Letra errante n° 8
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Índice
5. Editorial
6. La fertilidad amorosa en “Doña Josefita”
-Por Brenda Edith Lima Dimas
10. La Palabra y el poeta: “Gustavo Adolfo Bécquer” “Alejandro Ariceaga”
12. El Extranjero: Joaquín García Monge, la viva voz de un pensamiento latinoamericano.
- Por Brenda Edith Lima Dimas
16. Juan 1:1
- “Al contemplar el amor” por Chinita de Mao
- “Zozobra” por Ramón Alcabú
- “Braulio” por Luz Pulido
- “Michelle, mi vida” por Ewald Meyer
22. Al son del Poeta: DOWN
- Por Alicia Díaz Rojas
24. Comentarios acerca del Romanticismo
- Por Miguel Ángel Montoya Casasola
32. Inventario
34. Juan 1:1
- “El humilde de Asís” por Jorge Eliécer Triviño Rincón
- “Naufragio anunciado” por Alicia Aguilar
- “Seducción” por Arcadio Urpí
40. Conversando de… Cuando el amor se desencuentra
-Por Evelyn Garfias Varela
42. Ecos del cine
46. Juan 1:1
- “Sus últimas consecuencias” por Gilberto Arvizu Morales
- “Hoy” por Mahi Regulus
- “Mi Querido Seductor” por Rómulo G.
50. Epístolas
54. La ciudad de humo
-Por Miguel Ángel Montoya Casasola
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Directorio
Dirección General:
Alicia Díaz Rojas
Dirección de Redacción:
Alicia Aguilar Becerril
Dirección de diseño:
Miguel Ángel Montoya Casasola
Dirección de publicidad:
Brenda Edith Lima Dimas
Redactores:
Guadalupe Montserrat Echeverri Tenorio,
Miguel Ángel Montoya Casasola, Alicia
Díaz Rojas y Alicia Aguilar Becerril, Brenda
Edith Lima Dimas, Evelyn Garfias Varela.
Colaboradores:
Chinita de Mao, Ramón Alcabú, Luz
Pulido, Ewald Meyer, Jorge Eliécer
Triviño Rincón, Arcadio Urpí, Gilberto
Arvizu Morales, Mahi Regulus, Rómu-
lo G.
“Declaración de amor” de Sergey Solomko
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Editorial
“Muero de ti, amor, de amor de ti. De urgencia mía de mi piel de ti,
De mi alma de ti y de mi boca” Jaime Sabines
E l hombre es el único homínido que cree en utopías y justifica miles de actos bajo esa quime-
ra, de todas, la menos realizable y difícil de conquistar; la gran productora de frustraciones y desolaciones;
la fuente de inspiración a poetas y trovadores; al concepto que ni Jesús en su vida de hombre rechazó;
aquel motivo por el cual la belleza existe; el siempre eterno fantasma y siempre extinta realidad: el amor.
El amor vuelve al hombre susceptible, lo devora y lo atrapa en los cielos infernales más propios de
su alma. Al enamorarse el hombre se abre al otro y permite la entrada a su individualidad y se vuelve sus-
ceptible al dolor, a la tristeza, a la nostalgia, al anhelo de poseer al ser amado. La posesión buscada va más
allá de dos cuerpos que se abrazan bajo el deseo, es buscar su trascendencia a través del otro; sin embargo,
esta indagación trae consigo momentos de dolencia, de frustración y de búsqueda constante del otro que
complemente esencias completas.
El juego del amor es tan complejo que implica un gran heroísmo para quien decide aventurarse en
sus laberínticas emociones, las destrucciones de sueños e idealizaciones atribuidas al otro llevan al hom-
bre a naufragios en su vida. Poder definir el amor se logra sólo a través de imágenes, de metáforas, de
comparaciones, de paradojas; entonces y sólo entonces a través de la poesía el hombre encuentra una de-
finición del amor. El amor es la poesía que envuelve a la vida en una capa de azúcar y de espinas que pro-
vocan cicatrices eternas.
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La fertilidad amorosa en “Doña Josefita”
E l ser humano manifiesta una serie de energías
que se exponen en su composición orgánica; el cuer-
po y los sentimientos se conjugan para expresar el
sentir del hombre. Por otro lado, es individualidad y
especie, la manera en que se disponen sus reaccio-
nes afectivas e impresiones sobre su entorno se con-
figuran de forma particular para que sean destinadas
a “alguien-más”.
El individuo tiene una necesidad inevitable de
estar y ser con el otro, su mismo lenguaje se cons-
truye para establecer contacto con su medio, a través
de éste expone y establece contacto con los demás; a
través de sus acciones busca reconocimiento como
particularidad sobre una comunidad, pero es que a
través de sus experiencia afectivas agradables/
desagradables interactúa de manera paralela y sin-
Sed como una lámpara para vosotros mismos. Sed vuestro propio sostén.
Asíos a la verdad que existe en vosotros Como si fuera la única lámpara.
Buda.
“Hombre y mujer” Edvard Munch
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gular con su especie, por medio de éstos se alimenta
su quehacer y motivaciones existenciales.
La fuente que genera los diferentes matices
emocionales y perceptivos en el hombre se define en
una dupla de pulsaciones: Eros y Tánatos, no se pue-
de hablar, crear, expresar, definir, hacer, reaccionar,
sentir la pulsación de Eros sin que la pulsación de
Tánatos se manifieste; ambas nacen del mismo cos-
tado del ser humano, ambas se nutren de las misma
acciones, pasiones, deseos, inquietudes, sensaciones
que éste presente, ambas instigan, son motivaciones
en el hacer del hombre; sin embargo, una de ellas
pugna por destacar en la actividad humana, el indi-
viduo incesantemente desea que una de ellas, la pul-
sación de Eros, el Amor, sea la que rige sus accio-
nes; la paradoja es que Tánatos , la Muertte, inevita-
blemente, con mayor frecuencia se hace presente.
Erich Fromm en Ética y Psicoanálisis define
el Amor como un sentimiento muy específico […].
El Amor genuino está arraigado en la productividad
y por eso podría ser llamado propiamente “Amor
productivo” (Fromm, 1953)
Nerys Felipe, en su cuento “Doña Josefita”
presenta a Doña Josefita una mujer que era “muy
feliz” (Felipe, 1957). La felicidad favorece la recep-
ción e interpretación positiva de los diversos estímu-
los, se motiva por el logro exitoso de los objetivos
que se pretenden, hay la congruencia entre lo que se
desea y posee por lo que incrementa la capacidad
para disfrutar de diferentes aspectos de la vida, ge-
nera actitudes positivas hacia uno mismo y los de-
más, favorece procesos cognitivos y de aprendizaje,
explica Mariano Chóliz Montañés en su estudio Psi-
cología de la emoción. El proceso emocional.
La felicidad, hija del Amor, es una experiencia
afectiva agradable; en Doña Josefita, como persona-
je, se interpreta una actitud positiva hacia los demás
en el sobrenombre que recibe por parte de sus sobri-
nos, hijos de su hermana Inés: Mamá Chefa. El sus-
tantivo mamá es definido en cuanto que el amor ma-
terno tiene su esencia en el cuidado y responsabili-
dad, señala Fromm, no depende de condiciones que
deba reunir el niño a fin de ser amado , es incondi-
cional, basado únicamente en la respuesta de la ma-
dre ante las necesidades del niño; la madre opera en
función de procurar y proveer de lo necesario al ni-
ño sin esperar de él algún tipo de honorario o inter-
cambio, al ser llamada “Mamá” por sus sobrinos y
conocer que era “feliz” se percibe que Doña Josefita
se rige por la pulsación de Eros.
Erich Fromm
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El concepto de Amor definido por Erich Fromm es
entendido como un sentimiento que se caracteriza
por el cuidado, la responsabilidad, el respeto y el
conocimiento; es una actividad productiva:
La responsabilidad no es un deber impuesto a uno desde afuera, sino mi respuesta a algo que siento que me concierne. Responsabili-dad y respuesta tienen la misma raíz, respon-dere= “responder”, ser responsable significa estar dispuesto a responder […] Amar a una persona productivamente implica cuidar y sentirse responsable de su vida, y no única-mente de su existencia física, sino del creci-miento y desarrollo de todos sus poderes hu-manos, […] implica trabajo y cuidado y la responsabilidad por su desarrollo […]. Res-peto indica –de acuerdo con la raíz de la pa-labra (respicere= mirar a) − la aptitud para ver una individualidad y singularidad. […] La razón, su función es conocer, entender, captar y relacionarse con las cosas por medio de la comprensión. (Fromm, 1953)
El cuento “Doña Josefita” muestra dos momentos
etapas importaste en el personaje principal, una
cuando vivía con sus sobrinos y su hermana Inés,
etapa en la que Doña Josefita es feliz, sin embardo,
surge otra, la etapa en la que mueren sus sobrinos a
causa de una epidemia de tifus, dicho suceso origina
en ella una tristeza profunda. La tristeza desciende
de Tánatos, suscita por la separación/pérdida físi-
ca, psicológica de lo amado, ocasionada por situa-
ciones de indefensión, ausencia de predicción y con-
trol, es la valoración de pérdida o daño que no puede
ser reparado, es característico de la depresión, pro-
voca la valoración de otros aspectos de la vida que
antes de la pérdida no se les prestaba atención, co-
munica a los demás que no está bien, así como apa-
ciguamiento de reacciones de agresión por parte de
los demás, empatía; hay pérdida de energía, desáni-
mo, melancolía, desaliento; menciona Chóliz en Psi-
cología de la emoción. El proceso su estudio
Doña Josefita expresa su tristeza cuando el narrador
enuncia: doña Josefita se volvió loca, y no sólo se
vistió ella de negro, sino que les quitó a las cinco
“Mujer indígena Hilando”
Diego Rivera
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camitas las sobre camas alegres hechas por Inés
con retacitos de colores, y las vistió con sábanas
negras. (Felipe, 1957) Se manifiesta su tristeza en su
actitud y la expresa en un color, el negro. Sin em-
bargo, dos personajes acuden a casa, de Doña Jose-
fita, Chungo y Locha, en donde cantan y su pena se
refugia en su corazón: las cinco penas grandes se
habían ido esconde que te esconde, hasta meterse
dentro del corazón de doña Josefita. (Felipe, 1957)
Doña Josefita retorna su actitud feliz: ya doña Jose-
fita daba clases, era maestra. […] era la mejor de
todas, la que quería a los niños de su aula como si
fueran sus hijos. (Felipe, 1957)
Todos los hombres necesitan de ayuda y dependen
unos de otros, la solidaridad humana es la condición
necesaria para el despliegue de cada uno de los indi-
viduos. Doña Josefita experimenta el Amor genuino
en cuanto que se vincula con los demás se da y en-
trega a los personajes que le rodean, es responsable
en cuanto que procura amor maternal a sus sobrinos
y alumnos, están dispuesta a responder a las necesi-
dades que éstos puedan tener; propicia el crecimien-
to intelectual en sus alumnos, pues bien esta es la
tarea de todo maestro, pero más allá de que se trate
de una mujer que no se casó y no tuvo hijos propios
experimenta el Amor. En la vida, como tal, la esen-
cia del amor es trabajar por algo y hacer crecer ese
algo, que el amor y el trabajo son inseparables, se
ama aquello por lo que se trabaja y se trabaja por
aquello que se ama, luego entonces, doña Josefita
ama la vida, la transmite en las acciones afectivas
hacia los personajes que le rodean; ejerce su labor
de maestra con suma calidad, aquello que se realiza
con amor se refleja en el desempeño de cada acción
y ella crece en el aspecto profesional, pues asciende
a directora.
