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  • Este volumen contiene sesenta y cinco relatos escritos entre los aos1820 y 1999 por escritores nominalmente norteamericanos es decir,escritores en posesin de la ciudadana de los Estados Unidos y pretendemostrar no slo lo mejor de la cuentstica estadounidense, sino tambin ladiversidad y la riqueza continuada de la prosa norteamericana durante losltimos ciento setenta y cinco aos Me satisface que una seleccin derelatos tan diversamente elegidos defina el carcter norteamericano(adems del carcter del relato de este pas) tan bien, tan cabal y tanlibremente como es debido.

    RICHARD FORD

    Para Ford, el cuento nos abre a la vida pero tambin la protege. Reinventa.Revalora. Admite lo que la convencin rechaza. Es un vuelco del corazn. Esuna epifana instantnea. Y le da a la vida de cada lector lo que a cadalector le falta en la vida. Lmites de pensamiento. Educacin de lossentidos. Tales son las virtudes que la seleccin de Richard Ford trae a estevolumen.

    CARLOS FUENTES

  • AA. VV.Antologa del cuento norteamericano

  • Presentacin

    En lengua inglesa, el cuento siempre es calificado por la brevedad: Short Story,distinguindolo de formas ms largas como la novella, intermedia entre la novelay el cuento. Los hispanoparlantes conocemos (y celebramos) el cuento mscorto de todos, El dinosaurio de Tito Monterroso: Cuando despert, el dinosauriosegua all . La literatura de lengua inglesa tiene un equivalente, potico einquietante, en Samuel Tay lor Coleridge: Si al despertar tengo en la mano larosa con la cual so, entonces, qu? .

    Hay tambin brevsimas observaciones que podran ser cuento o novela engermen. Recuerdo una tarde, volando de Mrida a la ciudad de Mxico al lado deJuan Rulfo en un avin chartered que no alcanzaba gran altura y dejabasospechar inminentes fallas tcnicas. Sobrevolando el montaoso estado deOaxaca, Rulfo mir por la ventanilla y dijo: Quin nos iba a decir que bamosa morir estrellados sobre el panten de San Pedro de las nimas, donde estnenterrados el Cacique de la Mano Negra y sus nueve hijos malvados! .

    Cmo me hubiera gustado que Rulfo hubiese escrito esa novela, o esecuento! Pero acaso su belleza es la de ser una expresin narrativa espontneaque, en su brevedad y belleza, nos recuerda que el relato breve, el cuento , estan antiguo como la humanidad. Papiros egipcios de hace seis mil aos, losrelatos que son la historia de David y Betsab en la Biblia, las estelas narrativasde las culturas del golfo de Mxico, la perdurable y esplndida historia de Laviuda de feso, originaria de la cultura de Mileto, los fabliaux medievales, loscuentos indostnicos, chinos y japoneses, nuestro Conde Lucanor, el Decamernde Boccaccio El cuento existe desde siempre, precede a la novela como laentendemos a partir del Quijote, pero Cervantes mismo no puede ni quiere evitarla intrusin del cuento dentro de la novela: la pastora Marcela, el CuriosoImpertinente, la historia del Cautivo

    Qu es todo cuento, al cabo, sino un captulo ms de la interminable historiade Scherezade, obligada a contar cada noche un cuento nuevo para no morir alda siguiente?

    Con gran sabidura, Richard Ford, en esta extraordinaria antologa del cuentonorteamericano, nos pide leer los cuentos antes de comentarlos y, mucho menos,de definirlos. Y tiene razn. La variedad que Ford nos ofrece es, por definicin,indefinible. No traiciono a un escritor y amigo tan admirado como Ford, sinembargo, cuando esbozo una brevsima historia del cuento norteamericano.Originado por Hawthorne, es Poe quien famosamente define al gnero como un

  • diseo preestablecido dirigido, sin vueltas y circuitos, a obtener el efecto deseado.Es esta definicin la que un maestro del cuento clsico como W. SomersetMaugham hace suya al concebir el cuento corto como una lnea recta dotada deunidad de efecto y de impresin.

    La lnea recta se convirti en un horizonte colorido en ese cuento de xitoinmenso, antecedente del western flmico y esencia del narrar fronterizo de losEstados Unidos: Los proscritos de Poker Flat de Bret Harte (1868).Posiblemente ningn otro cuento dio tan limpiamente su carta de naturalidad a lanarrativa breve norteamericana, con sus buenas dosis de color local adobado porexcentricidades dickensianas.

    Correspondi a Henry James faltaba ms complicar las cosas rehusandoradicalmente el color local y, de ser necesario, la calle misma para que el cuentoocurra en la cabeza del lector. sta es, para m, la verdadera revolucincuentstica de James y nada la ejemplifica mejor que la maravillosamenteambigua Otra vuelta de tuerca, donde la narracin es la imaginacin de lainstitutriz. James purifica la imaginacin gtica de Edgar Allan Poe, donde elmal, tambin, palpita en el corazn delator ms que en los calabozos, tumbasy fretros del escenario gtico.

    Si yo pudiese imaginar tres territorios de fundacin del cuentonorteamericano del siglo XX, escogera los de Sherwood Anderson, ErnestHemingway y William Faulkner. Anderson convierte al cuento en captulo de unanovela de narraciones independientes pero que en su conjunto crean una unidad:la del pueblo que da ttulo al libro, Winesburg Ohio. Acaso Anderson sea el msdirecto heredero norteamericano de Chejov: pinceladas sutiles y gritos mudos. Yuna voluntad de estilo: eliminar el argumento, no rendirse ante la vivacidad de lacivilizacin de los Estados Unidos.

    Ernest Hemingway admiti su deuda con Anderson pero imprimi al cuentonorteamericano dos de sus caractersticas permanentes: la concisin y laobjetividad. Los asesinos , Mi viejo , Fifty Grand , Un lugar limpio ybien iluminado son obras maestras del gnero, clsicos de la narrativa breveque, naturalmente, provocaron imitaciones sin fin y una reaccin ilustre encontra: William Faulkner, cuyo barroquismo sureo y prosa gongorina son ladistensin y extensin opuestas a la brevedad y concisin de Hemingway. Unamanera, muy faulkneriana, de decir: siempre hay otra manera de decir lascosas.

    Pero acaso ste sea el principio que gua la esplndida y abundante seleccinde Richard Ford: qu me dice este cuento que antes no supiera? Posee estecuento la libertad interna de decirme las cosas de otro modo?

    La seleccin de Ford rehsa ver al cuento como historia personal, historiasocial o contexto poltico. Apuesta con fervor por la autonoma y universalidad dela forma, pero le atribuye poderes extraordinarios. Diversidad. Brevedad.

  • Novedad. Desde luego. Pero tambin las virtudes de lo impredecible, laincertidumbre, la certeza de que el orden de la vida es provisional pero el cuentotiene el poder de contener a la vida misma y, lo que es ms, ordenarla.

    Para Ford, el cuento nos abre a la vida pero tambin la protege. Reinventa.Revalora. Admite lo que la convencin rechaza. Es un vuelco del corazn. Es unaepifana instantnea.

    Y le da a la vida de cada lector lo que a cada lector le falta en la vida. Lmitesdel pensamiento. Educacin de los sentidos.

    Tales son las virtudes que la seleccin de Richard Ford le trae a este volumenque con verdadero orgullo presento.

    Carlos Fuentes

  • PRLOGO

    Cuentos norteamericanos

    por Richard Ford

    Este volumen contiene sesenta y cinco relatos escritos entre los aos 1820 y 1999por escritores nominalmente americanos es decir, escritores en posesin de laciudadana de los Estados Unidos y pretende mostrar no slo lo mejor de lacuentstica estadounidense, sino tambin la diversidad y la riqueza continuada dela prosa norteamericana durante los ltimos ciento setenta y cinco aos.

    Razonablemente esta introduccin podra concluir tras haber dicho slo esto;ya que leer los siguientes relatos es ms importante que cualquier cosa quepudiramos aadir como prlogo. Yo tambin soy escritor, y mi mayor deseosiempre ha sido, sencillamente, que el lector lea mi narracin, y que lo haga conla menor cantidad de obstculos posibles. Segn un criterio ms bien francs, unrelato no es del todo un relato hasta que alguien lo lee; aunque, mientraspermanece sin ser ledo, puede sufrir toda clase de extraos y asombrosostratamientos.

    Hace poco una californiana me escribi una carta en la que detallaba lasrazones por las cuales ella crea que un relato mo deba tirarse a la basura, sobretodo debido a lo que ella consideraba sus mltiples contenidos censurables: lainfidelidad matrimonial, la violencia conyugal, la desesperanza, la confusinmoral, la ambigedad sexual. Por supuesto, no me gust enterarme de sudisgusto. Preferira que todos los que lean un relato mo encuentren algo que lesguste o que admiren o que pueda resultarles til. Pero enseguida le escrib a esalectora insatisfecha para acusar recibo de sus sentimientos, pero tambin paraexpresarle mi satisfaccin fundamental de que hubiera ledo mi relato de cabo arabo. A lo mejor, supuse (aunque no se lo dije), su experiencia desagradable alleerme le haba clarificado algo importante; quiz le haba mostradoprecisamente la clase de persona que ella no era, ahorrndole as algnquebranto importante en el futuro. De todos modos, no iba a discutir la actitud queella haba adoptado despus de leer mi cuento, pues eso segua siendo secundariocomparado con el hecho ms importante: que haba ledo lo que yo haba escrito.

    Para un relato y para su autor el hecho de ser ledo lo es todo. Por eso, comohe indicado, si el lector desea pasar por alto mis comentarios ahora mismo, yempezar a leer a Hawthorne, a Poe, a Fitzgerald, a OConnor, a Welty, a Carvero incluso a Ford, por favor, que no dude en hacerlo, y considere estepequeo ensayo como un eplogo.

  • Para una visin ms general, crtica y detallada del relato norteamericano a lolargo de la historia es decir, un tratado sobre la forma en que ha sido elaboradopor los estadounidenses con el paso de los aos hay que leer otros libros. Talesdisquisiciones incluiran debates acerca de las distinciones taxonmicas delgnero: qu es (o no es) un relato. En qu se diferencia un relato autntico de un boceto , un cuento , una historia , una fbula , un trozo de la vida talcual es ? Cun corto ha de ser un relato para que no deje de ser un relato y seconvierta en otra cosa: una novella o una novela? Exige el relato ciertascaractersticas formales: unos personajes verosmiles, un solo punto de vista, unambiente geogrfico verdico, una estructura cronolgica sumamentecomprimida, un solo efecto?

