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  • Muchas son las novelas que tratan exhaustivamente el tema de lapersecucin de los judos en la Edad Media y muchos son los escritores quehan ahondado en el tema del Holocausto, sin embargo, creo que nunca sehan tratado ambos conjuntamente. Cuando comenc a explorar en archivosy bibliotecas, me di cuenta de que exista un paralelismo absolutamenteincreble entre ambas pocas y que la historia se repeta. As naci estaficcin.Las vidas de dos mujeres judas separadas en el tiempo por ms de cincosiglos forman el cuerpo central de esta novela. Esther y Hanna se muevenen dos pocas diferentes. La primera en 1387 y la segunda en 1933. Esther,por tanto, en el medievo espaol, en la corte de los Trastmara, y Hanna enlos inicios del nazismo, con el ascenso de Hitler al poder. Ambas pocasson oscuras y en ambas salen a flote los peores instintos de la humanidad,junto a los actos del ms acendrado herosmo. Solamente el amor y lagenerosidad propias de sus jvenes vidas son capaces de llevar a buenpuerto las naves de sus destinos. Cada una de ellas capea el temporal quele ha tocado vivir a su manera y cada una alcanza el amor de formadiferente. Las pocas estn tratadas con el rigor que admite una novela, sinembargo, el carcter de los principales personajes histricos y losescenarios son los que fueron.Con estas palabras, Chufo Llorns describe su nueva novela, en la que, tal ycomo hiciera en Catalina, la fugitiva de San Benito, corrobora su dominio dela historia y sus dotes de narrador.

  • Chufo LlornsLa saga de los malditos

  • A mis nietos. La propina de DiosVctor Blasco. Paula Monerris. Javi Monerris. Toms Triginer. Hugo Blasco. Carla

    Llorns. Pepe Triginer.Por orden de edades.

    Para que cuando os pregunten vuestros amiguitos qu hace vuestro abuelo, lesrespondis: Escribe cuentos para mayores.

    Y a mi mujer, Cris, con quien estar eternamente en nmeros rojos. Tu fe, tuconsejo y tu insomnio, todo te lo debo. dame tiempo para pagarte.

  • Nota del autor

    La saga de los malditos es una novela histrica y, como tal, los personajes deficcin se mezclan con los reales. El escenario en el que se mueven unos y otrosson los que fueron, as como las costumbres y ambientes de cada poca. Heprocurado respetar la cronologa de los hechos al mximo, y cuando la hevariado, ha sido por conveniencia del relato, advirtindolo en una nota al pie.

    La historia es un clavo del que yo cuelgo a mis personajes.Alejandro DumasA Alejandro Dumas, Victor Hugo, Liev Tolsti, Robert Louis Stevenson, Edgar

    Rice Burroughs, Daniel Defoe, Margaret Mitchell, Henrik Sienkievicz, LewWallace y Javier Prez Reverte, que escribieron El conde de Montecristo, Losmiserables, Guerra y paz, La isla del tesoro, Tarzn de los monos, RobinsonCrusoe, Lo que el viento se llev, Quo Vadis, Ben Hur y El capitn Alatriste,autnticos folletines.

    Y a Miguel Delibes.Con mi ms sincera envidia. Gracias por los maravillosos ratos que me habis

    regalado.

  • Toledo

    La casa situada a la derecha de la sinagoga del Trnsito, entre la calle del mismonombre y la de Santo Tom, era modesta por fuera y hasta dirase que comn, alpunto que nadie hubiera podido sospechar, viendo la humilde y enjalbegada tapiaque la circunvalaba, que en su interior albergara tanta riqueza y suntuosidad demodo y manera que nada tuviera que envidiar a cualquiera de las mansiones quela nobleza habitaba en la parte alta de la ciudad. Presida sta una de las aljamasque los judos habitaban en Toledo y la familia que la posea tena entrada francaen el alczar del rey. Isaac Abranavel Ben Zocato, al igual que su padre y suabuelo, amn de rabino principal, era uno de los hombres ms acaudalados eimportantes de la comunidad. Su fortuna databa de los tiempos en que su abuelosirviera de administrador real y recaudador de impuestos al rey Fernando IV,oficio que hered su padre en la corte de Alfonso XI y que l se esforzaba porcumplir, as mismo, en la de Juan I tras haberlo hecho en la de su padre EnriqueII de Trastmara.

    El barrio era una sucesin de calles y callejas, ubicadas entre la parteexterior de la muralla y el ro en el faldn de la pea donde se alzaba Toledo, quebordeaban Santa Mara la Blanca y cuyo punto de encuentro era el zoco donde sellevaban a cabo todas las transacciones comerciales de aquel industrioso pueblo.Los judos toledanos eran de natural discretos ya que los tiempos no eranpropicios para mostrar riquezas ni despertar envidias entre la poblacin de losmseros barrios cristianos que se afanaban por medrar hacinados, eso s, entre losmuros de la capital.

    La maana era fra cual corresponda a aquel mes de shevat[1] de 1383; unaneblina baja proveniente del Tajo lo envolva todo cuando Samuel Ben Ama sediriga, con paso mesurado, hacia la casa de su amigo el gran rabino IsaacAbranavel. Dos eran las cuestiones que embargaban su espritu, la primerahencha su alma de gozo y la segunda de zozobra. Su primognito, Rubn BenAma, desde su Bar Mitzv[2], estaba comprometido en matrimonio con Esther,la jovencsima y bella hija de su amigo y ambos deban acordar tanto la fechadel shiduj[3] como las tenairn[4] a la que deban comprometerse antes del

    definitivo nadn[5]. Los muchachos se conocan desde la infancia y ambasfamilias haban decidido que, llegada la edad oportuna, estaban destinados acontraer el sagrado vnculo. Su fortuna e influencia entre la comunidad no era nide mucho comparable a la del gran rabino pero ste no quera para su hija unaboda de inters y, por otra parte, el prestigio de Rubn como lamdn[6], pese a sujuventud, haba crecido entre la comunidad hebrea, hasta lmites insospechados;el motivo de su gozo era ste, pero otro muy diferente era el de su zozobra; el

  • arcediano de cija, Ferrn Martnez segua inflamando, con sus diatribas, el odioque los cristianos alimentaban contra su pueblo y adems el papa Gregorio XIhaba recordado al rey su obligacin de no brindar su proteccin a aquellossbditos que tan bien le servan. Su dilatada experiencia y su afinado instinto ledecan que aunque el fuego se encendiere en un lugar apartado el viento loatizara sin duda y una espurna podra saltar y propagarlo hasta cualquier alejadolugar. Esto y a haba ocurrido otras veces y el juego de quemar aljamas judasera algo que apasionaba a los vasallos del rey de Castilla. En estos vericuetosandaba su mente cuando, tras doblar la esquina de la Fuente de la Doncella, seencontr ante el modesto arco de piedra que guardaba la entrada del jardn de losAbranavel, presidido por el escudo del rabino, que en tiempos haba sido otorgadoa su abuelo por el rey Fernando IV. Consista ste en un bajorrelieve querepresentaba un libro abierto y un clamo que cruzaba sus pginas, en la orla,una leyenda: FIDELIS USQUAM MORTEM [7]. Se recogi la orla de sutnica y ascendiendo por el empinado y estrecho sendero lleg hasta la puerta dela casa, descans un instante para recuperar el ritmo de su respiracin y cuandoya lo hubo conseguido sac la diestra por un corte de su sobrevesta y alcanzandola aldaba hizo que sta golpeara firmemente sobre la plancha de metal queprotega la hoja de grueso roble y esper. El sonido se propag y al cabo de untiempo unos pasos contenidos le avisaron de que alguien se acercaba, luego, elruido de una mirilla al abrirse y unos ojos cautos lo observaron con detenimiento,la mirilla se cerr y el chirriar de pasadores al retirarse le confirm que habasido reconocido. Lentamente la puerta abriose y apareci ante l un domsticode la casa de Abranavel que inclinando su cabeza le invit a pasar al interior.

    Est el rabino?Don Isaac lo est esperando en la galera del huerto.Samuel Ben Ama entr y entregando al fmulo su picudo sombrero y su

    capa, le orden que avisara a su amo. ste, tras cerrar la puerta silenciosamente,le indic con un gesto que lo siguiera hacia el interior.

    No era la primera vez que acuda a la mansin de los Abranavel pero jamsdejaba de admirar su armnica belleza y el lujo contenido y sobrio de lasestancias por las que transcurra. Llegaron ambos hasta la antesala de la galera ytras indicarle el fmulo que esperara un instante en tanto l iba a anunciar supresencia al amo, parti, dejando al recin llegado en pie en medio de laestancia. Era sta una amplia cmara que respiraba buen gusto y riqueza pordoquier. Bajo un techo artesonado de trabajada madera se alojaba, en un lateral,un tresillo forrado de buen cuero cordobs de color verde con coj ines repujadosen un tono ms oscuro, en medio una mesa baja sobre la que descansaba unainmensa bandeja de cobre de procedencia mudjar, al otro lado una mesa dedespacho de negro bano taraceada con incrustaciones de ncar y marfil, conrecado para la escritura de concha de tortuga y plata y frente al mismo un tintero

  • con el tapn del mismo metal trabajado cual si fuera un encaje, una pluma deave y el salerillo con los polvos secantes, las paredes estaban atestadas deanaqueles llenos de libros, rollos de pergamino y de vitela y en cuy os lomos sepodan leer ttulos y autores tan importantes como Maimnides, Ben Gabirol acuyo lado se hallaba una copia del Itinerario de Benjamn de Tudela y La varade Jud de Ibn Verga. Y en el anaquel inferior, junto a obras de cabalistas comoEl Zohar, la historia de Flavio Josefo. En el rincn ms alejado una menor de

    siete brazos y en un facistol una copia del Talmud de la escuela jerosolimitana[8]abierta en la pgina del Nashim, en la que se poda leer todo cuanto serelacionaba a la unin en matrimonio de dos personas.

    En todo ello andaba cuando la voz grave y rotunda de su amigo lo saludodesde el fondo de la cmara.

    Shalom[9], Samuel, cmo est mi dilecto amigo y querido hermano?Shalom, Isaac, admirando las maravillas de tu biblioteca y deseando

    departir contigo de tantas cosas que no voy a saber por cual comenzar.Ambos hombres, amigos desde su juventud, se tuteaban confianzudamente.Tiempo habr para todo si bien lo distribuimos. El rabino se haba llegado

    a la altura de Samuel y tomndolo por los brazos acerc su barbado rostro al desu amigo y lo bes en ambas mejillas. Pero. sentmonos que mejorconversaremos si nos acomodamos.

    Seguido por Samuel, Isaac se dirigi hasta el tresillo y ambos se sentaron.Primeramente hblame de lo que tanto te acongoja, te conozco bien amigo

    mo y hasta que no descargues los pesares que embargan tu espritu, me constaque no estars para el negocio que nos ha reunido.

    Samuel se arrellan en el repujado sof y tras un hondo suspiro comenz adesgranar su catarata de cuitas.

    Cierto es, que estoy harto preocupado, no me gusta el ambiente que respirala ciudad ni me placen las nuevas que llegan a mis odos.

    No te alarmes, y a sabes que nuestro pueblo sufre cclicamentecalamidades sin fin, pero luego las aguas vuelven a su cauce y la vida contina,estamos hechos de carne de superviviente as ha sido y as ser siempre.

    Te has enterado de los planes del obispo Tenorio al respecto de laampliacin de la catedral?