Sin embargo, a diferencia de algunas declaraciones
populares sobre señalar al Amor como una acción
irracional o que se ama cuando uno está ciego, si-
guiendo el concepto de Fromm, al señalar que el
Amor está relacionado con la razón y el conocimien-
to sugiere que aquello que uno ama precede de la
actividad racional de la cual se define el hombre, es
decir, de la capacidad de comprensión en cada una
de las cualidades intrínsecas del objeto amado, así
como de las formas y funciones en sus diferentes
aspectos existenciales, lo ideal es que el Amor se
establezca en las relaciones humanas, los humanos
se aman entre sí, dicha proposición no está demás
señalarla, bien se aman a humanos, seres que se
comportan de forma inadvertida, son imprevisibles.
La razón no está separada del Amor, todo lo contra-
rio, amar implica el conocimiento de lo amado, el
conocimiento tal cual es el objeto amado, no aque-
llo que el que ama llega a suponer o idealizar. El
conocimiento, la responsabilidad, el respeto y el cui-
dado permiten obtener ese sentimiento genuino y
tener una fértil y productiva existencia.
Brenda Edith Lima Dimas
Toluca, México.
BIBLIOGRAFÍA
FROMM, ERICH. “El amor y el pensamiento pro-
ductivo”. Ética y psicoanálisis. Fondo de Cultura
Económica, México, 1953, pp. 110-121.
CHÓLIZ MONTAÑÉS, MARIANO. Psicología de
la emoción. El proceso emocional. (2005) Departa-
mento de Psicología Básica, Universidad de Valen-
cia.
FELIPE, NERSYS. “Doña Josefita” en Cuentos de
Gaune, Casa de las Américas, Cuba, 1975, pp. 82-
83.
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La palabra y el poeta
Cendal flotante de leve bruma,
rizada cinta de blanca espuma,
rumor sonoro
de arpa de oro,
beso del aura, onda de luz,
eso eres tú.
¡Tú, sombra aérea, que cuantas veces
voy a tocarte te desvaneces.
Como la llama, como el sonido,
como la niebla, como el gemido
del lago azul!
En mar sin playas onda sonante,
en el vacío cometa errante,
largo lamento
del ronco viento,
ansia perpetua de algo mejor,
eso soy yo.
¡Yo, que a tus ojos en mi agonía
los ojos vuelvo de noche y día;
yo, que incansable corro y demente
tras una sombra, tras la hija ardiente
de una visión!
Gustavo Adolfo Bécquer
Rima XV
11
C orres a la iniciación del día. Descubres tu verbo y te santiguas al hallar el significado de perder. Perdiste.
Por eso corres la cortina y la contemplas: desnuda aún de la reciente noche, se pasea por su habitación que
presupones húmeda y olorosa/ imaginas, ese olor suyo/. Recuerdas el contorno suave, fresco, oloroso de su
vientre. Caracola, piensas, donde empalmé mis manos: conchanácar, piel-de-niño, gamuza / y sientes que
vuelves -con la sola contemplación a través de tu ventana- a tocar esa carne que se descorre en pequeños gra-
nitos por los contornos: sus pechos, piensas, recuerdas, abrigados por estas manos que hoy sostienen la corti-
na / y repites el sabor de tu saliva, hoy sólo la tuya, sin la de ella; pero imaginas el gusto conjugado en tantos
encuentros de sus labios con los tuyos que ahora soplan calor a los cristales y añaden otra cortina, opaca: som-
bra, piensas, fantasmas, alegoría, aparición, quimera / la contemplas contemplarse ante su espejo. Imaginas
que ella sienten (sic) el frío que tú sientes hoy, esta mañana transparente que inicias sin ella, como desde hace
ya dos semanas / y alcanzas a verla repetida en el espejo: dentro de él, como dentro de ti entonces, los labios
conjugando las palabras, los muslos fundidos, ella fusible / rememoras ese calor / las miradas en una apoyan-
do cualquier palabra que no recuerdas ahora / Un temblor te invade cada centímetro de tu cuerpo, se te empa-
ñan los ojos y miras que ella se desvanece más, que se te escapa. Solsticio, ocaso / ya no soportas esas ganas
de gritar y golpearte contra el mundo. Sientes que las lágrimas se precipitan / ¿Cómo? ¿Tú no lloras? Crees
que tienes un ápice de raza, de ese machismo que aprendes de tus gentes. No logras contener las lágrimas que
te surcan la cara y tiemblas más, gimes, pierdes toda la visión que tienes de ella / Eso te taladra, te parte/ ella
deja de ser silueta, sombra, fantasma: se opaca totalmente / luchas por retener algo de ella que se pierde sin
que tú logres traspasar el cristal tuyo, el de ella, el de su espejo que ya no ves, pero que imaginas tu derrotista,
tu vencedor; te piensas pendejo, animal, te compadeces a ti mismo y lloras más que nunca en silencio, mien-
tras observas que desaparece tu cortinas de vaho y penetras nuevamente en su recámara que amanece junto
con ella / todo sucede en un instante / ...ahora, te cercioras, ya no está en el espejo: queda el indicio que tu
imaginación pretende retener para siempre / gimes con todas las ganas que te quedan / ... antes de volver a tu
cama y adormecerte nuevamente piensas, sí, ya sólo me queda mirarla: igual todos los días.
Alejandro Ariceaga
Desde tu ventana
12
El extranjero Joaquín García Monge, la viva voz de un pensamiento
latinoamericano.
J oaquín García Monge es un escritor costarricense. Autor, en narrativa, de novelas cortas, relatos y cuen-
tos como El Moto, que tiene un carácter fundacional, ya que ha sido considerada por muchos como la
primera novela costarricense y, por lo tanto, el punto de partida de la literatura de ficción de este país. Figura
relevante de la cultura de Costa Rica, cuyas realidades y valores artísticos y políticos asumió como escritor,
maestro y dirigente; la tarea intelectual y artística se dirigió en salvar, enriquecer y engrandecer la sensibili-
dad, el pensamiento y la conciencia de Costa Rica e Hispanoamérica. Es una figura que representa la viva
voz de un pensamiento latinoamericano, a través de las páginas de su Repertorio Americano, revista que
creo, edito y público por un período de 50 años, se levantó la trinchera de las ideas que clamaban una defini-
ción de dicho pueblo y el rechazo de todo lo foráneo que perturbaba el desarrollo de su Identidad. Figura no-
table de la intelectualidad centroamericana durante la primera mitad del siglo XX.
Escritor e ideólogo de América Latina, hombre interesado por la cultura de su país, ya sea como
maestro, como dirigente político, como dirigente obrero, o como escritor donde siempre tuvo presente los
problemas sociales que aquejaban su pueblo; su voz fue denunciante, clarividente.
En 1912, en colaboración con Carmen Lyra y otros jóvenes pedagogos que compartían idéntico entu-
siasmo libertario, Joaquín García Monge intervino en la fundación del Centro de Estudios Sociales Germinal,
una organización de carácter político-cultural cuyo objetivo básico pasaba por difundir entre la clase obrera
de los grandes núcleos urbanos la literatura concebida bajo presupuestos ideológicos marxistas. Desde este
animoso colectivo, el humanista de Desamparados, lugar de nacimiento, contribuyó a una importante labor
de propaganda política progresista basada en la convocatoria de cursos y conferencias, así como en el esta-
blecimiento de aulas y bibliotecas populares; fruto de estos afanes pedagógicos fue la fundación en Costa
Rica, merced al impulso imprimido desde el Centro de Estudios Sociales, de la Confederación General de
Trabajadores (1913), así como la convocatoria, por vez primera en la historia del país centroamericano, para
la celebración, el día 1 de mayo de 1913, del Día de los Trabajadores. Con motivo de este evento, García
Monge pronunció en el Centro de Estudios Sociales Germinal una célebre conferencia que, bajo el título de
"A propósito del 1º de mayo", dejaba patente la independencia ideológica del joven pensador costarricense,
quien seguía mostrando un talante abiertamente ácrata dentro de una organización de marcado sesgo socialis-
ta.
Coincidía, pese a todo, con las causas comunes de toda la izquierda centroamericana de aquel mo-
mento histórico, entre las que sobresalían la defensa a ultranza de una identidad supranacional americanista
13
y, muy señaladamente, el furor antiimperialista dirigido contra la voracidad expansiva y colonizadora de los
Estados Unidos de América. En varios artículos centrados en las figuras de los grandes forjadores de la
identidad cultural y territorial hispanoamericana (como Simón Bolívar, José Martí o José Enrique Rodó).
Aún no había cumplido los veinte años de edad cuando, en 1900, comenzó a impartir clases en cali-
dad de maestro de escuela en San José, para significarse muy pronto como una de las jóvenes promesas de
la pedagogía en Costa Rica. Tanto fue así, que en 1901 recibió una beca del gobierno de su nación que le
permitía trasladarse a Santiago de Chile y graduarse allí en el prestigioso Instituto Pedagógico de Santiago,
donde asimiló no sólo las técnicas más avanzadas de la pedagogía de su tiempo y se acredita con la fama de
exaltado anarquista al comulgar con algunas de las ideas libertarias y progresistas que habrían de confor-
mar pronto su decisiva entrega en pro de la justicia civil, la libertad y la defensa de la verdad.
Joaquín García Monge y sus compañeros de aventura literaria había dominado en la escena libresca
costarricense la que puede ser considerada como la primera generación autóctona de escritores de la nación,
constituida por algunos autores tan señalados como el poeta Aquileo J. Echeverría, el narrador costumbrista
Manuel González Zeledón, y, entre otros nombres señeros, José María Alfaro Cooper, Carlos Gagini, Ricar-
do Fernández Guardia y Jenaro Cardona. Estos autores, crecidos durante el período de consolidación de la
identidad nacional, contribuyeron con sus acuerdos y discusiones a sentar las bases de lo que después sería
estudiado como los primeros vagidos de la literatura estrictamente costarriqueña.
Los primeros relatos de Joaquín García Monge, difundidos entre las páginas de periódicos y revistas
hacia 1898, es decir, cuando el joven escritor de Desamparados sólo contaba diecisiete años de edad. Se tra-
ta de una serie de cuentos de corte costumbrista, antes de haber cumplido la veintena, dio a la imprenta dos
novelas que hoy ocupan un lugar de honor entre las piedras sillares de la moderna narrativa centroamerica-
na. En la primera de ellas, titulada El Moto. La novela Hijas del campo atiende temáticas sociales donde
hace evidente el enfrentamiento entre la masa campesina y los grandes terratenientes, construida bajo la
influencia palmaria del natura-
lismo de Zola, es un canto do-
lorido y amargo a la degrada-
ción del ser humano tanto en el
ámbito agrario como en las
grandes urbes que surgen a me-
dida que va cobrando auge el
liberalismo capitalista; un agrio
lamento ante un imparable pro-
ceso de deshumanización en el
que las clases menos favoreci-
das parecen condenadas, desde
su estado de marginación ini-
cial, a perecer en las más diver-
14
sas modalidades de la corrupción (delincuencia, prostitución, etc.). Hijas del campo supuso, en definitiva, un
sonoro aldabonazo contra ese idealismo costumbrista de los escritores de la generación precedente, que inten-
taban reflejar sobre el papel un mundo ancestral e inamovible en el que la fingida armonía parecía impedir
cualquier asomo de conflicto social. Produce cuentos donde se alejaba de todas sus propuestas estéticas ante-
riores para ir de lleno al interior de cada personaje, después de haber partido de la anécdota que protagoniza, el
suceso permite dar lugar al proceso introspectivo de voces marginales que quieren clamar por esa justicia
social que constituyó el eje en torno al cual giró siempre no sólo la obra, sino la propia peripecia vital de su
animoso autor, entre los cuales se destaca “La mala sombra”.
