cuerpo8.

    Ricoeur opta por el trmino de emocin para enfatizar en que se trata de una funcin de movimiento y no de una afeccin, pues esta ltima remite a la idea de pasividad y de receptividad. Con esta distincin, seala que son tres los tipos de emocin: el primero, la emocin propiamente dicha; el segundo, la emocin-choque, que surge con el juicio rpido que alerta y explota en gestos; el ltimo corresponde a la idea de complicacin pasional en la que la voluntad permanece prisionera de males imaginarios, combustible para la emocin. La pasin es producto de la complicacin que va de la pasin a la emocin y de la emocin a la pasin. La esclavitud que el alma se da a s misma y la agitacin corporal que la trastorna se encuentran estrechamente mezcladas9. Aqu, Ri-coeur detienen su descripcin, pues este tipo de emocin no es accesible para este mtodo y solo puede ser aprehendido en la vida cotidiana, en el teatro, la novela, la epopeya etc.

    Con el propsito de avanzar hacia la comprensin del mundo pasional, en la Filosofa de la voluntad ii. Finitud y culpabilidad, Ricoeur no sigue su indicacin de aprender el mundo pasional en la vida cotidiana o en las obras literarias; propone ms bien hacerlo desde la mtica, en la que este mundo se expresara en un lenguaje cifrado:

    8 Ibid., pp. 278-279.9 Ibid., p. 304.

  • CAPTULO II. Aristteles-Ricoeur: hermenutica de las emociones [47]

    Por qu, en efecto, solo se puede hablar de las pasiones que afectan la voluntad en el lenguaje cifrado de una mtica? Cmo introducir est mtica dentro de la reflexin filosfica? Cmo retomar el discurso filosfico des-pus de haberlo interrumpido con el mito?10

    El mundo pasional es all captado en el lenguaje en su nacimiento. Lo que, en cierto sentido, es anlogo a la exigencia de la fenomenologa de ir a lo ori-ginario11. El lenguaje mtico pertenece al universo simblico y no al del con-cepto; por tanto, es necesario construir un puente que permita el trnsito de uno hacia el otro. Ricoeur propone dos procedimientos que son realizados en paralelo. El primero corresponde al universo simblico, all marca sus niveles de acuerdo a su profundidad: smbolos primarios (culpa, pecado, mancilla), mticos (orden-caos, exilio del alma en un cuerpo extrao, ceguera del hombre producida por una divinidad hostil, cada de Adn) y especulativos (nada, ma-teria, cuerpo, pecado original). Niveles que se hacen accesibles mediante la repeticin de la experiencia que el mito explicita, con la que se avanza hacia lo ms profundo: el de los smbolos primarios.

    En el segundo, en el universo de la filosofa, hace una elaboracin con-ceptual para pensar la posibilidad del mal en el marco de una antropologa filosfica. Esto requiere, primero, partir de una visn que abarque la totalidad del hombre, su rasgo global, que es una cierta no-coincidencia del hombre consigo mismo; esta desproporcin consigo mismo sera la ratio de la fali-bilidad12. Segundo, la filosofa, al tener que partir de lo no-comprendido, el

    10 Paul Ricoeur. Finitud y culpabilidad. Op. cit., p. 10.11 En La memoria, la historia, el olvido, Ricoeur presenta la diferencia entre el significado de origen

    y el de comienzo, y precisa cmo el significado de origen es retomado por la filosofa: El comienzo consiste en una constelacin de acontecimientos datados, colocados por un historiador a la cabeza del proceso histrico que sera la historia de la historia (). El origen es otra cosa: designa la aparicin del acto de distanciamiento que hace posible toda la empresa y, por tanto, tambin su comienzo en el tiempo. Esta aparicin es siempre actual y, por tanto, siempre est ah (), el comienzo es histrico; el origen mtico () reutilizado por el filsofo, el mito se da como mito, en cuanto iniciacin y suplemento de la dialctica (Paul Ricoeur. La memoria, la historia, el olvido. Madrid: Editorial Trotta. 2003, p. 183).

    12 Paul Ricoeur. Finitud y culpabilidad. Op. cit., p. 21.

  • Luz Gloria Crdenas Meja[48]

    mundo pasional que se expresa en el mito y en una retrica de la miseria, debe reducirlo mediante una reflexin trascendental, a la manera kantiana que parta no del yo, sino del objeto, que est delante y se remonte hasta sus condiciones de posibilidad13. Para salvar la distancia que se abre entre lo pat-tico y lo trascendental, la reflexin parte del pensamiento, sigue con la accin para poder llegar al sentimiento. A nivel del pensamiento, la distancia entre el entendimiento y la sensibilidad explicitada por Kant solo se supera con la imaginacin en la sntesis del objeto. En la accin, la distancia entre el carcter y la dicha se supera en el respeto, con la persona. Pero solo con la dimesin del sentimiento14 es comprensible, segn Ricoeur, la condicin de posiblidad de la falibilidad: el mundo pasional.

    La hiptesis de Ricoeur sobre la desproporcin adquiere precisin con la dimensin del sentimiento, es all donde le es posible recuperar para la re-flexin la intucin platnica sobre la funcin de intermediario que cumple el thymos entre el placer y la dicha:

    transicin viva del bios al logos; separa y une al mismo tiempo la afectividad vital o deseo (ephithyma) y la afectividad espiritual que el Banquete deno-mina eros; tan pronto, dice Platn en la Repblica, el thymos lucha con la razn, de la cual es energa y valor, como con el deseo, del que es potencia para emprender, para la irritacin y para la ira. Puede volver una teora moderna a esta intuicin de Platn?15.

    El anlisis intencional indica el misterio del sentimiento: la ligazn indivi-sible de mi existencia con los seres y con el ser por medio del deseo y el amor. El thymos, sentimiento humano por excelencia, es el lugar intermedio entre el placer y el amor que revela la desproporcin, la especificidad de la humanidad del hombre.

    13 Ibid., p. 25.14 Paul Ricoeur. Finitud y culpabilidad. Op. cit., p. 9915 Ibid., p. 100.

  • CAPTULO II. Aristteles-Ricoeur: hermenutica de las emociones [49]

    A las precisiones sobre la intuicin platnica siguen las del placer y la virtud en Aristteles para avanzar hacia la psicologa contempornea, que, segn l, asume dos perspectivas: una, la de los sentimientos vitales (regula-ciones de carcter funcional), que se queda en un plano adaptativo en el nivel del placer y, por tanto,