    No hagas caso querido amigo, casi siempre resultan ser habladuras degentes desocupadas, adems, te parece el tema ms preocupante que loscuarenta aos de peregrinaje que nuestro pueblo pas en el desierto tras lamarcha de Egipto? o cuando nuestros padres partieron a la esclavitud de nuevoen tiempos de Nabucodonosor? o cuando Tito destruy el templo en Jerusaln?

    Aquello pas, Isaac, y nosotros estamos aqu y lo que me preocupa es elhoy, no el ayer.

  • T lo has dicho, aquello pas y nosotros estamos aqu , nada ni nadiepodr con la supervivencia de nuestro pueblo. El rabino golpe cariosamentecon su diestra la rodilla de su husped. Nuestra sangre es demasiado espesa,querido amigo. Pase lo que pase, sobreviviremos.

    Tal vez tengas razn. Adonai sea siempre alabado!, pero yo no tengo lamisma fortaleza que t, si esta boda que estamos planificando no goza del frutode una vida apacible y nuestros hijos tiene que vivir como perros, el que los hijosde sus hijos nos recuerden encuadrados en unos tiempos terribles, no meconsuela.

    Dime qu es lo que tanto te desasosiega.Se dice en los corrillos de la lonja que el obispo Tenorio pretende ampliar el

    claustro de la catedral y para ello necesita derribar quince o veinte casas de laaljama de las Tiendas, como sabes y o vivo al lado mismo y mi negocio est acuatro pasos, si algo de esto es cierto va a ser mi ruina.

    Ests poniendo el carro delante de los buey es, nada de esto ha ocurrido ycuando algo se concrete y o dejar caer las palabras oportunas en los odosconvenientes, nada temas querido amigo, hablemos ahora del asunto que noscompete y que tanta alegra ha de traer a tu casa y a la ma.

  • Tenorio

    El prelado frisara la cincuentena pero su aspecto era el de un hombre quetodava no haba cumplido los cuarenta aos. Alto y atltico, con un cuerpoahormado por el ejercicio fsico, dueo de una abundante cabellera castaa de laque se mostraba muy orgulloso, un perfil griego que poda hacer palidecer deenvidia a cualquiera de las copias de las estatuas de Praxiteles y de Fidias queornaban su cmara, y un mentn que sealaba sin duda una voluntadinquebrantable. Segundn de una familia de la baja nobleza, haba ido escalandolos puestos de la jerarqua eclesistica, coadjutor, prroco, presbtero, cannigo,arcipreste, hasta su actual estatus, beneficindose, sin duda, de las prebendas yventajas que representaba el tener un to carnal cardenal de la curia romana. Suambicin no conoca lmites y cualquiera que hubiera sido su profesin, ya que laeclesistica fue una mera coyuntura, hubiera llegado a lo ms alto, tal era sudesmedido afn y su tenacidad. Tena por costumbre marcarse metas ycumplirlas y una vez conseguidas saltar al siguiente proyecto, sin dilacin, nodudando en dejar a la orilla del camino, rotos y malparados, a todos aquellos quehubieran tenido la osada de oponerse a su colosal pasin o a su frrea voluntad.Acostumbraba vestir ropas seculares y el nico smbolo que denunciaba sucondicin de eclesistico era la tirilla roja que cea su cuello, la cruz de Malta desu capotillo y el solideo morado que cubra su tonsurada cabeza.

    Aquella maana estaba el prelado, Alejandro Tenorio y Enrquez, en sudespacho dictando correspondencia a un numerario que con una escribanaporttil abierta sobre sus rodillas se las vea y deseaba para poder seguirfielmente el rpido dictado de su ilustrsima.

    Perdn reverencia, me podis repetir el ltimo prrafo?A fe ma! Que estis espeso esta maana, desde dnde queris que

    repita?Desde se tomarn las .Se tomarn las medidas oportunas, a la mayor brevedad y diligencia, para

    que la obra quede terminada para la festividad de San Judas Tadeo del prximoao a fin de que para dicha sealada celebracin podamos honrar la visita de sueminencia el cardenal Enrquez de valos mostrndole la obra que a mayorgloria del Seor se haya hecho en el templo. Lo habis captado?

    Desde luego, ilustrsima.Pues ponedlo a limpio y no en pergamino precisamente, quiero que sea en

    vitela, y ddselo al coadjutor para que me lo pase a la firma a fin de que lo sellecon mi lacre.

    As se har, si no mandis otra cosa.Podis retiraros.El hombrecillo recogi rpidamente los trebejos de la escritura y cuando y a

  • alcanzaba la puerta la voz del prelado lo retuvo.Decid a mi secretario que haga pasar al maestro de obras.Ahora mismo, reverencia.El amanuense abri la puerta con sigilo y abandon la cmara.El obispo Tenorio se retrep en su imponente silln de madera de roble oscuro

    cuyos brazos estaban rematados por cabezas de grifo y cantos de baobab y entanto llegaba el coadjutor orden sus ideas. Su catedral deba superar enmagnificencia, riqueza y boato a las ms reputadas de todo el orbe hispnico ypara ello se deba reformar la entrada de poniente y dar al claustro la proporciny dignidad que el conjunto del templo requera a fin de que su armona fueseperfecta. Su plan tena un doble motivo, primero hacer mritos ante su to elcardenal Enrquez a fin de que su prxima promocin no pareciera una razn denepotismo familiar sino una verdadera cuestin de mritos adquiridos y, ensegundo lugar, satisfacer el odio irrefrenable que, como descendiente fantico de converso [10], profesaba hacia aquella raza maldita a la que sus ancestroshaban pertenecido y haban renunciado gracias a que, en tiempos, abrazaron lafe de Jesucristo.

    Unos nudillos golpearon suavemente la hoja de la maciza puerta y apenas seabri una cuarta, asom por ella el orondo y rubicundo rostro de su fiel secretariofray Martn del Encinar que desde tiempos muy lejanos estaba a su servicio.

    Dais vuestra venia?Pasad fray Martn y acomodaos, debo despachar con vos asuntos que

    requieren de vuestra discrecin, capacidad y eficacia.Soy todo odos, reverencia.El clrigo descarg su oronda humanidad en uno de los dos sillones que se

    ubicaban frente a la mesa del obispo.Imagino que llamasteis a maese Antn Pearanda segn mi mandato, no

    es as?Esperando en la antesala lo tenis.Bien, es como sabis un excelente artesano y afamado maestro de obras.Me constan sus capacidades, tiene en la ciudad ms trabajo del que puede

    asumir, me contaba hace un momento que se ha visto obligado a dar empleo agentes recin llegadas que no estn habilitadas para oficio tan exigente como elsuy o, de tal guisa que pierde ms tiempo adiestrndolas en el menester delcartabn y la plomada que preparando en su taller planos y medidas que luegodebern ser interpretados a fin de bien realizarse y que no es posible estar enmisa y repicando campanas.

    Pues va a tener que delegar ya que la obra que le encomendaremosrequiere plena dedicacin, esfuerzo y desde luego su presencia continuada.

    Los ojos del fraile denotaron curiosidad.Qu es lo que queris hacer?, si es que os cuadra decrmelo.

  • El prelado se retrep en su frailuno silln y sonri misterioso.La baslica est inacabada, eso es evidente.No os comprendo, la iglesia es una de las ms hermosas y reputadas del

    reino.Es por lo que os digo que est inacabada, debe ser la ms hermosa,

    solemne e importante, no una de ellas, me comprendis?Y qu pretendis hacer para que tal sea?La puerta de poniente no est a la altura de las otras dos, y a sabis que el

    escultor del prtico, don Diego Cabezas, muri al caer de lo alto del andamio yque las estatuas de los cuatro evangelistas estn por terminar.

    Ciertamente, pero no es obra que maese Antn deba atender en exclusiva,se puede ir haciendo a poco que el maestro encuentre un buen lapidario quetrabaje bien la piedra, que se traslade a Toledo y sea capaz de asumir el encargo,haberlos hay los y muy buenos en el reino de Murcia.

    No es ah donde se requiere su presencia.Entonces?Atended lo que os voy a decir, quiero que el templo tenga el claustro y el

    peristilo que merece y para ello es para lo que necesito la presencia y dedicacinabsolutas de maese Antn.

    Pero ilustrsima, por dnde queris agrandar el claustro?, como no seainvadiendo la aljama, no veo yo posibilidad alguna.

    Exactamente, vuestra caridad, en su perspicacia, ha dado con la solucindel problema.

    Pero reverencia, ah viven gentes y no creo yo que abandonen de buengrado sus casas para que vuesa merc pueda ampliar el claustro.

    Nadie ha dicho que lo hagan de buen grado, lo que s os digo es que loharn.

    Al aadir esto ltimo los ojos del prelado emitieron un acerado brillo y unaexpresin de dureza que no pasaron inadvertidos al coadjutor.

    Viven en ella gentes que tienen el paso franco y que entran en el AlczarReal casi todos los das, son adversarios a tener en cuenta apunt el clrigo.

    Deus Vult[11], os dice algo esta divisa?Entiendo reverencia, pero no veo la manera.Cuando el pueblo quiere algo, ni el rey osa oponerse, nuestra misin es

    hacer que el pueblo lo desee ardientemente, me habis comprendido? Siconseguimos despertar este anhelo, habremos allanado el obstculo.

    Pero reverencia, cuando la yesca prende y el viento sopla, lasconsecuencias son imprevisibles.

    Muy al contrario, son absolutamente previsibles, podremos ampliar elclaustro y librar a los buenos cristianos de Toledo de esta inmunda plaga,mataremos dos pjaros de un tiro y el futuro de la cristiandad alabar nuestro

  • gesto. Decid al maestro que pase.

  • Esther

    Esther Abranavel tena quince aos y era la ms hermosa flor de la aljama delTrnsito. Haba crecido bajo el manto protector del gran rabino, su padre, que enella haba volcado todo el torrente de amor que anteriormente haba entregado asu esposa, muerta, haca ya ocho aos, cuando la epidemia de peste asol laciudad. Desde entonces, la nia siempre estuvo bajo la tutela de un aya, doaSara, que ocup en el corazn de la muchacha el lugar que al morir dej vacantesu progenitora y aunque su padre, cumpliendo con la ley mosaica, habacontrado, haca ya tres aos, nuevas nupcias con una hermana de su difuntamadre, viuda y sin descendencia, que fue siempre muy bondadosa con ella, lapersona que ms quera, luego de su padre, era sin duda su aya. La escena sedesarrollaba en la cmara de la muchacha ubicada en el segundo piso de lavivienda. Abatida y anegada en llanto, echada boca abajo en su cama adoseladalloraba Esther desconsoladamente en tanto que el ama sentada a un costado dellecho, acariciaba pacientemente su hermosa cabellera intentando, vanamente,calmar tanto desconsuelo.

    Ahora no lo entendis pero cuando pasen los aos veris cun sabia es ladecisin de vuestro padre que adems es sin duda la ms adecuada yconveniente para vos.

    La muchacha responda entre hipos y lgrimas.As boca abajo y de esta manera no os comprendo, si os dais la vuelta y

    me relatis vuestras cuitas como una mujer adulta, entonces tal vez me podisconvencer de vuestras ideas.

    Esther dio media vuelta, lentamente, sobre s misma, con un gestocaracterstico en ella se retir los cabellos del rostro y contuvo su desesperadollanto, el ama enjug sus lgrimas con un pauelo y aadi:

    Esto est mejor, ea!, decidme ahora, sin histerismos, qu es lo que osaflige.

    Pues ocurre, ama, que jams me casar con Rubn! No le quiero! Y mipadre no parece entender lo que le digo.

