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    As fue. O as lo recuerdo, que es lo mismo que si hubiera sido, por-que quin va a jugar con mi memoria ms que yo mismo? Supongoentonces que as fue y que fue en el verano.

    Los verdes asturianos brillaban en diecisis tonos y las casetas de laplaya relucan a la luz del sol, cosa que me importaba un bledo, porqueyo a diferencia de todos los dems gijoneses no era un fetichista delverano y To me haba puesto sobre la mesita de noche las novelas deSalgari que me faltaban, a saber: El capitn Tormenta, El Len de Da-masco y La galera del Baj. Yo estaba saliendo de la larga letana deenfermedades de primavera: anginas, gripe, paperas. Para ese momentohaba tenido de todo un par de veces al menos y estaba experimentandovolver a tener algunas de las que se tienen solo una vez, como la es-carlatina y las paperas, para tener ms tiempo para leer en lugar de per-derlo en el cole. Para aquella poca de mi vida yo haba ya descubiertoque la escuela interrumpe la educacin y no estaba dispuesto a permi-tir que la Aritmtica o las Ciencias Naturales me jodieran las lecturas deSalgari, Verne, Zvaco y Karl May. Pero pap a su vez haba descubier-to la razn de mis frecuentes enfermedades. Lo haba descubierto yencontrado una frmula de contraataque:

    Si no te enfermas te regalo todos los Guillermos de Richmal Cromptony El ltimo de los mohicanos.

    La oferta era tentadora. Mientras decida el rumbo de mi futuro,decan que era el verano y yo tena frente a m al capitn Tormentasitiado en Famagusta bajo el cruel bombardeo de los turcos, que a decirde mi to Pepe, eran como falangistas de la antigedad, y a decir deRodrigo Artime, gran amigo de mi padre, eran antiguos, porque mito Pepe era muy anarquista y Rodrigo Artime pensaba que el mundo sehaba iniciado en Florencia durante el Renacimiento.

    Y el capitn Tormenta era la hostia, sala y retaba a los turcos asingular combate y duelo, y tena una estocada secreta de gran efectivi-

    PACO IGNACIO TAIBO II

    Los blancos pechos del capitn Tormenta

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    dad y mortal resultado, que no se explicaba muy bien al principio del libro. Y haba un tipo que andabahusmeando en su vida, un capitn que me parece que era polaco, cristiano y polaco, o sea de lossuyos, pero que estaba siempre dndole la lata y fanfarroneando. Y de repente lo hieren y al quitarle lacota de malla, y el casco y todos los hierros con los que se tapaba, coo, era mujer. Era nia, no nio.Y aunque en el libro no se deca que se le vieron las tetas. Uno as se lo imaginaba.

    Momento de profunda reflexin. El capitn Tormenta era nia. Y devorando pginas hasta el amane-cer, bajo las sbanas y con linterna, y luego mi mam deca que este nio est atontado, bajo el solescaso del Gijn del verano en los merenderos, y mi ta Sara que debera sospechar que yo a mistiernos ocho aos me la estaba sacudiendo con exceso de frecuencia, cosa por dems calumniante,deca que lo que pasaba era que yo estaba medio apijotado.

    Y El/La capitn/a Tormenta haca de todo, era lo ms valiente del mundo mundial y luego se casabacon un turco que era renegado, pero turco. A lo que to Ignacio deca que esos eran los mejores, losrenegados, como Galileo Galilei, de quien yo an no haba ledo nada, pero tomaba buena nota de unnombre, Galileo Galilei, renegado, que despus llegara a mis manos tomado de la mano de BertoltBrecht.

    Y el capitn Tormenta era nia, deca aquel yo admirado, en aquel verano gijons inmerso en lasmedias palabras y las autocensuras del franquismo y un sol escaso que apijotaba y en mis frustradosintentos en la cocina de casa por reproducir la estocada secreta, armado con una badila que se usabapara remover los rescoldos de un brasero bajo la mesa camillla y que me fue retirada por peligrosa ysustituida por ta ngeles por una escoba recortada. Y dos fintas de frente, torsin, a fondo, giro y amatar para clavrsela al enemigo por la axila, en el hueco que quedaba entre el brazo y la armadura.Estocada de origen veneciano que Leonor de boli haba aprendido con un maestro suyo, que segnto Pepe era cojonudo y no poda ser falangista y que segn Rodrigo Artime era un fino artistaveneciano. Una estocada que hoy en da calificara como sobaquera.

    Y tuvo que ser bajo la brutal embestida feminista que signific en mi vida la entrada de la capitanaTormenta, que apareci el sexo.

