Libro de Trabajo Domund 2013

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  • Edicin 2013

    DOMUND 2013La verdadera riqueza est en el servicio

    D.R. Obras Misionales Pontificio Episcopales de Mxico, A.R.Prolongacin Misterios No.24

    Col. Tepeyac-InsurgentesC.P. 07020 Mxico D.F.

    Comentarios y sugerencias:[email protected]

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    La reproduccin total o parcial de esta obra -incluido el diseo tipogrfico y de portada-, sea cual fuere el medio, electrnico o mecnico, queda absolutamente prohibida.

    ISBN: En trmite

    Impreso en Mxico

  • Presentacin del Director Nacional Pbro. Guillermo Alberto Morales Martnez

    Carta Comisin Episcopal para la Pastoral ProfticaS.E. Mons. Juan Manuel Mancilla Snchez

    Carta Dimensin Episcopal de MisionesS.E. Mons. Fabio Martnez Castilla

    Mensaje DOMUND 2013

    Tema 1 La fe de la Iglesia

    Tema 2 La misin, paradigma de la vida de fe

    Tema 3 El anuncio eclesial

    Tema 4 Misin y Nueva Evangelizacin

    Tema 5 Vocacin Misionera de la Iglesia

    Estadsticas

    lectio divina

    EucaristIa

    Hora Santa

    Rosario Misionero

    Viacrucis Misionero

    Cantos

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  • Estimados amigos:

    El ao de la fe -que concluir, Dios mediante, el 24 de noviembre de 2013- ha sido, para todos los que formamos la Iglesia, un tiempo de gracia en el que reflexionamos acerca de la fe, para medir en lo posible, nuestra condicin de discpulos misioneros.

    Este ao 2013, adems, ha estado marcado por muchas bendiciones y testimonios en nuestra Iglesia: la renuncia al pontificado de Benedicto XVI y el inicio del ministerio del Papa Francisco, han dado relieve a la fuerza de nuestra fe, y la presencia de quien sostiene y da vida a la Iglesia: el Espritu de Dios.

    Es muy importante profundizar en nuestra fe, ya que sta siempre se convierte en anuncio. El mensaje del Santo Padre Francisco para el Domingo Mundial de las Misiones lo remarca desde el principio, una comunidad tiene una fe adulta cuando sale de s misma y de su entorno para anunciar el Evangelio. En otras palabras, si una comunidad no sale a la Misin, tiene todava un gran camino de maduracin en la fe.

    Estas palabras pueden sonar un poco fuertes, pero no es nada distinto en realidad al mandato misionero de Jess Id, pues, y haced discpulos a todas las gentes (Mt 28, 19). El Papa Francisco tambin nos dice en su mensaje DOMUND 2013 que es necesario ampliar los lmites de la fe, es decir, ir ms all de nuestros propios problemas y necesidades pastorales y salir a los lejanos, a quienes no vemos, pero igual necesitan el Evangelio en sus vidas.

    Que este Domingo Mundial de las Misiones sea una oportunidad para reflexionar en la madurez de la fe de nuestras comunidades, y nos motive a salir al encuentro de todos, en especial de los ms lejanos.

    Dios los bendiga.

    Pbro. Guillermo Alberto Morales MartnezObras Misionales Pontificio Episcopales de Mxico

    Director Nacional

    Toda comunidad es adulta, cuando profesa la fe, la celebra con alegra en la liturgia, vive la caridad y proclama la Palabra de Dios sin descanso, saliendo del propio ambiente para llevarla tambin a los suburbios, especialmente a aquellos que an no han tenido la oportunidad de conocer a Cristo. La fuerza de nuestra fe, a nivel personal y comunitario, tambin se mide por la capacidad de comunicarla a los dems, de difundirla, de vivirla en la caridad, de dar testimonio a las personas que encontramos y que comparten con nosotros el camino de la vida.

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  • 7Queridos hermanos:

    La Misin ha estado presente, desde sus inicios, en el proyecto que Dios tiene para la humanidad. Ya desde el Antiguo Testamento, el pueblo de Israel estaba destinado a dar testimonio a todas las naciones de la presencia amorosa de Dios, viviendo de tal manera la Alianza que por el profeta saba que acudirn pueblos numerosos. Dirn: Venid, subamos al monte de Yahv, a la Casa del Dios de Jacob, para que l nos ensee sus caminos y nosotros sigamos su senderos (Is 2, 3), Los habitantes del mundo rogaran al pueblo de Israel Queremos ir con vosotros, porque hemos odo decir que Dios est con vosotros (Za 8, 23).

    En Jess, esto llegar a cumplirse, haba algunos griegos de los que suban a adorar en la fiesta. stos se dirigieron a Felipe, el de Bestaida de Galilea, y le rogaron: Seor, queremos ver a Jess (Jn 12, 20-22).

    Una vez resucitado Jess de entre los muertos, enva a sus discpulos a hacer discpulos: Id pues, y haced discpulos a todas las gentes bautizndolas en el nombre del padre y de Hijo y del Espritu Santo y ensendoles a guardar todo lo que yo os he mandado (Mt 28, 19-20).

    La Iglesia ha entendido siempre este mandato de Jess como parte de su mismo ser de Iglesia, la cual es misionera por naturaleza (AG 2), por eso, todo lo que hace la Iglesia debe tener siempre esa apertura universal, que incluya a todos los pueblos y culturas.

    Este prximo Domingo Mundial de las Misiones, el Santo Padre Francisco nos invita a todos a reflexionar sobre nuestro compromiso misionero de tal forma que podamos renovar el mismo celo por la misin que encenda a las primeras comunidades cristianas y as todos experimentaremos la dulce y confortadora alegra de evangelizar (EN 80).

    Con nuestro afecto fraternal, los saludamos.

    Mons. Juan Manuel Mancilla SnchezObispo de Texcoco

    Presidente de la Comisin Episcopal para la Pastoral Proftica

    Invito a los Obispos, a los Sacerdotes, a los Consejos presbiterales y pastorales, a cada persona y grupo responsable en la Iglesia a dar relieve a la dimensin misionera en los programas pastorales y formativos, sintiendo que el propio compromiso apostlico no est completo si no contiene el propsito de dar testimonio de Cristo ante las naciones, ante todos los pueblos. La misionariedad no es slo una dimensin programtica en la vida cristiana, sino tambin una dimensin paradigmtica que afecta a todos los aspectos de la vida cristiana.

    Mensaje DOMUND 2013, 2

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  • La Misin es un servicio precioso que la Iglesia brinda al mundo. Llevar a todos los hombres la Buena Noticia de Jess es, sin duda, una responsabilidad que debemos asumir todos los bautizados con el entusiasmo y esperanza que da el trabajar a favor de la llegada del Reino de Dios. Compartir el amor de Dios es el mejor regalo que podemos ofrecer a nuestro mundo.

    En el Mensaje DOMUND de este ao el Papa Francisco nos dice: El anuncio del Evangelio es parte del ser discpulos de Cristo y es un compromiso constante que anima toda la vida de la Iglesia. Es por eso que todos los discpulos de Jess estamos llamados constantemente a revisar en qu medida colaboramos en este servicio de la Misin a todas las gentes. No podemos callar ni guardar el amor de Dios que es nuestra verdadera riqueza.

    El Santo Padre tambin nos invita a los Obispos, a los Sacerdotes, a los Consejos presbiterales y pastorales, a cada persona y grupo responsable en la Iglesia a dar relieve a la dimensin misionera en los programas pastorales y formativos, sintiendo que el propio compromiso apostlico no est completo si no contiene el propsito de dar testimonio de Cristo ante las naciones, ante todos los pueblos. Por esto nos invita a Salir al encuentro de nuestros hermanos: Salgan a las calles

    Desde la Dimensin Episcopal de Misiones, junto con las Obras Misionales Pontificio Episcopales de Mxico, buscamos colaborar con las Dicesis y Movimientos apostlicos del pas, ofrecindoles apoyo en la animacin, formacin e informacin misioneras, poniendo a su disposicin materiales -como la presente catequesis del DOMUND- que les sirvan de apoyo en sus procesos formativos, y puedan ser punto de partida para muchas otras actividades en las que, de acuerdo a las necesidades particulares de cada lugar, podamos servirles mejor. Nuestra alegra desde la Dimensin Episcopal de Misiones ser el poder servirles con generosidad.

    Como Iglesia misionera, tenemos an un largo camino por recorrer compartiendo el tesoro de la Iglesia que es la persona del Seor Jess. Pidamos al Espritu de Dios, nos llene de su luz y de su fuerza, para trabajar con empeo, testimonio, organizacin y valenta a favor de la gran obra misionera por l iniciada, y que, a semejanza de las primeras comunidades cristianas desde nuestra experiencia de Jess lleguemos a tener un solo corazn y una sola alma (Hch 4, 32).

    Mons. Fabio Martnez CastillaArzobispo de Tuxtla-Gutirrez

    Responsable de la Dimensin Episcopal de Misiones

    La solicitud por todas las Iglesias, que el Obispo de Roma comparte con sus hermanos en el episcopado, encuentra una actuacin importante en el compromiso de las Obras Misionales Pontificias, que tienen como propsito animar y profundizar la conciencia misionera de cada bautizado y de cada comunidad, ya sea llamando a la necesidad de una formacin misionera ms profunda de todo el Pueblo de Dios, ya sea alimentando la sensibilidad de las comunidades cristianas a ofrecer su ayuda para favorecer la difusin del Evangelio en el mundo.

    Mensaje DOMUND 2013, 5

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    Queridos hermanos y hermanas, este ao celebramos la Jornada Mundial de las Misiones mientras se clausura el Ao de la fe, ocasin importante para fortalecer nuestra amistad con el Seor y nuestro camino como Iglesia que anuncia el Evangelio con valenta. En esta prospectiva, querra plantear algunas reflexiones.

    1. La fe, es un don precioso de Dios, el cual abre nuestra mente para que lo podamos conocer y amar, l quiere relacionarse con nosotros para hacernos partcipes de su misma vida y hacer que la nuestra est ms llena de significado, que sea ms buena, ms bella. Dios nos ama! Pero la fe, necesita ser acogida, es decir, necesita nuestra respuesta personal, el coraje de poner nuestra confianza en Dios, de vivir su amor, agradecidos por su infinita misericordia. Es un don que no se reserva slo a unos pocos, sino que se ofrece a todos generosamente. Todo el mundo debera poder experimentar la alegra de ser amados por Dios, el gozo de la salvacin! Y es un don que no se puede conservar para uno mismo, sino que debe ser compartido. Si queremos guardarlo slo para nosotros mismos, nos convertiremos en cristianos aislados, estriles y enfermos. El anuncio del Evangelio es parte del ser discpulos de Cristo y es un compromiso constante que anima toda la vida de la Iglesia.

    El impulso misionero es una seal clara de la madurez de una comunidad eclesial (Benedicto XVI, Exhort. ap. Verbum Domini, 95). Toda comunidad es adulta, cuando profesa la fe, la celebra con alegra en la liturgia, vive la caridad y proclama la Palabra de Dios sin descanso, saliendo del propio ambiente para llevarla tambin a los suburbios, especialmente a aquellos que an no han tenido la oportunidad de conocer a Cristo. La fuerza de nuestra fe, a nivel personal y comunitario, tambin se mide por la capacidad de comunicarla a los dems, de difundirla, de vivirla en la caridad, de dar testimonio a las personas que encontramos y que comparten con nosotros el camino de la vida.