    Vamos a ver, muchacha, vuestro seor padre, como padre y como rabino,sabe perfectamente lo que os conviene, inclusive por encima de lo que vos podiscreer, y os lo repito, ahora no lo entendis pero cuando pasen los aos locomprenderis mucho mejor y le estaris agradecida.

    Que no y que no, ama! No me vais a convencer y no me voy a casar y sise me obliga me escapar.

    Y adnde vais a ir, muchacha?, no digis despropsitos, os encontraran enunas horas y lo que conseguirais sera irritar al autor de vuestros das cuy o nicodefecto ha sido malcriaros en demasa y el resultado de tanta condescendenciasalta a la vista. Adems, Rubn Ben Ama es un excelente muchacho que os dar

  • hijos y un lugar notable dentro de la comunidad.No estoy enamorada de l y no me voy a casar pese a quien pese! Ya lo

    sabis, ama!No sabis lo que estis diciendo, ninguna mujer ama a su marido cuando la

    desposan, es luego cuando el amor florece, al igual que el chopo al ser baadopor el ro, y va entrando en la pareja.

    No me convenceris; mi amiga Judit era un cascabel, ved que hace un aola casaron, no he vuelto a verla sonrer.

    Rubn os ama desde que erais nios y ser un buen esposo.Tal vez para otra pero no para m! Yo le aprecio, ama, pero como amigo

    y compaero de juegos, no para desposarlo y darle hijos.No s qu mal pjaro se os ha metido en esa loca cabecita vuestra pero

    estoy cierta de que cuando cumplis los veinte pensaris de otra manera.Cun equivocada estis!, no quiero enterrar mi juventud al lado de un

    hombre mustio y deslucido que se dedica a estudiar los viejos manuscritos, nochey da, a la luz de un candil.

    Tanta cerrazn me asusta y no la entiendo. Ahora intentad dormir, no esbueno que vuestro padre os vea de esta guisa.

    Al esto decir, el ama se levant del gran lecho y la oblig a levantar laspiernas para retirar el cobertor. La muchacha se refugi entre las frazadas de lasfinas sbanas y la mujer la cubri con el grueso edredn relleno de lana derecental. Luego se acerc a la ventana y corri los espesos cortinajes derecamado terciopelo de Coimbra flecado de oro, despus pase su mirada enderredor para comprobar que todo estaba en orden, hecho lo cual y antes departir, se inclin sobre la muchacha y le deposit su nocturno y acostumbradosculo en la frente. Despus, alzando el candil a la altura del voluminoso pecho,se aproxim al candelabro de cuatro brazos que luca en el rincn sobre el arcnde madera de sndalo y tras aplicar la capucha del apagavelas a cada uno de losencendidos pabilos, abandon la cmara cerrando tras de s la gruesa puerta.

    Esther, tras asegurarse de que el ama no iba a regresar, retir el cobertor, selevant del lecho con tiento, calz las babuchas cordobesas y fuese hacia lapalmatoria, prendi la torcida mecha con la piedra y la yesca y alzando el candilse aproxim a la ventana y apart el cortinn. Abri el postigo e hizo que la luzrecorriera lentamente el marco del mismo esperando que su seal llegase aquien iba dirigida, luego lo cerr todo, dej nuevamente en su lugar la palmatoriay tras apagarla regres a su lecho.

  • Los Pardenvolk

    Leonard Pardenvolk condujo el pesado Mercedes por Verterstrasse ycircunvalando Leibnitzplatz, pas frente al Gran Hotel que se alzaba donde anteshaba estado el caf Bauer y, entrando en Unter den Linden, enfil el camino queconduca a su mansin.

    La radio de la inmensa berlina vomitaba himnos patriticos cuando,sbitamente, la msica se interrumpi y la voz metlica de una locutora anuncique el mariscal Hindemburg iba a dirigirse al pas, redujo la marcha del vehculoy aument el volumen del aparato de radio a la vez que ajust el dial para mejoror al viejo soldado y tras un wagneriano introito musical la banda sonora sedetuvo y son la conocida voz.

    Alemanes: la responsabilidad histrica que recae sobre mis hombros meobliga, como jefe del Estado, a trasmitiros la decisin que he adoptado. La patriarequiere, en estos momentos, enrgicas medidas y mi obligacin es adoptarlas.El paro se apodera de Alemania, la economa se derrumba, y los enemigosexteriores acechan. Las extraordinarias circunstancias que han rodeado a nuestraamada patria, consecuencia del humillante Tratado de Versalles, han hecho quetome una decisin trascendental que quiero comunicaros. Voy a otorgar miconfianza al jefe del partido ms votado que no es otro que el nacionalsocialista acuy o lder, el seor Adolf Hitler Pozl, nombro nuevo canciller y jefe delGobierno y que a partir de la toma de posesin, presidir las sesiones delReichstag tomando las decisiones que a su cargo competen.

    Leonard Pardenvolk cerr la radio.Al llegar a la verja de hierro que rodeaba el parque de su casa, el portero,

    saliendo de su garita, abri la cancela para que el gran automvil negro pudieraavanzar. Leonard aceler y el lujoso vehculo, con un potente rugido, venci lacuestecilla en tanto el hombre se llevaba respetuosamente la mano a la gorra enseal de saludo. Luego, cuando ya el coche se hubo alejado, escupi en lagravilla y sus labios dibujaron por lo bajo un despectivo swain![12]

    Leonard hizo transitar al pesado Mercedes por el caminal bordeado de hay asy tras tomar la ltima curva rode el gran estanque y se detuvo bajo el ovaladotorren de ms de dos siglos de antigedad que, ubicado en un ngulo de lacuadrada mansin, sobrepasaba su altura notablemente, totalmente cubierto dehiedra perenne y perforado por una bveda sostenida por tres nervadurascruzadas de medio punto, adems de dar carcter a la casa, haca las veces depabelln de entrada a la misma impidiendo que los visitantes estuvieran expuestosa las inclemencias del tiempo al descender de sus vehculos y a la vez permitanque stos entraran por un lado y salieran por el otro. All esperaban otro portero,en esta ocasin uniformado de librea, y su mecnico cubierto con unguardapolvo gris con solapas negras, que se precipit hasta la portezuela del

  • Mercedes abrindola. Leonard descendi del coche y al ver el Wanderer de sumdico e ntimo amigo, Stefan, aparcado al borde del camino, indag.

    El doctor Hempel est en casa?Stefan Hempel estaba casado con Anelisse, ntima amiga de su esposa, desde

    los lejanos tiempos del colegio y era a la vez director de traumatologa delWerner-Hospital. El portero que aguardaba al otro lado del vehculo aclar:

    Creo que el seorito Sigfrid se ha lesionado esta maana en la universidad,su amigo el seorito Eric lo ha trado en su coche y la seora ha llamado aldoctor.

    Leonard se dirigi al mecnico en tanto tomaba su cartera.Meta el coche en el garaje y est preparado por si tenemos que salir.Como mande el seor.El chfer se encaram en el asiento del conductor, puso la primera, solt el

    freno y aceler. Leonard, sin dar tiempo a que partiera el vehculo, se dirigihacia el interior del palacete. Nada ms entrar una camarera con negrouniforme, delantal blanco impoluto y cofia se apresur a tomar el abrigo y lacartera que portaba en la mano. Leonard, en tanto se desembarazaba de laprenda, indag:

    Dnde est la seora?En la habitacin del seorito Sigfrid con el doctor Hempel.Leonard Pardenvolk ya no pregunt nada ms y se precipit hacia la gran

    escalera cuya barandilla de caoba cubana estaba ornada, en su comienzo, por unefebo de hermosas facciones tocando una flauta pastoril. Subi los peldaos dedos en dos; al fondo del pasillo estaba la habitacin de su hijo y hacia ellaencamin sus acelerados pasos, abati el picaporte y abri la puertasigilosamente. En la cama, recostado en dos almohadas con un rictus de amargosufrimiento en el rostro, vestido, nicamente, con un ligero pantaln de deporte,una camiseta y un aparatoso vendaje en la rodilla derecha que le ocupaba hastamedia pantorrilla, y aca su hijo may or, al lado de la cama, Gertrud conversabacon el doctor Stefan Hempel. Al otro lado, difuminado por el contraluz de laventana, le pareci vislumbrar a Eric Klingerberg, el inseparable amigo deSigfrid. Pese a su sigilo el inevitable ruido avis a su mujer que, al punto, volvi elrostro hacia donde l estaba.

    Qu ha ocurrido Gertrud? pregunt en tanto se acercaba al lecho.Stefan se adelant.Leonard, tu hijo ha tenido una mala cada en la salida de la barra fija en el

    gimnasio de la universidad.Leonard se acerc al lecho del muchacho y le puso, con suavidad, la mano

    en la frente sentndose al borde.Cmo ha sido Sigfrid? Cuntame.Como le ha dicho to Stefan, he intentado una salida nueva en los ejercicios

  • libres de la barra fija y he cado fuera de la colchoneta.Ahora el que interrumpi fue Eric.Habamos quedado en el gimnasio a la salida de la clase de estructuras. Le

    he dicho que no lo intentara pero es intil, es tozudo como un prusiano. Laprctica ya haba terminado, ya nos bamos cuando ha querido probar unejercicio que no le haba salido anteriormente, ha intentado una carpa con vueltay ha cado sobre la pierna derecha en mala postura, se ha odo un crac y haquedado en el suelo sin poderse levantar. Lo dems ya se lo puede imaginar, hepedido ayuda, nos hemos vestido y lo he trado a casa.

    Leonard, arqueando las cejas, dirigi una mirada inquisitoria al mdico.ste se dio por interpelado.Nada podemos decir todava, hay que realizarle una inspeccin radiolgica

    pero no tiene buena pinta.Pero hijo, cundo vas a aprender a ser prudente? El ao pasado el tobillo

    saltando en el trampoln de Garmisch-Parter kirschen y ahora esto.Ha sido mala suerte padre crame, s que lo puedo hacer, si no lo intento

    no lo conseguir nunca y la seleccin para el equipo olmpico de gimnasia va aser dentro de seis meses.

    A m me mataris a disgustos, no sales de una y ya te has metido en otra,reconoce hijo que te excedes, ahora veremos qu va a pasar con esta rodilla. La que de esta manera habl fue su madre.

    Las miradas de los esposos convergieron en el mdico, inquietas.Insisto, nada se puede decir hasta que hay amos finalizado la

    correspondiente exploracin. El doctor Hempel, que conoca a la amiga de sumujer, quera sangrarse en salud. De momento aadi, absoluto reposo,en la cama, ya sabis lo que dice el proverbio al respecto de las roturas, lapierna en el lecho y la mano en el pecho y pocas visitas.

    Pero to Stefan, podr entrenar antes de quince das?!Primeramente vamos a ver si puedes caminar, hasta que examinemos tu

    rodilla nada se puede decir. Luego dirigindose a los padres aadi: Y ahorasi os parece vamos a continuar hablando fuera de la habitacin, le hesuministrado un fuertsimo calmante que va a empezar a producir su efecto y lehe inmovilizado la pierna, lo que ms le conviene a Sigfrid es descansar.

    Gertrud se acerc al lecho de su hijo y tras besarlo en la frente se volvihacia Eric:

    Gracias, querido, eres Metatrn[13], no s cmo te arreglas pero siempreests, cuando haces falta, en el lugar oportuno.

    No hay por qu darlas seora, Sigfrid es mi mejor amigo, maanatelefonear para ver cmo va todo.