    Para m que desde hace ms de treinta aos escribo lo que alegrementedenomino relatos esas distinciones formales tan complicadas slo resultaninteresantes despus de haber ledo muchas obras fundamentales, de maneravoluntaria. Pero en una introduccin del relato norteamericano, estaspreocupaciones son banales, y, en el peor de los casos, irrelevantes y agobiantes,para establecer la relacin principal entre el lector y la gran variedad yamenidad del gnero. Nos gusta leer un soneto de Shakespeare antes de estudiarlas complej idades del pentmetro ymbico. Por lo tanto, como definicinpreliminar, os ruego que aceptis mi criterio, aunque es opcional, de que unrelato es simplemente una obra de ficcin, escrita en prosa y no en verso(aunque estoy dispuesto a ser flexible), cuya extensin oscila entre un prrafo yun nmero de pginas o palabras ms all de las cuales la palabra cortoparezca poco convincente para una persona en su sano juicio. Ese relato sernorteamericano si su autor es norteamericano. Probablemente estar escrito eningls, pero tambin podra estar escrito en espaol, en sioux o en francs.Cualquier intento de alcanzar otra definicin escrutar el nmero de personajes,o la cantidad de incidentes narrativos; evaluar las limitaciones en la dimensinhistrica; requerir la presencia (o la ausencia) de una revelacin psicolgicapenetrante en la vida interior de los personajes; enfocar (o no) a personajes quepertenecen a grupos de poblacin marginal ; pedir un contenido edificanteo un consejo humano, todos estos aspectos podran constituir maneras dedescribir o de examinar de forma ms cercana tal o cual relato en particular,pero no definen la esencia del relato como gnero, ni tampoco formulan en qumedida el relato ser bueno, y ni siquiera si ser bueno.

    Otras cuestiones principalmente eruditas, y que aqu no consideramosrelevantes, seran el desarrollo del relato a travs de las sucesivas modas delestilo literario norteamericano y a lo largo de las concepciones de cada pocaacerca de cmo retratar la realidad y qu constituye un tema adecuado: desdelos cuentos de austera moralidad de Hawthorne y las fantasmagoras de Poe,pasando por el naturalismo de Williams Dean Howell o el realismo

  • psicolgico de Henry James, y las narraciones llenas de color local y los cuentos chinos de Bret Harte y Mark Twain, hasta llegar a la amalgama delsiglo XX de todo-lo-que-hubo-antes comprimida por el escepticismo deltrastorno que sobrevino a la primera guerra mundial una esttica que puededefinirse ms o menos como experimentacin formal, pero que en realidadera solamente el principio de la permisividad: es decir, todo lo que se puedaconvertir en un buen relato est permitido. (No tengo nada contra este asunto del desarrollo , slo que primero hay que leer los relatos.)

    Los especialistas en cuentstica tambin estudian la utilidad o el valor como reflejo de sucesos o movimientos (demogrficos, polticos, raciales) deun relato dentro de la cultura estadounidense. Y, no obstante, como escribi unavez el poeta Howard Nemerov, en la prctica es imposible saber, a partir de lalectura de un relato, cmo y en qu circunstancias se compuso. Y del mismomodo que suele ser imposible saber con certeza qu partes de un relato (si es quehay alguna) provienen directamente de las vivencias del autor, resulta dudoso emplear una obra de ficcin como informe fiable de sucesos reales (aunquese hace con regularidad). S, por supuesto, es verdad que a partir de Hemingwaypodemos imaginar lo que fue una guerra mundial; y a partir de la prosa deCheever, el hecho de que Norteamrica en los aos cuarenta y cincuenta sedesangraba en los suburbios; y ley endo a Faulkner podemos advertir la existenciade un problema racial que probablemente nunca desaparezca. Los comentaristaspueden distorsionar los relatos para retratar el espritu de una poca, tal comodijeron que las narraciones de Fitzgerald describan la era del jazz o los aosveinte. Pero, como sucede con todo arte y la ficcin norteamericana sera artesi pudiera renovar nuestra vida sensual y emocional y ensearnos una conciencianueva lo ms probable es que cuando examinemos cualquier perodo histricono nos impresione lo bien que la obra reflej el acontecimiento, sino quconflicto de voluntades se desencaden dentro de la misma: cuninevitablemente dentro, y sin embargo, cun impvidamente fuera del dominioaparente de la historia puede estar el arte. Si una de las funciones de la literaturaes devolver al lector a la vida mejor equipado para vivirla, dueo de una nuevaconciencia, entonces el contenido de la literatura ha de hacer algo ms inmortalque comentar y certificar lo que ya ha pasado. Como escribi Salman Rushdie: En la literatura no hay monopolio exclusivo sobre ciertos temas para ciertosgrupos [hubiera podido aadir: ciertos perodos histricos] el verdadero riesgopara todo artista tiene lugar en la obra, al empujarla hasta los lmites de loposible, tratando de incrementar la suma de lo que es posible pensar .

    A lo largo del siglo XIX y principios del XX, la influy ente definicin de EdgarAllan Poe de lo que es (y no es) un relato seguramente hizo que los jvenes quese esforzaban por escribir creyeran no slo en la existencia eficaz de modelos

  • formales para elaborar los relatos, sino tambin, implcitamente, que de algnmodo el cuento requera que unas reglas lo rigieran como si fuera ms voltilque el resto de los gneros literarios. En su crtica del primer libro de relatos deNathaniel Hawthorne Twice Told Tales (1837), Poe se convirti, si no en elprimer escritor americano, s en el ms elocuente y famoso a la hora de exponersu definicin de lo que eran la naturaleza, la estructura y los efectos esencialesdel relato. Una de estas caractersticas era que un cuento tiende a dejarse leer deuna sentada. Otra, que todas las caractersticas formales del relato (de nuevo: lospersonajes, las peripecias, la estructura narrativa, el tono) deban conservar launidad y subordinarse a conseguir un nico efecto preconcebido por el autor. y con estos medios , escribi Poe, con ese cuidado y habilidad, se logra por finuna imagen que deja en la mente del contemplador un sentimiento de plenasatisfaccin. La preocupacin evidente de Poe radica en que los relatos sonvaliosos de acuerdo con la impresin que causan en el lector, y no por ser unarplica perfecta de una forma abstracta. En trminos prcticos, cuanto may orsea el efecto, cuanto ms se realice el plan del escritor, mejor ser el relato,mejor para el lector, y mejor en general. Poe defiende las virtudes del oficio lo que a mediados del siglo XX se denominaba un relato bien hecho cuy osprincipios son: la concisin, la proporcin, el control, y el relato concebido comoun artificio que acta sobre otra persona.

    En mis primeros tiempos como narrador los remotos orgenes del tallerde escritura universitario fui testigo de cmo muchos esfuerzos creativos,serios y conmovedores, eran descartados por jvenes crticos-autcrticossimplemente porque no eran relatos . Y no porque no fueran interesantes, sinoporque al parecer no conseguan cumplir con la antigua preceptiva de Poe encuanto a extensin, proporcin y composicin un conjunto de normas crticasque quiz aquellos defensores modernos en realidad nunca haban ledo, peroque, no obstante, de algn modo conocan , como por instinto. En realidad, fueen parte como reaccin a las viejas mximas de Poe o al menos a su nueva yrgida aplicacin por parte de los escritores y crticos de mediados del siglo XXque la era del antirrelato tuvo lugar dentro de la narrativa norteamericana enlos aos cincuenta y sesenta. La innovacin europea y latinoamericanadesempe un papel vigorizador en esta pseudo-poca literaria, lo cualfelizmente contina hoy. Pero algunos relatos aqu incluidos como Ellevantamiento indio , de Donald Barthelme y en los que las normas formalesde la tcnica narrativa son violadas de manera provocadora, si bien algo fra,supuestamente rechazaban en parte la nocin del relato bien hecho inspiradapor Poe y su incapacidad para comprender la experiencia variada de la vidamoderna.

    Naturalmente, desde aquellos das de talleres literarios tambin en lossesenta la percepcin cultural fluctuante en Norteamrica, la subjetivizacin

  • cada vez may or de la realidad percibida, los avances de la ciencia y latecnologa, las repercusiones de la guerra de Vietnam, la explosin demogrficay el cambio en las relaciones humanas conocido como diversidad y globalizacinhan obrado conjuntamente, evitando que el cuento norteamericano siga siendouna entidad precisa, practicada a partir de un conjunto de reglas definidas. Latendencia formal en la narrativa estadounidense mientras escribo este prlogo enlas navidades del ao 2000, consiste en no tener ninguna tendencia estable loque hace que el relato parezca vibrante y que el resultado de la historia parezcabueno. Los escritores escriben y publican, los lectores leen y disfrutan de unosrelatos que Poe habra defendido, y de otros que l no habra entendido enabsoluto. Por tanto, parece que lo ms sabio es concebir la historia del relato enNorteamrica ms bien como la historia de una actitud que se manifiesta endistintas formas: siendo que la actitud es algo crucial acerca de la vida que puedeser imaginado y expresado mejor ms claramente, ms provocadoramente,ms bellamente en los relatos ms bien breves que en los que son un pocolargos.

    Cuando Marcel Duchamp padre del arte conceptual lleg a Nueva Yorkprocedente de Francia en la dcada de los veinte, dijo de los escritores y de laliteratura de este pas: En Pars los jvenes de cualquier generacin siempreactan como los nietos de algunos grandes hombres de modo que cuandollegan a producir algo propio, hay una especie de tradicionalismo que esindestructible. Pero a vosotros, los americanos, os importa un carajoShakespeare. No sois sus nietos. De modo que ste es un terreno perfecto paranuevos desarrollos .

    Eso en parte pudiera ser verdad, y en parte, no. Pero lo que s es til para lalectura de los relatos que integran esta antologa, al tiempo que intentamosencuadrar una concepcin nacional norteamericana del gnero, es la nocin deDuchamp de la literatura americana como una bsqueda constante de nuevosdesarrollos. El inicio de la produccin narrativa en Norteamrica tuvo lugar en elprimer cuarto del siglo XIX, cuando Thomas Jefferson, el gran espriturenacentista de la independencia americana, an viva, tanto literalmente comoen su capacidad de influir. Jefferson era contemporneo de Washington Irving,cuyos relatos reunidos en The Sketch Book se publicaron en 1820. De hecho, laidea en s de un estado nacional americano con un carcter consistente seguasiendo rudimentaria y era objeto de continuas redefiniciones y amenazas.Incluso la propia independencia, una idea tan crucial para los padres fundadoresamericanos, haba sido concebida por ellos como algo en cierto modo variable tanto una ruptura con una historia opresiva y un dominio arbitrario como tambinuna oportunidad de crear nuevas configuraciones, enlaces, identidades. Estoscolores de la independencia literarios, gubernamentales, religiosos, morales

  • combinados una y otra vez todava se observan en Norteamrica al iniciarse elnuevo milenio. De modo que, aunque pudiera ser verdad que los estadounidensesno somos nietos de Shakespeare, eso no significa que seamos hurfanosdesprovistos de una historia de identidad significativa, artstica o de otra clase. Dehecho, si hay algo tpico en los escritores y la literatura norteamericanacontempornea, es que cuando intentamos imaginar nuestros antepasadosliterarios y encontrar la conexin crucial con Irving y Hawthorne, HermanMelville o Mark Twain, Sarah Orne Jewett en el fro Maine rural, no lo hacemospara crear a imitacin de ellos, sino para encontrar aliento en individuos comonosotros mismos: mujeres y hombres cercanos a la vida, con pocas ideaspreconcebidas, que experimentaron lo cotidiano ms como un conjunto desensaciones impredecibles que como una suma de certezas demostrables. Aligual que ellos, pensamos que nuestra literatura y cultura no son categorasabsolutas destinadas a mantenerse y a estabilizarse, sino nociones para inventarde nuevo a travs de un proceso de cesin y de revalorizacin. Un escritornorteamericano (sin duda al igual que uno letn o uno noruego) ofrece el aspectode un hombre o una mujer bastante perplejo ante el maremgnum deacontecimientos ms que el de una criatura escudada detrs de una barricada deobras y certezas. Por supuesto, una de las concepciones errneas de la historia escreer que las grandes figuras del pasado eran esencialmente diferentes denosotros. Y una de las convicciones principales de la democracia es el hecho deque no lo eran.