    2. El Ao de la fe, a cincuenta aos de distancia del inicio del Concilio Vaticano II, es un estmulo para que toda la Iglesia reciba una conciencia renovada de su presencia en el mundo contemporneo, de su misin entre los pueblos y las naciones.

    La misionariedad no es slo una cuestin de territorios geogrficos, sino de pueblos, de culturas e individuos independientes, precisamente porque los lmites de la fe no slo atraviesan lugares y tradiciones humanas, sino el corazn de cada hombre y cada mujer. El Concilio Vaticano II destac de manera especial como la tarea misionera, la tarea de ampliar los lmites de la fe es un compromiso de todo bautizado y de todas las comunidades cristianas: Viviendo el Pueblo de Dios en comunidades, sobre todo diocesanas y parroquiales, en las que de algn modo se hace visible, a ellas pertenece tambin dar testimonio de Cristo delante de las gentes (Decr. Ad gentes, 37). Por tanto, se pide y se invita a toda comunidad a hacer propio el mandato confiado por Jess a los Apstoles de ser sus testigos en Jerusaln, en toda Judea y Samara, y hasta los confines de la tierra (Hch 1,8), no como un aspecto secundario de la vida cristiana, sino como un aspecto esencial: todos somos enviados por los senderos del mundo para caminar con nuestros hermanos, profesando y dando testimonio de nuestra fe en Cristo y convirtindonos en anunciadores de su Evangelio. Invito a los Obispos, a los Sacerdotes, a los Consejos presbiterales y pastorales, a cada persona y grupo responsable en la Iglesia a dar relieve a la dimensin misionera en los programas pastorales y formativos, sintiendo que el propio compromiso apostlico no est completo si no contiene el propsito de dar testimonio de Cristo ante las naciones, ante todos los pueblos. La misionariedad no es slo una dimensin programtica en la vida cristiana, sino tambin una dimensin paradigmtica que afecta a todos los aspectos de la vida cristiana.

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    3. A menudo, la obra de evangelizacin encuentra obstculos no slo fuera, sino dentro de la comunidad eclesial. A veces el fervor, la alegra, el coraje, la esperanza en anunciar a todos el mensaje de Cristo y ayudar a la gente de nuestro tiempo a encontrarlo son dbiles; en ocasiones todava se piensa que llevar la verdad del Evangelio es violentar la libertad. Pablo VI usa palabras iluminadoras al respecto: Sera... un error imponer cualquier cosa a la conciencia de nuestros hermanos. Pero proponer a esa conciencia la verdad evanglica y la salvacin ofrecida por Jesucristo, con plena claridad y con absoluto respeto hacia las opciones libres que luego pueda hacer... es un homenaje a esta libertad (Exhort, Ap. Evangelii nuntiandi, 80). Siempre debemos tener el valor y la alegra de proponer, con respeto, el encuentro con Cristo, de hacernos heraldos de su Evangelio, Jess ha venido entre nosotros para mostrarnos el camino de la salvacin, y nos ha confiado la misin de darlo a conocer a todos, hasta los confines de la tierra. Con frecuencia vemos que son la violencia, la mentira, el error las cosas que destacan y se proponen. Es urgente hacer que resplandezca en nuestro tiempo la vida buena del Evangelio con el anuncio y el testimonio, y esto desde el interior mismo de la Iglesia. Porque, en esta perspectiva, es importante no olvidar un principio fundamental de todo evangelizador: no se puede anunciar a Cristo sin la Iglesia. Evangelizar nunca es un acto aislado, individual, privado, sino que es siempre eclesial. Pablo VI escriba que Cuando el ms humilde predicador, catequista o Pastor, en el lugar ms apartado, predica el Evangelio, rene su pequea comunidad o administra un sacramento, aun cuando se encuentra solo, ejerce un acto de Iglesia, Este no acta por una misin que l se atribuye o por inspiracin personal, sino en unin con la misin de la Iglesia y en su nombre (Exhort, ap. Evangelii nuntiandi, 60).Y esto da fuerza a la misin y hace sentir a cada misionero y evangelizador que nunca est solo, que forma parte de un solo Cuerpo animado por el Espritu Santo.

    4. En nuestra poca, la movilidad general y la facilidad de comunicacin a travs de los nuevos medios de comunicacin han mezclado entre s los pueblos, el conocimiento, las experiencias. Por motivos de trabajo familias enteras se trasladan de un continente a otro; los intercambios profesionales y culturales, as como el turismo y otros fenmenos anlogos empujan a un gran movimiento de personas. A veces es difcil, incluso para las comunidades parroquiales, conocer de forma segura y profunda a quienes estn de paso o a quienes viven de forma permanente en el territorio. Adems, en reas cada vez ms grandes de las regiones tradicionalmente cristianas crece el nmero de los que son ajenos a la fe, indiferentes a la dimensin religiosa o animados por otras creencias. Por tanto, no es raro que algunos bautizados escojan estilos de vida que les alejan de la fe, convirtindolos en necesitados de una nueva evangelizacin. A esto se suma el hecho de que a una gran parte de la humanidad todava no le ha llegado la buena noticia de Jesucristo. Y que vivimos en una poca de crisis que afecta a muchas reas de la vida, no slo la economa, las finanzas, la seguridad alimentaria, el medio ambiente, sino tambin la del sentido profundo de la vida y los valores fundamentales que la animan. La convivencia humana est marcada por tensiones y conflictos que causan inseguridad y fatiga para encontrar el camino hacia una paz estable. En esta situacin tan compleja, donde el horizonte del presente y del futuro parece estar cubierto por nubes amenazantes, se hace an ms urgente el llevar con valenta a todas las realidades, el Evangelio de Cristo, que es anuncio de esperanza, reconciliacin, comunin, anuncio de la cercana de Dios, de su misericordia, de su salvacin, anuncio de que el poder del amor de Dios es capaz de vencer las tinieblas del mal y conducir hacia el camino del bien.

    El hombre de nuestro tiempo necesita una luz fuerte que ilumine su camino y que slo el encuentro con Cristo puede darle. Traigamos a este mundo, a travs de nuestro testimonio, con amor, la esperanza donada por la fe! La naturaleza misionera de la Iglesia no es proselitista, sino testimonio de vida que ilumina el camino, que trae esperanza y amor.

    La Iglesia - lo repito una vez ms - no es una organizacin asistencial, una empresa, una ONG, sino que es una comunidad de personas, animadas por la accin del Espritu Santo, que han vivido y viven la maravilla del encuentro con Jesucristo y desean compartir esta experiencia de profunda alegra, compartir el mensaje de salvacin que el Seor nos ha dado. Es el Espritu Santo quin gua a la Iglesia en este camino.

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    5. Quisiera animar a todos a ser portadores de la buena noticia de Cristo y estoy agradecido especialmente a los misioneros y misioneras, a los presbteros fidei donum, a los religiosos y religiosas y a los fieles laicos - cada vez ms numerosos - que, acogiendo la llamada del Seor, dejan su patria para servir al Evangelio en tierras y culturas diferentes de las suyas. Pero tambin me gustara subrayar que las mismas iglesias jvenes estn trabajando generosamente en el envo de misioneros a las iglesias que se encuentran en dificultad - no es raro que se trate de Iglesias de antigua cristiandad - llevando la frescura y el entusiasmo con que estas viven la fe que renueva la vida y dona esperanza. Vivir en este aliento universal, respondiendo al mandato de Jess Id, pues, y haced discpulos de todas las naciones (Mt. 28, 19) es una riqueza para cada una de las iglesias particulares, para cada comunidad, y donar misioneros y misioneras nunca es una prdida sino una ganancia. Hago un llamamiento a todos aquellos que sienten la llamada a responder con generosidad a la voz del Espritu Santo, segn su estado de vida, y a no tener miedo de ser generosos con el Seor. Invito tambin a los obispos, las familias religiosas, las comunidades y todas las agregaciones cristianas a sostener, con visin de futuro y discernimiento atento, la llamada misionera ad gentes y a ayudar a las iglesias que necesitan sacerdotes, religiosos y religiosas y laicos para fortalecer la comunidad cristiana. Y esta atencin debe estar tambin presente entre las iglesias que forman parte de una misma Conferencia Episcopal o de una Regin: es importante que las iglesias ms ricas en vocaciones ayuden con generosidad a las que sufren de escasez. Al mismo tiempo exhorto a los misioneros y a las misioneras, especialmente los sacerdotes fidei donum y a los laicos, a vivir con alegra su precioso servicio en las iglesias a las que son destinados, y a llevar su alegra y su experiencia a las iglesias de las que proceden, recordando cmo Pablo y Bernab, al final de su primer viaje misionero contaron todo lo que Dios haba hecho a travs de ellos y cmo haba abierto la puerta de la fe a los gentiles (Hechos 14:27). Ellos pueden llegar a ser un camino hacia una especie de restitucin de la fe, llevando la frescura de las Iglesias jvenes, de modo que las Iglesias de antigua cristiandad redescubran el entusiasmo y la alegra de compartir la fe en un intercambio que enriquece mutuamente en el camino de seguimiento del Seor.

    La solicitud por todas las Iglesias, que el Obispo de Roma comparte con sus hermanos en el episcopado, encuentra una actuacin importante en el compromiso de las Obras Misionales Pontificias, que tienen como propsito animar y profundizar la conciencia misionera de cada bautizado y de cada comunidad, ya sea llamando a la necesidad de una formacin misionera ms profunda de todo el Pueblo de Dios, ya sea alimentando la sensibilidad de las comunidades cristianas a ofrecer su ayuda para favorecer la difusin del Evangelio en el mundo.

    Por ltimo, dirijo un pensamiento a los cristianos que, en diversas partes del mundo, se encuentran en dificultades para profesar abiertamente su fe y ver reconocido el derecho a vivirla con dignidad. Ellos son nuestros hermanos y hermanas, testigos valientes - an ms numerosos que los mrtires de los primeros siglos - que soportan con perseverancia apostlica las diversas formas de persecucin actuales. Muchos tambin arriesgan su vida para permanecer fieles al Evangelio de Cristo. Deseo asegurarles que me siento cercano en la oracin a las personas, a las familias y a las comunidades que sufren violencia e intolerancia y les repito las palabras consoladoras de Jess: Confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16,33).

    Benedicto XVI exhortaba: Que la Palabra del Seor siga avanzando y sea glorificada (2 Ts 3, 1): que este Ao de la fe haga cada vez ms fuerte la relacin con Cristo, el Seor, pues slo en l tenemos la certeza para mirar al futuro y la garanta de un amor autntico y duradero (Carta Ap. Porta fidei, 15). Este es mi deseo para la Jornada Mundial de las Misiones de este ao. Bendigo de corazn a los misioneros y misioneras y a todos los que acompaan y apoyan este compromiso fundamental de la Iglesia para que el anuncio del Evangelio pueda resonar en todos los rincones de la tierra, y nosotros, ministros del Evangelio y misioneros, experimentaremos la dulce y confortadora alegra de evangelizar (Pablo VI, Exhort. Ap. Evangelii nuntiandi, 80).