    Entonces, si os parece, vayamos saliendo. Quieres que te ajuste lospostigos, Sigfrid?

  • Gracias madre, estn bien as.Parti la comitiva, Gertrud se adelant para despedir a Eric y los hombres

    descendieron la escalera lentamente.Gracias tambin a ti querido Stefan, apenas salimos de una nos metemos

    en otra, si no tienes inconveniente me gustara que te quedaras a comer.No hay problema, djame hacer un par de llamadas a casa y a la clnica y

    soy todo tuy o.Llegaron al final de la gran escalera y ambos hombres se dirigieron a la

    biblioteca. Nada ms llegar, Leonard, en tanto Stefan hablaba por telfono, seacerc a la imponente mesa de despacho de estilo napolenico que la presida yllam al timbre. Al punto compareci un criado de librea.

    Seor? El criado se detuvo en la entrada esperando rdenes.Diga a la seora que avise a la cocina que el doctor Hempel comer con

    nosotros.S, seor.Ya se iba a retirar el domstico cuando Leonard aadi:Herman, cuando salga cierre la puerta, por favor.S, seor.Sali el sirviente cerrando la gruesa puerta con cautela y Leonard se dirigi al

    mdico que en aquel momento colocaba el auricular en la orquilla del negroaparato.

    Me intranquiliza la rodilla de Sigfrid.A m tambin pero no nos preocupemos antes de hora, lo que le he

    recetado le bajar la inflamacin y luego, con calma, podremos hacer cuantaspruebas radiolgicas sean necesarias para poder calibrar el alcance de la lesin.En principio parece el ligamento posterior derecho y el menisco externo delmismo lado lo que ha recibido el dao.

    Pero tendr consecuencias?No me obligues a adelantar un diagnstico pero creo que la gimnasia de

    alta competicin se puede haber acabado para l.Ests seguro?Te repito que no me obligues a adelantar pronsticos, pero cabe en lo

    posible.El muchacho va a tener un disgusto tremendo.Lo importante es que pueda caminar y, buscando beneficio de esta

    desgracia, lo que s puedo adelantarte es que se ahorrar que lo enrolen en elejrcito, que en los tiempos que corremos no es poco.

    Elohim sobre todas las cosas!Que tu dios o el mo lo ayuden es lo que hace falta.Los dos hombres se haban acomodado en el tresillo estilo chester que estaba

    ubicado junto al gran ventanal. Leonard sac de su bolsillo una elegante pitillera

  • de oro y ofreci un cigarrillo a su amigo.No, gracias, prefiero los mos.El mdico sac un paquete de Navicut y extrajo de l un cigarrillo

    llevndoselo a los labios; y al momento, la llama del encendedor de Leonard queiba acoplado a su carsima pitillera, estaba frente a l, el medico aspir confruicin hasta que el extremo prendi, entonces, tras dar una fuerte y golosacalada y expulsar el humo, se dispuso a escuchar a su amigo que haba hecho lopropio.

    Has odo la radio hace una hora, Stefan?A qu te refieres?A la proclama que ha hecho el mariscal.No he odo nada porque estaba examinando la rodilla de tu hijo.Ha nombrado a Hitler canciller.No me extraa, si te he de ser franco casi lo esperaba y me atrevo a

    decirte que las cosas mejorarn sin duda.Ests loco, Stefan, igual que lo est este cabo bastardo que intent hacerse

    con el poder hace diez aos y al no conseguirlo se ha dedicado con su verbo aidiotizar al pueblo alemn. Que engae al pueblo lo entiendo, pero a ti?!

    De cualquier manera no debes preocuparte, muchos lo han votado por versi cambian las cosas pero autnticos partidarios tiene pocos, no olvides que en lasprimeras elecciones sac nicamente doce diputados, adems sus verdaderosenemigos son los comunistas, cosa que no me parece mal, y en segundo lugar lossocialistas y los liberales. Le gusta demasiado el poder y sin dinero es muy difcilhacerse con l, por eso se ha arrimado a los Krupp, los Meinz, los Thy ssen y aotras familias que estn con l y que se ocuparn, sin duda, de embridarlofuertemente para que no se pase de la raya, le dictarn sus normas, ya sabes quecuando el capital apoy a a alguien es por algo, adems la Iglesia catlica, a travsde su nuncio, el cardenal Pacelli, tambin lo apoy en su da recomendando a susfieles que lo votaran. No debes preocuparte en demasa, Leonard, ya vers cmolas aguas vuelven a su cauce, estoy absolutamente seguro.

    Pero no sabes cmo funcionaban sus camisas pardas antes de sercanciller!? Ni imaginarme quiero lo que puede ser ahora con el respaldo de lalegalidad. Corre la voz que y a se han llevado a algunos judos de barriosperifricos, y cuando estas cosas comienzan nunca se sabe cmo terminan.

    Hace poco ms de un mes trat en el hospital, de una conmocin cerebral,muy grave por cierto, al hijo de un gerifalte de las NSDAP[14] al que habandescalabrado en una reyerta de estudiantes y a propsito del problema judo meaclar que los detenidos, que no voy a negarte los ha habido, lo han sido por serelementos antisociales, no por su condicin de judos, t mismo has reconocidoque las detenciones se han producido en barrios perifricos.

    Yo de momento voy a contactar con mis socios en Viena y en Praga y voy

  • a sacar del pas las principales piezas de la fbrica y de las dos joyeras.Tiempo habr para todo si las cosas se pusieran feas pero no temas; eres

    tan alemn como puedo serlo y o y si me apuras, ms; yo no estoy condecoradopor mritos de guerra y t s. No te preocupes Leonard, nada ocurrir a los de tuclase.

    Unos discretos nudillos golpearon la puerta y la voz de Herman demandvenia para entrar.

    Pase, Herman.Perdn, seor, dice la seora que le comunique que la comida est servida.Dgale que vamos al instante.Parti el sirviente discreto y silencioso y ambos se pusieron en pie para

    acudir al comedor.Si no te importa, Stefan, durante la comida, no toques el tema del que te he

    hablado y que tanto me preocupa, ya sabes que Gertrud se asusta fcilmente yno quiero preocuparla, bastante lo est con el desgraciado accidente de Sigfrid.

    Descuida, que sabr mantener la boca cerrada y te repito que el que nodebe preocuparse eres t.

    Llegaron a la puerta de la biblioteca, Stefan se hizo a un lado y con el gestocedi la preferencia a Leonard.

    Por favor.Leonard le tom por el brazo y le oblig a salir antes que l.Despus de ti.Partieron hacia el comedor. Se acceda a l por una puerta de marco curvo y

    de doble arcada de madera noble que entre ambos arcos sostenan unos grandescristales biselados que permitan que entrara la luz pero que impedan ver atravs de ellos. Era sta una estancia de considerables proporciones que gozabade una vista excelente, ya que al tener toda una parte acristalada con vidriosemplomados formando grupos de hojas de acanto y flores de tonalidades verdesy rojas y al dar a la zona posterior del parque de la casa, haca que la naturalezase mezclara con el vitral formando un efecto maravilloso de luces y de colores.Dos inmensos trinchantes sobre los que lucan dos grupos escultricos de Svresque representaban a unos criados sujetando por la trailla a los podencos en unacacera de ciervos y una gran chimenea completaban la pieza. A la llegada de losdos hombres, Gertrud, que ya estaba sentada en la mesa en su lugar habitual,indic al doctor, con unos ligeros golpecitos sobre el mantel, que se ubicara a suderecha, Stefan as lo hizo y al ver nicamente cuatro servicios indag.

    Veo, querida, que falta alguno de tus hijos adems de Sigfrid.Sintate y no te preocupes, el tiempo que y o gobernaba esta casa ya pas,

    los hijos crecen y poco o nada puedes hacer para que las cosas sean como antes,vuelan como gorriones y reclaman su racin de independencia de modo que nopuedes impedir que uno se rompa la crisma, que el otro no venga a comer casi

  • ningn da y no avise la mayora de las veces y que Hanna, invariablemente,llegue tarde. Aunque esta vez est excusada, hoy le entregaban el diploma de suquinto curso de violn y sexto de armona y a fe ma que ha trabajado duroporque adems est en el equipo de gimnasia rtmica de su escuela.

    Leonard se haba sentado a la cabecera.Tus hijos siempre han tenido una gran facilidad para los deportes.Ciertamente, pero adems Hanna es tremendamente elstica, ya lo era de

    pequea.La nia siempre es la mejor en todo lo que hace, ya sabes Stefan cmo son

    las madres, pero luego cuando se retrasa hace que y o sea el que se preocupe argument Leonard.

    Lo que me molesta, y t lo sabes, es que campen por sus respetos y no meavisen.

    Mujer, los hijos hacen lo que nosotros hicimos anteriormente.Eran otros tiempos.Tambin nuestros tiempos fueron diferentes a los de nuestros padres.

    Luego, dirigindose a Stefan aadi: Ya sabes lo del enfrentamientogeneracional.

    Un joven criado haba llenado las copas de vino y Herman apareci por lapuerta que daba a las cocinas, portando una bandeja de plata sobre la quehumeaban sendos tazones de porcelana de Rosental; solemnemente sirvi a loscomensales y se retir discreto junto al may or de los trinchantes. Laconversacin vers, en primer lugar, sobre el percance acaecido a Sigfrid, Stefanhizo lo imposible por tranquilizar a Gertrud, luego, ya en el segundo plato, queconsisti en un guiso de carne con salsa de arndanos acompaado consauerkraut[15] que luego de ser servido repos en un calientabandejasalimentado por un infiernillo de alcohol que se ubicaba en el segundo trinchante,el tema fue desvindose hacia otros derroteros.

    Esta carne es excelente, Gertrud.Nos la sirve nuestro shobet[16] de toda la vida aunque la religin de

    Gertrud era la catlica, desde su matrimonio con Leonard intentaba complacerlosiguiendo, en lo posible, las costumbres hebraicas.

    Me he acostumbrado en vuestra casa a la comida kosher[17] y la verdad laencuentro excelente, prescindo de su significado religioso porque no creo en estaspaparruchas pero el resultado es magnfico.

    Toda la vida has sido un ateo, Stefan.Di mejor agnstico. Sabes lo que ocurre querida?Gertrud enarc las cejas.Que ni de estudiante en la sala de disecciones ni posteriormente, ejerciendo

    la ciruga, he visto jams algo parecido a vuestro nesham[18].

  • No te excedas Stefan, no vaya a ser que el nez[19] se acabe para ti.

    El postre fue un delicioso marmolkugen[20].Reconozco la receta maestra de tu madre, lo has hecho t, sin duda.Me distrae mucho la repostera.As estoy y o, empezando el rgimen un da si y otro tambin.Pobre Leonard, qu lstima me das!La puerta del comedor se abri y apareci Hanna, arrebolada y alegre como

    corresponda a sus dieciocho estallantes aos; vesta una falda entablillada, decuadros verdes y grises, camisa crema de cuello abierto en pico y un chaleco degruesa lana, de un color verde ms oscuro, que le vena algo grande y que habahurtado del armario de su hermano Manfred, calcetines verdes lisos y zapatosplanos con un adorno de lengeta con flecos de cuero.

    Perdn perdn perdn! Ya s que llego tarde, no me ria madre, que nosaba que vena a comer mi to favorito. Los hijos de los Pardenvolk llamabantos a Stefan y a Anelisse. La chica intuy por las caras de todos que algo gravepasaba, lanz su boina de punto al desgaire sobre una de las sillas laterales y conun peculiar movimiento del cuello ahuec su oscura melena, dio un beso a Stefany un fuerte achuchn a su padre e indag: Qu sucede? Quin se ha muerto?