    Estoy casi seguro de que escrib mi primer cuento porque haba ledo un relato uno muy bueno del escritor americano de los aos veinte y treinta SherwoodAnderson, titulado Quiero saber por qu . Lo he incluido en este libro. (Serumorea que a Hemingway este relato le haba impresionado tanto como a m, yque l escribi su cuento Mi viejo inspirndose en el de Anderson.) En micaso, conceb la forma del relato como una especie de liberacin. Que yorecuerde, empec a vivir como un chico fundamentalmente iletrado enMississippi, all por los aos cincuenta. La literatura de hecho, la gran literatura flotaba en la atmsfera donde yo viva. William Faulkner estaba cerca, enOxford; y la genial narradora Eudora Welty resida a slo unas calles de mi casa,en la ciudad de Jackson, de la que somos coterrneos. Sabamos de estaspersonas, lo cual a fin de cuentas importaba. Sin embargo, yo no lea ni con afnde competencia ni con rapidez. Las novelas largas me desmoralizaban. Mispadres casi no lean nada, y no me animaban mucho a hacerlo. Y sumada a estosobstculos circunstanciales, estaba la sensacin generalizada de la insuficienciade la vida, sin duda un sentimiento comn entre muchos adolescentes, y quizan ms comn entre los que tenan dificultades para leer, y posiblementetodava ms marcadamente comn entre los adolescentes blancos poco

  • capacitados para la lectura del Sur americano de los aos cincuenta; un lugar yun tiempo en que los ciudadanos estaban aislados de sus vecinos, pues en realidadtodo nuestro terruo estaba separado de la vida cultural a gran escala de la nacinamericana debido a los prejuicios raciales. (As pues, no es de extraar que sedieran unas condiciones muy frtiles para la gran escritura, tal como evidencianlos relatos de Welty, de Faulkner, de Flannery OConnor, de Truman Capote, deCarson McCullers y de Peter Tay lor. Era como si la literatura articulara laspalabras que el habla convencional prohiba.)

    Para m, sin embargo, la insuficiencia algo banal de mi vida como joven seexpres en la forma de una pregunta ingenua, cuya urgencia deba intuir sindarme cuenta y sin intentar siquiera contestarla de manera tentativa. La preguntaera: Esto que estoy experimentando es todo lo que hay en la vida? . Ms tardecomprend que era simplemente otra manera de decir que la vida me parecainsignificante y, por consiguiente, carente de importancia.

    No es una manera inslita de sentir cuando se es joven. Y las vidas de losjvenes alimentadas de la materia prima emocional del aislamiento, de laalienacin, de la absurdidad cultural, del amor de los padres y de la suficienciamaterial pueden tener desenlaces buenos, y no devenir fatales. Hay muchasocupaciones en la vida que pueden neutralizar las partes malas satisfactoriamenteal tiempo que animan hacia algo mejor. Uno no tiene que acabar siendo escritor.

    Sin embargo, en mi caso, a los diecinueve aos y pico, en mi primer ao deuniversidad, un maestro me entreg el relato de Anderson como parte delmaterial de estudio de una asignatura. Y por primera vez sent que podaidentificar y al mismo tiempo enfocar aquella hasta entonces no expresadasensacin de la insuficiencia de la vida. Sbitamente sent como si la vida mivida necesitase algo as como otro ritmo, un gesto ms trascendental, algo queni yo ni mis circunstancias podamos producir. Pero el relato que le, Quierosaber por qu , de algn modo me proporcion una sensacin de que s, de queen aquella vida que no me satisfaca totalmente en esa vida sumamentesubjetivizada, desordenada y arbitraria que vivamos haba una historiaaadible, cuyo tema era la vida, y cuyo objetivo era crear un orden provisionalpara ella, enfocar sus preguntas e insuficiencias ms profundas, y quedarsatisfecho tras haberlo hecho. Fue un descubrimiento importante.

    Anderson escribi Quiero saber por qu en 1919, y el relato estambientado en algn momento cercano a aquella poca, en el Ohio rural ytambin en Saratoga, Nueva York, donde hay un hipdromo famoso (nota bene:en vez de uno, hay dos ambientes principales en un relato que es bastante breve).Las ancdotas del relato estn contadas en un tono coloquial directo, o comoun discurso aparentemente dirigido al lector, a travs de la voz del personaje, unadolescente de un pueblo pequeo que se ha enamorado de los caballos, de lascarreras de caballos, de la vida en el hipdromo, y ms particularmente, de un

  • joven entrenador de caballos llamado Jerry Tillford, quien parece encarnar todaslas pasiones, el idealismo y el afn de tener experiencias en el amplio mundo queexperimenta el joven narrador. El tono retrico del relato que tiene menos decuatro mil palabras, y, no obstante, es muy poderoso es, como sugiere su ttulo,una splica algo lastimera del joven narrador en busca de comprensin. Un viajedesde Ohio hasta Saratoga, inspirado por su amor a todo lo relacionado con loscaballos y que huela a cuero, concluye en una carrera de caballos ganada queafirma la vida de manera fabulosa. Pero en algn momento, el joven e ingenuonarrador espa al muy estimado Jerry Tillford mientras ste tiene tratos con unaprostituta, de modo que en opinin del narrador el entrenador parece andaren malos pasos y estar, de hecho, moralmente derrotado, convirtindose as en lacausa de una gran decepcin y confusin. Quiero saber por qu es el grito dedolor del narrador cuando choca de frente con esta manifestacin de la tristeinsuficiencia de la vida. Y su historia para el lector no slo sirve como unaprueba de lo inquietante que en realidad puede ser la vida, sino que tambin debido a que el relato es una obra concisa, expuesta claramente, elegantementedepurada acta como un antdoto contra la propia decepcin que la ancdotadel relato pone de manifiesto. El relato, en esencia, proporciona el ritmo extraque la vida de algn modo omite. Y podramos considerar ese ritmo extra comoalgo dotado de varios atributos: como un comentario til sobre la vida; como unblsamo para la vida; como un agradable entretenimiento; como unaconsecuencia natural y necesaria de la insuficiencia de la vida un consuelo delarte; como una leccin sobre la vida cuyas consecuencias debemosimaginar a veces. Hay muchas posibilidades. Todo podra existirsimultneamente e intensificar el impacto del relato en nosotros.

    A m, por supuesto, me encant el cuento. Recin haba salido de laadolescencia cuando lo le. Me haba enfrentado a algunas de las pequeas yconfusas decepciones de la vida. El estilo coloquial directo me pareci un medioperfecto para enfrentarme a aquellas decepciones; el tratamiento directo einformal del relato me pareci autntico, convincente y agradable. Admit laintensidad y la importancia de que el conocimiento derrotara a la inocencia. Elrelato, por su exactitud, pareca darle a mi vida el ritmo extra que necesitaba, noslo como emocin, sino para vivirla de una manera til. Me descubri la vida deuna manera bastante directa, pero tambin me protegi de la dureza de la vidapor su propia condicin de ficcin; su existencia como artificio, sudistanciamiento, su brevedad, su moderacin, su promesa implcita de que seancuales sean las cosas importantes que la vida nos exige, un relato las puedecontener y comentar, hacindolas tolerables e incluso bastante agradables. Y am no me molestaba en absoluto el hecho de que el relato tuviera lugar en unapoca y en un lugar muy distantes y distintos de donde y o estaba: la distribucinespecial del relato como arte neutraliz ese extraamiento.

  • No todos los relatos y seguramente no todas las historias de estarecopilacin tan diversa impresionarn a los lectores tanto como a m lanarracin de Anderson cuando y o era joven. En cierto sentido, yo era el lectorperfecto para Quiero saber por qu . Pero todos los relatos aqu reunidos,desde los ms antiguos hasta los ms contemporneos, desde Washington Irvinghasta la sorprendente y joven Lorrie Moore, impresionarn a los lectores con suesencia narrativa: sus cualidades en tanto que hechura ; la urgencia dedirigirse al lector; sus contornos esmerados, su brevedad y capacidad demoderacin contra la urgencia de decir ms cuando es mejor decir menos; suconviccin fundamental de que la vida puede y quiz debera serminimizada, y al mismo tiempo ser enfatizada en un solo gesto, y de este modojuzgada moralmente. Estos relatos afirman que en medio del gran tumultoaparentemente indistinguible de la vida, se puede encontrar lo primordial.

    Poe, por supuesto, hubiera preferido que los relatos fueran ms breves de loque yo acepto. l habra contado rigurosamente los efectos que contenan y losque faltaban. Pero de 1837 a nuestros das, la vida quiz sea menos abreviable acausa de la sensibilidad moderna, que es ms sobrecogedora, y ya no tanfcilmente sumisa a la necesidad de cohesin superficial y de unidad. Decualquier manera, no todos creen que una exagerada brevedad resulte tanvirtuosa. Un siglo despus de Poe, el crtico Walter Benjamin se lamentaba deque el hombre moderno ya no se dedica a lo que no se puede abreviar . Ytreinta aos despus de la poca de Benjamin, el poeta Nemerov observaba que los relatos no son nada ms que trucos de saln [] unos aparatitos para inducira producir reconocimientos y cambios de opinin [] Que tanta de nuestraexperiencia, o el estereotipo que se hace pasar por ella, sea tratada por medio delrelato es quiz un sntoma, que se puede percibir en otras partes del dominiopblico, de un cinismo desagradable con respecto al carcter humano .

    El criterio de Nemerov es que, debido a su severa economa, los relatossiempre omiten demasiado de la vida: las partes atenuantes, indistinguibles,grises, humanas, pero muy importantes, hubiera podido decir. Muchos detalles,una abundancia an ms grande, es, segn este razonamiento, ms verdadero;mientras que, ofrecer menos, equivale a creer que basta con menos, lo cual,desde el punto de vista de Nemerov, no slo no era verdad, sino que estaba faltode moralidad. Nemerov habra estado de acuerdo con Benjamin, quien dijo afavor de la novela ese gnero ms largo que Benjamin tampoco aprobabamucho: escribir una novela significa llevar al extremo lo inconmensurable enla representacin de la vida humana [] En medio de la plenitud de la vida, ymediante la representacin de esa plenitud, la novela evidencia la perplej idadprofunda de los seres vivos . Todo parece indicar que lo que Nemerovconsideraba como verdad absoluta era la perplej idad.

    Desde luego, los relatos si sus autores as lo desean no necesitan

  • escatimar las perplej idades de la vida. De nuevo, lase El levantamiento indioo No hay lugar para ti, amor mo , de Eudora Welty, o el relato de Fitzgeraldde los aos veinte, Regreso a Babilonia . La perplej idad abunda, aunque cadauno proporciona ese importante ritmo extra, gracias al cual no nos perdemos.