Brenda Edith Lima Dimas
Toluca, México.
La mala sombra
Sembrábamos entonces unos frijoles invernizos. Proceso Vega se llamaba mi compañe-
ro. Éramos vecinos y amigos. Al igual de otras veces aquella habíamos conversado poco.
Algo ya me había contado Proceso de por qué se casó con Juana y no con otra muchacha
que de joven había conocido primero y querido mucho. De pronto nos interrumpieron
unas voces que venían de la calle:
−−Proceso, aquí está el Cholo.
Miramos a la cerca. Hablaba un tío de Proceso, un viejito pálido de grandes bigotes gri-
ses y expresión triste.
Recuerdo que Vega cesó repentinamente su tarea y creo que se marchó sin decirme nada.
A poco vi que se dirigían los tres a la casita de Proceso y que iban profiriendo voces de
sorpresa y alegría.
Más tarde volvió Proceso. Contento, locuaz, como raras veces lo había visto así.
Por él supe entonces que el Cholo era un hermano de Juana, hermano único. Ausente por
muchos años, ya le creían muerto. Tanto, que rara vez se acordaban de él. Venía de Gua-
temala. Muy flaco, muy pálido, muy enfermo, muy pobre. Juana había llorado al recono-
cerlo.
Siguió haciéndome recuerdos de mocedad. Me contó que en su tiempo, en el barrio, na-
die aventajaba al Cholo en las pescozadas. Ahora el Cholo poseía, para Juana, Proceso y
todos los suyos, la seducción del que ha estado ausente muchos años del hogar.
15
Sentado al anochecer de aquel día en el corredor de mi casa. Pienso en Proceso, mi ami-
go y mi vecino. Y le oigo –como otras veces− picando el pasto de las vacas, allá en su
casita, al pie de la cuesta, junto al riachuelo. Cetrino, algo corvetas, así es Proceso. Po-
bre, irritable, labriego laborioso y bueno.
Tiene tres vacas, que pastean por las callesitas y que le ayudan a vivir con la escasa leche
que dan y que él vende. Eso, los jornales y la casita es cuanto posee.
Ahora le oigo: vocea a las vacas voraces y con sus palabras agría el anochecer gris, nu-
blado y triste.
Ahora nos hemos vuelto a ver y trabajamos juntos. Ha transcurrido un año. Para mí casi
está lo mismo. De nuevo sembramos frijoles invernizos.
Proceso ha pasado días amargos. Murieron las vacas y murió también la hija menor.
Para comprar unos bueyes, hipotecó la casita. Con los bueyes se hizo bueyero urbano.
Malos tiempos, trabajo escaso. Días hubo en que no ganó ni para el sustento de los ani-
males.
Y luego, la enfermedad suya y el deshacerse de los bueyes para pagar gastos de médico.
Y lo peor: la tartamudez que le quedó a ratos.
−− ¿Y qué le parece?, toda esta tuerce me viene desde que llegó el Cholo a la casa. Por-
que el Cholo nos ha traído la mala sombra. ¿Sabía, don Joaquín? Y de eso nadie me saca.
Así decía el pobre Proceso, entre enternecido e irritado.
Y esto era cierto: que el Cholo debía una muerte allá en Guatemala, la de un compañero
de trabajo en los ferrocarriles, y fugitivo, había venido a asilarse en casa de su hermana.
Y mientras él viviera con ellos, las desventuras no cesarían de perseguirlo.
−−Y lo verá, don Joaquín. La casita se perderá también, porque estamos salados.
El Cholo en vano había buscado trabajo y prometió irse. ¿Y cómo despacharlo?
Transcurrieron los días implacables, de mal en peor. Proceso ha resuelto irse. ¿A dónde?
−−A las Mesas, con la mujer y la hija. Allí hay leche, frijoles y trabajo. Ahí quedan la
casita y el solar. Que se los cojan por lo que debo.
−− ¿Y el Cholo?
−−Ahí queda también. Que él se las componga como pueda.
Pero el curso de la vida sigue su propio y misterioso destino. ¿Al fin se fue Proceso Vega
a las Mesas? No se fue, porque un día de tantos murió quebrantado de sufrir.
¿Y qué es ahora del Cholo, de la casita, de Juana, de Baltasara –la hija−?¡Sólo Dios sa-
be!
Joaquín García Monge
16
Juan 1:1
Al contemplar el amor
S oy un observador que se nutre cada día de ti.
Esta oportunidad que me das cada día… de proyec-
tar…al mundo eso que guardo, que, escondo que transfor-
mo en mi sombra…oscura, raída llena de monstruos.
Eres un espejo al que me he adaptado en cada posición, en todo
lo que necesites…lo tengo yo y todo lo que necesito lo tienes tú, y no
te das cuenta que cuando lo dejas de hacer, me vuelves sombra, por
el contrario me vuelvo luz…si me alimentas constantemente claro!…
es así… veo en ti lo que nunca tengo…
Cuando el huracán se encuentra desbordando las aguas de la
quietud…te contemplo amor y veo como lucho con el afán de mi ne-
cesidad de ti y tu atención…y me veo convertida contemplando la
paja en el ojo ajeno, cegándome mi propia viga, esa viga que llevo
dentro, y vuelvo a pensar..
Lo que no me gusta de ti, lo mejoro en mi…y eso hace que la
tempestad huya lejos y no se quede más oscureciendo, mi luz, tu luz.
Y te observo y te contemplo amor…veo mi realidad converti-
da, tú mi maestro y yo la alumna, y descubro con esto que la sabidu-
ría es tan sencilla, transmutar ese uno y ese otro al contemplar el
amor.
Ese todo que nos contiene y nos hacemos daño porque se trans-
forma en ego…
Ese todo que nos difama y nos revive porque sale transformado
en gratitud…
Es así cuando contemplo el amor.
No encajo en este mundo, y contemplo el amor y veo que el
silencio es el gran y verdadero amigo que siempre nos acompaña que
hace darnos cuenta de lo inconveniente y las oportunidades y evita el
drama…mientras contemplo el amor, noto su simpleza y noto que
huye…¿De Qué?...si está dentro…donde vayas….
Chinita de Mao
Quillota, Chile.
17
Zozobra
Si rompes corazón, rómpelo en serio
y quítale el aliento, y hazlo añicos.
Si rompes corazón, clávale picos;
no dejes nada vivo, ni el olvido.
Si rompes corazón quémalo todo,
aplástalo, desgárralo, nunca te tientes.
Si rompes corazón, clávale dientes,
asústalo, acobárdalo, nunca salvarlo intentes.
Si rompes corazón, amor, no me ames.
No prenderé el farol de mi ventana,
pues rompes corazón, Cariño, mi alma.
Tú rompes corazón pero mal roto.
Lo dejas con un brillo, una esperanza,
Dejas aquí un suspiro, una añoranza,
No planeas regresar; dejas la sombra
Mal vida al corazón, pura zozobra.
Ramón Alcabú
Oaxaca de Juárez, México.
18
Juan 1:1
S abíamos que se iba a quedar con Maria-
na porque era la más bonita de todas:
delgada, de trenzas gordas y buenas
piernas. Por eso todo el pueblo estuvo
hablando por meses de aquella fiesta en casa del
mayordomo cuando Braulio se robó a la muchacha.
Siempre lo encontrábamos al atravesar el atrio de la
iglesia antes del mediodía. Nos saludaba y seguía
caminando como si nada, aunque a nosotras nos
dejara con las piernas temblorosas y el corazón
zumbando.
Braulio llegaba con su tocadiscos y su bocina
a la casa de quien solicitara sus servicios. Como ya
tenía tiempo haciendo ese trabajo, sabía lo que le
gustaba a cada quien: por ejemplo, al mayordomo
le gustaban los danzones; al tendero, las polcas; al
sacristán, los jarabes; a la partera, los sones; y a no-
sotras, los boleros. Siempre nos complacía a todos,
a veces sin que se lo pidiéramos.
Vivía muy cerca de la casa, por eso escuchá-
bamos cuando se subía al sincolote a poner su boci-
na y le dedicaba canciones a Mariana. A mediodía
todas alcanzábamos a oír los boleros que ponía por-
que salíamos a lavar la ropa. En secreto envidiába-
mos a Mariana por tener un pretendiente que le de-
dicara canciones todos los días y porque era un
hombre con mucho trabajo siempre. Para Soledad,
Braulio era como ese pecado que nunca iba a poder
cometer, nos decía, cuando lo encontrábamos los
domingos a medio camino de la iglesia para oír mi-
sa. Las demás sabíamos que si ella hubiera querido,
habría distraído aunque fuera de vez en cuando a
Braulio, pero tal vez no estaba en su voluntad.
Para nuestras madres, Braulio era un hombre sin
muchas complicaciones porque sólo vivía con su
madre; para nuestros padres, la posibilidad de se-
guir preservando su nombre; para los mayordomos,
el elemento indispensable para las fiestas; para el
sacerdote, una entrada considerable de gratitudes
traducidas en limosnas dominicales; para los niños,
el padre joven que les daba a ganar unos pesos por
ayudarle a llevar sus cosas a las fiestas; para las
abuelas, un hombre con capital decente porque
siempre había quién lo alquilara. Pero para noso-
tras, las más jóvenes, él era como una tea ardiendo
en la noche: emitía una luz que podíamos seguir
mirando incluso con los ojos cerrados.
Ninguna de nosotras creía que fuera un hom-
bre feo, sino todo lo contrario. Su piel clara y ojos
aceitunados lo hacían muy deseable. Siempre con-
seguíamos ser invitadas a las fiestas donde él toca-
ba. Una vez el papá de Fortunata lo contrató para
festejar su aniversario de casado. Fortunata decía
que se la pasaba con los niños correteando a los pe-
rros. “Es un chiquillo haciendo travesuras todo el
tiempo”, nos dijo cuando llegamos a su casa y le
preguntamos por Braulio. Ya en la fiesta, de vez en
cuando ponía un bolero de esos que le dedicaba a
Mariana. A Soledad le relumbraban los ojos cada
vez que lo miraba mientras él se entretenía cam-
biando los discos.
Para las fiestas de septiembre, Mariana ganó
Braulio
19
el concurso, la coronaron como la más bonita del
pueblo y anduvo paseándose del brazo con su papá.
Nosotras veíamos cómo Braulio la seguía con los
ojos mientras ella avanzaba por las calles. A todas
nos dio una envidia innegable. Para Mariana, Brau-
lio era como un bote salvavidas que podía alejarla
de la casa paterna.
En la fiesta grande del pueblo, él iba a tocar a
la casa del mayordomo. Ese día se presentó bien
arreglado, con sombrero nuevo —lo supimos por-
que la de la sombrerería nos lo dijo. Braulio no to-
maba, pero la mamá de Mariana, como era la anfi-
triona, le estuvo ofreciendo tragos a cada rato. Nada
más veía su vaso vacío, inmediatamente se lo llena-
ba. Se rumoraba que no quería que se casara con su
hija.