    Vaticano, 19 de mayo de 2013, Solemnidad de Pentecosts

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    Si deseas alcanzar t tambin esa fe, trata, ante todo, de adquirir conocimiento del Padre. Porque Dios am a los hombres, por los cuales hizo el mundo, a los que someti cuanto hay en la tierra, a los que concedi inteligencia y razn, a los nicos que permiti mirar hacia arriba para contemplarle a l, los que plasm de su propia imagen, a los que envi su Hijo Unignito, a los que prometi su reino en el cielo, que dar a los que le hubieren amado. Ahora, conocido Dios Padre, de qu alegra piensas que sers colmado? O cmo amars a quien hasta tal extremo te am antes a ti? Y en amndole, te convertirs en imitador de su bondad.

    Carta a Diogneto, X

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    Qu es la fe?

    Antes de exponer algunas ideas acerca de la fe, parece conveniente precisar lo que no es, ya que podemos encontrarnos con diferentes concepciones errneas que retuercen el significado de la fe y puede llevar a muchos a confundirse cuando mencionemos la palabra fe.

    No es fidesmo-fundamentalismo, ya que esto implica asumir rigurosamente ideas supuestamente religiosas sin intentar comprenderlas o profundizarlas, implica una actitud de soberbia que pretende conocer claramente lo que Dios dice y desea, adems rechaza el dilogo con quienes no comparten esta visin de la realidad. Las consecuencias de esto es que, o se condena otras formas de pensar, o se asla del mundo, en vez de sembrar el Evangelio.

    No es credulidad-ingenuidad, que es vivir con una mentalidad infantil, adoctrinada, creyendo ciegamente lo que los superiores le cuenten, por absurdo que sea. Es cierto que algunas cuestiones de fe son difciles de entender, sin embargo stas no son irracionales; al contrario, es necesario que lo que propone la fe pueda ser asumido y profundizado por la razn.

    No es evasin de la realidad, muchos piensan que los creyentes, atemorizados por el mal y las dificultades

    de la vida, buscan esconderse en fantasas e ilusiones de mundos mejores; al contrario, la fe implica comprender y enfrentar la realidad, con esperanza, para poder transformarla.

    No es pensamiento mgico o supersticin, es decir, pensar que se puede manipular a Dios, en una dinmica de compra-venta, creo para que me vaya bien en la vida, o hago el bien para ir al cielo; aunque algunos creyentes asumen esta forma de pensar, es necesario superar esta forma de ver la fe, hacia una mejor comprensin de Dios y su voluntad hacia los hombres.

    En el Antiguo Testamento hay dos palabras que se han traducido como fe: aman que evoca la solidez y la seguridad, y batah que habla de seguridad y confianza. En el Nuevo Testamento est el trmino pstis que traducimos como fe, confianza, creencia, conviccin; o elpis, esperanza; pepoitha, conviccin; y aletheia, verdad. Es decir, al hablar de fe se entiende en un mismo concepto la solidez y seguridad, la confianza y la esperanza, la creencia y la conviccin, la fidelidad y la verdad1.

    La Iglesia desde antiguo ha comprendido la fe como un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio de la voluntad movida por Dios mediante la gracia2 es decir, como un acto donde la inteligencia y la voluntad del hombre, iluminadas por la gracia, aceptan y asumen lo que Dios ha revelado.

    En la carta a los Hebreos se nos dice que la fe es garanta de lo que se espera, la prueba de lo que no se ve3. Ya el Papa Benedicto XVI nos haba enseado fe no es solamente un tender de la persona hacia lo que ha de venir, y que est todava totalmente ausente; la fe nos... da ya ahora algo de la realidad esperada, y esta realidad presente constituye para nosotros una prueba de lo que an no se ve4.

    1 LON-DUFOUR, Xabier., Voz Fe en Vocabulario de Teologa Bblica, Herder, Barcelona 1993, p. 3272 SANTO TOMS DE AQUINO, Summa Theologica, 2-2.2,93 Heb 11, 14 Spe Salvi 77

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    La fe como fundamento

    Desde los orgenes del hombre, se ha dado un proceso de avance en el conocimiento y el control de la naturaleza que contina hasta nuestros das. Hoy la ciencia y la tecnologa han logrado espectaculares avances que han repercutido en la calidad de vida de los seres humanos. La ciencia mdica abre enormes panoramas para la salud del hombre, la fsica nos revela nuevas formas de entender la realidad, la economa plantea nuevas soluciones a los problemas del mercado, y hay una mentalidad de fondo que asume una postura incluyente de todas las culturas y formas de pensar, especialmente las que valoran la compasin y la tolerancia; en general, los hombres parecieran tener un buen panorama para su futuro.

    Sin embargo, hay que precisar que la esperanza del hombre actual est puesta en un futuro a corto plazo, en el bienestar, en el logro de metas personales, en el desarrollo de sus capacidades, en la riqueza, en el reconocimiento. Los tiempos en que se tena una visin de humanidad, como colectivo, estn lejos. Hoy parece afirmarse el valor de la individualidad, y por eso, todo lo que no repercuta en beneficios inmediatos y personales es rechazado como alienante.

    Incluso se llegan a reconocer las carencias de nuestro mundo en general: pobreza, hambre, desigualdad, delincuencia, etc. Sin embargo, se considera que estarn, de alguna manera, resueltas o por resolverse si se trabaja en ellas. En este contexto es pertinente preguntar Qu es ese algo que nos da la fe, segn Benedicto XVI, a los hombres de hoy? Puede el hombre, con todo lo que ha logrado, vivir sin fe? Es necesaria la fe para el hombre?

    Las preguntas quiz pudieran reformularse desde otra perspectiva Es posible poner el fundamento de la vida en la ciencia y la tecnologa? En la medicina, la fsica y la economa? El hombre puede colocar su esperanza en lo que l mismo cre? Puede confiar su vida y su sentido a su propio conocimiento y habilidad? El hombre que afirma continuamente su individualidad Puede inclinar su cabeza y entregar su destino y el del mundo a la dinmica de ensayo y error?

    Ambos estilos de preguntas implican extrapolacin de competencias, ya que, dar sentido a la vida es mucho ms de lo que les toca a la ciencia y la tecnologa; y hablar de utilidad de la fe, es reducirla a un simple instrumento prctico de solucin de problemas.

    As pues, es importante distinguir el servicio que la fe presta al hombre y al mundo, entendindola en un contexto profundo, como fundamento de la vida. El hombre tiene fe desde que asume que hay un fundamento que est ms all de l mismo, as como puede decirse que el nio pequeo tiene fe en sus padres, en el sentido que confa su vida en ellos; y de modo semejante el adulto confa en el mdico, en el catedrtico, en el ingeniero, etc. en sus respectivos campos de competencia, un ejemplo es la expresin confo en mi mdico; sin embargo, hay tambin quin confa su vida en su propia persona o en sus capacidades, en sus bienes, en su inteligencia, etc., por ejemplo: tengo fe en m mismo.

    Hay incluso una tendencia pseudorreligiosa que nos invita a buscar el fundamento en nuestro propio interior a un nivel ms profundo; o en experiencias csmicas que nos integren en la energa del universo; ambas pueden tener elementos positivos pero su limitacin es que descartan o ignoran la existencia de un Dios personal5 que tenga relacin con los hombres.

    5 Cfr. MASSERDOTTI, Franco; La Misin al servicio del Reino, San Pablo, Madrid, 1997, p. 20.

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    Los creyentes, en cambio, afirmamos que slo Dios puede ser fundamento de la vida del hombre, en primer lugar porque es el creador, es quien sostiene y mantiene a sus criaturas; pero tambin porque se ha revelado como cercano al hombre, como un Dios que quiere que el hombre crezca bajo su amorosa proteccin. As lo ha visto Benedicto XVI La fe otorga a la vida una base nueva, un nuevo fundamento sobre el que el hombre puede apoyarse, de tal manera que precisamente el fundamento habitual, la confianza en la renta material, queda relativizado6.

    La fuerza de la fe

    Va justamente en este sentido lo que el Papa Francisco nos dice en el mensaje del DOMUND de este ao La fe es un don precioso de Dios, el cual abre nuestra mente para que lo podamos conocer y amar7. Podemos encontrar en nuestro tiempo una cierta cerrazn de la mente para lo divino. El secularismo nos ha llevado a una forma de pensar en la que cualquier referencia a Dios est en peligro de desaparecer, no slo en los campos en los que la justa autonoma de las ciencias y la poltica lo exigen, sino incluso all donde la fe se ha manifestado anteriormente de formas sublimes como en el arte y la literatura.

    Esta cerrazn de la mente a Dios viene de un proceso histrico en el que los discpulos de Jess muchas veces no han sabido demostrar su fe mediante un buen testimonio, pero tambin porque en el imaginario popular, y tambin en el culto, se ha torcido la imagen del Dios de Jess, el cual, en ocasiones es percibido, clara o veladamente, como un obstculo para el desarrollo del hombre, o como causa de guerras religiosas, o incluso como represor de los deseos y aspiraciones de la humanidad.

    En cambio, el Dios que nos hace el don de la fe, es un Dios tan bueno que quiere relacionarse con nosotros para hacernos partcipes de su misma vida y hacer que la nuestra est ms llena de significado, que sea ms buena, ms bella. Dios nos ama!8. El significado de la vida ha sido una constante en la vida del hombre, pero actualmente en muchas partes es entendido como algo puramente individual, subjetivo, independiente de criterios de bondad y de belleza. La fe, en cambio, nos dice que hay un criterio vlido y objetivo que es Dios, quien quiere compartir su vida de bondad y belleza con los hombres.

    Sin embargo, la fe necesita ser acogida, es decir, necesita nuestra respuesta personal, el coraje de poner nuestra confianza en Dios, de vivir su amor, agradecidos por su infinita misericordia9, la fe exige una respuesta del hombre, y no una respuesta a medias, sino una respuesta extrema. As lo entiende tambin el siguiente texto del Nuevo Testamento: Mi justo vivir por la fe, ms si es cobarde mi alma no se complacer en l. Pero nosotros no somos cobardes para perdicin, sino hombres de fe para salvacin del alma10.

    Por qu la fe implica coraje y valor? El hombre sin fe puede tomar sus decisiones desde el miedo, manifestado en la duda y en el egosmo, al no tener un fundamento de la vida y teniendo que enfrentar a un mundo duro y hostil, pone su confianza en seguridades parciales e inmediatas como el dinero, los bienes materiales, sus propias capacidades, en fin, en cualquier cosa a la cual aferrarse y con la que pueda defenderse y sobrevivir en esta realidad efmera.

    6 Spe Salvi, 87 Mensaje DOMUND 2013, 18 Mensaje DOMUND 2013, 19 Mensaje DOMUND 2013, 110 Heb 10, 38-39

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    El hombre de fe, en cambio, apuesta por un Dios amoroso y sabio, que tiene un plan de redencin para el hombre y para la creacin; tiene la certeza de que la vida tiene un fundamento en el bien, en el orden y en la belleza; sabe que todo tiene un sentido ltimo, por lo cual, las decisiones que tome ahora tendrn consecuencias para l mismo y para los dems en medio de una gran Historia de la Salvacin.