    Tampoco deberamos, en tanto que lectores, suponer que vamos a echar enfalta la plenitud de la vida en los relatos. De nuevo remitimos al lector a Welty, aHenry James y a Stanley Elkin. Es cierto, los relatos no compiten con la vida enduracin y extensin. La vida siempre ser ms larga que un relato o una novela.Pero el propsito formal de un relato devolvernos a la vida con ms de lo quetenamos cuando empezamos su lectura no se diferencia en nada de laintencin de una novela. Con una novela simplemente recibimos ms, de la viday del arte. Pero no necesariamente recibimos algo mejor.

    Los relatos son buenos, o pueden ser buenos, por las mismas razones que alfinal esperbamos, y que en general estn asociadas con su brevedad. Desdeluego, los relatos no siempre han de ser tremendamente cortos. Pueden ser muylentos, y parecer largos y elaborados (lase a Peter Tay lor). Sin embargo, sudeclarada intencin es ser cortos, no largos, ocupar un perodo breve del tiempodel lector en vez de uno dilatado. Parecen ser sumamente ms selectivos que lasnovelas, y, por tanto, potencialmente son ms dramticos. Y debido a que son, enmayor medida, un extracto de la vida, resultan objetos inquietos, ms cercanos alsilencio, ms prximos a la inexistencia formal que los gneros literarios mslargos. Por estas razones, los relatos tienen la posibilidad de crear un efecto deurgencia; unas caractersticas que Poe hubiera percibido en su afn de regirlasmediante reglas. Y ya sean innovadores o tradicionales (con argumento,pintorescos y con personajes verosmiles, con dilogos sensatos y estructurastemporales convencionales), el hecho de que una cantidad relativamente brevede vida se refiera precisamente a esa vida ms larga y ms grande msimportante, e incluso misteriosa hace que los relatos carguen con laresponsabilidad de ser perfectos, so pena de correr el riesgo de carecervirtualmente de todo inters. A las novelas se les perdona su superfluidad, ytienen muchas ms posibilidades de acertar. Por otra parte, los relatos quefracasan, extraamente dejan de existir por completo.

    Se podra decir ms, incluso despus de haber argumentado que deberamosdecir menos. Pero el trabajo del editor es hacer que el lector vuelva a suverdadera actividad; en este caso, a una esplndida constelacin de relatos. Siingenuamente he molestado al lector desvindolo de las preocupaciones delgnero, o de una atencin demasiado grande a las caractersticas de la nacin-estado, o de un deseo de conectar los relatos con su ambiente histrico; o si eneste prlogo he ignorado los temas sexuales, los asuntos relacionados con laorientacin sexual y la etnicidad, o si he omitido definir con precisin en qu

  • consiste un buen relato si en esencia he dejado estos relatos casi al desnudofrente al lector, entonces estoy satisfecho, y he hecho el mnimo de dao.Concuerda con mi idea de la idiosincrasia norteamericana permitir al lector tantalibertad como sea posible, y se ajusta a mi nocin de la libertad artstica permitirque los escritores escriban como les plazca y que llamen al producto final comoquieran. Me satisface que una seleccin de relatos tan diversamente elegidosdefina el carcter norteamericano (adems del carcter del relato de este pas)tan bien, tan cabal y tan libremente como es debido. Aparte de eso, no hay nadams que decir.

    Traduccin de Manuel Pereira

  • Aviso del editor

    La seleccin original realizada por Richard Ford inclua los siguientes cuentos quefinalmente, y por distintas razones, ajenas siempre a la voluntad de los editores,no ha sido posible publicar:

    J. D. Salinger, A Perfect Day for Banana-FishToni Cade Bambara, The Hammer ManRobert Stone, HelpingJoy ce Carol Oates, Where Are You Going, Where Have You Been?

  • Antologa del cuentonorteamericano

  • WASHINGTON IRVING

    Rip van Winkle

    UN ESCRITO PSTUMO DE DIEDRICH KNICKERBOCKER

    Por Wotan, dios de los sajones,de donde viene Mircoles, es decir el Da de Wotan,que siempre ser fiel a la verdadhasta el mismo da en que me retire sigilosamentea mi sepulcro

    Cartwright

    La historia que sigue apareci entre los papeles del difunto DiedrichKnickerbocker, un viejo caballero de Nueva York, muy curioso respecto de lahistoria holandesa de la provincia y de las costumbres de los descendientes de susprimitivos colonos. Sus investigaciones histricas iban menos hacia los libros quehacia los hombres, dado que los primeros escaseaban lamentablemente en sustemas favoritos, mientras que los viejos vecinos, y sobre todo sus mujeres, eranriqusimos en aquellas tradiciones y ley endas de valor inapreciable para elverdico historiador. As, cuando le aconteca tropezar con alguna tpica familiaholandesa, agradablemente guarecida en su alquera de bajo techo, a la sombradel frondoso sicomoro, la miraba como un pequeo volumen hecho en letragtica antigua, cerrado y abrochado, y lo estudiaba con el celo de la polilla.

    El resultado de todas estas investigaciones fue una historia de la provinciadurante el dominio holands, publicada hace algunos aos. La opinin anduvodividida con respecto del valor literario de esta obra que, a decir verdad, no valeun pice ms de lo que pudiera. Su mrito principal estriba en su exactitud, algodiscutida por cierto en la poca de su primera aparicin, pero que ha quedadodespus completamente establecida y se admite ahora entre las coleccioneshistricas como libro de indiscutible autoridad.

    El viejo caballero falleci poco tiempo despus de la publicacin de estaobra; y ahora que est muerto y enterrado no perjudicar mucho a su memoriael declarar que pudo emplear mejor su tiempo en labores de ms peso. Erabastante hbil, sin embargo, para encaminar su rumbo como mejor leconviniera; y aunque de vez en cuando echara un poco de tierra a los ojos de susprj imos y apenara el espritu de algunos de sus amigos, a quienes profesaba sinembargo gran cario y estimacin, sus errores y locuras se recuerdan msbien con pesar que con enojo , y se comienza a sospechar que jams intentherir ni ofender a nadie. Mas como quiera que su memoria haya sido apreciada

  • por los crticos, contina amada por mucha gente cuya opinin es digna detenerse en cuenta, como ciertos bizcocheros de oficio que han llegado hasta elpunto de imprimir su retrato en los pasteles de Ao Nuevo, dndole as unaocasin de inmortalizarse tan apreciable como la de verse estampado en unamedalla de Waterloo o en un penique de la reina Ana.

    Cualquier persona que haya remontado el Hudson recordar las montaasKastskill. Son una derivacin de la gran masa de los montes Apalaches y sedivisan al oeste del ro elevndose con noble majestad y dominando toda laregin circunvecina. Todos los cambios de tiempo o de estacin, cada una de lashoras del da, se manifiestan por medio de alguna variacin en las mgicassombras y aspecto de aquellas montaas, consideradas como el ms perfectobarmetro por todas las buenas mujeres de la comarca. Cuando el tiempo esthermoso y sereno, las montaas aparecen revestidas de prpura y azul,destacando sus lneas atrevidas sobre el claro cielo de la tarde; pero algunasveces, aun cuando el horizonte se encuentre despejado, se adornan en la cimacon una caperuza de vapores grises que se iluminan e irradian como una coronade gloria a los postreros ray os del sol poniente.

    Al pie de estas montaas encantadas el viajero puede descubrir el ligerohumo rizado que se eleva de una aldea, cuyos tejados resplandecen entre losrboles cuando los tintes azules de la altura se funden en el fresco verdor delcercano panorama. Es una pequea aldea muy antigua, fundada por algunoscolonos holandeses en los primeros das de la provincia; all por los comienzosdel gobierno del buen Peter Stuyvesant (que en paz descanse!) y donde sesostenan contra los estragos del tiempo algunas casas de los primitivospobladores, construidas de pequeos ladrillos amarillos importados de Holanda,con ventanas de celosa y frontones triangulares rematados en gallos decampanario.

    En esa misma aldea y en una de aquellas casas que, a decir verdad, estabalastimosamente maltratada por los aos y por la intemperie, viva hace muchotiempo, cuando el pas era todava provincia de la Gran Bretaa, un hombrebueno y sencillo llamado Rip van Winkle. Era descendiente de los Van Winkleque figuraron tan heroicamente en los caballerescos das de Peter Stuyvesant yle acompaaron durante el sitio del fuerte Christina. Haba heredado muy poco,sin embargo, del carcter marcial de sus antecesores. Hice ya notar que era unhombre sencillo y de buen corazn; era adems vecino atento y marido dcil, ygobernado por su mujer. A esta ltima circunstancia se deba probablementeaquella mansedumbre de espritu que le vali universal popularidad; porque loshombres que estn bajo el podero de arpas en el hogar son los mejorpreparados para mostrarse obsequiosos y conciliadores en el exterior.Indudablemente su carcter se doblega y vuelve maleable en el horno ardiente

  • de las tribulaciones domsticas; y, a decir verdad, una reprimenda de alcoba esms eficaz que todos los sermones del mundo para ensear las virtudes de lapaciencia y longanimidad. Una mujer pendenciera puede as, en cierto modo,considerarse una bendicin; y a este respecto Rip van Winkle era tres vecesbendito.

    Era el favorito de todas las comadres de la aldea que, como las dems de suamable sexo, tomaban parte en todas las querellas domsticas y nunca dejabande censurar a la seora Van Winkle siempre que se ocupaban de este asunto en lachismografa de sus reuniones nocturnas. Los chicos de la aldea le aclamabantambin alegremente cuando se presentaba. Tomaba parte en sus diversiones, lesfabricaba juguetes, les enseaba a hacer volar cometas y a jugar a las canicas, yles refera largas historias de aparecidos, brujas e indios salvajes. Fuera dondequisiese, escabullndose por la aldea, le rodeaba una turba de pillueloscolgndose de sus faldones, encaramndose en sus espaldas y jugndoleimpunemente mil pasadas; y ni un solo perro del vecindario se habra decidido aladrarle.

    El gran defecto del carcter de Rip era su aversin insuperable a toda clasede labor til. No es que careciera de asiduidad o perseverancia, pues se habrasentado a pescar sin un murmullo en una roca hmeda y armado de una caalarga y pesada como la lanza de un trtaro, aun cuando no picara el anzuelo unsolo pez en todo el da para alentarle en su faena. Poda llevar durante largashoras una escopeta al hombro y arrastrarse por selvas y pantanos, por colinas ycaadas para cazar unas cuantas ardillas o palomas silvestres. Nunca rehusabaayudar a sus vecinos aun cuando fuera en la tarea ms penosa, y era el primeroen todas las reuniones de la comarca para desgranar las mazorcas de maz, oconstruir cercos de piedra; las mujeres de la aldea le ocupaban tambin para suscorreras, o para ciertos trabaj illos de poca monta que sus pocos amablesmaridos no queran desempear. En una palabra, Rip estaba siempre dispuesto aatender a los negocios de cualquiera de preferencia a los propios; cumplir con susdeberes domsticos o mirar por las necesidades de su granja le era punto menosque imposible.

    Declaraba, en efecto, que resultaba intil trabajar en su propia alquera; erael ms endiablado trozo de terreno en todo el pas; cualquier cosa que seemprendiera sala mal all y saldra siempre, a pesar de sus esfuerzos. Los cercosse caan a pedazos continuamente; su vaca se extraviaba o se meta entre lascoles; la mala hierba creca de seguro ms ligero en su finca que en cualquierotra parte; llova justamente cuando l tena algo que hacer a campo abierto; demanera que si su propiedad se haba desmoronado acre tras acre hasta quedarreducida a un pequeo trozo para el maz y las patatas, debase a que era lagranja de peores condiciones en toda la comarca.