A medianoche, cuando ya todos estaban bo-
rrachos, Braulio se acercó a nosotras y empezó a
sacarnos a bailar una por una. Lo veíamos como un
borreguito herido dando tumbos por el patio. Pensa-
mos que alguien nos estaba haciendo un regalo por-
que nunca bailaba con nadie en las fiestas. Todas
estábamos sentadas en el patio de la casa, esperan-
do bailar otra vez o que nuestros padres nos llama-
ran para irnos. Braulio ya había bailado con todas y
lo vimos atravesar el patio otra vez hasta nuestro
lugar. Se le veía en los ojos que venía por una de
nosotras, ya sabíamos por quién.
Se contó muchas veces en el pueblo esa fiesta
en casa del mayordomo, cuando Braulio se robó a
la que hoy es su esposa.
En la oscuridad él empezó a balbucear algo,
no se le entendía porque estaba borracho. Ya está-
bamos en su casa. De vez en cuando la luz de los
fuegos artificiales iluminaba el cuarto, se escucha-
ban los cohetes y la música desde la casa del ma-
yordomo.
—Mariana, yo la quiero a usted para que sea mi
mujer.
Para mí, Braulio era el niño que correteaba
perros, el que podía salvar mi vida, el pecado que
nunca iba a cometer, pero, sobre todo, era el hom-
bre con el que no iba a casarme nunca. Por eso,
cuando me susurró el nombre de Mariana al oído,
medio borracho, y me dijo que me quería como mu-
jer, le dije que sí, aunque se hubiera equivocado.
Braulio dejó de ser el de la música, como le decían
todos en el pueblo, el pretendiente de Mariana, para
convertirse en mi esposo.
Luz Pulido
Metepec, México.
20
Juan 1:1
Michelle, mi vida
E l último encuentro se me apareció du-
rante años, las murallas grises, los ado-
quines, ese orden socialista imperativo
y tú frente a la estación. Los trabant
azules parecían sucederse como en una película re-
petida, realismo socialista en Berlín del Este, pero
tus cabellos rubios y mirada altiva me petrificaban
aturdiendo mis sentidos. Te acuerda Michel, ese fin
de semana en el lago, tus sueños, nuestros sueños,
ese paraíso que construiríamos. En estos años te ex-
trañe, resignado fui vagando por esas latitudes in-
somnes que determinaran mi desaparición completa,
limpia y sin remilgos. Traición al partido, escapato-
ria, traición de vuelta, olvido final, un café en el
oriente, fotos trucadas y papeles que ocultaban mi
rostro. La historia la construyen los victoriosos, pe-
ro a mí la ola de la victoria no me arrastró con su
brillo refulgente y la resaca de un olvido sepultó mi
vida en los sótanos de la historia. Fui y volví a Ber-
lín Michelle, cruce raudo los pasos abarrotados de
alambres de púas, y los revolucionarios siguieron
reverenciando mi audacia Ya no vivía en tu cora-
zón, era parte de una misterio extraño que todos
querían olvidar. No fue cierto el rumor ponzoñoso
que algunos crearon dibujando un delator que se
conformó con vender la inviolabilidad de su carne
por la de sus camaradas de armas. Era mi deber, no
había alternativa, las luchas se desatan sin mirada
lógica, ensangrentadas y dramáticas. Es cierto, lo
deje todo, te deje a ti esa tarde en Berlín cuando
cruce ese punto final de la Frederick Strasse. No era
mi destino decírtelo porque mis pasos estaban conta-
dos. Durante una década todo mantuvo un orden de-
finido y mi vida sin ti, pareció extraña, pero soporta-
ble hasta que ese muro se desgranó una noche. Las
masas se desbordaron y un día Tiergarten no fue más
que un parque de paseos al trote y bicicletas multico-
lores. El abismo de mi escapatoria se volvió real y la
Karl Marx Allee comenzó a quedar vacía, con sus
edificios grises. Ya no había orden, desorden, que se
yo. Tú no estabas y esta ciudad se convirtió en el ha-
bitáculo de mi presencia fantasmagórica. Al primer
exilio, le sume el segundo sin ti. Después de mucho
deambular por el mundo y divisarte en secreto en el
centro de Santiago, de lejos imperceptible, decidí
asumir tu perdida, porque pensé que tu sonrisa agasa-
jaría mi victoria heroica contra el capitalismo algún
día en un futuro cercano. Qué destino cruel enarbolar
la misma causa tuya, pero en veredas distintas, si ba-
jo el sol de Chile te convertiste en una figura reful-
gente y yo en un alma en pena, tu reflejo de olvido y
mortaja.
Ahora que los años de escape me convirtieron en un
arribista ideológico y que el abandono total no dejo
más que un minúsculo departamento en una calle que
cambio de nombre abarrotado de neón en Berlín
oriental, trato de buscar consuelo pensando que te
veré en alguna visita oficial preparada por la embaja-
da y algún regordete cónsul de hablar pomposo. En-
contré en mi velador un raído pasaporte chileno que
no me atrevo a tocar. En la foto no me reconozco y
tengo la certeza que la ley perseguirá mi vida cuando
21
busquen en sus odiosos archivos la culpa que su-
puestamente llevo encima, y pensé en contar mi
verdad algún periodista ávido de sensacionalismo,
pero lo olvide por completo, el sentido de las cosas
se extravía con el paso del tiempo y todo parece un
recuerdo lejano y absorto. Sé que no me salvaras y
lo prefiero, no tengo el aplomo para ver tus ojos lu-
minosos, culpándome de tanta desidia. Elegiste lle-
varte por delante todo y yo solo veo ahora claro la
Puerta de Brandemburgo, mientras busco la calle
que tiene esa librería que te gustaba tanto. Ahí esta-
rás lo sé, en un estrado discreto y pulcro para un
mandatario sudamericano, tu voz será escuchada por
esos intelectuales habidos de historias excéntricas y
sepultadas de como una mujer llegó a esa magistratu-
ra luego de su exilio dramático en esta centenaria
capital.
FIN
Ewald Meyer
Valparaíso, Chile
Malcolm Liepke,
"Rendez vous"
22
Al son del poeta
DOWN
E n 1991 el vocalista y compositor Philip Anselmo, (conocido por formar parte de Pantera) crea jun-
to con algunos de sus viejos amigos, Pepper Keenan y Jimmy Bower, la banda Down, nacida en
los recónditos pantanos de Nueva Orleans.
Down pinta un mundo un tanto sombrío y melancólico, retrata situaciones que a menudo reflejan
el sentir de sus propios integrantes, uno de los temas recurrentes son los problemas con las adicciones y la
lucha continua con las mismas; otro de los principales temas es la tristeza, el sin sentido de la vida, la lucha
constante del día a día.
Desde su inicio y hasta la fecha Down se ha separado y reintegrado 3 veces y esas ocasiones han marcado
distintas etapas en la vida de la Banda. Uno de los hechos importantes fue el desastre del Huracán Katrina que
azotó a su ciudad natal, por lo cual se deja ver la ira y la tristeza que tal hecho causó en sus integrantes. Uno
de esos hechos fue la destrucción total de “Anselmo´s Restaurant” negocio del padre de Phil Anselmo que
afectó a toda su familia; otro hecho importante para la banda fue la muerte del gran guitarrista Dimebag Da-
rrell, en 2004, lo cual ocasionó gran dolor en los integrantes y se ve reflejado a través de su música.
Down tiene como base el rock sureño estadounidense, que se mezclan también con el power metal, sin em-
bargo, crean sonidos muy propios, únicos que escapan de alguna clasificación genérica, mostrando gran ma-
durez y excelencia musical.
Alicia Díaz Rojas
Toluca, México.
23
Stone the crow
A bout of deep depression
Can't seem to move it forward
My lying eyes lie awake
Not sure what I am after
I never died before
Can't live what happened yesterday
I never stoned the crow, no
Flip through endless stories
A life of hand-written pain
No one can share this hurt
That is mine, mine, mine
I never died before
Can't be what happened yesterday
I shouldn't stone the crow, no
Ride on
Same old city, same old pain
No matter how I try
No matter what I say
I'm blamed, I'm shamed
I'm judged unfairly
So now, I've died before
It feels as bad as yesterday
I never stoned the crow
You to have died before
I'm not as stoned as yesterday
I never stoned the crow
Stoned the crow no, no
24
"Sé que usted busca el conocimiento y la sabiduría, como yo lo hice una vez;
y espero vivamente en que la satisfacción de sus deseos no resulte ser una serpiente que le muerda,
como ha sucedido en mi caso".
Mary Shelley Un romántico se pregunta…
¿Cuál fue el crimen de Prometeo que lo condenó al martirio eterno? ¿O el de la serpiente para recibir la maldi-
ción del Bienhechor? ¿Será acaso por qué su afrenta contra el orden divino creó una abominación que desató
una serie de humillaciones, destierros, hambrunas y demás calamidades sobre la humanidad? ¿O será más bien
que la calamidad cayó sobre la humanidad y sus representantes mitológicos de mano de los mismos dioses
ofendidos por la ingratitud de su creación?
Sea como fuere, ¿sería mejor que el hombre nunca hubiese comido el fruto prohibido? ¿Que jamás se
hubiese visto desnudo? ¿Que en absoluto haya conocido el fuego y que por ningún motivo lo hubiese utiliza-
do para la muerte y la guerra?
Quizá de no haber sido por ese par de infames el hombre seguiría siendo uno con la naturaleza, una
inerme criatura cuya voluntad se encuentra unida a lo divino. No habría megalómanos ni demagogos que grita-
ran a los cuatro vientos ¡Libertad, Igualdad y Fraternidad! Tampoco existirían falsos profetas, ni supuestos
dioses que engañan a la humanidad diciendo conocer “las leyes de la naturaleza”. No existirían las abomina-
ciones y no nos tendíamos que cansar tratando conocer “la verdad” ya que la Verdad sería una y la sentiríamos
en nosotros mismos. La plebe conocería su lugar en el universo y no se atrevería a levantar la cabeza por enci-
ma de los hombros con soberbia. La belleza de los misterios permanecería inmaculada y así, los serviles, los
débiles y los oportunistas, serían congraciados y todo sería como fue en el comienzo y como siempre debiera
ser…
Comentarios acerca del Romanticismo
“El entierro de
Atala”
Girodet-Trioson
25
Introducción
Leyendo un artículo sobre el Romanticismo titulado
“Todos somos románticos” de María del Pilar Mon-
tes de Oca Sicilia, el cual encontré en una revista
mexicana de literatura, pude observar una falsifica-
ción histórica que encuentro relevante resaltar. Se-
gún la autora “Cada vez que un niño lee un cuento
de hadas o juega con castillos y caballeros; que ha-
blamos de libertad o de derechos humanos o nos so-
lazamos en el yo… estamos… rindiendo homenaje a
los románticos” (2013). Sin duda los castillos, ha-
das, caballeros y las meditaciones internas están vin-
culados con el Romanticismo, empero, la libertad y
los derechos humanos no. Así mismo, el texto con-
templa a esta corriente intelectual como precursora
de la Revolución Francesa y de las independencias
de nuestra América, no obstante el periodo que com-
prende al romanticismo es postrero al de las grandes
revoluciones burguesas. Si bien el Romanticismo, al
igual que otras corrientes del pensamiento, no es
monolítico, es claro que la tendencia general de éste
es contraria a la de las ideas progresistas de la bur-
guesía revolucionaria. Por tanto, resulta de suma
importancia señalar los contenidos retrógrados del
romanticismo para atacar las tendencias que siem-
bran la confusión y eliminan la relación entre las
ideas y los movimientos políticos. Ahora bien, Esto
no quiere decir de ninguna manera que ponga en tela
de juicio la calidad estética de las obras creadas en
el romanticismo, al contrario, considero a muchas de
ellas más que interesantes y personalmente me en-
cuentro atraído hacia su estilo decadentista y fantás-
tico. Sin embargo, entre lo estéticamente bien reali-
zado y lo éticamente correcto puede mediar un gran
camino; el hecho de que Salvador Dalí haya sido un
reaccionario no le resta belleza a su obra y el que su
obra haya llegado a la perfección de la técnica no la
hace ser revolucionaria (políticamente hablando).
