Leonte Brea, Los Adulones Carecen de Afecto
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Leonte Brea: “Los adulones carecen de afecto sincero”
Más de quince años de estudio y reflexión le llevó la escritura de su premiado libro “El político: Radiografía íntima” que ha devenido en un
suceso editorial de proyecciones internacionales.
Luis Beiro
Santo Domingo
Culto, polémico y escrutador del poder podrían ser tres calificativos para definir la personalidad de Leonte Brea, nuestro cientista social más estudioso y documentado. La hondura de su pensamiento y su rigor intelectual no le impiden acudir a la profunda sencillez expresiva para responder este cuestionario y así convertirlo en material de reflexión para el más variado público.
¿Qué le parece la frase: “tus peores enemigos búscalos en la lista de las personas que más has favorecido”?
Muchas veces, como le sucedió a Timón de Atenas, las personas poderosas se rodean de cortesanos interesados. Gentes que, por halagar y reflejar lo que los adulados quieren ver y ser, llegan a alcanzar la confianza, el afecto y la intimidad de estas personas. Y como los adulones carecen de afecto sincero, sólo procuran lograr beneficios personales con sus discursos zalameros. Por eso terminan constituyéndose en los peores enemigos de las personas que exaltan, pues, además de alejarlas de la realidad, siempre existe la posibilidad del chantaje y la develación de los secretos de los que fueron depositarios en algún momento. Esta es la razón por la que Shakespeare, inexorablemente profundo, emplea en muchos de sus dramas la maldición: que a tus enemigos los consideres tus mejores amigos y a tus amigos tus peores enemigos.
¿El poder es para usarlo?
De manera externa, cuando está en peligro la salud de la patria como sostiene Maquiavelo, e internamente, siempre que se sepa interpretar su sentencia de que no se debe ser bueno con hombres malos, porque de ella se desprende que tampoco se debe ser malo con hombres buenos. Y recordar que usarlo de manera injusta, segrega odio, resentimiento, rencor y deseo de venganza. Algo que no deben olvidar sus detentadores pues muchas de sus derrotas son el producto de odios y viejos rencores acumulados por el pueblo o su entorno debido al uso abusivo del poder.
¿Se debe escribir por placer, por convicción, o por temor a la soledad?
Va a depender, como dice Spranger, de nuestra forma de vida, del valor que articule nuestra personalidad. Así es, pues las personas que escriben por vocación científica lo hacen buscando establecer la objetividad. Esto, desde luego, no deja de producirles placer, aunque también angustia, porque saben que su producto, al fin y al cabo, siempre será incompleto, imperfecto y, quiérase o no, con algún sesgo producto de su subjetividad.
¿La literatura y el pensamiento deben estar al servicio de alguna persona o ideología?
Deben estar en consonancia con la conciencia del escritor. De sus proclividades, es decir, de lo que crea, valore y sienta, pero nunca con alguna forma de alienación supuestamente ventajosa. Lo contrario, es manifestar lo que no se quiere decir o, aún peor, lo que conviene a un poder dominante, ya sea por temor o por beneficios coyunturales. Esto, desde luego, mutila la creatividad, la libertad del ser y es síntoma de automutilación.
¿Hasta dónde puede llegar la envidia?
A hacer odioso y desdichado al envidiado y a su asesinato físico y moral sin remordimiento de conciencia por parte del envidioso. Igualmente, al robo de su personalidad o identidad psicológica, tal como le ocurrió a la diva Margo con Eva, su supuesta admiradora, en la película Eva al Desnudo de Mankiewicz.
¿Cómo se debe tratar a un resentido cuando se nos acerca en busca de un favor, o de una simple conversación?
Yo precisaría a una persona con un vivir resentido ya que todos tenemos alguna dosis de resentimiento. Hay que evitarlo, como debe hacerse con el envidioso, pues, según parece, no existe una respuesta mejor. Y, sobre todo impedir que nos demande algún favor porque se resentiría con nosotros si no se lo otorgamos, pero también si satisfacemos sus deseos, porque se sentiría más humillado tal como nos lo recuerda Tácito.