    Sus chicos andaban tan harapientos y salvajes como si no tuvieran dueo. Su

  • hijo Rip, un rapazuelo vaciado en su mismo molde, prometa heredar con losvestidos viejos todas las disposiciones de su padre. Se le vea ordinariamentetrotando como un potrillo a los talones de su madre, ataviado con un par de viejaspolainas de su padre, las cuales procuraba mantener en alto sujetndolas con unamano, como llevan las seoras elegantes la cola del vestido cuando llueve.

    Rip van Winkle era, sin embargo, uno de aquellos felices mortales dedisposicin fcil y bobalicona que toman el mundo descuidadamente, comen conla misma indiferencia pan blanco o pan moreno a condicin de evitarse la menormolestia, y preferiran morirse de hambre con un penique a trabajar por unalibra. Si le hubieran dejado vivir a su manera, nada pedira a la vida, sumido enbeatitud perfecta; pero su mujer andaba siempre repiquetendole los odos con suincuria, su pereza y la ruina que atraa sobre su familia. Maana, tarde y nochetrabajaba su lengua sin cesar, y cada cosa que l deca o haca provocabaseguramente un torrente de domstica elocuencia. Rip tena solamente unamanera de contestar a estas reprimendas que, en razn del continuo uso, habanllegado a convertirse en hbito. Encoga los hombros, sacuda la cabeza ylevantaba los ojos al cielo sin pronunciar una palabra. Esta mmica daba siemprelugar a una nueva andanada por parte de su mujer; de modo que se veaconstreido a reunir sus fuerzas y tomar el portante, nico recurso que queda, enverdad, al marido maltratado por su mujer.

    El nico aliado con que contaba Rip en la familia era su perro Wolf, tanmaltratado como su amo, pues la seora Van Winkle juzgaba a amboscompaeros de ociosidad, y an miraba a Wolf con malos ojos considerndoleculpable de los frecuentes extravos de su dueo. La verdad es que desde todopunto de vista era Wolf un perro honorable, y valeroso como el que ms paracorretear en los bosques; pero qu valor puede afrontar el continuo y siemprerenovado terror de una lengua de mujer? Apenas entraba Wolf en la casa decaasu nimo y con la cola arrastrando por el suelo o enroscada entre las piernas sedeslizaba con aire de ajusticiado, mirando de reojo a la seora Van Winkle, y almenor blandir de la dama un palo de escoba o un cucharn, volaba a la puertacon quejumbrosa precipitacin.

    Las cosas iban de mal en peor para Rip van Winkle a medida que transcurranlos aos de matrimonio. El carcter desapacible nunca se suaviza con la edad, yuna lengua afilada es el nico instrumento cortante que se aguza ms y ms conel uso continuo. Por algn tiempo trat de consolarse en sus escapadas fuera de lacasa, frecuentando una especie de club perpetuo de los sabios, filsofos y otrospersonajes ociosos del pueblo, que celebraban sus sesiones en un banco a lapuerta de un pequeo mesn que ostentaba como muestra un rubicundo retratode su majestad Jorge III. Acostumbraban sentarse all a la sombra durante loslargos y soolientos das de verano, repitiendo indolentemente la chismografadel vecindario o relatando inacabables historias sobre cualquier friolera. Pero

  • habra representado cualquier capital para los estadistas escuchar las profundasdiscusiones que a menudo tenan lugar cuando por casualidad algn viejoperidico tirado por cualquier transente caa entre sus manos. Cunsolemnemente atendan a su contenido conforme iba desentrandolo el maestrode la escuela, Derrick van Bummel, docto y vivaracho hombrecillo que no seamedrentaba por la palabra ms altisonante del diccionario! Y cun sabiamentedeliberaban sobre los acontecimientos pblicos algunos meses despus derealizados!

    Las opiniones de esta junta se sometan completamente al criterio deNicholas Vedder, patriarca de la aldea y propietario del mesn, a cuy a puerta sesentaba de la maana a la noche, cambiando de sitio lo justamente indispensablepara evitar el sol y aprovechar la sombra de un gran rbol que all junto creca;de manera que los vecinos podan decir la hora por sus movimientos con tantaexactitud como con un cuadrante. Verdad es que rara vez se le oa hablar, peroen cambio fumaba su pipa constantemente. Sus admiradores (qu gran hombrecarece de ellos?) le comprendan perfectamente y saban la manera deinterpretar sus opiniones. Cuando le disgustaba algo de lo que se lea o refera,poda observarse que fumaba con vehemencia lanzando frecuentes y furiosasbocanadas; pero cuando estaba satisfecho arrancaba suaves y tranquilasinhalaciones, emitiendo el humo en nubes plcidas y ligeras; y aun algunasveces, separando la pipa de sus labios y dejando que el humo fragante seondulara a la extremidad de su nariz, mova gravemente la cabeza en seal deperfecta aprobacin.

    Y tambin de esta fortaleza se vio desalojado el infortunado Rip por suagresiva mujer, quien atac repentinamente la paz de la asamblea haciendopolvo a todos sus miembros; ni la augusta persona de Nicholas Vedder qued asalvo de la feroz lengua de la terrible arpa que le acus de alentar a su marido ensus hbitos de ociosidad.

    El pobre Rip viose al fin en los umbrales de la desesperacin; su nicaalternativa para escapar del trabajo de la alquera y de los clamores de su mujerfue coger su fusil e internarse entre los bosques. Sentbase all a veces al pie deun rbol y comparta el goce de sus alforjas con Wolf, con quien simpatizabacomo compaero de miserias. Pobre Wolf! , acostumbraba decir, tu ama teda una vida de perros; pero no te importe, compaero, que mientras yo viva note faltar un fiel amigo! Wolf mova la cola, miraba de hito en hito al rostro desu dueo y, si los perros pudieran sentir piedad, creera y o verdaderamente queexperimentaba en el fondo de su corazn un sentimiento recproco al queexpresaba su amo.

    En un hermoso da de otoo en que llevaba a cabo una de sus largas correras,trep Rip inconscientemente a uno de los puntos ms elevados de las montaasKaatskill. Persegua su distraccin favorita, la caza de ardillas, y aquellas

  • soledades haban retumbado varias veces al eco de su fusil. Fatigado y jadeante,echse hacia la tarde a descansar en la cima de un verde montecillo cubierto devegetacin silvestre y que coronaba el borde de un precipicio. A travs de unclaro entre los rboles poda dominar toda la parte baja del terreno en muchoskilmetros de rica arboleda. Vea a la distancia, lejos, muy lejos, el majestuosoHudson deslizndose en curso potente y silencioso, reflejando aqu y all ya unanube prpura, ya la vela de alguna barquilla remolona adormilada entre su senocristalino, y perdindose al fin entre las azules montaas.

    Por el otro lado hunda sus miradas en un valle profundo, salvaje, escabroso ydesolado, cuyo fondo estaba sembrado de fragmentos amenazadores de rocasalumbradas apenas por la refraccin de los ray os del sol poniente. Por algntiempo repos Rip absorto en la contemplacin de esta escena. La noche caagradualmente; las montaas comenzaban a tender sus grandes sombras azulessobre el valle; Rip comprendi que reinara la oscuridad mucho antes de quepudiera regresar a la aldea y lanz un hondo suspiro al pensamiento de afrontarla temida presencia de la seora Van Winkle.

    Cuando se preparaba a descender, oy una voz que gritaba a la distancia: Rip van Winkle! Rip van Winkle! . Mir a su alrededor, pero slo pudodescubrir un cuervo cruzando la montaa en vuelo solitario. Crey que haba sidouna ilusin de su fantasa e iniciaba de nuevo el descenso, cuando lleg hasta lidntico grito atravesando el ambiente tranquilo de la tarde: Rip van Winkle!Rip van Winkle! , al mismo tiempo que Wolf, erizando el lomo y lanzando unladrido concentrado, se refugiaba al lado de su amo, mirando temerosamente alvalle. Rip sinti que una vaga aprensin se apoderaba de su espritu; miransiosamente en la misma direccin y advirti una figura extraa que avanzabacon dificultad en medio de las rocas, inclinndose bajo el peso de cierto bulto quellevaba en sus espaldas. Rip se sorprendi de ver a un ser humano en aquel lugardesierto y aislado; pero juzgando que pudiera ser alguien del vecindarionecesitado de su ayuda, se apresur a brindarle su asistencia.

    Conforme se aproximaba sorprendase ms y ms ante el aspecto singulardel desconocido. Era un viejo pequeo y cuadrado, de barba gris y cabellossperos y enmaraados. Vesta a la antigua usanza holandesa: coleto de paorecogido a la cintura y varios pares de calzones, el de encima muy ancho yadornado de hileras de botones a los costados y borlas en las rodillas. Llevaba alhombro un barril que pareca lleno de licor y haca seas a Rip para que seacercara y le ayudase a llevar su carga. A pesar de sentirse tmido y desconfiadocon respecto de su nuevo conocido, obedeci Rip a su celo acostumbrado; ysostenindose mutuamente treparon ambos por una estrecha garganta quepareca el lecho desecado de algn torrente. Mientras suban, Rip oa de vez encuando ruidos que retumbaban en ondulaciones como truenos lejanos y queparecan brotar de una profunda hondonada, o hendedura mejor dicho, entre

  • inmensas rocas hacia las cuales conduca el spero sendero que seguan. Rip sedetuvo por un momento; mas prosigui luego su camino imaginando que elrumor provendra de alguna de aquellas pasajeras tempestades de lluvia ytruenos que a menudo estallan en la altura. Introducindose por la hendedurallegaron a una cavidad semejante a un pequeo anfiteatro rodeado de precipiciosperpendiculares, sobre cuyas orillas tendan grandes rboles sus ramas colgantes,de manera que slo podan vislumbrarse a trozos el cielo azul y las brillantesnubes de la tarde. Rip y su compaero haban marchado en silencio durante todoel trayecto, pues aun cuando el primero se maravillaba grandemente alconjeturar el objeto de acarrear un barril de licor en aquellas montaas agrestes,haba algo extrao e incomprensible en el desconocido que inspiraba temor ycortaba toda familiaridad.

    Al penetrar en el anfiteatro surgieron nuevos motivos de admiracin. En elcentro de una planicie vease un grupo de extraos personajes jugando a losbolos. Vestan de fantstica y extraa manera; algunos llevaban casaca corta,otros coleto con gran daga al cinto, y la mayor parte ostentaban calzas enormesde estilo semejante a las del gua. Su aspecto era tambin peculiar; uno tenalarga barba, rostro ancho y ojos pequeitos de cerdo; la cara de otro parecaconstar nicamente de nariz y estaba coronada por un sombrero blanco deazcar adornado de una bermeja cola de gallo. Todos llevaban barba, de diversasformas y colores. Haba uno que aparentaba ser el jefe. Era un viejo y robustogentilhombre de aspecto curtido por la intemperie; llevaba casaca, chorrera deencaje, cinturn ancho y alfanje, sombrero de copa alta adornado de una pluma,medias rojas y zapatos con rosetas. El conjunto del grupo recordaba a Rip lasfiguras de cierto cuadro antiguo flamenco, trado de Holanda en tiempo de lacolonizacin y que se conservaba en el saln de Dominie van Shaick, el prrocode la aldea.