La Ilustración y las revoluciones burguesas
Lo primero que hay que considerar cuando se estudia
la Historia intelectual es que no hay idea inocente que
esté por encima de la vida social, sino al contrario,
las ideas, el espíritu, son la expresión más consiente
y acabada del ser social que se apercibe a sí. Por tan-
to, las ideas son producto de las luchas en el seno de
la sociedad y expresan las posturas que ante el mundo
tienen quienes las formulan a partir del posiciona-
miento social e histórico en que se encuentran.
Lo anterior se confirma al observar el origen
de la filosofía moderna, la cual nació con la decaden-
cia económica y moral del feudalismo. La burguesía,
“Louis XIV de Francia” Hyacinthe Rigaud
26
que con su particular visión del mundo, avanzó a
pasos de gigante en contra de la sociedad estamental
y la economía medieval, luchando, en un primer mo-
mento, de la mano de los grandes monarcas en con-
tra de los señores feudales, marcó el fin del pensa-
miento dogmático. Desde los Bruno a los Descartes,
se cuestionó todo aquel pensamiento que no pasará
por el tamiz de la Razón y esto conmovió a la es-
tructura social que se basó en la tradición y en la
autoridad divina.
Con las monarquías absolutistas en España,
Gran Bretaña y Francia, se fortalecieron las econo-
mías nacionales y la industria y el comercio floreció
haciendo de los dueños de las compañías un sector
social cada vez más fuerte. La burguesía, quien en
algún momento apoyó a los monarcas a consolidar
su poder, comenzó a cuestionarse el papel dirigente
del monarca ¿por qué ellos, si tenían mayor prepara-
ción intelectual y en muchos casos más dinero, no
podían administrar los asuntos públicos? ¿cuál era el
fundamento del poder del rey, Dios o el pueblo? Y
siendo la segunda opción la correcta ¿qué papel debía
tomar el pueblo en el Estado?
El siglo XVIII fue testigo de la Ilustración. La
burguesía, los profesionistas y algunos aristócratas
progresistas, alzaron la bandera de la Razón y se pro-
clamaron por todas las capitales europeas las ideas de
la igualdad y la libertad de los individuos. Los inte-
lectuales cuestionaron el derecho divino del rey y es-
tablecieron la soberanía en el mundo de los hombres.
Los moderados pregonaban la monarquía constitucio-
nal mientras que los más radicales llegaron a conce-
bir una república democrática, sin embargo, en am-
bos casos, el poder residiría en lo civil y no en lo di-
“Firma de la Constitución de los Estados Unidos de América”
27
vino. Pero las luchas no sólo fueron libradas en el
mundo de las ideas, sino que muchos de estos inte-
lectuales ilustrados estuvieron comprometidos con
movimientos políticos como lo fue el caso de John
Locke, quien vivió el exilio por su militancia políti-
ca hasta el triunfo de la Revolución Gloriosa.
El momento cúspide del avance de la bur-
guesía que levantó el estandarte de la Razón no fue
otro que la gran Revolución Francesa y las indepen-
dencias en América. Las ideas, se tornaron en accio-
nes armadas que buscaron reordenar la sociedad en
un sistema más elevado, igualitario y basado en la
libertad. En Francia como en nuestro continente se
abolieron las diferencias jurídicas entre los indivi-
duos: “Que la esclavitud se proscriba para siempre y
lo mismo la distinción de castas. Quedando todos
iguales, y sólo distinguirá a un americano de otro el
vicio y la virtud." dijo Morelos. Así de Robespierre
a Bolivar pasando por Washington y Artigas, las
ideas de los ilustrados significaron la posibilidad de
crear un orden social más elevado, más racional y
más justo. El pueblo tomaba el poder.
Con Napoleón Bonaparte, el pensamiento
ilustrado se extendió con la fuerza de las de las ar-
mas por Europa. El clero, la nobleza y las monar-
quías, que veían sus privilegios amenazados por el
nuevo orden burgués que avanzaba como una gran
ola derribando todo lo viejo a su paso, se reunieron
bajo la bandera de la Santa Alianza e iniciaron la
contraofensiva.
A la derrota de Napoleón y con la Restaura-
ción Borbónica en Francia en 1814, las aristocracias
celebraron su victoria contra el nuevo orden e ini-
ciaron una lucha ideológica contra todo lo que justi-
ficaba la revolución burguesa. Con Schelling a la
cabeza, la filosofía dio un giro en contra de la razón:
se dejó de buscar la verdad, la igualdad, la democra-
cia y la república y en cambio, empezó a justificar la
desigualdad, a oscurecer el camino del conocimiento
con mitos y a deformar la historia. En palabras de
Engels:
“Toda la filosofía se había propuesto, hasta ahora, la
tarea de comprender el mundo como racional. Lo ra-
cional es, al mismo tiempo, indudablemente, necesa-
rio, lo que tiene que ser o llegar a ser real. Tal es el
puente hacia los grandes resultados prácticos de la
moderna filosofía… [Schelling en cambio] va desli-
zándose entre la razón y la sin razón por el más tor-
tuoso de los caminos, llama lo racional a lo compren-
sible a priori, y lo irracional a lo comprensible a pos-
teriori, asignando lo primero a la “ciencia pura de la
razón o filosofía negativa” y lo segundo a la “filosofía
positiva” que es necesario fundar como una ciencia
nueva. Aquí se abre el primer gran abismo entre Sche-
lling y todos los demás filósofos; nos encontramos
aquí con el primer gran intento encaminado a tener de
contrabando en la ciencia libre del pensamiento la fe
en la autoridad, la mística del sentimiento, las filoso-
fías gnósticas.” (1974)
En ese ambiente de derrota de las fuerzas democráti-
co burguesas fue que nació lo que hoy conocemos
como Romanticismo que con Federico Guillermo
IV, en 1841, tomó su mayor auge.
Características generales
Es una convención prácticamente aceptada por toda
la comunidad filosófica el que el Romanticismo fue
una reacción en contra del racionalismo de la Ilus-
tración.
Para los románticos, la filosofía ilustrada ha-
bía tratado de captar la vida a partir de la sistemati-
zación discursiva, sin embargo ello sólo podría redu-
cir la belleza del mundo a un frio y mundano con-
cepto. Por este motivo, quien quisiera acercarse filo-
28
sóficamente a la verdad debía de hacerlo por el ca-
mino del artista que la aprehende de manera inme-
diata por medio de la intuición intelectual tal como
la comprendía Schelling en su juventud (no olvide-
mos que en su obra posterior, durante el apogeo del
romanticismo, este filósofo desplazó el papel de la
aprehensión estética por la contemplación religiosa).
Así, para el Romanticismo, habría una primacía de
lo estético por sobre lo lógico discursivo, lo intuitivo
e inmediato sobre lo racional y mediato. En palabras
de la autora del artículo mentado:
Para él [Schelling], el mundo era un poema creado por
un principio denominado absoluto y el artista era el
único capaz de revelarlo. Según su filosofía, cuando
se pasa de la razón finita a la infinita, se afirma el
valor de lo subjetivo en función de la fe, la moral, el
sentimiento, la pasión, la imaginación y la libertad
individuales. (2013)
De esta manera se va desmantelando el aparato ra-
cional de la revolución y se integra en la Filosofía
elementos religioso-dogmáticos que justificaron la
desigualdad entre los hombres durante el periodo de
la restauración monárquica en Europa.
Otra característica es la historicidad como le-
yenda. Con la escuela hegeliana se había consolida-
do una corriente filosófica que concebía la racionali-
dad de la historia. Para Hegel, la actividad humana
se encontraba sujeta a leyes que el mismo ser hu-
mano podía conocer. Sin embargo, para los románti-
cos la historia no era más que el cúmulo de leyendas
heroicas que exaltan la grandeza o genialidad de al-
gún líder con lo cual se desvinculó el papel de la
estructura social en que estos se sostienen. Con el
giro romántico, el papel del individuo es exaltado en
contraposición a los movimientos de masas que lle-
varon al triunfo de las Revoluciones de fines del
XVIII e inicios del XIX de manera que las acciones
para transformar la sociedad se volvían completa-
mente impotentes y quienes, confundidos por la idea
romántica, buscaron un cambio social jugaron el rol
de quijotes abatidos por la fatalidad del destino. Así
mismo, la historia no fue presentada como un siste-
ma progresivo, que va desde lo menos a lo más, sino
como una constante en la cual no hay variantes de
calidad. De manera que poco a poco fue eliminándo-
se el conocimiento histórico y fue suplantado por
mitos que justificaron la desigualdad y el rol divino
de la nobleza.
El aristocratismo gnoseológico es otro aspecto
íntimamente vinculado con la visión romántica del
mundo. A diferencia del racionalismo, la intuición
estética o religiosa, proclamada por los románticos,
sólo puede existir en algunos escogidos, ungidos por
el Señor o por la gracia del arte. Por tanto, el conoci-
miento verdadero sólo era accesible para unos cuan-
tos, mientras que para el racionalismo, al menos en
teoría, el conocimiento podría ser accesible para to-
do aquel de se tomara el tiempo necesario para desa-
Friedrich Schelling
29
rrollarlo.
Poco a poco se dio un regreso a la visión me-
dieval y se difundió el sentimiento religioso por so-
bre la sistematización racional. Surgieron mitos en
vez de explicaciones. Se despreció la ciencia y en el
arte abundarán los paisajes oscuros en contraposi-
ción de la luz que abundaba en el arte ilustrado
(como muestra contundente de la influencia de la
ilustración en la gran Revolución Francesa y la inde-
pendencia de las 13 Colonias basa con observar el
estilo neoclásico de la arquitectura en el París de la
Revolución y en Washington D.C. lo cual, hasta
cierto punto, refuta la tesis de la autora del articulo).
Como podemos observar, desde sus caracterís-
ticas inmanentes, el Romanticismo se presentó como
una corriente contraria a la democracia, la ciencia y
el progreso social y al contrario, se levantó a favor
de los privilegios hereditarios, los mitos, la aristo-
cracia y el oscurantismo.
Antecedentes
El mencionado artículo afirma que “la idea románti-
ca, en principio filosófica y luego artística, que tuvo
profundas repercusiones sociales —no sólo en la
Revolución Francesa, sino también en la indepen-
dencia de las colonias británicas de América, y lue-
go en las colonias españolas”.
Esta increíble afirmación es imposible de
sostener por una mera cuestión de cronología, pues
si consideramos a Schelling como el fundador del
Romanticismo, tal como sostiene también la autora
del artículo mentado, este filósofo alemán tendría
que haber nacido por lo menos veinte años antes.