    Gertrud respondi seria:Nadie se ha muerto, tu hermano Sigfrid se ha daado fuertemente la

    pierna, esta maana.Hanna se llev ambas manos al rostro y se sent lateralmente en el lugar en

    el que se vea su sitio vaco.Pero cmo ha sido?Stefan la puso al corriente del infausto percance y la muchacha hizo el gesto

    de levantarse para ir a ver a su hermano.No, djalo ahora, est descansando, el to le ha dado un sedante y est

    durmiendo.Eric est con l?No, Eric ya hace rato que se ha ido.Herman, ayudado por el joven fmulo, sirvi la comida a la muchacha pero

    sta apenas prob bocado.Cmo va el violn? indag Stefan.Muy bien to, el profesor me ha dicho que puedo optar a la beca que da la

    escuela para ir un ao a Polonia al curso de avanzados que da Biloski.Eso sera magnfico.No. Prefiero quedarme en Berln. Adems tendra que dejar a mis

    compaeras del equipo de gimnasia y eso sera una faena.Cul es tu especialidad?El aro y los ejercicios en el suelo.

  • Me parece a m que no es a tus compaeras nicamente a quienes noquieres dejar. Si te parece, Stefan, vamos a tomar el caf a la biblioteca ydejemos que las damas hablen de sus cosas.

    Ambos hombres se levantaron de la mesa y se dirigieron al saln defumadores dejando a Gertrud con su hija.

    Te atrae Eric, no es verdad, Hanna?Por qu lo dice madre? Hanna se haba puesto como la grana.No quieres ir a Varsovia y s que podras ganar la beca. En la fiesta de

    final de curso fue evidente que ninguna de tus compaeras tocaba como t. Teconozco bien hija ma y es lo ms normal del mundo que te sientas atrada por elamigo de tu hermano mayor, yo tambin me enamor como una loca de unamigo de to Frederick.

    Usted madre?Pues qu crees, que nac casada con tu padre? No hija no, cuando una

    muchacha despierta a la vida se enamora del amor y eso es lo que te ocurre a tien este momento.

    Y por qu no se cas con l?Eran otros tiempos, era protestante y entonces tus abuelos no lo aceptaron.Pero pap es judo.Yo ya era ms mayor y tu padre supo ganarse al mo.Hanna, que estaba esparciendo, desganadamente, el pastel por el plato sin

    apenas probarlo, salt de su silla y se fue a sentar al lado de su madre tomndolela mano.

    Es cierto madre, a usted no la puedo engaar, me gusta Eric y me sientoegosta, pregunto si se ha quedado con Sigfrid por verlo antes que preocuparmepor cmo est mi hermano, soy una mala chica, no es cierto, madre?

    Gertrud le acarici el rostro con ternura.No eres una mala chica, Hanna, es el amor una enfermedad que nos ataca

    a todos antes o despus. Gertrud suspir. Ya eres una mujer, Hanna, ycreme que en los tiempos que corremos me gustara ms que fueras una nia.

    Es grave lo de Sigfrid, madre?Dios sobre todas las cosas, maana sabremos el alcance de su lesin,

    esperemos que todo se resuelva.Pero, podr volver a caminar, no es cierto?Gertrud exhal un profundo suspiro.Caminar, espero que pueda, lo que no s es cmo.Qu quiere decir madre?Es la rodilla Hanna, tengo miedo.Pero madre, si Sigfrid queda cojo se puede morir.Su obligacin es vivir y tendr que hacerlo pese a la prueba que

    Adonai[21] le enva desde all arriba.

  • Hanna qued un instante pensativa.No saques conclusiones hija, lo que tenga que ser, ser; todo esta escrito en

    el libro de la vida. Luego aadi: Eric es un buen muchacho aunque esprotestante y no s lo que opinar tu padre, pero los tiempos no son los de antes, ysi mi instinto de madre no se equivoca, t tambin le gustas a l. No le digas nadaa tu padre, l cree que siempre sers su nia; ste va a ser un secreto entre t yyo.

    La muchacha se precipit a los brazos de su madre.Cmo la quiero madre! Voy a telefonearle con la excusa de lo que ha

    pasado.En aquel momento entr Herman.Seora, ha telefoneado el seorito Manfred, dice que no vendr a comer.Le ha explicado usted el percance que ha sufrido su hermano?No me ha dado tiempo seora, apenas me ha comunicado su recado ha

    colgado el auricular, llamaba desde algn establecimiento pblico. Al ver lacara disgustada de su ama aadi: Se oa mucho ruido de fondo.

    Est bien Herman, puede retirarse.Puedo retirar los servicios?Hgalo.Gertrud sali del comedor tras los pasos de Hanna y se dirigi al dormitorio

    de Sigfrid por ver si descansaba o estaba despierto.

  • Manfred

    Manfred, al igual que su hermana gemela, haba cumplido dieciocho aos, eraalto para su edad, moreno y nervudo, tena el pelo ensortijado al igual que supadre y unas facciones que denunciaban su naturaleza mediterrnea, un carctertenaz como todos los Pardenvolk, un corazn que clamaba por cualquier injusticiay una rebelda interior que haca que no se plegara fcilmente ante cualquieraque pretendiera imponerle algo sin explicarle el porqu de las cosas.

    Tras colgar el auricular se cal la gorra y sali de la cervecera Munichrumbo a la sede clandestina de la clula del Partido Comunista Alemn a la queestaba adscrito tras la prohibicin oficial. Se haba afiliado a l porremordimientos sociales, consideraba que no se poda vivir como l viva en tantootras gentes apenas podan llevar a la mesa un mendrugo de pan los tiempos, enaquella Alemania eran muy desiguales, los ricos lo eran mucho y los pobres,demasiados, el paro sacuda muchos hogares, l se senta avergonzado del estatusde su familia e intentaba por todos los medios remediar, dentro de susposibilidades, algunas cosas. Dobl la esquina de Sauerlandstrasse y subi porBregenzar para coger el amarillo tranva que le conducira a su cuartelclandestino y que estaba situado en una calleja detrs de Olivierplatz. La gentecaminaba deprisa huyendo del posible aguacero que se avecinaba. Lleg a laparada, se coloc en la cola y esper que el coche elctrico apareciera por elextremo de la calle, comenzaba a llover y se subi el cuello de la cazadoraimpermeable. Por una de las bocacalles que desembocaban en la plaza apareciun grupo de aquellos tipos de la nueva Alemania que tanto le desagradaban, todostendran entre veinte y treinta aos, vestan pantalones cortos bvaros de cuerovuelto con dobladillo hacia afuera, tirantes tiroleses con peto, camisas pardas y elpauelo negro anudado al cuello, calcetines altos, botas cortas de suela de clavos,en la manga un brazalete rojo con la esvstica en negro dentro de un crculoblanco, y se cubran indistintamente con gorros cuarteleros asimismo negros o demontaa de color pardo con orejeras recogidas en la parte superior,chulescamente ladeados sobre sus cabezas. En el cinturn, un cuchillo enfundadoy en las cachas de la empuadura otra vez la cruz gamada. Venan dando gritos,profiriendo consignas fascistas y obligando a saludar brazo en alto a cualquiertransente con el que se toparan, daba lo mismo que fuera un viejo, un nio, unseglar o una monja. Manfred haba tenido varias escaramuzas con aquellos tiposque se dedicaban a reventar mtines polticos de otros partidos y a apalizar acualquier persona o grupo que no pensara como ellos. Sbitamente dobl laesquina una pareja de mediana edad, que iban cogidos del brazo. El grupo sedetuvo frente a ellos y los conmin amenazante a efectuar el consabido saludonazi. El hombre se neg, imagin que entre otras razones, porque llevaba unmaletn en dicha mano. Fue visto y no visto, la cuadrilla de energmenos se fue

  • hacia l y empezaron a apalizarlo ante el estupor de la gente, que no se atreva aintervenir, y los gritos de la mujer que, aterrorizada, peda auxilio. El individuocay al suelo plegado sobre s mismo, encajando el diluvio de patadas en posturafetal, el portafolios se abri y un sinnmero de cuartillas y documentos salieronvolando calle abajo. Por el otro extremo de la misma asom una pareja degendarmes que al observar el desorden detuvieron sus pasos esperando a ver enqu paraba todo aquel barullo. Sbitamente aquellos bestias empezaron a insultaral cado y los gritos de traidor y judo asqueroso! invadieron el aire. Por laavenida frente a la parada donde se encontraba, Manfred vio venir un autobs dedos pisos rotulado con un nmero 21 que en un momento tomara la curva y queno paraba hasta cuatro o cinco calles ms all. No lo pens dos veces, tomimpulso y se precipit con los pies por delante hacia la espalda del energmenoque pareca llevar la voz cantante. El impacto y la sorpresa actuaron al unsono,el gigantn se fue al suelo, su cara impact con el hierro de la barandilla queprotega una manga de riego y comenz a sangrar profusamente en tanto losdems intentaban adivinar de dnde vena aquel inesperado ataque. Manfred viopor el rabillo del ojo que el autobs llegaba a su altura, tom carrerilla y de ungil brinco se encaram a la plataforma posterior sin dar tiempo a que ningunode aquellos animales reaccionara. Cuando lo hicieron, era tarde, el vehculo yahaba ganado una cantidad de metros que haca imposible que fuera alcanzado.Dos calles ms all salt en marcha y corri hacia la primera esquinaocultndose tras un poste de los que se empleaban para pegar carteles. Uninstante despus pasaban dos taxis, circunvalados con la caracterstica cenefacuadriculada en blanco y negro, ocupados por siete u ocho de aquellosenloquecidos que, asomados por las ventanillas, sealaban a los conductores conlos brazos extendidos el lejano autobs. Manfred se cal la gorra hasta las cejas ycomenz a caminar hacia la sede del partido.

  • Simn

    Simn esperaba nervioso junto a la Fuente del Sauce. La luz en la ventana, lanoche anterior, le haba confirmado claramente que, aunque pudiera tenerproblemas, Esther acudira al lugar acordado y a la hora anunciada en el billeteque guardaba en el bolsillo de su jubn y que ella haba deslizado en su manoaprovechando la coy untura de ir, acompaada de su aya, a comprar cintillos ypeines para el pelo a la tienda que su padre junto con su to regentaba en la callede la Paja en la aljama de las Tiendas, la tarde del lunes anterior. Simn seresguard del fro en el soportal de uno de los almacenes de la plazoleta y entanto esperaba, su pensamiento vol como una alondra en primavera; tenaveintids aos y un mundo de ilusiones se abra dentro de l; jams hubierapodido imaginar en el ms elucubrante de sus sueos que Esther Abranavel,nica hija del rabino mayor de la aljama del Trnsito, pudiera haber reparado enun mozo de su condicin, hijo de un comerciante menor de la aljama de lasTiendas. Recordaba aquel da como un milagro, estaba subido a una pequeaescalera colocando el gnero, que haba trado aquella tarde un buhonero, en elanaquel superior del almacn cuando la luz de la puerta se oscureci obstruidapor el voluminoso bulto de la duea y el de Esther. Al principio y al contraluz susojos no divisaron claramente las facciones de la doncella, pero cuando estabadescendiendo y su pie tanteaba el penltimo escaln, tropez y casi da con sustristes huesos en el suelo, tal fue la impresin que la belleza de la muchachacaus en su nimo. Trastabillando se coloc al otro lado del mostrador y suslabios apenas supieron balbucear un torpe Qu desean vuesas mercedes? . Elama pidi que les mostrara unas peinetas de mbar y unos abalorios; al ir abuscarlas y al seguir comportndose como un bobo, un pcaro destello reverberen el rabillo de los ojos de la muchacha. La visita volvi a repetirse a la semanasiguiente y a la otra y al cuarto da y aprovechando la coy untura que su padreestaba mostrando una mercanca recin llegada al aya, se atrevi a hablarle,mejor dicho a responderle ya que la que inici el dilogo fue ella.