    Lo que encontraba Rip ms extrao era que aun cuando indudablementetodos aquellos personajes trataban de divertirse, conservaran tanta gravedad ensu semblante, un silencio tan misterioso, y formaran, en una palabra, la partidade placer ms melanclica que pudiera presenciarse. Slo interrumpa el silencioel ruido de los bolos, de cuyo rodar repercutan los ecos a travs de la montaasemejando el rumor ondulante de los truenos.

    Cuando Rip y su compaero se acercaban, los jugadores abandonaronsbitamente el juego y fijaron en el primero una mirada tan persistente, tansepulcral, con tan singular y apagado semblante, que sus rodillas seentrechocaron y el corazn le dio un vuelco dentro del pecho. Su compaerovaciaba entretanto el contenido del barril en grandes jarras, hacindole seas deque sirviera a la compaa. Rip obedeci trmulo y asustado; bebieron ellos ellicor en profundo silencio, volviendo luego a su juego.

    Lentamente fueron desapareciendo el terror y las aprensiones de Rip. Incluso

  • se aventur a probar el licor cuando nadie le miraba, encontrando que tenamucho del excelente sabor holands. Sediento por naturaleza, pronto sinti latentacin de repetir la prueba. Un trago provocaba otro trago; e hizo al fin a lajarra visitas tan reiteradas, que sus sentidos se adormecieron, sus ojos nadaron ensus rbitas, su cabeza se inclin gradualmente y qued sumergido en profundosueo.

    Al despertar, se encontr en la verde hondonada donde vio por primera vez alviejo del valle. Se frot los ojos. Era una brillante y hermosa maana. Lospajarillos gorjeaban y revoloteaban entre la fronda, el guila formaba crculosen las alturas, y se respiraba la brisa pura de las montaas. Seguramente ,pens Rip, no he dormido aqu toda la noche. Rememor los sucesos antes deque el sueo le acometiera: el hombre extrao con el barril de licor; lahondonada de la montaa; el agreste retiro entre las rocas; la ttrica partida debolos; la jarra Oh, esa jarra, esa condenada jarra! , pens Rip. Quexcusa dar a la seora Van Winkle?

    Busc en torno su fusil; pero en vez de la limpia y bien engrasada escopeta decaza hall una vieja arma con el can obstruido por el polvo, el gatillocay ndose y la madera carcomida. Sospech entonces que los gravesfanfarrones de la montaa le haban jugado una mala pasada, y, embriagndolecon su licor, le haban robado la escopeta. Wolf haba desaparecido tambin; peroera posible que se hubiera extraviado persiguiendo alguna ardilla o alguna perdiz.Le silb y llam a gritos por su nombre, pero en vano; los ecos repitieron susilbido y su llamada, pero ningn perro apareci en lontananza.

    Decidi regresar al lugar donde haba estado retozando la noche anterior y siencontraba a alguno de la partida, reclamarle su perro y su fusil. Cuando selevant, se encontr con las articulaciones rgidas y falto de su acostumbradaactividad. Estos lechos de montaa no me sientan bien , pens Rip, y si de labroma me viene reumatismo, voy a pasar un lindo tiempo con la seora VanWinkle. Con bastante dificultad pudo llegar hasta el valle y encontr la gargantapor donde l y su compaero subieron la vspera; pero observ con gran estuporque espumaba all un torrente saltando de roca en roca y llenando el valle deparleros murmullos. Trat, sin embargo, de ingenirselas para trepar por loscostados, ensayando una fatigosa ascensin a travs de matorrales de abedules,sasafrases y arbustos de varias clases, ms difcil an por la trepadora vidsilvestre que lanzaba sus espirales o tijeretas de rbol a rbol tendiendo unaespecie de red en el camino.

    Por fin lleg al sitio donde las rocas de la hondonada se abran para llevar alanfiteatro; pero no quedaba rastro de semejante abertura. Las rocas presentabanun muro alto e impenetrable sobre el cual se despeaba el torrente en capas derizada espuma para caer luego en una ancha y profunda cuenca, oscurecida porlas sombras de la selva circundante. Aqu el pobre Rip se vio obligado a

  • detenerse. Llam a su perro y silb una y otra vez; pero slo obtuvo en respuestael graznido de una bandada de cuervos holgazanes solazndose en lo alto de unrbol seco que se proyectaba sobre un asoleado precipicio desde el cual, segurosen su elevacin, parecan espiar lo que pasaba abajo y mofarse de lasperplej idades del pobre hombre. Qu se poda hacer? La maana transcurrarpidamente y Rip se senta hambriento por la falta de su desay uno. Le apenabaabandonar su perro y su fusil; temblaba ante la idea de encontrarse con su mujer;pero no poda morirse de hambre entre los montes. Sacudi la cabeza, ech alhombro la vieja escopeta, y con el corazn lleno de angustia y de afliccinenderez los pasos al hogar.

    Acercndose a la aldea encontr a varias personas a quienes no reconoca, locual le sorprenda un poco, pues siempre haba credo conocer a todo el mundoen los alrededores de la comarca. Los vestidos que llevaban eran tambin deestilo diferente al que estaba l acostumbrado. Todos le observaban con igualesdemostraciones de sorpresa, y apenas fijaban en l sus miradas, se llevabaninvariablemente la mano a la barba. La repeticin unnime de este gesto indujo aRip a hacer el mismo movimiento en forma involuntaria y cul no sera suestupor al darse cuenta de que su barba tena treinta centmetros de largo!

    Se acercaba a los arrabales de la aldea. Una turba de chiquillos extraoscorra tras l, haciendo burla y sealando su barba gris. Los perros ladrabantambin a su paso y no poda reconocer entre ellos a ninguno de sus antiguosconocidos. Todo el pueblo estaba cambiado; era ms grande y ms populoso.Haba hileras de casas que l jams haba visto, y haban desaparecido sushabituales guaridas. Veanse nombres extraos sobre todas las puertas, y rostrosextraos en todas las ventanas; todo era extrao, en una palabra. Sus ideascomenzaban ya a abandonarle; principiaba a recelar que tanto l como el mundoque le rodeaba estaban hechizados. Evidentemente ste era su pueblo natal, elmismo que abandon la vspera. All estaban las montaas Kaatskill; all a cortadistancia se deslizaba el plateado Hudson; las colinas y caadas ocupabanexactamente el mismo lugar donde siempre estuvieran; pero Rip se hallabatristemente perplejo. Esa jarra de anoche , pensaba, ha dejado vaco mipobre cabezal!

    Con alguna dificultad encontr el camino de su propia casa, hacia la cual seaproximaba con silencioso pavor esperando or a cada instante la voz chillona dela seora Van Winkle. Todo estaba arruinado, el techo cay ndose a pedazos, lasventanas destrozadas y las puertas fuera de sus goznes. Un hambriento can, algoparecido a Wolf, andaba huroneando por all. Rip lo llam con el nombre de superro, mas el animal gru enseando los dientes y escap. Esto fue una heridadolorosa, en verdad. Aun mi perro me ha olvidado! , solloz el pobre Rip.

    Penetr en la casa que, a decir verdad, mantena siempre en meticulosoorden la seora Van Winkle. Apareca ahora vaca, ttrica y en apariencia

  • abandonada. Tal desolacin se sobrepuso a sus temores conyugales, y llam enalta voz a su mujer y a sus hijos. Las desiertas piezas resonaron un momento consus voces y luego qued todo nuevamente silencioso.

    Se apresur a salir y se dirigi rpidamente a su antiguo refugio, el mesn dela aldea; pero ste tambin haba desaparecido. En su lugar vease un amplio ydesvencijado edificio de madera con grandes y destartaladas vidrieras, rotasalgunas de ellas y recompuestas con enaguas y sombreros viejos, el cualostentaba pintado sobre la puerta un rtulo que deca: HOTEL UNIN DEJONATHAN DOOLITTLE. En vez del gran rbol que cobijaba con su sombra alsilencioso y menudo mesonero holands de otros tiempos, se alzaba ahora unalarga y desnuda prtiga con algo semejante a un gorro rojo de dormir en suextremidad superior, y de la cual se desprenda una bandera de ray as y estrellasen singular combinacin: cosas todas extraas e incomprensibles.

    Reconoci el letrero, sin embargo, y la rubicunda faz del rey Jorge, debajode la cual haba saboreado pacficamente tantas pipas; pero an la figura se habametamorfoseado de manera singular. La chaqueta roja se haba convertido enazul y ante; cea una espada en lugar del cetro; la cabeza estaba provista de unsombrero de tres picos, y debajo del retrato lease en grandes caracteres:GENERAL WASHINGTON.

    Como de costumbre, haba una multitud de gente delante de la puerta, peroRip no poda reconocer a nadie. Aun el espritu del pueblo pareca cambiado. Seoan acaloradas y ruidosas discusiones en lugar de las flemticas y soolientasplticas de otros tiempos. Buscaba en vano al sabio Nicholas Vedder con su anchorostro, su doble papada y su larga y hermosa pipa, lanzando nubes de humo envez de discursos ociosos; o al maestro de escuela Van Bummel, impartiendo a laconcurrencia el contenido de antiguos peridicos. En lugar de ellos, un flaco ybilioso personaje con los bolsillos llenos de proclamas, peroraba con vehemenciasobre los derechos de los ciudadanos, las elecciones, los miembros del Congreso,la libertad, Bunker Hill, los hroes del setenta y seis, y otros tpicos queresultaban una perfecta jerga babilnica para el trastornado Van Winkle.

    La aparicin de Rip con su inmensa barba gris, su escopeta mohosa, suextica vestimenta, y un ejrcito de mujeres y chiquillos siguindole, atrajo muypronto la atencin de los polticos de taberna. Se amontonaron a su alrededormirndole con gran curiosidad de la cabeza a los pies. El orador se abalanzhacia l y llevndole a un costado inquiri de qu lado haba dado su voto . Ripqued estupefacto. Otro pequeo y atareado personaje cogindole del brazo yalzndose de puntillas le pregunt al odo:

    Demcrata o federal?Vease Rip igualmente perdido para comprender esta pregunta, cuando un

    sabihondo, pomposo y viejo caballero, con puntiagudo sombrero de tres picos, seabri paso entre la muchedumbre apartndola con los codos a derecha e

  • izquierda, y plantndose delante de Rip van Winkle con un brazo en jarras ydescansando el otro en su vara, con ojos penetrantes y su agudo sombreroamenazador, pregunt con tono austero, como si quisiera ahondar hasta el fondode su alma, qu motivo le traa a las elecciones con fusil al hombro y unamultitud a sus huellas, y si intentaba por acaso provocar una insurreccin en lavilla .

    Msero de m, caballero! exclam Rip con desmayo, yo soy un pobrehombre tranquilo, un habitante del lugar y un vasallo leal de su majestad, a quienDios bendiga!

    Aqu estall una protesta general de los concurrentes.Un conservador! Un conservador! Un espa! Un emigrado! Dadle

    fuerte! Afuera!Con gran dificultad pudo restablecer el orden el pomposo caballero del

    sombrero de tres picos; y, asumiendo tal gravedad que produjo diez arrugas porlo menos en su entrecejo, pregunt de nuevo al incgnito criminal el motivo quele traa y a quin andaba buscando por el pueblo. El pobre hombre asegurhumildemente que vena simplemente en busca de algunos de sus vecinos queacostumbraban parar en la taberna.