Sin embargo, la obra de este filósofo sólo comenzó a
tener influencia hasta la cuarta década del siglo
XIX, cuando Federico Guillermo IV le otorgó la ca-
tedra de Filosofía en Berlín (casi veinte años des-
pués de la consumación de la independencia de Mé-
xico en 1824).
Ahora bien, la autora justifica la vinculación
del romanticismo con los movimientos revoluciona-
rios e independentistas por medio de los que llama
antecedentes del Romanticismo, entre los destaca a
Rousseau, Hamann y Goethe. Si tomáramos en serio
su afirmación de que estos filósofos fueron los pre-
cursores del romanticismo, aún así resultaría increí-
ble su afirmación, pues Hamann y Goethe tuvieron
escasa influencia sobre los agitadores americanos
mientras que Rousseau fue considerado demasiado
radical.
Ahora cabe preguntarnos ¿Qué relación
guardan estos filósofos con el pensamiento del Ro-
manticismo? A consideración, del filósofo marxista
hegeliano Georg Lukács, muy poca, pues para estos
grandes pensadores, el problema del desarrollo la
sociedad en arreglo a leyes propias (y por tanto la
visión racionalista del mundo) es central
“La trayectoria que va de Vico a Herder es una tra-
yectoria de desarrollo, enriquecimiento y afianza-
miento de la razón, ni más ni menos que la que arran-
ca con Descartes o Bacon. Es cierto que se presentan
“Toma de la Bastilla”
30
aquí diferencias muy importantes, y hasta contraposi-
ciones, pero son todos ellos contrastes dentro del mis-
mo campo, en que asistimos a la lucha por una filoso-
fía basada en la racionalidad del mundo” (1983, 103).
El motivo central de esta diferencia entre el primer y
el segundo grupo de filósofos mencionados por Lu-
kács reside en que el primero comprendió claramen-
te que la traslación simplista de los modelos natura-
listas a la explicación del mundo social era más que
insuficiente y por tal motivo se levantaron en contra
del racionalismo de su época pero sin dejar nunca la
meta final de la filosofía racional: explicar de acuer-
do a leyes el universo social y natural.
De este modo, no debemos de buscar los ante-
cedentes del romanticismo en expresiones tan avan-
zadas del pensamiento racional e ilustrado como el
de Goethe sino en los Baader o los de Maistre.
Conclusión
Como podemos observar, el Romanticismo está le-
jos de ser una corriente progresista, al contrario, re-
presentó a las fuerzas más reaccionarias de su época
en contra de la Razón y el hecho de que el articulo
de dicha revista busque presentarlo como una co-
rriente revolucionaria no es fortuito, pero tampoco
es causa de una deshonestidad intelectual. Más bien
se trata, desde mi punto de vista, de encontrar un
significado trascendental a aquella vacía rebeldía
carente de cualquier compromiso social que encon-
tramos en ciertos sectores de la intelectualidad.
No obstante, esta visión deformada de la his-
toria intelectual trasciende la academia al divulgarse
por los medios digitales e impresos ya que genera un
ambiente de confusión e inmovilidad entre los lecto-
res ávidos de respuestas un momento en que la his-
toria nos pide claridad para luchar en contra de la
injusticia institucionalizada, la ignorancia sistemati-
zada y la corrupción en que vive nuestra América.
Bibliografía:
Engels, Friederich (1974). AntiDüring. Editorial
Progreso, Moscú.
Lukács, Georg (1983). El Asalto a la Razón. Grijal-
bo, Buenos Aires.
Montes de Oca, María del Pilar (2013) “Todos so-
mos románticos” en Algarabía núm. 102, marzo de
2013, México.
Miguel Ángel Montoya Casasola
Toluca, México.
Federico Guillermo IV de Prusia
31
“Abadía en el bosque de robles” Caspar David Friedrich
32
Inventario
E n 1941, el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros
se exilió en Chile tras haber realizado un atentado fa-
llido en contra de la persona del político soviético
León Trotsky. Trotsky, había llegado a México gracias
a la mediación que realizó Diego Rivera con el presidente Cárde-
nas. Sin embargo, un grupo de veinte comunistas leales a la co-
rriente de Stalin , entre los que se encontraba Siqueiros, conside-
raron a Trotsky como un enemigo y así una madrugada de mayo
en 1940 ingresaron a la casa del líder ruso disparando más de
cuatrocientas balas de alto calibre. Trotsky sólo sufrió una herida
leve de una esquirla pero unos cuantos meses después sería ase-
sinado por el español Ramón Mercader, quien clavaría un piolet
en su cráneo.
L aura Marx (hija de Karl Marx) y el sindicalista
francés Paul Lafargue contrajeron matrimonio
en 1868. Su vida de pareja fue muy dura debi-
do a la persecución policial, sin embargo, lo
más difícil fue ver morir a todos sus hijos a muy corta
edad. En 1911, enfermos y sin descendencia pero amán-
dose profundamente, decidieron tomar sus vidas suici-
dándose juntos a los sesenta años de edad.
33
L a vida de Ernest Hemingway pudo verse eclipsada
durante la Guerra Civil Española a causa de un arran-
que de celos cuando Martha Gellhorn y él fueron in-
vitados a una fiesta del periodista ruso Mijail
Koltsov. Cuenta la historia que un comandante comunista corte-
jó a Martha y Hemingway, al darse cuenta de esta situación,
retó al militar a jugar a la ruleta rusa. Sólo pudo detenerse el
juego mortal cuando los asistentes a la fiesta los separaron por
la fuerza ya que estaban ya atados y prestos a tirar del gatillo.
Finalmente, bebieron juntos y las diferencias fueron olvidadas.
Q uizá una de las historias más patéticas de amor fue la vivida por Regine Olsen y el filósofo danés
Søren Kierkegaard. Se conocieron cuando ella tan sólo tenía quince años de edad y provocó una
profunda impresión en el ese momento candidato a obtener el grado de Maestro. La cortejó duran-
te dos años y un día cuando ella tocaba el piano le confesó sus sentimientos y le propuso matrimo-
nio. Ella, a su joven edad, sintió un profundo amor por aquel hombre, pero él empezó a sentir dudas debido
a que cuestionaba su capacidad para ser un buen esposo. Finalmente, por medio de una carta, disolvió su
promesa de matrimonio enviándole en un sobre su anillo. Regine estuvo al borde del suicidio pero con el
tiempo superó el desamor y se casó con Frederik Schlegel. Por su parte, Kierkegaard, nunca pudo sobrepo-
nerse a su perdida y ésta influyó durante toda su obra filosófica.
34
Juan 1:1
El humilde de Asís
F rancisco, acababa de rasgar sus vestiduras y caminaba desnudo por un bosque cercano a la ciudad.
Los mirlos volaban tardíos a buscar sus nidos para descansar, ya la noche, preparaba su manto
purpurino.
El novicio recién tonsurado, se preparó para reposar su cabeza, sobre una amplia raíz de un
antiquísimo nogal, que aún permanecía cálida.
El calor le causó sopor y somnolencia. Todo había entenebrecido. Las luciérnagas y cocuyos, volaban
alrededor de las ramas de los árboles generando juegos gentiles.
Las ranas, croaban en las riberas de un riachuelo, que corría cerca de allí.
El joven de Asís, se durmió arrullado por el sonido alegre del río. De pronto, una luz esplendente se con-
densó en una figura hermafrodita de belleza incomparable, sosteniendo una espada flamígera zigzagueante, de
luz azul en su mano derecha.
— ¡Francisco: Despierta!
El joven abrió los ojos, sorprendido ante la visión que tenía frente a él.
— ¿Eres un enviado divino?
—No te asustes, francisco. Soy tu ángel guardián. He venido acudiendo al llamado de tu corazón. He
surgido del íntimo anhelo de tu ser.
Soy la concreción de tu ideal. Surjo de ti mismo, de tu alma límpida y pura. Existo desde el alborear del
Universo manifestado.
Vengo, porque quiero darte la clave magna que abrirá las puertas del sagrado templo…
— ¿Y qué debo hacer? ¡Mírame desnudo ante vos! ¿Cómo puedo hallar gracia ante los ojos del creador
Supremo?
—Ya la tenéis, porque poseéis el germen de la fuerza de todas las fuerzas, que existen en el Universo; la
más sublime y poderosa. Es vuestro deber ir acrecentándola día tras de día; día tras de día.
— ¿Me habláis —preguntó con asombro—, del amor?
— ¡Mirad a vuestro alrededor! Las piedras que pisáis, tienen una fuerza cohesiva que mantiene unidos
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átomos a átomos, los vegetales poseen esa misma fuerza, lo cual les permite crecer y buscar con sus ramas,
la luz del sol; y en los animales y en el hombre, les hace sentir la fuerza dinámica y fecunda, despertando la
sensibilidad y la consciencia…
El amor, es el más poderoso generador del Universo. Todo movimiento, es originado por el amor.
Cuanto conoces y aquello que ignoras, existe por su eficaz influjo.
¿Recuerdas que hace tiempo, apareció en Belén un joven que realizó la obra redentora con la fuerza
maravillosa del amor?
Él era un hijo de un carpintero, pero conocía el alma humana a la perfección, por esa razón, llegaba a
los corazones con parábolas sencillas como la de aquel sembrador, como la del hijo pródigo, y como la del
viñador; pero ese conocimiento, lo obtuvo porque amaba con todo su corazón a la humanidad…
El santo de Asís iba agradecer; pero así como había surgido, el ángel se difuminó en la sombra de la
noche, solo le acompañaban los cantos de los grillos y las luces de los cocuyos y en el inmenso espacio,
titilaban las estrellas.
—Hermano Francisco —parecían decirle todas las criaturas.
Jorge Eliécer Triviño Rincón
Manizales, Colombia. “Conversión de San Agustín”
Fra Angelico
36
Juan 1:1
Naufragio anunciado
Q uiso volver el tiempo en que su mirada y sus
palabras jugaban y revoloteaban en los cabe-
llos de las pesadillas. Entro a su casa, quería
gritar que estaba triste y destrozada en el
tiempo, no pudo, porque seguramente su madre le diría
–son tonterías Laura, nunca se debe llorar por un hom-
bre. Y seguramente, no la dejaría explicarle la razón
por la cual lloraba. Sus hermanas le hubieran gritado –
eres una idiota; una le diría –yo te lo dije cuando lo co-
nocí y tú necia que seguías allí. Pero a Laura no le mo-
lestaba la ausencia de él. La atormentaban las palabras
que esa tarde le había dicho, le molestaba que dijera
que la conocía mejor que ella misma.
Claro que eso no es verdad, las personas
externas conocen de ti lo que tú les permites o
quieres que conozcan, como se atrevía él a decir
que su vida era absurda, que no sabía vivir. Laura
en ese instante quiso golpearlo pero siempre ha
presumido de una congruencia pacífica, sólo le
pidió que se retirara. Se quedó en la banca del par-
que a tratar de entender cada palabra que él había
pronunciado. Sus palabras se repetían una, otra y
otra vez en su mente, ella sólo se preguntaba; si
odias tanto como soy ¿por qué estás conmigo?
Esa era la pregunta y la respuesta que la atormen-
“Beso en la cama” Toulouse-Lautrec
37
taba y definía sus acciones. Después de respirar y tratar
de digerir cada palabra, Laura tomó el labial rojo que
llevaba en su pequeña bolsa roja, tomo el pequeño es-
pejo de forma triangular y comenzó a deslizarlo por sus
labios carnosos, se arreglo el pelo, se colocó la masca-
da negra en el cuello y sintiéndose orgullosa como los
cisnes que empiezan a nadar, empezó a caminar para
salir del parque.