    Por eso, el hombre de fe no tiene miedo al mal ni a la muerte -no porque est cegado a la realidad, ni porque se refugie en un mundo imaginario- sino porque tiene desde ahora una visin ms amplia, ms lcida, que le permite distinguir, en medio de las dificultades, de la enfermedad, de la precariedad y de la muerte, el bien y la belleza del mundo, y le da valor para colaborar en el anuncio de la llegada del Reino de Dios, que es a la vez don de Dios, y tarea de los creyentes.

    Es precisamente en este tiempo en que nos acercamos a la conclusin del Ao de la fe una excelente oportunidad para profundizar como Iglesia en la manera que compartimos nuestra fe con los dems, si es una fe madura, si no caemos en una fe falsa, etc.

    El transcurso de este Ao de la fe ha incluido dos acontecimientos especiales que pueden leerse y ser iluminados desde la fe, la renuncia de Benedicto XVI al pontificado y el inicio del ministerio del Papa Francisco, los cuales marcan un cambio trascendente en la historia de la Iglesia, especialmente por la solidez doctrinal y amor por la verdad que nos hereda Benedicto XVI y la sencilla bondad y vivencia evanglica que nos muestra el Papa Francisco. Dos formas de vivir la fe, no opuestas sino complementarias, que nos llaman a la urgencia de compartir con el mundo -muchas veces indiferente, pero siempre necesitado de Dios- el tesoro que llevamos en vasijas de barro, la fe de la Iglesia.

    Al finalizar este sencillo tema hemos recibido un regalo del Papa Francisco: una encclica que precisamente trata sobre la fe, la Lumen Fidei, escrita segn el mismo Santo Padre a cuatro manos es decir, retoma los trabajos que Benedicto XVI inici para una encclica acerca de la fe, y aade lo que considera pertinente. Esta encclica puede leerse, a la luz de la fe, como un fruto ms de ambos pontificados.

    Preguntas de reflexin

    Medita el cmo has madurado la propia fe. Revisa si no has simplificado la fe en fidesmo, fundamentalismo, credulidad y dems formas distorsionadas de fe.

    La fe es fundamento de tu realidad? De qu manera? Dijimos que la fe implica coraje y valor. Has podido comprobarlo en tu vida? Cmo?

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    Efectivamente, muchos de los discpulos de entonces, heridos en sus almas por la Palabra divina con un amor muy fuerte a la filosofa, primeramente cumplan el mandato salvador, repartiendo entre los indigentes sus bienes, y luego emprendan viaje y realizaban obra de evangelistas, empeando su honor en predicar a los que todava no haban odo la palabra de la fe y en transmitir por escrito los divinos evangelios. Estos hombres no hacan ms que echar los fundamentos de la fe en algunos lugares extranjeros y establecer a otros como pastores, encargndoles el cultivo de los recin admitidos, y enseguida se trasladaban a otras regiones y a otras gentes con la gracia y la cooperacin de Dios.

    Eusebio de Cesrea. Historia Eclesistica, III, 37, BAC, Madrid, 2002, pp. 187-188

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    La Fe se comparte

    El Santo Padre Francisco nos dice en el mensaje DOMUND de este ao que la fe es un don que no se puede conservar para uno mismo, sino que debe ser compartido1.

    La fe es un don que es al mismo tiempo una tarea; es don de Dios para los creyentes, ya que ilumina sus vidas y les permite entender la realidad y vivirla con valenta y confianza; pero tambin es tarea, es una responsabilidad el comunicar a todos, aquello que da fundamento a nuestra vida, lo que nos hace confiar en el futuro, lo que nos permite ver ms all de la precariedad del mundo, es decir, la fe.

    Nos dice el Papa Francisco el riesgo que corre quien guarde este don de la fe para s mismo: nos convertiremos en cristianos aislados, estriles y enfermos2.

    Un cristiano aislado. Desde el principio, Dios crea al hombre no para estar aislado sino para vivir en comunidad no es bueno que el hombre est solo (Gn 2, 18) es decir, est llamado a formar una familia. Tampoco la Alianza con Dios se puede vivir aisladamente, sino en comunidad, seris mi pueblo y yo ser vuestro Dios (Jr 30, 22). Tambin Jess llama a doce, y forma con ellos el inicio de una nueva familia, la Iglesia. Una tentacin presente incluso a las mismas comunidades cristianas es el aislarse, por eso se ha remarcado que una de las notas esenciales de la Iglesia es que sta es Catlica, es decir, universal, abierta a todas las culturas, a todos los hombres, en todo tiempo. Por eso, el creyente vive y anuncia su fe, sale al encuentro de todos, especialmente los ms lejanos, ya sean lejanos territorialmente, o sean lejanos ideolgicamente, pero debe salir de s mismo, si no, pone en riesgo su propia identidad, o no podra decir que es cristiano.

    Un cristiano estril. El hombre, desde el principio, est llamado por Dios a dar fruto, ya que tiene en su propio ser el Espritu de la vida que Dios insufl en l al crearlo. Adems, las primeras palabras que dirige a los hombres son: sed fecundos y multiplicaos (Gn 1, 28). En el mismo libro del Gnesis la esterilidad, el no tener hijos es visto como una maldicin, de ah la importancia de la promesa que Dios hace a Abraham acerca de su descendencia en su vejez. En el Nuevo Testamento Jess trasciende la fertilidad puramente fsica, e invita a una fecundidad superior: nos llama a ser como la semilla que muere y da fruto (Cfr. Jn 12, 24), y no ser como la higuera que, sin frutos, no sirve para nada y se seca (Mt 21, 18-19). El anuncio de la fe hace al cristiano fecundo, le permite dar fruto en un mundo necesitado de vida.

    Un cristiano enfermo. Jess nos dijo que l es el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14, 6), ha venido para darnos vida en abundancia (Jn 10, 10), san enfermos como seal de la llegada del Reino de Dios (Jn 4, 46-54; 5, 1-18; 9, 1-41), mand a sus discpulos a sanar a las personas de las enfermedades (Lc 9, 1; Mt 10, 1; Mc 6, 12). Sin embargo, las curaciones son signos que acompaan el anuncio del Evangelio, es decir, conforme la fe llega a las personas, sus vidas entran en una dinmica de salud y salvacin. En caso contrario, cuando un creyente guarda para s el anuncio del Evangelio, no conserva la salud que ste conlleva, sino que lo echa a perder, como agua estancada.

    Por eso el Santo Padre nos dice El anuncio del Evangelio es parte del ser discpulos de Cristo y es un compromiso constante que anima toda la vida de la Iglesia3. En otras palabras, quien no anuncia el Evangelio no es discpulo de Cristo, o por lo menos no lo es plenamente, y tampoco pertenece a la Iglesia.

    1 Mensaje DOMUND 2013, 12 Mensaje DOMUND 2013, 13 Mensaje DOMUND 2013, 1

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    El anuncio de la Buena Nueva est tan ntimamente unido a la esencia de la Iglesia que, rechazar esta tarea implicara necesariamente renunciar a ser Iglesia; esto ha sido remarcado constantemente por parte del Magisterio con la expresin La Iglesia es misionera por naturaleza4.

    A primera vista pareciera necesario, desde un punto de vista cronolgico, empezar con abrir la mente y el corazn a la fe, crecer y madurar en la fe, para luego salir a anunciarla ya que se dice que nadie da lo que no tiene-. Sin embargo, el criterio de madurez en la fe de una comunidad es precisamente salir a la misin, as lo afirma el Santo Padre Francisco: Toda comunidad es adulta, cuando profesa la fe, la celebra con alegra en la liturgia, vive la caridad y proclama la Palabra de Dios sin descanso, saliendo del propio ambiente para llevarla tambin a los suburbios, especialmente a aquellos que an no han tenido la oportunidad de conocer a Cristo.

    Es decir, no es un proceso estrictamente cronolgico sino ms bien sincrnico, la fe se madura, se expresa y se celebra al mismo tiempo. En toda accin de la Iglesia tiene que aparecer de fondo o transversalmente si se quiere- la apertura al exterior, la capacidad de ver ms all de mi mundo y poder ir afuera, a los lejanos, a todos aquellos que no forman parte de mi entorno. Dicho en palabras de un telogo El xodo misionero y pastoral significa salir del mundo de uno para ir al mundo del otro5.

    Todo esto sin dejar de preocuparnos por dar testimonio en nuestro propio ambiente, para no ser oscuridad de la casa. As lo dice el mensaje del DOMUND de este ao La fuerza de nuestra fe, a nivel personal y comunitario, tambin se mide por la capacidad de comunicarla a los dems, de difundirla, de vivirla en la caridad, de dar testimonio a las personas que encontramos y que comparten con nosotros el camino de la vida6. De esta manera, tener una fe madura implica compartirla con todos, los cercanos y los lejanos, sin descuidar jams a nadie.

    Ampliar los lmites de la Fe

    Algo lamentablemente comn en las comunidades cristianas dgase movimientos, parroquias, grupos, etc.- es dejarse abrumar por las propias circunstancias. Los trabajos y las dificultades van causando poco a poco una visin limitada que hace que las comunidades se encierren en s mismas y dejen de ver su responsabilidad evangelizadora por los lejanos. Abundan expresiones como primero con los cercanos, que vamos a hacer tan lejos si aqu tambin hay necesidad, etc. Muchas veces incluso se llega a pensar en la propia pobreza como un lmite para la transmisin de la fe: y cmo vamos a mantener a los misioneros? y si nos quedamos sin dinero?.

    Ante esto es indispensable regresar a la fe de la Iglesia, y cuestionar la propia madurez en la fe, ya que no es posible para un creyente por un lado, decir que vive y celebra la fe y por otro mantener una actitud de aferrarse a seguridades como el dinero, el personal, o la comodidad. Esto, ms que otra cosa, habla de un mal entendimiento de lo que es la fe, e incluso una ausencia absoluta de ella.

    El Santo Padre nos menciona: La misionariedad no es slo una cuestin de territorios geogrficos, sino de pueblos, de culturas e individuos independientes, precisamente porque los lmites de la fe no slo atraviesan lugares y tradiciones humanas, sino el corazn de cada hombre y cada mujer. El Concilio Vaticano II destac de manera especial como la tarea misionera, la tarea de ampliar los lmites de la fe es un compromiso de todo bautizado y de todas las comunidades cristianas7.

    4 Cfr. Ad Gentes, 2; Evangelii Nuntiandi, 145 GALILEA, SEGUNDO; La insercin en la vida de Jess y la Misin, Paulinas, Bogot, 1991, p. 76 Mensaje DOMUND 2013, 17 Mensaje DOMUND 2013, 2

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    Esta misma idea de rebasar o ampliar los lmites se encuentra en varios telogos de la Misin:

    Una comunidad cristiana que ya no experimente, ella misma, con outreach (proyeccin) misionera, el milagro de su transformacin en una comunidad mayor, en unin con aquellos que hasta entonces no le pertenecan, pierde eo pso el poder de afincarse incluso en la forma que hasta aquel momento tena8

    Con esto se expresa un elemento esencial de la existencia cristiana: la Iglesia que no es misionera, es decir, que no se proyecta misioneramente sobrepasando sus propios lmites, no es genuina Iglesia9.

    Es muy claro que, sin ampliar los lmites de la fe, sin ver hacia afuera, sin Misin, no puede existir Iglesia.