    Bueno, y quines son ellos? Nombradlos.Rip medit un momento e inquiri luego:Dnde est Nicholas Vedder?Hubo un corto silencio, hasta que un viejo replic con voz dbil y balbuciente:Nicholas Vedder! Vay a! Si muri y est enterrado hace dieciocho aos!

    Una lpida de madera lo testimoniaba en el cementerio de la iglesia, pero segast tambin y y a no existe.

    Dnde est Brom Dutcher?Oh! Se fue al ejrcito al principio de la guerra; algunos dicen que muri

    en la toma de Stony Point; otros que se ahog en una borrasca al pie de Anthony sNose. Yo no podra decirlo; lo que s es que nunca volvi aqu.

    Dnde est Van Bummel, el maestro de escuela?Se fue tambin a la guerra, se convirti en un gran general y est ahora en

    el Congreso.El corazn de Rip desfalleca al escuchar tan tristes nuevas de su patria y de

    sus amigos, y encontrarse de repente tan solo en el mundo. Las respuestas leimpresionaban tambin por el enorme lapso que encerraban y por los temas deque trataban y que l no poda comprender: la guerra, el Congreso, Stony Point.No tuvo valor de preguntar por sus otros amigos, pero grit con desesperacin:

    Nadie conoce aqu a Rip van Winkle?Oh, seguramente! Rip van Winkle est all recostado contra el rbol.Rip mir en la direccin indicada y pudo contemplar una exacta

    reproduccin de s mismo como cuando fue a la montaa; tan holgazn como l,

  • al parecer, e indudablemente harapiento al mismo grado. El pobre hombre queddel todo confundido. Dudaba de su propia identidad y si sera l Rip van Winkle ocualquier otra persona. En medio de su extravo, el hombre del sombrero de trespicos se adelant y le pregunt quin era y cmo se llamaba.

    Slo Dios lo sabe! exclam, al cabo de su entendimiento. Yo no soyyo mismo, soy alguna otra persona; no estoy all, no; se es alguien que se hametido dentro de mi piel. Yo era yo mismo anoche, pero me qued dormido enla montaa y all me cambiaron mi escopeta y me lo han cambiado todo. Yomismo estoy cambiado, y no puedo decir siquiera cul es mi nombre ni quinsoy !

    A estas palabras los circunstantes comenzaron a cambiar entre s miradassignificativas, sacudiendo la cabeza, guiando los ojos y golpendose la frentecon los dedos. Corri tambin un murmullo sobre la conveniencia de asegurar elfusil y aun al viejo personaje para evitar que hiciera algn dao; ante cuyasuposicin el sabihondo caballero del sombrero de tres picos se retir conmarcada precipitacin. En tan crtico momento, una fresca y hermosa jovenavanz entre la multitud para echar una ojeada al hombre de la barba gris.Llevaba en sus brazos un rollizo chiquillo que asustado con el extranjero rompi allorar.

    Sht, Rip! dijo la joven, calla tonto; el viejo no te har ningn dao.El nombre del nio, el aspecto de la madre, la entonacin de su voz, todo

    despert en Rip van Winkle un mundo de recuerdos.Cmo os llamis, buena mujer? pregunt.Judith Gardenier.Cmo se llama vuestro padre?Ah, pobre hombre! Se llamaba Rip van Winkle, pero hace veinte aos que

    sali de casa con su fusil y jams regres ni hemos sabido de l desde entonces.Su perro volvi solo a la casa; y nadie podra decir si mi padre se mat o si losindios se lo llevaron. Yo era entonces una chiquilla.

    A Rip slo le quedaba una pregunta por hacer y la propuso con vozdesfallecida:

    Dnde est vuestra madre?Oh! Ella muri poco despus. Se le rompi una arteria mientras disputaba

    con un buhonero de Nueva Inglaterra.Aquello era una gota de alivio, a su entender. El buen hombre no pudo

    contenerse por ms tiempo. Cogi a su hija y al nio entre sus brazos, y entoncesexclam:

    Yo soy vuestro padre! El Rip van Winkle joven de otros tiempos, y ahorael viejo Rip van Winkle! Nadie reconoce al pobre Rip van Winkle?

    Todos quedaron atnitos, hasta que una viejecilla trmula atraves la multitudy ponindose la mano sobre las cejas le examin por debajo el rostro por un

  • momento, exclamando enseguida:Seguro que es Rip van Winkle! El mismo, en cuerpo y alma! Bienvenido

    al pueblo, viejo vecino! Decidnos, dnde habis estado metido estos largosveinte aos?

    Rpidamente refiri Rip su historia, que los veinte aos transcurridos sereducan para l a una sola noche. Los vecinos le miraban con asombro alescucharla; algunos intercambiaban guios y se burlaban; mientras, el pomposocaballero del sombrero de tres picos que regres al campo de accin tanpronto como la alarma hubo pasado, curvando hacia abajo las comisuras delos labios, sacuda la cabeza; sacudimiento de duda que se hizo entonces generalen la asamblea.

    Decidi, empero, consultar con el viejo Peter Vanderdonk a quien se veaavanzar por la carretera. Era descendiente del historiador del mismo nombre queescribi una de las primeras crnicas de la provincia. Peter era el ms antiguo delos habitantes de la aldea y muy versado en todos los acontecimientosmaravillosos y tradiciones del vecindario. Reconoci a Rip van Winkleinmediatamente y corrobor su relato de la manera ms satisfactoria. Asegur ala asamblea que era un hecho establecido por su antepasado, el historiador, quelas montaas Kaatskill haban estado pobladas siempre de seres extraos. Seafirmaba igualmente que el gran Hendrick Hudson, descubridor del ro y de lacomarca, celebraba all una especie de velada cada veinte aos con toda latripulacin de la Half-Moon; sindole dado as el recorrer los lugares donde serealizaron sus hazaas y mantener ojo alerta sobre el ro y la gran ciudadllamados por su nombre. Declar que su padre les haba visto una vez vistiendosus antiguos trajes holandeses y jugando a los bolos en una cueva de la montaa;y que l mismo haba odo una tarde el eco de las bolas resonando como lejanasdetonaciones de truenos.

    En resumen, la compaa se disolvi volviendo al asunto ms importante de laeleccin. La hija de Rip llevsele a su casa a vivir con ella; tena una linda casitabien amueblada, y por marido a un fornido y jovial granjero a quien recordabaRip como uno de los pilluelos que acostumbraban encaramarse en sus espaldas.En cuanto al hijo y heredero de Rip la copia de su padre que aparecireclinado contra el rbol estaba empleado como mozo de la granja; peromostraba una disposicin hereditaria para atender a cualquier otra cosa depreferencia a su labor.

    Rip reasumi entonces sus antiguos hbitos y correras; encontr pronto amuchos de sus contemporneos, aunque bastante averiados por los estragos deltiempo, prefiriendo entablar amistades entre la nueva generacin de la cual apoco lleg a ser el favorito.

    No teniendo ocupacin en la casa y habiendo alcanzado la edad feliz en queel hombre puede ser holgazn impunemente, ocup de nuevo su lugar en el

  • banco a la puerta del mesn, donde era reverenciado como uno de los patriarcasde la aldea y como crnica viviente de la poca anterior a la guerra .Transcurri algn tiempo antes de que se pusiera al corriente de la chismografadel vecindario o llegara a comprender los extraos acontecimientos que sehaban desarrollado durante su sueo: la guerra de la revolucin, cmo arroj elpas el yugo de la vieja Inglaterra y cmo era que en vez de ser vasallo de sumajestad Jorge III, se haba convertido en ciudadano libre de los Estados Unidos.En realidad, Rip no era poltico: las transiciones de estados e imperios le hacanmuy poca mella; pero exista cierta clase de despotismo bajo el cual habagemido largo tiempo: el gobierno de las faldas. Felizmente aquello habaterminado; haba escapado al yugo matrimonial y poda ir y venir por todaspartes sin temor a la tirana de la seora Van Winkle. Cada vez que semencionaba este nombre, sin embargo, Rip sacuda la cabeza, se encoga dehombros y levantaba los ojos al cielo, lo cual poda tomarse tanto comoexpresin de resignacin a su suerte como de alegra por su liberacin.

    Sola contar su historia a todos los extranjeros que se hospedaban en el hoteldel seor Doolittle. Pudo notarse al principio que la relacin difera cada vez envarios puntos, lo que se deba indudablemente a su reciente despertar. Pero al finse fij exactamente en la forma que acabo de relatar, y no haba hombre, mujero nio en todo el vecindario que no se la supiera de memoria. Algunos afectabansiempre dudar de su veracidad, insistiendo en que Rip no haba estado en suscabales, y que respecto de este punto siempre desvariaba. Los viejos holandeses,sin embargo, le daban casi unnimemente pleno crdito. An hoy no pueden orlas tempestades de truenos que estallan ciertas tardes de verano en losalrededores de las montaas Kaatskill, sin decir que Hendrick Hudson y sutripulacin estn jugando su partida de bolos; y es el deseo general de los maridosdel pueblo maltratados por su mujer, cuando la vida les resulta muy pesada,obtener algunos tragos de la jarra bienhechor de Rip van Winkle.

    NOTA

    Alguien podra creer que el cuento que antecede hubiera sido inspirado al seorKnickerbocker por la leyenda alemana acerca del emperador Federico derRothbart y la montaa Ky ffhuser. La nota adjunta, sin embargo, que escribicomo apndice a este cuento, demuestra que es un hecho absolutamenteverdico, narrado con su habitual fidelidad: La historia de Rip van Winkleparecer increble a muchas personas; mas a pesar de todo, le doy entero crditoporque s que los alrededores de nuestras viejas colonias holandesas han sidoteatro de muchos sucesos y apariciones maravillosas. Verdaderamente, he odo

  • en las ciudades de las riberas del Hudson historias ms inverosmiles que lapresente, las cuales estaban demasiado bien autorizadas para permitirsealimentar la menor duda. Yo mismo he hablado varias veces con Rip van Winkle,quien era un hombre anciano y venerable la ltima vez que lo vi, y tanperfectamente racional y lgico, desde todo punto de vista, que no creo queninguna persona de conciencia rehusara dar crdito a su historia; he visto tambinun certificado al respecto otorgado ante el tribunal de la comarca y firmado conuna cruz de la propia mano del juez. Por tanto, la historia se encuentra fuera detoda posibilidad de duda. D. K. .