    Cmo os llamis? Que mal puedo dirigirme a vuesa merced cuandonecesito alguna cosa de vuestra abacera y estis de espaldas, como solis,haciendo que buscis en los estantes, si no es con un impersonal vos .

    Me llamo Simn, seora, ste es mi nombre, para serviros.Y por qu, Simn, jams vens en persona a mi casa a traer mis

    mandados y siempre enviis un mozo a tal menester cuando vos sois la personacon la que he hecho el trato al hacer mi compra y a la que quiero reclamar sialgo no me cuadra o no es exactamente de mi gusto?

    El mozo recordaba que respondi confuso algo parecido a:Mi padre es el que decide quin es la persona que ha de cumplir cada

    encargo, yo me limito a obedecerle.

  • Pues a partir de ahora vos seris el recadero de mis mandados, de no seras me ver obligada a cambiar de tienda y comprar en otra abacera donde setenga ms cuido de mis pedidos.

    Simn respondi un torpe Descuide vuesa merced, para m vuestros deseosson rdenes . Y al atardecer del siguiente da se encontr frente a la puertaposterior de la casa de los Abranavel con un paquete en la mano y tirando de lacadena de una campanilla que sonaba lejana en el interior de la mansin. Cuandoimaginaba que un sirviente le iba a franquear la entrada se encontr con que laque apareci abrindole la puerta era la quimera de sus fantasas en persona.

    He estado vigilando vuestra llegada desde mi ventana, que es aqulla.La muchacha, con el gesto de su mano y con el brazo extendido, le indic un

    balconcillo de piedra del primer piso rodeado de hiedra que se abra al exteriormostrando una pequea columna que parta dos arcos de estilo mozrabe ycubiertos ambos vanos con vidrios coloreados cuyo trabajo emplomado dejabaver en su centro una pieza transparente y rarsima, que permita ver el exteriorcon claridad. A Simn no se le ocurri otra cosa que decir:

    Aqu os traigo vuestro pedido.A quin le importa eso ahora? Seguidme!La muchacha tom del brazo al asombrado mozo y tirando de l lo condujo

    hacia el cenador del jardn posterior de la casa que se ubicaba junto a unarosaleda, cuy a visin la impeda una celosa de madera pintada de verde y porcuyos entresijos se iban atando lianas y florecillas de tal manera que todo elconjunto formaba algo parecido a un muro de enramada que circunvalaba a unpequeo palomar cuyas aves comenzaron un peculiar zureo al percibir laproximidad de su ama.

    Nada ms llegar al escondrijo, la muchacha retir de su cabeza la redecillaque le recoga el cabello y dej resbalar su frondosa y oscura cabellera castaasobre los hombros.

    Veamos si los prendedores de carey que os encargu cuadran con el colorde mi pelo.

    Diciendo esto arrebat de las manos del asombrado mozo el paquete del queera portador, lo deposit sobre una piedra y tras deshacer el lazo que lo sujetabaprocedi a abrir el estuche y examinar su interior, all estaban sus compras. Lania tom un prendedor y entregndoselo a Simn, orden dndole la espalda:

    Colocdmelo!El atolondrado mancebo procedi al mandado con los dedos temblorosos y la

    garganta seca.Cuando ya el cometido hubo acabado, la muchacha, que percibi divertida el

    apuro del joven, se insinu seductora dndose la vuelta.Me encontris hermosa?No tengo palabras, tenis el candor de una paloma y la belleza de un nardo.

  • Sois un adulador! Veo que no os faltan esas lisonjas que tanto halagan a lasmujeres.

    Creedme seora que os digo lo que pienso!Zalamero, no os creo! La muchacha hizo un mohn que a Simn le

    pareci delicioso. De cualquier manera me habis comparado a una paloma yeso me halaga, es uno de los animales que ms amo porque evoca paz yarmona.

    Os gustan las palomas?Son mi pasin, el palomar que veis a mi espalda es regalo de mi padre y

    todas las aves que veis son mas, y o las cuido, tengo ms de veinte torcazas, mismanos son las que se ocupan de ellas y nadie ms que y o se acerca al palomar.

    Sabis seora que tambin son mi pasin?Los ojos de la muchacha adquirieron un brillo especial.No me llamis seora , mi nombre es Esther.Simn no crea lo que estaba viviendo.Est bien, seo. Esther. Si me lo permits, maana os har presente de lo

    que ms quiero en este mundo, claro est, luego de mis padres.La muchacha lo mir entre coqueta y curiosa.Y qu es ello?Mis dos mejores mensajeras.Tenis mensajeras?Ni el rey las tiene ms rpidas y resistentes respondi orgulloso.No puedo aceptaros presente tan valioso!Me harais el ms feliz de los mortales! Por favor, seora!Llamadme Esther os digo!Por favor, Esther!No, por el momento, no! Pero a veces la mujeres cuando decimos no

    queremos decir s; es a vos a quien corresponde dilucidar.Y de esta manera comenz la increble aventura y el deleite absoluto de

    Simn. Lo de ambos fue un flechazo a primera vista. Cupido extrajo dos flechasde su aljaba y atin, en el corazn de los muchachos, al mismo tiempo. Al dasiguiente se las arregl para llevarle las palomas. Luego, uno y otro inventaronmil excusas para justificar sus encuentros y acordaron ciertas crpticas clavesque ellos solos entendan para acordar sus citas y que iban desde una luzrecorriendo el marco de la ventana de su dormitorio si era de noche a un paueloblanco anudado a media asta en el palo del palomar si era de da. Y en repetidasocasiones se juraron eterno amor. Desde estos sucesos y a casi habantranscurrido once meses; viva el mancebo en el sptimo cielo y no terminaba decreer su buena estrella, pero cada vez que intent tocar el tema e insinuar a lamuchacha el hecho cierto de que el gran rabino no consentira jams aquellos susamores, Esther le responda misteriosa que, llegado el tiempo, sabra convencer a

  • su padre y caso de no conseguirlo y a vera lo que habra que hacer. Su frasepredilecta siempre era la misma: No quiero preocuparme por lo que an no haocurrido, ya lo har si ocurre.

    Empezaba a lloviznar, la plaza estaba desierta y Simn comenz a desesperarde ver aparecer a la muchacha. Se le ocurri que tal vez hubiera surgido, altima hora, algn inconveniente imprevisto y que Esther no hubiera tenidotiempo de avisarle. En estas devanaderas andaba su caletre cuando por losprticos de la bocacalle del Santo Espritu apareci, presurosa y sin embargovigilante, la silueta inconfundible de su amada que, mirando a un lado y a otro,embozada en un negro manto con capucha, avanzaba hacia l con aquel sucaminar airoso inconfundible y adorado. Llegado que hubo a su lado se retir elembozo y comenz a hablar apresurada y nerviosa como, hasta la fecha, jamshaba tenido ocasin de verla.

    Simn, tengo poco tiempo, vay amos a un rincn disimulado donde ospueda contar, sin temor a ser oda, lo que os debo decir.

    Esther, me asustis, venid!Cerca de la plaza se ubicaba una cuadra donde alquilaban caballeras y

    carros para diversos menesteres y que perteneca al padre y al hermano de unamigo de Simn con el que haba compartido las clases de un maestro que leshaba enseado en la madrasa las primeras letras y los rudimentos de laTor[22].

    Venid! Seguidme!Y tomando de la mano a la muchacha la condujo, a travs de un estrecho

    callejn que transcurra bajo unos soportales, hasta un gran portaln de viejamadera que permaneca abierto y que daba a un gran patio donde se arreabanlas cabalgaduras y se preparaban las galeras y carretas de alquiler. Traspasaronel arco de la entrada y, evitando las huellas que las roderas de los carros habanmarcado en el lodo y los grandes charcos que la lluvia haba ido formandoaquella tarde, llegaron hasta un gran cobertizo y diciendo un breve Esperadmeaqu un instante, vuelvo al punto parti Simn hacia una garita de maderapintada de verde, levemente iluminada que se vea al fondo del recinto. Estherretir la capucha de su rostro y, tras sacudir el borde de su capa a fin de queescurriera el agua, se dispuso a esperar. Simn llegose hasta el ventanuco delcuartucho y a travs de l, y a la luz de un candil pudo ver el pecoso rostro de suamigo inclinado sobre un mugriento libro may or en el que con un clamo quemojaba en un tintero, no menos deteriorado, iba anotando ristras de nmeros.

    David! llam.El otro levant la cabeza de la escritura y al punto reconoci a su amigo.Qu os trae por estos lares, Simn?Ahora no tengo tiempo de explicaros, me hace falta que me hagis un

    favor.

  • David se haba aproximado al ventanuco dejando sobre la mesa la caatodava hmeda de tinta.

    Vos me mandis, soy todo odos.Necesito de un lugar discreto para mantener una conversacin con una

    dama de calidad que es para m muy importante.Y se puede saber quin es esta dama? interrog el pecoso con

    curiosidad.Que Asmodeo[23] os lleve!, ahora no es el momento ni os incumbe,

    podis satisfacer mi demanda o no podis hacerlo!?Ya veo que el asunto es importante para vos. Al fondo de la cuadra podris

    ver una carroza que mi padre alquila para viajes a los principales de la ciudadcuando quieren partir discretamente sin llamar la atencin llevando sus propioscoches; dentro estaris confortablemente calientes y a salvo de cualquierindiscrecin.

    Gracias amigo, no olvidar jams vuestro favor!No hay por qu darlas, Simn, hoy por vos maana por m, los de nuestra

    raza siempre se ay udan.Parti Simn a la busca de su amada y la encontr sentada en la estribera de

    una de las galeras.Venid, seguidme, Esther, y a tengo el lugar donde estaremos cmodos y

    donde podris explicarme vuestras congojas.Lo sigui la muchacha procurando evitar los charcos porque sus sankas[24]

    no se embarraran y luego su ay a adivinara que haba salido.El lujoso carruaje estaba aparcado al fondo del cobertizo, aparte de los

    dems carros que constituan el grueso del negocio. Era ste una gran carroza decuatro ruedas, dos pequeas delante y dos ms grandes y ballesteadas atrs, decolor azul cobalto con el tejadillo negro acharolado y el pescante del aurigamucho ms elevado y exterior; abri la portezuela el muchacho para que Esthersubiera y sta al hacerlo y al apoy ar el pie en la estribera dej al descubierto unfino tobillo cuya visin produjo en Simn un leve mareo, gimieron las ballestas yascendi la muchacha acomodndose al fondo sobre el lujoso asiento del cochetapizado de rico terciopelo de Bjar. A continuacin y a su lado se coloc Simncerrando tras l la portezuela.

    Decidme pues, amada ma, cul es la afliccin que turba vuestro pecho.Ay de m, Simn amado! Mi padre me quiere desposar con Rubn Ben

    Ama y y o me morir antes de consentir.Simn qued un instante perplejo y mudo ante el impacto de la revelacin,

    luego tom la mano de la muchacha entre las suyas y habl.Calmaos Esther, en primer lugar, quin es el tal Rubn?El hijo de un buen amigo de mi padre al que yo aprecio desde nia pero no

  • estoy enamorada de l, y o os quiero a vos, Simn!Simn medit un momento su respuesta.Siempre os dije, amada ma, que vuestro padre jams consentira que os

    casarais con un muchacho de mi condicin. Vuestra fe y vuestro amor han hechoque durante un tiempo olvidara el asunto y mi mente obviara el problema, peroen el fondo siempre esper algo as y en vez de ignorarlo lo que debo hacer esenfrentarme a l.