    Cules son los lmites de la Misin? Es todo lo que marca el ms all. Desde el punto de vista estrictamente geogrfico, el ms all significa lo que est fuera de mi pas o de mi regin, segn las fronteras polticas ya definidas. En este caso ser misionero es salir de la propia tierra en sentido estrictamente literal, recordemos a Pablo siendo enviado a donde el Espritu lo llama (Hch 13, 2-4 16, 6-10).

    Adems de las fronteras territoriales es necesario hablar de fronteras culturales, ya que en un mismo territorio coexisten grupos humanos con diferentes formas de pensar, incluso con diferente idioma y tradiciones. En este caso la Misin consistira en salir hacia aquel o aquellos que no pertenecen a nuestra cultura a pesar de estar cerca: indgenas, migrantes, turistas, trabajadores, estudiantes, etc. As lo hace Pedro al evangelizar al centurin Cornelio, superando, gracias al Espritu Santo, las barreras culturales judas para que el anuncio del Evangelio llegara a todos (Hch 10-11).

    Tambin se habla de los lmites de la fe en los individuos. A diferencia de muchas de las misiones en la antigedad, en donde se lograban conversiones masivas, de pueblos enteros, ahora estamos en panoramas diferentes; el hombre actual es, en general, muy celoso de su individualidad, rechaza todo gregarismo, exige respuestas que afecten a su propia persona y su entorno. Es todo un reto, pero al mismo tiempo debiera ser lo ms cotidiano: la conversin lograda no nicamente por misioneros de oficio sino por todo el pueblo de Dios, todos anunciando el Evangelio con palabras y testimonio de vida. Aprovechando todos los momentos cotidianos para mostrar a Cristo a todos aquellos con los que nos encontremos. Un ejemplo de esto es Felipe al explicar las Escrituras al eunuco etope, en un encuentro casi casual pero inspirado por el Espritu (Hch 8, 26-40).

    Para lograr todo esto, es indispensable una conversin de la pastoral10 en las Dicesis y Parroquias, en la que sea redescubierto y renovado el compromiso misionero, y que podamos rebasar los lmites de nuestros grupos apostlicos, de nuestras Parroquias y Dicesis. Que podamos salir de nuestro pequeo mundo hacia el otro.

    8 BRKLE, H., Missionstheologie, Stuttgart-Berln, 1979, p. 155.9 MLLER, KARL., Teologa de la Misin, Verbo Divino 1988, Navarra, p. 38.10 Conversin, en griego metanoia es cambio de mente. En Aparecida se habla de conversin pastoral al hablar sobre la Misin Continental (DA 365-372). Aunque por su mismo nombre (Continental) implica un marco definido, en el contexto del Mensaje DOMUND 2013 y en el mismo Documento de Aparecida (373-379), aparece la necesidad de ampliar sus lmites, un lamentable error sera excluir o postergar la Misin Ad Gentes.

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    Paradigma de la vida de fe

    En el ambiente organizacional y de negocios hace tiempo se utiliz -y sigue vigente- la expresin cambio de paradigma11 para expresar la necesidad de las organizaciones de cambiar esquemas mentales y formas de actuar que no responden adecuadamente a las necesidades de las empresas, o a los cambios en el entorno. La palabra paradigma viene del griego y significa plan de arquitectura, modelo, ejemplo, leccin o prueba. De alguna manera es una brjula que revisamos constantemente para asegurarnos que vamos en la direccin correcta en nuestros proyectos.

    En el caso de la vida de fe, el paradigma -nos dice el Papa- es la Misin La misionariedad no es slo una dimensin programtica en la vida cristiana, sino tambin una dimensin paradigmtica que afecta a todos los aspectos de la vida cristiana12. Hace, por tanto una distincin valiosa: una cosa es ver la misin como parte del programa de la vida cristiana, y otra ver la misin como el modelo de la vida cristiana. Ambas visiones no son contradictorias sino complementarias.

    Al contrario de las dems organizaciones, al creyente y a la comunidad no se le pide un cambio de paradigma, sino un retorno al paradigma original, que sigue siendo el mismo que sigui Jess, misionero del Padre en el Espritu, el mismo de los Apstoles, de los Padres de la Iglesia, de los grandes misioneros.

    Por eso la invitacin de cada ao a revisar y renovar nuestro compromiso misionero, adquiere un apremio especial del Papa Francisco Invito a los Obispos, a los Sacerdotes, a los Consejos presbiterales y pastorales, a cada persona y grupo responsable en la Iglesia a dar relieve a la dimensin misionera en los programas pastorales y formativos, sintiendo que el propio compromiso apostlico no est completo si no contiene el propsito de dar testimonio de Cristo ante las naciones, ante todos los pueblos13.

    Un elemento muy interesante de esta invitacin del Santo Padre es que pide dar relieve a la dimensin misionera en los programas eclesiales, es decir, no pide aadir, o retomar, como si se tratara de algo nuevo o descuidado, sino que pide dar relieve a lo que desde siempre debi haber estado. Si nuestros programas han omitido a la Misin quedan en el estatus de compromiso apostlico incompleto.

    Por eso es conveniente revisar individual y comunitariamente, grupos, movimientos, Parroquias, Dicesis y evaluar en todas nuestras actividades eclesiales el relieve que le hemos dado a la Misin, si compartimos nuestra fe, si ampliamos cada vez ms los lmites de esa misma fe y si la Misin ha sido el paradigma de nuestra fe.

    11 Esto viene del libro de Thomas Kuhn La Estructura de las Revoluciones Cientficas, en el cual dice que los cientficos e investigadores operan desde paradigmas, que les permiten obtener resultados, pero al mismo tiempo les marcan lmites que, frente a nuevos descubrimientos, deben ser replanteados constantemente.12 Mensaje DOMUND 2013, 213 Mensaje DOMUND 2013, 2

    Preguntas de reflexin

    El anuncio del Evangelio es consecuencia de la madurez en la fe. Hemos dejado atrs los rasgos de los que nos previene el Santo Padre: aislados, estriles, enfermos?

    Cules son los lmites actuales de nuestra fe, a nivel comunitario y personal? Podemos ampliarlos? Hacia donde?

    Es la Misin Ad Gentes el paradigma de nuestra fe? As lo mostramos en las actividades de nuestros grupos y parroquias? Y a nivel diocesano?

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    La Iglesia, enviada por Cristo para manifestar y comunicar la caridad de Dios a todos los hombres y pueblos, sabe que le queda por hacer todava una obra misionera ingente. Pues los dos mil millones de hombres, cuyo nmero aumenta sin cesar, que se renen en grandes y determinados grupos con lazos estables de vida cultural, con las antiguas tradiciones religiosas, con los fuertes vnculos de las relaciones sociales, todava nada o muy poco oyeron del Evangelio; de ellos unos siguen alguna de las grandes religiones, otras permanecen ajenos al conocimiento del mismo Dios, otros niegan expresamente su existencia e incluso a veces lo persiguen. La Iglesia, para poder ofrecer a todos el misterio de la salvacin y la vida trada por Dios, debe insertarse en todos estos grupos con el mismo afecto con que Cristo se uni por su encarnacin a determinadas condiciones sociales y culturales de los hombres con quienes convivi.

    Ad Gentes, 10

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    La fe viene de Dios

    En un mundo cada vez ms secularizado, la fe aparece como un elemento individualizante de las personas. La secularizacin nos dice que cada quien es libre de elegir su propia fe, de seguir su propio camino, incluso si ste le lleva a situaciones de muerte; ya que parece ser un requisito para la afirmacin de las personas y de sus derechos el no seguir a nadie, y trazar su propia ruta, aunque sta sea equivocada; aqu el relativismo nos dice que nadie est equivocado, que todo camino es vlido.

    An dentro de las religiones establecidas, hay muchas personas que, perteneciendo a alguna, vive y practica esa fe a su modo, segn el criterio de lo que considera relevante y til para su vida. El otro criterio es no imponer a los dems la propia fe, ya que todos tienen derecho a su propia opinin, sea esta irracional, miope, o surgida de sus pasiones u ocurrencias.

    En la reciente encclica sobre la fe el Papa Francisco nos dice: La fe no es algo privado, una concepcin individualista, una opinin subjetiva, sino que nace de la escucha y est destinada a pronunciarse y a convertirse en anuncio1. Afirma que la fe, nace de la escucha, la escucha de qu? Contrario a lo que nuestro entorno secularizado y relativista nos repite, la fe no es una ocurrencia nacida en el interior de los creyentes, ya que si lo fuera, no sera exigente, sera slo una creencia cmoda y adaptable. Al contrario, los fieles sabemos que la fe surge de la escucha de otro, no viene de nosotros mismos, ni siquiera de nuestros sentimientos ms bellos, sino de Dios, dice el texto de Isaas porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros proyectos son mis proyectos, -orculo de Yahv- Pues cuanto se elevan los cielos sobre la tierra, del mismo modo se elevan mis proyectos sobre los vuestros2.

    Esto es lo que da garanta y validez a la fe, es la Palabra de Dios que se dirige al hombre la que suscita en ste una respuesta. Es una Palabra exigente y amorosa a la vez, de tal manera que nadie puede quedar indiferente una vez que ha escuchado la Palabra de Dios, dice el profeta Ams Ruge el len, quin no temer? Habla el Seor Yahv, quin no profetizar?3 Esta Palabra transforma completamente a quien la recibe, cambiando para siempre su forma de ver la realidad, as lo dice el Santo Padre Quien ha sido transformado de este modo adquiere una nueva forma de ver, la fe se convierte en luz para sus ojos4.

    Generalmente se piensa que una gran parte de los obstculos para la fe viene de afuera, de un ambiente opuesto a Dios y a su Iglesia. Aunque esto es cierto, no es posible negar que ha sido mayormente una cierta debilidad en la fe por parte de los creyentes, la que ha obstaculizado el mismo anuncio del Evangelio: A menudo, la obra de evangelizacin encuentra obstculos no slo fuera, sino dentro de la comunidad eclesial. A veces el fervor, la alegra, el coraje, la esperanza en anunciar a todos el mensaje de Cristo y ayudar a la gente de nuestro tiempo a encontrarlo son dbiles5.

    El anuncio y la libertad

    sta es una llamada de atencin para todos los bautizados, en especial para los que conocemos la misin a la que estamos llamados. Lamentablemente hay una idea algo arraigada en muchos creyentes, la cual, juzga con severidad los excesos cometidos en el pasado en la evangelizacin de los continentes, se critican los mtodos, el abuso de las instituciones temporales, as como la destruccin de la cultura de los destinatarios del anuncio 1 Lumen Fidei, 222 Is 55, 8-93 Am 3, 84 Lumen Fidei, 225 Mensaje DOMUND 2013, 3

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    evanglico; si bien es verdad la existencia de injusticias histricas en la forma en que se desarroll el proceso evangelizador, tambin es verdad que a pesar de las equivocaciones que se hayan podido cometer, detrs de stas haba un fervor, un celo apasionado por el Evangelio y la Misin. Ese mismo fervor que ahora se muestra dbil.