Llegó a la siguiente esquina y aún un poco aturdi-
da por las palabras repetidas ignoró todo movimiento
del lugar, la gente que pasaba la miraba y Laura ergui-
da caminaba. Sabía que era el momento ideal de reto-
mar su vida original, ayudar a que la balsa se hundiera
definitivamente, balsa que empezó su travesía ya hun-
dida. Pero le molestaba en su orgullo, le perturbaba la
imagen frágil que tenía cuando él se marchó; ahora te-
nía un problema mayor que su madre o sus hermanas,
romper todo lazo con él.
Laura no había entendido porque trataba de se-
guir la marejada de la corriente si tampoco se sentía a
gusto, no lo acababa de entender, el hecho es que tal
vez trataba de llenar vacíos ausentes que había dejado
Héctor en toda su ausencia. Sabía que no estaba ena-
morada de Tito pero con él podía vivir la caricatura de
un amor soñado, su corazón enamorado le pertenecía a
Héctor, pero por razones humanas el retorno de Héctor
aún era incierto y Laura no quería estar sola. Comenzó
la aventura de un amor descalabrado con la seguridad
de terminar en un precipicio, pero quiso iniciar la aven-
tura sin saber a qué puerto se iba desembarcar.
A días de haber zarpado, el viento del oriente le
trajo como un susurro el canto de Héctor, Laura no qui-
so resistirse a esas sirenas que acompañaban a Héctor.
Volvió el canto, la esperanza y Eros; juntos volvieron a
ocupar el primer escalón de la mente de Laura. Ella
comenzó a colocar una barrera más pesada en su cora-
zón para Tito. La culpa no es de Laura, Tito nunca su-
po cómo ganársela, le exigía, le reclamaba pero nunca
le propuso nada. El viaje inesperado se hizo hasta don-
de se encontraba Héctor, la angustia y la duda se apo-
deraron de ella, pero la seguridad y confianza que sin-
tió en sus brazos la mantuvieron firme ante los
besos y abrazos de él. El encuentro duró pocas
horas, horas que fueron las que le devolvieron la
vida, volvió a soñar despierta a través de los ojos
de Héctor. Supo que lo amaba. Pero no sabía có-
mo alejarse de Tito, él se había vuelto una buena
compañía para caminar y empezaba a sentir que lo
necesitaba para recorrer los bosques transitados.
Hasta hoy la compañía de Tito había sido
buena, ella no le exigía nada tampoco le ofrecía
algo, pero él sí. Exigía cambio. Laura era feliz con
su forma de soñar la realidad, de vivir múltiples
aventuras en cada página de los libros que reco-
rría, no esperaba ni anhelaba ser diferente. Todo
parecía lindo, hasta esa tarde en que él entró e in-
tentó tomar el poder de querer descifrarla y defi-
nirla, dándose el lujo hasta de profetizar el futuro
de Laura –sola y sin tener que contar en tu vida,
porque no sabes vivir–.
Nunca imaginó Laura que el dulce y tierno
Tito la viera como un ente más sin nada que ofre-
cer, ella estaba segura que podía manejar la situa-
ción como en todo ese tiempo, pero no fue así,
Tito le destrozó el orgullo y Laura no estaba dis-
puesta a permitir que se riera de ella. Sí le dolió,
aquella tarde terminó deprimida, dormida y con
un balance de ensoñación, pero tenía ya solución a
una serie de conflictos que la aquejaban. Era ter-
minar una relación que ya se estaba volviendo
violenta para su esencia, no estaba dispuesta a re-
petir historias de familia ni estaba dispuesta a
aceptar condiciones estúpidas de represión ni
cambiar lo que era y seguirá siendo en los siglos
por los siglos: Ella.
Alicia Aguilar
Toluca, México
38
Juan 1:1
Me estremezco y agito al pensar
que el infinito te acaricia,
que su contacto contigo es pleno:
Y no me consuela plantearme
que te protege una atmósfera
o que por la noche, adormecida,
escondes entre sábanas tu cuerpo:
¡Así sólo puedo enamorarme!
¡Quiero ser un mago omnipotente!
Quiero acampar bajo tu piel de luna y seda,
esparcir archipiélagos de besos en tu espalda,
inundar galaxias enteras con tu fragancia.
y pasear impune por tus pensamientos,
y sentarme a descansar en tu sonrisa,
y bañarme en las plácidas aguas de tus sueños.
¡Quiero que seas mi universo!
Revolotearé por tus confines más profundos,
meticuloso jardinero sideral,
retirando con cuidado recuerdos ya marchitos
o recolectando con deleite insólitas sensaciones,
desbrozando con paciencia lágrimas furtivas
o adornando con esmero bulliciosas primaveras.
Lo quiero todo de ti:
Todo.
Arcadio Urpí
Travesseres, Catalunya.
Seducción
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Soldado despidiéndose de
su amada
40
Conversando de...
Cuando el amor se desencuentra
L a búsqueda del otro se torna una constante para henchir de efímeras presencias ese vacío, ese
hueco, esa huella lacerante de la soledad escondida en cada paso maníaco, en cada gesto ruti-
nario que esconde el miedo de abandonar un camino hacia la nada. Este yermo, a veces, se
disfraza de presencia etérea ──más ausente que cualquier cosa──; porta la máscara del aman-
te perfecto para engañar los sentidos de quien desea con fervor deshacerse de su eterna compañía; a veces
se disfraza de rumbo nuevo: sólo es retorno al mismo sitio de partida. A veces, la soledad traiciona la fe
amorosa pues le envidia; une su sentido de lo irremediable a la caída abismal del enamoramiento. El amor
es el encuentro, mientras la soledad desencuentra amores. Se conjugan y danzan en un rito vaciado de sí,
hasta parir la palabra que esculpe todas sus angustias al unísono: desamor. El desencuentro del amor y la
soledad desata los signos de pérdida y desencanto; enhebra los pasos de lo que nunca fue: nostalgia ante lo
inexistente.
Con el desamor, la construcción del otro
muere, se evapora el desdoblamiento del yo en
la imagen de otro: ahora, poco a poco, será un
ente terátino donde vaciar cada desazón. Enton-
ces, aparece otra palabra para describir la pau-
sada escisión de un amor que ni se tiene ni se
pierde infinitamente: crónica. Ésta es el relato
ecuánime de la nada que envuelve a la humani-
dad en el hartazgo laberíntico; en la náusea
ocasionada por las vueltas entre los mismos
callejones sin salida; en los girones entre los
mismos espejos que devuelven las muecas an-
helantes de esta Crónica del desamor.
En esta novela de Rosa Montero, los
personajes padecen la reclusión interior pero, al
mismo tiempo, buscan la redención en el otro:
son verdugos de sí mismos. Acaso este afán es
gratuito, o bien, ¿es consecuencia de algo ma-
yor?
41
Crónica del desamor devela en sus páginas ──a través de la ágil y acompasada prosa que caracteriza
a Montero── el sentido de abandono y el sinsabor que aquejan a las generaciones descendientes de la pos-
guerra española. La muerte de la madre patria fue anunciada desde tiempo atrás mediante distintas imágenes
literarias, por ejemplo, en La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela y Santos inocentes de Miguel
Delibes; novelas que mostraron como leitmotiv la ruptura, el corte del cordón umbilical, la negación y el exi-
lio originario.
Los hijos de la posguerra quedaron solos, desenamorados de las raíces. Devino el desfogue, el partir
del derrumbe para erigir una identidad renovada. Después de probar la libertad sucedió ─al parecer─ un ex-
trañamiento que se transformó en vacío, en náusea irremediable de ausencia. Estas generaciones, de pronto,
son huérfanas; poseen una inexorable necesidad: encontrarse en el otro.
En Crónica del desamor, Ana es el personaje que funge como ventana de esta condición heredada, a
través de su discurso ambulante entre pasado, futuro y presente dudoso, donde se advierte cierto laberinto per-
sonal que hilvana las frustraciones de toda una época en España.
La narración transita entre departamentos vacíos, penumbras, lugares ocultos y decadentes. La ciudad
parece abandonada; aunque habitada de vez en cuando por espectros despojados de vitalidad. Los personajes
son autómatas de la utilidad citadina; se mueven en un hervidero de gusanos para acabar con cualquier retoño
de vida; son piezas de ajedrez; son fechas de bitácoras vacías en la crónica del desamor y del desencuentro
humano.
Evelyn Garfias Varela
Tokuca, México.
Bibliografía:
Rosa Montero, Crónica del desamor, Salvat, España, 1994, pp. 172.
42
Ecos del cine Natural Born Killers
- En todo lo que miro te veo a ti, Mallory.
- Lo se cariño, yo también siento esa locura.
- La fealdad parece hermosa cuando estás tú. Aunque esté aquí dentro te visito todas las
noches.
- El amor vence al demonio.
- Donde quiera que vayamos, y pase lo que pase, al observar las estrellas sabré que ves las
mismas que yo.
Mickey Knox
Director: Oliver Stone
País: Estados Unidos
Año: 1994
43
Eterno resplandor de una mente sin recuerdos
- Podría morirme ahora mismo, Clem soy feliz. Nunca antes sentí eso, estoy justo donde
quiero estar. (Joel)
- Es doloroso pasar tanto tiempo con alguien, solo para descubrir, que es un desconocido.
(Joel)
- Regresa e inventa una despedida, al menos finjamos que tuvimos una... (Clementine)
- Clementine: ¿Joel?
- Joel: ¿Si, mandarina?
- Clementine: ¿Soy fea?...Cuando era una niña pensaba que lo era. (...) A veces creo que la
gente no entiende cuán solitario es ser un niño...como si no importaras. Bueno, tengo 8 y
tengo estos juguetes, estas muñecas. Mi favorita es esta fea muñeca a la que llamo Clemen-
tine y siempre le grito ¡No puedes ser fea, sé bonita!, es extraño como si al poder hacer que
ella se transforme yo cambiara mágicamente también.
Joel: Eres linda.
Clementine: Joel, nunca me dejes.
Director: Michel Gondry
País: Estados Unidos
Año: 2004
44
Ecos del cine El cadáver de la novia:
- ¿Se puede romper un corazón que ha dejado de latir? (Emily)
Si toco una vela ardiente no puedo sentir dolor,
si me corto con un cuchillo me es indiferente.
Sé que su corazón late y que yo muerta estoy,
pero no intenten decirme que el dolor
que siento dentro no es real,
pero aún me quedan lágrimas que derramar.
Si toco una vela ardiente no puedo sentir dolor
me es indiferente si hace frío o hace calor,
pero mi corazón duele
no puede latir, pero se puede partir
Y no intenten decirme que el dolor que siento
dentro no es real
sé que muerta estoy
pero aún me quedan lágrimas por derramar."