    Si no es con vos no me casar con nadie, antes prefiero que me encierrende por vida!

    No os encerrarn, tened calma, se avecinan malos tiempos e intuyo quenuestro problema pasar a segundo plano.

    Qu queris decir?Vos vivs en un nido de oro y hasta vos no llega lo que acontece da a da en

    la calle.No os entiendo, Simn, qu es lo que insinuis?No insino, querida nia, afirmo. Las aguas bajan turbias bajo los puentes

    para los de nuestra raza, la gente est revuelta y alguien est calentando losnimos y encrespando las voluntades de los cristianos contra nosotros y cuandoesta oleada comienza, crece imparable y se lleva, durante un tiempo, todoaquello que pilla por delante. Las aguas luego se remansan y vuelven a su cauce,pero en tanto nuestro pueblo sufre y el mal ya est hecho.

    Y qu es lo que va a ocurrir Simn?No lo s a ciencia cierta, slo puedo intuir lo que se comenta en el

    mercado, lo que s os puedo asegurar es que si sabemos esperar durante untiempo, nadie va a tenerlo para ocuparse de nosotros, tened confianza Esther quela providencia de Elohim cuida de sus siervos y sobre todo estad atenta a cuantasnoticias lleguen a la casa de vuestro padre pues es evidente que el gran rabinoser sin duda el mejor informado.

    Descuidad que tendr los ojos abiertos y los odos atentos e intentartransmitiros al punto todo cuanto pueda averiguar, Os amo con todo mi corazn,Simn!

    Y yo a vos, lucero de Israel!Aduln!No hay en el Cantar de los Cantares adjetivo capaz de describir vuestra

    belleza!Bobo! Ahora debo irme, el ay a puede descubrir mi ausencia, aunque esto

    me preocupa mnimamente porque la tengo ganada desde siempre y aunquehaga ver que se enfurrua, luego se le pasa. Pero si mi padre me llama, correrun gran peligro. Cuando pueda veros os enviar una seal a travs del pauelo enel palo del palomar, el lugar ser ste y la hora la misma. Adis amado!, micorazn sangra al apartarme de vos pero debo irme.

  • La nia roz con sus labios la mejilla de Simn y deposit en ella un besoligero cual vuelo de mariposa.

    Idos!, si no lo hacis ahora no ser capaz de dejaros partir.La muchacha abri la portezuela y recogiendo con donaire el borde de su

    garnacha y de su manto se ape. Simn la vio descender y alejarse entre unrumor de sayas y de briales en tanto l quedaba en el coche aspirando condeleite el perfume a jazmn que flotaba en el ambiente y que la muchacha habadejado a su paso.

  • El plan de Tenorio

    Fray Martn del Encinar introdujo a la presencia del obispo a un personaje que enverdad no cuadraba en el ambiente de aquel despacho. El bachiller RodrigoBarroso tena un algo de furtivo en su ladeada y torva mirada de animal acosado,y un talante hosco y mal encarado que impeda, a quienes llegaban a conocerlo,olvidarse de su catadura; sus padres haban sido anu sim[25] y l haba abrazadola fe de Cristo con el fundamentalismo del converso. Era de menguada estatura,ms bien bajo pero macizo, tena la cara alargada, la piel cetrina, un velo casitransparente le cubra el ojo izquierdo, de ah su mote el Tuerto, y para hacerloms peculiar e inconfundible, una alopecia parcial apareca en medio de sunegra melena.

    Entr en la cmara del prelado dando vueltas a la gorra que llevaba en lasmanos. Azorado, casi tropieza en la gruesa alfombra, y y a en su presencia, lesorprendi gratamente el amable recibimiento del obispo.

    Pasad hijo querido, no os dejis impresionar por las apariencias de lascosas mundanas. Luego, sealando en derredor: Son las gabelas fijas quedeben pagar los cargos eclesisticos, los honores que los hombres necesitan verpara entender que se representa a Dios, pero estos oropeles no son ms que pajay humo, vanidad humana. Lo que importa es el alma y ante Dios nuestro Seortodos somos iguales. Pero venid, acercaos! Y vos, fray Martn, podis retiraros.

    Sali el coadjutor de la estancia y quedaron frente a frente el prelado y elbachiller.

    El obispo se adelant hacia el tresillo del despacho y, aposentndose en uno delos dos sillones y luego de componer los pliegues de su loba, indic al bachillerque hiciera lo propio. Acomodose el otro en el borde mismo del canap, como sino se atreviera a ocuparlo en su totalidad, y torpemente comenz a disertar.

    Es un inmenso honor, ilustrsima, que me hayis llamado a vuestrapresencia.

    El obispo adopt un tono cercano y carioso.La necesidad ha hecho que os llame y no sois vos el honrado sino yo el

    agradecido de que tan presto hayis acudido a mi llamada.Vuestro humilde servidor, excelencia.Aunque encerrado en estas paredes, estoy muy al corriente de cuantos

    sucesos acaecen en mi circunscripcin eclesistica.El bachiller se rebull inquieto ante el inicio del prelado, y tal circunstancia no

    pas desapercibida al perspicaz clrigo.Nadie debe inquietarse cuando sus actuaciones se dedican a la defensa de

    la fe y a may or honra y gloria de la verdadera religin, segus lo que os digo?Desde luego, excelencia.Ha llegado a mis odos un comportamiento de vuesa merced que no

  • solamente justifico sino que aplaudo y que os honra, amn de hablar muy biende vuestras capacidades.

    No s a lo que os refers.El bachiller se mostraba nervioso.El prelado prosigui.Lo sabis perfectamente y no olvidis que la humildad es la virtud de los

    que no tienen otra. Si mis fuentes no me engaan y si mis noticias son fidedignas,que lo son, har unas tres semanas promovisteis un altercado en el mercado delgrano del que salieron descalabrados algunos hombres cuyos ancestroscrucificaron a Nuestro Seor.

    No lo niego ilustrsima, son malas gentes y siempre actan en perjuicio delos cristianos viejos[26]. Ellos son los provocadores.

    No tenis por qu justificaros. Tenis razn, me reafirmo en ello; que noabracen la verdadera religin y continen con sus supercheras en cuanto aguardar el shabbat, circuncidar sus prepucios, no comer cerdo y comernicamente pescado con escamas o animales desangrados. En fin, tantas y tanraras costumbres que desorientan a los buenos cristianos mala cosa es, y si por elcontrario se convierten, falsamente, en cristianos nuevos, y por ello los nobles einclusive el mismo rey los colman de honores, todava peor, y a que entoncesacumulan ingentes fortunas a costa de la sangre de los cristianos viejos y vengansu encono cobrando con usura las alcabalas que la corona les encarga para noejercerla el rey a quien le est prohibida, parece un dilema irresoluble.

    El bachiller, al verse apoyado, se envalenton.Son malas gentes, excelencia, amn de crucificarnos con los impuestos, se

    hacen con los mejores puestos en el mercado, se protegen entre ellos y usan desus influencias para cobrar ventaja, de modo que el pueblo cada vez es mspobre en tanto que ellos, da que pasa, acumulan ms poder y riqueza.

    Veo que estamos muy de acuerdo en el meollo de la cuestin. El obispose mes la barbilla con parsimonia y prosigui: Ha llegado a mis odos que elsbado pasado tuvisteis un rifirrafe con un grupo de infieles y que, tomando lainiciativa, os encaramasteis a un banco de la plaza del mercado y enardecisteis alas buenas gentes de modo que stas no aguardaron la llegada de los alguaciles yla emprendieron a golpes con los culpables, tomndose la justicia por su mano.Creo que hubo alboroto, que alguno de los puestos del mercado vino a parar alsuelo perdindose la mercanca y que alguna cabeza qued descalabraba.

    As fue, excelencia. Vuestra informacin es correcta.Bien, bien, mi querido amigo, voy a ser franco con vos.El bachiller no perda comba.Me gustara y me harais un favor si, por el momento, cada sbado

    acaeciera lo mismo, pero si cabe en mayor medida. Claro es que los pequeosgastos que tuviereis, como reunir gentes y preparar lo que fuere menester,

  • correran de mi cuenta personal y mi bolsa sabra, como es de justicia, abrirsepara agradeceros generosamente vuestros servicios.

    Los odos de Rodrigo Barroso no daban crdito a lo que estaban oy endo.Me estis insinuando que organice acciones punitivas contra estos perros?Lo dejo a vuestra comprensin y, desde luego, a vuestro libre albedro pero

    creo que cualquier accin que coadyuve a que los cristianos estn con loscristianos y los marranos [27] con los de su raza, ser sin duda una accinmeritoria que Nuestro Seor vera con buenos ojos.

    Habis encontrado a vuestro hombre, excelencia! Nada me puedecomplacer ms que hacer la vida imposible a estos herejes a los que Diosconfunda!

    Veo que habis captado mi idea a la perfeccin.El prelado se levant del silln donde se ubicaba y se lleg a una consola de

    oscura madera rematada con marquetera de ncar y palo de rosa, extrajo de uncajn una bolsa de cuero y regres junto al bachiller.

    Tomad, creo que ser suficiente para vuestros primeros gastos.El bachiller sopes codiciosamente la escarcela que le alargaba el prelado y

    demand instrucciones.Decidme excelencia qu es lo que deseis que haga en primer lugar.Ambos hombres se haban sentado de nuevo.Creo que primeramente debis encender el fuego algo alejado de la capital

    para que la noticia circule por toda la provincia y posteriormente, dado a que lasllamas corren empujadas por el viento, debis llegar hasta aqu. No me gustaraque pensaran que mi primera intencin es egosta, sino una mera consecuenciade lo que pasa en otros lugares.

    Y esa consecuencia a la que aluds, cul es?Mi buen amigo, me gustara que todos los negocios y los puestos de venta

    que se apoyan en el muro de mi baslica fueran desalojados. Al Seor, que echa los mercaderes del templo, no le agrada que se comercie en el prtico de sucasa y menos an que lo hagan quienes lo crucificaron; esas casas de cambio,esas abaceras, son una ignominia, me vais comprendiendo?

    Desde luego excelencia, pero hasta dnde debe llegar el desagravio?Por el momento con que derribis los tenderetes y les impidis mercar,

    ser suficiente. Luego, cuando actuis en Toledo, si en el nterin se cuela fuego enalguna casa, son percances fatales que ocurren con relativa frecuencia, y a sabisque la madera y el adobe son como yesca, arden fcilmente.

    Y si alguien se opusiera?Bueno, a veces es inevitable que haya alguna desgracia; si vuestras gentes

    fueran atacadas, entonces, no habr ms remedio que repeler la agresin.Os he comprendido a la perfeccin, excelencia, pero y si acude la ronda?No os preocupis, si acude el alguacil, lo har tarde y con pocas ganas de

  • intervenir, y si la globalidad del suceso sobrepasa a cualquier accin puntual, desobras sabemos que lo may or engloba a lo menor, lo que ocurra a unos cuantosjudos al lado de un posible incendio en la catedral, como comprenderis,carecer de importancia. Quiero que entiendan esas gentes que es peligrosotrapichear cerca del templo y que convengan que la explanada debe quedarfranca al paso y limpia de mercaderes. En un par de meses necesito, meentendis?, necesito repito, que todo el recuadro que abarca la parte izquierdaquede expedito y cuanto antes lo entiendan, mejor les ir.