    Si lo equivocado era el mtodo, no lo debe ser la pasin por la misin; si se usaron instituciones humanas para dar solidez a la evangelizacin, no es pretexto ahora que la Iglesia ha perdido en gran medida esas seguridades; si el problema es la destruccin de la cultura, desde hace tiempo la Iglesia ha exigido una evangelizacin inculturada. Por qu entonces pareciera que llevar la verdad del Evangelio es violentar la libertad?6

    Al contrario, una de las condiciones necesarias para la libertad es el poder conocer la verdad. Quien no conoce la realidad, o quien la conoce parcialmente tiene menos opciones. Una visin limitada forzosamente limita el camino a seguir. Slo cuando las personas tienen un panorama amplio y claro estn en verdaderas condiciones de elegir lo que ms les convenga, lo que consideren mejor. Por eso, ocultar la Palabra de Dios, es atentar verdaderamente contra la libertad de los hombres, nos ha dicho Pablo VI proponer a esa conciencia la verdad evanglica y la salvacin ofrecida por Jesucristo, con plena claridad y con absoluto respeto hacia las opciones libres que luego pueda hacer... es un homenaje a esta libertad7

    As pues, la labor del creyente es ser heraldos del Evangelio, es decir, proponer con respeto, pero tambin con valor y alegra a Cristo. Resulta curioso que el creyente llegue a tener escrpulos para el anuncio de la Buena Nueva, mientras que el mundo no los tiene para hacer su propio anuncio Con frecuencia vemos que son la violencia, la mentira, el error las cosas que destacan y se proponen8.

    La violencia. En nuestro mundo parece imperar la violencia, no slo la que aparece como tal en los noticieros, sino la asumida como legtima o institucional o simplemente la violencia generada por la indiferencia ante el otro. La violencia tiene de fondo una ideologa que, supuestamente basada en la naturaleza, privilegia al ms fuerte; la razn, la verdad y el derecho estn del lado de quien se puede imponer a los dems, de quien puede coaccionar mediante la fuerza, o sobre todo, mediante el poder econmico, tambin hay violencia ejercida por algunos con supuestas promesas de bienestar, que atrapan a las personas en una esclavitud subyugante. Por cuanto la violencia lleva a la muerte y degradacin del hombre, es rechazada categricamente por el Evangelio9, ya que Cristo, humilde y manso de corazn, opone a la violencia el amor y la vida.

    La mentira. Va unida a la violencia ya que la justifica, llamando bien al mal y viceversa. La mentira toma diferentes formas, y aunque afirma que no hay verdad sino muchas verdades igualmente vlidas, siempre pretende posicionar esto como la nica verdad. La mentira siempre maquilla el mal, para hacerlo aceptable, y va subiendo su pretensin hasta lograr que no slo sea aceptable sino que ste se imponga como norma para los hombres. Los discpulos reconocemos que Jess es la Verdad que ilumina toda la realidad, permitindonos ver con claridad el camino, para distinguir el bien del mal. El Evangelio de san Juan nos muestra que el padre de la mentira es el diablo y sus hijos los mentirosos10.

    6 Mensaje DOMUND 2013, 37 Evangelii Nuntiandi, 808 Mensaje DOMUND 2013, 39 Mt 5, 38-42; 18, 21-22; 26, 51-56; Lc 6, 27-38; 9, 51-55; Jn 8, 37-59.10 Cfr. Jn 8, 44

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    El error. Puede ser por equivocacin o ignorancia pero es siempre una falsa representacin de la realidad. Supone la apariencia de lo correcto, en un ambiente en el que la mentira y la violencia se manifiestan constantemente, las personas, an con las mejores intenciones, con nobles sentimientos, incluso con una gran pasin por la justicia, pueden estar contaminadas por el error, y por lo tanto, sus acciones bien intencionadas, pueden llegar a colaborar con aquello contra lo que luchan. El error se vale de lo mejor de las personas, deformando y retorcindolo hasta llegar a defender la injusticia o la violencia. Es cierto que todos nos equivocamos, y estamos llamados a superar nuestros yerros y enderezar el camino. Sin embargo, el error nos puede llevar a la terquedad, a no reconocer nuestra fragilidad y creer que quien nos corrige nos est atacando. El hombre evangelizado tiene la obligacin de vivir en la justicia en comunin con la verdad que procede del Evangelio y la vive en actos morales que lo relacionan con sus hermanos.

    En Derecho, la violencia y el error, donde podemos incluir a la mentira, son vicios de la voluntad11, ya que suponen que la libertad de una persona est condicionada y por lo tanto, sta no puede dar su consentimiento en algn tipo de contrato. Sin pretender extrapolar campos del conocimiento, se puede decir, sin embargo, que nuestro mundo que valora y defiende tanto la libertad, est generalmente condicionado. La voluntad de las personas para tomar decisiones, es agredida continuamente por mensajes de violencia, error y mentira.

    Es ante este panorama donde los creyentes estamos llamados a anunciar a un Jess que es l mismo la verdad, que rechaza la violencia, y nos muestra el camino para crecer plenamente como seres humanos. Las palabras y acciones que realicemos debern resplandecer ante un mundo oscuro y muchas veces satisfecho de s mismo, nos dice el Santo Padre Es urgente hacer que resplandezca en nuestro tiempo la vida buena del Evangelio con el anuncio y el testimonio, y esto desde el interior mismo de la Iglesia12.

    No se puede anunciar a Cristo sin la Iglesia

    Es relativamente comn escuchar, incluso de parte de los creyentes Yo creo en Cristo pero no en la Iglesia, es decir, se pretende separar completamente a Cristo de la comunidad por l fundada, de tal manera que pareciera que la Buena Nueva de Jess, es algo etreo, llegado del cielo para toda la humanidad sin ningn intermediario. Ms an, pareciera que la nueva vida en Cristo y la salvacin tienen como destinatario al individuo, Dios llama a cada hombre para que haga el bien, que no dae a nadie y con eso es suficiente.

    Si bien es cierto que toda la humanidad est llamada por Dios para vivir en el bien, y que Dios puede elegir caminos misteriosos para llegar a los hombres que no conocen el Evangelio, tambin es cierto que Jess se encarna en un pueblo concreto, el Pueblo de Israel, una comunidad que ya viva en Alianza con Dios, y por lo mismo, tenan, cada individuo, una misin en comn: vivir esta Alianza en fidelidad a la Ley. De esta forma, era impensable que un israelita se considerara al margen de su comunidad, ya que al cumplir la Ley de Moiss, entraba en comunin con todo el Pueblo.

    Es en este pueblo donde Jess se encarna, para cumplir las promesas de Dios a los hombres por medio de Israel. El destino de Israel sera convertirlo en un faro de luz para las naciones, de tal manera que Dios congregara a toda la humanidad por medio de su Pueblo13. Cristo es quien llevar a cumplimiento esta promesa, haciendo surgir, como un retoo de Israel, a la Iglesia, al principio una pequea comunidad que, asistida por el Espritu Santo, continuaba la obra de Cristo de hacer discpulos, primero en Israel y despus en todo el mundo.

    11 Cdigo Civil Federal de los Estados Unidos Mexicanos, arts. 1812-182312 Mensaje DOMUND 2013, 313 Is 66, 18-21

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    Como vemos, seguir a Jess no implica imaginarse una relacin individual entre Dios y la persona, sino implica que, dentro de una comunidad, se viva en Alianza con Dios, de tal manera que la comunin ser la medida de la autenticidad del discipulado. Seguir a Jess tambin es trabajar por construir el Reino de Dios, anunciar a todos la voluntad y los designios de Dios para el mundo, de tal forma que la comunidad que es la Iglesia sea fermento para la comunidad que es el mundo y ste llegue a ser una nueva comunidad: el Reino de Dios; sin olvidar que Dios mismo en su esencia es comunidad Trinitaria. Es por eso que el Papa Francisco nos dice en esta perspectiva, es importante no olvidar un principio fundamental de todo evangelizador: no se puede anunciar a Cristo sin la Iglesia14.

    No se puede rechazar sin ms a la Iglesia, ya que la Iglesia es la depositaria de este mensaje de salvacin para la humanidad. Hay una bella figura que un misionlogo hace de la Iglesia La Iglesia es como la punta de un inmenso bloque de hielo que asoma por encima de las aguas e indica la presencia de un inmenso iceberg: manifiesta la presencia del proyecto divino de amor y de vida para con el mundo, proyecto que incluye a la misma Iglesia, pero que no se agota en ella15.

    Y la misma figura se puede aplicar para todas las acciones que en s mismas parecen individuales, pero en realidad son realizadas en comunin con la Iglesia, Cuando el ms humilde predicador, catequista o Pastor, en el lugar ms apartado, predica el Evangelio, rene su pequea comunidad o administra un sacramento, aun cuando se encuentra solo, ejerce un acto de Iglesia, Este no acta por una misin que l se atribuye o por inspiracin personal, sino en unin con la misin de la Iglesia y en su nombre16 En cada accin individual realizada por los creyentes se hace presente la Iglesia, y con ella, el Reino de Dios.

    Y los errores? Y los fallos que ha cometido la Iglesia a lo largo de su Historia? No invalidan su anuncio? No, al contrario, los errores y pecados cometidos histricamente, nos hacen reconocer nuestra humanidad, frgil y pecadora, tambin nos hacen estar alerta a las errores y desviaciones del Evangelio que actualmente podemos estar cometiendo. Sin embargo, el anuncio de la Buena Nueva, ha sido encargado desde el principio a hombres frgiles y pecadores, quienes con ayuda del Espritu Santo, han transmitido lo que Jess hizo y dijo, a otros hombres igualmente frgiles y pecadores, y as hasta nuestros das. Slo la comunin con la Iglesia, es decir con toda la comunidad de creyentes da fuerza a la misin y hace sentir a cada misionero y evangelizador que nunca est solo, que forma parte de un slo Cuerpo animado por el Espritu Santo.

    Preguntas de reflexin

    Tenemos una fe exigente? Escuchamos y obedecemos la Palabra de Dios en nuestras comunidades, o hemos hecho a la fe acomodada en una zona de confort?

    De qu forma exponemos nuestra fe en medio del mundo? Hemos anunciado una fe liberadora? Estamos comprometidos a descubrir y purificar todo elemento de violencia, error y mentira en nuestras palabras y acciones eclesiales?

    Asumimos la fe como don de Dios a la comunidad, o por el contrario, mantenemos una fe individualista que pretende una relacin directa con Dios? Cmo podemos complementar la propia fe con la fe de la Iglesia?