Dirección: Tim Burton y Mike Johnson
País: Estados Unidos, Reino Unido
Año: 2005
45
Cumbres borrascosas
- Así que nunca sabrá cuánto le amo. Y no por guapo, Nelly, sino porque es más que yo misma. Sea cual fuere
la sustancia de que están hechas las almas, la suya y la mía son idénticas, y la de Linton es tan diferente de
ellas como puede serlo un rayo de luna de un relámpago o la escarcha del fuego. (Cathy)
- Si perecieran todas las demás cosas pero quedara él, podría seguir viviendo. Si, en cambio, todo lo demás
permaneciera y él fuera aniquilado, el mundo se me volvería totalmente extraño y no me parecería formar par-
te de él. (Cathy)
- Mi amor por Linton es como el follaje de un bosque, y estoy completamente segura de que cambiará con el
tiempo, de la misma manera que el invierno transforma los árboles. Pero mi amor por Heathcliff se parece al
cimiento eterno y subterráneo de las rocas; una fuente de alegría bien poco apreciable, pero no se puede pasar
sin ella. (Cathy)
Director: William Wyler
País: Estados Unidos
Año: 1939
46
Juan 1:1
Sus últimas consecuencias
Gilberto Arvizu Morales
San Luis de la Paz, México.
A Elizabeth
Es una de esas reglas
que no están escritas
un misterio que no pongo en duda
un toque de metafísica
sobre la calidad de nuestras vidas.
El alma se vuelve equilibrista
y desaparece mi resistencia
voluntad narcotizada
como parte de un itinerario
la insistencia de una estrella
breve instante de ansiedad que se amplifica.
Impulso pasado por ácido
zigzagueo de un astro
más allá de todos los cálculos
siempre es una entre mil.
Perfume cotidiano
tan inútil concepto
como transformador
como luz de día permanente
lección que no se asimila.
Tierno accidente
que barre con lo establecido
peligro constante para que exista un mañana
un juego llevado
hasta sus últimas consecuencias
acción fundamental en un día que no termina.
Desafío al entusiasmo
que nos dirige a donde nadie más va
espiral que nos impulsa
inicial de un destino
donde el ayer y el ahora
no son potencia solamente.
Tono continuo
que transita entre el sí y el no
para llegar al límite de nuestra fragilidad
y hacer que las cosas ocurran.
Hallazgo no solo de las grandes etapas
sino de todas
aún en las pequeñas
porque no basta la ignorancia
para que desista
de ser subversivo.
47
Recuerdo tu voz como si fuera hoy.
Tu mirada, tu risa, tu abrazo.
No dejo de pensar ¿por qué no se desdibujan?
¿Por qué me secuestran?, ¿por qué me dominan?
Iluso de mi al creerte pasajera, como lluvia, como viento.
Recuerdo tu silencio como si fuera hoy.
Tu escucha, tu calor, tu atención.
No entiendo como siguen ahí.
¿Por qué no se van?, ¿por qué se apoderan de mí?
"La distancia es el olvido", yo creía.
Pero hoy te siento más cerca.
Hoy me convierto en aprendiz de poeta sin letra;
en aprendiz de cantante sin melodía
Incompetente de mí que desnudo el sentimiento lejos, solo.
Y vuelvo a recordar el recuerdo de tu recuerdo.
Me pierdo..
Mahi Regulus
Bilbao, Euskal Herria.
.
Hoy
48
Juan 1:1
M i querido seductor te odio tanto, pero sigo pegada a ti por las veces que logras que tanto te
ame, que me embriagas con el olor de tu piel tan infinita, no puedo desprenderme del calor
de tus brazos cuando me rodeas con ellos, tu furor al amarme, al hacerme tan tuya a sentir
como el fuego arde dentro de mí, no te dejo por que la pasión que siento por ti me consume
entre las llamas de tu ser…
Si te dejo quizá encuentre tierno amor y Quien de ternura llene mis días, pero la pasión en que tú me sumerges
no la vuelvo a encontrar, tan inmaduro, tan caprichoso tú, con tu risa burlona, tú y solo tú puedes ser y hacer lo
que tú quieres y hacer de mi lo que quieras porque cuando siento tu aliento en mi espalda erizas mi cuerpo en-
tero, maldito aliento pernicioso que recorre mis entrañas dejándome sin voluntad de mí…
Tu tan grotesco y egoísta como puedo amarte así, como puedes gustarme tanto… frívolo insensato, como es
que soy capaz de no mirar nada más que tu silueta en el espacio; tan mundano y pérfido como lo eres tú, que
hago para sacudirme tus afectos si no quiero, solo quiero sentir que mis labios que rocen tu espalda cada ma-
ñana, que enciendas mis fantasías, solo tu haz despertado cada uno de mis sentidos desleales… me has hecho
tan tuya, te pertenezco tanto que no soy más de mi sino de ti, es tan fantástica nuestra unión, tan inmoral que
no cabe en este mundo sin ser juzgada, no puedo amarte con amor puro sino con desenfrenado deseo de po-
seerte solo para mi…
Ay amor, mi dulce amor traicionero… cuanto te odio por hacerme depender de ti, quisiera remover cada uno
de mis cabellos y quitarme la piel, arrancarme con los dientes estos labios que tanto te han besado, que han
saboreado …oh mi cielo a los tuyos, a tus labios tan exquisitos que quieres comerlos, voy a sellar todos los
lugares en que haz estado a ver si así deja de extrañarte mi cuerpo, no sé si pueda borrarte, no sé si halla cosa
que pueda hacer para erradicar tu existencia en mí y lo peor no sé si quiera hacerlo …soy lo suficientemente
cobarde para mejor dejar tus huelleas en mi ser y porque no, a ti también… y dejarme llevar a tu mundo, por-
que no puedo perderte y quiero evitarme la pena de ir a buscarte mi encantador traicionero.
Rómulo G.
Zinacantepec, México.
Mi Querido Seductor
49
“Sorpresa de amor” Ferdinand Georg Waldmüller
50
Epístolas
EPÍSTOLA DE AMOR…
Hay amores que se niegan a morir porque cada palabra escrita hace que persista en la me-
moria, miles de palabras se cristalizan en hojas de papel y cada vez que se leen, ese amor
está presente en ambos corazones. Es la historia de amor entre Juan y Alcira que a pesar de
los infortunios, su amor se niega a morir:
Para Alcira, el amor de mi vida:
Nací para adorarte, porque mi vida sin ti es nada, que mi único placer es contemplarte,
aún cuando tú veas mi pasión odiosa, nunca dejaré de amarte. Es tu amor nada más lo
que ambiciono, con tu imagen soñando me desvelo, de tu voz recordando me apasiono y
por recordar tu abrazo y tus besos me emociono. Si fuera rey te regalaría un trono, si fue-
ra Dios te regalaría el cielo y si Dios me pusiera a tus pies besarlos a cada instante qui-
siera, tocar tus manos, tu piel hasta perderme en tu ser.
Tu esclavo seré si con mi sangre lavo tus tristezas, porque mi vida es más tuya que mía,
porque ya no siento, porque esta separación fue un desgarramiento, mi alma atónita
quedó y sin luz mi corazón que enfermó de tu ausencia, es inútil que finja indiferencia,
en balde busco algún olvido para calmar un poco mi dolor. Quisiera quitar esta distancia,
este abismo fatal que nos divide y embriagarme nuevamente de amor con la fragancia
mística y pura que tu ser despide y le pregonaré a la luna en las noches eternas mi amor
por ti, mi estrella.
Te bendigo vida mía, eres de mi existir lo más bello del cielo a mis ojos, quizá yo sea para
ti muchas veces el infierno. Tu despertaste a mi alma incrédula, antes de que te amara
con delirio viví con mis pesares resignado, me hiciste renacer en el sentimiento para en-
cender mi ardiente llama, te amo hasta el odio y al odiarte siento que más y más mi co-
razón te amará perpetuamente.
Te amo Alcira, te amo.
51
Amar, amar, amar siempre y con todo el ser
Y con la tierra y con todo el cielo
Con lo claro del Sol y lo oscuro del lodo
Amar por toda ciencia y amar por todo anhelo
Y con las montañas de la vida
Nos sea dura, larga y alta llena de abismos,
Y amar la inmensidad que es el amor encendido
Y arder en la fusión de nuestros pechos enfermos.
El amor no tiene cura, pero la única medicina para todos los males de mi amor, eres tú
mi bien, mi única cura. Te amo. El amor ha hecho de mí el blanco hacia el que corre la
fecha, me ha hecho nieve al Sol, soy cera al contacto con el fuego y bruma al viento. Sólo
desde que te amo sé que estoy vivo, porque tu amor es la poesía de los sentidos y tú, mi
inspiración. El amor es la sabiduría de los locos y la locura de los sabios. Eres mi mayor
locura, eres mi amor.
Juan Chávez
52
Epístolas
Eres la reina de las hermosas
porque Dios gracia te concedió,
tantos hechizos como cabellos
tienen tus trenzas color de sol.
Eres más noble que el sacrificio,
interesante más que el pudor,
envidia causas a las mujeres
pero a los hombres admiración.
Por eso niña, cuando te canto
mis ilusiones llenando estoy.
Perdona virgen si mis cantares,
de tus encantos indignos son,
para cantarte cual tú mereces
preciosa rubia, quisiera yo.
S. T. S.
Señorita:
Me sea permitido distraer su atención, para manifestarle el
amor tan grande y tan inmenso que sus encantos físicos y su
hechicera virtud han despertado en mi corazón. Tan grande
amor ardiente que me puede dejar más tiempo en dirigirle és-
tas humildes líneas y por medio de ellas enviar a usted unas
cuantas palabras de amor y afecto que hay dentro de mi al-
ma, y esperando de usted una favorable contestación, te-
miendo la convicción de que sea rechazada mi declaración, y
tenga en ella la seguridad de que sólo usted será el único ser
que adore sobre la tierra y adorarla como adoran los ángeles
al Eterno.
Y ajeno al disimulo, hablo con lealtad para que más tarde
seamos unidos por los benditos lazos del amor.
Pendiente de su contestación, me despido de usted como
siempre:
Su afectísimo, atento y seguro servidor
S. T. S.
53
Sobre original donde
se encontró la carta.
54
La ciudad de humo
A un año…
El 26 de septiembre se cumplirá ya un año desde el asesinato y desaparición forzada de los estudiantes
de la escuela normal rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa en Guerrero y la supuesta “verdad históri-
ca” que sostenía la procuraduría de la república sobre los sucesos ya no se sostiene en sus propios pies.
Las excusas de los funcionarios han salido a relucir desde que el informe del Grupo Interdisciplinario de
Expertos Independientes reveló como imposible la incineración de los cuerpos de los estudiantes en el
basurero de Cocula como había informado el procurador Murillo Karam y cada vez más los testimonios
sobre los que se basaba la versión oficial se perciben más como un montaje que como una realidad. Los
padres de las víctimas piden que se interrogue al ejército y que se investigue el papel que jugó la policía
federal durante los terribles sucesos, no obstante, el gobierno se encuentra renuente y parece que en vez
de querer encontrar la verdad, el gobierno quiere ocultarla.
Así, en un país, donde los policías la hacen de narcos, los narcos de funcionarios y los funciona-
rios de accionistas del narco, sí, en esta tierra donde las mineras y el paramilitarismo son uno, donde las
agencias contra el tráfico de armas se dedican al tráfico de las mismas, donde la vida de humana vale
unos cuantos pesos y donde las mentiras son elevadas a verdades, nos damos cuenta que la única verdad
histórica es la de la existencia de un gobierno que sólo vela por los intereses de unos cuantos mientras
que hunde en la miseria al pueblo trabajador. Cada vez es más claro que la única verdad que nos queda
es la de luchar en contra de la injusticia.
Miguel Ángel Montoya Casasola
55
56
La Letra Errante se edita en la Ciudad de Toluca, México.
Septiembre de 2015.