¿Cuál es el peor peligro de un líder, la psicopatía o el envenenamiento espiritual?
Más que un peligro para los líderes, para sus gobernados, pues en ambos casos tienden a generar muchas desgracias, sufrimientos y penas tanto a los grupos que dominan como a sus propios seguidores. Cualquier diferencia entre ambas modalidades ñpsicopatía o envenenamiento espiritualñ habría que buscarla en la cantidad de poder de que disponen, de sus niveles patológicos y de las coyunturas en que se encuentran.
¿Cómo se debe frenar a un adulón?
Teniendo conciencia clara de nuestra valía, de nuestros límites y con un claro conocimiento de la realidad. De lo contrario, estaríamos expuestos a dejarnos fascinar por el más vulgar de estos embaucadores, corriendo el riesgo de dejarnos arrastrar a la soberbia vana y al delirio negador de la más obvia realidad.
¿Cómo enfrentar la llamada “cortina de silencio”?
Lo mejor sería que a una persona o a algún grupo no lo atraparan con una cortina de silencio, pues el objetivo de esta técnica es lograr que la persona no exista socialmente, es decir, apagar su voz y su presencia social. Más que eso, llevarlo, siguiendo a Seligman, a un estado de “desesperanza aprendida” y, por consecuencia, a la depresión y hasta el suicidio.
¿Usted cree que sea posible la “destrujillización” de la sociedad dominicana?
Mientras el autoritarismo, la injusticia, el personalismo trágico y la abyección alienante sean premiadas y la autenticidad, la dignidad, la justicia y la independencia castigadas, el trujillismo será un lugar común en esta sociedad.
¿Yerra Enrique Krauze cuando cuestiona ciertas zonas del accionar del fallecido Hugo Chávez?
Pienso que Krauze hace un aporte a la problemática relacionada con el papel del gran hombre providencial incondicionado presentado por Carlyle versus el rol del individuo en la historia en función de las condiciones económicas y sociales que nos obsequiara Plejanov en 1898. Igualmente, en sus disquisiciones sobre la lectura del texto de Plejanov por parte de Chávez. Entiendo, de todas maneras, que, independientemente de la interpretación que hiciera Chávez del texto de Plejanov, este, según confiesa el líder desaparecido, fue el que le produjo la impronta fundamental hacia la búsqueda del poder.
¿Cómo podrían criticarse los errores de la izquierda latinoamericana desde posiciones de izquierda?
Desde el marxismo, naturalmente, sin nacionalizaciones políticas coyunturales justificantes del grupo que controla el poder. De lo contrario, se perdería el papel de la crítica como correctora de tiro. Podrían extrapolarse los valiosos aportes de Perry Anderson a esta temática a ciertos aspectos de la problemática latinoamericana.
Octavio Paz dijo, cuando cayó el Muro de Berlín, que al llamado “socialismo” le habían fallado las respuestas pero no las preguntas...
Concuerdo, contra viento y marea, con la posición asumida por Louis Althusser en su teoría sobre las preguntas y las respuestas. Creo que cuando se dan las mismas respuestas a viejas preguntas problemáticas no existe la posibilidad de “un cambio de terreno”, de una nueva visión creativa para la apropiación y transformación de la realidad. Esto me lleva a pensar que la falla habría que ubicarla en la carencia de nuevas preguntas que dieran paso a nuevas respuestas y no a que se siguieran dando las mismas respuestas a preguntas claramente esclerotizadas.
A pesar de los ataques de los clásicos marxistas, ¿que frase usted salvaría del pensamiento de Ludwing Feuerbach?
“En un palacio se piensa de otro modo que en una choza; el que no tiene nada en el cuerpo, porque se muere de hambre y de miseria, no puede tener tampoco nada para la moral en la cabeza, en el espíritu, ni en el corazón”.