    14 Mensaje DOMUND 2013, 315 MASSERDOTTI, Franco; La Misin al servicio del Reino, San Pablo, Madrid, 1997, p. 46.16 Evangelii Nuntiandi, 60

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    La nueva evangelizacin: no se trata de un nuevo modelo de accin pastoral, que substituye simplemente otras formas de accin (la primera evangelizacin, la atencin pastoral), sino ms bien de un proceso de relanzamiento de la misin fundamental de la Iglesia. Ella, interrogndose sobre el modo de vivir la evangelizacin hoy, no excluye la accin de cuestionarse a s misma y sobre la cualidad de la evangelizacin de sus comunidades. La nueva evangelizacin empea a todos los sujetos eclesiales (individuos, comunidades, parroquias, dicesis, Conferencias Episcopales, movimientos, grupos y otras realidades eclesiales, religiosos y personas consagradas) en vista de una verificacin de la vida eclesial y de la accin pastoral, asumiendo como punto de anlisis la cualidad de la propia vida de fe, y su capacidad de ser un instrumento de anuncio, segn el Evangelio

    Instrumentum Laboris,La nueva evangelizacin para la transmisin de la fe cristiana, 77

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    Nueva Evangelizacin

    Ya en 1963 en un Congreso Misionolgico celebrado en la ciudad de Mxico era notoria la necesidad de considerar el trabajo misionero a la luz de nuevas realidades, ya que stas hacan que la forma tradicional de la Misin fuera replanteada. En este congreso se acogi con satisfaccin la idea de hacer misin mundial, y no misin occidental. Pero caus mucha confusin, incluso en el mbito catlico, la tesis de la misin en seis continentes. No cabe duda de que lo acertado de esta tesis es que, al difundirse en todo el mundo la secularizacin, han surgido en los pases tradicionalmente cristianos ciertas situaciones que muy bien pueden designarse como situaciones de misin. Pero habr que llegar hasta el punto de eliminar por completo la distincin entre proclamacin misionera y renovacin cristiana?1.

    En el seno de la Iglesia catlica el Papa Pablo VI nos deca en 1975 que el anuncio del Evangelio se vuelve cada vez ms necesario a causa de las situaciones de descristianizacin frecuentes en nuestros das, para gran nmero de personas que recibieron el bautismo, pero viven al margen de toda vida cristiana; para las gentes sencillas que tienen una cierta fe, pero conocen poco los fundamentos de la misma; para los intelectuales que sienten necesidad de conocer a Jesucristo bajo una luz distinta de la enseanza que recibieron en su infancia, y para otros muchos2.

    La iniciativa acerca de una forma nueva de evangelizar ante las nuevas situaciones y la acuacin del trmino Nueva Evangelizacin vino por parte del Papa Juan Pablo II quien en 1983 en Puerto Prncipe dijo a los Obispos de la XIX Asamblea General del CELAM: La conmemoracin del medio milenio de evangelizacin tendr su significacin plena si es un compromiso vuestro como obispos, junto con vuestro presbiterio y fieles; compromiso, no de re-evangelizacin, pero s de una evangelizacin nueva. Nueva en su ardor, en sus mtodos, en su expresin3.

    El Santo Padre Benedicto XVI dio forma a esta iniciativa, creando en 2010 un Pontificio Consejo para la Promocin de la Nueva Evangelizacin4, con la finalidad de dirigirse principalmente a las personas que, aun estando bautizadas, se han alejado de la Iglesia y viven sin tener en cuenta la praxis cristiana [...], para favorecer en estas personas un nuevo encuentro con el Seor, el nico que llena de significado profundo y de paz nuestra existencia; para favorecer el redescubrimiento de la fe, fuente de gracia que trae alegra y esperanza a la vida personal, familiar y social5.

    Adems, en el 2012, el tema del XIII Snodo de los Obispos ha sido precisamente la Nueva Evangelizacin para la transmisin de la fe cristiana. Para este trabajo se consultaron a Obispos, presbteros, agentes de pastoral, quienes desde su misma experiencia, han visto la urgencia de una evangelizacin renovada. Los mismos Obispos coincidieron que el punto de partida es la Iglesia, ella misma necesitada de conversin, pero a la vez auxiliada siempre por el Espritu prometido por Jess, por eso afirman: Si esta renovacin fuese confiada a nuestras fuerzas, habra serios motivos de duda, pero en la Iglesia la conversin y la evangelizacin no tienen como primeros actores a nosotros, pobres hombres, sino al mismo Espritu del Seor. Aqu est nuestra fuerza y nuestra certeza, que el mal no tendr jams la ltima palabra, ni en la Iglesia ni en la historia: No se turbe vuestro corazn y no tengis miedo (Jn 14, 27), dijo Jess a sus discpulos6.

    1 MULLER, KARL., Teologa de la Misin, Verbo Divino 1988, Navarra, p. 442 Evangelii Nuntiandi, 723 Juan Pablo II, Discurso a la Asamblea del CELAM, III Obispos para una renovada evangelizacin, 9 de marzo de 19834 Ubicumque et semper, 21 de septiembre de 2010.5 Benedicto XVI, Homila en la celebracin eucarstica para la solemne inauguracin de la XIII Asamblea general ordinaria del Snodo de los obispos, 7 de octubre de 2012.6 XIII Asamblea general ordinaria del Snodo de los Obispos, Mensaje al Pueblo de Dios, 26 de octubre de 2012.

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    El Papa Francisco tambin ha dicho sobre la Nueva Evangelizacin: La expresin nueva evangelizacin, adems, resalta la conciencia cada vez ms clara de que incluso en los pases de antigua tradicin cristiana se hace necesario un renovado anuncio del Evangelio, para reconducir a un encuentro con Cristo que transforme verdaderamente la vida y no sea superficial, marcado por la routine. Y esto tiene consecuencias en la accin pastoral7.

    En este contexto versa la dinmica surgida en Latinoamrica y que ahora es llamada Misin Continental, los Obispos reunidos en Aparecida, Brasil dijeron: Asumimos el compromiso de una gran misin en todo el Continente, que nos exigir profundizar y enriquecer todas las razones y motivaciones que permitan convertir a cada creyente en discpulo misionero8.

    Vemos nuevos escenarios en los que el hombre de hoy se encuentra inmerso, y en los que la Iglesia trata de llevarles el anuncio de la Buena Nueva. Gracias a la movilidad humana, por migracin, por trabajo o estudios, incluso por turismo, ya no es posible marcar geogrficamente a los pueblos y a las culturas. Hay en el presente una mezcla de culturas, tradiciones, idiomas, que constituyen una riqueza invaluable de diversidad y al mismo tiempo plantean un reto enorme para su evangelizacin.

    A esto se puede sumar el desarrollo de los medios de comunicacin, en especial el internet, lo que ha facilitado y acelerado el flujo de informacin entre las personas, adems de generar toda una nueva cultura tecnolgica, en la que cada vez ms las nuevas generaciones asumen como parte de la vida cotidiana.

    Adems, es mayor la existencia de bautizados alejados de la fe de sus padres en reas cada vez ms grandes de las regiones tradicionalmente cristianas crece el nmero de los que son ajenos a la fe, indiferentes a la dimensin religiosa o animados por otras creencias. Por tanto, no es raro que algunos bautizados escojan estilos de vida que les alejan de la fe, convirtindolos en necesitados de una Nueva Evangelizacin. Nueva Evangelizacin y Misin Ad Gentes

    La Misin Ad Gentes adquiere aqu un matiz especial. Una primera tentacin que aparece es relegar la Misin Ad Gentes para despus, ya que pareciera lo mejor, asegurar las regiones tradicionalmente cristianas, es decir, el terreno ya ganado anteriormente y evitar perderlo; de alguna manera contraponiendo la Misin Ad Gentes a la Nueva Evangelizacin. Al contrario, es necesario aclarar que la Misin de la Iglesia es una sola, hacer presente en el mundo el Reino de Dios, ser sacramento de salvacin para los hombres de todos los tiempos y lugares, en otras palabras, hacer participar a los hombres en la comunin que existe entre el Padre y el Hijo en su Espritu de amor9.

    As, la Misin Ad Gentes y la Nueva Evangelizacin no se contraponen, ni estn ubicadas en diferentes planos. Ambas son misin de la Iglesia, ambas comparten el mandato misionero de Jess, y ambas nos corresponden a todos los bautizados. Un escenario ideal sera aquel en el que las Parroquias y Dicesis vivieran el ardor misionero Ad Gentes, y los misioneros que regresen a sus lugares de origen sean luz para la Nueva Evangelizacin.

    ste es el escenario que el Papa Francisco nos menciona en el Mensaje DOMUND: es importante que las iglesias ms ricas en vocaciones ayuden con generosidad a las que sufren de escasez. Al mismo tiempo exhorto

    7 Francisco, Discurso a los miembros del XIII Consejo Ordinario de la Secretara general ordinaria del Snodo de los Obispos, 13 de junio de 2013.8 Documento de Aparecida, 362.9 Cfr. Catecismo de la Iglesia Catlica, 850

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    a los misioneros y a las misioneras, especialmente los sacerdotes fidei donum y a los laicos, a vivir con alegra su precioso servicio en las iglesias a las que son destinados, y a llevar su alegra y su experiencia a las iglesias de las que proceden Ellos pueden llegar a ser un camino hacia una especie de restitucin de la fe, llevando la frescura de las Iglesias jvenes, de modo que las Iglesias de antigua cristiandad redescubran el entusiasmo y la alegra de compartir la fe en un intercambio que enriquece mutuamente en el camino de seguimiento del Seor10.

    As, Misin Ad Gentes y Nueva Evangelizacin se complementan, ya que son formas de la nica Misin de Cristo, en formas siempre nuevas inspiradas por el Espritu de Dios que se ha derramado en la Iglesia.

    Testimonio y no proselitismo

    Es ya un lugar comn, desde hace algunos aos, el decir que la Iglesia est perdiendo adeptos, por lo que busca nuevas estrategias para atraer nuevos seguidores; todo esto se dice con la sospecha implcita o a veces muy directa- de que tiene intereses oscuros de poder y de dinero. Algunos creyentes hacen eco de este pensamiento y, cuando oyen hablar de la Nueva Evangelizacin, la Misin Continental y la Misin Ad Gentes, parece que se confirman sus sospechas, como si stas fueran estrategias de marketing para atraer clientes.

    En cambio, es preciso decir que la Iglesia, desde su inicio, ha sido llamada a llevar el Evangelio a todos los hombres, no para bien de ella misma, sino para bien de los destinatarios. No son intereses de poder o econmicos los que la mueven al anuncio del Evangelio sino el Espritu de Cristo. Siguiendo el ejemplo de Dios, la Iglesia ama a los hombres y busca su salvacin y su bienestar, se siente responsable de ellos, especialmente cuando por descuido o negligencia se han apartado de Dios y del Evangelio, por eso busca acercarse a los que no han odo hablar de Cristo y a los que se han alejado de l. En esta situacin tan compleja, donde el horizonte del presente y del futuro parece estar cubierto por nubes amenazantes, se hace an ms urgente el llevar con valenta a todas las realidades, el Evangelio de Cristo, que es anuncio de esperanza, reconciliacin, comunin, anuncio de la cercana de Dios, de su misericordia, de su salvacin, anuncio de que el poder del amor de Dios es capaz de vencer las tinieblas del mal y conducir hacia el camino del bien11

    Por eso mismo nos hace la aclaracin el Santo Padre La naturaleza misionera de la Iglesia no es proselitista, sino testimonio de vida que ilumina el camino, que trae esperanza y amor No es proselitista porque su finalidad no es ganar adeptos, ni trata de convencer a nadie de verdades abstractas o etreas. La Iglesia, es una comunidad de discpulos que han reconocido a Dios en Jess de Nazaret, que se han encontrado con l y han descubierto una nueva manera de vivir en el amor, en el servicio a los dems, en el perdn. Y sabe que muchas personas se sienten solas, tristes, desamparadas, sin encontrarle sentido a su vida; o llevan vidas vacas, atrapadas por el consumo, por el amor al dinero. El Papa Francisco nos repite: El hombre de nuestro tiempo necesita una luz fuerte que ilumine su camino y que slo el encuentro con Cristo puede darle. Traigamos a este mundo, a travs de nuestro testimonio, con amor, la esperanza donada por la fe!12.