    Mam me haba secuestrado de mis sesiones de lectura y me haba llevado a la playa sin libros, conmis amigos y sus mams, o sea sus amigas, y formbamos una troupe jolgoriosa, con cubos y palasy pelotas. El agua estaba helada y despus de mojar las puntas de los dedos del pie, para demostrar queyo era un hombre sin prejuicios, estaba practicando la estocada secreta mientras era el portero en unpartido de ftbol en el que afortunadamente todo suceda en la portera de los contrarios, cuandomam al grito de Pacoignacn, nombre que me ha perseguido desde entonces hasta nuestros das, sinque merme en exceso mi decoro, me mand a la caseta por una tortilla de patata. Dej la portera asabiendas de que nada poda suceder en mi ausencia y vagu hacia la caseta donde solamos dejar ropay comida a buen resguardo. Esto de las casetas, que alegran multicolores una esquina de la playa deGijn, debera tener un origen decimonnico, puritano y aunque yo no lo saba, marcaba la diferenciaclasista entre el oriente de la playa y el occidente, donde la gente se cambiaba la ropa de calle usandouna toalla gigante para cubrirse, o se marchaba para casa con el culo lleno de arena y el traje de baobajo los pantalones.

    La puerta de la caseta estaba cerrada por las cintas habituales, pero no le di mayor importancia,porque solamos cerrarla para que ningn perro abusador se comiera las tortillas, de tal manera quealc una esquina y me col.

    El cielo se abri ante mis ojos.Ah estaba la madre de dos de mis amigas, pequeajas ellas, con el traje de bao a la cintura y dos

    enormes pechos blancos y relucientes al aire libre. La mujer se haba ceido la parte inferior de un traje

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    de bao verde esmeralda, an no suba la superior y los tirantes colgaban mientras miraba hacia elsuelo buscando musaraas en la arena. Alz la vista y debi sorprender mi adoradora mirada, porquesin decir nada se cubri los pechos con los brazos mientras un enrojecido yo, piel roja roja, comoWinettou, musitaba algo absurdo, tomaba la tortilla y volaba hacia la portera, de donde mi madre mefue a rescatar poco despus, preguntndose por qu su hijo estaba tan absolutamente apijotado quehaca de portero con un platn con una tortilla de patata en la mano.

    A duras penas logr arrancarme la tortilla, que yo defenda como si fuera el baln nunca llegado. Yopensaba en los gloriosos pechos de la madre de las pequeajas, que eran, tenan que ser, ni un centme-tro cuadrado de piel menos, como los del capitn Tormenta.

    Al final del verano debido a mis frecuentes faltas, al volver al colegio fui a dar a los ltimos asientosde la clase, porque los primeros se reservaban a los que tenan buenas notas, y compart una banca detres, un pupitre gigante, con Caraculo, llamado as por sus enemigos, porque le haba mordido la caraun burro y le haban injertado un pedazo de piel de la nalga en una de las mejilllas. Caraculo siempre sesentaba el ltimo y a su lado haban puesto a su nico amigo, un tal Fermn, delgado como caricatura,de nariz punzante como personaje de soneto de Quevedo, al que sus enemigos, que no faltaban, habanbautizado, por su cercana con Caraculo, como Carapijo.

    Lamentablemente ni Carapijo ni Caraculo, aunque jugaban bien al ftbol, estaban interesados en elcapitn Tormenta o su ayudante, el albans Moko, y su versin del sexo era ms bien primitiva y pocoinformada. La maestra insista en explicarnos la diferencia entre el dimetro, el radio y la circunferen-cia. Con tal cmulo de nefastas perspectivas decid que lo mejor que poda hacer en mi vida eraenfermarme. Y pesqu una hepatitis negra, que me permiti leer los Pardailln completos, sin estorbos.

    As lo recuerdo, creo.Y s, ahora, casi cincuenta aos ms tarde, que mi talante igualitario y profeminista se gest aquel

    verano de El capitn Tormenta, que habra de ser confirmado en otro verano, el del 68, durante la granhuelga universitaria mexicana. Y que los intocados e impolutos pechos de las mams de mis amigos deinfancia, son el botn comn de la memoria de los novelistas, que bien saben que comparten con suslectores los amores por ese territorio comn que es la nostalgia de la infancia. c

    DESBEL LVAREZ (Cuba, 1982):Cul es tu imagen?, 2008-2009.Litografa, 560 x 760 mm c/u.Ed 6/6

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    Esa sensacincmo llamarla?ntima adivinatoriaque anuncia al poema

    Que emergecomo un buzovuelto de lo oscurocon quin sabe qu tesorosen las manos

    Ese instante an sin formarse impberque hay que atrapar al vuelopara no perderlo

    Ese sentidoextrao inesperado vivoque con fervorse abraza a las cosas familiares

    Esa luz conversaese verbo sumisoa los reflejos al rapto

    esa porcin conquistadade algo inexplicable

    convertida al finen logro msica existencia cierta

    Ese guante encontrado

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    Esa vigilancia del otro que llega con los aosno para extasiarse como antes en su belleza

    (en la estrechez de las caderasla bulbosidad de los labios o el pezn erguido)

    sino para advertir con cautela y miedolas seales del tiempo

    Esa mirada de msReprobatoria Poco indulgenteque el da a d