    POST SCRIPTUM

    Las siguientes notas han sido tomadas de un memorndum de viaje del seorKnickerbocker:

    El Kaatsberg, o montaas Kaatskill, ha sido siempre una regin de leyenda. Losindios las consideraban como la mansin de los espritus que dominaban eltiempo lanzando nubes o rayos de sol sobre el horizonte y procurando buenas omalas estaciones de caza. Estaban dirigidos por el espritu de una vieja india quese supona ser la madre y habitaba en el pico ms elevado de las montaasKaatskill. Se encargaba de las puertas da y noche para abrirlas y cerrarlas a lahora conveniente. Colgaba las lunas nuevas en el firmamento y recortaba lasviejas para hacer estrellas. En tiempos de sequa poda obtenerse, con adecuadapropiciacin, que hilara ligeras nubes de verano, formadas de telaraas y rocode la maana, y las enviara a flotar en el aire copo a copo desde la cresta de lamontaa, como vedijas de algodn cardado; hasta que disueltas por el calor delsol caan en lluvia deliciosa provocando el brote de la hierba, la madurez de losfrutos y el crecimiento de las mieses a razn de dos centmetros y medio porhora. Si, en cambio, se encontraba disgustada, aglomeraba nubes negras comotinta, colocndose en el centro como una araa ventruda en medio de su tela; ycuando aquellas nubes estallaban, qu de calamidades sucedanse en el valle!

    Hace muchos aos, segn afirmaban las tradiciones indias, exista unaespecie de Manit o espritu que habitaba las regiones ms salvajes de lasmontaas Kaatskill y experimentaba un malvado placer en procurar toda clasede males y vejaciones a los hombres rojos. Algunas veces asuma la forma deoso, gamo o pantera para arrastrar al extraviado cazador a una fatigosa jornada atravs de bosques intrincados y speras rocas, y desaparecer entonces lanzandoun fuerte Ho!, ho! , dejando al despavorido cazador al borde de unescarpado abismo o de un torrente devastador.

  • Todava hoy se puede ver la residencia favorita de este Manit. Es una roca orisco enorme en la parte ms agreste de la montaa y se conoce con el nombrede Garden Rock, a causa de las frescas vides que trepan abrazndola, y de lasflores silvestres que abundan a su alrededor. A sus pies yace un pequeo lago,asilo del solitario alcaravn y poblado de serpientes acuticas que toman el sol enlas hojas de los nenfares que duermen en la superficie. El lugar era tenido engran veneracin por los indios, hasta el punto que ni el ms atrevido cazadorhabra osado perseguir la pieza dentro de su recinto. Cierto da, sin embargo, uncazador extraviado penetr en Garden Rock y pudo observar gran nmero decalabazas colgando de las ramas ahorquilladas de los rboles. Cogi una de ellasy trat de hurtarla; pero en su prisa por huir la dej caer entre las rocas, de dondebrot un torrente que le arrastr a profundos abismos en cuy o fondo queddestrozado por completo. El torrente sigui su curso hasta el Hudson y continacorriendo hasta el da de hoy, siendo el mismo arroyo conocido actualmente porel nombre de Kaaterskill.

    Traduccin de J. Ferrer Obradors

  • NATHANIEL HAWTHORNE

    El joven Goodman Brown

    El joven Goodman Brown sali al atardecer de su casa en el pueblo de Salem,pero nada ms cruzar el umbral volvi la cabeza para darle un beso de despedidaa su joven esposa. Y Faith, que es como se llamaba con justeza la mujer, asomsu bello rostro a la calle y dej que el viento jugara con las cintas rosadas de sucabello mientras se diriga a su marido:

    Cario susurr con voz dbil y triste cuando tuvo los labios junto al odode su marido. Te ruego que pospongas tu viaje hasta el amanecer y duermasesta noche en tu cama. A una mujer sola la atormentan tanto los sueos y lospensamientos que a veces tiene miedo de ella misma. Por favor, demrateconmigo esta noche, marido mo, con ms razn que ninguna otra noche.

    Mi amor y mi fe replic el joven Goodman Brown. De todas lasnoches del ao, sta es precisamente la que debo pasar lejos de ti. Mi viaje,como t lo llamas, debe ser finalizado entre este momento y el amanecer. Quocurre, mi dulce y preciosa esposa? Acaso ya dudas de m, cuando solamentellevamos tres meses casados?

    Entonces que Dios te bendiga dijo Faith la de las cintas rosadas y quelo encuentres todo bien a tu regreso.

    Amn! exclam el joven Goodman Brown. Di tus oraciones, queridaFaith, ve a la cama al anochecer y nada malo te ocurrir.

    As se separaron y el joven sigui su camino hasta que, cuando ya estabadoblando la esquina del templo, volvi la vista atrs y vio el rostro de Faithtodava contemplndolo, con un aire de melancola que sus cintas rosadas nodisipaban.

    Pobrecilla Faith , pens l, pues le remorda la conciencia. Qudesdichado soy dejndola sola para cumplir esta misin! Ella tambin tienesueos. Me ha parecido, mientras me hablaba, que haba angustia en su cara,como si un sueo la hubiera advertido de la misin que ha de tener lugar estanoche. Pero no, no! Saberlo acabara con ella. Ella es un ngel venido a la tierray despus de esta nica noche me aferrar a sus faldas y la seguir hasta elcielo.

    Con aquella excelente resolucin para el futuro, Goodman Brown se sintijustificado para apresurarse ms en su presente y perverso propsito. Habatomado un camino lgubre, oscurecido por los rboles ms sombros del bosque,que apenas dejaba espacio suficiente para que el estrecho sendero lo atravesaray se cerraba inmediatamente a la espalda del caminante. Nunca hubo sitio mssolitario y semejante soledad presentaba la peculiaridad de que el viajero nosaba quin poda estar escondido tras los innumerables troncos y la espesura.

  • Con sus pasos solitarios podra estar pasando por entre una multitud invisible.Podra haber un indio diablico detrs de cada rbol dijo Goodman

    Brown para sus adentros y lanz una mirada temerosa a su espalda mientrasaada. Y si el demonio en persona estuviera detrs de mi hombro?

    Mirando hacia atrs dobl un recodo del camino y cuando volvi a miraradelante vio la figura de un hombre con un atuendo severo y decoroso sentada alpie de un viejo rbol. Al acercarse Goodman Brown el hombre se levant yempez a caminar a su lado.

    Llegis tarde, Goodman Brown dijo. El reloj del Viejo Sur estabatocando cuando pas por Boston. Y de eso hace quince minutos largos.

    Faith me ha retrasado replic el joven con un temblor en la voz causadopor la aparicin de su compaero, repentina pero no del todo inesperada.

    Ya era noche cerrada en el bosque y por la parte ms profunda del mismoiban caminando aquellos dos. Por lo que poda distinguirse, el segundo caminantetena unos cincuenta aos, aparentaba el mismo nivel social que Goodman Browny guardaba un parecido considerable con l, aunque quiz ms en la expresinque en los rasgos. Con todo, se los podra haber tomado por padre e hijo. Yaunque el mayor de los dos iba ataviado con tanta simplicidad como el msjoven y tena unos modales igualmente sencillos, mostraba ese aire indescriptiblede alguien que conoce el mundo y no se sentira avergonzado cenando en lamesa del gobernador o en la corte del rey Guillermo, de ser posible que aquellascircunstancias llegaran a alcanzarlo. Lo nico que llevaba que pudiera serconsiderado notable era su bastn, que tena forma de enorme serpiente negra yestaba forjado de una forma tan extraa que pareca moverse y retorcerse comouna serpiente viva. Por supuesto, aquello deba de ser una ilusin pticaprovocada por la luz tenue.

    Vamos, Goodman Brown exclam el caminante. Este ritmo no es lobastante vivo para empezar un viaje. Coged mi bastn, si tan pronto os habiscansado.

    Mi amigo dijo el otro, abandonando su paso moroso para detenerse.Ya que he cumplido mi compromiso encontrndome con vos aqu, ahora es mipropsito volverme por donde he venido. Tengo escrpulos en relacin a lamateria que a vos os atae.

    Eso decs? replic el hombre del bastn de serpiente con una sonrisa.Caminemos de todas formas, reflexionando al andar, y si no os convenzo, podisvolveros. Todava no nos hemos adentrado ms que un poco en el bosque.

    Demasiado lejos he ido! exclam el gentilhombre ponindose enmarcha de forma inconsciente. Mi padre nunca se adentr en el bosque paracumplir esta misin ni tampoco su padre antes que l. Hemos sido una estirpe dehombres honestos y buenos cristianos desde el tiempo de los mrtires. Y he deser y o el primero de los Brown en tomar este camino e ir

  • Con esta compaa, queris decir observ el otro, interpretando su pausa. Bien dicho, Goodman Brown! He conocido a vuestra familia mejor queninguna otra entre los puritanos y eso no es decir poco. Yo ayud a vuestroabuelo, el alguacil, cuando azot a la mujer cuquera por las calles de Salem. Yfui yo quien le trajo a vuestro padre un madero de pino, encendido en mi propiachimenea, para que incendiara un poblado indio en la guerra del rey Felipe.Ambos fueron buenos amigos mos y muchas veces recorrimos juntos estecamino y regresamos felizmente ya pasada la medianoche. De buen gradotrabara yo amistad con vos en recuerdo de ellos.

    Si es como decs replic Goodman Brown, me asombra que nunca mehablaran de esas cosas. O mejor pensado, no me asombra, dado que el mspequeo rumor al respecto habra comportado su expulsin de Nueva Inglaterra.Somos gente de oracin y buenas acciones, a fe ma, y no toleramos semejantesperversiones.

    Haya o no perversiones dijo el caminante del bastn retorcido, tengomuchos compadres aqu en Nueva Inglaterra. Los diconos de muchas iglesiashan tomado el vino de la comunin conmigo; los concejales de diversaspoblaciones me han nombrado su presidente. Y la mayora de miembros delTribunal General de Nueva Inglaterra son firmes partidarios de mis intereses. Elgobernador y y o, asimismo Pero bueno, stos son secretos de Estado.

    Es eso posible? exclam Goodman Brown mirando con asombro a suimpvido compaero. De todas formas, yo no tengo nada que ver con elgobernador ni con el consejo. Ellos tienen sus costumbres que no han de regirpara un simple marido como yo. Pero si y o me fuera con vos, cmo podramirar a la cara de ese anciano venerable que es el pastor de Salem? Oh, su vozme hara estremecerme tanto el sbado como el da de los oficios!

    Hasta aquel momento el mayor de los dos caminantes haba escuchado congravedad, pero de pronto prorrumpi en una risotada irreprimible que le hizoagitarse con tanta violencia que su bastn de serpiente pareci agitarse tambinen simpata.

    Ja, ja, ja! Estuvo riendo una y otra vez. Por fin recobr la compostura. Continuad, Goodman Brown, continuad. Pero os lo ruego, no me matis derisa.

    Bien, para cerrar el tema de una vez dijo Goodman Brown,considerablemente molesto est mi mujer, Faith. Le rompera su pobrecorazn y os aseguro que prefiero romper el mo.

    No, si se fuera el caso respondi el otro ni aun si tuvierais razn,Goodman Brown. No quiero, ni por veinte ancianas como la que cojea delante denosotros, que a Faith le ocurra nada malo.

    Mientras hablaba, seal con el bastn a una figura femenina en el camino,en la que Goodman Brown reconoci a una dama muy piadosa y ejemplar que

  • le haba enseado el catecismo de joven y que segua siendo su consejera moraly espiritual juntamente con el pastor y el dicono Gookin.

    Me maravilla ciertamente que Goody Cloyse est en medio del bosque alanochecer! dijo el joven. Pero con vuestro permiso, amigo, tomar un atajopor entre los rboles hasta que hayamos dejado atrs a esta mujer cristiana.Siendo una extraa para vos, podra preguntarme con quin tengo tratos y adndeme dirijo.

    Hgase as dijo su comp