    Por eso es indispensable tener claridad acerca de la naturaleza de la Iglesia. Qu es y qu no es la Iglesia, ya que de la confusin en su naturaleza surge la confusin en su labor en el mundo.

    10 Mensaje DOMUND 2013, 511 Mensaje DOMUND 2013, 512 Mensaje DOMUND 2013, 5

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    No es una organizacin asistencial. La Iglesia hace una labor asistencial muy importante, segn los datos de la Agencia Fides, la Iglesia sostiene directamente 5305 hospitales, 18,179 dispensarios, 547 leproseras, 17,223 casas para ancianos, enfermos crnicos y minusvlidos, 9,882 orfanatos, 11,379 jardines de infancia, 15,327 consultorios matrimoniales, 34,331 centros de educacin, y 9,391 de otras instituciones benficas. Adems de lo que no se contabiliza por concernir a instituciones como Caritas o Adveniat, entre otras, que tienen sus propios medios. Y todo esto se realiza en fidelidad a Cristo presente en el pobre, el enfermo y el marginado13. Sin embargo, no es sta la finalidad de la Iglesia, sino el hacer a los hombres discpulos de Jess, es decir, construir una comunidad en la que el amor y el servicio a los dems sean la norma de vida.

    No es una empresa. A pesar de que algunos consideran a la Iglesia como una empresa, es decir como una organizacin que, a partir de la fe de las personas, se ha consolidado con criterios de eficiencia y eficacia en el logro de sus objetivos. La Iglesia no mide sus acciones cuantitativamente sino, al contrario de las empresas, cualitativamente. La Iglesia debe seguir los mismos criterios de Cristo, la pobreza, la entrega generosa de s mismo, incluso el perder la vida por el Evangelio.

    No es una ONG. Las ONG son organismos sin fines de lucro que buscan el bienestar pblico o social, generalmente desde una perspectiva tica. La Iglesia tambin busca y trabaja por el bien del hombre; slo que no es una asociacin de hombres con fines benficos, sino una comunidad convocada y reunida por Dios para ser fermento de amor y perdn en medio del mundo.

    Qu es entonces la Iglesia? Nos lo dice el Papa Francisco es una comunidad de personas, animadas por la accin del Espritu Santo, que han vivido y viven la maravilla del encuentro con Jesucristo y desean compartir esta experiencia de profunda alegra, compartir el mensaje de salvacin que el Seor nos ha dado14. As, es este testimonio lo que manifestar nuestro celo misionero, tanto en la Misin Ad Gentes como en la Nueva Evangelizacin, buscando con ambas, hacer presente el Reino de Dios en el mundo.

    Preguntas de reflexin

    Cmo entendemos y vivimos la Nueva Evangelizacin en nuestros grupos y comunidades? Tenemos un proyecto que incluya la Nueva Evangelizacin en nuestros planes y programas?

    Qu lugar le damos a la Misin Ad Gentes en nuestros proyectos parroquiales y diocesanos?

    Tenemos claro que la razn de ser de la Iglesia es el anuncio del Evangelio? Hemos dado prioridad a otras acciones, que aunque buenas y positivas, no son directamente anuncio y testimonio de la Buena Nueva?

    13 Cfr. Mt 25, 31-4614 Mensaje DOMUND 2013, 5

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    La Iglesia, enviada por Dios a las gentes para ser el sacramento universal de la salvacin, obedeciendo el mandato de su Fundador (Cf. Mc, 16,15), por exigencias ntimas de su misma catolicidad, se esfuerza en anunciar el Evangelio a todos los hombres. Porque los Apstoles mismos, en quienes est fundada la Iglesia, siguiendo las huellas de Cristo, predicaron la palabra de la verdad y engendraron las Iglesias. Obligacin de sus sucesores es dar perpetuidad a esta obra para que la palabra de Dios sea difundida y glorificada (2 Tes, 3,1), y se anuncie y establezca el Reino de Dios en toda la tierra. Mas en el presente orden de cosas, del que surge una nueva condicin de la humanidad, la Iglesia, sal de la tierra y luz del mundo (Cf. Mt, 5,13-14), se siente llamada con ms urgencia a salvar y renovar a toda criatura para que todo se instaure en Cristo y todos los hombres constituyan en El una nica familia y un slo Pueblo de Dios

    Ad Gentes, 1

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    Vocacin y Misin

    La vocacin, es un llamado que Dios hace a los hombres para que, como miembros del Pueblo de Dios, desempeen al mismo tiempo un servicio a los hombres y logren una vida plena y realizada.

    En el interior de la Iglesia hay muchas vocaciones, unos llamados al ministerio ordenado, ejercen su servicio como Obispos, sacerdotes y diconos; otros en la vida consagrada sirviendo a los dems como testimonio vivo de una radical forma de seguir a Jess, muchos ms como laicos dan testimonio del Evangelio en medio de las realidades temporales; y todos han recibido un llamado de Cristo a vivir el discipulado de una forma especfica Los cristianos tienen dones diferentes. Por eso deben colaborar con el Evangelio cada uno segn su posibilidad, facultad, carisma y ministerio1.

    Sin embargo, todos los bautizados compartimos en comn la misin de la Iglesia: Son fieles cristianos quienes, incorporados a Cristo por el bautismo, se integran en el Pueblo de Dios y, hechos partcipes a su modo por esta razn de la funcin sacerdotal, proftica y real de Cristo, cada uno segn su propia condicin, son llamados a desempear la misin que Dios encomend cumplir a la Iglesia en el mundo2.

    La vocacin de cada uno surge del llamado de Jess y de la fuerza e inspiracin del Espritu de Dios para llevarla a cabo. Es decir, nadie se puede dar a s mismo el mandato de la misin, sino que tiene que ser enviado por Dios a hablar y actuar en virtud de la autoridad de Cristo.

    Es por eso que quien da certeza y garanta a las vocaciones y a los envos misioneros es el Obispo, ya que sobre l recae directamente la responsabilidad de la Misin, porque los Apstoles mismos, en quienes est fundada la Iglesia, siguiendo las huellas de Cristo, predicaron la Palabra de la verdad y engendraron las Iglesias. Obligacin de sus sucesores es dar perpetuidad a esta obra para que la Palabra de Dios sea difundida y glorificada (2 Tes 3,1), y se anuncie y establezca el Reino de Dios en toda la tierra3.

    1 Ad Gentes, 282 Catecismo de la Iglesia Catlica, 8713 Ad Gentes, 1

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    Por eso, toda accin misionera, todo trabajo a favor de las misiones y toda iniciativa misionera, debe estar en comunin con el Obispo, quien acta in persona Christi Capitis, es decir en persona de Cristo como cabeza del cuerpo de la Iglesia. Los Papas han sido especialmente responsables de conducir la misin de la Iglesia, ya que adems del mandato misionero, tienen en san Pedro y san Pablo, los modelos de pastor enviado a las naciones a predicar y ser testigos (mrtires) del Evangelio.

    A lo largo de la historia de la Iglesia han surgido innumerables vocaciones especficamente misioneras, por citar solamente a dos, quienes adems son patronos de las Misiones: San Francisco Javier y Santa Teresita del nio Jess. Ambos, con vidas completamente diferentes, pero igualmente entregadas radicalmente al Evangelio, consagraron su persona a la Misin Ad Gentes.

    Adems, han brotado vocaciones y carismas enfocados a la cooperacin y animacin misionera. As, con Paulina Jaricot, Mons. Forbin Janson, Estefana y Juana Bigard, y el P. Paolo Manna, fundadores de las Obras Pontificias de la Propagacin de la Fe, de la Santa Infancia, de la Obra de San Pedro Apstol y de la Pontificia Unin Misional respectivamente, trabajaron no como misioneros, sino a favor de las misiones, muchas veces en situaciones de tremendos conflictos sociales, que imponan retos an ms grandes. Ellos buscaban que todo el Pueblo de Dios, desde los nios hasta los ministros ordenados, tengan presente siempre su compromiso misionero y ayuden, desde su estado de vida especfico, a la obra misionera de la Iglesia.

    Hasta el da de hoy, el Seor sigue suscitando vocaciones y carismas que, ante las nuevas realidades, muchas veces adversas y contrarias a la Iglesia, respondan adecuadamente a la Misin Ad Gentes.

    Dar y recibir

    Porqu una persona puede sentirse llamada a salir de su tierra y dar todo de s a favor del anuncio del Evangelio? Qu hace que deje a sus seres queridos, a la seguridad que brinda el hogar, y lo lleve a amar a extraos, en una tierra extranjera, con otro idioma y costumbres? No es ciertamente el anhelo de aventuras, o la curiosidad por lo nuevo y desconocido, ya que eso podra hacerlo de muchas otras formas que no impliquen un compromiso con el Evangelio.

    Lo que anima a un misionero es lo mismo que anima a cualquier cristiano, la dinmica de amor, servicio y generosidad que nos ensea Cristo en el Evangelio. La novedad de Jess es que nos presenta a Dios como Padre, y por eso, muestra a un Dios amoroso, servicial y generoso con sus hijos. Si pues, vosotros, siendo malos, sabis dar cosas buenas a vuestros hijos, Cunto ms vuestro Padre que est en los cielos dar cosas buenas a los que se las pidan!4

    Esta conviccin de tener como Padre a un Dios de amor y generoso implica imitarlo para ser verdaderamente sus hijos Pues yo os digo, Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir el sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos5. Es decir, para vivir como hijos de Dios, es necesario convertir la propia vida en don, as como Dios, que es bueno y generoso con todos los hombres. Ser hijos de Dios es amar a todos, incluso a los enemigos, y rogar por todos, incluyendo a los perseguidores.

    4 Mt 7, 115 Mt 5, 44-45

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    Est dinmica del cristiano contrasta con la dinmica del mundo material y biolgico, la cual, es ms bien egosta; para sobrevivir y perpetuarse es necesario tomar, arrebatar si es preciso, de tal manera que la vida de los dems aparece como secundaria en relacin a la propia.

    En este sentido, todo discpulo de Jess, est llamado a superar el egosmo natural y vivir de una nueva manera, en la que sus palabras y acciones, pero sobretodo su vida, se conviertan en don para los dems. Y todo esto no con una actitud de sufrimiento o de pena por sacrificarse por los dems, sino con la conviccin de saber que lo que damos no es nuestro sino que nos viene de Dios, y la alegra de actuar imitando a este Dios generoso Mayor felicidad hay en dar que en recibir6.

    El misionero ampla los lmites de su fe

    El misionero, al igual que todo cristiano, entra en la dinmica de imitar a Dios Padre, entregando su vida generosamente al servicio del Reino. La diferencia es que ha ampliado los lmites de su fe, es decir, ve ms all de las necesidades de su entorno cercano, ms all de lo que est en sus posibilidades sin tener que renunciar radicalmente a su vida, y desarrolla una visin universal de la Misin en la que incluye a los lejanos, y gustosamente ofrece su vida para servirlos.

    As aparece en las palabras del Santo Padre Francisco que nos dice respecto a los misioneros: Vivir en este aliento universal, respond