    Y si son tan cerriles que no lo comprenden?Para entonces ya habremos pensado en otras soluciones.Entonces, monseor, si no mandis nada ms.El bachiller se haba alzado para hincar, a continuacin, la rodilla en el suelo

    al tiempo que el obispo alargaba su mano y le daba su bendicin trazando sobresu frente la seal de la cruz.

    Id hermano, la cizaa es mucha y debis contratar a los segadores.Rodrigo se retir de la presencia del obispo reculando hasta la puerta de la

    cmara y con la gorra en la mano, sin acabar de creer en su buena estrella; iba ahacer lo que ms le placa en el mundo: apalear herejes y dar rienda suelta a subrutalidad. Y adems iba a ganar con ello un buen dinero.

  • Posturas encontradas

    La personalidad de Sigfrid Pardenvolk haba cambiado por completo, delmuchacho alegre y deportista que se preparaba concienzudamente para laOlimpiada del treinta y seis, nada quedaba. La lesin crnica de su rodilladerecha que le haba ocasionado aquella cojera le haba agriado el carcter hastael punto que, a excepcin de Eric, su gran amigo, ya nadie le iba a ver a su casa.Aunque era evidente que l no era el nico motivo por el que su amigo todavavisitara asiduamente la residencia de los Pardenvolk.

    El dictamen de Stefan fue determinante, tras prolijos anlisis y loscorrespondientes estudios de su rodilla a travs de los rayos Roentgen[28], emitisu veredicto que para el muchacho fue como una sentencia de muerte.

    Lo siento Sigfrid, como no sea el billar se acab cualquier deporte de altacompeticin para el que hagan falta las piernas.

    El silencio en la sala de rayos X junto al aparato Siemens, uno de los msmodernos de Alemania, fue total. Al cabo de un minuto, que se hizo eterno, sumadre se atrevi, con el nimo encogido, a hablar.

    Qu ests insinuando, Stefan?Tristemente no insino, Gertrud, afirmo. Si tu hijo puede volver a doblar la

    rodilla, ser un milagro y desde luego sin poder forzarla para nada y a base demucho tiempo. Mirad.

    Se dirigi, al aadir esto ltimo, a su amigo, que desencajado asista aldilogo, y tomando las radiografas las coloc en un cristal traslcido que habaen la pared; luego apret un pequeo interruptor que hizo que una luz atravesarala placa, mostrando al trasluz todos los detalles que, pese a la explicacin delgaleno, a ambos cnyuges les parecieron un montn de sombras blancas ygrises, de tonos ms o menos subidos, totalmente incomprensibles.

    Stefan tom una regla de la mesa y seal:Sigfrid, adems de haberse fisurado la meseta tibial, se ha roto la trada, es

    decir, los ligamentos cruzados anterior y posterior y el menisco interno. Bastanteharemos si conseguimos que no quede invlido total y pueda hacer una vidadecente. Hay que esperar que ceda la inflamacin y en cuanto sea posibleentraremos en quirfano.

    Desde aquel infausto da ya haban transcurrido dos aos. Sigfrid volvi acaminar, pero ya nunca ms pudo hacer deporte alguno y durante muchos das,tras moverse en una silla de ruedas, tuvo que usar muletas y posteriormente unbastn.

    Eric lo visitaba asiduamente.No te derrotes de esta manera, en la vida hay muchas cosas que puedes

    hacer. No todo consiste en pegar brincos y dar patadas a un baln.Para ti es muy fcil, puedes correr, saltar y hacer deporte. Yo en cambio

  • no puedo ni coger un autobs en marcha.Eric lo quiso animar.S, pero en cambio, te has puesto como una mula de cintura para arriba y

    no hay quien te lleve un pulso en toda la universidad.Qu ms da, preferira haberme roto la crisma que sentirme invlido. El

    da menos pensado me temo que voy a hacer un disparate.No digas barbaridades, no te pases la vida mirndote el ombligo y no te

    lamentes ms, cosas muy importantes estn ocurriendo que afectan al resurgirde Alemania para que t ests instalado en un lamento continuo.

    Es muy fcil aconsejar cuando se est sano y entero. Me siento como untrasto intil, el ao que viene sern las Olimpiadas y t sabes que me hubieranseleccionado, bueno, o tal vez no, ahora no es suficiente con ser el mejor, hayotras limitaciones.

    Qu quieres decir?Pues que para acabar de arreglarlo, soy judo, Eric, soy un judo lisiado, es

    decir, la mierda de la mierda.Ya veo que tienes el da.No tengo el da, Eric, tengo todos los das. Sigfrid se golpe con la mano

    la pierna lesionada. Esto est jodido, hermano, y me acuerdo cada maana encuanto pongo la pata en el suelo de que soy un judo cojo o un cojo jodido queviene a ser lo mismo pero ms.

    Adnde quieres ir a parar?Es que no lees los peridicos ni escuchas la radio? Pero t, en que pas

    vives? Ests ciego! Los tiempos que corren son muy malos para los mos y elviento todava puede soplar ms fuerte, jams me hubieran seleccionado pararepresentar a Alemania! Importa una mierda que est cojo o que sea el Apolo deBelvedere, soy de una raza inferior. Sigfrid estaba alterado. Por favor, veteEric, djame ahora, quiero estar solo.

    Cuando se te pase la calentura, llmame.Eric abri la puerta y sali de la habitacin, circunval todo el rellano del

    primer piso y, cuando ya embocaba la escalera de bajada, alcanz a ver cmoHanna abra la puerta de la cristalera del invernadero y sala al jardn. Corri trasella bajando de dos en dos los escalones y abriendo a su vez la puerta correderala llam.

    Hanna!La chica se volvi al instante y le sonri desde lejos, devolvindole el saludo

    con un rictus de tristeza en su rostro que no pas desapercibido al muchacho. Ericde un bote salt los tres peldaos que le separaban del jardn y de dos zancadasestuvo a su lado.

    Hola, Hanna, no saba que estabas en casa, imagin que a estas horasestaras en el conservatorio.

  • Ya no voy a ir ms, me han recomendado que es mejor que ya no asista alas clases de violn.

    Qu quiere decir que te han recomendado ?Hanna no contest a la pregunta de Eric y repregunt a su vez:Tienes prisa?No, hasta despus de comer no tengo clase. Aadi: Adems no es

    importante, son unas prcticas de morse[29] y si no voy no pasa nada.Me invitas a tomar algo?Claro, Hanna, adems te va a gustar mucho el lugar.Adnde me llevas?Han abierto una nueva cafetera en el hotel Adlon, junto a la puerta de

    Brandemburgo, a la que, si se quiere, se accede desde la calle. Adems decomer muy bien vers pasar a todos los jerarcas del partido nazi, es un autnticoespectculo.

    La chica qued un instante pensativa pero su curiosidad venci a su miedo.Djame coger el bolso y un abrigo y salgo enseguida, esprame en la

    puerta.Se dirigi Hanna hacia el interior de la mansin en tanto que Eric se instalaba

    en su pequeo Adler Junior dispuesto a esperar a la muchacha.Herman, di a mi madre que no vendr a comer, que no me esperen.El criado estaba en mangas de camisa con un delantal de pao verde

    limpiando todas las piezas de plata ayudado por una camarera.Como mande la seorita.Qu ests haciendo?Su madre ha ordenado que se limpie la plata y que se embale la porcelana.Y eso? Es que ya nos vamos de veraneo?Yo cumplo rdenes, seorita, eso es lo que se me ha mandado.Est bien, Herman, no te olvides de darle mi recado.Descuide, Fraulein.Hanna se dirigi al armario ropero del recibidor, tom un abrigo color camel,

    una bufanda, una boina granate y un saco que se coloc en bandolera y, saliendopor la puerta principal, se dirigi hacia el pequeo coche que la esperaba con elmotor en marcha.

    Al verla por el espejo retrovisor, Eric abri la portezuela del coupdescapotable y esper que la muchacha se instalara en el vehculo.

    Uy !, que calentito se est aqu dentro.Ya ves, he puesto el motor en marcha para que funcionara la calefaccin,

    te das cuenta de cmo te cuido?Desde que era una cra siempre me has cuidado, an recuerdo cuando t y

    Sigfrid me llevasteis al zoo y me perd y t me encontraste junto al recinto de lososos. Estoy viendo la cara de alivio que pusiste cuando me viste, te acuerdas?

  • Lo que recuerdo es el pnico que me entr al imaginarme la cara de tumadre al presentarnos ante ella sin ti.

    El coche recorri el caminal de hay as que conduca hasta la verja y al llegary tocar el claxon, el portero, que en aquel instante estaba charlando con uno delos jardineros, asom la cara por la ventanilla de la garita y, tras comprobar culera el vehculo que iba a abandonar la casa, se dispuso a abrir la gran puerta dehierro. El coche aceler y se perdi entre el trfico, en tanto el hombre, luego decerrar la verja, extrajo una pequea libreta de tapas negras de hule del bolsillosuperior de su guardapolvos.

    Qu haces? interrog el jardinero asomando a la puerta de la caseta.Ya ves, apunto la hora y compruebo los coches que salen y entran cada da

    de la casa, como es mi obligacin.Herr Pardenvolk te ha ordenado que hagas eso?Yo me debo a otras personas, Herr Pardenvolk no es mi amo.Entonces, quin es tu amo?El partido que est librando a la gran Alemania de esta maldita plaga de

    sanguijuelas.El trnsito por Unter den Linden era intenso y tardaron casi una hora en

    llegar.Eric detuvo su automvil en la entrada del Adlon. Un portero, uniformado con

    el preceptivo traje azul marino y el capote gris marengo del establecimiento ycon una gran letra A bordada en el bolsillo superior, se precipit, gorra en mano,hacia la portezuela de Hanna. Descendi la muchacha del automvil y Eric hizolo propio entregando sus llaves a un guardacoches para que aparcara el vehculo.Luego tom a la chica del brazo y se introdujeron en el hall del impresionantehotel a travs de la puerta giratoria. El barullo dentro era notorio, la gente iba yvena y un nmero elevado de personas se aglomeraban frente al mostrador derecepcin donde cinco conserjes uniformados, cual si fueran almirantes, conunas llaves de oro bordadas en las solapas de sus chaqus, atendan al pblico.Los uniformes del ejrcito y de la Marina se mezclaban con los del partido nazi ycon los negros de las SS. Estos ltimos con el inevitable brazalete rojo y laesvstica negra dentro de un crculo blanco. Los ojos de Hanna lo devorabantodo, asombrados.

    No has dicho que haba una entrada directa desde la calle? pregunt lachica.

    Quera que vieras esto, verdad que es impresionante?A m me asusta.No te asustes, nia, es el resurgir de la gran Alemania.Eric la tom de la mano y atraves el inmenso hall en direccin al bar

    norteamericano, arrastrando a Hanna a travs de la gente. Ella le segua comopoda sujetando su bolso en la mano de la que l la estiraba y aguantando con la

  • otra la boina granate que se le caa de la cabeza. Finalmente llegaron al bar, alfondo, y en aquel mismo momento se desocupaba un velador. Eric se precipithacia l, tomaron asiento y l la tom de las manos por encima de la mesa.

    Lo hemos conseguido, Hanna, somos unos fenmenos!Ella solt sus manos y dej su bolsa y la boina en una silla desocupada y

    po